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Buenas tardes, Sra.

Directora, miembros del equipo directivo, profesorado del CBTis 131,


padres y madres, amigos y amigas y, por supuesto, y lo más importante queridos alumnos
y alumnas del Centro de Atención a Estudiantes con Discapacidad (CAED).

La verdad es que no se si pasar lista para asegurarme de que son los mismos alumnos que
hemos tenido en clase a lo largo de este y otros años, porque se han puesto tan guapos y
guapas, están tan formales, brillan con tanta luz que, de verdad, esta tarde nos están
deslumbrando.

Me han pedido que dé un saludo a esta generación que hoy día termina una etapa, y lo
hago con mucho gusto. Porque no puedo dejar pasar esta ocasión tan especial para
nosotros y para mí de dedicarles unas palabras de despedida en nombre de mi equipo
docente y el mío propio.

Terminar etapas en la vida es importante, quizás más para mirar hacia adelante que para
mirar hacia atrás; y hoy día el panorama que ustedes tienen hacia adelante es tan
desafiante, es tan profundo, es tan hermoso, que a todos nos gustaría tener la edad que
ustedes tienen para comenzar de nuevo. Pero nosotros de alguna manera nos reflejamos
en ustedes, esa es por suerte la función de un maestro. Y alegrarme con ustedes por el
cumplimiento de esta etapa, es al mismo tiempo transmitirles el cariño del CAED, que sin
duda lo dejan, porque se hace necesario seguir enfrentando a una sociedad donde hay
retos muy importantes.

Hoy es un día de gran celebración y también de muchas emociones porque despedimos a


una nueva generación de estudiantes.

Hace ya entre 2 y 3 años, pisaban, por primera vez, el aula de CAED y ahora véanse están
en un momento importante de su vida. Pues bien, queridos alumnos, ya pueden, sin ningún
problema, salir de aquí.

Salir de un centro en el que crecieron como personas, un lugar en el que convivieron entre
iguales, un centro de educación en el que aprendieron de y con nuestros profesores.

Un Claustro de Profesores, compuesto por magníficos profesionales de la enseñanza


pública, al que me honro en pertenecer; que ha trabajado con ahínco para todos nosotros
(alumnado y padres); aún con las desavenencias administrativas y la falta de un honorario
fijo durante este último año. Sin embargo, a lo largo de todo este tiempo se ha preocupado
por su alumnado más de lo que imaginan.

Volvamos a nuestra interrogante. Desprenderse del salón, el colegio, la prepa, el lugar


común, de convivencia, que se convirtió en nuestro segundo hogar jamás será sencillo. Han
sido muchos los momentos que se vienen a la mente, unos buenos, otros menos buenos
pero seguro que de todos ellos hemos aprendido algo positivo.

El adiós siempre está latente, sabemos que con cada nuevo comienzo llega una
culminación, una despedida que representa un momento inevitable para afrontar en el
sendero de la vida; a pesar de ello, nunca estamos lo suficientemente preparados, porque
nos han enseñado a mirar hacia adelante, a continuar siempre de cara al porvenir.

El verano es una estación de mudanza, no porque las hojas se anticipen al otoño, sino
porque las aulas comienzan a vaciarse, cada institución deja volar a su alumnado y prepara
el nido para recibir nuevos discípulos que llegarán con aires renovados.

Muchas veces me pregunto ¿cuáles son los mejores alumnos que deben llegar al CAED?
y mi respuesta siempre es: los mejores alumnos en este Centro son los que traen las
mejores preguntas, las más difíciles, las más complicadas, que nos obligan a responderlas
y, por lo tanto, que esfuerzan día a día a nuestros docentes para poder elevar sus
estándares de trabajo y mejorar la manera en que estamos enfrentando los temas nuevos,
los temas del futuro.

Finalmente queridos alumnos ustedes no se van, porque nadie nunca se va de una gran
Institución. En una gran Institución queda el corazón de uno, queda el espíritu que se ha
puesto en tanto esfuerzo, en tanta comunicación, en tanto cariño, en tanto compartir. Aquí
queda el espíritu de todos ustedes, como aquí está el espíritu de otras generaciones de
alumnos que en el aula del CAED se formaron y que también se graduaron.

Termino con un afectuoso saludo para todos ustedes. Este es un gran día para ustedes y
sus familias. Ayudemos todos a crear un momento de cambio, un movimiento colectivo
hacia un país moderno, un sentido nacional de propósito, de dirección sostenida, de una
inclusión real, y sin excluidos. Trabajemos todos juntos por un generoso y próspero Estado
y por sobre todas las cosas, cuales quieran sean sus caminos, sigan siendo parte de la
familia CAED.

De manera que no tengo que despedirlos, tengo que decirles hasta pronto, los vamos a
extrañar.

¡Enhorabuena a las graduadas y los graduados!

Mucha suerte.

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