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ÍNDICE DE CAPÍTULOS
Hacía setenta años que nuestro país era una colonia del
imperio romano.(3) El pueblo estaba desesperado por aquella
esclavitud, por el hambre y por los enormes impuestos que
nos obligaban a pagar. Por eso, muchos mirábamos con
simpatía al movimiento zelote que conspiraba contra el
poder romano y tenía a sus guerrilleros extendidos por todo
el país.
Pedro - ¡Que viva el movimiento!
Todos - ¡Viva! ¡Viva!
Santiago - ¡Mueran los romanos!
Todos - ¡Mueran! ¡Mueran!
Pedro - Oye, pero ese cabezón que viene hacia acá, ¿no
es nuestro amigo Felipe, el vendedor? ¡Felipe!
¡Demonios, ya se puso bueno esto!
Felipe - ¡Caramba, Pedro! ¡Pedro tirapiedras! ¿Cómo va
esa vida? ¡Y tú, Santiago, bocagrande! ¡Y Juan,
el buscapleitos! ¿Qué lío estarán armando por
aquí los hijos del Zebedeo? Y mira también al
flaco Andresito... ¡Por las pantorrillas de
Salomón, me alegro de encontrarme con ustedes!
Juan - ¡Y nosotros también, Felipe, el charlatán más grande
de toda la Galilea!
Santiago - Oye, Felipe, no seas maleducado. ¿Quiénes son
estos dos que vienen contigo?
Felipe - Pero si es verdad. Todavía no he hecho las
presentaciones. Nata y Jesús... ejem... Aquí les
presento a estos cuatro bandidos, pescadores de
cangrejos en Cafarnaum. Y éstos... ¡son dos
granujas peores que ustedes! Este se llama
Natanael, un israelita de buena marca, vive en
Caná, trabaja con lana, es más tacaño que una
rata y tiene una mujer que ni el rey David la
aguantaría. Y este otro, un moreno simpático de
Nazaret. Se llama Jesús. Lo mismo te arregla una
puerta que te hace una herradura. Un hacelotodo,
¿entiendes? ¡Ah, y cuando presta dinero nunca te
cobra los intereses! ¡Lo malo es que nunca tiene
y hay que prestarle a él! Señores, ya está dicho
todo.
Pedro - Pues entonces, como si nos conociéramos de toda
la vida. ¡Y ahora, a llenar el buche, que para
luego es tarde!
Lucas 3,7-18
Recuerdo aquel día como si fuera hoy. Cierro los ojos y aún
veo delante a Jesús con aquella sonrisa ancha que tantos
amigos le ganaba. Bastaron cuatro chistes, unas historias
bien contadas, la confianza que tuvo en compartir con
nosotros las preocupaciones que le hacían cosquillas por
dentro y que le habían traído hasta Juan el bautizador, y
ya era como si nos conociéramos desde siempre. No sé, el
moreno era un hombre de ésos con el que uno se tropieza una
vez y que después ya no olvida nunca en la vida.
Juan 1,35-39
Bautista - ¡Yo soy solamente una voz, una voz que grita en
el desierto! ¡Abran paso, dejen libre el camino
para que el Señor llegue más pronto! ¡Ya viene,
no tarda en llegar! ¡Conviértanse, purifíquense,
cambien el corazón de piedra por uno de carne, un
corazón nuevo para recibir al Mesías de Israel!
Bautista - ¡La voz del Señor sobre las aguas! ¡El Dios de
la gloria truena! ¡La voz del Señor con fuerza,
la voz del Señor como una llamarada!
Jesús - ¿Qué estás diciendo, Juan?
Bautista - Nada, nada... por un momento creí escuchar...
¿Sabes? En el desierto los pájaros hablan un
lenguaje misterioso y se ven espejismos en el
horizonte. No es nada, no te preocupes.
Hombre - ¡A ver si ese tipo acaba de una vez! ¡Qué tanto
habladuría para remojarse la cabeza!
Mujer - ¡Cállate, zoquete!, ¿no te da vergüenza hablar
de esa manera?
Viejo - ¡No empuje, paisana, que ahora me toca a mí!
Jesús - Juan, me gustaría hablar contigo cuando haya
menos alboroto. Necesito hablar contigo.
Bautista - Soy yo el que necesito hablar contigo, Jesús.
Ahora vuelve a la orilla. La gente se impacienta
con este calor.
Voz del Tabernero- ¡Ah, qué hombres más locos! ¡Soñando con
profetas y señales de Dios pudiendo quedarse por
aquí a darse la gran vida! Tú, nazareno, ¿no te
animas? ¡Tengo muy buen vino y unas mujeres que
están…! Allá en tu pueblo no hay nada de esto.
Mateo 4,12-17
1. María era un nombre de mujer muy frecuente en tiempos
de Jesús. Magdalena hace referencia a Magdala, probable
lugar de nacimiento de esta mujer. María Magdalena es
mencionada varias veces en los evangelios. Era una
prostituta y, seguramente, de la más baja clase social.
Sería muy joven, pues la prostitución estaba muy extendida
entre muchachas de trece y catorce años.
Mateo 4,13
Juan 1,43-44
Juan 1,45-51
Juan 2,1-11
Ana - Ay, Salomé, qué habrá hecho mi marido para que Dios
lo haya castigado así.
Salomé - No me hables, mujer, no me hables, que llevo
dos noches sin dormir desde que me enteré de 1o
que había pasado. ¡Y yo qué sé por qué Dios lo ha
castigado de esta mala manera!
Ana - Y ahora, ¿qué voy a hacer yo?
Salomé - Mira, hija, ya le he dicho a Zebedeo, mi
marido, que te dé unas monedas por remendarle las
redes. Con ese trabajito ya tendrás para ir
tirando. Y si algo necesitas, me lo pides, que
donde comen cuatro pueden comer ocho.
Ana - ¿Y qué comerá él, mi pobre Caleb? Allá en esas
cuevas... Viviendo de la limosna que le quieran
dar.
Salomé - Bueno, mujer, pero no llores, que tus muchachos
te necesitan. No te pongas así, vamos...
Lucas 4,28-30
Juan - ¿Tú no has visto que ese Mateo siempre va solo, como
si fuera un leproso? Nadie en la ciudad quiere
juntarse con él. Nadie se le arrima.
Pedro - ¿Y sabes por qué? Porque apesta. El tufo de los
traidores se huele a siete leguas a la redonda.
Juan - ¿Y a un tipo así tú lo invitas al grupo, Jesús?
Pero, ¿qué es lo que quieres? ¿Que vaya con el
soplo donde el capitán romano?
Santiago - Yo digo lo mismo que Andrés. Si esa carroña
viene con nosotros, yo me voy. Yo no me junto con
traidores.
Pedro - Ni yo tampoco. ¡Que el que está en el cielo me
reviente las tripas si algún día reniego de los
míos!
Jesús - Yo no digo que no sea un traidor, Pedro. Sí, es
un traidor. Es un vendepatria, ¿quién no sabe
eso? Pero, a lo mejor, podemos lograr entre todos
que Mateo cambie.
Juan - “A lo mejor, a lo mejor”… ¡Y “a lo peor” se va de la
lengua y nos queman el pellejo a todos por la
imprudencia tuya! Lo siento, Jesús. No tienes
madera política. No tienes olfato. A nadie se le
ocurre meter un lobo en medio de las ovejas.
Jesús - ¿Y quién dijo que Mateo es un lobo? Los lobos
son otros, Juan. Mateo era de los nuestros. Ahora
es un sinvergüenza, claro que sí. Ahora le está
haciendo el juego a los de arriba, sí, de
acuerdo. Pero los dientes de Mateo no son de
lobo.
Pedro - ¿Ah, no? ¿Y de qué son entonces?
Jesús - No sé, pero cuando yo vi a Mateo sentado en
aquella caseta, solo, manchado de tinta, medio
borracho... me acordé de una historia antigua,
una historia que me contó el viejo Yoyaquim, allá
en Nazaret, cuando yo era muchacho.
Lucas 15,11-32
Lucas 16,19-31
Lucas 7,11-17
Lucas 7,36-50
Nadie le contestó.
Mateo 13,24-30
Jesús - Uff...
Juan - ¿Qué te pasa, moreno?
Jesús - Nada, Juan. Que no logro dormirme.
Juan - Debe ser el calor...
Jesús - Sí, a lo mejor es eso. ¿Sabes qué? Voy a tomar
un poco de aire fresco.
Lucas 10,38-42
Juan 5,1-18
Herodiano - ¡Agghhh!
Zelote - Uno menos. Vamos, de prisa.
Juan 3,1-21
Juan 6,22-71
Tomás - ¡Ayyy!
Santiago - ¡Uno menos! ¡Agarra bien, Juan! ¡Eh, cuidado,
cuidado!
Mateo 20,1-16
Jesús - ¡Criminal!
Abiatar - Vete de aquí, muchacho, vete de aquí si no
quieres que te pase lo mismo que a mi hijo. O
peor.
Jesús - No, no me iré.
Abiatar - Créenos, muchacho. Estás en peligro. ¿No lo
entiendes?
Jesús - Sí, lo entiendo. Y les agradezco que hayan
venido a avisarme. Pero no me iré. Y ustedes,
cuando vuelvan a Tiberíades, si ven a ese zorro
allá en su madriguera de oro y mármol, díganle
esto de mi parte: que voy a seguir haciendo lo
mismo que hasta ahora. Hoy y mañana y pasado
mañana. Y que no me asustan sus amenazas porque
hasta ahora todos los profetas mueren en
Jerusalén, no en Galilea.
Fariseo - No seas loco, nazareno, haznos caso...
Marcos 8,22-26
Mateo 19,10-12
Jesús - Ha muerto.
Regresé con el moreno cuando era noche cerrada y empezaba a
soplar el viento helado del norte…
Lucas 12,13-21
Lucas 18,1-8
Por una brecha del patio, como un ratón que sale de los
escombros, un hombre medio desnudo saltó y echó a correr
calle abajo.
Juan 8,2-11
Lucas 10,25-37
Juan 9,1-41
Lucas 18,9-14
Juan 4,1-27
Fanuel - ¡Pipo!
Pipo - Mande, patrón.
Fanuel - Pasa mañana temprano a recoger todas tus cosas.
Pipo - Pero, patrón...
Fanuel - Ningún patrón. Lo he oído todo desde la puerta.
Estás despedido.
Lucas 16,1-9
Pilato - ¡Degüéllenlos!
Todos nos miramos sin saber qué hacer ni qué decir. hasta
que Jesús rompió el silencio.
Lucas 19,1-10
Lucas 17,11-19
Nos dio mucho trabajo bajarle los humos a Pedro y que nos
explicara lo que había oído entre aquellos árboles.
Mientras hablaba, mi madre, Salomé, no levantó los ojos del
suelo.
Mateo 18,21-35
Mateo 21,28-32
Mateo 25,31-46
2. Desde los tiempos del rey Salomón, unos mil años antes
de Jesús, el reino de Israel cobraba impuestos a sus
ciudadanos, aunque con una organización no plenamente
desarrollada. Los persas y los griegos, que ocuparon el
país -500 y 150 años antes de Jesús-, también
establecieron un sistema tributario. Con la dominación
romana de Palestina, que comenzó a ser definitiva a partir
del año 6 después de Jesús, se impuso de forma rigurosa el
cobro de los tributos a los israelitas. Roma retuvo todo
el excedente de la producción del país en la amplia red de
aduanas que estableció para el cobro de los diversos
impuestos. A través de ellas controlaba todo el movimiento
comercial de la provincia.
Juan 11,1-44
Lázaro reía con gusto y comía con más gusto aún. Marta y
María habían mandado matar los diez corderos más gordos del
redil y habían gastado todos los ahorros de los últimos
meses en comprar vino, dátiles, higos y pasteles. Después,
corrieron de casa en casa invitando a todos los vecinos de
la aldea para que vinieran a la fiesta.
Viejo - Pues yo, Lázaro, ¿qué quieres que te diga? Les
agradezco a tus hermanas estas locuras que han
hecho y esto de tirar la casa por la ventana. Ya
se me estaba olvidando a mí lo que era comer
caliente. ¡Y, la verdad es que tener la panza
repleta es una bendición del cielo!
Pedro - ¡Tiene razón el viejo Teclo! ¡Barriga llena,
corazón contento!
María - ¡Y mayor la contentura, si comienza el baile!
¡Vamos, vecinos, vamos al patio, a bailar todo el
mundo! ¡Después ya habrá tiempo para seguir
chupando huesos! ¡Ea, muchachos, ¿quién de
ustedes sabe tocar la Danza de las Cabrillas?
Viejo - ¡Eso es cosa mía! A mí me enseñó mi abuelo.
¡Traigan esa flauta!
María - Y tú, Felipe, ¿no sabes tocar los tamborcitos?
Felipe - Bueno, yo sólo sé tocar la corneta de mi
carretón! ¡Ja,ja!
María - ¿Y tú, Pedro?
Pedro - ¡Yo sólo toco la puerta de mi casa!
Marta - ¡Los tamborcitos los toco yo, qué caray! ¡Que
con vino dentro la música sale sola!
Juan 10,1-18
1. En Israel, los pequeños propietarios de ganado eran
pastores de sus propios rebaños. Cuando los rebaños
estaban compuestos por muchos animales, los dueños
contrataban a pastores asalariados, que cobraban en dinero
y en productos del rebaño. La tarea principal de un pastor
era buscar pastos y abrevaderos para sus animales y
defenderlos de los ataques de los ladrones de ganado o de
las fieras. Los instrumentos de trabajo del pastor eran la
vara, el cayado y la honda. La honda servía como arma
contra las alimañas y también para congregar a las ovejas
en un sitio determinado. Los cuidados del pastor con su
rebaño fueron un símbolo bíblico del cuidado que Dios
tiene de la humanidad (Salmo 23).
Cada vez nos seguía más gente. Nosotros, los doce, íbamos
con Jesús, abriendo la marcha. María, su madre y las otras
mujeres habían olvidado ya el miedo del primer momento y
ahora gritaban a voz en cuello, mezcladas con todas las
vecinas de Betania y de las posadas. Un campesino le prestó
su burra a Jesús y él se montó en ella para hablarle mejor
a la gente.
Jesús alzó los ojos del plato. Nos miraba con tristeza, con
preocupación.
Jesús dejó caer las manos sobre las rodillas. Sus ojos
estaban llenos de lágrimas.
Al salir a la calle...
Pero Jesús seguía callado, sin levantar los ojos del suelo.
Caifás - ¡Blasfemia!(4)
Lucas 23,6-12
1. El palacio de Herodes Antipas sobresalía entre todos
los edificios de Jerusalén, cerca de la muralla
occidental. A él iba Herodes Antipas durante las fiestas
que se celebraban en la capital. El interior del palacio
era de un lujo impresionante. Estaba abarrotado de obras
de arte y servido por numerosos esclavos. Tenía tres
inmensas torres que dominaban la ciudad. La más alta (45
metros) era la de Fasael, dedicada a un hermano de
Herodes, otra de 40 metros llevaba el nombre de Hipicus,
un amigo del monarca, y la más pequeña y de forma más
artística (27 metros), era la de Mariamme, una de las diez
esposas de Herodes el Grande, la que llevó en exclusiva el
título de «reina» y a quien el propio rey asesinó. Las
bases de estas tres grandes torres del palacio de Herodes
se conservan todavía.
Centurión - ¡Clávenlos!
Lucas 24,1
Juan 21,1-19
Todos - ¡Ooooh!
Cleto - ¿Y ahora qué, vieja?
Vieja - ¡No sean impacientes, caramba! ¡Esa era la nube
mensajera! ¡En la de atrás viene el rey!
Todos - ¡Ooooh!
Lucas 1,26-38
1. Contar los hechos de la infancia de Jesús al final de
su vida permite entender mejor el origen que tuvieron
estos relatos en los evangelios de Mateo y Lucas. Ni
Marcos ni Juan cuentan absolutamente nada de la infancia
de Jesús.
Lucas 1,39-79
¡Qué mal lo tuvo que pasar José! ¡Cada vez que me acuerdo
de aquello me da como un remordimiento! Él me contó después
que ese día se encerró en la casa y no quiso comer ni
hablar con nadie.
Mateo 1,18-24
José - ¡María!
María - ¿Es bonito, José... es bonito?
José - Es precioso... ¡y se parece a mí! ¡Ja! Digo,
por decir algo... Te quiero mucho, María.
Vieja - ¡El marido déjese ahora de besuqueos, que la
mujer parida tiene que descansar!
Mujer - ¡Estos hombres! ¡Como ellos no pasan los do-
lores!
Lucas 2,1-7
1. El año en que nació Jesús no se conoce exactamente,
pero la referencia que hace el evangelio de Lucas a un
censo ordenado por Roma nos aproxima a ella. Todo parece
indicar que Jesús vino al mundo en los años inmediatamente
anteriores a la anexión definitiva de Palestina al imperio
romano o muy poco después. Durante aquellos años fue
cuando Roma ordenó hacer un censo en Palestina, aunque no
se sabe con certeza el tiempo que duró ni las fechas
exactas.
Lucas 2,8-20
Mateo 2,13-18
Lucas 2,22-38
Lucas 2,41-50
Hechos 2,1-41
María - Juan, hijo, ¿por qué hay tanta bulla ahí fuera?
Juan - Nadie está haciendo bulla, María.
María - Pues a mí me zumban los oídos.
Juan - A ti te pasa como a los caracoles. Aunque los
saquen del mar, guardan dentro el ruido de las
olas. Tú estás aquí, María, en Grecia, pero tu
corazón anda por allá, por el mar de Galilea, por
Cafarnaum, por tu aldeíta de Nazaret.
María - ¡Ay, Juan, hijo! ¿Y qué quieres? ¡Son tantos
recuerdos!
Juan - Pues mira, hablando de recuerdos, ¿sabes lo que
me han pedido los de la comunidad? Que escriba.
Dicen que si no, las cosas que hizo Jesús
acabaran olvidándose.
María - Pues yo me acuerdo de todo como si fuera ayer.
Juan - Sí, María, tú sí. Y yo también. Pero ellos no.
Ellos no conocieron a tu hijo. Y preguntan, y
quieren saber. Además, cuando nosotros faltemos,
¿quién les va a decir lo que fue y lo que no fue?
María - Ahí sí tienes razón, Juan, porque yo estoy ya
con un pie del otro lado. Mira, tengo un dolor
clavado aquí en la espalda...
Juan - Entonces, ¿qué? ¿Me vas a ayudar?
María - ¿Ayudarte a qué, Juan?
Juan - A escribir las cosas de Jesús.
María - ¡Ay, hijo, pero si yo estoy que no sé ni cómo
me llamo! ¡Esta cabeza mía!
Juan - Pero, María, ¿no me acabas de decir que te
acordabas de todo?
María - Los viejos decimos muchas cosas. Anda, comienza
tú, Juan, comienza tú a escribir y después me lo
cuentas.
Juan 21,24-25
Adulterio: 76
Alma-cuerpo: 35
Amor al prójimo: 78
Año de Gracia: 22
Astucia: 84
Bautismo de Jesús: 7, 8
Cafarnaum: 13
Caná: 16, 17
Celibato: 72
Desierto: 9, 97
Diablo: 9, 66
Dios: 27, 34, 37, 43, 47, 52, 61, 70, 85, 95
Discípulos de Jesús: 2, 5, 8, 13, 14, 15, 16, 48, 60, 67, 91, 94, 124, 128, 142, 143, 144
Divorcio: 71
Elías: 68
Emaús: 127
Enfermedad: 18, 19, 20, 44, 53, 64, 69, 79, 88, 89, 90
Escándalo: 63
Escribas: 30, 79
Esenios: 8
Evangelios: 144
Evangelización: 60
Exilio: 137
Felipe: 15, 48
Fe-obras: 4, 46, 58, 78, 90, 100
Gerasa: 40
Hombre nuevo: 56
Homosexualidad: 72
Infancia de Jesús: 131, 134, 135, 136, 137, 138, 139, 140
Jericó: 87, 88
Jerusalén: 49, 51, 53, 75, 77, 86, 96, 99, 106, 107, 142
Jesús: 1, 5, 7, 8, 9, 11, 12, 22, 32, 33, 45, 62, 67, 68, 72, 77, 91, 93, 99, 106, 107,
111, 112, 115, 140, 141
Jordán: 3, 4, 5, 6, 7, 8
José: 1, 12, 55, 131, 133, 134, 135, 136, 137, 138, 139,140, 141
Leprosos: 20, 89
Levitas: 78
Libertad: 81
Limosna: 49, 51
Lucas: 144
Mar: 39
Marginados, excluidos: 18, 20, 21, 25, 26, 40, 44, 53, 64, 65
María: 1, 12, 17, 32, 33, 74, 75, 109, 110, 123, 124, 125, 131, 132, 133, 134, 135, 136,
137, 138, 139, 140, 141, 142, 143, 144
Matrimonio: 71, 72
Mesías: 2, 9, 67, 75, 81, 86, 106, 107, 115, 127, 138
Milagros: 17, 18, 19, 20, 30, 35, 38, 39, 40, 42, 44, 53, 57, 59, 64, 65, 66, 69, 79,
88, 89, 90, 102
Naím: 38
Natanael: 16
Niños: 36
Nombres: 136
Parábolas: 13, 24, 27, 31, 34, 37, 43, 49, 52, 61, 70, 73, 74, 78, 80, 83, 84, 85, 95,
96, 99, 100, 104
Pasión de Jesús: 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117,
118, 119, 120, 121, 122, 123
Pedro: 3, 14, 19, 36, 59, 67, 94, 114, 126, 129, 142, 143, 144
Persecución por la justicia: 10, 54, 62, 77, 93, 141, 143
Pobres, pobreza: 28, 29. 30, 37, 53, 83, 100, 103
Puro-impuro: 18, 44
Responsabilidad: 70, 85
Ricos, riquezas: 16, 33, 51, 56, 73, 87, 92, 98, 143
Saduceos: 97
Sexualidad: 72, 76
Soldados: 4, 54, 77
Sueños: 5, 59
Suicidio: 88
Tabor: 68
Transfiguración de Jesús: 68
Zaqueo: 87