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El cultivo de tejidos se desarrolló a partir de los últimos años del siglo XIX como una continuación de las

técnicas de la embriología. Wilhem Roux mantuvo en el año 1885 células de embrión de pollo en solución
salina durante unos días. El zoólogo americano R.G. Harrison es considerado el iniciador de los cultivos de
tejidos animales, en 1907.
Harrison fue el primer autor que empleó técnicas in vitro para el estudio de fenómenos in vivo, realizando
cultivos de médula espinal embrionaria de anfibios. Pudo observar el crecimiento de los axones de los
neuroblastos, y estableció que el axón se formaba por expansión a partir del cuerpo neuronal y no por fusión
de una cadena de células. El cultivo se realizaba en una gota de linfa del anfibio que colgaba de un
cubreobjetos sobre una cámara sellada.
La primera limitación para el establecimiento de cultivos era lograr un medio nutritivo adecuado. Burrows
(1910) empleó plasma de pollo para nutrir los explantes de tejidos embrionarios de pollo. Este medio se reveló
mucho mejor que los anteriormente probados, lo que le permitió observar el crecimiento del tejido nervioso,
corazón y piel.
Burrows y Carrel realizaron los primeros intentos de establecer cultivos de células de mamífero, y
consiguieron mantener explantes obtenidos a partir de perros, gatos y conejos de indias, así como en el
crecimiento de tumores sólidos. Demostraron que la vida del cultivo se puede prolongar mediante subcultivo.
Los medios empleados fueron plasma suplementado con extractos de embrión.
Roux y Jones (1916) emplearon por vez primera extractos enriquecidos en tripsina para disociar las células de
embriones de pollo, estableciendo el primer cultivo celular. Uno de los mayores problemas que describen para
el establecimiento de los cultivos celulares es la aparición de múltiples contaminaciones, por lo que
desarrollaron numerosos métodos de manipulación en condiciones de asepsia que aún hoy día se utilizan.
En 1913 Carrel demostró la posibilidad de mantener en cultivo células extraídas de un animal, embrión de
pollo, durante un periodo de tiempo superior al de la vida de éste. Mantuvo en cultivo células de pollo
durante 34 años (Sharp, 1977). Gran parte del éxito en el mantenimiento de los cultivos se debió al desarrollo
del denominado frasco de Carrel.
Entre los años 1920 y 1940 se desarrollaron diferentes estrategias de obtención de cultivos y de
mantenimiento de las condiciones estériles, pero sin grandes avances. A partir de los años 40, con el
aislamiento de los primeros antibióticos, se desarrollaron numerosas aplicaciones de entre las que podemos
destacar :
• 1948 Earle y col. (Sanford, Earle y Likely, 1948) aislaron células de la línea celular L y mostraron que eran
capaces de formar clones en el cultivo de tejidos. Demostraron que para que una célula llegue a dividirse
necesita ser alimentada con los nutrientes correctos.
• 1952. Gry y col. (Grey, Coffman y Kubicek, 1952) establecen la primera línea celular continua, las
actualmente bien conocidas células HeLa. El medio empleado era extremadamente complejo y poco definido:
plasma de pollo, extracto de embrión bovino y suero de cordón umbilical humano.
• 1954 Rita Levi-montalcini y col. establecen que el factor de crecimiento nervioso estimula el crecimiento de
los axones en tejidos en cultivo (Levi-Montalcini y Calissano, 1979). Este trabajo supuso el Premio Nóbel para
Levi-Montalcini en 1986.
• 1955 Eagle (Eagle, 1955) realiza la primera investigación sistemática de los requerimientos nutritivos de las
células en cultivo. Describe que las necesidades del cultivo de soluciones corporales complejas (sueros,... )
pueden ser satisfechas por tan poco como el 1% de suero de caballo dializado en un medio definido de
pequeñas moléculas (aminoácidos, azúcares, ...)
• 1961 Hayflick y Moorhead usaron por primera vez antibióticos para prevenir la contaminación de los cultivos
de fibroblastos. Pudieron mantener estos cultivos durante unos 12 pases, pero no consiguieron establecer
líneas estables.
• 1965 Ham introduce el primer medio definido libre de suero capaz de mantener algunas células de mamífero
en cultivo indefinidamente (Ham, 1965).
• 1969 Augusti-Tocco y Sato establecen la primera línea celular estable de neuroblastoma aislando clones que
establecían procesos nerviosos y que eran eléctricamente excitables (Augusti-Tocco y Sato, 1969). Se
empiezan a establecer las primeras líneas celulares diferenciadas.
1974 Albert Claude, George Palade y Christian de Duve recibían el Premio Nobel de Medicina por haber hecho
posible la mirada cercana a ese mundo en miniatura que es la célula con sus estructuras subcelulares y
organelos con las primeras fotos de una célula intacta obtenidas mediante un microscopio electrónico.
• 1975 Kohler y Milstein establecen la primera línea celular hibrida productora de anticuerpos monoclonales
(Koehler y Milstein, 1975). El establecimiento de la tecnología de obtención de anticuerpos monoclonales les
valió el Premio Nóbel.
• 1976 Sato y col. publicaron sus trabajos en los que demuestran que las diferentes líneas celulares requieren
mezclas distintas de hormonas y factores de crecimiento para crecer en medios libres de suero. (Sato y col.,
1982).

El cultivo de tejidos se desarrolló a partir de los últimos años del siglo XIX como una continuación de las
técnicas de la embriología. En el año 1885, Wilhem Roux mantuvo células de embrión de pollo en solución
salina durante unos días. Se considera al zoólogo americano R. G. Harrison como el iniciador de los cultivos de
tejidos animales. En 1907, Harrison fue el primer científico que empleó técnicas in vitro para el estudio de
fenómenos in vivo, realizando cultivos de médula espinal embrionaria de anfibios. Pudo observar el
crecimiento de los axones de los neuroblastos, y estableció que el axón se formaba por expansión a partir del
cuerpo neuronal y no por fusión de una cadena de células. El cultivo se realizaba en una gota de linfa del
anfibio que colgaba de un cubreobjetos sobre una cámara sellada.
La primera limitación para el establecimiento de cultivos era lograr un medio nutritivo adecuado. Burrows
(1910) empleó plasma de pollo para nutrir los explantes de tejidos embrionarios de pollo. Este medio se reveló
mucho mejor que los anteriormente probados, lo que le permitió observar el crecimiento del tejido nervioso,
corazón y piel.
Burrows y Carrel demostraron que la vida del cultivo se puede prolongar mediante subcultivos. Los medios
empleados fueron plasma suplementado con extractos de embrión.
Rous y Jones (1916) emplearon por vez primera extractos enriquecidos en tripsina para disociar las células de
embriones de pollo, estableciendo el primer cultivo celular. Uno de los mayores problemas que describen para
el establecimiento de los cultivos celulares es la aparición de múltiples contaminaciones, por lo que
desarrollaron numerosos métodos de manipulación en condiciones de asepsia que aún hoy día se utilizan.
En 1913 Carrel demostró la posibilidad de mantener en cultivo células extraídas de un animal, embrión de
pollo, durante un periodo de tiempo superior al de la vida de éste. Mantuvo en cultivo células de pollo
durante 34 años. Gran parte del éxito en el mantenimiento de los cultivos se debió al desarrollo del
denominado frasco de Carrel.
Entre los años 1920 y 1940 se desarrollaron diferentes estrategias de obtención de cultivos y de
mantenimiento de las condiciones estériles, pero sin grandes avances. A partir de los años 40, con el
aislamiento de los primeros antibióticos, se desarrollaron numerosas aplicaciones.
En 1948, Earle y col. aislaron células de la línea celular L y mostraron que eran capaces de formar clones en el
cultivo de tejidos. Demostraron que para que una célula llegue a dividirse necesita ser alimentada con los
nutrientes correctos.
En 1952, Gry y col. establecen la primera línea celular humana, las células HeLa. El medio empleado era
extremadamente complejo y poco definido: plasma de pollo, extracto de embrión bovino y suero de cordón
umbilical humano.
En 1954, Rita Levi-Montalcini y col. establecen que el factor de crecimiento nervioso estimula el crecimiento
de los axones en tejidos en cultivo. Este trabajo supuso el Premio Nobel para Levi-Montalcini en 1986.
En 1955, Eagle realiza la primera investigación sistemática de los requerimientos nutritivos de las células en
cultivo.
En 1961, Hayflick y Moorhead establecieron que la duración de los cultivos de fibroblastos era finita: podían
mantener estos cultivos durante 12 pases. No consiguieron establecer líneas estables.
En 1965, Ham introduce el primer medio definido libre de suero capaz de mantener algunas células de
mamífero en cultivo indefinidamente.
En 1969, Augusti-Tocco y Sato establecen la primera línea celular estable de neuroblastoma aislando clones
que establecían procesos nerviosos y que eran eléctricamente excitables. Se empiezan a establecer las
primeras líneas celulares diferenciadas.
En 1975, Kohler y Milstein establecen la primera línea celular productora de anticuerpos monoclonales. El
establecimiento de la tecnología de obtención de anticuerpos monoclonales les valió el Premio Nobel.
En la década de 1980 se empiezan a conocer los mecanismos de la transformación.
En la década de 1990 empezaron a producirse medicamentos a escala industrial en biorreactores. Se
desarrolla la biotecnología.
En 1998 se produce cartílago mediante ingeniería de tejidos y en 2003 se experimenta el auge de esta nueva
disciplina.
En 2007 se reprograman células adultas para convertirlas en células pluripotenciales inducidas.

¿QUÉ ES LA BIOTECNOLOGÍA?
Podemos entender por biotecnología la serie de procesos industriales que implican el uso de organismos
vivos, bien sean plantas, animales o microorganismos. La biotecnología es la nueva revolución industrial. La
idea que subyace en ella es sencilla: por qué molestarse en fabricar un producto cuando un microbio, un
animal o una planta (los verdaderos protagonistas de la biotecnología) pueden hacerlo por nosotros. Así, se
pueden lograr desde combustibles a medicinas, pasando por plásticos, alimentos, vacunas, recursos minerales,
etc. Millones de años de evolución les capacitan para ello.
Existen microorganismos para todo: los hay que son capaces de vivir en agua hirviendo, y los que habitan
hielo, pasando por los que existen en el interior de la corteza terrestre. Son capaces de comer petróleo,
madera, plástico, e incluso rocas sólidas.
Pero pese a todo, no siempre es fácil encontrar el organismo o célula adecuados para producir un
determinado producto. No hay problema: se crean.
Para ello la biotecnología cuenta con una poderosísima herramienta, la ingeniería genética. En muchas
ocasiones, la propia biotecnología se confunde con ella.
Productos biotecnológicos inundan nuestra vida ya. No hay que esperar al futuro. Es verdad que los más
célebres y comercializados son los que atañen a la salud: insulina, linfocinas, interferón, hormona del
crecimiento, eritropoyetina, factores de coagulación sanguínea, múltiples vacunas, antibióticos, vitaminas, etc.
Pero también hay insecticidas, combustibles renovables, cultivos resistentes, plantas y animales mejorados en
su producción, sistemas de control de la contaminación, colorantes, alimentos para ganado, etc. Y muchos
más que pronto se comercializarán. La prueba del brillante futuro que aguarda a la biotecnología es el que
empresas como Shell, Exxon, Glaxo, Standard Oil,
Unilever, y muchas otras, cuentan con su propia división biotecnológica en la que invierten grandes sumas.
¿Qué relación tiene la biotecnología y los alimentos?
Todos los alimentos que consumimos en nuestra dieta tienen un origen animal o vegetal. Una pata de pollo o
la lechuga de nuestra ensalada son alimentos que consumimos directamente, sin ningún otro proceso que no
sea la elaboración culinaria, y su origen es animal o vegetal. Pero, hay otros alimentos que, partiendo de una
primera materia de origen vegetal o animal, necesitan una transformación microbiana para generar el
producto final. En este caso seencuentran los alimentos fermentados como el yogurt o el pan. En el primer
caso, a partir de la leche, un producto de origen animal, unas bacterias producen el derivado lácteo. En el
segundo, una levadura transforma la harina de trigo, un derivado vegetal, en la producción del alimento.
Podemos llegar a la conclusión que la producción de alimentos, ya sean de consumo directo o fermentados, es
un proceso biotecnológico, ya que intervienen organismos vivos.
Después de hacer estas consideraciones, podemos definir la biotecnología de los alimentos como la parcela de
la biotecnología que se ocupa, específicamente, de los procesos agroalimentarios. Si nos atenemos a ésta
definición, el hombre ha practicado la biotecnología de los alimentos desde los inicios de la civilización.
Introducción
Dado el incremento en la población mundial, actualmente de 6 mil 477 millones de habitantes y estimada en 8
mil y 9 mil 300 millones para los años 2025 y 2050 respectivamente (PRB 2005), la producción de alimentos es
un importante reto para este siglo (Vasil 1998). El vencerlo dependerá de la capacidad para mejorar el
rendimiento y productividad de los cultivos agrícolas y desarrollar variedades mejoradas de plantas que
proporcionen alimentos de mejor calidad y productos naturales a más bajos costos.
En México, por ejemplo, a una tasa anual de crecimiento poblacional de 1.9 por ciento, se proyecta una
población de 140 millones de habitantes para el 2050, lo que representa un incremento del 30 por ciento en la
demanda de alimentos con respecto a las necesidades actuales (PRB 2005). En este sentido, la biotecnología
vegetal comienza a tener un profundo impacto y tiende a convertirse en una estrategia tecnológica en la
denominada agricultura global (Hein 1998, Stafford et al. 1986). Las herramientas de la biotecnología vegetal
han demostrado ampliamente su potencial en la comprensión de muchos aspectos bioquímicos básicos de las
plantas (Niggeweb et al. 2004, Rea 2005) y ha dado lugar a la generación de alimentos (Khush 2001) y
productos transgénicos como anticuerpos, antígenos y proteínas (Calva et al. 2002, Hellwig et al. 2004).
Durante la denominada Revolución Verde, por ejemplo, usando técnicas tradicionales de autopolinización y
polinización cruzada fue posible seleccionar especies vegetales de alta productividad, mejor crecimiento, valor
nutricional, producción de semillas y frutos de mejor calidad que las variedades silvestres y con las cuales se
revertió la deficiencia de alimentos que se presentó antes de los años sesenta del siglo pasado (Vasil 1998). No
obstante, muchas de las variedades vegetales cultivadas a gran escala obtenidas por la Revolución Verde están
cerca de sus límites biológicos y físicos de productividad, por lo que es difícil incrementar más su
productividad por técnicas tradicionales de mejoramiento.
La biotecnología vegetal que usa ingeniería genética y biología molecular para introducir genes foráneos a las
plantas es una alternativa viable para seguir incrementando su productividad.
Sin embargo, aunque las plantas transgénicas representan la alternativa más viable para satisfacer las
necesidades de alimentos para las generaciones futuras, el desconocimiento de los aspectos básicos de la
biotecnología y bioquímica vegetal ha provocado incertidumbre, polémicas y desacuerdo entre la población
general sobre las consecuencias de la liberación y uso de plantas transgénicas (Khush 2001, Taverne 2005).
Esta actitud promovida por grupos activistas pone en riesgo el éxito de la biotecnología no sólo en la
producción de alimentos sino también en las aplicaciones en el área de la salud cuando el destino de las
plantas transgénicas es la producción de substancias biológicamente activas como vacunas, proteínas,
antígenos y anticuerpos. Esperando reducir ese desconocimiento, en este trabajo se dan a conocer los
aspectos básicos del cultivo de células vegetales, centro dogmático de las técnicas de biotecnología vegetal.
La capacidad que algunos animales tienen para recuperar determinadas partes de su organismo tras una
pérdida más o menos traumática, ha atraído la atención de la Ciencia desde comienzos del siglo XX. A lo largo
de todo este tiempo, se han propuesto teorías y desarrollado conceptos que tratan de explicar cómo se
recupera una parte de un órgano o tejido e incluso una estructura compleja completa cuando se pierde por
razones diversas. En este punto es importante resaltar la diferencia entre reparación y regeneración.
La reparación es un proceso que sustituye el tejido dañado o perdido por otro que «cura», es decir, que
permite, al menos de forma parcial, la viabilidad del tejido u órgano pero no mantiene su identidad estructural
ni funcional. La reparación, así entendida, es típica en vertebrados adultos como aves ymamíferos. La
regeneración, sin embargo, supone lasustitución del tejido perdido por otro igual que conserva la estructura y
funcionalidad del original; es una característica propia de numerosos invertebrados y de algunas estructuras
de ciertos vertebrados adultos, principalmente anamniotas (peces y anfibios).
Parece evidente que a lo largo de la evolución algunos metazoos perdieron la capacidad de regenerar partes
dañadas del organismo, debiendo contentarse con repararlas. Este “obstáculo evolutivo” que impide la
regeneración tiene unas bases moleculares y celulares que son, en gran parte, desconocidas. Es por ello por lo
que muchos científicos las estudian en diversos modelos animalespara determinar su naturaleza, para
finalmente poder aplicar esos conocimientos, en un futuro, a la práctica clínica.
En los últimos años se ha realizado un gran avance en el conocimiento de los mecanismos de la regeneración,
que en ocasiones no difieren tanto de los que controlan los mecanismos de reparación en los humanos. De
hecho, existe una gran similitud entre los genes que participan en la regeneración y en la reparación, aunque
la localización de su expresión y en sus interacciones difiera en los dos fenómenos.
Precisamente debido a estos nuevos avances en el conocimiento de la regeneración, se hace necesario
reconsiderar y discutir dos conceptos esenciales.
Clásicamente, se ha considerado que la regeneración puede deberse a dos mecanismos di s t intos , la mor
falax i s y la epimor fos i s.
Denominamos epimorfosis a la restauración morfológica y funcional de una estructura anatómica perdida en
un organismo adulto mediante la formación de un blastema (Figura 1, A). Por otro lado, el término morfalaxis
implica un drástico remodelado de los tejidos preexistentes de forma que parte de los viejos tejidos se
transforman en aquellos que se han perdido. Se forma así, un organismo completo sin que exista un proceso
proliferativo, es decir, sin la formación de un blastema propiamente dicho en el fragmento no dañado (Figura
1, B). Por tanto, cuando nos referimos a la regeneración de la aleta de los peces teleósteos o de la extremidad
de los urodelos, hablamos de epimorfosis y, por el contrario, cuando nos referimos a la regeneración de la
hidra estamos en presencia de un proceso de morfalaxis.
La clave para diferenciar ambos procesos es, por tanto, la existencia del blastema, concepto directamente
relacionado con una proliferación celular activa. Podemos definir blastema como una masa de células
indiferenciadas y proliferantes que darán lugar a todos los tejidos de la estructura a regenerar. Generalmente,
resulta fácil de identificar por ser un tejido no pigmentado que se forma bajo el epitelio que cubre la herida e
identificándose en cortes histológicos por la presencia mayoritaria de estas células de morfología
indiferenciada y con alta tasa de división.
Al acuñar los términos de epimorfosis y morfalaxis se crearon fronteras conceptuales sobre el modo en que
tiene lugar la regeneración, basándose casi exclusivamente en la participación o no del denominado blastema.
Este concepto de blastema, en principio tan intuitivo, se ha vuelto más complejo en los últimos 15 años
debido a los aportes de la biología molecular. Los estudios de expresión de genes (principalmente factores de
transcripción), han llevado a la reconsideración de la terminología clásica.
Fue Morgan quien mediante estudios de regeneración en planaria a principios del siglo XX, acuñó el término
de morfalaxis (inicialmente
morfolaxis), tras la observación de la regeneración de la faringe a partir de células del «tejido viejo».
Curiosamente, la regeneración de la planaria acabó considerándose epimorfosis debido a los estudios
realizados por Kido en 1959. Este autor observó la formación de un blastema y siguiendo la definición que el
mismo Morgan estableció con claridad: «epimorfosis requiere proliferación celular para obtener el organismo
completo, con todos sus tejidos, independientemente de su tamaño, mientras que morfalaxis, no»
concluyendo que la regeneración en planaria era epimórfica.
Estas descripciones contradictorias de la regeneración de planaria muestran una visión sobre los problemas a
los que se han enfrentado los investigadores para definir el término correcto, hasta el caso de referirse como
epimorfosis a la regeneración de la hidra en el que se han observado procesos proliferativos sin la formación
de un blastema, pese a ser un organismo cuya regeneración ha sido descrita tradicionalmente como
morfaláctica (Fig.1 B) ¿Es, por tanto, la regeneración epimorfica dependiente de la participación de un
blastema o de la existencia de procesos proliferativos? Para intentar aclarar esta cuestión, Newmark y Sánchez
Alvarado, propusieron la utilización estricta de los términos clásicos referidos por Morgan, teniendo en cuenta
que no se trata de conceptos opuestos y que en la práctica pueden suceder simultáneamente. De este modo,
se aclara que no existe la morfalaxis perfecta que ocurra con una tasa de proliferación nula, sino que se trata
de una cuestión de secuencia temporal de sucesos donde primero se reconstruye el individuo completo a
partir de tejido preexistente y posteriormente tiene lugar el proceso proliferativo por el que se alcanza el
tamaño original. De igual manera, la epimorfosis no es solo un proceso proliferativo ya que la formación del
blastema no excluye una cierta remodelación de los tejidos preexistentes.
En los últimos años se han realizado nuevos estudios con el objetivo de clarificar los procesos de regeneración
a través de marcaje celular y de expresión de genes exclusivos de ciertos tejidos. Así, en la actualidad, se
considera que los procesos de regeneración epimórfica y de morfalaxis no son excluyentes, aunque sí
distinguibles por la presencia o ausencia de un blastema proliferativo. Además se estima que ambos procesos
pueden estar presentes en diferentes casos de regeneración de un mismo organismo o incluso combinarse,
como en el caso del modelo de «regeneración intercalar». Dicho modelo describe la regeneración de la faringe
de la planaria a partir de células aportadas tanto por el blastema como por células de «tejido viejo» (que no
derivan del blastema) y que redefinen su identidad para transformarse en células específicas de algunos de los
tejidos perdidos mediante un proceso de desdiferenciación. El modelo se basa en estudios realizados por este
grupo de investigación, interesado en definir si la regeneración de la planaria es un proceso epimórfico o
morfaláctico. Para ello, estudiaron la expresión el gen de la cadena pesada de la miosina, que es un marcador
específico del músculo de faringe y por lo tanto las células que la expresan forman o formarán parte de este
órgano. El resultado de sus experimentos sorprendió a los investigadores, ya que localizaron la expresión de
miosina en células del tejido original muy alejadas del blastema a partir del cual se suponen que se forman los
tejidos regenerados. Esto sugería la implicación de neoblastos (células madre en planarias) del «tejido viejo»
en la formación de tejido regenerado y por lo tanto la existencia de un proceso de morfalaxis simultáneo a la
regeneración epimórfica del blastema
(Figura 1, C). En resumen, estos experimentos demuestran que los tejidos regenerados en planaria se forman
a partir de células nuevas provenientes del blastema (epimorfosis) y de la redefinición de células preexistentes
a la amputación (morfalaxis). Las conclusiones de estos estudios acaban con la estricta separación entre
ambos mecanismos regenerativos, rompiendo las fronteras artificiales entre ambos procesos naturales.

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