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FESTIVAL VALLENATO

El Festival de la Leyenda Vallenata es la gran fiesta de la cultura popular que se celebra en Valledupar, capital del departamento de El Cesar, a finales de abril, en las fechas
tradicionales 27, 28, 29 y 30, y por excepción en cualquier otra que decidan sus autoridades.

Se define como un certamen que trabaja y propende por la defensa y difusión de la expresión folclórica y popular conocida como Música Vallenata en sus cuatro aires, Paseo,
Merengue, Puya y Son.

Orígenes Del Festival

Hace 35 años, tres personas pensaron que era hora de hacer algo para que todo ese acervo cultural y musical no desapareciera en las nebulosas del tiempo, y decidieron crear el
Festival de La Leyenda Vallenata para recrear toda la magia de una tierra donde los mitos, las costumbres, las propias vivencias y una riqueza lingüística y oral nutren día por día la
literatura y el pentagrama donde se tejen las letras y las melodías del vallenato.

Así en febrero de 1968, siendo Gobernador de El Cesar el doctor Alfonso López Michelsen (q.e.p.d.), éste, con la Periodista y Escritora Consuelo Araújonoguera (q.e.p.d.) y el
Maestro Rafael Escalona, se pusieron a la tarea de organizar el Primer Festival, tomando como eje de la celebración el Relato histórico-religioso del Milagro. A dicha celebración y
por insinuación del doctor López `le agregaron un poquito de acordeón` y se hizo el Primer Concurso de Conjuntos Típicos de Música Vallenata, que al poco tiempo, terminó
adquiriendo mayor preponderancia que las fiestas religiosas propiamente dichas y se convirtió en la parte más importante del Festival.

Primer Festival, 1968

Este Primer Festival, organizado desde la casona colonial de Hernando Molina, se realizó en medio del escepticismo de amigos y allegados de Alfonso López y Consuelo
Araújonoguera (q.e.p.d), quienes no creyeron que el certamen pudiera alcanzar el éxito que finalmente tuvo. En una improvisada tarima de madera se llevó a cabo el Primer
Concurso de Acordeoneros en el que compitieron: Luis Enrique Martínez (`El Pollo Vallenato`), Ovidio Granados Durán, Emiliano Zuleta Baquero y Alejandro Durán Díaz.

Un grueso grupo de sus seguidores daba por descontado que el Rey sería el viejo Emiliano Zuleta, y bajo ese supuesto se lo llevaron a celebrar anticipadamente durante toda la
tarde, de tal manera que por la noche, cuando llegó la hora de la competencia, Emiliano no estuvo disponible durante los tres llamados que se le hicieron para que subiera a
competir. Esto motivó su descalificación y, aseguran algunos, le despejó el camino a Alejo Durán, quien para ese entonces no tenía el renombre y la popularidad que después lo
hizo famoso. Alejo concursó con la puya `Mi pedazo de acordeón`, él son `Alicia Adorada`, el merengue `Elvirita` y el paseo `La cachucha bacana`. El segundo lugar fue para Ovidio
Granados y el tercero para Luis Enrique Martínez. Fueron jurados: Rafael Escalona Martínez, Tobías Enrique Pumarejo, Gustavo Gutiérrez Cabello, Jaime Gutiérrez de Piñerez y
Carlos H. Escobar.

Organología Musical

El Acordeón

Fue inventado por el Austriaco Kiril Damián en Alemania en 1829. A finales de 1.800, llegó a Colombia por el puerto de Riohacha, en la Península de la Guajira, en las manos de los
marinos y los piratas europeos y aquí se quedó para siempre. Durante el tiempo que ha transcurrido desde su llegada, el acordeón que se utiliza en esta región ha sufrido
numerosas variaciones que han evolucionado a su actual aspecto y condiciones técnicas.

Hubo, por ejemplo, acordeones de un solo teclado de diez botones y dos bajos, luego otro de dos teclados de diecisiete botones, 10 por fuera y siete por dentro, además de cuatro
bajos y así sucesivamente hasta llegar al acordeón actual que ha venido siendo modificado en su estructura y melodía por los propios acordeoneros de la región, convertidos en
técnicos empíricos, para ajustarlo a las exigencias melódicas y tonales del folclor musical vallenato; de esta manera se han obtenido tres tipos de acordeones diferenciados por
tonalidades y contrastes melódicos, creados gracias al artificio y conocimientos empírico-musicales tan característicos en el hombre vallenato.

El hombre del Valle de Upar no necesitó de maestros que fueran de pueblo en pueblo enseñando la ejecución de este instrumento como algunos han pretendido. No es un
accidente, entonces, el hecho de que este, el gran país del canto vallenato, la tierra de los turpiales, los sinsontes, las flautas y los tambores y sobre todo, la tierra de los cantores
que desde la antigüedad reemplazaron a la desconocida escritura, solo un siglo después de haber conocido el acordeón, posea los mejores interpretes del mundo.

La caja

La caja vallenata es un instrumento mestizo, zambo. La tripona vallenata estuvo en manos de los chimilas, en las épocas pre y pos coloniales, anteriores al acordeón; de esta
trifonía hizo parte un tambor mediano de doble membrana percutido con pequeños bolillos o baquetas, el mismo que continuó dentro del conjunto típico, mucho tiempo después que
el acordeón remplazara las flautas de caña o carrizos. El aporte negroide en materia de membranófono, dentro de las especies musicales anteriores al acordeón, consistió en
tambores cónicos de una membrana y fondo abierto con una dimensión que oscila entre setenta centímetros y un metro; de este modo, variando en sus proporciones, encontramos,
no solo en el Valle de Upar sino en toda la Costa Atlántica, la misma especie de tambor con diferentes nombres: currulao en Bolívar, lumbalú en el Palenque de San Basilio,
guacherna en Atlántico; y en todo el Valle de Upar, sobre todo la parte que corresponde a los departamentos del Cesar, Magdalena y Guajira, adopta el nombre de caja.

Guacharaca

Es el instrumento más original y autóctono de la trifonía vallenata. La palabra guacharaca parece haber sido conocida por otras culturas aborígenes de Suramérica; los chimilas la
consagran aún hoy como uno de sus vocablos y nadie podría contradecirlos, mucho menos si se constata que su territorio estuvo todo poblado, tanto de aves así llamadas como de
la planta, que aporta su tallo para la elaboración del instrumento; el cual se fabrica artesanalmente utilizando un pedazo de cañabrava a la que se le hacen pequeñas ranuras
sucesivas que producen un sonido raspativo al ser frotadas con un trinche elaborado con madera y alambres. Este instrumento tuvo originalmente una extensión de algo más de un
metro y se friccionó, en aquellos, tiempos con una costilla de venado, luego de ganado y por último con él trinche de madera y alambres.

LOS AIRES VALLENATOS Y SU CLASIFICACIÓN

El folclor Vallenato en sus primeros ciclos tuvo muchos ritmos o especies musicales, pero aconteció que al final solo prevalecieron cuatro, aquellos que bajo uno u otro matiz se
hallaban presentes en cada uno de los sectores o zonas subculturales del Valle de Upar. Antes de la unificación total, fruto del ingreso del acordeón al folclor musical Vallenato,
existía los mismos nombres en todo el territorio aunque cada zona tuviera una noción algo diferente de cada especie.

Creemos que los aires vallenatos en algunos casos desde el punto de vista del compás, antecedieron al acordeón interpretados en la trifonía de caja, guacharaca y carrizo para el
caso de la puya y él son y de la fusión zamba entre carrizos y tambores negroides surgió el acompañamiento del merengue que en algunas subregiones estaba constituido sólo por
cantares de esta combinación. La palabra paseo como designación de un aire, jamás existió en el Valle de Upar en épocas anteriores al acordeón.

Clasificación de los aires

Merengue

La palabra Merengue se remonta a la época de la colonia y proviene del vocablo muserengue, nombre de una de las culturas africanas que traída desde las Costas de Guinea, llegó
a la Costa Atlántica. El Merengue Vallenato tradicional, tiene una cuadratura de compás de seis por ocho, un compás derivado, ya que los compases originales son los de 4
tiempos, el de tres y el de dos; desde este punto de vista el Merengue Vallenato es el aire más complejo y a la vez más original entre los cuatro tradicionales.

El Merengue se diferencia de los demás aires en la interpretación y marcación de los bajos de 3 x 1 y a veces de 1 x 3, de acuerdo a la estructura propia de la melodía. Aunque si el
intérprete lo desea puede tocarlo más rápido. Melódicamente es el aire o ritmo más rico del vallenato y su ejecución permite, al intérprete, desplegar todas sus habilidades y hacer
un verdadero alarde de cadencia y armonía.

Paseo

A diferencia de todos los demás aires de este folclor, el Paseo tiene una cuadratura de compás de 4 tiempos. La marcación de los bajos es de 1 x 3 y a veces, de acuerdo a la
pieza, de 2 x 1. Para los intérpretes es el Aire más fácil de tocar. Literariamente recoge, de forma espontánea, las historias y relatos de un pueblo que perfecciona todos los
componentes de los mismos, en una especie de cantares de siempre, para que luego, lo llamen Paseo. La razón histórico-cultural del Paseo es apasionante y paradójica, la primera
porque como genero cantoril, concebido especialmente para perpetuar la historia de un pueblo a través del canto, hunde sus raíces en la época precolombina, cuando los Chimilas
al igual que los Guajiros, Tupes y demás habitantes del Valle de Upar, hacían esto para reemplazar a la inexistente escritura tal como lo hicieron todas las naciones primitivas e
iletradas del mundo, y la segunda porque a pesar de esta antigüedad que lo coloca en situación de privilegio frente a los demás aires surgidos del mestizaje, la palabra Paseo
utilizada para designar este ritmo es, en el ambiente vallenato, la mas nueva entre las cuatro, hasta el punto de no tener mas de 80 años de haberse popularizado. Precisamente
una de las definiciones consagradas por los diccionarios de la Lengua española es Figura de ciertos bailes a la que comparan su equivalente bailar paseado.

Al llegar el acordeón, se definieron los compases, se perfeccionaron las melodías, y no quedó más remedio que decidir que entre los tres aires folclóricos que lo precedieron: Puya,
Merengue y Son, existía otro, un poco confundido entre ellos, que, al liberarlo, resultaría ser el espíritu de todos: el Paseo vallenato.

Puya

En Valledupar y sus alrededores, el ritmo más antiguo era llamado Puya que nunca tuvo canto y consistía en la imitación hecha por el carricero, en ritmo rápido, del canto de
algunos pájaros; se bailaba en hileras, llevando cada persona las dos manos cerradas a la altura del pecho con los dedos apuntando hacia delante y simulando que se puyaba
repetidamente a quien danzaba adelante. El nombre de Puya viene del verbo puyar. A través del tiempo se fueron fusionando los distintos elementos de nuestra cultura folclórico-
musical, lo que logró, que al sumarse la puya negroide, como genero cantado, a la puya indígena, como genero musical sin canto, diera como resultado la espléndida Puya
vallenata con perfecto equilibrio entre el canto, la melodía y el ritmo. La Puya tiene un típico compás de seis por ocho y es de estirpe virtuosamente zamba, con una melodía similar
al canto de las aves y la sátira. La Puya y el Merengue en su patrón rítmico y armónico son iguales. La diferencia está en su concepción melódica; en el ritmo, en la música y
naturalmente en la interpretación que se haga, propia de cada pieza. Así la Puya, tiene una marcación en los bajos de 2 x 2 y a veces, de 2 x 1 en ciertos pasajes de la
interpretación, aunque no en todas las piezas. La velocidad que se le imprima no es diferencia, porque él interprete la toca a su gusto.

El Son

La palabra Son proviene del Latín Sonus, que quiere decir sonido agradable producido con arte. Por su propio significado este término ha estado desde siempre ligado a la música.
El Son vallenato tiene una cuadratura de compás de 2 x 4, es un cantar de ancestro mulato, sin que esté libre de la influencia indígena, pues esto no es posible en una música en
donde toda la estructura autóctona es de esta estirpe. Una característica esencial en la ejecución de este aire es la prominente utilización del bajo del acordeón en su interpretación,
tanto que los bajos pueden ser más notorios que la misma melodía emitida por el teclado principalmente en los acordeoneros de las nuevas generaciones. Ha llegado a creerse que
quien no esté capacitado para ejercer un completo dominio sobre los bajos nunca podrá ser un buen ejecutante del Son vallenato. El Son tiene una marcación en los bajos de 1 x 1
muy marcado, sobretodo en intérpretes sabaneros o de influencia bajera, a diferencia de los acordeoneros de la Provincia (Valledupar, Villanueva, Fonseca, etc.), quienes
interpretan el Son mas fluido, menos marcado, más sutil y le dan una marcación de bajo de 1 x 2 y de 2 x 1, a veces. Como el Paseo los Sones son una especie de crónicas en
donde la singular narrativa del cantor deja plasmados los acontecimientos de su existencia, particularmente en esta especie se representan dramas nostálgicos que han constituido
parte importante en la vida del autor.
El Festival de La Leyenda Vallenata

Conjunto Típico de Vallenato


El Conjunto Típico de Música Vallenata es un grupo de 3 ó 4 personas que en forma melodiosa y armónica interpretan la música vallenata con los tres instrumentos organológicos:
acordeón, caja y guacharaca e incluyendo un cuarto que es el cantador.

En el Festival de la Leyenda Vallenata, el conjunto típico vallenato, debe interpretar los cuatro ritmos tradicionales de Merengue, Paseo, Puya y Son. Los instrumentos musicales de
estos conjuntos deben ser, necesariamente, los acordeones de botones, en cualquiera de sus marcas, tamaños y tonos; las cajas cilíndricas de madera y con parches de cuero
templado, y las guacharacas de cañabrava, caña de lata o cualquier otra clase de madera de las que se han venido utilizando tradicionalmente en la confección de este instrumento
musical. Los instrumentos deben ajustarse a estas especificaciones para poder participar en el concurso. En el concurso, los conjuntos se han clasificado en tres categorías:
Profesional, Aficionado e Infantil, cuyas características están definidas a continuación:

Categoría Profesional

En la categoría Profesional se ubican los conjuntos que interpretan la música vallenata como una actividad de trabajo remunerado habitual o esporádicamente; los que regularmente
se lucran con la firma de contratos y reciben estipendios de las empresas discográficas o publicitarias o radiales o de la televisión o de la grabación de discos, cassettes y videos
que circulan en el mercado.

Categoría Aficionado

En la Categoría Aficionado se encuentran los conjuntos integrados por personas jóvenes o mayores que tiene la interpretación de la música vallenata como una mera afición, sin
derivar de ella exclusivamente sus medios de vida; los que aun habiendo grabado un disco, no tienen como actividad permanente remunerada la grabación de discos, de
comerciales o de acompañamiento musical, remunerado, a artistas profesionales en la radio, las casas discográficas o en cualquiera otra empresa publicitaria. Para participar en
esta Categoría, los acordeoneros deben interpretar los cuatro aires de la música vallenata, que son: Merengue, Paseo, Puya y Son en los tres instrumentos típicos del conjunto
vallenato: acordeón de botón en cualquiera de sus marcas, tamaños y tonos; caja cilíndrica de madera y parches de cuero templado y, guacharaca de cañabrava, caña de lata o
cualquier otra clase de madera de las que se han utilizado tradicionalmente en la confección de este instrumento musical. Sus integrantes son tres: Cajero, Guacharaquero y
Acordeonero y un cuarto opcional, que es el cantador.

Categoría Infantil

La Categoría Infantil corresponde a los conjuntos integrados, por niños (niños y niñas) no mayores de 14 años, que ejecutan la música vallenata como simple afición y con miras al
perfeccionamiento y que aún habiendo hecho esporádicamente grabaciones de algunas canciones o vídeos comerciales o algún tipo de publicidad en la radio, en cassettes, videos,
televisión, etc., no tienen, habitualmente y de modo regular, establecido el ejercicio musical como fuente permanente de ingresos de la cual deriven su subsistencia.

Importancia Del Evento


La importancia que a nivel nacional ha tenido desde su creación el Festival de la Leyenda Vallenata es innegable, no solo por la presencia del Presidente de la República y algunos
de miembros del Gabinete Ministerial en sus actos de inauguración, todos los años, sino por el inusitado éxito que la música vallenata cobra cada día. Cerca de 400 periodistas que
representan un número aproximado de 200 medios de comunicación de todo el país y algunos de carácter internacional participan en el cubrimiento de este evento.

El Festival ha servido para la proyección nacional e internacional, primero de nuestra región, y luego de su música y sus intérpretes, ya que nuestras embajadas musicales han
llegado hasta España, Francia, Alemania, así como a Estados Unidos, Méjico, Venezuela y Perú. A finales de diciembre de 1999, un grupo de niños músicos encabezados por la ex-
presidenta de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata Consuelo Araújonoguera y el maestro musical Andrés `El Turco` Gil, estuvieron amenizando la velada navideña en la
Casa Blanca al lado del Presidente Bill Clinton, quien luego citaría su maravillosa experiencia oyendo a `Los Niños del Vallenato` durante su visita a Cartagena (Colombia) en
agosto del 2000.

Las compañías fonográficas de mayor importancia en el mercado de discos en el país también se suman al Festival presentando agrupaciones, en su mayoría de música vallenata,
amenizando de esta forma, el desarrollo de los concursos durante los 4 días y noches del certamen.

Concursos
El Festival se caracteriza por sus cuatro concursos: Conjunto Típico de Música Vallenata en sus tres Categorías (Profesional, Aficionado e Infantil); Canción Vallenata Inédita en sus
cuatro aires (Merengue, Paseo, Puya y Son); Piqueria y Piloneras, además de la representación a manera de teatro callejero de la Leyenda del Milagro, Leyenda Vallenata que data
de 1576 y que hace referencia a la conversión de los indios chimilas, tupes y cariachiles a la religión católica, después de crueles enfrentamientos con los ejércitos Españoles y
después de ver el poder de Dios manifestado a través de la resurrección de los combatientes de ambos bandos. Además meses antes de iniciarse el Festival se realiza el Concurso
de Pintura para escoger el afiche promocional del mismo.

FOLCLOR:
El término se descompone etimológicamente en dos expresiones: folk, que significa pueblo y lore, saber; osea, la palabra se creó para designar el saber popular. El filólogo
Colombiano Luis Florez en el primer Congreso Nacional de Folklore Colombiano en 1957 propuso adaptar la palabra folclor, cambiando la k por c y prescindiendo de la e final.
Desde entonces esta palabra se hizo nuestra.

Folclor Vallenato

El Folclor Vallenato es símbolo del folclor colombiano. Los privilegios naturales con que cuenta el Valle de Upar: hidrografía, fauna, flora, clima, fertilidad del suelo, son la cuna de
una gran cultura con un lenguaje regional característico, canto y música que se constituyen en la síntesis de sus valores, artesanías, danzas, alimentación exótica y todo lo que
constituye el vigor de un folclor.

Las Colitas

Para hablar de las colitas nos debemos remontar a la época de la fundación del Valle de Upar en 1550. En estos tiempos, la música, como el vestido y las costumbres, dividía
verticalmente las clases sociales. De un lado la aristocracia criolla se divertía al son del piano, la guitarra y el acordeón que acompañaban los valses, cuadrillas y lanceros, mientras
que el pueblo se divertía bailando al son del tambor y la flauta. Las Colitas eran una prolongación de las diversiones de los ricos en el ambiente de la gente del pueblo, mezclándose
momentáneamente unos y otros. Después de terminada las fiestas salían en grupo por las calles bailando y cantando y terminaban en una casa elegida o escogida al azar, donde
se celebraba un baile alrededor de un madero, punto en que tocaban y cantaban los músicos. Estas prolongaciones de fiesta duraban varios días dependiendo del entusiasmo y
significación de la fiesta

LA PARRANDA VALLENATA

En la lengua española se ha utilizado siempre este término para designar la forma como un grupo de personas acompañadas de una cuadrilla de músicos, salen tocando de noche
para divertirse. Si bien hay relativa similitud entre esto y la parranda de nuestro folclor, también es cierto que en el caso específico del costumbrismo vallenato hay una diferencia
notable, ya que aunque es posible hablar de parranda cuando se trata de un conjunto de acordeón, caja y guacharaca que en medio de un grupo de amigos deambula por la calle,
la noción correcta y “reglamentaria” de parranda vallenata se ajusta específicamente al caso de un numeroso grupo de amigos, sobre todo hombres pero que no excluye a la mujer,
reunidos por lo general bajo la sombra de un frondoso árbol en el patio de una casa, o en ocasiones en el interior de la misma cuando llena ciertas condiciones de espacio para
divertirse al ritmo de la música típica, intercalada con otas joyas del folclor como chistes, anécdotas, relatos, etc.

Utilizamos entre comillas la palabra reglamentaria, porque, si bien los reglamentos o normas no son muy característicos dentro del folclor y su espontaneidad, en algunos casos se
dan y se perfilan entonces como reglas culturales cuyo único código es la fuerza de la costumbre. En una parranda, cualquiera por ignorancia puede transgredir una norma, pero no
faltará quien inmediatamente, después de un disimulado toquecito de hombros, le llame la atención. Sabrá así todo buen parrandero vallenato que no puede, al sentarse darle la
espalda a nadie; que en una parranda no se baila aunque los coqueteos de una mujer y el contagio de la música lo hagan morir de ganas; que al llegar el amigo se le recibe con un
fuerte abrazo; que es un grave delito hablar mientras el acordeonero ejecuta sus notas, y así sucesivamente hasta conformar, sin que se haya escrito jamás una palabra en este
sentido, un rígido código reglamentario del acto.

La parranda es, en este caso, y más que otra cosa, un homenaje a la música; el acordeonero, el guacharaquero y el cajero lo entienden así, por eso en aquel momento le imprimen
reverencia y máxima consagración a su oficio; saben que cada movimiento de sus dedos se está observando y valorando; que cada emanación de su sapiencia cala muy adentro
en el corazón de sus asistentes. El acordeonero, más que en un músico, se convierte en aquel momento en un filósofo cuyo discurso, en un finísimo lenguaje del espíritu, cultiva,
engendra o magnifica los sentimientos de quienes, silenciosos y sentados en circunferencia, evocan, por este medio tan eficaz, la grandeza de su estirpe, al tiempo que las notas
musicales se desgajan sobre ellos como un manantial de recuerdos, principios y emociones que conforman la esencia de un vivir que bien podría ser descrito mediante un
pentagrama.

Quien quiera tener contacto con la verdad cultural vallenata, debe asistir a una parranda. Pero parranda vallenata de verdad. Pues no todo acordeonero que ejecuta sus notas en
medio de un grupo de borrachos, hace parte de una parranda.

La Piquería
La Piquería es el duelo cantado entre dos o más personas, en el cual las armas de los contrincantes no son otra cosa que la inteligencia y su natural disposición para desafiar y
responder en cuartetas o décimas (versos de cuatro o diez palabras, como se le conoce en la región.) Anteriormente la Piquería era el enfrentamiento de dos o más acordeoneros,
que se desafiaban a duelo verbal, con verso hiriente, burlón y sarcástico, echando mano a la improvisación para hacer brillar las virtudes personales y de paso, los defectos de los
adversarios. En este duelo musical se llegaban a ofender las más delicadas intimidades de su oponente con tal de someterlo al ridículo publico y conquistar él titulo de Mejor en la
Piquería. Era tal la pasión por la Piquería que los músicos se retaban “a distancia” en cantos que volaban de boca en boca donde se aclaraba hora, fecha y lugar de la contienda
que muchas veces se perpetuaron en cantos inmortales, como es el caso de la Gota Fría, del Maestro Emiliano Zuleta Baquero.

Las Décimas

Después de la conquista y una vez producida la fusión tri-étnica tanto en lo físico como el musical, la décima se incorporó al canto de toda la Costa Atlántica Colombiana, donde sus
cultores la asimilaron e imprimieron un estilo propio que hoy pervive.

Considerada como un verdadero alarde de ingenio y talento, la décima es la combinación métrica de diez versos octosílabos que van rimando, en perfecta armonía y consonancia,
el primero con el cuarto y el quinto; el segundo con el tercero; el sexto con el séptimo y el décimo; y el octavo con el noveno. Admite puntos o dos puntos después del cuarto verso y
no los admite después del quinto. La décima vallenata, particularmente, tiene por lo general tres estrofas de diez versos cada una y a veces cuatro estrofas, siempre precedidas por
una estrofa de cuatro versos llamada `cabecilla`, la cual contiene un resumen o insinuación del tema.

Antes del acordeón, la victrola, el pick up y el disco, la clase popular vallenata y costeña en general, tuvo la décima como su forma más generalizada del canto. El decimero era -y
es aún- un poeta popular que utilizaba la décima para comunicar sentimientos, críticas, advertencias, o simples mensajes, interpretando, con la sola voz y sin acompañamiento de
ningún instrumento, los recados propios o ajenos que quería hacer conocer del resto de la población.

En cuanto al género vallenato, puede decirse que la décima es uno de los tres ancestros de este canto, herencia que aún puede notarse en algunas composiciones que llevan los
que aquí llamamos `versos de diez palabras` (estrofas de diez versos) utilizados todavía en Merengues y Paseos celebrados por el público que los considera clásicos entre los
clásicos. Algunos casos particulares como los de Emiliano Zuleta Baquero, Leandro Díaz y Camilo Namén pueden ponerse como ejemplo de buenos constructores de décimas,
métrica que utilizan fácilmente en los versos de sus composiciones. Entre los jóvenes poco se cultiva este género, pero sobresale entre ellos, con propiedad y dominio del tema,
Iván Zuleta.

Leyendas

Las Leyendas son narraciones o relatos fabulosos que parten de un hecho real o realizable, pero que se adornan con la fantasía, cubriéndose de matices gloriosos o heroicos.
Entre nuestras leyendas están:

La Leyenda Vallenata: Dicen las crónicas que corría el año de 1576, cuando en casa del lusitano Antonio de Pereira se desarrolla una intriga sentimental de la esposa de éste. La
india Francisca, bella y sensual, despierta celos en la esposa del portugués, que sospecha que entre ésta y aquel existen relaciones amorosas, no obstante ser ella casada con el
indio Gregorio. Llevada de celos, la dama hispana, Ana de Peña, maltrata y azota a la india y en presencia del resto de la servidumbre le corta los cabellos, perpetrando de este
modo grave ofensa y humillación a la nativa. Un indiecito tupe de nombre Antoñuelo, burlando la vigilancia, logra escapar y acude al cacique de los tupes, Coroponiaimo,
informándole de este incidente. El Cacique monta en ira, comunica lo sucedido al resto de la tribu y convoca una reunión con participación de sus aliados, entre otros, el Cacique
Coroniaimo, y allí, previas deliberaciones, se toman decisiones de ataque contra los españoles para vengar la ofensa.

Itotos, cariachiles, tupes y chimilas adoptan la estrategia y se van al ataque. A sangre y fuego, el 27 de abril se toman el hato de Unyaimo, dando muerte a cada uno de los
moradores que desesperados y en medio del fuego, salían inútilmente a defenderse, pues incendiado en sus cuatros costados por una lluvia de flechas, resulta vana la lucha por
salvarse y perecen irremediablemente. Librada la batalla, corajudos y triunfantes, avanzan los indios guerreros al Valle de Upar, rodean por todos sus lados el templo de Santo
Domingo y penetran a las casas de sus alrededores. Como era costumbre siempre que combatían, incendiaron todo y sin distingo de edad y sexo sacrificaron a los españoles que
encontraron, sobrepasando el medio centenar.
Según refiere la leyenda, en el momento de la tropelía surge de entre el humo y las llamas la figura deslumbrante y de tierno mirar de una hermosa mujer, que recoge en su manto
las flechas encendidas de los indios, evitando de ese modo la destrucción del templo y mayores proporciones de la mortandad. Ante el prodigio de esta aparición, los indígenas
huyen despavoridos buscando refugiarse en sus dominios; pero no es fácil ni tranquila su fuga porque el europeo ha reaccionado violento, iniciando una persecución de exterminio
bajo el mando del Capitán Antonio Suárez De Flórez, manco y valiente conductor de la Guardia Española. Mientras los indios libraban la batalla de a pie, los españoles la
emprendieron contra ellos debidamente montados a caballo. Esto permitió que remontando las sabanas de Sicarare, llamadas posteriormente `Del Milagro`, les dieran alcance en la
laguna del mismo nombre. Como los indios sabían que de llegar los soldados a este punto estarían agotados y vencidos por la sed, procedieron a envenenar las aguas de la laguna
con barbasco, el cual les produciría una intoxicación inmediata y la pérdida de todas sus fuerzas. En esas condiciones, fácil le sería al nativo dar muerte y vencer a sus seguidores.
Pero ¿qué ocurrió? ¡He aquí lo inesperado! Nuevamente aparece la figura hermosa de la mujer que surgió en el Templo, que ya los indios conocían, y con un báculo en su mano,
uno por uno, iba tocando a los envenenados y uno por uno volvían a la vida. Se había operado el gran milagro.

La Leyenda de Francisco El Hombre: Narra la leyenda que una noche al regresar Francisco después de una parranda de varios días y al ir hacia su pueblo, para distraerse en la
soledad de la noche, abrió el acordeón y, sobre su burro, como era usual en aquella época, empezó a interpretar sus melodías; de pronto, al terminar una pieza, surgió de inmediato
el repertorio de otro acordeonero, que desafiante trataba de superarlo; de inmediato Francisco marchó hacia él hasta tenerlo a la vista; su competidor, para sorpresa, era Satanás,
quien al instante se sentó sobre las raíces de un árbol, abrió su acordeón, y con las notas que le brotaban hizo apagar la luna y todas las estrellas. El mundo se sumergió en una
oscuridad tal, que sólo los ojos de Satanás resplandecían como tizones. Sus notas eran las de un gran maestro; algunos dicen que de ese encuentro nació el canto del Amor-Amor,
pues Francisco, dueño de grandes virtudes y poseído de mucha fe, lejos de acobardarse con la abrasadora oscuridad, abrió su acordeón e hizo sonar tan hermosa melodía y la
magia de la misma devolvió la luz a la luna y a las estrellas, infligiendo mucho temor del demonio. Después clamó a Dios y entonó el Credo al revés con la potencia de su voz, de tal
suerte que el demonio, vencido, exhaló un terrible alarido y con su acordeón a rastras huyó hacia las montañas donde se perdió para siempre.
La Sirena de Hurtado: Cuentan los abuelos que Rosario Arciniegas, era una niña muy linda y caprichosa, nacida en el barrio `Cañaguate` de Valledupar. Acostumbrada a hacer
siempre su voluntad, no hizo caso cuando sus padres, fieles a la tradición, le prohibieron que fuera a bañarse a las profundas aguas del pozo de Hurtado en el río Guatapurí, por ser
un Jueves Santo, día consagrado a rememorar la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Orgullosa y resuelta, Rosario se marchó a escondidas y al llegar al pozo, soltó sus largos
cabellos, se quitó la ropa y se lanzó al agua desde las más altas rocas. Eran las dos de la tarde y, no obstante, el cielo se oscureció y cuando Rosario trató de salir de las aguas no
pudo. Un peso enorme en sus piernas le impedía moverse y como pudo llegó a la orilla donde comprobó, horrorizada, que sus extremidades inferiores habían desaparecido y en su
lugar había una inmensa cola de pez. Estaba convertida en Sirena. Bien entrada la tarde, su madre, que suponía donde podía estar, salió a buscarla llamándola por toda la orilla del
río. Pero nadie respondió. Enterado todo el pueblo se sumó a la búsqueda de su cadáver creyendo que se había ahogado, pero en la mañana del Viernes Santo al salir el sol
apareció sobre la roca desde donde se había lanzado y a la vista de su familia y de todos los que la buscaban, dijo adiós con la cola y se zambulló por última vez. Dicen que desde
entonces la ven y oyen su canto los trasnochadores y los que amanecen por la orilla del río.

Los Mitos y Leyendas de los pueblos hablan de sus temores, deseos, supersticiones y creencias. Para los vallenatos tienen valor los siguientes personajes:

El Ecce Homo: El Santo Patrono de la ciudad tiene tantos devotos como número de milagros a Él atribuidos. Numerosas personas, desde distintos sitios del país, e incluso del
exterior, se desplazan a Valledupar a conmemorar el Lunes Santo, su día. El origen de la imagen que se venera en Valledupar se confunde en la Leyenda. No hay un registro
histórico que certifique su procedencia. De Él se dice que apareció un día en la antigua Catedral, luego de que alguien que dijo ser artesano y ebanista ofreció regalar una imagen
para adornar la iglesia, a cambio de que le dieran los materiales para trabajar. Por habérsele salvado de un accidente aéreo, Alfonso López Pumarejo de regaló al ECCE HOMO
unas cadenas de oro y como en ocasión de una procesión de Semana Santa se las quitaron, él se puso pesado y solo lo pudieron sacar después de colocarle las cadenas nuevas
de oro que López le había regalado. Solo así aligeró su peso y los devotos lo pudieron llevar en hombros nuevamente, como siempre.

Las Ánimas: Son las almas de quienes están en el purgatorio. A ellas se les reza el dos de noviembre. Se les pide favores o milagros, y si una vez cumplidos el beneficiado no
cumple con las promesas hechas, las Animas, comienzan a hacerle maldades en casa del incumplido. Maldades como las de trasponer las cosas, desordenar los armarios, echarle
azúcar a la sopa, romper los platos y otras travesuras. También se dice que si en una noche de ánimas se las siente haciendo ruido en el cementerio y si quien las oye voltea para
verlas, se convierte en estatua, queda petrificado. Tampoco se les debe hacer caso cuando a media noche van por la calle diciendo: “Alerta... alerta... ábreme la puerta... alerta...
alerta...”. Las ánimas son seres vestidos de blanco, con una túnica que les cubre desde la cabeza y llevan un gorro en forma de cono.

El Doroy: Cuentan los habitantes de todos los ríos que atraviesan Valledupar, que durante los grandes inviernos en esas crecientes inmensas que se salen del cauce, suele bajar
hacia los mares, una culebra tan inmensa, que quien le ve la cabeza casi nunca puede verle la cola. Es el doroy, lleva sobre su cabeza un par de cuernos, posee barba como la de
chivo, y emite además un canto igual al del gallo, pero quien la oye no puede volver a dormir hasta cuando pase la creciente. Es signo de desgracia si se le ve la cola, pero es
buena señal para quien le ve la cabeza, la mujer embarazada que oye una doroy parirá un macho cantor. Además creen los vallenatos que cuando la doroy suba del mar hacia la
Sierra Nevada por los ríos, esta será la primera señal del fin del mundo.

La Llorona: Es un espanto femenino que aparece en los pueblos o en el monte, según la historia, buscando a su hijo.

El Caballo sin jinete y el jinete sin cabeza: Espantos que asustan a los trasnochadores.

El carro fantasma: Es un espanto que parece en contravía, principalmente por la carrera 8ª, sin chofer y que con las luces altas encandila a quienes les sale, dejando solo ver el
celaje.

JUGLARES VALLENATOS

En la tradición vallenata el juglar era un personaje de gran talento. Eran reconocidos por ser capaces de escribir, tocar el acordeón e interpretar sus propias canciones.
Dedicaban su vida a la música e iban de pueblo en pueblo llevando noticias y componiendo nuevas melodías con las historias que encontraban en el camino. Ellos, junto con los
cantos de vaquería, sembraron la semilla del vallenato que hoy en día es la carta de presentación de la música colombiana en el exterior.
Tobías Enrique Pumarejo, Emiliano Zuleta Baquero Rafael Escalona, Leandro Díaz Adolfo Pacheco Calixto Ochoa

REYES VALLENATOS CATEGORIA PROFESIONAL:


* FALLECIDO
1968. ALEJANDRO DURAN* 1992. ALVARO LÓPEZ
1969. NICOLAS ‘COLACHO’ MENDOZA* 1993. ALBERTO RADA
1970. CALIXTO OCHOA 1994. JULIO ROJAS
1971. ALBERTO PACHECO* 1995. FREDY SIERRA
1972. MIGUEL LOPEZ 1996. JUAN DAVID HERRERA
1973. LUIS ENRIQUE MARTINEZ 1997. REY DE REYES: GONZALO MOLINA
1974. ALFREDO GUTIERREZ 1998. SAUL LLALLEMAND
1975. JULIO DE LA OSSA 1999. HUGO CARLOS GRANADOS
1976. NAFER DURAN 2000. JOSE MARIA RAMOS ‘JUNIOR’
1977. JOSE MARIA RAMOS 2001. ALVARO MEZA
1978. ALFREDO GUTIERREZ 2002. NAVIN LOPEZ
1979. RAFAEL SALAS 2003. CIRO MEZA
1980. ELBERTO LÓPEZ 2004. HAROLD RIVERA
1981. RAUL MARTINEZ 2005. JUAN JOSÉ GRANADOS
1982. ELIECER OCHOA 2006. ALBERTO JAMAICA
1983. JULIO ROJAS 2007. REY DE REYES: HUGO CARLOS GRANADOS
1984. ORANGEL MAESTRE 2008. CRISTIAN CAMILO PEÑA
1985. EGIDIO CUADRADO 2009. SERGIO LUIS RODRIGUEZ
1986. ALFREDO GUTIERREZ 2010. LUIS EDUARDO DAZA MAESTRE
1987. REY DE REYES: NICOLAS MENDOZA* 2011. ALMES GRANADOS DURAN
1988. ALBERTO VILLA 2012. FERNANDO RANGEL
1989. OMAR GELES
1990. GONZALO ‘COCHA’ MOLINA
1991. JULIAN ROJAS

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