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INTRODUCCIÓN AL

ESTUDIO TEÓRICO DE LA
GEOGRAFÍA
VOL. I

Objetivos, contenidos y enfoques

J. Vilá Valentí

EDITORIAL ARIEL, S.A.

Barcelona, 1983

Este material se utiliza con fines


exclusivamente didácticos
CAPÍTULO 3
LA EVOLUCIÓN DE LOS CONTENIDOS GEOGRÁFICOS

El carácter sistemático que va adquiriendo la Geografía, como ocurre en otras disciplinas, permite
hablar de la existencia de unas grandes divisiones o ramas geográficas, de acuerdo especialmente con la
homogeneidad que puedan presentar los distintos contenidos u objetos materiales estudiados. Al mismo
tiempo que mostramos una rápida visión histórica de la Geografía, podemos señalar cuáles son los
principales contenidos considerados o, dicho de otro modo, las grandes divisiones que nuestra disciplina va
presentando. Para realizar este análisis lo presentamos en tres épocas muy significativas, aunque de desigual
duración temporal, siempre consideradas en su conjunto: La Geografía antigua, fundamentalmente griega
(siglo VII a. de C. a siglo II); la Geografía renacentista y posrenacentista (de finales del siglo XV a la
primera mitad del XVII); y la Geografía contemporánea, especialmente a finales del siglo XIX y primera
mitad del actual (fig. 4).
Es evidente que dejamos de señalar épocas y fases importantes en la evolución histórica de la
Geografía. Pero nos parece que no tienen la significación de las que presentamos, por unas ciertas carencias
de creatividad u originalidad en cuanto a los conocimientos geográficos. Probablemente la más interesante
sería la época musulmana (siglos VIII al XIV; véanse varias historias generales de la Ciencia y de la
Geografía, c. 2.1, 2.2, etc., c. 2.16, 2.17, etc., y c. 2.13; estudios y textos de corógrafos árabes en c. 4.2 a
4.4). Presenta, en efecto, un notable desarrollo en varios campos –Astronomía, Geografía astronómica,
Cartografía, Corografía–, en parte comparable al posterior Renacimiento de la Europa occidental.
No nos referimos tampoco a sistematizaciones geográficas alejadas del mundo grecorromano o, en
la época medieval, fuera de la Europa mediterránea y occidental tales como las que hayan podido existir en
las culturas china o en las americanas prehispánicas.

3.1. La geografía antigua o clásica

Ya hemos aludido brevemente al contexto y circunstancias en que nace la Geografía antigua (v. 1.2).
En cuanto a su desarrollo, se trata de unos ocho siglos de Geografía de la que poseemos una información y
unas referencias escritas y gráficas –más exactamente, cartográficas– suficientes para señalar sus rasgos
fundamentales. Nos interesará ahora señalar los dos grupos de objetivos cultivados, para a continuación
mostrar los diferentes contenidos que en ella aparecen como objetos materiales de estudio.

Los objetivos de la geografía antigua

La información que poseemos permite afirmar, como hemos tenido ocasión de señalar (v.: 12), que
desde el siglo VII a. de C., si no antes, aparecen en la Jonia asiática quienes actúan como “geógrafos” y
hacen, de un modo u otro, Geografía, aunque el nombre de nuestra disciplina no aparecerá hasta unas
centurias después, en Alejandría.
Los fragmentos de presentaciones de países, las relaciones de países y de itinerarios (alrededor de la
tierra), las narraciones de viajes marítimos y descripciones de costas (alrededor del mar) y las
representaciones cartográficas, (con la cita de un primer mapa atribuido a Anaximandro, 610 a. de C.?)
permiten hablar de la existencia de una Geografía que cumple el objetivo que llamaremos corográfico (v.
5.1).
Otro objetivo, con la actitud que puede designarse con el nombre de reflexiva (v. 5.2), se da también
en las ciudades jonias y en estos mismos momentos. Son significativas, a este respecto, varias de las
preguntas que se planteó Tales de Mileto (640 a. de C ?–548 a. de C.?), una de las cuales, acerca de las
causas de las avenidas del río Nilo, se ha conservado en un texto muy posterior:

Tales considera que los vientos etesios, cuando soplan en Egipto en dirección contraria,
levantan la masa del Nilo, porque las corrientes de éste son elevadas por el oleaje del mar que se
mueve en sentido contrario (AECIO, IV, 1, 1; según EGGERS LAN y JULIÁ, Los filósofos
presocráticos, 1, 1978, p. 82).

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Los dos objetivos geográficos, el corográfico y el reflexivo, seguirán siendo cultivados en el mundo
griego hasta culminar en la escuela de Alejandría, con la obra de Eratóstenes (280 a. de C ?–195 a. de C.?)
y, mucho más tarde, con la de Tolomeo (primera mitad siglo II). Entre ambos, Estrabón (64 a. de C.?–24?)
constituye la gran fuente para el conocimiento de la Geografía griega en general, a pesar de ser en gran par–
te un corógrafo, al haberse conservado íntegros los libros I y II de su obra geográ fica (c. 2.15 y 2.16).
Paralelamente aparecía, a distintas escalas, desde la local a la universal, una producción
cartográfica, hecho que siempre ha ido vinculado a la existencia de una corriente corográfica. Los términos
“geografía” y “geográfico” aparecen ya, por primera vez que sepamos, en una obra de Eratóstenes.

Los contenidos de la geografía antigua

Los objetos de estudio de los geógrafos, es decir, de quienes se refieran de un modo u otro a nuestro
planeta y a su superficie, en particular a la habitada (“Ecumene”), son en la Antigüedad muy variados
amplios. Desde el punto de vista de la consideración de la Tierra como un astro puede llegarse a la actitud
del astrónomo, mientras que, por otro lado, puede llegarse a la descripción de fenómenos que se dan en la
superficie terrestre o marítima (Geografía física) o de determinados países o regiones (Corografía). De esta
manera, la Geografía llega a ser una “madre de las ciencias”, con un conjunto de heterogéneos y
contrastados objetos de estudio que, hasta cierto punto, se mantendrá hasta hoy día.
De acuerdo con los contenidos que aparecen considerados por el geógrafo a lo largo de todo el ciclo
antiguo, las ramas de estudio cultivadas serían, con una designación moderna, las siguientes:
1. Cosmología. Alude en particular al origen y a otros hechos de conjunto del Cosmos. Enlaza con
la Mitología griega –por tanto con una Geografía mitológica– en la medida en que la Cosmología intenta
narrar singularmente el nacimiento del Cosmos (Cosmogonía).
2. Vinculados a las consideraciones anteriores aparece la disciplina que llamamos Astronomía,
como un estudio ya claramente objetivo de los astros, en especial de sus movimientos. Una figura decisiva
en este sentido fue, corno es sabido, Hiparco de Nicea (siglo II a. de C.), de la escuela de Rodas.
3. Geografía astronómica o matemática. Su objetivo primordial es la consideración de la Tierra
como un astro: forma, tamaño, movimientos. La Geografía astronómica aparece en relación frecuente con la
representación gráfica terrestre, es decir, con la Cartografía, y con el objetivo de fijar un punto (accidente
geográfico, ciudad, etcétera) dentro de una red imaginaria (meridianos, paralelos). Eratóstenes, ya citado, de
la escuela alejandrina, constituye un buen ejemplo, con su cálculo del tamaño de la esfera terrestre y su
representación cartográfica del Ecumene. En estos sentidos, el geógrafo realmente clásico para la posteridad
es como hemos dicho, Tolomeo, que es al mismo tiempo un “astrónomo” (su obra de Astronomía realmente
destacada es Sintaxis Matemática o Al–Magesto), “un geógrafo” dedicado a la Geografía astronómica o
matemática (Guía geográfica o simplemente Geografía) y un “cartógrafo” (los mapas que acompañaban a la
obra últimamente citada).
4. Cartografía. Aunque la separación, como en muchos otros aspectos, puede ser algo artificiosa –
acabamos de señalar que el mismo Tolomeo no es sólo cartógrafo–, conviene distinguir la corriente de
interés por la representación gráfica de la Tierra. Va unida frecuentemente a la Geografía astronómica o
matemática y, a la Corografía. Los autores dedicados, en un momento u otro de su vida, a la Cartografía,
comprenden desde el jonio Anaximandro hasta el alejandrino Tolomeo. De este último, la obra clásica en
este sentido cartográfico será una gran parte del texto y la colección de mapas que acompañaba su Guía
geográfica, que en el Renacimiento se conocerá, con cierta imprecisión, como la “Corografía” tolemaica.
5. Geografía física. En autores de las escuelas de Alejandría y Rodas aparecen numerosas
observaciones y especulaciones acerca de determinados hechos que ocurren en la superficie terrestre– los
continentes y mares, el relieve, las condiciones climáticas, la circulación de e las aguas. Podemos hablar, por
ello, de una Geografía física, cultivada también por los “ naturalistas “. Destaca, en este sentido, Posidonio
(135 a. de C ?–50 a. de C.?), de la escuela de Rodas y dentro de la literatura latina Plinio el Viejo (24 ?–79),
con su obra acerca de Historia natural. En varios historiadores de la Geografía puede encontrarse una
relación de los temas tratados, de una notable diversidad (v., por ejemplo, KRETSCHMER c. 2.19, ed. cast.
pp. 28–35; y WARMINGTON, c. 3.2, textos).
6. Corografía. A partir de los fragmentos antes señalados y de los periégesis y periplos, junto con
observaciones propias y otras fuentes informativas, se configura una corriente corográfica (del lat. chora, es
decir “país”, “comarca”), que tiende a la presentación y descripción de regiones y países. El mejor ejemplo
lo constituyen evidentemente los libros III a XVII de la obra geográfica de Estrabón.

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3.2. La época renacentista

El Renacimiento, en los países de Europa occidental, representa no sólo una época realmente
brillante en ciertos aspectos de la Geografía (Cartografía, Corografía), bajo el impulso de las fuertes
vinculaciones con las viejas tierras asiáticas y el nuevo mundo americano. Constituye también una
redefinición de la Geografía, con aportaciones realmente originales y significa además la aparición de una
problemática que, de una forma u otra, alcanzará hasta nuestros días. Existiendo, en efecto, una cierta
continuidad, a pesar de avatares y rupturas, la época renacentista puede ser considerada como el antecedente
remoto pero real, en varios sentidos, de la Geografía contemporánea.

¿Sólo un re–nacimiento?

El Renacimiento responde, en Geografía como en otras disciplinas, singularmente en las


humanisticas, a su sentido etimológico: es un “re-nacimiento”, un volver a surgir, un “volver a nacer”
información y conceptos del pasado. Está bien claro el hecho en Cartografía, con la reaparición de la obra de
la figura casi mítica de Tolomeo, difundido a través de la imprenta desde 1475. Ciertas ideas del pasado son,
por otra parte, un estímulo o simplemente un pretexto, como ocurre con Copérnico, con motivo de su obra
fundamental publicada en 1543. y en que la cita del alejandrino Aristarco –reducido casi exclusivamente a
un nombre– le sirve de apoyo de autoridad a su nueva teoría heliocéntrica.
Pero existe también una indudable aportación original, que va cobrando mayor importancia a
medida que avanza el siglo XVI. El “re-nacimiento” es también una “ re–novación”. Un ejemplo lo
constituye, claro está, lo que ocurre respecto a la información de las tierras americanas, tanto más cuanto
que se parte de un absoluto desconocimiento en el siglo XV. Los autores ibéricos suministrarán en este
sentido una abundante información, que se irá reflejando en la Corografía y en la Cartografía.
Los españoles aportarán relaciones y diarios de viajes (partiendo del mismo Colón, aunque poco
conocido todavía a principios del XVI), crónicas, relaciones topográficas, relatos de visitadores, obras
enciclopédicas (entre las que sobresale la de José de Acosta, Historia natural y moral de las indias,
publicada a finales de la centuria, en 1590) y diversas corografías y geografías (v. 4.1, Cronistas y
cosmógrafos, y c. 4–5 a 4.11).
Es en el desarrollo de la Cartografía y de la Corografía donde todos estos hechos se reflejan
claramente. Una serie de varias destacadas figuras jalona esta línea de cartógrafos y corógrafos (llamados
frecuentemente por aquel entonces “cosmógrafos”;'v. 4.1): M. Waldseemüller, P. Apian (Apianus, Apiano),
G. Kremer (Mercator), A. Oertell (Ortelius, Ortelio) constituirían unos jalones bien conocidos. Entre ellos
destaca, en cuanto a su obra corográfica, Sebastian Münster (1489–1552): su Chosmographia, en efecto,
publicada en 1544 en alemán y vertida al latín en 1550, alcanzó en el primer idioma veinticinco ediciones;
en un síglo, hasta 1650, se realizaron por lo menos cuarenta y ocho ediciones en seis idiomas (alemán, latín,
francés, inglés, checo, italiano; v. BROC, c. 3.13, cap. 6).

La definición renacentista de los contenidos geográficos

Varios hechos coadyuvan durante la época renacentista a una mayor delimitación de los objetos de
estudio del geógrafo. Es fundamental la neta separación de la Astronomía, que se va configurando como una
disciplina de destacada originalidad por sus observaciones, planteamientos y procesos de análisis.
De esta manera, se inicia un movimiento de redefinición de contenidos de la Geografía que
culminará tres siglos después, cuando su campo de estudio quede circunscrito concretamente a “la superficie
terrestre” , (v.72). Del amplio y vago contenido que la Geografía tuvo en la Antigüedad se irá pasando, pues,
a lo largo de los siglos modernos. a un objetivo relativamente reducido y preciso.
Nuestra disciplina quedará limitada a cuatro partes fundamentales, cada una de ellas con ciertas
características que pueden ser tenidas como continuación de la Antigüedad, pero que en realidad suelen
presentar notables y aun decisivas diferencias. Hay que tener en cuenta que nombres idénticos –y que por
ello aluden a ciertos objetivos semejantes– pueden encerrar acusadas diferencias. Brevemente podríamos
presentar este cuadro de contenidos de la Geografía renacentista y posrenacentista (siglos XVI y XVII) y las
características de cada parte, de la siguiente manera:
1. Geografía astronómica o matemática. Se continúa aludiendo con ello a la consideración de la
Tierra como astro. Es lo que más adelante se titulará el “tratado de la esfera” y que precederá, casi siempre,

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a las exposiciones de otras partes de la Geografía, singularmente la corográfica. Constituye también una de
las bases de partida de la Cartografía moderna.
2. Cartografía. El considerable avance de los trabajos cartográficos motivará que, durante un largo
período, se considere que éstos constituyen el objetivo primordial de la Geografía. En los siglos XVII y
XVIII, el término “geógrafo” se utilizará con frecuencia referido concretamente a un cartógrafo –por
ejemplo, en Francia, “géographe du Roy”, en realidad, “cartógrafo del Rey” (v. 4. 1).
3. Geografía física. Durante todo el siglo XVI, las observaciones y referencias a contenidos de la
Geografía física aparecen dispersos en obras varias, singularmente en las cosmografías. Durante unos
decenios, concretamente de 1610 a 1650, hay unos intentos de ordenación de estos contenidos por parte de
varios autores, singularmente B. Keckermann (1572–1609; v. c. 3.10 y bibliografía en c. 4.27, vol. 2), N.
Carpenter y B. Varen (Varenius, Varenio; 1622–1650). La obra geográfica de Bartholomäus Keckermann
(Systema geographicum) fue publicada en 1611, con antecedentes en un libro publicado por el mismo autor
ocho años antes. Pero fue la obra de Bernard Varen, que vio la luz cuarenta años después (1650), la que fue
realmente conocida, aun cuando no se trate del primer trabajo dentro de esta línea, como se había creído
hasta hace poco. En efecto, la obra de Varen fue un texto muy difundido en Europa occidental a lo largo de
una centuria, representando una sistematización de Geografía astronómica y Geografía física –lo que él
designó con el nombre de Geographia generalis–, separándola de la Geograpítia specialis, constituyendo esta
última la corriente de tradición corográfica (v. traducción de parte de la obra y comentarios en c. 3.11).
4. Geografía corográfica. La presentación de países, a distintos niveles, se refuerza
considerablemente a partir de la época renacentista. Ciertas “Cosmografías” constituyen ya un antecedente
de las futuras “Geografías universales”. Los países o partes de ellos (divisiones políticas o administrativas,
divisiones históricas o eclesiásticas) son objeto de breves referencias, acompañando a los mapas respectivos,
o de más o menos amplias monografías. El esquema corográfico, es decir, los distintos aspectos del país
tratados preferentemente en una corografía (v. 5.1), presenta en el Renacimiento unas características
claramente distintas al utilizado durante la Antigüedad. Ahora se insiste, de acuerdo con la idiosincrasia
propia de la época y con el contexto socioeconómico preponderante, en ciertos aspectos políticos,
poblacionales y económicos.

Renacimiento y geografía contemporánea

No podemos terminar estas referencias a la Geografía renacentista sin señalar un hecho que nos
parece de singular importancia. Los contenidos y algunos enfoques de las ramas geográficas señaladas
pueden ser tomados, en conjunto, como un antecedente remoto de la Geografía contemporánea.
“Antecedente” en el sentido de que realmente, a pesar de inflexiones y discontinuidades incluso de
posibles rupturas, habría ya una cierta continuidad en los objetos considerados y en su estudio, a partir de la
Geografía de los siglos XVI y XVII hasta la que podemos llamar contemporánea (siglos XIX y XX).
“Remoto” porque queda relativamente alejado, después de las contribuciones conceptual,
metodológica y documental llevadas a cabo por viajeros y naturalistas, desde mediados del siglo XVIII a los
primeros decenios del XIX. Esta última época que acabamos de señalar es la que representaría el período de
antecedentes próximo y de formación de la Geografía contemporánea, hecho en el que en la actualidad están
de acuerdo, de un modo u otro, numerosos autores (v. especialmente c. 3.18).
El valor de antecedente de la Geografía renacentista en cuanto a la contemporánea aparece con
claridad, a nuestro juicio, en numerosos sentidos. Uno de ellos es la producción cartográfica. Tomando
como ejemplo una de sus líneas, la de atlas universales, podemos constatar la aparición de varias
colecciones cartográficas, con mapas ya originales y que se añaden a los tolemaicos, a partir de principios
del siglo XVI (un buen ejemplo es el atlas de Ringmann, de 1513), siguiendo con las obras de Münster,
Ortelius y Mercator (en este último, en 1595, se usa por vez primera la designación “atlas”), continuando
por los atlas holandeses y franceses (siglos XVII y XVIII) y alcanzando la pasada centuria con la aparición
de los primeros atlas universales contemporáneos (Stieler, 1ra ed. ,v completa, 1830, con hojas publicadas
desde 1817).
Un historiador de la Geografía, Numa Broc, ha expresado con claridad esta idea del valor de
antecedencia de la Geografía renacentista alrededor de la figura del cartógrafo y corógrafo Sebastian
Münster, ya citado, aludiendo en particular a su Cosmographia:

El geógrafo moderno, no puede evitar una cierta emoción al considerar a este sabio
(Münster) que sus contemporáneos llamaron el “Estrabón de Alemania”. ¿Acaso no es nuestro

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ascendiente común, el verdadero “padre” de nuestra disciplina? ¿Acaso su Cosmographia no
prefigura todas nuestras “Geografías universales”, todos los manuales, tratados y compilaciones
aparecidos a lo largo de los últimos cuatro siglos bajo la etiqueta de “geografía”? Por ello, Sebastian
Münster aparece en el mismo corazón de nuestro estudio, de la misma manera que lo está en la
Geografía del Renacimiento (BROC, c. 3.13, p. 77).

Hubiera podido añadirse fácilmente que Sebastian Münster está, por tanto, en el mismo corazón de
la Geografía moderna, prolongándose en ciertos sentidos hasta la contemporánea.

3.3. La geografía contemporánea

De la Geografía ha podido decirse que tiene un largo pasado y una breve historia. El “largo pasado”
alude a los veinticinco siglos, o más, de su existencia, según hemos tenido ocasión de señalar a lo largo del
presente capítulo. La “breve historia” se refiere al relativamente corto período, apenas de un siglo, en que
aparece la Geografía como un cuerpo de métodos y conocimientos con una cierta coherencia y un cierto
rigor, dentro del contexto de la Ciencia contemporánea (fig. 4).
Nuestra disciplina viene entonces articulada alrededor de unos determinados geógrafos de singular
relevancia, como Ferdinand von Richthofen (1833–1905) Friedrich Ratzel (1844–1904) en Alemania, Paul
Vidal de la Blache (1845–1918) en Francia y William M. Davis (1850–1934) en Estados Unidos (v.
especialmente DICKINSON 3.17, y CAPEL, 3.19).
Si hablamos sólo de unos cien años de existencia de la Geografía, tal como actualmente se concibe,
es porque dentro de la Geografía contemporánea reconocemos un largo período de formación (1780–1880,
aproximadamente), que viene representando, entre otros hechos y figuras, por las dos acusadas
personalidades de Alexander von Humboldt (1769–1859) y Carl Ritter (1779–1859), y un período de
definición, que arranca de los dos últimos decenios del pasado siglo. A este último período es al que
aludimos cuando hablamos de la “breve historia” –ciertamente “breve”, unos cien años– de la Geografía. Es
evidente que ésta presenta, a partir de las fechas indicadas, un desarrollo, un cierto rigor, una
sistematización y una continuidad que no había presentado hasta entonces (v. especialmente caps. 7 al 10).
Algunos hechos de singular valor ayudan a definir las dos etapas de la Geografía contemporánea que
acabamos de señalar. Entre las características del período que hemos llamado de formación destaca, nos
parece, el fuerte influjo sobre la Geografía de los avances en las Ciencias naturales, en particular en
Geología y en ciertos aspectos meteorológicos y botánicos. En cambio, un hecho que creemos es decisivo en
el período de definición, es el ingreso de la Geografía en la Universidad.

Fig. 4. –Tres fases en la historia de la Geografía. Presentamos las tres fases brevemente analizadas, en
cuanto a su contenido, en el presente capítulo: la Geografía antigua, la renacentista y la contemporánea. En

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una visión de conjunto, está claro que frente al desarrollo de los últimos cien años, dentro de la Geografía
contemporánea, hay un largo pasado de veinticinco siglos.

El período de formación

El considerable avance de las Ciencias naturales nos permite hablar de un desarrollo naturalista (v.
6.1). La influencia de los especialistas en los estudios de la Naturaleza sobre los geógrafos empieza a
observarse a finales del siglo XVIII y a principios del XIX. Se trata individualmente de naturalistas o
viajeros de formación naturalista que se interesan por la Geografía, como es el caso de Alexander von
Humboldt, o de geógrafos, corógrafos y cartógrafos, que van valorando y acogiendo los avances de las
Ciencias naturales (v. 4.l , El geógrafo naturalista).
La información referente a los contenidos de las Ciencias naturales se acrecienta
extraordinariamente con los viajes científicos marítimos, a partir de mediados del siglo XVIII (Cook,
Bougainville, etc.), los viajes científicos terrestres y el estudio de ciertos sectores montañosos,
singularmente los Alpes y Pirineos (BROC, c. 3.9 y 3.12). Dentro de este marco, como es sabido, es bien
significativo el viaje de Alexander von Humboldt por tierras americanas (1799-1804). Recordemos, como un
ejemplo muy destacable, que el viaje del buque Beagle (1831-1835) está en la base de la teoría
evolucionista: Darwin publica su obra fundamental, ya con una sistemática elaboración, mucho después, en
1859, precisamente el mismo año del fallecimiento de Alexander von Humboldt y de Carl Ritter.
Hemos de señalar que el desarrollo de las Ciencias naturales sobre la Geografía ejerce una
influencia no sólo sobre los contenidos sino también sobre los métodos y las hipótesis de trabajo de los
geógrafos. La misma definición que algunos autores presentarán de la Geografía o ciertos enfoques o
consideraciones generales, como lo que se ha llamado el determinismo físico, arrancan precisamente de los
avances, en distintos sentidos, de la base naturalista de nuestra disciplina (v. caps. 6 y 15).
Una última observación que consideramos importante efectuar es que, con la aplicación de un
método comúnmente comparativo, las Ciencias naturales han mostrado el camino lógico inductivo hacia una
cierta generalización. Contando además con el precedente de las clasificaciones y taxonomías, aplicadas ya
en varias ramas de las Ciencias naturales en el siglo XVIII, los geógrafos van elaborando, a través de un
método preferentemente comparativo, una Geografía general (v., acerca de este punto, 6.2).

El período de definición

Un hecho que nos parece fundamental para explicarnos la constitución y delimitación de nuestra
disciplina, es decir, para abrir el período que hemos llamado de definición de la Geografía contemporánea,
es su ingreso en la Universidad. Hablamos, por ello, de una institucionalización universitaria o académica de
la Geografía (v. 7.1).
Ahora no se trata de que accedan a la cátedra universitaria geógrafos aislados como ocurrió con Carl
Ritter cuando se encargó de nuestra disciplina en la universidad de Berlín, en 1820. Tampoco se trata de que
alcancen las cátedras de Geografía profesores que se interesan, por la materia marginalmente, como es el
caso de diversos historiadores que llegan a ellas, en distintos países, a lo largo del siglo XIX.
A partir de los dos últimos decenios de la pasada centuria (fig. 4), en efecto, ocurre que en varias
universidades de Alemania, Francia e Inglaterra se inician cadenas de profesores de Geografía, como
aparece en Leipzig con la comenzada por F. von Richthofen y F. Ratzel, a partir de 1883, o en Berlín con la
de F. von Richthofen y Albrecht Penck (1858–1945), a partir de 1886. Está claro, además, que se trata de
profesores que, sea cual sea su formación –muchas veces naturalistas que se interesan por la Geografía o
historiadores que han recibido la influencia de los contenidos y métodos naturalistas–, se inclinan
claramente, con frecuencia exclusivamente, hacia los estudios geográficos. A este respecto, algunos de ellos,
en particular, debaten y publican los resultados de sus reflexiones sobre la Geografía, convirtiéndose en las
cabezas visibles o maestros de las citadas cadenas de geógrafos : éste es el caso de F. von Richthofen en
Alemania –con su célebre discurso de 1883, del cual cumplimos ahora su centenario–, de Paul Vidal de la
Blache, en Francia, y de Harold J. O. Mackinder: (1861-1947), en Inglaterra (v. 4.1, El geógrafo profesor).
Evidentemente el fenómeno que acabamos de señalar está en clara relación con un determinado
contexto político y cultural, característico en particular de los estados industrializados de Europa occidental.
Por otra parte, no se trata tampoco del único factor que coadyuva a la definición de la. Geografía
contemporánea. Estudiamos más a fondo este problema en 6.1.

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La institucionalización académica de la Geografía lleva consigo una serie de interesantes
consecuencias, además de la continuidad y desarrollo ya señalados, que acompañan a la formación y
desarrollo de las cadenas de profesores y paralelamente de discípulos. Se trata singularmente de la
ordenación y sistematización de los contenidos y métodos de la Geografía, respondiendo a la necesidad de
unas exposiciones teóricas y prácticas de la materia. En este sentido, destacan varias obras publicadas en los
dos últimos decenios del pasado siglo y el primero del actual: aludimos a los manuales de F. Ratzel, A.
Penck, Jean Brunhes (1869–1930) y Emmanuel de Martonne (1873–1955); véase 7.2. Al mismo tiempo,
numerosas cátedras de Geografía se convierten en centros de investigación, frecuentemente de acuerdo con
los métodos y objetivos de los seminarios universitarios (v. 4.1, El geógrafo profesor). De esta manera, van
originándose numerosos estudios de investigación, a distintos niveles, alcanzando en último término el
máximo hito universitario, la tesis doctoral.
Finalmente, los trabajos docentes y singularmente los de investigación dan lugar a la aparición de
numerosas (publicaciones periódicas y eventuales; entre estas últimas destacan precisamente, claro está, las
tesis doctorales (v. en especial 7.1). Está claro que la Geografía presenta, a finales del siglo pasado y
principios del actual, en ciertos países, una sistematización y un rigor científico que no había mostrado hasta
aquel momento.

Los contenidos de la geografía contemporánea

Siguiendo, en cuanto a objetos de estudio, la reducción que hemos tenido ocasión de señalar, la
Geografía contemporánea precisa y define netamente sus contenidos desde los últimos decenios de la pasada
centuria. Frente al indefinido y amplio campo de antaño, el objeto de estudio de nuestra disciplina queda
reducido estrictamente a “la superficie terrestre” (en designación de los autores alemanes, Erdoberfläcle; v.
7.2). De esta manera, al ancho abanico de la Geografía en la Antigüedad –recordemos, la Geografía por
aquel entonces “madre de las ciencias”, se opone la Geografía contemporánea, articulada alrededor de sólo
tres grandes campos de estudio, uno de ellos, la Geografía humana, recién estructurado. Añadiéndole las
realizaciones cartográficas, que quedan ahora circunscritas por parte de los geógrafos a una Cartografía
temática, los cuatro campos de la Geografía contemporánea pueden anunciarse en la forma que a
continuación indicamos:
1. Geografía física. Se presenta con una notable sistematización, de clara base naturalista,
perfectamente observable en métodos, enfoques y conceptos (Geomorfología, por ejemplo) o en las
clasificaciones obtenidas (clasificaciones climáticas, tipos de formaciones vegetales ). Incluimos también la
Biogeografía. De esta temática arrancarán los estudios de paisaje; v., a este respecto, caps. 8, 9 y 13 de la
presente obra. El término “Geografía física” ha perdido el sentido muy amplio que tuvo anteriormente –por
ejemplo, en el empleo que de él hizo el filósofo M. Kant en el siglo XVIII–. Ahora se reduce a fenómenos
“naturales”, en los que, en principio, no interviene el hombre, inanimados o vivos. Sin duda la configuración
de una “Geografía humana” ha acotado la connotación del término “Geografía física”, que podrá incluso
llegar a tener un sentido más restringido (v. cap. 8).
2. Geografía humana. Por primera vez se sistematiza por parte de varios geógrafos (Ratzel, Jean
Brunhes e intentos parciales de otros autores) una Geografía de los hechos humanos, que intenta tener una
cierta cohesión y unidad internas. Este hecho tiene una estrecha relación con la formación o el avance de
ciertas Ciencias humanas (Historia, Sociología, Etnografía, singularmente); v., a este respecto, caps. 8, 9 y
13.
3. Geografía regional. Durante varios decenios, en particular el modelo de estudio regional,
elaborado por determinados autores, especialmente por los geógrafos franceses, dominará con claridad
dentro de la tendencia corográfica. La región será estudiada al más alto nivel de investigación dentro de la
Universidad, la tesis doctoral; v., a este respecto, caps. 8, 10 y 13.
4. Cartografía temática. El geógrafo contemporáneo prepara especialmente mapas temáticos, en
relación con sus trabajos de Geografía física, humana o regional En este sentido, esta última sigue
presentando gran importancia. Como una de las consecuencias del cultivo de la Cartografía temática, surgen
en esta época los atlas de estados y regiones –llamados atlas nacionales y regionales– con una parte
topográfica, facilitada comúnmente por los servicios cartográficos estatales, sean civiles o militares, y una
parte temática realizada por geógrafos y especialistas de ciencias afines (geólogos, edafólogos, botánicos,
demógrafos, economistas, etc.); v., a este respecto, cap. 22, particularmente 22.2.

3.4. Unas conclusiones


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La visión que hemos dado de la evolución de los contenidos analizados por la Geografía nos permite
insistir en dos características de nuestra disciplina: la notable reducción y limitación sufrida en los objetos
materiales de estudio y, a pesar de ello, la acusada heterogeneidad que éstos presentan.

La reducción de los contenidos

Partimos de la definición de la Geografía de acuerdo con los contenidos que a ella se atribuyen
comúnmente en la escuela alejandrina. Desde un punto de vista temático se trata de un amplio abanico –
insistimos de nuevo en la Geografía concebida como “madre de las Ciencias” que abarca desde el estudio de
los astros hasta la presentación y descripción de numerosos detalles de la superficie de nuestro planeta. En
términos más rigurosos y aludiendo a ramas científicas, teniendo en cuenta los respectivos contenidos, el
abanico geográfico abarcaría de la Geografía astronómica a la Corografía (v. 3.1)
Si analizamos los sujetos agentes, los geógrafos, la confusión puede aumentar. Quienes cultivan la
Geografía o determinadas partes de ella pueden interesarse por temas con ciertas afinidades, pero claramente
distintos. Es frecuente –y por ello hemos presentado la Cosmología y Astronomía dentro del abanico
geográfico– que el astrónomo y el geógrafo se confundan, con una tendencia en este caso hacia la Geografía
matemática. Por el otro extremo, el geógrafo interesado por los países y sus poblaciones, el corógrafo,
introduce muchas veces numerosos elementos, en ocasiones preponderantes, de Historia y Antropología (v.
4.1).
Reduciéndonos al núcleo fundamental de la Geografía antigua, digamos el definido desde la escuela
alejandrina a Estrabón (siglos III a. de C. al I), podemos buscar, cuándo se inicia una problemática de valor
semejante o equivalente. Ello nos remontaría a los siglos VII y VI a. de C. Es interesante señalar que
Estrabón tiene clara conciencia de ello, en particular si tenemos en cuenta que, otros “antecedentes”
aducidos, de las centurias anteriores, presentan numerosos elementos residuales de unas geografías poéticas,
legendarias y mitológicas.
La historia de la Geografía, mostrará luego, en Europa occidental, estancamientos, fuertes
degradaciones y esporádicos resurgimientos en algunos contenidos. Un período que vuelve a ofrecer un
evidente interés, en cuanto a un amplio cultivo de la Geografía, es el Renacimiento. Dos hechos relevantes
conviene resaltar: por un lado, se inicia en esta época, de cara al futuro, un proceso de cierta continuidad en
el desarrollo de la Geografía que, a pesar de numerosas inflexiones, alcanzará hasta hoy día –por ello
hablamos del Renacimiento como “antecedente remoto” (v. 3.2)– ; por otro lado, se va a acentuar el proceso
de reduccionismo en los contenidos geográficos, hasta culminar en el siglo XIX –la Geografía ha dejado de
ser, definitivamente, Astronomía, e incluso deja de ser Geografía astronómica o Geología o Geofísica–.

La heterogeneidad de los contenidos

En cuanto a los objetos materiales de estudio o contenidos de la Geografía, llama la atención su


extrema diversidad. Es innecesario insistir en ello cuando es considerada con una gran amplitud, como
ocurre en la Geografía griega (v. 3.1), cuando Estrabón habla de ella como de una disciplina que permite “el
conocimiento de los fenómenos del cielo, de la tierra y del mar” (Geografía, libro 1, l).
Pero incluso limitando sus contenidos, los objetos materiales de estudio resultan muy heterogéneos.
El mismo Estrabón intenta dar frecuentemente una definición restrictiva de la Geografía, separándola y
distinguiéndola de la Astronomía (Geografía, libro II, 5), de la Matemática (II, 1) y de la Geometría (II, l).
Esta distinción se basa fundamentalmente en que la Geografía no puede alcanzar la exactitud de las
matemáticas, “que dan a quienes las aplican con método un conocimiento sólido y exento de duda” según
escribió Tolomeo en su Sintaxis matemática (v., a este respecto, la interesante introducción de Germaine
AUJAC, a los libros I y II de Estrabón, c. 2.15, pp. 3–55). A pesar de la posible restricción, la Geografía
considera “seres vivos, plantas, productos y también las particularidades que pueden encontrarse en cada
país” (Geografía, libro I, l). En esta cita Estrabón no señala hechos y aspectos que evidentemente están
contenidos implícitamente en la definición dada como pueden ser el relieve o el clima, por una parte, o las
poblaciones y sus actividades económicas y sus formas de poblamiento por otra parte.
La reducción que de sus objetos materiales ha sufrido la Geografía en los siglos modernos y
contemporáneos no ha alcanzado, ni mucho menos, a dar una homogeneidad a sus contenidos. Está claro que
la posible unidad de la Geografía subyace, en cualquier caso, en algún rasgo común de estos contenidos
considerados o estriba en la singularidad del enfoque desde el que son analizados. Pero los objetos

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materiales de estudio en sí mismos siguen dando a la Geografía un marcado carácter de heterogeneidad o
diversidad (v. 9.1).
Esta característica es patente no sólo por un análisis somero de los contenidos indicados sino
también por las actitudes extremas de otros especialistas (historiadores, naturalistas, etc.), sorprendidos o
alarmados por la citada heterogeneidad. Llega a afirmarse, incluso en plena Geografía contemporánea, que
la Geografía es “un cajón de sastre” y el mismo geógrafo ha podido ser presentado peyorativamente como
un touche à tout, un “entrometido en todo”.
De esta manera queda planteado, claro está, casi permanentemente, hasta alcanzar nuestros días, el
problema de los límites de los contenidos geográficos, de la indefinición de la Geografía en cuanto a sus
objetos materiales de estudio (v. cap. 17).

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BIBLIOGRAFÍA

El contenido y planteamiento de este capítulo arranca de una conferencia dada en Santiago de Chile,
en la Universidad Católica de Chile, en agosto de 1982. Véase:

3.1 J. VILA VALENTÍ, 1982: Veinticinco siglos de Geografía, "Revista de Geografía" núm. 9, Santiago
de Chile, Universidad Católica de Chile, 3-10.

Acerca de historia de la Geografía, en su conjunto, v. Las obras antes señaladas de historia de la


Geografía (c. 2.18 a 2.23) y de historia del pensamiento geográfico (c. 2.37 y 2.39).

Referido exclusivamente a la Geografía antigua:

3.2 E. H. WARMINGTON, 1934: Greek Geography, Londres y Toronto, Dent and Sons. Colección de
textos escogidos, agrupados en a) Cosmología, b) Geografía física, c) Corografía y Geografía
matemática y d) Cartografía.
3.3 *J. O. THOMSON, 1948: History of ancient Geography, Cambridge Universíty Press. La mejor obra
para el conocimiento, en su conjunto, de la Geografía antigua.
3.4 Gcrmaine AUJAC, 1975: La Géographie dans le monde antique, París, Presses Universitaires de
France, col. «Que sais-je?»
3.5 P. PEDECH, 1976: La Géographie des Grecs, Paris, Presses Universitaircs de France.

Presentan un marcado interés las obras que a continuación indicamos para el estudio de la época
renacentista y los siglos modernos
3.6 Lucien GALLOIS, 1890: Les géographes allemands de la Renaissance, París.
3.7 François de DAINVILLE, 1940: La Géographie des humanistes, París, Beauchesne.
3.8 François de DAINVILLE. 1964: Le langage des géographes, París, Picard.
3.9 Numa BROC, 1969: Les montagnes vues par les géographes et les naturalistes de langue française
au XVIIlé siécle, París, Bibliothéque Nationale.
3.10 Manfred BÜTTNER, 1973: Die Geographia Gentralis vor Varenius. Geographisches Waltbild und
Providentialehre, Wiesbaden, col. “Erdwisentsch. Forsch.”, núm. 7.
3.11 Horacio CAPEL, 1974: La personalidad geográfica de Varenio, en VARENIO, Geografía general
(1650), Universidad de Barcelona, Departamento de Geografía, pp. 944. La trad. de los textos de
Varenio ha sido realizada por José María Requejo.
3.12 Numa BROC, 1975: La géographie des philosophes. Géographes et voyageurs français au XVIII
siécle, Paris, Ophrys. Obra fundamental para el estudio de la Geografía y las exploraciones
geográficas en Francia en el siglo XVIII.
3.13 Numa BROC, 1980: La géographie de la Renaissance (1420-1620), Paris, Bibliothéque Nationale.
Obra fundamental para el estudio de la Geografía y la Cartografía en el Renacimiento.

La formación y desarrollo de la Geografía contemporánea puede estudiarse en las obras que a


continuación indicamos (v. también c. 2.35, 2.37 y 2.38):

3.14 Griffith TAYLOR, director, 1951: Geography in the Twentieth Century. A study of Growth, Fields,
Techniques, Aims and Trends, Nueva York y Londres, Philosophical Library and Methuen. Obra,
colectiva (23 autores), de gran interés para finales del siglo XIX y primera mitad del actual.
3.15 T. W. FREEMAN, 1961: The hundred years of Geography, Londres, Gerald Duckworth and Co.
3.16 Paul CLAVAL, 1964: Essai sur I'évolution de la Géographie humaine, 2da ed., 1972. Trad. cast.:
Evolución de la Geografía humana, Barcelona, Oikos-Tau, 1974. Existe ed. fr. post. (1976). Obra
básica para el conocimiento de la formación y evolución de la Geografía humana dentro de la
Geografía contemporánea. Conviene tener en cuenta la 3.18.
3.17 Robert E. DICKINSON, 1969: The makers of modern Geography, Londres, Routledge and Kegan
Paul.

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3.18 Massimo QUAINI, 1975: La costruzione della Geografía umana, Florencia. Trad. cast.: La
construcción de la Geografía humana, Barcelona, Oikos-Tau, 1981.
3.19 Horacio CAPEL, 1981: Filosofía y Ciencia en la Geografía contemporánea, Barcelona, Barcanova.
Al igual que la obra de DICKINSON (c. 3.17), permite un buen estudio de conjunto de la Geografía
contemporánea, pero con orientaciones bastante distintas. Los temas seleccionados aparecen
tratados con notable rigor y abundante información, insistiendo en la relación con el pensamiento
filosófico y científico.
3.20 *J. GÓMEZ MENDOZA, J.:, MUÑOZ y N. ORTEGA, 1982: El pensamiento geográfico. Estudio
interpretativo y antología de textos (De Humboldt a las tendencias radicales), Madrid, Alianza
EdítoriaL Buena parte del libro (pp. 155-530) se dedica a una antología de textos ordenados en tres
épocas (pensamiento geográfico decímonónico, pens. geogr. «clásico» y tendencias actuales del
pens. geogr.).
3.21 H. CAPEL y J. L. URTEAGA, 1982: Las nuevas geografías, Madrid, Salvat, col. “Aula Abierta”,
nro 70. Obra breve,como la que citamos a continuación, ambas destacando las características que
consideran fundamentales de la Geografía contemporánea.
3.22 José ESTÉBANEZ, 1982: Tendencias y problemática actual de la Geografía, Madrid, Cincel,
col.”Cuadernos de Estudio. Geografía”, nro 1.
3.23 Paul CLAVAL, 1982: Methodology and philosophy, «Progress in Human Geography». VI, 449-454.
Enfoques fundamentales y contribuciones bibliográficas recientes.

Existen. varias colecciones de textos (ing. readers) de gran parte o un determinado período de la
Geografía contemporánea. V. como ejemplo de estos readers:

3.24 F. E. DOHRS, L. M. SOMMERS y D. R. PETTERSON, dir.,1955: Outside Readings in


Geography, Nueva York, T. Y. Croweil Co.
3.25 P. W. ENGLISH y R.C. MAYFIELD, dir., 1972: Man, Space and Environment, Concepts in
Contemporary Human Geography, Nueva York, Londres, Toronto, Oxford University Press.
3.26 George A. THEODORSON, dir.: Studies in Human Ecology,Nueva York, Harper and Row. Trad.
cast.: Estudios de Ecología Humana, Barcelona, Labor, 1974. 2 vols.
En cuanto a readers de la “nueva” Geografía o Geografía teórica (séptimo decenio del presente
siglo), v. 12.30 a 12.32.
En los últimos años se han preparado algunas colecciones de textos geográficos en castellano.
Ofrece un notable interés la publicada en Argentina:
3.27 P. H. RANDLE, director, 1976-1977: Teoría de la Geografía, Buenos Aires, GAEA. Sociedad
Argentina de Estudios Geográficos, 2 vols.
En la obra de J. GÓMEZ MENDOZA et al., publicada en 1982, aparece una larga antología de
textos geográficos, que abarca prácticamente todo el período contemporáneo (v. c. 3.20).
En esta misma colección (“Ariel Geografía”) se incluirá, en 1984, una recopilación de textos
referentes a la evolución del pensamiento geográfico en los últimos cincuenta años entre los geógrafos
anglosajones. Esa obra se prepara bajo la dirección de M. D. GARCÍA RAMÓN (la designaremos como c.
3.28).

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