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El documento resume el libro de Judit. Explica que se trata de un libro deuterocanónico del Antiguo Testamento que se conserva en varias versiones griegas y que probablemente se basa en un original semítico. Además, analiza elementos como la fecha de composición, el género literario y el sentido teológico del libro.
El documento resume el libro de Judit. Explica que se trata de un libro deuterocanónico del Antiguo Testamento que se conserva en varias versiones griegas y que probablemente se basa en un original semítico. Además, analiza elementos como la fecha de composición, el género literario y el sentido teológico del libro.
El documento resume el libro de Judit. Explica que se trata de un libro deuterocanónico del Antiguo Testamento que se conserva en varias versiones griegas y que probablemente se basa en un original semítico. Además, analiza elementos como la fecha de composición, el género literario y el sentido teológico del libro.
hebreo יהודיתYehudit “la judía”). Se trata de otro de los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento.
Se conservan varias familias de manuscritos de un texto
griego, del que se suele considerar que es traducción de un original semítico. Las traduccionesvetus latina y siriaca proceden del texto griego, pero en la Vulgata San Jerónimo hizo una revisión de antiguas traducciones latinas teniendo a la vista un texto arameo.
Elementos de interés
Sobre la composición del libro de Judit:
Es muy difícil precisar la fecha de composición, ya que debido
a su peculiar género literario no sirven las alusiones históricas a los hechos narrados. Por ejemplo, se habla de Nabucodonosor, rey de Nínive, reinante después de que los judíos hubieran regresado de la cautividad y reconstruido el Templo. Cuando en realidad Nabucodonosor fue rey de Babilonia y quien llevó allí desterrados a los judíos. En su redacción se pueden encontrar expresiones típicas de la época persa(preparar la tierra y el agua (2, 7), el dios del cielo (5, 8), los nombres de Holofernes y Bagoas, etc.) pero también muchos elementos griegos (la gerusía de Jerusalén (11,14), el empleo de coronas (3, 7), la alusión a un rey Nabucodonosor divinizado (3, 8), etc.). Además, el marco geográfico es fantasioso, ya que muchos topónimos, entre ellos Betulia, se resisten a todo intento de identificación. No se trata, pues, de un libro histórico. Es posible que el autor se inspire en algunos hechos reales, pero que resultan irreconocibles debido a la forma literaria de exposición. Su particular género literario más bien tiene elementos comunes con el midrás y con la apocalíptica. Por ejemplo, en el relato se utilizan algunos elementos del género apocalíptico, como la criptografía: de hecho, Nabucodonosor, prototipo de los enemigos de los judíos, podría ser Antioco IV Epífanes; Nínive sería Antioquía (capital del reino Seleúcida); Betulia es un lugar desconocido, pero la palabra significa “casa de Dios”; Judit (“la judía”) sería el pueblo judío personificado en una mujer. Además, se puede apreciar una dependencia literaria de Jdt 3,8 con la versión de los LXX de Daniel 3,2 y de otros pasajes de este libro. Por tanto, la redacción del libro de Judit habría que situarla en la segunda mitad del siglo II a.C. después de que el libro de Daniel fuera traducido al griego (año 145 a.C.), en el contexto de la persecución de Antíoco IV y la revolución macabea.
Sentido teológico del libro de Judit
La clave teológica del libro se encuentra en la oración de Judit (9,1 ss.): el que ha querido seducir a Israel llevándolo a la idolatría, es seducido y vencido; en cambio, los que son fieles a Dios pueden contar siempre con la Fidelidad del Señor como punto de apoyo. En el contexto en que fue escrito, el libro tiene un mensaje de esperanza en el Dios de Israel, que conduce la historia de su pueblo. Judit simboliza la fe mientras que Holofernes simboliza la fuerza. Judit no posee armas ni destreza en su manejo, pero su fuerza está en su fe. La confrontación entre ambos es paradigma de la confrontación entre los que confían en el poderío humano y los que confían en Dios. Es la misma doctrina del Sal 20,8: “unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros somos fuertes en el nombre del Señor”. Judit es hermosa y prudente (Jdt 8,26-28). Es, pues, figura de la sabiduría que proporciona la fe y la confianza en Dios (Jdt 8,15) que supera la sabiduría humana, ya sea babilónica o griega. A pesar de que la lógica humana llevaría a pensar que el mundo está a merced de los poderosos, el libro de Judit mueve a pensar según la lógica de Dios de la que habla San Pablo: “Dios escogió la necedad del mundo para confundir a los sabios y Dios eligió la flaqueza del mundo, para confundir a los fuertes; escogió Dios a lo vil, a lo despreciable del mundo, a lo que es nada, para destruir lo que es, de manera que ningún mortal pueda gloriarse ante Dios” (1 Co 1, 27-29). No obstante la fe en Dios no excluye la necesidad de la colaboración humana. La derrota de los asirios, según el relato, es fruto del empuje, la iniciativa y la habilidad de Judit, y no de espectaculares intervenciones divinas. Ella pone inteligentemente todos los medios a su alcance y Dios hace que triunfe en una tarea que humanamente no parecía tener ninguna posibilidad de éxito.
Título
Libro de la Sabiduría es el título que lleva esta obra en la Vulgata;
los LXX la titulan Sabiduría de Salomón; en la actualidad se la designa con ambos nombres. La mención más antigua de Sabiduría se encuentra en el fragmento Muratoriano (del siglo III d.C.), donde se la cuenta entre los escritos del NT (!) bajo el nombre de “Sabiduría, escrita por los amigos de Salomón en su honor”
Situación
Nos lo encontramos ocupando el sexto lugar entre los libros
sapienciales; es el último de los cuatro libros que se atribuyen a Salomón. Canonicidad
No forma parte de los libros canónicos de la Biblia hebrea ni de
la protestante. Su canonicidad en la parte católica nunca fue puesta en duda.
Autor
El autor del libro pretende hacerse pasar por Salomón. Ya lo
pusieron en tela de juicio Orígenes, Eusebio, san Agustín y san Jerónimo. Por lo dicho se ve claro que se trata más bien de un recurso literario, usual en la literatura sapiencial por otro lado como ya hemos visto. Desgraciadamente el autor de este libro permanece anónimo.
Todos los esfuerzos de identificación (Filón, Zorobabel, Apolo,
Aristóbulo) han resultado infructuosos, y lo más que podemos afirmar es que se trataba de un judío piadoso de lengua griega, que conocía bastante bien la filosofía y cultura griegas y que probablemente pertenecía a la comunidad alejandrina.
Antigüedad y composición
En evidente, por consiguiente, que a pesar de la atribución a
Salomón, Sabiduría se escribió muchos siglos después de este rey. Ciertamente es posterior a los Profetas y a los Escritos en la versión de los LXX (mediados del siglo II a.C.), y es anterior a los escritos de Filón (20 a.C.-54 d.C.) y al NT, pues el autor de Sabiduría ignora al primero, mientras que el NT ya utiliza Sabiduría (cfr. Rom 1,18-32; Ef 6,11-17; Jn; Heb 1,2-3, etc.). Según todo esto no nos equivocaremos mucho si le asignamos como fecha de composición la primera mitad del siglo I a.C.; el Libro de la Sabiduría, por consiguiente, es el último libro del AT. Idioma original.
El libro no figura en la Biblia hebrea y sólo nos es conocido en
griego. Si bien algunos han defendido la existencia de un original hebreo, hoy se tiene por seguro que fue escrito directamente en griego. Entre otros indicios, presenta un griego fluido y libre de la violencia inevitable en una traducción; hay en el texto recursos literarios, como aliteración, asonancia y paronomasia, que difícilmente podría haber empleado un traductor. Además, el autor utilizó el AT en la versión de los LXX y su obra está pensada en griego.
Lugar de composición.
Su origen parece tenerlo en Egipto; probablemente Alejandría,
el gran centro intelectual y científico del mundo mediterráneo y uno de los más importantes centros de la diáspora judía. La lengua de los LXX (Versión alejandrina del AT) y el Libro de la Sabiduría están estrechamente relacionados, y además bastantes ideas muestran una gran afinidad con las de otras obras judeo-alejandrinas del mismo periodo. Otro indicio puede ser la insistencia con que se nombra a Egipto y sus relaciones con Israel (cc. 11-19).
Sabiduría: contenido doctrinal
Sobre el problema de la retribución el autor nos ofrece el primer y único ejemplo en todo el AT donde se afirma clara y taxativamente que el destino real del hombre es la vida futura junto a Dios. Sabiduría afirma decididamente que el premio consiste en vivir junto a Dios, replantea el problema del sufrimiento del justo, el valor de los hijos y de la ancianidad a la luz de esta doctrina, y ofrece una explicación del plan de Dios con respecto al individuo que supera a cuantas se dieron en tiempos anteriores a Cristo. En su reflexión, el autor pudo valerse de los conceptos griegos de alma y cuerpo. Sin embargo, el proceso de su razonamiento es judío, pues llega a la conclusión de la inmortalidad partiendo no de la naturaleza del hombre, sino de las relaciones de éste con Dios, y su forma de describir el premio del justo como una participación en la vida angélica (5,5) pudo formularse en el marco de las crecientes aspiraciones de la piedad veterotestamentaria sin un explícito conocimiento filosófico de la naturaleza inmaterial del alma humana. Parece que así se llegó también a formular en Qumrán.
En la primera sección del libro sobre la sabiduría el autor aborda
el problema del atractivo que ejercía el helenismo y quiere demostrar a los judíos que ellos no son bárbaros, como se había dicho, y que no tienen por qué envidiar la sabiduría de los paganos, ya que son los judíos quienes poseen la verdadera sabiduría. No rechaza la cultura griega, sino que se propone lograr una especie de síntesis. Parte de la personificación de la sabiduría divina según Prov 1; 8-9; Job 28; Eclo 24 y la identifica con el espíritu del Señor. Afirma que la sabiduría posee realmente las cualidades del alma del mundo de los griegos (7,22-8,1). Ella es la que verdaderamente inicia en los misterios de Dios (8,4) y le enseña las cuatro virtudes cardinales de Platón (8,7). Trata de lograr una síntesis entre los dos humanismos, el antropocéntrico de los griegos y el teocéntrico de los hebreos. Sin embargo, en un estilo típicamente hebreo, nos recuerda que la sabiduría enseña por encima de todo la justiciaque conduce a la inmortalidad y que la sabiduría no es una cualidad adquirida por el hombre, sino un favor, un don, que ha de pedirse a Dios; no un mero ideal de la vida humana, sino el poder que capacita al hombre para vivirla en plenitud.
En la segunda parte del libro, el autor recuerda cómo actuó Dios
con los justos y con los malvados en Egipto al tiempo del éxodo. Así robustece en sus correligionarios la confianza en Dios para el presente y la esperanza en una intervención escatológica similar. A la vez, el autor idealiza el pasado, como hace en la tercera parte: su finalidad es triple: ilustrar por la historia el trato diferente de los justos y los impíos, ensalzar la superioridad religiosa y moral del judaísmo, y, en fin, mostrar que el pasado prefigura el futuro apocalíptico.)