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Una estudiante universitaria de Buenos Aires, llamada Guadalupe, narra una experiencia

personal titulada “Crecer con el Arte”. Ella , junto a un grupo reducido de 4 personas
en total, profesores de Artes varias, se juntan en la casa de Guadalupe a preparar todo
tipo de materiales extraídos de su misma casa para emprender viaje en un auto apretado
con destino al C.E.C NRO 801 ubicado en el barrio “EJERCITO DE LOS ANDES” o
más y mal conocido por la gente, gracias a la prensa, como “FUERTE APACHE”.
.
El C.E.C es un Centro de educación Complementaria ubicado en zonas de bajos
recursos, que posibilitan que los niños entre 4 y 11 años tengan un lugar fuera del
horario escolar, dónde alimentarse y realizar actividades varias de integración e
inclusión.

Guadalupe se sonríe para sí misma cuando todos los chicos, luego del largo viaje corren
a recibirlos y se le cuelgan del cuerpo en tono afectuoso. Esa sonrisa interior pone en
evidencia que el esfuerzo realizado ha valido la pena.

El C.E.C es una parte más de la comunidad del barrio, y aunque tenga rejas, paredes y
puertas el humor generalizado de la gente que vive allí traspasa todo construcción
material. Los chicos y maestros (que cada vez son menos) de la institución se
desenvuelven desde esos estados de ánimos y sensaciones. Un barrio que cuenta con
grandes monobloques, que parecen imponentes al que los ve desde afuera, pero desde
adentro todo se filtra, todo es transparente.

El principal objetivo por parte de los profesores recién llegados fue la integración entre
las Artes y los chicos, partiendo de la idea que la educación deriva de la Cultura.
Los encargados, en este caso, de generar esta integración entre los chicos (que
pertenecen a una misma cultura entre sí) son un grupo de “extranjeros” de esas tierras,
académicos o con formación particular paga, que llegan en auto desde lejos,
impulsados por la Subsecretaría de Cultura de la pcia. de buenos Aires en conjunto
con la dirección de Cultura de 3 de febrero, o sea sostenidos por el estado.
¿La manera? a través de diversos disciplinas artísticas, utilizando materiales caseros que
pertenecen a su cultura para introducirlos allí como puente de unión cultural. Cuando
Guadalupe intenta proponer una actividad y el grupo no responde como ella imaginó,
luego de la desesperación de no poder manejar el momento, se da cuenta que tiene que
“entrar” en situación de una manera distinta a sus experiencias previas como docente .
La directora ya le había dicho que se necesita una capacitación especial para abordar ese
trabajo en este lugar.
Guadalupe descubre que no necesita que todos la escuchen para generar una propuesta
de trabajo, sino dirigirse a un grupo reducido, brindándole algunos elementos para que
empiecen a trabajar, los mismos que habían sido preparados en su hogar unas horas
antes. Este grupo, desencadena y facilita que todo el resto de la clase se interese, por
contagio. La autoridad, en este caso, no se ganó desde una figura central. Sino desde un
“no” protagónico desde entrada, ubicándose en la periferia y accionando directamente
en un foco particular de 3 0 4 chicos. Estos chicos llegaron a los demás directamente.
Las actividades propuestas ese día comienzan a funcionar en los distintos grupos, los
chicos producen sus obras desde la plástica, la danza y la música. Dentro de la escuela,
se empieza a mover otra cosa: se activa la creatividad y trabajo conjunto. Y la Murga,
propuesta por los docentes, es la que hace el llamado a la comunidad, invita a que se
acerque el barrio, y así sucede. La murga a su vez es un elemento de orígen popular,
tomada por los profesores, que la re introducen, es un factor de integración entre esta
misma cultura. Si el tema central de la educación es la identidad, quiere decir que la
Murga es un elemento que identifica a al comunidad en General. Si bien costó esfuerzo
el organizarse, rápidamente prendió una llama entre los chicos y adultos. Y fueron los
chicos los que esta vez le enseñaron algo a los adultos que miraban el suceso.

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