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Además, creemos necesario advertir que esta Iglesia samaritana, si bien necesita
preocuparse por dar de comer a quienes así lo necesiten, debe evitar confrontar la
evangelización y la necesidad del alimento material: «Ante la urgencia de compartir el pan,
algunos se ven tentados a poner entre paréntesis y a dejar para el mañana la evangelización:
en primer lugar el pan, la Palabra para más tarde. Es un error mortal el separar ambas cosas
hasta oponerlas entre sí»1. Se trata, más bien, de llevar en primer lugar el Pan de la Palabra,
el mismo que Jesús llevó a toda una multitud para saciar su hambre, movido por sus entrañas
de misericordia (cfr. Mc 6,34). Por supuesto, la Iglesia samaritana debe tener bien presente
que «la mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el “servicio de la
Palabra”. Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir
el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio […] La
evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana»2.
1
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Libertatis Nuntius VI, 3.
2
BENEDICTO XVI, Mensaje para la Cuaresma 2013, 3. Un modo práctica de compartir el
Pan de la Palabra la encontramos en Luis BUTERA, El Pan de la Palabra. Evangelio de San
Mateo, Producciones San Rafael, México D.F. 2010.