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Rambur, María Lis

Ser docente hoy: Una


aproximación a las razones que
fundamentan la elección

Tesis presentada para la obtención del grado de


Licenciada en Sociología

Directora: Bonini, Elsa

Cita sugerida:
Rambur, M. (2015). Ser docente hoy: Una aproximación a las razones que fundamentan
la elección. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1164/te.1164.pdf

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Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA
TESINA

“Ser docente hoy: una


aproximación a las razones que
fundamentan la elección”

Alumna: María Lis Rambur

Legajo: 89477/2

Correo electrónico: marialis.rambur@gmail.com

Directora: Elsa Bonini

Fecha: septiembre de 2015


ABSTRACT

Los grandes cambios que atraviesa la sociedad actual repercuten en nuestro sistema

educativo, y toman forma en las instituciones y sus actores. El debilitamiento de las

instituciones clásicas, como la familia o la escuela, la producción de nuevas

subjetividades, así como también de nuevos medios de transmisión y circulación de

saberes, la falta de reconocimiento de la autoridad pedagógica, las condiciones

salariales y laborales del trabajo docente, entre tantos otros aspectos, se revelan como

caras y contracaras de la sociedad que expande la realidad de su contexto a las escuelas

y -particularmente- al ejercicio de la profesión docente.

Aún así, la cantidad de inscriptos en carreras de formación docente se ha mantenido e

incluso a aumentado en los últimos años. Ello nos conduce a cuestionarnos cuales son

las razones que en el marco de dicho contexto fundamentan la elección de la profesión

docente. El análisis de tales razones, a partir de lo expresado por estudiantes de diversas

instituciones y carreras docentes de la Ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia del

Chubut, será el objetivo principal que guía este trabajo.

La comprensión de las motivaciones que guían la elección de la docencia implicó

indagar el perfil socio-demográfico de los estudiantes, como así también analizar

aspectos referidos al proceso de formación docente, las trayectorias educativas, y las

representaciones que se tienen con respecto a la profesión.

De esta forma, se analizan una serie de variables, tanto estructurales como biográficas,

que consideramos influyen en la elección de las carreras docentes.

TÉRMINOS CLAVES: razones, carrera de formación docente, estudiantes, elección.

1
INDICE

INTRODUCCIÓN...........................................................................................................3

1. HACIA UNA CARACTERIZACIÓN DE LA DOCENCIA................................5

1.1. Recorrido histórico y concepciones de la docencia........................................6

1.2. Especificidades de las prácticas docentes......................................................11

2. LAS PRÁCTICAS DOCENTES EN EL ACTUAL CONTEXTO.....................16

2.1. Características socio-históricas actuales.......................................................17

2.2. Singularidades de las prácticas docentes en el actual contexto..................22

3. LA ELECCIÓN DE LA CARRERA DOCENTE................................................29

3.1. Delimitación de las categorías de análisis.....................................................30

3.2. Consideraciones sobre la estrategia metodológica utilizada.......................31

3.3. Análisis de los datos obtenidos.......................................................................34

CONCLUSIONES.........................................................................................................55

ANEXO...........................................................................................................................61

BIBLIOGRAFÍA...........................................................................................................65

2
INTRODUCCIÓN

El sistema educativo actual se encuentra afectado por las transformaciones sociales y las

exigencias que implica la formación de las nuevas generaciones. En un mundo cada vez

más posindustrial y posmoderno, caracterizado por el cambio acelerado, la sensación de

incertidumbre e inseguridad constante, las instituciones educativas parecen no poder ser

tan flexibles y adaptables a los cambios cada vez más repentinos.

Las transformaciones en las relaciones de autoridad y en las familias, las modificaciones

en el mercado laboral, la emergencia de nuevas subjetividades y nuevas formas de

producción y circulación de los saberes, la masificación de la escolaridad, la

fragmentación social producida por la expansión de la pobreza, la exclusión de grandes

grupos sociales son aspectos que repercuten directa o indirectamente en el ejercicio de

las prácticas docentes; modificando sus funciones y exigiéndoles nuevas obligaciones y

saberes profesionales, que implican todo un desafío para el ejercicio de la profesión.

Desde diversos ámbitos se ha calificado al trabajo docente como un trabajo de riesgo

participando de casi todos los indicadores de fatiga nerviosa que se consideran

habitualmente: sobrecarga de tareas, bajo reconocimiento social, incertidumbre respecto

a la función, falta de participación en las decisiones que le conciernen, individualismo e

impotencia (Martínez y Otros, 2006).

Sin embargo, los indicadores 1 muestran que cada vez son más los que eligen el camino

de la docencia. ¿Qué elementos confluyen en esta elección? Éste es el interrogante

nodal que guía la presente investigación.

Para dar cuenta de la pregunta en cuestión dividiremos el trabajo en tres capítulos. En el

primero de ellos haremos una breve caracterización de la docencia, a través de un

recorrido histórico desde sus inicios hasta la actualidad. En dicho recorrido

1 Relevamiento Anual 2013, DiNIECE – MECyT.

3
atravesaremos las diferentes conceptualizaciones que ésta ha ido adquiriendo a lo largo

de la historia, dejando huellas en la construcción social del concepto de profesor, en su

labor y en la constitución del habitus docente. Luego realizaremos una caracterización

de las prácticas docentes, teniendo en cuenta aquellas actividades, saberes,

conocimientos y condiciones contextuales en las que se constituye lo específico de ser

profesor.

En el segundo capítulo, comenzaremos analizando el momento histórico concreto que

atraviesa el sistema educativo en pos de las repercusiones que las transformaciones de la

vida social tienen en la vida escolar. Para dar continuidad luego, a la influencia que

estas transformaciones tienen en las prácticas docentes y el ejercicio de su labor diaria.

En el tercer capítulo abordaremos específicamente nuestra pregunta de investigación.

De esta manera, analizaremos las razones que motivan a los estudiantes de Profesorado

a elegir una carrera docente.

Para la realización de este capítulo se utilizaron cuestionarios semiestructurados, en

base a una muestra de 35 casos: alumnos y alumnas que se encuentran transcurriendo

los últimos años de su carrera de Profesorado en dos institutos de formación docente

(ISFD Nº 802 e ISFD Nº 807) y en una Universidad Nacional (UNPSJB), instituciones

situadas en la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia del Chubut.

Dentro del análisis se incluirán características sociodemograficas de los estudiantes,

como el género, la edad, la constitución familiar, la situación laboral actual, la

trayectoria educativa de sus padres, etc. Así como también dimensiones generales del

proceso formativo actual y del momento, los factores y expectativas que influyeron en

la elección de la carrera.

Finalmente, se presentarán las conclusiones a las que hemos arribado en la presente

investigación.

4
1. HACIA UNA CARACTERIZACIÓN DE LA DOCENCIA.

Caracterizar la docencia significa inmiscuirnos en un debate complejo e intrincado,

debido a que la escuela es el ámbito en que -especialmente-2 se desarrolla su quehacer

específico, que conlleva características y complejidades que hacen de esta profesión

incomparable con otras.

El concepto mismo de maestro-profesor3 está atravesado por múltiples contradicciones,

y varía de acuerdo al paradigma dominante de la época histórica que se trate. Se

entenderá aquí este proceso como parte de una lucha en la que intervienen

argumentaciones, conceptos intereses y posiciones de poder, lucha en la que, como

afirma Tenti Fanfani (1988) la convivencia contradictoria de elementos distintos es

precisamente la particularidad del oficio de enseñar.

A su vez, una serie de características - la expansión de los sistemas escolares y al acceso

a sectores sociales cada vez mayores y más heterogéneos, frente a una cultura escolar

homogeneizadora; la extensión de las funciones que cumple la escolarización, la

indefinición de los conocimientos que debe fundamentar la profesionalidad de los

docentes, el carácter institucional de sus papeles de trabajo, y los múltiples contextos de

2 Es necesario en este sentido realizar dos aclaraciones. En primer lugar, este trabajo de
investigación está centrado mayoritariamente en estudiantes de profesorado de nivel primario y
nivel medio; razón por la cual, el ámbito con el que más se asocia a los docentes en este trabajo
será la escuela. En segundo lugar, aún sabiendo que la imagen popular del trabajo de los
profesores radica en el que se realiza en las escuelas, dentro del aula, no desestimamos aquí que
su trabajo encierra muchos otros aspectos que van más allá del aula (reuniones, planificación de
clases, entregas de informes, corrección de trabajos, investigación, etc.) y que han ido cobrando
importancia en los últimos años, se han hecho mucho más complejos, numerosos y
significativos.

3 De acuerdo a la Ley de Educación Nacional N° 26.206, resolución CFE Nº74/08, Capítulo VI


(Titulaciones para las carreras de Formación Docente), se establece que: “Para la titulación de
la docencia en cualquiera de los niveles del sistema educativo nacional se utilizará la
denominación de “Profesor/a de…” (p. 2), razón por la cual con la categoría de “profesores”, se
pretenden nombrar en este estudio, todos los niveles educativos.

5
sus prácticas, - obstaculizan la identificación precisa de las funciones y características

que definen y especifican el quehacer docente.

1.1. Recorrido histórico y concepciones de la docencia.

La labor docente ha ido adquiriendo a lo largo de la historia límites difusos, que

atraviesan los caminos de la vocación, el trabajo, la profesión y el oficio.

Debemos tener presente que el concepto en sí mismo, ira asociado a la función que en

cada época histórica se quiere que el profesor cumpla en el sistema educativo y en la

sociedad. En este sentido, las características que deben fundamentar y articular la

profesionalidad docente están relacionadas con determinadas categorías sociales que

van forjando la construcción social del concepto de profesor y dejan huellas en la

constitución del habitus docente.

En los tiempos de construcción del Estado-nación el magisterio se estableció en la

articulación compleja entre lo moral, lo vocacional y la misión de funcionario de

Estado. Esta función se corresponde con la misión “civilizadora” asignada a la

institución escolar, y con una tradición pedagógica, que Adriana Puiggrós (En: Dussel,

2005), denomina normalizadora, conformada por pedagogos laicos y católicos

argentinos que impusieron el modelo pedagógico de la instrucción pública en la cual, el

educador debía “normalizar”, imponiendo a la plebe una cultura civilizadora. Se

establece, a través de esta regulación un lugar redentor para el docente: el de

proporcionar la salvación a los “bárbaros” y transformarlos en ciudadanos de la nación.

De esta manera, el magisterio se define, en sus inicios, como una misión o sacerdocio,

práctica que requiere no tanto de un saber como de una serie de cualidades ético-

morales. Entre ellas, una de las más importantes es la vocación, especie de disposición

innata. “El maestro debe ser guía y ejemplo moral para sus alumnos, tener vocación de

servicio (casi un sacerdocio)” (Dussel, 2005:11).


6
Sin embargo, esta forma de configuración de las relaciones pedagógicas entró en

profunda crisis en los años '60, de la mano de un contexto social y cultural en el que se

comenzó a valorar lo nuevo, lo innovador y el cambio permanente (Dussel, 2005). La

nueva tradición pedagógica apunta a un docente no directivo, que comunica, un

profesional reflexivo, un facilitador/ mediador que debe priorizar el contacto con los

alumnos, la promoción de los procesos de aprendizaje, la relación menos jerárquica con

las familias, la flexibilidad disciplinaria, entre otros aspectos.

El concepto del docente como trabajador asalariado se establece en nuestro país en un

contexto de consolidación -entre 1940 y mediados de la década de 1970- de un régimen

social de acumulación, un período de fuerte movilidad social y particular expansión de

los sectores medios acompañados de un constante proceso de salarización. El Estado

privilegió la planificación centralizada de las políticas para garantizar la racionalidad y

eficacia del proceso. De esta manera, la educación debía atender los requerimientos del

desarrollo económico a través de la formación de recursos humanos calificados para el

trabajo; y el Estado, por tanto, planificar y tecnificar la tarea de enseñar a través de una

división del trabajo más eficiente (Birgin, 1999).

En este contexto se pautaron las habilidades docentes requeridas, así como la formación

y perfeccionamiento en dichas competencias, se reguló el trabajo docente restringiendo

la participación de los que enseñaban en la concepción y planificación del sistema

educativo, y se afianzó el sistema de control burocrático sobre las escuelas.

Diremos entonces que la condición de trabajador del docente se estableció de la mano

del proceso de consolidación de la sociedad salarial, en base a un modelo tecnocrático-

eficientista en el cual, la ideología del profesorado como vocación innata entra en

contradicción con las demandas de “cientifización” del oficio docente, que lo convierte

parcialmente en oficio aprendido (Gimeno, 1988). Es así como bajo la influencia de la

7
perspectiva racionalista, se visualiza al maestro como un técnico eficaz que debe lograr

objetivos de instrucción a partir de una serie de medios y recursos. La imagen del

profesor es la de un experto que domina una actividad práctica a partir de un cúmulo de

conocimientos científicos4.

Hemos hecho mención hasta aquí de las categorías del docente -y su labor- en términos

de vocación y trabajo. También se considera a la docencia una profesión. Nos

detendremos ahora en la categoría profesional del docente.

El concepto de profesión es un concepto socialmente construido, que varía de acuerdo a

las condiciones sociales e históricas en que se emplea. Las profesiones son legitimadas

por el contexto social en que se desarrollan, por lo tanto, dicho concepto solo puede ser

entendido en el marco socio-cultural e ideológico que regula las prácticas docentes.

Comúnmente, cuando se piensa en la palabra “profesión”, se tienen en mente una serie

de características según las cuales se configura dicho concepto, y consecuentemente,

quiénes son merecedores de la denominación “profesional”. Podríamos decir que resulta

aceptable referirse al trabajo docente como una profesión: supone un área de

conocimiento definida, una preparación especializada, normativas acerca de la actividad

diaria, el respeto de un código ético. Sin embargo, otros elementos nos invitan a

formular dudas sobre el grado en el que esta actividad reúne una serie de características

que permitan considerarla como una profesión en el sentido estricto del término.5

4 Aún así, lo que definía a la práctica pedagógica como científica, no era tanto el saber
acumulado por las ciencias en general, sino más bien el método de enseñanza utilizado.

5 Para Gimeno Sacristán, estos elementos llevan a considerar la docencia como una
semiprofesión. En primer lugar, porque existe una elaboración y reelaboración del proceso que
constituye y da forma a la profesión. En segundo lugar, porque depende de la definición de
metas del sistema educativo, sujeto a procesos de cambio constantes. En tercer lugar, porque
posee una diversidad de conceptos legitimadores sobre los que versa una gran polémica e
indefinición. Finalmente, -y fundamentalmente- por la intensificación y proletarización que
atraviesa el trabajo docente en el actual contexto. (Gimeno, 1997)

8
Ahora bien, lo que se considera que es una profesión y cómo se representa socialmente,

o cómo se han construido históricamente las condiciones de trabajo y las imágenes

públicas respecto a las mismas, responde a una dinámica compleja que no puede quedar

explicada solamente por una colección de características. A lo cual, debemos agregar

que a diferencia de lo que ocurre en otras profesiones, en el campo de la docencia, los

requisitos de “profesionalidad” son múltiples y varían significativamente. Entonces,

parece simplista tratar de identificar si la docencia es o no es una profesión, solamente a

partir de elementos que ya han sido seleccionados a priori tomando como referencia

profesiones que nada tienen que ver con el quehacer docente.

Por lo tanto, aún sabiendo la complejidad y diversidad de facetas que abarca la

discusión, se sostendrá aquí, que la docencia es una profesión.

En este sentido, resulta interesante traer a colación la postura de Henry Giroux, quien en

pos de redimensionar la concepción profesional del docente, plantea potenciar el

aspecto intelectual de la tarea, para que éste asuma todo su potencial como académico y

profesional activo y reflexivo, por oposición a una tarea puramente instrumental o

técnica, donde la profesionalidad del docente queda solo definida a partir de la

capacidad de generar conocimiento y habilidades en sus alumnos. (Giroux, 1988)

Pero además el docente deberá asumir la función social -en términos políticos y

normativos- que caracteriza su trabajo. Nos referimos aquí al hecho de que las escuelas

y los espacios en general en los que el docente desarrolla su trabajo no son lugares

neutrales, que se limitan a la transmisión de conocimientos y valores objetivamente. Por

el contrario, son espacios de lucha, confrontación y poder y como tales sirven para

legitimar ciertos valores, conocimientos, relaciones, ideologías, etc.

Desde esta concepción, se busca repensar la naturaleza del trabajo docente, y

desentrañar el papel que desempeñan los profesores en la producción y legitimación de

9
diversos intereses políticos, económicos y sociales a través de las pedagogías en que

ellos mismos sustentan sus prácticas, y en la configuración de los objetivos y las

condiciones de la enseñanza escolar.

En esta nueva imagen del profesional de la educación aparece también el ideal de un

profesor reflexivo. Donald Schön es quien realiza el originario aporte sobre el

denominado profesional reflexivo, y entiende que la formación no puede basarse

solamente en una formación científico-técnica, sino que debe partir de la práctica,

situada en el centro del proceso de aprendizaje, para aunar la teoría a esta práctica de

forma significativa a posteriori. (Schön, 1988)

Para concluir este recorrido acerca de las concepciones sobre la docencia, nos

detendremos en la noción “oficiosa” de la profesión. Hablar de oficio, significa hablar

de saber hacer o producir algo en particular, producción que en el caso de la enseñanza,

está relacionada con el accionar sobre otros. La dimensión oculta del oficio, que se

constata cuando se produce la transformación de una persona en el acto de enseñar,

otorga sentido a la práctica docente. (Alliaud y Antelo, 2009). La manera en que cada

docente hace su trabajo, - el oficio- involucra entonces los logros obtenidos como fruto

de su labor, los cuales le otorgan sentido e identidad a la profesión.

Este accionar sobre un otro, incluye un componente vocacional conformado por una

serie de principios y valores que le añaden a la actividad un toque de realización

individual; así como de elementos afectivos, que construyen el rasgo vincular, relacional

del oficio.

Pero además, en el escenario actual de resquebrajamiento de los pilares que sostenían la

institución escolar moderna, la concepción de la docencia como un oficio, da cuenta del

carácter experimental de poner a prueba una y otra vez, las estrategias utilizadas,

experimento que involucra un procedimiento y -sobre todo- el resultado del mismo. Ese

10
resultado, “es la constatación de lo hecho o producido, como producto del propio

trabajo, es lo que asegura no solo confianza y autoridad hacia la figura del docente,

sino identidad profesional”. (Alliaud y Antelo, 2009: 92)

1.2. Especificidades de las prácticas docentes.

Intentaremos examinar en este apartado, algunas de las características de las prácticas

docentes. Para ello, indagaremos el conjunto de aquellas actividades, saberes,

conocimientos y condiciones contextuales en las que se constituye lo específico de ser

profesor.

Ahora bien, ¿de qué hablamos cuando hablamos de “prácticas docentes”?. Retomo aquí

la definición que realiza Achilli. “La práctica docente alude a una práctica

desarrollada por sujetos cuyo campo identitario se construye alrededor de los procesos

fundantes del quehacer educativo como son los procesos de enseñanza y aprendizajes”.

(Achilli, 2008: 23)

Cuando Achili define aquella práctica que se realiza en el contexto áulico, caracterizada

por la tríada docente-alumno-conocimiento, está haciendo alusión a lo que ella llama la

practica pedagógica. Pero la práctica docente, trasciende a esta última, ya que implica

además todo un conjunto de actividades, interacciones, relaciones que configuran el

campo laboral del profesor en determinadas condiciones institucionales y

sociohistóricas.

Este conjunto de actividades, interacciones y relaciones tienen una doble

caracterización: en tanto constituyen una práctica social institucionalizada y

multicontextualizada. (Gimeno, 1988)

Que la práctica docente este institucionalizada significa que depende de una sociedad,

de determinados intereses, de una organización escolar que a su vez, es controlada y


11
afectada por regulaciones diversas asentadas en una larga tradición histórica. Significa

que como afirma Davini la educación es un asunto público;

La educación es una cosa pública, se desarrolla en instituciones especialmente creadas que, a

pesar de las contradicciones que las sostienen, han sido y son una conquista de las sociedades

democráticas, y producen importantes efectos que también poseen naturaleza pública. (Davini,

1995: 72-73)

Es por ello que, hay quienes alegan, como Gimeno Sacristán que el perfil

“institucionalizado” de las prácticas, pone a veces en cuestión la autonomía de los

profesores, en tanto y en cuanto, éste debe compartir las decisiones acerca de las

condiciones de enseñanza y las formas metodológicas de desarrollarla, con agentes

diversos: editoriales, administración educativa, psicólogos, organización de los centros

escolares, etc. (Gimeno, 1988)

Por su parte, los contextos múltiples y anidados en los que se enmarcan las prácticas

docentes son los siguientes: el microcontexto determinado por las tareas escolares; el

ambiente áulico; el centro escolar que abarca los aspectos organizativos e

institucionales, y enmarca a su vez, a los dos anteriores; y finalmente, el contexto del

sistema institucional que gobierna la educación. Todos ellos dependiendo del


6
macrocontexto social exterior (Gimeno, 1988). El análisis de estos contextos es de

suma importancia si queremos caracterizar las prácticas docentes, ya que los profesores

elaboran y modifican su profesionalidad dentro de esas condiciones contextuales.

A las características mencionadas anteriormente, se suman una serie de rasgos

particulares que hacen aún más difícil la tarea de descifrar lo específico de ser profesor.
6 El análisis de los contextos en que se desarrollan las prácticas permite pensar las situaciones
educativas como unidades de análisis enmarcadas en una serie de relaciones que establecen
entre sí elementos personales, sociales, curriculares, materiales, organizativos y sociopolíticos.

12
En primer lugar, la multiplicidad de tareas o actividades que desbordan la actividad de

la enseñanza -y en muchos casos actúan en forma simultánea-; y la multiplicidad de

dimensiones que atraviesa la acción educativa. En segundo lugar, la inmediatez de la

práctica de enseñanza, es decir, la rapidez con la que se producen los acontecimientos,

y la diversidad de factores que la condicionan. Finalmente, la implicación personal y el

posicionamiento ético que requiere un componente afectivo y una actitud de escucha

por parte del docente.

Debemos decir, que además de las características mencionadas anteriormente, las

practicas docentes, se encuentran condicionadas por ciertos esquemas de

comportamiento profesional que la estructuran, combinando aspectos implícitos y

explícitos. Se trata del “saber hacer” profesional -saberes prácticos (Gimeno, 1988)-,

que se relacionan con la forma en que el docente desarrolla su práctica escolar a partir

de ciertos modelos de actividades o tareas ligadas a un determinado contenido

curricular.

Es en base a estos saberes que los profesores toman las decisiones diarias que plantea

una situación de enseñanza, regulando su propia acción.

Los esquemas prácticos, o si queremos los saberes prácticos de los profesores van ligados al

curriculum que imparte; y llevan una serie de esquemas teóricos, idiosincráticos, a veces para

cada profesor, o semejantes en la medida en que participan de una misma cultura profesional,

que actúan de genuinos apoyos racionalizadores de la práctica, pues son las explicaciones que

los profesores tienen para sus propias actividades e iniciativas. (Gimeno, 1988: 136)

Flavia Terigi caracteriza estos saberes docentes en relación con algunos rasgos

particulares: no son fácilmente verbalizables, pueden encontrarse en su práctica sin que

el docente perciba que los posee, abarcan solo las características notables, son poco

13
complejos y económicos, se caracterizan por la relativa certeza de sus afirmaciones, y

por último: funcionan como el marco de inclusión de los nuevos discursos pedagógicos

y curriculares. (Terigi, 2012)

Ahora bien, un “esquema practico” no es un modelo que se aplica de forma automática

y mecánica; sino que debe ser flexible para poder adaptarlo a situaciones y actores

diversos. Ello implica que el docente tiene la posibilidad de apelar a un tipo de

conocimiento pedagógico, que trasladado a la práctica, permite diseñar esquemas de

actuación ensamblados con ciertos esquemas teóricos idiosincráticos del profesor.

No todas las decisiones que se toman tanto dentro, como fuera del aula son actos

elaborados racionalmente. Sin embargo, resaltar los conocimientos tácitos que guían la

práctica docente, no significa que no se tenga aquí en consideración que también existen

aspectos explícitos y propositivos que subyacen a la tarea de enseñar.

Convendría preguntarnos, ya finalizando este apartado, como se adquieren estos saberes

prácticos con los que los docentes modelan sus prácticas de acción y pensamiento,

desarrollan formas de interacción social y aprenden estrategias de acción técnico-

profesionales.

María Cristina Davini (1995), identifica tres fases y ámbitos principales para la

formación de los docentes: el más comúnmente referenciado es aquel que está

relacionado con la preparación inicial. La formación de los docentes se realiza en una

multiplicidad de instituciones de diferente dependencia institucional y que utilizan

planes variados.

Sin embargo, la caracterización que realiza Davini -y muchos otros autores- sobre la

formación docente, va aún más allá de la formación inicial.

La institución escolar tiene un peso por lo menos equivalente al de la formación de grado de los

docentes. La escuela y su organización formal e informal se presentan al docente como una

14
realidad ya hecha”. Aunque no se la visualiza como una realidad inmutable, el docente aprende

lo que en la escuela se hace, se usa o se valora”. (Davini, 1995: 94)

El impacto que genera en el docente, el contacto con el ambiente escolar, hace que éste

aprenda cuestiones que enmarcan su acción profesional: formas de enseñanza

transmitidas informalmente por otros docentes, estrategias de control, evaluación y

manejo de grupos; formas de interacción, rutinas y rituales escolares; distribución de los

tiempos y espacios; estrategias para construir su propia carrera docente, sus condiciones

de trabajo y su manera de relacionarse con el conocimiento, etc.

No obstante, el contacto con el ambiente escolar no solo se produce en la fase de

socialización profesional, sino que además se fundamenta en la biografía escolar de los

estudiantes. Las experiencias vivenciadas como alumno, producto de la trayectoria

anterior a su ingreso a las instituciones de formación inicial, orientan la futura práctica

docente, internalizando ciertos “modelos” que estructuran, a su vez, los modos de

pensar, y de actuar garantizando la regularidad y continuidad de las practicas en el

tiempo.

Teniendo en cuenta esta caracterización, podemos decir que el ámbito escolar constituye

un poder socializador desde sus inicios. La permanencia cotidiana en dicho ámbito

durante varios años, representa una experiencia social que moldea los aprendizajes,

comportamientos, los modos de pensar y valorar de los alumnos (futuros docentes); así

como también los aprendizajes de los propios profesores que atraviesan su proceso de

socialización profesional en el ámbito de trabajo, fuente de muchos de sus “saberes

prácticos”.

15
2. LAS PRÁCTICAS DOCENTES EN EL ACTUAL CONTEXTO.

Los cambios que se dan en la estructura social se manifiestan en las prácticas educativas

y toman forma en sus actores, por lo tanto, no podemos hablar de la docencia sin

considerar lo que sucede fuera de las aulas y de las instituciones educativas.

Resulta imprescindible a los fines de este análisis contextualizar las prácticas; es decir:

referenciar el momento histórico concreto que atraviesan y la realidad del sistema

escolar en que tiene que actuar el docente.

Como se mencionó en el primer capítulo de este trabajo, el mandato “educativo-

civilizador”, honraba la contribución de los maestros al nuevo orden social y los

amparaba y reconocía -en base a la misión que el Estado les asignaba- como los

personajes “legítimamente” abalados para desarrollar la tarea de educar, difundir la

cultura, la instrucción y los buenos modales entre las nuevas generaciones. (Dussel,

2005)

La coyuntura actual es diferente. El debilitamiento de instituciones clásicas como el

Estado-Nación, la familia o la escuela; la reconfiguración de las identidades

individuales y colectivas así como la producción de nuevas subjetividades; la

proliferación de nuevos medios de información, transmisión y circulación de saberes, la

masificación de la escolaridad, la fragmentación social producida por la expansión de la

pobreza, la exclusión de grandes grupos sociales, son algunas de las características que

tienen las nuevas formas de habitar el mundo. Estos cambios ocasionan ciertos

desfasajes con las condiciones sociales e históricas en que se ejercía la docencia en sus

inicios.

Analizaremos en este capítulo algunas de las repercusiones que tienen las

transformaciones de la vida social en la vida escolar; debido a las interacciones cada vez

16
más complejas entre escuela y sociedad, y sobre todo la influencia de estas

transformaciones en las prácticas docentes. Finalmente, haremos mención a la

intensificación y proletarización que atraviesa la profesión docente.

2.1. Características socio-históricas actuales.

Planteamos como punto de partida, que estamos viviendo un profundo proceso de

transformación social. Intentaremos en este apartado, describir algunos de los rasgos

que moldean nuestra sociedad actual.

“Sociedad de la información”, “sociedad poscapitalista”, “sociedad post-industrial”,

“modernidad líquida”, son algunas de las expresiones que solemos escuchar ante la

aparición de nuevas formas de organización social, económica y política caracterizadas

por la velocidad de los intercambios, la fluidez y flexibilidad como valores reinantes, y

la incertidumbre como eje central de nuestras vidas.

Juan Carlos Tedesco (2000), plantea que se trata de una crisis estructural en la cual las

dificultades de funcionamiento se producen en simultaneidad en: las instituciones

responsables de la cohesión social –sobre todo en el Estado-, en las relaciones entre

economía y sociedad, - producto de lo que muchos autores denominan la crisis del

trabajo-, y en los modos a través de los cuales se forman las identidades individuales y

colectivas, que aquí llamaremos -siguiendo el análisis de Tedesco-“crisis del sujeto”.

En relación con las instituciones, hoy muchas de ellas parecen estar en crisis.

Todas las grandes instituciones clásicas- la escuela, la familia, la

iglesia, la empresa, los partidos políticos, los sindicatos-, que

moldeaban la personalidad de los individuos, construían

subjetividades y determinaban las prácticas sociales, han perdido el

17
poder de hacerlo. Para Dubet (2006) esta crisis no es sólo una

dificultad de adaptación a un entorno en movimiento, sino que es una

crisis del propio proceso de socialización; “una crisis inscrita en una

mutación profunda del trabajo sobre el otro”. (Dubet, 2006: 41). Por

eso, el autor afirma que esta transformación, está ligada a las nuevas

formas de habitar el mundo que acarrea la “nueva modernidad”, y

trastocan el ordenamiento simbólico de la socialización, de la

formación de los individuos, y, por consiguiente, de la manera de

instituir a los actores sociales y a los sujetos.

El programa institucional 7 de la modernidad se caracterizaba por adoptar un conjunto

de principios y de valores tenidos por sagrados, indiscutibles dentro del marco de la

institución; ejemplos de ellos son los valores de la Razón, los de la nación, los del

progreso y la ciencia. Conjunto de principios sagrados, homogéneos y trascendentes que

se imponen a todos. Las instituciones que abanderaban dichos valores

eran las que formaban la subjetividad de los individuos y mantenían

la adhesión a principios fundamentales percibidos como “superiores”

a los individuos mismos. (Dubet, 2006)

Una de estas instituciones que ha perdido su lugar como actor

principal en la construcción de las subjetividades es la familia. La

incorporación de la mujer al mercado de trabajo, la disociación entre

los vínculos de pareja, por un lado, y de padre-madre e hijo/a, por

7 Siguiendo el análisis de Dubet se entiende a la institución en base a la función de instituir y de


socializar. “La institución es definida entonces por su capacidad de hacer advenir un orden simbólico y de
formar un tipo de sujeto ligado a este orden, de instituirlo. En este sentido, la Iglesia, la Escuela, la
Familia o la Justicia son instituciones porque inscriben un orden simbólico y una cultura en la
subjetividad de los individuos, porque “institucionalizan” valores, símbolos, porque “instituyen” una
naturaleza social en la naturaleza “natural” de los individuos. Según esta acepción, la noción de
institución no designa solamente un tipo de aparato o de organización, sino que también caracteriza un
tipo específico de socialización y de trabajo sobre el otro”. (Dubet, 2006)

18
otro, la desinstitucionalización, y la cuestión social contemporánea,

ha modificado el papel de la familia como constructora de

subjetividad. (Tiramonti, 2009)

La “nueva modernidad” hace declinar este programa institucional, y rompe la

identificación con aquellos valores sagrados. Aun así, el declive del

programa institucional no significa, la muerte o inutilidad de las

instituciones, sino más bien, la transformación de éstas frente a un

mundo más moderno, más desencantado, más democrático y más

individualista que hace que la escuela, el hospital, la justicia, el ejército

pierdan “su grandiosidad” y sus protecciones (Dubet; 2006).

Si hay algo que no podemos dejar de mencionar dentro de este

proceso de crisis en las instituciones clásicas de la modernidad, son

los cambios vinculados con el avance de los procesos de globalización

sobre el espacio del Estado-Nación.

Los Estados nacionales están perdiendo control sobre el desarrollo de

sus actividades económicas, y la definición de sus políticas

monetarias, su presupuesto, recaudación de impuestos y la

satisfacción de necesidades sociales de su población. De manera

creciente, las funciones dominantes de producción operan a escala

planetaria y están controladas por un número menor de

organizaciones que compiten a nivel mundial. (Palamidessi, 2006)

Aunque no dejan de ser actores muy influyentes, los Estados pierden

-no todos, ni en la misma magnitud- parte de su potestad de orientar

y dirigir las sociedades, ya que cada vez es mayor la influencia de los

grandes grupos económicos, los organismos internacionales y otras

19
redes de organizaciones de la sociedad civil transnacional. Asistimos

así al debilitamiento del Estado capaz de garantizar un conjunto

coherente de protecciones en el marco geográfico y simbólico de la

nación, porque ya no conserva el control de los principales

parámetros económicos.

Dentro de esas protecciones, resulta de suma importancia el debilitamiento del Estado

como “defensor” de los intereses de los trabajadores asalariados.

El hecho es que la “relación salarial”, que había consolidado el capitalismo industrial

entra en crisis, y con ella todo un estatuto colectivo que inscribía al trabajador en

regímenes generales, convenciones colectivas, regulaciones públicas del derecho del

trabajo y de la protección social. Esta uniformidad de derechos que se reconocía a los

asalariados por medio del trabajo, pasó a ser constitutiva de la identidad social de los

trabajadores. (Castel, 1999)

Durante décadas, las identidades se alimentaron de representaciones sociales en torno al

trabajo, que le otorgaron al empleo la función de conformar y fortalecer solidaridades

colectivas: ser el “soporte” 8 cotidiano del vínculo social. “El trabajo ocupó un lugar

central como base para el reconocimiento social y de las protecciones contra la

inseguridad y la desgracia”. (Castel, 1999: 403)

Sin embargo, estos cimientos sobre los que podía descansar la identidad del hombre

moderno serían socavados a medida que avanzaba el capitalismo, cambiaba de

naturaleza al entrar en la era del consumo de masas y, más adelante, en la del

capitalismo transnacional y la producción flexible o post-fordista.

La consideración del trabajo como principal mecanismo de integración social, a través

del cual los sujetos obtienen su lugar como actores sociales, se ha ido modificando,
8 La posibilidad de poder realizarse como un individuo libre, responsable y capaz de conducirse
como un actor social autónomo e independiente, implica en el mundo moderno, la capacidad de
construir ciertos “soportes”, que lógicamente no están al alcance de todos. (Castel, 2010)

20
dejando como correlato la producción de nuevas subjetividades y por ende, nuevas

formas de ser “actor social”.

Los procesos de deterioro de los mercados laborales han generado la ruptura de los

mecanismos de socialización laboral, así como los cambios en las representaciones

acerca del trabajo, -particularmente por parte de los jóvenes-; lo cual conduce a muchos

de ellos, (sobre todo aquellos provenientes de hogares pobres), a considerar

improductiva la finalización de la escolaridad obligatoria, ya que ven que su esfuerzo

educativo está lejos de significar acceso a mayores oportunidades laborales. Por

consiguiente, el proceso de transición entre la educación y el trabajo esta signado por la

diversidad, la inestabilidad y la precariedad de las experiencias laborales.

En este contexto, y en relación a lo que llamamos la “crisis del

sujeto”, los actores se vuelven responsables de su propia

socialización, en la medida en que deben hacer por sí mismos lo que

la institución hacía por ellos.

De este modo, la socialización institucional ya no depende

fundamentalmente del aprendizaje de los roles sociales, de los alumnos, de

los maestros, de los enfermos, de los médicos: porque estos roles no

cristalizan la totalidad de la institución, o, por decirlo de otra manera, porque

estos roles se fraccionan y tienen que ser habitados por la persona mientras

que se esperaría más bien que el rol constituyese a esta persona. (Dubet,

2006: 61)

La falta de estructuras dadoras de sentido, producto de la crisis de las instituciones

clásicas, le aporta a Robert Castel (1999) los fundamentos para afirmar la existencia de

una desafiliación del sujeto con respecto a ciertas instancias sociales; que si bien no

21
conduce a la ausencia de vínculos entre los individuos, si provoca la falta de proyectos a

través de los cuales esos vínculos adquieran sentido.

Al individuo se le da la posibilidad de conducirse como un sujeto independiente y

responsable; sin embargo, poder lograrlo conlleva cada vez más desafíos. Si bien

vivimos en una “sociedad de los individuos” (Elias, 1991), resulta que convertirse en

individuo libre, responsable y autónomo, capaz de recrear continuamente su propia

existencia, no es un trabajo fácil, ya que no todos los individuos están respaldados de la

misma manera, no todos tienen los mismos “soportes” para autodiseñarse y competir

satisfactoriamente en estas nuevas condiciones.

Mientras para ciertos grupos se crean y expanden posibilidades, otros pierden sus lazos

de pertenencia con los mercados de trabajo formales, y los sistemas públicos de

protección, y son confinados a lazos comunitarios o locales, generando una enorme

pérdida de vínculo y pertenencia social con entramados sociales más amplios y

complejos. La ruptura de los vínculos tradicionales de solidaridad provoca, como

correlato, nuevas formas de exclusión y marginalidad.

Las profundas transformaciones que ha sufrido nuestro país -particularmente en la

década del ´80 y ´90- tanto en su estructura económica y social, como en la articulación

entre estado, mercado y sociedad, impusieron cambios en los modos de interacción y los

modelos de socialización entre los diferentes sectores sociales.

Dichos cambios traen aparejado un proceso de fragmentación social, que refleja la

configuración de la sociedad a partir de “modos segregados de prácticas sociales”. De

esta forma, la fragmentación construye una distancia social entre quienes habitan los

diferentes fragmentos. Distancia ésta, expresada en términos de fronteras entre mundos

culturales distintos -que difieren entre sí en virtud de valores, expectativas y modos de

vida- y marcan la pertenencia o la ajenidad y “extrañamiento cultural”. Desde este punto

22
de vista, la fragmentación es una forma de organización del espacio, que resulta de

prácticas sociales segregativas que construyen mundos diferentes para grupos

diferentes. (Tiramonti, 2009)

En este sentido, el sistema educativo argentino, sostuvo -y sigue sosteniendo- formas de

integración escolar diferenciada que perpetuaban las disparidades sociales, olvidando

bajo la retorica del “ethos igualitarista”, que no todos tenemos el mismo acceso a los

bienes tanto materiales, como culturales.

2.2. Singularidades de las prácticas docentes en el actual contexto.

Veamos ahora cuales pueden ser las repercusiones que tienen los cambios en la

estructura social en las prácticas educativas; y como los docentes se enfrentan a las

transformaciones que ponen en crisis los viejos dispositivos que organizaban la vida de

las instituciones escolares.

La escuela fue pensada como institución central para la instauración y

consolidación del “nuevo orden social”. Frente a un mundo que se

encontraba “fuera” de la escuela, y se percibía como una amenaza,

un peligro, la única salvación era “estar adentro”.

Pero hoy, cuando el declive de las instituciones fuertes borra las

fronteras entre el adentro y el afuera, ya no podemos pensar la

escuela como un espacio cerrado, al margen de los cambios que

ocurren a su alrededor. A medida que la escuela se aleja del programa

institucional de la modernidad, el mundo percibido como simple y

homogéneo es reemplazado por una organización cada vez más

compleja, cambiante e interconectada. “Como parte de este cosmos

23
social en mutación el sistema educativo es convocado, seducido y

presionado a abandonar su autosuficiencia y abrirse a los flujos

comunicacionales”. (Palamidessi, 2006: 14)

La motivación en el trabajo escolar, se vuelve incierta cuando la

cultura escolar compite con otras culturas más seductoras, y la

utilidad de los estudios ya no está garantizada. La escuela, deja de ser el canal

privilegiado mediante el cual las nuevas generaciones entran en contacto con la

información sobre el mundo, ya que la revolución digital ha dado lugar a nuevas

prácticas comunicativas y al desarrollo de nuevos lenguajes, que constituyen un nuevo y

complejo espacio global de integración y acción social. (Palamidessi, 2006)

Hoy en día, los saberes legítimos que la escuela pretende incorporar

en los alumnos, se encuentran en cierto modo alejados de la

cotidianeidad y la contemporaneidad; ya que;

La escuela ha perdido el monopolio de la inculcación de significaciones, y

éstas a su vez, tienden a la diversificación y la fragmentación. Sin embargo,

en demasiadas ocasiones las instituciones escolares tienden al solipsismo y

a negar la existencia de otros lenguajes y saberes y otros modos de

apropiación distintos de aquellos consagrados en los programas y las

disposiciones escolares. (Tenti, 2009: 58)

La cultura social de los niños y adolescentes que asisten a la escuela,

no coincide muchas veces con la cultura escolar y el programa

institucional que pretende desarrollar. Es por ello que la experiencia

escolar se convierte en ocasiones en una frontera en la que se

encuentran universos culturales diversos y opuestos, que producen

conflictos y contradicciones; y que en muchos casos terminan por

24
neutralizar cualquier efecto de la institución escolar sobre la

conformación de las subjetividades de sus alumnos.

Otro de los desafíos que debe enfrentar la escolarización de las

nuevas generaciones, está relacionado con la crisis en la autoridad

pedagógica, y por ende con el respeto de que gozan los educadores

en la sociedad en general, y en particular, por parte de los alumnos,

porque de ello dependerá que encuentren más o menos dificultades

en el desarrollo de sus tareas. En la sociedad tradicional existía cierto

acuerdo entre los integrantes de la comunidad sobre lo que se debía

esperar de los maestros, el rol estaba definido con claridad. Pero, esto

ha cambiado en nuestros días, y la desvalorización social del rol

docente hace que deban construir y reconstruir por sí mismos el

reconocimiento, la aceptación y legitimidad frente a la comunidad

educativa.

Ahora bien, construir y reconstruir la autoridad docente es parte de

un proceso cultural, ya que partimos aquí de la base de que la

autoridad no es solo individual, sino institucional (Tedesco, 2009). Por

lo tanto, para comprender esta crisis en la autoridad pedagógica,

resulta necesario focalizar en dos ejes de análisis: por un lado, la

crisis que atraviesan las instituciones educativas en relación a lo que

se demanda de ellas y a lo que en realidad pueden ofrecer. Pero por

otro lado, esta crisis, es parte de un proceso que está relacionado con

la situación laboral actual y las condiciones de trabajo de los docentes.

Hoy en día las instituciones educativas no pueden garantizarle al

profesor la credibilidad que antes le proporcionaban, por el simple

25
hecho de ser miembro de una institución socialmente autorizada a

enseñar. En gran parte, debido a que tienen grandes dificultades para

poder cumplir con las nuevas expectativas y demandas sociales

relacionadas con la formación de subjetividades, y de ciudadanos;

hombres y mujeres preparados para enfrentarse a las nuevas

condiciones de producción.

La escuela incorpora cada vez más -y más diversos- sectores de la población -sean estos

niños, jóvenes o adultos-; por ende, las finalidades de la institución también

se diversifican. Mientras tanto, la presión por la igualdad se ha

incrementado -con el supuesto de la igualdad de oportunidades- y la

necesidad de adaptar la escuela a las demandas del mercado de

trabajo es cada vez más imperiosa. Sin embargo, los procesos de

fragmentación social, segmentación y deterioro del mercado laboral mencionados en el

apartado anterior, rompen con el mito de la sociedad igualitaria y de la escuela pública

que incorpora a todos por igual y bajo las mismas condiciones.

Con respecto a nuestro segundo eje de análisis, partimos de la siguiente premisa: si el

docente es visto como un empleo público más, si no se lo considera un aporte necesario

para la transformación de la realidad social y educativa, si sus condiciones de trabajo

son referenciadas por la flexibilidad y precarización que la caracterizan, si su

remuneración no tiene prioridad; no podemos pretender que se le reconozca su

autoridad.

Los movimientos que ocurren en relación a la situación laboral de los docentes están

regulados por las dinámicas generales del mercado de trabajo, en el cuál, la

incertidumbre atraviesa tanto las condiciones de contratación como las demandas del

puesto de trabajo. (Brigin, 1999)

26
Si bien el empleo docente es caracterizado por ser un empleo público “estable”, presenta

como contracara la flexibilidad y la precarización, producto de procesos de

intensificación y proletarización de la tarea.

La inclusión en el estatuto docente de categorías tales como docente “suplente”,

“interino” y “titular” da cuenta de un proceso de flexibilización laboral a partir de lo que

Birgin denomina una segmentación vertical del trabajo docente. (Birgin, 1995). De esta

manera, para el docente suplente el plazo de trabajo es provisorio, ya que depende de

los avatares de la licencia del titular y de los vaivenes de la demanda. En condiciones

similares se encuentra el docente interino que está a la espera de la apertura de

concursos. La seguridad social dura mientras dura la suplencia o interinato.

A su vez, el acceso a los cargos, es por medio de puntaje, de forma tal que quienes

tienen mayor puntaje son los que tienen mayores posibilidades para optar. Pero no hay

criterios que incluyan las necesidades de las escuelas, ni de los alumnos.

Por otro lado, la docencia tiene modalidades de contratación y ascenso que denotan la

precarización que la caracteriza. El acceso al cargo docente se establece por medio de

las Juntas de Clasificación docente que organizan los antecedentes del personal y su

calificación; y los procesos de selección de docentes, cada vez se hacen más exigentes9.

A estas particularidades, se suma el pluriempleo que suele caracterizar al trabajo

docente. Recurrentemente aparecen situaciones de pluriempleo, ya sea por trabajar en

varias instituciones educativas, o en otras ocupaciones, tanto remuneradas como no

remuneradas. A su vez, se considera que la docencia es un trabajo a tiempo parcial

(menor a 35 hs semanales), sin tener en cuenta el trabajo que el docente realiza fuera del

9 Aún así, a contramano de la “sobrecalificación” e “hiperactualización” que se demanda para


el acceso al empleo, la docencia es un trabajo con prácticas de contratación estandarizadas, que
permite interrumpir y retornar sin nuevas cualificaciones ni exigencias más que las burocráticas-
administrativas. Se privilegia la antigüedad, que abre las puertas hacia la elección del ámbito de
trabajo o permite la concentración horaria. (Birgin, 1999)

27
aula –y de la escuela- en las etapas pre activas (preparación de las clases) y pos activas

(corrección de trabajos por ejemplo).

Pero además del incremento del número de cargos u horas cátedra, se han producido

modificaciones en el trabajo mismo que lo intensifican. Según María Cristina Davini

(1995), la intensificación de la labor es producto de la expansión cuantitativa de la

matricula escolar y del exceso de actividades “extras” a su actividad pedagógica. En

este sentido, la intensificación está relacionada con la ampliación de funciones,

múltiples tareas y competencias técnico-pedagógicas que cada vez deben ser mas

abarcativas en relación con el saber, con procedimientos pedagógicos, relaciones de

comunicación, etc. y toma de decisiones diversas para las cuales las destrezas

profesionales recibidas no lo han preparado.

Como correlato de esta intensificación, se delinea una serie de competencias

profesionales delimitadas o borrosas, producto de las funciones cada vez más complejas

que se le requieren al profesor en ámbitos de intervención inciertos. Pero además, existe

poca disponibilidad para la formación, reflexión sobre la tarea y producción de

alternativas.

Lo comentado en relación a las condiciones de trabajo de los docentes contribuye a la

descalificación: la pérdida de la seguridad profesional, de la responsabilidad y el

cuestionamiento de los propios resultados de su trabajo. (Davini, 1995)

Hemos realizado hasta aquí una breve referencia acerca de las singularidades de las

prácticas docentes en el actual contexto, analizando las repercusiones que los cambios

sociales, -producto de la crisis de los viejos dispositivos que organizaban las

instituciones escolares- generan al interior de las escuelas y en el ejercicio de la

profesión docente.

28
A lo largo de nuestro marco teórico, afirmamos que las transformaciones sociales

indicadas generan demandas y desafíos que recaen en una gran exigencia de

responsabilidad social sobre los docentes. Sin embargo, resta preguntarse, como se

vinculan estas demandas con las funciones, categorías y los discursos sociales sobre el

docente que mencionábamos en el primer capítulo de este trabajo. Las familias se

transformaron, la escuela se transformó, la sociedad y la cultura se transformaron, pero

aún así el imaginario del oficio docente se sostiene a partir de muchas de las

características que lo definieron en sus inicios. Entonces, “lo que parece haber es una

crisis en las formas de pensar y de hacer la docencia, una desproporción entre lo que

se esperaba que fuera el oficio, y lo que resulta siendo”. (Dussel, 2005:10)

29
3. LA ELECCIÓN DE LA CARRERA DOCENTE

La elección de la profesión docente puede estar asociada a diversas causas, factores,

expectativas, representaciones, que influyen en la decisión que motiva a hombres y

mujeres a ingresar a un profesorado.

En algunas ocasiones la elección de la actividad docente parece estar más ligada a

situaciones circunstanciales, que a razones que tengan relación con una orientación de

tipo profesional. Sin embargo, también están quienes la eligen porque encuentran en

esta profesión un espacio de realización personal.

El énfasis en este trabajo, estará puesto en un análisis cualitativo ya que se busca

dilucidar el conjunto de razones que conllevan la elección de la carrera docente,

procurando descubrir la motivación que conduce a esta elección. Para ello, nos hemos

propuesto los siguientes objetivos específicos:

- Indagar el perfil socio-demográfico de los estudiantes de profesorado.

- Analizar las trayectorias educativas de los estudiantes.

- Examinar los factores que influyeron en la elección de la carrera docente.

- Averiguar las expectativas iniciales que acompañan la decisión de comenzar una

carrera docente.

- Analizar las representaciones que tienen los alumnos de profesorado sobre la

profesión docente.

A efectos de cumplir con dichos objetivos, se realizó un relevamiento de información

primaria mediante encuestas personales a una muestra representativa de 35 estudiantes

de distintos profesorados de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

(UNPSJB), del Instituto Superior de Formación Docente N° 807 (ISFD N°807), y del

30
Instituto Superior de Formación Docente N° 802 (ISFD N° 802) de la ciudad de

Comodoro Rivadavia, provincia del Chubut.

Se trata de una primera aproximación al estudio, por lo que los resultados obtenidos a

través de este cuestionario, constituyen estimaciones acerca de las posibles

motivaciones de la elección de la carrera docente.

3.1. Delimitación de las categorías de análisis.

Partimos de la base de considerar que para comprender las acciones de los actores

sociales, hay que tener en cuenta tanto el análisis de las dimensiones objetivas como de

las dimensiones subjetivas y sus interrelaciones. Esto, teniendo en cuenta que el proceso

biográfico de una persona se construye a partir de variables tanto estructurales (el sexo,

la edad, el origen social), como biográficas (las experiencias pasadas, los proyectos,

expectativas, deseos futuros, representaciones).

La búsqueda de las razones que motivan la elección de la profesión docente, será

analizada en este trabajo teniendo en consideración dos ejes o categorías de análisis: por

un lado, el perfil socio-demográfico de los estudiantes; y por otro, su carrera de

formación docente.

Dentro del primero se incluyen las características socio-demográficas básicas como el

género, la edad, la constitución familiar, la situación laboral actual, la trayectoria

educativa de sus padres, etc. En el caso de la carrera de formación docente, nos

referimos tanto a las dimensiones generales del proceso formativo (etapa de la carrera

en que se encuentra, tipo de profesorado e institución en que cursa), como al momento

en que eligió la carrera o los factores y expectativas que influyeron en dicha decisión.

Consideramos aquí, que el análisis de estos aspectos nos aportan datos fundamentales

para analizar las razones que motivan la elección, ya que, los deseos, las expectativas y

31
los proyectos personales son relevantes a la hora de tomar una decisión o actuar en la

esfera profesional.

A su vez, interpretar los factores y las expectativas que influyeron sobre la decisión de

iniciar una carrera docente, así como las actividades y los problemas con los que se cree

que se tiene que enfrentar el docente hoy en día, implica analizar como correlato las

representaciones que se tienen con respecto a la profesión docente. En este sentido, se

buscará reconstruir los significados que se tienen sobre la docencia en general, como la

caracterizan y la piensan, que expectativas tienen y que dificultades creen que deberán

atravesar o atraviesan -en el caso de quienes ya se encuentran trabajando como

docentes-.

3.2. Consideraciones sobre la estrategia metodológica utilizada.

Se utilizó como estrategia metodológica un cuestionario semiestructurado, ya que se

considera que éste constituye una técnica de investigación que permite recolectar datos

sobre creencias, opiniones, y motivaciones de los estudiantes de profesorado, abarcando

una multiplicidad de casos y aspectos relevantes para el análisis.

Para las encuestas se trabajó con un grupo de alumnos y alumnas, que se encuentran

transcurriendo los últimos años10 de su carrera de Profesorado.

Los establecimientos educativos utilizados para realizar las encuestas fueron el ISFD N°

807 (Profesorado de Educación Secundaria en Inglés, Matemática, Primaria, y

10 Se entiende por “últimos años”: para las carreras de Institutos terciarios, 3° y 4° año. Para
las carreras de la UNPSJB, 4° y 5° año; ya que las de los primeros tienen una duración de 4
años, mientras que las correspondientes a los estudios universitarios tienen una duración de 5
años. Se parte de la idea de que estos estudiantes, por haber transitado una gran parte de su
formación académica, y estar ya en muchos casos ejerciendo la docencia, podrán tener una
opinión más formada acerca de las razones que los llevaron a elegir la profesión.

32
Biología,) la UNPSJB (Profesorado de Historia, Ciencias Biológicas, Geografía y

Letras) y el ISFD N° 802 (Profesorado de Educación Secundaria en Física).

La muestra consta de una selección aleatoria de 35 casos. La selección de los casos se

realizó de acuerdo a la disponibilidad y accesibilidad de los alumnos, teniendo en cuenta

que hay carreras más “concurridas” que otras, como el Profesorado de educación

Primaria, Profesorado de Historia o el Profesorado de Educación Secundaria en Inglés.

Mientras otras, (como el caso del Profesorado de Educación Secundaria en Matemática,

o en Biología), no solo son menos “concurridas”, tienen menos inscriptos, sino que,

-consecuentemente- quienes se encuentran actualmente transitando los últimos tramos

de la carrera son sólo unos pocos alumnos.

Si bien se parte de la base de que puede haber particularismos que no escapan a un

marco de tendencias globales, se entiende que la muestra seleccionada permite

proporcionar algún grado de representatividad respecto de ciertas opiniones,

expectativas o representaciones de la población estudiada: estudiantes de carreras

docentes de institutos terciarios y universitario, de profesorados ya sea del área de

ciencias sociales o de las ciencias naturales; y de educación primaria, secundaria o

superior.

El cuestionario está estructurado a partir de dos dimensiones temáticas: en primer lugar,

aquellas preguntas que se relacionan con datos generales sobre el encuestado, que

permitieron recolectar algunos datos socio-demográficos. Se busca por medio de estas

preguntas -en su mayoría cerradas-, (dicotómicas y de elección múltiple) de fácil

respuesta, generar un clima de confianza y comodidad en el respondente (Marradi,

Archenti, Piovani, 2010). A continuación, se proponen una batería de preguntas

33
mayoritariamente abiertas11, que buscan recabar información acerca de su proceso de

formación y elección docente.

En las preguntas abiertas el encuestado tiene la posibilidad de elaborar sus propias

respuestas, aunque exigen un mayor grado de compromiso y/o reflexión sobre el tema.

Se pretende con estas respuestas que el respondente se exprese libremente, utilizando su

propio vocabulario, con respecto a ciertos aspectos cuyas respuestas no pueden

encasillarse en categorías cerradas.

En el caso de las preguntas correspondientes a la primera dimensión temática, se busca

un análisis de tipo más descriptivo que nos permitió caracterizar el contexto personal y

familiar del encuestado.

Mientras que en la segunda dimensión temática, la búsqueda apunta a indagar sobre la

carrera e institución en la que estudia el alumno/a, así como también en qué momento,

bajo qué circunstancias, con qué expectativas se realizó la elección, y que factores

influyeron en la misma. También se indaga en esta segunda dimensión temática acerca

de las representaciones que los/las estudiantes tienen sobre las actividades que realizan

los docentes y los problemas con los que se deben enfrentar. Finalmente se preguntó

concretamente porque eligió la carrera docente y si elegiría otra carrera.

Al final del cuestionario se incluyó la posibilidad de realizar aclaraciones,

observaciones o comentarios sobre alguna de las preguntas o respuestas realizadas; ya

que se considera que es una forma de no limitar a los encuestados a responder

-solamente- lo que se les pregunta, y porque a su vez, esta información puede ser de

mucha relevancia para la investigación desarrollada. 12

11 De esta forma, a través del camino de la indagación, se busca incorporar un elemento de


naturaleza “no estándar”- cualitativo- dentro de una técnica estándar o cuantitativa (Marradi,
Archenti y Piovani, 2010).

12 Cabe aclarar que no se obtuvieron datos relevantes para responder el interrogante que
convoca este estudio; razón por la cual no se realiza ninguna referencia acerca de las
aclaraciones, observaciones o comentarios realizados por los alumnos en este punto.

34
Teniendo en cuenta la importancia de respetar al entrevistado, y crear un clima fiable y

distendido antes de la aplicación del cuestionario, se procedió a una explicación general

acerca de la finalidad de la investigación y la utilización de los datos. En este caso, se

aclaró que el cuestionario es de carácter anónimo (teniendo en cuenta que el anonimato

permite resguardar una cierta libertad de expresión), y que la colaboración de quien

responde es voluntaria, pudiendo decidir no hacerlo.

Para contestar el cuestionario, se propusieron 15 minutos aproximadamente, aunque el

tiempo dependió de la necesidad de cada entrevistado, así como también del tiempo de

su clase que brindó el/ la profesora.

Para facilitar el análisis e interpretación de los datos se estableció una codificación en

base a diversas categorías. Para la codificación de las preguntas cerradas, se pensó en

categorías de tipo exhaustivas y excluyentes, de manera tal que cada encuestado pueda

encuadrarse en alguna de las opciones que se brindan.

Para el caso de las preguntas correspondientes al apartado de “carrera de formación

docente”, -preguntas abiertas mayoritariamente- se ha elaborado, a través de un proceso

interpretativo, una clasificación en base a una serie de categorías correspondientes a

cada respuesta. En este caso, la codificación se realizó teniendo en cuenta la

comparación entre todas las respuestas obtenidas, la selección de las que poseen mayor

frecuencia o bien de aquellas más útiles a los fines de la investigación.

3.3. Análisis de los datos obtenidos.

Como se mencionó anteriormente, el análisis se estableció en torno dos ejes de análisis:

el perfil socio-demográfico de los estudiantes que incluye las siguientes variables: sexo,

edad; situación laboral actual; nivel educativo y situación laboral actual de los padres;

situación conyugal y parental.


35
Por otro lado, el análisis respecto a la carrera de formación docente de los estudiantes,

que contiene: la distribución de la muestra según profesorado e institución educativa;

trayectorias educativas pasadas, presentes y futuras (si estudio o estudia alguna otra

carrera, y si elegiría –de tener la posibilidad de volver a elegir- otra carrera). Se

incluyen además: el momento en que decidió estudiar el profesorado; los factores y

expectativas que motivaron su elección; las actividades que cree que debe realizar el

docente; y finalmente los problemas con los que se enfrenta el docente hoy en día.

Presentamos a continuación el análisis correspondiente de los datos obtenidos.

1. Perfil sociodemográfico de los estudiantes.

1.1 Sexo y Edad.

En primer lugar debemos mencionar que la distribución por sexo realizada en nuestra

muestra, confirma la argumentación sobre la feminización de la carrera docente, ya que

de 35 encuestados, 25 son mujeres.

En lo que respecta a las edades de los estudiantes, encontramos que casi la mitad se

concentra entre los 30 años o más. El resto se divide en los rangos entre 20-24 años, y

25-29 años.

1.2 Situación laboral actual

Al indagar sobre la situación laboral de los estudiantes, 29 de ellos dijeron estar

trabajando actualmente. Con respecto a los que no trabajan (solo 6) tienen entre 20 y 26

años y viven aún con su madre/ padre o ambos. En relación a un posible desempeño

como docente, de los 29, 28 de ellos realizan una actividad relacionada con la docencia.

La mayoría se desempeña como docente en algún espacio curricular acorde a la carrera

que estudian; ya sea en educación primara o educación secundaria. Se observa además,

36
que la cantidad de horas semanales aumenta con la edad del respondente, (la mayoría de

los que trabaja más de 30 hs semanales, tienen más de 30 años). Como es de esperar, la

cantidad de horas también varía en proporción inversa al nivel socioeconómico de los

padres/ conviviente: con lo cual, suponemos que a mayor poder adquisitivo, menor la

presión familiar para que el estudiante desempeñe una tarea remunerada.

En este sentido, los datos obtenidos sugieren que en nuestra ciudad, el estudio de la

carrera docente funcionaría más bien como una instancia de acreditación o

perfeccionamiento para quienes ya se encuentran desempeñando tareas como docentes.

En algunos casos se trata de docentes recibidos del nivel primario, que deciden

comenzar una carrera para trabajar en el nivel secundario. En otros, de estudiantes que

han abandonado sus estudios universitarios por diversas razones, y teniendo como

objetivo la obtención de un titulo, empiezan una carrera docente. Pero en todos estos

casos, deciden comenzar la carrera docente, luego de haber empezado a trabajar en una

institución educativa.

Creemos que esta particularidad que caracteriza a la ciudad de Comodoro Rivadavia,

puede estar asociada a la falta de personal docente en las escuelas primarias y

secundarias, y al escaso número de egresados que no alcanza a cubrir la demanda de la

ciudad. 13

1.3 Nivel educativo y situación laboral actual de los padres.

En nuestro país, las escuelas normales de las que egresaban las primeras generaciones

de maestras, representaban la posibilidad del acceso a una profesión calificada y

13 En el año 2013, el ministro de educación Luis Zaffaroni, reconocía el faltante de docentes y


señalaba que el problema principal está en el número de egresados que no alcanza a cubrir la
demanda de la provincia: “la realidad es que tenemos muchos ingresantes y tenemos egresados
en un porcentaje bajísimo”… “por año tenemos un promedio de 5 egresados en la docencia”.
(Zaffaroni, 2013, 27 de febrero. Diario “El Patagónico”)

37
honorable que aseguraba cierta formación cultural para las mujeres de los sectores

sociales más altos y ofrecía una oportunidad de ascenso para las de los más bajos.

(Braslavsky y Birgin, 1994)

En la actualidad, la mayor parte de los maestros provienen tendencialmente de la franja

más baja de la escala ocupacional. Los datos obtenidos en nuestras encuestas sobre el

nivel educativo y la situación laboral actual de los padres -y de los propios estudiantes-

parecen apoyar esta hipótesis.

El 82 % de los estudiantes declaran tener un padre o madre que no ha completado sus

estudios secundarios. En base a estos datos, podríamos suponer que la elección de la

carrera de formación docente está relacionada con un intento de ascenso social, -a través

de un proceso de instrucción, la obtención de un título y un rápido ingreso al mercado

de trabajo- para los sectores con una posición más incierta o precaria en la estructura

social. Intento de asenso social que aparece enlazado además, a la igualdad de

oportunidades: “Elegí la docencia porque me gusta compartir el conocimiento para que

otros puedan tener igualdad de oportunidades, ya sea en el mercado laboral como en

los estudios superiores”. “Elegí la docencia porque todavía confío en la enseñanza

como un horizonte de posibilidad para todas las personas”.

Por otro lado, muchas veces se ha analizado la influencia de algún miembro de la

familia que se desempeña como docente y traspasa el mandato familiar. Si bien, solo 7

de los encuestados mencionan tener algún familiar que se desempeña o se ha desem-

peñado como docente, en una muestra de tan solo 35 casos, es un número significativo.

Sobre todo, porque todos ellos lo mencionan como uno de los factores que influyeron en

su decisión.

1.4 Situación conyugal y parental

38
Con respecto a la situación conyugal, más de la mitad de los encuestados declara estar

casado o conviviendo con su pareja. El resto, son solteros y/o divorciados, y en su

mayoría viven con sus padres y/o hijos.

Del total, el 34% declara tener hijos, todos en el rango de edad de 30 años o más; y

reconoce además, haber decidido estudiar una carrera docente para tener un titulo, ya

sea luego de haber abandonado sus estudios anteriores –terciarios o universitarios-, o

bien mucho tiempo después de haber finalizado la educación secundaria; en muchos

casos se trata de mujeres que postergaron sus estudios para dedicarse a la crianza de sus

hijos.

2. Instituciones y carrera de formación docente

2.1. Distribución de la muestra.

Los encuestados se distribuyen de acuerdo al profesorado que estudian, y la institución

educativa en que lo hacen. Se trata de alumnos que están transitando su anteúltimo o

último año de la carrera. La muestra consta de una selección aleatoria de 35 casos

seleccionados de acuerdo a la disponibilidad y accesibilidad de los alumnos.

Concretamente, la muestra se distribuye de la siguiente manera:

ISFD N° 807.

- Profesorado de Educación Primaria: 9.


- Profesorado de Educación Secundaria en Inglés: 6.
- Profesorado de Educación Secundaria en Matemática: 2.
- Profesorado de Educación Secundaria en Biología: 2.

ISFD N° 802.

- Profesorado de Educación Secundaria en Física: 5

39
UNPSJB- Facultad de Humanidades y Facultad de Ciencias Naturales.

- Profesorado de Historia: 6.
- Profesorado de Ciencias Biológicas: 2.
- Profesorado de Letras: 2.

- Profesorado de Geografía: 1.

2.2 Trayectorias educativas pasadas, presentes y futuras.

Una de las cuestiones importantes relacionadas con la elección de una carrera es el

momento en el que se toma la decisión. Con respecto a esta variable, los datos obtenidos

han sido divididos en dos grupos: por un lado, quienes comienzan sus estudios docentes

antes de finalizar la escuela secundaria, inmediatamente luego de haberla finalizado, o

bien en un plazo relativamente breve (2-3 años después de finalizar). Se trata en estos

casos, de estudiantes para quienes la carrera docente constituyó una primera elección y

un fin en sí mismo, y declaran no cursar ni haber cursado otra carrera. Por otro lado,

están quienes toman la decisión mucho tiempo después de haber finalizado la educación

secundaria (más de 4 años después) o luego de haber estudiado otra carrera.

Los datos obtenidos muestran que del total de estudiantes, 15 se ubican en el primer

grupo. La distribución por edad nos indica que la mayoría de los que se ubican en este

primer grupo forman parte del rango de edad de 20-24 años. En relación con aquellos

que se ubican dentro del segundo grupo, conforman un número total de 20 estudiantes.

De los cuales, 16 deciden comenzar su carrera docente, luego de haber abandonado sus

estudios anteriores.

Teniendo en cuenta que se trata de una muestra pequeña, resulta significativo que más

de la mitad de los casos, elijan la profesión docente como segunda opción, luego de una

40
“frustración” anterior, y motivados en la mayoría de los casos por la necesidad de

obtener un título y tener una salida laboral rápida y relativamente estable.

Lo cual nos permite afirmar, que en más de la mitad de nuestra muestra la formación

docente está lejos de ser una opción exclusiva y de primera instancia.14

Asimismo, la mayoría de los respondentes que declara cursar o haber cursado otra

carrera lo ha hecho en una institución universitaria, y solo 1 de ellos dice haber

finalizado la carrera en cuestión.

Cuando se les pregunta a aquellos que no completaron su trayectoria educativa superior,

acerca de las razones por las cuales su carrera quedó trunca, las respuestas más

recurrentes son: “problemas económicos”, o que “no le gustaba”.

La mayoría de los que estudiaron en una institución universitaria, y abandonó, hoy se

encuentran estudiando algún profesorado en alguno de los dos institutos de nuestra

muestra. Podemos resaltar aquí, en concordancia con una investigación realizada sobre

las opiniones, expectativas y valoraciones de los estudiantes y profesores de institutos

de formación docente, (Tenti Fanfani; 2010) que los datos relevados parecieran indicar

que los ISFD estarían funcionando como “lugares de paso” para la obtención ya sea de

recursos materiales (rápida inserción laboral, estabilidad) como simbólicos (“poder

desempeñarme lo mejor posible”, “aprender acerca de una disciplina especifica”,

“poder perfeccionarme”), que representarían un medio para un fin que está en otra

parte, es decir, en la consecución de estudios universitarios.

Podríamos afirmar entonces, que los ISFD funcionan como una posible alternativa a la

universidad: para aquellos que comienzan una carrera universitaria pero que descubren,

14 Sin embargo, no podemos afirmar que la inscripción sucesiva de los jóvenes en instituciones
y carreras superiores de diverso tipo, es un patrimonio exclusivo de los estudiantes de formación
docente. Además, no podría afirmarse a priori que todo cambio de trayecto formativo en el nivel
superior supone un “fracaso académico”.

41
que por diversas razones no se encuentran en condiciones de sostenerla. Pero también

constituyen una alternativa para aquellos que estudiaron otro profesorado anteriormente

(Por ejemplo Profesorado en Educación Primaria), y buscan agregar una credencial

educativa a la ya existente para sumar puntaje, cambiar de inserción (de un nivel a otro

o en asignaturas adicionales) o ampliar las opciones de posibilidades laborales.

Finalmente para quienes se encuentran trabajando como docentes, sin tener el título

habilitante. En este sentido, si tenemos en cuenta que la mayoría de los estudiantes

encuestados se encuentran actualmente desempeñando funciones en el sistema

educativo formal, su presencia en los ISFD puede deberse a la necesidad de

acreditación, formalización, consolidación o bien adición de titulaciones. De hecho,

cuando se pregunta por las expectativas que motivaron la elección de la carrera docente,

un número considerable contesto “obtener un título”.

Sin embargo, llama mucho la atención que solo 4 del total de encuestados respondió

negativamente cuando se le pregunto si elegiría otra carrera en caso de tener la

posibilidad.

2.3 Factores que influyen en la elección.

Las categorías utilizadas para analizar los factores que influyen en la decisión de

empezar a estudiar un profesorado han sido organizadas de la siguiente manera:

- Factores individuales.

- Factores económicos y laborales.

- Factores socio-culturales o familiares.

Las respuestas que se presentaron con mayor frecuencia, fueron aquellas que aluden a

factores individuales. Estas abarcan una amplia gama de opciones: interés por el

aprendizaje, saberes previos con respecto a los contenidos de la carrera, por hobbie,

42
cuestiones relacionadas con la propia personalidad, necesidad de tener más tiempo libre,

o simplemente por descarte: “estudiar algo y tener un título”.

Luego aparecen las respuestas relacionadas con factores económicos y laborales. Aquí

los respondentes hacen alusión a la necesidad de una salida laboral fácil y rápida, el

tiempo de vacaciones de los docentes, así como a una cierta estabilidad y libertad

laboral.

Finalmente se encuentran los factores socio-culturales o familiares. Incluimos dentro de

ellos la influencia que pueden tener tanto familiares cercanos, como los profesores

-sobre todo en la escuela secundaria-. De los 35 encuestados, 8 de ellos aluden haber

tenido algún referente “modelo”, que constituyó un factor clave a la hora de decidir.

“Desde que estaba en la escuela primaria admiraba a mis maestras y fueron las que

influyeron en mi decisión”. “En los últimos años del secundario, tuve una profesora

que fue crucial para la elección de esta carrera. Ella me ayudó en lo académico, me

motivo y me acerco a la universidad”. “El factor clave para decidir estudiar esta

carrera fue la influencia docente de mi madre”.

Se puede percibir aquí, la importancia de la influencia formativa del pasaje por la

escuela desde la infancia, y aún más en la adolescencia cuando la búsqueda de

referentes es clave. A su vez, observamos como los “modelos” de algunos docentes y de

sus prácticas, se encuentran internalizados en el alumno, desde antes del inicio de su

formación de grado.

Pero también se pudo identificar en muchas de las respuestas, la influencia de la

práctica laboral en una escuela. En este sentido, un número no despreciable de

estudiantes menciona que a partir del trabajo en una institución educativa decide

comenzar su carrera docente. Tendríamos entonces en estos casos un proceso inverso en

el cual ocurre primero la socialización profesional -que es recurrente en una provincia

43
como la nuestra, donde la falta de docentes es clave- y luego, a partir del contacto con

las estructuras escolares, se toma la decisión de estudiar la carrera docente. Obviamente

esta decisión también puede estar asociada a múltiples factores. Una de las encuestadas

mencionaba: “Desde hace 14 años, estoy en la docencia y por las horas de trabajo tuve

que dejar la universidad. Por una amiga accedí a enseñar en un secundario y descubrí

que me gusta, me estimula pensar que puedo sembrar en un adolescente las ganas de

superarse como persona”. Mientras otra de ellas mencionaba “elegí la docencia para

ingresar al sistema en forma permanente y dejar de ser suplente”.

También se incluyen dentro de esta categoría aquellos factores relacionados con ciertas

representaciones sobre lo que es y hace un docente. Y es aquí cuando aparece la

omnipresente “vocación”. En reiteradas oportunidades se presenta la respuesta que hace

referencia al gusto por la enseñanza, a un interés en ayudar a los niños/adolescentes o

por preferir la docencia frente a cualquier otra opción profesional. Estas respuestas

marcan un tipo de elección donde el factor predominante es el gusto por la profesión,

que usualmente se denomina como “auténtica vocación”.

Un porcentaje nada despreciable de los encuestados, respondió acorde a estos factores

que aquí llamamos socio-culturales o familiares y que dan cuenta de una especie de

imperativo moral que funciona en el sentido común acerca de la imprescindible

vocación innata del docente: “Fue realmente por vocación. Desde chico, jugaba a ser

profesor y me encantaba, me apasionaba, era mi sueño, siempre supe que iba a estudiar

un profesorado”.

Sin embargo, y a los fines de evitar una posible interpretación simplista sobre el peso

del componente vocacional en la carrera, no está de más realizar algunas aclaraciones.

En principio debemos tener en cuenta que, como mencionamos anteriormente, la

referencia a la vocación docente es prácticamente un imperativo moral que se encuentra

44
internalizada no solo en los docentes y las comunidades educativas sino en la sociedad

en general. Pero además, y como correlato del análisis realizado sobre las distintas

respuestas, podríamos conjeturar que la vocación trata de ocultar elecciones

relacionadas con los factores que aquí denominamos económicos y laborales -elecciones

que el respondente podría suponer menos aceptables o “inmorales” a los ojos del

investigador-. Esto se comprueba con el hecho de que, si bien lideran las respuestas

referidas a los factores que denominamos “individuales”, si prestamos atención a los

datos obtenidos en la respuesta a la pregunta ¿Por qué eligió la docencia?, podremos

observar que aparecen en muchos casos factores económicos y/o laborales: “es una

buena opción laboral”, “para tener una salida laboral rápida”, “tener estabilidad y

libertad laboral”.

2.4 Expectativas iniciales.

En lo que respecta a las expectativas que acompañan la elección, la pregunta hace

referencia concretamente al inicio de la carrera, porque se entiende que al momento de

elegir una carrera influyen las expectativas como formas de anticipación del futuro:

como se piensa la profesión, que se espera de ella y del trabajo como docente.

A su vez, si bien no es el objetivo de este estudio analizar como esas expectativas

cambian a lo largo de la preparación inicial, y -sobre todo-, a partir de la socialización

profesional desarrollada en el ámbito de trabajo de cada docente; tener en cuenta las

expectativas resulta de gran importancia, ya que como bien menciona Tenti Fanfani

(2003), la tarea del maestro tiene que ver con la producción de determinados cambios en

la vida de sus alumnos, y cuando esas expectativas no son realizadas aparece el malestar

docente. Y en este sentido, una de las preguntas iniciales que guía esta investigación es

porqué en este contexto de malestar se sigue eligiendo la docencia como profesión.

45
Las respuestas fueron categorizadas según éstas estuvieran conectadas con:

- expectativas “utilitaristas”,

- expectativas individualistas,

- expectativas relacionadas con la socialización profesional/laboral; o bien

- ausencia de expectativas.

Las razones que aquí llamamos “utilitaristas” e “individualistas”, son las que ocupan el

primer lugar, con una insignificante variación entre ambas (15 y 14 respuestas,

respectivamente).

Con expectativas “utilitaristas”, nos referimos a una categoría que hace alusión a la

importancia de tener un titulo y terminar una etapa inconclusa, (en muchos casos, luego

de haber abandonado una carrera universitaria), y ligado a ello, el deseo de empezar a

ejercer y tener una salida laboral rápida.

Con respecto a quienes señalaron expectativas más “individualistas”, éstas mencionan

un desafío personal: “probar que era mi vocación”, “poder perfeccionarme

académicamente”, “adquirir conocimientos”, “superar las dificultades que podía

acarrear estudiar dicha carrera”.

No debe extrañarnos la afiliación a expectativas de corte más individualistas, en una

sociedad que ofrece al individuo la posibilidad de proyectarse y conducirse como un

sujeto independiente y responsable de su propia socialización, -aunque, vale aclarar, no

todos atraviesen las mismas condiciones de existencia y de oportunidades-.

Sorprende que, tratándose de la elección de una profesión, que se supone uno desarrolla

durante gran parte de su vida, solo tres de los respondentes se planteen expectativas con

respecto a la socialización laboral: “la idea de transformación desde el rol docente”,

“poder acercar a los alumnos al mundo de la ciencia”, o “que herramientas debía

incorporar para lograr alfabetizar”.

46
Sin embargo, si tenemos en cuenta que una parte importante de los encuestados, deciden

comenzar a estudiar, ya habiendo transitado su socialización profesional a partir del

trabajo en una institución educativa; no debería sorprendernos que no se planteen

expectativas con respecto a la práctica docente.

Finalmente, tres de los estudiantes confesaron no tener expectativa alguna en el

comienzo de su carrera. En el caso de los que no tenían expectativas, eligieron la carrera

“pensando en la estabilidad laboral”, “porque no le gustaba el trabajo que tenía en

ese momento”, o bien porque “aunque no tenía mucha idea de que trataba la carrera

siempre fue una profesión que le llamo la atención”. Con lo cual, sus respuestas parecen

estar asociadas a una elección más bien utilitarista o “por descarte”.

2.5 Actividades que debe realizar el docente.

Resulta central, a los efectos de comprender las concepciones que tienen los estudiantes

del profesorado sobre el docente, -y la posible influencia de estas concepciones en su

elección- examinar sus posiciones en relación con las actividades principales que ellos

consideran que debe llevar a cabo el docente. Para ello, establecimos las siguientes

categorías:

- Actividades relacionadas con la enseñanza.

- Actividades relacionadas con la escucha, la comprensión y ayuda del otro.

- Actividades extraacadémicas y administrativas.

- Actividades relacionadas con la formación, actualización continua y la

investigación.

El 89% de los estudiantes respondieron que la principal actividad del docente está

ligada a la enseñanza. Es necesario destacar que para el análisis, se incluyeron como

parte de estas respuestas, no solo enseñar contenidos sino también valores, así como

47
formar, orientar y guiar al alumno para enfrentarse a las condiciones actuales de la vida.

Además, se incluyen a aquellos que mencionan actividades como planificación,

corrección de trabajos y evaluaciones.

La gran variedad y diversidad de respuestas obtenidas con respecto a esta pregunta, nos

permite percibir la multiplicidad de dimensiones que atraviesa la acción educativa, y

como correlato, que no existe una visión unívoca acerca de las características que

definen y especifican la práctica docente. A su vez, ya hemos hecho mención acerca de

que estas características han ido variando a lo largo de la historia, historia que está

relacionada con las funciones que se espera que el profesor desarrolle, en relación con

determinadas categorías sociales.

Dentro de las actividades que aquí se consideran relacionadas con la enseñanza,

aparecen dos concepciones distintas sobre el docente: por un lado, aquel que

simplemente transmite los conocimientos aprendidos. Por otro lado, el docente que tiene

como tarea fundamental facilitar y acompañar el proceso de aprendizaje.

Con respecto a la primera concepción, podemos vislumbrar -por el tipo de respuestas-,

ciertas categorías que llamaremos “tradicionales”, en cuanto a la función del docente,

que denotan un carácter jerárquico y desigual del vínculo pedagógico: profesor

protagonista, que enseña y que por tanto, debe lograr que el alumno aprenda.

Respectivamente, señalamos que “la costumbre de concebir al docente como “el que

enseña” obtura la percepción de las múltiples dimensiones del aprendizaje del docente

en el proceso escolar.” (Davini, 1994: 93)

En relación con las respuestas que aluden al docente como facilitador y mediador de

conocimiento, sólo tres de los respondentes mencionan esta opción. Opción que está

direccionada, -si la relacionamos con el resto de las respuestas-, a una concepción del

docente como agente de cambio, intelectual, crítico y transformador.

48
Por otro lado, aparece la categoría profesional, ligada a la idea del docente como

profesional competente y practicante reflexivo. “No dejar nunca de reflexionar sobre

mi practica”. “Trabajar en conjunto con los estudiantes para lograr un espacio de

intercambio y reflexión”.

La categoría profesional se percibe también cuando en las respuestas aparecen la

formación, actualización continua e investigación. No obstante, sólo 4 estudiantes

mencionan la formación y la actualización continua, como parte de las actividades que

debe desarrollar el docente, y solo uno de ellos alude a la función del docente

investigador. Lo cual quizás esté relacionado con la falta de espacios institucionales

para el desarrollo de procesos de investigación que suele facilitar una visión bastante

tradicional del docente como consumidor -o reproductor- y no como productor de

conocimiento.

Aparece aquí la crítica hecha por Henry Giroux, (1990), acerca de la proletarización del

trabajo del profesor. Desde esta visión “tradicional”, se concibe al docente como un

técnico experto que, por medio de una acumulación de conocimientos, domina una

actividad práctica, aplicando lo que otros consideran correcto, para lograr los objetivos

de la instrucción. Su profesionalidad queda entonces, solo definida a partir de la

capacidad de generar conocimiento y habilidades en sus alumnos.

La segunda categoría que más aparece en las respuestas acerca de las actividades que

desarrolla el docente, son aquellas que incluyen la escucha, la comprensión y ayuda del

otro. En este sentido, no es de extrañar que se reconozca el componente afectivo y la

enseñanza como parte de las actividades cotidianas que debe desarrollar un docente, ya

que como muestran muchos estudios, éstos son aspectos identificados como las causas

principales de satisfacción de las expectativas de los docentes, por ser la veta de la tarea

que encuentran más gratificante (Birgin, y Braslavsky, 1994).

49
En muchas respuestas se puede conjeturar también, la existencia de cierta ligazón de la

docencia con la concepción del oficio: de esa producción relacionada con el accionar

sobre otros, y con la satisfacción que generan los logros obtenidos como fruto de su

labor. “El enseñar y saber que el otro aprende es satisfactorio”. “Más allá de ser un

gusto, sé que a través de un trabajo arduo se puede lograr hermosas producciones de

los alumnos y mejor acompañamiento en sus trayectorias”.

Con respecto a la tercera categoría de análisis solo el 6 % de los estudiantes la

mencionan. Esto llama la atención siendo la multiplicidad de tareas que desbordan la

actividad de la enseñanza, uno de los rasgos más destacados en las investigaciones que

buscan caracterizar la tarea del docente.

Señalamos anteriormente, acerca de las expectativas que acompañan la elección, que en

reiteradas oportunidades los estudiantes expresan haber ingresado a la docencia por su

interés en la enseñanza. También mencionamos que esta respuesta vuelve a aparecer

cuando preguntamos por las actividades que debe desarrollar el docente: “enseñar

estrategias”, “transmitir principios y valores”, “enseñar el idioma acompañado de un

refuerzo en los valores y hábitos de responsabilidad”.

Si bien sería apresurado afirmar que este tipo de opciones están ligadas al concepto de

la docencia como vocación, sí es factible indicar que existe en general una visión

bastante “tradicional” de la docencia, que se encuentra asociada a la idea “civilizadora”,

“redentora” que ocupaba el magisterio en los tiempos de construcción del Estado-

nación, que en muchos casos la aleja de la profesionalidad y la acerca más a un

sacerdocio, o como mencionaba uno de los estudiantes: “una filosofía de vida”.

2.6 Principales problemas con los que debe enfrentarse el docente hoy en día.

50
A los fines de contextualizar las prácticas se les preguntó a los estudiantes cuales creían

que eran los principales problemas con los que debía enfrentarse el docente hoy en día.

Para organizar el análisis de los datos obtenidos se establecieron las siguientes

categorías:

- Problemáticas centradas en el sistema escolar.


- Problemáticas sociales15 que repercuten en la escuela.
- Problemáticas centradas en el tipo de alumno que reciben las escuelas.

- Problemáticas centradas en el docente.

En principio diremos que, las respuestas no refieren únicamente a una categoría, sino

que en la mayoría de los casos se mencionan varias de ellas, por ello no presentamos un

número exacto para cada categoría. Pero sí diremos que en la gran mayoría de los casos

se hace mención a alguna problemática que aquí denominamos “social”, acompañada

por la repercusión que ésta tiene en los alumnos o en el sistema educativo. Por ejemplo,

una alumna mencionaba: “uno de los problemas con los que debe enfrentarse el

docente hoy en día es el contexto familiar, situaciones de violencia, drogadicción, que

se perciben en varios establecimientos educativos y no son ajenos al trabajo en el

aula”.

Dentro de lo que aquí categorizamos como “problemáticas sociales” se mencionan

cuestiones tales como la fragmentación y heterogeneidad social, las adicciones y el

embarazo adolescente; situaciones de violencia y delincuencia; problemáticas referidas

a las nuevas tecnologías, así como a la ausencia o falta de acompañamiento por parte de

las familias.

15 Entendemos que las problemáticas sociales como tal, también incluyen las problemáticas
centradas en el tipo de alumno que reciben las escuelas, las condiciones de trabajo del docente o
los problemas relacionados con el propio sistema educativo. Sin embargo, para facilitar la
sistematización de los datos se incluye una categoría que abarca las problemáticas reconocidas
por los encuestados como “sociales”.

51
Debemos destacar aquí que el hecho de que se mencionen ciertas “problemáticas

sociales”, ligadas a cuestiones que refieren al tipo de alumno que reciben las escuelas, o

al sistema escolar, deja constancia de que los encuestados tienen presente el contexto

social y cultural que atraviesan las instituciones educativas y por ende, las prácticas

docentes.

A su vez, también nos permite constatar la existencia de una concepción de la escuela

como un espacio abierto e interconectado a los cambios que ocurren a su alrededor, ya

que la mayoría de los estudiantes reconocen que los problemas que debe enfrentar el

docente son problemas que reflejan lo que ocurre en nuestra sociedad: “son los

problemas de la sociedad en la que vivimos, ya que la escuela es parte de eso”.

Con los datos disponibles no podemos descifrar si este conocimiento es producto de la

formación académica o la experiencia laboral. No obstante, teniendo en cuenta que la

gran mayoría se encuentra actualmente trabajando en una institución educativa,

suponemos que la experiencia laboral es fundamental en este sentido.

Dentro de las problemáticas sociales se menciona en varias oportunidades, la ausencia

de la familia en la socialización de los alumnos. Lo cual es un indicio, por un lado, de

que la institución familiar ha perdido el lugar como actor principal en la construcción de

subjetividades; y por otro, del resquebrajamiento de la alianza entre la escuela y las

familias en pos de la educación de las nuevas generaciones.

Con respecto a las problemáticas que hemos denominado “centradas en el sistema

escolar”, se mencionan: las múltiples exigencias extraacadémicas, la deserción escolar,

la ausencia de condiciones materiales mínimas o recursos en las escuelas, la falta de

compromiso de directivos y superiores, los tiempos escasos para desarrollar las

prácticas pedagógicas; la diversidad escolar y las políticas públicas ineficientes.

52
Se destacan dentro de estas problemáticas disconformidades relacionadas con el papel

que cumple -o incumple- el Estado en la educación.

Ello pareciera evidenciar una dificultad de los estados nacionales -como parte de la

crisis estructural de las instituciones clásicas de la modernidad- en la definición de

políticas que puedan orientar, dirigir a las sociedades y garantizar la protección de

ciertos derechos “universales”.

Los datos muestran que existe cierto descontento por las políticas educativas que, en

palabras de los propios encuestados: “atentan contra la calidad educativa y vacían de

contenido”; “imponen reglas que no favorecen el aprendizaje significativo de los

alumnos”, o “generan contradicciones con respecto a la obligatoriedad de la escuela”.

Si relacionamos estas disconformidades con las especificidades que definen las

prácticas docentes, emerge la conceptualización de la enseñanza como problema

institucional que resta autonomía a los profesores para pensar y actuar sobre sus propias

practicas. Este hecho da cuenta además, de un proceso de proletarización de la labor

docente que Giroux define como:

la tendencia a reducir a los profesores a la categoría de técnicos especializados dentro de la

burocracia escolar, con la consiguiente función de gestionar y cumplimentar programas

curriculares en lugar de desarrollar o asimilar críticamente los currículos para ajustarse a

preocupaciones pedagógicas especificas. (Giroux, 1990: 172)

La tercera categoría que aquí hemos construido refiere a las “problemáticas centradas

en el tipo de alumno que reciben las escuelas”. Dentro de éstas se mencionan: alumnos

con problemas de conducta, irresponsables, apáticos, faltos de hábito de estudio,

irrespetuosos de las instituciones y sus docentes, desganados.

53
Es necesario aclarar que la gran mayoría de los respondentes que refieren a esta

categoría, son profesores del nivel medio. Con lo cual, debemos aceptar que

evidentemente algo desmotiva a los adolescentes y los “revela” contra el trabajo escolar.

Es probable que esta desmotivación este asociada a una cultura escolar que entra

en competencia con otras culturas más seductoras, y que se aleja de

las practicas comunicativas, los lenguajes, saberes, necesidades que

tienen los adolescentes de hoy en día. A ello se suma que la finalidad

de la escolaridad obligatoria no repercute en el acceso a mayores y

mejores oportunidades laborales. Entonces aparece el ¿para qué me

sirve la escuela? La escuela también forma parte de esta crisis en las

instituciones dadoras de sentido, crisis que ineludiblemente repercute

en el sujeto que percibe la ausencia de proyectos, vínculos y roles

capaz de otorgar sentido a su accionar.

Evidentemente, esta caracterización de los alumnos actuales,

también está ligada a una crisis en la autoridad pedagógica, que

hace que resulte cada vez más difícil la convivencia del profesor en el

aula con grupos de alumnos cada vez más heterogéneos en relación

con factores tan cruciales como educación familiar, nivel

sociocultural, expectativas de futuro, etc.

Como dijimos anteriormente, en muchas de las respuestas, las

referencias sobre ciertas características del alumno actual

-particularmente adolescente- aparecían asociadas con

problemáticas que aquí llamamos “sociales”.

Y es que, la degradación y debilitamiento del principio de autoridad es

principalmente consecuencia de circunstancias sociales generales y,

54
de modo específico, familiares. En rigor, la crisis de autoridad escolar

deriva de la anteriormente mencionada crisis familiar. Pero además, la

posibilidad de reparar una carencia tan importante en la formación de

los alumnos es particularmente ardua para unos profesores cuya

propia autoridad está siendo cuestionada permanentemente por la

sociedad y hace que estos tengan que construir y reconstruir una y

otra vez, por sí mismos el reconocimiento, la aceptación y la

legitimidad de su rol y sus funciones.

Finalmente, nos encontramos con las problemáticas centradas en el docente. En

reiteradas investigaciones acerca de la caracterización de la profesión se menciona la

insatisfacción y descontento de los docentes producto de la desatención social y política,

el deterioro salarial, y la pérdida de legitimidad del trabajo docente (el “reconocimiento

social”). Sin embargo, resulta muy llamativo que no exista en los encuestados casi

ninguna mención -directamente- acerca de estas cuestiones. Solo cuatro respondentes

del total hacen alusión a las difíciles condiciones de trabajo, el bajo salario, la

inestabilidad laboral y el desprestigio del docente y la educación en general.

En este sentido, podemos observar la ausencia de una conceptualización del docente

como trabajador16, que invisibiliza el aspecto laboral -y profesional-, aspecto

imprescindible para poder reapropiarse del sentido de su trabajo, no solo para luchar por

mejores condiciones laborales, sino además para direccionarlo política y

pedagógicamente.

16 Aunque, si tenemos en cuenta que en no pocas respuestas se hace alusión a la influencia de


los factores económicos y laborales en la elección de la carrera, sí aparece el rol del docente
como trabajador, pero como trabajador asalariado, que utiliza su trabajo como un medio para
ganarse la vida.

55
CONCLUSIONES

En esta investigación nos hemos propuesto analizar las razones que motivan la elección

de una carrera docente.

Para dar cuenta de dichas razones, hemos hecho hincapié en varios aspectos.

En el primer capítulo, realizamos una caracterización histórica general de la docencia

para luego, describir la especificidad de la profesión docente. En este sentido, diremos

que, las características que hoy permiten identificar y representar el quehacer docente,

son producto de un proceso histórico que ha ido transformando la concepción de la

docencia en torno a distintas funciones y categorías sociales como las de vocación,

trabajo, profesión u oficio.

Además, describimos una serie de atributos y características que permiten identificar el

“ser docente”: la multiplicidad de tareas y dimensiones de la acción educativa, la

inmediatez de los acontecimientos y diversidad de factores que la condicionan, el

componente afectivo y posicionamiento ético del docente; así como también los saberes

prácticos que modelan sus prácticas de acción y pensamiento, y van forjando la

constitución del habitus docente.

Posteriormente, señalamos el perfil “institucionalizado” y “multicontextualizado” de las

prácticas. Nos referimos a que, por un lado, una gran parte de la labor docente se

desarrolla en el ámbito de las instituciones educativas que atraviesan determinadas

56
condiciones socio-políticas y se encuentran afectadas por regulaciones diversas

asentadas en una larga tradición histórica. Dichas condiciones repercuten en la tarea

diaria del docente. Por otro lado, las prácticas docentes se encuentran contextualizadas

-y condicionadas- por lo que acontece no solo en el macrocontexto social general, sino

también por lo que ocurre en el sistema educativo, al interior de la institución educativa,

del propio ambiente áulico, y de las tareas escolares que allí se desarrollan. (Gimeno,

1988)

Como parte de esta contextualización de las prácticas docentes, en el segundo capítulo,

hemos destacado diversas problemáticas sociales que repercuten en el sistema educativo

en general, en la realidad que atraviesan las escuelas, y particularmente en las prácticas

docentes.

En el tercer capítulo, desarrollamos el nudo de la investigación buscando dilucidar el

conjunto de razones que motivan la elección de la carrera docente. Dentro del análisis

realizado, se caracterizó el perfil socio-demográfico de los estudiantes, las trayectorias

educativas, el proceso de formación docente y las representaciones que se tienen con

respecto a la profesión.

Con respecto a las categorías socio-demográficas de los estudiantes, podemos concluir

que predomina el siguiente perfil: mujeres en su mayoría mayores de 25 años, que

provienen de familias cuyos padres están situados en la franja más baja de la escala

ocupacional y del nivel educativo. En gran parte de los casos se trata de mujeres que

están casadas o conviven con sus parejas, aunque menos de la mitad de ellas declara

tener hijos.

El cruce de alguno de estos datos -como la edad o el sexo-, con las trayectorias de los

estudiantes, nos permitió asimismo concluir que en más de la mitad de los casos, la

docencia no constituye una primera elección y un fin en sí mismo, sino que es producto

57
de situaciones circunstanciales: haber abandonado sus estudios anteriores, haber

postergado los estudios para dedicarse a la crianza de sus hijos, agregar una credencial

educativa a la ya existente, sumar puntaje y ampliar las posibilidades laborales.

No obstante, es necesario advertir que -si bien son pocos los casos- hay una

diferenciación entre los más jóvenes (20-24 años), y aquellos que toman la decisión de

estudiar una carrera docente a partir de los 24 o 25 años. Los primeros, justifican sus

inclinaciones en base a temas específicos unidos al deseo y la “vocación” por la

enseñanza. Mientras el segundo grupo lo hace orientado directamente a la necesidad de

obtener un título, una salida laboral rápida y relativamente estable.

En este sentido y sobre todo para quienes son la primera generación de sus familias que

accede a estudios superiores, la docencia aparece como una opción prestigiada y un

canal de ascenso social -a través de un proceso de instrucción y rápida inserción laboral-

respecto de su medio de origen.

En cuanto al análisis específico de los factores que influyen en la elección, así como la

indagación sobre las expectativas iniciales que la acompañan, la mayoría de los

estudiantes eligen la docencia debido a razones asociadas a factores individuales,

económicos y/o laborales: necesidad de tener más tiempo libre, de obtener un título,

tener una salida laboral rápida, y relativamente estable. Acerca de las expectativas, las

opciones más elegidas describen razones asociadas a categorías similares, que hemos

denominado utilitaristas o individualistas.

A su vez, si tenemos en cuenta que casi la totalidad de los estudiantes se encuentra

actualmente trabajando en alguna institución educativa, obtenemos un indicio de que el

estudio de la carrera docente funcionaría más bien como una instancia de acreditación o

perfeccionamiento para quienes ya se encuentran desempeñando tareas como docentes.

58
Ello da cuenta de una especie de inversión o alteración del común desarrollo de las

trayectorias profesionales que conciben primero la formación inicial para luego

desempeñarse profesionalmente en el ámbito laboral. El contacto con la práctica laboral

constituye un hito central en la elección del alumno de profesorado: “ingreso por

condiciones laborales, me quedo porque me di cuenta que me gusta”.

Sin embargo, no todos los factores, refieren a razones utilitaristas. Sino que también

hemos podido identificar motivaciones asociadas a lo que hemos dado en llamar

factores socio-culturales o familiares: la importancia que suelen tener los “modelos” de

algunos docentes -o familiares-y de sus prácticas, que se encuentran internalizados en el

alumno, así como también la influencia formativa desde el pasaje por la escuela en la

infancia, y -posteriormente-, de la práctica laboral en una institución educativa.

Se percibe aquí, la importancia que tienen en los motivos de la elección, las

construcciones de sentido donde los trayectos de formación, la biografía escolar y los

procesos de socialización profesional se entrecruzan y resignifican en el quehacer

docente.

En esta elección, se ponen en juego representaciones acerca del docente, en relación con

la función social que cumple y el estatus profesional que detenta.

En este sentido, en nuestra investigación, los resultados obtenidos a partir de la pregunta

sobre las actividades que debe realizar el profesor, dan cuenta de un imaginario

“tradicional” del docente orientado al cumplimiento de un papel vinculado a la

enseñanza, la transmisión de valores, la capacidad de generar conocimientos y

habilidades en los alumnos, y finalmente, el deber de responder a las necesidades del

otro, que refiere al componente afectivo. Una concepción de la docencia en la que el

componente central es la “vocación”, y que, por un lado, tiene sus reminiscencias en la

idea “civilizadora”, “redentora” que ocupaba el magisterio en los tiempos de

59
construcción del Estado-nación; y por otro lado, está relacionada con las expectativas

que la sociedad deposita en la escuela.

Pero, por otro lado, en las representaciones sobre el docente, también encontramos la

presencia de un profesional capaz de intervenir en una posible transformación de la

realidad a la que se enfrenta. Es decir, la percepción que muchos de los estudiantes

tienen sobre la docencia como una profesión con carácter transformador de las personas

y de la sociedad.

Al respecto, podemos suponer que la gran conciencia que tienen los estudiantes acerca

de los problemas que atraviesa actualmente el ejercicio de la profesión estimula una

concepción de la docencia a partir de esta idea de transformación. La mayoría de las

opiniones exponen una concepción de la escuela que es producto de la sociedad en la

que se encuentra inmersa, es decir, una escuela como espacio abierto e interconectado a

los cambios que ocurren a su alrededor, y que por tanto, dan cuenta del carácter

“multicontextualizado” de las prácticas docentes, atravesadas por problemáticas sociales

que van desde las transformaciones en la institución familiar, la diversidad escolar, las

exigencias extraacadémicas, las características y particularidades de los niños y

adolescentes en la actualidad, hasta las ineficiencias de algunas políticas públicas.

Llama la atención, sin embargo, la falta de reconocimiento como parte de estas

problemáticas de ciertas condiciones del trabajo docente en la actualidad. Los

estudiantes reconocen y enumeran en detalle las diferentes problemáticas que enfrentan

en las aulas, derivadas del contexto social y del propio trabajo. Pero -salvo algunas

pocas excepciones- no reconocen como parte de esas problemáticas aquellas

relacionadas con la precarización, la intensificación y proletarización de su labor.

Así, hemos arribado a la conclusión de que en la elección de la docencia -como en la de

muchas otras profesiones- no se presentan afirmaciones encerradas en una razón

60
unívoca, sino que se alternan motivaciones en las que convergen variables tanto

estructurales (como el sexo, la edad, el origen social y la situación socio-económica),

como biográficas: particularmente las vivencias de las propias trayectorias educativas y

las representaciones construidas en torno al “ser docente”, modelos preestablecidos que

ofrecen definiciones en torno a las características y condiciones de la tarea educativa,

que fueron definiéndose en el curso de la historia de nuestro sistema educativo.

Pero además, puede advertirse que la elección de la docencia no solo reside en los

preceptos más extendidos acerca de las condiciones laborales, (vacaciones, rápida

inserción, estabilidad laboral, etc.) -asociadas a motivaciones individuales, económicas

o utilitaristas- sino también en lo que representa una oportunidad de construir otro

futuro. Es decir, la representación del docente en tanto profesional capaz de transformar

la realidad a la que se enfrenta.

Consideramos estas primeras conclusiones como el punto de partida de nuevas

indagaciones, que puedan constituir aportes para la formación y el desarrollo

profesional, acordes a las necesidades actuales.

61
ANEXO

CUESTIONARIO N°

Lea con tranquilidad y atentamente cada pregunta, señalando con una cruz la opción elegida,
o completando por escrito la respuesta.

DATOS PERSONALES

1) Sexo: F

2) Edad: ____________

3) ¿Trabaja?:

SI (Si responde que si, continúe con las preguntas 4, 5 y 6)

NO (Si responde que no, pase directamente a la pregunta 7)

4) ¿Cuantas horas semanales?

- Menos de 20 hs semanales

- Entre 20 y 30 hs semanales

- Mas de 30 hs semanales

5) ¿Su trabajo tiene relación con la docencia? Si No

6) ¿Podría describir que tipo de trabajo realiza?

7) ¿Cuál es el nivel educativo de su madre?

Primario incompleto

Primario completo

Secundario incompleto

Secundario completo

Terciario/universitario incompleto

62
Terciario/universitario completo

8) ¿Cuál es el nivel educativo de su padre?

Primario incompleto

Primario completo

Secundario incompleto

Secundario completo

Terciario/universitario incompleto

Terciario/universitario completo

9) ¿Cuál es el trabajo actual de su padre?


(Explicite qué tipo de trabajo realiza. En caso de ser jubilado mencione la actividad en la que se jubiló)

_____________________________________________________________________________________________

10) ¿Cuál es el trabajo actual de su madre?


(Explicite qué tipo de trabajo realiza. En caso de ser jubilado mencione la actividad en la que se jubiló)

_____________________________________________________________________________________________

11) ¿Cuál es su estado civil?

Soltero

Casado

Concubino

Divorciado

12) ¿Con quién vive? (Mencione el parentesco de los miembros con los que vive) Si vive con su
pareja pase a la pregunta 13.

_____________________________________________________________________________________________

13) ¿Cuál es el trabajo actual de su pareja? (Explicite qué tipo de trabajo realiza)

_____________________________________________________________________________

14) ¿Tiene hijos? Si (Si respondió que sí, pase a la pregunta 15).

No

15) ¿Cuántos? ________________

63
FORMACIÓN DOCENTE

16) ¿Qué profesorado estudia? ___________________________________________________________


17) ¿En qué institución educativa estudia?
__________________________________________________
18) ¿En qué año de la carrera se encuentra?
_________________________________________________

19) ¿Estudia alguna otra carrera además del Profesorado?

Si (Si responde que sí pase a la pregunta 20).


No

20) ¿Cuál? ___________________________ ¿En qué institución?:


______________________________

21) ¿Cuándo decidió empezar a estudiar el profesorado?


- Antes de finalizar la escuela secundaria
- De inmediato, luego de haber finalizado el secundario
- Después de un tiempo breve de haber finalizado el secundario (dos o tres años después
de finalizar)
- Mucho tiempo después de haber finalizado la educación secundaria (más de 5 años después)
- Luego de haber estudiado otra carrera. ¿Cuál? ____________________ ¿En
qué institución? _______________________________ ¿Terminó? _______________________ ¿Si
abandono dicha carrera, culés fueron los motivos?
______________________________________________________________________________________

22) ¿Qué factores cree que influyeron en su decisión?


______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________
_____________________________________________________________________________________________

23) ¿Cuáles fueron sus expectativas cuando comenzó a estudiar el profesorado?


______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________

24) ¿Cuales son las actividades principales que cree que deberá realizar como
docente?
______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________

25) ¿Cuáles son los principales problemas con los que usted piensa que debe
enfrentarse el docente hoy en día?
______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________

26) ¿Por qué eligió la docencia? (Realice una descripción lo más detallada posible).

__________________________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________________________
__________________________________________________________________________________________________________

64
27) ¿Si tuviera la posibilidad de volver a elegir, elegiría otra carrera?

Si (Si respondió que si, pase a las preguntas 28 y 29). No

28) ¿Qué elegiría?


_____________________________________________________________________________

29) ¿Por qué elegiría otra carrera?

______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________
Si desea en este espacio, puede realizar alguna aclaración, observación o
comentario

______________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________

65
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