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Ley de Faraday
Esto las hace más complejas que las dos primeras, pero
también más interesantes. Es en estas dos ecuaciones donde
el genio de Maxwell se muestra en todo su esplendor, como
48 Las ecuaciones de Maxwell
∂B
∇×E=−
∂t
Eso sí, antes de desgranarla, quiero hablar sobre su ori-
gen experimental, al que debe su nombre. Como recordarás
de la introducción, Maxwell desarrolló sus ecuaciones forma-
lizando principios físicos que habían sido, en su mayor parte,
establecidos por otros científicos. Ya dijimos entonces que sin
el genio de Michael Faraday probablemente no hubiéramos
disfrutado del de Maxwell, al menos en toda su extensión. No
en vano Faraday era uno de los héroes del joven James Clerk
Maxwell a pesar de la falta de preparación formal del primero.
Ley de Faraday 49
Experimento de Faraday.
∂B
∇×E=−
∂t
estudiando.
∂B
∇×E=−
∂t
magnético.
58 Las ecuaciones de Maxwell
∂B
∇×E=−
∂t
∂E
∇ × B = µ 0 J + µ 0 ε0
∂t
Tampoco es tan terrible, ¿verdad? Hay algún símbolo que
no ha aparecido hasta ahora, pero casi todos son ya viejos
conocidos. Como puedes ver, a la derecha del igual hay una
suma de dos términos, que es la razón del peculiar nombre
de esta ley: el primer término fue propuesto por Ampère y el
segundo por el propio Maxwell.
corrientes.
∇ × B = µ0 J
que las cargas eléctricas lo son del campo eléctrico. Pero aca-
bamos de ver que las cargas eléctricas en movimiento generan
un rotacional del campo magnético (es decir, del «otro cam-
po»), con lo que también podría pasar lo contrario: de existir
cargas magnéticas en movimiento, éstas generarían un rota-
cional del campo eléctrico.
∂B
∇×E=− + µ0 Jm
∂t
∂E
∇ × B = µ0 J + µ0 ε0
∂t
De modo que, una vez más, vemos cómo uno de los dos
campos, de variar en el tiempo, puede producir una especie
de perturbación que hace aparecer al otro. En este aspecto
son completamente simétricos: cualquiera de los dos, de ser
variable, produce un rotacional del otro campo. De hecho, pa-
rece casi como si pudiéramos «hacer trampa» y sacar campos
de la nada: un campo eléctrico que varíe y produzca un cam-
po magnético que varíe y que, por tanto, produzca un campo
eléctrico que varíe y que... raro, ¿no?
ρ ∂B
∇·E= ∇×E=−
ε0 ∂t
∂E
∇·B=0 ∇ × B = µ0 J + µ0 ε0
∂t
ρ ∂B
∇·E= ∇ × E = − µ0 Jm +
ε0 ∂t
∂E
∇ · B = µ 0 ρm ∇ × B = µ0 J + µ0 ε0
∂t
1
F= q v×B
2
Dicho de otro modo, para que algo sufra una fuerza mag-
nética ese algo debe:
Sin embargo, nos queda una cosa más por analizar: ese
v × B no es un producto cualquiera, sino un producto vecto-
rial entre la velocidad y el campo, representado por ese signo
de multiplicación a la antigua usanza. Aunque explicar en
profundidad el significado de este operador matemático es al-
go que no puedo hacer aquí, sí puedo darte una idea de algu-
na de sus propiedades ya que, aunque «escondido», ha hecho
su aparición en este libro siempre que lo hizo el rotacional. Si
no, fíjate en la ley de Faraday:
∂B
∇×E=−
∂t
F=q v×B
F = q (E + v × B)
Ley de Lorentz 89
F=qE
Punto pelota. Para que una carga sufra una fuerza eléctrica
sólo hacen falta dos cosas: una carga y un campo. No hace
falta que la carga se mueva; una vez más, simetría con las
ecuaciones de Maxwell, ya que la ley de Gauss establecía que
las cargas eléctricas producen a su alrededor campos eléctri-
cos, sin necesidad de moverse, y ahora pasa lo mismo pero
al revés: las cargas eléctricas sufren la acción de los campos
eléctricos sin necesidad de moverse.
90 Las ecuaciones de Maxwell