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Una antigua y larga búsqueda

A lo largo de la historia humana, la búsqueda de la felicidad ha atravesado las


diferentes culturas y pueblos, motivando las más dispares y hasta a veces contrapuestas
reflexiones de poetas, filósofos, teólogos y cultores del pensamiento. Obviamente, quienes
han hecho aportes significativos en este sentido, son los hombres y mujeres provenientes del
el campo de la Psicología. En este breve trabajo, abordaremos la mirada particular de la
Psicología Positiva, ya que ella construyó sus bases en torno de esta búsqueda.

Un poco de historia y de filosofía


Durante el siglo pasado, los temas que preocuparon a la psicología como ciencia
giraron en torno a las carencias humanas y sus posibles modos de reparación. La
depresión, ansiedad, adicciones, suicidio, y todo el espectro psicopatológico conocido
formaron parte de estudios e investigaciones década tras década El desafío que se
planteó la Psicología Positiva en las postrimerías del siglo, fue el de no quedarse
solamente con la reparación sino avanzar hacia el estudio de las cualidades positivas y
fortalezas que son propias de todos y cada uno de los seres humanos (Castro Solano et
al., 2010).
De acuerdo con Castro Solano, puede que el mayor aporte de la psicología
positiva haya consistido en agrupar una serie de investigaciones independientes y líneas
teóricas que aparecieron durante la segunda mitad del siglo XX cuyo objetivo era
enfocar en la propensión a lo salugénico del ser humano, en contraste con la mirada
clásica de la psicología, enfocada en la psicopatología y en la reparación. La
desaparición de síntomas y trastornos psicológicos trae aparejado alivio, pero no implica
bienestar en ese sentido. La psicología positiva aporta al árbol teórico-científico
ubicando estas ideas dentro de un programa de investigación, intervención y formación
profesional con un mismo objetivo (Castro Solano et. al, 2010).
La literatura clásica es fuente rica en conceptos que hoy hallamos en la PP: la
Biblia, libros de tradiciones orientales, escritos de William James y Benjamin Franklin
entre otros. Tal vez el aporte más significativo en el ámbito psicológico haya sido el de
la psicología humanística, que preconizaba el estudiar no solo de la enfermedad sino
también de las potencialidades humanas y la forma de desarrollarlas. Si bien esta línea
de pensamiento logró un gran impacto en el ámbito clínico, careció de rigurosidad
metodológica científica y en este punto contrasta con la PP (Castro Solano et al, 2010).
Yendo al campo de la filosofía, tres corrientes nos ayudan a comprender y a
enmarcar el pensamiento de la PP. La primera, cuyo representante es Arthur
Schopenhauer y tiene su influencia entre otros, en Sigmund Freud, Henri Bergson,
Friedrich Nietzsche y Thomas Mann. Para él, la vida es esencialmente sufrimiento;
cuando el hombre intenta escapar de él, cae en un estado de aburrimiento, vacío y tedio.
Por lo tanto, su vida se debate entre el sufrimiento y el aburrimiento. La cura no trae
bienestar, solo alivio que desnuda el vacío existencial humano. Esta visión es,
esencialmente determinista y pesimista.
La segunda corriente, está representada por Gottfried von Leibniz, quien afirma
que vivimos en el mejor de los mundos posibles, porque su creador es un Dios perfecto.
Justifica sus imperfecciones sosteniendo un razonamiento en el que ve al mindo como
matemáticamente bueno, porque de todas las infinitas posibilidades de mundos, la
nuestra es la síntesis de lo más estable y lo más homogéneo. Esta corriente da paso al
optimismo en psicología, que tuvo su presentación a mitad del s XIX en los Estados
Unidos a través del movimiento New Thougt. Sostenía que el pensamiento humano es el
generador de sus propias experiencias y su visión de mundo. Abogaba por la actitud
mental positiva, la meditación y ejercicios de afirmaciones. Anterior a todo el
movimiento de New Age, se la critica por defender un optimismo a ultranza, soslayando
el sufrimientos y las facetas negativas de la vida (Castro Solano et al., 2010).
La tercer corriente es el meliorismo, y sus bases provienen de pensadores como
John Dewey y William James, del pragmatismo norteamericano. Sostiene que es posible
para el ser humano obrar para mejorar el mundo y marchar hacia donde se lo proponga.
James Pawelsky señala que existen dos enfoques dentro de esta perspectiva: uno más
mitigativo y el otro más constructivo. Mientras el primero propende a tener menos
afectos negativos, menos enfermedad, el otro aboga por ir en pos de más de lo que
queremos, más afectos positivos, mayor bienestar. Según el pensamiento de este autor,
ambos enfoques son necesarios, uno responde más al modelo médico de la psicología y
el otro más al salugénico (PP) (Pawelski, citado por Castro Solano et al., 2010).

La Psicología positiva

De acuerdo con Martín Seligman, el principal objetivo de la psicología positiva


es comprender y facilitar la felicidad y el bienestar subjetivo (Seligman, 2002). Para él,

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felicidad y bienestar se refieren a sensaciones positivas como la alegría y a estados
positivos como la fluidez. Busca comprender y explicar la felicidad y el bienestar subjetivo y
predecir de manera lo más precisa posible cuáles son los factores que influyen en dichos
estados (Carr, 2007).
En el ámbito clínico, la psicología positiva va un paso más allá de simplemente
remediar déficits de salud, y persigue optimizar el bienestar subjetivo y apuntar a la felicidad
del individuo (Carr, 2007).
Seligman concuerda con Aristóteles, quien afirmaba que todos los actos del ser
humano tenían como fin la búsqueda de la felicidad. No obstante, el autor señala que
felicidad, entendida como un concepto monista como lo planteaba Aristóteles, no es
abordable para la ciencia y no responde a su propia visión: propone entonces operativizar el
concepto en términos más concretos y manejables (Seligman, 2014).
En su libro La auténtica felicidad, Seligman expone su primer teoría de cómo
lograrla, analizándola en sus tres elementos constitutivos: emoción positiva, compromiso y
sentido (Seligman, 2002).
Emoción positiva, entendida como placer, éxtasis, calidez. Y vida placentera es
aquella vivida con éxito tomando como centro este elemento.
Compromiso, implica un estado de fusión con el objeto, ser uno con la música, o
una actividad absorbente, estar en “flujo”. Requiere una atención concentrada, un despliegue
significativo de fortalezas y talentos, que no se relacionan con el primer elemento, el de la
emoción positiva. No admite atajos en el esfuerzo por lograrlo.
El tercer elemento, es el sentido. Para él, los seres humanos necesitamos
indispensablemente hallar un sentido, un propósito que nos trascienda, pertenecer y servir a
algo que consideremos superior a nuestro yo, y allí aparecen las instituciones que Seligman
llama positivas, como la religión, la familia, un partido político, etc. Se trata de implicarnos
poniendo nuestros recursos y fortalezas en pos de beneficiar a otros a través de un servicio
pleno. Esto da significado vital a la existencia. (Seligman, 2014).
Los tres elementos amalgamados producen bienestar y se logra mayor
satisfacción. Cada uno aporta lo suyo: la vida placentera da lugar al abordaje de las
emociones positivas; las virtudes personales, las fortalezas y los estados de flow nos remiten
a una vida comprometida. Y la vida con significado se liga al servicio en instituciones
positivas. Al pasar los años, en el año 2009, Seligman agrega un cuarto elemento, que se
desprende de numerosas investigaciones: los vínculos sociales. Porque las personas en
extremo sociables son evaluadas como las más felices (Castro Solano 2010).

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Con el correr de los años. La teoría de la felicidad de Seligman fue sufriendo
cambios, en virtud de su propia maduración de ideas y a los aportes de colegas
investigadores. Decidió focalizarse en el concepto de bienestar antes que el de la felicidad.
El siguiente cuadro explicita mejor este viraje:

Teoría de la felicidad auténtica Teoría del bienestar


Tema: felicidad Tema: bienestar
Medida: satisfacción con la vida Medidas: emoción positiva, compromiso,
sentido, relaciones positivas y logro.
Meta: aumentar la satisfacción con la vida Meta: florecer más mediante el aumento de
emoción positiva, compromiso, sentido,
relaciones positivas y logro.
(Seligman, Florecer, 2014,p.27)

Para Seligman, el bienestar es un constructo, a diferencia de la felicidad, que


podría catalogarse como una “cosa”. Mientras que la teoría de la felicidad se define por la
satisfacción con la vida y se la puede medir cuantitativamente evaluando los tres elementos
nombrados con anterioridad (emociones positivas, compromiso y sentido), la teoría del
bienestar nos refiere a un constructo, que tiene varios elementos mensurables que a su vez
cada uno de ellos es una cosa real y cada uno aporta al bienestar general, pero ninguno per se
lo define (Seligman, 2014).
Elementos que contribuyen al bienestar
Como ya vimos, en su nueva concepción presentada en el año 2011, Seligman
suma cinco elementos contributivos al bienestar, y cada uno de ellos posee tres
características: a) contribuye al bienestar; b) es buscado por muchas personas por sí mismo y
no tan solo para obtener alguno de los restantes y c) se define de manera independiente de
los otros.
Por sus siglas en inglés, son conocidos como PERMA: positive emotions,
engagement, positive relationships, meaning, accomplishment.
Emociones positivas. En ambas teorías constituyen el primer elemento, que se
caracteriza por focalizarse en lo hedónico o placentero. Las variables subjetivas del bienestar
comprenden emciones tales como placer, éxtasis, comodidad, calidez, etc. La diferencia se
halla en que la felicidad y la satisfacción con la vida como medidas subjetivas eran la meta

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de toda la teoría de la felicidad y en la del bienestar, sólo son factores que se incluyen dentro
del elemento de emoción positiva.
Un objetivo fundamental en el estudio de las emociones positivas es distinguir
los estados afectivos positivos y negativos, por lo que se han realizado un número
significativo de estudios, presentamos aquí sólo algunos que nos parecen relevantes. La
afectividad positiva correlaciona con la personalidad extravertida mientras que la afectividad
negativa, con la neurótica. La afectividad positiva tiene como subdimensiones la jovialidad
(alegre, feliz, animado), la seguridad en uno mismo (confiado, fuerte y audaz), y la atención
(alerta, concentrado decidido). Al pasar la barrera de los 30 años la afectividad positiva se
estabiliza en el tiempo. ¿Qué ocurre con la afectividad negativa? Llega a su máximo nivel
hacia finales de la adolescencia, y tiende a disminuir con la llegada de la madurez. Las
diferencias individuales en la afectividad positiva y negativa son relativamente constantes y
son parcialmente hereditarias, si bien la influencia del entorno ha demostrado ser un
elemento de mejora de la afectividad positiva. Se asocia esta última a una mayor satisfacción
marital y laboral. Se hipotetiza que la relación entre estas variables sea bidireccional y
compleja. La afectividad positiva baja se asocia con una buena lista de trastornos
psicológicos . La afectividad negativa es una faceta de la conducta que está orientada a la
inhibición y a la evitación, evitar situaciones que puedan ser potencialmente dañinas,
peligrosas, mientras que la afectividad positiva tiende a la facilitación, orientando al
organismo en su conjunto a situaciones posibles de gratificación o placer. La afectividad
positiva se asocia con una actividad física regular, dormir adecuadamente, una saludable vida
social e íntima y el esfuerzo por lograr metas que se consideren valiosas ( Carr, 2007).
Compromiso. Del mismo modo que la emoción positiva, el compromiso se
evalúa subjetivamente y continúa siendo un elemento. Al preguntar al sujeto si el tiempo se
detuvo o si logró estar completamente absorto mientras realizaba la tarea, si en esos
momentos perdió conciencia de sí mismo, la evaluación de dichos estados será, claramente
subjetiva. Teniendo en cuenta que tanto el pensamiento como el sentimiento están ausentes
en los estados de compromiso o flow, la evaluación de cuán divertido o maravilloso fue un
determinado acto es evaluado retrospectivamente, no en el presente, a diferencia del primer
elemento. Tanto emociones positivas como compromiso cumplen los tres criterios que
anteriormente fueron mencionados como básicos para formar parte de la teoría del bienestar
Carr, 2007).
Sentido. Seligman sigue considerándolo como el tercer elemento en su teoría del
bienestar. Señala que un hecho puede ser evaluado al momento de su concreción como

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profundamente significativo, pero con el transcurrir del tiempo, concluir que no fue así,
porque la apreciación subjetiva del sentido de algo puede sufrir variaciones pasados los
meses o los años.
Otra característica del sentido es que no se limita a un estado subjetivo. Lo que
para un individuo un hecho de su vida puede haber adolecido de sentido, la historia puede
juzgarlo de manera sustancialmente diferente, y e autor menciona el caso de Abraham
Lincoln, que por sus rasgos melancólicos pudo haber considerado que su vida no tenía un
sentido, sin embargo los anales de la historia lo recuerdan como alguien que cambió
dramáticamente el rumbo social y político de su país. Menciona también a Jean Paul Sartre,
quien en plena época de posguerra mundial desdeñó la importancia y el sentido de las
relaciones sociales, mientras que hoy nadie duda del papel de ellas en la construcción del
sentido y propósito de la vida. También el sentido como elemento del bienestar, cumple con
los tres criterios: aporta al bienestar, es independiente de los otros elementos y su medición y
evaluación se realiza de forma independiente de los otros cuatro elementos (Carr, 2007).
Logro. Aquí aparece uno de los dos elementos que Seligman consideró oportuno
agregar a su lista anterior de tres: emociones positivas, compromiso y sentido. Desde su
visión, el logro puede buscarse como un fin en sí mismo, independientemente de si produzca
emociones positivas, genere compromiso o estado de flow, ni siquiera que se perciba como
con un sentido. Y menciona el caso de los que buscan riqueza, entre quienes se encuentran
aquellos que, luego de lograrla, reparten generosamente a instituciones de bien público, y
también están los acumuladores, cuyo fin es “tener”, ganar para tener más.
El logro tiene dos variantes: cuando se da de forma momentánea, en el aquí y
ahora, y cuando se dedica toda una vida en la búsqueda de dicho logro, por el logro mismo.
Seligman señala que los seres humanos, cuando se hallan sin presión de ningún tipo, eligen
la búsqueda de logro como una manera de aumentar su bienestar.
Relaciones positivas. Seligman concluye la presentación de los cinco elementos
que conforman la teoría del bienestar, poniendo el foco en “los otros”, señalando que los
otros cuatro, se expresan siempre en medio de otras personas. Para él, los otros son el
remedio más eficaz ante las dificultades de la vida. El realizar actos de bondad, más que
cualquier otro acto, produce el aumento momentáneo más seguro de bienestar, de acuerdo
con numerosos estudios.
Aquellos que cuentan con vínculos de suma confianza, a quienes pueden recurrir
en circunstancias de necesidad, tienen, según Seligman, mayores probabilidades de vivir más
tiempo que otras que no cuentan con ellos. George Vaillant, psiquiatra de Harvard fue quien

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descubrió esto y afirma que la mayor fortaleza esla capacidad de ser amado (G.Vaillant,
citado por Seligman, 2014).
El autor continua su reflexión preguntándose si las relaciones positivas cumplen
los requerimientos para ser un elemento del bienestar. El criterio que estaría en dudas es el
de si buscaríamos una relación per se, sin otro fin que el de tenerla. Un argumento que
validaría su importancia en el desarrollo humano es el que presenta Nick Humphrey,
científico británico: sería el tamaño considerablemente grande de la corteza pre frontal, cuyo
propósito más relevante sería el de solucionar problemas de índole social, actuaría como un
dispositivo simulador de relaciones, y tiene como función principal diseñar y establecer
relaciones humanas sanas y armoniosas (N. Humphrey, citado por Seligman, 2014).
Hay investigaciones hechas en el mundo de insectos sociales como avispas,
abejas, termitas y hormigas que poseen una estructura de trabajo basada en complejos
sistemas de comunicación, y es de esta manera que logran el dominio sobre otros sistemas de
vida de insectos. El ser social, dice Seligman, constituye la forma más exitosa de adaptación
superior conocida. Somos “criaturas de colmena”, buscando relaciones positivas con otros
integrantes de la colmena, afirma.
Por último, y concluyendo ya el capítulo, resume la teoría del bienestar de la
siguiente manera:
a) El bienestar es un constructo, y es el tema de estudio de la Psicología Positiva.
b) Posee cinco elementos mensurables (PERMA):
* Emoción positiva (felicidad y satisfacción con la vida forman parte de este
elemento).
* Compromiso
* Relaciones
*Sentido
*Logros
c) Un elemento por sí solo no define el bienestar, pero suma con los otros para
lograrlo.
d) Ciertos rasgos de estos elementos se miden subjetivamente y otros objetivamente.
e) La felicidad es el eje de la psicología positiva en la teoría de la felicidad; se define
con la medida de satisfacción con la vida. Emoción positiva, compromiso y sentido son
sus aspectos constitutivos y cada uno produce una mayor satisfacción de vida, y se
evalúa con informes subjetivos.
f) Las fortalezas y virtudes soportan los cinco elementos y los potencian.

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g) No es posible que el bienestar exista solo en la mente, es la resultante de sentirse
bien y de tener la confirmación en la realidad de que existe tal sentido, buenas
relaciones y logros (Seligman,2014).
En su libro The how of happiness, Sonja Lyubomirsky afirma que, de acuerdo
con sus investigaciones, el 50% de nuestra felicidad está descripto por set points
genéticamente determinados, una especie de línea de base a la cual tendemos a regresar
luego de grandes triunfos o de profunda desazón. Es algo similar, explica, al set point
del peso corporal: algunos nacen con una disposición a ser delgados y hagan lo que
hagan, mantendrñan ese peso durante toda su vida. Otros, en cambio, necesitarán hacer
ingentes esfuerzos por conservarlo en estado saludable, y aún así los kilos regresarán.
De igual modo sucede con la felicidad: la magnitud de nuestros set points innatos, ya
sean altos o bajos determinan una buena parte de cuán felices seremos a lo largo del
curso de nuestras vidas.
Solo un 10% de la variancia de nuestra felicidad queda explicada por las
diferentes circunstancias o situaciones que hemos vivido. Y el 40%, por lo que
hacemos y lo que pensamos en nuestro diario vivir. Esto da una enorme chance de
generar posibilidades de aumentar o disminuir nuestra percepción de felicidad, de
acuerdo con las decisiones y elecciones que vayamos asumiendo. De ahí la importancia
de pensar correctamente y hacerlo de la misma manera, utilizando estrategias de
pensamiento y acción adaptativas y asertivas. Sobre este punto, volveremos cuando
hablemos de los mitos de la felicidad que Sonja propone (Lyubomirsky, 2008).

Efectos de la felicidad
Otra forma de abordar la cuestión de emociones positivas y negativas, para Seligman, es
observar en qué forma nos preparan para las distintas transacciones que podemos hacer: ganar-
perder, ganar-ganar, suma cero-no cero, etc. Las emociones tales como el miedo o la ira, en
realidad constituyen nuestra primera protección defensiva contra amenazas de peligro
probable o inminente. Nos permiten concentrar nuestra atención y evaluar si es mejor luchar o
escapar, nos preparan para situaciones en las que no necesariamente hay un ganador, y
debemos aceptar que no hay un beneficio claro de la transacción: los juegos de suma cero. Las
mociones positivas como el placer o la satisfacción, en cambio, nos dan cuenta de que algo
bueno está sucediendo. La atención se expande para captar un entorno físico y social más
amplio, y nos prepara para abrir la mente a nuevas ideas y desplegar la creatividad. Nos

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permiten también formar nuevas relaciones y aumentar la productividad. Las emociones
positivas nos predisponen a juegos de tipo ganar-ganar o de suma no cero, en donde ambas
partes concluyen la transacción teniendo más que al principio. Según Wright (2000), la
civilización humana progresa en el camino de aumentar las interacciones y las instituciones
ganar-ganar que promueven este tipo de juegos de suma no cero (Carr, 2007).
Las emociones negativas favorecen el pensamiento crítico y la atención focalizada
cuando se perciben situaciones de riesgo o amenaza, facilitando una toma de decisiones más
asertiva. Por contraste, las emociones positivas alientan el pensamiento creativo, más
considerado y productivo (Seligman, 1997). Ackerman y Derubeis afirman que el así llamado
realismo depresivo, rasgo que se observa en personas deprimidas, permite evaluar con mayor
exactitud sus aptitudes, poseen un recuerdo más ajustado de los hechos positivos y negativos
que han vivido y están más atentos a la información en torno a riesgos (Ackerman y Derubeis,
citado por Carr, 2007). Las personas que son felices en general sobrevaloran sus aptitudes y
recuerdan más los sucesos positivos que los negativos, sin embargo pueden tomar mejores
decisiones para la vida porque emplean estrategias relevantes para ello (Aspinwall, citado por
Carr, 2007; Seligman, 1997).
Bárbara Fredrickson desarrolló una teoría de ampliación y construcción de las
emociones positivas que muestra que las experiencias afectivas positivas son indicadoras del
bienestar personal, pero también aportan al crecimiento y desarrollo de tal persona. Las
emociones negativas, como miedo e ira, reducen el repertorio momentáneo de pensamiento-
acción de forma que la persona esté lista para autoprotegerse.
En contraste, las emociones positivas tienen la virtud de ampliar el repertorio momentáneo de
pensamiento-acción, permitiendo desarrollar recursos personales duraderos que a su vez
brindan la posibilidad de crecimiento y desarrollo personal. Esta secuencia genera espirales
positivas y adaptativas de emoción, pensamiento y acción. Tomando un ejemplo que aporta la
autora, la alegría estimula el impulso de jugar y de crear social, intelectual o artísticamente.
De este modo, puede vitalizar las redes sociales, y a través de la creatividad lograr avances en
campos como la ciencia y el arte o resolver de manera creativa problemas de la vida
cotidiana. Estos hechos son frutos relativamente estables de la alegría y suman al desarrollo de
la persona, generando a su vez más emociones positivas. En cuanto a la satisfacción que es
otra emoción positiva, Fredrickson señala que nos permite contemplar las diferentes
circunstancias de la vida en su conjunto, lo que favorece una visión nueva y más positiva de
vernos a nosotros mismos y nos capacita para continuar con renovadas fuerzas la vida de todos

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los días. También de esta espiral pueden aparecer más emociones positivas (Fredrickson,
2009).
Numerosas investigaciones realizadas apoyan esta teoría, en algunas de ellas se ha
inducido a los participantes a estados de ánimo positivos y negativos, para concluir que en
auqellos casos en donde las emociones positivas primaban, se lograban efectos positivos sobre
la percepción, pensamiento e interacción social, ampliación del repertorio pensamiento-
acción y un pensamiento más flexible y creativo, como así también, mayor productividad en el
trabajo (Carr, 2007).
Longevidad. La felicidad tiene también efectos positivos sobre la longevidad. Allan Carr
menciona tres estudios realizados en este sentido. El primero, realizado en el año 200 por
Danner y otros, con 180 monjas de Estados Unidos, en situación de vida muy similar y con
similares características. Se analizaron sus escritos elaborados al ingresar la orden, en donde
figuraban sus biografías, metas, sueños y esperanzas para el futuro. Medio siglo después, se
cotejaron estos informes evaluando cantidad de emociones positivas expresadas, y se llegó a la
conclusión que el 90% de las monjas de la cuarta parte más feliz vivieron más de 85 años, a
diferencia del 34%de la cuarta parte menos feliz.
Otro estudio retrospectivo, analizó las respuestas en un cuestionario de ingreso de 800
pacientes de la Clínica Mayo, realizado cuarenta años antes. Al momento de a evaluación, 200
de esos pacientes ya habían fallecido. Encontraron que aquellos pacientes que revelaron una
actitud más optimista al ingresar a la clínica, vivieron más tiempo que los demás, lalongevidad
fue de un 19% más (Maroota et al., citado por Carr, 2007).
El último estudio longitudinal realizado presentado en el año 2000, con más de 800
mexicanos viviendo en Estados Unidos y mayores de 65 años de edad, demostró un gran
poder predictivo respecto de quiénes vivirían más tiempo y con mayor capacidad funcional de
acuerdo con las emociones positivas expresadas al principio del estudio. Tomando en cuenta
la edad, estatus social, consumo de medicamentos y enfermedades, quienes demostraron una
actitud más feliz tenían dos veces más probabilidades de sobrevida y de funcionamiento
independiente que aquellos que mostraron una actitud más negativa (Ostir et al. Citado por
Carr, 2007).

Mitos acerca de la felicidad


En su libro Los mitos de la felicidad, Sonja Lyubomirsky cuestiona creencias enraizadas
en el imaginario popular tomando como base cuantiosas investigaciones científicas y aportes

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de la psicología positiva, social, clínica y de la personalidad. De este libro extraigo algunas de
las valiosas conclusiones a as que ella arriba y que me parecieron significativas.
 Estudios actuales nos señalan que las personas que han vivido experiencias adversas
de distinto tipo, son al fin y al cabo más felices que quienes no han experimentado
mayores vicisitudes en la vida, y se sienten menos deprimidos, traumatizados o
lastimados. El haber pasado por una serie de circunstancias difíciles, traumáticas nos
permite estar mejor preparados para afrontar otras en el futuro y salir airosos.
 Por otro lado, “el hecho de encontrarle sentido a los desafíos de la vida, nos ayuda a
definir y afianzar nuestras identidades, lo que a su vez apuntala el optimismo sobre
nuestro futuro y nos permite manejar mejor las incesantes fuentes de preocupación
(Lyubomirsky, 2014, p.16).
 El hecho de experimentar emociones negativas como ira, enojo,
preocupación o pena en momentos de crisis, puede resultar de gran valor
pues nos ayuda a enfocarnos en potenciales amenazas, errores o
situaciones problemáticas que ameritan toda nuestra atención.
 Muchos son los que creen que la felicidad los espera en la estación
siguiente de la vida: “cuando me case, cuando termine la carrera, cuando
tenga mis hijos, cuando tenga mayores recursos, cuando tenga la casa,
cuando…” seré plenamente feliz; o por el contrario, “si me caso con
alguien equivocado, o si me quedo soltero, si padezco una enfermedad
incurable, si no cumplo con tales y tales expectativas, pasan los años y
envejezco, sería terrible, no seré feliz”. Son, de acuerdo con la visión de
la autora, mitos que atentan contra la posibilidad cierta de ser feliz.
Nuestras falsas expectativas acerca de lo que debe y lo que no debe ser
pueden transformar transiciones vitales esperables y previsibles en
situaciones de profundas crisis que nos impulsen a tomar malas
decisiones y atajos, con el consecuente deterioro de nuestra salud
mental.
 El no comprender el poder de la adaptación hedonista (capacidad
humana de adaptarse rápidamente a situaciones nuevas) o de la

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resiliencia, nos podría llevar a dejar de lado chances que podrían haber
resultado excelentes pero que no responden al ideario personal, solo por
simplificar nuestra vida. Aceptar un mal matrimonio, por ejemplo, ante
la perspectiva de quedar soltero, o avanzar con cirugías estéticas
innecesarias por no aceptar el proceso de envejecimiento y negarse a
descubrir las bondades de esta etapa vital.
 El no entender que las crisis son parte inherente de todos los seres
humanos en diferentes momentos, puede llevarnos a instancias extremas
de angustia, depresión y desesperación, pérdida de la autoestima, y aún a
suicidio, ya que habremos perdido la confianza y, finalmente, la
esperanza. El saber dónde podemos encontrar la felicidad y dónde no,
puede ayudarnos a transitar los momentos de crisis en pasajes más
sencillos y ordinarios que nos permitan crecer como personas. Por otro
lado, el hacer consciente aquello que fomenta nuestras reacciones
emocionales ante las diferentes crisis, nos ayudará en el proceso de
adaptación, enfrentarnos asertivamente con la adversidad, buscar nuevas
metas, y continuar con el camino cierto de la maduración y el desarrollo
personal.
 En vez de centrar la atención de manera rígida sobre lo desagradable y
negativo, puede ser de gran ayuda observar la perspectiva global de la
situación. Desfocalizar del problema, ver el lado positivo de la crisis,
agregar variedad y novedad a la vida en esos momentos, ir en pos de
metas flexibles, auténticas y apropiarse de ellas, son algunas de las
estrategias que Lyubomirsky comparte en este libro.
 Sostiene que, frente a una creencia muy extendida, necesitamos confiar
más en el razonamiento y menos en la intuición a la hora de tomar
decisiones. Importante es también darse cuenta de hasta qué punto
nuestras creencias respecto a lo que nos hará felices o no condicionan
nuestras reacciones frente a los desafíos y transiciones vitales.

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 Finalmente, concluye con que no existe fórmula mágica alguna que
garantice la felicidad o un camino seguro que evite el sufrimiento, que
·nada en la vida produce tanta alegría ni causa tanto sufrimiento como
creemos”. El poder aceptar esto, nos ofrece la posibilidad de liberarnos y
expandir nuestra perspectiva de la vida, dándonos la chance de elegir
bien y hacerlo todavía mejor. (Lyubomirsky, 2014).

Por último, en su obra anterior, The how of happiness, la autora presenta


una serie de actividades que, de manera práctica, fomentan la felicidad en la
vida.
a) Cultivar la gratitud. Ser agradecido es un sentimiento de asombro y
amor por la vida, nos permite gustar de las experiencias positivas,
reforzando la autoestima y el amor propio, y afrontar situaciones
estresantes y traumáticas por las que hayamos pasado con otra
mirada. Nos sugiere llevar un diario de gratitud o expresarla
directamente a la persona.
b) Cultivar el optimismo. Las estrategias para lograr enriquecer la vida
con optimismo incluyen el ejercicio de interpretar el mundo desde
una perspectiva más positiva y generosa. Un ejercicio que propone,
en este sentido, es imaginar el mejor yo posible, que se basa en
visualizar y describir un futuro en el que todo haya salido de la mejor
forma que deseemos. Afirmados en este modelo de futuro,
construimos el mejor yo posible para ese futuro, dando los pasos que
nos lleven a él aquí y ahora.
c) Evitar pensar demasiado. Esto mantiene y exacerba los síntomas
depresivos. Utilizar mecanismos de distracción de pensamientos
negativos, actuar para resolver los problemas y dejar de lado la
comparación social son algunas de las estrategias planteadas en este
sentido.

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d) Practicar la amabilidad. El ser generosos y atentos con los demás al
menos un día a la semana, permite experimentar un aumento dela
felicidad, según estudios de la autora.
e) Cuidar las relaciones sociales. Dedicar un tiempo, comunicarse,
expresar apoyo y fidelidad, expresar afecto por medio de abrazos, son
actividades que incrementan la percepción de felicidad.
f) Desarrollar estrategias de afrontamiento. Nos propone encontrar el
sentido al sufrimiento a través de la esxcritura, ver lo positivo de la
situación traumática y elaborarlo escribiéndolo o bien dialogando. Es
útil también aprender a cuestionar los pensamientos pesimistas.
g) Aprender a perdonar. Quienes perdonan, experimentan una
disminución de sus emociones negativas y un aumento de su
autoestima y su esperanza. Imaginar el perdón, escribir cartas de
perdón, manifestar mayor empatía al transgresor o considerar la
posibilidad de atribuir algo de bondad a dicha persona, son algunos
de los ejercicios propuestos.
h) Fluir más. Mihalyi Csiksentmihalyi define el fluir como un estado de
arrobamiento y de intensa concentración en el presente, de forma que
la actividad se convierte en apasionante. El secreto para lograrlo, es
buscar un equilibrio entre las propias habilidades y los desafíos que
queremos conquistar.
i) Saborear las alegrías de la vida. Una definición de disfrute, de
acuerdo con la visión de investigadores del tema es: pensamientos o
comportamientos que tienen la capacidad de gnerar, intensificar o
prolongar el placer. Gustar de las experiencias sencillas y cotidianas,
el compartir y rememorar con familiares y amigos, festejar lo bueno,
ser sensible y estar en alerta a la belleza y la excelencia, son modos
de aumentar la capacidad de ser felices.

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j) Comprometerse con los objetivos propios. Saber elegir los objetivos
personales, que respondan a nuestros intereses, que posean
flexibilidad, que puedan dividirse en pasos sucesivos alcanzables,
que guarden relación con el resto de nuestro objetivos personales, son
características a tener en cuenta al elegirlos.
k) Practicar la religión y la espiritualidad. El buscar el sentido rpofundo
de la vida, lo trascendente, practicar hábitos espirituales, como el
orar, incorporar lo sagrado a nuestra vida diaria, puede ayudarnos a
ser definidamente más felices.
l) Ocuparse del cuerpo. La actividad física, el cuidado del cuerpo en
todas sus necesidades básicas, actuar como una persona feliz, sonreir,
expresar emociones positivas, son ingredientes esenciales para lograr
la tan ansiada felicidad (Lyubomirsky, 2008).

Sin duda alguna, a través de este viaje apasionante por lo que hoy se conoce
como las bases de la Psicología Positiva, he descubierto con asombro que
existe una línea de pensamiento que me va “como un guante” con lo que
siempre soñé para mi práctica de psicoterapia clínica. No dudo que a lo
largo de cada uno de los encuentros mensuales, el profundizar en sus
posibilidades y alcances enriquecerá aún más mi percepción actual del
tema. Concluyo con un pensamiento que surgió en una de las tantas lecturas
de las que disfruté en este mes, y es el deseo de que llegue un momento en
que ya no hablemos más de “Psicología Positiva”, sino sea, simplemente,
“Psicología”. Algo habrá cambiado para siempre.

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Bibliografía

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POSGRADO DE PSICOLOGÍA POSITIVA

Cómo logramos ser felices

Trabajo práctico realizado


en cumplimiento parcial del requisito del Módulo I
prof. Dr. Alejandro Castro Solano
Mayo 2015

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