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Sobre locación de servicios, el contrato de trabajo y la

norma olvidada del artículo 102, RCT

Revista: Revista de Derecho Laboral Actualidad

Autor:

Bonomo Tartabini, Florencia A.

Cita:

RC D 1083/2018

Encabezado:

La autora realiza un examen crítico del precedente "Rica, Carlos Martín vs. Hospital Alemán y otros
s. Despido" de la Corte Suprema de Justicia de la Nación relativo a la inexistencia de vínculo laboral
dependiente de un médico que prestó servicios en el Hospital Alemán de Buenos Aires.

Fallo comentado:

Rica, Carlos Martín vs. Hospital Alemán y otros s. Despido /// Corte Suprema de Justicia de la Nación;
24-abr-2018; RC J 2284/18

Legislación

Sobre locación de servicios, el contrato de trabajo y la norma olvidada del artículo 102, RCT

Recientemente -24/04/2018- la CSJN revocó la sentencia de la Sala VII de la Cámara Nacional de


Apelaciones del Trabajo en la causa "Rica, Carlos Martín vs. Hospital Alemán y otros s. Despido" en
la cual se confirmaba la resolución de primera instancia de enmarcar la relación existente entre las
partes litigantes como una relación laboral dentro del Régimen de Contrato de Trabajo y no como
una locación de servicios en términos del Código Civil.
No obstante señalar que esta construcción semántica (relación laboral o locación de servicios) no es
antagónica sino complementaria, siempre resulta una buena praxis desmitificar los conceptos
introducidos por los usurpadores del Estado y sus defensores durante las sucesivas dictaduras que
azotaron nuestro país. Guillermo Borda fue uno de ellos, ministro de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación (1966) y luego Ministro del Interior (1967-1969) durante el gobierno de facto de
Onganía, fue quien sostuvo constantemente que el Código de Vélez llamaba a la locación de
servicios, locatario, arrendatario o inquilino al que contrata el servicio y paga su precio y locador o
arrendador al que lo presta (art. 1493, CC) y definía esta terminología como "anacrónica, basada en
circunstancias históricas desaparecidas; su supervivencia en el derecho moderno es un fenómeno
sorprendente". Luego agregaba que "En el derecho romano primitivo era natural que se
denominase locación al contrato por el cual se arrendaba una cosa o se prometía un servicio, porque
el servicio lo prestaba un esclavo; éste era una propiedad de su dueño, quien lo alquilaba como
quien alquila una cosa. Pero aplicado al hombre libre, esa denominación carece ya de sentido. Nada
hay tan impropio y equívoco como aplicar el mismo nombre a dos contratos tan diferentes como
aquel por el cual se entrega en arrendamiento una cosa y aquel por el cual una persona se
compromete a trabajar para otra. Nuestro Código envuelve ambos contratos no ya en una
terminología común sino hasta en una definición común, definición en la que la única distinción
consiste en la sustitución de la palabra cosa por servicio. Si la denominación de locación de servicios
resulta hoy difícil de digerir, mucho más lo es llamar locatario al empleador y locador al trabajador.
Estas palabras no traducen ya la idea que se quiere expresar; y con razón han sido abandonadas por
todas las leyes modernas"[1].

Los fundamentos del fallo de la Sala VII son coincidentes con este criterio y por ello sostienen su
"abrogación". De allí que al analizar los contratos firmados por el médico demandante y la
asociación que agrupaba a distintos médicos, y los contratos firmados entre esta asociación y el
Hospital Alemán, fueran considerados fraudulentos al orden público laboral.

Sin embargo, no existe contradicción en los términos locación de servicios y contrato de trabajo, ya
que el contrato de locación de servicios es el género y el contrato de trabajo es una especie de ese
género. Como expresa Enrique Arias Gibert: "... quien presta el servicio no pone en el contrato una
mercancía o un producto, sino una fuerza de trabajo capaz de producir un resultado en el marco del
contrato. Es que precisamente la fuerza de trabajo no es una mercancía por cuanto, mientras está
en poder del productor, no tiene existencia y cuanto tiene existencia, es un elemento de la
producción, ya está vendida por el contrato, no está en el comercio"[2].

La diferencia entre ambos contratos no es la vinculación libre de ambas partes -a la que alude la
CSJN en el fallo- sino de estructura. Ningún contratante es libre, ya que sólo se arriba al contrato
por necesidad y no por libertad. Se contrata con otro, porque el otro es necesario. La distinción
entre necesidad y libertad como opuestos, carece de realidad ya que en un ámbito totalmente
coactivo no hay contrato (ni civil ni laboral) y en ningún caso se contrata sino por la necesidad de la
cooperación de otro.

No es el modo de arribar al contrato lo que distingue los contratos de trabajo y de locación de


servicios, sino fundamentalmente las determinaciones de estructura. Esto es, el nudo de
vinculaciones que enmarca y da sentido a la relación entre quien aporta los servicios y quien los
recibe.

Tanto el artículo 1623 del Código Civil de Vélez, como el art. 1251 del Código Civil y Comercial de la
Nación y el art. 21, RCT convergen en que todo contrato de trabajo es, por definición, un contrato
de locación de servicios.

Art. 1623. La locación de servicios es un contrato consensual, aunque el servicio hubiese de ser
hecho en cosa que una de las partes debe entregar. Tiene lugar cuando una de las partes se obligare
a prestar un servicio y la otra a pagarle por ese servicio un precio en dinero. Los efectos de este
contrato serán juzgados por las disposiciones de este código sobre las "Obligaciones de hacer".

Art. 1251 - Definición. Hay contrato de obra o de servicios cuando una persona, según el caso el
contratista o el prestador de servicios, actuando independientemente, se obliga a favor de otra,
llamada comitente, a realizar una obra material o intelectual o a proveer un servicio mediante una
retribución. El contrato es gratuito si las partes así lo pactan o cuando por las circunstancias del caso
puede presumirse la intención de beneficiar.

Art. 21 - Contrato de trabajo. Habrá contrato de trabajo, cualquiera sea su forma o denominación,
siempre que una persona física se obligue a realizar actos, ejecutar obras o prestar servicios en favor
de la otra y bajo la dependencia de ésta, durante un período determinado o indeterminado de
tiempo, mediante el pago de una remuneración. Sus cláusulas, en cuanto a la forma y condiciones
de la prestación, quedan sometidas a las disposiciones de orden público, los estatutos, las
convenciones colectivas o los laudos con fuerza de tales y los usos y costumbres.

El contrato de locación de servicios genérico también implica un poder de disposición de fuerza de


trabajo que es ajena y que se utiliza para la realización de un producto determinado. Pero, para
diferenciar la especie del género, es necesario analizar la tipicidad contractual y la relación existente
entre las partes desde la estructura. La diferencia entre género y especie viene dada porque la
dación de servicios se produce bajo relación de dependencia. La relación de dependencia se
encuentra definida por el artículo 5, RCT que determina la empresa como una organización de
medios personales, materiales e inmateriales bajo una dirección para el logro de fines económicos
o benéficos. Recursivamente, la prestación personal pasa a ser medio y, en consecuencia, se ha
definido la relación de dependencia en tanto medio para otro, determinado tanto por la dirección
como por el fin o función. Lo que permite la inteligencia de la estructura es, no sólo la topología de
las relaciones vinculadas, sino también la función, el para qué de estos vínculos unidos en sistema.
Mientras que el acto de contratación (sea locación de servicios o contrato de trabajo) es bilateral,
la relación a la que está destinada el contrato es multilateral, ya que implica la inclusión del vínculo
en una estructura multilateral como es la estructura empresaria.

Al constituirse el supuesto fáctico de una relación laboral, debe excluirse la aplicación de la norma
que regula la figura genérica para aplicarse las consecuencias jurídicas de la figura específica al caso,
máxime cuando se encuentra en juego el orden público de protección tipificado por la norma. Aquí
es donde la calificación que las partes le otorguen al tipo de contratación es irrelevante para la
inclusión dentro del marco de la imperatividad laboral.

Volviendo a las definiciones de Enrique Arias Gibert en el Negocio Jurídico Laboral, "existe relación
de trabajo porque existe una atribución del objeto de transformación y del instrumento de
producción a un grupo determinado de sujetos con exclusión de otros. Hay relación de trabajo
porque el elemento de la producción fuerza de trabajo ha sido democráticamente distribuido en
medidas aproximadamente iguales. Pero la fuerza de trabajo, en tanto elemento de la producción,
aislada del objeto y del instrumento es una nada, una mera abstracción"[3]. Es decir que se es
trabajador porque se pone la fuerza de trabajo en una empresa total o parcialmente ajena y la
contrapartida a esa puesta a disposición es la percepción del pago de la prestación.

Lo que tipifica el tipo de contratación es el objeto tenido en cuenta para la realización de un fin. El
para qué las partes brindaron su cooperación. El contrato de trabajo requiere que una de las partes
(trabajador no empresario) preste servicios bajo dependencia de la otra (empresario) y que exista
remuneración de esa prestación (onerosidad). En consecuencia, el objeto para el empleador es este
servicio en el ámbito de su organización de medios. Para el trabajador es la obtención de medios de
subsistencia.

Lo que debía ser analizado en el caso, era si la relación habida entre las partes podía considerarse
dependiente, a fin de realizar un adecuado encuadre de esa relación.

Sin embargo, en esta ocasión la CSJN no sólo revocó la sentencia de Cámara sino que emitió opinión
y analizó las cuestiones de hecho y prueba que se debatieron en la causa. En este sentido, intención
política mediante, tan contrario a derecho resulta considerar suprimido el contrato de locación de
servicios del ordenamiento jurídico como invalidar la aplicación del régimen de contrato de trabajo
a una relación contractual que unía a las partes por la mera existencia de un protocolo médico o
guía regulatoria de la actividad del cuerpo profesional del Hospital Alemán para la prestación de
servicios médicos a terceros, que al ser firmada por los contratantes indicaba la autonomía de los
firmantes[4], ya que la redacción del texto indica que el actor decidía si prestaba servicios al Hospital
Alemán, podía pactar mejores condiciones y podía fijar su contraprestación monetaria.

Justamente porque lo que está en juego es el orden público de protección la conjunción de los
artículos 21 y 23, RCT expresamente disponen que habrá contrato de trabajo, cualquiera sea su
forma o denominación, siempre que una persona física se obligue a realizar actos, ejecutar obras o
prestar servicios en favor de la otra y bajo la dependencia de ésta, durante un período determinado
o indeterminado de tiempo, mediante el pago de una remuneración y que la presunción contenida
en el artículo 23, RCT operará igualmente aun cuando se utilicen figuras no laborales para
caracterizar al contrato.

Es decir que el artículo 21 tipifica la existencia de contrato de trabajo -cualquiera sea su forma o
denominación- y el artículo 23 hace nacer la presunción legal de su existencia. La exclusión de esta
presunción legal sólo ocurre ante hechos que descarten la naturaleza laboral de la prestación. Pero
no basta para descartar los efectos de la presunción del artículo 23 que el actor tenga medios de
producción -materiales, inmateriales o ambos conjuntamente-, sino que esos medios no estuvieran
puestos a disposición de una organización empresaria ajena.

Por ello, lo que resulta esencial es si los medios materiales que el actor ponía en juego (la atención
de pacientes) estaban organizados para los fines del propio actor (concepto de empresario) o si, por
el contrario, estos medios materiales se pusieron a disposición de una organización empresaria
ajena.

En este sentido es que los argumentos del fallo resultan contradictorios porque no puede sostener
con seriedad que la selección de los médicos era aleatoria en la cual no tenía injerencia directa el
hospital ya que los "médicos" conforman la cartera de oferta brindada a los pacientes afiliados a la
empresa y a los cuales se les brinda los servicios de salud, requeridos por esos mismos pacientes.

Si una persona presta servicios a otra que los recibe, y esta prestación implica la puesta a disposición
de su fuerza de trabajo, la dependencia económica existe por añadidura, ya que las relaciones
económicas son relaciones sociales y el valor económico de una cosa o servicio está vinculada a la
cantidad de trabajo humano social medio que el producto o servicio insume. Si se presta servicios
en el marco de una organización empresaria total o parcialmente ajena, la dependencia técnica
resulta obvia. Si uno de los contratantes se incorpora a una empresa ajena y se somete a sus usos y
costumbres existe poder de organización con pautas dadas desde la cadena jerárquica (de hecho la
firma de la guía o protocolo previamente redactada que resulta obligatoria para todos los
profesionales que brindan sus servicios dentro del Hospital Alemán en los términos indicados por
los testigos y transcriptos en el fallo de Corte resulta significante de esa cadena jerárquica y de su
ejecución) que, ante su incumplimiento puede sancionarse con la exclusión como expresión máxima
de ese poder disciplinario, existe dependencia jurídica.

Por otro lado, la Corte no analiza la tipicidad que surge del artículo 102, RCT cuando expresa que el
contrato por el cual una sociedad, asociación, comunidad o grupo de personas, con o sin
personalidad jurídica, se obligue a la prestación de servicios, obras o actos propios de una relación
de trabajo por parte de sus integrantes, a favor de un tercero, en forma permanente y exclusiva,
será considerado contrato de trabajo por equipo y cada uno de sus integrantes trabajador
dependiente del tercero a quien se hubieran prestado efectivamente los mismos.

De hecho, al transcribir los argumentos del memorial recursivo de MASC quedó claro que la misma
se presentó como una sociedad civil legalmente constituida, cuyo objeto social es la prestación de
servicios médicos a través de sus socios, asociados o de terceros contratados, en sus consultorios
particulares, en el domicilio de los pacientes o en los establecimientos asistenciales que se vinculan
contractualmente con la sociedad, en el caso el Hospital Alemán. En este sentido resulta extraña su
omisión.

Sobre esos argumentos es que MASC sostuvo que no existieron maniobras fraudulentas como para
configurar la hipótesis del artículo 29, RCT y que desde el comienzo la relación que la unía con el
actor estuvo definida en el marco de un vínculo extra laboral donde se lo contrató para prestar sus
servicios como médico neurocirujano integrante de la nómina de profesionales de cartilla para la
atención de los socios del Plan Médico del Hospital Alemán. Que no existía subordinación técnica,
económica y jurídica y que sólo efectuaba un control, contable de consultas y prestaciones
brindadas por el actor.

Lo que debe analizarse es la existencia de mediaciones, ya que el médico ingresa a una sociedad
cuyos fines (la prestación de servicios a un tercero) lo coloca en calidad objetiva de trabajador
colectivo, que es precisamente la hipótesis de artículo 102, RCT. Esto es, que no sólo debe analizarse
la relación intrasocietaria del actor sino, fundamentalmente, la relación entre la sociedad y la
receptora de los servicios. La prestación de servicios a órdenes del Hospital Alemán, donde la
asociación actúa como mero agente de contratación y pago constituye la hipótesis prevista por las
normas de los artículos 102 y 29, RCT, en tanto la estructura asociacional aparece como norma de
cobertura para la elusión del orden jurídico imperativo.

Si la supuesta asociación no tiene medios materiales propios de producción y sólo ofrece el servicio
de sus "asociados" para su actuación dentro del marco empresario ajeno, se torna completamente
aplicable al caso la norma del artículo 102, RCT, por ser el fin exclusivo de la asociación la venta
mayorista de fuerza de trabajo de sus asociados a otra empresa.
La definición legal de empresa viene determinada por el artículo 5, RCT en el cual la "empresa" es la
organización instrumental de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una
dirección para el logro de fines económicos o benéficos.

La definición legal establece el concepto de empresa precisamente como estructura. Es decir, como
organización de elementos con una función (para el logro de fines). La empresa entonces no se
identifica con la persona jurídica que ostenta su titularidad sino que, a la inversa, la titularidad de la
empresa está determinada por una posición de sujeto en el seno de la empresa.

Esto implica que las relaciones laborales se constituyen entre los sujetos a los que las estructuras
determinan, cobrando operatividad normativa los artículos 29 y 102, RCT que, respectivamente,
hacen abstracción del sujeto signatario para reemplazarlo por el sujeto que ocupa el lugar
correspondiente por razones de estructura.

Lo preocupante es el rango interpretativo que tendrá este fallo en un futuro próximo, además de
señalar que cuando está en juego una figura constitucional como es el trabajo dependiente -de
tratamiento incluso supraconstitucional-, no puede el juzgador cambiar a su antojo la definición sin
convertir por vía elíptica la protección constitucional o supraconstitucional en letra muerta.
Tampoco puede el juzgador excluir de la protección constitucional -en el caso referida a la
protección contra el despido arbitrario, vacaciones y licencias pagas- a un grupo particular de
trabajadores que se encuentran incluidos en la propia definición constitucional expresa o
contextual.

Borda, Guillermo, Tratado de Derecho Civil, Contratos Tomo II, ref. 1110/975, Ed. Abeledo Perrot,
Bs. As., 1999.

Arias Gibert, Enrique, El Negocio Jurídico Laboral, Ed. Lexis Nexis, Bs. As., 2007, pág. 176.

Idem, pág. 190.

4
El derecho concedido por las normas de la guía a todos los médicos que participan en la elección de
otros médicos y constituyen el conjunto del que se eligen los Jefes de Servicio pone de manifiesto
que dichos profesionales tenían una injerencia directa en la organización misma del factor trabajo
para la prestación de servicios médicos. Dicho más precisamente, los médicos tenían una injerencia
directa en la elección de los medios personales para el logro del fin económico -la prestación de
servicios médicos a cambio de dinero- que ellos personalmente y a través de AMPHA se proponían.
El hecho de que los médicos tuvieran esta injerencia directa debió haber sido evaluado por el
tribunal a quo para establecer si el Hospital Alemán tenía las facultades necesarias y suficientes para
organizar según su exclusiva voluntad el modo en que los medios personales debían ser articulados
para prestar servicios médicos (artículos 64 y 65 de la Ley de Contrato de Trabajo). Considerando
7.a. Recurso de Hecho Rica, Carlos Martin e/ Hospital Alemán y otros s/ Despido.

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