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En agosto del 2015, la juez Katherine Andrea Rolong Arias, titular del Juzgado
Primero de Familia del Circuito de Medellín, falló a favor de Contreras para que se
le reconociera como padre del menor. El fallo se limitó, exclusivamente, a los aportes
por cuota alimentaria, pero se abstuvo de fijar un régimen de visitas y demás
derechos. El argumento: la contraparte no asistió a la diligencia de conciliación.
“No puedo ver a mi hijo, pero sí tengo que pagar la cuota alimentaria sin falta”,
cuenta Contreras haciendo fuerza para que su voz no se desgarre. “Lo que yo busco
es que Ismael sepa que tiene un padre que lo ama y espero que pueda acompañarlo
en los momentos importantes de su vida”, agrega.
La abogada María Cristina Ferrucho, que lideró por varios años la Fundación Padres
por Siempre, es tajante cuando afirma que “muchos hombres sufren discriminación
de género en el sistema judicial”.
Juan José Ramírez* cuenta con amargura que tuvo que sufrir por cuatro años los
prejuicios en los juzgados de familia a la hora de definir temas como la custodia o el
régimen de visitas de los niños. “Escuché una frase descorazonadora: deben
entender que cualquiera puede ser padre, pero madre sólo hay una”.
Lina Patricia, del ICBF, hizo hincapié en el tema de fondo, “muchas mujeres y
hombres utilizan a los niños como herramientas de venganza contra sus exparejas
porque no superan bien los duelos amorosos”. El problema es que los niños quedan
en medio de un sinfín de disputas y terminan afectados para toda la vida.
Según estudios realizados en todo el mundo sobre la siquis de los hijos del divorcio,
no es la separación la que puede causar problemas a los menores, sino el conflicto.
Expertos consultados por Semana.com señalan que en una circunstancia de
separación de sus padres, d
Con excepciones que confirman la regla, por lo general una separación deja heridas
en la pareja y estas, casi irremediablemente, van a formar parte del ámbito en que se
desenvuelven los menores. En estos casos el punto de salvación, según los sicólogos,
está en la manera como los padres asuman la eventualidad, pensando más en los
hijos que en ellos mismos.