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“Saber Interpretar” – Amalia Murcio Maghei

El presente texto se configura como un acercamiento al texto Saber Interpretar de la


autora italiana Amalia Murcio Maghei incluido dentro de una serie de libros dirigidos hacia
aquellos interesados en el acto escolar desde la experimentación, la formulación de hipótesis,
el juicio, la observación, entre otras habilidades que pueden plantearse como importantes
para la formación de estudiantes en diferentes niveles educativos.

Estructuralmente, este texto se encuentra dividido en dos mayores partes de acuerdo


a la intencionalidad que tiene la autora de mostrar algunos modelos teóricos alrededor del
acto interpretativo y la operativización de los mismos dentro del acto escolar. Tomando en
cuenta lo anterior, es apropiado decir que Murcio Maghei proporciona no sólo una visión
teórica de su saber en cuanto a la interpretación, sino que también se dirige hacia la
construcción de conocimiento desde el punto de vista metodológico y operacional.

Desde la perspectiva teórica, la autora aborda principalmente a Hans-Georg Gadamer


como su filósofo de cabecera para develar poco a poco la teorización del acto interpretativo,
haciendo énfasis en el trabajo de Gadamer acerca de la descripción del “yo” y el
reconocimiento de lo comprendido a través de la consciencia. El trabajo de este filósofo gira
alrededor de la pregunta como una herramienta para discernir respecto a temas importantes
con el propósito de avivar el debate y mantenerlo vital.

Así pues, desde el punto de vista práctico, los seres humanos nos convertimos en
sujetos susceptibles a la interpretación de nuestras acciones a través de debates sociales
constantemente acaecidos dentro y fuera del entorno escolar. Cada grupo de personas tiene
una manera de ser propia y adecuada a sus necesidades y, del mismo modo, posee métodos
de integración a los diferentes mecanismos del sistema institucional, dentro del cual normas,
modelos organizativos, roles y propuestas educativas se entrelazan, se enfrentan y se
neutralizan.

Estos grupos de personas reflejan las expectativas sociales y, además, contienen su


propia cultura de referencia que debe tener la posibilidad de dialogar entre sí con el propósito
de construir contextos en los cuales puedan situar acciones y saberes que sean congruentes
que reconozcan y persigan la posibilidad de integrar diferentes visiones del mundo. En otras
palabras, conviven interpretaciones de los acontecimientos validadas a partir de las
experiencias, convicciones y creencias personales.

El acto de explicitar los ideales personales individuales también determina un


direccionamiento y unas preferencias hacia fines educativos específicos, lo cual crea escalas
jerárquicas de valor que inciden directamente en la formación de la inteligencia y el carácter
dentro de los cuales la acción educativa sólo representa una mínima parte ya que la mayoría
recae sobre el contexto social, del cual derivan la apropiación de saberes y el uso de los
símbolos empleados en diversas situaciones. Así, es necesario postular el acto educativo
como uno complejo que debe considerarse a través de delimitaciones plasmables y abiertas
que debe exigirse el deber de captar las diversas regularidades del entorno social con el
propósito de prever características del aprendizaje y comportamientos a futuro. A partir de
lo anterior, la autora propone la hipótesis de basar el aprendizaje y desarrollo formativo
escolar en la apropiación simbólica mediada por la posibilidad de revisarla constantemente
con el fin de construir una forma prometedora de pensar de forma autónoma, rigurosa y
socialmente eficaz; de esta manera, acercarse a los símbolos y experimentar su incidencia
formativa es encaminarse hacia procesos de búsqueda y de sentido de pertenecia.

Desde la mirada de Murcio Maghei, el profesional de la educación debe estar


comprometido con la tarea y el desafío de partir de los comportamientos de comprensión y
de las orientaciones de los diferentes caminos que puede leer en las experiencias y relaciones
con y de sus alumnos con el fin de postularse como sostén y guía indirecto y competente para
los procesos de análisis y como un modelo coherente y autorizado a nivel de comportamiento
personal e institucional. Así, su deber no es pretender el orden, la puntualidad, el respeto y
demás valores importantes a nivel social, sino que es el llevar a cabo procesos de
comprensión y, posteriormente, interpretación del entorno para actuar coherentemente con
las necesidades específicas del mismo.

Finalmente, este texto es un trabajo que, desde mi perspectiva, se realiza no sólo para
abordar teóricamente la interpretación sino que se entreteje como uno que pretende mostrarla
no como un antídoto para las problemáticas educativas sino como un elemento de
cualificación para educadores, estudiantes, instituciones escolares y contextos sociales en
aras de la búsqueda de metas que se compartan, sean asequibles y comprobables a partir de
los resultados que se obtengan a través de la comprensión y la explicitación de los sentidos
atribuidos a diferentes fenómenos, acciones, valores o normativas. Para esto, la autora
confirma de forma reiterativa su elección metodológica de trabajar con base en el análisis
textual y la interpretación simbólica como un acto que debe transversalizar todas las áreas
del conocimiento a causa de su capacidad formativa y de construcción de saberes críticos y
cognitivos.

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