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CARTA DESDE LIMA, DIRIGIDA A SU HERMANA MA-RÍA ANTONIA SOBRE EL

TEMA DE LA EDUCACIÓN DE SU SOBRINO FERNANDO, Y OTROS ASUNTOS


FAMILIARES. PROCLAMA EL LIBERTADOR SU CRITERIO DE NO INTERVENIR
EN UNA DECISIÓN JUDICIAL ACERCA DE SUS PROPIOS INTERESES

Lima, abril de 1824.

Señora María Antonia Bolívar.

Escribe tú, de mi parte, a los encargados en el Norte de la educación del joven


Fernando Bolívar, encareciéndoles el esmero con que yo quiero que se eduque a
mi sobrino. Que aprenda las lenguas sabias y las vivas, matemáticas, historia,
moral, bellas letras, etc. Un hombre sin estudios es un ser incompleto. La instrucción
es la felicidad de la vida; y el ignorante, que siempre está próximo a revolverse en
el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la
servidumbre.

Toma también mucho interés en que la hija de Juana se case bien, con un hombre
patriota y honrado. Este es un negocio en que todos debemos pensar, porque la
familia es un tesoro en que todos los de ella tienen interés. Ayúdala tú con tus
buenos consejos de hermana, y procedan siempre con atención, que no hay más
dicha ni desdicha, que prudencia o imprudencia. Yo no le escribiré a ningún juez
sobre el pleito de Lecumberry, por más que tú te empeñes.

No quiero exceder los límites de mis derechos, que, por lo mismo que mi situación
es elevada, aquéllos son más estrechos. La suerte me ha colocado en el ápice del
poder; pero no quiero tener otros derechos que los del más simple ciudadano. Que
se haga justicia y que ésta se me imparta, si la tengo. Si no la tengo, re-cibiré
tranquilo el fallo de los tribunales. No te inquietes, sin embargo; que mis títulos son
los mejores.

[BOLIVAR].

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