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Instituciones
de
Instituciones
de
Derecho
Administrativo
Derecho
Profesor
COVIELLO,
P.
Administrativo
VILLARRUEL,
M.
Año
Quinto
Turno
Tarde
Comisión
M
Año
Lectivo
2014
Bibliografía
COMADIRA,
J.
“Curso
de
Derecho
Administrativo”.
Ed.
La
Ley.
COMADIRA,
J.
“Derecho
Administrativo:
Acto
Administrativo.
Procedimiento
Administrativo.
Otros
Estudios”.
Ed.
Abeledo
Perrot.
CASSAGNE,
J.
“Derecho
Administrativo”.
Ed.
Abeledo
Perrot.
Jurisprudencia
y
artículos
de
doctrina
varios.
Bolilla
1
Derecho
Administrativo,
Función
Administrativa
y
Régimen
Exorbitante
2
Funciones
jurídicas
del
Estado
El
Estado
es,
según
Cassagne,
la
organización
jurídico
política
de
la
comunidad,
que
procura
el
bien
común.
El
Estado,
para
cumplir
su
fin
de
bien
común,
asume,
históricamente,
diversos
cometidos
a
los
que
procura
satisfacer
mediante
actos
jurídicos
y
operaciones
materiales.
Y
esa
actividad
la
realiza
a
partir
de
poderes
sujetos
a
regímenes
jurídicos
diversos,
configuradores
de
las
distintas
funciones
jurídicas:
legislación,
jurisdicción,
administración.
La
actividad
de
los
órganos
del
Estado
está,
por
tal
motivo,
orientada,
en
su
totalidad,
a
la
satisfacción
del
bien
común
(causa
final),
pero
encauzada
y
regulada
por
regímenes
jurídicos
distintos
que
dan
forma
a
las
tres
funciones
clásicas
de
aquél.
• Función
legislativa:
es
la
actividad
realizada
por
los
órganos
legislativos
que
determina
cómo
se
debe
atender
el
bien
común,
pero
no
lo
gestiona
con
inmediatez,
ni
prácticamente;
mira
esencialmente
al
futuro.
• Función
jurisdiccional:
es
la
actividad
realizada
por
los
órganos
judiciales
que
atiende
al
bien
común
también
de
modo
mediato,
determinando,
por
medio
de
actos
individuales,
el
derecho
aplicable
en
los
conflictos
y
evitando
la
autodefensa;
por
medio
de
órganos
independientes
de
los
legislativos
y
administrativos,
e
imparciales
respecto
de
los
intereses
controvertidos
en
cada
situación,
que
actúan
con
arreglo
a
los
procedimientos
legislativamente
establecidos.
• Función
administrativa
(ad
ministare,
servir
a):
es
la
actividad
realizada
por
los
órganos
ejecutivos,
que
atiende
el
bien
común
con
inmediatez,
en
forma
directa,
concretando
los
mandatos
legislativos,
judiciales
o,
en
su
caso,
directamente
constitucionales,
a
través
de
una
estructura
orgánica
caracterizada
por
la
relación
de
jerarquía,
que
actúa
con
arreglo
a
un
procedimiento
dirigido
a
garantizar
la
legalidad
y
eficacia
del
accionar
administrativo.
• Criterio
orgánico
o
subjetivo:
toma
en
cuenta
el
órgano
que
ejerce
la
función,
de
modo
tal
que
la
función
legislativa
sólo
puede
ser
ejercida
por
el
Legislativo,
la
jurisdiccional
por
el
Judicial
y
la
administrativa
por
el
Ejecutivo.
o Bajo
este
criterio
la
función
administrativa
es
la
realizada
por
el
órgano
Poder
Ejecutivo.
• Criterio
material
u
objetivo:
toma
en
cuenta
el
contenido
del
acto,
más
allá
del
órgano
que
lo
ejerce.
3
o Bajo
este
criterio,
la
función
administrativa
es
aquella
materialmente
administrativa
ejercida
por
cualquiera
de
los
órganos
del
Estado.
Esta
concepción
del
Estado
y
de
sus
relaciones
con
los
administrados
ha
sido
denominada,
particularmente
con
relación
a
sus
últimas
manifestaciones,
Estado
de
policía.
En
el
Estado
de
policía,
en
consecuencia,
al
reconocerse
al
soberano
un
poder
ilimitado
en
cuanto
a
los
fines
que
podía
perseguir
y
en
cuanto
a
los
medios
que
podía
emplear,
mal
podía
desarrollarse
una
consideración
científica
de
ese
poder.
La
filosofía
política
y
la
concepción
del
Estado
que
se
impusieron
durante
la
Revolución
Francesa,
se
convirtieron
en
la
fuente
primaria
del
Derecho
Administrativo.
Fue
el
punto
de
partida
porque
el
Estado
de
Derecho
conduce
a
que
las
normas
jurídicas
sean
obligatorias
tanto
para
gobernados
como
para
gobernantes
de
un
Estado.
Pero
el
sometimiento
del
Estado
a
unas
normas
jurídicas
no
implica
necesariamente
la
existencia
del
derecho
administrativo,
porque
es
necesario
que
esas
normas
constituyan
un
cuerpo
especial
y
diferente
de
las
que
regulan
la
actividad
de
los
gobernados
(particulares)
para
que
exista
esa
rama
del
Derecho
en
un
Estado.
La
formación
de
ese
conjunto
de
normas
jurídicas
para
la
administración
del
Estado
diferentes
a
las
de
los
particulares
se
vio
estimulada
durante
la
Revolución
Francesa,
cuando
los
hombres
de
la
Revolución
observaron
que,
en
la
etapa
previa,
los
administradores
de
justicia
obstaculizaban
la
aplicación
de
las
políticas
del
Rey,
y
por
ello
temían
que
en
la
etapa
postrevolucionaria,
también
aplicasen
la
misma
estrategia
cuando
estuviesen
en
desacuerdo
con
decisiones
de
los
nuevos
gobernantes.
Ante
ese
temor,
decidieron
adoptar
una
prohibición
y
establecieron
que
los
jueces
no
podían
inmiscuirse
en
los
asuntos
de
la
administración.
Esto
dio
lugar
a
un
nuevo
problema
porque
la
administración
se
quedaba
sin
control,
afectando
la
concepción
del
Estado
de
Derecho
ya
que
los
gobernantes
nuevamente
quedaban
sin
sometimiento
efectivo
a
un
ordenamiento
jurídico.
4
La
prohibición
quedó
plasmada
en
la
Ley
16
del
24
de
agosto
de
1790
y
fue
elevada
a
categoría
constitucional
en
el
artículo
3°
de
la
Constitución
francesa
de
1791:
“Los
tribunales
no
pueden
inmiscuirse
en
el
ejercicio
del
poder
legislativo
o
suspender
la
ejecución
de
las
leyes,
ni
en
las
funciones
administrativas,
o
citar
ante
ellos
a
los
funcionarios
de
la
administración
por
razón
de
sus
funciones”.
Para
resolver
esta
contradicción
los
nuevos
gobernantes
crearon
entonces
un
órgano
especial:
el
Consejo
de
Estado,
similar
al
Consejo
del
Rey
de
la
época
monárquica,
cuya
función
era:
En
1806
se
creó
dentro
del
Consejo
de
Estado
una
Comisión
Contenciosa
para
separar
la
asesoría
de
conflictos
de
los
demás
aspectos
de
que
conocía
ese
organismo,
por
lo
que
se
produjo
una
especialización
por
parte
de
quienes
componían
esa
comisión.
Con
el
paso
del
tiempo
el
Jefe
del
Ejecutivo,
agobiado
por
las
múltiples
tareas
estatales,
fue
delegando
la
resolución
de
estas
cuestiones
en
su
órgano
asesor
y
sólo
firmaba
las
decisiones
del
mismo.
Esto
mereció
que
la
sociedad
francesa
reconociese
la
seriedad
e
imparcialidad
del
Consejo
de
Estado,
ya
que
en
la
práctica
quien
administraba
justicia
en
estas
cuestiones
era
el
Consejo
de
Estado,
cuyos
puntos
de
vista
se
imponían.
Mediante
la
Ley
del
24
de
mayo
de
1872
se
reconoció
al
Consejo
de
Estado
con
carácter
jurisdiccional
y
se
le
otorgaron
competencias
como
juez
y
ya
no
como
simple
cuerpo
asesor.
Además
se
creó
el
Tribunal
de
Conflictos
para
resolver
dudas
entre
tribunales
comunes
y
administrativos,
por
lo
que
se
da
una
dualidad
de
jurisdicciones,
donde
la
administración
de
justicia
queda
en
manos
de
2
órdenes
jurisdiccionales
diferentes:
El
Fallo
Blanco,
que
fue
proferido
por
el
Tribunal
de
Conflictos
Francés
en
1873,
se
considera
el
símbolo
del
nacimiento
del
Derecho
Administrativo,
ya
que
de
manera
clara
y
expresa
se
consagró
que
la
actividad
de
la
administración
debía
regirse
por
normas
y
principios
especiales
diferentes
a
los
aplicables
a
particulares.
La
primera
etapa
de
formación
del
Derecho
Administrativo
termina
con
el
Fallo
de
Cadot
de
1889,
donde
el
mismo
Consejo
de
Estado
consolidó
su
carácter
de
juez
al
expresar
que
no
obstante
que
la
ley
le
reconocía
ese
carácter
sólo
para
resolver
directamente
algunos
asuntos
específicos,
él
era
juez
común
en
materia
de
controversias
de
la
administración,
es
decir,
que
su
competencia
era
general.
Sin
embargo,
la
jurisdicción
administrativa
no
sólo
es
un
hecho
de
la
realidad,
sino
que
además
fue
admitida
por
la
jurisprudencia
de
la
CSJN.
En
el
Fallo
Parry
de
1942
admitió
que
ciertos
tipos
de
negocios
o
infracciones
fueran
juzgados
por
funcionarios
administrativos
y
reiteró
ese
criterio
en
varias
otras
oportunidades,
exigiendo
que
tales
decisiones
fueran
susceptibles
de
revisión
judicial
mediante
recurso
extraordinario
de
inconstitucionalidad.
En
el
Fallo
López
de
Reyes
de
1959
la
CSJN
planteó
nuevos
requisitos
para
admitir
la
jurisdicción
administrativa.
Estableció
como
requisito
la
sujeción
a
control
judicial
suficiente,
concepto
medible
de
acuerdo
con
la
naturaleza
del
derecho
individual
alegado,
el
carácter
del
organismo
creado,
la
complejidad
técnica
de
la
materia
sobre
la
que
versa
la
función,
la
índole
y
magnitud
de
los
intereses
públicos
comprometidos
y
el
régimen
y
la
organización
administrativa
establecida
para
garantizarlos.
En
principio,
bastaba
para
alcanzar
ese
control
judicial
suficiente
con
permitir
una
revisión
del
derecho
mas
no
de
los
hechos,
lo
cual
motivó
una
disidencia
del
ministro
Boffi
Boggero.
López
de
Reyes
pedía
pensión
por
invalidez,
que
fue
denegada,
y
pidió
la
revisoria
del
dictamen
médico.
6
La
Corte
se
pronunció
por
la
validez,
si
bien
debe
mediar
una
instancia
en
sede
judicial,
no
es
una
instancia
rígida,
depende
del
interés
público
comprometido,
el
derecho
tutelado,
la
mayor
o
menor
descentralización
del
ente,
entre
otros.
Esto
quiere
decir,
que
el
control
judicial
puede
variar
conforme
a
los
distintos
parámetros
antes
enunciados.
La
disidencia
de
Boffi
Boggero
fue
importante:
decía,
que
para
que
exista
control
judicial
suficiente
debía
haber
al
menos
una
instancia
judicial
para
rever
los
hechos
y
el
derecho,
no
solo
el
derecho,
sino
también
los
hechos.
El
Congreso
sancionó
las
leyes
13.246,
13.897
y
14.451,
que
ordenaban
al
Poder
Ejecutivo
a
organizar
en
el
Ministerio
de
Agricultura
las
Cámaras
Regionales
Paritarias
de
Conciliación
y
Arbitraje
obligatorio,
y
una
Cámara
Central.
Las
Cámaras
Regionales
tenían
competencia
exclusiva
en
la
decisión
de
todas
las
cuestiones
suscitadas
entre
arrendadores
y
arrendatarios
o
aparceros,
con
motivo
de
los
respectivos
contratos
de
arrendamiento
o
aparcerías
rurales,
las
decisiones
de
esta
Cámara
debían
apelarse
ante
la
Cámara
Central
cuyas
decisiones
eran
susceptibles
del
recurso
extraordinario
ante
la
Corte
Suprema.
El
caso
se
origina
por
un
conflicto
entre
Fernández
Arias
y
Poggio
en
el
cual
la
Cámara
Regional
de
Trenque
Lauquen,
condenó
a
Poggio
a
entregar
el
predio
en
cuestión;
contra
dicho
pronunciamiento,
el
condenado
dedujo
recurso
extraordinario,
que
al
ser
denegado
motivó
una
queja
ante
la
Corte
Suprema,
donde
impugnó
la
constitucionalidad
de
las
leyes
13.246,
13.897
y
14.451,
ya
que
por
éstas
se
crearon
órganos
administrativos
dotados
de
facultades
jurisdiccionales
lo
que
contraria
la
Constitución
Nacional,
que
impide
al
Poder
Ejecutivo
el
ejercicio
de
funciones
judiciales.
Se
revoca
la
sentencia
apelada
y
la
corte
declara
la
inconstitucionalidad
de
las
normas
impugnadas.
Dejando
sentando
que,
resulta
compatible
con
la
Constitución
Nacional
la
creación
de
órganos
administrativos
con
facultades
jurisdiccionales,
teniendo
en
cuenta
que
se
han
ampliado
las
funciones
de
la
administración,
como
medida
necesaria
para
la
ágil
tutela
de
los
intereses
públicos.
Si
bien
nuestra
Constitución
recepta
la
doctrina
de
separación
de
poderes,
por
lo
que
la
función
de
juzgar
le
correspondería
sólo
al
Poder
Judicial,
este
precepto
debe
interpretarse
dinámicamente
según
las
cambiantes
necesidades
sociales.
En
contraposición,
hubieron
fallos
como
Beneduce
y
Ojeda,
que
por
la
índole
pública
de
los
intereses
comprometidos,
la
complejidad
de
la
materia
y
la
organización
del
Tribunal,
autorizaron
en
cambio
un
control
judicial
más
restringido,
dando
mayor
amplitud
a
la
función
jurisdiccional
administrativa.
7
Estos
entes
reguladores
son
los
encargados
de
monitorear
el
cumplimiento
de
los
contratos
de
concesión
de
los
respectivos
servicios
públicos
y
tienen
entre
sus
funciones
atender
en
primer
término
las
controversias
que
puedan
surgir
en
torno
a
dichos
servicios.
Esta
jurisdicción
previa
y
obligatoria
que
le
asignan
las
normas
de
creación
a
los
entes
reguladores
constituyen
un
supuesto
de
actividad
jurisdiccional
de
la
administración
pública,
es
decir,
de
aquella
actividad
que,
conforme
con
la
definición
proporcionada
por
la
Corte
Suprema,
corresponde,
en
el
orden
normal
de
las
instituciones,
a
los
jueces.
Asimismo,
en
el
Fallo
Ángel
Estrada
(2005),
la
Corte
reitera
y,
en
cierto
modo,
amplía
su
doctrina
relativa
a
los
requisitos
que
deben
concurrir
para
la
validez
del
ejercicio
de
funciones
jurisdiccionales
administrativas
respecto
de
conflictos
entre
particulares,
pues
ahora
se
refiere,
explícitamente,
a
la
necesidad
de
una
justificación
razonable
de
los
objetivos
económico
políticos
que
determinan
la
creación
del
órgano
administrativo
jurisdiccional,
en
orden
a
la
restricción
que
él
supone
sobre
la
jurisdicción
ordinaria
(considerando
12º
in
fine),
y
consagra
un
criterio
más
ajustado
respecto
de
la
especialidad
como
principio
de
interpretación
de
la
competencia
(considerando
16º,
según
Bianchi).
La
Corte
sostiene
que
no
cualquier
controversia
puede
ser
válidamente
deferida
al
conocimiento
de
órganos
administrativos,
con
la
mera
condición
de
que
sus
decisiones
queden
sujetas
a
control
judicial
suficiente;
los
motivos
que
conducen
a
sustraer
una
materia
de
la
jurisdicción
de
los
jueces
ordinarios
deben
estar
razonablemente
justificados
pues,
de
no
ser
así,
se
avanzaría
indebidamente
sobre
las
atribuciones
que
el
Artículo
116
de
la
Constitución
Nacional
define
como
propias
y
exclusivas
del
Poder
Judicial
(considerando
14º).
Por
eso,
así
como
en
Litoral
Gas
se
pudo
considerar
excluida
de
la
competencia
especial
del
ENARGAS
la
decisión
relativa
a
un
conflicto
que
involucraba
la
determinación
de
un
derecho
privado
de
las
partes
involucradas
(el
dominio
sobre
instalaciones
de
8
distribución
de
gas),
por
extensión
de
esa
doctrina
la
Corte
niega
competencia
al
ENRE
para
dirimir
un
reclamo
de
daños
y
perjuicios
planteado
por
un
usuario
con
fundamento
en
el
derecho
común
(considerando
14º
in
fine).
Esta
idea
parece
expresarse
con
mayor
precisión
en
el
voto
de
Belluscio,
cuando
apunta
que
el
poder
de
policía
atribuido
al
ente
para
regular
y
controlar
la
prestación
del
servicio
público
de
distribución
de
energía,
no
sirve
de
fundamento
para
decidir
un
litigio
entre
particulares
que
debe
resolverse,
sustancialmente,
por
aplicación
de
normas
de
derecho
común
(considerando
12º).
1. La
organización
y
funciones
del
Poder
Ejecutivo
en
sus
aspectos
administrativo,
legislativo
y
jurisdiccional.
2. Las
funciones
administrativas
del
Poder
Legislativo
y
del
Poder
Judicial.
3. Las
actividades
realizadas
bajo
un
poder
público
exorbitante
del
derecho
privado.
Una
definición
más
simple
es
dada
por
Gordillo,
que
lo
ilustra
como
la
rama
del
derecho
público
que
versa
sobre
el
ejercicio
de
la
función
administrativa
y
la
protección
judicial
de
los
administrados
respecto
de
la
administración.
9
Prosper
Weil
dice
que
el
Derecho
Administrativo
es,
esencialmente,
un
arbitraje
históricamente
variable
entre
el
poder
y
la
libertad,
una
disciplina
que
aspira
a
ser
instrumento
de
libertad
y,
a
la
vez,
garantía
de
acción
administrativa;
en
suma,
una
rama
del
derecho
de
nacimiento
y
subsistencia
milagrosa.
Este
régimen
exorbitante
es
acertadamente
descripto
en
el
Fallo
Serra
(1993):
comprende
por
un
lado,
las
prerrogativas
estatales
necesarias
para
que
el
ejercicio
de
sus
funciones
no
sea
afectado
por
las
demandas
de
los
particulares;
pero,
por
el
otro,
las
garantías
necesarias
para
que
los
habitantes
no
sean
menoscabadas
por
privilegios
que
se
tornen
írritos
a
la
luz
del
texto
constitucional.
(considerando
9).
Es
necesario,
para
mantener
un
equilibrio
dentro
de
esta
rama
del
derecho,
adherir
a
una
visión
servicial
y
no
opresiva
de
la
prerrogativa
pública
y
a
una
concepción
solidaria
del
derecho
individual.
Se
debe
tener
en
cuenta,
en
especial
respecto
de
la
perspectiva
constitucional,
que
en
la
Argentina,
mientras
los
lineamientos
básicos
de
su
estructura
político
institucional
son
de
inspiración
norteamericana
y
de
ahí
la
influencia
tradicional
de
la
doctrina
y
jurisprudencia
de
ese
origen
en
el
Derecho
Constitucional
argentino,
el
Derecho
Administrativo
ha
abrevado,
en
cambio,
también
tradicionalmente,
en
la
doctrina
francesa,
española,
italiana
y
alemana.
La
influencia
de
la
doctrina
española
ha
sido
muy
marcada
(la
Ley
Nacional
de
Procedimientos
Administrativos
está
inspirada
en
la
ley
española
de
1958).
Esa
doble
filiación
ha
significado
la
génesis
de
un
derecho
administrativo
típico,
propio,
singular,
pues
del
derecho
norteamericano,
inspirado
en
el
rule
of
law,
hemos
tomado
el
juzgamiento
de
la
Administración
por
los
tribunales
del
Poder
Judicial
(en
las
provincias,
históricamente,
por
sus
Tribunales
Superiores
y,
en
los
últimos
tiempos,
por
tribunales
inferiores
con
competencia
especial
en
lo
contencioso
administrativo;
en
la
Nación,
inicialmente
por
la
justicia
civil
y
comercial
federal
y,
en
la
actualidad,
por
la
competente
en
lo
contencioso
administrativo);
mientras
que
del
derecho
continental
europeo
hemos
adoptado
la
concepción
exorbitante,
con
los
alcances
antes
indicados.
La
LNPA
torció
la
historia
regulando
instituciones
básicas
del
derecho
administrativo
que
antes
no
tenían
una
juridización
o
legalización
adecuada.
Por
ello,
la
jurisprudencia
de
la
Corte
Suprema
de
Justicia
de
la
Nación
ha
sido
un
nutriente
permanente
de
la
conformación
de
aspectos
fundamentales
del
derecho
administrativo.
Por
eso,
contrariamente
a
lo
que
consideran
algunos
tratadistas,
no
siempre
una
ley
tendrá
preeminencia
respecto
a
un
reglamento
administrativo;
todo
depende
de
que
la
materia
regulada
sea
propia
del
Ejecutivo
o
del
Legislativo.
La
existencia
de
la
zona
de
reserva
de
la
administración,
como
un
ámbito
propio
del
Poder
Ejecutivo
que
le
fue
asignado
constitucionalmente,
que
le
es
propio
y
no
puede
ser
invadido
por
el
Poder
Legislativo,
es
compartido
por
Bidart
Campos,
Cassagne,
y
Coviello,
en
tanto
que
otros
autores
como
Fiorini,
Diez,
Gauna
y
Dromi
niegan
que
el
Poder
Ejecutivo
cuente
con
atribuciones
específicas
que
puedan
limitar
las
facultad
del
Poder
Legislativo
de
"hacer
todas
las
leyes
y
reglamentos
que
sean
convenientes
para
poner
en
ejercicio
los
poderes
antecedentes,
y
todos
los
otros
concedidos
por
la
presente
Constitución
al
Gobierno
de
la
Nación
Argentina",
como
establece
la
CN
en
su
art.
75
inc.
32.
En
este
sentido,
Gordillo
señala
que
a
los
reglamentos
autónomos
puede
admitírselos
para
regir
exclusivamente
el
funcionamiento
interno
de
la
Administración
(organización,
deberes
de
los
órganos,
atribuciones,
etc.),
pero
resulta
inconstitucional,
en
cambio,
que
se
pretenda
limitar
los
derechos
de
los
particulares
o
la
potestad
del
Congreso
sobre
la
administración,
por
cuanto
el
Art.
14
CN
establece
claramente
que
la
regulación
y
por
ende
restricción
de
los
derechos
individuales
puede
hacerse
por
las
leyes,
esto
es,
por
las
leyes
del
Congreso
y
no
por
actos
de
la
administración.
12
Bolilla
2
Fuentes
del
Derecho
Administrativo
13
Las
fuentes
del
Derecho
Administrativo
Se
entiende
por
fuentes
a
los
hechos,
actos,
medios
y
formas
que
dan
origen
al
ordenamiento
jurídico,
es
decir,
son
aquello
de
donde
el
ordenamiento
jurídico
proviene.
Las
fuentes
del
derecho
administrativo
son
los
hechos,
actos,
medios
y
formas
que
dan
origen
al
ordenamiento
jurídico
propio
de
esta
rama
del
derecho.
Pueden
ser:
• Formales
o Constitución
Nacional
(LNPA
Art.
3)
o Tratados
(CN)
o Leyes
(LNPA
Art.
3)
o Reglamentos
(LNPA
Art.
3)
• Materiales
o Doctrina
o Costumbre
o Jurisprudencia
o Principios
generales
del
derecho
La
Constitución
La
Constitución
Nacional
es
la
fuente
primaria
básica
y
fundamental
de
todo
nuestro
ordenamiento
jurídico
que
establece
el
conjunto
de
normas
y
principios
supremos
del
mismo.
Es,
en
consecuencia,
la
fuente
más
importante
del
derecho
argentino,
superior
a
cualquier
otra
norma
nacional
o
provincial.
Así
lo
dispone
el
Art.
31
CN:
“Esta
Constitución,
las
leyes
de
la
Nación
que
en
su
consecuencia
se
dicten
por
el
Congreso
y
los
tratados
con
las
potencias
extranjeras
son
la
ley
suprema
de
la
Nación
[…]”
Hay
una
serie
de
principios
y
reglas
específicas
que
surgen
de
la
interpretación
de
la
Constitución
Nacional:
• Reconocimiento
de
la
personalidad
jurídica
del
Estado:
se
da
implícitamente
por
el
Artículo
35
que
consigna
el
nombre
del
Estado,
toda
vez
que
el
nombre
es
un
atributo
de
la
personalidad.
• Definición
de
la
forma
de
Estado
adoptada:
la
relación
entre
el
poder
y
el
territorio
está
dada
federalmente.
Las
provincias
conservan
todo
el
poder
no
delegado
al
Gobierno
Federal
y
se
dan
sus
propias
instituciones
locales.
• Definición
de
la
forma
de
Gobierno
adoptada:
el
ejercicio
del
poder
está
dado
en
forma
representativa
y
republicana.
Se
trata
de
un
sistema
político
de
división
y
control
de
poder
con
notas
características
tales
como
la
publicidad
de
los
actos
de
gobierno,
la
14
responsabilidad
de
los
funcionarios,
y
la
periodicidad
y
alternancia
en
el
ejercicio
de
los
cargos
que
son
elegidos
por
los
habitantes
de
la
Nación.
• Regulación
de
la
actividad
de
los
poderes
del
Estado:
regula
las
funciones
y
potestades
del
Poder
Ejecutivo,
el
Poder
Legislativo
y
el
Poder
Judicial,
como
así
también
las
del
Ministerio
Público.
• Bases
del
régimen
jurídico
exorbitante
propio
del
Derecho
Administrativo:
da
fundamento
a
las
potestades
estatales
que
integran
el
contenido
exorbitante
del
derecho
administrativo.
Tratados
Los
tratados
son
acuerdos
celebrados
entre
sujetos
de
derecho
internacional
que
producen
efectos
jurídicos.
Decimos
que
se
celebran
entre
sujetos
de
derecho
internacional
ya
que
pueden
ser
parte,
además
de
los
Estados,
otros
sujetos
tales
como
organismos
supranacionales.
El
principio
general
es
que
los
tratados
gozan
de
jerarquía
superior
a
las
leyes
o
jerarquía
infraconstitucional.
La
excepción
está
dada
por
ciertos
tratados
de
derechos
humanos
incorporados
a
la
Constitución
Nacional
en
1994
como
aquellos
incorporados
posteriormente
con
la
mayoría
especial
exigida,
gozan
de
jerarquía
constitucional.
• La
parte
dogmática
de
la
Constitución,
a
la
cual
no
pueden
contradecir.
En
caso
de
contradicción,
prevalece
la
Constitución.
o Algunos
autores
consideran
que
debe
prevalecer
lo
que
sea
más
respetuoso
de
los
derechos
humanos.
• Las
reservas
realizadas
al
contenido
de
los
tratados.
• La
salida
de
vigencia
por
denuncia
del
tratado.
• 1948:
Fallo
Merck
Química
Argentina:
estableció
un
sistema
doble
para
establecer
si
el
tratado
era
igual
a
la
ley
o
no.
15
o Primacía
del
Dualismo:
En
tiempos
de
paz,
el
orden
jurídico
internacional
es
igual
al
orden
interno
y
solo
tiene
vigencia
si
hay
una
ley
que
lo
incorpora
(al
tratado),
y
sin
que
haya
una
ley
que
lo
derogue.
o Primacía
del
Monismo:
En
tiempos
de
guerra
prevalece
el
monismo,
el
tratado
tiene
mayor
jerarquía
que
la
ley
y
la
constitución.
o Crítica
a
esta
postura:
Los
tratados
no
se
cumplían,
aún
cuando
fueran
ratificados,
hasta
que
no
hubiera
una
ley
que
les
diera
operatividad,
por
lo
tanto,
el
pacta
sunt
servanda
queda
supeditado
a
un
acto
de
buena
fe
del
gobierno
de
turno
para
que
haga
operativa
la
ley.
o El
tratado
puede
ser
modificado
o
dejado
sin
efecto
por
una
ley
posterior,
ya
sea
por
derogación
táctica
o
expresa
(la
tácita
se
da
cuando
una
nueva
ley
trata
temas
sobre
los
que
se
expresa
el
tratado
anterior).
• 1992:
Fallo
Ekmekdjian
c/
Sofovich
(sobre
derecho
de
réplica):
La
CSJN
resuelve
que
una
ley
interna
no
puede
derogar
una
ley
internacional.
El
argumento
es
el
Pacto
de
Viena
sobre
el
Derecho
de
los
Tratados,
que
en
su
artículo
27
consagra:
Un
Estado
no
puede
invocar
una
regla
de
derecho
interno
para
justificar
el
incumplimiento
del
tratado.
o Da
supremacía
al
tratado
por
sobre
la
ley.
• 1993:
Fallo
Fibraca:
aclara
que
por
encima
de
los
tratados
están
los
principios
generales
del
Derecho
Público
Constitucional.
• 1994:
Fallo
Café
La
Virginia
El
caso
es
de
octubre
de
1994,
la
constitución
se
modifica
y
entra
en
vigencia
en
septiembre
de
1994,
sin
perjuicio
de
esto
se
le
aplica
la
doctrina
anterior
ya
que
los
hechos
son
anteriores
a
la
reforma.
Lo
importante
es
que
el
incumplimiento
de
un
tratado
puede
generar
responsabilidad
internacional.
• Tratados
de
integración
con
países
latinoamericanos
(Art.
75.24.1
CN):
Se
aprueban
con
el
voto
de
la
mayoría
absoluta
de
los
miembros
totales
de
cada
cámara.
• Tratados
de
integración
con
otros
países
(Art.
75.24.2
CN):
Se
aprueban
con
el
voto
de
la
mayoría
absoluta
de
los
miembros
totales
de
cada
cámara,
pasados
al
menos
120
días
desde
16
la
declaración
de
conveniencia
de
aprobación
del
tratado,
que
debe
darse
con
el
voto
de
la
mayoría
absoluta
de
los
miembros
presentes
de
cada
cámara.
*Son
12:
Declaración
Americana
de
los
Derechos
y
Deberes
del
Hombre;
la
Declaración
Universal
de
Derechos
Humanos;
la
Convención
Americana
sobre
Derechos
Humanos;
el
Pacto
Internacional
de
Derechos
Económicos,
Sociales
y
Culturales;
el
Pacto
Internacional
de
Derechos
Civiles
y
Políticos
y
su
Protocolo
Facultativo;
la
Convención
sobre
la
Prevención
y
la
Sanción
del
Delito
de
Genocidio;
la
Convención
Internacional
sobre
la
Eliminación
de
todas
las
Formas
de
Discriminación
Racial;
la
Convención
sobre
la
Eliminación
de
todas
las
Formas
de
Discriminación
contra
la
Mujer;
la
Convención
contra
la
Tortura
y
otros
Tratos
o
Penas
Crueles,
Inhumanos
o
Degradantes;
la
Convención
sobre
los
Derechos
del
Niño
(incorporados
en
1994
al
texto
constitucional)
y
la
Convención
Interamericana
sobre
Desaparición
Forzada
de
Personas
(aprobado
en
1997
por
el
Congreso
de
la
Nación).
Régimen
jurídico
Los
tratados
tienen
un
régimen
jurídico
especial
tanto
para
su
entrada
como
para
su
salida
de
vigencia.
Ley
La
ley
es
el
acto
estatal,
general
o
particular,
emanado
del
Congreso
de
acuerdo
con
el
procedimiento
previsto
en
la
Constitución
Nacional
para
la
formación
y
sanción
de
las
leyes.
• Leyes
nacionales:
dictadas
por
el
Congreso
de
la
Nación,
comprenden:
o Leyes
federales:
regulan
materias
federales
atribuidas
al
Congreso
y
se
aplican
en
todo
el
país
a
través
de
autoridades
nacionales.
o Leyes
comunes:
tratan
sobre
derecho
común
y
se
aplican
en
todo
el
país
a
través
de
autoridades
locales.
o Leyes
locales:
son
dictadas
para
el
territorio
de
la
capital
de
la
Nación
y
para
el
cumplimiento
de
los
fines
específicos
de
los
establecimientos
de
utilidad
nacional
en
el
territorio
de
la
República.
• Leyes
provinciales:
dictadas
por
los
Poderes
Legislativos
provinciales,
en
ejercicio
de
las
facultades
no
delegadas
y
para
su
aplicación
dentro
del
respectivo
territorio
provincial
por
parte
de
las
autoridades
locales.
Son
temáticas
que
están
exentas
de
la
potestad
reglamentaria
del
PEN,
como
puede
ser
el
caso
de
las
leyes
convenio
que
sobre
la
base
de
acuerdos
entre
la
Nación
y
las
Provincias
instituyen
regímenes
de
coparticipación
impositiva,
o
el
caso
de
las
normas
de
derecho
privado
que
son
aplicadas
directamente
por
los
particulares
como
puede
ser
lo
dispuesto
en
los
Códigos
Civil
y
Comercial
de
la
Nación
(con
excepción
de
los
aspectos
cuya
aplicación
le
haya
sido
encomendada
al
PEN,
por
ejemplo
la
inscripción
de
actos
registrables
celebrados
entre
particulares).
18
La
Administración
frente
a
la
ley
inconstitucional
¿Puede
la
administración
apartarse
de
una
ley
que
a
su
criterio
sea
contraria
a
la
constitución?
Esto
no
quiere
decir
que
el
Poder
Ejecutivo
no
pueda
hacer
nada
frente
a
una
ley
inconstitucional:
Marienhoff,
como
Procurador,
reconoce
por
primera
vez
que
el
Poder
Ejecutivo
puede
dejar
de
aplicar
una
ley
que
considere
inconstitucional.
No
significa
que
la
declare
inconstitucional
sino
simplemente
que
no
la
aplique.
Funda
esto
en
el
Art.
31
CN,
ya
que
el
Poder
Ejecutivo
debe
velar
por
el
cumplimiento
de
la
Constitución
y
aplicar
una
ley
contraria
a
ella
es
una
forma
de
violarla.
Para
proceder
a
no
aplicar
una
ley,
planteó
como
requisito
que
hubiera
una
inconstitucionalidad
manifiesta,
ostensible
y
grosera.
La
doctrina
se
manifiesta
a
favor
de
que
aleje
de
la
norma
inconstitucional
pero
con
requisitos:
• Gordillo:
la
inconstitucionalidad
debe
ser
razonablemente
demostrada.
En
tal
caso
el
Ejecutivo
puede
apartarse
para
que
prime
la
Constitución.
• Dromi:
plantea
además
que
la
inconstitucionalidad
debe
ser
grave
y
manifiesta.
En
estos
supuestos
los
funcionarios
de
la
administración
están
facultados
a
desobedecer
la
ley
inconstitucional.
1. No
hay
violación
al
principio
de
división,
ya
que
no
crea
la
ley,
sino
que
el
control
de
constitucionalidad
es
propio
del
poder
judicial
y
es
esto
lo
que
lleva
a
cabo.
a. Aun
si
la
declaración
de
inconstitucionalidad
fuese
una
violación
de
la
división
de
poderes,
en
nada
cambia
que
sea
a
pedido
de
parte
o
de
oficio.
Antes
se
requería
el
pedido
de
parte
pero
el
Fallo
Rodríguez
Pereyra
(considerando
10)
dijo
que
no
era
necesario.
2. La
presunción
de
legitimidad
es
iuris
tantum,
por
lo
cual
admite
prueba
en
contrario,
lo
cual
ocurre
al
declarar
judicialmente
su
inconstitucionalidad.
3. La
inconstitucionalidad
no
es
una
cuestión
de
hecho,
por
lo
cual
no
hace
falta
ninguna
prueba.
Es
una
cuestión
de
derecho
y,
como
tal,
no
afecta
de
modo
alguno
el
derecho
de
defensa
en
juicio
de
la
otra
parte.
Se
trata
de
definir
si
un
derecho
es
o
no
acorde
a
la
Constitución,
no
hay
nada
que
defender
al
respecto.
En
nuestro
sistema
constitucional,
nada
permite
inferir
que
la
función
legislativa
en
materia
presupuestaria
se
limita
a
aprobar
o
autorizar
lo
que
propone
el
Poder
Ejecutivo.
El
Congreso
recibe
un
proyecto
de
presupuesto
y
lo
acepta,
lo
modifica
o
lo
rechaza,
en
todo
o
en
parte,
sin
restricción
alguna.
Esto
no
implica
obstáculo
alguno
para
que
el
Poder
Legislativo
modifique
la
ley
de
presupuesto.
Incluso
las
autolimitaciones
que
el
Congreso
haya
impuesto
podrán
ser
modificada
o
dejadas
sin
efecto
incluso
en
forma
implícita
ya
que
la
ley
de
presupuesto
es
un
acto
de
gran
trascendencia
política
y
la
voluntad
del
Poder
Legislativo
no
está
limitada
por
actos
preexistentes
de
igual
jerarquía
normativa.
Esto
es
así
toda
vez
que
la
ley
de
presupuesto
es
tan
ley
como
las
otras
que
hubiesen
establecido
restricciones,
y
ley
posterior
deroga
ley
anterior.
20
Los
reglamentos:
noción
Gordillo
define
a
los
reglamentos
como
los
actos
unilaterales
dictados
en
ejercicio
de
la
función
administrativa
que
producen
efectos
jurídicos
generales
y
obligatorios
en
forma
directa.
Constituyen
una
fuente
del
derecho
para
la
administración,
aun
cuando
emanan
de
ella
misma,
ya
que
integran
el
bloque
de
legalidad
al
cual
los
órganos
administrativos
deben
ajustar
su
cometido.
Cuantitativamente
son
la
fuente
de
mayor
importancia
en
el
derecho
administrativo,
ya
que
son
dictados
por
todos
los
órganos
y
entes
que
integran
la
esfera
del
Poder
Ejecutivo.
Régimen
jurídico
Los
reglamentos
se
encuentran
sujetos
a
un
régimen
jurídico
peculiar
que,
según
Cassagne,
los
diferencia
de
las
leyes
en
sentido
formal,
de
los
actos
administrativos
y
de
las
instrucciones
de
servicio,
circulares
y
demás
reglamentos
internos.
Desde
un
punto
de
vista
lógico,
son
los
órganos
administrativos
los
que
se
encuentran
mejor
capacitados
para
dictan
reglamentaciones
sobre
cuestiones
que
requieren
una
capacitación
técnica
21
y
jurídica
de
la
cual
el
Congreso
carece,
por
tratarse
de
un
órgano
de
naturaleza
política.
Además,
las
reglamentaciones
requieren
celeridad
en
su
sanción
y
actualización
permanente,
siendo
los
órganos
administrativos
los
más
aptos
para
ello
por
el
principio
de
inmediatez
que
rige
toda
la
actividad
administrativa.
Es
materialmente
imposible
que
el
Poder
Legislativo
se
encargue
de
regular
cuestiones
técnicas
puntuales,
ya
que
su
cometido
principal
es
el
de
adoptar
las
decisiones
fundamentales
del
proceso
político
y
de
control
parlamentario
del
Gobierno.
En
este
sentido,
las
dificultades
operativas
que
presenta
un
cuerpo
colegiado
como
es
el
Poder
Legislativo,
lento
en
general
en
su
funcionamiento
que
además
no
es
continuo,
frente
a
la
rapidez,
agilidad,
continuidad
que
presenta
la
Administración
en
su
actuación.
Al
mismo
tiempo,
la
complejidad
técnica
y
el
nivel
de
detalle
que
muchas
veces
presenta
la
realidad
sobre
la
que
deba
legislarse,
hacen
que
la
Administración
se
encuentre
más
capacitada
para
responder
eficazmente.
La
realidad
indica
que
la
potestad
normativa
se
ocupa
de
los
aspectos
sustanciales
de
las
regulaciones,
complementadas
posteriormente
a
través
de
la
potestad
reglamentaria
del
Poder
Ejecutivo,
de
los
órganos
administrativos
inferiores
y
de
los
organismos
administrativos
especializados.
Por
último,
la
legislación
requiere
cierto
grado
de
estabilidad
-‐que
hace
a
la
seguridad
jurídica-‐,
la
cual
es
complementada
por
la
función
administrativa
mediante
disposiciones
con
contenido
de
alcance
general
para
la
regulación
de
aspectos
complementarios
vinculados
a
la
aplicación
de
las
leyes
dictadas
por
el
Congreso.
Desde
un
punto
de
vista
jurídico,
la
potestad
reglamentaria
del
Poder
Ejecutivo
y
de
determinados
órganos
de
la
administración
tiene
un
primer
fundamento
de
orden
constitucional,
por
la
atribución
de
facultades
que
expresamente
otorga
la
Constitución
Nacional
al
Presidente
de
la
Nación
y
al
Jefe
de
Gabinete
de
Ministros,
y
otro
legal
por
la
encomienda
que
le
realice
el
Congreso.
Esto
último
ocurre
a
través
de
los
reglamentos
delegados
y
de
las
leyes
que
disponen
la
creación
de
órganos
de
la
administración,
en
especial
en
el
caso
de
los
entes
descentralizados.
Dictar
reglamentos
es
una
función
normativa
a
través
de
la
cual
se
crean
reglas
jurídicas
generales
e
impersonales
que
aseguran
el
igual
tratamiento
de
los
ciudadanos
por
parte
de
la
administración,
limitando
la
propia
libertad
de
acción
y
elección
del
Poder
Ejecutivo
cuando
la
ley
le
deja
un
margen
de
arbitrio.
Debido
a
que
el
reglamento
es
un
acto
administrativo
de
alcance
general,
no
puede
ser
derogado
por
un
acto
administrativo
de
alcance
particular.
Su
derogación
solo
puede
darse
mediante
otro
acto
administrativo
de
carácter
general.
22
Límites
de
la
potestad
reglamentaria
Existen
limitaciones
de
orden
general,
que
básicamente
resultan
del
orden
constitucional
y
legal
antes
mencionado,
así
como
restricciones
particulares
previstas
específicamente
para
cada
tipo
de
reglamento.
En
este
sentido,
vale
la
pena
reiterar
la
importancia
del
sometimiento
del
propio
Estado
al
régimen
jurídico
vigente,
lo
cual
requiere
el
respecto
a
la
jerarquía
normativa
y
la
vigencia
del
principio
de
la
legalidad
de
la
Administración.
Ello
significa
que
esta
última
en
toda
su
actuación
tenga
un
sustento
y
respaldo
de
legalidad,
que
su
actuación
se
ajuste
a
los
fines,
principios,
garantías
y
demás
disposiciones
previstas
en
la
Constitución
y
en
la
legislación
vigente.
El
artículo
establece
como
principio
general
que
el
Poder
Ejecutivo
tiene
prohibido
dictar
disposiciones
de
carácter
legislativo,
pero
excepcionalmente
lo
autoriza
a
hacerlo
en
determinadas
materias
de
administración
o
de
emergencia
pública.
Para
ello
requiere
que
se
fije
el
plazo
dentro
del
cual
el
Poder
Ejecutivo
podrá
dictar
disposiciones
de
carácter
legislativo
y
que
se
respeten
las
bases
de
delegación
que
el
Congreso
establezca.
La
prohibición
recae
sobre
la
denominada
delegación
propia,
es
decir,
la
delegación
de
la
potestad
legislativa
del
Congreso.
Constituyen una actividad normativa secundaria (la primaria es la ley).
• Finalidad:
aclarar
el
sentido
de
las
leyes,
complementándolas,
para
facilitar
su
ejecución.
• Límite:
no
alterar
el
espíritu
de
la
ley.
o Pueden
sí
apartarse
en
ciertos
aspectos
puntuales,
sin
comprometer
la
sustancia
de
la
ley.
23
Leyes
reglamentables
Son
susceptibles
de
reglamentación
aquellas
leyes
cuya
aplicación
corresponde
al
Poder
Ejecutivo,
quedando
excluidas
las
que
no
lo
son
(el
típico
ejemplo
son
las
normas
de
derecho
privado,
que
las
aplican
directamente
los
particulares).
Inercia
reglamentaria
La
inercia
reglamentaria
es
la
situación
en
la
cual
el
Poder
Ejecutivo
omite
reglamentar
una
ley.
El
principio
general
es
que
la
inercia
reglamentaria
no
tiene
un
efecto
determinado
y
los
derechos
subjetivos
nacidos
al
amparo
de
dicha
ley
deben
respetarse
igualmente.
1. Cuando
la
ley
exige
que
se
dicte
un
reglamento
para
entrar
en
vigencia.
2. Cuando
es
materialmente
imposible
dar
cumplimiento
a
la
ley
sin
reglamentarla.
En
estos
casos
se
puede
reclamar
judicialmente
para
obtener
un
mandato
judicial
tendiente
a
conseguir
la
reglamentación.
Esto
es
así
ya
que,
si
bien
el
dictado
de
un
reglamento
es
facultad
discrecional
del
Poder
Ejecutivo,
si
la
ley
se
torna
difícilmente
aplicable
por
dicha
inercia,
lo
que
se
está
haciendo
es
desconocer
el
mandato
del
legislador,
de
modo
tal
que
nos
encontraríamos
ante
una
conducta
ya
no
discrecional
sino
arbitraria.
El
ejemplo
más
claro
es
el
Decreto
436/2000
(decreto
reglamentario)
respecto
del
Decreto
1023/2001
(decreto
delegado).
El
Decreto
436/2000
reglamentaba
una
norma
que
fue
derogada
y
reemplazada
por
el
Decreto
1023/2001.
La
CSJN
ha
reiterado
en
los
Fallos
Santoro
y
Radio
Suipacha
que
se
requiere
que
las
disposiciones
del
reglamento
no
sean
incompatibles
con
la
nueva
ley.
Competencia
constitucional
Están
regulados
en
el
Art.
99.2
CN
que
dispone
que
“el
Presidente
[…]
expide
las
instrucciones
y
reglamentos
que
sean
necesarios
para
la
ejecución
de
las
leyes
de
la
Nación,
cuidando
de
no
alterar
su
espíritu
con
excepciones
reglamentarias.”
24
Los
reglamentos
autónomos
o
independientes:
noción
Los
reglamentos
autónomos,
también
llamados
reglamentos
independientes,
son
aquellas
normas
que
dicta
la
Administración
sobre
materias
que
pertenecen
a
su
zona
de
reserva,
para
su
organización
y
funcionamiento
como
poder
del
Estado.
No
se
trata
de
la
interpretación
o
aplicación
de
una
ley
sino
de
la
Constitución
misma.
Algunos ejemplos son: el régimen del agente estatal, el sistema de recursos administrativos, etc.
Fundamento
constitucional
La
potestad
para
dictar
estos
reglamentos
surge
de:
• Art.
99.1
CN:
El
Presidente
es
el
jefe
supremo
de
la
Nación,
jefe
de
gobierno
y
responsable
político
de
la
administración
general
del
país.
Estos
reglamentos
son
una
forma
de
ejercer
dicha
administración
general.
• Art.
100.2
CN:
El
Jefe
de
Gabinete
puede
dictar
reglamentos
que
sean
necesarios
para
ejercer
sus
facultades
y
las
delegadas
por
el
Presidente
de
la
Nación.
Tradicionalmente
la
doctrina
no
los
admitió,
por
una
aplicación
estricta
del
principio
de
división
de
poderes.
Sin
embargo,
frente
a
la
realidad
de
la
existencia
de
regulaciones
por
parte
del
Poder
Ejecutivo
sobre
materias
reservadas
al
Congreso,
la
doctrina
fue
elaborando
la
teoría
de
la
delegación
normativa
que
permitiera
darle
sustento
legal.
En
este
sentido,
se
los
fue
aceptando
en
la
medida
que
respetaran
las
reglas
básicas
del
ordenamiento
jurídico
y
no
versaran
sobre
asuntos
que
pudieran
afectar
gravemente
los
derechos
de
los
administrados
-‐en
materias
impositivas,
penal,
fiscal-‐
o
que
se
encontraran
dentro
de
la
denominada
zona
de
reserva
de
la
ley,
pudiendo
el
Congreso
reasumir
en
todo
momento
la
potestad
legislativa
ejercida
por
el
Poder
Ejecutivo.
25
Por
su
parte,
la
CSJN
se
pronunció
en
diversas
oportunidades
en
las
que
si
bien
no
admitió
la
legalidad
de
los
reglamentos
delegados,
se
pronunció
a
favor
de
la
legitimidad
de
los
reglamentos
cuestionados,
pero
solo
bajo
la
figura
de
la
delegación
impropia,
y
encuadrando
las
normas
como
decretos
de
ejecución
o
reglamentarios
de
leyes
dictadas
por
el
Congreso;
requiriendo
que
existiera
una
clara
política
legislativa
del
Congreso
concordante
con
lo
dispuesto
en
los
reglamentos
delegados;
admitiendo
como
justificativo
para
su
dictado
la
complejidad
técnica
de
las
cuestiones
abordadas
por
los
reglamentos
y
la
necesidad
de
regular
con
cierta
urgencia,
circunstancias
ambas
que
impedían
actuar
con
eficiencia
al
Poder
Legislativo.
Del tratamiento del tema dado en los distintos fallos surgieron tres notas comunes:
• Fallo
Delfino
(1927):
sobre
autorización
para
crear
contravenciones
portuarias
por
decreto:
la
CSJN
convalida
la
delegación,
porque
aunque
dijo
que
estaba
prohibida
en
la
CN,
de
todas
formas
sostuvo
que
en
este
caso
no
había
habido
delegación
legislativa
(es
decir,
para
dictar
una
norma
idéntica
a
la
ley
o
delegación
propia)
sino
utilización
de
facultades
reglamentarias
para
llenar
vacíos
de
la
ley
(es
decir,
se
trataba
de
un
caso
de
reglamentación
o
delegación
impropia).
o Delegación
propia:
delegación
de
la
potestad
legislativa
propia
del
PL
en
el
PE.
Prohibida
salvo
casos
excepcionales
contemplados
en
el
Art.
76
CN.
o Delegación
impropia:
tarea
de
reglar
los
detalles
necesarios
para
la
ejecución
de
las
leyes,
que
no
es
ni
más
ni
menos
que
una
forma
de
ejercer
el
poder
reglamentario
contemplado
en
el
Art.
99.2
CN
(ex
86.2).
• Fallo
Mouviel
(1957):
sobre
arresto
fundado
en
edictos
policiales:
declara
inválidos
a
los
edictos
que
enuncian
faltas
con
sus
penas,
ya
que
es
función
exclusiva
del
Poder
Legislativo
determinar
las
conductas
punibles
con
sus
respectivas
sanciones,
y
esto
sólo
puede
hacerse
a
través
de
una
ley
formal.
Rechaza
la
delegación
legislativa
en
materia
penal,
ya
que
se
trataría
de
una
delegación
propia.
• Fallo
Prattico
(1960):
sobre
aumento
por
decreto
de
las
prestaciones
patronales
acordadas
en
los
CCT.
Se
admite
la
validez
de
estos
aumentos
salariales
alegando
que
se
trata
de
una
delegación
impropia
toda
vez
que
regula
un
detalle
que
el
Poder
Legislativo
no
podía
prever.
• Fallo
Cocchia
(1993):
sobre
decreto
que
deroga
CCT
de
los
portuarios:
la
ley
del
Congreso
permitió
al
Poder
Ejecutivo
resolver
las
pautas
fijadas
respecto
a
reducción
de
costos
que
causaba
el
régimen
laboral
portuario
en
vigencia
derivado
de
un
CCT,
por
lo
cual
estamos
ante
un
caso
de
delegación
impropia.
26
Así,
se
llega
a
la
reforma
constitucional
de
1994:
negando
formalmente
la
procedencia
de
la
delegación,
pero
admitiéndola,
de
hecho,
bajo
la
denominación
eufemística
de
delegación
impropia.
El
principio
general
es
que
el
Poder
Ejecutivo
tiene
prohibido
dictar
disposiciones
de
carácter
legislativo,
pero
excepcionalmente
puede
hacerlo
en
determinadas
materias
de
administración
o
de
emergencia
pública.
Para
ello
requiere
que
se
fije
el
plazo
dentro
del
cual
el
Poder
Ejecutivo
podrá
dictar
disposiciones
de
carácter
legislativo
y
que
se
respeten
las
bases
de
delegación
que
el
Congreso
establezca.
Esto
es
por
demás
coherente
con
la
prohibición
realizada
por
el
Art.
99.3
CN
que
penaliza
con
nulidad
absoluta
e
insanable
a
toda
disposición
de
carácter
legislativo
emanada
del
Poder
Ejecutivo.
Como
excepción
a
la
prohibición,
se
habilita
una
delegación
circunscripta
a
ciertas
materias
y
a
una
situación
y,
en
ambos
casos,
ejercitable
con
arreglo
a
límites
materiales
y
temporales.
No
parece
dudoso,
entonces,
que
la
autorización
no
pudo
sino
referirse
a
la
delegación
impropia,
es
decir,
la
limitada
y
circunscripta
que,
de
hecho,
ya
estaba
vigente.
Esas
materias
determinadas
de
administración
han
sido
establecidas
en
el
Art.
2
Ley
25.148,
y
comprenden:
La
emergencia
pública
es,
por
su
parte,
una
situación
de
inusitada
gravedad
institucional
que
pone
en
riesgo
la
subsistencia
del
Estado.
Sin
embargo,
más
allá
de
esta
discusión,
lo
cierto
es
que
los
decretos
de
necesidad
y
urgencia
fueron
una
realidad
no
prevista
en
la
Constitución,
pero
presente
en
nuestro
ordenamiento
jurídico.
Su
régimen,
en
ausencia
de
disposiciones
legales
propias,
fue
brindado
por
la
Corte
Suprema
de
Justicia
de
la
Nación,
la
cual
fue
formulando
los
presupuestos
necesarios
para
la
validez
de
las
leyes
de
emergencia
y
de
los
decretos
de
necesidad
y
urgencia.
El
caso
tiene
su
origen
en
que
el
PE
dictó
un
DNU
para
enfrentar
una
crisis
económica,
el
cual
ordenaba
que
la
devolución
de
depósitos
de
mas
de
$1000
se
haría
en
bonos.
Peralta
vio
afectado
su
derecho
de
propiedad
con
la
sanción
del
decreto
por
lo
cual
interpuso
acción
de
amparo
contra
el
Estado
Nacional
y
el
BCRA
pidiendo
la
inconstitucionalidad
del
decreto
y
el
pago
de
su
plazo
fijo
en
efectivo.
En
primera
instancia
se
lo
rechaza,
en
Cámara
se
hace
lugar
al
amparo,
y
por
Recurso
Extraordinario
Federal
la
CSJN
manifiesta
que
estos
decretos
son
válidos
siempre
que
se
dieran
ciertos
requisitos:
28
1. Que
exista
una
situación
de
emergencia
que
afecte
al
orden
económico
o
social,
o
a
la
subsistencia
de
la
organización
jurídica
y
política,
2. Que
no
exista
otro
medio
más
idóneo,
cuando
las
soluciones
adoptables
por
el
Congreso
no
sean
rápidas
y
eficaces
(en
este
caso,
la
gente
habría
sacado
el
dinero
depositado),
3. Que
la
medida
adoptada
sea
razonable
y
su
duración
sea
temporal,
y
4. Que
el
Congreso
no
adopte
decisiones
que
indiquen
su
rechazo
al
decreto.
Estas
condiciones
limitaron
en
cierta
forma
los
DNU,
pero
tras
la
Reforma
Constitucional
llegarían
más
limitaciones
jurisprudenciales
(ver
infra).
Principio
general
El
Art.
99.3
CN
establece
que
“el
Poder
Ejecutivo
no
podrá
en
ningún
caso
bajo
pena
de
nulidad
absoluta
e
insanable,
emitir
disposiciones
de
carácter
legislativo.”
Sin
embargo,
seguidamente
establece
que
“solamente
cuando
circunstancias
excepcionales
hicieran
imposible
seguir
los
trámites
ordinarios
previstos
por
esta
Constitución
para
la
sanción
de
las
leyes,
y
no
se
trate
de
normas
que
regulen
materia
penal,
tributaria,
electoral
o
de
régimen
de
los
partidos
políticos,
podrá
dictar
decretos
por
razones
de
necesidad
y
urgencia.”
1. Fuese
imposible
seguir
con
los
trámites
ordinarios
previstos
en
la
Constitución
para
sancionar
leyes.
2. No
se
trate
de
normas
que
regulen
materia
penal,
tributaria,
electoral
o
de
partidos
políticos.
3. Cumpla
con
los
demás
requisitos
enunciados
en
el
Art.
99.3
CN
respecto
a
su
forma
y
procedimientos.
El
artículo
dispone
además
que
una
ley
sancionada
con
la
mayoría
absoluta
de
la
totalidad
de
los
miembros
de
cada
cámara
regularía
el
trámite
y
los
alcances
de
la
intervención
del
Congreso.
Esa
Ley
fue
sancionada
en
el
año
2006
y
es
la
Ley
26.122.
Por
un
lado,
en
cuando
la
existencia
fáctica
de
la
situación
de
necesidad
y
urgencia
invocada
por
el
Poder
Ejecutivo.
Suelen
ser
hechos
públicos
y
notorios.
Por
el
otro,
respecto
de
la
razonabilidad
de
las
normas
adoptadas
ante
dicha
situación
y
también
respecto
de
la
constitucionalidad
del
Decreto.
Pero
no
respecto
a
su
mérito
y
conveniencia,
ya
que
eso
se
trata
de
una
decisión
política
no
judiciable.
30
En
el
Fallo
Selcro
la
Cámara
hizo
lugar
a
una
acción
de
amparo
y
declaró
la
inconstitucionalidad
del
segundo
párrafo
del
art.
59
de
la
ley
25.237
en
cuanto
delegó
en
el
Poder
Ejecutivo
Nacional
la
facultad
de
establecer
los
valores
para
determinar
las
tasas
a
percibir
por
la
Inspección
General
de
Justicia.
La
demandada
interpuso
recurso
extraordinario
y
la
Corte
Suprema
de
Justicia
de
la
Nación
confirmó
la
sentencia.
En
el
Fallo
CPACF
c/
Estado
Nacional
la
CSJN
confirmó
la
inconstitucionalidad
de
dos
artículos
del
Decreto
1204/01
que
eximían
a
los
abogados
del
Estado
de
matricularse
en
colegios
públicos
y
pagar
tasas
por
dicha
matriculación,
la
Corte
estableció
expresas
limitaciones
al
Poder
Ejecutivo
para
el
ejercicio
de
funciones
legislativas
delegadas
por
el
Congreso
en
el
marco
de
la
Ley
25.414.
La
causa
fue
iniciada
como
consecuencia
de
la
demanda
interpuesta
por
el
Colegio
Público
de
Abogados
de
la
Capital
Federal,
que
veía
afectada
la
percepción
del
“derecho
fijo”
y
la
potestad
de
controlar
la
matrícula
de
los
abogados
que
litigan
en
esta
Ciudad,
tal
como
había
sido
establecido
en
el
año
1985
por
la
ley
23.187.
En
la
referida
Audiencia
Publica,
el
Colegio
Publico
de
Abogados
insistió
en
que
la
emergencia
económica
ha
terminado
y
que
la
delegación
legislativa
tiene
limitaciones.
La
Corte
señaló
que
las
normas
citadas
fueron
dictadas
por
el
Presidente
de
la
Nación
en
el
marco
de
la
delegación
legislativa
contemplada
en
el
art.
1º,
inciso
“f”,
de
la
ley
25.414.
No
obstante
aclaró
que
el
Congreso
no
delegó
en
el
Poder
Ejecutivo
una
potestad
genérica
de
derogar
cualquier
ley
con
el
fin
de
lograr
una
reducción
del
gasto
público
(como
alegó
el
Estado
Nacional)
puesto
que
ello
no
sólo
no
surgía
del
texto
de
la
ley
sino
que,
además,
tal
criterio
sería
tan
indeterminado
que
violaría
el
Art.
76
CN.
En
el
Fallo
Video
Club
Dreams
(1995)
la
Corte
reitera
la
doctrina
de
que
bajo
ninguna
circunstancia,
ni
aún
en
el
caso
de
calamidad
pública
interna
o
que
se
invoquen
causas
de
políticas
fijadas
por
la
autoridad
económica,
puede
ceder
el
principio
de
legalidad
tributaria
que
exige
que
todo
tributo
provenga
del
Poder
Ejecutivo.
El
PEN,
por
medio
de
dos
decretos
de
emergencia
de
1991
y
1992,
alegando
la
crisis
terminal
del
cine
nacional
y
la
necesidad
de
preservar
esta
fuente
cultural,
extendió
la
aplicación
de
la
Ley
17.741
(que
establece
un
impuesto
equivalente
al
10%
del
precio
básico
de
toda
localidad
o
boleto
entregado
gratuitamente
para
presenciar
espectáculos
cinematográficos)
a
la
venta
o
locación
de
todo
tipo
de
videograma
grabado,
destinado
a
su
exhibición
pública
o
privada
y
a
todo
tipo
de
película
exhibida
a
través
de
canales
de
televisión
abierta
o
por
cable,
en
video
bares
y
cualquier
otro
tipo
de
local.
El
actor
fue
intimado
por
el
Instituto
Nacional
de
Cinematografía
para
que
procediese
a
regularizar
su
mora
en
el
pago
de
dicho
impuesto.
31
actual
de
la
cinematografía
nacional
no
constituía
un
caso
de
grave
riesgo
social
que
justifique
el
dictado
de
decretos
de
necesidad
y
urgencia.
En
el
Fallo
Verrocchi
la
Corte
Suprema
dispuso
que
la
admisión
de
facultades
legislativas
por
parte
del
PEN,
debe
hacerse
bajo
condiciones
de
rigurosa
excepcionalidad
y
cumpliendo
las
exigencias
materiales
y
formales
que
la
Constitución
establece.
Así
declaró
la
inconstitucionalidad
de
dos
decretos
del
Poder
Ejecutivo
por
los
que
se
establecía
que
quienes
ganaran
más
de
$
1.000
mensuales
quedaban
excluidos
del
goce
de
las
asignaciones
familiares.
El
fundamento
actoral
se
basaba
en
que
el
Ejecutivo
había
avanzado
sobre
facultades
propias
del
Congreso
toda
vez
que
dichas
asignaciones
estaban
contenidas
en
la
ley
18.017.
Tanto
en
primera
como
en
segunda
instancia
los
tribunales
acogieron
el
reclamo
de
Verrochi
y
la
CSJN
lo
reafirmó,
destacando
que
acá
no
había
ningún
tipo
de
estado
de
necesidad
excepcional.
Finalmente
en
el
Fallo
Consumidores
Argentinos
(2010)
la
CSJN
reafirmó
que
los
DNU
fueron
establecidos
para
atenuar
y
no
para
ampliar
el
presidencialismo
y
que,
por
lo
tanto,
su
uso
por
parte
del
Poder
Ejecutivo
debe
ser
limitado
ya
que
el
texto
de
la
Constitución
Nacional
no
habilita
a
elegir
discrecionalmente
entre
la
sanción
de
una
ley
o
la
imposición
más
rápida
de
ciertos
contenidos
materiales
por
medio
de
un
decreto.
La
costumbre
es
una
norma
jurídica
no
escrita
que
se
forma
insensiblemente
por
el
uso
o
la
repetición,
constante,
reiterada,
de
los
mismos
actos
esencialmente
semejantes,
que
traducen
el
asentimiento
popular
y
su
voluntad
de
observarlos
como
preceptos
obligatorios,
a
los
cuales
deben
ajustarse
los
actos
jurídicos
de
los
particulares.
Puede
ser:
• Costumbre
praeter
legem:
es
la
anterior
a
la
ley,
que
llena
vacíos
legales.
Se
la
admite.
• Costumbre
secundum
legem:
es
la
que
sigue
a
la
ley,
su
cumplimiento.
Se
la
admite.
• Costumbre
contra
legem:
es
la
contraria
a
la
ley.
No
se
la
admite
porque
el
pueblo
no
delibera
ni
gobierna
sino
mediante
sus
representantes.
Los
precedentes
son
los
actos
sucesivos
de
la
Administración
Pública
reiterados
en
un
mismo
sentido.
Es
una
especie
dentro
del
género
costumbre.
32
Por
lo
tanto
el
precedente
no
puede
esgrimirse
para
pretender
una
reiteración
de
la
ilegalidad,
porque
el
precedente
ilegal
conduce
no
a
la
igualdad
ante
la
ley
sino
a
la
igualdad
fuera
de
la
ley.
Circulares
e
instrucciones
La
importancia
de
estas
fuentes
está
dada
por
la
incidencia
que
las
mismas
producen
en
los
administrados,
a
los
cuales
suelen
afectar
mucho
más
que
otras
disposiciones
de
rango
formal
superior.
Entre
ellas
encontramos
a
las
circulares,
que
son
órdenes
de
superiores
a
inferiores
dirigidas
a
varios
órganos,
y
a
las
instrucciones,
que
son
órdenes
de
superiores
a
inferiores
que
se
dirigen
en
particular
a
un
solo
sujeto.
En
general
poseen
efectos
ad
intra
de
la
administración,
pero
si
una
norma
relativa
al
ejercicio
de
la
función
pública
(incluyendo
a
las
circulares
y
órdenes
internas)
establece
una
conducta
concreta
a
la
cual
el
funcionario
está
obligado
a
ajustarse,
el
particular
que
pueda
considerarse
alcanzado
en
forma
exclusiva
por
esa
conducta
del
funcionario,
tendrá
un
derecho
subjetivo
a
ella.
Por
lo
mismo,
pensamos
que
si
los
actos
examinados
pudieran
generar
perjuicios
para
el
particular
éste
estaría
habilitado
para
impugnarlos
por
las
vías
procedimentales
y
procesales
que
el
ordenamiento
establece.
Es
importante
destacar
que
hay
ciertos
órganos
de
la
administración
pública
que
emiten
circulares
e
instrucciones
de
carácter
reglamentario
externo,
como
es
el
caso
del
BCRA
o
la
AFIP.
En
estos
casos,
deberíamos
decir
que
se
trata
en
realidad
de
verdaderos
reglamentos
delegados,
y
no
de
instrucciones
internas.
Son
una
fuente
del
derecho
administrativo,
aunque
en
general
suelen
estar
recogidos
por
otras
fuentes
de
las
mencionadas
anteriormente,
principalmente
la
Constitución.
También
sirven
para
resolver
controversias
en
aquellos
casos
en
los
cuales
ninguna
otra
fuente
brinde
una
solución
para
el
caso
puntual.
La
equidad
La
equidad
es
la
aplicación
de
la
justicia
al
caso
concreto
mediante
la
interpretación
objetiva
del
derecho
natural.
Es
considerado
como
uno
de
los
principios
generales
del
derecho
y
es
relevante
en
nuestro
derecho
administrativo
toda
vez
que
este,
al
prever
todas
las
situaciones
que
pueden
suscitarse
en
disposiciones
generales
y
abstractas,
necesita
de
una
aplicación
equitativa
de
las
33
normas
para
asegurar
justicia,
humanidad
e
igualdad
en
la
aplicación
de
las
mismas
a
las
circunstancias
propias
y
concretas
de
las
relaciones
prácticas.
La
doctrina
comprende
las
opiniones
y
teorías
de
los
juristas.
Tiene
una
gran
importancia
en
cuanto
influye
en
jueces
y
legisladores,
pero
no
es
obligatoria
ni
crea
derecho.
La
analogía
consiste
en
aplicar
un
precepto
jurídico
dictado
para
una
determinada
situación,
a
otra
situación
que,
siendo
distinta,
coincide
con
la
primera.
Es
una
técnica
de
interpretación
del
derecho.
34
Bolilla
3
Juridicidad
administrativa
y
situaciones
jurídicas
subjetivas
35
El
principio
de
juridicidad
de
la
administración
El
principio
de
juridicidad
o
principio
de
legalidad
(aunque
alguna
doctrina
–
Fiorini
–
no
los
equipara
sino
que
considera
que
el
primero
es
una
suerte
de
evolución
del
segundo,
ya
que
juridicidad
implica
más
que
legalidad,
implica
sujetarse
al
orden
jurídico
en
su
conjunto
y
no
sólo
a
la
ley
en
sentido
positivo)
plantea
que
la
administración
debe
actuar
dentro
del
ordenamiento
jurídico
en
el
cual
se
encuentra
inserta.
Este principio se puede ver en el Art. 31 CN, a través de una interpretación amplia.
Además
permite
el
control
de
la
administración
pública
por
parte
de
los
jueces
en
cuanto
a
la
legalidad
de
las
decisiones
adoptadas
por
ésta.
La
administración
se
ve
limitada
a
constatar
el
hecho
descripto
en
la
norma
y,
seguidamente,
aplicarla
sin
necesidad
de
una
evaluación
subjetiva.
Ej.
Construir
una
obra
pública.
La
administración
decide
qué
obra
pública
hacer,
donde
hacerla,
cuándo
hacerla,
etc.
La
administración
puede
valorar
subjetivamente
el
hecho
descripto
en
la
norma
y
decidir
el
modo
de
su
aplicación
en
base
a
su
sano
arbitrio.
Se
trata
de
una
modalidad
de
ejercicio
que
el
orden
jurídico
confiere
a
quien
desempeña
la
función
administrativa
para
que,
mediante
una
apreciación
subjetiva
del
interés
público
comprometido,
36
complete
creativamente
el
ordenamiento
en
su
concreción
práctica,
seleccionando
una
alternativa
entre
varias
igualmente
válidas
para
el
derecho.
Discrecional
no
significa
que
está
ajeno
a
la
ley
o
fuera
de
ella,
sino
que
estando
dentro
de
ella,
permite
que
el
acto
se
ejecute
dentro
de
un
margen
de
libertad
relativo
por
parte
de
la
administración.
El
Art.
12
LNPA
demuestra
que
el
verbo
“podrá”
es
clave
para
identificar
cuando
nos
encontramos
frente
a
una
potestad
discrecional.
Cuando
dicho
verbo
–
o
uno
similar
–
es
utilizado
como
factor
de
enlace
entre
el
antecedente
y
la
consecuencia
de
la
norma
jurídica,
nos
hallaremos
frente
a
una
potestad
discrecional
de
la
administración.
En
sus
orígenes
la
actividad
discrecional
estaba
exenta
de
control
judicial,
a
diferencia
de
las
potestades
regladas
que
sí
podían
ser
revisadas.
Sin
embargo,
hoy
en
día
toda
la
actuación
de
la
administración
debe
ser
susceptible,
en
principio,
de
revisión
judicial:
la
actuación
reglada
y
la
actuación
discrecional.
37
Modalidades
del
control
Hay
dos
modos
(que
se
complementan)
para
controlar
la
discrecionalidad:
1. Por
los
elementos
reglados
del
acto:
el
juez
examina
si
se
cumplen
las
condiciones
previstas
en
la
norma
(competencia,
causa,
motivación,
objeto,
finalidad).
a. Ej.
Que
la
obra
pública
se
otorgue
por
licitación.
2. Razonabilidad:
la
razonabilidad
es
el
segundo
modo
de
control
de
la
actividad
administrativa.
El
juez
debe
definir
si
el
acto
discrecional
es
razonable
o,
por
el
contrario,
si
es
arbitrario
(implicando
una
desviación
de
poder).
a. Por
ejemplo
en
el
Fallo
Arenzon
donde
un
aspirante
a
profesor
de
matemáticas
fue
rechazado
por
medir
menos
de
1.50m,
la
corte
declaró
la
irrazonabilidad
del
acto.
38
normativamente
reglados
se
traduce
así
en
un
típico
control
de
legitimidad,
ajeno
a
los
motivos
de
oportunidad,
mérito
o
conveniencia
tenidos
en
mira
a
fin
de
dictar
el
acto.
Esto
no
implica
revisar
su
esencia
(es
decir,
la
selección
de
una
alternativa
entre
otras
igualmente
válidas)
sino
solo
su
contorno
externo
e
inserción
en
el
sistema
normativo.
El
control
de
los
jueces
termina
al
comprobar,
con
el
fondo
de
la
cuestión,
que
se
ha
elegido
una
solución
correcta
entre
otras
de
igual
condición
dentro
del
mundo
jurídico.
Esto
es
así
porque
cuando
el
juez
controla
el
ejercicio
de
la
discrecionalidad
no
reproduce
en
forma
exacta
el
proceso
lógico
desarrollado
por
la
Administración.
El
control
judicial
recae
sobre
una
decisión
administrativa
ya
dictada.
La
tarea
de
los
jueces
no
implica
repetir
el
mismo
ejercicio
que
la
Administración,
para
llegar
al
mismo
o
diferente
resultado
(lo
que
les
convertiría
en
administradores),
sino
en
verificar
si
en
el
ejercicio
de
su
libertad
decisoria
la
Administración
ha
observado
o
no
los
límites
con
los
que
el
derecho
acota
esa
libertad
y
si
la
decisión
adoptada
puede
considerarse,
en
consecuencia,
como
una
decisión
racionalmente
justificada.
Coviello
dice
en
el
Fallo
London
Supply
(relativo
a
la
graduación
de
una
sanción)que
si
la
ley
establece
la
atenuación
como
una
posibilidad
discrecional
de
la
administración,
su
posterior
control
judicial
solo
estará
ceñido
a
la
legalidad
o
razonabilidad
del
acto,
mas
no
a
la
sustitución
de
una
atribución
deferida
por
el
ordenamiento
solo
a
la
Administración.
Es
decir,
el
juez
no
puede
imponer
la
atenuación
si
no
lo
impuso
la
administración.
El
control
judicial
implica
fiscalizar
una
elección
ya
realizada,
por
lo
que
debe
respetar
el
poder
exclusivo
de
valoración
otorgado
a
la
Administración,
y
solo
intervenir
cuando
se
sobrepasen
los
límites
del
mismo.
39
Las
situaciones
jurídicas
subjetivas
Por
situación
jurídica
subjetiva
entendemos
la
posición
o
situación
jurídica
que
ostenta
un
sujeto
(acreedor
o
deudor)
en
una
relación
jurídica
determinada.
Es necesario entonces referirse a otros dos conceptos: relación jurídica y situación jurídica.
La
relación
jurídica
Por
relación
jurídica
entendemos
al
vínculo
intersubjetivo
que
enlaza
a
los
sujetos
y
produce
efectos
jurídicos
(nacimiento,
modificación
o
extinción
de
situaciones
jurídicas).
La
situación
jurídica
Por
situación
jurídica
entendemos
a
la
posición
o
estado
en
el
cual
se
encuentra
el
sujeto
dentro
de
la
relación
jurídica.
La situación jurídica (del administrado) puede ser un derecho subjetivo o un interés legítimo.
La
situación
jurídica
(de
la
administración)
puede
ser
una
obligación,
un
gravamen,
etc.,
pero
eso
no
nos
interesa
ahora.
El
derecho
subjetivo
es
aquella
situación
jurídica
que
surge
del
ordenamiento
jurídico
y
le
permite
a
uno
de
los
sujetos
de
la
relación
exigir
al
otro
sujeto
una
determinada
prestación
a
su
favor.
Por ejemplo: el expropiado que exige el pago del justo precio del bien expropiado.
El
interés
legítimo
es
aquella
situación
que
surge
frente
a
una
actuación
administrativa
que
puede
afectarlo
de
modo
negativo,
incidiendo
de
manera
particular
en
su
esfera
jurídica,
facultándolo
a
exigir
el
cumplimiento
del
ordenamiento
jurídico.
Por
ejemplo:
el
propietario
de
un
terreno
que
observa
que
se
autorizó
una
construcción
que
viola
el
código
de
planeamiento
urbano.
40
• Derecho
subjetivo
administrativo:
es
la
facultad
otorgada
o
reconocida
por
el
ordenamiento
jurídico
administrativo
al
particular
que
se
encuentra
en
una
situación
individualizada
y
exclusiva,
para
que
exija
a
la
Administración
Pública
una
determinada
conducta
que
puede
consistir
en
un
dar,
hacer
o
no
hacer.
• Interés
legítimo
administrativo:
es
la
facultad
reconocida
por
el
ordenamiento
jurídico
administrativo
al
particular
que
se
encuentre
en
una
situación
actual
o
potencialmente
concurrente
para
que
impugne
una
actividad
administrativa
ilegítima
que
le
causa
un
perjuicio
directo.
El
interés
simple
El
interés
simple
es
el
mero
interés
que
le
corresponde
a
todo
ciudadano
o
habitante
en
que
la
ley
sea
cumplida
en
virtud
del
interés
de
la
comunidad
en
que
no
haya
actos
administrativos
ilegítimos.
Por
ejemplo,
si
un
vecino
solicita
que
no
se
construya
una
determinada
planta
industrial
en
una
zona
determinada
debido
a
sus
efectos
contaminantes,
el
objeto
de
dicha
pretensión
es
indivisible
ya
que
no
es
materialmente
posible
limitar
la
decisión
al
accionante:
o
la
planta
se
construye
y
lesiona
a
todo
el
vecindario,
o
no
se
construye
y
beneficia
a
todo
el
vecindario.
41
No
deben
confundirse
con
derechos
individuales
que
estén
sustentados
en
derechos
enumerados
en
el
Art.
43
de
la
CN
(por
ejemplo,
la
compra
de
un
bien
defectuoso,
que
si
bien
se
da
en
una
relación
de
consumo
no
afecta
a
los
consumidores
genéricamente
sino
a
un
consumidor
en
particular)
ni
con
los
derechos
individuales
homogéneos,
aquellos
que
tienen
un
origen
común
pero
que
pueden
dividirse
para
cada
caso
concreto
(por
ejemplo,
la
compra
de
varios
bienes
defectuosos
producidos
por
el
mismo
fabricante,
por
parte
de
distintas
personas).
Legislación pertinente
El
Art.
41
CN
reconoce
el
derecho
de
interés
colectivo
al
medio
ambiente,
el
Art.
42
CN
el
derecho
colectivo
de
los
consumidores
y
el
Art.
43
CN
establece
que
“toda
persona
puede
interponer
acción
expedita
y
rápida
de
amparo
[…]
contra
cualquier
forma
de
discriminación
y
en
lo
relativo
a
los
derechos
que
protegen
al
ambiente,
a
la
competencia,
al
usuario
y
al
consumidor,
así
como
a
los
derechos
de
incidencia
colectiva
en
general,
el
afectado,
el
defensor
del
pueblo
y
las
asociaciones
que
propendan
a
esos
fines,
registradas
conforme
a
la
ley,
la
que
determinará
los
requisitos
y
formas
de
su
organización.”
El
Art.
120
CN
legitima
también
al
MP:
“El
Ministerio
Público
es
un
órgano
independiente
[…]
que
tiene
por
función
promover
la
actuación
de
la
justicia
en
defensa
de
la
legalidad
de
los
intereses
generales
de
la
sociedad
[…]”.
Jurisprudencia pertinente
Respecto
a
la
legitimación
del
Defensor
del
Pueblo
de
la
Nación
y
las
asociaciones
colectivas,
la
CSJN
se
ha
expedido
al
respecto.
En
el
Fallo
Halabi
(que
trata
sobre
la
queja
de
un
abogado
respecto
de
la
constitucionalidad
de
una
ley
que
manda
a
guardar
los
registros
telefónicos
durante
10
años)
la
CSJN
dijo:
• Que
en
materia
de
legitimación
procesal
corresponde,
como
primer
paso,
delimitar
con
precisión
tres
categorías
de
derechos:
individuales,
de
incidencia
colectiva
que
tienen
por
objeto
bienes
colectivos,
y
de
incidencia
colectiva
referentes
a
intereses
individuales
homogéneos.
• Que
la
regla
general
en
materia
de
legitimación
es
que
los
derechos
sobre
bienes
jurídicos
individuales
son
ejercidos
por
su
titular.
Ello
no
cambia
por
la
circunstancia
de
que
existan
numerosas
personas
involucradas.
En
estos
casos,
no
hay
variación
en
cuanto
a
la
existencia
de
un
derecho
subjetivo
sobre
un
bien
individualmente
disponible
por
su
titular,
quien
debe,
indispensablemente,
probar
una
lesión
a
ese
derecho
para
que
se
configure
una
cuestión
justiciable.
o A
esta
categoría
de
derechos
se
refiere
el
primer
párrafo
del
artículo
43
de
la
Constitución
Nacional
en
que
encuentra
cabida
la
tradicional
acción
de
amparo
que
está
destinada
a
obtener
la
protección
de
derechos
divisibles,
no
homogéneos
y
se
caracteriza
por
la
búsqueda
de
la
reparación
de
un
daño
esencialmente
individual
y
propio
de
cada
uno
de
los
afectados.
• Que
los
derechos
de
incidencia
colectiva
que
tienen
por
objeto
bienes
colectivos
(art.
43
de
la
Constitución
Nacional)
son
ejercidos
por
el
Defensor
del
Pueblo
de
la
Nación,
las
asociaciones
que
concentran
el
interés
colectivo
y
el
afectado,
siempre
que:
42
o En
primer
lugar,
la
petición
debe
tener
por
objeto
la
tutela
de
un
bien
colectivo,
lo
que
ocurre
cuando
éste
pertenece
a
toda
la
comunidad,
siendo
indivisible
y
no
admitiendo
exclusión
alguna.
Por
esta
razón
sólo
se
concede
una
legitimación
extraordinaria
para
reforzar
su
protección,
pero
en
ningún
caso
existe
un
derecho
de
apropiación
individual
sobre
el
bien
ya
que
no
se
hallan
en
juego
derechos
subjetivos.
No
se
trata
solamente
de
la
existencia
de
pluralidad
de
sujetos,
sino
de
un
bien
que,
como
el
ambiente,
es
de
naturaleza
colectiva.
o En
segundo
lugar,
la
pretensión
debe
ser
focalizada
en
la
incidencia
colectiva
del
derecho.
Ello
es
así
porque
la
lesión
a
este
tipo
de
bienes
puede
tener
una
repercusión
sobre
el
patrimonio
individual,
como
sucede
en
el
caso
del
daño
ambiental,
pero
esta
última
acción
corresponde
a
su
titular
y
resulta
concurrente
con
la
primera.
• Que
la
Constitución
Nacional
admite
en
el
segundo
párrafo
del
art.
43
una
tercera
categoría
conformada
por
derechos
de
incidencia
colectiva
referentes
a
intereses
individuales
homogéneos.
Tal
sería
el
caso
de
los
derechos
personales
o
patrimoniales
derivados
de
afectaciones
al
ambiente
y
a
la
competencia,
de
los
derechos
de
los
usuarios
y
consumidores
como
de
los
derechos
de
sujetos
discriminados.
o En
estos
casos
no
hay
un
bien
colectivo,
ya
que
se
afectan
derechos
individuales
enteramente
divisibles.
Sin
embargo,
hay
un
hecho,
único
o
continuado,
que
provoca
la
lesión
a
todos
ellos
y
por
lo
tanto
es
identificable
una
causa
fáctica
homogénea.
Ese
dato
tiene
relevancia
jurídica
porque
en
tales
casos
la
demostración
de
los
presupuestos
de
la
pretensión
es
común
a
todos
esos
intereses,
excepto
en
lo
que
concierne
al
daño
que
individualmente
se
sufre.
Hay
una
homogeneidad
fáctica
y
normativa
que
lleva
a
considerar
razonable
la
realización
de
un
solo
juicio
con
efectos
expansivos
de
la
cosa
juzgada
que
en
él
se
dicte,
salvo
en
lo
que
hace
a
la
prueba
del
daño.
o Sin
embargo,
no
hay
en
nuestro
derecho
una
ley
que
reglamente
el
ejercicio
efectivo
de
las
denominadas
acciones
de
clase
en
el
ámbito
específico
que
es
objeto
de
esta
litis.
Este
aspecto
resulta
de
gran
importancia
porque
debe
existir
una
ley
que
determine
cuándo
se
da
una
pluralidad
relevante
de
individuos
que
permita
ejercer
dichas
acciones,
cómo
se
define
la
clase
homogénea,
si
la
legitimación
corresponde
exclusivamente
a
un
integrante
de
la
clase
o
también
a
organismos
públicos
o
asociaciones,
cómo
tramitan
estos
procesos,
cuáles
son
los
efectos
expansivos
de
la
sentencia
a
dictar
y
cómo
se
hacen
efectivos.
§
Frente
a
esa
falta
de
regulación
-‐la
que,
por
lo
demás,
constituye
una
mora
que
el
legislador
debe
solucionar
cuanto
antes
sea
posible,
para
facilitar
el
acceso
a
la
justicia
que
la
Ley
Suprema
ha
instituido-‐,
cabe
señalar
que
la
referida
disposición
constitucional
es
claramente
operativa
y
es
obligación
de
los
jueces
darle
eficacia,
cuando
se
aporta
nítida
evidencia
sobre
la
afectación
de
un
derecho
fundamental
y
del
acceso
a
la
justicia
de
su
titular.
o Que
la
procedencia
de
este
tipo
de
acciones
requiere
la
verificación
de
una
causa
fáctica
común,
una
pretensión
procesal
enfocada
en
el
aspecto
colectivo
de
los
efectos
de
ese
hecho
y
la
constatación
de
que
el
ejercicio
individual
no
aparece
plenamente
justificado.
43
Con
este
fallo
que
adquirió
alcance
erga
omnes,
la
CSJN
creó
la
acción
colectiva
o
acción
de
clase
ya
que
consideró
que
a
ese
respecto
hay
un
faltante
legislativo,
y
que
hay
una
clara
afectación
del
acceso
a
la
justicia,
porque
no
se
justifica
que
cada
uno
de
los
posibles
afectados
de
la
clase
de
sujetos
involucrados
deba
promover
una
nueva
demanda
peticionando
la
inconstitucionalidad
de
la
norma.
La
acción
resultará
procedente
en
aquellos
casos
referidos
a
materias
como
el
ambiente,
al
Consumo,
o
a
la
salud,
o
afecten
a
grupos
que
tradicionalmente
han
sido
postergados,
o
en
su
caso
débilmente
protegidos.
Los
integrantes
de
la
Corte
formularon
algunas
precisiones
para
que
tengan
en
cuenta
jueces
que
tratan
acciones
similares:
Si
bien
la
parte
tiene
derechos,
los
tiene
restringidos,
y
en
esa
situación
tiene
que
obedecer
lo
que
se
le
impone.
Por
ejemplo
las
normas
que
regían
las
relaciones
entre
las
fuerzas
armadas
y
los
reclusos
en
las
cárceles
generaban
relaciones
de
especial
sujeción.
La
persona
tiene
que
obedecer
las
órdenes,
pero
sigue
siendo
una
relación
jurídica.
En
consecuencia
la
CSJN
dijo
que
si
bien
se
admiten
estas
relaciones
donde
la
libertad
de
una
de
las
partes
se
restringe,
la
misma
no
debe
implicar
arbitrariedades.
Que
sea
jurídica
implica
que
tiene
que
someterse
al
principio
de
juridicidad,
al
ordenamiento
jurídico.
44
Bolilla
4
La
personalidad
del
Estado.
Organización
administrativa
y
órganos
estatales.
45
Noción
de
persona
El
Art.
30
CC
define
a
la
persona
como
todo
ente
susceptible
de
adquirir
derechos
y
contraer
obligaciones.
• Físicas
(de
existencia
visible):
son
todos
los
entes
que
presentaren
signos
característicos
de
humanidad,
conf.
Art.
51
CC.
• Jurídicas
(de
existencia
ideal):
son
todos
los
entes
susceptibles
de
adquirir
derechos
y
contraer
obligaciones
que
no
son
personas
físicas,
conf.
Art.
32
CC
que
las
define
por
exclusión.
*
Tienen
una
serie
de
características
que
las
distinguen,
aunque
la
principal
distinción
es
la
hecha
por
la
ley
al
diferenciar
las
unas
de
las
otras
(prerrogativas
de
poder
público,
cierto
control
estatal,
creación
por
el
Estado,
etc.).
¿Las personas jurídicas públicas no estatales pueden emitir actos administrativos?
En
principio
no,
porque
es
la
distinción
fundamental
de
las
personas
jurídicas
públicas
estatales.
La
CSJN
se
expidió
al
respecto
en
el
Fallo
Farmacia
Roca
donde
dijo
que
los
actos
o
decisiones
de
los
órganos
del
Instituto
Nacional
de
Servicios
Sociales
para
Pensionados
y
Jubilados,
en
tanto
entidad
de
derecho
público
no
estatal,
no
son
administrativos.
En
el
Fallo
Colegio
Público
de
Abogados
c/
Martínez
Echenique
la
Corte
atenuó
su
posición
pero
lo
hizo
en
un
modo
que
generó
confusión
al
decir
que
todos
los
actos
que
emiten
relacionados
con
su
función,
parecen
ser
actos
administrativos
(pero
no
dice
que
lo
sean
ni
que
no
lo
sean).
En
virtud
de
esto
se
le
da
competencia
al
fuero
contencioso
administrativo
para
actuar
como
segunda
instancia
de
las
decisiones
de
las
personas
jurídicas
públicas
no
estatales
dictadas
en
ejercicio
de
su
función
específica.
Comadira
sostiene
que
lo
que
está
haciendo
la
persona
jurídica
pública
no
estatal
es
regular
dentro
del
marco
que
le
da
la
ley,
lo
mismo
que
hace
el
Estado,
en
virtud
de
las
atribuciones
de
interés
público
que
le
han
sido
conferidas.
A
su
criterio
son
como
una
especie
de
actos
administrativos.
• Teoría
del
mandato:
plantea
que
los
agentes
estatales
son
las
personas
físicas
que
actúan
como
mandantes
del
Estado.
o Crítica:
esta
teoría
encuentra
su
límite
en
que
todo
mandante
debe
recibir
un
mandato
previo
de
parte
del
mandatario.
Y
si
el
Estado
expresase
su
voluntad
a
través
de
mandantes
faltaría
el
mandante
originario
encargado
de
dar
ese
primer
mandato.
• Teoría
de
la
representación:
plantea
que
el
Estado
no
puede
expresar
su
voluntad
por
sí
mismo,
y
para
suplir
esa
deficiencia
recurre
a
representantes
(los
agentes
estatales).
o Crítica:
si
el
Estado
necesita
un
representante
por
ser
incapaz,
no
podría
autonombrar
a
su
representante.
47
• Teoría
del
órgano:
esta
es
la
teoría
aceptada
casi
con
unanimidad
en
la
doctrina
y
la
expondremos
en
detalle
a
continuación.
o Fue
aceptada
por
la
CSJN
en
el
Fallo
Vadell
(1896).
La
teoría
del
órgano
parte
del
supuesto
innegable
de
que
la
voluntad
es
un
atributo
propio
e
inherente
a
las
personas
físicas,
las
cuales
son
las
únicas
realmente
capaces
de
querer,
motivo
por
el
cual,
al
disponerse
la
organización
del
Estado,
se
previó
qué
personas
físicas
tendrán
el
encargo
de
expresar
una
voluntad
que
sería
imputada
al
ser
colectivo,
al
Estado.
Esas
personas
son
los
órganos
de
voluntad
de
la
persona
colectiva,
de
la
persona
jurídica,
mediante
los
cuales
ésta
puede
querer
jurídicamente.
El
órgano
no
es
un
ente
extraño
a
la
persona
jurídica,
ni
un
sujeto
diferente
de
ella,
sino
que,
al
contrario,
forma
parte
de
ella.
Nace
con
la
persona
jurídica
siendo
uno
de
sus
elementos
constitutivos,
y
es
el
instrumento
o
el
medio
para
que
exprese
su
voluntad
y
actúe.
• Concepción
objetiva
del
órgano:
entienden
por
“órgano”
cada
una
de
las
partes
o
esferas
en
que
se
descomponen
las
atribuciones
y
los
medios
de
la
administración
pública,
y
que
aparecen,
por
ende,
como
centros
de
competencia
independiente
de
las
personas
físicas
que
en
ellos
se
desempeñan
y
la
ejercen.
• Concepción
subjetiva
del
órgano:
reconocen
que
el
“órgano”
está
constituido
por
la
persona
o
personas
físicas
que
tienen
a
su
cargo,
por
haber
sido
encargadas
de
ello,
formar,
interpretar
y
ejercer
la
voluntad
administrativa
como
tal.
• Concepción
integral
del
órgano:
el
órgano
tiene
un
elemento
estático,
permanente
y
abstracto
(órgano
institución),
un
elemento
dinámico,
variable
y
concreto
(órgano
persona)
y
un
elemento
de
disposición
y
establecimiento
(órgano
forma),
que
no
son
más
que
las
distintas
caras
de
una
misma
figura:
el
órgano.
Decimos
entonces
que
el
órgano
puede
declarar
su
voluntad
a
través
del
elemento
persona,
pero
esa
voluntad
declarada
se
despersonaliza
y
se
institucionaliza
mediante
el
elemento
institución,
pasando
a
ser
la
voluntad
del
Estado.
Órgano
El
órgano
es
el
medio
de
actuación
de
la
persona
jurídica
Estado
configurado
como
institución
que
actúa
a
través
de
un
titular.
48
Cargo
El
cargo
es
el
lugar
o
posición
que
un
sujeto
ocupa
dentro
de
un
órgano
determinado,
no
sólo
estáticamente,
sino
también
dinámicamente,
es
decir,
funcionalmente.
Comprende
las
actividades
y
funciones
puntuales
que
el
elemento
persona
desarrolla
dentro
del
elemento
institución.
Oficio
El
oficio
es
el
complejo
ideal
de
atribuciones
y
poderes
que
posee
el
elemento
persona
para
realizar
cierta
función
del
Estado.
Órgano
y
agente
El
agente
tiene
una
doble
relación
con
el
órgano:
• Relación
ad
extra
(orgánicas):
cuando
las
personas
físicas
investidas
como
agentes
estatales
actúan
hacia
el
exterior
del
órgano
(vinculándose
con
otras
personas,
físicas
o
jurídicas,
que
son
ajenas
al
órgano
y
constituyen
el
conjunto
de
los
administrados
o
particulares)
pierden
su
individualidad,
y
se
identifican
con
el
órgano
en
el
cual
se
desempeñan;
son
el
órgano,
y
cuando
ellas
actúan
es
el
órgano
el
que
obra.
• Relación
ad
intra
(de
servicio):
cuando
las
personas
físicas
investidas
como
agentes
estatales
actúan
hacia
adentro
del
órgano
(relacionándose
incluso
con
otras
personas
físicas
también
integrantes
del
mismo
órgano)
no
pierden
su
individualidad,
sino
que
la
conservan,
al
punto
de
que
aparecen
como
diferenciadas
y
distintas
del
ente
orgánico
al
cual
pertenecen.
o Las
relaciones
de
servicio,
si
se
toma
en
cuenta
la
situación
de
cada
agente
público,
son
previas
y
anteriores
a
las
relaciones
orgánicas,
pues
es
en
virtud
de
aquéllas
que
la
persona
entra
en
vinculación
con
la
administración
y
se
integra
en
el
órgano,
para
luego,
manifestándolo
externamente,
impulsar
su
acción
mediante
las
relaciones
orgánicas.
49
50
Las
relaciones
interorgánicas
Las
relaciones
interorgánicas
son
aquellas
que
se
establecen
entre
dos
o
más
órganos
de
un
mismo
ente
o
persona
jurídica
pública
estatal.
Importante:
no
confundir
con
las
relaciones
interadministrativas,
que
son
las
que
se
dan
entre
distintos
entes
o
personas
jurídicas
públicas
estatales.
Resultan
del
hecho
de
que
tales
órganos
no
pueden
actuar
independientemente
unos
de
otros,
sino
que
la
unidad
o
integralidad
del
ente
o
persona
jurídica
al
cual
pertenecen
impone,
al
contrario,
que
tengan
que
hacerlo
vinculándose
y
relacionándose
unos
con
otros.
Tienen
carácter
jurídico
ya
que
en
cada
órgano
aparece
el
ente
o
persona
jurídica
de
la
cual
forma
parte,
correspondiendo
al
órgano
una
esfera
de
poderes
y
deberes,
mediante
los
cuales
personifica
al
ente
en
ese
aspecto
de
su
actividad.
La
organización
burocrática
es
aquella
en
la
cual
la
función
es
atribuida
a
una
persona
física
titular
del
órgano
de
que
se
trate,
siendo
la
voluntad
de
esa
persona
la
que
aparece
como
voluntad
atribuida
al
órgano.
Se
funda
en
dos
principios
centrales:
la
jerarquía
y
la
subordinación,
y
es
la
que
corresponde
a
todos
aquellos
órganos
que
tienen
funciones
de
decisión
y
ejecución,
y
que
actúan
de
manera
continuada
y
permanente,
siendo
por
ello
mismo
la
más
frecuentemente
utilizada
en
la
organización
administrativa
de
ejecución.
La
organización
colegiada
es
aquella
en
la
cual
la
función
es
conferida
a
una
pluralidad
de
personas
físicas
que
actúan
constituyendo
un
conjunto
cuyos
componentes
obran
en
un
pie
de
igualdad
entre
sí.
Los
órganos
colegiados,
que
deben
estar
formados,
por
lo
menos,
por
tres
personas
físicas,
están
sujetos
a
regulaciones
que
determinan,
entre
otros
aspectos,
el
número
de
sus
componentes,
su
forma
de
elección,
la
posibilidad
o
no
de
su
reelección,
el
quórum
para
deliberar
válidamente
y
adoptar
las
decisiones,
la
forma
de
éstas,
los
modos
como
se
harán
constar
las
opiniones
de
cada
una
de
las
personas
integrantes,
y
la
del
órgano
en
sí
mismo,
la
responsabilidad
de
aquéllas
y
los
procedimientos
para
dejarla
a
salvo
cuando
constituyen
minoría.
Es
habitual
en
órganos
de
consulta
y
asesoramiento.
51
La
organización
consultiva
La
organización
consultiva,
una
forma
de
la
organización
colegiada,
es
la
prevista
para
atender
y
expedirse
sobre
cuestiones
técnicas
y
jurídicas,
que
actúa
a
requerimiento
del
órgano
administrativo
que
necesita
la
consulta,
generalmente
en
forma
no
vinculante.
Sus
decisiones
son
hechos
administrativos
y
sólo
por
la
decisión
coincidente
del
órgano
consultante
que
integra
la
administración
activa
pueden
llegar
a
aparecer
como
verdaderos
actos
administrativos.
52
Bolilla
5
Principios
jurídicos
de
la
organización
administrativa.
53
Principios
jurídicos
de
la
organización
administrativa
Los
principios
jurídicos
que
permiten
a
los
órganos
articularse
ordenadamente
y
cumplir
con
los
fines
que
les
corresponden
dentro
de
la
organización
del
Estado,
son:
• Jerarquía
o Unidad
(no
es
un
principio
sino
una
consecuencia
del
principio
de
jerarquía)
o Coordinación
(no
es
un
principio
sino
una
consecuencia
del
principio
de
jerarquía)
• Competencia
• Centralización
• Descentralización
La
jerarquía:
concepto
En
un
sentido
lingüístico
jerarquía
refiere
a
una
relación
entre
órganos
de
un
mismo
ente.
Consecuencias
El
principio
de
jerarquía
tiene
por
consecuencia
principal
la
coordinación
entre
los
distintos
órganos
que,
relacionados
entre
sí
subordinadamente,
actúan
como
una
unidad
estructural
en
la
cual
los
superiores
direccionan
a
los
inferiores.
La
jerarquía
implica
además
la
existencia
de
unos
órganos
complejos,
ya
que
sólo
en
el
seno
de
éstos
pueden
darse
relaciones
entre
los
titulares
de
los
diversos
órganos
menores;
que
las
tareas
se
distribuyen
entre
los
diferentes
escalones
jerárquicos,
cuestión
íntimamente
vinculada
con
la
competencia;
que
los
actos
de
los
órganos
situados
en
las
distintas
jerarquías
tienen
un
valor
jurídico
diferente,
influyendo
los
de
unos
sobre
los
de
otros;
y
que
existe
una
doble
corriente
de
información
que
suministran
los
órganos
inferiores
a
los
superiores,
y
de
criterios
de
actuación,
que
proporcionan
los
superiores
a
los
subordinados.
• La
posibilidad
de
que
el
superior
jerárquico
dirija
e
impulse
la
acción
del
inferior.
54
• La
facultad
de
dictar
normas
de
carácter
interno,
de
organización
o
de
actuación.
• La
posibilidad
de
suplir,
según
los
casos,
a
los
órganos
inferiores.
• La
aptitud
para
delegar
competencia
y
avocarse
a
ella.
• La
facultad
de
control
por
parte
del
superior,
bien
sobre
los
actos
a
través
de
recursos,
bien
sobre
los
propios
titulares.
• Las
facultades
para
resolver
las
competencias
y
conflictos
que
se
produzcan
entre
órganos
inferiores.
La
tutela
administrativa
La
tutela
administrativa
es
la
relación
análoga
a
la
jerarquía
que
existe
entre
el
Estado
y
los
entes
descentralizados
con
personalidad
jurídica
propia
y
distinta
de
la
del
Estado,
que
mantiene
la
unidad
estatal.
A diferencia de la jerarquía, la tutela no ordena en sentido imperativo sino que controla.
La
competencia:
concepto
La
competencia
es
el
conjunto
de
poderes,
facultades
y
atribuciones
que
el
ordenamiento
jurídico
otorga
a
un
ente
u
órgano
del
Estado,
para
que
la
ejerza
en
forma
obligatoria.
La
CSJN
la
define
como
el
grado
de
aptitud
que
la
norma
confiere
a
un
órgano
administrativo
para
el
ejercicio
de
sus
funciones.
Art.
3
LPNA:
La
competencia
de
los
órganos
administrativos
será
la
que
resulte,
según
los
casos,
de
la
Constitución
Nacional,
de
las
leyes
y
de
los
reglamentos
dictados
en
su
consecuencia.
Su
ejercicio
constituye
una
obligación
de
la
autoridad
o
del
órgano
correspondiente
y
es
improrrogable,
a
menos
que
la
delegación
o
sustitución
estuvieren
expresamente
autorizadas;
la
avocación
será
procedente
a
menos
que
una
norma
expresa
disponga
lo
contrario.
Clasificaciones
La
competencia
se
puede
clasificar:
Así
es
que
el
criterio
más
adecuado
para
delimitar
la
competencia
de
un
órgano
es
el
principio
de
la
especialidad
según
el
cual
la
competencia
resulta
de
los
poderes
expresos
conferidos
por
la
norma
y
de
los
razonablemente
implícitos
en
aquélla.
En
consecuencia,
el
órgano
puede,
para
los
fines
de
su
institución,
ejercer
todos
los
actos
que
no
le
sean
prohibidos.
En
este
contexto,
se
considera
prohibido
todo
lo
que
no
corresponda
a
los
fines
u
objeto
del
órgano,
es
decir,
a
su
especialidad,
sin
perjuicio
de
aceptar
también
otras
prohibiciones
resultantes
del
ordenamiento
jurídico,
expresas
o
tácitas.
En
este
estado
de
las
cosas,
podemos
decir
que
la
competencia
es
la
aptitud
legal
de
obrar
derivada
de
una
habilitación
normativa
expresa
o
razonablemente
implícita.
La
CSJN
se
ha
referido
a
éstos
con
una
postura
sostenidamente
restrictiva,
tal
y
como
expresara
por
ejemplo
en
el
Fallo
Sojo
(1887)
diciendo
que
sólo
a
las
personas
en
el
orden
privado
es
aplicable
el
principio
de
que
nadie
puede
ser
obligado
a
hacer
lo
que
la
ley
no
mande,
ni
privado
de
lo
que
ella
no
prohíbe,
motivo
por
el
cual
no
es
procedente
su
extensión
a
los
poderes
públicos.
La
Corte
entiende
que
ningún
poder
puede
arrogarse
mayores
facultades
que
las
que
le
hayan
sido
expresamente
conferidas,
(afirmado
en
el
Fallo
Fayt
de
1999,
respecto
a
una
parte
de
la
reforma
constitucional
que
no
había
sido
contemplada
en
la
ley
declarativa
de
la
necesidad
de
la
reforma)
motivo
por
el
cual
los
poderes
implícitos
se
limitan
a
aquellos
necesarios
para
ejercer
los
conferidos
de
modo
expreso.
56
La
forma
jurídicamente
adecuada
de
dotar
de
poderes
implícitos
a
un
órgano
es
regular
que
tiene
competencia
para
realizar
todos
los
actos
necesarios
para
cumplir
sus
fines
y
funciones.
La
sustitución
La
sustitución
es
el
cambio
en
la
persona
del
funcionario
titular
de
un
órgano,
cuando
quien
lo
titulariza
se
encuentra
imposibilitado
de
ejercer
la
función.
Se
trata
de
una
medida
que
no
responde,
como
la
avocación,
a
una
actividad
administrativa
normal,
sino
que
tiene
efectos
sancionatorios
por
negligencia
o
incapacidad
económica
o
técnica,
para
ejercer
las
funciones
en
las
que
se
lo
sustituye.
La
delegación
La
delegación
es
el
acto
por
el
cual
se
transfiere
parcialmente
el
ejercicio
de
la
competencia
de
un
ente
u
órgano
a
otro
ente
u
órgano,
generando
respectivamente
delegación
intersubjetiva
o
interorgánica.
La
doctrina
discute
si
el
JGM
tiene
o
no
un
rango
superior
al
resto
de
los
Ministros,
la
PTN
consideró
que
no
hay
jerarquía
del
uno
respecto
de
los
otros.
Y
el
Presidente
puede
delegar
directamente
en
estos.
57
El
Presidente
puede
delegar
sus
atribuciones
relativas
a
la
administración
(pero
no
las
relativas
al
gobierno),
en
el
JGM
(que
no
es
titular,
sino
que
ejerce
la
administración
general
del
país).
A
su
vez,
el
JGM
puede
delegar
facultades
administrativas
en
los
Ministros.
Si
adoptamos
la
postura
de
que
no
hay
jerarquía
entre
JGM
y
el
resto
de
los
Ministros,
el
Presidente
podría
delegar
indistintamente
entre
ambos,
sin
pasar
por
el
JGM.
Esta
es
la
postura
adoptada
por
la
Ley
de
Ministerios
en
el
Artículo
13.
Por
último,
los
Ministros
pueden
delegar
la
resolución
de
asuntos
relativos
al
régimen
económico
y
administrativo
de
sus
respectivos
departamentos
en
los
funcionarios
que
determinen
conforme
con
la
organización
de
cada
área.
El
Art.
2
RLNPA
faculta
a
los
Ministros,
a
los
secretarios
de
la
Presidencia
de
la
Nación
y
a
los
órganos
directivos
de
los
entes
descentralizados
a
delegar
facultades
en
sus
inferiores
jerárquicos,
consagrando,
así,
con
carácter
genérico,
la
norma
que
para
la
procedencia
de
la
delegación
exige
el
Art.
3°
LNPA.
La
subdelegación
La
subdelegación
es
la
delegación
de
una
función
ya
delegada
por
parte
del
delegado.
En
principio
no
se
admite,
salvo
que
haya
una
norma
expresa
que
lo
permita
o
una
autorización
expresa
del
delegante
originario.
La
avocación
La
avocación
es
el
acto
por
el
cual
un
superior
jerárquico
asume
el
conocimiento
o
la
decisión
de
un
asunto
que
corresponde
al
ámbito
de
la
competencia
de
un
inferior.
También
se
podría
aplicar
a
los
titulares
de
una
relación
de
tutela
con
relación
al
ente
sujeto
a
dicha
tutela,
aunque
esto
está
controvertido.
La
regla
general
es
que
todo
ente
superior
puede
avocarse
asuntos
de
su
inferior,
salvo
que
una
norma
expresa
disponga
lo
contrario,
o
cuando
haya
competencia
técnica
específica
en
el
inferior
que
impida
que
el
superior
aborde
el
tema
con
el
conocimiento
necesario.
(El
Presidente
de
la
Nación
está
exceptuado
de
las
restricciones
de
la
avocación).
La
avocación
es
un
acto
de
carácter
facultativo
y
excepcional,
mas
ello
no
implica
dejar
de
reconocer
que
los
administrados,
en
ejercicio
del
derecho
de
peticionar,
pueden
solicitar
la
avocación
del
superior,
sin
obligar
a
éste
a
considerar
tal
pedido.
Centralización
y
descentralización
La
centralización
y
la
descentralización
son
sistemas
de
organización
administrativa,
de
un
órgano
hacia
fuera
del
mismo.
58
La
centralización
(o
administración
directa)
es
el
sistema
de
organización
administrativa
en
que
todas
las
cuestiones
de
importancia
referentes
a
la
actividad
y
relaciones
de
la
administración
pública
son
resueltos
por
los
órganos
centrales
y
superiores
de
ésta.
• Ventajas:
la
unidad
de
acción
de
la
gestión
estatal,
la
celeridad
y
mejor
cumplimiento
de
las
decisiones
administrativas,
el
mejoramiento
de
la
prestación
de
los
servicios
públicos
más
generales,
y
la
más
fácil
y
simple
orientación
de
los
administrados,
en
sus
vinculaciones
con
los
órganos
administrativos.
• Desventajas:
el
incremento
desmedido
de
la
burocracia
improductiva,
y,
como
consecuencia,
exagerado
formalismo
y
ritualismo
procedimental,
todo
lo
cual
aleja
a
los
administrados
de
los
centros
de
decisión,
los
cuales
quedan
de
ese
modo
distanciados
de
la
efectiva
administración.
La
descentralización
(o
administración
indirecta)
es
el
sistema
de
organización
administrativa
en
el
cual
las
facultades
de
decisión
corresponden
y
son
atribuidas
a
otros
órganos
administrativos
que
no
forman
parte
ni
integran
la
administración
central,
y
que
gozan
de
cierto
grado
de
iniciativa,
libertad
de
acción
y
poderes
de
resolución.
Puede
ser
establecida
por
medio
de
leyes
formales
especiales,
emanadas
del
Poder
Legislativo,
o
bien
por
actos
del
Poder
Ejecutivo,
que
éste
dicte
en
virtud
de
una
delegación
que
a
tal
fin
le
haya
hecho
el
Poder
Legislativo
también
por
ley
formal
o
bien
por
decisión
propia
del
Poder
Ejecutivo.
59
Ejemplo:
provincias,
municipios.
60
Bolilla
6
La
organización
administrativa
argentina:
administración
nacional
centralizada
y
descentralizada.
61
La
organización
administrativa
argentina
Conforme
establece
el
Art.
1
CN,
la
Argentina
es
un
país
federal.
Ese
federalismo
nuestro
puede
ser
caracterizado
como
un
Estado
dividido
en
provincias,
en
el
cual
éstas
conservan
el
poder
no
delegado
por
la
Constitución
en
aquél.
Con
el
sistema
político
adoptado
por
nuestra
Constitución,
los
poderes
de
la
soberanía
se
encuentran
divididos
entre
el
gobierno
nacional
y
los
gobiernos
provinciales.
Los
primeros
revisten
la
calidad
de
supremos
y
absolutos
y
se
aplican
en
todo
el
territorio
de
la
república,
es
decir,
aun
dentro
del
perteneciente
a
las
provincias;
los
segundos
presentan
los
mismos
caracteres,
pero
únicamente
pueden
ser
ejercidos
dentro
de
los
límites
territoriales
de
la
provincia.
Atribuciones
1.
El
Presidente
titulariza
tres
jefaturas:
Para ejercer tales jefaturas, la Constitución Nacional le otorga al Presidente distintas atribuciones:
2. Expide
las
instrucciones
y
reglamentos
que
sean
necesarios
para
la
ejecución
de
las
leyes
de
la
Nación,
cuidando
de
no
alterar
su
espíritu
con
excepciones
reglamentarias.
3. Participa
de
la
formación
de
las
leyes
con
arreglo
a
la
Constitución,
las
promulga
y
hace
publicar,
y
dicta
DNU.
62
4. Nombra
los
magistrados
de
la
Corte
Suprema
con
acuerdo
del
Senado
por
dos
tercios
de
sus
miembros
presentes,
en
sesión
pública,
convocada
al
efecto,
y
nombra
los
demás
jueces
de
los
tribunales
federales
inferiores
en
base
a
una
propuesta
vinculante
en
terna
del
Consejo
de
la
Magistratura,
con
acuerdo
del
Senado,
en
sesión
pública,
en
la
que
se
tendrá
en
cuenta
la
idoneidad
de
los
candidatos.
5. Puede
indultar
o
conmutar
las
penas
por
delitos
sujetos
a
la
jurisdicción
federal,
previo
informe
del
tribunal
correspondiente,
excepto
en
los
casos
de
acusación
por
la
Cámara
de
Diputados.
6. Concede
jubilaciones,
retiros,
licencias
y
pensiones
conforme
a
las
leyes
de
la
Nación.
7. Nombra
y
remueve
a
los
embajadores,
ministros
plenipotenciarios
y
encargados
de
negocios
con
acuerdo
del
Senado;
por
sí
solo
nombra
y
remueve
al
jefe
de
gabinete
de
ministros
y
a
los
demás
ministros
del
despacho,
los
oficiales
de
su
secretaría,
los
agentes
consulares
y
los
empleados
cuyo
nombramiento
no
está
reglado
de
otra
forma
por
esta
Constitución.
8. Hace
anualmente
la
apertura
de
las
sesiones
del
Congreso,
reunidas
al
efecto
ambas
Cámaras,
dando
cuenta
en
esta
ocasión
del
estado
de
la
Nación,
de
las
reformas
prometidas
por
la
Constitución,
y
recomendando
a
su
consideración
las
medidas
que
juzgue
necesarias
y
convenientes.
9. Prorroga
las
sesiones
ordinarias
del
Congreso,
o
lo
convoca
a
sesiones
extraordinarias,
cuando
un
grave
interés
de
orden
o
de
progreso
lo
requiera.
10. Supervisa
el
ejercicio
de
la
facultad
del
jefe
de
gabinete
de
ministros
respecto
de
la
recaudación
de
las
rentas
da
la
Nación
y
de
su
inversión,
con
arreglo
a
la
ley
o
presupuesto
de
gastos
nacionales.
11. Concluye
y
firma
tratados,
concordatos
y
otras
negociaciones
requeridas
para
el
mantenimiento
de
buenas
relaciones
con
las
organizaciones
internacionales
y
las
naciones
extranjeras,
recibe
sus
ministros
y
admite
sus
cónsules.
12. Es
comandante
en
jefe
de
todas
las
Fuerzas
Armadas
de
la
Nación.
13. Provee
los
empleos
militares
de
la
Nación:
con
acuerdo
del
Senado,
en
la
concesión
de
los
empleos
o
grados
de
oficiales
superiores
de
las
Fuerzas
Armadas;
y
por
sí
solo
en
el
campo
de
batalla.
14. Dispone
de
las
Fuerzas
Armadas,
y
corre
con
su
organización
y
distribución
según
las
necesidades
de
la
Nación.
15. Declara
la
guerra
y
ordena
represalias
con
autorización
y
aprobación
del
Congreso.
16. Declara
en
estado
de
sitio
uno
o
varios
puntos
de
la
Nación,
en
caso
de
ataque
exterior
y
por
un
término
limitado,
con
acuerdo
del
Senado.
En
caso
de
conmoción
interior
sólo
tiene
esta
facultad
cuando
el
Congreso
está
en
receso,
porque
es
atribución
que
corresponde
a
este
cuerpo.
17. Puede
pedir
al
jefe
de
gabinete
de
ministros
y
a
los
jefes
de
todos
los
ramos
y
departamentos
de
la
administración,
y
por
su
conducto
a
los
demás
empleados,
los
informes
que
crea
convenientes,
y
ellos
están
obligados
a
darlos.
18. Puede
ausentarse
del
territorio
de
la
Nación,
con
permiso
del
Congreso.
En
el
receso
de
éste,
sólo
podrá
hacerlo
sin
licencia
por
razones
justificadas
de
servicio
público.
19. Puede
llenar
las
vacantes
de
los
empleos,
que
requieran
el
acuerdo
del
Senado,
y
que
ocurran
durante
su
receso,
por
medio
de
nombramientos
en
comisión
que
expirarán
al
fin
de
la
próxima
Legislatura.
63
20. Decreta
la
intervención
federal
a
una
provincia
o
a
la
ciudad
de
Buenos
Aires
en
caso
de
receso
del
Congreso,
y
debe
convocarlo
simultáneamente
para
su
tratamiento.
Atribuciones
que
surgen
de
otras
cláusulas
constitucionales,
son,
por
ejemplo,
la
de
dictar
reglamentos
delegados
(artículo
76)
o
la
de
vetar
las
leyes
(artículo
80);
razonablemente
implícitas
las
de
derogar
los
reglamentos
que
dicte
o
imponer
sanciones
no
expulsivas
a
los
agentes
públicos,
derivables
de
las
cláusulas
expresas
que
autorizan
al
dictado
de
aquéllos
o
a
la
remoción
de
éstos
(artículo
99,
incisos
2
y
3,
y
7,
respectivamente);
inherentes
las
de
dictar
reglamentos
autónomos
o
revocar
sus
propios
actos
nulos,
entre
otras.
Está
contemplado
en
el
Art.
100
CN,
que
le
asigna
sus
atribuciones
y
le
prohíbe
ejercer
simultáneamente
otro
Ministerio.
Atribuciones
Las
atribuciones
del
Jefe
de
Gabinete
de
Ministros
son:
Uno
de
los
puntos
más
importantes
relativos
a
la
figura
del
Jefe
de
Gabinete
se
vincula
con
la
titularidad
de
la
función
administrativa
en
la
Constitución
Nacional
luego
de
su
reforma
en
1994.
Esto
es
así
atento
a
que
la
Constitución
asigna
al
Jefe
de
Gabinete
el
ejercicio
de
la
administración
general
del
país,
pero
atribuye
al
Presidente
la
responsabilidad
política
por
ella.
Se
trata
de
una
delegación
impropia
en
el
sentido
que
no
puede
ser
una
delegación
en
sentido
propio,
toda
vez
que
la
atribución
le
viene
de
la
norma
y
no
del
órgano
superior,
ni
tampoco
una
desconcentración,
ya
que
en
este
caso
la
responsabilidad
le
correspondería
a
él
en
su
carácter
de
desconcentrado.
Comadira,
a
quien
seguimos
en
este
caso,
se
inclina
por
la
existencia
de
una
relación
jerárquica
entre
el
JGM
y
el
resto
de
los
Ministros.
Algunos
de
los
motivos
son:
65
• El
nombramiento
de
funcionarios
y
empleados
de
toda
la
Administración,
también
de
los
distintos
ministerios,
con
excepción
de
aquellos
cuya
designación
compete
al
Presidente.
• Su
carácter
de
Jefe
de
los
Ministros.
• La
capacidad
de
presidir
las
reuniones
de
gabinete
en
ausencia
del
Presidente.
• La
potestad
de
refrendar
actos
de
trascendencia
institucional.
• La
responsabilidad
ante
el
Congreso
por
la
marcha
del
gobierno,
al
punto
de
poder
ser
removido
mediante
moción
de
censura.
Respecto
de
la
posibilidad
de
que
el
Jefe
de
Gabinete
delegue
sus
propias
competencias
en
los
ministros,
cabe
realizar
la
misma
consideración
que
hiciéramos
acerca
del
Presidente,
de
modo
que,
con
la
previa
autorización
de
éste,
a
quien
le
compete
la
titularidad
de
la
función
administrativa,
aquélla
sería
aceptable
en
relación
con
las
que
se
estimen
administrativas.
El
órgano
Ministerio
El
ministerio
es
un
órgano
unipersonal
y
complejo,
de
rango
constitucional,
que
integra
el
Poder
Ejecutivo.
1. Secretarios
del
Poder
Ejecutivo:
tienen
a
su
cargo
el
despacho
de
los
negocios
de
la
Nación
y
refrendan
y
legalizan
los
actos
del
Presidente
por
medio
de
su
firma.
2. Integrantes
del
Gabinete.
3. Jefes
de
los
Departamentos
a
su
cargo:
adoptan,
por
sí
solos,
todas
las
resoluciones
concernientes
al
régimen
económico
y
administrativo
de
sus
respectivos
Departamentos.
4. Intermediarios
entre
el
Poder
Ejecutivo
y
el
Congreso:
pueden
ser
interpelados,
concurrir
espontáneamente
y
además
deben
presentar
memoria
detallada
del
estado
de
los
asuntos
a
su
cargo.
La Ley de Ministerios 22.520 reglamenta a la Constitución en lo atinente a este respecto.
Actualmente
el
Art.
8
LdM
contempla
la
posibilidad
de
que
los
ministros
propongan
al
Poder
Ejecutivo
Nacional
la
creación
de
las
Secretarías
o
Subsecretarías
Ministeriales
que
estimen
66
necesarias
de
conformidad
con
las
exigencias
de
sus
respectivas
áreas
de
competencia,
y
se
prevé
que
las
funciones
de
éstas
se
fijen
por
decreto.
Secretarías
Presidenciales
El
Art.
9
LdM
establece
la
figura
de
secretarías
presidenciales
destinadas
a
posibilitar
la
actividad
del
Presidente
de
la
Nación,
que
son
cuatro
e
integran
el
gabinete
nacional:
• Secretaría
General
• Secretaría
de
Legal
y
Técnica
• De
Inteligencia
• De
Programación
para
la
Prevención
de
la
Drogadicción
y
Lucha
contra
el
Narcotráfico
• De
Cultura
(fue
promovida
a
Ministerio)
El
Art.
10
LdM
dispone,
además,
que
la
Secretaría
General
y
la
de
Legal
y
Técnica
tendrán
rango
y
jerarquía
de
Ministro,
lo
cual
ahora
podría
ser
admitido
como
constitucional
porque
los
ministerios
se
crean
por
ley,
y
esto
sería
como
un
Ministerio
con
nombre
distinto
(técnicamente
sería
más
prolijo
crear
directamente
dos
ministerios
en
lugar
de
secretarías
con
rango
de.
67
Reclamaciones
entre
organismos
del
Estado
La
PTN
resuelve
conflictos
de
naturaleza
patrimonial
suscitados
entre
organismos
y
entes
públicos.
Esto
ocurre
en
reclamaciones
de
5.000
a
50.000
pesos,
si
es
mayor
decide
el
Poder
Ejecutivo
Nacional.
Fue
después
de
la
segunda
posguerra,
cuando
la
situación
económica
y
social
imperante
en
la
mayor
parte
de
los
países
llevó
al
convencimiento
y
a
la
necesidad
de
que
el
Estado,
sin
dejar
de
cumplir
sus
funciones
y
su
actividad
tradicional,
tuviera
que
inmiscuirse
en
el
desarrollo
de
otras
actividades,
primordialmente
de
índole
comercial
o
industrial,
semejantes,
en
sus
caracteres
exteriores,
a
las
que
llevan
a
cabo
los
particulares.
Correlativamente,
se
advirtió
también
que
todo
ese
nuevo
accionar,
así
como
el
atinente
a
ciertos
servicios
públicos,
no
podía
cumplirse
de
manera
adecuada
y
eficiente
con
los
sistemas
organizativos
hasta
entonces
aplicados
en
la
administración
pública,
sino
que
era
menester
adoptar
formas
de
organización
lo
más
cercanas
posibles
a
las
utilizadas
por
la
actividad
privada,
especialmente
las
formas
societarias
comunes.
• Sociedades
del
Estado:
se
rigen
por
la
ley
20.705,
se
forman
con
participación
exclusiva
y
única
de
capital
estatal,
ya
sea
proveniente
del
Estado
nacional,
provincial,
municipal
o
de
los
organismos
estatales
autorizados
para
ello,
o
las
sociedades
constituidas
por
el
régimen
de
la
ley.
Sus
actividades
son
exclusivamente
industriales
o
comerciales
o
de
explotación
de
servicios
públicos.
Por
ejemplo
la
estructura
actual
de
la
Casa
de
Moneda.
• Empresas
del
Estado:
su
régimen
resulta
de
la
ley
13.653
y
sus
modificatorias,
se
rigen
por
normas
de
derecho
administrativo
y
de
derecho
privado;
son
entidades
de
derecho
público,
cuyo
objetivo
lo
constituye
la
realización
de
actividades
de
carácter
industrial
o
comercial
o
de
explotación
de
servicios
públicos.
Podemos
citar
a
Entel,
Obras
Sanitarias
de
la
Nación,
etc.
68
• Sociedades
anónimas
con
participación
estatal
mayoritaria:
se
rigen
por
la
ley
19550
(arts.
308
a
314),
y
en
este
caso,
el
capital
estatal
debe
representar
por
los
menos
el
cincuenta
y
uno
por
ciento
del
capital
social.
Como
ejemplo
de
este
tipo
de
sociedades
podemos
citar
a
ELMA,
SEGBA,
etc.
La
sanción
de
los
marcos
regulatorios
del
Gas
(Ley
Nº
24.076)
y
de
la
Electricidad
(Ley
Nº
24.065),
y
el
Decreto
Nº
62/1990
en
materia
de
telecomunicaciones,
contemplan
el
sometimiento
de
ciertas
controversias
a
la
jurisdicción
previa
y
obligatoria
de
los
entes
respectivos.
• Administración
Financiera
o Oficina
Nacional
de
Presupuesto.
o Oficina
Nacional
de
Crédito
Público.
o Tesorería
General
de
la
Nación.
o Contaduría
General
de
la
Nación.
• Control
del
Sector
Público
o Sindicatura
General
de
la
Nación
(control
interno)
o Auditoría
General
de
la
Nación
(control
externo)
69
del
Estado
que
de
éste
dependan,
sus
métodos
y
procedimientos
de
trabajo,
normas
orientativas
y
estructura
orgánica.
Está
conformado
por
la
Sindicatura
General
de
la
Nación,
órgano
normativo,
de
supervisión
y
coordinación,
y
por
las
Unidades
de
Auditoría
Interna
(UAI)
creadas
en
cada
jurisdicción
y
en
las
entidades
que
dependan
del
Poder
Ejecutivo,
las
cuales
dependen
jerárquicamente
de
la
autoridad
superior
de
cada
organismo
y
técnicamente
de
la
Sindicatura
General.
La
Sindicatura
está
a
cargo
de
un
funcionario
con
rango
de
Secretario
de
la
Presidencia
de
la
Nación,
denominado
Síndico
General
de
la
Nación,
quien
debe
poseer
título
universitario
en
el
área
de
Ciencias
Económicas
o
Derecho
y
una
experiencia
en
administración
financiera
y
auditoría
no
inferior
a
los
ocho
años.
Es
designado
por
el
Presidente
la
Nación,
de
quien
depende
directamente.
El
Síndico
General
es
asistido
por
tres
síndicos
generales
adjuntos,
designados
por
el
Poder
Ejecutivo
a
propuesta
del
primero,
quienes
lo
sustituyen,
en
el
orden
de
prelación
que
el
propio
Síndico
General
establezca,
en
caso
de
ausencia,
licencia
o
impedimento.
La
Sindicatura
debe
aplicar
y
coordinar
un
modelo
de
control
integral
e
integrado
fundado
en
los
criterios
de
economía,
eficiencia
y
eficacia.
Las
funciones
de
la
Sindicatura
General
de
la
Nación
previstas
en
el
art.
104
de
la
Ley
son:
dictar
y
aplicar
normas
de
control
interno,
las
que
deberán
ser
coordinadas
con
la
Auditoría
General
de
la
Nación;
emitir
y
supervisar
la
aplicación,
por
parte
de
las
unidades
correspondientes,
de
las
normas
de
auditoría
interna;
realizar
o
coordinar
la
realización
por
parte
de
estudios
profesionales
de
auditores
independientes,
de
auditorías
financieras,
de
legalidad
y
de
gestión,
investigaciones
especiales,
pericias
de
carácter
financiero
o
de
otro
tipo,
así
como
orientar
la
evaluación
de
programas,
proyectos
y
operaciones;
vigilar
el
cumplimiento
de
las
normas
contables,
emanadas
de
la
Contaduría
General
de
la
Nación;
supervisar
el
adecuado
funcionamiento
del
sistema
de
control
interno,
facilitando
el
desarrollo
de
las
actividades
de
la
Auditoría
General
de
la
Nación;
establecer
requisitos
de
calidad
técnica
para
el
personal
de
las
Unidades
de
Auditoría
Interna;
aprobar
los
planes
anuales
de
trabajo
de
las
Unidades
de
Auditoría
Interna,
orientar
y
supervisar
su
ejecución
y
resultado;
comprobar
la
puesta
en
práctica,
por
los
organismos
controlados
de
las
observaciones
y
recomendaciones
efectuadas
por
las
Unidades
de
Auditoría
Interna
y
acordadas
con
los
respectivos
responsables;
atender
los
pedidos
de
asesoría
que
le
formulen
el
Poder
Ejecutivo
Nacional
y
las
autoridades
de
sus
jurisdicciones
y
entidades
en
materia
de
control
y
auditoría;
formular
directamente
a
los
órganos
comprendidos
en
el
ámbito
de
su
competencia,
recomendaciones
tendientes
a
asegurar
el
adecuado
cumplimiento
normativo,
la
correcta
aplicación
de
las
reglas
de
auditoría
interna
y
de
los
criterios
de
economía,
eficiencia
y
eficacia;
poner
en
conocimiento
del
Presidente
de
la
Nación
los
actos
que
hubiesen
acarreado
o
estime
puedan
acarrear
significativos
perjuicios
para
el
patrimonio
público;
mantener
un
registro
central
de
auditores
y
consultores
a
efectos
de
la
utilización
de
sus
servicios,
etc.
La
reforma
constitucional
de
1994,
vino,
posteriormente,
a
dar
rango
constitucional
al
ente,
aunque
atribuyó
la
competencia
del
control
externo
en
sus
aspectos
patrimoniales,
económicos,
financieros
y
operativos
al
Poder
Legislativo.
El
presidente
del
organismo
es
designado
a
propuesta
del
partido
político
de
oposición
con
mayor
número
de
legisladores
en
el
Congreso.
La
Auditoría
General
de
la
Nación
esté
cargo
de
siete
miembros
designados
cada
uno
como
Auditor
General.
Seis
de
ellos
son
designados
por
resoluciones
de
las
dos
Cámaras
del
Congreso
Nacional,
correspondiendo
la
designación
de
tres
a
la
Cámara
de
Senadores
y
tres
a
la
Cámara
de
Diputados,
observando
la
composición
de
cada
Cámara.
Pueden
ser
igualmente
removidos
por
inconducta
grave
o
incumplimiento
de
sus
deberes.
Duran
8
años
y
son
reelegibles.
El
control
de
las
actividades
de
la
Auditoría
General
de
la
Nación
está
a
cargo
de
una
Comisión
Parlamentaria
Mixta
Revisora
de
Cuentas
(seis
diputados
y
seis
senadores).
La
Oficina
Anticorrupción
La
Ley
25.233
creó
la
Oficina
Anticorrupción,
ubicada
en
el
ámbito
del
Ministerio
de
Justicia
y
Derechos
Humanos,
que
tiene
a
su
cargo:
la
elaboración
y
coordinación
de
programas
de
lucha
contra
la
corrupción
en
el
sector
público
nacional
y,
en
forma
concurrente
con
la
Fiscalía
de
Investigaciones
Administrativas,
goza
de
las
competencias
y
atribuciones
conferidas
a
los
integrantes
del
Ministerio
Público
y
del
Fiscal
de
Investigaciones
Administrativas.
Fue
reglamentada
por
DNU
102/99.
Está
a
cargo
de
un
Fiscal
de
Control
Administrativo,
quien
la
preside
y
representa,
con
rango
y
jerarquía
de
Secretario,
designado
y
removido
por
el
Presidente
de
la
Nación
a
propuesta
del
Ministro
de
Justicia
y
Derechos
Humanos.
Las
competencias
de
que
gozan
son
las
siguientes:
recibir
denuncias
que
hicieran
particulares
o
agentes
públicos
que
se
relacionen
con
su
objeto;
investigar
preliminarmente
a
los
agentes
a
los
que
se
atribuya
la
comisión
de
alguno
de
los
hechos
indicados;
investigar
preliminarmente
a
toda
Institución
o
Asociación
que
tenga
como
principal
fuente
de
recursos
el
aporte
estatal,
ya
sea
prestado
en
forma
directa
o
indirecta,
en
caso
de
sospecha
razonable
sobre
irregularidades
en
la
71
administración
de
los
mencionados
recursos;
denunciar
ante
la
justicia
competente,
los
hechos
que,
como
consecuencia
de
las
investigaciones
practicadas,
pudieren
constituir
delitos;
constituirse
en
parte
querellante
en
los
procesos
en
que
se
encuentre
afectado
el
patrimonio
del
Estado,
dentro
del
ámbito
de
su
competencia;
llevar
el
registro
de
las
declaraciones
juradas
de
los
agentes
públicos;
evaluar
y
controlar
el
contenido
de
las
declaraciones
juradas
de
los
agentes
públicos
y
las
situaciones
que
pudieran
constituir
enriquecimiento
ilícito
o
incompatibilidad
en
el
ejercicio
de
la
función;
elaborar
programas
de
prevención
de
la
corrupción
y
de
promoción
de
la
transparencia
en
la
gestión
pública;
y
asesorar
a
los
organismos
del
Estado
para
implementar
políticas
o
programas
preventivos
de
hechos
de
corrupción.
Cuando
de
las
investigaciones
practicadas
resulte
la
existencia
de
presuntas
transgresiones
a
normas
administrativas,
las
actuaciones
pasarán
con
dictamen
fundado
al
Ministro
de
Justicia
y
Derechos
Humanos,
a
la
Procuración
del
Tesoro
de
la
Nación
y
al
funcionario
de
mayor
jerarquía
administrativa
de
la
repartición
de
que
se
trate,
de
conformidad
con
las
competencias
asignadas
por
el
Reglamento
de
Investigaciones
Administrativas.
En
ambas
circunstancias,
las
actuaciones
servirán
de
cabeza
del
sumario
que
deberá
ser
instruido
por
las
autoridades
correspondientes
(art.
4°).
En
las
actuaciones
en
que
el
Fiscal
de
Control
Administrativo
considere
pertinentes,
la
Oficina
Anticorrupción
podrá
ser
tenida
como
parte
acusadora
con
facultades
de
ofrecer,
producir
o
incorporar
pruebas,
así
como
la
de
recurrir
toda
resolución
adversa
a
sus
pretensiones.
Todo
ello,
bajo
pena
de
nulidad
absoluta
e
insanable
de
lo
actuado
o
resuelto
según
el
caso.
La
cláusula
constitucional
dispone,
asimismo,
que
está
integrado
por
un
Procurador
General
de
la
Nación,
un
Defensor
General
de
la
Nación
y
los
demás
miembros
que
la
ley
establezca,
quienes
gozan
de
inmunidades
funcionales
e
intangibilidad
de
remuneraciones.
El
Procurador
General
de
la
Nación
y
el
Defensor
General
de
la
Nación
son
designados
por
el
Poder
Ejecutivo
nacional
con
acuerdo
del
Senado
por
dos
tercios
de
sus
miembros
presentes,
previéndose,
para
la
designación
del
resto
de
los
magistrados,
incluido
el
Fiscal
Nacional
de
Investigaciones,
que
el
Procurador
General
de
la
Nación
o
el
Defensor
General
de
la
Nación,
en
su
caso,
presenten
al
Poder
Ejecutivo
una
terna
de
candidatos,
previo
concurso
público
de
oposición
y
antecedentes,
de
la
cual
éste
elige
a
uno,
cuyo
nombramiento
requiere
el
acuerdo
de
la
mayoría
simple
de
los
miembros
presentes
del
Senado.
Sólo
pueden
ser
removidos
por
las
causales
y
mediante
el
procedimiento
establecidos
en
los
artículos
53
y
59
(juicio
político)
de
la
Constitución
Nacional.
72
Los
restantes
magistrados
que
componen
el
Ministerio
Público
sólo
pueden
ser
removidos
de
sus
cargos
por
el
Tribunal
de
Enjuiciamiento
previsto
en
la
ley,
por
las
causales
de
mal
desempeño,
grave
negligencia
o
por
la
comisión
de
delitos
dolosos
de
cualquier
especie.
El
art.
45
de
la
ley
24946
fija
como
deberes
y
facultades
del
Fiscal
Nacional
de
Investigaciones
Administrativas,
las
siguientes:
promover
la
investigación
de
la
conducta
administrativa
de
los
agentes
integrantes
de
la
administración
nacional
centralizada
y
descentralizada,
y
de
las
empresas,
sociedades
y
todo
otro
ente
en
que
el
Estado
tenga
participación.
En
todos
los
supuestos,
las
investigaciones
se
realizarán
por
el
solo
impulso
de
la
Fiscalía
de
Investigaciones
Administrativas
y
sin
necesidad
de
que
otra
autoridad
estatal
lo
disponga,
sin
perjuicio
de
ajustar
su
proceder
a
las
instrucciones
generales
que
imparta
el
Procurador
General
de
la
Nación;
efectuar
investigaciones
en
toda
institución
o
asociación
que
tenga
como
principal
fuente
de
recursos
el
aporte
estatal,
ya
sea
prestado
en
forma
directa
o
indirecta,
en
caso
de
sospecha
razonable
sobre
irregularidades
en
la
inversión
dada
a
los
mencionados
recursos;
denunciar
ante
la
justicia
competente,
los
hechos
que,
como
consecuencia
de
las
investigaciones
practicadas,
sean
considerados
delitos;
etc.
73
El
Defensor
del
Pueblo
de
la
Nación
La
Defensoría
del
Pueblo
de
la
Nación
fue
creada
en
su
momento
por
la
Ley
24.284
pero
con
la
reforma
operada
a
la
Carta
Magna,
el
Defensor
del
Pueblo
adquiere
rango
constitucional.
Es
designado
y
removido
por
el
Congreso
con
el
voto
de
las
dos
terceras
partes
de
los
miembros
presentes
de
cada
una
de
las
Cámaras
y
goza
de
las
inmunidades
y
privilegios
de
los
legisladores.
Dura
en
su
cargo
cinco
años,
pudiendo
ser
reelegido
una
sola
vez.
A
propuesta
del
Defensor
del
Pueblo
la
comisión
bicameral
designa
dos
adjuntos
que
auxiliarán
a
aquél
en
su
tarea,
pudiendo
reemplazarlo
provisoriamente
en
los
supuestos
de
cese,
muerte,
suspensión
o
imposibilidad
temporal,
en
el
orden
que
la
comisión
determine
al
designarlos.
Al
Defensor
del
Pueblo
puede
dirigirse
toda
persona
física
o
jurídica
que
se
considere
afectada
por
los
actos,
hechos
u
omisiones
reseñados
antes.
No
constituye
impedimento
para
ello
la
nacionalidad,
residencia,
internación
en
centro
penitenciario
o
de
reclusión
y,
en
general,
cualquier
relación
de
dependencia
con
el
Estado.
Toda
queja
se
debe
presentar
en
forma
escrita
y
firmada
por
el
interesado.
La
Constitución
Nacional
expresamente
le
confiere
legitimación
procesal.
El
Art.
43
CN
consagra
la
legitimación
específica
del
Defensor
del
Pueblo
para
accionar
por
la
vía
rápida
del
amparo
y
ello
no
obsta
a
la
admisión
de
su
legitimación
para
presentar
demandas
que
tramiten
por
la
vía
ordinaria
u
otros
medios
procesales.
Su
relación
con
el
Congreso
se
canaliza
a
través
una
comisión
bicameral
y
da
cuenta
anualmente
a
las
Cámaras
de
la
labor
realizada
en
un
informe
que
les
presenta
antes
del
31
de
mayo
de
cada
año.
Pero,
cuando
la
gravedad
o
urgencia
de
los
hechos
lo
aconsejen,
puede
presentar
un
informe
especial.
En
su
informe
anual
da
cuenta
del
número
y
tipo
de
quejas
presentadas,
de
aquellas
que
hubiesen
sido
rechazadas
y
sus
causas,
así
como
de
las
que
fueron
objeto
de
investigación
y
su
resultado.
74
Anexo
Se
adjunta
un
breve
anexo
a
modo
de
resumen
sobre
PTN,
SIGEN,
AGN,
FIA
y
Defensor
del
Pueblo
de
la
Nación.
75
Bolilla
7
El
acto
administrativo.
76
Introducción
La
administración
pública
realiza
dos
tipos
de
actividades:
la
actividad
política
materializada
a
través
de
actos
de
gobierno
y
la
actividad
administrativa
materializada
a
través
de
actos
administrativos.
• Elementos.
• Caracteres.
• Régimen
de
invalidez.
• Régimen
de
extinción.
Incluye
a
los
actos
bilaterales
(contratos
administrativos)
porque
así
los
reconoce
el
Decreto
1023/01.
Los
actos
de
alcance
general
tienen
diferencias
esenciales
por
lo
cual
quedarían
excluidos
del
concepto.
En
su
carácter
de
declaración,
el
acto
administrativo
traduce
al
mundo
exterior
un
proceso
de
tipo
intelectual,
es
decir,
exterioriza
una
idea.
Puede
ser
escrito
(preferible),
verbal
(mandar
a
un
empleado
a
hacer
una
compra)
e
incluso
por
signos
(un
policía
que
habilita
la
circulación
en
una
calle).
77
Hechos
y
actos
administrativos
El
hecho
es
la
conducta
física
o
material
que
realiza
la
administración
para
ejecutar
el
acto
administrativo.
Es
decir,
el
hecho
es
la
acción
requerida
para
hacer
lo
que
dice
el
acto.
La
resolución
que
ordena
la
compra
de
un
edificio
es
el
acto,
y
la
materialización
de
esa
compra
es
el
hecho.
El
concepto
de
vía
de
hecho
administrativa
pertenece
al
campo
de
la
ilegitimidad
y
comprende
todos
aquellos
comportamientos
materiales
que,
sin
alcanzar
a
configurar
una
declaración,
impliquen
una
grosera
o
grave
violación
del
ordenamiento
jurídico.
Estos
efectos
son
directos
(ya
que
se
siguen
del
propio
acto,
lo
que
no
pasa
con
un
dictamen)
e
individuales
respecto
de
terceros
(sea
hacia
fuera
o
hacia
adentro
de
la
administración).
Algunas
actividades
como
los
dictámenes
de
un
asesor
letrado
aconsejando
una
sanción
disciplinaria
o
e
informe
técnico
de
una
dependencia
acreditando
el
estado
ruinoso
de
una
propiedad
no
son
en
realidad
actos
administrativos,
porque
los
efectos
jurídicos
no
serán
producidos
por
estas
actividades
en
sí
mismas
sino
por
actos
decisorios
que
las
tendrán
en
cuenta
a
la
hora
de
ser
emitidos.
78
Los
alcances
del
acto
Unilateralidad
y
bilateralidad
La
CSJN
en
el
Fallo
Metalmecánica
(considerando
6)
establece
que
hay
actos
administrativos
tanto
de
carácter
unilateral
como
de
carácter
bilateral,
según
que
la
expresión
de
voluntad
corresponda
a
uno
o
a
dos
sujetos
de
derecho:
la
Administración
pública,
en
el
primer
caso,
y
ésta
y
el
administrado,
en
el
segundo.
El
acto
administrativo
es
en
general
unilateral
en
su
formación
(porque
surge
por
decisión
de
la
administración,
excepto
en
el
caso
de
contratos
administrativos)
y
bilateral
en
sus
efectos
(porque
producen
efectos
para
administrado
y
administración).
Los
actos
administrativos
generales
son
aquellos
que
interesan
a
una
pluralidad
de
sujetos
e
derecho,
sea
formado
por
un
número
indeterminado
de
personas
o
un
número
determinado;
en
cambio,
los
actos
administrativos
individuales,
son
aquellos
que
interesan
a
un
solo
sujeto
de
derecho.
La
LNPA
recoge
el
criterio
amplio
y
considera
que
los
actos
de
alcance
general
son
actos
administrativos.
79
Bolilla
8
Los
elementos
del
acto.
80
Los
elementos
del
acto
Los
elementos
del
acto
administrativo
se
dividen
en
esenciales
y
particulares.
Son
elementos
esenciales
aquellos
sin
los
cuales
el
acto
no
puede
existir.
Si
están
viciados
no
pueden
subsanarse
y
el
acto
es
nulo
de
nulidad
absoluta.
Son
elementos
accidentales
aquellos
que
sirven
para
ampliar
o
restringir
el
contenido
del
acto,
que
pueden
o
no
estar
presentes
y
que
en
caso
de
vicio
son
subsanables.
La
competencia
El
acto
debe
ser
dictado
por
la
autoridad
competente,
es
decir,
por
aquella
que
tiene
la
atribuciones
funcionales
legalmente
conferidas
para
dictar
el
acto
administrativo
del
que
se
trate.
(Se
expresa
en
el
visto)
En
Cooperativa
de
Viviendas
la
CSJN
anuló
un
acto
dictado
por
el
ENARGAS
al
considerar
que
se
excedió
en
su
competencia.
Dijo
allí
que
la
competencia
constituye
un
elemento
esencial
que
confiere
validez
a
la
actuación
de
los
órganos
estatales.
Ello
a
punto
tal
que
la
competencia
no
se
configura
como
un
"límite"
externo
a
tal
actuación,
sino,
antes
bien,
un
"presupuesto"
de
ella.
La
competencia
es
un
elemento
esencial
para
la
validez
del
acto.
Opera
la
competencia
no
solo
como
un
límite
interno,
sino
también
como
un
presupuesto
de
habilitación.
La
competencia
por
un
lado
es
un
límite,
no
podes
hacer
nada
más
que
aquello
para
lo
cual
se
tiene
competencia,
pero
a
la
vez
es
un
presupuesto
de
actuación,
ya
que
sin
competencia
no
se
puede
actuar
por
el
principio
de
“solo
puede
obrar
cuando
hay
competencia”.
Cuando
se
trata
de
facultades
jurisdiccionales,
el
criterio
para
determinar
la
competencia
debe
ser
restrictivo.
81
La
causa
(¿por
qué?)
El
acto
debe
sustentarse
no
sólo
en
el
derecho
sino
también
en
hechos
y
antecedentes
que
le
sirvan
de
causa.
Es
decir,
tienen
que
haber
hechos
existentes
que
den
razón
de
ser
al
acto.
Y
no
sólo
alcanza
con
que
existan
esos
hechos,
sino
que
tienen
que
ser
proporcionados
al
objeto
que
sostienen
(conf.
Fallo
Sandez).
Podemos
definir
a
la
causa
como
el
conjunto
de
hechos
y
antecedentes
del
acto
y
el
derecho
aplicable.
El
objeto
(¿qué?)
El
acto
debe
tener
un
objeto
cierto
y
determinado
(o
determinable)
que
sea
física
y
jurídicamente
posible,
resolviendo
todas
las
peticiones
formuladas
(que
sean
conducentes).
El
objeto
es
aquello
en
lo
cual
el
acto
consiste:
lo
que
decide,
resuelve
o
certifica.
Es
la
parte
resolutiva,
la
decisión
adoptada
por
la
administración.
(se
expresa
en
el
resuelve/dispone/decreta)
Sin
perjuicio
de
lo
que
establezcan
otras
normas
especiales,
se
considera
también
esencial
el
dictamen
proveniente
de
los
servicios
permanentes
de
asesoramiento
jurídico
cuando
el
acto
pudiere
afectar
derechos
subjetivos
e
intereses
legítimos.
En
el
Fallo
Borgo
la
CSJN
anula
una
caducidad
dispuesta
por
la
administración
porque
ésta
no
cumplió
con
el
procedimiento
previo
de
interpelar
al
afectado
incurriera
en
mora
y
pudiesen
jugar
los
efectos
propios
del
retardo
necesarios
para
configurar
la
caducidad.
La
motivación
Todo
acto
deberá
ser
motivado,
expresándose
en
forma
concreta
las
razones
que
inducen
a
emitir
el
acto,
consignando
la
razón
fáctica
y
jurídica
en
la
cual
se
basa.
Se
dice
que
la
motivación
es
la
causa
manifestada
en
papel.
(Algunos
lo
amplían
a
causa
y
finalidad
manifestadas
en
papel).
Se
expresa
en
los
considerandos.
En
el
Caso
Lema
el
Procurador
General
opina
que
corresponde
anular
una
resolución
por
la
cual
se
aparta
del
cargo
a
un
funcionario
de
la
SADAIC,
toda
vez
que
la
misma
carece
de
motivación
suficiente,
en
especial
al
tratarse
de
un
acto
fundado
en
una
potestad
discrecional.
Cita
un
fallo
de
la
CSJN
que
dice
que
si
bien
no
existen
formas
rígidas
para
el
82
cumplimiento
de
la
exigencia
de
motivación
explícita
del
acto
administrativo,
no
cabe
la
admisión
de
fórmulas
carentes
de
contenido,
de
expresiones
de
manifiesta
generalidad
o,
en
su
caso,
circunscribirla
a
la
mención
de
citas
legales,
que
contemplan
sólo
una
potestad
genérica
no
justificada
en
los
actos
concretos.
Es
decir,
la
motivación
debe
ser
circunstanciada
e
integrada
entre
hechos
y
derecho.
Podemos
definir
a
la
causa
como
la
exteriorización
de
la
existencia
de
la
causa
y
la
finalidad
realizada
en
el
acto.
Además,
lo
resuelto
en
el
acto
debe
ser
razonable/proporcional
respecto
a
dicha
finalidad.
Si
la
norma
faculta
al
órgano
a
disponer
medios
para
garantizar
el
orden
público
y
hay
una
persona
cortando
la
calle,
no
puede
ir
un
escuadrón
a
sacarlo
con
balas
de
plomo,
porque
si
bien
cumple
la
finalidad
no
es
razonable.
Podemos
decir
entonces
que
el
elemento
“finalidad”
consagra
la
garantía
de
razonabilidad
para
los
actos
administrativos.
Podemos
definir
a
la
finalidad
como
la
adecuación
del
acto
en
general
y
de
su
objeto
en
particular
a
los
fines
resultantes
de
las
normas
que
lo
facultan
para
emitirlo.
La
forma
Comprende
los
pasos
o
diligencias
posteriores
al
dictado
del
acto,
necesarios
para
que
el
administrado
pueda
conocerlo.
Es
el
modo
como
se
instrumenta
y
da
a
conocer
la
voluntad
administrativa,
permitiendo
al
administrado
conocer
el
contenido
del
acto.
Podemos
definir
a
la
forma
como
el
conjunto
de
requisitos
que
deben
cumplirse
antes,
durante
y
después
de
la
ejecución,
con
el
fin
de
instrumentar
válidamente
la
declaración
en
que
él
consiste
y
de
asegurar
que
adquiera
eficacia.
El
principio
general
es
que
el
acto
debe
ser
en
forma
escrita.
El
Art.
8
LNPA
dispone
que
el
acto
administrativo
se
manifestará
expresamente
y
por
escrito;
indicará
el
lugar
y
fecha
en
que
se
lo
dicta
y
contendrá
la
firma
de
la
autoridad
que
lo
emite;
sólo
por
excepción
y
si
las
circunstancias
lo
permitieren
podrá
utilizarse
una
forma
distinta
(verbal,
signos,
etc).
Forma y silencio
El
Art.
10
LNPA
dispone
que
el
silencio
o
la
ambigüedad
de
la
Administración
frente
a
pretensiones
que
requieran
de
ella
un
pronunciamiento
concreto,
se
interpretarán
como
negativa.
Sólo
mediando
disposición
expresa
podrá
acordarse
al
silencio
sentido
positivo.
83
Si
las
normas
especiales
no
previeren
un
plazo
determinado
para
el
pronunciamiento,
éste
no
podrá
exceder
de
60
días.
Vencido
el
plazo
que
corresponda,
el
interesado
requerirá
pronto
despacho
y
si
transcurrieren
otros
30
días
sin
producirse
dicha
resolución,
se
considerará
que
hay
silencio
de
la
Administración.
Forma y publicidad
El
Art.
11
LNPA
dispone
que
para
que
el
acto
administrativo
de
alcance
particular
adquiera
eficacia
debe
ser
objeto
de
notificación
al
interesado
(en
forma
personal
y
fehaciente)
y
el
de
alcance
general,
de
publicación
(a
través
del
Boletín
Oficial
diciendo
desde
que
día
produce
efectos,
si
no
lo
dice
es
ocho
días
después).
Desde la notificación o publicación comienza a correr el plazo para impugnarlo.
Al
respecto
la
CSJN
se
expresó
en
el
Fallo
Cima
diciendo
que
la
falta
de
notificación
dentro
del
término
de
vigencia
de
la
ley
no
hace
a
la
validez
del
acto
sino
a
su
eficacia;
de
modo
que
habiéndose
expedido
en
término
la
demanda
acerca
de
la
declaración
de
prescindibilidad
de
la
actora,
la
circunstancia
de
que
esta
fuera
notificada
con
fecha
4/1/75,
no
anula
el
acto
respectivo,
que
sólo
será
eficaz,
con
pleno
alcance
de
sus
efectos,
a
partir
de
esta
última
fecha,
tal
como
lo
ha
resuelto
el
tribunal
a
quo.
Cuando
al
emitir
un
acto
expreso
surgen
efectos
jurídicos
que
presuponen
que
existe
otro
acto,
ese
otro
acto
es
considerado
tácito
y
vale.
Por
ejemplo:
si
fracasa
una
licitación
pública
y
se
opta
por
una
contratación
directa,
surge
el
acto
tácito
de
dejar
sin
efecto
la
contratación.
Término
o
plazo
El
término
o
plazo
indica
el
instante
de
tiempo
en
que
el
acto
comienza
a
producir
sus
efectos
jurídicos
(término
inicial),
o
bien,
el
momento
en
que
los
mismos
cesan
(término
final).
Los
plazos
de
los
actos
administrativos
se
computan
por
días
corridos,
salvo
que
una
norma
expresamente
dispusiera
lo
contrario.
84
La
condición
Por
condición
se
entiende
el
acontecimiento
futuro
e
incierto
al
cual
se
subordina
el
nacimiento
(suspensiva)
o
extinción
(resolutoria)
de
los
efectos
del
acto
administrativo.
El
modo
El
modo
consiste
en
una
carga
u
obligación
que
se
le
impone
al
particular
administrado.
En
cuanto
a
la
cláusula
de
rescate,
la
mismo
no
debe
considerarse
implícita,
sino
que
debe
ser
expresamente
pactada
y
dispuesta
en
sede
judicial
en
atención
que
al
implicar
la
posibilidad
de
incautarse
de
los
bienes
del
concesionario
ante
un
incumplimiento,
se
estaría
violando
no
sólo
los
principios
que
rigen
en
materia
expropiatoria
sino
también
un
límite
general
impuesto
a
la
ejecutoriedad
del
acto
administrativo,
cual
es
el
ejercicio
de
la
coacción
sobre
las
personas
o
bienes.
85
Bolilla
9
Los
caracteres
del
acto
administrativo.
86
Los
caracteres
del
acto
administrativo
Son
caracteres
del
acto
administrativo
el
conjunto
de
rasgos
o
notas
específicas
que
concurren
para
distinguirlo
del
acto
jurídico
privado.
Dicha
presunción
implica
la
suposición
de
que
el
acto
administrativo
ha
sido
dictado
con
arreglo
a
las
normas
jurídicas
que
debieron
condicionar
su
emisión.
Es
una
presunción
iuris
tantum.
Este
principio
fue
predicho
por
la
CSJN
en
el
Fallo
Ganadera
Los
Lagos
(1941).
En
su
considerando
8
se
dijo
que
los
actos
administrativos,
por
serlo,
tienen
en
su
favor
la
presunción
de
constituir
el
ejercicio
legítimo
de
la
actividad
administrativa
y
por
consiguiente
toda
invocación
de
nulidad
contra
ellos
debe
necesariamente
ser
alegada
y
probada
en
juicio.
En
el
considerando
11
sostuvo
que
no
es
necesario
que
la
justicia
declare
la
legitimidad
de
los
actos
administrativos.
Presumir
legítimo
el
acto
no
importa
equiparar
jerárquicamente
la
ley
y
el
acto
administrativo,
sino
tan
sólo
afirmar
que
éste,
a
priori,
cumple
con
el
ordenamiento,
al
cual
integra
generalmente
la
ley.
• Que
no
es
necesario
que
la
justicia
declare
la
legitimidad
de
los
actos
administrativos.
• Que
los
Jueces
no
podrían
anular
los
actos
administrativos
de
oficio.
o Esto
se
deriva
del
principio
republicano
de
separación
de
poderes.
• Que
ante
un
acto
que
no
esté
afectado
de
un
vicio
grave
y
manifiesto,
es
necesario,
para
quien
sostiene
su
nulidad,
alegarla
y
probarla.
o Esto
se
deriva
de
la
consecuencia
anterior,
ya
que
toda
vez
que
los
jueces
no
pueden
anular
de
oficio,
debe
haber
un
pedido
de
parte
fundamentado
que
permita
hacerlo.
• Que
los
actos
administrativos
no
impugnados
judicialmente
en
el
plazo
que
establece
el
art.
25,
devienen
firmes
e
irrevisables.
• Que
el
particular
debe
obedecer
el
acto
administrativo,
al
menos
hasta
tanto
se
revise
y
demuestre
lo
contrario,
salvo
en
caso
de
encontrarse
una
nulidad
manifiesta
tal
y
como
se
dijo
en
el
Fallo
Barraco
Aguirre.
• Que
en
caso
de
duda
se
debe
estar
por
la
legitimidad
del
acto.
La
presunción
de
legitimidad
del
acto
administrativo
no
es
absoluta,
sino
meramente
simple,
pues
no
puede
ser
predicada
respecto
de
actos
que
adolezcan
de
vicios
graves,
que
aparezcan
de
modo
evidente,
ostensible
o
notorio.
Siendo
así,
carecen
de
presunción
de
legitimidad
los
actos
con
vicios
notorios
(acerca
de
los
cuales
la
CSJN
en
Pustelnik
declaró
que
la
presunción
de
legitimidad
no
puede
siquiera
constituirse)
sino
también
todo
acto
con
vicios
graves
comprobados
por
la
vía
correspondiente.
87
En
estos
casos
el
administrado
puede
desobedecer
el
acto,
pero
lo
hace
por
su
cuenta
y
riesgo,
siendo
responsable
si
luego
se
comprueba
que
el
acto
era
legítimo.
La
ejecutoriedad
La
ejecutoriedad
es
la
capacidad
de
los
órganos
estatales
que
ejercen
la
función
administrativa,
para
disponer
per
se
la
realización
o
el
cumplimiento
del
acto
administrativo,
sin
necesidad
de
acudir
a
la
intervención
de
la
justicia,
empleando
para
ello,
de
ser
necesario,
procedimientos
de
ejecución
coactiva.
Ejecutoriedad
no
es
sinónimo
de
coacción,
sino
una
figura
más
amplia,
que
incluye
a
ésta
como
especie.
Este
criterio
se
basa
en
la
existencia
de
gran
variedad
de
actos
que
se
cumplen
plenamente,
produciendo
todos
los
efectos
jurídicos
que
les
son
propios,
sin
necesidad
alguna
de
utilizar
la
coacción
(inscripciones,
revocación
de
autorizaciones,
actos
de
registro,
certificaciones,
ejecución
directa
de
actos
cuando
el
administrado
no
los
hace,
como
puede
ser
demoler
un
cantero,
etc.).
El
Art.
12
LNPA
consagra
este
principio
disponiendo
que
la
fuerza
ejecutoria
del
acto
faculta
a
la
Administración
para
ponerlo
en
práctica
por
sus
propios
medios
(siendo
la
coacción
uno
de
esos
medios,
pero
no
el
único).
La
posibilidad
de
usar
la
coacción
para
ejecutar
el
acto
administrativo
constituye
una
opción
excepcional,
porque
en
nuestro
ordenamiento
la
autorización
para
incursionar
coactivamente
sobre
la
persona
o
el
patrimonio
de
los
administrados
es,
en
principio,
incumbencia
privativa
de
la
justicia.
La
ejecución
coactiva
es
viable,
aun
cuando
ella
implique
actuar
forzadamente
sobre
la
persona
o
el
patrimonio
del
administrado,
en
diferentes
supuestos
excepcionales
y
restrictivos.
Por
imperio
de
este
principio,
la
interposición
de
recursos
no
genera
efectos
suspensivos,
salvo
que
la
ley
particular
así
lo
disponga
en
forma
expresa.
De
todas
maneras
la
LNPA
autoriza
a
la
Administración
a
suspender,
de
oficio
o
a
petición
de
parte,
la
ejecución
del
acto
por
razones
de
interés
público,
para
evitarle
perjuicios
graves
al
interesado
o
cuando
se
alega
fundadamente
una
nulidad
absoluta.
Se requiere que haya verosimilitud en el derecho invocado y peligro en la demora.
La
finalidad
de
las
medidas
cautelares
se
halla
en
que
la
necesidad
del
proceso
para
obtener
razón
no
debe
convertirse
en
un
daño
para
quien
efectivamente
la
tiene.
Por
ello,
es
necesario
que
para
dictar
una
medida
cautelar
exista
una
demanda
por
el
fondo
de
la
cuestión,
ya
que
lo
que
busca
es
evitar
sobrevenga
cualquier
circunstancia
que
imposibilite
o
dificulte
la
ejecución
forzada
o
torne
inoperantes
los
efectos
de
la
resolución
definitiva.
(Fallo
Senoc).
88
Los
caracteres
eventuales
Son
aquellos
que
enunciamos
seguidamente.
La
ejecutividad
Si
bien
la
LNPA
no
hace
referencia
a
la
ejecutividad,
la
doctrina
ha
dicho
que
consiste
en
que,
una
vez
perfeccionado,
el
acto
administrativo
produce
todos
los
efectos
propios
y
ha
de
cumplirse
necesariamente,
sin
que
se
pueda
diferir
su
cumplimiento.
La
retroactividad
del
acto
se
opera
cuando
aquél
se
aplica
a
relaciones
o
situaciones
jurídicas
realizadas
con
anterioridad
ya
consumadas
antes
de
su
eficacia.
La
CSJN
ha
dicho
que
para
que
exista
derecho
adquirido
y
por
tanto
se
encuentre
vedada
la
aplicación
de
la
nueva
ley,
es
necesario
que
su
titular
haya
cumplido,
bajo
la
vigencia
de
la
ley
derogada
o
modificada,
todas
las
condiciones
sustanciales
y
los
requisitos
formales
previstos
en
esa
ley
para
ser
titular
del
derecho
de
que
se
trata,
aun
cuando
falte
la
declaración
formal
de
una
sentencia
o
acto
administrativo.
Ahora
bien,
el
Art.
13
LNPA
establece
que
el
acto
administrativo
podrá
ser
retroactivo
cuando
se
lo
dicte
en
sustitución
de
otro
revocado
o
cuando
favorezca
al
administrado,
y
siempre
que
no
afecte
derechos
adquiridos.
La
“mera
facultad”
es
el
antecedente
necesario
del
derecho
adquirido,
y
se
entiende
como
“una
posibilidad
que
abre
la
ley
a
favor
de
alguien,
pero
que
hasta
el
ejercicio
de
esa
potencia
no
es
sino
una
eventualidad
que
no
obsta
al
cumplimiento
de
la
ley
que
modifique
o
aniquile
esa
perspectiva”.
89
pase
a
serlo
cuando
se
reúnan
los
presupuestos
legales
correspondientes,
los
que
por
ahora
no
son
sino
una
mera
eventualidad”
El
fundamento
de
la
prohibición
de
la
aplicación
retroactiva
de
los
actos
administrativos
se
halla
en
la
protección
de
la
garantía
constitucional
de
la
propiedad,
interesada
en
la
no
afectación
de
los
derechos
incorporados
al
patrimonio
del
administrado.
90
Bolilla
10
El
régimen
de
invalidez
de
los
actos
administrativos.
91
El
sistema
de
la
invalidez
en
el
Código
Civil
El
sistema
que
estructura
el
Código
Civil
argentino
en
materia
de
nulidades
se
ha
juzgado
superior
al
que
consagran
otras
legislaciones,
en
cuanto
los
fundamentos
en
que
reposa
permiten
aplicar
los
criterios
clasificatorios
a
las
variadas
situaciones
que
se
presentan
en
la
práctica.
Es
decir,
nuestro
sistema
de
invalidez
civil
se
destaca
por
clasificaciones
que
surgen
de
la
realidad
práctica
más
allá
de
cuestiones
meramente
teóricas.
En
tal
sentido,
se
ha
sostenido
que
el
acto
es
nulo
cuando
sufre
de
una
falla
rígida
determinada,
dosificada
por
la
ley,
invariable
e
idéntica
en
todos
los
casos
(ostensible).
Es
anulable
cuando
la
causal
de
invalidez
es
fluida
e
indeterminada,
variable
e
intrínsecamente
dependiente
de
apreciación
judicial
(no
ostensible).
• Nulidad
absoluta
o Debe
ser
declarada
por
el
juez,
aun
sin
pedido
de
parte,
cuando
aparece
manifiesta
en
el
acto.
o Puede
ser
alegada
por
cualquier
particular
que
tenga
interés
en
hacerlo.
o El
Ministerio
Público
puede
pedir
su
declaración
en
interés
de
la
moral
o
la
ley.
o No
es
subsanable.
o Es
imprescriptible.
• Nulidad
relativa
o Solo
puede
ser
declarada
por
el
juez
a
pedido
de
parte.
o Puede
ser
alegada
solo
por
aquellos
en
cuyo
beneficio
las
estableció
la
ley.
o No
la
puede
alegar
el
Ministerio
Públicos.
o Es
subsanable.
o Es
prescriptible.
92
A
partir
del
Fallo
Los
Lagos
se
inicia
un
proceso
tendiente
a
sentar
las
bases
para
la
construcción
de
una
teoría
autónoma
de
las
nulidades
del
acto
administrativo,
habida
cuenta
de
las
diferencias
existentes
entre
el
Derecho
Administrativo
y
el
Derecho
Civil.
La
CSJN
considera
que
el
régimen
de
invalidez
del
código
civil
se
basa
en
la
idea
de
justicia,
por
lo
que
nada
obsta
su
aplicación
al
derecho
público,
pero
con
las
discriminaciones
impuestas
por
la
naturaleza
misma
del
derecho
administrativo,
que
hace
necesario
morigerar
el
régimen
del
derecho
civil.
La
técnica
utilizada
para
ello
se
apoyó
en
la
analogía,
procurando
adaptar
los
conceptos
y
criterios
generales
que
contiene
el
Código
Civil,
a
la
peculiar
naturaleza
del
Derecho
Administrativo.
Actualmente
el
régimen
de
invalidez
administrativo
está
previsto
en
los
Arts.
14,
15
y
16
LNPA,
y
distingue
entre
actos
nulos
y
actos
anulables,
correlativos
de
las
nulidades
absolutas
y
nulidades
relativas
respectivamente.
Por
su
parte
el
Art.
16
LNPA
dispone
que
la
invalidez
de
una
cláusula
accidental
o
accesoria
de
un
acto
no
importa
la
nulidad
de
éste,
cuando
la
cláusula
en
cuestión
fuere
separable
y
no
afectare
la
esencia
del
acto
emitido.
A
modo
de
conclusión
podemos
decir
que
un
acto
es
nulo
cuando
carece
de
alguno
de
sus
elementos
esenciales
o
padece
en
ellos
de
un
vicio
grave.
Es
en
cambio
anulable
cuando
todos
sus
elementos
esenciales
existen,
pero
alguno
sufre
de
un
vicio
leve
o
no
fundamental.
93
ordenamiento
jurídico.
Si
es
no
manifiesta,
el
vicio
no
es
evidente
y
requiere
una
investigación
para
comprobarlo.
Lo más parecido que tenemos son las vías de hecho comprendidas en el Art. 9 LNPA.
La
vía
de
hecho
propiamente
dicha
es
la
contemplada
en
el
primer
supuesto
de
este
artículo,
pero
la
ley
considera
como
equiparables
a
la
vía
de
hecho
a
los
otros
dos
supuestos.
La
nota
común
es
la
irregularidad
del
comportamiento
material
por
falta
de
acto
previo
(primer
supuesto),
por
suspensión
de
la
autotutela
ejecutiva
(segundo
supuesto)
o
por
carencia
de
eficacia
(tercer
supuesto).
Debe
agregarse
también
a
estos
supuestos
los
contemplados
en
el
Art.
12.1
LNPA
relativos
a
las
situaciones
en
las
cuales
no
hay
coincidencia
entre
el
título
jurídico
y
la
ejecución,
o
a
las
situaciones
en
las
cuales
la
ejecución
es
indebida
por
tratarse
de
casos
en
los
que
ella
requiere
la
intervención
judicial.
94
• Vicios
de
la
voluntad
• Vicios
en
los
restantes
requisitos
y
elementos
de
carácter
subjetivo
y
objetivo
Entendemos
que
la
teoría
de
la
voluntad
normativa
no
es
aplicable,
y
el
querer
del
agente
es
relevante
para
el
acto
administrativo.
La
denominada
tesis
de
la
“voluntad
normativa”
a
la
que
referimos,
es
aquella
que
desconoce
trascendencia
la
querer
del
agente.
Esta
teoría
no
es
mas
que
una
metáfora
porque
en
todo
caso
indica
la
adecuación
de
los
distintos
elementos
del
acto
al
ordenamiento
jurídico
y
deja
de
tener
sentido
cuando
la
actividad
de
la
administración
publica
reviste
carácter
discrecional,
donde
se
carece
de
una
norma
que
predetermine
la
actuación
del
órgano
emisor
del
acto.
Los
vicios
pueden
afectar
la
expresión
de
la
voluntad
(caso
del
error,
dolo
y
violencia)
mientras
que
la
simulación
constituye
un
defecto
autónomo
del
acto
administrativo
que,
por
sus
características,
corresponde
ser
estudiado
luego
de
los
vicios
de
la
voluntad.
Error
El
error
es
el
conocimiento
falso
o
deforme
respecto
de
uno,
alguno
o
todos
los
elementos
del
acto.
La
LNPA
dispone
que
el
error
hace
nulo
al
acto
cuando
fuere
esencial
y
hubiere
significado
en
el
caso
que
“la
voluntad
de
la
administración
resultare
excluida.”
La
frase
es
poco
afortunada
y
sin
efectos
prácticos,
pues
parece
claro
que
en
ningún
caso
podría
considerarse
como
no
manifestación
de
voluntad,
es
decir,
como
inexistencia
de
acto.
Debe
versar
entonces
sobre
un
aspecto
importante
del
acto
y
ser
de
tal
magnitud
como
para
permitir
afirmar
que
la
administración
no
tuvo
en
verdad
intención
de
dictar
tal
acto.
Si
la
administración
lo
hubiere
conocido
no
habría
dictado
el
acto,
o
lo
habría
dictado
con
un
contenido
esencialmente
diverso.
Ejemplos
de
este
tipo
de
actos
viciados
por
error
esencial
serían
entonces:
un
indulto
que
se
refiere
a
una
persona
distinta
de
la
que
el
Poder
Ejecutivo
tuvo
voluntad
de
indultar;
una
declaración
de
estado
de
sitio
que
por
error
material
en
la
confección
del
decreto
se
refiere
a
un
lugar
distinto
del
contemplado;
el
veto
de
una
ley
distinta
de
la
que
se
tuvo
en
cuenta,
por
un
error
en
la
mención
del
número;
el
nombramiento
en
la
función
pública
de
una
persona
distinta
de
la
que
se
deseaba
nombrar,
por
homonimia,
etc.
95
Dolo
El
dolo
comprende
toda
aserción
de
lo
que
es
falso,
toda
disimulación
de
lo
que
es
verdadero
y
cualquier
artificio
o
maquinación
que
se
emplee
para
conseguir
la
realización
de
un
acto
jurídico
contra
la
verdadera
voluntad
del
actuante.
El dolo puede ser del individuo particular, del funcionario público o de ambos.
• Dolo
del
particular:
hace
anulable
al
acto
pero
es
necesario
que
no
se
trate
de
un
mero
error
culposo
del
individuo,
sino
de
dolo;
debe
ser
previo
a
la
emisión
del
acto
y
haber
sido
determinante
para
la
decisión:
si
no
ha
influido
para
el
dictado
del
acto
no
afecta
su
validez.
• Dolo
del
funcionario:
Si
bien
la
jurisprudencia
ha
llegado
a
considerar
que
la
administración
no
puede
actuar
con
dolo
(lo
cual
es
un
delirio,
ya
que
la
realidad
demuestra
sobrados
casos
de
corrupción,
sobornos,
etc.),
actualmente
admite
que
la
administración
puede
actuar
dolosamente
y,
en
tales
supuestos,
el
acto
es
anulable.
La
invocación
del
supuesto
dolo
en
que
se
habría
incurrido
en
la
emisión
del
acto
administrativo,
no
es
suficiente
para
obtener
la
anulación
del
acto:
es
necesario
probar
que
efectivamente
dicho
dolo
ha
existido.
• Dolo
de
ambos:
Al
existir
connivencia
dolosa
del
funcionario
y
el
individuo
el
acto
es
nulo,
y
no
simplemente
anulable,
pues
la
trascendencia
del
dolo
es
mucho
mayor.
Para
ello
no
hace
falta
que
el
dolo
sea
producto
del
soborno
o
cohecho,
basta
que
exista
el
deliberado
propósito
común
de
violar
los
preceptos
y
medidas
preventivas
de
la
ley
o
de
las
convenciones
interamericana
e
internacional
contra
la
corrupción.
o Hay
ejemplos
de
sobra
como
ser
la
renegociación
directa
de
una
concesión
o
licencia
de
servicios
públicos
sin
la
debida
audiencia
pública
y
sin
equidad,
cambiando
el
plazo,
el
precio
o
el
objeto
del
contrato,
con
ganancias
irrazonables
para
el
concesionario
o
licenciatario.
Violencia
La
violencia
consiste
en
la
utilización
de
medios
coercitivos
sobre
el
administrado
o
el
agente
público
para
obligarlo
a
realizar
un
acto
cuyo
objeto
no
resulta
libre
y
voluntariamente
querido
por
quien
lo
emite.
96
Simulación
La
simulación
consiste
en
la
falta
de
correspondencia
entre
lo
actuado
y
la
real
o
efectiva
voluntad
del
actuante,
sin
que
se
configure
un
vicio
en
la
determinación
volitiva
que
permanece
encubierta.
Por
ejemplo,
cuando
se
encubre
el
carácter
jurídico
de
un
acto
bajo
la
apariencia
de
otro,
cuando
el
acto
contiene
cláusulas
que
no
son
sinceras
o
fechas
que
no
son
verdaderas,
etc.
La
simulación,
cuando
es
ilícita,
es
causal
de
invalidez
del
acto
administrativo,
puesto
que
no
cabe
suponer
la
vigencia
de
un
acto
que
altere
el
principio
de
la
legalidad
que
impera
en
toda
la
actuación
administrativa.
El
acto
será
nulo
cuando
la
simulación
sea
ilícita,
admitiéndose
la
legalidad
de
ciertos
actos
administrativos
simulados
lícitamente
cuando
razones
de
urgencia
e
interés
público
tornan
necesario
acudir
al
expediente
de
la
simulación
(por
ejemplo,
un
Decreto
firmado
por
el
Presidente
en
la
Quinta
de
Olivos,
que
figure
como
firmado
en
la
Ciudad
de
Buenos
Aires).
La
incompetencia
en
razón
de
la
materia,
del
territorio
o
del
grado
genera
la
nulidad
absoluta
del
acto,
y
la
incompetencia
en
razón
tiempo
provoca
la
nulidad
absoluta
del
acto
salvo
que
de
él
no
se
deriven
perjuicios
para
terceros,
caso
en
el
cual
la
invalidez
se
considera
simplemente
relativa.
97
Vicios
en
la
causa
Si
el
acto
carece
de
causa
por
no
existir
o
ser
falsos
los
hechos
o
el
derecho
invocados,
el
acto
administrativo
es
nulo
y
de
nulidad
absoluta
e
insanable.
Hay
falta
de
causa
en
el
acto
cuando
los
hechos
invocados
como
antecedentes
que
justificarían
su
emisión
fuesen
falsos
o
cuando
el
derecho
invocado
para
ellos
tampoco
existiera.
• Prohibición
legal.
• Imprecisión.
• Imposibilidad
de
hecho
o
de
derecho.
• Irrazonable.
• Inmoralidad
o
violación
de
ética
pública.
• Vicios
en
el
debido
procedimiento
previo
adjetivo:
ocasiona
la
nulidad
absoluta
del
acto
pertinente.
Dado
que
son
previos
al
acto,
su
cumplimiento
debe
estar
finiquitado
al
momento
de
su
nacimiento,
pues
la
regularidad
de
un
acto
se
aprecia
al
momento
de
su
emisión.
No
serían
concebibles
ex
post
facto
ya
que
todo
lo
previsto
como
previo
carecería
de
razón
de
ser
a
posteriori.
98
Algunos
de
los
vicios
en
el
procedimiento
pueden
ser:
Sí
se
admite
la
subsanación
administrativa,
aunque
se
requiere
que
la
misma
sea
con
consentimiento
del
individuo
y
sin
efectos
retroactivos
(mecanismo
de
conversión
desarrollado
a
posteriori).
También
puede
explicitar,
pero
mal,
el
fundamento
de
derecho:
a
menos
que
se
trate
de
minúsculos
errores
de
cita
errónea
de
normas,
que
sin
embargo
se
explican
y
aplican
correctamente,
el
defecto
en
la
fundamentación
legal
también
vicia
el
acto.
De
este
modo,
si
la
administración
revoca
una
designación
con
fundamento
en
que
la
persona
no
tiene
título
profesional,
el
acto
es
nulo
si
la
ley
no
exigía
tal
título.
Habría
allí
una
nulidad
que
puede
fundamentarse
de
diversos
modos,
todos
coincidentes:
sea
arbitrariedad
por
error
manifiesto
de
derecho,
sea
irrazonabilidad
por
conclusión
inatinente,
sea
vicio
en
la
motivación.
Son
arbitrarios
los
actos
que
prescinden
de
fundamentación
normativa
seria
o
cometen
un
inexcusable
error
de
derecho.
“La
necesidad
legal
de
fundar
el
acto
administrativo
no
constituye
una
exigencia
vacía
de
contenido,
ya
que
el
propósito
de
la
norma
[...]
radica
en
garantizar
el
derecho
de
los
administrados
haciendo
que
sea
factible
conocer
las
razones
que
indujeron
a
emitir
el
acto.”
“Ello
es
así
por
cuanto
los
principios
republicanos
imponen
la
obligación
a
la
administración
de
dar
cuenta
de
sus
actos
cumpliendo
los
recaudos
exigidos
para
permitir
que
éstos
puedan
ser
impugnados
por
quienes
vean
afectados
sus
derechos;
y
la
necesidad
de
que
los
jueces
cuenten
con
los
datos
indispensables
para
ejercer
la
revisión
de
su
legitimidad
y
razonabilidad.”
La
fundamentación
hace
al
Estado
de
derecho;
es
precondición
de
la
defensa
del
interesado
y
de
su
control
judicial;
el
acto
inmotivado
es
irremediablemente
nulo,
porque
un
acto
basado
en
el
mero
capricho
del
funcionario
es
ilegítimo
por
arbitrario.
99
Resultaría
de
lo
que
antecede
que
la
ilegitimidad
del
acto
en
relación
a
este
aspecto
puede
presentarse
de
cuatro
maneras
diferentes:
La
razón
del
distinto
tratamiento
reside
en
que
consideramos
que
se
debe
apreciar
diversamente
la
importancia
del
requisito
y
consecuentemente
de
la
transgresión.
Más
importante
es
la
existencia
tanto
de
motivo
como
de
motivación
suficiente
en
los
hechos,
que
la
motivación
suficiente
en
derecho.
Esta
última
es
más
fácilmente
suplible
por
el
intérprete
o
el
destinatario
del
acto.
Quizás
es
por
ello
que
erróneamente
se
piensa
que
el
defecto
de
motivación
es
subsanable,
lo
cual
por
cierto
no
lo
es.
En
todo
caso,
el
defecto
de
motivación
de
los
hechos
no
es
materialmente
corregible,
a
nuestro
modo
de
ver;
a
lo
sumo
se
puede
postular,
equivocadamente
con
todo,
que
su
explicitación
jurídica
puede
serlo.
El
control
fundamental
del
acto,
para
evitar
la
entronización
de
la
arbitrariedad
como
sistema,
es
el
control
de
los
hechos
o
motivos
determinantes
que
llevan
a
la
administración
a
dictarlo,
lo
cual
requiere
el
sustento
fáctico
real
y
su
adecuada
explicitación
en
la
expresión
de
tales
motivos
de
hecho.
Omitir
ese
doble
control
con
el
alcance
de
permitir
su
saneamiento
ulterior
es
una
grave
lesión
al
Estado
de
Derecho.
Pensamos
que
no
ocurre
lo
mismo
con
la
carencia
o
insuficiencia
de
motivación
jurídica:
allí
entendemos
que
debe
tratarse
de
una
carencia
más
o
menos
calificada
para
que
invalide
el
acto.
Entendemos
aplicable
la
jurisprudencia
en
materia
de
sentencias
arbitrarias,
si
el
vicio
consiste
en
falta
de
fundamentación
normativa
seria,
aunque
no
la
comisión
de
un
total
e
inexcusable
error
de
derecho.
El
simple
error
de
derecho,
por
lo
tanto,
no
constituye
necesariamente
arbitrariedad,
sin
perjuicio
de
que
la
inadecuación
del
acto
al
ordenamiento
debe
ser
igualmente
penalizada
con
la
invalidez,
pero
no
ya
por
defecto
de
fundamentación
sino
por
falta
de
adecuación
objetiva
al
orden
jurídico.
100
Vicios
en
la
publicidad
Cuando
la
publicidad
del
acto
es
exigible,
por
ejemplo
en
una
norma
de
alcance
general
que
debe
ser
conocida
para
que
pueda
ser
cumplida,
el
acto
es
nulo.
Saneamiento
o
convalidación
Cuando
el
defecto
del
acto
administrativo
da
lugar
a
la
sanción
de
nulidad
relativa,
la
administración
posee
la
facultad
de
subsanar
el
vicio
que
lo
invalida.
La
subsanación
del
defecto
que
portaba
el
acto
y
su
correlativa
validez
es
lo
que
se
designa
generalmente
en
doctrina
bajo
el
nombre
de
saneamiento
o
convalidación.
El
saneamiento
del
acto
administrativo
consiste
en
hacer
desaparecer
las
causas
del
vicio
del
acto
y
es
realizado
por
el
órgano
que
lo
emitió
o
sus
superiores
dependiendo
este
de
la
calidad
del
vicio.
Confirmación
La
confirmación
es
una
especie
dentro
del
género
saneamiento
que
consiste
el
acto
a
través
del
cual
la
administración,
a
través
del
órgano
que
dictó
un
acto
o
de
su
superior,
subsana
el
vicio
que
afecta
a
aquél.
101
Ratificación
La
ratificación
es
el
acto
unilateral
y
retroactivo
a
través
del
cual
un
órgano
superior
confirma
un
acto
viciado
por
incompetencia
en
razón
del
grado.
Ello
es
lógico
puesto
que
la
entidad
de
los
defectos
de
incompetencia
en
razón
de
la
materia
y
del
territorio
(nulidad
absoluta),
torna
absoluta
la
incompetencia.
Es
una
especie
de
confirmación
para
actos
dictados
por
órganos
incompetentes
en
razón
del
grado.
El
acto
administrativo
viciado
de
incompetencia
en
razón
del
grado,
puede
ser
ratificado
por
el
órgano
superior
siempre
que
sean
admisibles,
en
tal
supuesto,
la
avocación
y
la
delegación.
Conversión
La
conversión
es
el
dictado
de
un
nuevo
acto
administrativo
que
integra
los
elementos
válidos
de
un
acto
anterior
viciado
y
extingue
los
elementos
afectados
de
invalidez.
La
conversión
puede
ser
legal
(sin
intervención
de
quienes
han
emitido
el
acto
administrativo,
operándose
por
determinación
expresa
de
la
ley)
o
voluntaria
(promovida
por
la
administración
y
admitida
por
el
destinatario
del
acto
administrativo).
A
diferencia
de
la
confirmación
y
la
ratificación,
la
conversión
es
un
medio
utilizado
frente
a
actos
viciados
de
nulidad
absoluta,
para
rescatar
los
elementos
válidos
de
dicho
acto
que
quedaron
sin
efecto
por
el
carácter
absoluto
de
la
nulidad.
De
este
modo
se
aprovechan
tales
elementos
y
se
eliminan
aquellos
que
causaron
la
nulidad
absoluta
del
otro.
102
103
Bolilla
11
Extinción
del
acto
administrativo.
104
Esclarecimientos
terminológicos:
anulación
y
revocación
La
extinción
de
los
actos
administrativos
puede
operarse
tanto
en
sede
administrativa
como
en
sede
judicial,
y
puede
tener
distintos
fundamentos
tales
como
razones
de
oportunidad,
mérito
y
conveniencia,
o
vicios
o
defectos
que
lo
hacen
ilegítimo.
Por
este
motivo,
la
doctrina
ha
elaborado
los
conceptos
de
anulación
y
revocación,
que
son
los
dos
modos
principales
de
extinción
de
los
actos
administrativos.
La
Administración
Pública,
en
el
ejercicio
de
funciones
que
le
son
propias,
puede
efectuar
de
oficio
la
extinción
de
sus
actos,
ya
sea
en
virtud
de
la
ilegitimidad
de
éstos
por
contradecirse
con
el
ordenamiento
jurídico,
o
bien
por
existir
razones
de
mérito,
conveniencia
u
oportunidad
que
así
lo
hagan
aconsejable.
Ambos
modos
de
actividad
administrativa
extintiva
constituyen
el
despliegue
de
facultades
que
competen
a
la
Administración
Pública.
Empero,
mientras
una
de
ellas
(por
ilegitimidad)
es
susceptible
de
ser
ejercida
tanto
por
la
Justicia
como
por
la
Administración,
la
otra
(por
oportunidad),
sólo
puede
ser
cumplida
por
la
Administración.
Ahora
bien,
tanto
la
doctrina
como
la
CSJN
y
la
PTN
han
encontrado
dificultad
para
definir
terminológicamente
a
estos
dos
modos
de
actividad
administrativa
extintiva.
Incluso
la
LNPA
utiliza
conceptos
en
modo
equívoco.
Ante
tal
panorama,
adherimos
a
la
adecuada
y
razonable
distinción
hecha
por
Comadira:
La
anulación
es
la
extinción
de
un
acto
administrativo
dispuesta
por
la
Administración
o
la
Justicia,
con
fundamento
en
razones
de
ilegitimidad
derivadas
de
vicios
o
defectos
inherentes
a
la
estructura
misma
del
acto.
105
La
anulación
de
oficio
es
categorizada
como
un
deber
de
la
Administración,
es
decir,
como
una
potestad
administrativa
de
uso
obligatorio,
de
modo
que
cuando
ella
es
procedente,
su
ejercicio
constituye
una
obligación
de
ejercicio
inexcusable.
El
ejercicio
de
dicha
potestad
será
procedente
cuando
el
acto
no
estuviere
firme
(calidad
que,
como
vimos,
puede
derivar,
no
sólo
del
consentimiento
expreso
del
administrado,
sino,
también,
tácito),
aunque
haya
generado
derechos
subjetivos
en
cumplimiento,
el
interesado
conociera
el
vicio
y
la
anulación
haya
de
traducirse
en
perjuicio
para
derechos
subjetivos;
lo
estuviere,
pero
no
hubiere
generado
derechos
o
hubiese
generado
sólo
intereses
o
deberes,
aunque
el
interesado
no
conociera
el
vicio
y
la
anulación
ocasione
perjuicios;
o
estuviere
firme,
hubiere
generado
derechos
subjetivos
en
cumplimiento,
y
el
interesado
conociera
el
vicio,
aunque
la
anulación
ocasione
perjuicios;
o
en
fin,
cuando
estando
firme,
habiendo
generado
derechos
subjetivos
en
cumplimiento
y
no
habiendo
conocido
el
particular
el
vicio,
la
anulación
se
dispone
sin
perjuicio
de
derechos
subjetivos.
Las
mismas
razones
que
inspiran
la
conclusión
anterior,
impiden
que
la
Administración
obtenga
per
se
la
reparación
de
las
consecuencias
derivadas
de
los
vicios
que
afectan
un
acto
ilegítimo
de
consumación
“instantánea”
inmediata.
Que
la
anulación
de
oficio
sea
procedente
significa
que
las
consecuencias
derivadas
de
la
pretensión
anulatoria
tienen
ejecutoriedad
“propia”,
ya
con
relación
a
los
efectos
producidos
o
por
producir
a
raíz
del
ejercicio
concreto
de
los
derechos
subjetivos
por
parte
de
sus
titulares,
ya
respecto
de
los
actos
que
no
generan
tales
prerrogativas
o
generan
sólo
intereses
o
deberes,
o
bien,
habiéndolos
generado,
no
hubieran
comenzado
a
cumplirse.
Que
la
anulación
de
oficio
sea
improcedente
importa,
por
el
contrario,
que
las
consecuencias
derivadas
de
la
pretensión
anulatoria
no
tengan
ejecutoriedad
“propia”
en
relación
con
los
efectos
producidos
o
por
producir
a
raíz
del
ejercicio
de
los
derechos
subjetivos
por
los
administrados.
Es
siempre
admisible,
aun
cuando
la
anulación
resulte
improcedente,
que
tengan
ejecutoriedad
“propia”
las
consecuencias
derivadas
de
la
pretensión
anulatoria
respecto
de
lo
que
la
Administración
deba
a
los
administrados,
excepto
los
daños
y
perjuicios.
Si
bien
la
ley
no
ha
acogido,
para
regular
la
procedencia
o
improcedencia
de
la
anulación
de
oficio,
las
pautas
inherentes
al
régimen
jurídico
de
la
ejecutoriedad
“propia”
del
acto,
ellas
deben
gravitar
en
el
primer
caso,
como
límite
máximo
a
su
viabilidad
y,
en
el
segundo,
para
habilitarla,
en
los
casos
extremos
en
que
la
ejecutoriedad
se
admite,
incluso
coactivamente,
como
excepción
a
su
inviabilidad.
En
los
casos
en
que
la
anulación
de
oficio
no
es
procedente,
la
Administración
tiene
que
suspender
la
continuidad
de
la
ejecución
de
los
efectos
del
acto,
esto
es,
paralizar
o
suspender
los
efectos
“pendientes”
o
“futuros”,
por
aplicación
de
la
potestad
suspensiva
otorgada
por
el
art.
12
de
la
ley.
Esta
suspensión,
para
que
sea
legítima,
debe
ir
acompañada
por
la
orden
simultánea
de
iniciar
inmediatamente
las
acciones
judiciales
tendientes
a
la
ejecutoriedad
de
la
pretensión
anulatoria.
106
La
garantía
contra
una
anulación
o
suspensión
oficiosa
arbitrarias
está
en
la
debida
concurrencia,
en
ambos
casos,
de
los
requisitos
esenciales
de
validez
previstos
para
los
actos
administrativos
en
general
en
el
ordenamiento
jurídico,
adquiriendo
en
tal
sentido
la
calidad
de
instrumento
de
contralor
adecuado,
cuando
el
acto
pudiera
lesionar
derechos
subjetivos
o
intereses
legítimos,
el
dictamen
proveniente
de
los
servicios
permanentes
de
asesoramiento
jurídico
y,
eventualmente,
de
la
Procuración
del
Tesoro
de
la
Nación.
Las críticas que nos merece el sistema legal pueden resumirse del siguiente modo:
1. Si
bien
la
anulación
oficiosa
del
acto
irregular
se
considera
como
un
deber
de
la
autoridad
administrativa,
las
limitaciones
introducidas
a
su
procedencia
cercenan
considerablemente
sus
alcances
a
la
luz
de
una
concepción
del
bien
común
que
clarifique
como
dato
necesariamente
ínsito
en
él
la
vigencia
plena
del
orden
jurídico.
En
tal
sentido,
estimamos,
por
tanto,
que
la
regulación
de
la
anulación
de
oficio
en
la
LNPA
no
responde,
íntegramente,
a
las
exigencias
que,
en
nuestra
opinión,
plantea
la
gestión
directa
e
inmediata
del
interés
público
comprometido
en
la
vigencia
de
la
juridicidad.
2. La
adecuada
visualización,
por
un
lado,
de
las
exigencias
provenientes
delinterés
público
comprometido
en
la
vigencia
de
la
juridicidad,
y
la
determinación
correcta
de
los
límites
a
la
actuación
ejecutoria
de
la
Administración,
por
el
otro,
hubieran
conducido,
a
nuestro
modo
de
ver,
a
situar
los
límites
a
la
procedencia
de
la
anulación
de
oficio,
en
lo
que
consideramos
que
constituye
la
única
pauta
coherente
en
la
materia:
la
incursión
coactiva
o
forzosa
de
la
Administración
sobre
la
persona
o
los
bienes
del
administrado.
En
este
tema
es
pertinente
citar
el
Fallo
Furlotti
de
la
CSJN
relativo
a
la
imposición
de
una
sanción
administrativa
diciendo
5°)
Que
en
lo
que
al
caso
interesa,
la
cuestión
central
debatida
en
el
"sub
examine"
gira
alrededor
de
las
facultades
con
que
cuentan
los
órganos
estatales
-‐-‐en
el
caso
específico
el
Instituto
Nacional
de
Vitivinicultura-‐-‐
para
dejar
sin
efecto
sus
actos
irregulares
y
los
alcances
que
cabe
otorgar
a
la
pretensión
deducida
subsidiariamente
por
éste
al
responder
la
acción
entablada.
6°)
Que,
a
este
respecto,
el
art.
17
de
la
ley
19.549
establece
expresamente
-‐-‐siguiendo
a
los
ordenamientos
más
modernos
en
el
derecho
extranjero-‐-‐
la
obligación
de
la
administración
pública
de
revocar
en
sede
administrativa
sus
actos
irregulares,
salvo
que
el
acto
se
encontrara
"firme
y
consentido
y
hubiere
generado
derechos
subjetivos
que
se
estén
cumpliendo",
supuesto
en
el
cual
"sólo
se
podrá
impedir
su
subsistencia
y
la
de
sus
efectos
aún
pendientes
mediante
declaración
judicial
de
nulidad".
7°)
Que,
por
tanto,
supuesta
la
irregularidad
del
acto
por
conllevar
un
vicio
que
determina
su
nulidad
absoluta,
resulta
en
principio
legítima
la
actividad
revocatoria
de
la
propia
administración,
salvo
que
concurra
la
excepción
señalada
en
el
considerando
anterior.
Esa
facultad
encuentra
suficiente
justificación
en
la
necesidad
de
restablecer
sin
dilaciones
el
imperio
de
la
juridicidad,
comprometida
por
la
existencia
de
un
acto
afectado
de
nulidad
absoluta
y
que,
por
esa
razón,
carece
de
la
estabilidad
propia
de
los
actos
regulares
y
no
puede
generar
válidamente
derechos
subjetivos
de
los
particulares
frente
al
orden
público
interesado
en
la
vigencia
de
la
legalidad.
8°)
Que,
desde
esa
óptica,
el
Instituto
Nacional
de
Vitivinicultura
no
se
encontraba
habilitado
para
revocar
en
sede
administrativa
la
disp.
núm.
169.917,
como
lo
hizo
mediante
la
resolución
núm.
169.959,
en
tanto
de
aquélla
se
habían
derivado
derechos
subjetivos
en
favor
de
la
actora.
Debió,
a
tal
efecto,
requerir
el
auxilio
judicial,
mediante
el
proceso
de
lesividad
a
que
se
refieren
los
arts.
17
"in
107
fine"
y
26
de
la
ley
19.549.
9°)
Que
no
obsta
a
ello
la
mención
que
efectúa
el
recurrente
de
la
ley
14.878,
toda
vez
que
no
surge
de
ésta
ni
indica
válidamente
el
apelante
en
qué
disposiciones
del
citado
cuerpo
legal
funda
las
razones
por
las
cuales
se
impondría
una
solución
diferente
a
la
hasta
aquí
esbozada,
aplicable
supletoriamente
al
Instituto
Nacional
de
Vitivinicultura
en
virtud
de
lo
dispuesto
por
el
decreto
9101/72.
11080)
Que,
sin
embargo,
la
limitación
impuesta
por
el
art.
17
"in
fine"
de
la
ley
19.549,
en
cuanto
constituye
una
excepción
a
la
potestad
revocatoria
de
la
administración,
establecida
como
principio
general
en
la
primera
parte
de
su
texto,
debe
ser
interpretada
con
carácter
estricto
toda
vez
que
su
aplicación
acarrea
la
subsistencia
en
el
mundo
jurídico
de
un
acto
viciado
de
nulidad
absoluta
hasta
tanto
se
produzca
la
declaración
judicial
pertinente.
11)
Que,
desde
esta
perspectiva,
la
sentencia
recurrida
incurrió
en
igual
error
que
el
cometido
por
el
juez
de
primera
instancia
al
omitir
considerar
la
petición
de
nulidad
interpuesta
en
forma
subsidiaria
por
el
ente
demandado.
En
este
aspecto,
debe
destacarse
que
si
bien
la
acción
de
lesividad
presupone
la
existencia
necesaria
de
un
juicio
pleno
con
amplio
debate
y
prueba
-‐-‐difícilmente
admisible
en
un
proceso
de
revisión
limitada
como
son
los
existentes,
en
general,
contra
la
imposición
de
sanciones
administrativas-‐-‐
la
tramitación
otorgada
en
el
"sub
examine"
se
diferencia
notoriamente
de
otros
supuestos.
En
efecto,
tal
como
surge
de
la
providencia
de
fs.
61,
el
trámite
impuesto
a
la
presente
causa
fue
el
del
proceso
ordinario,
apto
para
tratar
-‐-‐como
defensa
o
reconvención-‐-‐
la
pretensión
anulatoria
de
la
administración,
con
independencia
de
la
calificación
dada
a
ésta
por
las
partes.
Incluye a los actos plenamente válidos y a los actos afectados por nulidades relativas.
El
acto
regular,
en
la
variante
que
aquí
nos
interesa,
es
decir,
el
afectado
de
nulidad
relativa,
es,
según
se
desprende
de
lo
establecido
en
el
art.
18
de
la
ley,
inextinguible
en
sede
administrativa
por
razones
de
ilegitimidad,
cuando
hubiera
sido
notificado,
generado
derechos
subjetivos,
el
interesado
no
conociera
el
vicio
y
la
anulación
causare
perjuicios
a
aquellos
derechos.
Ningún
acto
administrativo
regular,
por
ende,
que
reúna
los
requisitos
mencionados,
es
susceptible
de
ser
anulado
per
se
por
la
autoridad
administrativa,
y
viceversa,
todo
acto
regular
respecto
del
cual
no
concurran
alguna
de
las
citadas
condiciones,
es
extinguible,
oficiosamente,
por
la
Administración.
1. El
acto
administrativo
regular,
aun
cuando
traiga
aparejados
vicios
de
ilegitimidad,
ostenta
empero
cierto
grado
de
legalidad
que
lo
hace
estable
y
produce
la
presunción
de
su
legitimidad.
En
consecuencia,
no
le
es
dable
a
la
Administración
Pública
revocarlo
por
sí
y
ante
sí
en
razón
de
su
ilegitimidad,
sino
que
debe
demandar
la
declaración
judicial
de
nulidad
o
revocar
el
acto
por
razones
de
mérito,
oportunidad
o
conveniencia.
2. Si
el
acto
revocado
en
sede
administrativa
tiene
el
carácter
de
regular,
es
decir
que
cumple
con
los
requisitos
externos
de
validez,
forma
y
competencia
y
no
incurre
en
error
grave
de
derecho,
que
linde
con
la
incompetencia,
no
conteniendo
vicios
que
hagan
a
su
nulidad
absoluta
en
los
términos
de
los
arts.
14
y
17
de
la
ley
19549,
el
caso
encuadra
en
lo
108
dispuesto
en
la
primera
parte
del
art.
18
de
la
ley
citada,
por
lo
que,
una
vez
notificado,
no
pudo
ser
revocado,
modificado
o
sustituido
en
sede
administrativa.
Adviértase
que
en
la
enunciación
de
los
recaudos
fundantes
de
la
estabilidad
del
acto
regular,
la
ley
ha
sido
mucho
más
rigurosa
para
la
habilitación
del
accionar
administrativo
que
para
la
regulación
de
los
requisitos
constitutivos
del
límite
a
la
anulación
oficiosa
del
acto
“irregular”
-‐,
evidenciándose
esa
rigurosidad
en
la
forma
de
gravitación
específica
de
tales
requisitos.
En
efecto,
en
primer
lugar,
no
exige
la
ley
la
firmeza
del
acto,
sino,
simplemente,
su
“notificación”,
lo
cual
importa
que
el
ejercicio
del
accionar
anulatorio
carece
del
“plus”
temporal
que
se
establece
con
relación
al
acto
“irregular”.
Ahora
bien,
después
de
establecer
las
pautas
constitutivas
de
la
inextinguibilidad
del
acto
regular,
el
propio
art.
18
consagra
las
siguientes
excepciones
a
dicho
principio:
El
supuesto
indicado
en
1
debe
interpretarse
como
un
castigo
específico
del
legislador
a
la
mala
fe
del
particular,
pues,
según
se
infiere
del
propio
régimen
legal,
el
vicio,
en
sí,
no
autoriza
a
la
Administración
a
disponer
la
anulación
oficiosa
si
ese
“conocimiento”
no
se
da.
Conviene
dejar
sentado,
que
no
cualquier
“perjuicio”
está
vedado
por
la
ley,
sino
sólo
aquel
que
exceda
el
margen
tolerado
para
las
derivaciones
propias
de
la
anulación
oficiosa
respecto
del
“interesado”
directo.
Desde
este
punto
de
vista,
pues,
en
la
anulación
oficiosa
de
un
acto
irregular
practicada
en
"favor"
del
particular
-‐supuesto
que
se
aplica
a
esa
clase
de
actos,
como
vimos-‐,
el
perjuicio
prohibido
a
los
"terceros"
no
podrá
ser
sino
el
que
se
siga
de
la
ejecutoriedad
de
la
109
pretensión
anulatoria
frente
a
actos
firmes
que
hubieran
generado
derechos
subjetivos
que
se
hallen
en
cumplimiento,
pero
sí
podrá
traducirse
en
una
afectación
de
tales
prerrogativas
cuando
no
hubieran
comenzado
a
cumplirse,
o
bien,
cuando
habiendo
comenzado
el
acto
no
estuviere
firme
o
el
tercero
conociere
el
vicio.
En
efecto,
mientras
en
el
caso
de
la
extinción
de
un
acto
que
otorgue
un
derecho
a
título
precario,
cuando
la
extinción
se
dispone
por
causa
de
esa
precariedad,
la
validez
de
él
no
queda
cuestionada
en
el
supuesto
de
la
anulación,
por
el
contrario,
cualquiera
que
sea
la
consistencia
del
derecho
otorgado,
lo
que
realmente
se
halla
en
juego
es
la
estructura
viciada
del
acto
de
que
se
trata.
En
otros
términos:
el
carácter
precario
con
que
haya
sido
otorgado
un
derecho
no
autoriza
la
anulación
del
acto
respectivo
sino
cuando
con
prescindencia
de
dicha
precariedad,
concurran,
objetivamente,
causales
idóneas
para
viciar
el
acto
de
su
legitimidad
originaria.
Resumiendo…
La
anulación
oficiosa
del
acto
“regular”,
cuando
es
procedente,
sólo
constituye
una
posibilidad
de
ejercicio
meramente
facultativo
para
la
Administración,
con
el
límite
jurídico
oponible
a
la
discrecionalidad.
El
ejercicio
de
dicha
potestad
es
procedente
cuando
el
acto
no
está
notificado
(aunque
de
él
puedan
emerger
potencialmente
derechos
subjetivos,
el
interesado
no
conociera
el
vicio
y
la
anulación
perjudicara
tales
prerrogativas);
cuando
está
notificado,
pero
no
generó
derechos,
o
generó
sólo
intereses
o
deberes
(aunque
el
interesado
no
conociera
el
vicio
y
la
anulación
causara
perjuicios);
si
está
notificado
y
generó
derechos,
pero
el
interesado
conoció
el
vicio
(aunque
causara
perjuicios);
y
en
fin,
cuando,
estando
notificado,
habiendo
generado
derechos
y
no
siendo
el
vicio
conocido
por
el
administrado,
la
anulación
se
dispone
sin
perjuicio
para
derechos
subjetivos.
Que
la
anulación
de
oficio
sea
procedente,
significa,
en
el
caso
del
acto
regular,
que
las
consecuencias
derivadas
de
la
pretensión
anulatoria
tengan
ejecutoriedad
“propia”
sobre
los
derechos
subjetivos
generados
por
el
acto
(independientemente
de
que
se
los
haya
comenzado
a
ejecutar,
o
no)
y,
obviamente,
respecto
de
los
intereses
o
deberes
cuando
no
hubiesen
generado
aquellas
prerrogativas.
A
la
inversa,
que
la
anulación
de
oficio
sea
improcedente
importa
que
las
consecuencias
derivadas
de
la
pretensión
anulatoria
carecen
de
ejecutoriedad
“propia”
con
relación
a
los
derechos
subjetivos
generados
por
el
acto
(independientemente,
también,
de
que
se
los
haya
comenzado
a
cumplir
o
no).
Es
siempre
admisible,
aun
cuando
la
anulación
no
sea
procedente,
que
tengan
ejecutoriedad
“propia”
las
consecuencias
derivadas
de
la
pretensión
anulatoria
con
relación
a
lo
que
la
Administración
deba
al
particular
a
raíz
de
la
anulación
(excepto
daños
y
perjuicios).
110
Si
bien
la
ley
no
ha
acogido
para
regular
la
procedencia
o
improcedencia
de
la
anulación
de
oficio
las
pautas
inherentes
al
régimen
jurídico
de
la
ejecutoriedad
“propia”
del
acto,
imponiendo
consecuencias
diversas
a
las
que
se
seguirán
de
la
aplicación
de
ese
régimen,
ellas
deben
gravitar,
en
el
primer
caso,
como
límite
máximo
a
su
viabilidad,
y,
en
el
segundo,
para
habilitarla
en
los
supuestos
extremos
en
que
dicha
ejecutoriedad
se
admite,
incluso
coactivamente,
como
excepción
a
su
no
viabilidad.
En
los
casos
en
que
la
anulación
de
oficio
del
acto
regular
es
improcedente
y
la
Administración
valore
la
concurrencia
de
un
interés
público
suficiente
para
demandar
la
nulidad
judicial
del
acto,
debe,
simultáneamente
con
la
orden
que
emita
para
iniciar
las
acciones
judiciales
pertinentes,
disponer
la
suspensión
de
sus
efectos,
por
aplicación
de
la
potestad
suspensiva
otorgada
en
el
art.
12
de
la
ley.
Esta
suspensión
sólo
será
legítima
cuando
se
la
disponga
conjuntamente
con
la
orden
del
accionamiento
judicial
mencionado.
En
cuanto
a
la
crítica
que
nos
merece
el
sistema
legal,
no
cabe
sino
reiterar
que
la
deficiencia
sustancial
deriva,
a
nuestro
modo
de
ver,
de
no
haber
consagrado
como
valla
a
la
procedencia
de
la
anulación
los
límites
inherentes
a
la
ejecutoriedad
“propia”
del
acto
administrativo,
lo
cual
hubiera
permitido
estructurar
la
regulación
legal
con
prescindencia
del
grado
de
invalidez
de
los
actos
y
situar,
además,
el
derecho
subjetivo
en
su
verdadero
rol
en
la
cuestión,
esto
es,
en
impedir
el
ejercicio
de
la
potestad
anulatoria
cuando
ella
deba
traducirse
en
una
incursión
forzada
o
coactiva
sobre
la
persona
o
los
bienes
del
administrado.
El
MOyC
se
funda
en
la
necesidad
de
extinguir
una
relación
jurídica
que
resulta
inadecuada
a
las
exigencias
actuales
del
interés
público,
o
frente
a
cambios
en
las
circunstancias
de
hecho
o
en
su
valoración,
que
hacen
inconveniente
al
acto
dictado
con
anterioridad.
circunstancia
no
la
priva
del
ejercicio
de
las
facultades
contempladas
en
el
artículo
18
de
la
LNPA
(es
decir,
al
margen
de
existir
una
irregularidad,
tiene
intactas
sus
facultades
de
revocar
por
razones
de
MOyC).
Indemnización
Una
condición
insoslayable
de
la
validez
de
la
revocación
por
oportunidad,
mérito
o
conveniencia,
sustentada
en
la
protección
otorgada
a
la
propiedad
por
el
artículo
17
de
la
Constitución,
es
la
indemnización
al
particular
cuando
la
revocación
le
ocasiona
un
perjuicio.
Jurídicamente
se
equipara
a
la
revocación
por
MOyC
de
modo
tal
que
produce
sus
efectos
sólo
para
el
futuro,
y
genera
para
el
particular
el
pertinente
derecho
indemnizatorio.
Si
las
normas
que
condicionaron
el
otorgamiento
del
acto
varían,
la
nueva
situación
debe
ser
equiparada,
en
su
tratamiento
jurídico,
a
la
que
corresponde
en
materia
de
revocación
por
oportunidad,
mérito
o
conveniencia.
El
acto
inicialmente
legítimo,
confrontado
con
el
nuevo
ordenamiento
normativo,
puede
resultar
gravemente
afectado
-‐generando
así
una
nulidad
absoluta-‐,
o
bien
sólo
en
forma
leve
-‐originando,
en
este
supuesto,
una
nulidad
relativa-‐.
En
cualquier
caso,
la
situación
debe
ser
valorada
a
la
luz
de
los
principios
que
disciplinan
la
revocación
por
oportunidad,
mérito
o
conveniencia,
motivo
por
el
cual
la
extinción
produce
sus
efectos
sólo
para
el
futuro,
y
genera
para
el
particular
el
pertinente
derecho
indemnizatorio.
112
La
caducidad
La
caducidad
es
la
extinción
del
acto
administrativo,
dispuesta
por
la
administración,
ante
un
incumplimiento
del
particular
respecto
de
las
condiciones
fijadas
en
el
acto.
Esto
se
reafirma
por
la
CSJN
en
el
ya
citado
Fallo
Borgo
donde
dijo
que
la
falta
de
todo
requerimiento
al
incumpliente
hace
que
el
acto
de
caducidad
dispuesto
en
un
caso
por
la
administración
haya
sido
dictado
con
violación
de
la
ley,
ya
que
la
omisión
del
recaudo
sustancial
previsto
en
ésta
como
condición
para
decidir
la
caducidad
del
acto,
sólo
puede
dar
lugar
a
la
nulidad
absoluta
del
acto.
La
caducidad
requería,
así,
de
una
interpelación
para
que
el
empleado
incurriera
en
mora.
113
Bolilla
12
Otros
actos
de
la
administración.
114
Relaciones
interorgánicas
e
interadministrativas
Las
relaciones
interorgánicas
son
aquellas
que
se
establecen
entre
dos
o
más
órganos
de
una
misma
persona
jurídica
pública
(estatal).
También
coinciden
en
afirmar
que,
como
los
órganos
no
tienen
personalidad
jurídica
propia,
no
pueden
demandarse
entre
sí
porque
son
parte
de
una
misma
persona
jurídica
pública
y
ninguna
persona
(física
o
jurídica)
puede
demandarse
a
sí
misma.
Los
conflictos
son
resueltos
por
el
superior
jerárquico.
(Excepción:
ver
jurisprudencia
Fallo
UNLP
infra).
Las
relaciones
interadministrativas
son
aquellas
que
se
establecen
entre
dos
o
mas
personas
jurídicas
públicas
(estatales).
Pueden
ser
de
dos
tipos:
• Relaciones
entre
entidades
estatales
pertenecientes
a
una
misma
esfera
de
competencia.
• Relaciones
entre
distintas
esferas
de
competencia.
• Conflictos
entre
entidades
estatales
que
actúan
en
una
misma
esfera
de
competencia
constitucional:
La
resolución
del
mismo
compete
al
Poder
Ejecutivo
por
aplicación
del
principio
que
fluye
del
Art.
99.1
CN.
o Lo
propio
acontece
en
el
ámbito
de
cada
provincia
en
lo
que
concierne
competencia
del
órgano
gobernador.
En
principio,
no
puede
aceptarse
la
posibilidad
de
que
los
tribunales
judiciales
conozcan
en
esta
clase
de
conflictos.
• Conflictos
entre
personas
públicas
estatales
pertenecientes
a
diferentes
esferas
de
gobierno:
El
órgano
con
competencia
originaria
y
exclusiva
para
dirimirlo
es
la
CSJN,
por
aplicación
del
Art.
117
CN.
Régimen
jurídico
En
principio
deberíamos
postular
que
los
conflictos
en
las
relaciones
interorgánicas
son
resueltos
por
el
superior
jerárquico
(ya
que
se
trata
de
órganos
de
una
misma
persona)
y
en
las
relaciones
interadministrativas
por
la
justicia
(ya
que
se
trata
de
dos
personas
distintas).
115
Sin
embargo,
la
resolución
de
conflictos
interadministrativos
entre
entes
nacionales
está
sujeta
a
los
mismos
principios
y
normas
que
las
controversias
interorgánicas.
Esto
surge
de
la
Ley
19.983
que
veremos
seguidamente.
• No
habrá
lugar
a
reclamación
cuando
el
monto
objeto
del
reclamo
sea
menor
a
5.000
pesos.
• Cuando
el
monto
sea
de
entre
5.000
y
50.000,
resuelve
irrecurriblemente
la
PTN.
• Cuando
la
suma
supere
los
50.000,
definirá
el
Poder
Ejecutivo.
o Estas
sumas
pueden
ser
modificadas
por
el
PEN.
De
hecho
las
actuales
fueron
fijadas
por
la
reglamentación,
ya
que
la
ley
establecía
2.000
de
mínimo
y
100.000
de
máximo.
Seguidamente
vamos
a
remitirnos
a
lo
dictaminado
por
la
Procuradora
General
en
el
Fallo
Facultad
de
Ciencias
Médicas
UNLP
c/
UNLP
(2008).
Allí
se
dijo:
1. Que
los
diferendos
entre
entidades
dependientes
de
un
superior
jerárquico
común
están
excluidos,
en
principio,
de
la
decisión
judicial
y
que,
si
bien
tal
doctrina
es
de
especial
pertinencia
para
las
distintas
reparticiones
de
un
mismo
departamento
gubernamental,
en
razón
de
la
común
gestión
de
los
asuntos
propios
de
su
competencia
institucional,
es
también
factible
en
caso
de
una
jefatura
única
de
las
entidades
afectadas.
2. Que
todo
órgano
estatal
constituye
una
de
las
tantas
esferas
abstractas
de
funciones
en
que,
se
descompone
el
poder
del
gobierno;
para
cuyo
ejercicio
concreto
es
nombrado
un
individuo
cuya
voluntad
vale
como
la
voluntad
del
gobierno,
en
tanto
dicho
sujeto
está
autorizado
para
"querer"
en
nombre
del
todo,
dentro
del
ámbito
de
su
competencia.
Y,
aunque
no
se
pueda
negar
la
subjetividad
del
órgano
(es
decir,
su
capacidad
de
ser
sujeto
y
centro
de
relaciones
interorgánicas),
ella
existe
solamente
dentro
de
la
personalidad
del
Estado,
que
es
única
y
la
única
que
se
refleja
hacia
el
exterior
de
tal
forma
que
no
puede
ser
atacada
por
la
limitada
subjetividad
de
los
órganos,
pues
ésta
en
ningún
caso
podrá
ser
considerada
como
verdadera
y
propia
personalidad
jurídica,
ya
que
a
este
concepto
debe
dársele
un
contenido
que
se
refleje
hacia
el
exterior,
frente
a
sujetos
extraños,
que
falta
en
el
caso
de
los
órganos.
3. Que
los
órganos
no
poseen
personalidad
jurídica,
pero
sí
una
cierta
subjetividad,
que
conlleva
un
grado
limitado
de
capacidad
autónoma
de
actuación
en
el
exclusivo
marco
de
las
relaciones
interorgánicas.
4. Que
en
las
relaciones
interorgánicas
no
se
contraponen
los
fines
o
intereses
de
dos
personas
distintas
sino,
en
todo
caso,
los
de
dos
órganos
de
una
misma
persona,
que
no
se
encuentra
habilitada
para
litigar
contra
ella
misma.
5. Que
este
principio
general
que
impide
que
un
órgano
inferior
reclame
contra
un
órgano
superior
cede
cuando
el
superior
administrativo
afecta
al
subordinado
contrariando
lo
116
dispuesto
en
una
norma
que,
emanada
de
un
poder
superior
a
ambos,
le
confiere
al
inferior
aquello
que
el
subordinante
le
niega.
a. En
el
caso,
la
Universidad
(subordinante)
le
negaba
a
la
Facultad
(subordinada)
la
posibilidad
de
fijar
un
régimen
de
admisión,
contrariando
de
esta
manera
a
la
Ley
que
autoriza
a
las
Facultades
que
cumplen
ciertas
condiciones
a
fijar
su
propio
régimen
de
ingreso.
6. Que,
si
el
superior
administrativo
se
excede
de
las
competencias
que
determinan
su
aptitud
legal
para
obrar,
el
inferior
puede
recurrir
a
sede
judicial
para
reclamar
el
cumplimiento
normativo,
toda
vez
que
la
decisión
adoptada
por
el
superior
es
contraria
a
una
norma
de
carácter
legal
y,
por
tanto,
susceptible
de
ser
revisada
judicialmente.
Engloba
la
actividad
de
los
órganos
superiores
del
Estado
respecto
de
aquellas
relaciones
que
hacen
a
la
subsistencia
de
las
instituciones
esenciales
que
organiza
la
Constitución.
Además
es
un
acto
que
no
produce
efectos
jurídicos
directos
respecto
de
los
particulares
administrados,
operando
consecuencias
de
órganos
del
Estado
o
entidades
estatales.
La
CSJN
considera
que
quedan
excluidos
de
toda
revisión
judicial
(son
cuestiones
políticas
no
judiciables).
Fundamento
constitucional
El
fundamento
constitucional
de
los
actos
institucionales
se
encuentra
en
el
Art.
3
CN
que
habla
de
las
autoridades
que
ejercen
el
gobierno
federal.
Casos
• Intervención
federal
a
las
provincias:
Prescripta
en
el
artículo
6
de
la
Constitución.
La
determinación
de
las
condiciones
para
decretar
o
extinguir
(en
todos
los
supuestos)
el
acto
que
dispone
la
intervención
federal
a
una
provincia
le
compete
exclusivamente
a
los
órganos
constitucionales
de
carácter
político
que
integran
el
Gobierno
Federal.
o En
el
Fallo
Orfila
la
CSJN
sostuvo
que
“el
poder
otorgado
en
la
Constitución
al
Gobierno
Nacional
para
intervenir
una
provincia
ha
sido
implícitamente
conferido
al
Congreso.
Que
la
facultad
ejercitada
por
el
Congreso
al
sancionar
la
ley
mencionada
es
de
orden
netamente
político,
y
por
consiguiente,
de
la
exclusiva
incumbencia
de
los
poderes
legislativo
y
ejecutivo
de
la
Nación.
Esta
Corte
no
se
encuentra
pues
autorizada
para
examinar
los
hechos
que
han
conducido
a
la
decisión
contenida
en
ley,
porque
saldría
de
la
órbita
que
le
está
delimitada
por
la
Carta
fundamental
e
invadiría
el
campo
propio
de
los
otros
poderes
del
Estado.
La
intervención
de
una
provincia
por
órgano
competente
es
un
acto
político
no
justiciable,
habiéndose
decidido
retiradamente
al
respecto
que
todos
los
casos
de
intervenciones
a
las
117
provincias
han
sido
resueltos
y
ejecutados
por
el
poder
político,
esto
es,
por
el
Congreso
y
el
Poder
Ejecutivo.
• Declaración
del
estado
de
sitio:
El
Art.
23
CN
establece
que
corresponde
al
Gobierno
Federal.
En
principio,
corresponde
al
Congreso,
y
al
Poder
Ejecutivo,
durante
el
receso
(artículo
75,
inciso
29).
• Designación
de
diputados
y
senadores:
Conforme
al
Art.
64
CN
cada
Cámara
es
juez
de
las
elecciones,
derechos,
títulos
de
sus
miembros
en
cuanto
a
su
validez.
• Nombramiento
de
los
jueces
de
la
CSJN:
El
acto
por
el
cual
el
Poder
Ejecutivo
designa
a
los
magistrados
de
la
CSJN,
con
acuerdo
del
senado
implica
también
un
acto
institucional
no
judiciable.
• Otros
casos:
La
declaración
de
guerra
y
todos
los
actos
dictados
en
ejercicio
de
los
poderes
militares
del
Presidente;
la
celebración
de
determinados
tratados
internacionales;
la
autorización
que
otorga
el
Congreso
para
la
entrada
de
tropas
extranjeras
y
salida
de
fuerzas
nacionales;
los
actos
que
vinculan
al
Poder
Ejecutivo
con
el
Congreso:
convocatoria
y
prórroga
de
sesiones
ordinarias,
convocatoria
a
sesiones
extraordinarias,
promulgación
y
veto
de
las
leyes.
Cuando
la
actividad
administrativa
tiende
sólo
de
manera
indirecta
y
mediata
al
logro
de
las
finalidades
de
interés
público,
esa
actividad
estará
o
podrá
estar,
por
lo
menos
en
lo
que
se
refiere
a
su
objeto,
regida
por
el
derecho
privado,
sin
perjuicio
de
que
una
parte
de
ella
(competencia
del
órgano
administrativo,
voluntad
y
forma
del
acto)
deba
seguir
siendo
regida
por
el
derecho
público,
conforme
corresponda.
Se
trata,
en
estos
casos,
de
actividades
que
los
particulares,
por
lo
general,
también
pueden
cumplir
y
que
están
regidas
por
el
derecho
común,
existiendo,
asimismo,
una
serie
de
situaciones
intermedias,
en
las
cuales
se
podrá
aplicar,
con
mayor
o
menor
amplitud,
el
derecho
público
o
el
derecho
privado,
y
que
no
alteran
el
criterio
sentado.
En
ambos
casos,
la
finalidad
buscada
es
la
misma
(el
interés
público)
pero
la
manera
como
se
procura
alcanzarla
es
distinta
(directa
e
inmediata
en
unos
supuestos,
indirecta
y
mediata
en
los
otros),
razón
por
la
cual
las
modalidades
del
régimen
son
también
diferentes.
118
Bolilla
13
El
procedimiento
administrativo.
119
El
procedimiento
administrativo
El
procedimiento
administrativo
es
la
forma
a
través
de
la
cual
se
expresa,
ordenada
y
sistemáticamente,
la
voluntad
administrativa.
Es
el
cauce
formal
de
la
actividad
administrativa.
Puede
decirse
que
la
tensión
que
subyace
en
todo
el
ordenamiento
jurídico
administrativo
entre
prerrogativa
y
garantía,
eficacia
y
seguridad,
interés
público
y
particular,
adquiere
su
máxima
relevancia
en
la
regulación
del
procedimiento
administrativo.
El
procedimiento,
en
su
carácter
de
forma,
debe
asegurar,
por
un
lado,
la
eficacia
de
la
gestión
de
la
Administración,
y,
por
otro,
el
respeto
de
los
derechos
e
intereses
particulares.
En
nuestro
ordenamiento
jurídico
se
encuentra
regulado
en
la
Ley
Nacional
de
Procedimientos
Administrativos
Nro.
19.549
reglamentada
por
Decreto
1759/72
(texto
ordenado
en
1991),
que
contiene:
• Régimen
jurídico
del
acto
administrativo
(vgr.
elementos,
arts.
7°
y
8°;
caracteres,
art.
12;
vicios
y
nulidades,
arts.
14,
15
y
16;
extinción
arts.
17,
18
y
21,
etc.).
• Normas
relativas
al
régimen
contencioso
administrativo
(título
IV).
• Régimen
del
procedimiento
administrativo,
contemplado
tanto
en
la
ley
como
en
su
reglamentación,
y
respecto
del
cual
cabe,
a
su
vez,
diferenciar
entre:
o Principios
generales
o
básicos
del
procedimiento,
consignados
fundamentalmente
en
la
ley
(art.
1°)
y,
en
menor
medida,
en
el
reglamento
(vgr.
arts.
2,
4,
5,
38,
46,
48,
y
70).
o Normas
referidas
al
trámite
procesal
propiamente
dicho,
incluidas
en
la
reglamentación
(títulos
I
al
VII).
o Regulación
integral
de
los
recursos
y
las
reclamaciones
administrativas
(arts.
22,
24,
30
y
ss.
de
la
LNPA
y
Título
VIII
del
RLNPA).
Se
ha
sostenido
que
el
procedimiento
administrativo
cumple
una
"función
de
garantía",
al
proteger
tanto
al
interés
público
como
al
particular
frente
a
la
ilegitimidad
o
inconveniencia
del
obrar
de
la
Administración
Pública,
siendo
sus
principios
susceptibles
de
protección
judicial.
Y
si
ésta
consiste,
pues,
en
la
satisfacción
del
bien
común
de
modo
directo
e
inmediato,
la
secuencia
de
actos
que
integran
el
procedimiento
deberá
regularse
por
principios
ordenados
a
ese
modo
de
gestión.
120
En
el
ámbito
de
esos
principios
es
posible
distinguir
los
genéricos
por
antonomasia,
por
un
lado,
de
los
estrictamente
procedimentales,
por
el
otro.
Los
primeros
son
aquellos
que
poseen
un
valor
informador
del
ordenamiento
jurídico
en
general
y
del
administrativo
en
particular,
y
son
importantes
tanto
para
resolver
situaciones
particulares,
como
para
derivar
de
ellos
principios
específicamente
procesales
(v.gr.
juridicidad;
debido
procedimiento
previo).
Los
segundos,
de
carácter
estrictamente
procedimental,
pueden
estar,
o
no
(v.gr.
gratuidad),
consagrados
en
la
legislación
o
resultar
inferibles
de
ésta
(v.gr.
el
particular
como
colaborador).
Esto
permite
incluir
a
cuestiones
no
propuestas
por
los
interesados,
superando
las
restricciones
cognoscitivas
que
surjan
de
lo
no
expuesto
por
las
partes,
lo
cual
incluso
podría
derivar
en
una
reformatio
in
peius,
sin
perjuicio
del
debido
respeto
de
los
derechos
adquiridos.
Esto
no
aplica
en
los
casos
en
los
cuales
el
procedimiento
responda
solo
al
interés
privado
de
los
particulares,
quienes
ahí
si
deberán
actuar.
La
caducidad
no
atenta
contra
este
principio
siempre
que
esté
regulada
coherentemente
para
casos
donde
no
esté
comprometido
de
ningún
modo
el
interés
público.
Informalismo
La
CSJN
ha
dicho
que
en
nuestro
sistema
no
hay
estructuras
sacramentales
para
los
reclamos
efectuados
por
la
vía
administrativa
sino
que
se
admite
el
principio
del
informalismo
a
favor
del
121
administrado,
en
virtud
del
cual
el
particular
puede
actuar
sin
patrocinio
letrado,
de
modo
que
es
el
propio
ordenamiento
el
que
ofrece
mecanismos
tuitivos
de
la
defensa
en
juicio
y
el
debido
proceso.
La
doctrina
coincide
en
que
es
más
adecuado
hablar
de
formalismo
moderado,
atento
a
que
no
se
puede
llegar
al
extremo
de
que
las
peticiones
de
los
administrados
se
formulen
con
tal
laxitud
y
vaguedad
que
la
Administración
no
tenga
elementos
de
juicio
suficientes
para
acceder
o
denegar
lo
solicitado.
El
"informalismo"
no
es
inexigibilidad
de
formas,
sino
sólo
relativización
de
ellas
en
beneficio
inmediato
de
los
administrados,
siempre
que
no
sean
esenciales,
ni
afecten
al
interés
público
o
administrativo
ni
a
derechos
de
terceros.
La
CSJN
ha
resuelto
que
el
recurrente
administrativo
concurre
como
colaborador
en
la
elaboración
de
la
decisión
administrativa
aun
cuando
defiende
sus
derechos
subjetivos,
derivando
de
esa
categorización
del
particular
las
reglas
del
informalismo
y
la
impulsión
de
oficio.
El
administrado
no
es
un
litigante,
ni
siquiera
en
los
procedimientos
recursivos
o
de
reclamación
y,
en
relación
con
él,
la
Administración
no
es
un
tercero
llamado
a
decidir,
como
Juez,
acerca
de
sus
derechos
o
intereses.
El
particular
debe
ser
considerado
un
colaborador
de
la
autoridad
administrativa
y,
desde
esa
perspectiva,
valorarse
la
significación
de
sus
incumplimientos
formales
no
esenciales.
Alguna
parte
de
la
doctrina
considera
que
entre
debido
procedimiento
previo
y
debido
proceso
adjetivo
existe
una
relación
de
género-‐especie.
En
este
sentido,
afirman
que
el
particular
no
sólo
se
defiende
frente
al
accionar
de
la
Administración
pues
también
colabora
con
ella
en
la
gestión
pública
a
través
de
su
participación
en
procedimientos
garantizadores
no
sólo
de
su
propio
interés,
sino
también
de
la
legalidad
y
eficacia
del
accionar
administrativo),
por
ejemplo
en:
122
Celeridad,
economía,
eficacia
y
sencillez
en
los
trámites
Los
trámites
deben
efectuarse
con
celeridad,
economía,
sencillez
y
eficacia.
Los
plazos
El
cumplimiento
de
los
plazos
es
obligatorio
tanto
para
los
interesados
como
para
la
administración.
Pero
ello
no
obsta
a
que
los
plazos
puedan
ser
prorrogados,
dado
que
no
son
perentorios
ni
revisten
el
mismo
carácter
que
el
correspondiente
al
derecho
procesal.
Los
plazos
establecidos
en
días
se
deben
contar
por
días
hábiles
administrativos
y
computarse
a
partir
del
día
administrativo
hábil
siguiente
a
la
notificación.
Son
susceptibles
de
interrupción
(se
comienza
a
contar
de
nuevo)
o
de
suspensión
(se
sigue
contando
desde
lo
ya
transcurrido).
Las
partes
En
el
proceso
administrativo
son
parte
los
administrados
con
capacidad
y
legitimación
(parte
interesada),
y
la
administración
pública.
Capacidad
La
capacidad
es
la
aptitud
para
adquirir
derechos
y
contraer
obligaciones.
En
el
ámbito
administrativo
es
más
amplia
que
en
el
ámbito
civil
(por
ejemplo,
los
sordomudos
pueden
actuar
con
intérprete
sin
necesidad
de
representante,
y
ciertos
menores
de
edad
también
son
admitidos).
Legitimación
La
legitimación
es
la
potestad
de
reclamar
frente
a
una
lesión
de
un
derecho
subjetivo
o
interés
legítimo
propio.
En
los
últimos
tiempos
se
ha
admitido
la
legitimación
de
asociaciones
civiles
en
defensa
de
los
intereses
de
sus
asociados,
sobre
todo
cuando
se
ven
afectados
por
actos
de
alcance
general.
123
Participación
ciudadana
y
procedimiento
admin.
Refiere
a
las
audiencias
públicas
y
mecanismos
análogos.
Distinción
El
recurso
administrativo
o
procedimiento
recursivo
es
una
especie
dentro
del
género
procedimiento
administrativo,
que
comprende
a
los
recursos
pero
no
se
agota
en
ellos.
Desde
el
punto
de
vista
subjetivo
es
un
acto
realizado
por
quien
resulta
habilitado
por
el
ordenamiento
para
emplear
aquel
instrumento
con
el
fin,
precisamente,
de
lograr
la
protección
de
los
valores
que
inspiran
su
otorgamiento.
En
tanto
acto,
se
lo
puede
definir
como
aquel
que
regulado
por
el
derecho
administrativo,
realiza
quien
alega
un
derecho
subjetivo
o
un
interés
legítimo,
con
el
fin
de
requerir
a
la
autoridad
administrativa,
dentro
del
plazo
fijado,
la
extinción
o
sustitución,
total
o
parcial,
de
un
acto
administrativo
por
razones
de
legitimidad
o
bien
de
oportunidad,
mérito
o
conveniencia.
• los
actos
unilaterales
de
alcance
particular
(acto
administrativo
stricto
sensu),
• los
actos
unilaterales
de
alcance
general
(reglamentos),
• los
actos
bilaterales
(contratos
administrativos).
124
Actos
unilaterales
de
alcance
particular
Los
actos
unilaterales
de
efectos
particulares,
a
los
cuales
circunscribimos
la
noción
técnica
estricta
de
acto
administrativo,
no
originan
mayor
cuestión
y,
respecto
de
ellos,
no
existe
debate
sobre
su
impugnabilidad
por
la
vía
recursiva
variando
sólo
el
recurso
procedente
según
la
clase
de
actos
de
que
se
trate:
definitivos,
equiparables
a
éstos
o
interlocutorios
o
de
mero
trámite.
Impugnación
directa
En
relación
con
este
modo
de
impugnación
que
implica
cuestionar
el
reglamento
aun
antes
de
su
aplicación
a
través
de
actos
de
alcance
particular,
la
mayor
parte
de
la
doctrina
y
la
actual
doctrina
de
la
Procuración
del
Tesoro
de
la
Nación,
sólo
aceptan
su
procedencia
por
la
vía
del
reclamo
impropio.
Según
esta
posición,
una
adecuada
hermenéutica
de
la
LNPA
y
su
Reglamentación
llevan
a
sostener
que
en
ese
plexo
normativo
se
estableció
un
doble
sistema
para
la
impugnación
de
la
actuación
administrativa:
uno,
para
los
actos
de
alcance
particular
consistente
en
el
otorgamiento
de
recursos
administrativos
que
exigen
su
agotamiento
para
habilitar
la
ocurrencia
ante
el
Poder
Judicial;
y
otro,
diferente,
para
la
impugnación
directa
de
los
actos
de
alcance
general
a
través
de
un
reclamo
impropio
y
su
denegatoria
irrecurrible,
único
recaudo
para
acceder
a
la
vía
judicial.
La
decisión
expresa
es
irrecurrible
en
sede
administrativa
y
está
sometida
al
pertinente
plazo
de
caducidad
para
accionar
judicialmente.
125
Impugnación
indirecta
Es
la
que
se
deduce
contra
el
acto
de
alcance
general,
pero
a
través
del
acto
de
alcance
particular
que
le
da
aplicación.
En
esta
situación
se
podrá
acudir
a
cualquiera
de
los
recursos
ordinarios
según
sea
la
autoridad
emisora
del
reglamento,
a
la
cual
corresponderá
resolverlos.
Actos
preparatorios
Las
medidas
preparatorias
de
decisiones
administrativas,
es
decir,
las
que
no
expresan
la
voluntad
administrativa,
pero,
sin
embargo,
concurren
a
formarla,
inclusive
informes
y
dictámenes,
aunque
sean
de
requerimiento
obligatorio
y
efecto
vinculante,
no
son
recurribles.
Sólo
cabría
hacer
excepción
respecto
de
ciertos
actos
preparatorios
que
generen
indefensión.
La
Procuración
del
Tesoro
de
la
Nación
asignó
el
carácter
de
acto
administrativo
y
consideró,
por
tanto,
objeto
posible
del
recurso
de
reconsideración,
al
dictamen
de
una
Dirección
General
de
Asuntos
Jurídicos
que
generó
la
caducidad
automática
del
procedimiento
provocando
el
archivo
consecuente
de
las
actuaciones.
En
estos
casos,
procederá,
entonces,
si
se
opta
por
la
vía
previa
administrativa,
innecesaria
en
los
dos
casos,
acudir
a
la
vía
del
reclamo
prevista
en
el
Art.
30
LNPA
(reclamo
previo
a
la
demanda
judicial).
Sin
embargo,
no
interrumpe
la
ejecutoriedad
salvo
que
una
norma
expresa
y
concreta
así
lo
disponga,
o
si
la
autoridad
administrativa
lo
decide
ante
el
recurso
interpuesto.
126
La
vista
de
las
actuaciones
administrativas
La
vista
es
un
modo
de
acceso
al
expediente
vital
para
que
la
garantía
del
debido
procedimiento
previo
en
general,
y
del
debido
proceso
adjetivo
en
especial,
sean
una
realidad
y
no
una
mera
proclamación
jurídico
formal
vaciada
de
contenido.
El
pedido
de
vista,
dispone
la
citada
norma,
se
puede
hacer
verbalmente
y
se
concederá
sin
necesidad
de
resolución
expresa
al
efecto.
Si
a
los
efectos
de
articular
un
recurso
administrativo,
la
parte
interesada
necesitare
tomar
vista
de
las
actuaciones,
queda
suspendido
el
plazo
para
recurrir
durante
el
tiempo
que
se
le
conceda
al
efecto.
La
actuación
verbal
del
administrado
(pedido
de
vista)
que
provoca
el
dictado
de
un
acto
administrativo
verbal
o
tácito
de
la
Administración
(concesión
de
la
vista)
tiene
la
capacidad
de
interrumpir
los
plazos,
tanto
para
recurrir
como
para
que
se
produzca
la
caducidad
correspondiente.
Si
el
recurso
es
admitido,
el
efecto
estará
dado
por
la
resolución
que
se
adopte
(ratificación,
saneamiento,
etc.).
127
fundamentos
de
ilegitimidad
o
de
oportunidad,
lo
modifique,
sustituya
o
revoque
por
contrario
imperio.
Procedencia
Procede
contra
actos
definitivos
o
equiparables
a
ellos
y
contra
los
interlocutorios
o
de
mero
trámite
que
lesionen
un
derecho
subjetivo
o
un
interés
legítimo.
Se
debe
deducir
dentro
de
los
diez
días
hábiles
administrativos
de
la
notificación
del
acto,
ante
el
mismo
órgano
que
lo
dictó
el
que
debe
resolverlo
dentro
de
los
treinta
días
hábiles
administrativos
computados
a
partir
de
su
interposición
o,
en
su
caso,
de
la
presentación
del
alegato
o
del
vencimiento
para
hacerlo
si
se
hubiere
producido
prueba.
Si
no
fuere
resuelto
dentro
del
plazo
indicado,
el
interesado
puede
reputarlo
denegado
tácitamente
sin
necesidad
de
requerir
pronto
despacho.
Si
el
acto
impugnado
se
hubiera
dictado
por
delegación
el
recurso
debe
ser
resuelto
por
el
delegado,
sin
perjuicio
del
derecho
de
avocación
del
delegante;
pero
si
la
delegación
hubiere
cesado
al
tiempo
de
deducirse
el
recurso,
debe
ser
resuelto
por
el
órgano
titular
de
la
competencia.
Debe
resolverse
dentro
de
los
30
días
hábiles
administrativos,
que
se
computan
desde
el
día
siguiente
a
la
interposición
si
no
se
presentó
prueba
o
desde
el
día
siguiente
a
la
presentación
del
alegato
si
se
presentó
prueba.
Otras consideraciones
El
recurso
de
reconsideración
no
procede
respecto
del
acto
que
resuelve
el
reclamo
impropio
interpuesto
contra
un
Reglamento.
128
Recurso
jerárquico
El
recurso
jerárquico
es
el
medio
de
impugnación
que
permite
al
administrado
recurrir
ante
el
superior
jerárquico
para
que
revise
la
decisión
del
inferior
jerárquico,
para
que
éste
revoque,
suspenda
o
modifique
un
acto
administrativo
que
haya
lesionado
un
derecho
subjetivo
o
interés
legítimo
del
recurrente.
Procedencia
Procede
contra
todo
acto
administrativo
definitivo
o
que
impida
totalmente
la
tramitación
del
reclamo
o
pretensión
del
administrado.
Se
interpone
ante
la
autoridad
que
emitió
el
acto
impugnado,
que
lo
eleva
ante
quien
debe
resolverlo
dentro
de
los
cinco
días
de
interpuesto.
La
PTN
considera
que
el
JGM
no
resuelve
recursos
de
ministros,
sino
que
estos
pasan
directamente
al
PEN.
Debe
resolverse
dentro
de
los
30
días
hábiles
administrativos,
que
se
computan
desde
la
recepción
de
las
actuaciones
si
no
se
presentó
prueba
o
desde
la
presentación
del
alegato
si
se
presentó
prueba.
Otras consideraciones
Dispone
el
Reglamento
de
Procedimientos
que
se
debe
requerir
la
intervención
de
la
Procuración
del
Tesoro
de
la
Nación,
cuando
el
recurso
jerárquico
se
hubiere
interpuesto
contra
resolución
del
Ministro
o
Secretario
de
la
Presidencia
de
la
Nación;
cuando
corresponda
establecer
jurisprudencia
administrativa
uniforme;
cuando
el
interés
económico
comprometido
requiera
su
atención
o
cuando
el
Poder
Ejecutivo
lo
estime
conveniente
para
resolver
el
recurso.
129
Recurso
de
alzada
El
recurso
de
alzada
es
el
medio
de
impugnación
que
el
administrado
puede
interponer
contra
actos
administrativos
emanados
del
órgano
superior
de
un
ente
autárquico,
para
que
el
mismo
sea
resuelto
por
el
Ministro
o
Secretario
de
la
jurisdicción
en
que
actúa
dicho
ente.
Procedencia
Procede
contra
los
actos
administrativos
definitivos
o
que
impiden
totalmente
la
tramitación
del
reclamo
o
pretensión
del
recurrente,
emanados
del
órgano
superior
de
un
ente
autárquico.
El
recurso
se
debe
interponer
ante
la
autoridad
que
dictó
el
acto
impugnado
dentro
de
los
quince
días
de
notificado,
quien
lo
eleva
ante
quien
debe
resolverlo
en
el
plazo
de
cinco
días.
Debe
resolverse
dentro
de
los
30
días
hábiles
administrativos,
que
se
computan
desde
la
recepción
de
las
actuaciones
si
no
se
presentó
prueba
o
desde
la
presentación
del
alegato
si
se
presentó
prueba.
Otras consideraciones
Cualquiera
fuera
la
autoridad
competente
para
resolver
el
recurso
de
alzada
él
debe
tramitar
y
sustanciar
íntegramente
en
sede
del
Ministerio
o
Secretaría
de
la
Presidencia
en
cuya
jurisdicción
actúe
el
órgano
emisor,
en
la
cual
se
debe
recibir
la
prueba
estimada
pertinente
y
recabar
obligatoriamente
el
dictamen
del
servicio
jurídico.
La
opción
por
esta
vía
administrativa
no
impide,
de
acuerdo
con
el
régimen
vigente,
desistir
de
ella
para
acudir
a
la
Justicia,
ni
obsta
para
que
agotada
aquélla
con
la
resolución
del
recurso
se
acuda
a
ésta;
pero
la
opción
por
la
promoción
de
la
acción
judicial
hace
perder
la
vía
administrativa.
Asimismo,
este
recurso
no
es
requisito
para
la
habilitación
de
la
vía
judicial,
a
la
cual
el
administrado
puede
recurrir
directamente.
130
Procedencia
Procede
contra
actos
definitivos,
firmes,
en
los
excepcionales
supuestos
previstos
en
los
cuatro
incisos
de
la
norma
examinada:
En
ese
sentido,
la
PTN
ha
expresado
que
el
recurso
de
revisión
"es
de
carácter
excepcional
y,
como
regla
general,
resulta
viable
en
ausencia
de
otros
medios
recursivos
ordinarios".
Al
no
estar
previsto
en
la
ley,
se
discute
cuál
es
el
plazo
con
que
cuenta
la
Administración
para
resolverlo.
Comadira
entiende
que
el
plazo
es
de
60
días
desde
la
interposición
(plazo
general
del
Art.
10
LNPA).
No
es
en
rigor
un
recurso,
porque
si
la
contradicción
o
la
omisión
que
se
intentan
subsanar
hacen
a
la
sustancia
del
acto,
afectando
su
validez
como
tal,
el
camino
adecuado
para
ello
debe
ser,
precisamente,
el
del
recurso
administrativo
que
corresponda.
Procedencia
131
Plazo
y
lugar
de
interposición
Dentro
de
los
5
días
computados
desde
la
notificación
del
acto
definitivo,
ante
la
autoridad
que
lo
dictó.
Otras consideraciones
El
RLNPA
prevé
que
en
cualquier
momento
se
rectifiquen
los
errores
materiales
o
de
hecho
y
los
aritméticos,
siempre
que
la
enmienda
no
altere
lo
sustancial
del
acto
o
decisión.
Esta
posibilidad
ya
había
sido
advertida
por
la
Corte
Suprema
en
la
causa
Carman
de
Cantón
cuando
se
refirió
a
la
posibilidad
de
que
la
autoridad
administrativa
corrija
errores
aritméticos
o
materiales
de
su
actos,
mas
no
conceptos
(considerando
6º).
Esta
alternativa,
que
puede
ser
utilizada
oficiosamente
por
la
administración,
pero
que
nada
impide
que
también
se
la
tramite
a
pedido
de
parte,
no
excede
el
alcance
de
la
rectificación
estrictamente
externa,
con
exclusión
de
toda
posibilidad
de
incursión
sobre
eventuales
vicios
internos
de
la
voluntad
administrativa
que
la
comprometan
como
tal.
La
reclamación
en
queja
es
el
medio
conferido
al
administrado
para
reclamar
contra
los
defectos
de
tramitación
e
incumplimiento
de
los
plazos
legales
o
reglamentarios
en
que
se
incurriere
durante
el
procedimiento
y
siempre
que
tales
plazos
no
se
refieran
a
los
fijados
para
la
resolución
de
recursos.
Consideraciones generales
La
queja
se
debe
resolver
dentro
de
los
cinco
días,
sin
otra
sustanciación
que
el
informe
circunstanciado
que
se
requerirá
si
fuere
necesario
y,
en
ningún
caso,
suspende
la
tramitación
del
procedimiento
en
que
se
haya
producido,
siendo
la
decisión
que
en
ella
recaiga
irrecurrible.
Por
eso,
se
la
debe
diferenciar
con
claridad
del
recurso
de
queja,
no
contemplado
expresamente
ni
en
la
LNPA
ni
en
su
Reglamento,
pero
sin
duda
existente
como
inherente
al
procedimiento
administrativo.
132
El
reclamo
administrativo
previo
Originalmente
era
requisito
necesario
para
demandar
a
la
Nación,
la
venia
legislativa
previa
que
debía
otorgar
el
Congreso
de
la
Nación.
A
partir
de
la
Ley
3952,
para
que
el
juez
diera
curso
a
la
demanda
contra
la
Nación,
el
demandante
debía
acreditar
que
había
formulado
“la
reclamación
del
derecho
controvertido
ante
el
Poder
Ejecutivo”,
y
su
denegatoria.
La
reclamación
se
constituyó,
así,
en
un
presupuesto
procesal
o
requisito
de
admisibilidad
de
la
demanda
que
vino,
de
todos
modos,
a
ampliar
la
posibilidad
de
acceso
a
la
jurisdicción.
El
Art.
30
LNPA
regula
el
reclamo
administrativo
previo
a
la
demanda
judicial
que
es
un
remedio
que
se
acuerda
al
particular
orientado
siempre
a
lograr
el
restablecimiento
de
la
juridicidad
en
la
Administración
Pública
cuando
su
orden
ha
sido
vulnerado.
Art.
30
LNPA.
El
Estado
nacional
o
sus
entidades
autárquicas
no
podrán
ser
demandados
judicialmente
sin
previo
reclamo
administrativo
dirigido
al
Ministerio
o
Secretaría
de
la
Presidencia
o
autoridad
superior
de
la
entidad
autárquica,
salvo
cuando
se
trate
de
los
supuestos
de
los
artículos
23
y
24
(supuestos
de
impugnación
judicial).
El
reclamo
versará
sobre
los
mismos
hechos
y
derechos
que
se
invocarán
en
la
eventual
demanda
judicial
y
será
resuelto
por
las
autoridades
citadas.
Procedencia
Procede contra todo acto de la administración que viole el principio de juridicidad.
El
plazo
para
resolverlo
es
de
90
días,
a
cuyo
término
debe
interponerse
pronto
despacho,
pasados
45
días
sin
resolución,
queda
habilitada
la
vía
judicial,
ya
que
se
produce
el
“silencio
habilitante”
de
aquélla.
Otras consideraciones
La
denegatoria
expresa
del
reclamo
no
puede
ser
recurrida
en
sede
administrativa,
regla
que
también
parece
derivarse
del
art.
73
de
la
RLNPA.
Se
considera
que
esta
regla
fue
impuesta
por
el
legislador
a
fin
de
profundizar
la
distinción
tajante
entre
la
vía
recursiva
y
la
reclamatoria.
El
reclamo
impropio
contra
actos
de
alcance
general
Ante
la
entrada
en
vigor
de
un
acto
de
alcance
general
que
necesita
de
actos
individuales
de
aplicación,
quien
estime
que
viola
sus
derechos
puede
acudir
primera
y
directamente
–
antes
de
que
se
produzca
hacia
él
un
acto
individual
de
aplicación
(pero
que
sea
inminente)
–
al
reclamo
“impropio”.
Este
reclamo
está
mencionado
en
el
Artículo
24.A
LNPA,
aunque
no
está
regulado
ni
reglamentado
en
detalle.
El
Artículo
sólo
menciona
que
si
ese
reclamo
no
se
resuelve,
queda
expedita
la
vía
judicial.
Art.
24.A
LNPA.
El
acto
de
alcance
general
será
impugnable
por
vía
judicial
cuando
un
interesado,
a
quien
el
acto
afecte
o
pueda
afectar
en
forma
cierta
e
inminente
en
sus
derechos
subjetivos,
haya
formulado
reclamo
ante
la
autoridad
que
lo
dictó
y
el
resultado
fuere
adverso
o
se
diere
alguno
de
los
supuestos
previstos
en
el
artículo
10
(silencio).
Debe
ser
presentado
ante
la
autoridad
que
haya
dictado
el
acto
dentro
de
los
60
días;
y
si
ésta
no
resuelve
favorablemente
en
el
plazo
de
60
días,
el
reclamante
tiene
expedita
la
vía
judicial,
debiendo
entablar
la
acción
dentro
de
los
90
días
de
notificado
de
la
denegatoria
expresa.
En
cuanto
a
su
naturaleza
jurídica
participa
de
algunas
notas
propias
de
los
recursos,
como
la
de
ser
deducida
por
quienes
están
legitimados
para
interponer
a
éstos
y
se
sustancia
por
los
mismos
trámites.
Sin
embargo
no
es
un
recurso
en
sentido
propio,
porque
la
decisión
formal
que
en
ella
recaiga
será
irrecurrible
en
cuanto
al
fondo,
tanto
en
sede
administrativa
como
judicial
y
no
habilita
la
instancia
contencioso-‐administrativa.
No
es
un
reclamo,
porque
éstos
suponen
la
inexistencia
o
falencia
de
un
acto
administrativo;
tienden,
precisamente,
a
provocarlo.
134
La
denuncia
de
ilegitimidad
como
instrumento
de
control
por
la
Administración
de
la
legalidad
de
sus
propios
actos
y,
a
la
vez,
medio
de
defensa
de
los
derechos
e
intereses
de
los
particulares,
tiene
su
origen
histórico
en
la
jurisprudencia
administrativa
de
la
Procuración
del
Tesoro
de
la
Nación.
Podemos
definirlo
como
un
recurso
administrativo
impropio,
parcialmente
típico,
supletorio
del
no
usado
en
tiempo,
cuyas
notas
singulares
resultan,
por
una
parte,
de
las
pautas
regladas
de
desestimación
formal,
seguridad
jurídica
y
abandono
voluntario
del
derecho
y,
por
otra,
de
la
circunstancia
de
que
su
habilitación
no
exhuma
la
posibilidad
de
agotar
la
vía
administrativa,
perdida
por
el
transcurso
del
plazo
para
recurrir,
y,
consiguientemente,
la
de
acceder
a
la
justicia.
Su
fundamento
radica,
pues,
en
la
necesidad
de
asegurar
la
vigencia
de
la
juridicidad
y
de
proteger
los
derechos
subjetivos
e
intereses
legítimos
de
los
administrados.
La
denuncia
de
ilegitimidad
tiene,
así,
el
propósito
de
asegurar
el
control
de
la
legalidad
y
eficacia
de
la
actividad
administrativa
y,
por
su
intermedio,
el
respeto
de
los
derechos
e
intereses
de
los
administrados.
135
Bolilla
14
Control
judicial
del
Estado.
136
El
Estado
sometido
a
la
Justicia
El
Estado
de
Derecho
permite
que
en
un
país
el
ejercicio
del
poder
se
encuentre
sometido
al
Derecho.
Son
evidentes
las
ventajas
y
la
importancia
de
un
control
externo
precisamente
judicial,
realizado
desde
la
independencia
de
jueces
y
Tribunales.
La
sumisión
de
la
Administración
a
la
Ley
y
al
Derecho
es
el
marco
en
cuyo
seno
la
decisión
debe
precisamente
producirse;
y
es
garantizada
por
la
existencia
de
la
justicia
administrativa.
El
principio
de
legalidad
–
propio
del
Estado
de
Derecho
–
presupone
que
toda
violación
formal
o
material
a
la
legalidad
sea
rectificada
por
la
propia
estructura
administrativa
o
resulte
al
menos
susceptible
de
ser
impugnada
ante
quienes
tienen
a
su
cargo
el
ejercicio
de
la
función
jurisdiccional.
El
contencioso
administrativo
Para
el
conocimiento
y
la
decisión
de
las
causas
administrativas,
existe
un
tipo
especial
de
proceso,
llamado
“administrativo”
o
“contencioso
administrativo”;
que
implica
el
ejercicio
de
la
función
judicial
para
el
examen
de
las
pretensiones
administrativas.
En otras la primera instancia se daba en la Cámara, pudiendo luego llegar al TSJ.
Hay otros sistemas con doble instancia, y donde luego pueden llegar al TSJ si se dan los requisitos.
Decimos
que
la
regulación
es
parcial
porque
aun
cuando
la
decisión
administrativa
previa
como
manifestación
de
un
poder
de
autotutela,
sigue
siendo
una
técnica
sin
la
cual
la
Administración
no
podría
funcionar,
hoy
en
día
la
justicia
administrativa
es
mucho
más
que
137
un
exclusivo
proceso
al
acto
pues
se
presenta
como
un
instrumento
al
servicio
del
principio
de
la
“tutela
judicial
efectiva
de
derechos
verdaderos
de
los
ciudadanos”.
Ahora
bien,
habida
cuenta
del
indicado
vacío
normativo
en
la
materia,
el
Código
Procesal
Civil
y
Comercial
de
la
Nación
(CPCCN)
se
aplica
al
proceso
contencioso
administrativo
por
vía
analógica
con
las
adecuaciones
requeridas
por
la
naturaleza
propia
del
derecho
público,
en
lo
que
sea
compatible
con
los
principios
propios
de
esta
última
materia
y
con
las
adecuaciones
que
ella
requiere.
La
LNPA
viene,
pues,
a
cumplir
en
este
aspecto
de
su
regulación
una
de
las
funciones
que
-‐
-‐
interesa
a
una
buena
organización
y
al
interés
directo
de
los
administrados:
la
de
servir
como
procedimiento
para
los
particulares,
a
fin
de
recurrir
a
la
justicia
en
defensa
de
sus
derechos
e
intereses
legítimos.
El
citado
Título
regula
las
condiciones
de
impugnabilidad
judicial
de
los
actos
provenientes
de
la
Administración
y
el
modo
de
agotar
la
instancia
administrativa
ante
hechos
u
omisiones
estatales
y
fija,
a
ese
fin,
los
recaudos
que
condicionan
la
habilitación
de
la
instancia
judicial
en
las
causas
contencioso
administrativas.
Nuestro
sistema
se
asienta
sobre
la
base
de
un
amplio
control
del
Poder
Judicial
sobre
los
actos
de
la
Administración
Pública;
sin
embargo,
él
está
sometido
a
ciertas
condiciones
de
procedencia
de
la
acción:
agotamiento
de
la
instancia
administrativa
e
interposición
de
la
acción
judicial
(por
demanda
o
recurso)
dentro
del
plazo
breve
de
impugnación
previsto
en
la
ley.
El
propósito
de
esta
regulación
es,
por
un
lado,
que
sea
la
misma
Administración
quien
resuelva
sus
conflictos
jurídicos
y,
por
otro,
que
el
cuestionamiento
judicial
de
sus
actos
no
lleve
a
la
inseguridad
de
la
efectiva
ejecución
de
los
cometidos
administrativos
por
lo
extenso
de
sus
plazos.
En
el
fuero
federal,
esos
presupuestos
son
el
agotamiento
de
la
vía
administrativa
y
el
cumplimiento
de
los
plazos
breves
de
impugnación
previstos
en
la
LNPA.
La
declaración
de
habilitación
de
la
instancia
es
el
resultado
de
la
primera
verificación
de
la
existencia
de
los
presupuestos
procesales,
y
lo
que
se
está
decidiendo
en
ella
es
el
acceso
a
la
justicia,
mas
no
el
resultado
del
pleito
ni
la
procedencia
material
de
las
pretensiones
del
actor
o
recurrente.
138
Aun
cuando
en
el
ámbito
provincial
no
es
frecuente
el
empleo
de
la
expresión
"habilitación
de
la
instancia",
en
casi
todos
los
Códigos
se
contemplan
procedimientos
equivalentes,
bajo
los
títulos
"admisión
del
proceso"
o
"admisión
de
la
demanda"
en
los
cuales,
en
general,
el
tribunal
debe
resolver,
liminarmente,
si
la
demanda
es
o
no
procedente.
La
figura
también
aparece
en
el
derecho
comparado.
La
vinculación
del
instituto
con
figuras
similares
en
el
derecho
comparado
ha
sido
hallada
con
los
"juicios
de
admisibilidad"
de
los
derechos
español
o
uruguayo
o
con
el
denominado
"despacho
de
saneamiento"
brasileño.
La
práctica
jurisprudencial
El
control
judicial
de
la
habilitación
de
la
instancia
tramitaba
generalmente
por
vía
incidental.
Habitualmente,
interpuesta
la
demanda,
requerida
la
remisión
de
las
actuaciones
administrativas
por
el
tribunal
y
cumplida
ella
por
la
Administración,
el
juez
daba
vista
al
procurador
fiscal
para
su
dictamen
acerca
de
la
competencia
del
tribunal
y
la
habilitación
de
la
instancia.
Emitido
el
dictamen,
si
él
era
contrario
a
la
habilitación,
los
tribunales
conferían
o
no
vista
al
actor.
Evacuada
ésta,
de
haber
sido
concedida,
el
juez
resolvía
sobre
la
procedencia
o
improcedencia
de
aquélla,
en
decisión
que,
de
resultar
negativa,
podía
ser
apelada,
incluso
por
recurso
extraordinario,
mientras
que,
de
ser
favorable
a
la
habilitación,
determinaba
el
traslado
de
la
demanda.
El
sistema
funcionó
del
modo
indicado
precedentemente
hasta
que
la
CSJN
falló
en
los
autos
Cohen,
declarando
aplicable
la
doctrina
sentada
en
la
causa
Caja
Nacional
de
Ahorro
y
Seguro
c/
NCR
a
los
supuestos
en
los
que
los
tribunales
inferiores
deniegan
de
oficio.
La
Corte
decidió
que
la
denegación
de
la
habilitación
de
la
instancia
sólo
resultaba
aceptable
cuando
el
incumplimiento
de
los
requisitos
exigidos
para
la
admisibilidad
de
la
acción
fuera
planteada
por
la
demandada
dentro
de
los
plazos
y
por
la
vía
que
a
tal
efecto
dispone
el
ordenamiento
formal.
Sin embargo, la CNCAF no se encontraba de acuerdo con el criterio de la CSJN.
La
idea
resultante
es
que
un
juez
en
lo
contencioso
administrativo
no
puede
entrar
a
conocer
en
una
contienda
de
este
tipo
si
no
está
habilitada
su
jurisdicción
para
hacerlo,
porque
no
se
han
reunido
los
requisitos
de
admisibilidad.
La
posibilidad
de
revisión
oficiosa
también
aparece
ahora
habilitada
por
el
texto
del
último
párrafo
del
Art.
31
LNPA
conforme
al
cual
“los
jueces
no
podrán
dar
curso
a
las
demandas
mencionadas
en
los
arts.
23,
24
y
30
sin
comprobar
de
oficio
en
forma
previa
el
cumplimiento
de
los
recaudos
establecidos
en
esos
artículos
y
los
plazos
previstos
en
el
art.
25
y
en
el
presente”.
139
El
control
oficioso
de
la
habilitación
de
instancia
Controlar
una
actividad
supone
emitir
un
juicio
lógico
respecto
de
si
dicha
actividad
se
conforma
o
no
a
las
reglas
que
la
regulan.
Así
las
cosas,
cabe,
entonces,
preguntarse
cuál
es
el
contenido
de
la
juridicidad
que
define
el
marco
de
acción
de
la
Administración
Pública
y
que
determina,
por
ende,
la
referencia
a
la
luz
de
la
cual
procede
efectuar
su
control.
En
ese
sentido,
se
afirma
como
nota
típica
del
derecho
administrativo
su
calidad
de
régimen
exorbitante,
y
se
señala,
con
énfasis,
que
la
exorbitancia
no
importa,
al
menos
en
el
Estado
moderno,
sólo
gravitación
de
la
prerrogativa
estatal,
sino
también
de
la
correlativa
garantía
del
particular.
El
régimen
exorbitante
es,
pues,
como
se
recordó
supra,
el
intento
de
equilibrio,
de
conciliación,
o,
en
todo
caso,
con
más
realismo,
el
arbitraje
de
contenido
históricamente
variable,
entre
el
poder
y
la
libertad.
Por
eso,
son
los
jueces
quienes
están
llamados
a
custodiar
tanto
las
prerrogativas
–
en
el
caso,
mediante
el
control
oficioso
de
la
habilitación
de
instancia
–
como
las
garantías,
y
a
afirmar
una
y
otras
procurando
ese
equilibrio
entre
los
diversos
intereses
en
juego.
Criterio con el que se examina la habilitación de la instancia
Al
estar
en
juego
el
acceso
a
la
Justicia,
que
es
la
máxima
garantía
que
brinda
el
Estado
de
Derecho,
debe
obrarse
con
extrema
prudencia
en
cuanto
concierne
a
la
admisibilidad
de
las
demandas
dirigidas
a
cuestionar
los
actos
de
la
Administración,
sobre
todo,
cuando
los
presupuestos
procesales
legalmente
exigidos
no
son
de
fácil
y
objetiva
verificación
o
cuando
existen
antecedentes
administrativos
que
tornan
aplicable
la
interpretación
que
se
formula
sobre
su
eficacia
procesal
para
dejar
expedita
la
vía
judicial.
En
esos
casos
y
en
todos
aquellos
en
los
que
aparezca
un
atisbo
de
duda,
es
preferible
que
sean
las
partes
las
que
discutan
previa
y
brevemente
antes
de
adoptar
una
decisión
relativa
a
la
habilitación
de
la
instancia,
pues
el
traslado
de
la
demanda
no
puede
implicar
cerrar
la
discusión
sobre
el
tema.
140
Decisión
que
resuelve
la
habilitación:
efectos
La
decisión
que
habilitó
la
instancia
contencioso
administrativa,
luego
del
análisis
preliminar
de
sus
presupuestos
de
admisibilidad,
no
causa
preclusión
y
puede
ser
revisada
al
resolver
las
defensas
y
excepciones
de
la
accionada
en
tal
sentido.
Esto
es
así
en
atención
a
que
ella,
con
intervención
del
procurador
fiscal,
es
el
resultado
de
la
primera
verificación
de
la
existencia
de
los
presupuestos
procesales
cuya
ausencia
puede
denunciarse
posteriormente
mediante
alguna
excepción
procesal,
tales
como
la
de
litis
pendencia,
cosa
juzgada,
falta
de
acción,
incompetencia,
defecto
legal.
La
habilitación
de
la
instancia
no
puede
alterar
el
equilibrio
procesal
de
los
litigantes
en
desmedro
de
la
parte
contraria,
quien
puede
oponer
la
defensa
pertinente
hasta
el
momento
de
contestar
la
demanda.
En
el
trámite
de
la
habilitación
de
la
instancia
contencioso
administrativa
el
juez
no
actúa
de
oficio
si
resuelve
cuestiones
planteadas
por
los
procuradores
fiscales,
a
quienes
corresponde
defender
el
interés
público,
esté
afectado
o
no
el
orden
público,
y
velar
por
el
cumplimiento
de
las
leyes
y
reglamentos
de
la
materia.
Momento
hasta
el
cual
el
Estado
puede
oponer
la
inadmisibilidad
procesal
de
la
demanda
141
La
doble
vía
para
acceder
a
la
instancia
judicial
Para
la
habilitación
de
la
instancia
judicial,
es
necesario
obtener,
en
sede
administrativa,
un
acto
que
cause
estado.
Para
conseguirlo
la
LNPA
establece
un
doble
sistema:
• Vía
recursiva
o
impugnatoria
(recursos):
corresponde
a
los
casos
en
los
que
existe
una
decisión
formal
de
la
administración
o
pronunciamiento
a
través
del
dictado
de
un
acto
administrativo
de
alcance
particular.
A
los
fines
de
lograr
la
revocación,
anulación
o
modificación
de
este
último
es
necesario
haber
interpuesto
el
recurso
administrativo
y
obtenido
el
agotamiento
de
la
vía
administrativa,
ya
sea
como
resultado
de
un
nuevo
pronunciamiento
que
resuelva
el
recurso
o
a
través
de
la
invocación
del
silencio
de
la
administración
que,
como
medio
de
asegurar
el
acceso
a
la
jurisdicción
judicial,
establece
la
LNPA
en
su
art.
10
como
un
derecho
de
los
administrados.
• Vía
reclamatoria
o
reparatoria
(reclamos):
corresponde
a
las
pretensiones
de
carácter
no
impugnatorias
de
actos
administrativos,
tal
como
ocurre
en
ausencia
de
un
acto
administrativo
en
el
requerimiento
de
cumplimiento
de
una
obligación,
la
prestación
de
un
servicio,
el
pago
de
una
deuda,
el
cese
de
un
comportamiento
ilegítimo,
el
reclamo
por
indemnizaciones,
la
subsanación
de
una
omisión
en
el
cumplimiento
de
una
obligación,
etc.
Mediante
la
vía
reclamativa
se
reclama
al
Estado
una
conducta
positiva
o
negativa
pero
sin
pretenderse
eliminar
del
mundo
jurídico
acto
administrativo
alguno.
Recién
cuando
la
administración
contesta
el
reclamo
o
recurso
en
forma
negativa,
el
administrado
puede
recurrir
a
la
instancia
judicial
por
haber
quedado
agotada
la
instancia
administrativa.
Recursos
El
recurso
es
un
acto
jurídico
por
medio
del
cual,
quien
invoca
un
derecho
subjetivo
o
un
interés
legítimo,
requiere
de
la
autoridad
competente
y
dentro
del
plazo
pertinente,
la
revocación,
derogación,
modificación
o
sustitución
de
un
acto
administrativo
de
alcance
particular
o
de
un
acto
de
alcance
general.
Reclamos
El
reclamo
es
un
acto
jurídico
que
opera
como
un
medio
de
impugnación
directa
de
actos
de
alcance
general
(Art.
24)
o
como
un
instrumento
para
cuestionar
el
accionar
administrativo
que
no
configure
actos
administrativos
(Art.
30).
Las
meras
reclamaciones
no
son,
en
principio,
medios
para
impugnar
acto
administrativo.
Son
articulaciones
que
pueden
o
no
tener
contenido
jurídico
que
son
presentadas
por
el
administrado
en
ejercicio
del
derecho
de
peticionar.
(14
CN)
tendientes
a
obtener
el
dictado
142
de
un
acto
favorable
provocar
el
ejercicio
de
la
potestad
revocatoria
de
oficio.
La
Administración
no
se
encuentra
obligada
a
tramitarla
ni
a
dictar
resolución
definitiva.
La
obligación
de
agotar
la
vía
administrativa
no
debe
ser
valorada,
a
nuestro
juicio,
como
una
exigencia
meramente
formal
y
carente,
por
tanto,
de
significación
sustantiva.
Igual
que
cualquier
otra
institución
el
procedimiento
administrativo
revela
deformaciones
y
corruptelas
en
su
funcionamiento,
pero
las
razones
que
le
dan
sustento
justifican
insistir,
antes
que
en
su
eliminación
o
en
una
regulación
que
la
prive
de
vigencia
eficaz,
en
la
búsqueda
de
su
aplicación
justa,
objetivo,
143
éste,
que
es
lograble
con
una
adecuada
capacitación
del
funcionariado
y
un
efectivo
control
jurisdiccional.
El
carácter
de
principio
general
que
en
nuestro
derecho
positivo
nacional
adquiere
el
agotamiento
de
la
vía
administrativa
como
requisito
necesario
previo
a
la
acción
judicial
determina
que
las
excepciones
a
él
se
deban
interpretar
restrictivamente.
• Directa:
el
acto
de
alcance
general
afecta
o
puede
afectar
en
forma
cierta
e
inminente
los
derechos
subjetivos
de
un
interesado.
• Indirecta:
la
autoridad
de
ejecución
le
dio
aplicación
mediante
actos
definitivos.
144
Impugnación
directa
El
Art.
24.A
LNPA
se
refiere
a
la
impugnación
del
acto
de
alcance
general
cuando
un
interesado
a
quien
el
acto
afecte
o
pueda
afectar
en
forma
cierta
e
inminente
en
sus
derechos
subjetivos,
haya
formulado
reclamo
ante
la
autoridad
que
lo
dictó
y
el
resultado
fuere
adverso
o
hubiere
silencio.
Se
trata
del
mecanismo
común
para
la
impugnación
administrativa
de
actos
de
alcance
general
y
opera
como
recaudo
habilitante
de
la
impugnación
judicial.
Requisitos
El
reclamo
se
interpone
ante
el
mismo
órgano
que
dictó
el
acto
de
alcance
general
y
no
está
sujeto
a
plazo
alguno.
La
resolución
también
es
realizada
por
dicho
órgano
y
se
considera
que
tiene
60
días
para
resolverlo
(plazo
genérico
del
Art.
10).
Si
la
autoridad
administrativa
no
resolviera
el
reclamo
dentro
del
plazo
antes
indicado,
la
producción
de
la
denegatoria
tácita
queda
sujeta
al
pronto
despacho
exigido
por
el
citado
artículo
10
de
la
ley.
Suspensión del acto de alcance general mientras tramita el reclamo
Se
plantea
si
es
conveniente
que
la
Administración
disponga
la
suspensión
de
la
aplicación
del
acto
impugnado,
en
sede
administrativa,
mientras
tramita
y
se
resuelve
el
reclamo.
No
existen
motivos
para
excluir
la
aplicación
a
los
actos
de
alcance
general,
del
criterio
de
suspensión
que
prevé
el
artículo
12
de
la
ley,
el
cual
implica
que,
cuando
se
configuran
las
causales
en
él
previstas,
torne
obligatoria
para
la
Administración
la
suspensión
del
acto.
Y
si
se
trata
de
una
ilegalidad
más
amplia,
idónea
para
comprender
en
su
ámbito
varias
situaciones,
la
suspensión
deberá
adquirir
carácter
general
y
publicarse
por
los
medios
pertinentes.
145
Impugnación
indirecta
El
Art.
24.B
LNPA
se
refiere
a
la
impugnación
del
acto
de
alcance
general
cuando
la
autoridad
de
ejecución
del
acto
de
alcance
general
le
haya
dado
aplicación
mediante
actos
definitivos
y
contra
tales
actos
se
hubieren
agotado
sin
éxito
las
instancias
administrativas.
El
recurso
se
aplica
cuando
se
pretende
impugnar
un
acto
de
alcance
general
por
medio
del
ataque
a
sus
actos
particulares
de
aplicación.
Requiere
que
la
autoridad
haya
aplicado
el
acto
de
alcance
general
mediante
actos
definitivos
y
que
contra
tales
actos
se
hubieren
agotado
sin
éxito
las
instancias
administrativas
por
la
vía
recursiva.
Los
recursos
contra
los
actos
administrativos
particulares
constituyen
un
requisito
a
cumplir
antes
de
iniciar
la
acción
procesal,
y
en
dichos
actos
quedan
comprendidos
los
que
son
aplicación
de
actos
generales,
pues
la
impugnación
de
éstos,
por
vía
de
recursos,
se
efectúa
de
esa
manera
indirecta.
Cabe
recordar,
finalmente
que
la
falta
de
impugnación
directa
del
reglamento
o
su
desestimación
no
impiden
la
impugnación
de
los
actos
de
aplicación
individual;
y
que
a
la
inversa
aun
cuando
el
particular
haya
consentido
actos
de
aplicación
del
reglamento,
ello
no
le
impedirá
impugnarlo
directamente
en
cualquier
tiempo.
El
reclamo
impropio
El
reclamo
impropio
para
la
impugnación
de
actos
de
alcance
general
es
el
contemplado
en
el
Art.
24.A
LNPA
ya
desarrollado
supra.
Los
plazos
de
caducidad
establecidos
en
el
art.
25
de
la
ley
19549
constituyen,
pues,
una
prerrogativa
de
la
Administración
Pública
para
que,
en
virtud
de
los
postulados
del
Estado
de
Derecho
-‐entre
los
que
se
encuentran
la
justiciabilidad
del
Estado
y
la
división
de
poderes-‐
ella
pueda
estar
en
juicio.
Esto
significa
la
posibilidad
de
habilitar
la
competencia
de
la
rama
judicial
del
gobierno
para
revisar
la
validez
de
los
actos
emanados
del
Poder
Ejecutivo
y
de
los
que
-‐con
la
propiedad
de
"causar
estado",
por
cerrar
la
discusión
en
sede
administrativa-‐
emanan
de
los
órganos
y
entes
que
se
le
subordinan,
salvo
los
casos
de
excepción
establecidos
por
el
legislador.
De
ello
se
deriva
que,
si
no
se
respetan
los
límites
temporales
establecidos
para
el
control
judicial
de
los
actos
administrativos,
la
acción
puede
ser
considerada
extemporánea
por
prematura
o
tardía,
en
el
último
caso,
por
hallarse
vencidos
los
plazos
para
interponerla.
146
De
este
modo,
los
actos
administrativos
no
impugnados
judicialmente
en
el
plazo
que
establece
el
art.
25
de
la
ley
devienen
firmes
e
irrevisables
debido
a
la
caducidad
operada.
Art.
25
LNPA.
La
acción
contra
el
Estado
o
sus
entes
autárquicos
deberá
deducirse
dentro
del
plazo
perentorio
de
90
días
hábiles
judiciales,
computados
de
la
siguiente
manera:
a. Si
se
tratare
de
actos
de
alcance
particular,
desde
su
notificación
al
interesado;
b. Si
se
tratare
de
actos
de
contenido
general
contra
los
que
se
hubiere
formulado
reclamo
resuelto
negativamente
por
resolución
expresa,
desde
que
se
notifique
la
denegatoria
al
interesado;
c. Si
se
tratare
de
actos
de
alcance
general
impugnables
a
través
de
actos
individuales
de
aplicación,
desde
que
se
notifique
al
interesado
el
acto
que
agote
la
instancia
administrativa;
d. Si
se
tratare
de
vías
de
hecho
o
de
hechos
administrativos,
desde
que
ellos
fueren
conocidos
por
el
afectado.
En
los
supuestos
regulados
en
los
incs.
a),
b)
y
c),
el
plazo
de
caducidad
comienza
a
computarse
desde
la
notificación
al
interesado,
del
acto
denegatorio
que
agote
la
instancia
administrativa.
Por
ello,
ante
el
silencio
de
la
Administración
el
plazo
no
empieza
a
correr.
En
el
inciso
d)
se
contempla
el
caso
especial
de
los
hechos
o
vías
de
hecho,
lo
que
no
concuerda
con
la
regulación
general
del
artículo,
referente
a
la
impugnación
de
“actos”.
La
impugnación
judicial
puede
producirse
desde
que
aquellas
circunstancias
ocurran,
pero
el
plazo
se
computará
sólo
desde
que
el
particular
las
conozca.
Cuando
en
virtud
de
norma
expresa
la
impugnación
del
acto
administrativo
deba
hacerse
por
vía
de
recurso,
el
plazo
para
deducirlo
será
de
30
días
desde
la
notificación
de
la
resolución
definitiva
que
agote
las
instancias
administrativas.
Es
importante
mencionar
que
el
Art.
27
LNPA
dispone
que
no
habrá
plazo
para
accionar
en
los
casos
en
que
el
Estado
o
sus
entes
autárquicos
fueren
actores,
sin
perjuicio
de
lo
que
corresponda
en
materia
de
prescripción
(dispuesto
por
ley
particular
o,
en
su
defecto,
por
el
Código
Civil).
El
instituto
del
silencio
está
establecido
a
favor
del
particular.
En
la
vía
recursiva,
el
silencio
se
produce
de
modo
automático,
en
los
demás
casos
se
aplica
el
régimen
del
art.
10
de
la
LNPA
para
tener
por
configurado
el
silencio
negativo
habilitante
de
la
vía
judicial.
147
Distintos
supuestos
legales
(de
aplicación
del
Art.
25)
Aplicación
a
tribunales
administrativos
En
su
momento
se
estableció
que
la
acción
de
impugnación
contra
las
resoluciones
del
Tribunal
de
Cuentas
de
la
Nación,
dictadas
en
juicios
administrativos
de
responsabilidad,
estaba
sujeta
al
plazo
de
caducidad
establecido
en
el
art.
25
de
la
ley
19549
(Fallos
Pájares
y
Álvarez,
Cándido).
Se
ha
resuelto
en
el
Fallo
Nocetti
que
el
plazo
del
art.
25
de
la
ley
19549
es
aplicable
a
la
"impugnación
judicial
de
actos
administrativos",
no
pudiendo
ser
extendido
por
analogía
a
supuestos
para
los
que
no
fue
establecido,
y
por
ello
es
ajeno
a
una
demanda
donde
se
controvierte
la
validez
y
los
efectos
de
medidas
de
remoción
de
magistrados,
actos
eminentemente
políticos
de
un
gobierno
de
facto,
ordinariamente
extraños
a
la
competencia
de
los
órganos
administrativos.
No
se
nos
escapa
que
en
el
ámbito
nacional
la
LNPA
no
se
aplica,
al
menos
de
modo
directo,
a
la
actividad
no
jurisdiccional
del
Poder
Judicial
-‐en
cuyo
ámbito
funcional
se
integran
el
Consejo
de
la
Magistratura
y
el
Jurado
de
Enjuiciamiento-‐;
y,
por
tal
motivo,
no
se
podrían
aplicar
por
analogía
plazos
de
caducidad
restrictivos
de
derechos
para
accionar
judicialmente
contra
sus
decisiones;
sin
embargo,
ello
no
debería
significar,
reiteramos,
la
incontrolabilidad
judicial
de
sus
componentes
reglados.
Así
debería
interpretarse,
respecto
del
Jurado
de
Enjuiciamiento,
el
artículo
115,
primer
párrafo
de
la
Constitución
Nacional.
148
Antecedentes
y
régimen
legal
Originalmente
era
requisito
necesario
para
demandar
a
la
Nación,
la
venia
legislativa
previa
que
debía
otorgar
el
Congreso
de
la
Nación.
A
partir
de
la
sanción
de
la
Ley
3952,
para
que
el
juez
diera
curso
a
la
demanda
contra
la
Nación,
el
demandante
debía
acreditar
que
había
formulado
“la
reclamación
del
derecho
controvertido
ante
el
Poder
Ejecutivo”,
y
su
denegatoria.
La
reclamación
se
constituyó,
así,
en
un
presupuesto
procesal
o
requisito
de
admisibilidad
de
la
demanda
que
vino,
de
todos
modos,
a
ampliar
la
posibilidad
de
acceso
a
la
jurisdicción.
La
Ley
11.634
modificó,
entonces,
el
art.
1º
de
la
ley
3952,
y
dispuso
que
una
vez
resuelta
la
reclamación
administrativa
ante
el
PEN,
habilitaba
la
vía
judicial,
tanto
en
los
casos
en
que
la
Nación
había
actuado
como
persona
jurídica,
como
en
aquellos
en
que
había
actuado
como
persona
de
derecho
público.
Vigentes
ambas
normas,
las
opiniones
sobre
su
ámbito
de
aplicación
dividen
a
los
autores.
Tras
un
exhaustivo
examen
de
esta
cuestión,
Jeanneret
de
Pérez
Cortés
concluye,
en
opinión
que
compartimos,
en
que
“las
disposiciones
de
los
arts.
30
y
siguientes
de
la
Ley
N°
19549
importan
el
establecimiento
de
normas
generales
para
llevar
al
Estado
a
juicio
cuando,
como
principio,
no
se
trate
de
la
impugnación
judicial
de
actos
administrativos
de
alcance
general
o
particular,
con
la
consiguiente
derogación,
en
lo
pertinente,
de
la
Ley
N°
3952.
El
régimen
sería
también
comprensivo
de
las
causas
civiles
en
las
que
se
debatan
cuestiones
regidas
por
el
derecho
común
…
Desde
otro
ángulo
…
el
mencionado
título
IV
es
aplicable
en
forma
directa
para
la
impugnación
judicial
de
la
actividad
administrativa
y
reglamentaria
de
la
Administración
Pública,
del
Poder
Legislativo
y
del
Poder
Judicial,
así
como
respecto
de
los
actos
administrativos
dictados
en
relación
con
un
contrato
administrativo,
en
los
indicados
ámbitos”.
Legitimación
Puede
interponer
el
reclamo
administrativo
previo
quien
ostente
tanto
derechos
subjetivos
como
intereses
legítimos.
Régimen
jurídico
de
la
interposición
No
existe
plazo
para
interponer
el
reclamo
administrativo
previo,
salvo
el
de
prescripción
correspondiente.
El
pronunciamiento
acerca
del
reclamo
deberá
efectuarse
dentro
de
los
noventa
(90)
días
de
formulado.
El
Poder
Ejecutivo,
a
requerimiento
del
organismo
interviniente,
por
razones
de
complejidad
o
emergencia
pública,
podrá
ampliar
fundadamente
los
plazos
indicados,
se
encuentren
o
no
en
curso,
hasta
un
máximo
de
ciento
veinte
(120)
y
sesenta
(60)
días
respectivamente.
La denegatoria expresa del reclamo no podrá ser recurrida en sede administrativa.
• Un
acto
dictado
de
oficio
pudiere
ser
ejecutado
antes
de
que
transcurran
los
plazos
del
artículo
31;
• Antes
de
dictarse
de
oficio
un
acto
por
el
Poder
Ejecutivo,
el
administrado
se
hubiere
presentado
expresando
su
pretensión
en
sentido
contrario;
• Se
tratare
de
repetir
lo
pagado
al
Estado
en
virtud
de
una
ejecución
o
de
repetir
un
gravamen
pagado
indebidamente;
• Se
reclamaren
daños
y
perjuicios
contra
el
Estado
o
se
intentare
una
acción
de
desalojo
contra
él
o
una
acción
que
no
tramite
por
vía
ordinaria;
• Mediare
una
clara
conducta
del
Estado
que
haga
presumir
la
ineficacia
cierta
del
procedimiento,
transformando
el
reclamo
previo
en
un
ritualismo
inútil;
• Se
demandare
a
un
ente
descentralizado
con
facultades
para
estar
en
juicio:
empresas
del
Estado,
sociedades
de
economía
mixta,
sociedades
del
Estado
y
sociedades
anónimas
con
participación
estatal
mayoritaria.
La
sentencia
La
sentencia
es
el
modo
normal
de
terminación
del
proceso.
150
Alcance
y
efectos
• Alcance
individual:
declara
el
derecho
para
el
caso
concreto.
• Fuerza
de
verdad
legal:
obliga
a
las
partes
como
si
fuera
ley.
• Carácter
declarativo:
reconoce
el
derecho
pretendido,
pero
no
es
susceptible
de
ejecución
forzosa
(salvo
excepciones).
• Fin
del
proceso.
• Efectos
retroactivos
si
el
vicios
es
grave
y
el
acto
es
nulo.
• Efectos
para
el
futuro
si
el
vicio
es
leve
y
el
acto
es
anulable.
• Susceptible
de
suspensión:
la
sentencia
puede
suspenderse
a
pedido
de
la
administración
por
razones
fundadas
de
interés
público,
por
un
máximo
de
dos
años
y
debiendo
indemnizar
por
los
daños
y
perjuicios
derivados
de
la
suspensión.
151
Bolilla
15
Remedios
procesales
especiales.
152
La
protección
cautelar
como
tutela
judicial
efectiva
La
protección
cautelar
(acción
de
amparo
y
cautelares
autónomas)
son
un
medio
para
efectivizar
la
tutela
judicial,
ya
que
como
el
acto
se
presume
valido
y
tiene
fuerza
ejecutoria,
y
los
recursos
tienen
efecto
devolutivo,
puede
ocurrir
que
mientras
tramita
el
recurso
el
acto
cause
un
perjuicio
debido
a
que
éste
sigue
ejecutándose.
Siendo
así,
la
protección
cautelar
viene
a
servir
como
medio
para
efectivizar
la
tutela
judicial
que
asiste
al
administrado:
las
medidas
cautelares
despliegan
todas
las
posibilidades
que
brinda
el
principio
de
la
tutela
judicial
efectiva
a
fin
de
compensar
el
peso
de
las
prerrogativas
de
poder
público.
Al
no
estar
expresamente
contempladas
en
el
CPCCN,
pertenecen
al
campo
de
las
medidas
innominadas
que
los
magistrados
pueden
dictar
conforme
la
autorización
genérica
que
consagra
dicho
cuerpo
normativo,
las
cuales
constituyen
herramientas
útiles
frente
a
la
inactividad
de
la
Administración,
o
en
el
supuesto
de
denegación
de
derechos,
en
el
caso
de
que
el
pedido
de
no
innovar
no
sirva
para
proteger
precautoriamente
el
derecho
en
cuestión.
153
Si
la
pretensión
cautelar
se
refiere
a
una
pretensión
prestacional
en
caso
de
inactividad
(a
fin
de
obligar
a
la
Administración
a
realizar
una
actuación
o
hacer
cesar
una
vía
de
hecho),
procede
la
medida
cautelar
positiva,
ya
que
lo
que
interesa
al
sujeto
es
que
la
Administración
cautelarmente
realice
una
actuación
(por
ejemplo
que
actúe
contra
un
sujeto
que
realiza
una
actividad
molesta
paralizando
la
actividad).
Procedimiento
154
Está
regulado
por
la
Ley
16.986.
La
existencia
de
una
opción
administrativa
suspensiva,
no
debería,
pues,
obstar
a
la
procedencia
del
amparo
con
ese
objeto,
cuando
concurran
los
demás
requisitos
exigidos
para
ello.
Por
la
vía
del
amparo
por
mora,
se
posibilita
que
quien
es
parte
en
un
procedimiento
administrativo
acuda
a
la
vía
judicial
para
que
se
emplace
a
la
Administración
con
el
fin
de
que
se
expida
en
forma
expresa
respecto
de
su
solicitud.
Además
cabe
señalar
que,
para
que
la
mora
de
la
Administración
torne
procedente
este
amparo,
el
deber
de
expedirse
debe
subsistir
al
momento
de
dilucidarse
la
litis.
155
prudencial
que
se
establezca.
La
fijación
de
este
plazo
aparece
deferida
por
la
ley
al
arbitrio
del
juez
de
la
causa.
La
sentencia
desestimatoria
del
amparo
por
mora,
por
considerar
el
juez
que
esta
última
no
se
ha
configurado
no
obsta
a
que,
si
posteriormente
transcurren
los
plazos
establecidos
normativamente
o
los
que
se
estimen
razonables,
el
actor
intente
nuevamente
la
acción.
El
administrado
puede,
pues,
iniciar
tantos
amparos
por
mora
respecto
del
mismo
expediente
como
ocasiones
incurran
en
aquélla
el
o
los
organismos
intervinientes
o
que
deban
intervenir.
Es
inapelable
porque
si
se
permitiera
una
doble
instancia
judicial
perdería
su
razón
de
ser,
toda
vez
que
eso
implicaría
un
retardo
contrario
a
la
celeridad
que
busca
esta
acción.
La
administración
recurre
a
la
justicia
para
que
el
juez
revoque
el
acto,
habiéndolo
declarado
previamente
como
lesivo
en
sede
administrativa,
lo
cual
sirve
de
fundamento
al
juez
para
revocarlo.
Deberán ser parte en ese proceso, aquellos a los que el acto afecte o pudiere afectar.
Se
caracterizan
por
tener
una
única
instancia
judicial
de
revisión,
generalmente
ante
un
tribunal
de
alzada
(da
idea
que
de
la
administración
salta
a
cámara,
esto
se
da
generalmente,
algunos
otros
casos
se
resuelven
en
primera
instancia,
donde
solo
se
podría
acceder
a
la
corte
por
recurso
extraordinario
federal,
no
podría
apelar
a
cámara).
Ejemplos
Algunos
ejemplos
de
recursos
directos
son:
156