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THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H.

'WOLFE

introducción a las
Reiaciones Internacionales

EDITORIAL TROQUEL
4

LA NACION-ESTADO Y EL NACIONALISMO

En política los individuos normalmente no actúan solos,


sino en conexión con “agrupámientos sociales. Históricamente, el
mundo político se ha dividido en función de^ “nosotros contra
■‘ellos” , y a estos últimos se los denomina bárbaros, extranjeros
o. simplemente, f‘el enemigo”.' L a mayoría de nosotros pertenece
a muchos grupos que reflejan nuestro trabajo, nuestras opiniones
políticas y nuestros estilos de vida. Pero hay un ^ p o que
colorea todos los otros: la nación-estado. Los estereotipos nacio­
nales son imágeiies poderosas y su empleo puede suscitar reaccio­
nes emocionales 5' fisiológicas como importante síndrome duelo
o vuelo” . Urge una investigación del nacionalismo, tanto en su
calidad de pauta de conducta grupa! adquirida como en la de
institución política llamada nación-estado, para comprender la
política global.

Naciones y estados

Las expresiones “nación” v “estado” son conceptualmente


,muv distintas, aunque se las emplea en forma indiferenciada con
mucha frecuencia. »La nación es tm concepto histórico fundado
en la identidad 'cultural que comparten personas individuales,^ el
estado es una unidad política definida en función de población,
territorio, y u n gobierno.^ autónomo. El estado proporciona um.
base para la lealtad política en forma de ciudadanía, en tanto
que la nación promueve una relación afectiva a través de la cual
el individuo logra una sensación de identidad. Naciones y estados
no siempre tienen las mismas fronteras culturales y territoriales.
Por c.onsiguienté, ios científicos sociales han empleado la expre­
sión nación-estado para denotar la fusión gradual que puede
producirse entre las fronteras culturales y políticas después de
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un prolongado control político de deteiminado territorio y sus


habitantes por parte de una autoridad central.
t.El ^ io n alism o .puede definirse como la identifkación de
uno ¿úsrao con una colecti;vddad poética organizada en fojnna de .
^rritorio,)como los É.Ü.Á., la U n ió n ^bvietica_,y otros países. La
-leceáSÍa psicológica de definirse a sí mismo en función de la
pertenencia a una comunidad determinada, es el punto de partida
del sentimiento nacionalista que ^se msinifiesta a través de la
noción de territorialidad <jue se expresa por medio del amor a la
patria, de un idioma escrito y hablarlo', de las realizaciones
artísticas y literarias, de una historia contada (opuesta a las
leyeudaá y cuentos folklóricos) y, con frecuencia, de la perpetua-
cióu ue generación en generación del miedo al “ enemigo , cuya
h;.—.i~-...ari real o imaginada amenaza la segundad de la nación.

La autodeterminación nacional es la creencia idealista hija


de la Revolución Francesa en el sentido de que sería mejor para
la causa de la paz si cada nación eligiera su propio destino y
político. En 1918 el presidente Wilson proclamó los Catorce
Pimtos que, según esperaba, pondrían :Ein a la Primera Guerra
Mundial. El punto Décimo aseguraba a las naciones del Imperio
AustroHúngaro que se les daría la oportunidad de desarrollo
político autónomo. generaciones si.guientes han exigido lo
mismo para otras naciones, y el artículo 1 (2) de la Carta de las
Naciones Unidas compromete a la orgar.iización mundial a respe­
tar la “ auto-determinación de los pueblos.” ^

Pluralismo étnico
O
Desde el punto'de vista étnico las naciones-estado pueden
ser homogéneas o heterogéneas. Como puede ‘preciarse en el
cuadro 1 . la mavor parte de las naciones-estado entran en esta
ídtima- categoría. Las naciones-estado heterogéneas incluyen un
gran ni'nriero de grupos étnicos que mmiifiestan una noción de
nacionalismo concreta o incipiente. Ej^giplo^ notorios de este

taña. India, Indonesia, Nigeria. Perú. Suiza y la Unión Soviética.


Puesto que e í ésiudio de las relaciones internacionales apunta en
primer lugar a las relaciones de las ni^ipngfr^estado, jes _nece-
sario anali7.ar en detalle la qornposición social v étnica de estas
unidades relativamente persistentes de acc:ión pplíticaj
Aüh'"""cüáñdo supongamos que las ' naciones-estado son
fenómenos transitorios que están rápidamente reemplazados por
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m 60 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

t ■ actores que no son estados, la realidad contemporánea tiene tales


características que la mayoría de los individuos se vuelve a sus
t respectivas naciones-estados en busca de protección, identidad
y ^rientación.
t 1
Existen grandes controversias en tomo a la mejor manera
i ; ) de estudiar la ''nación-estado en su dimensión étnica y de ^ a -
! lizar el fenómeno del nacionalismo. Para resolver esta"dificul-
t ) tad sugerimos una distinción entre dos' modos de encaria: el
t ) subjetivo y el objetivo.jEI enfoque subjetivo conside^ el nacio-
nalismo y la nación-estado como un conjunto de lazos emociona-
t las_entre .:un ...individuo..una"~comumd'ad étñlca^'TEFeñroque
t i objetivo trata de identificar el nacionalismo y la nación-estado
en su función de c^acterísticas de conducta computables, entre
i l^_.c.uales la asimilación lingüística,'la extensíori y p.f ynhjnipñ Hp
t . ! 1 la comunicación social en una comunidad y la persistencia,aJ o
ijxgo del tiempo de un sistema político estable son variables
t claves.'' ........... . ......—
» Las definiciones subjetiva y objetiva puedenicser engañosas si
se las emplea por separado. Por ejemplo: la población que ocu­
pa ambos lados de una frontera política puede tener una iden­
tidad cultural común (prueba subjetiva) y estar al mismo tiem­
t
po dividida en dos estados diferentes. En esta categoría abundan
i ) los ejemplos; los chinos de ultramar'en el sudoeste de Asia, la
minoría magiar en Rumania, los incas y la comunidad cultural
turca, cuyos miembros se dispersaron desde los Balcanes a tra­
® vés del oeste de Asia hacia China. Por lo contrario, estados étni­
camente heterogéneos como Bélgica y Suiza muestran gran diver­
sidad en el nivel objetivo, pero en lo subjetivo sus ciudadanos
% tienen una fuerte noción de patriotismo hacia el estado que
les brinda seguridad y permite que esa sociedad heterogénea
s i logre sus objetivos.
li Haj'- por lo menos dos maneras de reconciliar los enfoques
objetivo y subjetivo de. la .identidad nacionaí. ,La primera deriva
la^ escuela positivist a de derecho intemacinn^] y define el
® .concepto le g i cuy^
ción,^ el térritorio y un gobierno autónomo que quiere y puede
t responsabilidades Internacionales fuiidamin tires.""Ade-
t gran] n ^ e r p _de,,gobk^^^ deben reconocer dp íutp al
estado antes de poder proclamar su e£istencia_legal Este enfo-
t gae-.Bone__en un plano de igualdad a todos'los p..;tarin.q del
% sistema internacional... .independient.emente' k existencia en
ejlüs_de_iisuras...étnicas.\ Las ventajas de TaIgualdad legal iñtema-
i cional para distinguir entre actores estados y no-estados son
ií^ ■■ob\áas, pero esta distinción puede ser engañosa, sobre todo en el

T ii 1
INTRODUCCION A LAS flELACIONES INTERNACIONALES 61

terreno inseguro de la evaluación de la capacidad de estos acto-


res.TEl segundó enfoque proviene de la sociología política y es
indispensable para .analizar cosas tan intangibles como ^el poder
del estado o la moral nacional. Si tenemos en cuenta las palabras
del Preámbulo de la Constitución de los E.U.A., este enfoque
postula que un sistema político aparece para satisfacer ciertas
necesidades, entre las que prevalecen el “ bienestar general” y la
“defensa común” . La eficiencia con ia que un sistema político
satisfye estas necesidades depende de la existencia dé íma sólida
xelación emocional entre los ciudadanos y sus líderes políticos.
\Por consiguiente. ub_ actor ,nj.cional eficiente en política inter-
nacional debe exhibir un dtp grado de homogeneidad cultural
fronteras nacionales (test objetivo) y la creencia
P.or.pa:^ de la.m ayoría de sus ciudadanos en la responsabilidad
-á.el,.sAstema político (test subjetivo). _^^a_una , gran, potencia,
un__puntaje altó 'en ' una dimensión y fallar en ja, otra
'lue su capacidad para descargar responsabilidades globa-
les no es s e ^ r^ En el cuadro 2 se aprecia ima forma de
categorizar los estados en función de los dos test.
En la evaluación de regímenes desde el doble punto, de vista
de la eficiencia en el cumplimiento de las funciones gubémamen-
tales y de la respuesta a las demandas de los ciudadanos, la
dimensión vertical de la estabilidad se convierte en una pro­
vechosa escala de comparación. Sobre un eje horizontal, entre
los polos de “homogéneo” y “heterogéneo” se forma un con-
tinuuií sobre el cual puede medirse el grado de cohesión cultural
de una sociedad. Como se advierte, los estados estables v homo-

TABLA 2. Correlación de los tests objetivo


y subjetivo

Etnicam ente Etnicam ente


Régimen ~ homogéneo heterogéneo

Politicam ente Francia Bélgica


estable Islandia Cañad a
Japón Suiza
Noruega Tanzania
Unión Soviética

Politicam ente Argentina Chipre


inesléble Chile EtioDia
Rep. Popular China N ig rria
Thailandia Sudán
62 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAME': H. WOLFE

géneos son, por lo general., potencias pequeñas o medianas, pero a


menudo capaces de elevar al máximo sus capacidades ~y de
ejercer gran influencia en los asuntos mundialesJ Los estados
heterogéneos pero estables dependen para su sobrevivencia de un
cartel de élites (como en Bélgica. Canadá Suiza) ._P-d.e. la
permanencia de un sistema no-competitivp de un -solo- partid.o
(como~la Unión ^ v iética y Tan^aníarilX'Os gobiemps de la
m inonTiFlos'es^os'hom ogéneos. pero_PJ3-üS¿aiflSÍatajpe^
se í a r a c t ^ por lo .general, poique .alteraan con -grupos gober-
nantes autoritarios de derecha o de izcniierda. iFinalmente. los
estados heterogéneos e inestables son desgarrados por guerras
cndles prolongadas y están expuestos a intervenciones e sternas.
T or io general, y dejando de lado las superpotencias, el_gradq_de
influencia que un p^'s ejerce sobre la política Tegional y global
está en razón directa del grado de cohesión nacional que personi­
fica. ^un aspecto de ía yida política que la gente d eL Jercer
Mundo refleja en su reciente pero firme sentimiento de identidad
nacional.

Las raíces del n acion a^ m oh

Para comprender'las fuerzas que han evolucionado hasta


convertirse en nacionalismo contemporáneo debemos dirigir nues­
tra atención’ a la antigüedad. Desde el principio de la historia
documentada los hombres se agruparon para enfrentar colectiva­
mente los desafíos animados e inanimados de la naturaleza. Por
consiguiente, en el curso de la-historia vemos varias organiza­
ciones sobre bases territoriales. Las primeras, bandas rudas y
anómicas, dieron paso eventualmente a tribus, ciudades fortifica-
daSj feudos, principados, imperios y sus subdivisiones y, mucho
más t arde, a los estados-dación y a las coraunidades económicas
multinacionales.
La civilización humana tiene alrededor de 10.000 años. Si
examinamos el apogeo y la caída de los pueblos antiguos y sus
culturas nos convenceremos de que el nacionalismo se funda en
.el fenómeno nosotros-contra ellos. Una de las primeras historias
reconstruidas es la de los súmeros que ’/ivieron en valles ad­
yacentes a los ríos Tigris y Eufrates y se organizaron en un
sistema de ciudad-estado orientado hacia la agricultura. Estas
ciudades-estado eran independientes la una respecto de la otra,
nOi.,^aceptaban autoridad central y solucionaban sus disputas por
memo de conflictos o negociaciones cuya premisa era la fuerza.
El primer tratado conocido se celebró entre los reyes de las
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 63 T
i
ciudades sumerias Umna y Lagash alrededor del año 3.000 a.C.;
por él mismo se comprometían a someter una disputa fronteriza
al arbitraje de \in tercero, ;
Al mismo tiempo, y en forma gradual, se fueron desarro­
llando otras civilizaciones, entre ellas las de egipcios, hititas,
indios, chinos, hebreos, asirios, fenicios, persas', griegos, y mayas )
y aztecas en lo que luego iba a ser conocido como Nuevo
Mundo. '
El antiguo sistema griego de ciudades-estado íjue floreció 'i'
cinco siglos antes de Cristo ofrece algunos ejemplos de formas ,
nacionalistas sólidas, aunque un tanto localistas. La famosa ora- '
ción fúnebre que dirigió Pendes (495-429 a.C), estadista ate­
niense, es un modelo a sus compatriotas de nacionalismo y |
patriotismo. Luego de llorar a los muertos en la guerra contra
Esparta, justificó el terrible sacrificio en aras de la preservación _ i
de Atenas. Su discurso es una ^orificación de esta ciudad, de sus ^
antepasados y de sus realizaciones. La cultura ateniense, el go- '
biemo, la organización müitar y el estilo de vida eran secun- i
danos, según Pendes que estaba orgulloso de pertenecer a Ate- ^
ñas, que para él estaba por encima de todas las otras ciudades )
griegas. La distinción entre “ nosotros” y “ellos” no puede ser ,|
más enfática de lo que fue en su discurso. Pericles la ensalzó
en su condición de ciudad abierta y creativa, por su amor a la
educación! al ocio y a las bellas artes, por su respeto a la belle- (
za y la poesía y por su permanente compromiso con el progre- '
so y el crecimiento, “En pocas palabras” , concluyó, “ afirmo ;
que nuestra ciudad como totalidad es una enseñanza para Gre- (
da. . . Ninguna otra pasa por la mayor prueba que los hom­
bres hayan soñado jamás; como ninguna, es tan poderosa que el (
invasor no siente amargura por sufrir en sus manos, y sus vasallos ^
no se sienten indignos de caer bajo su dependencia,” *
Si seguimos examinando brevemente la historia del mundo (
occidental advertiremos un flujo y reflujo co n sta te de pautas de ,
inmigración, política y de fragmentación p.pÍítiga-rgBI£§gBte¿^
por los sistema*? impsriales y los de las ciudades-estado, respec-
íivaro.e_nte. Por ejemplo: las ciudades-estado gri^g^ sólida-
mente unificadas pq^ Füipo de Macedonia (3^.-3S,$ a-C,j. Su
hijo, Alejandro el Grande ~(3 5 6 ^ 2 3 VcT), ¿evó a los griegos a un
Hosarrnllo venturoso y al_imperio^_,que puede concebirse,.como
una^ forma elemental de" expansionismo nacionalista griego y
como un esfuerzo precoz hacía la integración supranaciond.íÉl
TT^p^fTlvtaT-pHfrñTn^ pero firmemente a desinte-
p arse v. a su debido tiempo, sucumbió ante una fuerza expan-
sionista nueva v vigorosa que venía de Romai
^ 64 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

fEJ_toEerio_^Romas^bim un buen ejemplo de la coexi?


tencia en^e nacionalismo y multinacionalismo. £Gt_ejemDlo- los

^ acion es!^ aoj^ gad as.,,E n sus días


R o m ^ o se extendía -desde .la India hasta Escocia y desde e^

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s s i e ío f d t “ “'■'■í
m iaados-por m. grupo n ación ^ nuevo f v ¡ T S “ o f ‘S K o / ° ’
s“ ‘ ; S ^ - ' . Í 7 ' n o O t° -« > = , que £ lo r e d „ T v S í.¿ v i i S l ° ¿ o r
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— Guer r a Mundial y en 1923 emereió
elmoderno estado-nación de Turquía, ' ' " .......

S p S S iS S S
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S K S Í S f ~ ® i 5- S ’
S S P Ü iS fli^
cohesión nacionalio
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 65

. Aparición del nacionalismo m oderno


k
La Inglaterra del siglo XVII aparece generalmente como la
nacion-estado moderna en la que el nacionalismo pasó a
signifíc^ libertad individual y participación popular en los asun­
tos pubücos. La Revolución Norteamericana (1776) y la Revo-
^ lucion Francesa (1789) son hitos en el desarrollo del nacionalis­
mo h et^ o p n eo (en los E.U.A.) y del Jiacionalismo homogéneo
(Francia). Los E.U.A. fueron el resultado de la unificación de las'
p e e r á s colonias inglesas que lucharon contra la metrópolis para
los derechos políticos, la tolerancia religiosa y las
libertades mdmduales. La Declaración de independencia procla­
mo un tipo de nacionalismo fundado en ,1a perpetuación de un
sistema de i d ^ liberales y de un estüo de vida pluralista v
secular, be sostuvo que aigunas verdades eran evidentes por sí
mismas, que “todos los hombres son creados iguales, que su
Creador les concedió ciertos derechos inalienables, entre ellos la
vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Dada la diversi­
dad étnica y religiosa de los norteamericanos, no es sorprendente
que se haya acuñado el lema e pluribus enum.
El nacionalismo francés fue más vigoroso, más roinántico y
tuvo una mayor homogeneidad cultural que las reprimidas versio­
nes anglosajonas, pero también fue ezpansionista. Masimilien
Robespierre (1758-1794), una de las primeras figuras de la Revo­
lución Francesa, puso de manifiesto el espíritu francés con estas
palabras de auto sacrificio: “Soy francés, soy uno de sus repre­
sentantes (de Francia). . . ¡Oh, pueblo sublime! Acepta el sacri­
ficio de todo mi ser. Feliz el hombre nacido en tu seno, pero
más feliz aquel que puede morir por tu felicidad.”®
Na.poleón Bonaparte forjó con sentimientos nacionalistas
como éstos una ideología espansionista.^ El nacimiento de la
conscripción masiva significó un compromiso más profundo y
tangible de los ciudadanos en la vida de la nación. Los “ejércitos
de ciudadanos” de Napoleón lo llevaron de victoria en victoria
de uno a otro extremo de Europa y Medio Oriente. Eventual­
mente fue derrotado por las mismas fuerzas nacionalistas que
había ayudado a despertar.
Hay una tercera variante de nacionalismo que tiene que ver
con la frontera norteamericana de los siglos XVIII v XIX y con
la unificación política de Alemania (1864-1871). Algunos de los
defensores de este tipo de nacionalismo compararon este estado
con un organismo viviente que pasa por las fases de nacimiento,
adolescencia, madurez y, finalmente, vejez. Con fracuencia pre­
tendieron que su país tenía un rol dominante en virtud de su
66 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

presunta herencia biológica superior.® Otros consideraron que la


nación-estado era de inspiración divina y le atribuyeron una
misión histórica única.* ° Sea cuales fueren los matices de inter­
pretación, m a idea central une lo que llegó a^conocerse como
escuela orgánica; el estado debe expandirse o morir; por lo tanto
la conquiste del espacio vital es fundamental (Lebensraum.). Beni­
to Mussolini (1883-1945), el Duce de la Vitalia fascista, resumió
el panorama de la nación-estado: *
El fascismo es una concepción histórica en la cual el hombre es lo que
es, en la medida en que sigue el proceso espiritual en que se encuentra a sí
mismo, en la famñia o en el grupo social, en la nación y en la historia en la
que todas las naciones colaboran.
. . -Fuera de la historia el hombre no existe. Por consiguiente, el
f^ ism o se opone a todas las abstracciones individualistas de índole mate­
rialista como las del siglo X V III,.. . Contra el individualismo la concepción
faciste opta por el Estado y está con el individuo siempre que éste
coincida con el Estado, que es la conciencia y la voluntad universal del
nombre en su existencia histórica. . . La nación como Estado es una
realidad ética que existe y "vive en la medida en i?ue se desarrolla. Detener
su desarrollo es m a ta rio .... De manera que el Estado puede compararse con
la voluntad humana que no reconoce límites a su desarrollo y se realiza
poniendo a prueba su ilimitada grandeza.* *

La concepción orgánica y mística de la nación-estado se


construyó esencialmente sobre los cimientos filosóficos propor­
cionados por Georg Wilhelm Hegel (1770-1831), el filósofo ale­
mán. Hegel vio la historia de la civilisación humana como_
una sucesión de culturas nacionales. Para él, el estado nacional
fue la forrna más elevada de unidad política., la encamación del
poder político. El Volksgeist, el genio y el espíritu de una
nación, comunicó a la nación las cualidades de un organismo’
enorme, coactivo, vivo y creciente. Las paites de este organismo
(como los individuos, grupos, regiones y pjirtidos políticos) iban
a subordinarse al todo. La ausencia de esa subordinación traería
como consecuencia la anarquía y el caos. La verdadera libertad
sólo se encontraría dentro de los lineamientos disciplinarios
estrictos de la nación-estado. El estado (como gobierno) surgía
así como la encamación de la voluntad y del destino de una
nación. Finalmente, el deber mayor del Estado debía ser la
preservación y el fortalecimiento de sí mismo.
De. acuerdo con esta concepción, los individuos sólo se
consideran ^‘medios” del estado, y su valor se mide en función
de su contribución a la sobrevivercia del organismo estatal. La
historia es el avance según leyes orgánicas que están más allá del
control de los individuos. Por consiguientei, conduía Hegel, el
verdadero genio político se encontraría en aquellas personas que
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 67

suDieran identificarse con principios superiores como la sobre-


^ v e S ia el crecimiento y la prosperidad de sus naciones-estado.
Dektro del espíritu del nacionalismo orgánico, un oscuro
oficial japonés, que quiso m o rir como piloto escnbio
la siguiente carta a sus padres el 28 de octubre de 1944.

Queridos padres;

FeUcítemne. Se me ha dado UBa espléndida


-rr,! -íilfcimo día. El destino de nuestra patna depende de la bataUa decisiva
Tn lís í^ e s d e l ^ r T n d e yo caeré como la flor de unTadiante c « e z o .
s r s . S ¿ “ d0 P « . i - y norteé J«»K> •
) .f . J o n o . m igos. M . « t . ve«. p „.
d. « . hoBb„l E.lo

sará de alguna manera. Piensen bien de m í y sepan que^su Isao muño por
su patria. Este es mi último deseo, y nada mas quiero.. .

Soberanía nacional
6
lUna caracten'itica d e J a , nación-estad o es la s g b e r ^ En la
bibliografía sobre relaciones internacionales, la^_berania ha sido
definida como la autoridad suprema del
limitacionei externas. El fUósofo francés ^ M .B p d m J 1530-1596)
tiene que ver con la primara definición clara de este concepto.
A Bodin le interesaron la fragmentación y el regionalismo que
llevaron a las guerras civües frecuentes y al
Su principal objetivo, por consiguiente, ^ e el.fort.tó^^
de'la" posición del monarca como fuente de orden y unidad
¿n todo el país.- En 1586, Bodin definió el estado .como...,un_
gobierno leal de varias familias y. sus posesiones comunes con
poder-To'bií5 ro.”V' iLa ciudádáñía pasó a ser el sometimiento de
^ 'i n d i v i d u o al soberaSo,;La soberanía se d e fm io como poder
supremo sobre los ciudadanos y súbditos no limitado por la
lev ” 1^ De modo que el r e y t e n í a derecho, a sancionar, interpre­
tar' y'ei¿Zuta71eyes que ninguna autoridad humana p o d ía res­
triñ ir ; sólo estaba sometido a las leyes divinas y a las leyes
naturales fu n d a m e n ta le s como las que exigen el respeto a los
acuerdos y a la propiedad privada. i ^
Thomas Hobbes (1588-1&-79), el famoso füosofo político
inglés, trabajó" sobre el concepto de soberanía, pero desvio un
68 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

í^ t o la atención de ia persona del soberano a esa abstracción


ñamada gobierno o estado.' Entre 1640 y .1651 en IndateTa
época turbulenta que £e distinguió por la lucha de facciones v Íl
d e j a m i e n t o de sangre, Hobbes escribió con el propósito de
fort^ecerla autondad del rey el gobierno absoluto. Pensaba que
SI los hombres seguían en estado, natural como antes de lá
organ^acion política, j llevaban una vida “ solitaria, estérl desa-
£ ? a i i l t 'h f í ' ^ e ’in c S o f a b le
-T í consiguiente, para obviarlo y preservar a la
^lectaadad -era necesano que toda la autoridad social se concen-
en el^^sqbe^o. Este, que -era un “dios mortal” sobre la
faerra era igual al estado, que a su vez era igual al gobierno Para
^ J a . j p ^ r a n í a Uegara a su tercera fase que K ¿ “ o n ^ S
1 ■ transferida simbólica-
^ mente del gobierno al pueblo que habita la nación-estado'
compendia la transferencia
smibohca de la soberanía del gobierno al pueblo. Como se ha
demostrado que es difícil que el pueblo gobierne como un todo
en mlnn í pequeñas ciudades, la soberanía queda
En actuaron en nombre de su pueblo
fcc io n i sobreentiende que el pueblo controlará las
acciones del gobierno y que, en ultima instancia, se rebelará si
este viola ese acuerdo tácito.^ si^
Debe i^ _ distinción útil entre la soberanía interna y -
% ^ autoridad suprema
Dor l í ciudadanos y la soberanía externa,
fnH tiene que ver con el reconocimiento de la
f “ tegridad territorial y de la inviolabilidad
del estadp representado por su gobierno por parte de otros
^ ^estados. ,E1 junsta holandés Hugo Grotius (1583-1645) a auien’
se conoce como el padre del derecho internacional d efin iría

:tr°ali^'ad^os.r''^°'"'^^'^ conscientemente dividido; y deseen^,


n=. análisis, la soberanía es la capacidad de una
te n p r." f ^ gobierno, mandar en su casa y :
tener control de ^us asirntos domésticos y, en sus asuntos exter : '
os, tener la posibilidad de entrar o no en alianzas de ir a la
S c í conviéhFa sus intereses. En la.
P.ractica, sin embargo, vemos que algunos países son “más sobe­

A
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 69

ranos” que otros:, algunas grandes potencias gozan de una sobe­


ranía total, pero los países más pequeños, sobre todo si están
ubicados estratégicamente, a menudo son invadidos por las gran­
des potencias y de ellos se puede decir que son relativamente
“soberanos”. '
Este análisis de la soberanía nos recuerda los irritantes
argumentos de; John Herz, uin estudioso contemporáneo, en rela­
ción con el surgimiento de las naciones-estado y del nacionalis-
-mo.^’ Herz sostiene que la nación-estado es -el tipo de imidad
política que, dada la índole de los sistemas armamentistas dis­
ponibles, más conviene para hacer “impermeable” un territorio y
para proteger a sus habitantes. Opina que la uxudad poHtica que
ha brindado la mayor protección y seguridad a todos los seres
humanos en el curso de la historia se ha convertido en la unidad
política básica. Los pueblos, según Herz, tienden a reconocer, a
la larga, la autoridad, cualquier autoridad, que tenga poder de
protección.‘ ®
Por consiguiente, según Herz, la tecnología y el armamento
(tanto defensivo como ofensivo) son responsables directos del
tipo de organización política del sistema internacional. Herz
postula que la muerte del sistema feudal y de la ciudad amuralla­
da, que eran unidades de autonomía política, sólo se produjo
después de la invención de la pólvora por el monje alemán
Berthold Schwarz (que también había fabricado el primer cañón
que se empleó en Ghent en 1314). La_pólyora, según Herz, fue
responsable de la transición del feudalismo a los estados territo­
riales. Esta transición trajo como consecuencia la neutralización
dé”" los castillos en el interior de los estados territoriales y la
construcción de fortificaciones elaboradas a lo largo de las fron­
teras. Una vez que las naciones-estado, como unidades funda­
mentales de protección, fueron forjadas, la consiguiente facilidad
de interacción económica y social dentro de ellas y el relativo
aislamiento de sus poblaciones respecto de los estados vecinos,
ayudaron a solidificar las diferentes culturas, instituciones, y
pautas lingüísticas y religiosas de conducta que en la actualidad
se identifican con las naciones-estado.
\De acuerdo con Herz, el derecho internacional, a partir del
siglo"~XVI, fue legitimizando la territorialidad nacional. Toda
nación-estado (sobre todo su élite gobernante) estaba celosa de
su independencia y quería conservar su “impermeabilidad” polí­
tica y militar. Por lo tanto, comprobamos que el primitivo
derecho internacional apuntaba a la delimitación de la jurisdic­
ción territorial nacional para colaborar en la legitimización., y
salvaguardia de la independencia y soberanía (es decir, la im-
70 THEÓDORE A. COULOUMBIS Y JyUrfES H. WOLFE

penneabilidad) ^de la nación-estadoi L& guerra, Teconocida y


también purificada por el derecho internacional, siguió stendo el
jecurso extremo para resolver controversias -entre^iestados territo­
riales soberanos, en los casos en que" los métodos-pacíficos de
arreglo resultaban infructuosos. ¡Una ve¡! establecidas, las autori;.,
dades soberanas trataban de perfeccioníir y fortalecer el control
■administrativo de sus súbditos. Por su parte.'el.’puetóo'intentó (y
en muchos casos lo logró) acceder al proceso político,-sea a
!' través de la participación electoral o mediante el método indirec-
¡ to de la representación. La democracia política, especialmente
cuando se manifestaba en el aumento de los privilegios, se -
..................... convirtió en la señal de que el estado, de una entidad dinástica,
había pasado a ser una entidad participatoria.
I -los. asuntos internacionales, y, también en los domésti-^""
eos, los gobiernos han tratado de rodear sus actos de una aura
de legitimidad. De ahí que, al adherirse a tratados y a] derecho
consuetudinario internacional, las di^rentes élites gobernantes ^
descubrieran que podían beneficiarse mutuamente. Con el tiem­
po, el desarrollo de un sistema de naciones-estado fun3a3o"eñ“ün
■ equñibrio de poderes aceptable dio impulso al renacimiento del
derecho internacional del que Grotius había sido portavoz.' La
formalización' del procedimiento diplomático, el esláblecimiento
de sistemas colectivos de defensa por medio de alianzas y la
aceptación del principio de soberanía y su corolario de no-
intervención en los asuntos domésticos de otros estados, todos
éstos fueron desarrollos que fortalecieron el brazo de los cons- -
tructores de la nación. Pero en el caso (ie sociedades ideológicas,'-'^
o étnicamente divididas, se utilizaron con frecuencia medios
coercitivos —como la subversión y la guerra— para derrocar a los
gobiernos legítimos. En ausencia de una base firme en una
comunidad política estable, la soberanía resultó a menudo sólo
una üusión.
La doctrina moderna de la soberanía popular ha transferido
la fuente del poder absoluto del monarca al “pueblo”. Pero esta
transferencia de poder no significa que los ciudadanos puedan
individualmente controlar las transgresiones de los estados ad­
ministrativos en expansión. Es cierto que lajjqpularización de la -
soberanía dio lugar a la ideología del nadóñaíümo masivo, según
la cual el destino de la ciudadanía, se inscribe en el de -su
conducción política. La conscripción obligatoria para el servicia
^inüito o industrial, el control gubernamental de los medios,
ma^ivós _dg comunicación 'p'áf§na''"d los qbjetiyos de'
política exterior y la centralización denlos sistemas educacionaies
para garantizar un proceso inintermmpido de socialización políti-
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNAGI ONALES 71

ca se co m b in a ro n para pxQPMi? fiebre de nacionalismo, que


"^odujo lo^ mayores conflictos del siglo X X . .

Cueytionamientos del nacionalismo

La concepción biológica y mística del nacionalisrno tiene la


ventaja formidable de asegurar a sus adherentes que sólo a ellos
se les ha confiado ima misión histórica y que, por lo tanto, -su
actuación en la política mundial ha de ser justa. Un representan-^
te típico, pero no único, de este punto de vista fue el senador
AJbert J. Beveridge que, en 1900, mientras defendía la anexión
norteamericana de las Islas Filipinas, postuló que la nación
norteamericana había sido elegida para “ dirigir^ la regeneración
del mundo. Esta es la misión divina de Norteamérica, que signifi­
ca todo el beneficio, toda la gloria y toda la felicidad posible
para el hombre. Somos depositarios del progreso mundial, guar­
dianes de una paz justa. . ’
^El nacional^mo av^z<^ firmemente en los últimos doscien­
tos años hasta si^iificar Ta identificació individuo con el
estado. El proceso de naciaüzación .política, que pone en marcha
Ta familia, la escuela y los grupos de pares, enseña al ciudadano
la ineludiijle lección de que,la lealtad .al estado satisface no sólo
un prqpósito_ ideológico, _sÍM_también otro pragmático. Porgue
es*él..estedo el que, para recompensar la obedieM^^^
presta innumerá5Ies servicios cpncretos.i_^.e esta^m^e^
tad de b s ciudadanos yla'eñcieñcía gubernamental son recípro-
camenl^ servicides.
lo Él surgimiento de,estados ..modernos, b a sa o s, en firmes sen­
timientos nacionalistas fue una respuesta histórica lógica a la
revolución industrial,. Pero en el escenario internacional postin-
.dustriai del momento presente la noción idealizada de la nación-
estado sTvé atacada desde tres puntos distintos:'.el avance de la
tecnología militar,;;el surgimiento de organizaciones süprmacio-
nales, y\el papel cada vez más importante de los movimientos
ideológicos—políticos trasnacionales.' En la década de
chos-anal^tas observaron la cada vez rnayo,r vulnerabilidad del
estad'or.Üno dé los más notables fue ...John Herz; que escribió
sobre la “defunción” del estado que ya es incapaz de proteger a
sus ciudadanos frente a la eventualidad de una moderna guerra
tridimensional que implique armas nucleares, psicológicas y
nómicas. Herz previó la transformación del sistema intemaci
en un sistema dominado por alianzas regionales conflictivr
debilitamiento del colonialismo lo Uevó a abandonar su n
J

1
m
72 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

i #
del fin del estado.^ ° No obstante, mientras se cuestione la
yiabüidad económica y militai .de los nuevos estados, la imagen
.de m sistema bi o tripolar si^ e teniendo validez. En lo futuro
quiíá se materialice el siniestro. J9S4, de George Orwell, y la
tierra sea dominada por las tres superpotencias de Oceanía,
j #
1
Eurasia y Eastasia.*'
J
,_Si suponemos i^ue la expresión de la soberanía nacional es
la rigurosa aplicación^-de la doctrina de no-intervención en los
') asuntos *de otros estados, el desarrollo de organizaciones suprana-
■)
cionales plantea el -segund^ jproblema para el futuro de nacio-
nes;^stado presuntamente impermeables. >Entre lais demócrácias
")
occidentales, .en particular las de Europa, la colaboración supra-
-nacional p ^ a alcanzar metas compartidas en los terrenos del
1 ‘
desarrollo económico, la salud y la educación, avanza a grandes
1
1
I ^ o s .’ Los estados miembros de las organizaciones supranaciona-
' 4
les que tienen poderes para componer e instrumentar políticas,,
'H P
como el Mercado Común Europeo y el Concilio Nórdico, se'
yalen dd argumento (o quizás de la racionalización) de que'sus
Í
1
soberanías no son afectadas porque han delegado la autoridad
íiíf . gubernamental en servidores civiles internacionales que cubren
los cargos ejecutivos de estas organizaciones. Si uno se atiene al
aspecto legal, el argumento merece respeto, pero la política de
. iil ) ..interdependencia ha echado a perder la condición absolutista de
la soberanía y es probable que cree rivales a la nación-estado, en
■ ! i#
tanto único foco de lealtad política.
■ é i
)
Los movimientos ideológico-políticos transnacionales del si­
í
1
glo XX, como el fascismo y el comunismo, ofrecen un tercer
desafío al nacionalismo, i El “Nuevo Orden” de . los nacio-
' é
.pal-socialista.s alemanes conducidos por Adolf Hitler (1889-1945)
corneó la versión liberal del siglo XIX de la nación-estado y
V il#
aspiró a la formación de un sistema europeo jerárquico domina­
) do por lo que Hitler consideró una raza biológicamente selecta,
devota de una ideología de pureza y fuerza. De acuerdo con esté
,!# objetivo, las SS (guardia escogida) del movimiento nazi organiza­
ron imidades no-alemanas en toda la Europa ocupada y trataron
s
de utilizarlas como fundamento de un nuevo estado pretoriano
é cuyo despotismo militar significaría la muerte de las comunida­
des europeas convencionales.^ ^ E r asalto nazi a las nacio­
é
nes-estado europeas tradicionales trajo como consecuencia una
é
guerra cataclísmica de la que la humanidad aún no se ha recupe­
rado materialmente y de la que quizá nunca se recupere espiri­
é tualmente.
x é
■ 'E l marxismo (desde otro punto de vista muy diferente]
también trató de cuestionar la nación-estado y el nacionalismo.
:S

■ é
i
:é 1 1
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 73

• En el Manifiesto Comunista (1847), Carlos Marx y Federico


Engels impugnaron el nacionalismo que, según ellos, era una
■perversión de la misión histórica del proletariado. Bi bien José
Staliñ “(1879-1953) modificó esta doctrina ideológica al hacer en
1928 de la política soviética ima política de “socialismo en un
país” y cuando apeló a la fuerza histórica del nacionalismo ruso
durante la gran guerra contra Alemania, los mamstas ortodoxos
siguen considerando la nación-estado como una “categoría de la
liistoria” destinada a servir los intereses del capitalismo y que
desaparecerá una vez que la clase trabajadora asuma el poder en
todas partes.
En el nivel .táctico, sin embargo, los movimientos comunis­
tas revolucionarios se adhirieron en seguida a la' causa del nacio­
nalismo, líniéndose a las fuerzas anticoloniahstas del Tercer Mun­
do. Por ejemplo; el apoyo a la coalición de fuerzas nacionalistas
como el Movimiento Popular para la Liberación de Angola
(MPLA) sigue formando parte de la política soviética. pre­
guntas acerca de la autodeterminación política de los países de
Europa Oriental, sin embargo, recibén respuestas muy diferentes.
- \Los partidos comunistas de Europa Oriental se adhieren, más
bien, a la doctrina de la “solidaridad proletaria” y acatan la
obligación de combatir presuntas tendencias contrarrevoluciona-
ricis dentro de su bloque. .Bajo el liderazgo de la Unión Soviética,
los miembros del Pacto de Varsovia (excepción hecha de Ruma-
.nia) en 1968 ocuparon Checoeslovaquia para frenar el nacionalis­
mo y el liberalismo revisionistas checos.
En 1976, en ocasión del vigésimo quinto congreso del
Partido Comunista de la Unión Soviética (y en una reunión
ulterior de los líderes comunistas europeos en Berlín Oriental),
la línea dura de la “ solidaridad proletaria” fue algtf suavizada
para satisfacción de los líderes de los partidos comunistas de
■Francia, Italia y España, quienes afirmaban que sus partidos
debían formiílar políticas que reflejaran la diversidad de sus
ambientes en lugar de la dirección protectora de Moscú. Más
aún, el comunismo nacional todavía es visible en el Este de
Europa; los libros de historia húngaros siguen considerando que
la frontera con Rumania es una injusticia histórica, y los estudio­
sos rumanos continúan hablando a sus lectores de unas provin­
cias rumanas que pasaron a poder de los rusos en 1945. Cuando
,se enfrenta con el fervor nacionalista en forma de disputas
fronterizas no resueltas, el argumento de la “solidaridad proleta­
ria” comienza a debilitarse.
■'¿A, pesar de la amenaza de guerra multidimensional, del
•súrgimiento de organizaciones supranacionales, de la expansión
■^4 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

del fascismo y del éxito parcial del comunismo como movmien-


to político transnacional, el nacionalismo s:i^e siend^una
vibrante en los asuntos mundialS^.-.un. sqüdo punto de leferen-
cia:en la maraña de motivos que r o d e a n t o m a de_dec^i^^^^
■política exterior/ En las partes IV y V de esta obra considerare-
-m os en forma'más detallada si el nacioniüismo puede sobrepo-
nerse a la provocación de las organizaciones intemacioaales y la
interdependencia ecológica global.

Perspectivas del nacionalismo

Los estudios contemporáneos indican que las guerras inter­


nacionales emprendidas para recuperar tíirritorio perdido y las
revoluciones dirigidas por minorías étnicas p ^ a favorecer la auto
determinación explican el 70% de los conflictos rnundides.
-Dada la estrecha relación entre el nacionalismo y la violencia,
surge una cuestión difícil: ¿son el nacionaiiismó y su coroím o, la
nación-estado, fuerzas útiles o peligrosas en los asuntos globales.-
La respuesta debe ser-cuidadosamente ponderada. , • j. •
!-E1 nacionalismo es una fuerza útil cuando brinda al mdiyi-
duo la noción de identidad y de pertenencia, ya_QueJe ,pepiite
unirse a otros en la persecución'del bien común, m a pauta de^
conducta que quizás minimice el individualismo y la -alienación.
Esta pautí'puede, dai' lugar a una conducta competititva y hasta
ligeramente conflictiva si asume la forma de afirmación nacional
frente a los obstáculos. Tal tipo de rivalidad y conflicto es un
elemento clave en el proceso de evolución .social. Sin embargo,
una actualización nacional en este sentido no es necesariamente
sinónimo de violencia.\ En la medida en que los sistema soci^es
compiten entre sí mejorando sus respectivas calidades de vida,
los pueblos se benefician.,
fEl nacionalismo puede ser una fueraa d e sa ctiv a cuando
postula ima jerarquía de pueblos y trata de . imponer por la
■fü'érza 'su punto de vista. Cuando tma nación se atribuye a si
misma un rol superior que sólo puede ;ser desempañado a ex­
pensas del territorio y el bienestar de otras, el co n e cto arma­
do se hace inevitable. [^La tragedia del siglo X X ha sido forjada
por esos movimientos expansionistas;
Los idealistas alegan con frecuencia que solo una reforma
estruclural del sistema internacional (una reforma que elimine las
ñacioñes^ados..soberariás e inexplicables) .puede brindar ima
protección eficaz contra los nacion^ist^ que est^ , dispuestos a
■acedar Tá“deslmcciónlle''sí'^^^^^^ y de sus secuaces, pero no a
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 75

tan quje J^.lucha por p pérdidas totales ocasionadas

como dice Bárbara Ward, el nacionalismo es imo de los


c o n . » « o s S lín a ^ r o n í

íe “ í “ “d” ■

fundación en 1945 y que vanos estad ^ ¿ Europa,


PO. otra p " ““ 1 7 a S a = i 6 n supera!

P l f r - “£ r¿ = i«S S ? £
flamencos y valones e ^ constituyen una mmo-

Udad Para entender y enfrentar esa fuerza tan poderosa, “ entifi


c i s c ^ S r í e repásenla, dive^as <ii»cip^ y í S L S
1qqH/-i C11Qtpcnicas V hallazgos en un esfuerzo de síntesis

S “= í í S S £
pocas naciones poderosas y . opulentas.

Sugerencias para futuros estudios ,


La evolución del nacionalismo como fuerza ideologica en la
)

76 THEODORE A_ COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

II ) política mundial iia pasado por distintas fases históricas. Giu-


" - seppe Mazzini (1805-1872) relacionó el d esp ^ ar de la concien-
cia nacionalista con el suigimiento de la democracia de participa­
ción, y los ideales de nacionalismo liberal figuran en una antolo­
gía de sus -obras: The Duties o f Man and Other Essays, Ever y
# , mans’s Libray (Londres, J.M. Dent Sons, 1955). Mao Tse Tung
j (1893-1976) considera el nacionalismo como una herramienta de
movilización pólíticaí-masiva en su On New D em ocracy (Pekín,
^ V Toreign Languages Press, 1960). En el mundo contemporáneo, el
^ ■') nacionalismo visto -como instrumento de auto actualización y
^ I ’ como fundamento para el desarrollo político de una sociedad es
I simbolizado por ^Frantz Fanón, The Sretched o f the Earth,
¡ traducido por Constance Farrington (Nueva York; Grove Press,
® ; Evergreen Black Cat comp., 1968).
‘ ■ _ Pí^a una historia de las raíces ideológicas del nacionalismo,
véase Hans Kohn, The Idea o f Nationalism (Nueva York: Mac-
^ , Tnillan Co. En rústica comp., 1961) Boyd Shafer brinda una
í® I crítica minuciosa de etnocentrismo en Su Nationalism: Myth and
Reality (Nueva Yor; Harcourt, Brace & World, Harvest Books,
1955). Benjamín Akzüi, en States and-Nations (Carden City,
Nueva York: Doubleday & Co., Anchor Books, 1966) y Abdul
A. Said y Luis R. Simmons comps., en Ethnicity in an'Intema-
' üonal Context (New Brunswick, Nueva Jersey; Transaction
Books, 1976) ofrecen distintas maneras de resolver conflictos
étnicos.

NOTAS

IV éase David J . Finlay. Ole H olsti y R ich ard R . Fagen, Enemies in Politics (Chicago;
Rand Me' N ally). páginai 6-22.
2 t jtnnrf M Goodrich y Edward I. H am b re, Charter o f the United Nations: Commen-
ta ri and Doeum enU (Boston: W oild P eace F o u n d aü o n , 1 9 4 9 ), páginas 9 5 -9 6 .
3para escritos representativos sobre el eafoqu e subjetivo, véase Fro m Empire to
Nation- The Rise and Seif-Assertion o f Asian and African peqples (B o sto n : Beacon
Press 1 9 6 0 ); Cailton J.H . Hayes, The Histórica] E volution o f M odern Nationalism
(Nueva Y o rk : Macmülan. 1 9 4 8 ); y especialm ente Hans K o lm , T h e Idea o f Natío-
nalism- a itudv o f Its Origins and Background (Nueva Y o rk : M acm illan, 1 9 6 1 ) y
Prelude to N ation-sUtes: the Fren ch and Germ án Experien ee, 1 7 8 9 -1 8 1 6 (Princeton:
van N ostrand, 1 9 6 7 ).
^ 1 en foque objetivo está muy bien presentad o en el trab ajo p io n ero de K arl Deutsch.
Véase -espeoialmente su Nationalism and Socio] Com m unication: an Jn q u irj' ^nto the
Foundations o f Nationality, 2da, ed. rev. (Cam bridge M a ^ a ^ u s e tts : M .I.T Press
1 9 6 6 ); Nationalism and its Alternatives (Nueva Y o rk : K n op f, 1 9 6 9 ) ; y con
L. M erritl escribió Nationalism and N ational Developm ent: an ¡nterdisciplinar\‘ Biolio-
graphy (Cam bridge, M assachusetts: M .I.T . Press, 1 9 7 0 ). '
. ^Charles G. Fenw ick, International Laui. 4 ta . edición rev. (Nueva Y o rk : Appleton-Cen-
tu ry-C rofts, 1 9 6 5 ), páginas 1 5 5 -2 0 3 .
5

PODER Y COMPETENCIA
DE LAS NACIONES-ESTADO

La imprecisión del poder como concepto

Desde los días de Tucídides hasta el presente los cientí­


fico-políticos dieron por sentado que el poder se rel^aciona
inevitablemente con la acción política. Hans Morgenthau ^
arriesgó a definir la política (tanto nacional como mtemacional)
como la lucha por el poder. Más aún, definió el poder como una
relación entre dos actores políticos en la que el actor A puede
controlar la mente y las acciones del actor B. Por co^iguiente,
el poder “ puede comprender cualquier cosa que determme y
mantenga el control del hombre sobre el hombre y abarca todas
las relaciones sociales que sirven a esos fines, desde la violencia
física hasta los lazos psicológicos más sutiles que permiten a una
mente gobernar a otra.’’^ .
El problema obvio de esta definición es su imprec^ion. Fara
empezar, tenemos grandes dificultades para definir, aislar y de­
mostrar una relación de control. Una situación en la que A
ordena a B (por ejemplo, un agente de policía ordena a un
automovilista que vaya por el costado del camino) y B obedece
a A, sería un caso evidente de control. Pero, ¿qué ocurre en una.
situación en la que A sugiere a B y B acepta una línea de
conducta? ¿También eso es control? Y , para compücar aun m ^.
la cosa, ¿qué pasaría si A ordena a B, B desobedece y A decide
destruir a B? ¿Es ésa una relación de control entre A y B? La
respuesta a esta última cuestión sería negativa porque, luego de
la destrucción de.B, ya no puede haber una relación de control
entre A relación de control es imprecisa, la
definición de poder como algo que contribuye al mantenimiento
del control de A sobre B también se hace imprecisa. La mayor
parte de los científicos políticos insiste en que el concepto de
)

)
80 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

poder, a pesar de su impresión, es un rasgo importante de los


procesos políticos, sin el cual los políticos se ven privados de un
tema xmificador que eqmvale al concepto de riqueza en econo­
mía Así como el economista se atiene _al concepto de riqueza, el
estudioso de la política se aferra al de poder.
; Los principales objetivos de este capítulo son el examen de
. las diferentes formas sugeridas de medir el concepto de poder, la
identific^ión, la descripción de algunos de los elementos’de
'] poder m ás importantes. J a consideración de datos ilustrativos de
los a fe c to s de poder relativo de las naciones-estado, y la in­
dicación de una forma adicional de integrar los diversos ele­
mentos de poder en un concepto único y quizás útil. Antes
de seguir con esta tarea algo ambiciosa debemos diferenciar el
' poder de algunos conceptos afúies. En primer lugar, distinguir
entre poder y fuerza. Siempre que en este libro empleamos el
concepto de ^fuerza lo identificamos con" el de la capacidad
militar de una nación, sea de reserva o en servicio activo. . El
.poder, por lo contrario, es un concepto más amplio que no sólo"
incluye la amenaza o el empleo real de la fuerza, sino también
I formas de persuasión no violfentas como las recompensas econó-
. micas, ios actos de cooperación y la solidaridad ideológica.
Nuestra próxima tarea será distinguir entre influencia y
) ^ competencia.^ La influencia confía más en la persuasión y menos
en las sanciones que el poder. De manera que el peder podría
considerarse como xm concepto intermedio, siatetiz^jDr, entre
^ los polos de la fuerza y la influencia. Hubo ^ocasiones en’ que el
jl : concepto de competencia se empleó como sinónimo de poder.
■ Preferimos, sin embargo, interpretarlo como un atributo de las
' naciones-estado (o de otros actores políticosy"que íes permite
g. ejercer diversos grados de poder en sus contactos con otros
# actores. .Dedicaremos otra sección de este capítulo a los diversos
i ) elementos de poder y su distribución entre varias nacio-
nes-estado.
^ . Continuando con nuestra clarificación de conceptos, dis-
^ tinguiremos el concepto de poder en abstracto de las relaciones
de poder internacionales específicas. En abstracto, por ejemplo,
^ consideramos que im hombre que mide más de 1,80 m., pesa
Jk alrededor de 90 kg , está entre los veinte y los veinticinco años
es un musculoso y parece ser tan inteligente como ágil, debe de
^ ^ r un hombre poderoso. Pero en una situación específica este
. hombre fuerte quizá quede sin fuerzas ante un hombre más alto
^ i pesado y más joven, sano, de inteligencia promedio y dé
J I pan agilidad.
^ I " ^ ^ e r otra distinción importante entre el poder como

i
i
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 81

fin y el poder como medio. La mayoría de los estudiosos con-


- sidera el poder como un medio, como la capacidad de contro-
^ el comportamiento de otros para alcanzar ciertos fines (pro­
pósitos más elevados, ovjetivos de largo alcance, etcétera). Si
los objetivos de largo alcance incluyen valores como la paz, la
seguridad, el progreso nacional, el desarrollo económico, la ex­
pansión de la democracia o del comunismo, se considera que el
poder es necesario para comprar estos valores. Otros estudiosos,
-sobre todo los estudiantes de Reaipoütik.,^ prefieren ver el poder
como im medio y como un fin de acción política; consideran
objetivps mesiánicos como la paz permanente y el
progreso sin fin son inaplicables a corto plazo y, por consiguien­
te, ño afectan el proceso político mismo que apunta al corto
plazo.'iDe acuerdo con esta idea, que identifica los fines de un
estado con su sobrevivencia, el poder, que compra seguridad, es
un fin en sí mismo, ■
de seguir con nuestro examen de los intentos más
sistemáticos de medir el poder debemos hacer una aclaración
poder no puede ser visto sólo como una relación
estática, única y de una sola dirección, sino más bien como una
relación dinámica, creciente y realimentadora. Por ejemplo: si
hoy A controla el comportamiento de B en algún incidente,
quiere decir que tres o cuatro años después se producirá un
desequilibrio de poderes pues B controlará a A en un incidente
smular.^ La situación se complica cuando se considera que las
relaciones de poder entre dos países pueden variar ampliamente
de im incidente a otro.
Por lo tanto, es importante comprender que el poder puede
ser real o potencial y que se subdivide en poder político econó­
mico, militar, moral y de otros tipos. El poder real es aquel del
cual puede disponerse en seguida, mientras el poder potencial es
el que deriva de situaciones de crisis de necesidad.
Lo más intan^ble en la consideración de las relaciones de
poder es la “voluntad” que se tiene de emplear el propio poder.
Una persona (o nación-estado) poderosa que no conoce su p“
der —o no desea utüizarlo- es débil para cualquier propósito
practico.
Debe quedar en claro que el concepto de poder, si bien es
fundamental para^ el estudio de las relaciones internacionales, es
muy vago y difícil de comprender. Se necesitan definiciones más
precisas y nías útiles.
Tentativas de pon er en práctica la definición de poder

Se ha intentado definir el poder para brindar a los estudio­


82 t h e o d o r e a . c o u l o u m b i s y ja m e s h . w o l f e

sos de la política internacional una oportunidad de medirlo.*'


Nos ocuparemos sucintamente de dos de los intentos pmcipales,^
En primer lugar, Robert Dahl d eJ^ ió, el j»odeL-C.oaS jL ^ a C L -,
dad de modificar la probabilidad de. losi resultados. En un .
■¿Halisís muy alambicado Dahl v e, e lm ^ e t. com p^iip . re/acion ;
entre actores políticos, que pueden ser úidividuos, ^ p o s , p^- ,
tidos políticos, gobiernos y piB.anizacione^mterna(^nales. De ^
acuerdo con Dahl, “A tiene poder sobre B en la'medida en que
puede hacer que B iiaga algo que de otra manera no hana . Hay..^
muchas maneras de Uegar a valores concreitos que denoten poder
tal como lo define Dahl. Una de ellas es calcular, mediante los
procedimientos de cuerpos políticos como las Naciones Unidas o
el Senado de los E.U .A ., la cantidad de veces que un actor
político vota con la mayoría. De ello s& infiere que, si imo ^
asocia a menudo con las mayorías es que puede mfluir en la
formación de esas mayorías. Esa medición ha sido criticada, sm
embargo, porque no establece diferencias entre líderes y seguido­
res de la legislación,, es decir, entre quienes controlan la ley y los
camaleones políticos 'a quienes sólo guía el deseo de sobrevivir.
Por consiguiente, esta técnica de medición se perfecciona si se
calcula el éxito de los legisladores respecto de la legislación que
ellos pon^n en marcha desmañadamente. Se empeñan en favore-
ce r}
Cálculos como los anteriores, que íjuplican procedimientos
matemáticos y estadísticos precisos, pueden dax como resultado
jerarquías de probabilidades útiles del poder e influencia de
diversos actores políticos, ya se trate de naciones, partidos polí­
ticos o senadores. , ^
Es evidente que esos métodos solo pueden aplicarse en
situaciones en las que los procedimientos parlamentarios son
dados a pubhcidad y en que los votos se regieran y el analista
puede acceder a ellos. En los países en que delibera a puertas ce­
rradas, donde no se conocen las posibles posiciones de los parti­
cipantes en la toma de decisiones, es bastante difícil emplear los
métodos Dahl para evaluar el poder o la influencia relativos.
El segundo intento útil para medij: el poder se atribuye a
Karl Deutsch a quien, ^ u i d o por el trabajo del conocido socio-
logo"Tarcott”Parsqns, iT iu sta pensar que el poder es una forma
de moneda que permite a sus poseedores satisfacer importantes
valófes y alcanzar objetivos. Puede hacerse una interesante malo-
gía entre economía y política. Por ejemplo; el poder ecgnómjco
de un individuo, compañía o nación, no cepende solo de la
cantidad de dinero en efectivo, sino del crédito de que dispone,
éste, a su vez, depende de la reputación de quien pide crédito y
lOTRODUCClON A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 83

de SU presunta capacidad para devolver el préstamcl^n^olítica^


el poder de una nación se comprende no sólo en funcióxi de su
capacidad para incrementar su poder por m ^ io de técnicas
como alianzas, pactos y arrendamiento de territorio a naciones
extranjeras.' Aventurándose im poco más, P eutsch sugiere, tres
Himpnsinnfis específicas d^poder gue püeden.mea5se..y...permiten
a los analistas calcular y ordenar en categorías Jas potencialida-
. v4 es reales y p o te n cies . de las nscipnes, Deutsch la m a dojnmip,
uícimce ’T esfera & tres dimmsipnes.

D om inio del poder

^ Cuando hablamos de dominio nos preguntamos ¿sobre quién se


ejerce el poder? Deutsch lo define como “el grupo de personas
cuya conducta cambia en forma significativa por el ejercicio del
Doder.” ' P ara nuestros propósitos, sería útil subdividir el domi­
nio en “ dominio interno” y “dominio estemo de, las.,BACXQ-
néWstedoT E ld o m in io interno coincide con el territono y la
íjobí^ión' que están dentro de las óronteras de un país, de
manera que es fácil de determinar, excepto en el caso de nacio­
nes-estado que pasan por levantamientos, guerra de guerrillas o
disputas territoriales. ^dom.inio_-.externo es-un concepto mucho
más difícil de precisar e incluye a aquellos territorios y poblacio­
nes que pertenecen a la ‘'ésfera de influencia” de una nacion-es-
tado.' , . . . .
El cálculo del dominio interno de poder y la jerarqmzacion
de las naciones-estado sobre esa base da lugar a relativamente
pocos problemas. Por ejemplo: se pueden ordenar jerarquías
entre las naciones-estado de acuerdo con el área y la población
sobre las cuales ejerce su poder el gobierno central. (Véanse las
Tablas 3 y 4, en las que aparecen actualizados y modificados Ios-
datos de Deutsch). ^ ,
La fuente de esta cifra es el United Nations Statistical
Yearbook 1974. Fuente: Adaptado del World Bank Atlas: Popma-
tion. Per Capita Product and Grovth Rates (Washington, D.C.:
International Bank for Reconstruction and Development, 1975).
Las cifras corresponden al año 1973.
Deutsh insinúa que puede haber u n a tercera fo m a de m
el dominio mtemo: el Producto Bruto Nacional (PBN). La tabla
5 ' muestra una jerarquía de naciones-estado líderes en función de
su gg concepto menos preciso. .f e muy
difícil contai con medidas cuantitativas exactas y significativas
■) 84 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

T A BLA 3. El dominio interno del poder nacional


en función de la población

' Población P o rce n ta je de


País en m illones P ob la ció n
I
1 China B11,4 21,D
) 2 Jndia .581,9 ■ 15,1
3 Unión Soviética 249,8 6,5
■) 4 Estados Unidos 210,4 5,5 ■
5 Indonesia 124,4 . -3,2
m i 6 Japón 108,4 2,8
7 Brasil 101,1 2,6
8 Bengladesii 74,0 1,9
9 Nigeria 71,3 1,8
10 Paquistán 66,2 1.7
11 Alem ania O ccidental 62,0 1,6
Subtotal 2.460,9 63,7
Mundial 3.860,0' 100,0
nviM j
■ La fuente de esta cifra es el United Natiohs S ta tis tic a l Year-
,í^ , b o o k 19774.
Fájente: Adaptado del W orld Bank A tla s: Population, Per Capita
^ Product and Growth Rates (W ashington, D.C.: In te rn a tio n al
Bank lo r Reconstruction and Developm ent, 1975¡. Las cifra s co-
^ ) rresponden al año 1973.

! que permitan ordenar jerárqudcamente a las naciones-estado en


función de su capacidad para ejercer el poder fuera de sus
límites territoriales.® Sólo se pueden sugerir, por consiguiente,
■ alevinas formas, una de las cuales sería poner en un pie de
igualdad las esferas de influencia de las grandes potencias con sus
J respectivas redes de alianza y luego calcular las poblaciones, los
^ . territorios y el PBN de estos sistemas. Por consiguiente, en el
caso de los E.U.A., se calcularían la población, los territorios y
Sí) ¡ el P.B.N. de los países que pertenecen a la O.T.AJ^. (Organiza-
ción del Tratado del Atlántico Norte), el tratado Australia-Nueva
Zelandia, E.U.A. la O.E.A. (Organización de los Estados Ame-
ricanos) y todos los otros pactos bilaterales de defensa de los
que es miembro E.U.A. En el caso de la Unión Soviética, pa-
saría lo mismo con los países miembros del Pacto de Varso-
^ V ia y con los demás aliados bilaterales de los rusos. No obstan-
tente, ^cuanto más se considera este recurso particular de cálcu-
^ lo, más complejo y menos satisfactorio parece. ¿Qué se hace,
por ejemplo, con los aliados anteriores con los cuales las re­
laciones han comenzado a enfriarse? ¿Incluimos a Francia en
'm \
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 85

el dominio estemo de los E.U.A .? ¿E incluimos a la Uepública


China y a Albania en el dominio estemo de la Unión
Soviética? Además, como hemos dicho antes en este mismo
capítulo, el poder -es nina Telación xealimentadora y no una
entidad estática, única y unilateral. Por consiguiente, si bien
podemos sostener "que Alemama Occidental está en la esfera de
influencia norteamericana, ia -afirmación puede invertirse para
1 Fig» los E.U.A. están hasta cierto punto (y en menor
medida, naturalmente) -en la esfera tie influencia -de Alemania
Occidental. Esta observación se hace extensiva a todas,las re­
laciones de -poder, aun a aquellas que reúnen a superpotencias
com a Qiiaa y los E.U.Av con-“minipotencias” como Albania y
Luxemburgo, respectivamente, para mencionar dos ejemplos.
^ bibliografía tradicionkl se ha valido de términos como
colomaüsmo, neocolonialismo, imperialismo, dependencia e inter­
vención para designar conceptos muy similares al concepto de
dominio externo. En otra valiosa tentativa por examinar sistemá­
ticamente las relaciones de poder que abarca este concepto,
James Rosenau acuñó el de penetración’ , que define como un pro-’
ceso en el cual “los miembros -de un estado actúan como
participantes en los procesos políticos de otro” .‘ ° Por consigui-

TABLA ,4. El dom inio interno del poder nacional


en función del área

Porcentaje de
la población PoDlación
Pais Area (km ¡¡ m undial por km ¡
1-
1 Unión Soviética 22.402.200 16,5 11
2 Canadá 9.976.139 7.3 2
3 China 9.596,961 85
7,1
4 Estados Unidos 9.363.123 6,9 22
5 Brasil 8.511.965 6,3 12
6 A ustralia 7.686.848 5,7 2
7 India 3.280.483 2,4 175
8 A rgentina 2.776.889 2,0 9
9 Sudán 2.505.813 1,8 7
10 Argelia 2.381.741 1,8 7
Subtotal 78.482.162 57,8
M undial 135.906.000 100,0 —

Fuente: A daptado del Departm ent of Econom ic and Social Al-


taires, S tatistical Yearbook 1974 (Nueva York: Naciones Unidas
1975).
86 THEODORE A. COÜLOUMBIS Y JjiM ES H. WOLFE

ente, ia penetración podría medirse en función de indicadores


como Ja presencia militar de una nación-estado. A en la nacijón^
estado _B (que :£e demuestran .por basess militares, personal^ et­
cétera), la ayuda extranjera (que puede ser militar, económica
o benéfica), l a m a j p l t u d ^ misiones Tnilitares en el extran­
jero, la depéñdeÍQcia económica de £ :respecto de A y j a difu-
jión cultual.' L u ^ o las naciones-estado podnan o id en a^ jerár­
quicamente en iiincióíi de su capáada^ demostrada p ^ peñe­
r a r en otras nadones-estado' d^' para decido en forma diferente,
en función de su capacidad para demostrar su excesivo poder.
Eventualmente .se podría llegar a formas de medición relativa­
mente confiables —pero no necesariamente válidas— del domi­
nio externo en base a ejemplos de penetración.* ‘

TABLA 5. Ei dominio interno del poder nacional


en función del PBN

PBN (m ili, P o rcentaje del PBN per


Pais ■■ de dólares) to ta l m undial cápita

1 EE.UÜ. 1.406.610 27,2 6.640


2 Unión S oviética 580.750 11,2 2.300
3 Japón 425.880 ■ 8,2 3.880
4 A lem ania Occ. 365.220 7,1 5.890
5 Francia 272.410 5,3 5.190
6 China 245.840 4,8 300
7 Reino U nido 188.630 3,6 3.360
8 Italia 153.300 3,0 2.T70
9 Canadá 136.570 2,6 6.080
10 Brasil 93.180 1,8 900
1“ Polonia 82.440 1,6 2.450
12 India 78.990 1,5 130

S ubtotal 4.029.820 77,9 _


M undial ■S.173.600 100,0

Fuente: A d a p ta d a del World Bank A tlas: P opulation, Per Capita


Product and G row th Rates (W ashington, D.C.: International
Bank to r R econstruction and D evelopm ent, 1975). Las cifras
son de 1974.

Alcance del p o d er

Pensamos que alcance es una expresión desafortunada para


lo que Deutsch quiere designar; preferáramos reemplazarla por
“intensidad” de poder. Deutsch lo define como la “diferencia
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 87

entre la recompensa más alta (o indigencia) y el peor castigo (o


privE^ión) que el dueño del poder puede dispensáf (o infligir) á
alguna persona dentro de su d o mi n i o . ^
í^cance/intens^ad del poder también puede dividirse en
componentes internos y externos. Dentro de las naciones-estado,
por ejemplo, -los gobiernos pueden ejercer el poder sobre sus
súbditos por medios suaves o duros, es decir, por medio de
recompensas o castigos. Por lo general, los tiranos prefieren
confiar en .amenazas y castigos para asegurar el orden público,
mientras los gobiernos elegidos por el pueblo, prefieren en con­
fiar en incentivos y recompensas positivos. E l ¿camce/intensidad
del poder de los tiranos cuyas fuerzas de seguridad son reducidas
y mal entrenadas es menor que el de los tiranos fuertemente
armados. Los gobiernos moderados, por otra parte, están limita­
dos por su capacidad para dispensar favores y otras recompensas,
es decir, por la magnitud de su presupuesto, t
Cuando se examina el alc^ce/intensidad extemo del poder
de las naciones-esíaüo, por ejemplo, podría pensarse que el
ñfjlnñ'Tali^^ .'gf símil extemo de la íiraiií£" Por lo contrario,
uña afianza recíprocamente beneficiosa,o ima estriictüra equitati­
va para la integración económica de las naciones-estado se parece
más a un gobierno nacional justo 3' moderado. Los indicadores
con los cuales se podría medir el ¿cance/intensidad extemo del
poder deberían derivar lógicamente del e x ^ e n del ¿can-
ce/intensidad interno. Por ejemplo, los gastoTde seguridad-defen-
sa de los gobiernos serían un indicador confiable y válido del
alcance/intensidad dirigido al castigo del poder nacional. Por
extensión, los fondos destinados a bieriestar social y a ajniciá
extema ^rían confiables y válidos como indicadores de un
alcance/inteiisidad del poder dirigido a la gratificación.'

Esfera de poder

Deutsch utüiza la expresión esfera para designar “el conjun­


to o colección de todas las cláses articulares de comportamiento,
relaciones y .asimtos que están realmente sometidos al poder del
gobiemo.’’^^
Este “conjunt o o colección” incluye todos los tipos de'
actmdades que un goÍDÍ£mo trata "Se regular, tanto internas
como extemas. Es evidente que, con el crecimiento tecnológico
y urbano, la esfera interna del poder gubernamental se ha exten­
dido firmemente. En los días del laissez-faire, por ejemplo, los
gobiernos se limitaban a cumplir unas pocas funciones; cobro de
■ 1
88 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

' impuestos, mantenimiento del orden interno, y participación en


m guerras. Pero con el -tiempo el rol de los gobiernos se ensanchó y
j sus funciones ¿se han multiplicado, sobre todo -en las esferas
' regiiladoras como comercio interno y externo, comunicaciones,
j ) transportar educación, servicios médicos, relaciones entre pa­
trones y obreros, investigación científica y administración .indus­
1 .') trial.
i . ) ■ La 'esfera interna de poder es _por lo general más reducida
en ios países cuyos sistemas de gobierno son democráticos y
') competitivos que en aquéllos donde imperan sistemas^ totalita­
» rios. Los gobiernos democráticos permiten una mayor iniciativa
privada en lo económico, social y cultural que los totalitarios y
m i superan sobre todo a los comunistas.
La esfera externa de poder-se ha ensmchado con el .tiempo.
i Las telaciones de estricto control, en las que las naciones-estado .
j ! fuertes demuestran su predominio sobre las débües cobrando
!
taTíutos, exhibiendo su bandera naval u otros signos de dominio,
i ^
han^dado paso.a sistemas complejos y multifuncionales de de­
1 • l. pendencia e mterdependéncia. Hoy en día un país puede contro­
lar a otro sm disparar un tiro. Lo.s países dependen uno del otro
t en cosas como las tecnologías vitales, los. materiales energéticos
áOk
w ) como el petroleo, el uranio y el gas natuiS, las inversiones de
capital, el personal adminstrativo, el trabajo no especializado
'■) y el equipamiento militar.
! )
Perfiles de p od er de las naciones-estado
^w !
Podríamos extender la lista de las diversas maneras de
¡ definir el concepto de poder. Pero ahora debemos pasar a exami­
nar los elementos de poder (p las potencialidades) de las nacio-
J
nes-estado. Resumiendo nuestros pensamientos hasta el momento
j act-uial apodemos deducir que -el poder específico de la
) nación-estado A sobre la nación-estado B es una función de la
capacidad humana y material de A, como también de la aptitud
y disposición de A para emplear esas capacidades en el control
del comportamiento de B. Charles O. Lwche x Abdul Said enu­
meraron las potencialidades en función de componentes tin­
gibles e intangibles.'* Procederemos de manera similar.'^

; Elem entos tangibles del p od er


\0 -
Población. Puede afirmarse que la población es un elemento

r^ J
INTRODUCaON A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 89

porque puede ser rápidamente computada. Con frecuen­


cia se -'ppone que las grandes naciones-estado son poderosas y
hasta xierto punto ^es ^verdad. Pero podemos cometer un grave
error s i damos por sentado que hay una relación .directa entre
población y poder. Por ejemplo, si -bien China es más populosa
que E.U.A. y la Unión Soviética juntas, es menos poderosa que
cualquiera de ellas. Por lo contrario, Israel es desproporcionada­
mente poderosa -si « íiene ^ cuenta .su jeducida población
inferior a los tres millones. Además, hasta un elemento tangible
de poder-como la población tiene aspectos de intangibilidad. Es
evidente que todas las poblaciones no son iguales. Una población
sana, bien alimentada, uniñcada, distribuida uniformemente y
leal a su gobierno tiene más probabilidades de ser poderosa que
una población desnutrida, enferma, apiñada, analfabeta, desunida
y desleal. Muchas características de las poblaciones, como lá"
unidad, la instrucción y la lealtad, son difícües de medir y más
difíciles de evaluar en lo que respecta a su impacto sobre el
poder; Por ejemplo, ¿los soldados instruidos luchan con mayor
- ®^cacia^ que Jos analfabetos? ¿La unidad es una función de la
Mucacion pública y libre del adoctrinamiento centralmente con­
trolado ~y fiscalizado? Los países densamente poblados ¿tienen
mas o menos probabilidades de peleaLr por cuestiones de interés
prestigio o territorio? ’
T ejritm o . El segundo elemento tangible del poder es el
-te r ^ n o . Como en el caso de la población, podemos aventurar
a hipótesis de que las naciones-estado, de mayor tamaño son más
poderosos que los más reducidos. Sin embargo, la simple me­
dición de un área en kilómetros cuadrados ni siquiera basta para
m calculo parcial del poder. Israel, una vez más, brinda el sorpren-
ente ejemplo de un país pequeño que ha demostrado un poder
desproporcionadamente grande. Por lo contrario, algunos países
enormemente grandes, como Cáriádá, el Zaire, Australia y el
Sudan, no son tan poderosos como lo indicaría su tamaño.
También el territorio tiene una dimensión de intangibilidad
que -admitimos al hablar de características territoriales como las
fronteras naturales, el clima, la ubicación estratégica o periférica
y la cantidad de países vecinos. Por ejemplo: se podría conside­
rar que un país montañoso es más difícil de vencer militarmente
que otro situado en una gran llanura, sin fronteras naturales
formidables. Pero un país bendecido con llanuras fértiles y
productivas contendría una población mejor alimentada y más
prospera. Además podría suponerse que un país que tiene fronte­
ras en común con cinco o seis países es más vulnerable que el
que solo tiene uno o dos vecinos. Podrían suscitarse cuestiones
90 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

acerca de lo que constituye la mejor firontera desde el punto de


vista de la seguridad. Por ejemplo, Í2is tierras insulares como
Gran Bretaña y Japón, ¿son más o menos vulnerables que los
países continentales como Alemania o Rusia? Un país mon­
tañoso como Suiza, ¿es más o menos vuilnerablfe que un archipié­
lago como Indonesia? ^^
Estas cuestiones y otras similares entran én el terreno de la
geopolítica, disciplina que aúna otras más, como la geografía, la
estrategia y la política y se hizo muy popular a fines del siglo
XIX y principios del siglo X X . Dos de los especialistas en
geopolítica más conocidos, Sir ..Halford Mackinder y Alfred T.
Mahan, mantienen ideas fimdamentalmente contradictorias.’ ‘ La
famosa teoría del “ corazón de la tierra” de Mackinder trató de
relacionar el poder con la aptitud de ima nación-estado para
controlar grandes territorios. Su fórmula era sucinta: “Quien
domina a Europa Oriental domina el corazón de Eurasia; quien
domina el corazón de Eurasia domina la isla mundial de Europa,
Asia y Africa; y quien domina esa isla domina el mundo.” ' ’’
Mahan, por otra paite, pone de relieve la importancia del control
naval de los grandes mares y de las rutas oceánicas estratégicas,
colocando el control de los mares muy por encima del control
de los grandes territorios.
Hoy en día vemos que tanto los E.U.A. como la Unión
Soviética siguen los consejos de Mackinder y de Mahan, a pesar
de ser contradictorios. Los E.U.A., un poder tradicionalmente
móvil y orientado hacia el océano, trató desde la Segunda
Guerra Mundial (y lo ha conseguido) de establecer una presencia
militar casi permanente junto al llamado corazón de Eurasia. La
Unión Soviética, un poder tradicionalmente continental, ha des­
plegado sus fuerzas navales con rapidez y ahora rivaliza con los
E.U.A. en lo que respecta a tonel^e naval, movilización y pre­
sencia en todos los.mares del mundo.
JRecursos naturales y capacidad industrial. No necesitamos
dejar de lado el asunto de Ib's recursos naturales. Es obvio que la
p osesión de recvusos como carbón, hierro, uranio, petróleo, cau­
cho, bauxita y manganeso _es_fund^enta] para la producción
industrial en las naciones-estado. Hace muy poco se demostró,
por ejemplo, que la disponibilidad de petróleo a precios razona­
bles es esencial para el bienestar económico de las nacio-
nes-estado industrializadas.
Sin embargo, cuando se evalúa su importancia, debemos ver
los recursos naturales en relación con la aptitud que las nacio­
nes-estado tienen para procesarlos industrialmente y distribuir
económicamente los productos. Supongamos que un país tiene
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 91

más recursos naturales de los que necesita. Si ese país carece de


la tecnología, la industria y los mercados necesarios para pro­
cesar y disponer adecuadamente de esos recursos, se reduce al
status de una débil nación-estado exportadora de materias pri­
mas. Lo contrario ocurre con un país cuya tecnología es desarro­
llada, pero carece de recursos naturales; depende en gran medida
de la importación de materias primas de mercados extranjeros y,
además, no ejerce un gran control sobre las fluctuaciones de la
oferta y de los precios. Japón e Italia son excelentes ejemplos de
este último caso; ambos países dependen enormemente de los
mercados extranjeros para la importación del petróleo vital para
su industria.
De este análisis se deduce que las naciones-estado industrial­
mente más poderosas serán aquellas que combinan reservas nati­
vas siificientes de importantes recursos naturales (como hierro,
carbón y petróleo) con una potencialidad industrial que les
permite fabricar artículos y exportarlos. También puede decirse
que las naciones-estado más poderosas se esforzarán por lograr
un desarrollo industrial. ■,En la tabla 6 se muestra una jerarquía
de naciones-estado en función de su capacidad de producción y
de su autarquía, es decir, de su capacidad para ser económica­
mente auto-sL’ficientes.
Papacidad agrícola. Este es también un elemento tangible
de poder. Lí)s__países. que pueden alimentarse a sí mismos,
e^ecialmente durante una guerra prolongada, tendrán mayor
poder relátivo que los que no lo hacen. i Nótese, sin embargo,
qué, aun en el caso de la producción de alimentos, surgen la
intangibñidad y la controversia. Por ejemplo; se puede postular
que Iqs p^ses, comunistas tiene vma agriciiltura menos productiva
que los países democráticos, pero distribuyen la producción en
forma m ^ equitativa La pregunta inevitable es ¿qué es lo que
aporta más al perfil de poder de ima nación? ¿Una producción
agrícola superior o una distribución más equitativa?
P oderío militar y^capM de mouilización. Estos elemen­
tos de poder se relacionan, en forma más íntima con la noción
fradiciDnal„de..q.ue..,d_p_oder_es resp^diaó por la fuerza militar.
Tanto el poderío militar como la capacidad de m ovilización^
consideran elementos totalmente twgibles puesto que se los
puede m^ir^ de muchas maneras significativas. Por ejemplo: el
poderío militar puede ser medido en función de los fondos
destilados a la defensa y a la seguridad^fLa capacidad de movüi-
za^ión es un concepto algo complicado que esencialmente des-
cribe la capacidad de una nación-estado para desplegar sus fuer­
zas militares en regiones ajenas a su territorio. El indicador
~) 92 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

TA B LA 6. Capacidad industrial y autarquía


í^ de las naciones

r-m ) P roducción P e tróle o


V C a pacid ad de petróleo crudo
r ^ Pais in d u s t r ia l' crudo Im ill. ■ im portado * “
(mU¡. de d ó l.) da toneladas (m illo n e s de
f ■^ _ m étricas) Ip n . m étrlc.J
. # j
ik'
Jt ) 1 EE.UU. ■ 750.780.0 ■432,8 172,6
2 Unión Soviética 464.294,3 458,9 4,4
3 Japón 240.555,9 0,7 237,6
4 Alem ania Occ. 181.028,2 6,2 104Í5
, Ip- 5 Reino Unido . 132.465,5 0,1 113,6
6 Francia 117.228,2 V ■ 130,2
m i ¡ 7 Polonia 73.214,4 0,5 10,6
1 1 8 Alem ania Orient. 69.639,6 0,1 16,4
# 1 9 Checoslovaquia 62.485,7 0,2 14,7
10 Italia 60.592,6 1,0 119,3

Subtotaí 901,7 923,9


' j Mundial 2.791,4 1.527,5

1 ■•-
’ Estas cifras provienen de los datos de 1971 sobre p ro d u cció n
\ industrial de The G rowth o i W orld Industry.
w ) ” Estas cifras provienen de W orld Energy Supplies (datos de
■) 1974), páginas 193-227.
m
Fuente: The Growth of W orld Industry; General Industrial Sta-
tis tic 1964-1973, / (Nueva Y o rk: Naciones Unidas, 1975): De­
partm ent of Econom ic and S o cia l Aftairs, Statistical Y earbook
'i 1974 (Nueva York, Naciones Unidas, 1975); y Departm ent o l
Econom ic and Social A ftairs, W orld Energy Supplies, 1950-1974,
Series J. Nro. 19 (Nueva Y ork: United -Nations, 1976).

tradicional de la capacidad de movilización es la aptitud para


transportar y sostenei operaciones militares en tierra, mar y aire.
# La 'tabla 7 contiene una lista jerárquica de las diez naciones más”
poderosas en función del poderío militar y de la capacidad de
movilización, medidos gracias a indicadores escc^idos. Debemos
comprender, sin embaído, que las cifras que se refieren .a gastos
militares o a la magnitud de las fuerzas armadas no autorizan a
# ordenar jerárquicamente en forma definitiva a las naciones-estado
en fxmción de su poder militar.|J’actores como la presteza, el
entrenamient-0, la dirección, la moral, las actitudes del personal
t militar frente al gobierno, la estracción socio-económica de las
fuerzas armadas (especialmente el cuerpo de oficiales), la calidad,
■t
la adaptabñidad y el origen del equipo tienen que influir podero­
t samente en el desempeño de las fuerzas armadas en una si­
tuación dada. Todos estos" factores son más intangibles que tan­
■a gibles.
#

rlt . 5
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 93

TABLA 7. Poderío m ilitar y capacidad


de m ovilización de las naciones

Gastos Fuerzas Aero-


m ilita re s armadas Marina náutica
Nación de 1973
(MUI. de
dólares) (M iles de hombres}

1 Unión S oviética 86.000 3.598 490 255


2 EE U U . 78.462 2.253 623 757
3 China - 15.000 3,583 150 180
4 Alem ania O cc. 11.825 505- 36- - -104
5 Francia 9.340 560 69 104
6 Reino Unido 8.536 370 83 111
7 Italia 4.093 520 45 70
8. Polonia 3.860 328 20 55
9 Alem ania O rient. 3.109 202 16 29
10 Canadá 2.391 85 .15 37

Fuente: Navy and A ir Forcé data Irom. Colonel T. N. Dupuy and


Colonel W endell B la n ch a rd, The Almanac of W orld M ilitary
Power, 2? ed ició n (Dunn Loring, Va.: T.N . Associates, 1972).
Los datos restantes provienen de U.S. Arms Control and Disar-
m am ent Agency, W orld M ilitary Expendltures and Arms Trede
1963-1973 (W ashington, D.C.: Imprenta del gobierno, 1975).

Elementos intangibles del p od er

Dirección y personalidad. No hay duda de que la excelencia


o la incompetencia, el buen criterio o la irracionalidad, la efi­
ciencia o la impotencia en la dirección afectan seriamente el
poder de un país. Líderes como Napoleón, Hiüer, Churchill,
Roosevelt, Stalin, Mao, Kennedy, De Gaulle y Khrushechev han
dejado una profunda huella en la historia del mimdo. Debemos
contentamos, sin embargo, con la afirmación inexacta de que la
dirección es una variable importante que afecta el potencial de
poder de una nación-estado. Desgraciadamente, no hay pruebas
irrefutables que permitan medir el impacto positivo o negativo
que produce la personalidad o la jefatura sobre las potencialida­
des de una nación-estado o sobre las relaciones específicas de
poder,'
E ficiencia burocrático-organizadora. Uno de los elementos
más difíciles de m_^ir.,es la eficiencia de las organizaciones vastas
y complejas, sobre todo de las organizaciones que tienen objeti­
vos políticos. Sin embargo, puedé admitirse que países prós­
peros, bien armados hasta sabiamente gobernados no pueden
94 THEODORE A. COULOUMBIS Y JAMES H. WOLFE

ñ^ciojiar bien si no crean burocracias eficientes para instrumen­


tar sus planes políticos.: Hay por lo menos cuatrojfflosofías
conciernen al rol, forma de operar y_iun^onainiento_aáe5 u a¿p '
de las burocracias;. En primer lugar, los países comunistas p i s ­
ten M . ^ a b en e^ ^ a, no^solo en los s^to-
res poiítico^s',' sino tárnbíen en los económicos y sociales.,_En
segundo lugar, los países democrático-competitivps <tratan de
exaltar la iniciativa privada y áe'lim tar el rol de las burocracia^
defensa, iributadón y otarás funciones re­
guladoras. 1En tercer lugar, hay quienes postulan la estócta se­
paración de la “ política” dé las burbcracins profesionales porque
creeñ^que las burocracias contribuyen más^ a la continuidad
cuando se mantiene apartadas de la (^ónfüsión de la actividad
políticá y partidaria. Y , 'por~íütmoi\ilgunÓ5 áésean controlar
'pljlíticaménte las burocracias ¿ ^ é g u r a ^ de qjje_los-burócratas
profesionales Üevin a ía práctica con fidelidad las decisiones
p’oríticas. C ada una de estas cuatro füoso;cías tiene sus ventajas y
sus desventajas, que no nos proponemos considerar aquí. Debe­
mos comprender, sin embargo, que es muy _difícil evaluar el
impacto preciso dé una fi^sofía byurocráü^ determinada sobre
el poder de una nación-estado.
Tipo de gobierno. Úna de las cuestiones que ha quedado sin
reso.lver en la ciencia política tiene que ver con la relación _cntre el.
tipo de gobierno (o gobierno) y el poder niicionai. Aiistflteles sub-
dividió los_ gobiernos .en aristocracias (sistema político en que
goBleman los más sabios), democracias, tir^ í^ _ y_oclocracias^
(sistema político en que gobierna la Suponía que las
aristocracias y las democracias (la primera más que la última)
brindaban buen gobierno, y que en las tiranías y oclocracias
(la primera menos que la segunda) el gobierno era malo. [Los
expertos actuales en gobiernos comparados proporcionan un con-
jünto más complejo de modelos, variantes de'lós'tipos aristotéli-
cós. Así, contamos por lo menos con tres vmedades de modelos
comunistasT^eí s”oviético, el chino y el yugbdavo. Los m odelos
democrático-competitivos desde el orientado, hacia la em­
presa privada (los E.U.A.) hasta los paííses orientados hacia el
socialismo, pero son democráticos, como Suecia y .Gran Bretaña^
También hay numerosos tipos de gobiernos totalitarios que van
desde los'régímenes militares, como, los de Brasil e .Indonesia,
hasta ios autoritarios .comQ.. Ir.án. Arabia Saudita y Marruecos.
'^'Sl^e en pie una cuestión intangible que ha quedado sin
respuesta; ¿Cuál es el efecto de estos diferentes tipos de gobier­
no sobre el poder nacional en situaciones generales y especi­
ficas? Por ejemplo, puede afirmarse que los regímenes totali-
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONALES 95

tarios son capaces de tomar decisiones rápidas y flazibles sobre


política exterior, pero quienes 'toman las decisiones son pocos
X_relativamente irresponsables. Por otra parte, debemos con­
siderar si 1^ decisioiiés rápidas tomadas por personas irrespon­
sables son ■necesariamente-decisiones juiciosas. Las inspeccio­
nes y'los balances característicos de los regímenos democráticos
someten las decisiones a un -escrutinio -superior y probablemente
los defienden de las políticas caprichosas e irracionales. Se puede
continuar planteando esas cuestiones y seguir en el reino de la
intangibilidad.
^Coherencia de la . sociedad: Este ;^ u n íactor multivariable
aunque muy intangible. Muchos de nosotros pensamos que las
naciones-estado unificadas internamente son fuertes y que las
.divididas son débiles. Las causas de la unión o desunión van
desde la diversidad étnica, lingüistica, racial y religiosa hasta las
divisiones' económicas, políticas, ideológicas e inspiradas desde
afuera. Algunos fenómenos pueden ser empleados como indica­
dores de desunión: terrorismo, cantidad de presos políticos,
tumultos, demostraciones, huelgas totales, censura 'de los medios
masivos de comunicación, insurgencia y hasta guerra civil.! Dado
el estado del campo de las relaciones internacionales hoy en día
es bastante difícil deterrifiñaf de qué manera íos diversos grados
dé “unid^ nacional afectan el perfil de poder de una nación-es­
tado, en general y en situaciones e^ecíficas.
Repui(ición.JJTíO de los elementos de poder más dif^ícües de
calcular, auiüjue uno de los más importantes, es la reputación de
una nación-estado., Por ejemplo, a menudo se dice que los
jrugoslavos son peleadores y que los checoslovacos no entran en
componendas. Así, mientras se espera que los checos sucumban
sin pelear ante la invasión soviética, se supone que los yugosla­
vos, fíeles a su reputación, montarán vma defensa desesperada,
incluso “irracional” frente a una presunta invasión soviética, lo
cual explica la desaforada oposición de los “halcones” norteame­
ricanos a una retirada repentina de Vietnam del sur. Ellos opi­
naban que una retirada y el consiguiente colapso del régimen
apoyado por los norteamericanos en Saigón haría que los E.U.A.
fueran vistos como un “ gigante lastimoso y desamparado.” * “ t£L
poder debe ser evaluado, por consiguiente, no sólo en función de
la;"5^ácidad'y la disposición de cada país para usar sus potencia-
lida3es'“c\ráíido es "desafiado, sino también en función de su
répílfációr para la acción en respuesta í desafíos previos'.
-:^yTü^x_ extranjera _y dependencia. Muchos estudiosos de la
política internacional a quienes interesan los elementos del poder
se ümitan a enumerar elementos tangibles e intangioles como los
Jg ' 96 THEODOREA. COULOUMBIS YJAM ESH .W OLFE

descriptos. Esta tendencia procede de ia suposición no comproba-


1® da de que las naciones-estado son unidades limitadas de pen­
samiento, organización y acción. Por consiguiente, uno de los
^ elementos más^importantes del poder queda, por lo general, total-
ig , I mente fuera del cuadro. Este elemento comprende conexiones
internacionales como ídianzas, ayuda económica y militar extraii-
W \ concesión o'cesión, de bases estratégicas a las grandes po-
,1 tencias y participación en organizaciones intemaccionales regio­
nales y universales.- El desconocimiento de esos factores nos
W ' llevaría a medir el poder de Siria e Israel, por ejemplo, sin
uy prestar aténción a la ayuda soviética y norteamericana, y los
compromisos con estos dos países.)El respaldo extranjero no es
necesariamente un elemento positivo ^e poder. Hay mtyaentos
ay
en los ’qüe: la ayuda éstránjera puede convertirse en una rotunda
dependencia extranjera. Cuando esto ocurre, la soberanía y la
flexibilidad táctica y estratégica de la nación-estado dependiente
frente a su protector se limita enormemente:. En último análisis,
la ayuda éstranjera.y la dependencia son elementos vitales de
'jy poder aunque .totalmente intangibles, i
Accidentes. La muerte súbita de un gran lídetj im teiremoto,
' ' las hambrunas, ima gran epidemia, im ajuda mterpret^ión o una
tai/ i ; interrupción'de las cornunicaciónes durante una crisis y muchos
i otros sucesos imprevistos pueden afectar profundamente reia-
ciones de poder de las naciones.)Puesto que los accidentes sólo
■ pueden preverse en un nivel estadístico, persisten en la cúspide
de la pirámide de la intangibilidad. Por lo tanto, conviene ter-
minar este análisis de los elementos intangibles de poder dejando
constancia de tal factor.

: ¿Puede volverse a un único concepto de poder?


\u¡> I i
i Si usted nos ha seguido por este tortuoso camino de los
elementos tangibles e intangibles del poder, quizás esté dispuesto a
abandonar y descartar totalmente este concepto tan confuso. Lo
que los escépticos se plantean acerca del conceptd»de poder es lo
' siguiente; frente a tantos elementos de poder, muchos de los
cuales son imposibles de medir, ¿como podemos sintetizarlos en
un único concepto útil? Por ejemplo, si una nación-estado A
i tiene ocho unidades de fuerzas armadas, dos unidades de direc­
ción y una unidad de coherencia, y se enfrenta a una nación-es-
tado B que tiene tres unidades de fuerzas armadas, ocho unida-
! des de dirección y tres unidades de coherencia, ¿a cual de las
dos se la debe considerar más poderosa? Nuestro problema es
'V
que, una vez que se identifican y hasta se calculan los diversos
INTRODUCCION A LAS RELACIONES INTERNACIONAl-ES 97

elementos de poder, seguimos teniendo dificultades para ordenó­


los jerárquicamente según su contribución aproximada al concep­
to total ;Hasta dónde son importantes, por-ejemplo, elementos
cornol a pobTación, el territorio, el PBN y los fondos destmados
a eastos militares en la valuación total del poder? ¿Se considera
aue los valores de cada uno de estos elementos contnbuyen en
^ a l medida al poder total? ¿O que la capacidad
Ses veces más que la población, pero algo menos que la c^aci-
S ^ m S f c H Ó B Militar? .Si queremos ^
medida total del poder podemos hacerlo en forma f^cü pero
S b M a Todo l o V n e c i o s
de variables es una medida uniiicada y gigantesca siraúar d PBN
que calculan los economistas. Podrían tomarse las divers^ m^
didas de los subconceptos de Deutsch (dommio,
sidad y esfera) y combinarlos en -valores
Simultáneamente, sin embargo, se estaría privando al poder de
sus características intangibles, psicológicas. _ r^r^rior
Por consiguiente, llegamos a la conclusión de el poder
cono concepto aeiegado, K derribe mejor en
difíciles de comprender como el prestigio, el status P ,
dón Las empresas norteamericanas, si consideramos el concepto
en un microcosmos, podrían ser vistas como umdades de or-
ganización con poder económico y características como tamaño,
ubicación física, cantidad y calidad del f
ministrativa, moral y füosofia organizadora. El poder de «to s
negocios es una función de la confianza que muchos ^nedores
de acciones tienen en su salubndad, estabúidad y Potencid de
beneficio. De ‘manera que Dow-Jones Industnal Average es un
indicador cuantitativo útü de las opiniones
y en última instancia, subjetivas de millones de accionistas y de
mUes de agentes de cambio respecto del poder de vana,
empresas. Mientras no haya una Bolsa mundial donde las accio­
nes del poder nacional puedan comprarse y venderee de acuerdo
c S las leyes de la oferta y la demanda, quizá tengamos que
convenir en un vago concepto de poder y proceder sm medidas
generalmente aceptables.
Para terminar, recordaremos a nuestros lectores que
compartimos la opinión de que los conceptos maprecisos no
caben en la ciencia política. Se reconoce que
poder,' amor, odio, fratermdad y envidia son muy difíciles de
-definir de aislar y de"calcular, no''óbstante, son muy importan­
tes" para motivar V explicar la conducta humana. A pesar de la
THprecisión, el poder sigue siendo esencial en el proceso Poli^c°.
J.as guerras se hacen para preservar, defender, aumentar y equüi-
98 THEODORE A. COULOUMBIS Y J.AMES H. WOLFE

brar el poder. Las naciones-estado, mediante sus servicios de


inteligencia diplomáticos, militares y de inteligencia, se observan
y se analizan entre sí constantemente. Con frecuencia se consid^
ra que la construcción de nuevas fort;ificaciones, la compra ae
tanques y jets, el establecimiento de instalaciones nucleares, la
firma de tratados de amistad recíproca y de fianz^ y el descu­
brimiento de nuevas fuentes de energía alteran ^la situación de
poder entre las naciones-estado y dan lugar a reaceiones en
cadena de actividad militar ofensiva, defensiva y prioritaria.
El filósofo político británico Thomas Hobbes, que escribió
unos 300 años antes de Hans -Morgenthau resimiió la relación
central del poder con la política:

Sostengo que la humanidad tiene una tendencia generalizada,


un deseo perpetuo e impaciente de poder y más poder que sólo ce­
sa con la muerte. Y esto se debe no sólo a que un hom bre espera
mayores goces d e los que ha obtenido ni de que se contente con
un poder más m oderado, sino a que no pu ede asegurar el poder
presente sin la adquisición de más poder, * *

Fuentes básicas óe datos estadísticos significativos para una


evaluación del potencial de un estado para influir en el curso de
la política mundial son A Cross —Politu Survev de Arthur
S. Banks v Robert B. Textor (Cambridge, Massachusetts:
M.I.T.Press,’ 1968) y H andbook o f Political and Social Indicators
de Charles L. Taylor y Michael C.Hudson, 2da. edición (New
Haven; Yale üniversity Press, 1972). üna relación útil sobre la
utilización sistemática de datos sobre l.as naciones es Comparing
Nations: the Use oí Quantitative Data in Cross-National
Research (New Haven: Yale Universitj' Press, 1966). Inis L.
Claude (hijo) sostuvo en Power and International Relations
(Nueva Y oÁ : Random House, 1962) que el poder es la capaci­
dad militar de un estado. Klaus Knon en The War Potential o f
Nations examina la variable militar en la ecuación de poder.
Princeton: Princeton Üniversity Press, 1956). Para ^gunas inter­
pretaciones de causas del poder como la demografía y el clima
véase Katherine F. Organski y A.F.K.Organiski, Population and
World Power (Nueva York: Alfred A.Knopf, 1961) y EUsworth
Huntington, Mainsprings o f Civilization (Nueva York: J. Wiley
and Sons, 1945), respectivamente.

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