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Teoría

Tanto la teoría como la terapia de Víctor Frankl se desarrolló a partir de sus experiencias
en los campos de concentración nazis. Al ver quien sobrevivía y quién no (a quién se le
daba la oportunidad de vivir), concluyó que el filósofo Friederich Nietszche estaba en lo
cierto: Aquellos que tienen un por qué para vivir, pese a la adversidad, resistirán”. Pudo
percibir cómo las personas que tenían esperanzas de reunirse con seres queridos o que
poseían proyectos que sentían como una necesidad inconclusa, o aquellos que tenían una
gran fe, parecían tener mejores oportunidades que los que habían perdido toda esperanza.

Su terapia se denomina logoterapia, de la palabra griega logos, que significa estudio,


palabra, espíritu, Dios o significado, sentido, siendo ésta última la acepción que Frankl
tomó, aunque bien es cierto que las demás no se apartan mucho de este sentido. Cuando
comparamos a Frankl con Freud y Adler, podemos decir que en los postulados esenciales
de Freud, (éste consideraba que la pulsión de placer era la raíz de toda motivación humana)
y Adler (la voluntad de poder), Frankl, en contraste, se inclinó por la voluntad de sentido.

Frankl también utiliza la palabra griega noös, que significa mente o espíritu. Sugiere que
en psicología tradicional, nos centramos en la “psicodinámica” o la búsqueda de las
personas para reducir su monto de tensión. En vez de centrarnos en eso; o más bien, además
de lo anterior, debemos prestar atención a la noödinámica, la cual considera que la tensión
es necesaria para la salud, al menos cuando tiene que ver con el sentido. ¡A las personas les
gusta sentir la tensión que envuelve el esfuerzo de un meta valiosa que conseguir!.

No obstante, el esfuerzo puesto al servicio de un sentido puede ser frustrante, la cual


puede llevar a la neurosis, especialmente a aquella llamada neurosis noogénica, o lo que
otros suelen llamar neurosis existencial o espiritual. Más que nunca, las personas actuales
están experimentando sus vidas como vacías, faltas de sentido, sin propósito, sin objetivo
alguno..., y perece ser que responden a estas experiencias con comportamientos inusuales
que les daña a sí mismos, a otros, a la sociedad o a los tres.

Una de sus metáforas favoritas es el vacío existencial. Si el sentido es lo que buscamos,


el sin sentido es un agujero, un hueco en tu vida, y en los momentos en que lo sientes,
necesitas salir corriendo a llenarlo. Frankl sugiere que uno de los signos más conspicuos de
vacío existencial en nuestra sociedad es el aburrimiento. Puntualiza en cómo las personas
con frecuencia, cuando al fin tienen tiempo de hacer lo que quieren, parecen ¡no querer
hacer nada!. La gente entra en barrena cuando se jubila; los estudiantes se emborrachan
cada fin de semana; nos sumergimos en entretenimientos pasivos cada noche; la neurosis
del domingo, le llama.

De manera que intentamos llenar nuestros vacíos existenciales con “cosas” que aunque
producen algo de satisfacción, también esperamos que provean de una última gran
satisfacción: podemos intentar llenar nuestras vidas con placer, comiendo más allá de
nuestras necesidades, teniendo sexo promiscuo, dándonos “la gran vida”. O podemos llenar
nuestras vidas con el trabajo, con la conformidad, con la convencionalidad. También
podemos llenar nuestras vidas con ciertos “círculos viciosos” neuróticos, tales como
obsesiones con gérmenes y limpieza o con una obsesión guiada por el miedo hacia un
objeto fóbico. La cualidad que define a estos círculos viciosos es que, no importa lo que
hagamos, nunca será suficiente.

Igual que Erich Fromm, Frankl señala que los animales tienen un instinto que les guía.
En las sociedades tradicionales, hemos llegado a sustituir bastante bien los instintos con
nuestras tradiciones sociales. En la actualidad, casi ni siquiera eso llegamos a tener. La
mayoría de los intentos para lograr una guía dentro de la conformidad y convencionalidad
se topan de frente con el hecho de que cada vez es más difícil evitar la libertad que
poseemos ahora para llevar a cabo nuestros proyectos en la vida; en definitiva, encontrar
nuestro propio sentido.

Entonces, ¿cómo hallamos nuestro sentido?. Frankl nos presenta tres grandes
acercamientos: el primero es a través de los valores experienciales, o vivenciar algo o
alguien que valoramos. Aquí se podrían incluir las experiencias pico de Maslow y las
experiencias estéticas como ver una buena obra de arte o las maravillas naturales. Pero
nuestro ejemplo más importante es el de experimentar el valor de otra persona, v.g. a través
del amor. A través de nuestro amor, podemos inducir a nuestro amad@ a desarrollar un
sentido, y así lograr nuestro propio sentido.

La segunda forma de hallar nuestro sentido es a través de valores creativos, es como


“llevar a cabo un acto”, como dice Frankl. Esta sería la idea existencial tradicional de
proveerse a sí mismo con sentido al llevar a cabo los propios proyectos, o mejor dicho, a
comprometerse con el proyecto de su propia vida. Incluye, evidentemente, la creatividad en
el arte, música, escritura, invención y demás. También incluye la generatividad de la que
Erikson habló: el cuidado de las generaciones futuras.

La tercera vía de descubrir el sentido es aquella de la que pocas personas además de


Frankl suscriben: los valores actitudinales. Estos incluyen tales virtudes como la
compasión, valentía y un buen sentido del humor, etc. Pero el ejemplo más famoso de
Frankl es el logro del sentido a través del sufrimiento. El autor nos brinda un ejemplo de
uno de sus pacientes: un doctor cuya esposa había muerto, se sentía muy triste y desolado.
Frankl le preguntó, “¿Si usted hubiera muerto antes que ella, cómo habría sido para ella?.
El doctor contestó que hubiera sido extremadamente difícil para ella. Frankl puntualizó que
al haber muerto ella primero, se había evitado ese sufrimiento, pero ahora él tenía que pagar
un precio por sobrevivirle y llorarle. En otras palabras, la pena es el precio que pagamos
por amor. Para este doctor, esto dio sentido a su muerte y su dolor, lo que le permitió luego
lidiar con ello. Su sufrimiento dio un paso adelante: con un sentido, el sufrimiento puede
soportarse con la dignidad.

Frank también señaló que de forma poco frecuente se les brinda la oportunidad de sufrir
con valentía a las personas enfermas gravemente, y así por tanto, mantener cierto grado de
dignidad. ¡Anímate!, decimos, ¡Sé optimista!. Están hechos para sentirse avergonzados de
su dolor y su infelicidad.

No obstante, al final, estos valores actitudinales, experienciales y creativos son meras


manifestaciones superficiales de algo mucho más fundamental, el suprasentido. Aquí
podemos percibir la faceta más religiosa de Frankl: el supra-sentido es la idea de que, de
hecho, existe un sentido último en la vida; sentido que no depende de otros, ni de nuestros
proyectos o incluso de nuestra dignidad. Es una clara referencia a Dios y al sentido
espiritual de la vida.

Esta postura sitúa al existencialismo de Frankl en un lugar diferente, digamos, del


existencialismo de Jean Paul Sartre. Este último, así como otros existencialistas ateos,
sugieren que la vida en su fin carece de sentido, y debemos afrontar ese sin sentido con
coraje. Sartre dice que debemos aprender a soportar esta falta de sentido; Frankl, por el
contrario, dice que lo que necesitamos es aprender a soportar nuestra inhabilidad para
comprender en su totalidad el gran sentido último.

“Logos es más profundo que la lógica”, decía, y es hacia la fe adonde debemos


inclinarnos.

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Detalles clínicos especiales

Víctor Frankl es casi tan bien conocido por ciertos detalles clínicos de su acercamiento
como por su teoría en general. Tal y como mencionamos antes, él cree que el vacío
existencial se llena con frecuencia de ciertos “círculos viciosos” neuróticos. Por ejemplo,
ahí está la idea de ansiedad anticipatoria: alguien puede estar tan asustado de sufrir ciertos
síntomas relacionados con la ansiedad, que llegar a tener esos síntomas se torna inevitable.
La ansiedad anticipatoria causa aquello mismo de lo que la persona está asustada. Los tests
de ansiedad son un ejemplo obvio: si tienes miedo de fracasar en los exámenes, la ansiedad
llegará a prevenirte de hacer bien los exámenes, conduciéndote a tenerles siempre miedo.

Una idea similar es la hiperintención, que sugiere el esfuerzo en demasía, lo cual en sí


mismo te previene de tener éxito en cualquier cosa. Uno de los ejemplos más comunes es el
insomnio: muchas personas, cuando no pueden dormir, continúan intentándolo, siguiendo
las instrucciones al pie de la letra de cualquier libro. Por consiguiente, al intentar dormirse
se produce el efecto contrario; es decir, previene de dormirse, de manera que el ciclo se
mantiene indefinidamente (paralelamente, y de forma incidental, la forma en que hoy se
usan de forma excesiva las pastillas para dormir, ¡provoca el efecto contrario!). Otro
ejemplo sería la manera en la que nos sentimos en la actualidad con respecto a ser el
amante perfecto: los hombres sienten que deben tardar más, las mujeres se sienten
obligadas no sólo a tener orgasmos, sino múltiples orgasmos y así sucesivamente.
Demasiado preocupación en este campo, traerá consigo, inevitablemente, la inhabilidad de
relajarse y disfrutar de la experiencia.

Una tercera variante sería la hiperreflexión. En este caso se trata de “pensar demasiado”.
A veces estamos esperando que algo pase, y efectivamente pasa, simplemente porque su
ocurrencia está fuertemente ligada a las propias creencias o actitudes; la profecía de la auto-
compleción. Frankl menciona a una mujer que pese a haber sufrido de malas experiencias
sexuales en su niñez, desarrolló una personalidad fuerte y sana. Cuando tuvo la oportunidad
de acercarse al mundo de la psicología, se encontró con que en la literatura se mencionaba
que tales experiencias dejaban a la persona con una inhabilidad para disfrutar de las
relaciones sexuales; a partir de aquí, ¡la mujer empezó a tener estos problemas!.

Una parte de la logoterapia utiliza así mismo estos términos: la intención paradójica es
desear precisamente aquello de lo que tenemos miedo. Un hombre joven que sudaba
profusamente cuando se encontraba en situaciones sociales, recibió la instrucción de Frankl
de que pensase en desear sudar. Parte de sus instrucciones decían: “¡Sólo he sudado un
cuarto de tiempo antes, pero ahora lo haré al menos por diez cuartos del tiempo!”.
Obviamente, cuando se puso en ello, no pudo realizarlo. Lo absurdo del planteamiento
rompió su círculo vicioso.

Otro ejemplo lo podemos encontrar relacionado con los trastornos del sueño: siguiendo
a Frankl, si sufres de insomnio, no te pases la noche dando vueltas, contando ovejas,
moviéndote de un lado a otro para conciliar el sueño, ¡levántate! ¡Trata de mantenerte
despierto lo más que puedas! Con el tiempo te verás cayendo como una roca en la cama.

Otra técnica es la dereflexión. Frankl cree que muchos problemas tienen su raíz en un
énfasis excesivo sobre el mismo. Con frecuencia, si te alejas un poco de ti mismo y te
acercas más a los demás, los problemas suelen desaparecer. Si, por ejemplo, tienes
dificultades con el sexo, trata de gratificar a tu compañero sin buscar tu propia satisfacción;
las preocupaciones sobre erecciones y orgamos desaparecen y las realidades reaparecen. O
simplemente, no intentes complacer a nadie. Muchos terapeutas sexuales sostienen que una
pareja no hace más que “besuquearse y tocarse”, evitando el orgasmo a “toda costa”. Estas
parejas sencillamente duran un par de noches antes de que aquello que consideraban un
problema, definitivamente se resuelva.

De todas maneras, por más interés que estas técnicas hayan suscitado, Frankl insiste en
que al final los problemas de estas personas son realmente una cuestión de su necesidad de
significado. Por tanto, aunque estas técnicas sean un buen comienzo a la terapia, no son
bajo ninguna circunstancia la meta a lograr.

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http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/frankl.htm

Breve Reseña de Logoterapia


Fundamentos, métodos y técnicas.
La historia del Análisis Existencial y la Logoterapia está estrechamente ligada a su
fundador Viktor E. Frankl.
A muy temprana edad hace consciencia de la temporalidad de la vida y empieza a
cuestionarse sobre su sentido: “¿Para qué vivimos si un día tendremos que morir?”
Esta pregunta lo acompaña en su adolescencia y juventud donde ya se había sembrado -sin
que él lo supiera- la semilla de la Logoterapia.
Siendo muy joven, se involucra en proyectos comunitarios donde se da atención a jóvenes
que sufrían los estragos de la primera guerra mundial: falta de oportunidades, desempleo,
falta de sentido.
Ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena y se interesa por los
planteamientos de Sigmund Freud y su psicoanálisis. Mantiene correspondencia con él –
aunque vivían en la misma ciudad- y por petición del propio Freud es invitado a publicar su
primer artículo en la Revista Internacional de Psicoanálisis cuando tenía apenas 19 años.
Al terminar su formación como médico se especializa en Neuropsiquiatría y partiendo del
psicoanálisis freudiano y de la psicología individual de Alfred Adler, -escuelas que en un
momento lo fascinaron pero que no lo convencieron totalmente-, desarrolla su propio
enfoque en el que abarca también la dimensión noética del ser humano para enriquecer y
rehumanizar el trabajo psicoterapéutico.

Viktor Frankl se oponía al psicologismo de la época y rechazaba el determinismo del


psicoanálisis -“infancia es destino”- defendiendo la libertad humana y su capacidad de
auto-determinación.
La visión del ser humano que distingue el Análisis Existencial frankliano incluye conceptos
fenomenológico-antropológicos como la libertad, la responsabilidad, la capacidad de auto-
distanciamiento y auto-trascendencia, el valor único del ser persona, la incondicionalidad
del sentido de la vida, la multidimensionalidad del ser y la consciencia como ‘órgano’ del
sentido.

La Logoterapia como la aplicación clínica del Análisis Existencial se puede describir como
una forma de psicoterapia cuya motivación final es aplicable a la existencia concreta de la
persona, en su contexto global, orientada a la solución, para beneficio de la persona y de la
comunidad y por lo tanto centrada en el sentido.
Por esta visión y sus conceptos, la Logoterapia es considerada una forma de psicoterapia
“existencial-humanista”.

Es también conocida a nivel mundial como la Tercera Escuela de Psicoterapia Vienesa


después del Psicoanálisis y la Psicología Individual.
Su concepto de la “voluntad de sentido” como motivación central de la persona resalta las
áreas sanas de la personalidad capaces de sanar, disminuir o apartar los síntomas
patológicos para crear una nueva organización de la experiencia y conductas individuales
orientadas hacia el sentido.
Los métodos y técnicas con los que trabaja la Logoterapia se utilizan en el trabajo con
algunas neurosis psicógenas, neurosis noógenas y en la modificación de actitudes y
conductas disfuncionales. Ésto a nivel correctivo, sin embargo, la Logoterapia tiene una
amplísima aplicación a nivel preventivo orientando a la persona hacia un estilo de vida de
conservación de la salud mental.
En la intención paradójica se moviliza la capacidad de auto-distanciamiento acompañada
del sentido del humor –forma directa de experimentar dicha capacidad-, de modo que la
persona desee provocar precisamente lo que teme; de esta forma el miedo patológico es
sustituido por un deseo paradójico provocando que el síntoma desaparezca. La intención
paradójica acaba con la ansiedad anticipatoria que refuerza el síntoma –síntomas fóbicos,
obsesivos, insomnio, tics nerviosos, algunos casos de tartamudeo, etc...

La derreflexión por otro lado, refuerza la capacidad de auto-trascendencia -capacidad de


salir de uno mismo- y amplía el campo de visión de la persona para reducir o eliminar la
tendencia neurótica a la hiperreflexión y a la hiperintención. Esta técnica se usa de manera
exitosa en ciertos casos de disfunciones sexuales como la impotencia, la incapacidad para
lograr el orgasmo originados en la hiperintención, en casos de actitudes neuróticas como la
actitud de víctima, la postura egocéntrica, la excesiva timidez, entre otras.

La modificación de actitudes como técnica logoterapéutica reúne una gran variedad de


métodos que han sido ampliados por logoterapeutas como Elisabeth Lukas, Joseph Fabry,
U. Böschemeyer, Robert C. Barnes, Eugenio Fizzoti y otros. La ampliación del campo de
visión retoma aquí su importancia y para ello se apoya en la visualización, en la fantasía
guiada, en la confrontación, en la búsqueda de alternativas significativas, de manera que se
amplíe la consciencia de la persona para poder hacer una elección más libre y responsable.
Durante el diálogo existencial-analítico se identifican nuevas posibilidades hacia el
descubrimiento del sentido, metas, proyectos y tareas significativas, aplicables a la
experiencia concreta.
Este diálogo se apoya en la Mayéutica, técnica conocida también como diálogo socrático
que guía hacia un cuestionamiento profundo de lo significativo en el mundo del paciente,
movilizando así la voluntad de sentido.
Otros métodos son la interpretación de los sueños para descubrir en ellos contenidos
existenciales y mensajes de sentido.

La meditación logoterapéutica, la visualización guiada, la metáfora como herramienta de


auto-descubrimiento y de identificación de elementos con un contenido de significado, el
logodiario como un registro que sensibiliza y responsabiliza a la persona hacia una
existencia más plena y la biblioterapia como recurso terapéutico que orienta hacia el
sentido.

La relación cliente-terapeuta se centra en el “encuentro personal” y en una ética siempre


respetuosa de los derechos del cliente.

La Logoterapia de grupo se da en la aplicación de la Terapia Familiar centrada en el sentido


donde se considera a la familia como una comunidad capaz de aportar actitudes y conductas
significativas para el beneficio y crecimiento común. Se aplica también en los grupos de
encuentro logoterapéutico .

El reconocimiento internacional en el mundo científico y la investigación empírica para la


validación y eficacia de la Logoterapia la confirman como una teoría psicoterapéutica
científica para el trabajo con la experiencia y conducta humanas.

El Dr. Frankl insistió en su apertura a nuevas aportaciones siempre y cuando no se


desviaran de lo medular de su teoría. Estas aportaciones se han venido realizando alrededor
del mundo, en su natal Viena, en Alemania, Italia, México, Argentina, Uruguay, España,
Japón, etc...

La Logoterapia ha tenido una gran expansión alrededor del mundo. En Iberoamérica ha


tomado tal fuerza que existen ya desde hacia varios años la Fundación Argentina de
Logoterapia, la Fundación Uruguaya y la Fundación Mexicana de Logoterapia. Hace unos
meses la Fundación Iberoamericana de Logoterapia inició sus labores también y organizará
en la Ciudad de México el Primer Congreso Iberoamericano como un homenaje al 100
aniversario del nacimiento de Viktor Frankl.

http://www.logoforo.com/Breve-Resena-Logoterapia.htm

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