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1955.
Remedios empieza su viaje. Su identificación con el personaje que deja el hogar nos remite
a su infancia en España, tiempos en que la sociedad se estructuraba alrededor del rigor, el
orden y las reglas. Su educación no fue restrictiva en este sentido, pero si vivió en una época
en que el papel de la mujer estaba historicamente definido. Es en este sentido es cuando
Remedios consigue escapar, y lo demuestra alejándose de esta composición geométrica y
calculada; prohibitiva para alguien con grandes dosis de imaginación. Así, inicia el camino
para encontrar el equilibrio que todo ser necesita para armonizar con su entorno. Huye de
toda convención, se aleja de lo establecido y de las normas que impiden actuar a su libre
pensamiento. Estudia en la Escuela de Artes y Oficios y después en la Academia de Bellas
Artes de San Fernando en Madrid; luego participa activamente en el grupo surrealista y
conoce a artistas que más tarde encontrará en Paris.
La mirada de Remedios se dirige hacia los papeles que escapan por la puerta entreabierta.
Nadie más se aventura a salir, sólo Remedios y los papeles son capaces de abandonar un
escenario que sólo los limita y no los enriquece. Sus observadores la despiden con la mirada,
quizá satisfechos por su elección, quizá celosos por su iniciativa; pero cobardes por
permanecer en su sitio. La fuga tiene lugar al atardecer, el ambiente es de un color
rojizo-dorado que expresa la magia de momento. De esta manera se nos presenta el final del
día, pero también se nos indica que el siguiente será completamente nuevo. Esta novedad y
frescura la experimenta Remedios al tener afinidad con el grupo surrealista y las teorías de
Gurdijeff, y personajes como Freud y Jung; individuos todos ellos que alimentan la creación,
curiosidad y predisposición de una mujer artista que quiere vivir en consonancia con su
época.
El cuerpo de Remedios lo recibimos frágil y etéreo al presentarse envuelto en una capa, nos
recuerda a una ave que solo tiene que abrir sus alas para emprender el vuelo. Es su disfraz
de huida con el que conseguirá escapar al exterior, hacia los arboles situados al otro lado del
muro, donde empezará su viaje y se enriquecerá con nuevas experiencias. México actuará
como tierra de adopción, tanto para ella como para sus ideas.
3. NATURALEZA MUERTA RESUCITANDO
Óleo/ tela
110 x 80 cm.
1963
Última aportación pictórica de Remedios, su cuadro final; y por lo tanto su discurso más
denso acerca de su arte. En Naturaleza Muerta Resucitando, son una serie de objetos y frutas
varias los protagonistas de la escena. El ambiente, a diferencia de el resto de sus cuadros, no
integra ningún personaje a través del cual se puedan transmitir situaciones, historias y
aventuras. Una mesa, ocho platos, fruta y una vela situada en el centro sintetizan la vida de
Remedios Varo. Sabemos que parte de su existencia se la pasó viajando para escapar de
determinados conflictos, huyó de España a causa de la Guerra Civil refugiándose en Francia,
país que también abandonó al declararse la II Guerra Mundial. México terminó por ser su país
de acogida, y el lugar donde desarrollaría su pintura más significativa. Y es que
paralelamente a este desplazamiento físico ella misma experimentó un tránsito a nivel
emocional hacia lo que llamaríamos espiritualidad. Sus viajes pues, también eran interiores.
Remedios dedicó su vida a formarse para conseguir el equilibrio y la armonía con su entorno;
la manifestación más directa de tal búsqueda la tenemos con sus obras, y la culminación de
tal proceso es: Naturaleza Muerta Resucitando.
La pintura nos presenta a una mesa y sus satélites insertados en una edificación
gótica, enmarcados por unos arco ojivales que al mismo tiempo coronan la única apertura
que comunica la escena con el exterior. Esta arquitectura nos recuerda a un castillo medieval,
construcción histórica que ha restringido la libertad a más de uno, pero también es un recinto
que nos subraya la limitación que ejerce la misma materia, en este caso la piedra, sobre el
hombre. Una vez más, Remedios consigue escapar de tal prisión, y lo demuestra
dirigiéndonos la mirada hacia la vela central, hacia esta energía capaz de mantener satélites
en furioso movimiento a su alrededor. Esta luz es Remedios convertida en el alma de la
composición pictórica, se nos presenta transformada en energía y dueña de su libertad.
Subliminalmente nos comunica la llegada de su muerte desde su obra. Convertida en llama
nos observa y nos anuncia que ha alcanzado el estado de pureza total. La frutas son planetas
que danzan al son de Remedios, las granadas explotan reivindicando, en términos
surrealistas, la feminidad; mientras tanto, algunos insectos contemplan la escena
maravillados por asistir a tal transfiguración. Estos pequeños animales se repiten
constantemente en la obra de Remedios, se identifica con ellos y les atribuye la imagen de la
atemporalidad. Los caracteriza por su minuciosidad en el dibujo, que los convierte en
verdaderos soportes para el estudio científico. La mesa nos remite a su infancia y a su
entorno familiar al que tuvo que renunciar al huir de España. Muchas eran las celebraciones
que tenían lugar alrededor de una mesa: comidas, conversaciones, juegos,
dibujos...Remedios lo recuerda y lo recupera en esta composición.
Solamente una pequeña ventana puede librar a los no iniciados de tal prisión, pero
Remedios ya ha escapado, forma parte del mundo. Resucita.
Papilla estelar
La relación que existe entre la vida del artista y sus obras es una
constante en la obra de Remedios Varo, de ahí que sea importante
conocer, aunque sea de manera sucinta, el devenir histórico de la
artista para apreciar y valorar su obra “Papilla estelar” en su justa
dimensión.
Como ya dije, en ésta sección revisaremos la biografía de Remedios
Varo, una sincronía de hechos históricos, de vida y de obra, para
arribar a una exposición integral de la obra que en esta ocasión nos
ocupa.
***
En esta obra, Remedios Varo explora con gran maestría un momento
emocional, para cuando pinta la obra, la autora ya vive en México
tras su exilio en Francia y Venezuela. La vemos a ella representada al
interior de una torre herméticamente cerrada, sola con sus
pensamientos y con un sentimiento de no tener un país propio. La
escalinata nos plantea la idea de una posibilidad, sin embargo, ésta
no tiene un rumbo definido, es un camino que va a lo desconocido.
Esa opción futura es la que permite resguardar y alimentar una
posibilidad.
El surrealismo
Todo ello fue calando en los artistas del momento que, una vez
impregnados de la teoría, se apresuraron a describir, a dibujar, a
pintar o a moldear ese mundo fuera del ámbito de la conciencia.
Todo empezó con La interpretación de los sueños de Freud en 1901.
Aunque, en un principio, la obra no tuvo repercusión alguna, las ideas
allí plasmadas fueron calando en el imaginario filosófico y artístico
del momento. Según el padre del psicoanálisis, el espíritu humano de
ser una mole inmutable, pasaba a estar conformado por espacios de
sombras desconocidas. Esas oscuridades eran tan reales (o más) que lo
que acontecía en el mundo real.
Todo ello fue calando en los artistas del momento que, una vez
impregnados de la teoría, se apresuraron a describir, a dibujar, a
pintar o a moldear ese mundo fuera del ámbito de la conciencia.
Siendo conocedor de Freud pensó en la posibilidad que ofrecía el psicoanálisis como método
de creación artística.
Para los surrealistas la obra nace del automatismo puro, es decir, cualquier forma de
expresión en la que la mente no ejerza ningún tipo de control. Intentan plasmar por medio de
formas abstractas o figurativas simbólicas las imágenes de la realidad más profunda del ser
humano, el subconsciente y el mundo de los sueños. Para lo que utilizan recursos como:
animación de lo inanimado, aislamiento de fragmentos anatómicos, elementos incongruentes,
metamorfosis, máquinas fantásticas, relaciones entre desnudos y maquinaria, evocación del
caos, representación de autómatas, de espasmos y de perspectivas vacías. El pensamiento
oculto y prohibido será una fuente de inspiración, en el erotismo descubren realidades
oníricas, y el sexo será tratado de forma impúdica.
Se interesaron además por el arte de los pueblos primitivos, el arte de los niños y de los
dementes. Preferirán los títulos largos, equívocos, misteriosos, lo que significa que importaba
más el asunto que la propia realización.