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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA

ESCUELA DE POST GRADO

PROGRAMA DE MAESTRÍA
Administración y Gerencia Publica

ENSAYO

Curso: Teoría del Estado.

Alumno: Wilmer Fernández Ramírez

Docente: Mg. Jorge Brenis Exebio

Jaén – Perú

2018

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FINES DEL ESTADO EN UN CONTEXTO DE MULTICULTURALIDAD Y
GLOBALIZACIÓN.

Introducción.

A tres años de cumplir el bicentenario como república, el Perú, como Estado y


nación, sigue en proceso de construcción social y política. Su territorialidad corresponde
o pertenece a una pluralidad pueblos indígenas ancestrales, que lo han habitado, incluso
antes de que exista como la “república denominada Perú”. Esta pluralidad de pueblos,
muchos de ellos con escasos niveles de relación unos con otros, implica una
multiplicidad de cosmovisiones y formas de organización social y política, con distintas
comprensiones de la “dignidad humana” y de los fines que persigue el ser humano como
individuo y colectividad. En efecto, en este contexto, la construcción de una comunidad
política se hace compleja, y más aún cuando se habla de “nación” cuyo concepto implica
compartir elementos de sentido, no homogeneizantes, sino vinculantes e integradores,
que hacen posible el sentimiento de ser parte de un solo pueblo-nación, como ha pasado
con el fenómeno del futbol en el Mundial Rusia 2018. Y si el Estado, como organización
política de una comunidad humana, logra unidad y legitimidad en torno al fin que se ha
propuesto, en un contexto peruano de multietnicidad ¿el “fin” es elemento integrador o
más bien es un elemento de colonización cultural y territorial, “mal necesario” para esas
poblaciones minoritarias? ¿Cuál es el nivel de legitimidad de un una Constitución
elaborada por un colectivo humano predominantemente blanco? El propósito de este
ensayo es esbozar argumentos sobre la necesidad de que los fines planteados por la
constitución política del Perú deben ser vinculantes, lo cual debe lograrse con mayor
participación de las poblaciones indígenas en la construcción de la carta magna. El
marco político es que el Estado Peruano está en proceso de construcción tanto como
estado y como nación, lo cual deja abierto la posibilidad de que se fortalezca la
participación de las poblaciones que hasta ahora han tenido escasa participación en la
construcción Perú como Estado-Nación.

1. El fin del Estado peruano en la constitución política del 1993 y su legitimidad


en la pluralidad de etnias.

Hagamos, en primer lugar, un repaso de algunos de los elementos constitutivos


del Estado entre los cuales está “sobre los fines del Estado” como organización política.
(Porrúa 2005) Aristóteles en su teorización sobre Estado pone como punto de partida
material al ser humano, elemento constitutivo del Estado, entendido aquel como “ser
social” y, por tanto, “político por naturaleza”, condición que, según él, se actualiza de la
mejor manera en el Estado, haciendo de éste la forma de organización política más
adecuada, en la cual el ser humano puede desarrollar todas sus potencialidades que
posee su naturaleza racional y biológica. Solamente en una sociedad política puede ser
el hombre un “ser virtuoso”, es decir, “un hombre feliz”. Esta socialización, según
Aristóteles, está mediatizada por el lenguaje, cuya aptitud comunicativa es reflejo del
“ser racional” del hombre. En este sentido el Estado es una comunidad discursiva
racional, de seres racionales cuya ágora dialéctica es la sociedad política. Para
Aristóteles, la felicidad de los ciudadanos es el fin supremo del Estado, el Bien supremo,
el bien común que representa el interés común, el elemento vinculante, forma,
conscientes o inconsciente, de los acuerdos sociales y políticos. La “felicidad” como “fin
supremo” del estado, es un elemento constitutivo del Estado. Este fin es relativo a la
felicidad del individuo y está plasmado en un orden jurídico, manifestado en la

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Constitución Política del Estado. El orden jurídico que recoge el fin dela organización
política es un tercer elemento constitutivo del Estado. En efecto, todos los actos, tanto
de los gobernados como de los gobernantes, deben realizarse en el marco de dicho
orden jurídico, actualizando así de manera permanente la forma de Estado (Montejano
1976, p.170).

Esta doctrina del fin como elemento constitutivo y de justificación del Estado
sigue siendo elemento para la organización del Estado Moderno. El Perú, como la
mayoría de las naciones modernas, cuenta con una Constitución Política en la cual
están plasmados los fines para los que se ha constituido, las formas de gobierno que lo
rigen y los medios para lograr esos fines. ¿Cuáles es la finalidad suprema del Estado
peruano? La Constitución Política de 1993, en continuidad con las constituciones del
siglo XX, reafirma que el fin supremo de la nación y Estado peruano es “la defensa de
la persona humana y el respecto de su dignidad” (Const.1993, art.1). Esta formulación
está seguida por una serie de artículos que explicitan los derechos fundamentales que
defiende el Estado peruano. Con esto se constata que estamos pues frente a un modelo
de Estado con enfoque fuerte de derechos humanos, que transversaliza los derechos
en todo su sistema institucional. En efecto, de lo dicho se desprende que es función
suprema del Estado peruano garantizar los derechos de la cada una de las personas
que lo constituyen. Esa función debe desarrollarse en todos sus niveles verticales y
esferas en que se ejercita el poder o la autoridad. En otras palabras, el Estado Peruano
para garantizar el pleno desarrollo del ser de los hombres y mujeres de su comunidad
política, para actualizar el respeto de la dignidad de cada peruano, debe preocuparse
de asegurar suficientemente las condiciones sociales, políticas, culturales y
económicas.

En la medida que cada esfera política del Estado incardine su actuación y


objetivos más específicos en este marco de derechos o estado de derecho, se mantiene
también la legitimidad que asegura el buen gobierno y, por tanto, la paz y orden interno
y externo para que se den otras condiciones. Sin embargo, esta legitimidad no es tal,
puesto que hace 30 años se viene dando una serie de conflictos sociales que ponen en
cuestión la representatividad general de esos fines planteados en las dos últimas
constituciones políticas del Perú. Como elementos vinculantes, como representación de
todas la voces y culturas, no es claro. Detrás de los reclamos de reformas
constitucionales o de cambios de la Constitución, lo que hay es una demanda por contar
con una carta magna que realmente recoja la pluralidad de culturas y visiones de
desarrollo de tal manera que todos los grupos humanos que comparten este territorio
se sientan representados, representación que asegura legitimidad. Hay una demanda
de los pueblos por ser reconocidos como actores en la definición de sus fines modelo
de Estado y medios para alcanzarlos.

El Perú es una colectividad política compleja por el hecho de ser un territorio con
una gran diversidad de pueblos, muchos de ellos, por no decir todos, están reclamando,
en el marco de la constitución política y orden jurídico internacional, un reconocimiento
real de sus culturas. Es decir, el hecho de ser un país multiétnico, pluricultural, hace que
el proceso de integración social y política en una nación sea más complejo que en
aquellos países homogéneos poblacionalmente. El proceso de construcción de esta
nación se hace no sin conflictos a lo largo de todo el territorio. Por su puesto el conflicto

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cumple la función de visibilizar y hacernos aprender a convivir mejor el respeto a la
dignidad de todas culturas.

2. Proceso histórico de integración a la comunidad política de las poblaciones


indígenas.

El Perú es un Estado y Nación en proceso de construcción. Esto es positivo en


el sentido de que tenemos la oportunidad para que esta generación aporte al proceso
de integración social y política en una nación. Llevamos décadas buscando aquellos
elementos de sentido vinculantes para un territorio tan diverso. El sentido de nación se
construye con sentidos vinculantes que pueden ser literarios, lengua común, eventos
históricos, personajes, etc. Hay avances que no son poco significativos, sino que nos
indica que estamos en un estadio en que hay mayor integración social y política. Por
ejemplo, la gastronomía nacional, la cual ha sabido integrar la diversidad de productos
y comidas del país. Gracias a la gastronomía hemos tomado conciencias que nuestra
riqueza está en la diversidad cultural. Otro ejemplo es Machupichu como símbolo de la
grandeza de un pueblo andino; la Amazonía como lugar de biodiversidad ecológico y
cultural. Otro ejemplo más inmediato es el fútbol en el Mundial Rusia 2018 que ha
integrado al país en todo el territorio, nos hemos sentido nación en todos los rincones
del país, nos hemos vestido de rojo, cosa que no hacíamos hace mucho tiempo. Este
sentimiento de compartimos cosas en común contribuye con el fortalecimiento de la
legitimidad del Estado peruano.

No solamente se trata de un estadio con elementos como los mencionados


arriba, sino que hay avances en otros aspectos más políticos y sociales. Por ejemplo,
actualmente hay poblaciones que han dejado de ser invisibles para tener mayor
presencia, no sólo en los beneficios que brinda el Estado, sino en la participación de la
construcción de políticas públicas con mayor pluralidad. Hoy en día los pueblos andinos
y amazónicos son más activos en el quehacer nacional. Hace 50 años estaban ausentes
de la toma de decisiones. Podemos decir que ahora los peruanos somos un poquito más
interculturales que hace 30 años. Entre los años 80 y 90 del siglo pasado, las
poblaciones andinas (quechas y aimaras), no sin conflictos, fueron incorporados a los
espacios de tomas de decisiones del Estado. Se fueron integrando como pueblos a los
procesos de desarrollo nacional. El Perú aprendió que no se podía vivir de espaldas a
la realidad de los pueblos andinos y dejó de ser un país costeño para mirarse con andino
también.

Con los pueblos amazónicos pasó algo semejante. El paro amazónico que duró
55 días en el 2009 y que terminó con los lamentables acontecimientos del Baguazo,
visibilizó una realidad oculta entre los bosques, una realidad peruana invisibilizada por
la lejanía, la pequeñez y mezquindad del Estado y por la falta de conocimiento de dicha
realidad. También visibilizó el nivel de discriminación y desprecio por los pueblos por
parte del Estado, hasta el nivel de tratar a los pueblos amazónicos como ciudadanos de
segunda clase. Este conflicto mostró que el Perú no es una Estado consolidado. Los
pueblos indígenas percibieron un Estado que no les podía garantizar derechos
fundamentales como el derecho al territorio, a tener sus propias organizaciones, su
propio sistema de justicia, su propia propuesta de buen vivir. Los pueblos awajún y
wampis, por seis meses, no cantaron el himno nacional ni izaron la bandera peruana.
Decidieron no llamarse peruanos. Los pueblos amazónicos siguen demandando
seguridad jurídica para sus territorios, derechos y presencia del estado de buena fe.

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Asimismo, el conflicto permitió al país un proceso de reflexión al grado de que la atención
del Estado se centró en esta región geográfica. Sin embargo, los pueblos amazónicos
siguen exigiendo se respete sus derechos. El estado aún no ha podido garantizarles
que eso sería así.

3. Necesidad de la una constitución nueva que incorpore la pluralidad de visiones


en el país.

Los fines del Estado son resultado de una construcción social de los miembros
de la organización política que es el Estado. Dignidad humana, Felicidad, Buen vivir,
Vida buena, Vivir bien, son distintas conceptualizaciones de la finalidad última en un
Estado pluricultural como el Perú, unos más holísticos que otros, pero todos válidos
porque pertenecen a colectivos humanos concretos. En este sentido, Marín (2011) se
pregunta si seremos capaces de abrirnos a la multiplicidad de percepciones y a los
puntos de vista considerados válidos y aceptados por otros. ¿Cómo imaginar la
posibilidad de hacer vivir la diversidad cultural y la pluralidad? (82).

Según Marín “una de las grandes tareas vitales para hacer realidad la integración
democrática, debe ser asumida por la educación, que debe promover el respeto de la
pluralidad cultural y lingüística que caracteriza al Perú” (p.77). La integración tendrá que
ser resultado del respeto de la pluralidad. La integración será la puesta en práctica de
la democracia, desde el momento en que se garantiza a todos la igualdad de
condiciones, para cohabitar y participar en la toma de decisiones que determinan el
destino de una sociedad (p.82). En este sentido, en el Perú nos hace falta un nuevo
acuerdo vinculante que integre a todos los pueblos en el respeto, un acuerdo de
dimensiones múltiples asociada a un modelo de Estado que no tiene que ser el actual.

Está pendiente una real integración nacional la cual, más allá del reconocimiento
en el papel, debe darse de forma real. La Constitución Política de 1993, que en varios
de sus artículos reconoce la diversidad cultural de Estado peruano y plantea fines en
vistas a asegurar el respeto y desarrollo de todos sus miembros, sin embargo, aún no
representa toda la diversidad nacional como constructo social y político. Sabemos que
dicha constitución fue elaborada por un Asamblea Constituyente en la que no hubo
presencia de representaciones de los otros 55 pueblos indígenas que constituyen el
Estado Peruano. En este sentido la Constitución Política de 1993 representa una
adhesión impuesta, una obligatoriedad por estar en el territorio, mas no representa un
acuerdo político pluricultural. En otros términos, podemos afirmar que estamos ante un
contrato social con muchas ausencias. Dicha Constitución incorpora el reconocimiento
de los otros pueblos desde una perspectiva occidental, pero no desde la perspectiva de
los pueblos mismos. En este sentido, queda aún el desafío para en el Perú de construir
una Constitución integradora de todas las visiones del Perú. Hay formas de organización
social cuyos fines van más allá de garantizar derechos y dignidad humana. Por eso si
garantizamos que esa diversidad se haga presencia y participación, estamos seguros
que una siguiente Asamblea Constituyente será mucho más plural de modo que
recogerá aquellas formas de vida en una Constitución que represente a todos los
pueblos.

Una constitución que permita administrar la diversidad cultural y la pluralidad de


manera eficiente. Según Marín, lo dicho constituye el desafío más importante de los
Estados contemporáneos y que el actual modelo político de Estado-Nación se muestra

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incapaz de asumir esta realidad multicultural (82). Finalmente Marín en su análisis cierra
su trabajo diciendo que el Perú, en su contexto actual, se encuentra en la incapacidad
de ofrecer las condiciones necesarias a la integración socioeconómica y al respecto de
la diversidad cultural que impregna a su sociedad (82). Las generaciones nuevas de
políticos tendremos que asumir el desafío de construir un modelo de Estado surgido
desde las bases y de copias de otros Estados.

Conclusiones.

El Estado peruano se sostiene en su población, elemento constitutivo


fundamental no homogéneo sino pluricultural. Esto si bien plantea desafío importante
tanto para los gobernantes como para los gobernados, deviene en complejidades para
el desarrollo de los fines del Estado. La mayor parte de las poblaciones indígenas piden
que se ponga como finalidad el “Buen Vivir” u concepto que implica otras dimensiones
que no se agotan en una formulación de sujeto de derechos y de dignidad.

El Perú, como nación y Estado, está en proceso de construcción social y política.


En esto radica la oportunidad que representa el haberse reconocido como territorio
pluriétnico, con colectivos humanos, con lenguas y culturas distintas. En un contexto
así, lograr el sentido de nación tiene sus complejidades, pero es un proceso que tiene
que hacerse. Ese sentido se va configurando, en la medida que vamos encontrando
elementos de sentido que son vinculantes. La importancia de la integración garantiza
nacionalidad la misma que legitima nuestro sistema de fines y a la vez la autoridad del
estado frente a sus gobernados.

La Constitución Política documento en el que están explicitados los fines del


Estado peruano también tienen la obligación de evolucionar, mejorar, incorporando
consensos con mayor pluralidad, que sea representativa y vinculantes de una
plurinacionalidad que es riqueza y oportunidad para establecer un Estado Nación con
rostro propio, que no sea una copia de constituciones de otros países. En este sentido,
los fines del estado deben ser vinculantes en la medida que son resultado de mayores
consensos, los cuales garantizan legitimidad, obediencia civil y por tanto gobernanza
democrática y gobernabilidad.

Bibliografía.

Constitución Política del Perú 1993.

Marín, J. (2011). Perú: Estado-Nación y Sociedad multiculturalidad. Doi:104013/esu


2011.47.1.08. 47 (1): 72-84, janeiro/abril 2011. En
http://revistas.unisinos.br/index.php/ciencias_sociais/article/viewFile/1045/240.

Montejano, B. (1976) El fin del Estado: el Bien Común. REV - Persona y Derecho - Vol.
03. En file:///C:/Users/Usuario/Downloads/PD_III_06%20(2).pdf.

Porrúa P. F. (2005) Teoría del Estado. México. Editorial Porrúa

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