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Materia: Psicología del Arte


Basado en el Teórico: 20 de
Septiembre de 2012
Profesor: Silberstein, Fernando
Tema: Pierce y la Percepión.

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Retomemos a Pierce. Estaba definiendo las tres categorías de Peirce:
Primeridad, Segundidad y Terceridad y tomado como principal característica de la
Primeridad que es dada positivamente; como característica de la Segundidad, va a decir
que es con respecto a una segunda cosa. Y habíamos tomado para tomado para definir la
tercera categoría, que era la Terceridad, la expresión de Peirce en donde él señala al
relacionar una segunda y una tercera cosa. Habíamos desarrollado el concepto de
Primeridad: meras apariencias, una primera cualidad del sentir.
En el contexto de Peirce, la Cualidad se refiere a que las primeridades son
apariencias, una mera apariencia: el color rojo, por ejemplo. La Segundidad es la
experiencia tal y como él la define, es decir: una Primeridad que entra en relación con
otra Primeridad, por ejemplo: una persona está en un globo y se identifica con la inercia
del silencio y la pasividad que aparentemente se siente en un globo y luego es
interrumpida por un silbato. Ese momento de interrupción del silbato interrumpe la
primera sensación de paz, ahí tenemos una experiencia.
La Terceridad implica una conexión mental, el ejemplo que a mí me resulta más
claro de los que expone Peirce es el hecho de que si yo dejo un panfleto sobre la mesa y
viene una persona y levanta ese panfleto, la relación que yo establezco con el panfleto
es una relación de dos, es una relación donde no existe otro elemento que se integre a la
situación de que yo tengo en la mano un papel y la dejo y otra persona la levanta, hay
una relación de dos. Sin embargo, si yo tengo un panfleto y se lo entrego al compañero
y le digo: “¡Tómalo para que lo leas, te lo regalo!”… Ahí sigue habiendo un elemento
una relación de dos pero al mismo tiempo existe un tercer elemento que es lo que
establece la propiedad el panfleto: me pertenecía a mí, yo te lo entrego, yo te cedo la
propiedad de ese papel. Entonces el hecho en sí de poseer el papel y luego entregarlo -
en este caso en lugar de en la mesa entregárselo en la mano-, existe una relación por la

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cual yo me atribuyo la propiedad de este objeto, el papel, y se la otorgo al compañero:
ahí hay un elemento tercero. Este elemento tercero, dice Peirce, implica una ley, hay un
orden jurídico que hace que el papel sea mío porque yo lo recibí o porque yo compré el
papel o alguien me lo regaló antes o lo que fuere. Existe una ley o una legalidad -para
no hacerlo tan oscuro- que es lo que hace que ese papel me pertenezca, y es con la
misma legalidad con la cual yo otorgo este papel a otro; entonces, ya no es realmente
una relación de un sujeto con un objeto sino que hay un orden externo, tercero, que
establece una relación entre la propiedad de ese papel respecto de mí o respecto de la
otra persona. Ahí dice Peirce que hay un elemento.
No es lo mismo dejar algo y que otro lo levante que establecer la existencia. No
es lo mismo que yo deje un papel sin ningún tipo de connotación a establecer una
propiedad o a establecer una relación tercera vinculada con la existencia de este papel
que tengo en mis manos. Yo tengo este papel en mis manos porque es mío, porque lo
imprimo, porque con este panfleto yo hago expresar mis ideas o lo que fuera. Entonces,
junto con la concepción, junto con tener el papel en la mano hay una relación en este
caso es una relación tercera: una relación de orden jurídico que hace que este papel me
pertenezca o lo haya robado o lo entregue en préstamo. Hay una relación entre el papel
y yo, entre el objeto y yo que habla de una dimensión tercera, esta dimensión tercera es
invisible pero en nuestro mundo esa relación tercera es fundamental, esa relación tercera
establece una relación de tipo con este mundo yo con este panfleto más allá de poseerlo
en mi mano establezco relaciones sociales que intervienen socialmente para establecer
el tipo de vinculo que yo tengo con ese objeto. Pero esas dimensiones externas, sociales,
están condensadas en ese orden jurídico y establecen en el fondo el simple hecho de
poseer un papel en la mano o poseer un objeto en la mano. Supongamos que en lugar
del panfleto yo tengo en la mano un incunable, un libro editado en la época de
Gutenberg que poseo, una joya de oro; el hecho de tener una joya en la mano no es
simplemente que yo tenga una joya de oro en la mano sino toda una serie de órdenes
terceros que establecen el tipo de vínculo que yo tengo. Lo tengo en la mano porque lo
robé, lo tengo en la mano porque me pertenece, lo tengo en la mano porque lo heredé, es
mío y no es de otro.
Les doy un ejemplo muy interesante que yo no conocía, de la historia de los
malones y de los ataques de los indios a las poblaciones de criollos. Como para los
españoles y los criollos los alcances de la Argentina antes de la Independencia existía un
orden jurídico de que si, por ejemplo, uno compraba una vaca y la hacía tener familia

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con un toro. Entonces la vaca tenía una cría y era un ganado que no se discutía en modo
alguno en términos jurídicos, no se discutía la posesión de esos animales respecto de su
dueño: aquél que había comprado los animales y los había hecho aparearse en su propio
campo. Pero para los indios no existía la idea de la sociedad del mismo modo que
existía para las organizaciones sociales españolas y criollas, no existía la idea de la
propiedad y tampoco reconocían por definición la legalidad de las sociedades criollas.
Para ellos, los animales estaban sobre una tierra que no tenía la capacidad de ser
comprable, era una tierra de tierra de todos. Entonces ellos tomaban los animales que
para ellos en su orden social les pertenecían. Es muy interesante porque desde el punto
de vista de los españoles, se robaba ganado y para los indios, se tomaba el ganado que
era propio porque no se reconoce el orden tercero de la legalidad de la sociedad criolla.
Ahí tenemos la Primeridad de signos que Peirce que tuvieron una construcción a
partir de una legalidad social y esa legalidad social es una relación invisible, en este
punto no se ve y es fundante con el tipo de relación que se tiene en este caso. Es
fundante de relación que establece la legalidad, que establece la posesión y el
aprovechamiento de esos animales respecto de ese otro orden legal, es decir, el orden
legal ideológico de los indios que establecían que esos animales en realidad no podía ser
que no fueran de nadie sino que eran de aquellos que los encontraban, digamos que
criaban en un espacio que pertenecía a todos. No existía como una propiedad de nadie
posible.
Hay un ejemplo que se vincula con esto, lo vinculo para llevar al extremo el
orden de la legalidad, que establece el tipo de vínculo que es mental y que vamos a ver
que para el caso que a nosotros nos interesa es también un orden de vínculo cultural,
social. En una ocasión, no sé en qué lugar de la Argentina, había un árbol de tiempo
inmemorial a los que llegaban las bandadas de pájaro. Desde tiempo inmemorial las
bandadas llegaban a un árbol que estaban en este lugar de la Argentina, no recuerdo el
nombre, y se posaban en este lugar desde hacia nadie puede recordar desde cuando
hacía. Resulta que ese árbol estaba ubicado frente a un restaurant que por supuesto
había llegado a ese lugar cuando el árbol ya estaba. El dueño del restaurant ponía mesas
y por algún orden urbano decide que él es el dueño del árbol y como el árbol daba al
sector de su restaurant, él tenía derecho a tirar abajo el árbol. Lo que produjo una
movilización social en ese lugar, sosteniendo que el dueño del restaurant no podía ser
dueño del árbol porque en realidad el árbol estaba desde mucho antes de que esa
persona hubiera llegado y además había un orden: en el orden animal, natural, que hacía

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que todos los pájaros se posaran allí. Habían intentado que los pájaros se posaran en
otro árbol pero iban al único árbol en todo el lugar. No conozco como terminó la
situación, no sé si gano el dueño del restaurant y tiró abajo el árbol y los pájaros no
fueron nunca más al pueblo en su migración anual o si bien mantuvo la Municipalidad
la expropiación del árbol para que pájaros pudieran estar ahí. Pero ahí tenemos el
ejemplo: el carácter que el árbol poseía representa parte de una sociedad para el señor y
en otra parte representaba para los pájaros el lugar de reposo. Vemos ahí la relatividad o
la limitación de este orden que establece una legalidad, en este caso vinculada a la
sociedad el derecho o sobre el destino del árbol.
Peirce dice que existe una propiedad o una relación que establece respecto de ese
objeto que tiene en la mano con el objeto que hemos dado como ejemplo. Esa legalidad
establece un orden tercero que al mismo tiempo define una relación. Este elemento
tercero es la Terceridad pero el ejemplo más claro no es éste, es sólo para que
comprendan la Terceridad. No solamente es una conexión mental sino que también
posee la peculiaridad de establecer un orden que redefine todas las relaciones posibles,
digamos que no existe un signo solo sino que el signo se organiza como una red, como
un sistema, y establece un cierto carácter de universalidad abierta hacia todo tipo de
relaciones; es decir, las terceridades habitan en sistemas, habitan en redes y por esa
razón la posesión de un objeto se establece sobre ordenes sociales.
Este orden de las terceridades es un orden tan absolutamente fundante en
nuestras relaciones humanas, que a pesar de ser un orden invisible es fundante del orden
de los agrupamientos que podamos tener. Y por el contrario, si yo me pusiera a observar
las hormigas en mi casa, las hormigas son una sociedad muy avanzada que
indudablemente deben tener una cultura muy particular. Yo observo las hormigas y para
mí van y vienen sin sentido, si yo fuera una hormiga que observa la especie humana
tendría la misma impresión que yo tengo de las hormigas aparentemente. Las hormigas
verían a un montón de gente que se junta y se van, no tendrían una comprensión clara de
cuál es el vinculo.
Pero en realidad, todos nuestros órdenes de vinculación están vinculados con un
elemento invisible para la hormiga: una clase; “¿qué diferencia existe?” diría la
hormiga. Las personas que están en un orden cumplen una función: un docente que
habla y los otros que escuchan, es una situación en la que nadie se queda en la instancia
terminada sin moverse sino por el contrario avanzan para salir adelante. Entonces, todos
esos órdenes que para nosotros son absolutamente esenciales en nuestro mundo y son

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tan esenciales que hacen que establezcamos una relación con la naturaleza, que está
mediada, construida sobre la base de esos signos, sobre esos órdenes sociales del signo,
están tan intensamente presentes que casi pierdo la relación con el mundo objetivo, el
mundo de objetos que me rodean. Porque el mundo de objetos que me rodean está
ligado a esta especie de orden invisible que son las relaciones que la sociedad humana y
yo -como perteneciente a la sociedad humana- establecemos respecto de los otros, el
mundo, las relaciones, los objetos.
¿Se dan cuenta hasta qué punto tiene presencia ese tipo de orden tercero en las
relaciones que establece y el modo de distribución? En este sentido, dice Peirce, “Yo
pongo el libro acá, otro lo levanta; hay una relación de dos. Pero si yo digo: `yo te
regalo´, el libro ahí tiene un orden social, un orden tercero que establece una relación
entre el libro y yo y a vos que te lo regalé”. ¿Por qué no puedo agarrar el libro y
llevármelo? Porque me lo robás, ¿qué es robar?, ¿qué diferencia hay entre sacar un libro
y robar? ¿Qué diferencia hay entre un dar o un robar? Todo se establece en un orden
legal que nos abarca y que es fundante de nuestro vínculo más allá de la posición o de la
relación que tenga con el objeto como un sistema tercero. Entonces, Peirce dice que la
Terceridad es la conexión mental y cuando habla de la conexión mental introduce el
concepto de Signo que lo define como el modo de ser. Recuerdan que en cada una de las
categorías: Primeridad, Segundidad, Terceridad, era el modo de ser de aquello que es
tal como es; el modo de ser del signo de la Terceridad es el modo de ser del Signo en la
relación tríadica entre un signo, su objeto y el interpretante que es la conexión mental. Y
agrega que es lo que hace la complejidad del concepto introduce la idea de que el
interpretante en sí mismo es un signo. Entonces, va a decir el signo que establece una
relación o mejor dicho dice lo siguiente el signo es un objeto y el objeto signo establece
una relación con su propio objeto tal como la que establece con su interpretante.
El modo de ser del signo es la relación tríadica entre el signo, el objeto y la
conexión mental. Pero para hacer las cosas más difíciles nos dice que el interpretante
puede no ser también un signo en algunas ocasiones; y dice que un tercero es aquello
que pone en relación un primero con un segundo, o sea, lo esencial de la Terceridad es
el establecimiento de la relación. Entonces, un tercero pone en relación un primero con
un primero. Hay terceros que no son necesariamente signos, que pueden ser mediados
pero que funcionan como Terceridades en un cierto contexto. El ejemplo de que un
color hace que otra cosa puesta en relación con otros colores, el ejemplo que les di es de
Hesselgren o de la Escuela de la Bauhaus, cuando al poner en relación un color con otro

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se cambia el sentido que ambas relaciones de un color con el otro perceptivamente
poseen. Este es un ejemplo de una Terceridad degenerada, ustedes van a ver en el texto
que Peirce dice Terceridades puras y degeneradas y también habla de las
degeneraciones en la Segundidad. Como nosotros no somos lógicos, no vamos a
ponernos a pensar cuáles son las degeneraciones de la idea de Terceridad, por el
contrario, vamos a usar la idea de Terceridad para otra cosa.
Entonces, el modo de ser del signo y el modo de ser del signo en la relación
tríadica entre un signo, su objeto y la conexión mental interpretante que en sí misma es
un signo. Había dicho que ese signo que es interpretante, que interpreta la relación entre
un signo y el objeto, a su vez es interpretado por otro signo. Este segundo interpretante
que interpreta el primer interpretante establece una conexión mental que interpreta el
primer interpretante respecto del objeto o respecto del signo. Y ese segundo
interpretante a su vez es interpretado por un tercer interpretante, que establece la
conexión mental de ese segundo interpretante respecto de su objeto o respecto del
primer interpretante tomado como objeto. Por esa razón cada interpretante es un signo
que a su vez establece una segunda conexión mental o una tercera, una cuarta o una
quinta que permite que el interpretante sea interpretado respecto del objeto, respecto del
otro interpretante que es tomado como objeto respecto del primero. El riesgo es creer
que el objeto existe para nosotros, estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires; en realidad el objeto ni siquiera lo hemos olido porque
nuestro sistema funciona sobre interpretantes, es decir, sobre conexiones mentales que
se siguen de nuevas conexiones mentales que se abren a nuevas conexiones mentales;
entonces nuestro problema es dónde está el objeto o qué definimos como objeto. No
hemos visto ninguna hormiga pero todos sabían de que estaba hablando cuando yo dije
“hormiga”, porque el signo “hormiga” evoca en sus cabezas el objeto hormiga.
No necesito mostrar una hormiga, ni traerles un hormiguero para que ustedes
vean las relaciones que se entretejen porque cuando yo hablo de hormigas todos evocan
la imagen mental de su propia experiencia que habla de la relación de las hormigas que
habrán visto alguna vez y establecen rápidamente la conexión con lo que pude llegar a
ser la sociedad humana. O sea que nosotros nos movemos tomando como objetos
interpretantes que son interpretados por otros interpretantes, es lo que Peirce llama
Semiosis ilimitada o cadenas de Semiosis ilimitadas. Muy de tanto en tanto nos
confrontamos con los objetos, eso sería una Primeridad; entonces nuestra dificultad
para entender está en pensar que el objeto esta en alguna parte porque el hábito mental,

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el engaño del sistema de signos es creer que en alguna parte estuvo el objeto y en
realidad está pocas veces o menos veces de lo que imaginamos que debería estar, pero
esto no forma parte de la idea de Peirce porque el objeto para nosotros está definido
como un interpretante anterior. La palabra “hormiga” representa algo, ustedes lo tienen
ya construido como signo en sus cabezas, entonces cuando yo hablo de “una hormiga”
ustedes creen que es el objeto pero no, es otro objeto. En nuestro trabajo en esta materia
vamos a ver objetos pero que son objetos extremadamente sofisticados como son las
obras de arte que son signos. En realidad, son imprescindibles para nuestro trabajo pero
al mismo tiempo podemos sobrellevarlo sin necesidad de atenernos a la presentación al
orden presente.
Peirce dice algo muy interesante: acá el más alto grado de realidad se alcanza a
través de los signos, lo que a mí me parece extraordinario. Yo veo la absoluta
externidad -que es una palabra verdaderamente correcta-, la absoluta austeridad el
absoluto orden tercero de la naturaleza y en realidad lo que dice Peirce para mí es
mucho más agudo y es: el más alto orden de comprensión de la realidad solamente se da
a través del signo que me permite comprender el orden tercero porque a través de los
signos puedo preguntarme sobre el devenir del mundo o sobre la existencia del mundo,
es entonces que yo puedo aprender a percibir. Allí puedo aprehenderlo en su absoluta
magnitud. De lo contrario, sin el orden del signo, sin este orden que me permite
comprender el mundo, yo estoy pegado al mundo, pero al mismo tiempo vivo como un
ciego. Y lo que pregunta Peirce al final de este texto es: ¿para qué sirve el signo? El
signo sirve para conocer, dice un poco más adelante: todo conocimiento, todo
pensamiento se hace en virtud del signo. Todos los conceptos son signos. Dice algo
muy interesante, las Terceridades hacen eficaz lo ineficaz ¿Qué quiere decir con “hacen
eficaz”? Recuerden que yo les había dicho que Peirce dice en el texto de que él está a
favor de inventar nuevas palabras cuando haya nuevas ideas, el ejemplo de lo
melonizado o el ejemplo de lo paralelitioso que yo ejemplifiqué con el ejemplo de un
novio paralelitoso que no es un novio latoso pero casi, es un novio que está en
condiciones de actuar pero no actúa y sin embargo tiene una cierta influencia, claro que
sí, pero no así.
Les había dicho de que él está a favor de crear nuevas palabras para nuevas ideas
en el sentido siguiente: las Terceridades hacen necesario lo que de otro modo no tendría
eficacia alguna, quiere decir que yo invento una palabra –paralelitoso- para definir una
nueva entidad, yo ahora no la necesito pero cuando me surge la necesidad de dar cuenta

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de esta situación pongo la palabra para poder pensar y transformarla o para poder
pensarla y comprenderla. Si yo no poseo la palabra, si yo no poseo la categoría que da
cuenta de esta situación, yo no me doy cuenta de que existe, el mejor ejemplo es el del
color. Hace un tiempo leí un suplemento que viene con el diario La Nación que decía
que Peirce seguramente había estudiado Antropología Filosófica y Merleau Ponty; que
son los autores que estudian ese tipo de cosas, decía que los pescadores de la zona del
norte argentino del Paraná en la zona de Corrientes, reconocen entre la gama del color
verde y el marrón alrededor de treinta cinco clases entre el marrón y el verde. Treinta y
cinco categorías de color en donde nosotros solamente tenemos dos categorías a lo
sumo tres: marrón, verde, ocre. ¿Por qué razón los pescadores de esta región reconocen
treinta y cinco colores entre el verde y el marrón? Porque en esa zona, a partir de que se
junta con el río Bermejo, hay más marrón todavía. Entonces el reconocimiento por parte
de los pescadores de esta variedad de color marrón, está basada en el hecho de que
según las aéreas de color, los pescadores encuentran sus zonas donde hay más cantidad
de peces posibles de capturar o muestra los lugares en donde los cardúmenes se ubican.
Entonces la razón por la que los pescadores reconocen estas categorías de color está en
el hecho de que eso es imprescindible para su existencia y para su salida económica.
Reconocen categorías porque son significativas para ellos, nosotros tenemos
perceptivamente todas las condiciones para poder llegar a percibir las diferencias de
color pero para nosotros no son significativas, entonces lo que nosotros vemos es
simplemente un paisaje ocre con un poco de vegetación. Un paisaje marrón no es
significativo para nosotros y el hecho de que no sea significativo para nosotros hace que
no tengamos ninguna percepción definida de esas relaciones que existen en los distintos
tipos de color. Es decir, en el sistema de signos de los pescadores estas diferencias de
color son muy importantes pero para nosotros esas diferencias son inexistentes, no las
podemos ver, no porque perceptivamente no seamos capaces de percibirlas sino porque
pasa justamente desapercibidas.
Supongamos que yo sea ordenanza de esta Facultad y tuviera como tarea limpiar
la Facultad, supongamos que tuviera un jefe -que es fundamental para que se establezca
un orden- y yo antes de empezar a trabajar de ordenanza en la Facultad, veía las paredes
blancas sin ninguna distinción, a lo sumo podría haber aéreas más sucias con un poco
más de polvo pero en realidad no tenía ninguna definición clara al respecto. Pero a partir
de este jefe tan fastidioso con la limpieza, empiezo a definir distintas modalidades de las
distintas variaciones de sucio que pueden existir en la superficie de la pared blanca.

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Como tengo este jefe tan obsesivo y tan exigente, yo tiendo a reconocer variedades de
blanco del resto de las personas para las que le son totalmente invisibles porque
depende mi trabajo, mi bienestar físico, que yo distinga esas variedades para poder
limpiarlas. Esta situación del blanco es idéntica a la distinción que establecen los
esquimales entre los blancos. Los esquimales tienen una variedad o de categorías para
distinguir el color blanco que nosotros no tenemos porque para ellos distinguir un área
del hielo firme y un área del hielo endeble significa la diferencia entre la vida y la
muerte. Los esquimales tienen una infinidad de categorías, supongamos que empiezo a
conocer esas categorías y se las enseño a ustedes, ustedes hasta el momento no veían
ninguna distinción pero la próxima vez que van a esquiar a Bariloche, gracias a saberla,
evitan la zona de potencial alud y dicen “Gracias a Psicología del Arte me he salvado
del alud”.
El conocer la categoría hace que cuando ustedes la identifican y al conocer la
categoría, cuando la necesitan la recuerdan: “¡Ese color es un poquitito más tenue! Eso
es hacer eficaz lo que de otro modo en realidad no lo sería; si yo por el contrario no
conozco las categorías del blanco, en realidad para mí todo el blanco es igual ¿cuál es la
diferencia entre una persona que canta y que estudia música y otra que canta y nunca
estudio música? A uno le parece que cuando uno canta suena igual y el otro dice: ¡Qué
desafinado!” ¿Por qué? Porque ahí hay una distinción. Solamente el orden del signo nos
hace percibir las diferencias de la realidad.
La cultura puede establecer una categoría, en este caso, una categoría de orden
cromático puede o no ponerle nombre pero tal vez establece una definición; en general,
los seres humanos nos comunicamos por lenguaje verbal, podría ser conceptual, de
igual manera concluyo la categoría de eso como un orden distinto. No es que necesite
ponerle un orden a una categoría pero de lo contrario estaría estableciendo un sinónimo,
porque si no establezco la distinción, invento la palabra como un orden separado, por
ejemplo: “Cepita”, la compañera tiene un jugo Cepita, entonces digo: “Cepita es una
marca” y establezco que Cepita es la situación de un alumno tomando jugo en la clase.
A una palabra existente le otorgo una nueva idea: tomar mate, tomar jugo, tomar vino
en clase es: “Cepita” y el verbo es cepitar y cuando algo está muy tomado, muy pasado
de mate, se dice que está cepitado; yo a una palabra existente le otorgué una nueva
categoría.
Poner nombre es reconocer la existencia de algo separado, por eso Peirce dice
que ante una nueva idea, pongamos una nueva palabra; no sé si es útil la palabra

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“melonizar”, creo que hasta ahora pobre Peirce han pasado como ciento diez años o
ciento siete años de la palabra “melonizar” y no se usa, además es difícil de recordar.
Creo que “paralelitoso” es mejor porque tiene un efecto catalizador, de todas maneras la
cualidad de paralelito no se ha incorporado en la vida cotidiana pero en algún momento
se puede decir la “paralelitosidad”.
En realidad, si yo no reconozco y separo la categoría de pensamiento nunca lo
distingo. Les voy a dar un ejemplo que es poco ortodoxo y ni siquiera sé si es
demasiado didáctico, pero va incluido con una recomendación: he observado a lo largo
de los años que las personas que tienen ideas que no escriben, creen que tienen las
mismas ideas a lo largo de los años y que siempre se las van a recordar; pero cuando la
escriben por primera vez -supónganse que tienen treinta años y la tienen desde los
veinte-, esa idea escrita por primera vez es extraordinariamente chata y banal. Está en
las personas que a los veinte tenían la idea y que la pusieron en signos por algún extraño
misterio, y el pensamiento sigue funcionando porque esa idea está en una categoría y
entonces el pensamiento sigue progresando a partir de esa idea, que a lo mejor era en
principio banal pero la progresión la hace cada vez más interesante.
Cuando se escribe muchas veces, trasladás las mismas ideas en distintos papeles
o en sucesivos ensayos de la idea, en realidad esa idea tiene una densidad a los cuarenta
años del dueño que nunca hubiera sido si a los veinte no se hubiera escrito. ¿Cuál será el
misterio? El misterio es que nosotros operamos a partir de signos y llegamos al signo
que es el pensamiento, una construcción material que es la escritura en forma de papel,
y el pensamiento sigue progresando. En cambio, esa elección psicológica: uno siempre
cree que tiene la idea en la cabeza, no es cierta porque nosotros pensamos siempre por
concepto y esas primeras ideas o pierden fuerza o se hacen corrientes y finalmente
pierden toda densidad, cuando no son escritas a tiempo. El concejo en relación con
Peirce es que cuando tengan una idea, escríbanla y déjenla a mano, entonces van a ver
después que las teorías progresan. Yo uso libreta y a veces en la libreta digo tal cosa y
después esas libretas, cuando uno las abre más tarde, dice: “Mirá cómo no se me había
ocurrido, esa idea ya la respondí”. No es que sean grandes ideas pero finalmente esas
ideas están pensando signos sobre la realidad.
Entonces el signo hace eficaz lo que de otro modo pasaría desapercibido. Hay
varios ejemplos en este sentido que son clásicos y que van a ayudar para introducir otra
idea. El hecho es que las distinciones del lenguaje que establecen las diferencias de
colores son totalmente culturales como esa diferencia del color blanco de los esquimales

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o de los pescadores de la zona de Corrientes. Por ejemplo, dentro del color, la distinción
entre el color rojo y el naranja que para nosotros corresponde a dos categorías
semánticas diferentes no existe en algunas lenguas; como por ejemplo en la lengua de
los hindúes, que distinguen solamente una categoría semántica, es decir, donde nosotros
vemos rojo y naranja como dos categorías diferentes, en la India hay una sola categoría
para abarcar ambos colores o bien donde nosotros distinguimos verde y azul, en otras
lenguas se distinguen los bretones. También los griegos distinguen diferentes categorías
a las nuestras, distinguen una sola categoría que es válida tanto para los verdes como
para los azules. Para nosotros en Argentina, la distinción entre el azul y el celeste es
sumamente enfática por el hecho de la bandera, hay otros países y otras lenguas donde
la distinción no es tan enfática como para nosotros, sencillamente porque no tienen la
definición tan clara. En fin, esas categorías de signos se definen como el sistema y
orden social: hay una especie de legalidad social que establece esta distinción. Lo
mismo sucede con los sentimientos, hay sentimientos que solamente pueden ser
expresados, por ejemplo, el sentimiento que sólo puede ser expresado en una lengua
como el sentimiento que los brasileños definen como saudade, que parece que sólo
tiene equivalencia con una palabra en romano que no conozco o no recuerdo. Saudade
es una definición de un sentimiento nostálgico y placentero, que es aparentemente muy
difícil de traducir no viviendo el sentimiento. Y en Argentina podemos vivir ese
sentimiento pero no reconociéndolo, no podemos servirnos de la palabra de la misma
manera.
¿Cuáles son las consecuencias del concepto de Terceridad en Peirce? En primer
lugar, el concepto de Terceridad me permite definir la existencia de un orden externo,
ajeno al sujeto; la mejor manera que yo tengo de explicarlo es a través de la teoría de un
psicólogo que yo nombré rápidamente al comienzo del curso, que es Piaget. Yo les
había dicho que Piaget, para estudiar el surgimiento de ciertos conceptos lógicos como
la idea de número, como la idea de espacio, decide hacerlo a través de investigaciones
sobre chicos de distintas edades. Les hace unas preguntas para llegar a conocer cómo
son las ideas que los chicos van construyendo sobre cosas abstractas, por ejemplo la
idea de dos, el tres, el cuatro. Ideas que los chicos no pueden percibir porque para ellos
el dos no existe como categoría separada, entonces hay dos mesas, cuatro sillas. ¿Qué es
lo que opina Piaget sobre las ideas abstractas? Por ejemplo si a un chico de siete u ocho
años, suponiéndo que el chico viva a tres cuadras de la escuela y a cinco cuadras de la
heladería, se le pregunta: “¿Qué queda más cerca: la escuela o la heladería?” La escuela

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que queda a tres cuadras y la heladería a cinco cuadras. Y el chico constesta: “La
heladería queda más cerca” porque no existe la idea de un espacio externo para el chico,
queda más cerca la heladería porque le gusta más ir a la heladería, entonces el tiempo de
la heladería se le hace más corto que las tres cuadras para ir a la escuela. A esta edad los
chicos no tienen idea de un espacio externo, todo está más en relación a lo que ellos
quieren. Por ejemplo, un chiquito que está aprendiendo a caminar de un año y medio, se
tropieza con una mesa o con una silla y dice: “¡Mala la silla, mala la mesa!” porque no
imagina que hay un orden externo. La mesa está en ese lugar e interrumpió su camino y
no hay reconocimiento de que hay un orden externo. Por ejemplo, hoy vine en un taxi
que hizo una maniobra trágica: un auto lo dejó encerrado cuando quería pasar, el taxista
putea al otro, no puede imaginar que en realidad el otro no está en su cabeza y no actúa
como él quiere, sino que actúa obedeciendo a un orden externo que es dar vuelta.
En esos casos, los chicos no pueden reconocer un espacio que es independiente
de su voluntad y que en algunos casos hay tres cuadras y la escuela está más cerca que
la heladería. Otro modo de razonamiento que Piaget trabaja es la situación de un chico
al que se le muestra un recipiente de lado y ancho y al mismo tiempo se le muestra otro
recipiente de ancho y largo, entonces se le muestra un conjunto de bolillas negras y
delante del chico se le pone en el recipiente bolillas negras en uno de los recipientes que
está parado de lado y después se toma las mismas bolillas y se las pasa delante del chico
a un recipiente de boca ancha y larga y se le pregunta: “¿Dónde hay más bolillas, en este
recipiente alargado o en este otro aplastado?” y el chiquito de ocho años dice en el
alargado porque no puede manejar dos sistemas de relaciones paralelas. Dice que en el
alargado porque es más alto, hay más bolillas porque el chico no tiene constancia del
mundo, no tiene la idea de que independientemente de lo que él vea, hay un orden que
es un orden externo, no hay una idea de externidad. El chico ve solamente una relación:
alargado o alto o gordo o flaco, alto o flaco; no imagina que hay una constancia, no
puede manejar los dos sistemas de referencia, si es más alto o más angosto. Como no
puede manejar dos sistemas de relaciones diferentes, no puede entender que hay un
elemento constante que es la misma cantidad de bolillas negras en uno y otro caso,
entonces el chico hace una sola relación porque para él no existe el mundo del orden
externo. Tarda mucho en el desarrollo intelectual concebir una idea abstracta, reconocer
que en realidad está más cerca la escuela a pesar de que a él no le guste tanto ir a la
escuela como a la heladería; es una proyección lo que hace de lo que le gusta y no le
gusta.

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La idea de Terceridad a lo que nos conduce es a un orden externo a nosotros, un
orden abstracto que es totalmente ajeno y que en el fondo no están fácil aprehender. En
realidad ¿qué es más corto: una clase de Psicología del Arte de una hora y media o una
charla con una amiga de tres horas? En una charla de una amiga de tres horas no existe
constancia de idea de tiempo, el tiempo está por lo que a mí más me gusta ¡No! Hay un
orden de tiempo externo del tiempo que el orden del reloj, el orden de la medición del
tiempo externo. La idea de Terceridad introduce un orden externo, otro tercero de
alteridad que me interesa puntualizar. Si la he tomado por un camino psicológico es
para que ustedes entiendan que consecuencias del conocimiento de esa Terceridad, del
sistema externo a nosotros.
Cuando yo reconozco ese orden tercero, también adquiero una situación
particular que es el modo en como yo me vinculo con el orden del mundo tercero; si yo
viviera en un orden del mundo segundo, estaría en la posición del nene que dice “¡Mala
la mesa!”, me imagino que el orden de la silla es idéntico al mío, igual que el orden de
la mesa que lo interrumpe a uno en el desarrollo del camino. Ahora, cuando yo
reconozco un orden tercero, la peculiaridad es que el mundo se convierte en un orden
absolutamente externo y yo nunca más voy a tocar el mismo objeto de la misma manera
porque antes yo me identificaba con la mesa: la mesa es igual a mí, yo no tenía
consciencia de que era algo separado de mí pero cuando yo reconozco la existencia de
un orden tercero yo nunca más toco una mesa de la misma manera porque entre la mesa
y yo en el reconocimiento del orden externo absolutamente externo, en esa quietud entre
el límite del cuerpo y el comienzo del objeto, se va a extender una pequeña separación
que va a estar siempre y que yo quiero llamar como una cajita de oxigeno, esa cajita de
oxigeno es el sentido.
Esa pequeña cajita de oxigeno que impide que yo me funda con la mesa, que yo
imagine que la mesa es una extensión mía, esa cajita de oxigeno es relación. Yo nunca
más toco fundiéndome con la mesa sino que cuando toco la mesa, toco algo suave o
toco frío o toco algo áspero, es decir un modo de relación. Una de las consecuencias del
reconocimiento del orden de Terceridad en este contexto, es un modo de vínculo con el
mundo externo que está mediado por una relación de sentido y esa relación de sentido
tiene muchas variedades tales como personas existen en el mundo.

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