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Nací en una ciudad a 1,122km de CDMX y a tan sólo 12 km de EEUU, así que
mi experiencia de la mexicanidad es muy distinta a la de alguien que creció en
el centro y/o sur de México. Estudie arquitectura y como 10 años después de
haber egresado la licenciatura hice una maestría en teoría arquitectónica lo que
me impulso finalmente a dejar todo eso atrás y dedicarme a la filosofía. Soy
completamente autodidacta, les autores que estudio me sirven de guía para
crear mi propio material filosófico y no solo regurgitar sus conceptos. He escrito
dos artículos para la revista Bitácora de la UNAM en las que abordo la
biopolítica desde la perspectiva urbana. Talleres Nómada nació hace dos años,
de mi gusto por estudiar filosofía y de conectar con otrxs enseñándoles
filosofía. Me interesa la teoría queer particularmente por su actualidad y su
utilidad para que, quienes vivimos en países colonizados, podamos
comprender los mecanismos de captura occidentales. Sobretodo ahora que en
México vivimos una narcoguerra de 10 años con evidentes características
necropolíticas exportadas de occidente.
-México, Argentina, son de los países que más suenan en América Latina
a la hora de hablar de teoría queer o queer (¿cuir?) a secas. No obstante
tu señalas el legado de Foucault y también la respuesta a la pandemia del
SIDA en EEUU ¿No podemos hablar de un origen único ni un único
devenir de lo queer en el planeta?
Más que devolver la teoría queer a las calles habría que traducirla al lenguaje
callejero; el problema de muchos de los textos sobre teoría queer es el
lenguaje erudito en el que están escritos. Yo soy filósofo autodidacta y me
parece que la mejor manera de hacer filosofía en México es por fuera del
encierro institucional de la Universidad, especialmente si lo que se quiere hacer
es teoría queer. La filosofía es estrategia social, es una manera de resistir a la
inercia de las masas. Es por eso que hago los talleres, para enseñarle a la
gente a leer los textos y sacarles provecho. No existe un cuerpo queer en
estado salvaje, todo pasa por la performatividad. Somos lo que hacemos y el
estilo en el que lo hacemos. No es la teoría la que es queer, es la persona la
que interpreta la identidad de género que le fue biopolíticamente asignada, en
un estilo particularmente controversial, como las maricas. Hacer teoría queer es
hacerla desde la propia experiencia de fracasar en la empresa heterosexual.