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4. EL PUEBLO Y LA PRODUCCION DISCURSIVA DEL VACI[O ALGUNOS ATISBOS ONTOLOGICOS Retornemos, por un momento, al final del primer capitulo. Alli su- gerimos que una de las posibles formas de abordar el populismo seria tomar en su sentido literal algunos de los calificativos peyorativos que se le han asignado y mostrar que ellos sdlo pueden mantenerse si uno acepta como punto de partida del andlisis una serie de supuestos altamente cuestionables. Los dos presupuestos peyorativos a los cua- les nos referimos son: (1) que el populismo es vago ¢ indeterminado tanto en él puiblico al que se dirige y en su discurso, como en sus postulados politicos; (2) que el populismo es mera retérica. Frente a esto opusimos una posibilidad diferente: (1) que la vaguedad y la indeterminacién no constituyen defectos de un discurso sobre la rea- lidad social, sino que, en ciertas circunstancias, estén inscriptas en la realidad social como tal; (2) que la retérica no es algo epifenoménico respecto de una estructura conceptual autodefinida, ya que ninguna estructura conceptual encuentra su cohesién incerna sin apelar a re- cursos retéricos. i esto fuera asf, la conclusién serfa que el populismo esla via real para comprender algo relativo a la constitucién ontolégica de lo politico como tal. Esto es lo que trataremos de probar en este capitulo. Sin embargo, primero es necesario hacer explicitos algunos supuestos ontoldgicos yenerales que guiaran el andlisis. En otros tra~ bajas hemos explorado estos aspectos de manera preliminar,' por lo 'E, Laclau y Ch. Mouffe, Hegemonta y estrategia socialista, Buenos Aires, FC, 2004, cap, 3; E. Laclau, “New reflections on the revolurion of our time”, en el libro del mismo titulo, Londres, Verso, 1990 (trad. esp. “Nuevas reflexiones sobre la revolucién de nuestro tiempo”, en Nuevas reflexiones sobre la revolucién de nuestro o 2 LA CONSTRUCCION DEL PUEBLO que aqui sdlo resumiremos las conclusiones principales y sélo en tan- to sean relevantes para la argumentacién de este libro. Existen tres conjuntos de categorfas que son centrales para nuestro enfoque tedrico: 1, Discurso. El discurso constituye el terreno primario de constitu- cién de la objetividad como tal. Por discurso no entendemos algo esencialmente restringido a las Areas del habla y la escritura, como hemos aclarado varias veces, sino un complejo de elementos en el cual las redaciones juegan un rol constitutivo. Esto significa que esos elementos no son preexistentes al complejo relacion |, sino que se constituyen através de elf Porlo tanto, “relacién” y “objetividad” sori sinénimos. Saussure afirma que en el lenguaje no existen términos positivos, sino sélo diferencias: algo es lo que es sdlo a través de sus relaciones diferenciales con algo diferente. Y lo que es cierto del len- guaje concebido en sentido estricto, también es cierto de cualquier elemento significativo (es decir, objetivo): una accién es lo que es sdlo através de sus diferencias con otras acciones posibles y con otros elementgs significativos —palabras 0 acciones— que pueden ser sucesi- vos o simultaneos. Los tipos de relacién que pueden existir entre es- tos elementos significativos son sdlo dos: la combinacién y la sustitu- cién. Una vez que las escuelas de Copenhague y Praga radicalizaron el formalismo lingitistico, fue posible ir mas alld de la restricciéa saussuriana a las sustancias fénica y conceptual, y desarrollar la tota-. lidad de las implicancias ontoldgicas que se derivan de este progreso fundamental: toda referencia lingiifstica puramente regional fue, en gran medida, abandonada. Dada la centralidad que recibe la categoria de “relacién” en nues~ tro anilisis, quedaclaro que nuestro horizonte tedrico difiere de otros enfoques contempordneos. Por ejemplo, Alain Badiou concibe a la teoria de los conjuntos como el terreno de una ontologfa fundamen- tiempo, Buenos Aires, Nueva Visién, 2000); E. Laclau, Emancipation(s), Londres,; Verso, 1990. 77 EL PUEBLO YLA PRODUCCION DISCURSIVA DEL VACIO 93 tal, Sin embargo, dada la centralidad de la nocién de extensionalidad en la teorfa de los conjuntos, la categoria de relacion sélo puede ju- gar, enel mejor delos casos, un rol marginal. Pero también en diver- ~ sos enfoques holisticos hallamos algo incompatible en ultima instan- ciacon nuestra perspectiva, El funcionalismo, por ejemplo, tiene una concepcién relacional de la totalidad social, pero aqui las relaciones estin subordinadas a la funcién y, de esta manera, reintegradas teleolégicamente a un todo estructural que constituye algo necesaria- mente previo y mas que lo dado en las articulaciones diferenciales. Inclyso en la perspectiva estructuralista clésica, como la de Lévi-Strauss de Ja cual la teleologia esta sin duda ausente-, el todo alcanza su unidad en algo distinto del juego de las diferencias, es decir, en las categorias basicas de la mente humana, que reducen toda variacién a una combinatoria de elementos dominada por un conjunto subya- cente de oposiciones. En nuestra perspectiva no existe un mds alld del i juego de las diferencias, ningin fundamento que privilegie a priori algunos elementos del todo por encima de los otros. Cualquiera que _seala centralidad adquirida por un elemento, debe ser explicada por el juego de las diferencias como tal. La manera como sea explicada hos conduce al segundo conjunto de categorias. ' ~ A Siguificances vaciesy hegemonid Voy a presentar estas categorias \ de fh manera més somera, ya que tendremos que volver sobre ellas varias veces en este capitulo: Una versién mas detallada del argumen- sPor qué los significantes to tedrico puede hallarse en mi articulo vacfos son importantes para la politica?”? Nuestra doble tarea es la siguientef{(a) dado que estamos tratando con identidades puramente diferencialés, debemos, en cierta forma, determinar el todo dentro «del cual esas identidades, como diferentes, se constituyen}(el proble- {( ma, obviamente, no surgirfa si estuviéramos tratando con identida- - dés positivas, sdlo relacionadas externamente); (b} como no estamos postulando ningtin centro estructural necesatio, dotado de una capa- dad a priori de “determinacién en Ultima instancia”,|cualesquiera | \ AEnE. Laclau, Emancipation(s), op. cit., pp. 36-46 34 LACONSTRUCCION DEL PUEBLO que sean los efectos “centralizadores” que logren constituir un hori- zonte totalizador Precario, deben proceder a partir de la interaccién de las propias diferencias. };Cémo es esto posible? En el articulo men- cionado antes presenté un argumento estructurado en varios pasos, Primero;Si tenemos un conjunto puramente diferencial, la totalidad debe estar presente en cada acto individual de significacién; por lo tanto, la totalidad es la condicién de la significacién como tal}Pero en segundo lugar, ara aprehender conceptualmente esa totalidad, debemos aprehender sus limites, es decir, debemos distinguirla de algo diferente de si mismajEsto diferente, sin embargo, sélo puede ser otra diferencia, y como estamos tratando con una totalidad que abarca todaslas diferencias, esta otra diferencia ~que provee el exte- rior que nos permite constituir la totalidad~ seria interna y no exter- naa esta Gltima por lo tanto, no serfaapta para el trabajo cotalizador. Entonces, en tercer lugarffa Gnica posibilidad de tener un verdadero exterior seria que el exterior no fuera simplemente un elemento mas, neutral, sino el resultado de una exclustén, de algo que la totalidad expele de s{ misma a fin de constituirse{{para dar un ejemplo politico: es mediante la demonizacién de un sector de la poblacién que una sociedad alcanza un sentido de su propia cohesién). Sin embargo, esto crea un nuevo problema:,éon respecto al elemento excluido, to- das las otras diferencias son equivalentes entre s{—equivalentes en su rechazo comin a la identidad excluida~>{Como vimos, ésta es una de las posibilidades de la formacién del grupo que plantea Freud: el rasge comtin que hace posible la mutua identificaciép encre los miem- bros es la hostilidad comin hacia algo o alguien.) Bero la equivalen- ciaes precisamente lo que subvierte la diferencia, dé manera que toda identidad es construida dentro de esta tensién entre la légica de la diferencia y la légica de la equivalencia} Cuarto; ésto significa que en el locus de la cotalidad hallamos tan sélo esta ténsién. Lo que tene- mos, en dltima instancia, es una totalidad fallida, el sitio de una ple- nitud inalcanzablé} La totalidad constituye un objeto que es a la vez imposible y necesario. Imposible porque la tensién entre equivalen- cia y diferencias, en dltima instancia, insuperable; necesario porque EL PUEBLO Y LA PRODUCCION DISCURSIVA DEL VACIO. 95 sin algdn tipo de cierre, por mas precario que fuera, no habria ningu- na significacién ni identidad) Sin embargo, en quinto lugar, lo que hemos mostrado es sdlo que no existen medios conceptuales para apre- hender totalmente a ese objeto. Pero la representacién es mas amplia que la comprensién conceptual. Lo que permanece es la necesidad de este objeto imposible de acceder de alguna manera al campo de la representaci6n. No obstante, la representacién tiene, como sus tni- cos medios posibles, las diferencias particulares. El argumento que he desarrollado es que, en este punto,féxiste la posibilidad de que una diferencia, sin dejar de ser particular, asuma la representacion de una totalidad inconmensurabley De esta manerasu cuerpo esté div dido entre la particularidad que elle atin es y la significacién mas universal de la que es portadorai‘Esta operacién por la que uns parti- cularidad asume una significacién universal, {inconmensurable consi- go misma es lo que denominamos hegemonial'Y dado que esta totali- dado universalidad encarnada es, como hemos visto, un objeto im- posible, la identidad hegeménica pasa a ser algo del orden del significante vacio, transformando a su propia particularidad en el cuerpo que encarna una totalidad inalcanzable} Con esto deberfa quedar claro que la categoria de totalidad no puede ser erradicada, pero que, como una totalidad fallida, constituye un horizonte y no un fundamento. Sila sociedad estuviera unificada por un contenido éatico determinado —determinacidn en Ultima instancia por la eco- nomfa, el espiritu del pueblo, la coherencia sistémica, etcétera—, la totalidad podria ser directamente representada en un nivel estricta- mente conceptual. Como éste no es el caso/una totalizacién hege- ménica requiere una investidura radical es decir, no determinable a priori~ y esto implica involucrarse en juegos de significacién muy diferentes de la aprehensién conceptual pura Aqui, como veremos, ladimensi6n afectiva juega un rol central.” 3. Retérica. Existe un desplazamiento ret6rico siempre que un tér- mino literal es sustituido por otro figurativo. Comencemos sefialan- do un aspecto de la retérica que es muy relevance para nuestra discu- sidn previa. Cicerén, al reflexionar sobre el origen de los desplaza- 96 LA CONSTRUCCION DEL PUEBLO mientos retéricos,? imaginé un estado primitivo de la sociedad en el que habia mds cosas para ser nombradas que las palabras disponibles en el lenguaje, de modo que era necesario utilizar palabras en més de un sentido, desvidndolas de su sentido literal, primordial. Esta esca- sez de palabras representaba para ¢l, por supuesto, una Carencia pura- mente empirica. Imaginemos, no obstante, que esta carencia no es empirica, que est vinculada con un bloqueo constitutivo del lenguaje que requiere nombrar algo que es esencialmente innombrable como condicién de su propio funcionamiento. En ese caso, el lenguaje ori- ginal no seria literal, sino figurativo, ya que sin dar nombres a lo innombrable no habrfa lenguaje alguno. En la retérica clasica, un término figurativo que no puede ser sustituido por otro literal se de- nominé catacresis (por ejemplo, cuando hablamos de “la pata de una silla”). Esce argumento puede ser generalizado si aceptamos el hecho de que cualquier distorsién del sentido procede, en su raiz, de la ne- cesidad de expresar algo que el cérmino literal simplemente no trans- mitirfa. En ese sentido, la catacresis es algo mas que una figura parci- cular: es el denominador comtin de la retoricidad como tal. Este es el punto eg d cual podemos vincular este atgumento con nuestras ob- servaciones previas sobre hegemonia y significantes vacios:jsi el significance vacio surge de la necesidad de nombrar un objeto que es a la vee imposible y necesario —de ese punto cero de la significacién que es, sin embargo, la precondicién de cualquier proceso significan- ce~, en ese caso, la operacién hegeménica serd necesariamente! catacrétic;. Como veremos mas adelante, la construccién politica del” pueblo es, por esta razén, esencialmente catacrética. : Aunque més adelante seré necesario decir més sobre la recérica, para mostrar los recursos discursivos que intervienen en la produc+ cién discursiva del “pueblo”, podemos, por el momento, dejarel asunto, aqui. Hay, sin embargo, un dltimo punto al que debemos referirnos.. * Véase Patricia Parker, "Metaphor and catachresis” en J. Bendery D. E. Wellbery! (comps.), The Ends of Rhezoric: History, Theory, Practice, Sanford, Stanford University; Press, 1990. s ELPUEBLO YLA PRODUCCION DISCURSIVA DELVACIO 97 Hemos afirmado que,{en una relacién hegeménica, una diferencia particular asume la representacién de una totalidad que 1a excede? Esto ororga una clara centralidad a una figura particular dencro del arsenal de la retérica clésica: la sinécdoque (la parte que representa al todo). Y esto también sugiere que la sinécdoque no ¢s sélo un recurso ret6rico mas, que simplemente es agregado a la taxonom{a junto a otras figuras como la metéfora o la metonimia, sino que cumple una fancién ontolégica diferente. Aqui no podemos entrar en a discu- sign de este asunto que, al pertenecer a los fundamentos generales de laclasificacién retérica, excede en gran medida el tema de este libro. Mencionemos simplemente al pasar que las clasificaciones dela reté- rica han sido ancillares para las categorfas de la ontologia clasica, y que el cuestionamiento de esta Ultima no puede dejar de tener im- portantes Consecuencias para los principios de las primeras. Con esto tenemos la mayor parte de las precondiciones necesarias para empezar nuestra discusién sobre populismo, & DEMANDAS E IDENTIDADES POPULARES Debemos tomar aqui una primera decisién; zcudl va a ser nuestra unidad de andlisis minima? Todo gira en torno de la respuesta que demos a esta pregunta. Podemos decidir tomar como unidad mini- ‘ma al grupo como tal, en cuyo caso vamos concebir al populismo “camo la ideologia o el tipo de movilizacién de un grupo ya constitui- do-~es decir, como la expresién (el epifendmeno) de una realidad -social diferente de esa expresién-; 0 podemos concebir al populismo ; como una de las formas de constituir la propia unidad del grupo. Si “optamos por la primera alternativa, nos enfrentamos de inmediato - con todas las dificultades que describimos en nuestro primer capitu- =l0.Si elegimos, como pienso que debemos, la segunda, debemos tam- bién aceptar sus implicaciones: “el pueblo” no constituye una expre- sida ideolégica, sino una relacién real entre agentes sociales. En otros Hérminos, es una forma de constituir la unidad del grupo. No es, 98 LA CONSTRUCCION DEL PUEBLO. obviamente, la inica forma de hacerlo; hay otras légicas que operan dentro de lo social y que hacen posibles tipos de identidad diferentes de la populista. Por consiguiente, si queremos determinar la especifi- cidad de una practica articulatoria populista, debemos identificar unidades mds pequefias que el grupo para establecer el tipo de uni- dad al que el populismo da lugar. La unidad més pequefia por la cual comenzaremos corresponde a la categorfa de “demanda social”. Como sefialé en otra parte,‘ en in- glés el término demand es ambiguo: puede significar una peticién, pero también puede significar tener un reclamo (como en “deman- dar una explicacién [demanding an explanation) ). Sin embargo, esta ambigiiedad en el significado es til para nuestros propésitos, ya que es en la transicidn de la peticién al reclamo donde vamos a hallar uno de los primeros rasgos definitorios del populismo. Veamos un ejemplo de cémo surgen demandasaisladas y cémoco- mienzan su proceso de articulacién. El ejemplo, aunque imaginario, se corresponde en buena medida con una situacién ampliamente experi- mentada en paises del Tercer Mundo, Pensemos en una gran. masa de migrantes dgrarios que se ha establecido en las villas miseria ubicadas en Jas afueras de una ciudad industrial en desarrollo. Surgen problemas. de vivienda, y el grupo de personas afectadas pide a las autoridades locales algun tipo de solucién. Aqui tenemos una demanda que, ini- | cialmente tal vez sea sdlo una peticidn. Si la demanda es satisfecha, allf termina el problema; pero si no lo es, la gente puede comenzar a percibir que los vecinos tienen otras demandas igualmente insatisfe- chas ~problemas de agua, salud, educacién, etcétera-, Si la situacién, permanece igual por un determinado tiempo, habré una acumulacié: de demandas insatisfechas y una creciente incapacidad del sistema ins Urucional para absorberlas de un modo diferencial (cada una de, manera separada de las otras) y esto establece entre ellas una relacién,! equivalencial. El resultado facilmente podria ser, si no es interrumpidot “E. Laclau, “Populism: “Whacis in the Narae?”, en F, Panizza (comp.), Ppa, andthe Shadow of Democracy, Londres, Verso, 2004. o

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