Vous êtes sur la page 1sur 7

Valencia Bustos, Rosa

Universidad de Concepción
Asignatura: Historia de los movimientos literarios en Chile
Curso: 2º / Año Académico: 2015
Profesor: Tulio Mendoza Belio

El criollismo de Baldomero Lillo


Señalar la historia a través de la literatura es una de las acciones más bellas que pueden
hacerse para hacer honor a la idiosincrasia que es propia de un grupo humano. Es en este
aspecto donde destaca uno de los movimientos más representativos de la literatura de
Latinoamérica que se ha ocupado de hacer resaltar estos rasgos únicos y propios que
distinguen la cultura, historia y etnia latinoamericana de otros continentes y culturas.
Pero es necesario definir un poco más las tecnicidades del movimiento y los orígenes
de éste. El término criollo se utilizó a partir del siglo XVI para designar a los descendientes
de africanos y, por extensión, a los europeos nacidos en América. Esto con la intención de
señalar la nueva condición cultural. Ahora, el «criollismo» y el «criollista» son términos
propios de los estudiosos de la literatura para referirse a lo autóctono y lo nacional.
Corresponde a un movimiento que algunos historiadores definen como un conjunto de
circunstancias humanas, ambientales e históricas de la realidad chilena, y es propio de finales
del siglo XIX y fuertemente influido por las independencias latinoamericanas, y sus
características principales corresponden a obras épicas y fundacionales, de lucha contra los
embates de la naturaleza o contra algún sistema jerárquico.
El criollismo dominó la en la literatura chilena durante el primer tercio del siglo XX,
y es, especialmente en el caso chileno, donde el criollismo tiene una fuertísima relación y un
vínculo notable con el naturalismo, incluso se le llama un «nuevo realismo», y para entender
dicha relación, es necesario hacer notar los cambios operados en la estructura social chilena
y su impacto en la evolución cultural del país. El paso del siglo XIX al siglo XX, el
desplazamiento de la vieja aristocracia liberal y su actitud europeizante, la clase media en
ascenso, el Frente Popular y, por sobre todo, el nacimiento de un humanismo de denuncia y
protesta social. El criollismo es el resultado, un fruto espontáneo de la tierra chilena. Puede
abarcar todos los géneros artísticos como el teatro, poesía lírica, novela y cuento.

1
Uno de los principales exponentes del criollismo es Baldomero Lillo. El escritor
nacido en Lota un día 6 de enero de 1867, fue un cuentista chileno, considerado además como
el maestro del género del realismo social propio de nuestro país, sobre todo tratándose de la
comuna de Lota. Cuando hablamos de realismo social debemos ubicarnos en el periodo
donde más controversia hay, tratándose de los obreros que vivían en tan tristes condiciones.
Para comprender la obra de Baldomero Lillo y su motivación, es necesario hacer una
contextualización, aunque sea breve, de la realidad que vive el país en este periodo. Hablamos
de un fenómeno histórico conocido como la Cuestión Social, el cual se dio entre fines del
siglo XIX y principios del siglo XX a raíz de la inserción cruda y repentina del capitalismo
en Chile, durante la República Parlamentaria luego de la Guerra Civil de 1891. Existen
diversas interpretaciones sobre la Cuestión Social. Uno de los historiadores que se ocupa de
esto es James Morris, británico y conservador, el cual defiende la idea de un quiebre y una
aparición repentina de estos movimientos originados a partir de la masiva migración campo-
ciudad dada en nuestro país. Por otro lado, el historiador chileno Sergio Greez contesta a la
tesis de Morris diciendo que la Cuestión Social no es un problema repentino ni que mucho
menos se produjo un quiebre, sino que son problemáticas que vienen arrastrándose desde la
Colonia, pero que en este periodo se hacen mucho más visibles hasta el punto de
transformarse, de hecho, en una cuestión social. Incluso Luis Emilio Recabarren, fundador
del partido obrero socialista de 1912, y que prontamente se transformaría en el actual Partido
Comunista de Chile en 1922, escribe sobre la cuestión social describiendo muchos factores
que pueden significar la causa de este problema.
Sin embargo, todos los autores y estudiosos de la cuestión social coinciden en varios
puntos, como por ejemplo que se desarrolla en las zonas mineras del país. En el norte por el
salitre, en Santiago, Concepción, Lota y Coronel. Coinciden además en que es un problema
de los grupos subalternos, o inmigrantes, a partir del capitalismo. Es un problema urbano que
rompe con los lazos del compadrazgo para dar origen a los proletarios, los cuales son
fuertemente reprimidos por el Estado, además de ser disciplinados para dejar de ser peón.
Condiciones de vida paupérrimas, se da en la periferia durante el siglo XIX, ya en el siglo
XX pasa a desarrollarse en el corazón de la ciudad y, lo más importante, existe una
consciencia de su estado, un cambio de mentalidad y de cultura, es decir pasa a existir una
identidad a partir de un cambio estructural.

2
Todos estos problemas graves son vistos en la época en la que Baldomero Lillo
escribe sus cuentos. Observamos en la comuna de Lota a fines del siglo XIX una precariedad
absoluta, malas condiciones higiénicas, altísima mortalidad infantil y analfabetismo, e
incluso como muchos historiadores describen, también hay muchísima promiscuidad.
El trabajo no consta con ninguna seguridad, de ningún tipo. Los obreros bajan a la
mina en literalmente una jaula, y dentro de ellas deben desplazarse agazapados. Dentro, en
las entrañas más profundas de la tierra, la oscuridad lo domina todo, casi por completo.
Este es otro punto que destacar de la escritura de Baldomero Lillo. Muchos lo ligan
al Naturalismo por su excesiva descripción, sin embargo no es detallista, sino que se limita a
acentuar los rasgos más sobresalientes de los paisajes o de las personas. Pero, de todas
maneras, el lenguaje poético, formal y elegante que utiliza Lillo parece ser un poco exagerado
cuando se trata de describir situaciones tan tristes y miserables en sus cuentos, aunque por
otro lado sea eso, precisamente, lo que hace que el lector experimente esa extraña catarsis, el
intercambio de rol con el personaje del que se lee y la tristeza propia de quien vive o vivió la
experiencia, aunque ficticia, que el escritor narra con tanta vehemencia.

La Compuerta número 12
Lo primero que podemos observar del cuento de Baldomero Lillo es cómo es que el
autor sitúa la exposición de la trama. Describe la acción y la ambientación de la forma más
cercana a la realidad posible. Se observa un diálogo completo acompañado de la descripción
de los gestos y pensamientos. Descripción de los personajes y el ambiente, aunque la
situación sea triste.
Si debemos referirnos a la situación que se describe, podemos observar a un padre de
familia, una particularmente numerosa, cuyo hijo mayor tiene apenas siete u ocho años. Es
el mismísimo capataz de la mina quien le dice que el niño aún es muy pequeño para trabajar
ahí, pero es necesario otra fuente de ingresos en el hogar, pues que haya una sola es
insuficiente. Cabe destacar que antes de esto, el niño, a quien el autor se refiere como Pablo,
tiene una sensación desagradable cuando se trata de entrar a la mina y se aferra a las faldas
de su madre.
Cuando el patrón se refiere al niño le propone al padre que es mejor que el muchacho
esté en la escuela, pero el padre responde que no es necesario, es la mina quien le enseñará

3
todo lo que necesita saber, esto dicho así: «Somos seis en casa y uno solo el que trabaja,
Pablo cumplió ya los ocho años y debe ganar el pan que come y, como hijo de mineros, su
oficio será el de sus mayores, que no tuvieron nunca otra escuela que la mina» (LILLO: 1917,
p. 15). Vemos aquí la situación que se describía anteriormente en el fenómeno de la cuestión
social: alto analfabetismo. Las oportunidades para continuar estudios son nulas. Y cabe
destacar, además, que la escuela es puesta, de hecho, por los mismos dueños de la mina. El
monopolio de todos los servicios está en manos de unos pocos.
El cuentista criollo narra cómo es que se da, finalmente, la manera en que el capataz
se convence de permitir que el niño trabaje en la mina, y su futuro papel será abrir una
compuerta por donde pasa el caballo que arrastra un cargamento de mineral. El niño hace
una demostración cuando su padre se lo ordena, y con un poco de esfuerzo finalmente lo
logra. El padre, orgulloso de él, hace ademán de dejarlo solo, pero Pablo, viéndose
abandonado en la oscuridad en una soledad que le aterra, corre a abrazar a su padre rogándole
que lo lleve a casa y que no quiere quedarse allí. El hombre, conmovido por un momento
ante la idea de que su hijo sufrirá el mismo destino que él, condenado a años completos de
trabajo duro y a un trato indigno, piensa en atender al pedido de su hijo, pero luego recuerda
el hambre, lo mucho que necesitan que haya otra fuente de ingresos y que sus demás hijos
también deben comer, vuelve a su cometido, a la idea que lo obligó a arrastrar a su hijo mayor
a las entrañas de la tierra, y ante el llanto del pequeño, el hombre, sacando fuerzas de quizás
donde, amarra al niño con un trozo de cuerda que traía, sujetando el otro extremo a un hierro
incrustado en la roca, cuyos restos de cuerda e hilos colgando señalaban que no era la primera
vez que cumplía ese papel. Pablo, medio moribundo por el terror, grita «¡madre! ¡madre!»
mientras el padre, intentando hacer caso omiso de los gritos de su hijo que le desgarraban el
corazón, volvió a su puesto de trabajo, atacó la tierra sin medir ni detenerse ante los trozos
de carbón que le saltaban en el rostro y el pecho, hiriéndole la piel.
Como vemos, uno de los problemas más fuertes de la Cuestión Social es retratado
aquí también, por el trato indigno a los trabajadores. El «sueldo» (si es que puede llamársele
así al sistema de fichas que, si no se cumplía, era acusado de contrabando) es tan bajo y
miserable, que ni porque el padre de familia tiene hijos que no pueden ser bien alimentados
ni vestidos, el trato es más llevadero, el trabajo más liviano y el consuelo podría ser, si quiera,
existente dentro de una realidad cruda y oscura.

4
Los problemas retratados en el cuento son vistos por el propio Baldomero Lillo,
descritos por un narrador omnisciente, en tercera persona, con personajes claros con
identidades y papeles claros.
Los ambientes, también plasmados en el cuento, pueden identificarse como tres.
Primero un ambiente físico, que es dentro de una mina amplia y oscura que se encuentra
cerca de la compuerta número doce. Por otro lado y, en segundo lugar, Lillo nos permite
imaginarnos el ambiente psicológico, éste cargado de una compasión por parte del capataz al
dejar que Pablo trabaje en la mina, y tristeza y sufrimiento por Pablo y su padre. Finalmente,
y, en tercer lugar, imaginamos un ambiente social, el que vive la sociedad misma en la que
están inmersos los protagonistas: gente de escasos recursos, en la pobreza, tratando de luchar
contra su destino esforzándose y a la vez sufriendo muchísimo, aunque este destino sea, en
realidad, imposible de ignorar, pues Lillo dice que «la mina no soltaba nunca a quien había
acogido, y como eslabones nuevos que se sustituyen a los viejos y gastados de una cadena
sin fin, allí abajo los hijos sucedían a los padres, y en el hondo pozo el subir y bajar de aquella
marca viviente no se interrumpiría jamás» (1917, p. 18).
El panorama, así, es desalentador.
Conclusión
La situación descrita anteriormente en el cuento, y el contexto en el que se ha situado
con exactitud la narración y al autor, nos da a entender cómo es que Baldomero Lillo,
tomándose de una de las realidades más crueles y oscuras de nuestra historia, hace literatura
a partir de un realismo social y un naturalismo que no resulta ni de cerca tedioso, sino más
bien correcto y acabado para hacer que el lector se imagine la situación de la manera más
cercana posible a la realidad.
Esta realidad del cuento, tan bien descrita, es una manera de contribuir al criollismo,
a nuestra propia idiosincrasia de una manera fiel, y Baldomero Lillo logró plasmar todos
estos elementos en su cuento, y en todas sus demás obras. Así, podemos establecer que, si
debemos referirnos al criollismo de Lillo, a su narrativa y a la crudeza de las situaciones
vividas en un contexto que tan lejano nos parece, es necesario revocarnos a los dos elementos
que lo componen: el naturalismo y el realismo social, este último nacido a partir de las
mismísimas obras del autor lotino. Sin embargo, ambos elementos forman finalmente la obra
cúspide de lo que nos remite aquí, un criollismo que se refiere a las costumbres y a la vida

5
del pueblo de una manera novelesca y la exaltación de los que sufren debido a su condición
social: la técnica naturalista y la temática propiamente criolla, relacionadas ambas entre sí.
Es esto lo que hace, precisamente, Baldomero Lillo: combinar la realidad, la injusticia
social, la lucha de clases incluso, con el arte, la novela, la literatura que, si bien rara vez se
utilizan para describir una realidad histórica y social, en este caso se hace, y de una de las
formas más bellas que se ha tocado ver.
Por lo mismo, la obra de Lillo es tan importante como registro histórico. Tanto así,
que es como si nos refiriéramos al patrimonio mismo. Por ende, es necesario que este
criollismo, nacido, desarrollado y estudiado, pueda estar en constante valoración y
preservación para que no desaparezca, y esto es una obligación de todos. Lillo respaldó la
historia en sus escritos, es tarea de nosotros, ahora, adjudicarle el valor que se merece.

6
BIBLIOGRAFÍA:
MONTES, H. y ORLANDI J.: Historia de la Literatura Chilena, Santiago de Chile, 1982.

Vous aimerez peut-être aussi