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ROBÍN HOOD

Un héroe audaz, fuerte, rápido y generoso estaba a punto de espiar al príncipe Juan.
Con su mano derecha Robin buscaban un acceso a la fortaleza del príncipe Juan
en busca de aprehender la cura del absceso que tenia su amigo el veraz fraile Tuck,
quien enfermó luego de extirpar y chupar un fruto venenoso del bosque; el monje
tenía mucho que aprender sobre la flora y fauna de esa comunidad.

El fraile un poco escéptico, en un principio, pensaba que las llagas que le habían
salido en su cuerpo estaban asépticas, pero en realidad había desarrollado una
fuerte infección.

Por su parte, Robín había ido al monasterio del fraile Tuck para que absolviera sus
pecados. En ese pueblo todo era muy asequible gracias a Robín. Cuando llegó ante
el fraile, este le dijo a Robín que tenía una infección y que la cura estaba en la
fortaleza poco accesible del príncipe Juan, le pidió el favor que fuera allí debido a
que las llagas le estaban infligiendo mucho dolor y cada vez menguaba su salud.
Además, su problema se había extendido a sus vísceras y podía expirar muy pronto
sin la cura; el fraile no podía entrar al Castillo amurallado del príncipe porque se
prohibía el acceso de personas enfermas a la gran edificación, sentía así el
sacerdote una gran discriminación por parte de la realeza, quienes no comprendían
su situación ni la gravedad de su lesión.

La actitud del rey y su hijo, el príncipe Juan, era cada vez peor, solo deseaban dar
una lección a los pobres, menospreciándolos por su humilde condición. Eran tan
malvados que la gente creía que ya no podían expiar sus culpas. Incluso se
consideraba que carecían de las aptitudes necesarias para gobernar. Solo los
mantenía en el poder la fuerza bruta de la violencia que usaban en contra de los
pobladores.

Robín al entrar al castillo sabía que estaba infringiendo la ley, pues no estaba
autorizado, pero estaba convencido que había una buena razón en su obrar. Llegó
donde se encontraba el príncipe y le dijo veras que tarde o temprano tu pueblo se
revelará contra ti y competirá por sus derechos. El príncipe con tono de menosprecio
le dijo ahí con todo ese oro que tengo jamás podrán vencerme, no hay más nada
que hablar y enseguida lo mando a matar, pero Robín era muy audaz así que se dio
a la fuga, topándose con parte de los tesoros del castillo, aprovechó y le hizo
compresión a la caja fuerte, se llevó la cura y salió.

Al llegar a su destino recobró fuerzas, tomó aire y se dijo cometí una infracción, pero
todo es por una buena causa. En el monasterio encontró a punto de expirar a su
amigo, el fraile Tuck, esa era la visera del religioso, quien al verlo se alegró porque
tuvo la actitud y determinación para ir a buscar la medicina que le salvaría la vida
poniendo en peligro su propia existencia. Una enfermera acudió y poco a poco la
inflación de las llagas y vísceras fue cediendo.
Así pues, Robín vio con sus ojos el milagro que esperaba, por fin su gran amigo
salía victorioso del gran mal que lo aquejaba.

Fin.

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