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Estudios Sordos.

Consideraciones acerca del campo

Leonardo Peluso Crespi


Universidad de la República
leonardo@psico.edu.uy

Introducción

Los Estudios Sordos constituyen un campo de estudio heterogéneo e


interdisciplinario, en el que convergen fundamentalmente todas las ciencias humanas y
sociales, así como también una perspectiva política y artística.
Se ocupan del estudio de los sordos y de sus lenguas desde una visión psico-
socio-lingüística y antropológica, heredera de los pioneros trabajos de William
Sotkoe y de Carol Erting a mediados del siglo XX. Dichos estudios rompen con la
tradición clínica y audista con la que históricamente se ha considerado a los sordos
como personas que no oyen, es decir, como personas carentes o con una discapacidad.
En oposición a esto, los Estudios Sordos proponen caracterizar a los sordos como
hablantes de una lengua de señas que forman parte de una comunidad lingüística y
construyen su propia cultura e institucionalidad.

Antecedentes de los Estudios Sordos

Los antecedentes del campo de los Estudios Sordos se nutren de dos líneas. Por
un lado la línea general de los estudios culturales de corte estadounidense, que es la que
constituye y da nombre al campo. Por otro lado la línea de investigaciones, también
estadounidense, que a mediados del siglo XX saca a los sordos del marco disciplinario
que los trataba desde la enfermedad y los coloca en el marco disciplinario que los
aborda de la experiencia lingüística y cultural minoritaria.

Los Estudios Sordos como Estudios Culturales. Los Estudios Culturales se


conforman como un campo donde convergen varias disciplinas históricamente
consolidadas de la rama de las ciencias sociales, artísticas y humanas, incribiendo
dentro de sí diferentes tópicos específicos..
Dichos temas están generalmente relacionados con situaciones históricas de
minorización, discriminación y, por lo tanto, con las concomitantes luchas políticas de
los grupos minorizados, que la propia academia estadounidense llamó la lucha por los
derechos civiles.
Se puede pensar que las primeras luchas de las mujeres, las sufragistas que luego
devinieron en las feministas, han sido el modelo para estas luchas por los derechos
civiles y, por lo tanto, también para la consolidación de sus propios Estudios Culturales.
Luego han sido paradigmáticas, en Estados Unidos, las luchas de los negros o afro
americanos, las de los miembros de la disidencia sexual (LGTIBQ) y las de los sordos;
luchas que luego, al igual que las de las mujeres, se globalizaron (al menos en
occidente) y forman parte, en la actualidad, de las plataformas reivindicativas de la
mayoría de los países de la Región.
Todos estos movimientos han consolidado campos de estudio en la academia,
con los que mantienen, a veces, controversiales vínculos. Para muchos la academia, al
tomar estos temas en su seno y bajo sus leyes de producción, le quita fuerza a los
movimientos organizados, y de esta forma neutraliza su potencialidad contra-
hegemónica. Para otros la academia, al hacerlos suyos, les brinda legitimación,
visibilidad y soporte teórico a estos temas que muchas veces nacieron de la lucha en la
calle y, por ende, tienen sus propias lógicas y formas de producción discursivas, ajenas
a los modelos de producción intelectual de prestigio asociadas a la academia, desde la
cultura hegemónica. Las lógicas de la calle también tienen su propio prestigio, que
algunos autores llaman pretigio encubierto (Labov, 1992) que es un prestigio contra-
hegemónico y el orgullo de pertenecer al grupo. También hay posiciones intermedias
que sostienen que son abordajes paralelos, en planos diferentes, que se nutren y
retroalimentan mutuamente, a veces en clave de conflicto y colonización y a veces en
clave de armonía. Pero que en todos los casos se necesitan para seguir avanzando.
Bajo estas tensiones, se puede observar que progresivamente se instituyen, en
distintas Universidades, a lo largo y ancho del globo, diferentes tipos de estos Estudios
Culturales tales como los Estudios de Género (Gender Studies), los Estudios Maricas1
(Queer Studies), los Estudios Negros (Black Studies o también Afro American
Studies),solo para mencionar los más relevantes. También se han consolidado campos
de estudio que no necesariamente están vinculados con evidentes luchas por los
derechos civiles: Estudios Latinoamericanos, Estudios Germánicos, Estudios
Poscoloniales, Estudios Rurales; pero también, en esos casos, son terrenos nucleados
por temas que, en general, llevan implícitas la marca de la minorización o la
extranjerización.
Así, el campo de los Estudios Sordos (Deaf Studies) tiene su origen en la
academia estadounidense. Es una expresión de los Estudios Culturales que
generalmente se consolidan en las Universidades de dicho país, y muchas veces se
instituyen como Departamentos o Programas de estudio, principalmente de posgrado,
dentro de las mismas.
En búsquedas en internet, tanto de forma general y primaria, como en páginas
especializadas en la temática sorda, son escasas (o casi nulas) las apariciones del
término Deaf Studies, o su par español Estudios Sordos. Mayor frecuencia de aparición
tiene la forma portuguesa Estudos Surdos.
Para el inglés, la entrada en la Wikipedia del término Estudios Sordos hace
hincapié en su aspecto intercultural, en su ubicación en el territorio de las ciencias
sociales, humanas y artísticas y en su asociación a nombres de Departamentos en
Universidades, a programas de posgrado o a grupos de trabajo. Para la Wikipedia los
Deaf Studies están conformados por aquellas disciplinas académicas que tienen por
objetivo el estudio de los sordos y de sus colectividades, incluyendo la antropología, la
economía, la geografía, la historia, las ciencias políticas, la psicología y la sociología.
Según la Wikipedia los Estudios Sordos comprenden el estudio científico de los
aspectos relacionados con la vida social de los sordos y su relación con el mundo. Esto
incluye estudios sobre Deaf culture, Deaf people y Sign Language. Asimismo se publica
una extensa lista de Departamentos y Programas de Posgrado en Universidades

1 La traducción del término inglés Queer por el término español Marica en Uruguay fue realizada por
Paribanú Freitas, aliniándose a ciertas tradiciones españolas.
norteamericanas, así como también grupos de trabajo, que llevan el nombre de Estudios
Sordos ( https://en.wikipedia.org/wiki/Deaf_studies).
Aparte de esta entrada en la Wikipedia, el término Deaf Studies aparece muy
poco en las páginas inglesas de la Web y en la literatura inglesa. Se pueden citar dos
manuales, publicados entre los años 2002 y 2003, que introducen el nombre Deaf
Studies y presentan una colección interdisciplinaria de investigaciones en el campo.
Estos son: Open your eyes. Deaf Studies Talking (Bauman, 2002) y Deaf Studies,
Language, and Education (Marschark y Spencer, 2003). También existe una colección
de publicaciones a cargo de Gallaudet University Press, que se llama The Gallaudet
Classics in Deaf Studies Series (http://gupress.gallaudet.edu/classics-series.html).
Ninguno de los textos publicados en dicha serie retoma en sus títulos el término Deaf
Studies. Aparte de estos manuales, y de la Serie, no es fácil encontrar dicho término en
la muy abundante bibliografía que ya existe sobre la temática. Por el contrario, se ha
extendido mucho más el uso de términos tales como Deaf experience, Deaf culture,
Deaf Way (Parasinis, 1998; Erting, C., R. Johnson, D. Smith y B. Snider, 1994), que
sacan el tema de tradición de los Estudios Culturales y lo colocan en una tradición más
directamente antropológica o de ciencia política.
En portugués el uso del término Estudos Surdos se remonta a textos de la década
de los noventa. Quien ha introducido este término, con su concomitante perspectiva de
abordaje, es Carlos Skliar, tanto en español como en portugués. En aquella época Skliar
se desempeñaba como profesor en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul
(UFRGS), trabajando fundamentalmente en el marco de la educación de los sordos y
realizaba una movida académica (junto con cierto activismo político) en relación a los
derechos lingüísticos y educativos de los sordos.
En ese marco Skliar (1998) organiza el libro A surdez: um olhar sobre as diferenças
en el que se introduce la perspectiva de los Estudios Sordos, básicamente en el capítulo escrito por
el propio compliador: Um olhar sobre o nosso olhar acerca da surdez e das diferenças.
Fue un texto que tuvo cierta repercusión en la academia brasilera relacionada con lo
sordos, y fue largamente citado por investigadores en la temática, por lo que el uso de
Estudos Surdos que allí se hace comenzó a tomar cuerpo en portugués. En dicho
capítulo Skliar (1998:5) al tiempo que vincula los Estudios Sordos con los Estudios
Culturales, señaló que:
os Estudos Surdos se constituem enquanto um programa de pesquisa em educação,
onde as identidades, as línguas, os projetos educacionais, a história, a arte, as
comunidades e as culturas surdas são focalizadas e entendidas a partir da diferença, a
partir de seu reconhecimento político”.

Al año siguiente el uso del término Estudios Sordos se documenta en un texto


que aparece simultáneamente en español (Skliar y Lunardi, 1999) y en portugués (Skliar
y Lunardi, 2000).
De esta forma, en la primera década del siglo XXI el uso del término Estudos
Surdos adquiere fuerte presencia en la academia brasilera, no así en los países de habla
hispana, en parte también por influencia que tuvo Ronice Quadros, profesora en la
Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC). Esta profesora, con fluidos y
permanentes contactos con Gallaudet University, organizó el curso Letras Libras que ha
tenido un fuerte impacto en la consolidación de la academia brasilera sorda. La editorial
Arara Azul publicó durante cuatro años seguidos, desde 2006 hasta 2009 inclusive, un
tomo organizado básicamente por Ronice Quadros en el que se recogía importantes
aportes de investigadores brasileros sobre la temática, con una clara propuesta
interdisciplinaria. Los volúmenes se llamaron Estudos Surdos I , II, III y IV (Quadros,
2006; Quadros y Perlin, 2007; Quadros, 2008; Quadros y Stumpf, 2009
respectivamente).
Otros autores brasileros en el mismo período también comenzaron a enmarcarse
dentro de los Estudios Sordos, al tiempo que surgen Departamentos de Estudios Sordos
dentro de algunas Universidades Brasileras.
Para el caso de habla hispana, es aún menos común el uso del término Estudios
Sordos, porque tenemos diferentes tradiciones académicas con respecto a la inglesa y
porque resulta extraño, para nuestra lengua, el uso de sordo como gentilicio.
En Uruguay el uso del término Estudios Sordos se comienza a utilizar en la
segunda década del siglo XXI debido al fluido contacto que mantenemos con la
academia brasilera. Así, en el marco de la Tecnicatura Universitaria de Interpretación
LSU-español (TUILSU) de la Universidad de la República hemos incorporado esta
perspectiva y a partir de 2015 el nuevo plan de estudios de la carrera cuenta con la
asignatura Estudios Sordos en la que se promueve una visión crítica e interdisciplinaria
de los diferentes aspectos que hacen a la compleja experiencia de los sordos y de los
oyentes (vale señalar que los oyentes sólo existimos como tal en el ámbito de la
experiencia sorda) y cómo esta impacta en la profesión de intérpretes y traductores que
trabajan en la frontera lengua oral - lengua de señas.
Los trabajos pioneros catalizadores del campo. Hubo dos investigadores que fueron
clave en la conformación del campo de los Estudios Sordos en USA y que, de alguna
forma, rompen con la tradición europea que venía desarrollándose en la temática
(fundamentalmente francesa). Estos son William Stokoe en la lingüística (si bien él no
era lingüista) y Carol Erting en la antropología.
El texto paradigmático que iniciaría los Estudios Sordos es Sign Language
Structure. An Outline of the Visual Communication Systems of the American Deaf de
William Stokoe (1960) en donde se establece el carácter verbal de las lenguas de señas
(en este caso en relación a la lengua de señas americana - ASL). Si bien Stokoe no es el
primero ni el único en su época y en la academia estadunidense en investigar sobre las
lenguas de señas, su trabajo en la descripción de la Lengua de Señas Americana
(Stokoe, 1960, Stokoe, Casterline, y Croneberg, 1965) se volvió fundacional del campo
(tal vez se podría decir paradigmático en términos kuhnianos).
No es el primero porque ya Auguste Bébian lo había hecho más de cien años
antes y según Oviedo (2009) el sistema de Stokoe estaría francamente influido en el de
Bébian de 1825, aunque Stokoe nunca lo hace explícito. Tampoco es el único porque
según la búsqueda historiográfica realizada por Brian Riley (comunicación personal), el
investigador estadounidense West La Mont presentó en 1960 su tesis de doctorado
sobre la descripción de la ASL (La Mont, 1960) pero fue condenado al ostracismo por
la academia por su conducta hippie.
Así, por ser el de Stokoe (1960) un trabajo centradamente lingüístico (en general
sus precursores, como Auguste Bébian, trataban a la lengua de señas en el ámbito de la
educación aún cuando lo hicieran con rigor científico) y por tratarse de un autor con una
pertinente posición política dentro de la academia (estaba en Estados Unidos, era
profesor en Gallaudet University y gozaba del prestigio de sus pares, lo que no le
ocurría a West La Mont), su propuesta tuvo un revolucionario impacto en la comunidad
científica, siendo considerado el precursor de la lingüística de la lengua de señas, al
tiempo que la Gallaudet University (en aquel entonces Gallaudet College) se
consolidaba como la Universidad Sorda por excelencia, dentro y fuera de los Estados
Unidos, dominante e influyente en el campo de los Estudios Sordos.
Hoy en día la propuesta de William Stokoe está ampliamente superada, pero se
mantiene su figura como representante de la revolución paradigmática que ocurrió a
punto de partida del desarrollo de la lingüística de las lenguas de señas. En Val (2016)
aparece un interesante análisis del efecto paradigmático de la obra de William Stokoe en
los actuales lingüistas de la lengua de señas de tradición americana, lo que incluye la
tradición de trabajo de la propia Tecnicatura Universitaria en Interpretación en Lengua
de Señas Uruguaya (TUILSU), desarrollada en la Universidad de la República
(UdelaR).
Veinte años después, otra investigadora vinculada también al Gallaudet College
presenta, en el marco de la antropología funcionalista, otra revolucionaria obra que, a mi
criterio, termina de constituir el campo de los Estudios Sordos tal como los conocemos
hoy en día. Se trata de la tesis de doctorado presentada ante la American University:
Deafness, communication and social identity: an anthropological analysis of
interaction among parents, teachers, and deaf children in a preschool de Carol Erting
(1982). Esta autora propone que la sordera trasciende los aspectos fisiológicos que
caracterizan el cuadro desde la perspectiva audiológica y centra la cuestión en el plano
etno-social:
La posición teórica tomada aquí es que la sordera social y cultural es similar a un
fenómeno étnico. Desde esta perspectiva, no es básicamente una discapacidad física,
sino que es un conjunto de actitudes y una manera de comportarse. Mientras que cierto
grado de pérdida auditiva es necesario para que una persona sea social y
culturalmente Sorda, la pérdida de la audición per se no es la variable crítica. (Erting,
1982: 40, la traducción es mía).

Los sordos pasan a ser considerados, entonces, no por sus atributos físicos, sino
por parámetros psico-socio-etno-lingüísticos, en la medida en que son conceptualizados
como hablantes de lengua de señas e integrantes de una comunidad sorda. El ser
hablantes de una lengua de señas se vuelve el factor clave para determinar la
pertenencia a la comunidad/identidad sorda.
A partir de esos planteos, Erting (1982) distingue entre Deaf y deaf, utilizando el
recurso que posee la lengua inglesa del uso de mayúscula para referirse a las
nacionalidades (el mismo recurso se puede encontrar en la nominación del colectivo
civil Queer Nation fundado en 1990 en la ciudad de Nueva York). Para esta autora Deaf
designa a los sordos que pertenecen a la comunidad sorda y se identifican a sí mismos
por ser hablantes de una lengua de señas y deaf a aquellos que por no hablar la lengua
de señas quedan aislados de ésta y por lo tanto lo deaf queda exclusivamente ligado a la
pérdida auditiva. La traducción de Deaf y deaf como Sordo y sordo respectivamente
pierde en español toda la significación que existe en inglés. La propuesta de Erting
(1982) llevó a terribles debates y confusiones a lo largo de los ochenta y noventa en
varios grupos de investigación en América Latina y en las propias Asociaciones Sordas,
tanto en relación a los alcances del término etnicidad para aplicarse a la comunidad
sorda, como en relación a la diferencia entre Sordo con mayúscula y sordo con
minúscula y las identidades de los sordos.
Hoy en día también la propuesta de Carol Erting está ampliamente superada. Los
sordos no son vistos como una etnia. En algunos textos de investigadores y activistas
políticos son entendidos como una nación. En mis trabajos yo preferí conceptualizar a la
comunidad sorda como una comunidad lingüística, dejando de lado por completo la
temática de la etnicidad. Asimismo he propuesto reconceptualizar la diferencia entre
Deaf y deaf en términos de sordo y no-oyente respectivamente (Peluso, 2010).
Los trabajos de William Stokoe fueron de particular relevancia a la hora de
establecer el carácter verbal de las lenguas de señas, hecho que tuvo repercusiones
políticas de enorme trascendencia. Esa afirmación se transformó en el ladrillo
fundacional sobre el que se sostienen las subsiguientes investigaciones realizadas en el
campo de los Estudios Sordos, desde cualquier otra disciplina (antropología, pedagogía,
lingüística, psicología, etcétera).
Los planteos de Carol Erting, que se apoyan, obviamente, en lo ya señalado por
William Stokoe sobre el carácter verbal de las lenguas de señas, han sido de
fundamental importancia a efectos de comenzar a visualizar la comunidad sorda desde
una perspectiva socio-cultural, con fuertes procesos de identificación social y
lingüística. A partir de estos planteos se afianza una forma de considerar la sordera
como una identidad social en lugar de una característica orgánica, como tradicional y
hegemónicamente se la había considerado hasta ese momento. ´De hecho
paulatinamente se ha abandonado el término sordera por considerarse muy ligado al
enfoque clínico, en su lugar se habla de los sordos, de la experiencia sorda, etcétera.

Estudios Sordos como campo interdisciplinario

Se plantea que los Estudios Sordos son un campo de estudio y no una disciplina
o una ciencia porque se constituyen como un territorio que se nutre de diversas
disciplinas, consolidadas históricamente con sus propios objetos de estudio. Esto ocurre
con varias disciplinas del área social y humana históricamente consolidadas:
Lingüística, Antropología, Sociología, Geografía, Pedagogía, Filosofía, Historia, Letras
(Filología), Ciencia Política y Traductología.
La Lingüística que, como disciplina, se puede decir en términos generales que
tiene por objeto la investigación del lenguaje, en el terreno de los Estudios Sordos su
objeto se torna el estudio del lenguaje de los sordos: descripción y análisis de las
lenguas de señas, de las comunidades lingüísticas, de las particularidades del bi o
plurilingüismo individual y social, de la adquisición del lenguaje por parte de los niños
sordos y sus diferente tipos de familia, de la relación entre lenguaje y mente y de los
procesos de estandarización de las lenguas de señas, sólo para mencionar los más
relevantes.
La Antropología y la Sociología se ocupan de describir y analizar los patrones
culturales de los diferentes grupos sordos, las particularidades de los procesos de
identificación social y pertenencia al grupo, la emergencia del orgullo sordo, las
fronteras interculturales, la institucionalidad sorda y en el estudio de las relaciones que
establecen los sordos, a nivel macro, con los diversos actores sociales (individuales y
sociales), y fundamentalmente, con la ilusión de grupo mayoritario.
La Geografía trata de la distribución geográfica de los sordos y de sus relaciones
geopolíticas y de sus fronteras. Es importante para esta disciplina entender las
intrincadas relaciones entre la distribución geopolítica de las comunidades oyentes, la
distribución geopolítica de las comunidades sordas y la distribución de las naciones, los
países y los estados.
La Filosofía ha trabajado sobre la propia existencia de los sordos en términos
conceptuales, fundamentalmente promoviendo la ruptura con la idea de esencia en
relación a ser sordo. La gran pregunta que se hace la filosofía es: ¿los sordos existen?
La Historia por su parte se propone recuperar el pasado de los sordos, y tiene
básicamente dos ramas: la historia que busca recuperar el devenir universal de las
comunidades sordas, mostrando su pasado común, por ejemplo para occidente, y la
historia que trata el devenir de una comunidad sorda en particular. Obviamente que son
ramas que se retroalimentan pero que ponen el acento en aspectos diferentes de un
mismo proceso.
La Filología (o también llamada Letras) se ocupa de estudiar los objetos
literarios producidos por los sordos y en lengua de señas. Tanto en lo relacionado con
las tradiciones orales como con las emergentes tradiciones letradas sostenidas a punto
de partida de una tecnología relativamente nueva como son las videograbaciones.
Las ciencias de la educación tienen larga trayectoria en el abordaje de los sordos,
previo al desarrollo de los Estudios Sordos. Desde este nuevo marco, las ciencias de la
Educación rompen con la tradición oralista, ligada a la clínica y a la construcción de los
sordos como pacientes, e instalan la educación bilingüe lengua de señas - lengua
escrita. Dentro del campo de los Estudios Sordos, las investigaciones educativas se
concentran en cómo enseñar la escritura de una lengua oral desde la lengua de señas y,
en la actualidad, en cómo enseñar la textualidad diferida en ambas lenguas. Asimismo, a
la educación se le presentó el desafío de tener en el salón de clases dos lenguas con
diferente grado de estandarización, al tiempo que una no tiene escritura ni se le
conocían formas de textualidad diferida (hoy esta situación está cambiando de la mano
de las investigaciones en lingüística que se están realizando). Cuando planteo acerca del
desafío de tener en el salón de clases dos lenguas con diferentes características no me
refiero a que sordos y oyentes estén juntos en el mismo salón de clases, sino al
problema que se presenta, al trabajar con los sordos, de tener un bilingüismo con dicha
particular distribución funcional y diferenciado desarrollo estructural.
La Traductología ha trabajado sobre los alcances y posibilidades de la traducción
e interpretación entre lenguas orales y lenguas de señas y entre lenguas de señas. En un
inicio se estableció que la interpretación era posible (contextos de oralidad), pero no así
la traducción (contextos de textualidad diferida - escritura). En la actualidad se ha
avanzado enormemente en el campo de la traducción entre textos videograbados en
lenguas de señas y textos escritos en lenguas orales y viceversa, por lo que el territorio
disciplinario se ha revolucionado en esta segunda década del siglo XXI.
Ninguna de estas disciplinas trabaja de forma aislada en el campo de los
Estudios Sordos. Por el contrario, aunadas por el mismo tema, las diferentes disciplinas
y los diferentes investigadores hemos buscado formas de establecer interrelaciones, de
generar metodologías comunes y de coordinar miradas a efectos de ofrecer respuestas
acordes al tratamiento de un tema particularmente complejo que es imposible agotar
desde un único ámbito disciplinario.

Estudios Sordos como territorio político y contra-hegemónico

Al igual que ocurre con los Estudios de Género, los Estudios Negros o los
Estudios Maricas, los Estudios Sordos se inician con la dicotomía discriminante de que
mientras los sordos están en la calle, en la arena de su lucha política en torno a la
promoción de su lengua y de sus derechos identitarios, lingüísticos y educativos; en la
academia están los oyentes, investigando sobre los sordos.
Se demoró décadas para que los sordos ingresaran a la academia en situación de
igualdad con los oyentes, hecho que aún está muy lejos de consolidarse en la mayoría
de nuestras Universidades. Si ponemos el ejemplo de la TUILSU, que es el espacio que
existe en nuestra Universidad para los Estudios Sordos, en un inicio éramos
mayoritariamente oyentes para pasar, en la actualidad a ser minoría. Sin embargo, por el
momento los cargos de gestión y poder dentro de la TUILSU están ocupados
mayoritariamente por oyentes
A ´pesar de que ocurre esta situación al interior de la academia, que de a poco se
va modificando, es claro que los espacios en los que se instituyen los Estudios Sordos,
son espacios que también adoptan una postura política, que fundamentalmente es crítica
en torno a las relaciones de poder y de saber que se generan en la frontera sordo-oyente,
dentro y fuera del propio grupo de trabajo.
Por su parte, los Estudios Sordos son inherentemente contra-hegemónicos en los
territorios de cada disciplina, tendiendo a desestabilizar sus marcos disciplinarios. En el
caso de la lingüística esto ha sido claro, sobre todo porque en su disidencia los sordos
interpelan drásticamente a la lingüística, desestabilizando directamente su núcleo duro.
A la lingüística le ha costado enormemente poder aceptar que las lenguas de
señas son lenguas, dado que toda su metodología de análisis está especializada para el
abordaje de las lenguas con materialidad sonora. Esto implica la desestabilización de
nociones muy importantes para esta disciplina: la doble articulación, el fonema, la
linealidad del significante, pero, y fundamentalmente, la constitutiva separación que
realiza de Saussure (1916) entre lengua y otros sistemas semiológicos (Cuxac, 1983).
Frente a esto la lingüística ha negado sistemáticamente el área de la lingüística de la
lengua de señas y muchos lingüistas, aún hoy, dudan del estatus verbal de las lenguas de
señas. Mis propias experiencias en congresos internacionales de lingüística me han
mostrado, y me siguen mostrando, esta dificultad que presenta la disciplina.
La conferencia dictada por Noam Chomsky en Buenos Aires, en el año 2015, si
bien no tuvo nada de interesante o revelador para los lingüísticas que asistieron a la
misma; sorpresivamente sí lo fue para quienes trabajamos en el campo de los Estudios
Sordos. En dicha conferencia, Chomsky (2015) sostuvo que las lenguas de señas son
lenguas al igual que las lenguas orales. Pienso que, por el importante prestigio y lugar
que ocupa Chomsky en la lingüística actual, esta afirmación, que nada tiene de
novedoso u original, tiene un efecto simbólico y político claro al interior de la
lingüística hacia un mayor reconocimiento de este postulado que viene siendo sostenido
por los lingüistas de las lenguas de señas desde los años sesenta del siglo XX.
Por otra parte, tal como plantea Val (2016), la necesidad científica,
epistemológica y política de imponer el concepto de que las lenguas de señas son
sistemas verbales, al interior de la lingüística, tuvo también, como efecto, que los
lingüistas de las lenguas de señas se pasaran décadas tratando de demostrar que las
lenguas de señas funcionan exactamente igual que las lenguas orales, encontrando
estructuras que parecen ajenas a las lenguas de señas y no pudiendo o no queriendo ver
a éstas en su particularidad.
En ese sentido Cuxac (1983), que es un lingüista francés y responde a otra
tradición de estudios no stokeana, es uno de los pocos lingüistas que ha sostenido que
las lenguas de señas nos enseñan que no existe tan tajante distinción entre lenguas y
otros sistemas semiológicos, lo que abre un campo enorme de posibilidades de estudio.
Similar postura han adoptado investigadores en nuestro medio: Ana Lodi en la
Universidad de San Pablo desde una postura discursiva de corte bajtiniano (Lodi, 2014)
y Santiago Val en la Universidad de la República desde una perspectiva de análisis del
discurso y cine (Val, 2014).
A su vez, en términos más generales, pero relacionado con lo anterior, los sordos
son disidentes lingüísticos, tal como planteaba en otro artículo (Peluso, 2014). En ese
sentido son disidentes de las estructuras dominantes hegemónicas relacionadas con el
papel central que tienen las lenguas orales (inclusive la creencia de que todas las
lenguas tienen que ser orales) y, fundamentalmente, del escriturocentrismo, es decir
rompen con la idea de que el centro de una cultura letrada es la escritura de una lengua
oral.
Los sordos son disidentes, contra-hegemónicos, porque hablan una lengua que
no discurre por el canal sonoro y porque no utilizan la escritura, sino las
vidograbaciones, para generar su cultura letrada y porque reclaman que esto sea tenido
en cuenta en las actuales comunidades plurilingües y pluritecnológicas en las que
vivimos, lo que incluye, obviamente, los programas educativos. Sin embargo, no
siempre estas disidencias son vistas en términos positivos. Muchas veces estas
disidencias ponen bajo sospecha, de la mano del discurso médico, a las identidades
sordas: se les sospecha a los sordos el carácter verbal de sus lenguas, su conformación
como sujetos letrados y, relacionado con estos dos aspectos, su capacidad intelectual y
sus posibilidades de autonomía y decisión.

Los Estudios Sordos en contraposición con la perspectiva clínica

Históricamente la perspectiva clínica ha sido muy poderosa en el abordaje de la


sordera como pérdida auditiva. Para la medicina la sordera es una enfermedad a curar y
por lo tanto los sordos pasan a la categoría de pacientes (es decir, son construidos como
pacientes). Para muchos médicos, psicólogos y terapeutas del lenguaje las lenguas de
señas son un verdadero estorbo en el camino de la curación de esta enfermedad. Desde
esta perspectiva, todas las conductas y experiencias disidentes de los sordos son vistas
como patológicas, lo que incluye, por supuesto, su forma de hablar las lenguas orales.
Este discurso es fuertemente responsable de la sospecha hacia los sordos de la que hacía
referencia en el apartado anterior.
Surgen así todo tipo de terapéuticas y ortopedias, desde más superficiales hasta
aquellas que suponen la intervención quirúrgica, a efectos de sacar a los sordos de su
sordera (es decir, vista en estos términos, su enfermedad). Se instituye el territorio de la
falta y se realiza una fuerte alianza con la educación. A partir de este discurso médico,
la educación se vuelve clínica, las clases aulas de recursos y los educadores terapeutas
de lenguaje.
En este marco, todos los dispositivos discursivos y tecnológicos se concentran
en la construcción de los sordos como pacientes y en la cura de la enfermedad: la
curación de la sordera. Por esta razón, esta perspectiva no se incluye dentro del campo
de los Estudios Sordos. Efectivamente, los Estudios Sordos como territorio científico, y
a la vez político, rompen ética y epistemológicamente con la concepción clínica de la
sordera. Son concepciones absolutamente irreconciliables, si bien en muchos textos
educativos, científicos, así como también en muchas leyes, aparecen juntos de forma
acrítica (Peluso y Lodi, 2015).
Los Estudios Sordos se interesan por los sordos, sus lenguas y sus identidades;
en cambio, la perspectiva clínica se interesa por la sordera, que no es otra cosa que una
patología autoinventada por la propia perspectiva clínica sobre la base de un cuerpo
disidente. Es así una perspectiva que se propone curar una patología generada por ella
misma, por lo que se convierte en un absurdo del que sospecho debe haber un
interesante negocio por detrás.
Sin embargo, dentro de la perspectiva clínica también se levantaron voces
contra-hegemónicas que proponen romper con la idea de que la sordera es una
patología por sí misma.
En el campo de la terapéutica del lenguaje y la educación es paradigmático el
trabajo de investigadoras y clínicas en Brasil como Ana Lodi, Cristina Lacerda y María
Cristina Pereira articulados en un libro de principios del siglo XXI llamado
Fonoaudiologia: Surdez e Abordagem Bilíngüe (Lacerda, Nakamura y Lima, 2000). En
estos trabajos se pretende romper el enfoque clínico en el seno mismo de la
fonoaudiología y se propone abordar a los sordos desde un enfoque cultural y de
educación bilingüe. ¿Las patologías del lenguaje se dan en la lengua oral o en la lengua
de señas? Los sordos, cuando son pacientes, no lo son por su falta de audición o por la
creencia de que los errores en la lengua oral denuncian problemáticas en su competencia
lingüística. Se vuelven pacientes en tanto hablantes de lengua de señas como primera
lengua y de lengua oral como segunda lengua y por adquirir una patología del lenguaje,
fundamentalmente en la lengua de señas. Las problemáticas pueden ocurrir en su lengua
de señas o en su lengua de oral, pero el enfoque es bilingüe. La ruptura es radical con
respecto al enfoque clínico. Obviamente que este movimiento viene de la mano de lo
que ocurre en el campo de la educación.
También en el marco de la psicopatología hay trabajos que sacan a los sordos del
enfoque clínico que establecía que la sordera producía, por su particular relación con el
lenguaje y la comunicación, desordenes de índole psíquico. Dentro de estas excepciones
hago referencia, fundamentalmente por ser precursor de esta línea, al artículo de K.
Altshuler (1995) que aparece en la sexta edición del Tratado de Psiquiatría elaborado
por H. Kaplan y B. Sadock (1995), en el que se hace una pequeña mención de los
sordos en el capítulo Otros métodos psicoterapéuticos. Englobado con otras
modalidades de abordaje clínico heterogéneas y exóticas, como la psicoterapia
feminista, el tema resulta mínimamente tratado bajo el título Psicoterapia para
hipoacúsicos (Altshuler, 1995: 1787-1788). Sin embargo, es un apartado que tuvo
bastante poca incidencia en las prácticas psiquiátricas y psicológicas de aquella época.
Creo que la marginalidad con la que allí se presenta el tópico, la superficialidad y poca
aclaración con la que se tratan algunos puntos, y su no contrapartida en el DSM IV
(American Psychiatric Association, 1992), que es manual diagnóstico categorial
universalmente utilizado por la comunidad de clínicos con el que dicho Tratado tiene
amplia vinculación, serían algunos de los factores por los que el apartado de Altshuer
sobre los hipoacúsicos, aun cuando de alguna forma coloca la temática en el discurso
psiquiátrico, no revoluciona la concepción que en este ámbito se tiene de los sordos.
Con el correr del siglo XXI, y con los avances en el campo de los Estudios Sordos, y la
propia lucha política del colectivo, se ha producido cierto corrimiento de la psicología y
de la psiquiatría, que se observa por el hecho de que muchos profesionales comienzan a
migrar desde una posición que patologizaba a los sordos por el simple hecho de ser
sordos hacia una posición en la que se despatologiza a los sordos, en la medida en que
se los entiende desde un enfoque cultural y lingüístico. Desde esta perspectiva los
sordos que consultan no sufren por ser sordos, sino por los devenires de su experiencia
vital, en la que ser hablantes de una lengua minoritaria, minorizada y estigmatizada es
uno de los múltiples factores que pueden estar incidiendo en su maletar. Obviamente,
que se piensa, en estos casos, que la única terapia posible es aquella que se brinde en
lengua de señas.
Por otra parte, la perspectiva clínica colocó de plano a los sordos en el terreno de
la discapacidad. Sucesivamente los sordos pasaron por ser discapacitados, personas con
capacidades diferentes, personas con discapacidad, personas en situación de
discapacidad. Todos estos rótulos, que reforzaron y refuerzan la idea de la enfermedad
y de la estigmatización, fueron tímidamente cuestionados por los propios sordos,
quienes a veces se sienten dentro y a veces fuera del rótulo, ya que su fuerza discursiva
y su omnipresencia en nuestras comunidades es tal, que no puede quedar por completo
fuera de las propias identidades sordas.
En la academia, en la ciudad de Paraná se ha desarrollado una particular
teorización sobre la discapacidad que rompe con esta perspectiva, anudando la temática
de la discapacidad con la ideología de la normalidad (Almeida y Angelino, 2014) y
yendo mucho más allá del Modelo Social de la Discapacidad.
Desde esta perspectiva la discapacidad no sería algo que está/se manifiesta en el
cuerpo sino que es el resultado de ciertas relaciones sociales que se sostienen asumiendo
que existen cuerpos completos, sanos, normales, y cuerpos incompletos, desviados,
fallados. Los primeros son instituidos como el parámetro de la normalidad, sobre el que
luego se monta y legitima la idea de que otros cuerpos (los otros), al no ajustarse a
dicha norma, resultan enfermos, patológicos, discapacitados. De esto se desprende que
debe existir un cuerpo normal y único y una sola forma de estar, no habilitando la
posibilidad de otros modos de existencia vital. La discapacidad, entonces, es el efecto
de esta particular lectura que se hace de los cuerpos disidentes en el marco de estas
relaciones sociales (Rosato y Angelino, 2009).
No habría en este sentido personas con discapacidad, porque eso sería señalar
que la discapacidad se lleva en el cuerpo. Habría personas que han sido discapacitadas,
puestas en un lugar subalterno, en relaciones de opresión históricamente construidas y
legitimadas. En este sentido, los sordos son discapacitados, no por las características de
sus cuerpos, sino por la particular relación de opresión que les toca vivir en nuestras
sociedades a punto de partida de tener cuerpos disidentes. En síntesis, los sordos son
puestos en el lugar de discapacitados por la ideología de la normalidad en nuestras
comunidades y, a partir de allí, se instituye el sistema de opresión que nuestra sociedad
ha instaurado para quienes son colocados en ese lugar.
Estos estudios de discapacidad, que se salen del plano clínico, la falta y la
medicalización de los cuerpos y se colocan en el abordaje de las relaciones sociales y de
poder entre individuos y entre grupos, ubicarían plenamente el tema dentro del campo
de los Estudios Sordos.

Teoría y práctica de la traducción en el marco de los Estudios Sordos

Los Estudios Sordos son, como ya señalé anteriormente, un espacio


interdisciplinario, que toca infinidad de temas y objetos de estudios relacionados con los
sordos. En este apartado me detendré especialmente en la historización de las prácticas
traductológicas relacionadas con las lenguas de señas, a partir de lo cual propondré una
mirada crítica y política de su desarrollo en Uruguay.
De acuerdo con mi participación en el campo, en tanto integrante de la TUILSU,
y en contacto con otras carreras de interpretación de la región, he podido establecer que
las prácticas traductológicas relacionadas con las lenguas de señas han pasado por tres
períodos, si bien diferenciables, para nada completamente homogéneos ni coherentes: el
período asistencialista y protésico (siglo XX); el período intercultural (desde fines del
siglo XX y primera década del siglo XXI); y el período traductológico (de la segunda
década del siglo XXI en adelante).
Período asistencialista. Se trata de los primeros pasos hacia la formación de
intérpretes profesionales. Hasta ese momento los intérpretes eran empíricos,
generalmente hijos de sordos que, por ser hablantes nativos de la lengua de señas y la
lengua oral, la vida los formaba como intérpretes.
Era una práctica profesional muy poco reglamentada, poco reflexiva, con
escasas herramientas teóricas y, fundamentalmente, ligada a la discapacidad. Los
intérpretes eran prácticamente acompañantes terapéuticos de los sordos, a quienes se
veía desde el lugar de la falta. Se los llegaba a conceptualizar como discapacitados
comunicacionales (Peluso, 2010), y en ese contexto el intérprete venía a solucionar esa
falla para que así los sordos pudieran comunicarse.
Si bien se trabajaba con la lengua de señas, esta no era cabalmente vista como
una lengua, por lo que los intérpretes no se situaban en una frontera intercultural sino en
el lugar de la prótesis. Claros ejemplos de esto son la Ley que reconoce a la Lengua de
Señas Uruguaya (Uruguay, 2001) en donde el tratamiento de dicha lengua es
completamente ambiguo (Peluso, 2016) y el chiste, popular por aquella época, que decía
que a los ciegos los entierran con el bastón blanco, mientras que a los sordos los
entierran con su intérprete. En este período tanto los intérpretes como la propia lengua
de señas tenían un papel claramente protésico.
En relación a las prácticas en concreto, por el propio hecho de colocar a los
sordos en el lugar de la falta, la enfermedad y la discapacidad comunicacional que
ponían bajo sospecha sus capacidades intelectuales, la interpretación se veía más como
una práctica adaptativa que como una práctica traslativa. La función de los intérpretes
era, además de pasar de una lengua a la otra, volver sencillo el discurso dado en la
lengua oral para que los sordos lo pudieran entender en la lengua de señas.
Obviamente que en esta época la formación y práctica de la interpretación, que
se ubicaba en el paradigma asistencialista, no estaba dentro de lo que hoy denominamos
Estudios Sordos.
Período intercultural. A fines del siglo XX comienzan a permear los discursos
provenientes de los Estudios Sordos, y de la propia lucha de los sordos organizados, y
esto afecta, entre otras cosas a la formación y práctica de la interpretación. En Uruguay
se instala la primera carrera de intérprete en el ámbito privado, por lo que se inicia la
profesionalización de los intérpretes.
Se comienza a romper con el paradigma de la falta y a migar hacia el paradigma
intercultural. Esto supone que los intérpretes empiezan a migrar hacia un lugar de
frontera interlingüístico e intercultural y, por lo tanto, a ver a los sordos como hablantes
de una lengua de señas y no como discapacitados comunicacionales. No es un proceso
sencillo, supuso (y aún supone) muchos vaivenes a nivel personal e institucional, ya que
implica un profundo cambio epistemológico e interior en relación al lugar desde donde
cada uno de los actores se para en relación al otro, lo que pone en juego, obviamente, las
identidades asumidas y otorgadas. Esta perspectiva intercultural aparece muy bien
desarrollada por Famularo (2011), en donde la autora articula la idea de escenario
intercultural con la teoría y práctica de la interpretación.
Por otra parte, desde una perspectiva intercultural de la práctica traductológica,
los intérpretes no son vistos como prótesis de los sordos, ni son vistos como propiedad
de los sordos; sino que son entendidos como parte de una situación intercultural e
interlingüística. Profesionales que asisten a oyentes y a sordos que se quieren comunicar
pero que no hablan la misma lengua. Se busca que los intérpretes no reproduzcan ni
sostengan las relaciones de opresión y de poder hegemónicas que históricamente
hicieron a los sordos discapacitados.
En el año 2009 comienza a funcionar la TUILSU en el ámbito de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Esto marca
un hito en la profesionalización de la formación, dado que adquiere carácter
universitario y se ve acompañada del desarrollo de investigación en el campo de los
Estudios Sordos. Al inicio el cuerpo docente de la Tecnicatura estaba formado por ocho
oyentes y cuatro sordos. Los sordos estaban exclusivamente dedicados a la enseñanza
de la lengua de señas uruguaya. Asimismo éstos no podían ser estudiantes de la carrera,
dado que la profesión, por ubicarse exclusivamente en el terreno de la oralidad (en el
sentido de las interacciones cara a cara), exigía que quienes la desempeñaban fueran
oyentes.
Período traductológico. Este período, en el que estamos en la actualidad,
comienza a fermentarse hacia principios de la segunda década del siglo XXI a punto de
partida de los avances en las investigaciones desarrolladas en la TUILSU y en el cambio
del número y del lugar de los profesores sordos dentro de la TUILSU. Ahora somos
ocho oyentes y catorce sordos y éstos integran las líneas de investigación, al tiempo que
tienen a su cargo algunas de ellas. También los sordos han comenzado a dar otras
asignaturas, además de enseñar lengua de señas o de participar en los cursos relativos a
la enseñanza de la interpretación; con ello me refiero a las asignaturas de español,
estudios sordos, e introducción a la lingüística.
Pero la gran revolución de este período vino de la mano de las investigaciones
que hemos realizado con respecto a la textualidad diferida. Se pudo comprobar que las
videograbaciones en lengua de señas son la tecnología que los hablantes de dicha lengua
han adoptado para la realización de la textualidad diferida en su lengua, al igual que los
hablantes de una lengua oral usan la escritura para generar textualidad diferida en su
lengua (Peluso, 2015). Asimismo se pudo demostrar que los sitios de internet que
habilitan a subir videos (Youtunbe, Facebook, Páginas Web, Blogs) se han vuelto los
reservorios textuales que sostienen una incipiente cultura letrada en lengua de señas
(Peluso, 2015).
Teniendo en cuenta esto, se incorpora a las prácticas de los intérpretes toda el
área de la traducción. Hasta el momento los intérpretes exclusivamente funcionaban en
la oralidad, es decir, intervenían en situaciones en las que los interactuantes se disponían
a dialogar o a participar de conferencias, foros, etcétera. A partir de la idea de que las
videograbaciones habilitan textualidad diferida, estos profesionales pasan también a ser
traductores: de textos videograbados en lengua de señas hacia textos escritos en lengua
oral y viceversa. También cambia, entonces, el perfil de la profesión: ahora se tiene
intérpretes y traductores, por lo que deja de ser necesario que los profesionales sean
oyentes y se habilita la posibilidad de que los sordos puedan ser traductores.
En el año 2014 recogimos estos avances y se cambió el plan de estudios de la
TUILSU: comenzamos a formar en traducción y habilitamos el ingreso a estudiantes
sordos a la carrera (TUILSU, 2014).
Creemos que este es el camino que debemos comenzar a transitar y parece
bastante claro que cada vez más la formación y práctica de los intérpretes y traductores
de lenguas de señas y lenguas orales se ubica con comodidad en el seno de los Estudios
Sordos.

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