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SUELO

“La ciencia es como la tierra, sólo se puede


poseer un poco de ella”. Voltaire (1694-1778,
escritor y pensador francés)
Introducción
El suelo es un recurso vital. Es el soporte físico sobre el que se asientan todos los seres vivos
(Seoánez Calvo, M., 1999a). Es también la fuente primordial de materias primas y constituye uno de
los elementos básicos del medio natural. Desde hace siglos la humanidad ha utilizado el suelo para
desarrollarse y conseguir mejorar sus condiciones de vida. Sobre él se realizan todos los procesos
de producción del hombre, como la agricultura, la industria, las infraestructuras urbanas, etc.
Además, el suelo es un componente muy específico de la biosfera porque actúa como amortiguador
natural controlando el transporte de elementos y sustancias químicas a la atmósfera, la hidrosfera y
la biota.

Por tanto, el mantenimiento de las funciones ecológicas del suelo es responsabilidad de la


humanidad (Kabata-Pendias, A. y Pendias, H., 1992d). Sin embargo, el suelo no ha sido tenido en
cuenta como recurso medioambiental hasta hace relativamente poco (Seoánez Calvo, M., 1999a)
aun cuando éste constituye uno de los medios receptores de la contaminación más sensibles y
vulnerables (Real Decreto 9/2005, de 14 de enero, 2005). Antes de la década de los 70 se hablaba
de la contaminación del aire y del agua, pero al suelo se le consideraba con una capacidad de
autodepuración casi infinita.

La sensibilidad mundial comenzó a cambiar a partir de la declaración de la “Carta Europea de


Suelos” desarrollada por la Comunidad Europea en 1972, la cual define el suelo como uno de los
más preciados activos de la humanidad sobre el que viven hombres, animales y plantas, lo califica
como un recurso limitado fácilmente destruible y manifiesta que debe ser protegido contra la erosión,
la contaminación, el daño que puede causar el desarrollo urbano, y las prácticas agrícolas y
selvícolas, para acabar afirmando que los Gobiernos y personas con autoridad deben impulsar
medidas específicas para planificar y administrar los recursos del suelo.

Pero fue en el año 1992, en la Cumbre de Río, donde se reconoció la importancia de la protección
de los suelos y de sus usos potenciales en el contexto de un desarrollo sostenible, en particular
contra la contaminación procedente de acciones o actividades de origen antrópico (Real Decreto
9/2005, de 14 de enero, 2005). La contaminación es uno de los problemas más importantes del
suelo (AEMA-PNUMA, 2002) y se asocia con la entrada de sustancias que, a partir de una cierta
concentración deben considerarse como no deseables (Porta, J.; López Acevedo, M.; Roquero, C.,
1994).

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¿QUÉ SE ENTIENDE POR SUELO?
La definición del suelo ha tenido varios matices, según quien trate de hacerla y según la época en
que la haga. Como lo recuentan Hillel (1998), Buol et al (1997), Malagón et al (1995), Porta et al
(1994) y Soil Survey Division Staff- Personal de la división topográfica del suelo- (SSDS, 1993), entre
otros autores, el término suelo ha tenido acepciones verdaderamente simplistas como:
 El suelo es, desde el punto de vista del agricultor, el sitio para ubicar sus semillas y producir
sus cosechas (Worthen, 1949).
 Para un geólogo podría ser el recubrimiento terroso que hay sobre un cuerpo rocoso.
 Para un constructor, el suelo es el sitio sobre el cual colocará sus estructuras o el sustrato
que le suministrará algunos de los materiales que requiere para hacerlas.
 Para un ecólogo es uno de los componentes del ecosistema que estudia.
 Para un químico, es el laboratorio donde se producen reacciones entre las fases sólida,
líquida y gaseosa.
 Un antropólogo o un arqueólogo podrán ver el suelo como un tipo de registro del pasado.
En los tiempos en que los pueblos empezaron a asentarse en un sitio y abandonaron su sistema
nómada, el suelo adquirió valor en la medida en que se fue requiriendo para producir alimentos: en
esta etapa el suelo se concebía como el sustrato indispensable para el suministro de nutrientes, de
agua y de soporte para las plantas. La concepción de suelo expuesta en el párrafo anterior empezó
a cambiar hacia principios del siglo XIX, cuando el suelo empezó a mirarse en un contexto
naturalista y a considerarse como un cuerpo natural, como aparece en las definiciones de Karl
Sprengel (1837) y de Frank Albert Fallow (1862), citadas por Porta et al (1994). Hacia finales del
siglo XIX, Dokuchaev (1886), según trabajo de Vilenskii (1957), citado por Buol et al (1997), propuso
que el término suelo se utilizara para definir “aquellos horizontes de la roca que diaria o casi
diariamente cambian sus relaciones bajo la influencia conjunta del agua, el aire y varias formas de
organismos vivos y muertos”. Además, para su época, Dokuchaev concibió el suelo como “un cuerpo
natural independiente y evolutivo formado bajo la influencia de cinco factores”, de los cuales él
consideraba que la vegetación era el más importante. L vi Según Malagón et al (1995), por la
concepción expuesta en el párrafo anterior, Dokuchaev es considerado el gestor de la Pedología.
Su pensamiento fue afianzado por Sibirtzev y por Glinka en Europa y por Marbut en Norteamérica,
entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Ante la variedad de acepciones utilizadas para un
mismo término, algunos autores trataron de acuñar definiciones que precisaran la aplicación del
mismo. Aparecieron entonces los conceptos de:
 Pedología, en donde se considera el suelo como un cuerpo natural cuyas propiedades
interesan para establecer su origen y su clasificación, sin importar sus posibilidades de uso, y
 Edafología, en donde el suelo es tomado como el soporte para las plantas, es decir, se
estudia desde un punto de vista netamente práctico, orientado a obtener los mejores rendimientos
agropecuarios posibles. (Lyttleton y Buckman, 1944).
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El glosario de términos de suelos de la Sociedad Americana de la Ciencia del Suelo (1984) también
acepta la diferenciación hecha en el párrafo anterior al establecer dos definiciones para el término
suelo:
 Es el material no consolidado en la superficie de la tierra que sirve como medio natural para el
crecimiento de las plantas terrestres, y
 Es el material mineral no consolidado en la superficie de la tierra que ha estado sometido a la
influencia de factores genéticos y ambientales: Material parental, clima, macro y microorganismos y
topografía, todos actuando durante un lapso de tiempo y generando un producto: el suelo, que
difiere del material del cual se derivó en varias propiedades y características físicas, químicas,
biológicas y morfológicas. La concepción pedológica del suelo implica que éste forma un continuum
en la superficie terrestre y que es susceptible de ser clasificado y cartografiado; estas propiedades
las recoge el Soil Survey Staff (1975) en la siguiente definición: “El suelo es una colección de
cuerpos naturales en la superficie terrestre, en algunos sitios modificados o aun hechos por el
hombre, que contienen materia viviente y que soportan o son capaces de soportar plantas creciendo
al aire libre”. Esta definición ha sido revisada y reelaborada, dando origen a una nueva
conceptualización que permite ampliar el dominio del término suelo: “El suelo es un cuerpo natural
compuesto de sólidos (minerales y materia orgánica), líquidos y gases que ocurre en la superficie de
la tierra, ocupa un espacio y se caracteriza o porque tiene horizontes o capas que se diferencian del
material inicial como resultado de las adiciones, pérdidas, traslocaciones y transformaciones de
energía y materia o porque es capaz de soportar plantas arraigadas en un ambiente natural” (SSS,
1998, 1999).
En la actualidad, por efecto de la influencia ambiental, de la sostenibilidad y de la sistémica, se han
elaborado algunas definiciones un poco más holísticas del suelo:
 Para Jaramillo et al (1994) el suelo es aquella delgada capa, de pocos centímetros hasta algunos
metros de espesor, de material terroso, no consolidado, que se forma en la interfase atmósfera –
biosfera – litosfera. En ella interactúan elementos de la atmósfera e hidrosfera (aire, agua,
temperatura, viento, etc.), de la litosfera (rocas, sedimentos) y de la biosfera y se realizan
intercambios de materiales y energía entre lo inerte y lo vivo, produciéndose una enorme
complejidad.
 Hillel (1998) considera el suelo como un cuerpo natural involucrado en interacciones dinámicas
con la atmósfera que está encima y con los estratos que están debajo, que influye el clima y el ciclo
hidrológico del planeta y que sirve como medio de crecimiento para una variada comunidad de
organismos vivos. Además, él juega un papel ambiental preponderante como reactor bio-físico-
químico que descompone materiales de desecho y recicla dentro de él nutrientes para la
regeneración continua de la vida en la Tierra.
 Tarbuck y Lutgens (1999) consideran la Tierra como un sistema dentro del cual el suelo es una
interfase donde interactúan diferentes partes de aquel: la litosfera, la atmósfera, la hidrosfera y la
biosfera. Debido a esto, el suelo es dinámico y sensible a prácticamente todos los aspectos de su
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entorno. Estos autores hacen énfasis en un hecho fundamental que sustenta la razón de ser de la
Ciencia del Suelo: El suelo no es simplemente el material producido por la meteorización que se ha
acumulado en la superficie terrestre, es decir, el suelo no es producto de la meteorización.

NATURALEZA DEL SUELO


Los componentes primarios del suelo son:
1) compuestos inorgánicos, no disueltos, producidos por la meteorización y la descomposición de las
rocas superficiales;
2) los nutrientes solubles utilizados por las plantas;
3) distintos tipos de materia orgánica, viva o muerta y
4) gases y agua requeridos por las plantas y por los organismos subterráneos.

La naturaleza física del suelo está determinada por la proporción de partículas de varios tamaños.
Las partículas inorgánicas tienen tamaños que varían entre el de los trozos distinguibles de piedra y
grava hasta los de menos de 1/40.000 centímetros. Las grandes partículas del suelo, como la arena
y la grava, son en su mayor parte químicamente inactivas; pero las pequeñas partículas inorgánicas,
componentes principales de las arcillas finas, sirven también como depósitos de los que las raíces
de las plantas extraen nutrientes. El tamaño y la naturaleza de estas partículas inorgánicas
diminutas determinan en gran medida la capacidad de un suelo para almacenar agua, vital para
todos los procesos de crecimiento de las plantas.
La parte orgánica del suelo está formada por restos vegetales y restos animales, junto a
cantidades variables de materia orgánica amorfa llamada humus. La fracción orgánica representa
entre el 2 y el 5% del suelo superficial en las regiones húmedas, pero puede ser menos del 0.5% en
suelos áridos o más del 95% en suelos de turba.
El componente líquido de los suelos, denominado por los científicos solución del suelo, es sobre
todo agua con varias sustancias minerales en disolución, cantidades grandes de oxígeno y dióxido
de carbono disueltos. La solución del suelo es muy compleja y tiene importancia primordial al ser el
medio por el que los nutrientes son absorbidos por las raíces de las plantas. Cuando la solución del
suelo carece de los elementos requeridos para el crecimiento de las plantas, el suelo es estéril.

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Los principales gases contenidos en el suelo son el oxígeno, el nitrógeno y el dióxido de carbono. El
primero de estos gases es importante para el metabolismo de las plantas porque su presencia es
necesaria para el crecimiento de varias bacterias y de otros organismos responsables de la
descomposición de la materia orgánica. La presencia de oxígeno también es vital para el crecimiento
de las plantas ya que su absorción por las raíces es necesaria para sus procesos metabólicos.
(http://agronomiaandrea.blogspot.pe/p/naturaleza-del-suelo.html)

ETAPAS DE FORMACIÓN DEL SUELO


La formación del suelo se inicia cuando la roca es meteorizada por la acción de agentes
atmosféricos o biológicos, originando una capa de fragmentos rocosos de todo tamaño y sales
minerales. El proceso de formación puede durar miles de años.
Las etapas por las que pasa la formación de un suelo o edafogénesis, las podemos resumir en
cuatro.
Etapa inicial. Roca madre. Cuando una roca aflora a la superficie es meteorizada por los agentes
atmosféricos y, poco a poco, se va fragmentando.
Etapa 2. Suelo bruto. Continua la meteorización de la roca madre y se forma una capa mineral
denominada “manto de alteración” u horizonte C, sobre la que se asientan seres vivos sencillos
(musgos, líquenes, bacterias, protistas).
Etapa 3. Suelo joven. Se trata de una etapa de maduración en donde la actividad de los seres vivos
proporciona materia orgánica que se transforma, dando lugar al humus que constituye el horizonte
A. La evolución del suelo permite la instalación de comunidades biológicas más complejas.
Etapa 4. Suelo maduro. Es la etapa climácica, en donde el suelo queda estructurado
definitivamente en niveles horizontales denominados horizontes. En esta se crea una capa
intermedia, el horizonte B, formada por la acumulación de sales minerales que el agua de la lluvia
arrastra desde el horizonte A. El suelo ya no evoluciona más porque ha llegado al máximo que los
factores ambientales permiten.

Figura 2. Esquema de la formación del suelo. Foto: Adaptación de Intagri, 2017

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Factores de Formación del Suelo
Hans Jenny fue profesor de la ciencia del suelo de la Universidad de California, Berkeley; fue el
primer científico en definir los factores de formación del suelo en su libro “Factors of Soil Formation:
A System of Quantitative Pedology”, ("Factores de la formación del suelo: un sistema de pedología
cuantitativa") el cual fue publicado en 1941. En su libro planteó la Ecuación de los Factores de
Estado:
S = f (cl, o, r, p, t);
Dónde: S = Suelo, f= en función de, cl= clima, o= organismos, r= relieve, p= roca madre y, t= tiempo.

Jenny describió que la formación del suelo está influenciado por cinco factores independientes, pero
que interactúan entre sí para dar lugar al suelo. Estos factores son: material parental o roca madre,
clima, relieve o topografía, biota (organismos) y tiempo.

Los científicos de la ciencia del suelo clasifican a los cinco factores de formación del suelo como:
factores activos y factores pasivos. El clima y la biota se identifican como los factores activos de la
formación del suelo, debido a que su influencia sobre el desarrollo del suelo puede observarse

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directamente; Por ejemplo: lluvia, altas y bajas temperaturas, viento, microorganismos (algas y
hongos), lombrices de tierra y animales excavadores. Por otra parte, los factores pasivos son el
tiempo, la topografía y el material parental, porque sus efectos no se observan directamente.

Figura 1. Los factores de formación del suelo: clima, biota, relieve, roca madre y tiempo.

El clima. El clima es uno de los factores que influyen de manera directa sobre la formación del
suelo, pues condiciona la velocidad de meteorización de la roca madre. Los elementos más
importantes del clima en la formación de suelo son la temperatura y la precipitación. Estos dos
parámetros del clima afectan la tasa de meteorización química y el crecimiento de las poblaciones
de organismos, así como la velocidad de descomposición de la materia orgánica. Por una parte, el
agua es el solvente y medio para todas las reacciones y procesos del suelo, mientras que la
temperatura determina la tasa de reacciones químicas y la intensidad de la actividad biológica.
Biota. La biota está representada por los organismos vivos. Por su actividad biológica, los
organismos que integran la fauna del suelo tienen un rol fundamental en la fragmentación,
transformación y translocación de materiales orgánicos del suelo. En cambio, las raíces de la
vegetación participan activamente para la formación del suelo, ya que son capaces de crecer dentro
de las grietas y fisuras de las rocas, acelerando la meteorización. Las plantas contribuyen a la
meteorización química debido a que producen ácidos orgánicos y dióxido de carbono, que son
compuestos que aceleran el proceso de descomposición de los minerales y la liberación de
nutrientes requeridos por las plantas. Por otra parte, la vegetación crea microclimas por: reducir la
velocidad del viento, formar un área de sombreado de la superficie del suelo. También, los musgos y
líquenes que crecen sobre las superficies de rocas contribuyen al proceso de meteorización del
material parental.
El relieve. La forma de la superficie de la tierra desempeña un papel fundamental en la formación
del suelo. El relieve influye en la distribución del agua recibida por medio de la precipitación, por lo
que afecta directamente el proceso de la erosión hídrica. Como regla general, las superficies
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elevadas con relieves inclinados o convexos pierden más agua por escorrentía, arrastrando
sedimentos, por lo que los suelos son más someros. En cambio, las superficies más bajas que son
cóncavos o depresivos reciben agua extra y sedimentos, por lo que el desarrollo de los suelos es
más profundo. Además, en el hemisferio norte las laderas con orientación sur reciben más radiación
solar que las de orientación norte, por lo que las laderas al sur son más cálidos y menos húmedos.
Tal vez las diferencias entre las temperaturas sean de apenas 2 grados y de humedad sea mínima,
sin embargo, los efectos con el tiempo se maximizan, formando suelos con un contenido de materia
orgánica más elevada en las laderas del norte.
La roca madre. Los suelos se derivan principalmente de las rocas, por lo que se le denomina
material parental. Estos materiales definen en gran parte el color, la composición, la textura y la
estructura de los suelos. Sin embargo, un mismo tipo de roca puede dar lugar a suelos con distintas
características, dependiendo las condiciones del medio en el que evolucione. El material parental
incide sobre la fertilidad del suelo en muchas maneras. En primer lugar, el tipo de material parental
determina los minerales que predominan en el suelo. En segundo lugar, el material parental es la
principal fuente de los nutrientes que se liberan en la solución del suelo, que posteriormente pueden
ser absorbidos por plantas, otros organismos o lixiviados.
Tiempo. La formación del suelo es un proceso constante que involucra la interacción entre el
material parental, la biota, el clima, el relieve y el tiempo. El suelo es un recurso no renovable a
corto plazo, debido a que para la formación de 1 cm de suelo tienen que pasar cientos o miles de
años.
Cuadro 1. Tasa de formación de distintos suelos. Fuente: Porta et al., 2003.
Formación del suelo Tasa de formación (años)
Muy rápida (sobre cenizas volcánicas y clima < 100
húmedo)
Muy lenta (sobre cenizas duras y clima < 1 cm/ 5,000 años.
templado-frio)
Propiedades asociadas con el hidromorfismo rápida
Propiedades asociadas con la materia orgánica rápida
Propiedades asociadas con la meteorización lenta
Horizontes A 1 – 1,000
Horizontes de alteración (Bw cámbico) > 1,000
Horizontes de acumulación > 1,000
Carácter ácuico > 10.
Entisol (sobre material no consolidado) > 100
Vertisol 3,000 – 18,000
Spodosol 1,000 – 8,000
Ultisol 1,000,000
Oxisol 100,000 a 2,000,000
Extraído de https://www.intagri.com/articulos/horticultura-protegida/los-factores-de-formacion-del
suelo
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