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ARTÍCULO 91.

- DESACUMULACION
Cuando el Juez considere que la acumulación afecte el Principio de Economía
procesal, por razón de tiempo, gasto o esfuerzo humano, puede separar los
procesos, los que deberán seguirse independientemente, ante sus Jueces
originales.
LA DESACUMULACION

La desacumulación, también denominada separación de procesos o escisión


procesal, de cortadura, es la figura opuesta exactamente a la acumulación, por la
cual se separan los procesos que se han llevado en un solo despacho. En general
puede decirse que el principal motivo que apuntalaría tal decisión, y no es poco
motivo, sería porque existiera algún nivel de perjuicio posible en contra del interés
del procesado, amén de que se pudiera afectar algún otro interés procesal
relevante.

Clariá Olmedo, respecto problemas causados por la acumulación, expresa:


“Puede ocurrir que la acumulación amplíe desmesuradamente el proceso
afectando en alguna medida la defensa o la libertad del imputado. Las leyes han
tenido en cuenta este posible inconveniente, autorizando la tramitación separada
de las causas en la instrucción o la separación de las que se han acumulado para
el juicio” En tal sentido podemos referir que en el sistema anticorrupción algunos
procesos grandes se hicieron casi inmanejables en razón del número de
procesados y defensores, representando un desafío al espacio destinado como
sala de enjuiciamiento.

Creus, por su lado, en relación a los procesos complejos, indica: “como puede
ocurrir en casos complejos por la acentuada pluralidad de delitos o cuando la
intervención de distintos imputados en ellos, pese a la conexidad, revela un
apreciable grado de autonomía, dicha unificación puede introducir un factor de
confusión en la misma documentación, en la determinación de los hechos
atribuidos y en la prueba correspondiente a cada uno de ellos que se va reuniendo
durante la instrucción”

Lo cierto es que, apreciándose los motivos para desacumular, el inciso 4 del


artículo 20 del C. de P.P., nos indica y recuerda, que la desacumulación no es
concebida, entre nosotros, como regla sino al contrario: “Excepcionalmente, con la
exclusiva finalidad de simplificar el procedimiento y decidir con celeridad”

Ahora bien, respecto esta figura procesal, una vez avanzada o realizada la
investigación preliminar y empezada la instrucción o investigación jurisdiccional o,
inclusive, estando próximos los inicios del juicio oral, se aprecia que los fines son
distintos a los de la acumulación, siendo en esta oportunidad, los siguientes:
1.- simplificación del procedimiento
2.- decidir con celeridad.
Además, como requisito de su factibilidad, se requiere que exista la posibilidad
razonable de conocer con independencia cada caso acumulado.

Lo cierto es que procesos complejos (como se han visto en el sistema


anticorrupción peruano, con los casos vinculados a Vladimiro Montesinos Torres),
pueden hacerse demasiado grandes y difíciles de manejar, tanto en lo físico como
en lo jurídico, si tuviera demasiados procesados, agraviados y delitos, y se
hubieran realizado a través de varios años, de modo que lo razonable, de ser
posible, seria dividirlos y llevarlos por separado. Esto importaría también la
simplificación de los procedimientos y facilidades para los defensores; sin
embargo, no se crea que la sola necesidad posibilita separarlos fácilmente.

En realidad, puede bien decirse tema que el principal fundamento para efectuar
las desacumulaciones, es para terminar un proceso con mayor celeridad, con el
interés de favorecer a los inculpados, puesto que algunos procesados podrían
poner dificultades al procedimiento, podrían perturbar y, con ello, retardar su
marcha, de modo que los procesados que acataran debidamente a las
autoridades, se verían perjudicados al no ver resuelta su situación (por ejemplo).

Así pues, en el sentido referido, apreciando las cosas desde el interés del
justiciable, se pueden presentar casos concretos en que se requeriría
desacumular para evitar dilaciones indebidas y afectaciones al derecho del
inculpado, respecto al plazo razonable del proceso.
PRINCIPIO DE LA ECONOMIA PROCESAL

“La justicia lenta no es justicia”

El principio de economía procesal se define como la aplicación de un


criterio utilitario en la realización empírica del proceso con el menor desgaste
posible de la actividad jurisdiccional.

Por su trascendencia jurídica y social, el principio de economía procesal pertenece


a la temática de la política procesal y, por consiguiente, constituye un prius que
el legislador debe tener en cuenta como inspirador de las formulaciones legales,
sea implantándolo como un principio encaminado a configurar
un ordenamiento procesal de acuerdo al criterio utilitario en la realización del
proceso, sea configurándolo como un poder-deber del juez en la realización del
proceso.

Los puntos de ataque del criterio utilitario se refieren a la duración del proceso y al
costo de la actividad jurisdiccional que el principio de economía no ignora ni
repudia, sino que, aceptando que el proceso tiene una dimensión temporal y que
el proceso significa un gasto, trata únicamente de regularlos en forma tal que no
conspiren seriamente contra el justiciable.
Sin embargo, como norma de interpretación, formuliza el precepto mediante la
utilización de locuciones comparativas:
"más rápida y económica", "mayor economía", expresiones que carecerían de
significado si no encontraran correlato en el ordenamiento procesal. Oportuna
como expresión de carácter general o pragmática, la inapropiada redacción
del precepto es criticable porque significa una formulación polémica, ya que en su
esencia el principio de economía procesal no se define por la pugna de la rapidez
contra la lentitud ni de lo gratuito contra lo oneroso; en todo caso, lo apropiado
seria invertir los términos de la formulación estableciendo que se preceptúa la
realización del proceso y la actuación de los sujetos procesales menos lenta y
menos dispendiosamente, que solo se diferencia de la anterior -fórmula optimista-
en el escepticismo que comporta la frase.

Despojado, pues, de éstas formulaciones programáticas, poco normativas,


el principio de economía procesal adquiere categoría de principio general de
carácter político-procesal por sus aplicaciones concretas, a saber:
a) economía financiera del proceso
b) simplificación y facilitación de la actividad
“AÑO DEL BUEN SERVICIO AL CIUDADANO”

UNIVERSIDAD NACIONAL AMAZÓNICA


DE MADRE DE DIOS
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PUERTO MALDONADO - PERU

2017

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