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FACULTAD DE INGENIERÍA Y GESTIÓN

ESCUELA DE INGENIERÍA MECÁNICA ELÉCTRICA

MONOGRAFÍA

RESUMEN CAP. 1 - 3
“HISTORIA DE LA CORRUPCIÓN EN EL
PERÚ”
De
ALFONSO W. QUIROZ
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POR: RODRÍGUEZ VALENZUELA NICOLÁS A.S.

ASIGNATURA: Realidad Nacional


DOCENTE:

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LIMA – PERÚ

2018

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INTRODUCCIÓN

Con este trabajo que he realizado sobre Historia de la corrupción en el Perú de Alfonso Quiroz,
como alumno quiero precisar y dar a entender a través del resumen de los tres primeros capítulos
el objetivo que se propuso el autor en el tema económico el dar a conocer cuánto dinero se va en
la corrupción en nuestro país.

Esta obra se enfoca en la historia y los casos específicos de la corrupción en nuestro país para que
nosotros los lectores podamos entender con estos ejemplos cuánto dinero se mueve en la
corrupción y los métodos que se utilizaron además de los personajes históricos involucrados en
estos casos de corrupción.

Va desde el Virreinato, pasando por los libertadores como San Martín y Bolívar, la era del guano,
la guerra con Chile hasta el gobierno de Alberto Fujimori.

En fin, con esta gran obra se quiere dar a entender que la corrupción no es cosa de las últimas
décadas en el gobierno peruano sino que es así con este tipo de sistema que se formó esta
república.

Datos interesantes como el que demuestra Quiroz que un porcentaje del PBI igual al destinado
para la educación en el Perú es malgastado en la corrupción.

Se demuestra que la corrupción es un gran elemento de continuidad en los estados peruanos, no


solos involucrada la clase política sino también los ciudadanos, porque todos somos partícipes de
la sociedad e influimos en ella.

Invito a mis compañeros, profesores y demás a leer este libro para darnos cuenta como los
gobernantes nos han robado con las mismas tácticas y excusas con los mismos argumentos.

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Capítulo 1.

El fracaso de las reformas coloniales (1750-1820)

El primero de los casos estudiados por Quiroz abarca el periodo colonial tardío,
caracterizado por los malos manejos de los funcionarios reales a favor de sus
propios intereses, especialmente los relacionados con la administración de las rentas
reales provenientes de la actividad minera.

Antonio de Ulloa en noviembre en 1759 se hizo cargo del gobierno local de la provincia
de Huancavelica y de la mina de Santa Bárbara, que era la única fuente americana
importante de mercurio. El Capitán de navío se encontró con una situación crítica en la
administración local. Los males incluían fraudes, descuidos técnicos en la explotación de
las minas y confabulaciones administrativas. Ulloa señaló la corrupción de las
autoridades, oficiales reales de hacienda, mineros y comerciantes que causaban daños
incalculables a la Corona española y a sus súbditos. Los esfuerzos reformistas del
Capitán por corregir y castigar estas transgresiones administrativas lo enfrentaron
violentamente a poderosos intereses, que ofrecían resistencias y dificultades
extraordinarias

No era la primera vez que Ulloa denunciaba prácticas corruptas, pues, había escrito un
informe, en colaboración con Jorge Juan, que trataba principalmente sobre las
disfunciones y abusos administrativos observados en Lima, Quito, Cartagena, Panamá y
los puertos de Chile.

No fue el primer ni el último reformador, sin embargo, puede sostenerse que Ulloa fue el
más articulado e informado del grupo de reformadores anticorrupción de su época, pues
se sustentó en abundante observación y experiencia empírica como informante
privilegiado y autoridad real. Estas reformas buscaban mejorar la eficiencia administrativa
del Perú y otros reinos hispanoamericanos para sostener a la Corona española en su
competencia con otros poderes atlánticos.

Desvelando abusos

Dos jóvenes tenientes de navío Antonio de Ulloa y Jorge Juan fueron enviados a una misión
especial en Quito con el fin de recoger y enviar periódicamente información estratégica sobre los
lugares que visitaran y sobre sus habitantes. Dos años más tarde, , el virrey requirió de los
servicios navales de Ulloa y Juan para la defensa de la costa y puertos peruanos. Mientras
cumplían estas tareas, Ulloa y Juan recogieron importante información confidencial sobre las
disfunciones de la administración, desde el contrabando hasta el cohecho. Ulloa y Juan regresaron
por separado a España en octubre de 1744. Juan llegó a España sin mayor problema, pero la
marina británica capturó el navío en el que viajaba Ulloa. Antes de ser aprehendido, Ulloa echó
por la borda los papeles confidenciales. Más tarde llegaría, Ulloa, sano y salvo a España. Su
confidencial tratado «Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del
Perú» fue implacable en la exposición del mal funcionamiento de casi todos los aspectos de la
administración colonial, así como en la propuesta de soluciones reformistas. El Tratado detallaba
las distintas formas de corrupción y recomendaba medidas específicas, además, proponía un

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ambicioso programa de reformas. El primer tema del «Discurso» era la reforma naval necesaria
para enfrentar a los recientes desafíos británicos en el Caribe y el Pacífico. El segundo punto era el
contrabando de mercaderías procedentes de Europa y China. El siguiente tema se refirió a los
extensos abusos y expolios que los indios sufrían a manos de los corregidores (practicaban la
doble contabilidad y la venta forzada o reparto). Según el «Discurso», al finalizar su mandato, las
autoridades, simplemente sobornaban al juez encargado de la tradicional averiguación oficial,
para evitar el castigo efectivo.

Purgatorio minero

Antonio de Ulloa aceptó el nombramiento en Huancavelica. Se vio envuelto en diversos juicios y


procesos legales en los cuales tuvo que defenderse de maliciosas acusaciones, se enfrentó a
intereses corruptos de las más altas autoridades coloniales, y perdió. La mina de Huancavelica se
explotaba sin preocupación alguna por su derrumbe; la contabilidad y tesoro real quedó a merced
de los fraudes de los oficiales; el monopolio de la compra y distribución del mercurio se convirtió
en objeto de utilidad privada; la tiranía había reemplazado al buen gobierno; y el cohecho
dominaba la administración de justicia. El no participar en tal costumbre de cohecho y soborno le
trajo, a Ulloa, muchos problemas durante su gobernación. Además, como lo había hecho en su
«Discurso» de 1749, Ulloa también denunció los excesos de los repartos, el fraude en la cuenta
de los indios tributarios y el abuso de la mano de obra indígena.

Plata y contrabando

El entendimiento entre las autoridades y los intereses vinculados a la minería de plata y su


comercio, el financiamiento, los impuestos reales que generaba y el contrabando al que daba
lugar; favorecieron las ganancias privadas en desmedro de la producción y la honesta
administración.. Estos oficiales exigían el pago del mercurio con plata piña, es decir, plata sin
sellar (toda plata producida estaba sujeta al quinto real al momento de fundirla en barras selladas
oficialmente). La plata piña era preferida para la adquisición de artículos de contrabando y los
comerciantes de Lima eran los principales beneficiarios del contrabando. Desde comienzos del
siglo XVIII la Corona española concentró su vigilancia en el contrabando, recibiendo información
alarmante sobre el notorio incremento del contrabando realizado tanto por aliados franceses
como por enemigos ingleses y holandeses. Pero ello no puso fin a la bien establecida red de
contrabando. Así, el contrabando contribuyó a que la corrupción pública y privada formara parte
integral del liderazgo económico y político del virreinato peruano. El origen y la formación de la
élite mercantil y burocrática colonial estuvieron entrelazados con prácticas corruptas y de
contrabando. Estos y otros intereses sentaron las bases de las redes de patronazgo coloniales,
que se hallaban controladas en la cima por autoridades políticas que buscaban ganancias privadas
a costa del bien público.

Círculos de patronazgo virreinales (Venta de cargos).

La rebeldía y el descontento se incubaban en los conquistadores y encomenderos,


desposeídos de sus mercedes. Sin embargo las hábiles negociaciones del «pacificador» Pedro de
la Gasca y las corruptelas condujeron a un relativo acomodamiento de intereses que sirvió como

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base de una estabilidad virreinal. El informante afirmaba que el manejo bueno o malo de la
hacienda dependía del resorte principal de la burocracia: los virreyes. La corruptela recrudecería
gradualmente durante el gobierno del conde de Superunda. Amat y Junyent contribuyó a elevar
el patronazgo y la corrupción sistemática a nuevas alturas. Su juicio de residencia es uno de los
más largos y complicados que se encuentran en los archivos. Según los expedientes de su juicio de
residencia hubo múltiples quejas de importantes intereses criollos y locales. En Madrid ganaba
fuerza la idea de que el poder excesivo de los virreyes debía reducirse y contenerse para que la
administración virreinal fuese más eficiente y menos corrupta. Otros se opusieron pues estaban
convencidos que, para gobernar los lejanos reinos, era necesario la autoridad del virrey. La
disminución del poder de los virreyes afectó alcances del patronazgo corrupto. El sucesor de
Amat, el virrey Manuel Guirior ejercía su autoridad a través de los favores y el patronazgo. El
visitador José Antonio de Areche, se le otorgaron amplios poderes para controlar las finanzas del
virreinato, investigar irregularidades y decidir cambios necesarios en la administración colonial.
Areche informaba sobre la corrupción así como los intereses locales que presionaban a Guirior
para estorbar la misión reformadora del visitador. Mientras se desarrollaban estas disputas
burocráticas en 1780 estalló una gran rebelión, liderada por José Gabriel Condorcanqui (Túpac
Amaru II). Condorcanqui era otro reformador que criticaba la corrupción de los funcionarios
coloniales. Luego que Condorcanqui fuera apresado y ejecutado, la rebelión radical se propagó al
Alto Perú. Pese a estos el legado de Condorcanqui tuvo un impacto importante Areche y el
general Jerónimo de Avilés, encargado de aplastar el levantamiento, coincidían con Ulloa, y
paradójicamente también con Condorcanqui.

Decreciente celo reformista

Con la abolición de los corregimientos y el reparto, así como la implementación de las


intendencias en 1784, la sierra se benefició al menos en el corto plazo. Estos importantes cambios
se produjeron bajo el mando de Jorge Escobedo un nuevo visitador y superintendente que
reemplazó a Areche. Su gran logro fue la implementación detallada del régimen de intendentes,
además, mejoró el cumplimiento de la ley. Sin embargo, los intereses locales presentaron
resistencia a la reforma. El conflicto más serio se produjo en la intendencia de Lima, donde las
prerrogativas del virrey se superponían a las del superintendente. Las decisiones de Madrid
pasaron a tener más en cuenta la autoridad de los virreyes que la de los intendentes. Croix, el
virrey del Perú, se convirtió en el principal defensor de la supresión del sistema de intendencias,
pero su posición fue rechazada por el Consejo de Indias. A partir de entonces, la corrupción
administrativa virreinal, los malos manejos en la minería, el contrabando y el nepotismo volvieron
a crecer. Los intendentes y los subdelegados comenzaron a asumir la misma autoridad despótica
que los corregidores. Hubo quejas contra intendentes que habían vendido puestos y la venta
forzada de mercaderías a los indios.

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Capítulo II

Cimientos socavados de la temprana república, 1821-1859

En 1818, el joven Domingo Elías viajó a estudiar en España y Francia. Al momento de su


partida las penurias económicas y la corrupción habían abrumado al virreinato peruano.
Con el fracaso de las reformas borbónicas, los conservadores condonaban la corrupción
para recibir respaldo contra la inminente independencia. Los gastos militares exigían que
las autoridades impusieran préstamos voluntarios o forzados a los ricos comerciantes y a
la nobleza de Lima, dispuestos a todo para conservar sus privilegios. Elías retornó al
Perú en 1825. ¿Qué tipos de corrupción surgieron o prevalecieron durante su ausencia y
qué intereses yacían detrás de ellos? ¿Qué efectos tuvieron sobre las nuevas bases
económicas, institucionales y políticas que la independencia trajo consigo? Elías nos
revela las viejas y nuevas características de una administración presa de la corrupción en
una naciente república.

Saqueo patriota

El libertador José de San Martín y Bernardo Monteagudo expropiaron y dilapidaron a la élite


mercantil y económica de Lima, sin conseguir la independencia definitiva del Perú. Su objetivo
principal consistía en erradicar la amenaza española en La Plata y Chile independientes a
cualquier costo, incluso la ruina económica del Perú. Así, ordenaba sustraer los tesoros de las
iglesias no para salvar a la patria sino para pagar a espías y obras públicas inútiles. Eventualmente,
la mayor parte de los bienes expropiados se otorgó a oficiales militares que pedían compensación
y recompensa por sus hazañas patrióticas. Entre los oficiales de alto rango que recibieron estas
recompensas tenemos a Antonio José de Sucre, Bernardo O’Higgins, José Rufino Echenique, Juan
Francisco Reyes, Blas Cerdeña y José María Plaza, entre otros. La corrupción de las autoridades de
provincias perduraría así en el Perú independiente. El almirante Thomas Cochrane, cuyos servicios
habían quedado impagos, se apropió de las reservas de plata que habían sido acumuladas durante
el gobierno de San Martín. Cochrane fue el comandante de la flota «libertadora» chilena y
también se vio beneficiado con la captura y secuestro de naves mercantes peruanas. La falta de
apoyo popular a la independencia se explicaba por la corrupción de las nuevas autoridades El
general Simón Bolívar, también tomó parte en las dañinas prácticas de expropiación local y abuso
de autoridad. Su dedicado ministro José Faustino Sánchez Carrión recibió varias propiedades
como recompensa a sus fieles servicios. Un Congreso servil recompensó a Bolívar en 1826 con
más de un millón de pesos. El coronel Juan Pablo Santa Cruz, gobernador de Chincha Baja y
protegido del caudillo bolivariano se apropió ilegalmente de ganado y bienes. Una forma de
despotismo que consideraban era peor que el de los españoles. Al mando del gobierno, Bolívar
ordenó a sus propios oficiales el despojar propiedades, incluidos los ornamentos de plata de las
iglesias, como medio para financiar al ejército. El general Agustín Gamarra le presentó a Bolívar
ochenta medallas de oro y quinientas de plata acuñadas en su honor Hipólito Unanue, el ministro
de Hacienda y José de Larrea y Loredo, su sucesor, manifestaron preocupación por los excesos.
«Desafortunadamente para el Perú» —escribió en mayo de 1824 William Tudor, el cónsul
estadounidense en Lima, al secretario de Estado John Quincy Adams— «los invasores que
vinieron a proclamar la libertad y la independencia eran crueles, rapaces, carentes de principios e

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incapaces. Sus malos manejos, su despilfarro y su sed de saqueo pronto alienaron los afectos de
los habitantes». Tudor no limitó sus críticas a los libertadores extranjeros; la población peruana,
era suave, afeminada e ignorante del resto del mundo debido a su reclusión bajo el dominio
hispano, dijo.

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CONCLUCION:
A lo largo de la historia que c
uenta Alfonso Quiroz se puede ver con claridad cómo, en
lugar de irse construyendo un Estado republicano con leyes y marcos
normativos
adecuados, con funcionarios que hacen cumplir la ley y con
ciudadanos que van
aprendiendo a sentirse parte de una socieda
d incluyente que los considera, a diferencia
de esto, se va perfilando y consolidando un Estado sin derecho, en
el que las leyes
están dadas para no ser cumplidas, y donde las formas patrimoniales del
poder se van
remodelando y recreando en cada periodo de
la historia. La corrupción atenta
persistentemente contra el desarrollo nacional y se pierden importantes
oportunidades
para lograrlo.
La corrupción es: «
E
l mal uso del poder político y burocrático coludido con intereses
privados».
Alfonso W. Quiroz

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