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EXTRACTOS DE SESIONES:
Esta primera etapa da cuenta del estado intensamente caótico en que se hallaba
Piggle al arribar al tratamiento. La dinámica de la cura apuntará a crear un espacio
transicional que permita la elaboración de las fantasías aterradoras, y dotar a Piggle de un
objeto transicional con el que aún no contaba.
Piggle es acompañada por sus padres a la primera consulta. Llega con el evidente
propósito de trabajar, aunque vacila diciendo a su madre que “Es tímida”.
DWW se pone a jugar de espaldas a la niña, y le pide que le alcance el oso que ella
había traído, para que vea sus juguetes. Piggle empieza a nombrarlos “aquí hay otro uno, y
aquí hay otro uno”, a lo que DW interpreta “Otro bebé, el bebe Sush (Suzanne)”. Piggle
empieza a relatar que cuando había llegado el Bebé Sush “Yo era un bebé, estaba en una
cuna. Estaba dormida. Sólo tenía el biberón” (en realidad nunca había usado biberón, pero se
lo había visto al bebé). A partir a ese momento se inicia la comunicación con Gabrielle y DW
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se pone al servicio del juego de la niña, como su objeto transicional, cumpliendo los roles
que la niña le asigna.
Por un lado la ansiedad y falta de libertad en el juego de Piggle, como también las pesadillas
recurrentes.
Por otro lado implicó cierta aceptación de la madre como persona distinta y por consiguiente
el establecimiento de sí misma con una identidad y fuerte lazo con su padre.
Fantasías terroríficas
Mamá negra: vive en su vientre. Se puede hablar por teléfono con ella y enferma con
frecuencia.
En pesadillas recurrentes, la mamá negra preguntaba ¿Dónde están mis yams (pechos)?
Le tenía mucho miedo, y no podía dormir. En una oportunidad esta mamá negra había
arañado el rostro de su madre, le había arrancado sus yams, ensuciado y asesinado con
“Brrr” (heces). Ante lo que Piggle aseguraba tener una mamá “limpia” cuando era una bebita.
Babacar: es el segundo producto de su fantasía. La mamá y el papá negros están
juntos en el babacar. Palabra ésta que Piggle relacionaba con el bebé, el Bebé Sush, que era
Piggle y Suzzane al mismo tiempo.
Cuando todo estaba bien, Piggle traía a colación el “babacar” y todo se oscurecía, de
improviso de mostraba preocupada.
A juzgar por las apariencias, el babacar traslada negrura de una persona a otra. “El
babacar lleva negrura desde mí hasta ti, y entonces me asusto de ti” decía a su madre, o
“Estoy asustada de la Piggah negra”, “Soy mala”. “Tengo miedo de la mamá negra y la Piggah
negra porque me ponen negra”. (Mecanismo de la proyección).
“Negro” significa que ha entrado el odio o la desilusión. Más adelante DW interpretará que el
babacar es el interior negro de la madre, desde donde nacen los nuevos bebés. El interior
que ella no podía ver, y que era por lo tanto negro. Esto lo interpreta en un momento que la
niña toma un juguete redondo perforado en el centro y tras preguntarle a DW qué es, le dice
si conoce al “babacar”.
(En 10ª sesión: DW se pone negro porque pasa mucho tiempo sin verlo)
Ambivalencia: En una de las primeras sesiones aparece la fantasía de la madre debe
caerse y hacerse daño para que Piggle la alivie.
El odio y el amor por la madre aparecen simultáneamente, la niña es capaz de valerse de su
madre agresivamente (hacia el final de la primera sesión), como también de concluir que caer
es quedar embarazada, y se incluye así la agresión del padre.
2ª CONSULTA
Piggle toma un balde y lo llena de juguetes hasta el borde, ante lo que DW interpreta
que el balde es el vientre de DW, no tiene la parte de adentro negra porque podemos ver lo
que entró. Los juguetes desbordaban el cubo (llenándolo es como se hacen los bebés), y
como siempre caería alguno (porque se ha comido tanto) eso significaba para Piggle estar
mareado. “Los bebés se hacen comiendo con voracidad por eso uno se enferma”.
Se realiza entonces un juego compartido: DW se transforma en el bebé voraz de Piggle, que
también la ama mucho.
DW: “Winnicott es el bebé de Piggle; es muy goloso porque quiere a Piggle su madre,
mucho, y ha comido tanto que está mareado”… “La cosa nueva que quieres tiene que ver con
el bebé W y la mamá Piggle, con el amor de W por su mamá, el comérsela y el estar
mareado”, Piggle respondió afirmativamente.
Comentario teórico: En los momentos de tensión pulsional es cuando predomina la
imagen de la madre mala, donde está también implicada la agresividad del niño y en particular
en el momento de comer. Satisfacer su hambre implica un deterioro del cuerpo de la madre.
En Piggle, se impone una imagen de la madre mala, perseguida y destruida por momentos, y
perseguidora y destructora en otras ocasiones.
Hay indicadores que señalan que la niña fue invadida por una intensa voracidad (afán de
vaciar el pecho materno).
El fenómeno transicional vuelve a tener lugar cuando jugaban con grandes animales
comiendo una comida compuesta en su mayor parte por animales. DW estaba cerca del cubo
lleno y “mareado”, en el piso todo el tiempo y Piggle le pregunta:
P: “Puedo coger un juguete”
DW: “W es un bebé muy goloso, quiere todos los juguetes” (W es el bebé goloso:
canibalismo oral)
Piggle lleva un juguete a su papá y le dice “El bebé quiere todos los juguetes”.
Entonces lo devuelve y dice:
P: “Ahora el bebé W tiene todos los juguetes. Iré donde papá”.
W: “Temes al goloso bebé W, que nació de Piggle y que ama a Piggle y que quiere
comérsela” (Piggle está en el rol de la madre).
4ª CONSULTA
La madre negra se pone en contacto con otros personajes que se vuelven a su vez
destructoras o quedan destruidas.
La voracidad aquí también se relaciona con la destrucción o el robo de los pechos, una
agresividad de naturaleza oral. Esta voracidad indica un deseo imperioso, insaciable que
aparece representado por la fantasía de vaciar, agotar, devorar el pecho materno.
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Al cabo de estas sesiones la niña muestra cierto avance respecto a los elementos de
locura que DW había detectado ya al inicio, y que había llevado a los padres a consultar.
También comenzaba a experimentar ansiedades depresivas, referidas por los padres como
que “volvía a caer en la depresión y la apatía, preocupada por la idea de muerte”. Relatan un
sueño en que “ninguna semilla crece, o solo un poco, por las cosas malas que llevan dentro”.
También está el intento de “devolver a la mamá negra a su lugar”, refiriéndose a su parte
envidiosa y rapaz al decir de la madre.
6ª CONSULTA
7ª CONSULTA
Gabrielle empieza a jugar armando una hilera de casas en “S”. DW y Gabrielle están
ubicados cada uno en un extremo. DW observa “No había ninguna representación de mi
persona. Se trataba de un mensaje meditado, en el cual se mostraba que había logrado esa
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separación de mí como parte del establecimiento de su yo. También constituía una defensa
contra la reinvasión”
Este tema se refuerza con la cuarentena en el jardín (por las paperas de los niños), la
que equivale para DW a la barrera defensiva entre el yo-no yo. Gabrielle quería ir a jugar, pero
sabía que no podía, y que tampoco el resto de los niños podían ir a verla a ella.
Pregunta por los botes, y dice “Yo antes sabía donde estaban los botes. Antes estaba
acostumbrada a ti, pero ahora no lo estoy. Soy adulta”.
Al momento de irse, le entrego un tren a W y comenzó a arrojarle cosas porque él se
encontraba al otro lado de la frontera de la barrera “Allí estás” exclamó.
Reforzando una vez más la idea de objetos externos, diferenciados de ella misma,
comenzó a observar distintas cosas y materiales en el consultorio de DW, haciendo en esta
sesión una fehaciente declaración sobre el yo y el no-yo.
En carta de su mamá que le indica que a Gabrielle le gustaría volver a verle y enviarle
un regalo. No solo se alude al tema de la gratitud, sino que implica también la aceptación de
la separatidad, del principio de realidad, un fruto de la desilusión.
8ª CONSULTA
Introyección
En un momento de la sesión, Gabrielle comienza a comer un hombre torcido, de
plástico. DW interpreta que se estaba comiendo el muñeco porque se quería comer a
Winnicott. “Si me comieras me llevarías dentro tuyo, y entonces no te importaría irte”.
Retoma el contenido de ansiedad provocado por los sentimientos de ambivalencia
hacia su hermana:
W: “¿Has conseguido deshacerte de tus temores?”
G: “Me asusta la Susan negra, así que juego con tus juguetes. Odio a Susan. Sí, la
odio mucho solo cuando me quita los juguetes (…) Que linda es esta casa”
En casa de DW en cambio Susan está excluida, y puede usar todos los juguetes ella
sola. Y continúa:
G: “Cuando me quiere viene se inclina y dice aaa y me besa. Cuando mamá está por
ir a la ciudad es muy amable, cuando Susan me quiere”
W: “Odias y amas a Susan, las dos cosas a la vez.”
G: “Cuando jugamos con lodo (= heces, amor fusionado), las dos estamos negras.
Las dos nos bañamos, las dos nos cambiamos de ropa. Entonces mamá cree a veces que
tiene lodo y Susan también. Mamá quiere mejor a Susan. Papá me quiere mejor”.
Gabrielle parte junto a su padre y deja un gran desorden en el consultorio. Es la
primera vez que lo hace. Para DW esto significa confianza de Gabrielle en cuanto a la
capacidad de Winnicott de tolerar el desorden y la suciedad, las cosas interiores,
incontinencia y locura.
9ª Y 10ª CONSULTA
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Respecto al cervatillo que había vaciado, dejándole toda la viruta de madera que lo
rellenaba en el piso, Gabrielle le pide a DW que lo cuide y sea cariñoso con él, “ yo tengo que
irme, te dejo con toda esta suciedad.”
La mamá negra, cercenada y reconducida, oculta ahora a la Gabrielle agresiva
(Piggle), que se mostrará abiertamente ahora y podrá librarse a actividades deliberadamente
destructivas.
Winnicott acepta la suciedad y destrucción, y le atribuye el valor de confianza.
“Sobrevive” a la destrucción. Sabe que debe soportar la agresividad, pero también que no
debe estar ausente por un tiempo mayor al que tolere la capacidad de la niña de tener una
representación de él, una simbolización adecuada (introyección). También sobrevivir implica
que no tomará represalias, y así continúa DW con la cura, manteniendo su atención y su
disponibilidad.
Las ansiedades edípicas están muy presentes en el momento en que Gabrielle relata
un sueño donde habla acerca de ir a la habitación de papá y mamá para impedir que el
caballo pisoteara el trigo, colocándose entre ellos. En este marco evitaba el comercio sexual
entre sus padres, pero también estaba excluyendo a su hermana.
Luego añadió “Papá es hermoso”.
11ª CONSULTA
Envidia del pene y reparación del hombre respecto de la culpa por su agresión
Piggle juega con un tren que de gran longitud, va contando sus vagones y DW le
interpreta:
W: “Lo que me estás diciendo con el tren es que sus trozos componen a Piggle (…) y
es también la larga cosa de papá”.
Más adelante la niña dirá:
G: “no puedo encontrar el pequeño agujero por el que tiene que pasar. Las mujeres
tienen dos agujeros, uno para wee y el otro para los bebés. El wee-wee de papá en el
agujero de una muchacha. Mira como sale! (refiriéndose a la chimenea del tren)”
W: “estás enojada con el wee-wee del hombre, no debería tenerlo”
G: “El hombre es un gran ladrón, es horrible”.
DW interpreta: “El hombre es un ladrón. Roba los pechos a la madre, luego usa los
pechos robados como una cosa larga (como el tren), un wee-wee que pone dentro del agujero
para bebés de la muchacha y siembra allí bebés (animales en el juego). No le hace sentir tan
mal el haber robado”.
En carta a los padres insistirá sobre su confianza en el curso de los acontecimientos
como en anteriores observaciones “El rumbo que siguen las cosas no me lleva a desesperar
en absoluto. Los niños deben trabajar sobre sus problemas en casa, y no me extrañaría que
Gabrielle fuese capaz de dar por sí sola con la salida de la fase presente. Naturalmente, ella
piensa en venir a verme porque así lo ha hecho en muchas ocasiones…”
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12ª CONSULTA
13ª CONSULTA
Se ve más claramente que Gabrielle avanza hacia la posición depresiva, logrando la
reparación y la separación.
DW la ayuda a imaginar que puede limitar (como ha hecho con la mamá negra) y
hasta reparar, los efectos de su destructividad mediante fantasías positivas y actos
constructivos- reparadores.
Su entrada a esta sesión fue descripta por DW como especial y estuvo caracterizada
por la timidez.
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15ª CONSULTA
16ª CONSULTA
Despedida
Respecto a este encuentro, DW dice que la llegada se asemejó más a la visita de una
amiga a otro amigo.
Mientras él se sentó en la silla para tomar notas como de costumbre, ella se volvió a
sentar de espaldas a él (sola en su presencia) a jugar con los juguetes, y solo
ocasionalmente le aclaraba que esperaba que él la escuche.
DW le dijo: “estás recordando para ti misma lo que los juguetes significaban cuando
eras una pequeña Piggle en vez de una Gran Gabrielle”.
G: “vamos a volver a jugar”.
Al cabo del juego, DW le da la oportunidad de hablarle de cosas, la palabra “negro”
vuelve a aparecer.
W: “Te da vergüenza contarme algunas de las cosas que piensas (…) Yo se cuando
estás verdaderamente avergonzada, y es cuando quieres decirme que me quieres”.
El gesto de asentimiento de Gabrielle anunciaba que ya era hora de marcharse.
Da así por finalizado el tratamiento y la cura. Comenta DW que estaba dispuesta a ir
en busca de su padre, y que había disfrutado de la sesión, sin dar muestra de encontrarse
molesta.
“Sonó enteramente natural al decir adiós, y dejo la impresión de una niña
verdaderamente fresca y psiquiátricamente normal de cinco años”.
Aquí Winnicott señala una experiencia de contacto entre ella y la mama buena, antes
de la llegada de la hermanita, ahora perdida. Experiencia de pérdida, recuerdo de buena
experiencia.
“Gabrielle: Aquí Dr. Winnicott, voy a quedarme un poco mas que de costumbre. Puedo
jugar más si tengo más tiempo. No necesito precipitarme…(…)
DW: Si no tuviera un lugar en el que estar seria como Humpty Dumpty y se haría pedazos,
pero aquí tienes un lugar en que puedes estar…”
Una madre suficientemente buena es aquella que es capaz de dar cabida al desarrollo
del verdadero yo del niño, es decir acoger su gesto espontáneo, en el sentido de lo que el
niño quiere expresar, e interpretar su necesidad y devolvérsela como gratificación. Es la que
posibilita el juego, concepto importantísimo en la obra de Winnicott, que da lugar al concepto
de creatividad y de salud.
En un trabajo terapéutico, el analista debe cumplir el quehacer materno
suficientemente bueno que no ha sido posibilitado en su momento, esto significa brindarle la
seguridad de un lugar, de crearle la experiencia de ilusión de ser creado por el /la paciente (en
este caso, por Gabrielle), que está para satisfacerlo, soportarlo en todas sus acepciones
(como el holding, handling), comportarse como una madre que sobrevive al agresión de su
hija y mostrarse vulnerable, o sea con posibilidad de fallar. Esto es cierto límite en su función,
el analista falla. No lo sabe todo. Hasta algunas veces interpreta, al decir de Winnicott, para
“mostrar el límite de mi comprensión”. DW con su actitud ayuda a Gabrielle a reconocer su
odio y la culpabilidad que implica. La ayuda a imaginar que puede limitar, y hasta repara, los
efectos de su destructividad mediante fantasías positivas y actos constructivos, reparadores.
Le cambia el signo, como lo haría una madre suficientemente buena, de negativo a positivo.
Para él, el analista ocupa en el tratamiento el lugar de la madre. En la relación
analista-paciente se crea de un modo espontáneo (particularmente en el segundo) una fuerte
relación emocional de dependencia. El buen analista debe ayudar al paciente a liberarse de la
misma, y la plena liberación de tal dependencia (que evoca a las dependencias que el sujeto
ha tenido en su infancia) será un signo de la curación. El analista cumple la función de objeto
transicional, el cual es creado por el paciente, usado y debe ser olvidado, destruido, sin
mediar ningún tipo de duelo. A esto debe aspirar el analista, a ser usado y olvidado. Esto
apunta a que el paciente sienta que los logros son propios, y no creaciones del analista, u
obtenidos gracias al analista.
La sesión es un espacio para “irnos” de la realidad, y así poder tener en la vida
nuestros espacios transicionales.
Objeto transicional
Las actitudes que en este momento tiene el niño junto a los fenómenos y a los objetos
transicionales, le sirven de nuevo entorno y de base para lograr paulatinamente su autonomía
y autosuficiencia.
“… Gabrielle: pronto se pondrá mas grande (hace referencia a Susan) y andará sin
papa ni mama, y Gabrielle podrá andar sin Winnicott o sin nadie…”.
“…luego cogió la figura del padre (de unos 7 cm., muy realista, (hecha sobre la base
de un limpia pipas), y comenzó a maltratarla.
Gabrielle: le tuerzo las piernas
Yo: ¡Ay! ¡Ay! (como aceptación del rol que me esta asignando).
Gabrielle: Lo tuerzo mas…si…ahora el brazo.
Yo: ¡Ay!
Gabrielle: ahora el cuello.
Yo: ¡Ay!
Gabrielle: ahora ya no queda nada…está todo torcido. Voy a torcerte un poco más.
Grita más.
Yo: ¡Ay! ¡Ay! ¡Ayyyyyyyy!
Le agradaba mucho.
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Gabrielle: Ahora ya no queda nada. Esta todo torcido y con la pierna salida y se le ha
salido la cabeza, así que no puede gritar. Te arrojo lejos. Nadie te quiere.
Yo: Así Susan jamás podrá tenerme.
Gabrielle: Todo el mundo te odia.
Entonces cogió una figura de niño, similar a la anterior, y repitió la operación.
Gabrielle: Estoy torciendo las piernas del chico.
En medio de todo ello, dije: de modo que el Winnicott que has inventado era todo
tuyo y ahora has terminado con él, ya nadie podrá tenerlo.
Me pedía que gritara más, pero argüí que ya no me quedaban gritos.
Yo: Se ha ido todo.
Gabrielle: Nadie volverá a verte. ¿Eres doctor?
Yo: Si, soy doctor y puedo ser el doctor de Susan, pero el Winnicott que tú
inventaste ha terminado para siempre.
Gabrielle: “YO TE HICE.”
“…Yo: a mi también me gustaría terminar contigo, para poder ser los otros Winnicotts y
no verme obligado a ser este Winnicott especial de tratamiento inventado por ti.
Hizo una especie de lapida o tumulto del Winnicott que había sido destruido y muerto…”
“…Gabrielle: esta terminado. Nadie quiere ver a Winnicott. Completamente terminado.
Lo destrocé… tendrás que comprar mas (en referencia al Secottine), no mas
vendremos…
Veía que había acabado conmigo en todos los planos y en todos los sentidos, y lo dije: Si,
terminar contigo.
Yo: Así que si vengo a visitarte a tu casa, si veo a Susan, habrá un W. diferente… no
el que tu inventaste, que era enteramente tuyo y con el cual acabas de terminar…”
El comentario de DW al terminar la sesión, resalta la eclosión de la madurez adecuada
a la edad.
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LA FANTASIA
Según M. Klein, hay suficiente yo al nacer pata sentir ansiedad, utilizar mecanismos de
defensa y establecer primitivas relaciones de objetales en la fantasía y en la realidad.
Al principio el yo está muy desorganizado pero tiene desde el comienzo la tendencia a
integrarse. El yo inmaduro del bebé está expuesto desde el nacimiento a la ansiedad
provocada por la innata polaridad de los instintos (de vida y de muerte). Está también expuesto
al impacto de la realidad externa, que le produce situaciones de ansiedad (trauma de
nacimiento) pero también le da vida (calor, amor y alimento de la madre).
Cuando se ve enfrentado con la ansiedad que le produce el instinto de muerte, el yo lo
deflexiona. Esta deflexión del instinto de muerte, descrita por Freud, consiste, según M.
Klein, en parte en una proyección, en parte en la conversión del instinto de muerte en
agresión.
El yo se escinde y proyecta fuera su parte que contiene el instinto de muerte,
poniéndola en el objeto externo original: el pecho. Es así como el pecho- al que se siente
conteniendo gran parte del instinto de muerte- llega a experienciarse como malo y amenazador
para el yo, dando origen a un sentimiento de persecución. De este modo el miedo original a
instinto de muerte se transforma en miedo a un perseguidor. A menudo se siente que la
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intrusión del instinto de muerte en el pecho escinde a éste en muchos pedazos, de manera que
el yo se encuentra ante multitud de perseguidores.
Parte del instinto de muerte que queda en el yo se convierte en agresión y se dirige
contra los perseguidores.
Al mismo tiempo se establece una relación con el objeto ideal. Así como se proyecta
fuera el instinto de muerte para evitar la ansiedad que surge de contenerlo, así también se
proyecta la libido, a fin de crear un objeto que satisfaga el impulso instintivo del yo a conservar
la vida. El Yo proyecta parte de la libido fuera y la restante la utiliza para establecer una relación
libidinal con ese objeto ideal.
El objetivo del bebé es tratar de adquirir y guardar dentro de sí al objeto ideal, e
identificarse con éste, que es para él quien le da la vida y lo protege y mantener fuera el objeto
malo y las partes del Yo que contienen el instinto de muerte.
La ansiedad predominante de la posición esquizoparanoide es que el objeto malo u objetos
persecutorios se introducirán en el yo y avasallarán y aniquilarán tanto al objeto ideal como al
Yo.
La ansiedad predominante es paranoide y el estado del Yo y sus objetos se
caracteriza por la escisión que es esquizoide.
LA ENVIDIA
M. Klein considera la envidia temprana como uno de los factores que afectan las
primeras experiencias del bebé: actúa desde el nacimiento. Es una relación de dos partes en
que el sujeto envidia al objeto por alguna posesión o cualidad. Se experiencia en función de
objetos parciales, aunque persiste en relaciones de objeto total.
En la envidia el objetivo es ser uno tan bueno como el objeto, pero cuando esto se
siente imposible, el objetivo se convierte en arruinar lo bueno que tiene el objeto para suprimir
la fuente de envidia. (Convierte en mala a la fuente misma de todo lo bueno de la que depende
el bebé). Es la primera externalización del instinto de muerte.
El objetivo de la voracidad es poseer todo lo bueno que puede extraerse del objeto,
sin considerar las consecuencias.
La envidia se puede fusionar con la voracidad, constituyendo así otro determinante
del deseo de agotar enteramente al objeto, no sólo ya para poseer todo lo bueno sino también
para vaciarlo intencionalmente, a fin de que no contenga nada envidiable. Cuando el bebé se
siente lleno de ansiedad y de maldad y siente que el pecho es la fuente de todo lo bueno,
quiere por envidia estropear el pecho proyectándole partes malas y dañinas de sí mismo; en su
fantasía, lo ataca escupiéndole, orinándole, defecándole, con flatos, con la mirada penetrante
proyectiva (el “mal de ojo”). A medida que prosigue el desarrollo continúan los ataques,
dirigidos ahora al cuerpo de la madre y a sus bebés, y a la relación entre los padres.
Si la envidia temprana es muy intensa interfiere con el funcionamiento normal de los
mecanismos esquizoides. Como se ataca y arruina el objeto ideal, no se puede mantener el
proceso de escisión entre objeto ideal y objeto persecutorio. Queda interferida la introyección
del objeto ideal y la identificación con él →Con esto el desarrollo del yo debe sufrir
necesariamente. Cuando la envidia es muy intensa lleva a la desesperación. Como no se
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puede encontrar un objeto ideal, no hay ninguna esperanza de recibir amor ni ayuda alguna.
Los objetos destruídos son fuente de persecución y culpa.
En un desarrollo más normal, la envidia se integra más. La gratificación que produce
el pecho estimula admiración, amor y gratitud, a la vez que envidia. Estos sentimientos entran
en conflicto cuando el yo comienza a integrarse y, si la envidia no es abrumadora, la gratitud
supera y atempera la envidia. E pecho ideal, introyectado con amor, gratificación y gratitud se
hace parte del yo y el yo mismo se llena de bondad. Aumenta la gratificación→disminuye la
envidia→aumenta la gratificación.
POSICIÓN DEPRESIVA
Fase del desarrollo en que el bebé reconoce un objeto total y se relaciona con dicho
objeto. Es un momento crucial del desarrollo infantil. Se relaciona con su madre como objeto
total que puede ser a veces buena y a veces mala, que puede estar presente o ausente, y a la
que puede amar y odiar al mismo tiempo. Esta madre es a la vez fuente de lo bueno y de lo
malo. Implica también reconocerla como individuo con una vida propia y con sus propias
relaciones con otras personas. El bebé descubre cuán desamparado está, cómo depende
totalmente de ella, y cuántos celos le provocan los demás.
La integración del yo y del objeto prosiguen de modo simultáneo. Al disminuir
los procesos proyectivos e integrarse más el Yo se distorsiona menos la percepción de los
objetos, de modo que el objeto malo y el objeto ideal se aproximan el uno al otro.
En la posición depresiva las ansiedades brotan de la ambivalencia y el motivo principal de la
ansiedad del bebé es que sus propios impulsos destructivos hayan destruído o lleguen a
destruir el objeto amado de quien depende totalmente.
Aparece la necesidad de poseer este objeto, de guardarlo dentro de sí, y si es
posible, de protegerlo de su propia destructividad. La posición depresiva comienza en la fase
oral del desarrollo, en que el amor y la necesidad provocan el deseo de devorar.
El bebé bien integrado que puede evocar su amor por el objeto bueno aún cuando lo odia, está
expuesto a nuevos sentimientos:
→ El duelo y la nostalgia por el objeto bueno al que siente perdido y destruído
→ la culpa, porque cree que lo perdió por su propia destructividad.
En la cúspide de la ambivalencia puede sobrevenirle la desesperación depresiva.
El bebé recuerda que ha amado y en realidad ama aún a su madre, pero siente que la ha
devorado o destruído y ya no puede recurrir a ella en el mundo exterior. Además la ha destruído
también como objeto interno, al que siente ahora hecho pedazos. Sufre por sí mismo y por su
madre y se siente perseguido. (Reaparece cierta regresión en la cúspide de los sentimientos
depresivos).
La experiencia de depresión moviliza en el bebé el deseo de reparar a su objeto u
objetos destruídos.
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Como cree que la destrucción de su objeto se debe a sus propios ataques, cree
también que su propio amor y cuidados podrán deshacer los efectos de su agresión. El
conflicto depresivo es una lucha entre la destructividad del bebé y sus impulsos amorosos y
reparatorios.
El bebé resuelve gradualmente sus ansiedades depresivas y recupera externa e
internamente sus objetos buenos al reparar a sus objetos externos e internos en la realidad y
en sus fantasías omnipotentes. El bebé descubre su propia realidad psíquica. Advierte su
propia existencia y la de sus objetos como seres distintos y separados de él. Comienza a
distinguir entre fantasía y realidad externa. La reaparición de su madre tras su ausencia, su
atención y cuidados reducen gradualmente la creencia del bebé en la omnipotencia de sus
impulsos destructivos. El fracaso de su reparación mágica disminuye su creencia en la
omnipotencia de su amor.
A lo largo del desarrollo y la elaboración de la posición depresiva el Yo se fortifica,
gracias al crecimiento y a la asimilación de objetos buenos, introyectados en el yo y el superyó.
Una vez alcanzado este momento del desarrollo, el bebé ha establecido su relación
con la realidad.
El punto de fijación de las enfermedades psicóticas yace en la posición esquizo-
paranoide y en los comienzos de la posición depresiva. Cuando se produce una regresión a
estos puntos tempranos del desarrollo, el sentido de realidad se pierde y el individuo se
psicotiza. Pero si se alcanzó la posición depresiva y se la elaboró por lo menos en parte, las
dificultades que aparecen en el desarrollo posterior no son de carácter psicótico, sino neurótico.