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Semántica y Pragmática
Actos de habla
1)
El enunciado “decir es hacer” da cuenta de una posición que Austin toma y que parte de la
filosofía. Aquella refiere a que decir algo implica enunciar algo y la discusión finaliza. El
filósofo 3. considera esta suposición como errónea y toma el ejemplo a partir de dos
verbos, “apostar” y “bautizar”, con los cuales llega a la conclusión de que aquellos
constituyen acciones en cuanto es posible realizarlas a partir del acto del decir mismo.
El hecho de pronunciar palabras no radica en que estas den cuenta de una situación (es
decir, la describan) o someta la expresión lingüística a la verificación. Más bien, aquello
que se dice constituye un acto en sí, una praxis, hacer: “expresar las palabras es, sin duda,
[…] el episodio principal, en la realización del acto (de apostar o lo que sea), cuya
realización es también la finalidad que persigue la expresión. (1990: 49)
Por consiguiente, el enunciado “decir es hacer” constituye la base de la teoría que Austin
propone y desarrolla a lo largo de su obra, en la que considera fuertemente que lo que se
dice también puede implicar una acción.
3)
La falacia descriptiva remite a una postura que considera que los enunciados proferidos
tienen un carácter puramente verificable y no admiten funciones diversas en la
comunicación. Esta aseveración se condice con aquello que expresa Austin: “decir es
hacer”. Además, refiere a la posición de la filosofía del lenguaje que considera enunciados
aquellos que son verificables y pseudo-enunciados, los que no. De acuerdo con el filósofo,
algunas palabras indican circunstancias en las que se formula el enunciado o restricciones a
las cuales se somete, su modalidad a ser considerado, entre otras.
En consecuencia, las expresiones lingüísticas, para el filósofo, no se limitan a describir un
estado solamente y verificar su valor de verdad, sino que existen algunas que realizan actos.
Negar esta posibilidad, entonces, es cometer ese tipo de falacia descriptiva.
4)
En la conferencia II, Austin realiza una distinción entre dos tipos de enunciados: los
realizativos y los constatativos. Los primeros son expresiones que satisfacen dos requisitos
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fundamentales de acuerdo con Austin: por un lado, no “describen” algo ni tampoco pueden
ser calificadas como “verdaderas o falsas”; por otro, “el acto de expresar la oración es
realizar una acción, o parte de ella, acción que a su vez no sería normalmente descripta
como consistente en decir algo.” (1990: ). Esto quiere decir que este primer tipo de
enunciados constituye la realización de un acto. Por ejemplo, la expresión “Los declaro
unidos en matrimonio” significa que su emisor (un juez o funcionario) realiza una
declaración y asienta el matrimonio de dos contrayentes, modificando también el estado
civil de ambos en el plano legal.
En cuanto a los constatativos, se circunscriben, según el filósofo, al su valor de
verificabilidad. Es decir, se considera que una expresión es verdadera o falsa y describe el
estado de las cosas. Un ejemplo de este segundo tipo el siguiente enunciado: “Hoy es
viernes”. El referente inmediato (la realidad y el momento en que aquel fue proferido)
permite constatar la veracidad o falsedad (que ese día no sea viernes sino cualquier otro).
5-6)
La teoría de los infortunios que formula Austin está desarrollada en la conferencia II. Para
que un realizativo sea ejecutado de manera correcta, es preciso que exista una serie de
condiciones para que se dé; de no ser así, el acto es fallido, es desafortunado.
Las reglas que Austin postula para la ejecución afortunada de un realizativo son listadas a
continuación y son explicadas luego, desglosando los tres tipos de condiciones que este
autor propone:
A.1) Tiene que haber un procedimiento convencional aceptado, que posea cierto
efecto convencional; dicho procedimiento debe incluir la emisión de ciertas
palabras por parte de ciertas personas en ciertas circunstancias. Además,
A.2) en un caso dado, las personas y circunstancias particulares deben ser las
apropiadas para recurrir al procedimiento particular que se emplea,
B.1) El procedimiento debe llevarse a cabo por todos los participantes en forma
correcta, y
B.2) en todos sus pasos,
Γ.1) En aquellos casos en que, como sucede a menudo, el procedimiento requiere
que quienes lo usan tengan ciertos pensamientos o sentimientos, o está
dirigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente de algún
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los que no se consigue llevar a cabo el acto, cuya realización, o en cuya realización,
y no tiene efecto. Los segundos son “aquellos infortunios en los que el acto es
Las violaciones a las reglas A.1 y A.2 se corresponden con malas aplicaciones
mientras que en el caso de B.1 y B.2, malas ejecuciones. El primer tipo refiere al
acepto” ante un funcionario del registro civil que los declarará cónyuges ante la
Los casos Γ.1 y Γ.2 son actos insinceros. En este aspecto, son realizados pero al
un abuso y por eso el autor los denomina “insinceros”, puesto que transgreden la
esfera personal de quienes los llevan a cabo. Un ejemplo claro de la violación a esta
regla sería si uno de los contrayentes acepta al otro pero, en sus sentimientos
intención, en este caso, tampoco es acertada, ya que al decir “Sí, acepto” pero
es hueco.
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recomendable” puesto que ya posee una fuerza ilocucionaria que conforma el enunciado y
no es necesario incluir el verbo para dar cuenta de esa intención, la cual constituye el deseo
del emisor en no recomendar la obra a la que refiere.
El acto perlocutivo o perlocucionario es la realización de una expresión que tiene un
propósito de producir un efecto. Respecto del enunciado tomado como ejemplo, el efecto
que el emisor pretende producir en el destinatario a partir de su opinión respecto de un libro
al que se refiere sería el de convencerlo de que el no es bueno según el primero expresa.
9)
Austin clasifica los verbos según posean fuerza ilocutiva. Distingue cinco clases generales:
verbos de judicación o judicativos, de ejercicio o ejercitativos, de compromiso o
compromisorios, de comportamiento o comportativos y de exposición o expositivos.
Los primeros, los judicativos, emiten un veredicto, ya sea por un jurado, por un
árbitro, etc. Pero no es menester que sean definitivos, ya qye pueden consistir, por
emita juicio acerca de algo —un hecho o un valor— respecto de lo cual, por
razones diferentes, resulte difícil alcanzar certeza. Ejemplos de esta clase son
absolver, condenar, dar por establecido, considerar, juzgar, determinar, calcular, computar,
siguiente enunciado respecto del acusado que es condenado por haber infringido
prevenir, legar, prevenir, elegir, acordar, dar, excomulgar, etc. Un ejemplo constituye la
hacer algo; incluyen también las declaraciones o anuncios de intención, que no son
promesas, y cosas vagas, que pueden ser denominadas “adhesiones”, tales como
tomar partido. Existen conexiones obvias entre estos verbos y los judicativos y
intención (de), proyectar, jurar, defender, adoptar, etc. Un albañil que recibe su pago
adelantado por una obra de parte del dueño de esta última profiere el enunciado
que ver con las actitudes y con el comportamiento social. Incluyen la idea de
elogiar, dar el pésame, maldecir y desafiar. El enunciado “Te felicito por haber
Los quintos, los expositivos, se usan en los actos de exposición que suponen
es decir, el uso de las palabras en estos contextos. En general, son recursos que
campaña: “Yo no niego que exista la pobreza en nuestro país, pero sí afirmo que
esta gestión no realiza acciones para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
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Dados los siguientes enunciados: a) “Mamá, ya no tengo zapatillas. No sé qué ponerme”; b)
“Mamá, ¿me comprás un par de zapatillas? Las que tengo están horribles. ¿No te parece?”
y c) “Mirá, mamá, las zapatillas que hay en la vidriera. Están relindas. ¿No?”, es preciso
determinar la situación comunicativa de cada uno.
En el caso de a), el emisor es un hijo o hija (no es posible determinar el sexo) que se dirige
a su madre, la cual es la destinataria. La intención del emisor es sugerir a la destinataria que
le compre zapatillas nuevas. El acto locutivo fónico constituye la emisión física del
enunciado por parte del emisor; el fático consiste en la estructuración de las palabras en una
estructura gramatical constituida por dos oraciones afirmativas; en cuanto al rético, el
sentido es informar a la destinataria de la falta de calzado nuevo.
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El acto ilocutivo del enunciado a) constituye una sugerencia en cuanto al deseo del emisor
para adquirir un par de zapatillas nuevas, si bien la estructura gramatical de a) no presenta
un verbo que afirme tal situación. Por último, en cuanto al perlocutivo, el efecto es
persuadir a la destinataria para que compre el calzado.
En b), el emisor y la destinataria son los mismos que en a), pero la intención, en este caso,
es solicitar la compra de las zapatillas. El locutivo fónico también consiste en la preferencia
del enunciado en sí mismo, estructurado en una secuencia gramatical que se compone de
dos interrogaciones, intercalando una afirmación; el rético, por su parte, constituye un
pedido a una segunda persona, en este caso, la destinataria para que compre zapatillas.
En cuanto al ilocutivo, se relaciona con el párrafo anterior, debido a que se configura como
una petición, formulada a partir de una interrogación en el nivel gramatical. Todo esto
genera que el pedido sea indirecto, puesto que no se utiliza el modo imperativo que es
propio de este tipo de enunciados que implican una orden. El perlocutivo, en consecuencia,
consiste en interpelar a la destinataria para que compre el calzado nuevo.
En el caso de c), el emisor, la destinataria y la intención son idénticos que en a). El acto
locutivo fónico también consiste en la concreción del enunciado; el fático se observa en que
este último se construye a partir de un imperativo (“mirá, mamá…”) y una afirmación
seguida de una pregunta (“Están relindas. ¿No?”).
El ilocutivo también consiste en una sugerencia, debido a que el emisor se dirige a su
destinataria y la interpela a través del imperativo con el fin de que observe las zapatillas de
la vidriera y conceda a la interrogación que se formula. El acto perlocutivo, entonces, se
configura como una persuasión para que la destinataria realice la compra del producto.
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El enunciado “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” es
proferido por un emisor, que es un sacerdote católico, cuyo destinatario es la persona que
recibe el sacramento del bautismo. El entorno constituye la ceremonia religiosa en una
iglesia frente a los padres (si se trata de un bebé principalmente) o padrinos del bautizado.
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12)
La teoría de los actos de habla de Austin constituye un marco de análisis sumamente
pertinente para los estudios del discurso, en primer lugar. El análisis del discurso como
disciplina propia resalta el valor que poseen los enunciados en cualquier esfera de la vida,
sobre todo, la noción de fuerza ilocutiva.
La teoría de los infortunios remite a una formulación pormenorizada para que un realizativo
pueda darse de forma adecuada y completa. Esto tiene su utilidad en procedimientos de la
vida cotidiana que deben cumplir reglas para evitar desaciertos o abusos por parte de algún
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participante. La vida legal, religiosa, comercial e incluso la burocracia, entre otros, son
ejemplos de situaciones concretas en las que las seis reglas de dicha teoría debieran ser
aplicadas, con el fin de asegurar que todos los actos de habla que se adscriban a cada
situación específica sean llevados a cabo de manera completa.
Finalmente, esta teoría también es viable para constituir un marco de reflexión en la crítica
literaria, ya que el lenguaje empleado en las obras muchas veces no es del todo claro. Su
estructura puede presentar una serie de enunciados “enmascarados”, que no logran ser
directos en cuanto a sus intenciones y efectos y, por lo tanto, la teoría formulada por Austin
permite organizarlos para someter a análisis los textos y dar cuenta del sentido de manera
más acabada.
Bibliografía
AUSTIN, John L. (1990) Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós.