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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE

CENTRO UNIVERSITARIO REGIONAL ZONA ATLANTICA

CATEDRA DE POLITICAS PUBLICAS

PROFESORES: Vilca, Hugo / López, Susana / Francioni, Estefanía


ALUMNO: Berraz Oroño, Leandro

PRIMER CUATRIMESTRE DE 2018 - VIEDMA (RN)


SEGUNDO PARCIAL DOMICILIARIO
1. Es imprescindible entender la frase extraída de "La verdad y las formas
jurídicas" en un contexto enmarcado en el funcionamiento de dispositivos propios
de una sociedad que Michel Foucault denominó como "disciplinaria", y que llegó a
serlo -precisamente- debido a la mutación del sistema de ideas jurídicas y penales
en Europa, desarrollada desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del siglo XIX
y que arranca, aproximadamente, con la elaboración del primer y segundo código
penal francés -redactado por autoridades intelectuales como Beccaria, Bentham,
etc.-, de la época revolucionaria hasta, finalmente, la creación del Panóptico,
extraña estructura caracterizada por la posibilidad de existencia de una vigilancia
curiosamente oculta, en la cual se materializaba la pena del encarcelamiento, la
prisión.

La frase proviene de un texto del año 1804, redactado por un obispo llamado
Watson, el cual aludió, allí, a las complicaciones posibles a raíz de la emulación de
los pobres respecto de las omisiones de los ricos, en tanto que estos -aunque no
fueran objeto de la legislación penal imperante- se desentendían de las leyes y
sus imperativos lógicos, siendo que habían sido creadas -teleológicamente- para
vigilar y controlar a aquellos que pertenecieran a las clases más empobrecidas y,
en efecto, "propensas" a transgredir las normas.

Los mecanismos de control que harán posible las posteriores practicas de


normativización surgirán -a fines del siglo XVIII- a raíz de las intenciones de
ciertas comunidades que buscarían llevar a cabo la aplicación de una efectiva
policía del comportamiento, estableciendo -parajudicialmente- nuevos modos de
entender la "inspección" social mediante una supervisión constante. Justamente,
el obispo Watson formó parte de una de aquellas formas de sociedades
aseguradoras del orden cuyo "titulo" era, hacia 1802, <<Sociedad para la
Supresión del Vicio>>, la cual se encargaría de "hacer respetar el domingo,
impedir la circulación de libros licenciosos y obscenos, plantear acciones judiciales
contra la mala literatura y mandar a cerrar las casas de juego y prostitución"
(Foucault, 1996, p. 94).

La necesidad de controlar a la capa de la población pobre estaría estrechamente


ligada, a su vez, al surgimiento de una noción fundamental de la criminología y la
penalidad, que es la de peligrosidad. En este sentido, el individuo será tenido en
cuenta, desde allí, "no al nivel de las infracciones efectivas a una ley también
efectiva sino de las virtualidades de comportamiento que ellas representan"
(Foucault, 1996, p.88).

1.a.- Se podría inferir que la relación que posee la frase señalada en la consigna
anterior con la primera cuestión social es que, en principio, ambas coinciden en
cuanto su periodo de existencia, y, además, no podrían ser abarcadas en
completud soslayando sus elementos principales y eludiendo sus características
equivalenciales, lo que permitiría llevar a cabo una relación estrecha en cuanto a,
por un lado, los procesos de normativizacion mediante el control social según
Foucault y, por el otro, las modificaciones irreversibles que se dan al interior de las
sociedades occidentales desde el momento en que las nuevas masas proletarias -
de manera involuntaria- son dirigidas a servir al funcionamiento de la novedosa
maquinaria industrial.

La primera cuestión social alude, entonces, a aquellas masas que sufren una
proletarización forzada con el advenimiento de la nueva sociedad capitalista,
debido al necesario cambio en las formas de vivir de las victimas de aquellos
procesos que suscitan transformaciones radicales y modificaciones en el orden de
los sentidos. Esta cuestión se comienza a plantear como tal en el año 1830,
obedeciendo a las nuevas condiciones de vida de aquellos conjuntos
poblacionales que padecían los efectos dañinos de la revolución industrial.

Ahora bien, es producto de los diversos problemas que se van generando en las
urbes con aquellos procesos que son definidos como los iniciadores de la primera
cuestión social, que se hace necesario un método sutil y meticuloso de prácticas
coercitivas que impidan movimientos e ideas provocativas de los nuevos sujetos
proletarios que pudieran atentar contra el cuerpo social, contra el orden de lo
instituido, llevándose a cabo, para esto, el establecimiento ad hoc de una, en
palabras del filosofo francés, ortopedia social.

1.b.- Así, el orden se constituye en un problema central para el sector burgués,


debido a que, con el nacimiento del capitalismo -junto con los nuevos modos de
acumulación del capital (lo cual implicaba una materialidad distinta: mercancías,
stocks, maquinas, oficinas, etc.)-, "los sectores pobres de la población, gentes sin
trabajo, tienen ahora una especie de contacto directo, físico, con la riqueza"
(Foucault, 1996, p. 105), lo que llevaría a la instauración de mecanismos de
control que impidieran los robos, pillajes, etc., de esta nueva forma que adquiriría
la fortuna, siendo así "la primera razón" en cuanto a "una necesidad absoluta de
este control" (ibídem).

Luego, la segunda razón consistiría, según Foucault, en que la propiedad rural


dejaría de ser la misma, generándose una extensión de las tierras, suceso por el
cual se produciría una multiplicación -en demasía- de las pequeñas propiedades,
desapareciendo las tierras sin cultivar y aquellas tierras comunes sobre las cuales
antes se podía vivir; es por esto que los propietarios "se ven expuestos a
depredaciones", suscitándose así un temor generalizado entre aquellos actores "al
pillaje campesino, a la acción de los vagabundos y los trabajadores agrícolas que,
en la miseria, desocupados, viviendo como pueden, roban caballos, frutas,
legumbres, etc." (Foucault, 1996, p. 106). En definitiva, en palabras de Castel, "la
sociedad liberal corría el riesgo de estallar debido a las nuevas tensiones
provocadas por la industrialización salvaje" (Castel, p. 17).

Esta nueva forma de administración -y, en efecto, de acumulación- capitalista


produce, entonces, las condiciones indispensables -paradójicamente- para que el
mismísimo sector burgués debiera comenzar a implementar una serie de medidas
que garantizaran la perdurabilidad y la seguridad de su composición de clase, con
las implicancias de sus intereses particulares.

De esa manera, según Foucault, "puede decirse que la nueva distribución


espacial y social de la riqueza industrial y agrícola hizo necesarios nuevos
controles sociales a finales del siglo XVIII" (ibídem).

1.c.- En cuanto a las "sociedades moralistas", Foucault es muy esclarecedor al


respecto: "desde la segunda mitad del siglo XVIII se forman, en niveles
relativamente bajos de la escala social, grupos espontáneos de personas que se
atribuyen, sin ninguna delegación por parte de un poder superior, la tarea de
mantener el orden y crear, para ellos mismos, nuevos instrumentos para
asegurarlo" (Foucault, 1996, p. 92).

Según su seguimiento cronológico hubieron distintos tipos de comunidades que se


arrogaban la capacidad de generar diversos mecanismos y dispositivos de control
al interior de las distintas sociedades, determinando los actos decentes y las
buenas costumbres en contraposición a los vicios y las practicas reprobables,
execrables (véase la embriaguez, el pillaje, la prostitución, etc.).

Este método de ordenamiento precede a la intervención del Estado, pero genera


el impulso para la constitución de una serie de directrices con las cuales se van a
llevar a cabo, luego con todo el peso de la autoridad pública, los ordenamientos de
control social necesarios para la producción de una ingeniería colectiva, tejiendo
lazos identificables por la formación de escalones jerárquicos, con lo cual se
aseguraría un extraordinario respeto hacia los "ordenadores" que, a su vez, eran -
en caso necesario- los "reformadores morales".

1.d.- En cierto momento histórico, en el caso de Inglaterra, aquellos grupos -


comunidades, sociedades- comienzan a articularse con los sectores que
detentaban el poder de la autoridad, despojándose a sí mismos de sus bases
tradicionales, para así ser absorbidos por aquellas clases acomodadas
(compuestas por obispos, duques, etc.), generando un desplazamiento que iría
desde ciertas modalidades adoptadas por aquellas sociedades -más bien,
aisladas- de reformismo moral, ósea, de autodefensa penal, para pasar a
convertirse en artefactos, herramientas, nuevos recursos del poder que ejercía la
autoridad penal1.

Producto de esta absorción es que se da lugar a una estatización de aquellos


grupos de control, con lo cual, luego, se preocuparían por impulsar -a través de su
protagonismo en las diversos ámbitos de decisión- nuevas leyes que reforzaran
sus intentos de reformismo moral -cuando apriori aquellas comunidades tan solo
se ocupaban de hacerlo sin tener como gran soporte la legislación penal-.

Y, por último, es producto del devenir de todos estos procesos en materia de


reformismo moral y penal, que las clases más acomodadas comienzan a cumplir
el rol principal respecto de lo que correspondía al control social de las capas más
marginadas, aquellas que vivían en condiciones paupérrimas. Es así que el
antagonismo entre los dominadores y los dominados se agudiza, configurándose
una nueva forma de relación entre aquellos polos sociales, y produciéndose
nuevas instancias de control orquestadas de manera rigurosa y matizada.

De este modo, "en toda esta evolución, podemos observar cómo se introduce y se
difunde en un sistema penal estatizado —el cual ignoraba por completo la moral y
pretendía cortar los lazos con la moralidad y la religión— una moralidad de origen
religioso" (Foucault, 1996, p. 98).

2.a.- Supeditar una de las características fundamentales del hombre en sociedad -


como lo es la del trabajo- a un mecanismo de mercado per se implicará arrancar,
de cuajo, al sujeto social y subordinarlo a un conjunto de procesos en el cual
cumplirá un rol que será evaluado no exactamente por su condición humana, sino
que más bien por su efectividad en el cumplimiento de su función en tanto que
mera mercancía al interior de las operaciones industriales.

La nueva composición del trabajo, entendida en el contexto de la Revolución


industrial, fetichizará sus propiedades intrínsecamente sociales al punto de
generar una falaz visión sobre la labor humana. El desarraigo físico -con el
cercamiento de los campos y la consiguiente afluencia de las masas a la urbe-,
sumado al desarraigo psicológico -la perdida de lo propio, aquello sobre lo cual
nos matizamos y reconocemos- será una conjunción fatal que transmutara la
formación de los sujetos en las incipientes sociedades capitalistas, produciendo un
desmejoramiento moral, un decadentismo mental, que sería explicado por la
puesta en escena del trabajo y la tierra como mercancías a disposición de una
entidad intangible, nombrable pero indeterminable, la cual -se supondría-

1
M. Foucault, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, Barcelona, 1996. Pág. 96.
constituiría, por si misma, los patrones de lo bueno y lo malo según los cuales la
sociedad en su conjunto debería de funcionar si no quería devenir en un
conglomerado indecible y amorfo, próximo a un devenir agónico.

El problema fue que, desde el minuto uno, al pretender configurar la nueva


realidad en pos de asegurar el destino del mercado, se estaba dejando de lado -de
manera indiferente- los vastos costes humanos sin discernir entre la naturaleza de
sí de la naturaleza en sí.

Si se lo analiza desde una perspectiva económico-política, correspondería afirmar


que el trabajo no es algo extrínseco al ser humano, no es algo que el ser humano
adquiere ipso facto cuando se subordina a las "leyes" pretendidas del mercado
entendido como autoregulado, sino que, más bien, es la existencia de los
humanos lo que determina los modos del quehacer social, lo que fija, en los límites
de su posibilidad, el actuar juntos dándole un sentido a esa actitud relacional.

Por eso es que "incluir al trabajo y a la tierra entre los mecanismos del mercado
supone subordinar a las leyes del mercado la sustancia misma de la sociedad"
(Polanyi, 2007, p. 128).

2.b.- El pauperismo y la pobreza poseen dos significaciones que delimitan


nítidamente el pasaje de una sociedad pre-industrial, pre-urbana, a una sociedad
que se irá definiendo por la continuidad de los procesos maquinales que empiezan
a estructurar, de modo distinto, la vida de los hombres.

Aquel transito, como se explico anteriormente, supuso resquebrajamientos que


comenzaron a generar contradicciones en la vida moderna, iniciándose procesos
de paternalismo en simultaneo con la profundización de los procedimientos de
instauración del libre mercado, generándose así paradojas inusitadas que hacían
indispensables acciones inmediatas para contrarrestarlos.

Con el paso del mundo de la tierra como asentamiento de constitución subjetiva al


mundo de la tierra como mera mercancía al servicio del mercado autoregulado se
producen, en este contexto, desequilibrios que generan un empobrecimiento
abrupto que tienden a disminuir los márgenes de bienestar del hombre
proletarizado -o próximo a proletarizarse-, al trabajar por salarios menores a los
necesarios para subsistir.

De esta manera, el paternalismo va a estar representado por un sistema/soporte


dirigido a aquellos trabajadores que sufrían cada vez mas de condiciones de
inseguridad salarial, que sería la ley de Speenhamland (en UK), lo cual permitía, a
través de subsidios (repartido en términos de chelines y peniques) -fijados en
proporción a una cierta cantidad de pan según el valor fluctuante del mismo- un
ingreso mínimo que permitiría el aseguramiento del bienestar cotidiano.

Sin embargo, esto genero distorsiones en un mercado de trabajo -todavía- cerrado


y, en efecto, configurado al margen de las condiciones necesarios para el
desarrollo capitalista; de hecho, lo que se genero fue un desincentivo general para
trabajar, cayendo la productividad de una manera desmedida, lo cual resultaría en
un desconcierto de los principales actores entendidos de la época. Pareciera
haber sido que empobrecimiento y progreso iban de la mano.

Esto se debe, básicamente, a que "ningún trabajador tenía interés en satisfacer a


su patrono, ya que su renta era la misma independientemente del salario
acordado", lo cual tuvo como consecuencia que "en el lapso de pocos años, la
productividad del trabajo descendió progresivamente al nivel de la de los
indigentes, y ello supuso una razón suplementaria para que los patronos no
aumentasen los salarios por encima de lo que establecía el baremo" (Polanyi,
2007, p. 141).

Así es que, si bien se aumentaba la producción a grandes escalas, la inanición de


las masas comenzaría, en determinado momento, a ser moneda corriente, lo cual
fue completamente inesperado, y lo que denotó que "la tentativa llevada a cabo
para crear un orden capitalista desprovisto del mercado de trabajo había
fracasado estrepitosamente" (Polanyi, 2007, p. 141 y 142).

Además, en ese entonces la pobreza era entendida de diversas maneras, los


cuales no hacían hincapié en los procesos generales y sus axiomáticas
contradicciones; las causas se atribuían a factores completamente equívocos,
como las presuntas nuevas razas de ovejas, la inutilidad del uso de los caballos, o
-inclusive- la existencia, en demasía, de los perros. También se consideraban los
efectos que podían llegar a tener el consumo de cerveza y el de pan, así como
también se argumentaba que beber té era insano2.

Lo cierto es que todo este proceso genero un profundo desconcierto respecto del
porvenir capitalista que se preveía -o, más bien, que se pretendía-, generando "la
impresión de que, en términos generales, prevaleció, fue que el pauperismo
constituía un fenómeno sui generis, una enfermedad social debida a todo tipo de
causas, la mayor parte de las cuales se habían agudizado por la incapacidad de la
legislación sobre los pobres para proporcionar el remedio adecuado" (Polanyi,
2007, p. 158).

2
K, Polanyi, La gran transformación, Quipu editorial, Madrid, 2007. Pág. 157.
3.1.- El sistema de Speenhamland consistió en el impedimento de la creación de
un mercado de trabajo en Inglaterra, como forma de contención de los
trabajadores que habían sido proletarizados o que estaban próximos a serlo,
asegurándoles un mínimo del nivel de vida en base a un ingreso en términos de
subsidio.

3.2.- El Homo œconomicus, según la escuela neoclásica de la economía -o


ortodoxa- consistía en considerar al hombre como un individuo capaz de procesar
las condiciones del mercado libre como requisito para la constitución de un
sistema capitalista en las nuevas sociedades atravesadas por el flujo de las
transformaciones que generó la Revolución industrial.

Esta clase de hombre -del mundo burgués-, intentaría buscar la consecución


genuina de sus propios intereses, con métodos egoístas y prácticas atomizadas
empleadas en la sociedad.

El hombre económico cumpliría sus objetivos en base a una teoría de la elección


racional, y el logro de las metas establecidas implicaría, como fundamento, lograr
la mayor cantidad de beneficios posibles por sobre los costos necesarios para
cumplir esos objetivos planificados, siguiendo patrones de utilidad y parámetros
estrictamente teleológicos.

3.3.- El éxodo rural fue una de las condiciones primordiales para que se llevara a
cabo el proceso de proletarización de los trabajadores que luego se convertirían
en sujetos asalariados.

La instalación del complejo sistema capitalista cambio las formas de acumulación


del capital, y tuvo como característica insoslayable la absorción de una vasta
cantidad de mano de obra, aumentando así la clase obrera que se ponía a
disposición de los empleadores -poseedores de los medios de producción-
mediante la venta de sí -en tanto que fuerza de trabajo- ante la necesariedad de
un salario que le permitiera conseguir los bienes imprescindibles para poder vivir.

Los mecanismos necesarios para establecer una economía de mercado tendrían


como requisito que la fuerza de trabajo fuera entendida como una mercancía mas
entre tantas -la tierra, etc.-, puesta a disposición del mercado, dependiendo -su
continuidad- de las leyes de la oferta y la demanda al interior de allí.

6.- En la actualidad, según Castel, los individuos van perdiendo paulatinamente los
soportes identitarios que implicarían para aquél un status determinado en la
sociedad, producto de un conjunto de problemas que se fueron dando en el ámbito
del trabajo con las transformaciones ocurridas en el seno de un modelo neoliberal
que, cada vez mas, atomizaría la vida en sociedad.

La "pulverización" de ese soporte se produjo por una serie de acontecimientos


constatables desde los años 70´, y tiene que ver con la fluctuación respecto de la
condición adquisitiva del asalariado, el desempleo masivo, la precarización del
trabajo (inseguridad, falta de garantías de condiciones socioeconómicas mínimas,
etc.), etcétera.

Según este autor, en nuestros días se asiste a una revitalización del concepto de
individuo mediante el cual se irían configurando nuevas formas de organizaciones
sociales basadas en un orden en el que se resaltan las cualidades y los dotes
personales para la realización de las distintas acciones correspondientes llevadas
a cabo por quienes destaquen en su labor, los aptos, los idóneos.

Con el pasar del tiempo, los desafíos sociales se han ido tornando mas
específicos, necesitando -para la superación de los mismos- a los individuos mejor
cualificados, con mayor seguridad de sí mismos, con mayores competencias
personales.

La exaltación y el enaltecimiento de los recursos y herramientas que vuelven


consistente a los individuos según sus usos y costumbres cobran significancia en
los distintos ámbitos de la vida: en el ámbito del trabajo, en la esfera intrafamiliar,
en los sindicatos, entre otros.

Ahora bien, hay un combo más complejo en las sociedades contemporáneas, el


cual se encuentra estrechamente vinculado a una serie de procesos intrincados
que generan un desprendimiento de aquello sobre lo cual podemos tener cierta
predicción, cierto nivel de previsibilidad: cada vez mas estamos ligados a una
incertidumbre propia de las actuales sociedades capitalistas.

Esta incertidumbre -en los distintos ámbitos de la vida- implica, para el porvenir de
cada individuo, la capacidad necesaria de "soltar", la "fortaleza" de hacerse al
paso, mediante el recorrido, de producir nuevas herramientas a niveles
inmediatos, con lo cual se estaría mas próximo al desconcierto, en caso de no
poseer, crear e instrumentar las cualidades que nos permitan proseguir hacia el
porvenir; aquí lo complicado será realizar planificaciones y, en caso de ser posible,
lograr llegar a las metas propuestas con antelación.

Así es que existen, para Castel, dos tipos de individuos: aquellos que denotan
ciertos niveles de independencia con respecto a su contexto y, en el caso
contrario, aquellos que carecen de los soportes necesarios para moverse con
cierta "libertad", y son los que el denominaría como "individuos por defecto".
Castel denomina a la "desafiliación" como la perdida y, en efecto, la carencia de
un sistema de contención, un tejido de sostén que garantice a los trabajadores en
la actualidad de determinados presupuestos que les permita un cierto nivel de
certidumbre ante los progresivos cambios en las sociedades capitalistas
contemporáneas, provocándose, en un contexto como el mencionado, la falta de
una base social que provea a los trabajadores de una base identitaria solida.

El abate Sieyes, cuando alude a los trabajadores asalariados que estaban


completamente desprotegidos en los procesos suscitados por la Revolución
industrial -y quienes serán los principales protagonistas de la primera cuestión
social-, se refiere a estos como un "instrumento bípedo", con una falta de libertad
y moralidad evidentes, ya que tan solo poseían su fuerza de trabajo para
sobrevivir, estando a la deriva por depender -totalmente- de las decisiones de los
poseedores de los medios de producción, es decir, de sus posibles empleadores.

¿Cómo relaciona Castel lo expresado por Sieyes respecto de la situación de los


trabajadores en la actualidad? Sucede que, como se dejo en claro anteriormente,
durante estos tiempos hay "individuos por defecto" que padecen la perdida de
protecciones y derechos que implican, en mayor o menor magnitud, un cierto
poder de "propiedad social", extraviándose en la sociedad, una sociedad cada vez
mas dispersa y fragmentada, producto de una atomización de las costumbres.

La perdida de consistencia de las estructuras que ligan al trabajador con su labor


mediante ciertos parámetros a través de los cuales aquel podía tener niveles,
aunque sea, mínimos de certidumbre están provocando una individualización que
atenta, inclusive, contra la cohesión social.

Se refiere a aquellos porque hay una homologación entre los desafiliados actuales
y los llamados -por los sectores conservadores- "inútiles para el mundo" de otrora;
aquellos "inútiles para el mundo" eran los vagabundos preexistentes a la
Revolución industrial, los cuales -para el autor- son similares a aquellos que
actualmente son categorizados mediante la noción de "inempleables" 3. Son los
denominados "sujetos supernumerarios", llamados así producto de los cambios en
los distintos niveles de las competencias tanto económicas como así también
sociales.

7.- Van Parijs propone, a modo de ingreso ciudadano, una renta distribuida
incondicionalmente a todos los miembros de la sociedad, afirmando que puede ser
considerada en términos de una redistribución de carácter suave del empleo

3
R. Castel, La metamorfosis de la cuestión social, 2007. Pág. 15.
disponible. Van Parijs plantea que esta renta seria mucho menos brutal en cuanto
a la eficiencia comparado con una reducción de la carga horaria laboral con una
reducción de trabajo semanal de 30 o 35hs, así como también mas respetuoso de
las libertades individuales debido a que una reducción semanal de esa cantidad
implicaría aumentar los años de jubilación a, por ejemplo, 50 o 55 años.

Por otro lado, otra de las características positivas de esta renta básica es que con
el aumento de la productividad, en simultaneo se podría también aumentar el
tamaño -con cautela- de esta clase de renta, siendo percibido por toda la
comunidad social4.

Para este autor, la renta básica es una vía del capitalismo hacia el comunismo
debido a que este ingreso, llevado a cabo en el contexto de las sociedades
capitalistas, y teniendo en cuenta la dinámica propia de este modelo sistémico,
representa los ideales del comunismo en base a la distribución incondicional
según las necesidades socioeconómicas que permitirían a las personas poder
emanciparse del imperativo de trabajar, de llevar a cabo una labor alienante 5.

Según expresa Van Parijs, esta renta "puede tomar, en parte, la forma de servicios
educativos o de salud gratuitos". Pero, prosigue, hay otra forma que puede tomar
este ingreso, como, por ejemplo, el de "una renta monetaria otorgada a todos sin
condición y que podría ser completada con los diversos tipos de ingresos que
existen en la sociedad de mercado: ingresos del ahorro, ingresos del trabajo,
ingresos de la inversión y también algunas transferencias complementarias a
personas en situaciones particulares" (V. Parijs, 2002, p. 20).

De esta manera, con el aumento de la producción -teniendo en cuenta el


dinamismo del capitalismo- con el desarrollo de las distintas fuerzas productivas,
este tipo de renta tendería a aumentar en términos absolutos y en proporción del
producto total generado hasta constituir la parte más voluminosa del ingreso
disponible del país, junto con salarios y beneficios simplificados al "dinero de
bolsillo", entendido como un minúsculo ingreso marginal adicional6.

Se considera a esta propuesta radical porque -a diferencia del Estado de


Bienestar -o del sistema clásico de transferencias-, que con la focalización
distributiva del ingreso transferido a los excluidos terminaba por estigmatizarlos- la
renta es universal, es decir, no tiene una connotación excluyente, debido a que es
otorgada a todos por igual entendido como un derecho de cada una de las
personas que conforman una sociedad, además de que no significa tampoco un

4
J. G. Ramírez, La renta básica, mas allá de la sociedad salarial, Ediciones ENS, Colombia, 2003. Pág. 17.
5
Ibídem. Pág. 20.
6
Ibídem.
ingreso que, al alcanzar ciertos niveles de bienestar socio-económico, se pierda
en determinado momento7.

De esa manera, la renta básica -para Van Parijs- "un instrumento para realizar
gradualmente dentro del capitalismo —en nuestra sociedad y en nuestro mundo—
el ideal de emancipación de la dominación, el empoderamiento de los más débiles
y la libertad real para todos, que fueron desde el principio el núcleo del ideal de las
tradiciones socialistas y de las izquierdas de todo el mundo" (Van Parijs, 2002, p.
21).

Históricamente, dicha propuesta surge en el año 1848, en Bruselas, y es llevada a


cabo por un pensador político de orientación socialista y discípulo del economista
cooperativista -también socialista- Charles Fourier, llamado Joseph Charlier; aquel
formuló una serie de ideas en su obra "Solución del problema social", mediante un
planteo que tenía como base teórica una introducción de un dividendo territorial,
una renta mínima que era pagada por el municipio correspondiente a todos los
habitantes ciudadanos en términos del derecho universal a la tierra, a los recursos
naturales de allí.

El debate con John Rawls se produce debido al entendimiento diferente que tienen
ambos autores respecto de cual debería ser el límite del otorgamiento de dicho
ingreso básico universal, puesto que en algunas personas -según sus aptitudes y
atributos- los efectos podrían ser positivos mientras que en otras negativos, según
la visión de Rawls.

Con efectos nos referimos al uso que se haga de esa renta; se sostendrá, desde
una posición escéptica respecto del universalismo de dicho ingreso, que "los
individuos que no son talentosos, los discapacitados, o los perezosos se irán
quedando atrás", con lo cual, los individuos que presenten estas cualidades, se
supone, podrían ser separados y excluidos inexorablemente por el funcionamiento
del mercado.

Sin embargo, el maximin propuesto por Van Parijs presenta dos características
ineludibles, que son, en primer lugar, que el individuo será estimulado para lograr
una mayor eficacia por ser desigual a los demás y, por el otro, que será incluido
porque el propio sistema de renta favorece esa incorporación -otorgando la
posibilidad de volver al mercado de trabajo- al no premiar sobremanera el talento
desigual por sus niveles de eficacia por encima de los discapacitados, perezosos,
y una de las razones de este equilibrio es que aquellos trabajos más complejos
serán remunerados en mayor medida que aquellos que no lo sean. En efecto, si

7
Ibídem, pág. 21.
una persona decide no elegir tener una labor más dificultosa, en consecuencia,
percibirá ingresos menores que en el caso contrario8.

Si, la renta básica podría constituirse en un principio ineluctable para que el sector
de los trabajadores y desafiliados produzcan una autorrealización mediante un
piso mínimo que les otorgue la posibilidad de tener una oportunidad de reingresar
al mercado laboral, con la posibilidad de elegir siempre y cuando en qué casos se
quisiera.

8
Ibídem, pág. 156-157.

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