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El Estado en el pensamiento centroamericano

Chapter · November 2016

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1 author:

Claudio Monge Hernandez


National University of Costa Rica
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Marcela Rosales, Zenaida Garay Reyna y Carla Pedrazzani
(Editoras)

La espacialidad crítica
en el pensamiento
político-social
Latinoamericano
Nuevas gramáticas de poder,
territorialidades en tensión

Pablo Uc | Rogério Gimenes Giugliano | Facundo Martín García |


Luis Ventura Fernández | Claudio Monge Hernández |
Lorena Antezana Barrios | Marcela Rosales | Guillermo Tella |
Martín M. Muñoz | Daniel López | Andrés Mauricio Aunta Peña |
Mariana López de la Vega | Mariana Solano Umanzor |
Silvana Suárez | Zenaida Garay Reyna | Mariela Analía Pistarelli |
Carla Pedrazzani | Santiago Llorens | Lucas Palladino
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA
EN EL PENSAMIENTO
POLÍTICO-SOCIAL
LATINOAMERICANO
NUEVAS GRAMÁTICAS DE PODER,
TERRITORIALIDADES EN TENSIÓN
La espacialidad crítica en el pensamiento político-social latinoameri-
cano: nuevas gramáticas de poder, territorialidades en tensión / Pablo
Uc ... [et al.] ; editado por Marcela Rosales; Zenaida María Garay Reyna;
Carla Pedrazzani; prólogo de Carlos Walter Porto-Gonçalves. - 1a ed. -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2016.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-722-218-0

1. Pensamiento Político. 2. Pensamiento Social. 3. América Latina. I.


Uc, Pablo II. Rosales, Marcela, ed. III. Garay Reyna, Zenaida María, ed.
IV. Pedrazzani, Carla, ed. V. Porto-Gonçalves, Carlos Walter, prolog.
CDD 320

4
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA
EN EL PENSAMIENTO
POLÍTICO-SOCIAL
LATINOAMERICANO
NUEVAS GRAMÁTICAS DE PODER,
TERRITORIALIDADES EN TENSIÓN

Marcela Rosales, Zenaida Garay Reyna


y Carla Pedrazzani
(Editoras)

Pablo Uc
Rogério Gimenes Giugliano
Facundo Martín García
Luis Ventura Fernández
Claudio Monge Hernández
Lorena Antezana Barrios
Marcela Rosales
Guillermo Tella
Martín M. Muñoz
Daniel López
Andrés Mauricio Aunta Peña
Mariana López de la Vega
Mariana Solano Umanzor
Silvana Suárez
Zenaida Garay Reyna
Mariela Analía Pistarelli
Carla Pedrazzani
Santiago Llorens
Lucas Palladino

I ENCUENTRO INTERNACIONAL DEL GRUPO DE TRABAJO CLACSO


Y PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN CEA-UNC
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Directora Académica Fernanda Saforcada
Área de Desarrollo de la Investigación
Coordinador Pablo Vommaro
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Coordinador de Arte Marcelo Giardino

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Decana Normalizadora Facultad de Ciencias Sociales Lic. Silvina Alejandra Cuella
Directora CEA Dra. Alicia Servetto
Apoyo Económico de la Secretaría de Ciencia y Tecnología (SECYT)
de la Universidad Nacional de Córdoba y CLACSO.

Diagramación: Silvia Pérez | silviartwork@gmail.com

Primera edición en español


La espacialidad crítica en el pensamiento político-social latinoamericano. Nuevas gramáticas de poder, territo-
rialidades en tensión (Buenos Aires: CLACSO, noviembre de 2016)

ISBN
© Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.

Este libro está disponible en texto completo en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO
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a los autores firmantes, y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretaría Ejecutiva de CLACSO.

6
ÍNDICE

Prefacio 11

Prólogo 17

I. Geopolíticas regionales, gramáticas de poder (contra)


espacial y desarrollo 25

Pablo Uc: “ABYA YALA:


Geopolíticas y gramáticas de poder contra-espacial” 27

Rogério Gimenes Giugliano:


“Narrativa e temporalidade na epistemología do pensamento moderno” 59

Facundo Martín García:


“Postextractivismo y crecimiento en América Latina.
Historias, problemas y desafíos hacia una agenda de luchas comunes” 77

Luis Ventura Fernández:


“Territorialidades e integração: o escudo Guianês
no contexto da iniciativa IIRSA” 101

7
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

Claudio Monge Hernández:


“El Estado en el pensamiento centroamericano” 123

II. Ciudadanías heterotópicas y desarrollo. Representaciones


del espacio público y espacios de representación ciudadana 139

Lorena Antezana Barrios:


“Imágenes urbanas: El ciudadano “modelo” propuesto por
la fotografía y el cine en Chile (1900-1938)” 141

Marcela Rosales:
“Prácticas icono-narrativas en procesos de
(des)(re)territorialización del espacio público.
Ciudadanías heterotópicas y desarrollo” 159

Guillermo Tella y Martín M. Muñoz:


“Territorios de protesta. La calle como espacio de disputas sociales” 179

Daniel López:
“Quiénes somos “El Otro”, en nuestra América” 197

III. Comunidades campesinas e indígenas, Estado y desarrollo:


tensiones territoriales 215

Andrés Mauricio Aunta Peña:


“Territorio y participación diferencial de las comunidades
étnicas en Bogotá” 217

Mariana López de la Vega:


“Comunidades ixiles y Estado en Guatemala:
entre la lucha y el despojo” 237

Mariana Solano Umanzor:


“Conflicto socio-territorial en Costa Rica. El caso de la
Zona Marítimo Terrestre” 255

Silvana Suárez:
“Rizomas del turismo en territorios interculturales
en la provincia del Neuquén” 273

8
Índice

IV. Espacios urbanos y dimensiones práctico-políticas de


la participación ciudadana. Cartografías otras de
la seguridad/inseguridad 289

Zenaida Garay Reyna:


“Participación institucionalizada en políticas de seguridad.
Aportes desde las Juntas de Participación Ciudadana
para la Prevención integral” 291

Mariela Analía Pistarelli:


“Políticas de la vida y colonialidad del poder: una cartografía
de la seguridad/inseguridad en la contemporaneidad” 317

Carla Pedrazzani:
“Lógicas de producción del espacio urbano en la ciudad
de Córdoba (Argentina): una mirada desde la colonialidad del poder” 331

Santiago Llorens, Lucas Palladino, Carla Pedrazzani:


“Dimensiones práctico-políticas y espacialidades de
colectivos subalternos en lo urbano. Una aproximación
al movimiento y resistencia de la Multisectorial Defendamos Alberdi” 343

Santiago Llorens:
“Habitar caminando, construir habitando. La producción
del paisaje y las espacialidades de sectores populares de
un barrio suburbano del Gran Córdoba” 369

9
EL ESTADO EN EL PENSAMIENTO
CENTROAMERICANO
Claudio Monge Hernández1

INTRODUCCIÓN: EL ESPACIO ESTATAL CENTROAMERICANO


En el presente trabajo se realiza una genealogía del concepto de Estado
en una parte representativa del pensamiento centroamericano, cuyo
objetivo es explorar la percepción sobre el espacio estatal en diferentes
periodos bajo análisis por medio de los/as pensadores/as acá estudia-
dos/as, para encontrar principalmente similitudes y tendencias comu-
nes en la región. La selección de los/as pensadores/as es exploratoria y
de base universitaria, no busca ser representativa o concluyente, no
obstante, sí pretende contribuir con la brecha del estudio profundo de
Centroamérica como espacio común donde convergen saberes y prác-
ticas que trascienden las fronteras de herencia colonial.
Resulta importante, entre otras cosas, por la particularidad histó-
rica de Centroamérica, al ser una de las regiones más desintegradas
después de la independencia de España a inicios del siglo diecinueve,
pese a que originalmente se planteó un proyecto Federal que reunía a
las diferentes provincias-estado desde Guatemala hasta Costa Rica, y
que guardaba también la intención de recuperar a Chiapas, anexada a
México previo al acuerdo federalista. Asimismo es relevante, al consi-

1 Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica, consultor e investigador. Es-


tudiante del Diplomado Superior en Integración Regional de CLACSO.

123
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

derar que se trata de la institución moderna, y por tanto, colonial (Qui-


jano, 2007), que ha modelado el espacio y territorialidad a su imagen
y semejanza, imponiendo fronteras físicas y de conocimiento entre los
pueblos de América y el mundo, según las visiones oficiales y elitistas
de la política, la economía, la cultura, etc.
En Centroamérica, el sentimiento de localismo en las provincias
evolucionó rápidamente a sentimiento de nacionalidad, en parte por
los problemas estructurales internos, como una redacción confusa de
la constitución federal, la existencia de un ejército por provincia, las
pugnas entre liberales unionistas y conservadores localistas, entre
otras, y también por presiones externas, como el no reconocimiento
de la federación por parte de las potencias europeas y la dependencia
al comercio dominado por el Reino Unido y su control sobre el Caribe,
entre otras. Condiciones que sin duda sentaron las bases para la des-
integración política y administrativa de la unidad centroamericana
(Hernández, 1994; Monge Hernández, 2013).
Esto se complementa también con lo que Carlos Granados (1985)
ha denominado las dos perspectivas que existen sobre la región, una
como puente intercontinental y otra ístmica interoceánica, la primera
heredada de una visión espacial precolombina, que ve en la región la
unión de las masas continentales del norte y del sur, y la otra heredada
de la visión europea impuesta en la colonia, que ve en la región un
canal de paso entre las masas oceánicas del Atlántico y el Pacífico, para
acceder a los complejos mercados orientales.
Lo anterior ocasiona que cada una de las provincias se organice
ahora como un Estado a partir de los objetivos y prioridades de sus
élites locales y de las potencias extraregionales, esto marcado en parte
por la pugna de convertirse en ese canal de paso con el que tanto so-
ñaron los españoles y cuya búsqueda quedó en manos de los intereses
del Reino Unido, Francia y la potencia en formación, Estados Unidos.
Con lo que paulatinamente se abandona el proyecto de unidad, excepto
unos pocos y aislados intentos de reunificación sobre base estatal o
militar sin consenso, por lo que poco a poco se consolidan la segrega-
cióny con esta, los proyectos nacionales de las élites locales, transfor-
madas ahora en élites nacionales, quienes establecen relaciones
diplomáticas y comerciales con las potencias europeas, con los otros
estados americanos y entre ellas mismas.
Se realiza entonces una lectura de varios/as autores/as, para obte-
ner líneas argumentativas sobre las diferentes formas de concebir, ana-
lizar y/o ver el papel del Estado en los estudios de los diferentes
pensadores/as centroamericanos/as. En este sentido, el objeto de aná-
lisis de estos estudios será marginal y se presentará con respecto a su
relacióncon la percepcióndel Estado en cuestión. Con lo que se pre-

124
Claudio Monge Hernández

tende lograr una caracterización de esta institución en Centroamérica,


que permita analizar los Estados-nacionales a partir de sus semejanzas
y no de sus diferencias.
El Estado, desde nuestra perspectiva, es la institución política mo-
derna/colonial por excelencia, herencia del periodo colonial y requisito
del moderno Derecho Internacional, donde se convierte en sujeto y se
arroga el monopolio de la representación de las soberanías de los pue-
blos ante otros estados, organismos y tratados internacionales.
Todo proyecto nacional de dominación o liberación, con signifi-
caciones del espectro político moderno de derecha o izquierda, si
quiere ser reconocido en el sistema internacional tiene que contar con
un Estado, sea por creación, segregación, independencia, conquista,
revolución, golpe de Estado o elección representativa. Con lo que el
Estado-nacional se convierte en un horizonte de modernidad (“libera-
ción”) para los gruposde poder y pueblos anteriormente colonizados,
pero ésta no es posible si al mismo tiempo no es en un espectro de la
colonialidad (dominación), por medio de las relaciones imperiales
también heredadas del periodo colonial.
Asimismo, se utilizarán las nociones de “legalidad”, entendida
como todo lo que es regulado por el Estado; “ilegalidad” para todas las
prohibiciones igualmente reguladas y/o castigadas y se incluye también
la noción de “alegalidad”, la cual es todo lo que no es regulado pero
tampoco es prohibido, situaciones que normalmente escapan al pa-
nóptico social de lo legal, aunque muchas veces cuentan con la permi-
sividad de éste, por medio de los movimientos entre las lógicas del
derecho público y privado, en donde el primero puede hacer todo lo
que la ley le atribuye y el segundo lo que la ley no le prohíbe. Utiliza-
mos estos conceptos para describir las relaciones heterogéneas y hete-
rárquicas que conviven dentro y fuera de los Estados.

EL ESTADO EN EL PENSAMIENTO CENTROAMERICANO


Como vemos, el Estado en la región centroamericana es expresión de
una búsqueda de modernidad de inspiración eurocéntrica por parte
de las élites locales, convertidas en nacionales; tiene asimismo, una
clara herencia colonial, por su forma de organización tanto a lo interno
como a lo externo. Lo que conlleva una serie de características, como
lo es contar con un territorio excluyente y que éste sea reconocido por
otros Estados, así como una estructura legal que determina tanto lo
permitido como lo prohibido, y por defecto, lo no regulado, pero no
prohibido.
Iniciaremos la genealogía con el caso de Severo Martínez-Peláez
en su clásico La patria del criollo (1998), donde analiza la jerarquía
socio-política y económica durante la colonia, periodo en el cual los

125
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

criollos y su criollismo son los principales protagonistas, quienes sin


ser españoles y sin ser indios ni mestizos, justifican y significan, es
decir dotan de sentido (a pesar del sinsentido), una superioridad racial
heredada de la sangre española conquistadora.

Todas las buenas cualidades que encontraban en sí mismos-ya fueran re-


ales o imaginarias-, así como las ventajas inherentes a su posición social,
eran explicadas por ellos invocando una superioridad innata y fatal, que
compartían con el español... [Donde aplican como máxima,] los blancos
eran superiores porque eran blancos, y los indios [y mestizos] eran infe-
riores porque eran indios [y mestizos] (Martínez-Peláez, 1998: 20-21).

En este orden, Martínez pone atención en el proceso de domina-


ción como control económico de los dominados, principalmente indios,
por las clases superiores (Martínez-Peláez, 1998: 25). Esto resulta im-
portante, porque al ser un trabajo que se concentra en el periodo colo-
nial deja ver cómo se justifican las identidades de los grupos que en la
independencia se consolidaron como élites locales y luego nacionales,
monopolizando la significación de los Estados y su alcance espacial.
No obstante, por un lado si bien el trabajo de Martínez no habla
de un Estado propiamente, sino del Reino de Guatemala, las situacio-
nes son la base de la posterior conformación de los Estados centroa-
mericanos. Por lo que, si bien éstas se centran en la provincia capital,
recordemos que en esa época la denominación era la Capitanía del
Reino de Guatemala; espacialmente comprendía desde Chiapas hasta
Bocas del Toro, y se conformaba como una unidad política adminis-
trada desde la provincia central, que al mismo tiempo formó parte del
Virreinato de Nueva España; es posible afirmar que las lógicas descri-
tas en las dinámicas de la capital se repetían a lo largo y ancho de la
región, con mayores o menores intensidades, dependiendo del con-
tacto entre los grupos sociales mencionados por el autor.
Entonces, las élites criollas definirán su patria en función de su
“otro” indio y su “otro” español, la cual según el autor es:

...un producto ideológico de lucha que sostenían los criollos con la


madre patria, con España. Como cualquier otra idea política, ésta era
la expresión de un complejo de intereses de clase que tenía su origen
en una situación económica. Los criollos estaban defendiendo su pa-
trimonio de herederos de la conquista, y ese patrimonio fue la base ma-
terial de la que surgió entre ellos la idea de patria (Martínez-Pelaez, 1998:
34, énfasis propio).

Es así como encontramos una primera visión de lo nacional en las


élites locales, que sin estar aún ligada al Estado se va a sostener e im-

126
Claudio Monge Hernández

plementar cuando el criollo pase a ser el grupo dominante en la inde-


pendencia, que junto a la indefinición federal y la definición de las pa-
trias a partir de las provincias, dará como resultado los nuevos
Estados, que siguiendo el patrón colonial (herencia de conquista, como
la llama Martínez) pasan a controlar el gobierno, o sea, la toma de de-
cisiones, así como las fuentes de riqueza y la mano de obra indígena
(Martínez-Peláez, 1998: 28).
Esto se confirma, cuando se observa que para el caso de la Capi-
tanía del Reino de Guatemala los protagonistas de la independencia
fueron los mismos criollos en disputa con España, quienes se ubicaban
principalmente en el grupo liberal (conocidos como fiebres o cacos),
en disputa con los conservadores (conocidos como gasistas o españo-
listas). Espacialmente, debido a la escasa importancia de tenían las
provincias en la organización de la región, tuvieron una precaria pero
constituyente identidad local que se alimentó por la autonomía y dis-
tancia entre los centros urbanos, lo que permitió que, entre la legalidad
del orden colonial y la ilegalidad/alegalidad del desorden imperial,
existiera un contacto vía contrabando con Reino Unido, potencia ma-
rítima con dominios claves en el Caribe.
Estas condiciones, sumadas a la inestabilidad interna en las últi-
mas etapas de su dominio español, dieron como resultado el cambio
de legislación y administración a un sistema municipal de Ayuntamien-
tos y Cabildos, instituciones que sirvieron para dar espacio y autoridad
política a los criollos, a lo que comenta Rodrigo Facio, pensador cos-
tarricense, que “si la Colonia dejó alguna herencia de sociabilidad y de
hábitos y capacidad para el gobierno propio, ella debe buscarse en dichos
cuerpos...” (1939: 640)
Estas instituciones se empezaron a cargar del sentimiento crio-
llista, que estaba resuelto a proclamar la independencia del Reino de
España por su cuenta, si las autoridades locales no lo hicieran, por lo
que el último gobernante de la Capitanía, Gabino Gainza, ordena le-
vantar el acta de independencia más habilidosa que se ha hecho, según
afirma Constantino Lascaris (1970: 363), con lo que se no se puede leer
este hecho como una revolución, revuelta o golpe de Estado, comenta
el hondureño Filander Díaz Chávez:

¿Golpe de Estado? Golpe de mano favorable a las facciones. Gainza dis-


minuye de la escena política principal a los funcionarios peninsulares,
y continúa en el Gobierno bajo otra máscara, más propicia para la pró-
xima escena histórica, rodeado de nuevos actores: los criollos (1973: 50).

Es decir, tanto Díaz Chávez como Láscaris concuerdan con Mar-


tínez-Peláez sobre el papel de los criollos, y además muestran con sus

127
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

análisis que ante lo inevitable del acto de independencia, la actitud de


las élites conservadores locales de la Capitanía fue la de adaptarse
antes de una revuelta. Lo que se deriva de la lectura del Acta de Inde-
pendencia, la cual dice en sus primeros párrafos:

Congregados todos en el mismo Salón: leídos los Oficios expresados:


discutido y meditado detenidamente el asunto; y oído el clamor de viva
la independencia que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido
en las Calles, plaza, patio, corredores, y ante Sala de este palacio se
acordó: por esta Diputación é individuos del Exmo. Ayuntamto. [Pri-
mero] Que siendo la independencia del gobierno Español, la voluntad
gral.del pueblo de Guata, y sin perjuicio de lo q. determine sobre ella el
Congreso q. debe formarse, el Sor. gefe Político la mande publicar pa. re-
venir las consecuencias q. serian temibles en el caso de q. la proclamase
de hecho el mismo pueblo (Trabanino, 1956: 4, énfasis propio).

En este sentido, se observa el carácter oportunista y camaleónico


de las élites para plegarse a los intereses de los criollos, y asumir junto
a estos la dirección del proceso de definición política posterior a la co-
lonia, es decir, a la formación de un Estado federal. Situación que
como se comentó anteriormente, culminó con la segregación de la uni-
dad centroamericana. Entonces gran parte del Siglo XIX estuvo mar-
cado por los aislados intentos de reconstitución federal y definición de
la nacionalidad de cada uno de los nuevos Estados posfederales. Por
lo cual nos concentraremos ahora en el Siglo XX, cuando los Estados
ya han definido más plenamente sus fronteras y nacionalidad.
Continuamos con Patricia Alvarenga que estudia El Salvador de
principios de Siglo XX, ella basa su estudio en el concepto de cultura
de la violencia, el cual “...refiere tanto a la violencia generada por las ins-
tituciones estatales como a aquella que se gesta en el seno mismo de la
sociedad.” (2006: 97). Este concepto le servirá para explorar cómo
desde prácticas legales en El Salvador se justifican las prácticas ilegales
y/o alegales de las élites, como el abuso al indio, a la mujer y al cam-
pesino, mientras que sí se castigan a los subordinados y gobernados
cuando sus prácticas entran en conflicto con sus intereses.
Con esto, si bien no se teoriza explícitamente el Estado, encontra-
mos cómo Alvarenga ve en esta institución un representante de los in-
tereses de los poderosos y gobernantes más que una mediación entre
ciudadanos igualitarios. En consecuencia, el Estado es significado
desde los intereses de las élites, por lo que su institucionalidad se rela-
ciona desigualmente con otras prácticas sociales dependiendo del nivel
en la jerarquía social en la que se encuentren, lo que funda instituciones
represivas como del deber ser del Estado (Alvarenga, 2006: 143-169).
Por otro lado, es significativo que Ignacio Martín-Baró en La vio-

128
Claudio Monge Hernández

lencia política y la guerra como causas del trauma psicosocial de El Sal-


vador, caracterice la violencia vivida como una consecuencia de una po-
larización social, la mentira institucionalizada y la militarización del
orden social (1988: 70-76). Es decir, el Estado salvadoreño sirve para
concentrar la visión de los mismos criollos de Martínez sobre lo nacio-
nal, ahora sí controlando el gobierno y las fuentes de riqueza y con esto
a la población, en donde el odio se traslada no sólo al indio de la colonia,
sino al campesino, al campesindio y demás sectores empobrecidos, que
fueran caldo de cultivo para los intereses revolucionarios.
En este sentido, si las instituciones represivas se fundaron sobre
esta polarización, como señaló Alvarenga, Martín-Baró muestra cómo
una vez institucionalizadas provocan un trauma psicosocial que define
(significa) el papel del Estado como constituyente de esa violencia.Se
sostiene entonces como un aparato represor que representa sólo los
intereses de unos pocos y reprime el de muchos/as otros/as, por medio
de las prácticas legales y las ilegales/alegales.
El sistema internacional justifica esto como parte de asuntos in-
ternos del país, donde funciona la lógica paternalista del Derecho In-
ternacional, la cual cree que si los gobernantes (sin importar su forma
de llegar al poder) son los representantes del Estado y éste es el repre-
sentante del pueblo, son estas élites quienes desde el Estado (padre)
saben lo mejor para este pueblo (niño) y sus métodos (violentos) para
educarlo (nacionalizarlo).
En el caso de Guatemala, Marta Casaús (2010) en Genocidio: la
máxima expresión del racismo en Guatemala, sostiene que son justa-
mente las bases coloniales en la construcción del Estado, las que le van
a dar las características que tiene ahora. Siendo el racismo contra la
población maya la raíz final del genocidio contra esta nación, justifi-
cado en la idea de soberanía y desarrollo/progreso de la patria. Dice
Casaús:

El racismo se inserta como nuevo mecanismo de poder del Estado,


como una tecnología de poder con la prerrogativa y el derecho a decidir
quién ha de vivir y quien no, ejerciendo el derecho a matar o eliminar
al Otro en nombre de la soberanía (Casaús, 2010: 14-15).

Este racismo derivado del criollismo, fue justamente inventado


durante el periodo colonial que narraba Martínez-Peláez, con lo que
se puede decir que con el paso del tiempo y la consolidación de los Es-
tados, se transforma en el nacionalismo oficial proyectado por la élites
por medio del dominio y significación de las instituciones estatales
según sus intereses, miedos y prejuicios, ya que el “...ejercicio del ra-
cismo provendrá directamente del Estado y se expresará en las constitu-

129
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

ciones, ordenanzas laborales, en la reestructuración político-administra-


tiva, en el imaginario de las élites, etc.” (Casaús, 2010: 27), de lo que lla-
mará dominación militar oligárquica, quienes justifican el exterminio
de todo lo indio por la prosperidad de Guatemala. Esto, dice Casaús,
en tres momentos primordiales (2010: 32, 34):
• La sombra del indio como ser agónico y en decadencia (1931-
1944).
• El imaginario racista de la élite de poder en Guatemala (1979-80).
• El indio como amenaza pública, siendo el racismo un arma del
exterminio (1980-1996).
En otro orden, Andrés Pérez-Baltodano (2010) expone cómo en el
desarrollo de la Nicaragua independiente, va a proceder el Estado, par-
tiendo de una tensión de lo que él llama, por un lado, el Estado Con-
quistador, heredado de la colonia y concentración de poder en la élites
criollas y, por otro lado, el Estado Nacional, que aspira a una nación
plural y democráticamente participativa.
Es por medio de este esquema que analiza toda la historia nicara-
güense. Acá nos centraremos en el periodo en que por primera vez un
grupo no tradicional asume el poder y toma el control sobre las insti-
tuciones estatales por medio de una revolución armada, el Frente San-
dinista de Liberación Nacional (FSLN). Quien debería rivalizar no sólo
con el criollismo tradicional sino con el orden global occidental (con-
servador/capitalista) en la forma de comprender la justicia y la sobe-
ranía en el papel del Estado (2003: 594).
Después de un análisis de las características del accionar del go-
bierno sandinista, con sus contradicciones y yerros, concluye el autor
que el “…divorcio entre el discurso y la práctica política sandinista ter-
minó convirtiéndose en un divorcio entre el pensamiento y la acción re-
volucionaria del FSLN.” (Pérez-Baltodano, 2010: 590). Por lo que

...después de concluido el experimento revolucionario sandinista, Ni-


caragua continuaba atrapada entre la realidad del Estado Conquistador
y la aspiración del Estado Nacional... [Y sentencia] La revolución fue
capaz de generar aspiraciones colectivas, pero no logró traducir estas
aspiraciones en un consenso social que sirviera de base y apoyo para
la construcción de un Estado Nacional. La debilidad del aparato estatal
heredado por el FSLN; los desastrosos efectos sociales y económicos
causados por la guerra; el embargo financiero y comercial impuesto
por los Estados Unidos; y el colapso de la Unión Soviética, son algunos
de los factores que contribuyeron al fracaso de la Revolución Sandinista
(Pérez-Baltodano, 2010: 640).

Lo mismo parecen confirmar, cada quien por su parte, Sergio Ra-


mírez (1999) y Edelberto Torres-Rivas (2011), respectivamente en sus

130
Claudio Monge Hernández

textos Adiós muchachos y Revoluciones sin cambios revolucionarios.


En estos, siempre sobre el caso de la revolución nicaragüense, afirman
que presenta características especiales en el desarrollo político-econó-
mico de Centroamérica, ya que mostró que la revolución era posible,
pero también mostró que ésta era imposible si se sostiene sobre la base
de las instituciones heredadas.
Es decir, lo que Pérez-Baltodano llama Estado Conquistador dota
de sentido (es decir, significa) y ejecuta una visión jerárquica de la or-
ganización político-administrativa, la cual es excluyente con lo indio
y lo opuesto, así como concentradora de la toma de decisiones. De esta
visión se construyeron Estados de las provincias centroamericanas, y
según la lectura de nuestros autores, tanto del fracaso sandinista (en
el caso nicaragüense) como del fracaso conservador (en el caso salva-
doreño y guatemalteco), se puede concluir que no importa que sea un
grupo de izquierda o de derecha, mientras siga siendo un grupo redu-
cido que funcione como élite o vanguardia, se va a monopolizar la ad-
ministración del espacio nacional, es decir, su soberanía. Lo que deja
por fuera a la masa heterogénea y heterárquica que representan sus
ciudadanos.
La siguiente pensadora en analizar, la costarricense Monserrat
Sagot (2012) y su texto ¿Un paso adelante y dos atrás?, sobre el de-
sarrollo de los movimientos feministas en la región, contextualiza que
“...desde sus inicios, el movimiento feminista se caracterizó por su aná-
lisis crítico de las interrelaciones entre el patriarcado y el carácter repre-
sivo del Estado” (2012: 76), el cual mediante el diagnóstico sobre los
efectos al movimiento feminista de los procesos de democratización
que iniciaron en los años ochenta, concluye que ya a finales y princi-
pios de siglo,

...hay una contradicción entre un modelo económico que le da predo-


minancia al mercado y la democracia; y para resolver esas contradic-
ciones las democracias neoliberales generan altos niveles de violencia,
formas renovadas de represión, individualismo y relaciones cercanas
con los fundamentalismos religiosos. […] En ese sentido, el tránsito a
la democracia no se ha visto acompañado de un mejoramiento real de
las condiciones de vida de la población, sino, por el contrario, de un
empeoramiento sustantivo, que genera frustraciones y que profundiza
la ya existente desigualdad social (Sagot, 2012: 78).

Observa nuestra pensadora cómo existe una bifurcación en la apli-


cación de la agenda feminista en Centroamérica, entre las que pasaron
a formar parte del Estado y los movimientos que se mantuvieron al
margen de este. Donde, las primeras asumieron la representatividad
en los aparatos de poder, legislaciones y políticas públicas que asumie-

131
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

ran discursivamente una perspectiva de género, mientras que los se-


gundos, afirma, consideran que ese proceso de institucionalización ha
llevado a la desmovilización del feminismo en su carácter original
como crítica contra el patriarcado de Estado.
En este sentido, pese a que sirvieron para la consolidación de la
democracia representativa, ésta pasó por el filtro de las élites plegadas
a los intereses geoestratégicos de las superpotencias del sistema inter-
nacional, quienes promulgan desde el neoliberalismo lo que es válido
o no, es decir, lo que es democrático o no. Concluye Sagot:

...en la experiencia reciente de Centroamérica podríamos hablar incluso


de la colonialidad de la democracia o de cómo la democracia neoliberal,
utilizando el artefacto del libre comercio, ha sido instrumental para
restablecer normas coloniales al interior de nuestras sociedades y a la
vez reconstruir el vínculo colonial de la región con los nuevos poderes
de occidente. Estas democracias restringidas, que funcionan bajo la ló-
gica del neoliberalismo y de la colonialidad, han facilitado la profundi-
zación de las desigualdades... La diferencia [dice] es que ahora se hace
bajo la cobertura de una supuesta legalidad, donde la democracia es re-
ducida a su componente más elemental: la celebración de elecciones y
con eso se legitiman y justifican los golpes de estado [refiriéndose al
caso hondureño de 2009] y la represión abierta (Sagot, 2012: 87-88, én-
fasis propio).

No obstante, si recordamos lo expresado anteriormente por


otros/as autores/as, principalmente sobre el tema de la violencia en
Guatemala y El Salvador, este patrón de legalidad (y por defecto, ile-
galidad y alegalidad) no sería una “diferencia” como dice Sagot, al ob-
servarse una similitud entre lo vivido por el feminismo y el proyecto
sandinista, debido a que en ambas lecturas existe una insatisfacción
cuando se accede al Estado, porque éste es quien imprime su lógica
sobre estos y no al revés2.
Tal es el caso del estudio de la nicaragüense Ileana Rodríguez
(2012), quien analiza en Operación pájaro el asesinato del Obispo Juan
José Gerardi en 1998 en Guatemala, quien fuera defensor de los dere-
chos indígenas. Es importante señalar que su asesinato ocurrió dos
años después de finalizado el proceso de paz en este país y en plena
reconstitución democrática de la región, lo cual iría en contradicción
con los valores que los jefes de Estado centroamericanos pretendían
institucionalizar transversalmente por medio de acuerdos y tratados
en el marco de la integración centroamericana. Con lo que se puede

2 Esto es conocido como principio de equivalencia generalizado (Lourau, 2001), sobre


el que nos referiremos en otro trabajo.

132
Claudio Monge Hernández

sugerir que los acuerdos de paz estaban pensados para con los grupos
beligerantes (reconocidos por el Derecho Internacional) y no para las
poblaciones históricamente excluidas.
Rodríguez, en sintonía con lo afirmado, se opone al uso de Estado
fallido para describir estos fenómenos, sino que sostiene que este es el
funcionamiento del Estado desde su constitución, un Estado criminal
fundado bajo la esencia elitista, militar y racista contra los indígenas,
en el que “...impera la voluntad de asesinos en serie -real o metafórica-
mente hablando” (2012: 18). Continúa su reflexión diciendo:

...esta situación no es sólo el corolario de las ideas políticas y actitudes


del siglo XIX (entiendo el sentido de trazar la historia necrófila al sur-
gimiento de los mal llamados ‘estados nacionales’) sino de políticas ins-
tauradas desde la colonización y de la cual los criollos liberales son
herederos. Me refiero a esa ofensiva frontal y sin tregua contra todo lo
que no fuera europeo -el fenotipo, la ropa, la comida, las costumbres,
las creencias, los afectos, las sexualidades, todo lo indígena fue objeto
fóbico y, por ende, objeto de exterminio total... Esta sensibilidad sub-
yace a las políticas necrófilas, genocidas que las ciudadanías blancas
de la república utilizan contra etnias que las amenazan. Los estados
criminales tienen sus ficciones fundacionales en la colonización (Ro-
dríguez, 2012: 30).

Afirma Rodríguez entonces, que de las “ficciones” (significaciones)


del Estado criminal se pasa a las prácticas del Estado perverso, el cual
reúne unitariamente el dominio militar sobre el civil en los aparatos
de Gobierno (Rodríguez, 2012: 31), lo que se justifica en el llamado
monopolio de la violencia y la misma visión paternalista del Derecho
Internacional sobre las dinámicas internas.
Con esto la autora se opone a la concepción de Estado paralelo
que sostiene la existencia simultánea de dos estructuras, una militar y
otra civil, que por su cuenta administran sus competencias. Por el con-
trario, plantea que estas estructuras funcionan indisociablemente en
una sola estructura. Esto va de la mano con las concepciones de Mar-
tín-Baró y Casaús que hablaron de la constitución simultánea de Es-
tados represores, en la que por medio de la legalidad tradicional se
justifican o dejan pasar prácticas ilegales y alegales de violencia
abierta, donde se castigan las prácticas de los subordinados y gober-
nados, pero no la de los poderosos y gobernantes.
Esta visión del Estado elitista y cargada de una fuerte coloniali-
dades la que ha conseguido perpetuarse en el poder de la Centroamé-
rica posfederal, la cual fomenta un modelo de Estado fundado sobre
la interrelación desigual con los diversos grupos nacionales. Modelo
institucionalizado por medio de la legalidad, ilegalidad y alegalidad,

133
LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

que justifica y da cuerpo a la violencia racial, de género y de clase en


los Estados centroamericanos. Estas élites son también cómplices en
negociar sus intereses, valores y proyectos por lasalianzas e intereses
de las élites y superpotencias del sistema internacional.

CONCLUSIONES: PENSAR EL ESPACIO CENTROAMERICANO


Hemos visto que pese a la pertenencia a la misma región, son pocas
las referencias y conceptos comunes entre los diferentes trabajos, por
lo que se puede inferir que el espacio centroamericano está delimitado
por el territorio que los Estados significan como nacional, o sea lo in-
terno, y por consiguiente, lo no-nacional o externo, los “otros”. Esto
influencia la labor de investigación imponiendo una territorialidad es-
pecífica a dinámicas regionales, lo cual no quiere decir que no existan
diferencias y referencias entre los Estados centroamericanos, sino que
son los Estados y no las territorialidades-otras las que se imponen
como límite espacial de los estudios en la región.
Pese a esto, nuestros/as pensadores y pensadoras centroamerica-
nos/as comparten que el Estado en manos de unos pocos es causante
de dinámicas violentas en la región, fundadas en las relaciones sociales
de poder de la época colonial y justificadas por una legalidad permisiva
de la ilegalidad y alegalidad. Legalidad principalmente proyectada con-
tra el indio (que es visto como “prehistórico”), pero también elevada
con el paso de las décadas, contra todo grupo que se oponga a las prác-
ticas de poder instituidas, sean hombres, mujeres, niños/as y ancia-
nos/as.
Centroamérica se adapta a los tiempos, siendo estos grupos seña-
lados con las denominaciones peyorativas de cada época, para colo-
carlos discursivamente en la posición de agentes de atraso para la tan
anhelada modernidad, progreso y desarrollo, prometidos desde la in-
dependencia y sustentados en la utopía capitalista moderna. Misma
que ha marcado el destino centroamericano solamente bajo la visión
ístmica, cuyo principal deber en el sistema internacional es ser un
canal entre océanos para comunicar comercialmente las potencias de
Oriente y Occidente.
Sin embargo, pese a esta visión negativa del papel del Estado-na-
cional en las distintas problemáticas tocadas por los/as autores/as, tam-
bién comparten que esta institución no es necesariamente la causante,
sino los sujetos que la significan y monopolizan su accionar, haciendo
de la política de Estado un reflejo de sus valores, celos, envidias, mie-
dos, odios, gustos y disgustos.
Esta separación entre la institución y los sujetos, les permite ver
en el mismo Estado la posibilidad de ruptura con el patrón colonial y
la transformación de ésta en un “verdadero” Estado-nación, mediante

134
Claudio Monge Hernández

la apertura de los espacios de decisión a la pluralidad étnica y cultural,


racial y de género que existe en toda Centroamérica, para que el mismo
Estado pueda realmente convertirse en la mediación para la vida de
los/as centroamericanos/as y no en la mediación para la muerte que
ha representado desde su nacimiento (Dussel, 2007).
No obstante, se podría cuestionar el estatus del Estado como un
espacio neutral en su desarrollo, como comparten también estos/as
pensadores/as. Ya que si bien el Estado responde a intereses elitistas,
quiere decir que el Estado ha sido construido a su imagen y semejanza.
Por tanto, afirmar que el Estado es la salida a los problemas plurales
del mismo Estado, debería significar que no se trata sólo de cambiar
de gobiernos o acceder a estos. Sino que conlleva un cambio en toda
la lógica de toma de decisiones, distribución y centralidad de la repre-
sentación políticay la mediación entre los grupos que conviven dentro
de su espacio.
La comprensión del Estado tiene que acompañarse de la compren-
sión profunda del poder y su concentración por élites o vanguardias
en la toma de decisiones y ejecución de acciones, y por consiguiente el
castigo a todo lo que se interprete como su otro. Ya que es justamente
esta dinámica, tan común en las normas de la democracia representa-
tiva liberal, como dejan ver nuestros/as pensadores/as, lo que permite
que la legalidad le sirva a la ilegalidad y alegalidad, y finalmente vuelve
“imposible” pensar toda transformación social de las instituciones.
Finalmente, como se mencionó, existe una ausencia de conceptos
comunes pese a compartir el contenido y fondo de las características
con las que entienden el Estado. No se considera acá un factor el que
no existan referencias a la tensión entre el carácter ístmico y de puente
de la región, ya que como se dijo, es el Estado quien instituye los lími-
tes espaciales con los cuales nos relacionamos y comúnmente pensa-
mos nuestros objetos de estudio. Esto evidencia colateralmente, la
necesidad de proponer una agenda común en el estudio de las diná-
micas nacionales de los países centroamericanos, dentro de la que se
encuentre un estudio más exhaustivo, en un abanico más amplio y re-
presentativo del pensamiento centroamericano sobre Estado y élites.
Esta agenda común debe superar las fronteras impuestas con la
desintegración centroamericana, asumiendocrítica, responsable y
multi/transdisciplinariamente como labor académica, pensar Centro-
américa como un espacio común, donde se reúnen y conviven una
compleja pluralidad de naciones/pueblos/etnias, así como de clases,
géneros, edades, saberes y prácticas que conforman este crisol que se
une al norte y al sur del continente americano en un movimiento geo-
désico browniano, cuyo potencial ha sido castrado por la violencia que
desde la coloniaha sido parte de la lógica del Estado centroamericano.

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LA ESPACIALIDAD CRÍTICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO-SOCIAL LATINOAMERICANO

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