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ambién pueden preocuparse por temas como la guerra, medio ambiente, contaminación,
violencia, etc. Frecuentemente se encuentran ante respuestas ambivalentes, dubitativas o
poco precisas por parte de los adultos, lo que aumenta su temor o frustración al no hallar una
explicación racional.
Mayor poder de razonamiento y manipulación. Los niños superdotados utilizan como
principal herramienta comunicativa el lenguaje que es donde marcan diferencias
significativas con sus iguales. Ello unido a su capacidad de comprensión y razonamiento
lógico los hacen muy proclives a defender con todo tipo de argumentos sus reivindicaciones,
demandas o, a veces, caprichos. Si no se les aplica unos límites o disciplina “normal” como
lo haríamos con otros niños pueden convertirse en pequeños manipuladores.
Habilidades Sociales: Este es un punto clave en el desarrollo de los niños superdotados.
Hemos comentado ya su gran comprensión del entorno, también del social, lo que puede
desarrollar en ellos unas capacidades innatas de liderazgo en su grupo. No obstante, desde
muy pequeños, pueden verse a sí mismos, como diferentes a los demás. Su sofisticado
vocabulario, su sentido del humor, su perfeccionismo y, sobre todo, la constatación de que
sus intereses especiales no son compartidos por sus compañeros, pueden dificultar en gran
medida la integración en el grupo. Estos problemas pueden agravarse a medida que el niño
crece y se acerca a la adolescencia, aumentando sensación de rechazo, incomprensión y
baja autoestima.
Individualidad: Normalmente estos niños son vistos como sujetos extraños, raros,
extravagantes debido a su creatividad y fantasía así como un peculiar estilo y ritmo de
aprendizaje.
Es muy importante que a estos niños no se les organice constantemente y que dispongan de
su propio espacio para organizar y crear sus propias cosas.
Perfeccionismo: Es otro de los rasgos nucleares. Con mucha frecuencia, necesitan
profundizar en todos los aspectos de los temas de su interés y lo hacen con una avalancha
de preguntas que pueden resultar agotadoras para los padres e impertinentes para los
maestros.
Cuando no alcanzan las metas u objetivos que se han propuesto, suelen frustrarse y sentir
gran desasosiego y ello puede conducirles a rehusar o abandonar la tarea antes que a
rebajar el objetivo que se han impuesto.