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El cambio climático afecta a todos los países en todos los continentes. Tiene un impacto
negativo en la economía y la vida de las personas, las comunidades y los países. En un futuro
las consecuencias serán todavía peores. Las personas viven en su propia piel las consecuencias
del cambio climático, que incluyen cambios en los patrones del tiempo, el aumento del nivel
del mar y los fenómenos meteorológicos más extremos. Las emisiones de gases de efecto
invernadero causadas por las actividades humanas hacen que esta amenaza aumente. De
hecho, las emisiones nunca habían sido tan altas. Si no actuamos, la temperatura media de la
superficie del mundo podría aumentar unos 3 grados centígrados este siglo y en algunas zonas
del planeta podría ser todavía peor. Las personas más pobres y vulnerables serán los más
perjudicados.
Entre los objetivos de desarrollo sostenible, que es una proclama de las Naciones Unidas,
Objetivo 13 Acción por el clima, tiene como objetivo primordial: Adoptar medidas urgentes
para combatir el cambio climático y sus efectos Hay al alcance soluciones viables para que los
países puedan tener una actividad económica más sostenible y más respetuosa con el medio
ambiente. El cambio de actitudes se acelera a medida que más personas están recurriendo a la
energía renovable y a otras soluciones para reducir las emisiones. Pero el cambio climático es
un reto global que no respeta las fronteras nacionales. Las emisiones en un punto del planeta
afectan a otros lugares lejanos. Es un problema que requiere que la comunidad internacional
trabaje de forma coordinada y precisa para que los países en desarrollo avancen hacia una
economía baja en carbono.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático que fue constituido por el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización
Meteorológica Mundial (OMM) en 1988, publicó:
•Entre 1880 y 2012, la temperatura media mundial aumentó 0,85 grados centígrados. Esto
quiere decir que por cada grado que aumenta la temperatura, la producción de cereales se
reduce un 5% aproximadamente. Se ha producido una reducción significativa en la producción
de maíz, trigo y otros cultivos importantes, de 40 megatones anuales a nivel mundial entre
1981 y 2002 debido a un clima más cálido.
•Las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) han aumentado casi un 50% desde
1990.
•Entre 2000 y 2010 se produjo un incremento de las emisiones mayor que en las tres décadas
anteriores.
•Si se adopta una amplia gama de medidas tecnológicas y cambios en el comportamiento, aún
es posible limitar el aumento de la temperatura media mundial a 2 grados centígrados por
encima de los niveles preindustriales.
El cambio climático es la variación del estado del clima que persiste durante largos períodos de
tiempo, generalmente decenios o períodos más largos. La Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) lo define como “el cambio en el clima atribuido,
directa o indirectamente, a las actividades humanas que alteran la composición de la
atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos
de tiempo comparables” (IPCC, 2013).
Utilizando una metodología científica, que cada vez es mejorada de acuerdo al conocimiento
actual de las ciencias del clima, el Quinto Informe de Evaluación del IPCC muestra los cambios
en el sistema climático, donde se incluyen distintas variables, en períodos y lugares
determinados de: temperatura, energía, variabilidad, precipitación, ciclo del agua, nivel del
mar, acidificación de los océanos (Figura 1), ciclo del carbono y otros ciclos biogeoquímicos; los
cuales en general incrementan las condiciones favorables al cambio climático (IPCC, 2013).
Además, este informe analiza las causas de la emisión de gases de efecto invernadero,
mientras estudios de paleoclima que describen los cambios en el clima a través de millones de
años, y presenta algunos escenarios de lo que podría suceder en el futuro; la mayoría
desalentadores por las variaciones que se pronostican (IPCC, 2013).
El pasado mes de septiembre tuvo lugar una mesa redonda donde se trató un tema tan
importante y de tanta actualidad como es el cambio climático y cómo el cambio climático está
afectando al desarrollo sostenible.
Nos acompañaron en la mesa redonda Carlos García Suarez, director en Solar & Biomass
Business Typsa Group, que cuenta con 30 años de experiencia internacional en el área de la
consultoría e ingeniería, en concreto en el campo de energías renovables y de medio
ambiente, y Valentín Alfaya, director Corporativo de Prevención, Calidad y Medio Ambiente
del Grupo Ferrovial y también presidente del Grupo Español para el Crecimiento Verde.
En la definición del concepto de desarrollo sostenible (aquel que permite satisfacer las
necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las necesidades de las
generaciones futuras) queda patente la necesidad de alcanzar un equilibrio entre la variable
social, económica y ambiental para que pueda darse este crecimiento sostenible.
El cambio climático está causado por las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI)
producidos por la actividad humana.
Estos problemas que ya nos están afectando de una manera directa, tienen una repercusión,
como es evidente en las tres componentes del desarrollo sostenible, en la variable ecológica o
ambiental, en la económica y en la social. Y todo ello está interrelacionado. Un ejemplo en la
componente ambiental lo tenemos en la zona norte del país, donde ha cambiado el régimen
de precipitaciones lo que ha llevado a una disminución del polen que afecta a la alimentación
de las abejas, las cuales se ven forzadas a sustituir las proteínas que les proporciona el polen
alimentándose de sus propias crías. Esto repercute directamente en la producción de la miel,
en su calidad y por tanto en el rendimiento económico de la explotación apícola. Los
apicultores de la zona, conscientes del problema, han llevado a cabo una estrategia de
adaptación frente a este problema originado por la disminución de precipitaciones en la zona,
que es el alimentar a sus propias colmenas con polen. Este es un ejemplo, pero se podrían
poner muchísimos más.
La Convención Marco de las Naciones Unidades sobre el Cambio Climático (CMNUCC) fue
aprobada en 1992 y desde entonces la han suscrito 196 estados. A día de hoy 195 estados se
encuentran adheridos a la CMNUCC.
Los países de la CMNUCC se reúnen anualmente desde 1995 en lo que se llama la “Conferencia
de las Partes” (COP, por sus siglas en inglés).
Como resultado de estas Conferencias de las Partes en 1997, se aprobó el Protocolo de Kyoto,
ratificado por 192 países. El Protocolo de Kyoto contiene medidas jurídicamente vinculantes
para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Entre ellas hay que destacar las actividades e iniciativas que se negocian y se desarrollan en la
Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), con el objetivo de acordar
un marco cooperativo internacional que permita hacer frente a todos los países a los riesgos
que plantea el cambio climático para el medio ambiente y las personas, y catalice la acción
cooperativa, sobre todo con los países menos desarrollados y más vulnerables del planeta.
El Marco de Adaptación de Cancún, aprobado en esa ciudad de México en 2010, define los
objetivos y acciones para cumplirlos, que incluyen entre otras, un Comité de Adaptación, un
programa para ayudar a que los Países Menos Desarrollados y en desarrollo elaboren sus
Planes Nacionales de Adaptación,, un Programa de Trabajo sobre Perdidas y Daños asociados a
los impactos del cambio climático en los países en desarrollo particularmente vulnerables, y un
mecanismo de financiación. Otros programas de adaptación de la CMNUCC anteriores a este
Marco, como el Programa de Trabajo de Nairobi sobre impactos, vulnerabilidad y adaptación al
cambio climático, proporcionan abundante información de carácter científico, técnico y
socioeconómico a los países a través de talleres y documentos.
Más recientemente, en 2013 se creó el Mecanismo Internacional de Varsovia de Pérdidas y
Daños que constituye el principal vehículo dentro de la Convención para promover la
implementación de enfoques para hacer frente a las pérdidas y daños asociados a los impactos
del Cambio Climático de una forma integrada y coherente
La Primera Conferencia Mundial sobre el Clima se llevó a cabo en 1979 alertando que el
cambio climático es un problema grave. En este encuentro científico se aprobaron planes para
establecer un Programa Mundial sobre el Clima(PMC) bajo la responsabilidad conjunta de la
Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA), y la Comisión Internacional de Uniones Científicas (CIUC).
A fines del decenio de 1980 y principios del de 1990 se organizaron varias conferencias
intergubernamentales centradas en el cambio climático .
En diciembre de 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el comienzo de las
negociaciones para la elaboración de un tratado sobre la materia. La Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) fue firmada en 1992 por 154 Estados en
Ri ́o de Janeiro, Brasil. La Convención entró en vigor el 21 de marzo de 1994.
Actualmente el Grupo de Trabajo Especial sobre la Plataforma de Durban para una acción
reforzada (GPD), acordado en Durban en 2011, tiene asignadas dos líneas de trabajo:
Línea de trabajo 1: dar los pasos necesarios para negociar un acuerdo mundial sobre el cambio
climático que sea adoptado en 2015 y entre en vigor en 2020.
Línea de trabajo 2: acordar cómo aumentar la ambición global antes de 2020 para acelerar la
respuesta al cambio climático.
El cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y supone una presión
adicional para nuestras sociedades y el medio ambiente. Desde pautas meteorológicas
cambiantes, que amenazan la producción de alimentos, hasta el aumento del nivel del mar,
que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas, los efectos del cambio climático son
de alcance mundial y de una escala sin precedentes. Si no se toman medidas drásticas desde
hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos efectos en el futuro.
Los gases de efecto invernadero (GEI) se producen de manera natural y son esenciales para la
supervivencia de los seres humanos y de millones de otros seres vivos ya que, al impedir que
parte del calor del sol se propague hacia el espacio, hacen la Tierra habitable. Un siglo y medio
de industrialización, junto con la tala de árboles y la utilización de ciertos métodos de cultivo,
han incrementado las cantidades de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera. A
medida que la población, las economías y el nivel de vida crecen, también lo hace el nivel
acumulado de emisiones de ese tipo de gases.
¿Cómo evitar estragos en regiones tan vulnerables? Aparte de las sequías prolongadas
también están los feroces huracanes y tormentas, inundaciones o la degradación de los suelos,
pero es la oportunidad para poner en práctica la tecnología de punta y el conocimiento
ancestral que propone CNCG en sitios demostrativos ubicados en cuencas. Allí se reforesta
para proteger la masa boscosa, los nacimientos de agua, su almacenamiento y la siembra de
cultivos.
CNCG está integrando estrategias de adaptación en sectores clave del desarrollo como
Huehuetenango, Quiché, San Marcos, Quetzaltenango y Totonicapán, cubriendo 78 mil
hectáreas de bosques y tierras agrícolas con sitios demostrativos tendientes a reducir la
vulnerabilidad y aumentar la capacidad de adaptación. A través de tres estaciones
meteorológicas ya instaladas y dos más en proceso se advertirán a las comunidades en riesgo
para que puedan prepararse a tiempo para alguna eventualidad a través de mensajes que les
llegarán automáticamente de las estaciones a sus teléfonos celulares e información vía radios.
Otra importante medida son los viveros por departamento, con tecnología de punta, que
funcionan a través de bandejas, en vez de bolsitas de polietileno, lo que permitirá elevar la
producción de árboles y facilitar su traslado al campo. Uno de ellos está apoyado por el
Departamento de Áreas Protegidas y Medio Ambiente de la Municipalidad de Concepción
Chiquirichapa, en la aldea Tojcoral, y cuentan con una estrategia para que todas las familias del
municipio aporten por lo menos un jornal al año, habiendo ya 200 familias participando. Estas
comunidades están implementando parcelas energéticas, estructuras de conservación de
suelos, reforestación, y cosechadores de agua de lluvia en proceso de construcción, para una
mejor captación de agua. Todos participan, desde escuelas, la municipalidad y la auxiliatura
comunitaria. ¡Nunca había visto tanto entusiasmo en el altiplano occidental como a través del
programa de CNCG! Estoy segura de que cuando el programa termine los comunitarios no lo
dejarán tirado. Ellos saben que con la infraestructura instalada y el conocimiento adquirido Es
ampliamente aceptado que el cambio climático acelerado ha surgido en gran parte como
consecuencia del modelo de desarrollo que ha seguido la humanidad en los últimos dos siglos.
También sabemos, especialmente los guatemaltecos, que los eventos climáticos tienen un
impacto fuerte en nuestras vidas y en nuestro bienestar. Por estas razones, el desarrollo y el
cambio climático están íntimamente ligados y no se puede aspirar a un desarrollo sostenible si
no se adoptan medidas urgentes para combatirlo.
Los efectos del cambio climático tienen y tendrán un impacto profundo sobre el desarrollo.
Aunque se tiende a visualizar el cambio climático como un tema ambiental, sus efectos
alcanzan prácticamente todas las actividades humanas. Se conocen impactos sobre la salud
humana, los recursos hídricos, los medios de vida y de producción, la infraestructura, los
poblados, las ciudades, los mares, los océanos y los ecosistemas terrestres. Estos son los temas
a los que se refieren los ODS 1, 2, 3, 6, 7, 8, 9, 11, 12, 14 y 15. Por lo tanto, todo trabajo
relacionado con dichos objetivos debe tomar en cuenta los posibles efectos del cambio
climático.
Hasta ahora se han mencionado 11 de los 17 ODS por su relación directa con el cambio
climático. Sin embargo, con los objetivos restantes también hay relación, solo que de manera
indirecta. Los objetivos relacionados con la educación y la equidad de género (objetivos 4 y 5)
son fundamentales para combatir los efectos del cambio climático por su contribución al
aumento de la resiliencia de la población. Asimismo, el cambio climático puede ser un
elemento que aporte un aumento en la desigualdad entre países y también puede tener
influencia en la conflictividad dentro y entre países. Por lo tanto, también hay relación con los
ODS 10 y 16. Finalmente, el ODS 17, que se refiere a fortalecer los medios de ejecución y
revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, es fundamental para el combate
del cambio climático y sus efectos.
En países como Guatemala debe conferírseles prioridad a las medidas para evitar o reducir los
impactos del cambio climático en todos los sectores. Sin embargo, existe urgencia mayor en
abordar las vulnerabilidades más altas, que se encuentran en la población pobre y
marginalizada (que incluye gran parte de los pueblos indígenas), en el área rural, en ciertas
zonas de los centros urbanos y en la agricultura de subsistencia, aunque estas categorías
tienden a coincidir geográfica y demográficamente. No cabe duda de que el cambio climático
será un factor determinante en el cumplimiento de los ODS en Guatemala.podrán evitar
mayores riesgos.
No sería hasta la década de los 60 cuando los observatorios situados por todo el mundo
anunciaran que los datos meteorológicos mostraban una tendencia al aumento de la
temperatura media del planeta; unos datos que demostraron cómo la acumulación de
determinados gases en la atmósfera, producto en su mayor parte de la quema de los
combustibles fósiles y de los cambios de uso del suelo, estaba detrás de esa tendencia.
Así, a partir de finales de los 60 la aparición de movimientos sociales de ruptura junto con la
publicación de libros e informes como la Primavera Silenciosa, el informe del Club de Roma o
Nuestro Futuro en Común, incrementarían la sensibilidad mundial en torno a la degradación
del planeta. Se desarrolla así una conciencia que trasciende al ámbito internacional,
impulsándose en 1988 la formación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio
Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Este panel científico ha sido el encargado desde entonces de compilar muchos estudios
climáticos para evaluar las causas y consecuencias del incremento de la temperatura global. En
su último informe[2] afirma lo siguiente: “La influencia humana en el sistema climático es
clara. En los últimos 800.000 años, las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono,
metano y óxido nitroso han aumentado a niveles sin precedentes. Las concentraciones de
dióxido de carbono han aumentado en un 40 por ciento desde la era preindustrial debido, en
primer lugar, a las emisiones derivadas de los combustibles fósiles y, en segundo lugar, a las
emisiones netas derivadas del cambio de uso del suelo”. Los informes de este panel son cada
vez más preocupantes y demuestran cómo es necesaria una acción inmediata y de gran
alcance si queremos evitar consecuencias catastróficas, una acción que debería encaminarse a
contener el incremento de la temperatura entre 1,5 y 2°C.
Las próximas décadas la humanidad deberá decidir su respuesta al cambio climático. Puede
seguir confiando en una solución de pequeños parches al actual capitalismo globalizado o, por
el contrario, apostar por cambiar la escala del comercio global por redes más humanas dentro
de los límites planetarios. Hay dos sentidos contrapuestos: por un lado, aquellos que
promueven un refortalecimiento del extractivismo con fuertes reclamaciones proteccionistas e
incluso xenófobas, como parece indicar la reciente elección de Trump; por otro lado, el papel
de la ciudadanía, que está impulsando un modelo más justo social y climáticamente a través
del refuerzo de la participación y el empoderamiento colectivo.
3.1 CONVECIÓN MARCO DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO
En 1992, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se
adoptó como base para una respuesta mundial al problema del cambio climático.
Hoy en día cuenta con un número de miembros que la hace casi universal. Las denominadas
«Partes en la Convención» son los 195 países que la han ratificado.
Los países que han ratificado el tratado –las «Partes en la Convención», según la jerga
diplomática– deciden tener en cuenta el cambio climático en los asuntos relacionados con la
agricultura, la industria, la energía, los recursos naturales y las actividades que afectan a los
litorales marinos. Acuerdan también establecer programas nacionales para frenar el cambio
climático.
PROTOCOLO DE KIOTO
El Protocolo de Kyoto fue adoptado en la tercera Conferencia de las Partes en la CMNUCC (CP
3) en Kyoto, Japón, el 11 de diciembre de 1997 y entró en vigor el 16 de febrero del 2005.
Desde entonces, 192 Partes han ratificado este tratado.
El Protocolo comparte el objetivo y las instituciones de la Convención. La principal diferencia
entre los dos es que mientras que la Convención alienta a los países industrializados a
estabilizar las emisiones de GEI, el Protocolo les compromete a ello.
El Protocolo asigna una mayor carga a las naciones desarrolladas en virtud del principio de las
«responsabilidades comunes pero diferenciadas». Así, 37 países industrializados y la
Comunidad Europea se han comprometido a reducir sus emisiones en un 5% como media con
respecto a los niveles de 1990 durante el período de cinco años del 2008 al 2012.
Un proceso para determinar un marco legal, aplicable a todos los países, a partir de 2015 que
facilite la acción climática,
En 1997, los gobiernos acordaron incorporar una adición al tratado, conocida con el nombre
de Protocolo de Kioto, que cuenta con medidas más enérgicas (y jurídicamente vinculantes).
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) icono barra
herramientas
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en 1992 y que
entró en vigor en 1994, ha sido ratificada por 195 países (Partes de la Convención). La
Convención reconoce la existencia del problema del cambio climático, y establece un objetivo
último: lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la
atmósfera con el fin de impedir interferencias antropogénicas (causadas por el ser humano)
peligrosas en el sistema climático. Además, indica que ese nivel debe lograrse en un plazo
suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático,
asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo
económico prosiga de manera sostenible.
Para que la aplicación de la Convención sea efectiva, se elaboran decisiones que han de ser
aprobadas por todas las Partes por consenso y que desarrollan los diferentes artículos de dicha
Convención. Estas decisiones se discuten y aprueban en las Conferencias de las Partes.
Texto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (CMNUCC)
Web oficial de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático
(CMNUCC)
ESTRUCTURA DE LA CMNUCC
Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kioto (COP-
MOP, por sus siglas en inglés)
Este órgano actúa en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kioto y está integrado
por todas las Partes que han ratificado el Protocolo. Las sesiones de la COP y COP-MOP se
celebran simultáneamente para reducir costes y mejorar la coordinación entre la Convención y
el Protocolo. La COP-MOP se reunió por primera vez en Montreal en 2005, coincidiendo con la
entrada en vigor del Protocolo de Kioto.
El Órgano Subsidiario de Ejecución (SBI, por sus siglas en inglés): ayuda a supervisar cómo se
aplican la Convención y el Protocolo. Una labor especialmente importante a este respecto es
examinar la información contenida en los inventarios de gases de efecto invernadero y otras
obligaciones de información presentadas por las Partes, con el fin de evaluar la eficacia global
de la Convención y del Protocolo, incluyendo la revisión de la asistencia financiera otorgada a
las Partes no incluidas en el Anexo I para ayudarles a aplicar los compromisos contraídos en el
marco de la Convención.
Estos órganos subsidiarios tienen un mandato específico y se reúnen dos veces al año durante
dos semanas, en la sede de la Secretaría de la Convención ubicada en Bonn (Alemania), y en
paralelo a las reuniones de la COP y COP-MOP a finales de cada año. Ambos están abiertos a la
participación de todas las Partes y de observadores acreditados.
El siguiente diagrama representa las principales instituciones que forman parte de la CMNUCC.
Cada institución u organismo incluye su denominación seguida de las siglas en inglés, con el
objeto de facilitar su identificación
Protocolo de Kioto
Tres años después de que la Convención fuese aprobada, el IPCC publicaba su Segundo
Informe de Evaluación. Dicho informe concluía que el clima ya había comenzado a cambiar a
causa de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En respuesta a este informe, en 1997 los gobiernos acordaron incorporar una adición a la
Convención conocida con el nombre de Protocolo de Kioto que cuenta con medidas más
enérgicas, en particular, compromisos jurídicamente vinculantes de reducción o limitación de
emisiones. El Protocolo de Kioto, que entró en vigor en febrero de 2005, establece, por
primera vez, objetivos de reducción de emisiones netas de gases de efecto invernadero para
los principales países desarrollados y economías en transición, con un calendario de
cumplimiento. Las emisiones de gases de efecto invernadero de los países industrializados
deberían reducirse al menos un 5% por debajo de los niveles de 1990 en el período 2008-2012,
conocido como primer periodo de compromiso del Protocolo de Kioto.
En 2006 se comenzaron a negociar los detalles de la continuidad de este Protocolo más allá del
final de su primer periodo de compromiso (es decir, a partir de 2013).
Así, en la cumbre de Doha de 2012 (COP 18/COP-MOP 8), se acordó dar continuidad al marco
jurídico del Protocolo de Kioto a través de la adopción de las enmiendas necesarias para hacer
posible su continuidad con un segundo periodo de compromiso a partir del 1 de enero de
2013. La adopción de estas enmiendas incluye:
Los nuevos compromisos de las Partes del Anexo I del Protocolo de Kioto que accedieron a
asumir compromisos en un segundo período, desde el 1 enero de 2013 hasta el 31 diciembre
de 2020.
Una lista revisada de los gases de efecto invernadero para el segundo período de compromiso.
"El financiamiento climático busca reducir emisiones y mejorar los sumideros de gases de
efecto invernadero al tiempo que busca reducir la vulnerabilidad y mantener e incrementar la
resiliencia de los sistemas humanos y ecológicos ante los efectos negativos del cambio
climático" (CPF, 2014).
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) define las
finanzas climáticas como "los flujos de capital que buscan el desarrollo bajo en carbono y
resiliente al clima, los cuales pueden ser públicos o privados, concesionados y no
concesionados" (OCDE, 2015).
Tanto el CPF como la OCDE han calculado los flujos de financiamiento climático global. El CPF
calcula que estos flujos se situaron en torno a 687 mil millones de dólares en 2013 y 714 mil
millones de dólares en 2014. La OCDE y la Iniciativa de Política Climática (CPI), a su vez,
estiman que 62 mil millones de dólares se entregaron como financiamiento climático en 2014,
frente a 52 mil millones de dólares en 2013 (OCDE, IPC, 2015). La diferencia entre estas
estimaciones pone de relieve la cuestión de cómo explicar con precisión el financiamiento
climático y la necesidad de una metodología más clara.
El Órgano Subsidiario de Asesoramiento Científico y Tecnológico de la CMNUCC está llevando a
cabo un proceso para mejorar las reglas de contabilidad para el financiamiento climático con el
fin de permitir a los países adoptar directrices unificadas en 2018.
La CMNUCC se creó en 1992 como un medio para lograr la estabilización de las emisiones de
gases de efecto invernadero y reducir la vulnerabilidad ante los efectos adversos del cambio
climático. El financiamiento climático es uno de los pilares más importantes de las
negociaciones internacionales.
En la 15ª Conferencia de las Partes (COP 15) de la CMNUCC (Copenhague, 2009), los países
acordaron transferir 30 mil millones de dólares entre 2010 y 2012 de países desarrollados a
países en desarrollo y 100 mil millones de dólares anuales al año 2020. De acuerdo a algunos
países desarrollados la meta de los 30 mil millones de dólares iniciales se logró. Sin embargo,
algunos países en desarrollo señalaron que esta financiación podría no ser nueva y adicional
(requerimientos establecidos por la CMNUCC). El debate pone de relieve la urgencia de una
mayor transparencia en la contabilidad del financiamiento climático.
Los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG), creados en 2015, constituyen otra valiosa
herramienta para la definición de indicadores de apoyo financiero prestado y recibido, ya que
incorporan el cambio climático como meta número 13.
En Colombia, varios acuerdos institucionales apoyan una agenda de cambio climático que fue
establecida por el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018. El Sistema Nacional de Cambio
Climático, conocido como SISCLIMA, es un ejemplo de dicho acuerdo institucional (Decreto
298 de 2016). El Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) está liderando
la construcción de una Política Nacional de Cambio Climático para incorporar la gestión del
cambio climático en las decisiones públicas y privadas, con miras a llevar al país hacia un
desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima.
El país tiene varias estrategias, planes y programas nacionales para abordar el cambio
climático, incluyendo:
- Estrategia para la reducción de los gases de efecto invernadero causados por la deforestación
y la degradación de los bosques y para la conservación e incremento de las capturas de CO2
(REDD+)
Para lograr resultados más precisos en la medición del financiamiento climático, el DNP, en
colaboración con el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y el Grupo de Financiamiento para
Cambio Climático en América Latina y el Caribe (GFLAC), desarrolló una metodología para
clasificar y medir el financiamiento asociado a la mitigación y adaptación al cambio climático
en Colombia. La metodología se desarrolló con el aporte de varias entidades gubernamentales.
Esta metodología ha sido utilizada por varias otras entidades, entre ellas el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo en su examen del gasto público climático (Climate Public
Expenditure and Institutional Review o CPEIR), y Econometría y GFLAC en su análisis de los
flujos financieros internacionales. Este último análisis se realizó con el apoyo de la Agencia de
Cooperación Francesa a través del Fondo Acción. Los resultados de ambas mediciones forman
parte de las bases de datos que alimentan el sistema MRV. La metodología también se utilizará
para hacer estimaciones futuras del financiamiento climático para el sistema.
El Sistema MRV del Financiamiento Climático utiliza una única metodología para estimar el
financiamiento climático en Colombia, lo que aumenta la calidad de la información y permite
la comparación de datos a lo largo del tiempo. Las estimaciones se cargan a la plataforma del
sistema.
Esta sección explica brevemente cada uno de los aspectos de la metodología. El contenido
completo de la metodología se encuentra en el documento "Guía Metodológica de Medición y
Clasificación de Recursos Financieros Asociados a la Mitigación y Adaptación al Cambio
Climático en Colombia ," el cual puede consultarse aquí.
Alcance general
Principios
Sectores
En los estudios del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el
cambio climático es reconocido como un problema multisectorial, donde las emisiones de GEI
provienen de casi todos los sectores de la economía.
La metodología identifica 12 sectores que son relevantes para las acciones de mitigación y
adaptación al cambio climático, 35 subsectores y un total de 248 acciones relacionadas con la
mitigación y adaptación al cambio climático.
Las acciones que pertenecen a dos o más sectores se clasifican como transversales. En la
mayoría de los casos, las acciones transversales tienen beneficios asociados tanto con la
mitigación como con la adaptación al cambio climático.
¿Cómo generar dinero para la mitigación y adaptación?, ¿A qué entidades deben recurrir los
países en desarrollo?, son algunas de las preguntas en torno al incremento de GEI.
ConexiónCOP ha elaborado 8 claves del financiamiento climático que permitirán entender los
ejes importantes de la economía mundial frente a los nuevos escenarios ambientales.
1. Financiamiento climático: El término engloba los recursos económicos que los actores
públicos y privados, a nivel internacional o local, utilizan para reducir los GEI (mitigación) y
para lograr la adaptación frente al problema global. Además, otros medios de implementación
del financiamiento son la creación de capacidades y la transferencia tecnológica de países
desarrollados hacia naciones en desarrollo.
“En los últimos años, las comunidades y organizaciones de la sociedad civil también son
actores claves en el desarrollo de soluciones frente al cambio climático. El financiamiento
climático, por tanto, puede ser implementado por diversos grupos, siempre y cuando se vele
por el bien de la mayoría de los ciudadanos y no solo para los intereses individuales”, explica
Guzmán.
2. El Fondo Verde para el Clima: Como resultado de la COP15 (Copenhague 2009), los países
miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMNUCC) acordaron movilizar a través del Fondo Verde para el Clima (FVC) 100 mil millones
de dólares anuales a partir del 2020 para asistir a los países en desarrollo en sus esfuerzos de
adaptación y mitigación al cambio climático. Actualmente el FVC ejecuta programas en Chile,
Perú y México, entre otros.
3. Otras fuentes de financiamiento: Como parte del compromiso tras el Acuerdo de París –
logrado en la COP21–, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estableció la Asamblea de
Gobernadores junto con la Corporación Interamericana de Inversiones (CII). El objetivo es
aumentar el volumen de financiación climática hasta un 30% más hacia finales del 2020 por
medio de la plataforma NDC Invest, que se lanzará próximamente; y ayudará a los países a
traducir sus contribuciones climáticas (NDCs) en planes y proyectos de inversión. El BID
también moviliza recursos multilaterales de financiación climática a través del FVC y de las
siguientes entidades: Climate Investment Funds, Global Environment Facility, Forest Carbon,
Adaptation Fund y UKAID, entre otros.
“Incentivamos a los países a comunicarse con el banco para solicitar toda la información
posible sobre la plataforma NDC Invest, ya que estamos convencidos de la importancia de
guiar e implementar la agenda de cambio climático y de asistir a los países en la traducción de
sus compromisos climáticos en planes de inversión”, sostuvo Gloria Visconti.
4. Inversión en Latinoamérica al 2020: En los últimos años, los eventos climáticos extremos
ocurridos en la región han afectado a más de 10 millones de personas. Según el BID, en
Latinoamérica y el Caribe se estima una inversión de US$75.000 millones a US$80.000 millones
por año entre 2020 y 2030 para el financiamiento climático.
5. El sector privado y el financiamiento: En el 2015, más de dos tercios del total del
financiamiento climático en el mundo fue destinado al sector privado. El BID y la CII apoyan al
sector privado a través de préstamos, garantías e inversiones de capital. La inclusión del sector
privado como socio financiero generará carteras de proyectos más vanguardistas y de
infraestructura sostenible.
6. Financiamiento por falta de políticas: Todos los países de la región latinoamericana
presentan diversos niveles de vulnerabilidad, pero no cabe duda de que los países
centroamericanos y los caribeños son los más expuestos al cambio climático debido a su
posición geográfica. La vulnerabilidad de las naciones también se asocia con los niveles de
pobreza y la falta de preparación que tienen para hacer frente a desastres asociados con el
cambio de clima.
“Si bien países como Haití son altamente vulnerables por la pobreza y situación geográfica,
naciones como México son vulnerables por la falta de políticas para hacer frente a los
desastres climáticos que han azotado al país”, explica Sandra Guzmán.
8. Estrategias Nacionales de Financiamiento Climático: Estos recursos permitirán que los países
identifiquen con claridad cuánto les cuesta el cambio climático y las asignaciones de sus
presupuestos públicos.