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Este criterio de clasificación apunta a determinar aquello que se puede exigir en virtud del título
que se ha emitido, es decir, la prestación en él incorporada. Desde este ángulo los títulos valores
pueden ser: 1) De contenido crediticio, 2) Reales, de tradición o representativos de mercancías, 3)
Corporativos o de participación.
Un título valor es de contenido crediticio cuando el objeto, sobre el cual recae la prestación que
puede exigirse como efecto de ese título, es dinero, valga decir, moneda legal.
El artículo 821 del Código de Comercio preceptúa que cuando en la ley o en los contratos se
emplea la expresión "instrumentos negociables" se entenderá por tal los títulos valores de
contenido crediticio que tengan por objeto el pago de moneda legal. Con lo anterior se quiere dar
a significar que el concepto de título valor de contenido crediticio es equiparado por la ley al
concepto de instrumento negociable.
Ahora bien, ¿qué títulos valores son de contenido crediticio? Corno se indicó en la definición, lo
son todos aquellos que imponen a sus intervinientes la obligación de pagar una suma de dinero.
Veamos cuales:
a) El cheque, en la medida que se trata de un título valor en el cual va impresa una orden de pago
dirigida por el librador contra el librado, contra el banco, girado a fin de que se pague la suma
determinada de dinero inserta en el documento.
b) La letra de cambio, en tanto que se trata de una orden dada por el librador contra el girador
para que igualmente pague una suma determinada de dinero.
c) El pagaré, pues se trata de una promesa que hace el otorgante del título encaminada a pagar
una suma de dinero,
d) Los bonos, porque representan una alícuota en un crédito colectivo que permite a su tenedor
obtener el reembolso de una suma determinada.
i) Otros títulos valores calificados como de contenido crediticio pueden serlo las cédulas, los títulos
de ahorro cafetero y, en fin, todos aquellos que tengan por objeto cobrar una suma de dinero.
De manera indistinta se les ha denominado así a esta clase de títulos valores. Empero, son tres
criterios diferentes los que cobija esta clasificación.
De un lado, son reales, porque confieren al tenedor un derecho real, es decir, el dominio sobre las
mercancías en el título representadas.
Son representativos de mercancías en tanto que, en virtud de la incorporación, allí donde está el
documento, en ese mismo lugar se encuentran físicamente las mercancías. Por ello el artículo 629
del Código de Comercio manda que la reivindicación, el comercio, o cualesquiera otras
afectaciones o gravámenes sobre los derechos consignados en un título valor o sobre las
mercancías por él representadas, no surten efectos si no comprenden el título mismo
materialmente. En consecuencia, aparece claramente que estos títulos valores se caracterizan
porque confieren derechos sobre mercancías y no sobre dinero, como los de contenido crediticio,
examinados anteriormente. Igualmente, se caracterizan porque aquella persona poseedora del
documento es dueña de la mercancía en él contenida y, por tanto, como titular de las mismas
puede disponer de ellas. Así lo plasma el artículo 644 del Código de Comercio al indicar que los
títulos representativos de mercancías atribuyen a su tenedor legítimo el derecho exclusivo de
disponer de las mercancías que en ella se especifican. En estas condiciones, el titular del
documento representativo de mercancías podrá transferirlas, transfiriendo el respectivo título
valor.
a) El artículo 757 del Código de Comercio, en su inciso segundo, prescribe que los certificados de
depósito incorporan los derechos del depositante sobre las mercancías depositadas y están
destinados a servir como instrumento de enajenación, transfiriendo a su adquirente los
mencionados derechos.
b) El artículo 676 del mismo Código enseña que el conocimiento de embarque y la carta de porte
tienen el carácter de título representativo de las mercancías objeto del transporte.
Los títulos corporativos o de participación, por algunos denominados títulos personales, son
aquellos que confieren a su titular al poder o facultad de otorgarle una calidad especial en su
condición de miembro de una corporación. El ejemplo típico de un título valor corporativo o de
participación son las acciones de sociedades. En nuestro medio algunos tratadistas se han opuesto
a considerar las acciones corno una modalidad de título valor, pero lo cierto es que este
instrumento presenta todas las características de un título valor y así ha sido reconocido por la
doctrina internacional.
Los títulos valores corporativos confieren básicamente dos clases de derecho: De un lado derecho
de tipo económico y de otro de índole político.
Esta clasificación se relaciona con el tipo de moneda en que está emitido el respectivo título valor.
Desde este punto de vista el título valor puede ser emitido en moneda nacional o extranjera. La
mayoría de los títulos valores que circulan en nuestro medio son emitidos en moneda nacional,
valga decir, en pesos colombianos, en moneda corriente. Los títulos valores en moneda extranjera
son creados en el país para ser pagados en moneda extranjera o creados en el exterior para ser
pagados en Colombia en igual tipo de moneda.
Esta última modalidad de títulos valores plantea dos aspectos que interesan al presente estudio:
1) ¿Es lícito en Colombia otorgar títulos valores de contenido crediticio en moneda extranjera? Dos
normas sirven de base para responder el interrogante. En primer lugar, el artículo 672 del Código
de Comercio advierte, haciendo referencia a la letra de cambio, que ésta puede estar sujeta a una
tasa de cambio fijo o corriente. En segundo término, el artículo 874 del mismo estatuto, en su
inciso segundo, manda que las obligaciones que se contraigan en monedas o divisas extranjeras,
deban cubrirse en la moneda o divisa estipulada, si ello es legalmente posible, o en caso contrario,
se cubrirán en moneda nacional colombiana, conforme a las prescripciones legales vigentes al
momento de hacer el pago. De la observación de las normas de cita se deduce que es plenamente
lícito otorgar un título valor en moneda extranjera.
2) El segundo punto que pudiera prestarse a controversia, es el de determinar quien asume la
variación del tipo de cambio que sufre la obligación contenida en el título valor en moneda
extranjera, desde el momento en que se contrae hasta el día en que debe pagarse. El Estatuto
Cambiario se ocupa de las obligaciones en moneda extranjera, para reconocerle plena validez. El
mismo estatuto indica que si la obligación es de las calificadas en las disposiciones cambiarias
como operación de cambio, el deudor contrae la obligación de pagar en la moneda estipulada,
pero al tipo de cambio vigente en el momento en que se realiza el pago.
"Se entienden como operaciones de cambio todas las comprendidas dentro de las categorías
señaladas en el artículo 4º. De la Ley 9ª. De 1991, y específicamente las siguientes: (Artículo 1º.
Del decreto 1735 de 1993): Importaciones y exportaciones; inversiones de capitales del exterior en
el país; Inversiones colombianas en el exterior; Operaciones de endeudamiento celebradas por
residentes en el país; Todas aquellas que impliquen o puedan implicar pagos o transferencias;
Todas las operaciones que efectúen residentes en el país con residentes en el exterior que
impliquen la utilización de divisas; tales como depósitos y demás operaciones de carácter
financiero en moneda extranjera; Las entradas o salidas del país de moneda legal colombiana y de
títulos representativos de las mismas, y la compra en el exterior de moneda extranjera con
moneda legal colombiana o títulos representativos de las mismas; Las operaciones en divisas o
títulos representativos de las mismas que realice el Banco de la República, los intermediarios del
mercado cambiario y los demás agentes autorizados, con otros residentes en el país".
http://www.dian.gov.co/content/defensoria/contenidos/glosa3.htm
En estas condiciones, el riesgo cambiario, es decir, el mayor costo de las divisas desde el día en
que se contrajo la obligación hasta el día del pago corre a cargo del deudor. Ahora, si la obligación
nacida tiene como causa o como origen una operación que no ha sido calificada como de cambio
por la correspondiente autoridad monetaria, el deudor está obligado a pagar al tipo de cambio
vigente el día en que contrajo la obligación, y no al tipo de cambio vigente al día en que efectúe
pago. Así las cosas, es de concluir que cuando la transacción no tiene origen en la operación de
cambio, el deudor no soporta la variación del tipo de cambio.
Esta clasificación pareciera confundirse con la anterior. Sin embargo, la clase de títulos valores
según la moneda en que se emiten es diferente de la del lugar de creación del título en razón de
su mismo objeto. Entonces dependiendo del lugar de creación, el título valor puede ser nacional o
extranjero.
TITULOS NACIONALES
Son aquellos títulos valores creados en Colombia para que produzcan efectos exclusivamente en
Colombia. Obviamente se trata de la gran mayoría de títulos valores que circulan en nuestro país.
B. TITULOS EXTRANJEROS
Cabe anotar que la norma en comento se divorció en gran medida del proyecto INTAL, pues este
instrumento indicaba que un título valor creado en el exterior debía sujetarse a las disposiciones
del código para que tuviera plenos efectos en Colombia, o sea, para que pudiera predicarse la
calidad de título valor en Colombia obligatorio era que debía sujetarse a la ley cambiaria y no a la
ley del país extranjero en donde se había emitido o creado. Aunque la norma citada ha sido objeto
de constante crítica por parte de la doctrina nacional, nosotros compartimos el sentido de la
norma, pues en últimas, dicho artículo plasmó un principio del derecho internacional privado, de
aceptación universal, conforme al cual la forma de los actos se rige por la ley del lugar de su
celebración.
En consecuencia, el contenido del artículo 646 del Código de Comercio lo único que hace es darle
vigencia en materia de títulos valores a dicho principio internacional, principio, entre otras cosas,
impuesto para resolver conflictos de leyes en materia de formalidades de los actos jurídicos. El
principio acogido por el Código de Comercio en el artículo nombrado es igualmente un reflejo de
lo consagrado en importantes tratados y códigos especialmente latinoamericanos, sobre la misma
materia. En efecto, el Tratado de Montevideo de 1889, refiriéndose específicamente a la letra de
cambio, manda que todos los actos que tengan que ver con este título valor se rigen por la ley del
lugar en donde tales actos se ejecutan y si la aceptación se realiza en otro lugar, ésta se rige por la
ley del lugar donde se produce la aceptación, y si el endoso se celebra, las leyes que debe cumplir
el endosante, son las que establezca el país en el lugar en donde se está justificando el endoso. De
la misma manera se encuentra desarrollado el principio en estudio en el Código de Bustamante,
en donde se advierte que la firma está determinada por el lugar o la ley del lugar de la celebración
del acto.
Sea que los títulos se creen uno a uno o en masa, conforme a la presente clasificación, los títulos
pueden ser singulares y seriales.
A. TITULOS SINGULARES
Los títulos valores singulares son aquellos que se crean o emiten uno a uno, de tal forma que cada
título o documento incorpora un solo derecho. Son ejemplos de títulos valores singulares el
cheque, el pagaré o la letra de cambio.
B. TITULOS SERIALES
Títulos valores seriales o en masa son aquellos que se crean en forma continua, en donde en un
solo documento se incorporan varios derechos. Tal es el caso de las acciones, en donde un solo
título de acción puede emitirse por una o varias acciones. Requisito indispensable para poder
predicar que un documento es título serial necesario es que esos varios derechos guarden
homogeneidad. Así, para que un título de acciones pueda incorporar varias acciones se requiere,
por ejemplo, que sean de la misma sociedad, que contengan un mismo valor nominal, pues de
manera contraria la incorporación en un solo título de varios derechos no podría efectuarse.
Los títulos seriales se llaman en masa porque hacen referencia a documentos creados en gran
número o cantidad, emitidos de manera continua, seguida, en conjunto, siendo ésta la
característica formal por excelencia.
De suma importancia son estos títulos en el tráfico mercantil, en donde se emiten constantemente
y dado su flujo los creadores han tenido que acudir a medios mecánicos de firma, con la
autorización del artículo 621 del Código de Comercio, conforme al cual la firma puede sustituirse
por signos o contraseñas que pueden ser impuestas mecánicamente, pero bajo la responsabilidad
de quien lo emite.
Conforme si se tienen o no en cuenta las formalidades prescritas para cada título valor, es decir, si
se cumplieron o no los requisitos tanto generales como particulares, los títulos valores pueden ser
completos o incompletos.
A. TITULOS COMPLETOS
Se predica que un título valor es completo en aquellos eventos en que el documento contiene o
reúne los requisitos esenciales, tanto generales como particulares, inclusive los accesorios o los
que la ley se encarga de suplir. Así, por ejemplo, la letra de cambio debe reunir los requisitos
generales del artículo 621 del Código de Comercio y los especiales o particulares del artículo 671
del mismo Código, para que pueda derivarse de dicha letra un título completo. De la misma
manera, además de los requisitos generales del artículo 621 del Código de Comercio, aplicable a
todos los títulos valores, el cheque debe reunir los requisitos del artículo 713 del mismo
ordenamiento; los bonos el del 754; el certificado de depósito y el bono de prenda los
mencionados en los artículos 759 y 760; la carta de porte y el conocimiento de embarque los
estipulados en el artículo 768; las facturas cambiarias los consagrados en los artículos 774 (factura
cambiaria de compraventa) y 776 (factura cambiaria de transporte); y, el pagaré los requisitos del
artículo 709 del Código de Comercio.
B. TITULOS INCOMPLETOS
Al contrario de los anteriores, son títulos valores incompletos o incoados, aquellos que no reúnen
todos los requisitos generales o especiales señalados en la ley para cada título valor.
Siendo que la ley prescribe los requisitos que todo título valor debe contener, cabe preguntarse si
es permisible la existencia de estos títulos. Obviamente que se permiten, pero restringidamente,
con limitaciones, siempre y cuando se amolden a los criterios que la misma ley impone.
Desde este punto de vista se conocen dos modalidades de títulos valores incompletos:
Documentos con espacios en blanco y títulos en blanco con la sola firma. Sobre estas dos
modalidades nos remitimos a la última parte de los requisitos y formalidades de los títulos valores,
referenciada en el capítulo segundo de esta obra.
VI. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA FUNCIÓN ECONÓMICA Conforme con la función económica que
tengan los títulos valores, ellos pueden ser de inversión y de especulación.
Son aquellos que no tienen por finalidad deshacerse inmediatamente, sino, por el contrario, su
objetivo es conservarlos, estar ligados a un patrimonio, tener una larga duración y generalmente
percibir de ellos una renta, un interés, un incremento, un dividendo, una valorización. Para
considerar los títulos valores de inversión, es importante señalar que respecto de ellos tiene una
relación directa la persona que suscribe o adquiere los documentos que 10 contienen, pues es su
intención, su voluntad, la que le da el carácter de permanencia.
Al contrario de lo que sucede con los títulos de inversión, los de especulación son transitorios,
pues la persona que los suscribe o adquiere lo hace con la intención de deshacerse
inmediatamente de ellos, obviamente persiguiendo alguna ventaja, valorización o provecho entre
el momento que los adquiere a aquél en que los enajena.
Ahora bien, ¿qué requisitos se necesitan para que un título valor sea considerado como de
especulación? Varios son los requisitos o elementos que contribuyen a su diferenciación.
a) Una primera característica es la seguridad que ofrezca el título valor, seguridad que se origina
en la solvencia, fundamentalmente, de la persona responsable en el pago del título o de la
persona que 10 suscribe o 10 remite.
b) El grado de liquidez del título valor, valga decir, la posibilidad que tiene el tenedor para
deshacerse fácilmente del documento, para enajenarlo sin ninguna dificultad, para negociarlo
rápidamente.
c) Las ventajas o valorizaciones que se obtengan del título valor, constituyendo ésta una de las
principales características diferenciado ras y que impulsan a las personas. a su adquisición a largo
plazo o a la enajenación prontamente.
Conforme con este criterio los títulos valores pueden ser nominados o innominados:
Son aquellos que están reconocidos expresamente por la ley como títulos valores, por ejemplo, la
letra de cambio, el pagaré, el cheque, los bonos, el certificado de depósito y el bono de prenda, la
carta de porte y el conocimiento de embarque y las facturas cambiarias. No se requiere, para
predicar que un título es nominado o típico, que la ley los regule expresamente, les dé un carácter
de título valor detalladamente. Así se da en términos generales, pero en otros eventos la ley
simplemente remite a su regulación en la parte referente a los títulos valores, como sucede por
ejemplo con los certificados de depósito a término del artículo 1394 del Código de Comercio que
remite su negociación a la forma prevista para los títulos valores en general.
Nosotros defendemos la creación de los títulos valores, siempre y cuando se cumplan siguientes
requisitos:
1- En primer lugar, que el naciente título contenga los requisitos mínimos generales plasmados en
el artículo 621 del Código de Comercio, valga decir, la mención del derecho que se incorpora y la
firma de quien lo crea.
2- En segundo término, que el título tenga su fuente en la costumbre, lo cual se traduce en el uso
o empleo uniforme, reiterado y público.
4- Por otro lado, el título naciente no puede contrariar ninguna prohibición legal.
Explicamos de esta manera nuestra posición para que no se preste a confusión, en la medida que
nunca hemos afirmado que la única fuente, distinta de la ley, para la creación de títulos valores
atípicos sea la costumbre. Por el contrario, partimos de la costumbre, pero no de una costumbre
desordenada, como si se procediera a crear un título valor cada vez que se quisiera. No. La
costumbre es generadora, pero el título valor que nace corno su efecto debe circunscribirse
dentro de ciertos parámetros, en un marco legal y ese marco lo constituye indudablemente, para
nuestro caso, el artículo 621 del Código de Comercio. Si los dos fenómenos concurren (costumbre
y legalidad) el título nace, lo acepta el comercio y la doctrina simplemente lo explica e interpreta.
Otro criterio calificativo de los títulos valores hace relación a su origen o causa, y relacionados con
este aspecto pueden ser causales y abstractos.
Son los nacidos corno producto de una relación negocial, subyacente o negocio causal. Al
plantearse el problema de la causa en los títulos valores, necesarios es advertir que la terna es de
estudio tanto en materia civil corno en el derecho cambiario, porque de este último no se
desconoce que los títulos valores pueden tener una causa. En efecto, el título valor puede nacer
corno consecuencia de la realización de un negocio anterior, corno sería el caso del título valor
emitido para cancelar el precio de una compraventa o el originado para el pago de una suma que
se debía, o el emitido para cancelar el pago de un servicio. En estos eventos se dice que el título
valor causal es el que se relaciona con un negocio subyacente o anterior a su emisión.
Títulos VALORES ABSTRACTOS
El título valor abstracto es aquél en el que la causa, relación o negocio que lo originó se pierde, se
desvincula durante su circulación. Es la diferencia con los títulos valores causales o concretos, en
donde tal relación se mantiene, no se desvincula pese a su circulación. Así, si para comprar
determinadas mercancías se suscribe una letra de cambio que garantiza el negocio celebrado,
especialmente en lo que al crédito hace referencia, ese título vincula a las partes contratantes en
tanto permanezca en poder del vendedor, pero si la letra de cambio es entregada a tercera
persona, la relación causal se extingue y sólo perdura el derecho valorativo, es decir, cierta
cantidad de dinero pactado entre los contratantes originarios.
En un principio se consideró que los títulos valores estaban siempre afectados por las
implicaciones del negocio causal, en la medida que tales documentos sólo eran papeles a través de
los cuales se cumplía la prestación esencial del contrato de cambio, por lo que si el contrato no
existía era anulado, las partes podían dejarlo sin efecto por mutuo acuerdo. Existía entonces una
relación directa entre el negocio jurídico y el título valor emitido. De aquella época primitiva en el
desarrollo de los títulos valores, en la cual no se concebía el título sin la preexistencia de un
contrato de cambio, se pasa a una etapa en la cual el título valor puede tener como causa, o
mejor, como negocio causal, cualquier clase de contrato o relación jurídica. En esta etapa la
doctrina conceptúa que el título valor una vez emitido, debe desvincularse del negocio causal, de
la relación que le dio origen; por lo tanto, se desprende el postulado conforme al cual las
contingencias que pudieran tener el negocio subyacente o causal no puede repercutir en la
eficacia del título valor. En otras palabras, esta tesis, corresponde a la abstracción absoluta del
título valor, contraria a la teoría de la causalidad. La tesis se defendía aduciendo que los títulos
valores deben ante todo dar seguridad a las personas que los adquieren y que su esencia es la
circulación, no puede oponérsele a terceros adquirentes las repercusiones que puedan derivarse
del negocio causal, pues dichos terceros no participaron en el negocio que originó la emisión del
título que emitieron. Con el desarrollo de los títulos valores han surgido posiciones o tesis
intermedias, las que parten del supuesto de reconocer que todo título valor tiene una causa, un
negocio subyacente, pero que dicho negocio sólo repercutirá en la eficacia de título valor cuando
el conflicto cambiario verse entre las mismas partes que sostuvieron la relación causal e
igualmente frente a terceros tenedores de mala fe, mas nunca frente a terceros poseedores de
buena exenta de culpa.
Un ejemplo ilustra esta problemática. Entre "A" y "B" se celebra un contrato de compraventa de
un vehículo automotor. "B" para pagar el precio otorga un pagaré a favor de "A". El vehículo
presenta vicios que "B" desconocía, aspecto este que lo induce a demandar el contrato. Como
consecuencia del vicio "B" se abstiene de cancelar el pagaré.
Como efecto de esta negativa "A" procede a demandado ejecutivamente a través del cual "A" le
cobra el título valor entregado para pagar el precio del vehículo. En este caso la acción ejecutiva se
traba entre las mismas partes contratantes, o sea que en el conflicto cambiario surgido "B" podrá
impetrar contra "A" las excepciones correspondientes y relacionadas con el negocio que originó la
emisión del título valor que se pretende cobrar en el proceso ejecutivo, valga decir, podrá "B"
oponerse a la acción cambiaria proponiendo la excepción derivada del negocio jurídico que dio
origen a la creación o transferencia del título, porque el demandante ("A") fue parte del respectivo
negocio.
De las tres tesis expuestas muestro Código de Comercio adopta la posición intermedia o teoría
mixta, o sea, que en los títulos valores el contrato existe, repercute en la eficacia del título valor
siempre y cuando el conflicto cambiario se suscite entre las mismas partes que estuvieron, entre
quienes suscribieron el negocio jurídico que dio origen a la creación del título, pero además contra
terceras personas que no sean tenedores de buena fe exenta de culpa, pero nunca el negocio o
relación causal podrá repercutir en la eficacia del título valor si su tenedor es un tercero de buena
fe exenta de culpa. Tal es el postulado acogido en el numeral 12 del artículo 784 del Código de
Comercio.
X. CLASIFICACIÓN SEGÚN LA LEY DE CIRCULACIÓN
La última modalidad clasificatoria de los títulos valores hace relación con su ley de circulación,
división que para algún sector de la doctrina no debe atenderse a la circulación sino, más bien, a la
forma como se determina el beneficiario en el título valor, o sea, a la manera como el beneficiario
se encuentra o no mencionado en el título. De una u otra manera hacemos referencia a una
clasificación tripartita: títulos valores al portador, nominativos y a la orden, como son tratados por
el Código de Comercio entre los artículos 648 a 670.
Sobre los títulos valores al portador, nominativos y la orden nos remitimos a lo que de ellos se
expresa en el capítulo segundo de esta obra sobre circulación de los títulos valores.