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-Introducción:
significa “lo más recio de un combate. Punto en que aparece incierto el resultado de la pelea”.
Guillermo Cabanellas, con mayor propiedad, nos dice que “la voz conflicto se utiliza en derecho
para designar posiciones antagónicas” y agrega que su origen latino conflictus deriva, a su vez,
mismo campo del derecho suelen emplearse, además, otras de significado análogo. El mismo
Cabanellas menciona las voces “colisión”, que define como el “choque material entre individuos
o núcleos” y “controversia”. De esta dice que constituye “la discusión larga y minuciosa entre
dos o más personas”. En la fracción XX del apartado “A” del artículo 123 constitucional se
orgánica del poder judicial de la federación hace referencia a “las controversias” (artículo 24,
XII, entre otros) y a “los juicios” (artículo 26-III, entre otros), pero al determinar las atribuciones
de la cuarta sala de la SCJN utiliza precisamente la voz “ conflicto” (artículo 27, fracción III,
(artículos 220 y 222, respectivamente) en tanto que el CPCDF prefiere referirse a las
“contiendas” (artículo 255). No hay, en realidad, mayor dificultad en entender el significado del
conflicto. Expresa, simple y sencillamente, una oposición de intereses. En rigor los conflictos
constituyen el hecho real o aparente que exige una solución jurisdiccional. Por ello mismo no
deben de confundirse los conflictos con las vías para resolverlos. Los primeros corresponden a
un fenómeno social; los segundos, por más que identificados habitualmente con la naturaleza de
los conflictos, en realidad constituyen una pluralidad de actos personales, como lo ha señalado
con toda propiedad Jaime Guasp. En consecuencia se trata de una estructura meramente jurídica.
En cambio los conflictos, además de jurídicos pueden ser también económicos e inclusive
técnicos, según nos dice María Patricia Kurczyn Villalobos citando a Cuture. En rigor, la
referencia a los conflictos técnicos parecería encontrar su antecedente remoto en Paul Pic.
II.- Desarrollo del tema:
Eugenio Pérez Botija, sin duda alguna el maestro indiscutido de los hoy, a su vez, grandes
sencillos, como “las fricciones que pueden producirse en las relaciones de trabajo” pero aclara
que pueden manifestarse desde “un amparo en masa” que pone en peligro la vida de una
comunidad, hasta la más leve controversia sobre cierta empresa ha impuesto o no una sanción
injusta a uno de sus empleados”. Precisando el concepto Mario de la Cueva Señala que los
conflictos laborales tiene dos características fundamentales: “primeramente, una de las personas
que intervengan en el conflicto, por lo menos, deben ser sujeto a una relación de trabajo… (y) en
segundo lugar, la materia sobre la que verse el conflicto ha de estar rígida por las normas del
derecho del trabajo. Son, por lo menos, discutibles, las afirmaciones delos dos distinguidos
maestros. En primer término porque el derecho laboral es algo más que un derecho regulador de
que no hay otro tipo de relaciones que también contemplan y de las que derivan conflictos. Así:
las sindicales, que no son necesariamente de trabajo; las que se producen entre dos o más
relaciones en que interviene el estado con sindicatos y empresarios, etc. En segundo término
porque, en razón de lo mismo, no necesariamente alguna de las personas que interviene en los
sindicato y un patrón. Es claro que esta observación no sería válida si se usara la expresión,
Cabanellas incurre, en nuestro concepto, en un error semejante, al afirmar que “por conflicto de
trabajo se entiende todo aquel procedente de la prestación de servicios retribuidos por el patrono
al trabajador; esto es, derivados de la actividad laboral”. Sin embargo el mismo cita la definición,
más justa en nuestro concepto, de Ernesto Krotoschin quien entiende por conflictos de trabajo en
sentido amplio “las controversias de cualquier clase que nacen de una relación de derecho
laboral”. Nada tenemos que agregar a la precisa definición del maestro Berlines que en argentina
ha producido una de las más importantes obras del campo jurídico laboral. Es importante, sin
embargo, agregar algo. Los tribunales de trabajo no solamente conocen de conflictos laborales.
En nuestro país, y no obstante el sentido restringido de la fracción XX del apartado “A” del
artículo 123 de la constitución, que somete al conocimiento de las juntas solo los conflictos entre
el capital y el trabajo, la LSS (artículo 295) indica que “ las controversias entre los asegurados o
sus beneficiarios y el instituto, sobre las prestaciones que esta ley otorga, podrán tramitarse ante
inconformidad que establece el artículo anterior”. Esta disposición ha sido ahora acogida por la
nueva LFT que en el artículo 899-A, segundo párrafo, atribuye a la junta federal de conciliación
y arbitraje la competencia para conocer de estos conflictos. Ello hace suponer que los autores de
la nueva ley no leyeron el artículo 123 constitucional. Lo que no debe extrañar ya que su función
de trabajo, porque a un cuando tengan habitualmente ese origen, en realidad se establecen entre
laborales.
diferencias surgidas con motivo de una relación laboral. Normalmente se trata de una relación
laboral ya constituida, en los casos de modificación, suspensión, recisión o terminación de un
contrato de trabajo, pero también pueden preceder a su nacimiento, por ejemplo, en el caso en
que un trabajador pretenda ser contratado con base en los derechos de preferencia previstos en
los artículos 154, 155, 156 y 157 de la LFT o ser posterior a la conclusión de la relación de
prima de antigüedad. Estos conflictos pueden producirse de acuerdo a las siguientes alternativas:
en realidad se quiere decir que el interés en juego puede ser de un solo trabajador o de varios o,
inclusive, de todos los trabajadores de una empresa o establecimiento. Podrían usarse, también
en este último caso, los objetivos “plural” y “general”, pero con ellos no se ganaría nada, en
rigor, porque la naturaleza del interés no se alteraría. No obstante, la concepción de los conflictos
“plurales” tiene cierta solera. Manuel Alonso Olea señala, precisamente, que “entre conflictos
colectivos y conflictos individuales aparece la figura de los conflictos plurales manera adición o
nuestros procesos laborales no tiene, en rigor cabida, ya que la LFT regula, en el orden
económico, solo los conflictos colectivos. En la práctica como ya lo señalamos, estos conflictos
se ventilan en juicio ordinario no obstante que el artículo 870 claramente refiere ese
concepto difícil, sobre todo porque no se le da, habitualmente, un tratamiento preciso. Mario de
la Cueva cita, por ejemplo, la opinión de Paul Durand quien señala que para la existencia de un
conflicto colectivo será necesaria la presencia de un interés colectivo “lo que ocurrirá si la
solución que se dé a la diferencia afectara las condiciones individuales de todos los trabajadores
Cueva precisa que los conflictos colectivos no se refieren exclusivamente a la ley y que pueden
creación. Tiene razón Trueba Urbina cuando dice que estos conflictos son esencialmente
causas económicas. La realidad es que no tienen carácter económico en el sentido de que sea un
instrumento para fijar nuevas condiciones de trabajo, pero nadie puede dudar de su plena
o la demanda que un sindicato puede intentar, a efectos análogos, para que se declare que otro
tener los requisitos legales (artículo 369). Este tipo de conflictos es verdaderamente excepcional.
Conflictos entre trabajadores y sindicatos. En los estatutos de los sindicatos se pueden incluir los
encendidas controversias entre los tribunales de trabajo que enfrentan, precisamente, a los
control de la legalidad de la medida a través de los juicios en que los trabajadores afectados
pueden invocar su nulidad, sin que ello implique la afectación de la autonomía sindical. Se trata,
por su puesto, de conflictos jurídicos cuya tramitación se hacen los juicios ordinarios que sin
duda otorgan a los interesados las garantías adecuadas. En general son parte en esos juicio las
propias empresas, ya que deberán quedar a sus resultas reinstalando, en su caso, a los
jurisprudencia asemeja a los salarios caídos, corresponderá, sin embargo solo al sindicato autor
de la separación.
Conflictos entre patrones. La posibilidad de que pueda ventilarse entre los tribunales de trabajo
un conflicto entre patrones, sin la presencia de un interés obrero, siempre pareció descabellada.
Es importante señalar, sin embargo, que no son escasos los conflictos entre patrones dirimidos
entre los tribunales de trabajo, pero requieren siempre de una acción previa de los trabajadores.
Tanto el artículo 41, antes citado que regula la situación patronal, como los artículos 12, 13, 14 y
15, que contemplan las figuras de los intermediarios y fijan responsabilidades solidarias pueden
dar origen a graves enfrentamientos inter patronales, que eventualmente también se pueden
Conflictos entre sindicatos y el estado. Al margen de todas las clasificaciones conocidas -al
menos conocidas por mí- puede contemplarse el conflicto de evidente naturaleza laboral que se
produce como consecuencia de la obligación prevista en la ley que los sindicatos deben cumplir,
de registrarse ante la STPS en los casos de competencia federal y en las JCA en los de
competencia local (artículo 365). La negativa, más frecuente, o el reiterado silencio, constituye
actos de autoridad que pueden ser motivo de un juicio de garantías, ante juez de distrito (artículo
114-II, LA). Es claro que no se trata de un proceso ante tribunales de trabajo, pero sería necio
concebir al hombre en su relación con los semejantes sin que esta quede determinada por un
conjunto de normas jurídicas de las cuales se puede, inclusive, no tener conciencia y solo, tal
vez, una intuición. Pero además el mundo de las relaciones jurídicas esta hecho
espontáneamente, probablemente poniendo en juego mucho más que el deseo de atender una
obligación derivada de la ley, el satisfacer el compromiso por sí mismo. Hay en ello una evidente
connotación moral. El derecho parte del supuesto de que los destinatarios de la norma abran de
cumplirla por propia decisión. Sin embargo acepta la hipótesis contraria y en base a ello organiza
todo un sistema para logar el cumplimiento aun en contra de la voluntad del obligado. Se afirma,
inclusive, que no podría entenderse el derecho sin la coercibilidad al grado de que ello se sirven
ciertos pensadores (Kant) para distinguir las normas morales de las jurídicas. Ahora bien: parece
evidente que no tendrá sentido una organización jurídica que a la vista del incumplimiento
reiterado de las normas jurídicas solo tuviera el remedio de hacerlas efectivas por la fuerza.
Inclusive, si ese fuera el caso, habría que pensar en que lo malo estaría en las normas que
provocaran ese rechazo y no en la conducta de los destinatarios. Eso obliga a que al construir el
tradicionales que el derecho debe perseguir: justicia, seguridad jurídica y bien común. La materia
laboral no escapa, por su puesto, de estas reglas curiosamente, sin embargo, los autores parecen
dominados por la idea de conflicto y olvidan que la mayor parte de las obligaciones nacidas de
las relaciones laborales se cumplen sin mayores problemas por las partes, atendiendo cado una
clases que fuerza una interpretación agresiva de las relaciones nacidas entre los sectores dela
producción. Hay que, pues, que atender al hecho real de los conflictos laborales son,
definitivamente, excepcionales, por más que abundantes. Pero también hay que considerar que
ciertas modalidades.
IV.-Bibliografía:
Autor: Néstor de Buen L. doctor en derecho por la unam. Profesor definitivo por oposición de
derecho del trabajo (unam). Miembro de número de la academia iberoamericana de derecho del
(2003). Premio nacional de jurisprudencia de la barra mexicana colegio de abogados, a.c (2005).
Editorial: Porrúa SA de CV. Av. República Argentina 15 altos, col. Centro, 06020, México D.F.
2014.
Paginas.- 71 a la 88 .