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La iniciación tántrica implica una transmisión de poder espiritual del gurú al discípulo. Existen cuatro iniciaciones principales que activan las fuerzas espirituales latentes en el discípulo y lo preparan para alcanzar los tres kayas o cuerpos de un Buda: el nirmanakaya, sambhogakaya y dharmakaya. Las iniciaciones y sus prácticas asociadas transforman el cuerpo en nirmanakaya, el habla en sambhogakaya y la mente en dharmakaya.
La iniciación tántrica implica una transmisión de poder espiritual del gurú al discípulo. Existen cuatro iniciaciones principales que activan las fuerzas espirituales latentes en el discípulo y lo preparan para alcanzar los tres kayas o cuerpos de un Buda: el nirmanakaya, sambhogakaya y dharmakaya. Las iniciaciones y sus prácticas asociadas transforman el cuerpo en nirmanakaya, el habla en sambhogakaya y la mente en dharmakaya.
La iniciación tántrica implica una transmisión de poder espiritual del gurú al discípulo. Existen cuatro iniciaciones principales que activan las fuerzas espirituales latentes en el discípulo y lo preparan para alcanzar los tres kayas o cuerpos de un Buda: el nirmanakaya, sambhogakaya y dharmakaya. Las iniciaciones y sus prácticas asociadas transforman el cuerpo en nirmanakaya, el habla en sambhogakaya y la mente en dharmakaya.
deduce que los métodos de la meditación vajrayana difieren en muchos aspectos de los del hinayana o mahayana. Sin embargo, la meditación tántrica no se define por sus prácticas. Su principal característica radica en que es practicada por el sadhaka, el practicante, después de recibir la iniciación a través del gurú. Esto no significa simplemente que a uno le enseñen el método de meditación, aunque en cierto sentido esto sería ya una iniciación. El vocablo sánscrito de la iniciación tántrica es abhiseka, cuyo significado en el diccionario es el de «unción». Es cierto que durante la iniciación la persona iniciada es rociada ceremonialmente con agua. Pero este hecho es sólo un aspecto del ritual, que nada nos dice sobre el significado esencial de la iniciación. La palabra que los tibetanos usan refiriéndose a abhiseka es wongkur (o wong, de manera abreviada), que refleja con más precisión qué es lo que la iniciación tántrica realmente implica. Wong significa «poder», «energía» o «fuerza espiritual», y kur «transmisión» o «concesión». El término wongkur, transmisión de poder, nos da a entender mucho mejor que la definición del diccionario el íntimo significado de la palabra abhiseka. Una ini- 163 Introducción al budismo tibetano
ciación tántrica es esencialmente una
transmisión de poder espiritual del gurú al discípulo. Se simboliza a través del acto de rociar con agua, y a menudo la iniciación se materializa en un mantra, una sílaba o frase sagrada que deberá repetirse una y otra vez, y que el discípulo recibe durante la iniciación. Pero por otro lado quizá prefiramos interpretar la palabra wongkur como la activación del poder. El gurú no es que dé literalmente una parte de su propio poder al discípulo, sino que con su presencia espiritual activa las fuerzas espirituales latentes en el discípulo. Pero a eso hay que añadir que durante la iniciación tántrica hay muchas personas que experimentan una auténtica transmisión de poder. No sienten que algo haya sido activado en su interior, sino que reciben algo del gurú que les penetra como un shock eléctrico espiritual. Cualquier persona que haya experimentado cualquier tipo de curación espiritual debería ser capaz de comprender a qué me refiero. No quiero decir que una iniciación tántrica sea análoga a una sanación espiritual, pero del mismo modo que se transmite una fuerza positiva y curativa del sanador al paciente, a un nivel más elevado, durante la iniciación se transmite también una especie de carga de energía espiritual del gurú al discípulo. Esto demuestra que la meditación tántrica no puede practicarse sin la ayuda de un gurú, sería contradictorio. Si una persona practica supuestamente una meditación tántrica sin haber sido apropiadamente iniciada por un gurú, se convierte en una meditación mahayana. Pero, en cambio, si alguien practica algún tipo de meditación pro- 164
La iniciación tántrica
piamente mahayana después de haber sido
iniciado por un gurú, se convierte en una práctica tántrica. No podemos catalogar una determinada práctica de meditación tántrica o no tántrica, la distinción depende totalmente de si la practicas después de haber sido iniciado, en el sentido tántrico, por un gurú. Si practicas una técnica de meditación por tu cuenta, aunque un libro la haya catalogado de tántrica, no lo es en absoluto. De modo que aunque en el budismo tibetano existan prácticas de meditación que nunca deben (o deberían) practicarse sin antes haber recibido una iniciación y se describan como tántricas, no son «tántricas» en relación a las prácticas que implican, sino al hecho de que las recibas por medio de la iniciación de un gurú tántrico. En términos generales en el vajrayana hay cuatro diferentes «wongs» o iniciaciones tántricas. La primera es el kalasa abhiseka o «la iniciación de la vasija», se llama de ese modo porque en la antigua India se usaba una vasija durante esta iniciación (se compone de seis iniciaciones menores). La segunda es el guhya abhiseka, la «iniciación secreta o esotérica». Se denomina así porque incluye, entre otras cosas, la práctica de varios métodos esotéricos de control de la respiración y de la energía nerviosa. La tercera iniciación se llama el jñana-prajña abhiseka, que significa «el conocimiento de la prajña». Por lo general prajña significa «sabiduría», pero en el vajrayana cada término tiene un significado distinto al de la definición mahayana. En este contexto prajña significa la pareja femenina en la práctica, denominada también dakini. Esto puede interpretarse literalmente como una persona 165
Introducción al budismo tibetano
con la que uno realiza diversas prácticas
que pertenecen a este nivel de la experiencia meditativa tántrica. Pero trasladado a un nivel inferior, para decido de algún modo, puede interpretarse que representa lo que podría llamarse el lado «femenino» no realizado de nuestra propia naturaleza en el caso de un hombre, o el lado «masculino» en el caso de una mujer. La meta del jñana-prajña es llegar a conocedos. La última iniciación no suele ir acompañada de un título descriptivo, sino que simplemente se denomina «la cuarta». Estas iniciaciones tántricas se correlacionan con el cuerpo, el habla y la mente, la división básica del ser humano en el budismo. El objetivo del vajrayana, como en todas las formas de budismo, es alcanzar la iluminación, pero el vajrayana habla de ella de una forma particular, en términos de la adquisición de los tres kayas. Kaya significa literalmente «cuerpo», pero no el cuerpo en oposición a la mente, sino que sería más exacto traducido como «personalidad». Según las enseñanzas budistas generales, los tres kayas representan diferentes facetas de la mente iluminada, los distintos aspectos de la budeidad que aparecen a tres niveles. En primer lugar hay el nirmanakaya o «personalidad manifestada», es decir, la budeidad manifestada en el plano histórico humano, bajo la forma de un maestro histórico, como el Buda Gotama (o Padmasámbava en el caso de los ñigmapas). En segundo lugar, el sambhogakaya, que significa literalmente «el cuerpo del mutuo gozo» o «la gloriosa personalidad», y representa la budeidad manifestada en los planos celestiales o arquetípicos más elevados, por encima y más allá del contexto 166
La iniciación tántrica
histórico. En tercer lugar, el dharmakaya,
«la personalidad absoluta» o «el cuerpo de la verdad». Es la budeidad en su más suprema esencia, está por encima del plano histórico e incluso por encima del plano arquetípico. Por lo tanto, la doctrina de los tres kayas es que el Buda se manifiesta o existe en estos tres niveles diferentes de la realidad: el nivel absoluto, el nivel arquetípico y el nivel histórico humano. Los tres kayas representan también el cuerpo, el habla y la mente del Buda. Aquello que para nosotros es la mente, en el Buda se transforma en el dharmakaya. Lo que para nosotros es el habla, la comunicación, en el Buda se convierte en el sambhogakaya. Y aquello que para nosotros es el cuerpo físico, en el Buda se convierte en el nirmanakaya. El objetivo del vajrayana no es sólo que debemos alcanzar la iluminación de una forma general. Es más concreto, mucho más específico. La meta del vajrayana es que debemos alcanzar los tres kayas. El cuerpo, el habla y la mente han de llegar a transformarse en esta triple personalidad del Buda. Las tres primeras iniciaciones tántricas y sus respectivas prácticas están diseñadas para que podamos lograrlo. El cuerpo físico se transmuta en el nirmanakaya de un Buda con la ayuda del wong de la «vasija» y de sus correspondientes meditaciones. El habla, nuestra comunicación, se transforma en el sambhogakaya con la ayuda del wong «secreto», y la mente se transforma en el dharmakaya, la esencia de la budeidad, a través del wong de la prajña o del «conocimiento». El cuarto wong representa la transmutación del cuerpo, el habla y la mente, no sólo de una forma individual, sino colectiva, en lo que se de- 167 Introducción al budismo tibetano
nomina el svabhavikakaya, que significa
«cuerpo autoexistente» o «personalidad autoexistente». En realidad no se trata de un cuarto kaya) sino que representa la transformación colectiva de cuerpo, habla y mente en los tres kayas de un Buda. Este cuarto wongkur no es en sí mismo un wong aparte, sino el conjunto de los otros tres. Las cuatro iniciaciones tántricas se correlacionan también con los cuatro yogas, no con los mula yogas, sino con unos yogas distintos que a veces se conocen como los «cuatro tantras». El primero es el kriyayoga, el tantra ritual, que cubre toda una serie de prácticas, cientos de ejercicios diferentes. Por lo general, la práctica del kriyayoga se describe como compuesta de una parte de meditación y tres de ritual simbólico. Si una práctica tántrica consiste, por ejemplo, en quince minutos de meditación y cuarenta y cinco minutos de rituales, se considera que pertenece al kriyayoga. El segundo yoga es el ubhayayoga, que significa el tantra de «ambos aspectos», las prácticas del ubhayayoga consisten en media hora de meditación simbólica y media de rituales. En tercero se denomina simplemente el yoga tantra, consiste en tres partes de meditación y una de rituales simbólicos. El cuarto es el anúttara yoga, el yoga insuperable, que según el esquema tradicional se dedica únicamente a la meditación. La correlación entre las cuatro iniciaciones y los cuatro yogas no es sencilla, no existe una iniciación para cada yoga. El conjunto de los tres primeros yogas forma el llamado Tantra Externo o Exotérico, y el anuttara yoga comprende el Tantra Interno o Esotérico. Si deseas hacer una práctica que pertenezca a los tres primeros yogas, al 168 La iniciación tántrica
Tantra Externo, sólo necesitas recibir una
forma simplificada de la primera iniciación, denominada wong del «cuerpo» o «pequeño» wong, y después puedes empezar a practicarla. Pero si deseas practicar las meditaciones del Tantra Interno o Esotérico, necesitas recibir cuatro iniciaciones, que en conjunto se denominan «gran» wong o «gran iniciación tántrica». Obviamente, y teniendo en cuenta la limitación de espacio, no es posible exponer todo cuanto puede decirse sobre el budismo tántrico en estas páginas. Pero existe también una limitación que tiene que ver con la conducta apropiada o incluso con la correcta. En realidad, una de las condiciones para ser iniciado en el Tantra Interno es la de no hablar sobre estas prácticas con ninguna persona que no haya recibido la misma iniciación. En cualquier caso, en el budismo tibetano raras veces se habla o se escribe acerca de la meditación, sus seguidores están demasiado ocupados practicándola. Es sólo en Occidente que disponemos de tanta cantidad de conferencias y libros sobre la meditación. Naturalmente no hay nada malo en poseer un profundo conocimiento de la teoría, pero tarde o temprano tendremos que empezar a ponerla en práctica. Aunque no sea posible hablar sobre las prácticas del Tantra Interno, el Tantra Externo es más abierto y accesible. En el Tíbet hay muchos laicos y monjes ordinarios, los que no son maestros, que siguen sus prácticas. Hay muchas clases de prácticas. Cuando entré en contacto por primera vez con el budismo tibetano, en especial con la meditación tántrica, me quedé asombrado por la gran 169
Introducción al budismo tibetano
profusión -e incluso confusión- de material
que había conseguido. Como mi mentalidad es más bien metódica y ordenada no me sentí del todo feliz con aquel cúmulo de material que no parecía encajar de un modo ordenado, hasta que vi con claridad que su objetivo nunca había sido tener ninguna clase de orden. De modo que probablemente lo mejor que puedo hacer es seleccionar una práctica del montón y concentrarme en ella. Una de las prácticas más populares del Tantra Externo es la meditación de Tara Verde, en tibetano Drolma. En el hinayana y en el mahayana los Budas y bodhisatvas son siempre masculinos, pero en el vajrayana encontramos también un número equivalente de mujeres, y Tara es la figura más prominente. Su nombre sánscrito significa literalmente «la que conduce a la otra orilla» en el sentido de alguien que salva y, por lo general, se traduce como «la Salvadora». Cada forma de bodhisatva representa un aspecto concreto de la iluminación, y Tara encarna la compasión. Más aún, incluso podríamos decir que personifica la encarnación de la compasión, porque en cierto sentido es hija espiritual de Avalokitésvara, el gran bodhisatva de la compasión, uno de los tres principales bodhisatvas tanto del mahayana como del tantra, junto con Manjusri, que representa la sabiduría y con Vajrapani que simboliza el poder o la energía. Según cuenta la leyenda, un día que Avalokitésvara contemplaba el mundo desde la terraza de su palacio vio la gigantesca masa de la humanidad. Vio a personas padeciendo muchas dificultades y sufriendo enormemente. Algunas estaban ocupadas en prolongados pleitos, otras 170
La iniciación tántrica
yacían enfermas en la cama, otras eran
atacadas por ladrones y salteadores de caminos, o sufrían un gran dolor por la pérdida de un ser querido, o bien morían dolorosas muertes o incluso eran devoradas por animales salvajes. Al ver el sufrimiento de aquella gigantesca masa de la humanidad, el gran bodhisatva Avalokitésvara, movido por la compasión, no pudo contener sus lágrimas. En realidad lloró tanto que llegó a formarse un gran lago. Y en medio del lago apareció un enorme loto blanco y, cuando se abrieron sus pétalos, apareció una bella diosa de color verde; la bodhisatva Tara nació, según dice la leyenda, de las lágrimas de Avalokitésvara. De modo que si Avalokitésvara representa la compasión, Tara es como si fuera la esencia, la quintaesencia de la compasión. En el Tíbet tiene muchas formas, pero las dos principales son Tara Blanca y Tara Verde. Ambas son muy reverenciadas, aunque Tara Verde -también denominada Khadiravani Tara- es la más popular. Hay muchas maneras de meditar en ella, pero la siguiente práctica es la evocación más habitual de Tara Verde. El procedimiento general es parecido al de otras prácticas tántricas que evocan diferentes Budas y bodhisatvas. La meditación tiene diez fases. Como en cualquier práctica de meditación tántrica, empiezas con la práctica de Ir al Refugio, es un breve resumen del hinayana, pero el refugio tiene una tonalidad tántrica. Primero dices: «Voy al refugio del gurú» , porque la visión tántrica, como ya hemos visto en el capítulo 4, considera que sólo es a través del gurú que puedes llegar a conocer los otros refugios. En esta práctica el gurú refugio es Amitaba, el 171
Introducción al budismo tibetano
Buda de la Luz Infinita, porque es la
cabeza de la «familia» espiritual a la que Avalokitésvara y Tara pertenecen. Las pinturas tibetanas de Tara Verde la representan con una diminuta imagen de Amitaba en el cabello. A continuación repites la fórmula de Ir al Refugio del Buda, del Dharma y de la Sangha, aunque en la meditación tántrica se les otorga un sabor tántrico que varía según la clase de práctica que estés haciendo, En la práctica de Tara, consideras a Tara como un Buda, es decir, tomas refugio en el aspecto compasivo de la iluminación. En esta práctica, el Dharma es la gran compasión de Tara, ya que es el aspecto compasivo del Dharma lo que te interesa en particular. La Sangha en este contexto se compone de veintiuna manifestaciones o formas de Tara. Así que vas al refugio de Amitaba como el gurú, de Tara como el Buda, de su compasión como el Dharma, y de sus veintiuna formas como la Sangha. En otras prácticas se sigue el mismo modelo. Por ejemplo, si estuvieras haciendo la práctica de Manjusri irías al refugio de Vairóchana como el gurú, de Manjusri como el Buda, de su sabiduría como el Dharma, y de sus ocho formas como la Sangha. La segunda fase de la práctica de Tara Verde es la generación de los cuatro brahma viharas las cuatro divinas moradas o sublimes estados de la mente, Éstos son maitri, es decir, el amor en el sentido de amabilidad universal; karuna, la compasión por todos los que sufren; mudita, la alegría compasiva, es decir, alegrarse por la felicidad de los demás; y upeksa, la paz y ecuanimidad de la mente. Los brahma viharas aparecen también en el mahayana y el 172
La iniciación tántrica
hinayana, pero en el hinayana se
consideran sólo prácticas sámatha, es decir, únicamente tienen la función de calmar la mente. En el mahayana se consideran también prácticas vipásyana, que significa que desarrollan la visión clara, porque cuando generas estas cuatro sublimes emociones y las diriges hacia todos los seres vivos, percibes al mismo tiempo que esos seres son en esencia la vacuidad o sunya. Esta fase de la práctica de Tara se considera la recapitulación del mahayana en un contexto tántrico. La siguiente fase de la práctica es meditar en el propio sunyata, que también se realiza en el mahayana, ya que esta tradición considera que el sunyata es el aspecto esencial sobre el que se debe meditar. Esta fase es sumamente importante. Se dice que mientras no tengas alguna experiencia de la vacuidad, si no pruebas el sabor de sunyata, no habrás hecho una auténtica práctica vajrayana. Yogi Chen, un amigo mío de Kalimpong que también fue uno de mis maestros, solía decir que si no meditas en el sunyata, todas las visualizaciones y los rituales del vajrayana no son más que una vulgar magia. Sin la experiencia del sunyata, tu práctica queda sólo reducida a un nivel psicológico. La cuarta fase es la visualización del bija, es decir, la sílaba semilla de Tara. Es como si en el fondo hubiera el suyata, el Absoluto, lo Incondicionado, visualizado como un cielo azul oscuro, y después en medio de él, visualizas la sílaba semilla. Cada deidad tántrica tiene su propia sílaba semilla, se considera que es el corazón o la esencia de la deidad. Del mismo modo que un árbol se encuentra en potencia en una semilla, el Buda o el bodhisatva se ha- 173
Introducción al budismo tibetano
lla en el bija. El bija de Tara Verde es la
sílaba tam. Debes visualizar, en medio de la vacuidad, esta sílaba semilla, de color verde, con las letras tibetanas o sánscritas, en posición vertical sobre un disco lunar extendido o un loto blanco, que irradian luz hacia todas las direcciones. A continuación llegamos a la fase central de la práctica, la visualización de Tara Verde. Esta figura surge de la sílaba semilla, es de color verde, muestra una bella sonrisa y está adornada con una corona con los cinco Budas, que representan las cinco sabidurías. Su mano derecha descansa sobre su rodilla derecha, con la palma hacia arriba, gesto que simboliza la generosidad. Su otra mano, cerca del seno izquierdo, sostiene un loto azul con tres flores que representan los Budas del pasado, del presente y del futuro. Una de sus piernas está doblada cerca del cuerpo, en postura de meditación, la otra medio extendida, como si estuviera a punto de levantarse. Todo ello simboliza que aunque esté sumida en meditación, en la experiencia del Absoluto, al mismo tiempo, motivada por su compasión, está siempre dispuesta a entrar en el mundo para ayudar a los seres. Se dice a veces que Tara Verde encarna los tres arquetipos femeninos: el de virgen por la intrínseca pureza de su naturaleza trascendental; el de madre, por su amor y compasión; y el de reina, por su espiritual soberanía y poder. Hay diferentes clases o niveles de visualización -los sueños y las alucinaciones son también una especie de visualizaciones- pero la imagen que visualizamos en la meditación debe tener una cualidad diferente. La forma visualizada de Tara no debe ser sólida ni opaca, esto in- 174
La iniciación tántrica
dicaría un bajo nivel de meditación, sino
una visualización delicada y diáfana, como los colores de un arco iris. O, como se ha dicho algunas veces, los colores deben ser como las imágenes reflejadas en un espejo, evanescentes y sutiles. La visualización juega un papel sumamente importante en la meditación budista tibetana. En términos generales, te permite proyectar de las profundidades de tu mente los aspectos más elevados de tu ser que desconocías. La imagen visualizada, en este caso Tara, actúa como un foco que revela en ti cualidades aún no desarrolladas, pero presentes en el inconsciente. Tara representa la compasión, se convierte en el punto focal, a nivel de la mente consciente o incluso supraconsciente, para desarrollar tu propia capacidad de compasión. Al visualizar la imagen estos sentimientos de compasión que yacen en las profundidades de tu ser pero que aún no se han desarrollado, y que representan la parte más elevada de tu propia naturaleza, logran cruzar el umbral de tu conciencia e integrarse en tu ser consciente a niveles incluso más elevados. Es decir, a través de la práctica de la visualización de Tara te vuelves más compasivo. La sexta fase de la práctica consiste en la visualización y repetición del mantra de Tara Verde. En el corazón de Tara, la imagen visualizada, ves la sílaba semilla tam) rodeada con las letras del mantra de Tara. Estas letras deben visualizarse en posición vertical, girando en sentido contrario a las agujas de un reloj e irradiando luz (en el caso de las deidades masculinas giran en el sentido de las agujas del reloj). Ésta es la parte más difícil de la vi- 175
Introducción al budismo tibetano
sualización, una imagen inmóvil es más
fácil de visualizar que una en movimiento. Se dice que si tu mente está agitada debes visualizar las letras del mantra girando lentamente, en cambio, si te sientes pesado y soñoliento, debes hacerlas girar con rapidez. Mientras visualizas las letras girando, repites el mantra al menos 108 veces, cuanto más lo repitas, mejor. Como es natural, en los momentos en que no hagas la práctica de la meditación también puedes recitar el mantra tanto como desees. En la fase siguiente disuelves la figura de Tara, incluyendo la sílaba semilla y el mantra, en la vacuidad, en el «cielo azul» en el que la habías superpuesto. Esta fase se hace gradualmente. Primero disuelves a Tara en el loto y en la «alfombrilla lunar» sobre la que se sienta, lo cual a su vez se disuelve en el mantra y después en la sílaba semilla, y finalmente la sílaba semilla desaparece en la vacuidad. Esta fase significa la verdad de que todas estas formas, los Budas y bodhisatvas, Tara, Manjusri o quienquiera que sea, surgen de la vacuidad, de la profundidad de la «Mente Única», y no existen separadas de ella. En otras tradiciones se suele considerar que los dioses, las diosas, los santos, los sabios y los salvadores, etc., que aparecen en la meditación tienen una existencia separada, una vida propia. Sin embargo, en el budismo, en el tantra, se reconoce que estas formas e imágenes son, en esencia, producto de nuestra propia mente o conciencia, y que en realidad proceden de la mente absoluta. Tomamos conciencia de esta verdad disolviendo la figura de Tara en la vacuidad de la que había surgido. La novena fase consiste en la doble meditación de 176 La iniciación tántrica
Tara y la vacuidad. En este caso la
visualización no se va construyendo gradualmente, sino que la figura de Tara aparece instantáneamente, como las plateadas escamas de un pez que de repente reflejan la luz al saltar fuera del agua. Tara surge de la vacuidad, visualizas la figura y al mismo tiempo experimentas la vacuidad. Hasta este punto Tara y la vacuidad se habían experimentado por separado, pero ahora se interpenetran, representa que rupa o la forma -representada en este caso por Tara- y el sunyata, forman una unidad. Como dice el Sutra del Corazón, la forma es vacuidad y la va cuidad es forma: ambos no son diferentes. En esta fase percibes la verdad de las enseñanzas del Sutra del Corazón. Compruebas, a través de tu propia experiencia, que el aspecto nouménico y el fenoménico, el Absoluto y el relativo, no son distintos sino que constituyen una unidad. En esta fase te identificas también con Tara y todos los demás seres, e identificas cualquier sonido que oigas con el mantra. Si alguien dice algo, sientes que es Tara quien está hablando, es el mantra de Tara el que resuena. De ese modo, identificándote con Tara y todos los seres sintientes, te conviertes en la encarnación de la compasión. La décima y última fase de la práctica es la dedicación de los méritos, que es como concluyen todas las prácticas budistas. Cualquier mérito que hayas obtenido con esta práctica de meditación, decides compartido con todos los seres vivientes. No hay nada que quieras guardar sólo para ti. Esta descripción da al menos una idea de la naturaleza de la meditación de Tara Verde, pero para poder com- 177
Introducción al budismo tibetano
prender qué representa realmente, qué implica esta experiencia, uno debe practicarla. No hay otra forma de captar de qué se trata. La anterior descripción es sólo la parte meditativa de la práctica -también hay en ella elementos rituales-, pero si se sigue el modelo tibetano esta práctica es muy simple. Sin embargo, muchos practicantes corrientes, en especial los laicos, la simplifican más aún. Colocan en su habitación, o sobre el altar, una imagen o un thanka con la imagen de Tara, para tener una idea de lo que deben visualízar. Y cada mañana hacen una ofrenda llenando con agua siete boles situados sobre el altar, y, al mismo tiempo, repiten el mantra. Después encienden una vela y una barrita de incienso, mientras lo hacen a veces también contemplan la imagen o se inclinan ante ella. Generalmente esto equivale a la parte ritual de la práctica. A continuación se sientan con las piernas cruzadas en una alfombra colocada sobre una especie de cama que consiste en una plancha de madera con cuatro patas y empiezan a practicar. En primer lugar recitan lo que podríamos llamar los himnos, que alaban aTara y su gran compasión. Generalmente, en estos himnos Tara es descrita con gran minuciosidad, cada parte de su cuerpo, cada adorno, para que uno pueda formarse en la mente una clara imagen de ella. Después recitan las estrofas que expresan el acto de Ir al Refugio, practican los cuatro brahma viharas y hacen el voto del bodhisatva. Y, a continuación, sentados en el mismo lugar, quizá contemplando la imagen e intentando ver la figura de Tara en su mente, se dedican a repetir el mantra de Tara durante media hora o tanto tiempo como 178 La iniciación tántrica
puedan. Concluyen la sesión inclinándose
ante la imagen y dedicando los méritos. Así es como una persona corriente practica. Pero si eres un dedicado practicante, en especial si tienes dos o tres horas libres por la mañana antes de ir a trabajar, puedes emplear el método completo. Para hacer esta práctica es necesario disponer de un poco de tiempo. Recuerdo, no en relación a la práctica de Tara sino a otra, que después de la iniciación me entregaron dos versiones de la misma práctica. Mi maestro me dijo: «Aquí tienes la versión corta, puedes hacerla diariamente, y esta otra es la larga, para cuando tengas dos o tres días libres». (Me entregó veinte páginas con instrucciones.) Es muy común que los tibetanos hagan la práctica de Tara, tanto si son laicos como monjes. A medida que van envejeciendo cada vez tienen menos responsabilidades mundanas, y dedican más tiempo a la práctica, hasta que finalmente acaban meditando durante casi todo el día, no sólo hacen una determinada práctica, sino una secuencia de diferentes prácticas. Cuando solía ir a visitar a mis amigos en Kalimpong, a menudo llegaba por la mañana y el sirviente o el discípulo me decía: «Por favor, espere unos minutos, todavía no ha terminado su meditación». Al cabo de un tiempo descubrí que generalmente empezaban a las seis de la madrugada y acababan alrededor de las nueve. Aunque fueran funcionarios del estado, ocupados abades con monasterios a su cargo, o sencillamente personas corrientes, solían dedicar dos o tres horas a su práctica meditativa y devocional antes de empezar a trabajar. A menudo podías ver personas recitando sus mantras 179
Introducción al budismo tibetano
durante el día, en especial en sus paseos
vespertinos. Uno de los recuerdos más agradables que tengo de Kalimpong es salir a pasear al atardecer hacia al bazar y ver por el camino a hombres y mujeres tibetanos de avanzada edad andando por la calle con el molino de oración en una mano y el rosario en la otra susurrando mantras. Los occidentales que han escrito sobre el Tíbet han hablado de rituales realizados mecánicamente, pero esta clase de práctica no se hace de un modo mecánico. Puedes vedo en la concentración de la gente, está totalmente absorta en lo que está haciendo. De ese modo, incluso las prácticas relativamente avanzadas de la meditación budista tántrica pueden convertirse en parte integral de la vida cotidiana del tibetano medio. 180
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