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CONfines de Relaciones Internacionales y

Ciencia Política
ISSN: 1870-3569
confines.mty@itesm.mx
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey
México

Rivas Nieto, Pedro; Rey García, Pablo


Las autodefensas y el paramilitarismo en Colombia (1964-2006)
CONfines de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, vol. 4, núm. 7, enero-mayo, 2008, pp. 43-
52
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
Monterrey, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=63340703

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Pedro Rivas Nieto y Pablo Rey García

CONfines
Las autodefensas y el paramilitarismo en Colombia (1964-2006)

Pedro Rivas Nieto y Pablo Rey García*

En este artículo se estudia el proceso de inicio y de desarrollo del paramilitarismo colombiano desde su surgimiento formal, en los años sesenta,
hasta su desaparición formal, en 2006. Se analiza su evolución, sus resortes y las relaciones con diversos grupos sociales que le dieron forma,

Artículos
especialmente los campesinos y ganaderos, el narcotráfico y las Fuerzas Armadas. Se hace especial hincapié en el cambio producido entre las
autodefensas -defensa legítima auspiciada por el Estado- y los grupos paramilitares, cuyo fin era acabar con la insurgencia, pero que terminaron
dedicados a la delincuencia común y al lucro, mezclando intereses diversos.

Palabras clave: paramilitarismo, violencia política, conflicto, Fuerzas Armadas, guerra.

Self-Defence Groups and Paramilitarism in Colombia (1964-2006)

This paper studies the phenomenon of the Colombian paramilitarism from its formal emergence, in the sixties, up to its formal disappearance, in
2006. This analysis comprises the evolution and the relations with diverse social groups that constituted the paramilitary movements, specially
ranchers, drugs traffickers and the Armed Forces. Special emphasis is given to the change produced among the “self-defence groups” -legitimate
defence supported by the State- and the paramilitary groups, whose purpose in the beginning was to finish with the insurgency, but at the end both
of them were dedicated to criminal activities.

Key words: paramilitarism, political violence, conflict, Armed Forces, war.

Fecha de recepción: 25/09/07 Fecha de aceptación: 28/01/08

I. ORÍGENES REMOTOS.

No es tan sencillo como parece a priori, entender el fenómeno Ya en el siglo XIX existían fórmulas de impartir justicia y
del paramilitarismo en Colombia. Tampoco lo es comprender de solucionar disputas de forma violenta al margen del Esta-
sus causas y las formas de su nacimiento. Suelen confundirse do. Por extraño que resulte, no han sido pocos los países en
en el discurso público sus motivaciones y comportamientos y los que esto ocurría si el poder público no tenía capacidad de
es habitual escuchar en el discurso común ideas que, sin ser imponerse en todo el territorio nacional. Así que esta singula-
falsas del todo, son incompletas, como que todos los “paras” ridad no lo es tanto si se compara a Colombia con otros países
son violentos sicarios del narcotráfico, que forman parte del del área o incluso de otras zonas del mundo. En este país, de
brazo sucio e ilegal de las Fuerzas Armadas, que no son más posición estratégica a la entrada de América del Sur, la violen-
que delincuentes comunes o que, por el contrario -se dice, cia fue más acusada desde 1920 y los ejércitos privados que
más generosamente- son esforzados campesinos que tuvieron defendían el orden social la agravaron. No obstante, las raíces
que alzarse en armas contra los desmanes de la guerrilla. Posi- históricas del fenómeno paramilitar están en La Violencia1 del
blemente sean todas esas cosas y ninguna a un tiempo. El fe- medio siglo, singular y conocido período de la vida colombiana
nómeno paramilitar, como todo en Colombia, es complicado. que partió en dos el siglo XX y en el cual la barbarie estalló en el
centro político y geográfico del país para, finalmente, manifes-

* Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca. privasni@upsa.es / preyga@upsa.es

1 Fue una etapa comprendida, aproximadamente, entre 1946 y 1964, aunque su mayor brutalidad se desencadenó entre 1948 -tras el asesinato del líder a la
Presidencia de la República por el Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948- y 1953. La muerte de Gaitán dio lugar a una serie de protestas,
motines y sangrientas revueltas protagonizadas por las clases populares y por las clases medias -entre las cuales Gaitán tenía gran predicamento- en la capital
de Colombia, conocida como El Bogotazo, al que le siguió un tiempo de barbarie desaforada que asoló el país, conocido como La Violencia. Los elevados niveles
de pobreza de los sectores populares, los ataques a la propiedad privada, el temor a la izquierda emergente de las clases adineradas y la brutalidad de aquellos
años, marcaron aquel fatídico periodo. Los odios reprimidos desde las guerras civiles del siglo XIX afloraron y arrasaron el país. Conservadores y liberales se
enfrentaron en una guerra civil no declarada. Algunos liberales huyeron a los campos y, aliados con el comunismo, organizaron partidas de resistencia ar-
mada que pretendían tomar el poder. Algunos conservadores y grandes propietarios organizaron grupos armados para enfrentarse a los liberales y, no pocos,
se degradaron hasta dedicarse al bandidaje. Supuestamente se puso fin a este fenómeno con el acuerdo que alcanzaron en 1957 el Partido Conservador y el
Partido Liberal al constituir el Frente Nacional, consistente en apoyar ambos a un único candidato presidencial y repartirse por igual los cargos públicos y los

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tarse y arraigar en la periferia campesina. No es extraño que, creación de ejércitos privados, con el consiguiente quebranto
después, el paramilitarismo enraizara en los mismos lugares posterior de la legitimidad de las instituciones democráticas
de entonces, pues los antecedentes directos de los recientes colombianas y, tras nacer milicias paralelas que ofrecían pro-
señores de la guerra están en “la ley del llano”, los “chulavitas” tección a quien pudiera pagarlo, se ahondaron más las brechas
o los llamados “pájaros” de la década de los cincuenta (De de la sociedad colombiana.
Lima, 2005: 10; Chica, 2004: 45).2
Fuere como fuere, hubiera mucha o poca Doctrina de Segu-
Pese a todo, el surgimiento formal de los grupos armados ridad Nacional y guerra contrainsurgente de Guerra Fría -junto
Artículos

al margen del Estado data de 1965 y de 1968, cuando dos a otros elementos que explicaremos en breve-, el surgimiento
textos jurídicos -el Decreto 3398 y la posterior Ley 48- senta- del paramilitarismo en Colombia se debió a una manifestación
ron las bases legales que permitieron crear organizaciones de reactiva a los desmanes de la violencia de las guerrillas y a la in-
defensa civil. Estas normas de marcado carácter presidencial capacidad del Estado para resolver los problemas de orden pú-
hablan por sí mismas de la violencia que vivió el país no sólo blico y los conflictos sociales (García, 2004: 62). Nació como un
en aquellos años, sino en los decenios anteriores. La debili- fenómeno de autodefensa y, aunque pudiera pensarse que en
dad de las instituciones estatales, fuera culpable o no de este eso se parece a otras formas de vigilantismo de Latinoamérica,
asunto, sí tenía cierta responsabilidad en la aparición de estas conviene hacer una distinción. Las autodefensas no han sido
formas singulares de ejercer el derecho legítimo a la defensa -ni son- ciudadanos organizados contra la criminalidad común
y a la protección de la propiedad privada: cuando el Estado ni gentes que espontáneamente se enfrentan a delincuentes
no controla el territorio no puede ejercer sus funciones de comunes –como ocurre en el linchamiento (Huggins, 1991)3-,
protección de la población ni ostentar el monopolio exclusivo sino grupos que ejercen un tipo de violencia de corte conser-
de la violencia. vador cuyo fin era mantener un orden sociopolítico establecido
(Rosembaun y Sederberg, 1976: 4). Si en la tradición anglosajo-
Los dos decretos presidenciales antes mencionados se na el vigilantismo era un movimiento organizado, al margen de
relacionan, además, con la lógica contrainsurgente del tiempo la ley, que se tomaba la justicia por su mano y respondía a la
de la Guerra Fría (Richani, 2003: 167) y, más en concreto, con carencia de orden y ley en las regiones de frontera (Brown,
la Doctrina de Seguridad Nacional; es decir, con la necesidad 1969: 154),4 en Colombia, el fenómeno era distinto. Aunque
de combinar elementos diversos de carácter militar, psicoló- en el nacimiento de las autodefensas existiera un vigilantis-
gico, político, económico y paramilitar en la lucha contra la mo ciudadano espontáneo de raíz local, el fenómeno pronto
izquierda emergente, que ponía en solfa tanto el orden social desbordó el localismo y surgió un actor armado con peso en
de los países de Iberoamérica como a los regímenes democrá- todo el país. No en vano, casi desde los comienzos, los grupos
ticos. La insurgencia decía querer acabar con la iniquidad que paramilitares estuvieron bien estructurados, tuvieron funciones
dañaba a los débiles, pero también con la democracia que, explícitas y claramente definidas5 y mando centralizado.
en ortodoxia doctrinal, es pura emanación del pensamiento
burgués. Al fin y al cabo, esta vez Colombia no era una ex- Este es el origen principal del fenómeno de las autodefen-
cepción en el mundo, pues la Doctrina de Seguridad Nacional sas. Sin embargo, no conviene tampoco idealizar estas formas
-adaptación “a la latinoamericana” de los métodos empleados legítimas de defensa porque pronto derivaron hacia fórmulas
por las tropas francesas en la guerra de Argelia- se aplicó en menos lícitas. De la contrainsurgencia popular, defensiva y efi-
todo el continente de forma similar al aprender los oficiales sus caz de los comienzos, bien arraigada en la sociedad tradicio-
procedimientos en la Escuela de las Américas y en los Estados nal, rural y de frontera, se pasó a un paramilitarismo ofensivo.
Unidos. Téngase en cuenta que los dos decretos presidencia- De la respuesta de carácter reactivo se pasó a la respuesta de
les mencionados se promulgaron después del nacimiento de carácter preventivo. Si empleamos a nuestra conveniencia la
las FARC, en 1964, y del ELN, en 1965. La Ley 48 permitió la conocida frase de Mao-Tse-Tung para explicar este problema

ministerios. No obstante, en las zonas rurales siguieron los enfrentamientos, si bien atenuados, pero constantes. Los enfrentamientos se saldaron, según sean
las fuentes, con un número de muertos que oscila entre los 80,000 y los 400,000, lo cual revela el partidismo incluso de la estadística.

2 A veces la literatura es más penetrante que el ensayo para explicar la realidad. Una novela del escritor colombiano Gustavo Álvarez (1994), Cóndores no
entierran todos los días, explica muy bien este fenómeno. En ella León María Lozano, un convencido conservador y personaje clave de la obra, es el jefe de Los
Pájaros, un grupo dedic����������������������������������������������������������������������������������������������������������������
ado a ejercer la violencia en el Valle del Cauca en los tiempos posteriores a la muerte de Jorge Eliécer Gaitán.

3 Martha Huggins (1991) establece una interesante tipología de las formas de vigilantismo en el continente cuya consulta es muy recomendable.

4 Era un problema básicamente estadounidense y en aquel país se daba sobre todo al oeste de los Apalaches, una de las regiones más desguarnecidas y sal-
vajes del país.

5 En esto se diferencian de los “escuadrones de la muerte”, casi siempre financiados por el Estado al que sirven, menos organizados, sin sedes conocidas y más
flexibles en virtud de su carácter “oculto”, necesario para sus actos clandestinos. Frecuentemente estaban compuestos por miembros de los servicios secretos
y se hacía indispensable la ocultación.

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podría decirse que, pasado el tiempo, los paramilitares, me- legítima de haciendas y personas, de naturaleza contrain-
diante sus tácticas de guerra irregular, han intentado impedir surgente y vocación reformista. En breve frase de Palacios y
que aumente el nivel del agua del pez revolucionario. Safford que resume la evolución de este fenómeno:

Recuérdese que desde finales de los años setenta y co- Con el tiempo algunas autodefensas reciben patrocinio de vie-
mienzos de los ochenta nacieron grupos armados irregulares jos y nuevos señores de la tierra, como los narcotraficantes.
como reacción al fortalecimiento de los grupos guerrilleros en Adquieren movilidad y poder ofensivo que buscan proyectar
Colombia, coincidente con la segunda ola guerrillera de Ibero- [...] en una escala nacional. Pero la imagen que, al menos des-

Artículos
américa tras el triunfo de la revolución sandinista en Nicara- de 1990, quieren ofrecer estas organizaciones, es la de la legí-
gua, en 1979. A finales de 1982 tuvo lugar la primera reunión tima defensa (Palacios y Safford, 2002: 661).
de comerciantes, ganaderos y agricultores de Puerto Boyacá
-alrededor de 250- que se organizaron para defenderse de la Quizá por esto el Gobierno colombiano se ha esforzado, en
guerrilla, trastocando el espíritu de la ley que permitía que los los últimos años, por distinguir con claridad entre los grupos
ciudadanos se organizaran para defender sus predios en cola- de autodefensa y los paramilitares. Según el Alto Comisionado
boración con las Fuerzas Armadas. Se reunieron en Medellín y para la Paz (1997:13), aquéllos tienen un proyecto político y
nació ACDEGAM6 con la justificación de llenar el vacío dejado éstos son simples mercenarios, pero esto no se ve fácilmente
por el Estado. Así que, en pocos años -apenas un par de de- en la práctica.
cenios desde los decretos y las leyes de amparo de la defensa
civil- la participación interesada de los grandes terratenientes,
de ciertos sectores de las Fuerzas Armadas y, sobre todo, del II. EVOLUCIÓN Y DESARROLLO DEL FENÓMENO
narcotráfico complicó el ya de por sí conflictivo fenómeno del PARAMILITAR
paramilitarismo y lo degradó. Si en los años sesenta y en los
setenta había sido parte de la solución a los problemas cau-
sados por la guerrilla -especialmente para los propietarios de El fenómeno paramilitar no nació de la nada ni ha marchado al
tierras y los ganaderos- en los años ochenta se transformó margen de las peculiaridades del continente o de Colombia. Se
su esencia. Por regla general, las autodefensas dejaron de ser ha aprovechado de las instituciones, del Estado, de las nece-
pequeños grupos protectores de tierras, bienes y vidas para sidades, de la ideología y de cualquier asunto que le fuera útil
convertirse en bandas que defendían los intereses privados y ha sacado partido de las contradicciones de la sociedad co-
de los propietarios perjudicados por la guerrilla. Es más, en lombiana. Los tres grandes pilares del paramilitarismo fueron
ese tiempo -con honrosas excepciones- se estaban formando los terratenientes y campesinos que querían defenderse de las
y consolidando grupos diferentes de paramilitares, como los guerrillas; los narcotraficantes que fortalecieron o reclutaron a
de los narcotraficantes, los de las mafias de las esmeraldas y esos grupos sediciosos y los militares que, deseosos de acabar
los de los ganaderos y de los terratenientes.7 Hay que añadir con la insurgencia, emplearon cualesquiera métodos para lo-
a esto que la negativa de algunos sectores más radicales e grar sus fines. Al mismo tiempo, sería injusto acusar al grueso
ideologizados de las Fuerzas Armadas colombianas a las -en- de los agricultores o los terratenientes y a las Fuerzas Armadas
tonces, las primeras- negociaciones con la guerrilla, llevadas de connivencia con esos grupos porque la mayoría intentó vivir
a cabo por el Gobierno de Belisario Betancur, hizo que esos conforme las leyes marcaban. De esos tres pilares vamos a
sectores se adhirieran moralmente o de facto al paramilitaris- hablar ahora.
mo. Casi todos estos grupos, ya fueran soldados convencidos
de la urgencia de enfrentarse a la guerrilla por métodos poco 1) Terratenientes, ganaderos, mineros y campesinos
ortodoxos, antirrevolucionarios de corazón, defensores de sí
y de los suyos o delincuentes comunes, que aprovechaban Tradicionalmente la privatización del Estado en Colombia ten-
el paramilitarismo para sus propios fines, acabarían uniendo día a ser mayor en la región que en la nación y era más intensa
objetivos e intereses comunes, mediados los años noventa. en ciertas zonas. Bajo el régimen de hacienda de las zonas
rurales nació una suerte de capitalismo de familia, de carácter
No obstante, en el período descrito, seguían intentando paternalista, con influencia sobre la propiedad, la justicia, la
transmitir la imagen y la idea de que eran grupos de defensa policía o el sistema electoral, que organizaba la vida en no po-

6 Asociación Campesina de Ganaderos y Agricultores del Magdalena Medio (ACDEGAM).

7 A estos se les ha llamado, a veces, los de las “autodefensas” porque no hay un único fenómeno autodefensivo. Las autodefensas también las formaban, a
veces, grupos de sencillos campesinos que querían defender de la guerrilla sus hatos ganaderos y sus tierras. Querían, simplemente, seguir con sus vidas al
margen de insurgencias revolucionarias, no defender grandes extensiones de terreno ni propiedades millonarias.

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cos lugares del país. Pues bien, los ganaderos, los poderosos organizaban en grupos afines, al modo mafioso y con métodos
terratenientes o los -más humildes- campesinos o mineros similares, para controlar las esmeraldas y el territorio.10 Las
comenzaron a defenderse de la guerrilla mediante los grupos zonas de mayor producción de esmeraldas estaban en Puerto
clásicos de autodefensas. La insurgencia ponía en peligro su Boyacá que, diez años después, sería lugar de producción de
modo de vida e incluso sus vidas. paramilitares. Es decir, en donde había riqueza se hacía ne-
cesario armar a grupos violentos para proteger los recursos
Téngase en cuenta que, en 1960, el 60% de la población propios y aumentarlos por cualesquiera métodos. Téngase en
colombiana aún vivía en áreas rurales y el empeoramiento de cuenta que la incapacidad del Estado para legislar de forma
Artículos

la economía agrícola, desde ese período, fomentó las activi- eficaz sobre la minería fue un acicate para el surgimiento de
dades económicas alternativas ilegales, especialmente el con- grupos militares esmeralderos y la guerra fue la principal fór-
trabando y el narcotráfico. Las rutas por las costas caribeñas mula para dividir zonas y controlar la producción esmeraldera
que habían servido de corredor para el tráfico de esclavos, oro (Uribe, 1992: 93). Es más, las mafias esmeralderas mantenían
y mercancías, en tiempos de la conquista española, siguieron relación con grupos paramilitares, hasta tal punto que llegaron
siendo útiles en el último tercio del siglo XX (Betancourt y a constituir algunos y a relacionarse con los narcoparamilita-
García, 1994: 48). Además, en algunas zonas rurales de Co- res para formar unas extrañas y confusas alianzas en las que
lombia, se instauró cierta actitud de indolencia y permisividad los perfiles y los objetivos eran poco claros. Lo único seguro
con respecto a las leyes. es que se lucraba con estas relaciones. Víctor Carranza, por
ejemplo, llegó a hacer una de las mayores fortunas del país,
Los esmeralderos, los terratenientes y los ganaderos durante la confusa y convulsa situación de violencia.
desarrollaron su lucha contra la insurgencia; formaron a los
paramilitares y los financiaron para salvaguardar sus intere- La lucha de poder entre los clanes esmeralderos convergió
ses. No es cierto, tal y como afirma la guerrilla de modo recu- con otra lucha que estaba surgiendo entre las guerrillas y sus
rrente, que el grueso de los potentados promoviera la guerra aliados, la emergente narcoburguesía y sus grandes terrate-
sucia; era una minoría dentro de la elite del país, pero algunos nientes y los ganaderos en Puerto Boyacá. Las dos luchas se
cohonestaban con los grupos paramilitares. Al fin y al cabo, entremezclaron en esta zona en los años subsiguientes, cuan-
estos últimos se financiaban tanto con los impuestos a los do estos grupos comenzaron a disputarse el control territorial
pequeños negocios, empresas agrícolas, comerciantes y a las ejercido por las guerrillas sobre aquellas zonas en las que ha-
grandes empresas multinacionales que los contrataban para bían adquirido tierra y fincas ganaderas. El surgimiento del [...]
protegerse como con las contribuciones jugosas de ganaderos MAS [...] llevó el antagonismo a mayores niveles de violencia.
y terratenientes, si bien es cierto que, desde los años ochenta, (Richani, 2003: 171)
empezaron a depender mucho más del narcotráfico.
2) Las Fuerzas Armadas
La ilicitud en los comportamientos se ve más claramente
en la producción de esmeraldas, por ejemplo. En las zonas Si bien los militares colombianos han sido respetuosos con las
esmeraldíferas de Boyacá se observa la mezcla de lucha decisiones de los gobernantes democráticamente elegidos, a
sectaria y comportamiento mafioso -encarnada en la figura veces, algunas minorías más radicalizadas e ideologizadas se
de Efraín González, legendario jefe de las bandas conser- han acercado a los paramilitares. No es justo acusar en la ac-
vadoras del lugar- con la oposición a todo lo que supusiera tualidad a los militares de connivencia con ellos. Sin embargo,
poder legítimo del Estado.8 La privatización, en 1973, de la ha habido momentos, en la reciente historia colombiana, que
explotación de las minas de esmeraldas en Boyacá permitió la muestran una mayor dejación de responsabilidades institu-
creación de ejércitos privados tolerados por el Estado al haber cionales por parte de algunos mandos. Ya durante la vigencia
sido éste incapaz de controlar las operaciones mineras.9 Los del Estatuto de Seguridad del Gobierno liberal de Julio César
mineros resolvían por sí mismos sus disputas, los cuales se Turbay (1978-1982) se permitió todo tipo de excesos contra

8 Con las contradicciones propias de la sociedad colombiana, González era jefe esmeraldero, “juez” que resolvía disputas que le planteaban las gentes sencillas,
luchador de la violencia política del período de La Violencia y, según cierta altisonante prensa de la época, Robin Hood colombiano.

9 En 1947, se intentó que el Banco de la República obtuviera el derecho de explotación exclusiva de las minas en Boyacá, pero continuó la explotación clandes-
tina. El Estado no fue capaz de imponerse. En 1969, se transfirió la explotación a inversores privados y un recurso público se convirtió en propiedad privada.
Las tensiones aumentaron poco después, con la llegada de mafias esmeralderas, oligopolios y clanes.

10 El negocio de la minería se organizaba mediante una estructura familiar de clan que reproducía el sistema de hacienda. Se pagaba un salario al productor,
pero éste, a cambio, debía lealtad absoluta al jefe. Si a esto se añade que todo tenía lugar en zonas rurales en donde la agricultura extensiva coexistía con el
minifundio y había intereses encontrados y gentes rudas, se generaban conflictos que sólo se resolvían mediante la violencia. Algo propio de grupos seme-
jantes a las mafias.

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quien se opusiera a lo establecido en Colombia. Por si fuera Las Fuerzas Armadas, como apenas cambiaron su manera de
poco, la política anticomunista de entonces criminalizó no enfrentarse a la guerrilla, pudieron ser comprensivas, desde su
pocas formas de movilización social (Buitrago, 1994). nacimiento, con los contrainsurgentes. Es más, la importancia
de los grupos paramilitares en los ochenta y en los noven-
Quien le sucedió al frente del Gobierno, Belisario Betancur ta crecía, al parecer, por la amenaza de la guerrilla y de los
(1982-1986), prometió negociar con la guerrilla y, una vez en grupos políticos de izquierda. Baste como ejemplo el hecho
la presidencia, limitó las capacidades del Ejército, sobredimen- de que más de 3,000 miembros de la Unión Patriótica (UP)
sionadas durante el mandato de su antecesor.11 Aunque era fueran asesinados desde 1985 -año de su nacimiento oficial-,

Artículos
conservador, el nuevo presidente vio a la guerrilla como un durante el Gobierno de Betancur. Y aunque los grupos parami-
actor político y concedió una amnistía, en noviembre de 1982, litares fueron declarados ilegales en tiempos del gobierno de
que irritó a parte de las Fuerzas Armadas y de las elites co- Virgilio Barco -cuando se derogó la Ley 48 de 1968- mediante
lombianas. Vieron su política de paz como una cesión ilimitada el Decreto 1194 de 1989 en el que se establecían penas de
ante los insurgentes, que empleaban la violencia para tomar el cárcel para quienes organizaran o financiaran a grupos para-
poder por las armas (Leal y Zamosc, 1990: 490-493). Además, militares, los militares afines a aquéllos continuaron siéndolo.
los límites que se impusieron a los militares, en estos años, Tanto oficiales en activo como en la reserva formaron parte de
-como la eliminación de la justicia castrense con respecto a grupos paramilitares a los que los entrenaron. Human Rights
los civiles- frustraron a no pocos y buscaron otras formas de Watch denunciaba, en el año 2000, que en 1999 -diez años
enfrentarse a la guerrilla para impedir que se quebrara el país después de la declaración de ilegalidad- oficiales vinculados a
y la convivencia (Uprimmy y Vargas, 1990). la III Brigada, situada en el Valle del Cauca, junto con parara-
militares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá
Cabe mencionar otro factor que, unido al enojo anterior, (ACCU) fundaban el Frente Colima (Human Rights Watch, 2000:
sirve para comprender la actitud de parte de los militares. Es 6).12 Y desde la pura lógica de victoria y derrota, desprovista
el origen tanto de la clase de tropa como de los mandos. Tra- de criterios jurídicos o morales, la idea de entablar relaciones
dicionalmente, los militares colombianos provenían de áreas con milicias “paralelas” no era descabellada. Al fin y al cabo,
rurales pequeñas o medianas y su apego a la tierra, a las tradi- mientras los paramilitares lucharan contra la guerrilla, el Esta-
ciones y al conservadurismo era claro y lógico. Según Richani, do no tendría interés en combatirlos y sería posible mantener,
este reclutamiento era parte de un plan diseñado por los Es- oficialmente, un discurso antiparamilitar y colaborar con ellos,
tados Unidos para evitar el ascenso de gentes de izquierda en al mismo tiempo, en las zonas de conflicto.
las Fuerzas Armadas, más fáciles de encontrar en los núcleos
urbanos (Richani, 2003: 95). Fuere así o no, los datos muestran Sin embargo, hay que decir lo siguiente en defensa de las
que los oficiales eran mayoritariamente hijos del pequeño y Fuerzas Armadas: una de las diferencias entre los grupos pa-
mediano campesinado. La oligarquía terrateniente y la bur- ramilitares de Colombia y los de otras zonas de América Latina
guesía urbana no se interesaban en las Fuerzas Armadas como es la carencia de una política estatal clara a favor de ellos (Lair,
medio de promoción social y los altos mandos del Ejército 2002: 138). Además, los grupos paramilitares en Colombia
apenas se integraban en las clases altas. En un país enfrentado tenían autonomía organizativa y operativa con respecto a las
por la tierra durante parte del siglo XX, y en unos oficiales Fuerzas Armadas; estaban más fragmentados y tenían vínculos
cuya ideología se construyó en el duro ascenso social dentro con el narcotráfico que les permitía financiarse a sí mismos.13
del ejército, fue fácil establecer cierto vínculo con la oligarquía Eso significa que no estaban organizados por el Estado, pese a
terrateniente cuando ésta creó sus grupos de autodefensa. Se las muchas proclamas que afirman lo contrario. Huelga decir,
defendía la tierra y sus costumbres, el orden social y las ins- además, que los Estados democráticos -y Colombia lo es- no
tituciones sociales. Así que, desde los años sesenta, parte del pueden apoyarse en grupos paramilitares en su lucha contra la
ejército se involucró en la creación del paramilitarismo. guerrilla o el terrorismo. Los grupos civiles con escaso control
estatal han dado pocos resultados positivos en América Latina
El paramilitarismo debilitaba a la guerrilla y hacía lo que, porque, a la larga, causaban problemas mayores. La única ex-
en buena lid, no debían -ni podían frecuentemente, por falta cepción a esta regla fueron las Rondas Campesinas en el Perú,
de medios o de capacidades- hacer los soldados regulares. que permitieron derrotar a Sendero Luminoso debido a que, en

11 Recortó los poderes del Ejército al nombrar a un general de la Fuerza Aérea como ministro de Defensa y esto se vio como una afrenta.

12 Se puede consultar también en la dirección de internet http://www.hrw.org/reports/2000/colombia/

13 En otros países del área, los grupos paramilitares solían depender en mayor media del Estado y con frecuencia, el dinero les llegaba de él, como en el Perú,
en Guatemala o en El Salvador.

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aquel país, existían fuertes comunidades campesinas e indí- Hay un sector que lo rechaza y lo combate ardientemente,
genas que lograron mantener el control sobre las armas de la otro que lo acepta y lo justifica y un sector, quizá más amplio,
comunidad, a la que ellas mismas pertenecían (Pizarro, 2004: que se comporta pasivamente (Valencia, 2001: 253). Aunque
163). Así se evitó el aumento de la violencia y su perversión. La es verdad que los militares colombianos cada vez respetan
permisividad de las elites colombianas y de parte de las Fuer- más los derechos humanos y sus estándares democráticos
zas Armadas para con los grupos paramilitares fue un error son crecientes, es cierto que aún son parte -reducida, a decir
grave, porque estos tendían cada vez a ser más autónomos y verdad- del problema de la violencia en el país, especialmente
a rechazar a los gobiernos elegidos democráticamente (Linz, en las zonas rurales.17 Sin embargo, los altos mandos del Ejér-
Artículos

1967: 59).14 Acabaron siendo una amenaza para la estabilidad cito, aun reconociendo que las simpatías de algunos militares
del régimen democrático. por los “paras” son ciertas, aseguran que son una reducidísi-
ma minoría y que quienes los rechazan son el grueso de sus
Lo espinoso de este asunto se agrava con la relación que los miembros, que respetan las directrices democráticas y presi-
militares partidarios de los paramilitares establecieron, a veces, denciales. El general retirado Adolfo Clavijo afirmó, en el año
con los narcotraficantes. En opinión de Richani los guerrilleros 2000, que parte de los militares que se unían, se acercaban a
amenazan el orden que permite el ascenso político y social de los paramilitares o juntaban sus fuerzas a las suyas;
los mandos del ejército y, por si fuera poco, su proyecto social
insiste en reformar radicalmente las Fuerzas Armadas colom- ...inclusive lo hacen circunstancialmente por operaciones o por
bianas.15 Es conocida la idea de las FARC -por mencionar a la algo por el estilo y, a veces, hasta por engaño. Pero no es una
más importante de las guerrillas colombianas- de que la doctri- política institucional. Y esto tiene una gravedad muy grande.
na militar y de defensa nacional habrá de ser bolivariana.16 Esto Esta es la pieza mayor de la desinformación. Al decir que la
significa que el narcotráfico no es una amenaza para el orden fuerza pública está con los paramilitares estamos polarizando
social o, al menos, no una amenaza tan grande como la guerri- al país y les estamos dando fuerza a los paramilitares y razo-
lla. De ahí que su relación pueda considerarse una especie de nes a la guerrilla. (Clavijo citado por Valencia, 2001: 253)
unión útil para todas las partes. En palabras de Richani (2003),
Sus palabras quizá sean compasivas y comprensivas con
los lazos entre militares, narcotraficantes y paramilitares co- quienes se vinculan con los paramilitares, pero dan idea de que
rresponden asimismo a la doctrina de seguridad nacional de el problema no tiene la hondura de hace años.
contención de la amenaza guerrillera mediante la persecución
de sus bases campesinas y de sus seguidores urbanos. [...] Llegado este punto, creemos necesario apuntar un matiz
Es el tipo de guerra que conviene, ya que no implica costos que establece diferencias entre soldados y paramilitares. Hay
ni para los militares ni para el Estado; éstos corren, de todas militares que no sólo no han amparado a los “paras”, sino que,
maneras, por cuenta de los narcotraficantes y grandes terra- incluso, se han sentido heridos en su honor por el -aparen-
tenientes. (p. 98) temente simple- hecho de llamar “paramilitares” a quienes,
según ellos, no son más que otra peligrosa parte del conflicto
Estas duras palabras, acertadas quizá en parte, parecen en Colombia. Este asunto tiene más relevancia de la que parece
decir que las masas campesinas y obreras son mayoritaria- a simple vista, pues no es sólo de orden nominalista. Es verdad
mente partidarias de la guerrilla. Y, sobre todo, entienden al que el vocablo “paramilitar” puede dar lugar a equívocos y que
Estado y a las Fuerzas Armadas como un grupo monolítico que, puede ser lesivo para la honra de los militares pues, en un
dados sus métodos y relaciones, más bien parece transgredir sentido formal, la palabra se aplica a las organizaciones no
el orden democrático que defenderlo. A nuestro entender, son oficiales que, además de ostentar los caracteres propios de un
palabras ideologizadas y categóricas en exceso y, por ende, ejército, ejercen la acción bélica en la misma dirección y con
poco acertadas e injustas para con las Fuerzas Armadas co- los mismos propósitos de las fuerzas militares regulares (Vé-
lombianas que, en la actualidad, mantienen una triple actitud lez, 1999: 149). Se entiende por tanto que, en sentido formal,
en su relación con el paramilitarismo. los paramilitares pueden ser aliados de aquéllas.

14 En este caso los estudios teóricos son claros al respecto. Aunque no se ciñan al caso colombiano, siguen teniendo validez para el asunto que nos ocupa.

15 Véase, por ejemplo, La Plataforma para un Gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional de la VIII Conferencia Nacional de las FARC-EP de abril de
1993, disponible en Internet en muchas páginas afines a este movimiento, como la siguiente: http://contracultural.com.ar/notas/docu2.htm. Esta doctrina no
ha variado un ápice con los años. O el programa de las FARC que puede encontrarse en su muy cuidada página web, ventana propagandística abierta al mundo
escrita en seis idiomas.

16 Bolívar decía que “el destino del ejército es guarnecer la frontera. Dios nos preserve de que vuelvan las armas contra los ciudadanos”.

17 A veces, el empleo de materiales tóxicos para acabar con los cultivos ilícitos es causa de desplazamiento de población civil, por ejemplo. Es la manera más
rápida y sencilla que tienen las autoridades de acabar con las plantaciones de droga, pero, al mismo tiempo, por los efectos perniciosos que los productos
empleados tienen sobre los ciudadanos corrientes, éstos huyen de sus aldeas y pueblos y aumenta el volumen del desplazamiento interno.

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Pedro Rivas Nieto y Pablo Rey García

CONfines
Si los paramilitares colombianos combaten a la insurgen- La acción de la guerrilla dañó desde los comienzos los
cia, hay comunidad de fines entre ellos y las Fuerzas Armadas. intereses de los narcotraficantes. Se les pedía el “gramaje”, un
Pero esto no significa que, por el hecho de coincidir en los fines, porcentaje del dinero obtenido por el negocio de la droga para
coincidan en los medios o en los métodos o, mucho menos, financiar las actividades insurgentes. A los narcotraficantes
que sean aliados naturales, que es lo que aseveran algunos, de les suponía una considerable pérdida económica y un daño
forma interesada, aunque sea cierto que, en ocasiones, se haya en su poder y en su imagen. No quedó ahí el quebranto que
podido producir. La búsqueda de los mismos objetivos que la guerrilla causó a sus intereses, pues sus posesiones en tie-
las Fuerzas Armadas puede hacerse con su consentimiento o rra también se vieron perjudicadas tras adquirir el estatus de

Artículos
sin él y no parece que el consentimiento haya sido lo habitual grandes terratenientes. Recuérdese que en los años ochenta
ni la política oficial. Se entiende, entonces, que los “paras” comenzó una tendencia que consistía en comprar tierra con el
colombianos son paramilitares en sentido material, porque dinero ganado en el tráfico en sustancias ilícitas. Los traficantes
tienen estructura, métodos y disciplina de tipo militar, aunque compraban tierras devaluadas en zonas en las que la guerrilla
no lo sean en el sentido formal, pues el Estado con sus Fuerzas tenía una fuerte presencia, que se revalorizaban cuando los
Armadas -al menos, oficialmente- está enfrentado a un para- paramilitares lograban desplazarla y “restaurar” el orden.
militarismo que niega los fines estatales de conservación del
orden y del bienestar de los ciudadanos que en él se amparan. En estas zonas hubo alianzas entre los narcotraficantes y
Es decir, no actúan “junto con” el Estado, sino “paralelamente”, los grupos de autodefensas y se pasó frecuentemente de la
“al margen” del Estado, para enfrentarse -entre otras cosas- a defensa de la propiedad agraria a la constitución de enormes
un mismo problema: la guerrilla. Por tanto no pretenden des- dominios socioterritoriales. Los nuevos lazos transformaron
truir al Estado ni combatirlo. los objetivos iniciales de las autodefensas y el resultado fue
que se hablara, casi indistintamente, del fenómeno parami-
Así que, por molesto que resulte a una parte de las Fuerzas litar y del de autodefensa (García, 2004: 64). Se reorganizó
Armadas el uso del vocablo “paramilitar”, se lo ha de seguir a las autodefensas con el apoyo de mercenarios británicos e
usando para designar a los grupos, objeto de este estudio, israelíes, aparecieron grupos paramilitares que se unieron a
porque es el más preciso de la lengua española. Ese mismo la lucha contra la guerrilla para satisfacer sus intereses eco-
vocablo, por definición, excluye a los militares y, al hacerlo, nómicos y, por si fuera poco, los narcotraficantes crearon sus
no los deshonra, sino que limpia su imagen al distinguirlos de propios grupos paramilitares. El paramilitar como actor local
otros grupos que, disponiendo de la fuerza, la detentan ilegíti- -por ejemplo, un grupo de jóvenes, o de campesinos o de
mamente (Vélez, 1999: 153).18 Si las Fuerzas Armadas, some- ciudadanos amedrentados por el poder de la insurgencia- que
tidas a un rígido mando y control, a veces cometen desafueros, mantenía relaciones ambiguas con el ejército, los políticos
más fácil es que lo hagan los grupos que, aun buscando sus locales y los terratenientes, se transformó en un combatiente
mismos objetivos, carecen de estos sistemas de freno. externo al vecindario, encuadrado en un grupo lejano, orga-
nizado verticalmente y fácilmente identificable para todo el
3) El narcotráfico mundo, salvo -en ocasiones- para los cuerpos de seguridad
del Estado (Palacios y Safford, 2002: 662). En esta situación,
Más grave es quizá la penetración del narcotráfico en el con- es lógico que el paramilitarismo se expandiera en las zonas
flicto colombiano y el establecimiento de lazos entre él y los del país en donde se creaba buena parte de la riqueza nacional
paramilitares. Aquél ha posibilitado el auge del paramilitarismo (Rivas, 2007: 92-93) y que el más vinculado con los traficantes
de formas diversas. Como idea sintética y precisa puede decir- fuera enemigo acérrimo de la guerrilla. Los narcotraficantes
se que la entrada del narcotráfico en la vida del país produjo un son una forma de capitalismo, y este elemento es lo que les
doble efecto: desestructuró a los políticos y al Estado y aglutinó dificulta relacionarse con la guerrilla, nacida para enfrentarse
a la delincuencia común y, al dañar al Estado, permitió alianzas al capitalismo (Richani, 2003: 163) -al menos a largo plazo,
de sectores diversos con el narcotráfico que dieron origen a una porque es bien cierto que la guerrilla también se relaciona con
forma más perversa de paramilitarismo (Granada, 1998: 16). el narcotráfico cuando lo cree conveniente.19 No en vano los

18 Como bien dice Vélez (1999:153) en Colombia el problema no es de orden nominalista. Al fin y al cabo “el uso anfibológico, impreciso o inadecuado del
lenguaje [...] no constituye precisamente la raíz del mal ni ostenta entidad propia, sino que es uno de sus epígonos perversos, y que, [...] apenas refleja a medias
y equívocamente algunos aspectos del problema”.

19 Sin ir más lejos, la Comandante Sonia de las FARC, extraditada en mayo de 2004 a los Estados Unidos por delitos de narcotráfico, fue condenada a 16 años
de prisión el 2 de julio de 2007. Antonio Celis y Juan Diego Giraldo, compañeros de armas en las FARC y en el negocio ilícito, fueron condenados a 14 años y
medio y a 16 años y medio de prisión, respectivamente, por el mismo delito. Eran los primeros miembros de las FARC condenados en EE.UU. por ese motivo.
Ver, por ejemplo, el diario La Jornada, de México, en http://www.jornada.unam.mx/2007/07/03/index.php?section=mundo&article=027n2mun

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CONfines Las autodefensas y el paramilitarismo en Colombia

narcotraficantes y, frecuentemente, los jefes paramilitares in- ochenta -hacía un decenio que la población no simpatizaba en
vierten el dinero acumulado en fincas y otros bienes raíces, lo exceso con ellos- arraigó el paramilitarismo. A medida que los
cual aumenta los precios de la tierra y agrava la lucha por ella.20 ganaderos de la región vendieron sus tierras y se fueron a las
ciudades, los narcotraficantes las compraron, vieron las posi-
No obstante, el acto fundador del paramilitarismo -es de- bilidades de negocio de la zona y cambiaron las funciones de
cir, de lo que se tiene por tal con denotación y connotación las autodefensas. De hecho, tras matar al ministro de Justicia,
negativas, una degradación de la defensa colectiva originaria- en abril de 1984, e intentar protegerse de la represión guber-
mente legitimada por la necesidad de proteger la vida y la pro- namental, se resguardaron en esta “república independiente
Artículos

piedad y amparada por las leyes- se remonta a 1981 y 1982. anticomunista” (Palacios y Safford, 2002: 663). Desde 1986
El nacimiento del movimiento Muerte a Secuestradores (MAS), hasta 1989 exterminaron a militantes de partidos políticos,
en 1981, marca un hito en el conflicto colombiano porque el movimientos cívicos, periodistas, sindicalistas, funcionarios y a
enfrentamiento social y la violencia aumentaron sobremanera. cualquiera que se les opusiera. De esa manera pelearon de for-
Surgió tras el secuestro, en noviembre de 1981 por parte del M- ma eficaz en donde los necesitaban: contra los competidores en
19, de Marta Nieves Ochoa, hermana de Los Ochoa, conocidos el negocio de la droga, para debilitar la lucha nacional e inter-
narcotraficantes de Medellín. Estos convocaron a una reunión a nacional contra el narcotráfico y para pararle los pies a la sub-
la que asistieron miembros del Cartel de Medellín21 y decidie- versión comunista y guerrillera (Palacios y Safford, 2002: 663).
ron constituir grupos violentos para acabar con los guerrilleros
(Thoumi, 1997: 147). El MAS mató a guerrilleros, simpatizantes Los narcotraficantes lograron implantar -junto con sectores
y gentes de izquierda y, aunque el M-19 liberó a Marta Nieves de los militares y de los grandes terratenientes- una estrategia
Ochoa, sus actividades paramilitares continuaron. De hecho, contrainsurgente cuando el Gobierno de Betancur empezó a
el paramilitarismo contemporáneo se concentró en la zona del negociar con las guerrillas. Las insalvables diferencias entre
Magdalena Medio -al menos en los comienzos, y desde allá se la ideología y la práctica del Gobierno y la acción de estos
expandió a Córdoba, Urabá, Meta y Putumayo-, históricamente grupos debilitaron las posibilidades de llegar a acuerdos22,
conflictiva y marcada por la colonización. En ella está el para- y los grupos paramilitares se beneficiaron tanto del apoyo y
digma del fenómeno paramilitar. La emigración y la violencia, entrenamiento de Fuerzas Armadas y de mercenarios como del
unidas a la casi total ausencia del Estado, la definen (Sánchez dinero venido de los narcotraficantes. Se estableció una suerte
y Peñaranda, 1986: 334-335) y fue la incapacidad de éste para de narcoparamilitarismo que no ha dejado de existir desde
solucionar los problemas y dominar el territorio el que facilitó entonces. De hecho, ya en 1988, los hermanos Castaño tenían
la aparición de la guerrilla, que aprovechó esta circunstancia unos sólidos lazos con el Cartel de Medellín y con el de Cali, y
para convertirse en el poder político y militar de la región. Lo Carlos Castaño, cabeza principal del paramilitarismo en Colom-
mismo hizo después el narcotráfico, que logró que los cam- bia durante ese período, reconoció que los “paras” se habían
pesinos se dedicaran al cultivo de sustancias ilícitas -a los que puesto directamente al servicio de los ganaderos y de los nar-
impuso condiciones- además de tener la fortuna de que el ejér- cotraficantes para proteger sus intereses (Aranguren, 2001)23.
cito no ejerciera funciones policiales de persecución del delito
común al dedicarse casi en exclusiva a combatir a la guerrilla. Se había organizado un proyecto contrainsurgente sin pre-
cedentes en el país. Los pobladores de las zonas controladas
Téngase en cuenta que el Magdalena Medio es una región por los paramilitares pasaron de pagar tributos comunistas a
que fue refugio de la guerrilla liberal durante La Violencia y tributos anticomunistas (García, 2004: 65) y a soportar un gra-
de asentamiento de la insurgencia de izquierda, gracias a la do de violencia altísimo (Reyes, 1991: 38).24 Buscando acabar
simpatía de la población, en los años sesenta. A finales de los con las fuerzas de izquierda, se reprimió a sus bases, cam-
setenta llegó el ejército para combatir a los rebeldes y en los pesinos y habitantes de zonas rurales. Las acciones paralelas

20 La guerrilla aún sigue hablando de reforma agraria. De esa manera parece enfrentarse a estos expoliadores, aunque ella también esté involucrada en activi-
dades que perjudican al campesino y a los menesterosos. No obstante, se enfrenta a los paramilitares por la tierra y esto recrudece la violencia.

21 Según las FARC, también asistieron militares en servicio activo, políticos, ganaderos y representantes de la Texas Petroleum Company, cuyas actividades
se concentraban en Puerto Boyacá, en el Magdalena Medio. Fuera cierto o no, un grupo de investigadores y jueces demostraron -así aparece en el Informe del
Procurador General de la Nación- que de las 163 personas vinculadas al grupo, 59 eran militares.

22 Se dice a veces que el fracaso fundamental de las conversaciones de paz con la insurgencia fue la acción del paramilitarismo y la debilidad del Estado frente
a él, pero no conviene olvidar que la guerrilla tampoco quería ceder nada en sus pretensiones.

23 Hay un grueso libro en el que Carlos Castaño cuenta su vida. Hace ya tres años que murió asesinado por su guardaespaldas. Poco tiempo antes, con la
ayuda de un periodista que redactó la obra, este jefe paramilitar relató sus inquietudes, esperanzas, proyectos y justificaciones. El texto es Mi confesión. Carlos
Castaño revela sus secretos, de Mauricio Aranguren.

24 Desde 1982 hasta 1984, por ejemplo, los “paras” mataron a más de 800 personas en la zona del Magdalena Medio.

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Pedro Rivas Nieto y Pablo Rey García

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de represión y matanzas lograron el éxodo de la población III. A MODO DE BREVE CONCLUSIÓN
(Rivas, 2007: 94);25 “voluntario”, unas veces, -las gentes se
iban por miedo, aunque no se les decía expresamente que
debían abandonar su hogar-; obligatorio, otras, -se les decía a Se supone que, en la actualidad, los paramilitares colombianos
las familias acusadas de colaborar con la guerrilla que podían no existen, aparentemente disueltos tras el cumplimiento de
salvar su vida si se marchaban-. los acuerdos de Santa Fe de Ralito. Pero esto no es del todo
cierto. Se les ha permitido la reintegración a la vida ciudadana
Bajo la premisa de que los pobladores de zonas con alta pre- gracias a unas leyes compasivas que soslayaron buena par-

Artículos
sencia subversiva son en alto grado colaboradores de la gue- te de los delitos comunes cometidos por ellos. Los militares
rrilla, la estrategia paramilitar se basó en realizar matanzas y fueron separándose progresivamente de ellos y cumpliendo
en obligar a grandes desplazamientos de población ahondando los estándares propios de unas Fuerzas Armadas democrá-
en la degradación del conflicto. Se incrementó al enfrentarse al ticas que, ya desde los tiempos de Pastrana, y gracias a las
Estado y al sentenciar a pena de muerte a las personalidades Unidades de Derechos Humanos, lo fueron logrando (Estra-
que luchaban contra el narcotráfico. (García, 2004: 65) da, 2006). Los ganaderos y terratenientes han confiado cada
vez más en la eficacia del Estado para solventar problemas;
No obstante, es cierto que, a veces, el paramilitarismo pa- y con el afianzamiento de la autoridad, especialmente en las
cificó zonas en las que la violencia guerrillera había desangra- zonas urbanas, y el apoyo internacional, las instituciones se
do a la población, pero a costa de usar una nueva barbarie. En han fortalecido. Pero los sólidos lazos con el narcotráfico han
otras zonas del país instauró una violencia que hasta entonces degradado el fenómeno y han impedido una solución defini-
no existía. El intento de pacificar mediante la eliminación total tiva, pues sin el rápido crecimiento del narcotráfico ellos no
del contrario se extendió como la pólvora y nació un tipo de habrían crecido tanto. Aunque no es cierto que en los años
convivencia basada en la pura fuerza en vez de en el acuerdo. finales sólo buscaran acumular bienes materiales o el lucro por
el lucro -pues éste era un medio mediante el cual buscaban
Por si no fuera bastante, en los años ochenta y noventa, la restaurar regímenes políticos amenazados o construir otros
lucha estatal contra la guerrilla y contra el narcotráfico pos- nuevos- sin embargo, con el tiempo, los paramilitares fueron
tergó el problema del paramilitarismo: se obvió su potencial confundiendo como insurgente a cualquiera que defendiera
destructivo para la convivencia al recrudecer la violencia en propuestas reformistas. Esta reacción tan conservadora, unida
Colombia. Y, sobre todo, los paramilitares aprendieron muy a la expansión del narcotráfico, agrandó y complicó el fenó-
bien que podían ser un modelo antiinsurgente en toda Co- meno paramilitar en Colombia.
lombia; que podían adquirir poco a poco estatus político si se
oponían a las iniciativas de paz del Gobierno colombiano con La deriva hacia la simple delincuencia común de buena
respecto a la guerrilla y que podían obtener representación en parte de los grupos y el hecho de que aún sigan algunos en
los municipios si, de forma más o menos encubierta, se pre- pie de guerra lo empeora.26 El deseo de derrotar a la guerrilla
sentaban a las elecciones. Llegado a este punto, el fenómeno parece haber dejado paso a la necesidad de obtener beneficios
paramilitar se desbordó, organizó un proyecto político que le económicos. Y aun así, Colombia empieza a respirar al haber
permitió negociar con el Gobierno y terminó por disolverse - sido capaz de debilitar -sin cerrar del todo, no debe olvidárse-
formalmente- y entregar las armas en Casibare, una aldea del nos- un frente peligroso. Le queda el de la insurgencia.
Departamento del Meta, en abril de 2006.

25 Téngase en cuenta que el único bien con valor de cambio para los campesinos es la tierra. Abandonarla es dejar atrás todas sus posesiones, además del
daño moral que supone para quienes están apegados a la tierra el dejar su vida entera.

26 Con fecha de 25 de septiembre de 2007, Adital publicaba que los ex miembros de las AUC aún siguen reclutando niños. Ver ADITAL, “Conflictos armados
afectan a entre 6 y 11 mil niños”, en http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=29679

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CONfines Las autodefensas y el paramilitarismo en Colombia

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