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Start Up Nation: La experiencia israelí y cómo trasladarla a la Argentina.

Eduardo Levy Yeyati, Decano de la Escuela de Gobierno de la UTDT, Director del


Proyecto Argentina 2030 del Gobierno Nacional

Me pidieron que hablara de la experiencia israelí y trasladarla un poco a lo que es la


situación en Argentina. Yo viajé hace unas semanas a Israel con la perspectiva de
este programa de la Jefatura de Gabinete que se llama Argentina 2030. Y algunas
cosas aprendí. Cuando uno habla de emprendimientos, de start-ups, de innovación,
habla de diferentes cosas. Hay muchos emprendimientos, no start-ups, sino que
emprendimientos, como los que mencionó Mariano, sociales, de cooperativas, etc.
Hay microemprendedores caseros. De hecho hay empresas que nunca crecen y, de
todas formas son viables, tienen su propio nicho; hay emprendimientos que yo
llamaría sociales, subsidiarios dentro de la economía social, que, de todas formas son
fundamentales y algún día vamos a tener que cerrar ese círculo porque alguna
respuesta vamos a tener que darles, una base estructural, y luego están los start-ups,
que son específicamente empresas de alto crecimiento asociadas al conocimiento,
con mano de obra muy calificada, ingenieros, científicos, pero también con
diseñadores, expertos en marketing, gerentes, y que generalmente estas empresas
están asociadas a ideas innovadoras. Nuevamente, la innovación puede ser al menos
de dos maneras. Hay empresas que hacen una combinación de cosas que ya han
sido creadas –mashups – y hay empresas que generan nuevo conocimiento, patentan
y luego explotan, comercializan conocimientos tecnológicos innovadores,
invenciones. Y todo vale, pero son distintas y se dan de diferentes formas. También se
dan de diferentes formas en Israel. Habiendo hecho esta aclaración, la pregunta es:
¿Por qué Israel se convirtió en start-up nation, como bien decía el libro de Singer? Y
yo en mi viaje a Israel traté de encontrar una respuesta y coincidía bastante con lo que
yo recordaba del libro de Singer, que trajo hace 3 o 4 años. Voy a hacer una lista de
factores que responden a esto, y, por supuesto, será una simplificación.

Primero y principal, porque Israel está lleno de judíos, y eso es importante tenerlo en
cuenta. Y esto no lo dijo yo, lo dice gente a la que le hice la pregunta. Hay dos
cuestiones culturales, la primera es que los judíos estudian. El porcentaje de judíos
con título universitario en el mundo es del 45 %, tengo este número pero puede ser
más. El promedio mundial creo que es 15 o 20 %. Y aparte, hay algo más cultural, que
se mencionó antes, que es esa insolencia, ese pensamiento crítico, que se da incluso
a nivel del ejército y que llaman Jutzpá que es una especie de reverencia que es caldo
de cultivo para inventar cosas, o, por lo menos, para cuestionar lo que uno recibe ya
hecho, y que es importante. Otro factor importante es el ejército per se. El ejército
cumple varios roles pero, en particular, cumple el rol de un sistema de educación
superior dual, un sistema difícil de concebir, un sistema selectivo, elitista en el buen
sentido. El ejército discrimina, lo mismo que en U.S.A., que también es un sistema
elitista. Hay chicos que se preparan toda la vida para entrar a Stanford. En Israel hay
chicos que se preparan toda la vida, y, sobre todo en el secundario, para entrar en las
divisiones de elite del ejército israelí, la unidad de inteligencia. Y algunas de las
grandes innovaciones surgen de los start-ups de mayor sofisticación tecnológica, y, de
hecho, hablaba con Manuel Trajtemberg que es un economista argentino muy
reconocido en Israel y me decía: “mi hija está haciendo el sexto año en el ejército”,
porque como estos lugares de elite son casi como un MIT, los chicos se quieren
quedar 3 años más. Salen de ahí y luego pueden hacer casi cualquier cosa, no solo
por el networking, sino por la formación. Entonces, el ejército tiene un rol que es difícil
de replicar en un sistema como el de Argentina.. Después hay otros factores que son
medio políticos, que son importantes a tener en cuenta. Israel no tiene recursos
naturales. Los únicos recursos que tenía a su inicio eran sus recursos humanos.
Tenían que construir con eso, y eso fue, en alguna medida, una bendición encubierta
porque tenía buenos recursos humanos y enfocó toda su visión a partir de cierto
período en apalancarse en esos recursos. Ahora encontraron gas, pero ahora ya se
desarrollaron. En ese momento no tenían, no había ni agua. No tienen mercados
cercanos porque están rodeados. Y esto es interesante porque reproduce una
situación que se dio en la historia de los judíos. Al estar rodeado, uno tiene que
comercializar a distancia. Entonces, ciertos productos son más fáciles de
comercializar a distancia que otros. Los servicios, servicios de cibernética, servicios
que son fácilmente trasportables, son favorecidos. Pero hay algo que se reproduce en
el pueblo judío, porque los judíos, atacados por los pogroms y móviles en Europa,
huyendo de un lugar a otro, tuvieron que aprender a trasladar sus riquezas en papeles
y de ahí que muchos de los instrumentos financieros surgieron de la necesidad de ser
móviles. El contexto, genera muchas veces esas adaptaciones. Y en este caso, el
hecho de estar rodeados, generó, en un pueblo que tiene muchísimo capital humano,
esta adaptación hacia cierto tipo de producciones, que hoy son las producciones que
exporta. Otro tema que aparece como uno de los factores, si uno pregunta a los
expertos aparece en la lista es la inmigración rusa. Israel, creo que a partir de los ’90,
empieza a tener una inmigración rusa muy importante, pero no de cualquier ruso. Se
trataba de rusos formados: ingenieros, doctores, matemáticos, que son en gran
medida, un insumo que hace dos cosas, una es que reduce fuertemente la tasa de
dependencia. Hay mucha más población activa por el total de la población. Esto
implica que el PBI per cápita crece más rápido, una simple aritmética, más trabajan
del total. Pero aparte son trabajadores de altísima calificación y, de hecho, a fines de
los ’90 creo que un quinto aproximadamente de la población era rusa, con lo cual la
importación de insumos de alta calidad dio un empujón. Es parte del empujón que tuvo
Israel a partir del plan de estabilización. Además, tenemos, como factores que surgen
en una discusión, el tema de la creación de la industria del capital de riesgo, sobre el
cual ya hablamos y creo que ha sido fundamental y es parte de la visión, porque hay
una ingeniería detrás de la creación de esta capacidad de financiar innovación y
nuevos emprendimientos. Y por último tenemos esta práctica de tener clusters,
nosotros lo llamamos acá Triángulo de Sábato, la unión del sector privado y del sector
público, la universidad, y eso es muy común en Israel, en parte porque está todo cerca
y en parte porque se ha fomentado. Aparte está el plan de estabilización, que ya se
mencionó antes y vale la pena recalcarlo, porque un país con mucha volatilidad es
muy difícil que genere o que saque el jugo de alguno de estos factores. Hoy se habla
mucho del modelo israelí con su plan de estabilización cuando se piensa en las metas
de inflación, pero es importante destacar que el plan fue mucho más que eso y Nacho
un poco mencionó que había otros factores, incluyendo una altísima responsabilidad
en el manejo de la cosa pública y del presupuesto, que todavía se continúa a la fecha
y que hizo bajar las tasas de endeudamiento de los niveles estratosféricos que tenía
en los ’80 a los niveles mucho más manejables de la actualidad.

Y el porqué de esta lista es que, cuando uno pensaba al viajar, qué podía uno llevarse
de todo esto a la Argentina, algunos de estos factores, menos los últimos dos, son
muy idiosincráticos, no son replicables. Esto no quiere decir que no podamos tomar
lecciones, sino que uno primero tiene que delimitar el contorno de lo que es replicable,
de lo que puede ser extrapolable o adaptable, de cosas por ejemplo, no queremos
generar una guerra, no vamos a tener una gran inmigración rusa, y la verdad es que
nosotros tenemos la fuerza laboral, el nivel de estudio, el nivel de educación que
tenemos ahora. Podemos mejorar, pero no vamos a dar un salto y vamos a tener 45
% de universitarios en los próximos 10 años. No va a pasar. Entonces hay que
trabajar con lo que uno tiene. Esto no significa que el modelo no puede ser replicado.
Hay que aprender de las cosas que efectivamente se pueden replicar, como en el
caso que mencionó Mariano, del plan financiamiento. Es replicar una experiencia
adaptada a la realidad argentina y quizás no tiene el empuje que tuvo en Israel porque
faltan los otros elementos pero sin duda va a tener empuje, va a tener impacto. Y creo
que, por el otro lado, hay metas, por ejemplo, más universitarios, o tener un sistema
universitario unido al sector privado para generar esta innovación que es válido tener
como norte para ir empujando esas políticas gradualmente. Y me quiero detener en
esta última, la de los clusters, porque me parece que vale la pena hacer algunas
indicaciones. Yo, al menos, saqué una lección muy importante. Si uno mira América
Latina en términos de la interacción entre el sector académico, el sector privado y el
Estado en términos de innovación, lo que ve es que ha habido un aumento importante
del gasto en investigación en los últimos años, en toda América Latina y en particular,
Argentina. Estoy mencionando un artículo que hace poco publicó Andrés Lopez de
Ciencias Económicas de la UBA midiendo estos temas, que yo creo que la intuición la
tenemos todos, pero puso datos sobre eso. Aumentó la cantidad de dinero que
invertimos en investigación y aumentó la cantidad de papers que publicamos.
Pasamos de publicar el 2.5 de papers académicos a publicar el 3.5. Pero no aumentó
el número de patentes que surgen de estos mismos países. Casi todos los países
tienen básicamente el mismo patrón. La conclusión que saca Lopez y que me parece
sensata, es no tanto que las patentes son la forma perfecta de medir cuánto de la
investigación termina siendo transferida a tecnología pero sí saca la conclusión
preliminar de que nosotros somos más efectivos en producir investigación académica
que en transferirla a la comercialización, a la tecnología. Esto no implica que hay que
producir menos investigación académica, es que el pool es grande, es demasiado
grande como para no tener más tecnología. O sea, se tienen que hacer las dos cosas,
y nosotros estamos haciendo sólo una de las dos. O sea, no compiten entre las dos.
Esto es algo que yo aprendí de la visita a Israel, porque si uno mira cómo trabajan las
agencias de transferencia de tecnología en las universidades y por fuera, e incluso a
nivel estatal, lo que ve es que, de alguna forma, estas agencias diluyen lo que es una
falsa antinomia entre investigación básica y transferencia de tecnología, que a
nosotros nos está matando. Les cuento una anécdota. Fui a una reunión con
investigadores en el complejo de Ciencias de la Vida de la Universidad Hebrea de
Jerusalén y en un momento, una de las cuatro personas que vinieron y estuvieron
explicando lo que venían investigando y cuáles eran sus patentes, sus invenciones,
eran proyectos que ya tenían comercialización, tenían patente protegida, estaban en
proceso de ir a buscar mercados, etc. Uno de ellos me muestra un proyecto
fascinante. Era como tener criaderos de pescado, en este caso era besugo, y se
podían poner en cualquier lado, en un campo. No es necesario tener costa, ya que
hay países que tienen sus costas saturadas. Y me contaba esto como si fuera una
industria Pyme. Entonces yo le pregunté cuánto hacía que estaba generando esta
invención. Y me contestó que desde que llegó a la Universidad, en 1992. La dinámica
era que esta persona era un profesor, un investigador que venía publicando papers
académicos regularmente todos los años y que en algún momento, con este bagaje,
este know-how, alguien de la agencia de tecnología se le acercó y le propuso construir
con todo esto un prototipo, y lo fue ayudando mientras el profesor seguía dando sus
clases, investigando, escribiendo sus papers. O sea, no había ningún tipo de
competencia ahí, lo que había era una agencia que facilitaba la generación de valor a
partir de esta investigación básica que se continuaba por separado. Hay muchos de
estos casos, también en la Universidad de Tel Aviv. O sea, cada una de las
universidades, y, particularmente, la Universidad de Tel Aviv, tiene estas unidades que
lo que hacen es un scouting de proyectos, más bien de investigaciones, y ver cuáles
de estas cosas pueden tener una utilidad y ayudarlo no sólo a generar el proyecto sino
también comercializarlo, sacar la patente. Es decir que le dan todo lo que el
investigador no tiene. Pensar que el investigador se va a volver tecnólogo es un poco
ambicioso. El investigador siempre es investigador pero al ser rodeado de esta forma
se convierte de alguna forma en un insumo fundamental para la tecnología. A lo que
voy con todo esto es a que nosotros no tenemos esos clusters y hay pocas, aunque
las hay, hay pocas unidades de transferencia tecnológica en las universidades que
emulan estas que mencioné en las universidades de Israel, pero eso fácilmente se
puede replicar y me parece que, de hecho, la Agencia de Innovación Tecnológica, que
es la versión 2.0 en Israel de lo que era el científico jefe, que tiene nivel de gobierno
central y aparte, cada uno de los ministerio. Esa Agencia de Innovación Tecnológica
es algo que nos permitiría salir de esa falsa antinomia entre investigación y tecnología
que, de pronto, no tiene ninguna base, salvo cuando con la misma gente tenemos que
hacer las dos cosas.

Y quiero hacer una última conclusión en relación a los límites de extrapolación del
modelo israelí. Creo que hay que mirar todos los modelos exitosos y sacar todo lo que
podamos de ellos sin perder la perspectiva. Mariano fue muy claro en cuáles son
nuestros desafíos. Nosotros tenemos que crear trabajo en Argentina, porque ya
tenemos un problema y eso no va a mejorar sólo. Y aparte tenemos un gran desafío
porque estamos enfrentando lo que los demógrafos llaman bono demográfico.
Esencialmente implica que va a haber mayor población activa sobre la pasiva. Por
algún motivo tendrán pocos hijos y esos hijos son pasivos. Por unos años, 10, 15 años
vamos a tener más población pasiva. Esto implica que va a haber más gente en el
mercado, más gente trabajando por el total de gente que consume. Esto es así si esa
gente consigue trabajo. Si no, ocurre todo lo contrario, habrá más gente sin trabajar
sin importar la edad en relación a la gente que produce. A todo esto, hay que
agregarle otro desafío, que yo creo que va a ser exitosamente abordado, que es
aumentar la tasa de participación de mujeres, sobre todo de mujeres de hogares de
recursos bajos y medios, que es donde la participación es muy baja. Y la participación
de los jóvenes que sigue siendo baja. Entonces vamos a tener un montón de gente
yendo al trabajo. Es decir que no sólo hoy tenemos poco trabajo para la gente que ya
está sino que vamos a tener que darle trabajo a toda esta gente, que no van a ser los
rusos que recibió Israel. Es un gran desafío. Entonces, el modelo israelí sirve, pero
hay que adaptarlo. Nosotros necesitamos generar trabajos para nuestros trabajadores,
que son estos. Porque la educación tiene mucha ……… porque vamos a tardar 25
años en cambiar la posición fuerza laboral pero en el interín, este es nuestro desafío.
Entonces me parece que como lección yo creo que el modelo funciona efectivamente
con cosas muy concretas que hay que imitar o emular como un norte que hay que
adaptar a las necesidades locales.

Y voy a cerrar diciendo que la idea de Argentina 2030 la generamos con una visión.
Uno va a Israel y habla con los israelíes viejos que vivieron todo el proceso y da la
sensación de que en 1985 nadie imaginaba que Israel iba a ser esto. Eso es algo que
tenemos que tener en cuenta. Pero cuando uno habla de modelo israelí, es cierto, hay
que adaptarlo pero mucha gente piensa que no lo vamos a hacer, que nunca vamos a
llegar, que nosotros no estamos para eso. Creo que es importante, o, por lo menos es
parte de lo que nosotros queremos hacer, cuando miramos a futuro es importante
inspirar una visión en la gente, no tanto contar la visión. Inspirar implica que mi
interlocutor empiece a pensar en una forma que él no pensaba que podía suceder.
Nosotros, no se si hoy podemos imaginar lo que vamos a ser dentro de 20 o 30 años.
Tenemos que empezar a pensar que podemos ser mucho mejor de lo que nosotros
creemos que podemos hacer. Creo que esa es la base de todo. Lo del modelo israelí
sirve para acciones muy concretas pero aparte sirve para pensar como una nación
puede llegar a lugares que a priori resultan impensables. Hay que pensar lo
impensable

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