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VIRTUDES MORALES

Rectificadas ya las potencias de nuestra alma en orden al fin sobrenatural por las virtudes teologales, es preciso
rectificarlas en orden a los medios para alcanzarlo. Tal papel corresponde a las virtudes morales infusas. Sto. Tomás
considera hasta 54 pero destacan 4 en torno a las cuales giran las demás (por ello se llaman cardinales del latín cardo
que significa el quicio de la puerta).

1. LA PRUDENCIA

1.1. Naturaleza: es una virtud especial infundida por Dios en el entendimiento práctico para el recto gobierno de
nuestras acciones particulares en orden al fin sobrenatural.

1.2. Importancia y necesidad: la prudencia es la más perfecta de todas las virtudes morales. Su influencia se extiende
a todas las demás señalándolas el justo medio. De alguna manera las virtudes teologales necesitan el control, no porque
ellas consistan en el medio, sino por razón del sujeto y del modo de su ejercicio, esto es, a su debido tiempo y teniendo
en cuenta todas las circunstancias; porque sería imprudente vacar todo el día en el ejercicio de las virtudes teologales,
descuidando el cumplimiento de los deberes del propio estado.

Sin ella ninguna virtud puede ser perfecta. A pesar de ser una virtud intelectual es práctica. Es la encargada de decirnos
en cada caso particular lo que conviene hacer y omitir.

Es necesaria para la vida humana porque:

1. Para evitar el pecado


2. Para adelantar en la virtud: dictándonos en cada paso particular lo que hay que hacer o rechazar en orden a
nuestra santificación, incluso cuando se presentan dos virtudes opuestas tales como la justicia y la misericordia.
3. Para la práctica del apostolado

1.3. Partes
a) Partes integrales: ocho son las partes integrales, de las cuales cinco pertenecen a ella en cuanto virtud
intelectual y tres en cuando práctica:
a. Memoria del pasado: Nada hay que oriente tanto para lo que conviene como el recuerdo de los
pasados éxitos o fracasos
b. Docilidad: para pedir y aceptar el consejo de los sabios sabiendo que el número de casos a la práctica
es infinito y que nadie puede presumir de saber por sí como resolverlos todos.
c. Inteligencia de lo presente: para saber discernir si lo que nos proponemos es bueno o malo, lícito o
ilícito, conveniente o inconveniente.
d. Sagacidad: es la prontitud de espíritu para resolver por sí mismo los casos urgentes, en los que no es
posible detenerse a pedir consejo.
e. Razón: en los casos no urgentes, que le dan tiempo al hombre para resolver por sí mismo después de
una madura reflexión.
f. Providencia: Consiste en fijarse bien en el fin lejano que se intenta para ordenar a él los medios
oportunos y prever las consecuencias que pueden seguir de obrar de aquella manera. Es la parte
principal de la prudencia.
g. Circunspección: es la atenta consideración de las circunstancias para juzgar en vista de ellas si es o no
conveniente realizar tal o cual acto (Ej.: obligar a pedir perdón a una persona que se encuentra
molesta).
h. Cautela: contra los impedimentos extrínsecos que pudieran ser obstáculo o comprometer el éxito de
la empresa (Ej.: soy adicto y no debo acercarme al alcohol si quiero recuperarme).
i. Advertencia práctica: aunque pudiera prescindirse de alguna de ellas, si se trata de una empresa de
importancia no habrá juicio prudente si no se cuentan todas.
b) Partes subjetivas
Se divide en dos especies: personal y social. La primera es la que sirve para regirse a sí mismo; la segunda se
ordena al gobierno de los demás. La primera tiene por objeto el bien personal; la segunda el bien común.
La segunda tiene diversas subespecies:
 Prudencia regnativa: la que necesita el príncipe para gobernar al pueblo con justas leyes.
 La política: que debe poseer el pueblo para someterse a las órdenes y decisiones del gobernante
cooperando con el bien
 La económica: que deben brillar en el jefe de la familia para gobernar rectamente el hogar.
 Militar: que debe tener el jefe de un ejército para dirigirlo en una guerra justa en defensa del bien
común.
c) Partes potenciales
Tres son las que se ordenan a los actos secundarios:
 Eubelia o buen consejo: dispone al hombre para encontrar los medios más aptos y oportunos para el
fin que se pretende. La eubelia aconseja, la prudencia impera.
 Synesis o buen sentido práctico: inclina a juzgar rectamente según las leyes comunes y ordinarias.
 Gnome o juicio perspicaz: juzgar rectamente según principios más altos que los comunes u ordinarios.

1.4. Vicios opuestos


a) Vicios manifiestamente contrarios
a. La imprudencia
i. La precipitación: se opone al consejo y obra precipitadamente por la pasión o el ímpetu.
ii. La inconsideración: por la cual se desprecia o descuida atender a las cosas necesarias para
juzgar rectamente contra el juicio, la synesis y la gnome.
iii. La inconstancia: lleva a abandonar fácilmente por fútiles motivos, los rectos propósitos. Todos
los antes mencionados provienen de la lujuria, la envidia y la ira.
b. La negligencia: falta de solicitud en imperar eficazmente lo que debe hacerse y del modo que debe
hacerse. Se abstiene incluso de imperar y si lo que se omite es necesario para la salvación, el pecado
es mortal.
b) Vicios parecidos
a. La prudencia de la carne: la habilidad diabólica para encontrar los medios oportunos para satisfacer
las pasiones desordenadas de la naturaleza corrompida por el pecado.
b. La astucia: supone la habilidad especial para conseguir un fin bueno o malo por vías falsas, simuladas
o aparentes (Ej.: el fin justifica los medios)
c. El dolo: la astucia práctica para las palabras
d. El fraude: o astucia de los hechos
e. La solicitud excesiva de las cosas temporales o futuras

1.5. Medios para perfeccionarse en la prudencia


Los principiantes: cuya principal preocupación ha de ser conservar la gracia y no volver atrás, procurarán evitar los
pecados contrarios a la prudencia:
a) Reflexionando siempre antes de hacer cualquier cosa
b) Considerando despacio el pro y el contra y las consecuencias bunas o malas que se siguen de tal acción
c) Perseverando en los buenos propósitos
d) Vigilando alerta contra la prudencia de la carne, que busca pretextos y sutilezas para eximirse del cumplimiento
del deber.
e) Procediendo siempre con sencillez y transparencia, evitando toda simulación, astucia o engaño.
f) Viviendo el día sin preocuparnos demasiado de un mañana que no sabemos si amanecerá para nosotros.
Pero no solo evitarán el pecado sino orientarás positivamente su vida en la vía de la prudencia:
g) Referirán al último fin todas sus acciones
h) Procurarán plasmar en una máxima esta necesidad imprescindible de orientarlo y subordinarlo todo al magno
problema de nuestra salvación

Las almas adelantadas que deben procurar perfeccionar sin desatender todos los medios anteriores procurarán elevar
la prudencia.
 Más que de la salvación, se preocuparan de la gloria de Dios;
 Más que las manifestaciones de la prudencia de la carne practicarán la mortificación cristiana
 Renunciarán a todo lo que las distraiga y disipe.
 Se entregarán a la gloria de Dios y la salvación de las almas.

2. LA JUSTICIA
2.1. Naturaleza: Un hábito sobrenatural que inclina constante y perpetuamente a la voluntad a dar a cada uno lo que
le pertenece estrictamente.

2.2. Importancia y necesidad: después de la prudencia, la justicia es la más excelente de las virtudes cardinales. La
importancia está en el orden individual como en el social. Pone orden y perfección en nuestras relaciones con Dios y
con el prójimo, hace que respetemos nuestros derechos, prohíbe el fraude o el engaño; prescribe la sencillez, veracidad
y gratitud; regula las relaciones particulares de los individuos entre sí. La obra de la justicia es la paz pero de manera
indirecta, es decir, en cuanto que remueve los obstáculos que a ella se oponen; pero proviene de la caridad.

2.3. Partes:
a) Partes integrales: se requiere dos cosas para que alguien pueda ser llamado justo: apartarse del mal y hacer
el bien. No basta con no perjudicar al prójimo, es preciso darle positivamente lo que le pertenece.
b) Partes subjetivas: Tres son las especies:
a. Justicia legal: es la virtud que inclina a los miembros del cuerpo social a dar a la sociedad todo aquello
que le es debido en orden al bien común. Se llama legal porque se funda en las leyes. Reside
principalmente en los gobernantes y secundaria en los súbditos.
b. Justicia distributiva: Es la virtud que impone a quien distribuye los bienes comunes la obligación de
hacerlo proporcionalmente a la dignidad, méritos y necesidades de cada uno. Se opone a la acepción
de personas o al favoritismo o persecución personal.
c. Justicia conmutativa: es la que realiza en toda su plenitud el concepto de justicia (regula los deberes
y derechos de los ciudadanos entre sí). Es la constante y perpetua voluntad de una persona privada
de dar a otra también privada lo que le pertenece en estricto derecho y en perfecta igualdad. Su
misión es la sustituir y se le oponen el homicidio, la mutilación, flagelación, encarcelamiento injusto,
etc.
c) Partes potenciales: Son las virtudes anejas a la justicia, que se relacionan con ella en cuento que convienen
en alguna pero no en todas; fallan en algo y por mismo no tienen toda la fuerza de la virtud cardinal. Dos
grupos:
a. Las que fallan por defecto de igualdad entre lo que dan y reciben:
i. La religión
ii. La piedad
iii. La observancia
iv. La dulia
v. Obediencia
b. Las que no se fundan en un derecho estricto al prójimo:
i. La gratitud
ii. Vindicta
iii. Verdad
iv. Afabilidad
v. Liberalidad
vi. Equidad
2.4. Medios:
a) Medios negativos:
a. Evitar cualquier pequeña injusticia por insignificante que sea
b. No contraer deudas y liquidar cuanto antes las que hayamos contraído ya.
c. Tratar las cosas ajenas con mayor cuidado que si fueran propias.
d. Tener especialísimo cuidado en no perjudicar jamás en lo más mínimo el buen nombre o fama del
prójimo
e. Evitar a todo trance la acepción de personas.
b) Medios positivos:
a. Con relación a la justicia conmutativa: dar a cada uno lo suyo, este es el principio fundamental que ha
de regular nuestra conducta con el prójimo. Ser delicado con los pequeños detalles, no por temor al
castigo sino por amor a Dios.
b. Con relación a la justicia distributiva: los encargados de distribuir los cargos, obligaciones, bienes o
beneficios de la comunidad procederán en justicia estricta, sin dejarse doblegar jamás por la simpatía
o antipatía personal ni por ninguna clase de presiones o recomendaciones ajenas.
c. Con relación a la justicia legal: no se hará nada contra la ley escrita sino contribuir a la cumplan también
los demás en último detalle. No hay nada mejor para alejar a un pecado que la práctica más intensa
de la virtud contraria

2.3.1. La virtud de la religión: Una virtud moral que inclina al hombre a dar a Dios el culto debido como primer principio
de todas las cosas. Ocupa el cuarto lugar de las virtudes infusas y se acerca a las virtudes teologales en cuanto a que
tiene como objeto el culto debido a Dios. El objeto material lo constituyen los actos internos o externos del culto que
tributamos a Dios.

2.3.1.1. Actos: Los internos son la devoción y la oración. Los externos son los siete restantes:

a) Devoción: Prontitud del ánimo para entregarse a las cosas que pertenecen al servicio de Dios. Son devotos los
que se consagran por entero a Dios y permanecen sumisos. Su nota típica es la prontitud de la voluntad,
dispuestos a todo en relación al culto y servicio a Dios. La devoción recae en Dios y no termina en las criaturas
(Ej.: adorar a los santos). La causa extrínseca de la devoción es Dios. Pero la causa intrínseca es la meditación
y la contemplación, con la consideración de nuestra miseria. Su efecto es la alegría, aunque a veces
accidentalmente puede causar tristeza.
b) La oración: Es el segundo acto interior de la virtud de la religión, que pertenece propiamente al entendimiento.
c) La adoración: es un acto externo de la virtud de la religión por el que testimoniamos el honor y reverencia que
nos merece la excelencia infinita de Dios y nuestra sumisión a Él. Se puede adorar a Dios interior y
exteriormente, pero el lugar ideal es el templo.
d) El sacrificio: el acto principal del culto externo y público, y consiste en la oblación externa de una cosa sensible
con su real inmutación o destrucción realizada por el sacerdote en honor de Dios para testimoniar su supremo
dominio y nuestra rendida sumisión ante Él. No hay más sacrificio que el de la misa.
e) Las ofrendas u oblaciones: ofrenda es la entrega o donación espontánea de una cosa para el culto divino. Dos
clases: la inmediata en la que se ofrece para el sostenimiento de los ministros y los pobres, y otra mediata que
se ofrece al sostenimiento de los sacerdotes.
f) El voto: es una promesa deliberada y libre hecha a Dios de un bien posible y mejor que su contrario. Ordena el
mérito de las buenas obras al culto y honor de Dios. Si transgresión voluntaria es un pecado contra la religión.
El pecado cometido contra la religión es un sacrilegio.
g) El juramento: es la invocación del hombre de Dios en testimonio de la verdad, coincide casi a los votos.
h) El conjuro: es otro acto de religión que consiste en la invocación del nombre de Dios o de alguna cosa sagrada
para obligar a otro a ejecutar o abstenerse de alguna cosa. La iglesia lo emplea en los exorcismos.
i) La invocación del santo nombre de Dios: consiste en la alabanza externa como manifestación del fervor interno
del santo nombre de Dios en el culto público o privado. Contra este, está el de la invocación del santo nombre
en vano.

2.3.1.1. Pecados opuestos: Por exceso: La superstición dando a Dios un culto indigno de El o dando a las criaturas el
que sólo a Dios pertenece. Tiene varias especies:
a) El culto indebido a Dios con cosas superfluas
b) La idolatría: tributar a una criatura el culto debido a Dios.
c) La adivinación: pretender averiguar el futuro con medios desproporcionados.
d) La vana observancia: fijarse en algunas circunstancias del todo desproporcionadas o fortuitas: viernes 13.
Por defecto:
a) La tentación de Dios: consiste en pedir y exigir sin respeto la intervención de Dios como poniendo a prueba su
omnipotencia. Tentamos a Dios cuando confiamos en su auxilio sin cumplir con nuestra parte.
b) El perjurio: Consiste en poner a Dios por testigo de algo falso o en negarse a cumplir lo prometido en un
juramento
c) El sacrilegio: la violación o trato indigno de algo sagrado, sea personal, local o real.
d) La simonía: la intención deliberada de comprar o vender por un precio temporal una cosa intrínsecamente
espiritual
2.3.2. La virtud de la piedad
2.3.2.1. Naturaleza: Se emplea de diversos sentidos:
 Como sinónimo de devoción, religiosidad, entrega a las cosas del culto de Dios.
 Como equivalente a compasión o misericordia
 Para designar una virtud especial derivada de la justicia
 Aludiendo a uno de los siete dones del E.S.
Se define como hábito sobrenatural que nos inclina a tributar a los padres, a la patria y a todos los que se relacionan
con ellos el honor y servicio debidos. El objeto material lo constituyen todos los actos de honor, reverencia, servicio,
ayuda material o espiritual. El objeto formal es porque los padres y la patria son el principio secundaria de nuestro ser
y gobernación.

El sujeto sobre quien recaen los deberes de la piedad es triple:


 Los padres
 La patria
 Los consanguíneos

Por donde se ve que la piedad es una virtud distinta de las virtudes afines, tales como la caridad hacia el prójimo y la
justicia legal. De la primera porque la piedad esta en unión con la estirpe familiar, mientras que la caridad se une con
Dios a todo el género humano. Y de la segunda porque la justicia legal se relaciona con la patria considerando el bien
de la misma como un bien común, mientras que la piedad la considera como principio secundario de nuestro propio
ser.

2.3.2.2. Pecados opuestos: Por exceso el amor exagerado a los parientes y por defecto la impiedad familiar. A la piedad
con la patria el nacionalismo exagerado y por defecto el cosmopolitismo.

2.3.2.3. Medios de adelantar en ella: es importante que los hijos mediten con frecuencia en los inmensos beneficios
que han recibido de sus padres, a quienes jamás podrán corresponder como deben. Se esforzarán en mostrarles cariño,
respeto y veneración aun cuando deban vencer su temperamento o tenga que olvidar alguna injuria. Este cariño se
debe mostrar también a quienes conviven bajo el mismo techo. El amor a la patria también debe cultivarse, estudiando
su historia, publicando sus glorias y esforzándose en servirla.

2.3.3. La virtud de la observancia


Tiene por objeto regular las relaciones de los inferiores para con los superiores, excepto sean Dios, los padres o las
autoridades. Se define como aquella virtud por la cual ofrecemos culto y honor a las personas constituidas en dignidad
(el siervo al Señor, el joven al anciano, el soldado al capitán). Cualquier persona constituida en dignidad merece nuestro
respeto y veneración. Esta actitud habitual procede de la observancia. Se debe honor a cualquier persona excelente,
pero obediencia o servicio sólo a los que tengan gobierno o jurisdicción sobre nosotros. Se divide en dos:
a) La dulía: de la palabra servidumbre. Consiste en el honor y reverencia que el siervo debe a su señor. En el
sentido de la Iglesia significa el culto y veneración que se debe a los santos. A la Santísima Virgen se le deben
hiperdulía (más que la dulía) y a San José protodulía o el primero de las dulías. La dulía supone siempre una
superioridad. El honor o culto a Dios (latría) puede ser meramente interior, pero el debido al supervisor tiene
que manifestarse en gestos o palabras.
b) La obediencia:
a. Naturaleza: es una virtud moral que hace pronta la voluntad para ejecutar los preceptos del superior.
Más perfecta cuanto más se adelante al superior. El fundamento de la obediencia es la autoridad del
superior, recibida directa o indirectamente de Dios. En realidad, es a Dios a quien se obedece en la
persona del legítimo superior. Si se ejecuta exteriormente lo mandado, pero con rebeldía interior, la
obediencia es puramente material y no es propiamente virtud, lo contrario a que tanto interna como
externamente sea obedecido y esta se llama o. formal.
b. Excelencia: la obediencia es una virtud menos perfecta que las teologales. Por parte de su objeto, es
inferior incluso a algunas virtudes morales. Pero por parte de lo que se sacrifica ante Dios es la primera
y más excelente de todas las virtudes morales. Por ello el estado religioso en virtud de la obediencia,
es un holocausto que se ofrece a Dios.
c. Grados: Son tres:
i. Simple ejecución exterior
ii. Sometimiento interior de la voluntad
iii. Rendida sumisión del mismo juicio interior

2.3.4. La gratitud: Tiene por objeto recompensar de algun modo al bienhechor por el beneficio recibido. El bienhechor,
dándonos alguna cosa, se hizo acreedor de nuestra gratitud. Tiene diversos grados: la primera es que el hombre
reconozca el beneficio recibido; la segunda que lo alabe y de gracias; la tercera que lo recompense a su debido tiempo
y lugar. El primer grado de ingratitud es que no recompense, que disimule, y que ni si quiera lo reconozca. Por razón
del beneficio recibido, está más obligado el inocente que ha recibido de Dios y más continuado Don, pero por razón de
gratitud el penitente que ha merecido gratuitamente el perdón.

2.3.5. La vindicta o justo castigo: Tiene por objeto castigar al malhechor por el pecado cometido. Si su intención recae
y descansa en un mal que se desea al culpable del crimen cometido, es completamente ilícita, porque deleitarse en el
mal de otro es propio del odio. No puede el hombre pecar contra nadie so pretexto de que antes pecó él contra
nosotros; esto equivaldría a ser vencido por el mal. Pero si la intención recae en algún bien al que se llega por la
aplicación de la pena, puede ser lícita. Se oponen dos vicios: por exceso que es crueldad y por defecto la indulgencia
excesiva.

2.3.6. La veracidad: es la virtud que inclina a decir siempre la verdad y a manifestarnos al exterior tal como somos
interiormente. Está relacionada con la simplicidad que rectifica la intención apartándonos de la doblez, y con la fidelidad
que inclina a la voluntad a cumplir lo prometido. No siempre estamos obligados a decir la verdad (silencio, rodeo,
restricción mental, etc), pero no se debe mentir
a) Pecados opuestos
a. La mentira: consiste en manifestar exteriormente con la palabra lo contrario de lo que se piensa
interiormente.
b. La hipocresía: consiste en mentir no con las palabras, sino con los hechos o en querer pasar por lo que
uno no es.
c. La jactancia: consiste en atribuirse excelencias que no se poseen o en elevarse sobre lo que uno es.
d. La ironía: (o falsa humildad) consiste en negar que se poseen cualidades que en realidad se tienen.
2.3.7. La amistad o afabilidad
Es la virtud que nos impulsa a poner en nuestras palabras y acciones exteriores cuanto pueda contribuir a hacer amable
y placentero el trato con nuestros semejantes. Es la virtud social por excelencia y una de las más exquisitas del espíritu
cristiano. La benignidad, el trato delicado, la alabanza sencilla, el buen recibimiento, el agradecimiento, etc., ejercen
poder como ningún otro. Tiene dos vicios opuestos: la adulación, por la cual se trata de agradar a alguien de manera
desordenada y excesiva para obtener una ventaja propia, y otro por defecto, el litigio o espíritu de contradicción que
trata de no agradar al adversario.

2.3.8. La liberalidad
Tiene por objeto moderar el amor a las cosas exteriores, principalmente a las riquezas, e inclina al hombre a
desprenderse fácilmente de ellas, dentro del recto orden, en bien de los demás. Se diferencia de la misericordia y de la
beneficencia por el distinto motivo que las impulsa: a la misericordia la mueve la compasión, a la beneficencia el amor;
y a la liberalidad el poco aprecio que se hace del dinero. Se distingue de la magnificencia en que esta se refiere a grandes
gastos invertidos en obras espléndidas, mientras que la liberalidad se refiere a cantidades modestas. Viene del hecho
de que el hombre, desprendiéndose de estos, se libera de los impedimentos que embargarían su atención y cuidado.
Dos vicios opuestos: la avaricia, que es uno de los pecados llamados capitales por ser cabeza de otros muchos, y por
exceso la prodigalidad que derrocha el dinero sin ton ni son, fuera de su debido orden, tiempo y lugar.

2.3.9. La equidad o epiqueya


Nos inclina a apartarnos rectamente, en circunstancias especiales, de la letra de la ley para cumplir mejor su espíritu.
Nos dice en qué circunstancias y de qué manera es lícito y hasta obligatorio apartarse de la letra de la ley. Está
íntimamente relacionado con la gnome. El gnome dirige, la epiqueya, ejecuta. Los vicios en contra: la excesiva rigidez
que se aferra siempre a la letra de la ley aun en aquellos casos en los que la caridad, la prudencia o la justicia aconsejan
otra cosa.

3. LA FORTALEZA

3.1. Naturaleza: se puede tomar en dos sentidos: en cuanto significa cierta firmeza de ánimo o energía de carácter. En
este sentido, es una condición que acompaña a la virtud que, para ser verdaderamente tal, ha de ser practicada con
firmeza; y para designar una virtud que lleva ese mismo nombre. Se define como una virtud cardinal infundida con la
gracia santificante que enardece el apetito irascible y la voluntad para que no desistan de conseguir el bien arduo o
difícil ni siquiera por el máximo peligro de la vida corporal. Tiene dos actos: resistir y atacar, de los que resistir es el más
difícil porque es más penoso y heroico resistir a un enemigo que por el mismo hecho de atacar se piensa más fuerte.
Por eso el martirio es el acto principal de la virtud de la fortaleza.
3.2. Importancia y necesidad: la fortaleza es una virtud muy importante, aunque no sea l máxima. Porque el bien de la
razón pertenece a la prudencia, a la justicia y solo lo que remueve los impedimentos a la fortaleza y a la templanza. El
orden es: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

3.3. Vicios opuestos: tres: uno por defecto, el temor o cobardía por el que se rehúye soportar las molestias necesarias
para conseguir el bien difícil, y dos por exceso: la indiferencia que no teme suficientemente los peligros que podría y
debería temer, y la audacia que desprecia los dictámenes de la prudencia saliendo al encuentro del peligro.

3.4. Partes: No cuenta con partes subjetivas al ser una materia muy especial. Cuenta con partes integrales y potenciales
que se distribuyen de la siguiente manera:
 Para acometer cosas grandes:
 Magnanimidad: inclina a emprender obras grandes, espléndidas y dignas de honor en todo género de
virtudes. Empuja siempre a lo grande y es incompatible con la mediocridad. Se oponen cuatro vicios,
tres por exceso y uno por defecto:
 La presunción: acometer empresas superiores a nuestras fuerzas
 La ambición: procurarnos honores indebidos a nuestro estado
 La vanagloria: busca fama y nombradía sin méritos en que apoyarla
 La pusilanimidad: por excesiva desconfianza hacia sí mismos o por humildad mal entendida,
no hacen fructificar todos los talentos que de Dios han recibido.
 Magnificencia: inclina a emprender obras espléndidas y difíciles de ejecutar sin arredrarse ante la
magnitud del trabajo o de los grandes gastos que sea necesario invertir. Se distingue de la primera en
que ésta tiende a lo grande en cualquier virtud o materia, mientras que esta se refiere únicamente a
las grandes obras factibles, tales como la construcción de templos, hospitales, universidades. Es la
virtud propia de los ricos. Se oponen dos vicios: por defecto, la tacañería, que en los gastos a realizar
se queda muy por debajo de lo espléndido haciéndolo todo a lo pequeño y pobre, y por exceso el
derroche.
 Para resistir las dificultades:
 Paciencia: es la virtud que inclina a soportar sin tristeza de espíritu ni abatimiento de corazón los
padecimientos físicos y morales. Es una de las virtudes más necesarias en la vida cristiana, y es
necesaria para mantenernos firmes en el camino del bien sin dejarnos abatir por el desaliento o la
tristeza.
Los motivos:
i. La conformidad con la voluntad amorosa de Dios, que sabe lo que nos conviene
ii. El recuerdo de los padecimientos de Jesús y María y el deseo de imitarlos
iii. La necesidad de reparar nuestro pecados por la voluntaria y virtuosa aceptación del
sufrimiento
iv. La necesidad de cooperar con Cristo a la aplicación de los frutos de su redención a todas las
almas, aportando nuestros dolores unidos a los suyos para completar lo que falta a su pasión.
v. La perspectiva soberana de la eternidad bienaventurada que nos aguarda si sabemos sufrir
con paciencia. Los principales grados:
 La resignación sin quejas ni impaciencia ante las cruces que el Señor nos envía.
 La paz y serenidad ante las penas
 La dulce aceptación en la que se manifiesta la alegría interior ante las cruces.
 El gozo completo que lleva a darle gracias a Dios, porque se digna asociarnos al misterio
redentor de la cruz.
vi. La locura de la cruz que prefiere el dolor al placer y ponte todas sus delicias en sufrimiento
exterior e interior
Los vicios opuestos: por defecto: la impaciencia, que se manifiesta al exterior con ira, quejas,
murmuraciones, por exceso la insensibilidad o dureza de corazón.
 Longanimidad: virtud que nos da ánimo para tender a algo bueno que está muy distante de nosotros,
o sea, cuya consecución se hará esperar mucho tiempo. Si el bien esperado tarda mucho en llegar, se
produce en el alma cierta tristeza, la longanimidad soporta virtuosamente este dolor.
 Perseverancia: es una virtud que inclina a persistir en el ejercicio del bien a pesar de la molestia que
su prolongación ocasione. Se distingue de la anterior en que ésta se refiere más bien al comienzo de
una obra virtuosa que no se consumará del todo hasta pasado largo tiempo; mientras que la
perseverancia se refiere a la continuación del camino ya emprendido, a pesar de los obstáculos. Todas
las virtudes necesitan la ayuda de la perseverancia porque aunque todo hábito o virtud sea una
cualidad difícilmente movible, la especial dificultad que proviene de la prolongación de la vida virtuosa
hasta el fin ha de ser vencida por una virtud también especial.
 La constancia: virtud íntimamente relacionada con la perseverancia, de la que se distingue por razón
de la distinta dificultad que trata de superar, porque lo propio de la perseverancia es dar firmeza al
alma contra la dificultad que proviene de la prolongación de la vida virtuosa, mientras que a la
constancia pertenece robustecerla contra las demás dificultades que proviene de cualquier otro
impedimento exterior (Ej.: la influencia de los malos ejemplos).

Vicios contra la perseverancia y constancia: dos vicios, por defecto, la inconstancia que inclina a
desistir fácilmente de la práctica del bien al surgir las primeras dificultades provenientes de tener que
abstenerse de muchas delectaciones y, por exceso, la pertinencia o terquedad del que se obstina en
no ceder cuando sería razonable hacerlo.

3.5. Medios de perfeccionarse en la fortaleza


 Pedirla incesantemente a Dios
 Prever las dificultades que encontraremos en el camino la virtud y aceptarlas de antemano
 Abrazar con generosidad las pequeñas molestas de la vida diaria para fortalecer nuestro espíritu contra el dolor
 Poner los ojos con frecuencia en Jesucristo crucificado
 Intensificar nuestro amor a Dios

4. LA TEMPLANZA
4.1. Naturaleza: se emplea en dos sentidos: a) para significar la moderación que impone la razón en toda acción y
pasión y, b) para designar una virtud especial que constituye una de las cuatro virtudes morales principales que se
llaman cardinales. Es una virtud sobrenatural que modera la inclinación a los placeres sensibles, especialmente del
tacto y del gusto, conteniéndola dentro de los límites de la razón iluminada por la fe.

4.2. Importancia y necesidad: la templanza es una de las virtudes más importantes y necesarias en la vida sobrenatural.
La razón es porque ha de moderar dos de los instintos más fuertes de la naturaleza humana. La divina Providencia,
como es sabido, ha querido unir un deleite o placer a aquellas operaciones naturales que son necesarias para la
conservación del individuo, de ahí la vehemente inclinación del hombre a los placeres del gusto y del apetito. Pero por
lo mismo que brota con vehemencia de la naturaleza del hombre, tienden con gran facilidad a desmandarse fuera de
los límites de lo justo y razonable arrastrando consigo al hombre, a la zona de lo ilícito. Esta es la razón de la necesidad
de una virtud infusa moderativa de los apetitos naturales. Tal es el papel de la templanza infusa que es la que nos hace
usar del placer para un fin honesto y sobrenatural, en la forma señalada por Dios. La templanza inclina a la mortificación
incluso de muchas cosas lícitas para mantenernos alejados del pecado.

4.3. Vicios opuestos: señala dos, por exceso, la intemperancia, que desborda los límites de la razón y de la fe en el uso
de los placeres del gusto y del tacto y que, sin ser el máximo pecado, es el más vil puesto que rebaja al hombre al nivel
de las bestias al ofuscar la inteligencia. Por defecto, la insensibilidad excesiva por el cual se huye de los placeres
necesarios para la conservación del individuo que pide el recto uso de la razón. Únicamente se puede renunciar a ellos
por un fin honesto (recuperar la salud, aumentar las fuerzas corporales) o por un motivo más alto (penitencia,
virginidad, contemplación).

4.3. Partes
4.3.1. Integrales: son aquellos elementos que integran una virtud o la ayudan en su ejercicio.
a) La vergüenza: cierta pasión laudable que nos hace temer el oprobio y confusión que se sigue del pecado torpe.
Es pasión porque lleva consigo una transmutación corpórea (rubor, temblor) y es laudable porque este temor
está regulado por la razón, infunde horror a la torpeza.
Sto. Tomás observa agudamente que la vergüenza es patrimonio sobre todo de los jóvenes medianamente
buenos. No la tienes los muy malos y viciosos porque son desvergonzados, ni los viejos o virtuosos, porque se
consideran muy lejos de competer actos torpes. Sin embargo, conservan la vergüenza en la disposición del
ánimo, es decir, en la vergüenza de incurrir en algo torpe.
b) La honestidad: es el amor al decoro que proviene de la práctica de la virtud.

4.3.2. Subjetivas: las diversas subespecies en las que se divide. Tenemos dos grupos, para lo referente al gusto
(abstinencia y sobriedad) y para lo referente al tacto (castidad y virginidad).
c) La abstinencia: nos inclina a usar moderadamente de los alimentos corporales según el dictamen te de la recta
razón iluminada por la fe. Se gobierna por las solas luces de la razón. la infusa, en cambio, tiene cuenta además
con las exigencias del orden sobrenatural (absteniéndose de manjares en la iglesia). El vicio opuesto es la gula.
d) La sobriedad: significa la moderación y templanza en cualquier materia, pero en sentido propio o estricto es
una virtud especial que tiene por objeto moderar, de acuerdo con la razón iluminada por la fe, el uso de las
bebidas embriagantes. A la sobriedad se opone la embriaguez. La que es voluntaria y conlleva a la pérdida de
los sentidos, es pecado mortal.
e) La castidad: virtud sobrenatural moderativa del apetito genésico. Es una virtud angélica a cuya práctica
perfecta no se llega ordinariamente sino a base de una continua vigilancia y severa austeridad. Tienes varias
formas: virginal, que es la abstención voluntaria y perpetua de toda delectación contraria; juvenil, que se
abstiene totalmente de ellas antes del matrimonio; conyugal; que regula según el dictamen de la razón y de la
fe las delectaciones lícitas dentro del matrimonio; vidual, que se abstiene totalmente después del matrimonio.
Se le oponen la lujuria en todas sus manifestaciones, y de los que se derivan la ceguera de espíritu, la
precipitación, la inconsideración, la inconstancia, el amor desordenado de sí mismo, el odio a Dios, el apego a
esta vida y el horror a la futura.
f) La virginidad: consiste en el propósito firme de conservar perpetuamente la integridad de la carne por un
motivo sobrenatural. En la integridad de la carne se distinguen tres momentos: a) su mera existencia sin
propósito especial de conservarla (en los niños), b) su pérdida material inculpable (por una operación
quirúrgica o violación); c) el propósito firme e inquebrantable por un motivo sobrenatural de abstenerse
perpetuamente del placer venéreo, nunca voluntariamente experimentado.
La perfecta virginidad, voluntariamente conservada por motivo virtuoso, no sólo es lícita sino que es más
excelente que el matrimonio ya que a) el bien divino es más perfecto que el humano, b) el bien del alma más
excelente que el del cuerpo y, c) la vida contemplativa es preferible a la activa.

4.3.3. Potenciales: son las virtudes anejas o derivadas pero no tienen toda su fuerza o se ordenan tan solo a actos
secundarios.
a) La continencia: virtud que robustece la voluntad para resistir las concupiscencias desordenadas muy
vehementes. Reside en la voluntad y es virtud de suyo imperfecta, ya que no lleva a la realización de alguna
obra positivamente buena y perfecta, sino que se limita a impedir el mal, sujetando a la voluntad para que no
se deje arrastrar por el ímpetu de la pasión. Su vicio opuesto es la incontinencia que es la privación de la
continencia en el apetito racional.
b) La mansedumbre: tiene por objeto moderar la ira según la recta razón. La materia propia de esta es la pasión
de la ira, que rectifica y modera de tal forma que no se levante sino cuando sea necesario y en la medida en
que lo sea. Reside en el apetito irascible. La mansedumbre enseña a usar rectamente de la pasión de la ira en
los casos necesarios y de la manera que sea conveniente según el dictamen de la razón iluminada por la fe. Lo
contrario no sería virtud sino debilidad y verdadero pecado.
A la mansedumbre se opone la ira desordenada o iracundia. De ellas nacen muchos otros pecados,
principalmente la indignación, la hinchazón de la mente (pensando en los medios para vengarse); el griterío,
la blasfemia, la injuria y la riña.
Aristóteles distingue tres especies: la de los violentos que se irritan en seguida y por el más leve motivo; la de
los rencorosos que conservan mucho tiempo el recuerdo de las injurias recibidas, y la de los obstinados que
no descansan hasta que logran vengarse.
c) La clemencia: es una virtud que inclina al superior a mitigar según el recto orden de la razón, la pena o castigo
debido al culpable. Procede de cierta dulzura de alma, que nos hace aborrecer todo aquello que pueda
contristar a otro. El perdón total de la pena se llama venia, la clemencia siempre se refiere a un perdón parcial
o mitigación. No se debe ejercer por motivos bastardos como el soborno sino por bondad y sin comprometer
los fueros de la justicia.
Se oponen tres vicios: por defecto, la crueldad, que es la dureza de corazón en la imposición de las penas,
traspasando los límites de lo justo y la sevicia o erocidad, que llega incluso a complacerse en el tormento de
los hombres. Por exceso, se opone a la clemencia la demasiada blandura que perdona o mitiga
imprudentemente las justas penas que es necesario imponer al culpable.
d) La modestia: virtud derivada de la templanza que inclina al hombre a comportarse en los movimientos internos
y externos y en el aparato exterior de sus cosas dentro de los justos límites que correspondan a su estado,
ingenio y fortuna. Esos movimientos secundarios y menos difíciles son cuatro: a) el movimiento del alma hacia
la excelencia, que es moderado por la virtud de la humildad, b) el deseo o natural apetito de conocer, regulado
por la estudiosidad, c) los movimientos y acciones corporales, que son moderados por la modestia corporal
en las cosas serias y por la eutrapelia en los juegos y diversiones, y d) lo relativo al vestido y aparato exterior
que se encarga de regular la virtud de la modestia en el ornato.

4.3.3.1. La humildad: Es una virtud derivada de la templanza que nos inclina a cohibir el desordenado apetito de la
propia excelencia, dándonos el justo conocimiento de nuestra pequeñez y miseria principalmente con relación a Dios.
De ella se deduce que el hombre, por muy santo o perfecto que sea y aunque vea con meridiana transparencia haber
recibido grandes dones de Dios, siempre tiene motivos para humillarse profundamente. No solamente ante Dios sino
incluso ante cualquier hombre por miserable que aparezca al exterior. Porque sin falsedad o exageración alguna puede
pensar que acaso ese hombre tenga alguna buena cualidad de la que él carece o acaso carezca de algún defecto que
todavía hay en él. Y en último término, siempre puede pensar que, si ese miserable pecador hubiese recibido de Dios
el cúmulo de gracias y beneficios que a él le ha concedido, hubiese correspondido a la gracia mil veces mejor.

i. Excelencia de la humildad: sobre ella están las intelectuales, las teologales y la justicia legal. Pero es ella la
virtud fundamental donde descansa el edificio sobrenatural. Es ella la que remueve los obstáculos para recibir
el influjo de la gracia que sería imposible sin ella.

ii. Su importancia: se comprende muy bien que sin la humildad no se puede dar un paso en la vida espiritual.
Dios es la suma verdad, no puede tolerar que nadie se coloque voluntariamente fuera de ella. y como para
andar en verdad es absolutamente necesario ser humilde, se explica porque Dios se resiste al soberbio. Cuanto
más alto el edificio de la vida espiritual que queramos levantar con la gracia de Dios. Más hondos tienen que
ser los fundamentos de la humildad.

iii. Grados de humildad:


a) Para con dios:
Espíritu de religión
Agradecimiento
Dependencia.
b) Para con el prójimo:
a. Admirar en él, sin envidia ni celos, los dones naturales y sobrenaturales que Dios les dio.
b. No fijarnos de intento en sus defectos, excusarlos caritativamente.
c. Considerarnos inferiores a todos, al menos por nuestra mala correspondencia con la gracia. Otro
cualquier hubiese sido más fiel.
c) Para con nosotros mismos
a. Amar la propia abyección: si hemos cometido un solo pecado, hemos sido rescatados del infierno.
Jamás nos humillaremos lo suficiente.
b. Aceptar la ingratitud, el olvido, el menosprecio por parte de los demás.
c. No hablar jamás ni mal ni bien de nosotros mismos.

iv. Vicio opuesto a la humildad: se opone a la soberbia u orgullo que es el apetito desordenado de la propia
excelencia. Es el mayor pecado que se puede cometer después del odio a Dios. No es un pecado capital sino la
reina y madre de todos los vicios y pecados por ser la raíz y principio de todos ellos. Fue el pecado de los
ángeles caídos y del primer hombre.
Sus formas: a) atribuirse a sí mismo los bienes que se han recibido de Dios; b) creer que los hemos recibido en
atención a nuestros propios méritos, c) jactarse de bienes que no se poseen, d) desear parecer como único
poseedor de tales bienes.

4.3.3.2. La estudiosidad: virtud que tiene por objeto moderar el apetito o deseo de saber según las reglas de la recta
razón. El hombre, desea naturalmente conocer. Pero este apetito natural puede extraviarse por los caminos de lo ilícito
y pecaminoso, o ejercitarse más de la cuenta, abandonando otras ocupaciones, o menos de lo debido, descuidando
incluso el conocimiento de las verdades necesarias para el cumplimiento de los deberes propios. Para regular esto se
requiere la estudiosidad.
Se oponen dos vicios: exceso la curiosidad, que es el apetito desordenado por saber, y puede referirse tanto al
conocimiento intelectivo como al sensitivo. Acerca del intelectivo, cabe el desorden, ya sea por el mal fin (para pecar),
ya por el objeto de la misma ciencia: de cosas inútiles; o por medios desproporcionados como la magia, espiritismo; o
por no referir debidamente la ciencia a Dios; o por querer conocer lo que excede nuestras fuerzas y capacidad. Y acerca
del sensitivo cabe el desorden de dos modos: por no ordenarlo a algo útil, y ser más bien ocasión de disipar el espíritu,
o por ordenarlo a algo malo (para excitar la concupiscencia o tener materia de murmuraciones).
Por defecto se opone la pereza o negligencia en la adquisición de la verdad, que es la voluntaria omisión de aprender
las cosas que es obligatorio conocer.

4.3.3.3. La modestia corporal: es una virtud que nos inclina a guardar el debido decoro en los gestos y movimientos
corporales. Hay que atender principalmente dos cosas: a la dignidad de la propia persona y a las personas que nos
rodean. En el exterior del hombre se transparencia claramente su interior. Gestos bruscos, carcajadas ruidosas, miradas
fijas o indiscretas, modales relamidos y amanerados, y otras mil impertinencias son índice de un interior desordenado,
lo que puede escandalizar a quién nos rodea.
Se oponen dos vicios: uno por exceso, la afectación o amaneramiento, y otro por defecto, la rusticidad (rudeza) zafia
(bruta).

4.3.3.4. La eutrapelia: Tiene por objeto regular según el recto orden de la razón los juegos y diversiones. Pertenece
también a la modestia exterior. Hay que evitar tres inconvenientes: recrearse en cosas torpes, perder del todo la
seriedad del alma o hacer algo que desdiga de la persona.
Contra esta virtud hay dos vicios: por exceso, la necia alegría, que se entrega a diversiones ilícitas, y por defecto la
austeridad excesiva, es decir, que no quieren recrearse con los demás.

4.3.3.5. La modestia en el ornato: virtud derivada de la templanza que tiene por objeto guardar el debido orden de la
razón en el arreglo del cuerpo y el vestido y en el aparato de las cosas exteriores. Este desorden puede ser doble: a)
por parte o en relación con las costumbres de las personas con quienes hemos de convivir, y b) por el desordenado
afecto con que se usen, desdigan o no de las costumbres de esas personas. Este afecto desordenado puede ser por
exceso de tres maneras: vanidad (llamar la atención con aquel vestido elegante), por sensualidad (vestidos suaves y
delicados) o por excesiva solicitud (no pensando más que en modas presentes bien elegante al público). Las tres
virtudes son: la humildad, la suficiencia y la simplicidad.
Por defecto, de dos maneras: presentándose en forma indecorosa según el estado y condición de la persona (desaliño)
o tomando ocasión de la misma sencillez en el vestir para jactarse de virtud o perfección.

El don de temor y la virtud de la templanza: al don de temor corresponde perfeccionar primariamente la virtud de la
esperanza y secundariamente la de la templanza. El don de temor corresponde a la virtud teologal de la esperanza
cuando el hombre evita el pecado por reverencia a Dios, y pertenece a la virtud de la templanza, cuando, a consecuencia
del gran respeto a la majestad divina que el don inspira, procura no incurrir en los pecados a los que se siente
mayormente inclinado, como son los de los placeres de la carne.

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