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El concepto de relación objetal se utiliza en el psicoanálisis para denominar la

manera de relacionarse un sujeto con su mundo, siendo esta relación el


resultado de la forma en que está estructurada su personalidad, así como las
fantasías puestas en los objetos y sus principales defensas psíquicas. El bebé
es un organismo psicológicamente indiferenciado que se irá distinguiendo
progresivamente de su medio a través de la maduración y el desarrollo. La
psicoanalista Melanie Klein destaca que son los vínculos y no las pulsiones
como fuerzas biológicas las que producen el desarrollo mental, donde la
conexión de la madre con el niño posibilita que se formen las estructuras
intrapsíquicas que se derivan de la internalización de ese vínculo. Las
funciones de autoconservación marcan el primer objeto de la sexualidad para el
niño: el pecho materno, posteriormente éste aprende a amar a otras personas
que lo ayudan y satisfacen en sus necesidades, este amor se forma sobre el
modelo y como prolongación de las relaciones con la madre. Este patrón
emocional es lo que orientará luego la elección de una persona como objeto de
amor después de la pubertad, la cual se produce apoyándose en las imagos de
las figuras parentales, entendiendo por imago la distorsión idealizada de una
persona o un objeto. Vemos que los patrones de correspondencia que hemos
desplegado en nuestra infancia temprana son los que definen la forma en que
habremos de enlazarnos con los demás por el resto de nuestras vidas y
constituye la esencia de nuestra personalidad. Si la madre permite al hijo
expresar su verdadero Self en interacción con ella, éste podrá desarrollar todo
su potencial libre de tener que acomodarse a los deseos o necesidades de la
madre. Este niño al crecer con su estructura psíquica bien configurada podrá
elegir libremente sus relaciones sin tener que adaptarlas a patrones
inconscientes relacionales de sus primeros estadios de vida.

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