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PANICOS MORALES
Uniwrsidad
(f)
Nadonal
d<� lJuilm<�s
Editorial
Bernal, 2014
Colección Comunicación y cultura
Dirigida por Alejandro Kaufman
Thompso n, Kenneth
Pá nicos morales. - la ed. - B er na) : Univ ersidad Nacio nal de
Quilm es , 2014 .
200p .; 20x15cm .
editorial.unq.edu.ar
editorial@unq.edu.ar
ISBN 978-987-558-316-0
Queda hecho el depósito que marca la Ley N" 11.723
Impreso en Ar9entina
,
INDICE
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
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6. Familia, infancia y violencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
. .
Riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Niños e n riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Pánico por videos ofensivos (nasties) • . • • . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
El presente texto tiene como tema central una de las ideas clave de
la sociología -pánicos morales-, 1 pero el título del libro también po
dría haber sido extendido a Pánicos morales y medios de comunicación
para indicar la intención de reunir temas y textos que suelen su
perponerse a pesar de que las conexiones entre ellos no han sido
aún indagadas en profundidad por los sociólogos. Estos reservan la
idea de pánicos morales para el estudio de conductas colectivas o
de lo que consideran desviación social. Por otra parte, para aquellos
sociólogos que estudian los medios de comunicación, los pánicos
morales en tanto objeto de estudio han sido considerados no tan
to como motivo central para el campo disciplinario sino más bien
como un fenómeno excepcional. Además, el componente "moral"
de los pánicos morales suele ser omitido por quienes han adoptado
el término, sin preocuparse por las condiciones en que se lo inclu
ye en una concepción más abarcadora de la sociología de la moral
(que incluye objetos de estudio tales como las creencias y las ideo-
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Hay una conexión de doble vía entre el lenguaje de las ciencias socia
les y el lenguaje ordinario. El primero no puede ignorar las categorías
utilizadas por los legos en la organización práctica de la vida social;
pero por otra parte, los conceptos de las ciencias sociales podrían
también ser apropiados y usados por los legos como elementos que
inciden en su conducta. En lugar de tratar el uso lego como algo que
debería evitarse o reducirse a su mínima expresión, en tanto perjudi
cial para la perspectiva del "pronóstico", deberíamos pensarlo como
propio de la relación sujeto-sujeto que suponen las ciencias sociales
(Giddens, 1977, p. 1 2).
2 El virus BSE (Bovine Spon9iform Encephalopathy) fue la causa de la epidemia "de la vaca
loca" que afectó a Gran Bretaña a partir de 1987, cuando se triplicó el número de casos
de encefalopatía bovina. [N. de la T.]
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Prefacio
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Prefacio
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1.¿POR QUÉ EL PÁNICO?
ACTUALIDAD DEL CONCEPTO
DE PÁNICOS MORALES
Se sabe que este es el tiempo del pánico moral. Los titulares de los
periódicos nos alertan continuamente acerca de nuevos peligros,
producto de la laxitud moral, y en general, los programas de tele
visión amplifican el asunto con documentales sensacionalistas. Por
otra parte, los pánicos morales no son nada nuevos, existen desde
hace más de un siglo: los pánicos acerca del crimen, y las activida
des "juveniles" en particular, han sido presentados a menudo como
potencialmente inmorales y como una amenaza para el modo hege
mónico de vida. Al principio el jazz y, luego, el rock and roll fueron
acusados de llevar a la juventud hacia la promiscuidad y la conducta
antisocial. En la década de 1 950 surgió el pánico sobre los efectos
que produciría en la moral juvenil el hecho de que los jóvenes pa
saran mucho tiempo en bares y cafés. En los sesenta se creía que la
"permisividad sexual" producía un impacto subversivo en los valo
res tradicionales de la familia y las feministas fueron acusadas de
bra-burners1 y de socavar la vida familiar. En los años setenta, el foco
del pánico sobre la ley y el orden se centró en la imagen del joven
arrebatador negro.
una metáfora del movimiento feminista radical surgido a partir de 1960,y desde enton
ces la cultura popular unió ambos términos en el significante de la liberación femenina
contra la tradición patriarcal. [N. de la T.]
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¿Por quéelpánico? Actualidad del concepto de pánicos morales
Esto sugiere una serie de puntos relevantes a partir de los cuales en
tender el fenómeno del pánico moral: lo primero es que suele tener
el formato de campañas (cruzadas), sostenidas durante determina
do período de tiempo. Segundo, que estas están dirigidas a personas
preocupadas por una aparente fragmentación del orden social que
las pondría en riesgo de algún modo. Tercero, no queda claro cuáles
son los lineamientos morales que sirven de guía; y cuarto, que los po
líticos y algunos medios están impacientes por encabezar la campa
ña cuyo accionar suprimiría -según su convencimiento- la amenaza.
Finalmente, el editor del medio evalúa que la campaña moral deja sin
atención la verdadera causa de la fragmentación social.
Otros artículos de la misma edición de ese periódico afirman con
templar las supuestas causas "reales" de la debacle social y describen
la larga historia de los pánicos morales que sería tan vieja como la
historia del mismo periódico. Entre los ejemplos más recientes men
cionados en tales páginas figuran el asesinato, en 1 993, del pequeño
James Bulger, de 2 años de edad, a manos de dos niños de 10; la masa
cre de la escuela Dunblane, causada por un pervertido sexual aficio
nado a las armas de fuego; el asesinato de Phillip Lawrence, director
de escuela ejecutado por un niño armado con un cuchillo, y un episo
dio de indisciplinamiento colectivo en la escuela Ridings al oeste de
Yorkshire. Melanie Phillips, columnista, militante de la cruzada mo
ral, sostiene que todos esos ejemplos son emblemas de nuestro tiem-
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3 Los modsy rockers fueron dos subculturas juveniles surgidas en Gran Bretafta a
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dos de ellas: que debe haber un alto nivel de preocupación por el com
portamiento de un determinado grupo o tipo de personas, y un au
mento del nivel de hostilidad hacia aquellos considerados como una
amenaza. Sin embargo, el uso del término "pánico" significa que pue
den enfatizarse otros rasgos característicos, como la volatilidad y la
desproporcionalidad. "Volatilidad" significa que los pánicos morales
suelen aparecer de repente y durar poco tiempo, como sucede con las
modas, los terrores u otras formas de comportamiento colectivo. El
nivel de preocupación febril característico de la fase inicial de páni
co moral probablemente no sea duradero, aun cuando el problema en
sí sea de larga data. "Desproporcionalidad" se refiere a un supuesto
implícito sostenido por parte de algunos teóricos que utilizan la ex
presión "pánico moral": que la amenaza o el peligro son vividos como
más importantes que cuando se los evalúa de una manera más realista
(Goode y Ben-Yehuda, 1994, p. 36; Davis y Stasz, 1 990, p. 129).
El criterio de la desproporcionalidad, implícito en el término "pá
nico", es el más polémico. La crítica es doble. Algunos críticos sos
tienen que el término está cargado ideológicamente o sesgado por
determinados valores, de modo que denominar algo como un pánico
moral es insinuar que la preocupación es irracional o poco genuina.
Esta fue la esencia de la reacción crítica en contra de Stuart Hall y sus
colegas, cuando impugnó lo que consideraba su argumento principal:
que el pánico moral sobre los arrebatos callejeros en Gran Bretaña
durante la década de 1970 había sido fabricado por la élite gobernan
te para desviar la atención de la crisis que atravesaba el capitalismo
británico (Hall et al., 1 978). Por otra parte, Dave Waddington afirma,
oponiéndose a Stuart Hall y sus colaboradores, que las estadísticas
reflejan un aumento real de la delincuencia callejera (Waddington,
1986; para una discusión más profunda sobre este tema, véase el ca
pítulo 4). Por lo tanto, concluye que el pánico moral "es un concepto
polémico más que analítico" (Waddington, 1 986, p. 258), ya que ca
rece de criterios de proporcionalidad que determinen si la preocu
pación por un problema cualquiera es o no justificada (Waddington,
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1 986, p. 247). Los defensores del concepto han respondido que, aun
que en algunas condiciones puede que no sea posible determinar la
magnitud de la amenaza, como en el caso de amenazas futuras -el
efecto invernadero o el riesgo de una guerra nuclear-, hay muchas
otras condiciones donde sí es posible calcular con mayor precisión el
grado de riesgo. No es difícil pensar que indicadores de despropor
cionalidad, tales como la exageración de las estadísticas o incluso su
fabricación con el fin de señalar un problema social como excepcio
nalmente amenazante cuando no es mayor que otros, lo que sugiere
es que las condiciones dadas en un punto temporal muy preciso plan
tean una grave amenaza aun cuando los datos objetivos indiquen que
no son peores que en otras ocasiones (Goode y Ben-Yehuda, 1 994,
pp. 43-45). Sin embargo, tales indicadores relativamente claros de
desproporcionalidad no siempre están disponibles en las situaciones
descritas como pánicos morales. Algunos juicios descansan más bien
en factores "subjetivos", como por ejemplo, el caso de opiniones di
vergentes en relación con el tipo de amenaza que plantea la porno
grafía. Aunque al demostrar que los temores sobre la magnitud de los
daños causados por la pornografía a mujeres y niños son exagerados
podría ser apropiado hablar de "pánico", incluso algunas militantes
feministas desearían poder sostener que la sola existencia de la por
nografía es una ofensa para las mujeres y, como tal, es inmoral (Goo
de y Ben-Yehuda, 1994; Zurchery Kirkpatrick, 1 976). En este último
caso, sería probablemente inapropiado categorizar la cuestión como
un pánico moral.
En general, la mayoría de los sociólogos y comentaristas legos tie
ne un sentido bastante claro de qué constituye un pánico moral. Hay
desacuerdos y dificultades en torno a gran parte de los conceptos de
las ciencias sociales, pero este ha sido aceptado ampliamente y en ge
neral su uso ha sido correcto. Al revisar los mismos sucesos pertur
badores que en su momento permitieron a Stanley Cohen designarlos
como un "pánico moral", en 1994 el periódico The Guardian utiliza la
expresión con sentido común y habitual:
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4 Tanto Bri9hton rock (basada en una novela sobre la infelicidad de los jóvenes, de
19 3 8)como The Blue Lamp, fueron dos películas muy taquilleras de cine negro inglés
rodadas entre 1940 y 1950. Mostraban la incertidumbre de la primera juventud,
su falta de motivación y básicamente la facilidad con que podía verse envuelta en
distintos tipos de crímenes. The Blue Lamp fue protagonizada por Dick Borgade y
dirigida por Basil Dearden. [N. de la T.]
5 Derek Bentley y su amigo Craig eran teddy boys. En ocasión de un robo, Craig,
de 16 años, mata a un policía, pero como era menor de edad, su compañero Bentley
es acusado por el homicidio, declarado culpable por incitación a matar y condenado
a morir ahorcado. El caso tuvo mucha repercusión. [N. de la T.]
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SOC I E DA D D E L R I E S G O
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M E D I O S M A S I VOS Y E S F E RA P Ú B L I C A
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2.EL PÁNICO MORAL CLÁSICO :
MODS Y ROC KERS
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EL PA P E L DE LOS M E D� O S
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Elpánico moralclásico :mods yroc kers
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El p ánico mor alc lásico :mods yroc kers
Los estudios sobre los pánicos morales asociados con los mods y
rockers y otras formas de desviación, así como la investigación en
los procesos de comunicación masiva en sí mismos (Hallaran et al.,
1 970), sugieren que la interrelación de dos factores determina la pre
sentación de los inventarios de lo desviado: la primera es la necesidad
institucionalizada de crear noticias y la segunda es la estructura se
lectiva e inferencia} del proceso de su construcción. Los medios ma
sivos operan con determinadas definiciones de qué es lo que puede
convertirse en noticia:
No existe un manual de estilo que haga saber a los periodistas que al
gunos temas (drogas, sexo, violencia) pueden atraer al público o que
determinados grupos sociales (los jóvenes, los inmigrantes) deben
ser sometidos continuamente a escrutinio. En cambio, sí hay factores
que construyen una "buena historia" y son aquellos que van desde la
intuición de cada periodista hasta ciertos supuestos, como "darle al
público lo que el público quiere", que dan cuenta de un estructurado
sesgo ideológico,y predisponen al medio a hacer de determinado su
ceso, una noticia (Cohen, 1 980, p. 45).
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AG E NT E S DE C O N TRO L S O C I A L Y E M P R E N D E D O R E S M O RALES
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Elpánico mor alclásico :mods yroc kers
entre mods y rockers; por ejemplo, en una pregunta que el Dairy Mail
formulara para ser respondida por los lectores a modo de encuesta:
"¿Eres mod o rocker?", publicada inmediatamente después de los su
cesos de Clacton. También hubo explotación ideológica, que implica una
ambivalencia similar en tanto que el explotador "gana" con la denun
cia de la desviación y "perdería" si se demostrara que la desviación es
menos real o no tan seria. Tal explotación ideológica no se limita a los
p olíticos y los cruzados de la moral, sino que incluye una amplia va
riedad de grupos que podrían utilizar connotaciones simbólicas para
justificar sus propias posiciones, por ejemplo: "Los hombres de la BBC
que alimentan la violencia, la lujuria, la falta de objetivos y el cinismo
de millones de hogares todas las noches deberían honestamente so
meter a consideración su propia responsabilidad" (resolución apro
bada en la "Conferencia de reconstrucción moral de Pascua", 30 de
marzo de 1 964; citado en Cohen, 1 980, p. 141).
C O N T E XTO S O C I A L
Los mods y los rockers simbolizaban algo mucho más importante que
lo que de hecho hacían. Tocaban las delicadas y ambivalentes termi
nales nerviosas por las que circulaban los cambios sociales vividos en
la Gran Bretaña de posguerra. Nadie quería depresión ni austeridad,
pero mensajes tipo "nunca la pasamos mejor que ahora" eran ambi
valentes en cuanto a que alguna gente la estaba pasando demasiado
bien demasiado rápido: "hemos bajado la cortina para ellos demasia
do rápido". Resentimiento y celos se dirigían directamente a los jóve-
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Cohen sugiere que esa ambigüedad y esa tensión eran muy impor
tantes a principios de la década de 1 960. Los límites aún no habían
sido claramente establecidos y la reacción formaba parte de tal pues
ta de límites. Cohen percibe este período como la "crisis de frontera"
que describió Erikson (1 966) en su análisis del feriado de Pentecos
tés turbulento en el estado puritano de Massachusetts, Estados Uni
dos; un período en el cual la inseguridad de un grupo en relación
con sí mismo se resuelve con una confrontación ritual entre los des
viados y los agentes del orden de la comunidad. Cohen sostiene que
no es necesario pensar en una conspiración en la que los desviados
hubieran sido "elegidos" deliberadamente para clarificar los límites
normativos en una época de ambigüedad y tensión con el fin de de
tectar, en las respuestas a mods y rockers, decla raciones acerca de
límites morales, sobre cuánta diversidad se puede tolerar. Con rela
ción a los pánicos morales y las llamadas "olas de delincuencia", am
bos dramatizan los temas que se ponen en juego cuando los límites
son borrosos y ofrecen un espacio de discusión en el que articular
esos asuntos de un modo más explícito. La movilidad social y el des
plazamiento físico de los mods y los rockers -jóvenes relativamente
solventes que pueden vestir a la moda y viajar en sus motos más allá
de los barrios obreros- provocaban intranquilidad y hostilidad.
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otro grupo. Incluso su ropa está fuera de lugar; sin las chaquetas de
cuero sería difícil distinguirlos de cualquier empleado bancario. La
intranquilidad que despiertan esos actores fuera de su rol puede ge
nerar una hostilidad importante. Algo hecho por alguien de fuera del
grupo es simplemente condenado y ubicado en un esquema de cosas,
pero cuando lo desviado surge hacia dentro del grupo es algo ver
gonzoso, que amenaza las normas y tiende a desdibujar el límite con
el afuera del grupo (Cohen, 1 980, p. 1 95).
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R E S U M E N D E L E N FO Q U E D E STA N LEY CO H E N
4-
Solución inicial a( cciones yestilos de lo des viado )
4-
Reacción social (implica elementos de falsa percepci ón ,por e jemplo ,e nla prese ntaci ón
mediática inicial del in ventario yla consi guiente distorsi ón de los intereses y valores a lar go
pla zo )
4-
Operación de la cultura de control, explotación y creación de estereotipos
(sensi bili zaci ón ,dramati zaci ón yescalada )
4-
Aumento de lo desviado, polarización
4-
Confirmación de los estereotipos (teor ía pro bada )
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3.PÁNICOS MORALES ACERCA
DE LA JUVENTUD
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gieren que el hecho de que los punks usen la esvástica (o que canten
canciones como Belsen was a .9ªs de los Sex Pistols) muestra cómo los
símbolos son sustraídos a su contexto natural, utilizados para pro
ducir efectos vaciados de sentido y exhibidos a través de la burla, la
distancia, la ironía, la parodia o la inversión. Hebdige sostiene que
los punks no tenían una vinculación empática con partidos de extre
ma derecha. Sin embargo, Cohen exhibe otras evidencias de racismo
por parte de un número importante de jóvenes de clase obrera -ya
fuesen teddy boys o punks- que pueden entenderse como una se
rie de respuestas indirectas, mediadas, hacia la cultura negra nor
teamericana y, por lo tanto, muestra de racismo hacia la creciente
comunidad negra en Gran Bretaña (Cohen, 1980, p. 2 1 ). Aun así, y
por un largo tiempo, los negros y las mujeres jóvenes no figuraron
como agentes activos en los estudios de las subculturas juveniles
sino como sus víctimas o subordinados. El pánico moral al mu99in9
de 1 972-1973 fue la gran excepción, como se verá más adelante, en
la que los negros son descriptos como potenciales asaltantes. Mien
tras que las jóvenes tendieron a ser excluidas de los fenómenos vio
lentos asociados con las primeras subculturas juveniles, el estudio de
Cohen sobre los enfrentamientos entre mods y rockers señala que la
prensa a veces indicaba la presencia de muchachas durante los dis
turbios, siempre en un segundo plano:
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de su libro Exploring the Meaning of the Mainstream (or why Sharon and Tracy Dance
around their Handbags), como indicador de la complejidad del trabajo etnográfico de la
nocturnidad y cómo se tramitan en esos espacios cuestiones relativas al género y a la
clase social. El subtítulo, cuya traducción literal sería "SharonyTracy bailan alrededor
de sus carteritas", le sirve a la autora para poner en discusión la noción de "carteritas"
y el hecho de que las Sarah y las Tracy son íconos de lo que los otros grupos podrían
considerar la juventud "del sistema". La cartera es vista como el símbolo clásico del
ama de casa y de la adultez,y por lo tanto ninguna Sarah ni Tracy tendrán "onda". Este
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Solo hace un año que Leah Betts tomó su primera pastilla de éxtasis.
Ella entró en comay murió. Los periodistas tuvieron que salir a traba
jar en el territorio. Titulares sentimentaloides que apelaban directa
mente al corazón habían sido pensados para promover las oraciones
por la preocupación de padres ignorantes y temerosos, como si una
bomba estuviera a punto de explotar en medio de la sala de estar. "Po
dría ser su hijo", advertía el Dai!Y Mail. "Envenenada: pastilla de la
droga puso en coma a una chica de 18 años recién cumplidos", anun
ció el Dai!Y Mirror. "Las últimas palabras de Leah: dio el nombre de
quien le vendió el éxtasisy rogó 'Mamá, ayúdame, ayúdame'", infor
mó el diario Today. Todos los periódicos mostraron la imagen de Leah
desahuciada, de apariencia angelical, yacente, intubada en una cama
de hospital. Una imagen que sacudiría al más duro de los fanáticos de
la música electrónica (The Guardian, 16 de noviembre de 1996).
La nota lanza una pregunta: "¿Por qué el tema de Leah Betts tuvo tan
ta difusión?". A otras muertes vinculadas al éxtasis (se calcula un to-
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Pánicos morales acerca de la ju ventud
tal de casi sesenta muertos en los diez años anteriores) los periódicos
solo dedicaron pequeños párrafos. La respuesta sugerida es que esta
era la única muerte causada por éxtasis de la que se había publicado
una foto del momento de la agonía. Los padres, el matrimonio Betts,
realizaron una gira por todo el país, visitando escuelas y programas
de televisión para advertir a los adolescentes sobre los peligros de la
droga. Miembros del Parlamento presionaron para reglamentar li
mitaciones a los locales nocturnos y ordenar a las autoridades loca
les que todo sitio sospechoso de ser un lugar de venta de droga fuese
clausurado. Sin embargo, y a pesar de que las autoridades y los dueños
de los locales afirmaban haber tomado las acciones correctas y tener
el problema bajo control, no hizo falta demasiado para volver a agi
tar el pánico moral. Cuando el cantante Brian Harvey, del grupo pop
East 1 7, dijo en una entrevista radial que "el éxtasis es inocuo" y que
dejaba salir lo mejor de cada uno, el Mirror (como se llamaba a sí mis
mo el conocido Dai!Y Mirror) salió con un titular de tapa: "El asunto del
shock de éxtasis", y varias páginas interiores dedicadas al tema. Allí
el diario le mostraba al cantante la foto de Leah Betts en coma e insis
tía en que se retractara, para luego informar que Harvey, al borde del
llanto, dijo: "Es horrendo. Era un bebé. Lamento tanto haber ofendi
do a sus padres, no tenía esa intención". Aparentemente no fue solo el
ruego de los padres lo que conmovió a Harvey: previamente le habían
informado que los directivos de la compañía discográfica temían que
sus discos no se compraran más (Mirror, 1 7 de enero de 1997). La re
tractación no tuvo ningún éxito y, un par de días después, el resto del
grupo cedió a la presión de la discográfica y se deshizo de él.
Otros periódicos también hicieron de esta última noticia sobre éx
tasis la portada de su edición de ese día, y también hubo audiciones
de radio y varios programas de televisión que se ocuparon del tema.
Pero el Mirror, como parte de la competencia con su más exitoso ri
val The Sun, se mantuvo fiel a su nuevo estilo: focalizar tan solo en
una historia sensacionalista. Sin embargo, The Sun, con una cobertu
ra extensa y saturada, lo superaba gracias al estilo muy directo de las
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los Estados Unidos, donde la droga estuvo disponible mucho antes que
en Gran Bretaña, pero donde no hay una cultura dance comparable, ha
habido solo dos muertos a causa del MDMA (Merchant y MacDonald,
1994, p. 22).
Pero ciertamente hay algún riesgo, aunque quizás sea difícil de eva
luar, dado que millones de jóvenes han participado en raves y muchos
de ellos han consumido éxtasis. La mejor política parecería ser el co
nocimiento y la educación, en lugar de sensacionalizar el tema y su
peligrosidad creando pánicos morales entre los jóvenes para generar
un alarmismo innecesario.
En cuanto a lo concerniente a la comprensión de la cultura rave, las
investigaciones más recientes enfatizan que hay algo que diferencia
a los cultores raves de las culturas juveniles que los preceden y nece
sita enfoques teóricos diferentes que los desarrollados por el BCCCS.
Merchant y MacDonald (1 994, pp. 32-33) señalan cinco diferencias:
1) Lo rave ha sido un fenómeno cultural de masas entre los jóvenes,
lo cual es distinto de las subculturas mod y rocker, punk, skinhead o
teddy boys.
2) La rave no es un fenómeno total o mayoritariamente vinculado
a la clase obrera. Entonces es imposible conceptualizarlo como una
respuesta simbólica de la juventud de clase obrera frente a la inequi
dad económica, modo en que fueron interpretadas las subculturas en
los estudios realizados con distintos grupos por el BCCCS.
3) Vinculado a lo anterior, la cultura rave no puede ser entendida
como resistencia ritualizada a formas de la cultura hegemónica en la
sociedad. Si bien ofreció oposición, esta estuvo dirigida puntualmen
te a los intentos de controlar o prohibir las raves en sí, los eventos y
fe stivales con el argumento de tener "Derecho a la fiesta". La cultura
rave es esencialmente hedonista, divertirse y pasarla bien es impor
tante y no tiene que ver cori modificar el statu quo social.
4) En contraste con la situación descripta para las subculturas ju
veniles según el BCCCS, las mujeres no están marginadas en la cultura
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4. PÁNICO MORAL ACERCA DEL MUGGING
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Pánico moralacerca del mu99in9
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Pánico moralacerca del mu9gin9
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Esta situación casi monopólica ofrece las bases de tres formatos tí
picos para las noticias policiales, que en conjunto cubren todas las
variantes de historias sobre crímenes. Primero, la nota basada en el
informe policial sobre las investigaciones de un caso particular -que
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Pánico moralac erca d el m1A99in9
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No hay nada nuevo bajo el sol: y del mu99in9, además de haber sido
omitido del Diccionario inglés de Oxford . . . también sabemos que no
es un fenómeno novedoso. Hace poco más de cien años sucedió en las
calles de Londres un brote de robos sin violencia. Se lo llamó "9arrot
tin9", ya que eran intentos de ahogar o estrangular a la víctima del
robo (The Times, 20 de octubre de 1 972).
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2 El juego de palabras con el apellido del jefe de policía asocia su nombre en tanto
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5. PÁNICOS MORALES SOBRE SEXO Y SIDA
Hemos visto que los pánicos morales pueden analizarse desde varias
perspectivas diferentes y que tal cosa puede ser una táctica sensible
para reunir información sobre cada una de ellas de manera eclécti
ca, o combinarlas cuando resulte apropiado, según la manifestación
particular del pánico moral que nos interese analizar. Así, los pánicos
morales que corresponden a la juventud han sido estudiados desde el
punto de vista de las subculturas, mientras otro tipo de investigacio
nes aplicadas a los pánicos morales provienen de la psicología, ya del
estudio de la conducta en situaciones de catástrofe, ya del análisis
del comportamiento colectivo. En este capítulo se analizan los proce
sos de representación y los discursos que los medios masivos utilizan
para construir una visión de los hechos que aumentan la sensación de
riesgo y posibles pánicos morales, particularmente los pánicos vin
culados a la sexualidad. Un rasgo teórico común del análisis socioló
gico de estos pánicos morales sobre la sexualidad es centrarse en los
discursos que la regulan y en cómo defienden determinadas ideas de
qué es lo "normal", lo "natural" y, por lo tanto, lo "moral". Siguiendo a
Michel Foucault (1 979 ), muchos de estos estudios sostienen que exis
te la necesidad de reconocer que la imagen de la familia amenazada
y vulnerable es un motivo clave en la sociedad moderna. La ideología
familiar está obligada a sostener una posición de retaguardia y recha
zar la diversidad social y sexual en una cultura que nunca podrá ser
retrata�a con el aspecto tradicional y necesario de una familia donde
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S I DA
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Pánicos morales so br es exo ysid a
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como "la peste gay"1 (por ejemplo: Dairy Tele9raph, 2 de mayo de 1 983;
The Observer, 26 de junio de 1983; The Sun, 2 de mayo de 1983; Dairy
Mirror, 2 de mayo de 1983). Finalmente también se pudo identificar
una constante tendencia a exagerar el número de personas afectadas
extrapolando los datos clínicos a una población más general, o pro
yectando hacia el futuro porcentajes de incremento de la enferme
dad dando por cierto que serían sustentables. Por ejemplo, un estudio
clínico de varones homosexuales atendidos en el Hospital St. Mary
de Londres, mostrando que el 1 2% de pacientes asintomáticos que
concurrían a la clínica tenían anormalidades en sus linfocitos compa
tibles con el sida y que el 5% tenía también anergia, 2 la combinación
indiciaria acerca de los defectos característicos del sida, se informó
en el diario bajo el siguiente titular: "Miles de homosexuales britá
nicos tienen síntomas de sida" (The Observer, 7 de agosto de 1983).
Mientras tanto, el Royal College de enfermería publicó el pronóstico
de que en 1991 los casos de sida en Gran Bretaña alcanzarían un mi
llón; esto fue informado verbatim o como tasa de uno en cincuenta por
The Times, The Sun, Dairy Mirror, Dairy Express y Dairy Star (1 O de enero
de 1 985) (Aggleton y Homans, 1 988). Las proyecciones se hicieron
sobre la base de suponer el avance exponencial y continuado de la
enfermedad según su tasa de crecimiento de los primeros años, sin
cuestionar siquiera si todos los factores se mantendrían por siempre
idénticos, especialmente si habría cambios en la conducta que limita
ran la diseminación de la infección.
Como dijimos al considerar el estudio pionero de Stanley Cohen
sobre los pánicos morales, los medios masivos ofrecen "una fuente de
información acerca del perfil normativo de una sociedad [ . . ..] sobre
vínculo inicial del sida con pacientes de la comunidad homosexual. [N. de la T.]
2 Disminución de la reactividad a uno o más antígenos específicos; puede
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sida. Un titular como: "¡Si mi hijo tuviera sida lo mataría, dijo el sa
cerdote!". Apretó el gatillo sobre el resto de su familia. El relato des
cribía al reverendo Robert Simpson, que "juró que él mismo llevaría
a su hijo adolescente a la montaña y lo mataría si el chico padeciera
de sida, una enfermedad moral" (The Sun, 14 de octubre de 1985). El
sacerdote fue caricaturizado en el diario sosteniendo un arma sobre
la cabeza de su hijo. La cobertura mediática se las arregló para combi
nar algunas de las más potentes imágenes acerca de lo que amenaza la
vida normal: familias destruidas, infanticidio, sexualidad adolescen
te, homosexualidad y enfermedad contagiosa. El reverendo Simpson
había dicho: "yo excomulgaría a todos los que practican la homose
xualidad, que se exponen al contagio del sida. Si esto continúa será
como la peste negra. Podría borrar del mapa a Gran Bretaña. Las fa
milias atacarán a las familias".
El Press Council [Consejo de prensa] , protector de los estándares
periodísticos de Gran Bretaña, rechazó las quejas sobre la nota que
tendía a crear miedo irracional alrededor del sida y favorecer la dis
criminación o la violencia contra personas que padecieran la enfer
medad. El organismo sentenció:
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6. FAMILIA, INFANCIA Y VIOLENCIA
RI ESGO
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lia sigue siendo casi lo último que queda de aquello llamado "comu
nidad" tradicional, en el sentido sociológico de Gemeinschaft. Como
explica el sociólogo alemán Ferdinand Tonnies:
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N I ÑOS E N RI ESGO
Los distintos elementos del discurso sobre "la amenaza a los valores
morales" están actualmente tan establecidos, que no es necesario para
los medios hacer una lista que agote todo el repertorio antes de que
surja uno nuevo. Como los elementos codificados se eslabonan entre
sí, es suficiente con nombrar solo uno o dos para que el resto se vaya
sumando de manera inmediata. Este es el caso en que un evento sin
gular despierta un pánico moral al coincidir con un discurso estable
cido previamente. El evento cristaliza todos los miedos asociados al
surgimiento del pánico. Un ejemplo famoso es el del asesinato de Ja
mes Bulger, un niño de dos años, a manos de otros dos niños. Así, The
Sunday Times publicó un artículo editorial central sobre "La brutali
dad británica'', afirmando:
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mes Bulger, muerto por otros dos niños más grandes. Es el mundo de
los videos más desagradables convertido en realidad (The Sunday Ti
mes, 2 1 de febrero de 1 993).
El caso Bulger fue sin duda un evento único y terrible, en el que dos ni
ños mataron a uno más pequeño. Pero lo realmente estremecedor fue
el modo en que el caso se adecuaba precisa y fácilmente en un discur
so preestablecido que había originado pánicos morales. Hubo muy
pocos intentos por situar el evento en perspectiva. Los niños asesinos
son, de hecho, algo muy infrecuente. En el momento del asesinato de
Bulger había solamente siete menores de entre 10 y 1 7 años deteni
dos por voluntad de Su Majestad, sentenciados por asesinato. Cin
co años antes, cuando Sharona Joseph, de 2 años, fue secuestrada en
Hertfordshire por un niño de 12 años que la sofocó hasta matarla, el
caso tuvo muy poca reacción pública porque los medios no usaron un
discurso moralizante y, por lo tanto, el episodio no fue catalogado de
patología social extendida. La diferencia entre ambos casos fue que el
secuestro de James Bulger sucedió en un Centro Comercial lleno de
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vírgenes al altar era porque eso les aseguraba que sus novios acep
tarían casarse.
Las solteras que tenían sexo eran despreciadas o se les tenía cierta
piedad como se les tiene a las prostitutas. Los sentimientos de la co
munidad eran tan poderosos que operaban con un altísimo nivel de
eficiencia. Hoy nosotros buscamos una solución desesperadamente,
en tanto deseamos proteger a nuestros niños, en tanto miramos ha
cia el futuro con sentimientos más parecidos al terror, seguramen
te todos necesitamos probar si podemos influir sobre lo que devino
una conducta inaceptable. Necesitamos censurar, porque si no nos
ayudamos a nosotros mismos, deberemos recurrir a la ayuda de Dios
(Dairy Mail, 26 de noviembre de 1 993).
Este tipo de discurso tiene todos los ingredientes para crear un pá
nico moral. Afirma que la rampante inmoralidad en la que vivimos
nos condena a una vida de terror, en un torbellino siniestro. La única
solución posible es regresar al pasado, donde se supone que la comu
nidad se mantenía cohesionada sobre la base del temor. En todo caso,
esta no es una solución práctica, y de hecho sería inaceptable para mu
chas personas, ya que se ignoran verdaderos cambios como la mayor
libertad de las mujeres a partir de las transformaciones económicas
y de la posibilidad que han adquirido de controlar sus ciclos repro
ductivos mediante la anticoncepción y el aborto. La reestructuración
económica de los últimos años supuso la creación de un mercado la
boral más flexible que favorece el empleo de mujeres -son trabajos
generalmente mal pagos-y que no exige dedicación exclusiva, lo cual
cambió el equilibrio de la economía doméstica. Estos cambios estruc
turales no están incluidos en los discursos moralizantes que dan lugar
a pánicos morales.
Los políticos están preparados para promover y utilizar el discur
so moralista porque ubica la responsabilidad de los eventos trágicos
sobre espaldas ajenas, como las de las madres solteras o las de la ins
titución eclesial. La portada del Dai!Y Mail traía el siguiente titular
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Fue memorable porque mostró que una gran parte de nuestro pai
saje moral es una puesta en escena; que un decente y políticamente
correcto conductor estrella de un programa y los políticos todavía
determinan el límite de lo que se considera "una preocupación acep
table". Aun si compartiésemos el punto de vista del conductor sobre
el crimen y el castigo, cosa que yo efectivamente comparto, tendría
mos que reconocer que una determinada "opinión pública identifi
cable" traspasó ese filtro. Y el residuo fue interceptado, limpiado y
abandonado (Independent on Sunday, 28 de noviembre de 1993).
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PÁ N I CO P O R V I D E OS O F E N S IVOS (NASTIES)1
Debido a las representaciones mediáticas del caso Bulger, una de las
direcciones que tomó el pánico moral fue revivir las preocupacio
nes acerca de los videos ofensivos y su influencia sobre los niños.
Los desarrollos tecnológicos, como los cambios sociales y econó
micos, pueden considerarse positivamente como oportunidades, o
negativamente como incremento de los riesgos. Este punto -el ries
go- suele ser fuente de ansiedad debido a que las nuevas tecnologías
parecerían escapar de las formas existentes de regulación y sus po
sibles efectos son relativamente ignorados, en especial, los efectos
sobre los más vulnerables (como los niños) o los grupos "margina
les" (como los "pobres"). Este es el caso de los videos en soporte VHS,
cuya aceptación social fue muy rápida y promovió toda la industria:
desde la filmación de películas exclusivas para video hasta las cade-
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Junto a la historia del diario The Sun sobre el nexo entre el video
y el asesinato, hubo otro titular: "Prohibir los videos ofensivos", ci
tando al representante del partido conservador, quien bregaba por
"medidas drásticas para con esa clase de videos y para la televisión
violenta, tal como revela el juicio del caso Bulger" (25 de noviembre
de 1 993). Las mociones que presentaron los representantes, David
Alton, liberal, y Michael Allison, conservador, se aliaron en el re
clamo de medidas severas. Esto nos conduce, otra vez, a la conexión
entre los pánicos morales, grupos de presión y emprendedores mo
rales, que suelen ser quienes al destacar el riesgo presionan por al
gún objetivo predeterminado, como era en este caso una legislación
censora. David Alton, miembro del Parlamento, lideraba un grupo de
presión llamado Movement for Christian Democracy (MCD) (Movi
miento Demócrata Cristano). Este movimiento fue capaz de juntar
1 3 mil libras esterlinas para apoyar su campaña por la inclusión de
una enmienda a la Ley de Justicia Criminal que reforzara la censura
sobre el cine y el video -uno de los efectos del resurgimiento del pá
nico moral a partir del asesinato de Bulger-. Con el dinero recauda
do, Alton pudo contratar un asesor parlamentario que redactara un
borrador de la enmienda, muy publicitado, que posteriormente fue
firmado por 100 mil personas. Su periódico, el Christian Democrat,
alardeaba, en junio de 1994: "con esto, el MCD puede ser considerado
políticamente mayor de edad, y aspirar a otras campañas igualmente
exitosas" (Petley, 1994, p. 53). Se le atribuyen a Alton declaraciones
como la siguiente: "esto ha demostrado cómo el MCD podría, si quisie
ra, afectar de un modo real los acontecimientos: asumiendo sus pro
pios temas y vinculándolos hábilmente a las leyes del gobierno que
tienen tratamiento parlamentario, para luego hacer campaña a favor
de ellas" (Petley, 1 994). Alton consideró este éxito como el primer
paso de la campaña para ampliar la censura: "a partir de ahora dirigi
remos nuestra campaña a las irregularidades que esta enmienda crea
rá entre lo que puede mostrarse en video y lo que puede verse en la
televisión satelital, por cable o la televisión terrestre" (Petley, 1 994).
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hay miles de niños en este país con padres a quienes nunca han visto
y madres que son prostitutasy perezosas. Se les permite hacer lo que
quieren, cuando quieren. Aspiran pegamento, mendigan por comi
da y hasta ahora no tienen restricción sobre aquello que pueden ver
en video. A los 16 años ya están perturbados y son peligrosos (Dairy
Mail, 1 3 de abril de 1 994).
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7.VIOLENCIA FEMENINA
Y PANDILLAS DE MUJERES
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1 Market & Opinion Research Institute es una empresa británica que realiza
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3 Boyz n the Hood fue una película norteamericana de 1991, escrita y dirigida por
se estrenó en 1996 y fue dirigida por el inglés Danny Boyle. [N. de la T.]
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guía una línea semejante, pero advirtiendo que debería prestarse más
atención al antiguo temor a las "brujas y harpías, y considerar el cam
bio como desastroso en términos morales y físicos, una furia contra
la naturaleza que volvería a destruir la civilización" (The Times, 1 9 de
noviembre de 1 996). La conclusión de Purve fue que el problema no
era cuestión de género sino más bien de juventud desocupada y sin
perspectivas laborales o personales, que encontraba reconfortante
ser parte de la manada.
El argumento feminista lo sostuvo Lucy Johnston en The Observer
( 1 7 de noviembre de 1 996); afirmaba que un mito recorría los estu
dios de televisión, las redacciones de los diarios y las instituciones
académicas sosteniendo que no había tanta violencia contra las mu
jeres ni tanto abuso sexual sobre ellas como pensaba el feminismo
temprano, y que quienes ejercían esa violencia eran con mayor pro
babilidad mujeres. Revisando la evidencia que presentó el recien
te programa de televisión Panorama, Johnston insistió en la ausencia
de estadísticas con buena reputación para sostener la encuesta MORI,
donde se afirmaba que las mujeres tendían más a pegarles a sus com
pañeros varones que viceversa. Una encuesta de 1 994, realizada
por Scotland Yard en Londres, sostenía que 9.800 mujeres habían
sido golpeadas por sus compañeros, mientras que el número de varo
nes golpeados ascendía a 887. Y aunque las seis inauguraciones a nivel
nacional de refugios para hombres golpeados tuvieron gran difusión,
todos cerraron sus puertas en los primeros tres meses y nadie durmió
nunca en una de sus camas.
Entretanto, Panorama utilizaba los datos del Ministerio del Interior
para mostrar que los crímenes violentos denunciados habían aumen
tado del 10% al 16% desde 1987, y el Ministerio admitía que podía
considerarse como crimen violento "un empujón que causara una
lastimadura epidérmica" (citado por Johnston en The Observer, 1 7 de
noviembre de 1 996). Más aún, los números estimativos basados en
el incremento porcentual, cuando se aplicaban a cantidades peque
ñas, resultaban verdaderamente engañosos. Por ejemplo, un desglo-
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5 El texto de Alix Kirsta no fue traducido al castellano, pero el mismo fue base
del guión de la película inglesa filmada en 1967 por Ralph Thomas que en castellano
se tituló Más peligrosas que los hombres. La traducción del libro de Paglia al español se
publicó en 2001: Vamps and Tramps. Más allá del feminismo, Madrid, Ed. Valdemar.
[N. de la T.]
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Como sostiene Alix Kirsta en Deadlier Than the Male, la violencia fe
menina, así como en el caso de los varones, es alimentada por múl
tiples y diversos factores, y es en consecuencia una constelación
compleja en la que intervienen tanto lo ambiental como la psicolo
gía personal, y que quizás muchos de esos casos involucren aspectos
violentos como pobreza, aburrimiento, aislamiento, temor, avaricia,
golpes, deseo de llamar la atención del otro, poder y dominación o
cuestiones vinculadas a la defensa propia. La razón por la que la vio
lencia de las mujeres devino en pánico moral podría ser que el femi
nismo puso en cuestión el discurso popular según el cual las mujeres
están determinadas biológicamente para ser cuidadoras "por natu
raleza", nutricias, demasiado buenas como para dañar a alguien, y
que por lo tanto las mujeres que cometen crímenes violentos debe
rían permanecer fuera de lo normal, ya sea "por malas o por locas".
A pesar de que el discurso temprano que dividía a las mujeres entre
"ángeles en la tierra y madres" o "malas y locas" puede aún estar vi
gente en la evaluación que los medios realizan de los episodios de
violencia femenina, sus afirmaciones han sido definitivamente dis
cutidas por el feminismo y por imágenes más actuales de la cultura
popular que se pueden apreciar en películas tales como Thelma and
Louise, Sin9le White Female y Blue Steel, u otros retratos de mujeres
6
6 Thelma y Louise (1991) dirigida por Ridley Scott, Mujer blanca y soltera busca
(1992) dirigida por Barbet Schroeder y Testigo fatal 0 9 9 1) dirigida por Katryn
Bigelow. [N. de la T.]
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8.PÁNICOS MORALES ACERCA
DEL SEXO EN LAS PANTALLAS
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Pánicos morales acerca del sexo en las pantallas
Sin que sea necesario aceptar todos sus criterios para definir un páni
co moral, incluyendo la medición de la desproporción y la necesidad
de un grupo de reunirse y actuar, es posible afirmar que el enfoque de
Goode y Ben-Yehuda resulta útil para el estudio de la relación entre
los sucesivos episodios de pánicos morales y su relación con una cam
paña moral vinculada a determinado grupo social. Este es el caso con
respecto al movimiento en contra de la permisividad que durante la
década de 1960 en Gran Bretaña realizó campañas morales en contra
de la representación de escenas sexuales en las pantallas, y especial
mente el papel de la Asociación Nacional de Telespectadores y Ra
dioescuchas (National Viewers' and Listeners Association, NVALA)
dirigida por la señora Mary Whitehouse. Es un caso en el cual los pá
nicos morales suceden cuando, como sostienen Goode y Ben-Yehuda,
se superponen cuatro territorios: lo desviado, los problemas sociales, el
comportamiento colectivo y los movimientos sociales.
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usted crea que hemos tenido razones mucho mejores para la trans
misión . . . Me pregunto si algo de esa inquietud que usted y algunos
otros sintieron en este caso será debido al hecho de que el sexo es un
asunto que en los últimos años ha cambiado notablemente en cuanto
a actitudesy gustos. Lo queramos o no, algunos temas que antes eran
tabú ahora se discuten sin disimulo en presencia de cualquier perso
na de ambos sexos, y el arco de dichos temas que eran considerados
como privados se ha estrechado notablemente. Es inevitable que este
cambio en lo que resulta aceptable debe ser reflejado hasta un cierto
punto en nuestra programación (citado en Traceyy Morrison, 1 979,
pp. 99-100; la carta es propiedad de los archivos NVA LA ) .
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Pánicos morales acerca de l sexo en las pantal las
Hay muchos ejemplos del modo en que los políticos junto con la "pren
sa sensacionalista y el lobby de Whitehouse se alimentan mutuamen
te" (Buckingham, 1987). En 1987, los ataques de Mary Whitehouse a
cada episodio de la telenovela eran cosa de todos los días en los dia
rios. En la conferencia anual del NVALA se le unió en el escenario el
representante del Partido Conservador Gerald Howarth, quien so
licitó a Whitehouse que se ocupara y apoyara su proyecto de "Ley
Anti-Obscenidad": ella a su turno alertó sobre los peligros de Eas
tEnders: "es un peligro para nosotros y nuestros niños que permita
mos que esta telenovela con su agresividad verbal y su atmósfera de
violencia física, sus homosexuales, los chantajes entre proxenetas y
prostitutas, mentiras, engaños y groserías continúe como si no pa
sara nada" (Dairy News, 4 de abril de 1 987). La señora Whitehouse
tuvo una amplia cobertura mediática y logró que EastEnders se mo
dificara. Sin embargo, el proyecto de Howarth no pasó y ella volvió
muy pronto a criticar los "excesos crónicos" de EastEnders, porque se
gún su modo de ver la telenovela manipulaba inescrupulosamente las
mentes y los corazones de los niños que deben batallar contra lo que
expone la televisión. En julio de 1988, Mary Whitehouse protestó en
forma vehemente por el episodio donde el personaje de Kathy Beale
es violado impiadosamente. Los medios publicaron su pedido de una
disculpa pública por parte del presidente de la BBC, y se interpretó
como una victoria cuando la cadena de televisión comenzó a mos
trar, antes de cada emisión de la maratón de fin de semana de la serie,
la advertencia acerca del contenido explícito de la telenovela. Whi
tehouse sintió que su éxito influía en el clima político. The Dairy Te
le9raph anunció "Thatcher amenaza limpiar la televisión" (9 de junio
de 1988), filtrando la información de que la Primera Ministra estaba
siguiendo con atención la programación de los medios como parte de
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Durante los años ochenta, la única voz de protesta en cada caso era la
de Mary Whitehouse y su NVALA. Los miembros dóciles del Partido
Conservador en el Parlamento se acercaron a ella para constituirse
en el eje de las historias cuyos titulares comenzaban con frases como
"Tormenta sobre . . . " o "Furia contra . . . " o "Protestas en . . . ". Jeremy
Isaacs, tan vituperado en sus días de director de Canal 4 como Mi
chael Grade lo es hoy, se refiere a todas esas historias como piedras
de la discordia. En los últimos cinco años, y habiendo creado un cli
ma en el que el Canal 4 ha sido sinónimo de pecado, el Dairy Mail no
necesita ya de gente de afuera para provocar ninguna turbulencia.
Actualmente es algo asumido que los lectores solo necesitarían oír
hablar de otro programa "escandaloso". Toda la audiencia del Dairy
Mail es considerada una señora Whitehouse frustrada (The Guardian).
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