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ACRETISMO PLASENTARIO

INTRODUCCIÓN

El acretismo placentario es la inserción anormal de parte o de toda la placenta, con


ausencia total o parcial de la decidua basal y anormalidad de la caduca verdadera con
penetración de las vellosidades coriales al miometrio .

Es una de las principales causas de hemorragia obstétrica, principalmente del post parto
inmediato, y que condiciona un importante riesgo de morbimortalidad materna, por la
patología misma, como también por el tratamiento aplicado.

El principal tratamiento es la histerectomía obstétrica total, debido a su frecuente


asociación con placenta previa y cicatrices de cesáreas previas. Este procedimiento es un
desafío a las habilidades quirúrgicas del médico obstetra, por lo que es necesario conocer
otras alternativas de tratamiento.

El objetivo de esta comunicación es revisar la etiopatogenia de esta complicación, los


factores de riesgo, los métodos diagnósticos y las diferentes alternativas de tratamiento.

Fisiopatología

Se piensa que el acretismo placentario es debido a una ausencia o deficiencia de la capa


de Nitabuch, que es una capa de fibrina que se ubica entre la decidua basal y el corion
frondoso. Be-nirschke y Kaufman (6), sugieren que esta situación es consecuencia de una
falla en la reconstitución del endometrio/decidua basal, especialmente después de la
reparación de una operación cesárea.

Diagnóstico

Básicamente el diagnóstico se limita al empleo de métodos como es el ultrasonido y la


resonancia magnética. Sin embargo, el diagnóstico definitivo de acretismo placentario es
por medio de histopatología, al comprobar la invasión de las vellosidades coriales en el
miometrio.

Ultrasonografía. El ultrasonido es una útil herramienta para el diagnóstico de acretismo


placentario así como de sus distintas variantes en el segundo y tercer trimestre del
embarazo Su uso en embarazos más tempranos aún no es concluyente.

CLASICACION.

Placenta acreta
En ocasiones, la placenta se adhiere excesivamente a la pared uterina. Esto es muy poco
frecuente y sucede, aproximadamente, en 1 de cada 2.500 embarazos. En el 75% de estos
casos, la placenta se adhiere al miometrio (cubierta muscular del útero) y se
denomina placenta accreta. La placenta increta y percreta (menos comunes) penetran a
mayor profundidad en el músculo uterino o en la pared uterina. La placenta percreta se
puede expandir a otros órganos próximos, como la vejiga.

Este trastorno frecuentemente es asintomático, excepto si está asociado a placenta


previa, por lo que no se suele detectar hasta el momento del parto; sin embargo, puede
presentarse una hemorragia vaginal durante el tercer trimestre del embarazo, y se
diagnostica mediante un examen por ultrasonidos.

El parto en las mujeres que sufren este problema suele ser prematuro, mediante cesárea.
Tras el nacimiento del bebé, la placenta accreta no se separa totalmente del útero, lo que
puede llegar a provocar una peligrosa hemorragia, por ello es preciso extraer este órgano
quirúrgicamente y, en la mayoría de los casos, se debe realizar también
una histerectomía(extirpación del útero).

PLASENTA PERCRETA

produce cuando la placenta se penetra a través de toda la pared uterina y se


adhiere a otro órgano como la vejiga. La placenta percreta es el menos común
de las tres condiciones y es responsable de aproximadamente el 5% de todos
los casos.

PLASENTA INCRETA. se produce cuando la placenta se adhiere aún más


profundo en la pared uterina y si se penetra en el músculo uterino. La placenta
increta representa aproximadamente el 15% de todos los casos.

causas

se desconoce con exactitud cuál es la causa de la implantación anómala de la placenta.


Sin embargo, se presenta, generalmente, en mujeres con placenta previa o en las que
han tenido cesáreas o algún tipo de cirugía anterior en el útero.

Los factores de riesgo son:

 Ser madre después de los 35 años


 Alteraciones en el endometrio
 Intervención quirúrgica previa en el útero
 Placenta previa: Es el factor de riesgo más común, especialmente cuando la
mujer tuvo un embarazo anterior en el cual el bebé nació por cesárea. Cuantas
más cantidad de cesáreas más probabilidades de placenta accreta en una
embarazada con placenta previa
 Miomas submucosos
 Multiparidad: El riesgo se incrementa con cada parto

Síntomas

 Sangrado vaginal que ocurre en el tercer trimestre del embarazo


 Hemorragia intensa en la zona de la inserción placentaria luego de una
extracción forzada durante la cesárea
 Imposibilidad de extracción manual completa de la placenta tras el parto

Complicaciones

 Rotura del útero


 Hemorragia vaginal intensa
 Pérdida de la capacidad reproductiva, puesto que es preciso, en general, extirpar
la placenta
 Infección
 Parto prematuro: La placenta accreta puede apresurar el parto
 Mortalidad fetal: Es poco frecuente

Tratamiento
 Cesárea programada con histerectomía

Una cesárea programada es la mejor medida. Habitualmente, a menos que la mujer se


rehúse, la cesárea con histerectomía debe realizarse no bien se confirme la madurez
pulmonar fetal (en general, para las 35 o 36 semanas).

Si se realiza una cesárea más histerectomía (preferablemente realizadas por un cirujano


pelviano), una incisión fúndica seguida del pinzamiento inmediato del cordón y la
extracción del bebé ayuda a disminuir la pérdida de sangre. La placenta se deja in situ
mientras se realiza la histerectomía. Puede realizarse la oclusión con balón de la aorta o
las ilíacas internas antes de la cirugía, pero se requiere un angiografista hábil y la técnica
puede provocar complicaciones tromboembólicas graves.

En raras ocasiones (por ejemplo cuando el acretismo placentario es focal, fúndico o


posterior), los médicos pueden tratar de salvar el útero; p. ej., el útero se puede dejar en
su lugar, y se puede administrar una alta dosis de metotrexato para disolver la placenta.
La embolización de la arteria uterina, la ligadura arterial y el taponamiento con balón
también se utilizan a veces.

CONCLUCION

El acretismo placentario supone una entidad grave que debe manejarse de forma
preferente en una institución de tercer nivel de atención y con equipo quirúrgico
multidisciplinario. Hasta la fecha no existe un solo tratamiento que se pueda considerar
como el óptimo, puesto que la histerectomía es curativa y la morbilidad materna asociada
es elevada. El tratamiento quirúrgico es un desafío a las habilidades de los médicos, donde
pareciera que el manejo conservador es un recurso útil en ausencia de hemorragia masiva
y con intencionalidad de preservar la fertilidad, pero que requiere de mayores estudios en
cuanto a su práctica.

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