Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
DEL CAPITALISMO?
Lecturas sobre la teoría y la crítica de nuestro tiempo.
www.sabercolectivo.cl
© Todos los derechos reservados. Prohibida su
reproducción total o parcial.Inscripción Nº 180641
ISBN: 978-956-8118-22-8
Impreso en Chile
Printed in Chile
¿UN NUEVO ESPÍRITU
DEL CAPITALISMO?
Lecturas sobre la teoría y la crítica de nuestro tiempo.
Prólogo
ANTONIO CORTÉS TERZI
A la memoria de nuestro amigo
Antonio Cortés Terzi
(1952-2009)
La comprensión de un texto se presenta
como un caso particular de relación con
otro, cuya diversidad debe ser tutelada a
la vista de esa huella del todo peculiar que
constituye su palabra escrita. [...] Löwith
no apela a las páginas de otros para hacer
más vigorosas sus propias convicciones o sus
propias obsesiones. Sus ensayos entretejen
más bien relaciones entre posiciones diversas,
crean pares, series o constelaciones temáticas
que reflejan y delimitan alternativamente,
haciendo evidente, lo que las distingue de
otras, su relatividad. [...] Resulta de esto
una hermenéutica escéptica que niega vali-
dez absoluta a las perspectivas indagadas, y
que caracteriza más que valora.
1 Donnagio, E.: “Una sobria inquietud. Karl Löwith y la ilosofía”. Katz Eds., Buenos Aires, 2006, pág. 77.
7
INDICE
PRÓLOGO 11
ANTONIO CORTÉS T.
1. La hegemonía del consensualismo: una cultura político intelectual
“oicializadora”. 11
2. El develamiento del carácter orgánico del “nuevo espíritu del
capitalismo”. 17
3. Sugerencias analíticas sobre “desarrollo” capitalista y política
“democrática”. 21
11 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 12
2 Como aquí se entiende, lo contracultural comprende tres momentos: un pensamiento analítico y crítico
a lo sistémico, una escala de valores culturales, derivada de ese tipo de pensamiento, que inspira conductas
y prácticas contraculturales y una o más fuerzas políticas y/o sociales que promueven y organizan la con-
tracultura. La conjugación de la gravitación de cada uno de estos momentos dentro de lo contracultural
varía según las circunstancias históricas. Pero sólo la presencia mínima de cada uno de ellos y con un
mínimo grado de organicidad entre sí, coniguran una efectiva contracultura.
Es fácil deducir la formidable fuerza “oicializadora” que se desprende
de la existencia de esas esferas de coincidencias entre las elites que de-
berían resumir o representar el conlicto entre lo sistémico y lo contra-
sistémico.
13 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 14
Por otra parte, a ese respaldo gratuito e inesperado al estatus en sus di-
mensiones más profundas, se le sumaba otro de rango empírico: la eco-
nomía capitalísticamente tipiicada crecía a tasas sostenidas considerables
y se mostraba con capacidades expansivas e integradoras.
15 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 16
Ahora bien, el libro en comento es novedoso, ante todo, porque está fuera de
la tendencia oicializadora. Y está fuera de una manera profunda: por su temá-
tica central, por los énfasis en determinados efectos estructurantes de la eco-
nomía y la política del capitalismo en redes que hoy se impone en el mundo,
por los antecedentes y lógicas analíticas, por el lenguaje, por la intencionalidad
político-cultural. Y es novedoso también porque, representando un ejercicio
intelectual de renovación cultural teórica, poco o nada tiene que ver con el
“conservadurismo” de las izquierdas “tradicionales” que se señala más arriba.
Podría decirse, en suma, que el libro es una iniciativa que apunta y coadyuva
a la reposición o reconstrucción “nacional” y actualizada de la teoría crítica.
Actualizada en el sentido que, mediando un dispositivo de referencia infor-
mada y sistemática a la investigación de Luc Boltanski y Eve Chiapello sobre
el nuevo espíritu del capitalismo, indaga sobre la profundidad y arraigo de los
discursos de la modernidad capitalista e introduce en compañía de los aná-
lisis de éstos un nuevo instrumental analítico para comprender los sujetos y
estructuras de la sociedad actual.
2. EL DEVELAMIENTO DEL CARÁCTER ORGÁNICO DEL NUEVO ESPÍRITU DEL CAPI-
TALISMO.
El solo hecho de que recupere la teoría crítica desde sus ancestros y de que
utilice sus dialécticas y herramientas para compenetrarse en la contempora-
neidad, lo hacen un libro develador. Así, por ejemplo, de manera casi can-
dorosa nos devela que el concepto “capitalismo” de la “vieja” teoría crítica
todavía rige para referirse a las sociedades modernas. Y no hay nada de
irónico en estas palabras. Sólo quieren llamar la atención sobre lo que sigue:
las renovaciones de las culturas críticas tradicionales han gastado muchas
energías e imaginación para soslayar el concepto y para tratar de identiicar
de manera más amable los rasgos esenciales de las sociedades modernas.
Todo ello tras el afán de no sentirse compelidas de dar cuenta crítica de las
contradicciones, conlictividades e irracionalidades que entraña el capitalis-
mo por muy moderno que sea.
Pues bien, ese “candoroso” develamiento circula a lo largo del texto con plena
naturalidad y relejando cuán impregnado está de teoría crítica: aquí lo mo-
derno se entiende inmerso en la matriz estructural del diseño capitalista, ergo,
cruzado también por las leyes, relaciones y contraposiciones del capitalismo.
Y a esto último hay que prestarle atención especial, porque ofrece una mirada
que no es habitual en las ciencias sociales chilenas. Lo que se encuentra ha-
bitualmente en ella son estudios, interpretaciones y literatura que tratan por
separado la crítica social al desarrollo capitalista criollo de la crítica a la mo-
dernidad, lo que necesariamente conduce a diagnósticos y a discursos político-
intelectuales que desintegran artiicialmente los problemas sociales. La oferta
analítica de nuestros autores, en cambio, es totalizadora, toda vez que, para
ellos, modernidad y capitalismo son una unidad, un solo y mismo objeto de
estudio, al igual que los fenómenos particulares que entraña esa unidad.
17 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 18
Pero lo más develador en este punto, es que tal retorno supera antiguas
“rencillas” de la teoría crítica logrando los autores articular orgánicamente
los fenómenos del “espíritu” capitalista con los fenómenos de la estructura
económica. Esta articulación armónica se observa en cada uno de los capí-
tulos y en cada uno de los grandes tópicos que aborda el libro. La exposición
breve de dos de estos tópicos sirve de ejemplo.
Lo que destaca del análisis sobre este punto es, precisamente, su integrali-
dad, esto es, la luida integración de variables que se funden para permitirnos
conigurar un “todo” explicativo en el que sus partes se tornan virtualmente
indistinguibles por los nexos de organicidad interna que se da entre ellas.
4 Celis, S.: “La acción comunicativa y los procesos formativos en la ciudad por proyectos”, en este libro.
En otras palabras, el nuevo espíritu –como discursividad para la hegemonía- se
asienta en la dinámica real-funcional del neocapitalismo, pero no como pura
expresión “superestructural” de esa dinámica, sino como una discursividad
que también le es intrínseca al devenir “molecular” de la estructura econó-
mica y de los circuitos del poder fáctico.
19 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 20
Estos dos últimos puntos pasan a formar parte del tercer rasgo que se enun-
cia al principio de este acápite, es decir, del carácter sugerente del libro.
3.1. Las ideas-fuerza que expone el texto sobre la reorganización del neo-
capitalismo moderno y sobre la gestación del nuevo espíritu que visibilizan
Boltanski y Chiapello, tienen como antecedente empírico –y también inte-
lectual- el transcurso del capitalismo moderno en los países de mayor desa-
rrollo. Cuestión que de inmediato sugiere plantearse los grados de validez
o de utilidad explicativa de esas ideas-fuerza en sociedades de menor desa-
rrollo, como la chilena. Planteamiento que, por lo demás, ha sido histórica-
mente recurrente en América Latina en los estudios y análisis comparativos
sobre el desarrollo del capitalismo.
21 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 22
En suma, la validez y pertinencia de los análisis y tesis centrales del libro estri-
ban en que la estructuración de la sociedad chilena se encuentra en un estadio
histórico que, aunque distante del desarrollo de los países centrales, reúne tipi-
icaciones o esencialidades capitalistas y modernas y que, por lo mismo, la tor-
nan susceptible de asimilar los nuevos fenómenos que existen o se incuban en
el neocapitalismo. Podemos preguntarnos entonces ¿están superpuestas acá
o están en vías de articularse las visiones de la política pública que, según los
7 Rojas, E.: “El «nuevo espíritu del capitalismo», cultura teoría y política. Un análisis entrecruzado”, en
este libro.
23 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 24
Pero ese conlicto tradicional se torna más radical y acuciante si, con el neo-
capitalismo, la facticidad del poder económico se acrecienta con su expan-
sión, también factual, hacia las áreas culturales, discursivas y comunicativas.
En tal caso, el macro problema y duda que emerge es cuán preparada está la
institucionalidad demo-liberal para enfrentar una creciente “privatización”
del poder, “privatización” no ilegal ni ilegitima pues resulta del desenvolvi-
miento “natural” del neocapitalismo y de su nuevo espíritu.
Y se puede llegar aun más lejos con esta sugerencia analítica que se despren-
de del tratamiento que da el libro a la fértil elaboración hecha por Boltanski
y Chiapello de las nuevas estructuras de la economía y de la supervivencia o
extinción en ellas de la crítica democrática emancipadora. La pregunta que es
plausible de formular es la siguiente: el despliegue de un nuevo capitalismo
y de un nuevo espíritu, ¿no estará desplegando, simultáneamente, reestructura-
ciones societarias, transformaciones socio-culturales, valóricas y conductua-
les, mecánicas de interlocución y asociación, cambios en los idearios e ima-
ginarios, colectivos, que corroen los cimientos conceptuales, estructurales y
experimentales en los que se ha ediicado la democracia liberal y el tipo de
Estado que la asegura y reproduce?
9 Hemos tratado con detalle las dimensiones sociológicas y políticas de los “procesos de toma de deci-
siones” que caracterizan este fenómeno en el Chile de los años 90 en Cortés, A.: “El circuito extrainsti-
tucional del poder”. Eds. Chile América – CESOC, Santiago de Chile, 2000.
25 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 26
COMENTARIO FINAL
Al comienzo de este prólogo se dijo que lo novedoso del libro estaba deter-
minado, en gran medida, por el contexto de los debates y producciones inte-
lectuales que han predominado en Chile en los últimos años. Al inalizar se
puede decir que el entorno político y político-intelectual en el que se publica
le coniere al texto el mérito de una oportuna pertinencia.
Escritos como “¿Un ‘nuevo espíritu del capitalismo’? nunca dejan de ser per-
tinentes, adecuados o convenientes para el trabajo intelectual en sí, pero no
siempre ni necesariamente son oportunos en cuanto a responder a las exigen-
cias de los momentos político-históricos o a las circunstancias político-cultura-
les que deinen o sugieren los acentos del pensar para el aquí y el ahora.
Pues bien, hay que insistir: el cuadro político e intelectual en el que se inserta la
publicación hace que ésta reúna armónicamente pertinencia y oportunidad. En
efecto, el texto contribuye a llenar vacíos fácilmente detectables en los análisis y
discusiones que hoy circulan entre gran parte de la intelligentzia nacional que es
susceptible de identiicar dentro de pensamientos políticos con adscripciones o
vínculos a las escuelas comprendidas dentro de la teoría crítica. Dicho con otras
palabras, el libro es una oportunísima ayuda para los esfuerzos por superar “el
estado de una crítica social” que desde hace mucho “no se había mostrado tan
desarmada” como en estos últimos tiempos.
En ambos casos, con toda seguridad hay razones de variada índole que in-
luyen en tales expresiones. Pero si se analizan, aunque sea someramente,
de una parte, la discursividad de las fuerzas políticas, los argumentos que
esgrimen sus escisiones internas para diferenciarse, las distintas respuestas
político-intelectuales que se dan para salir de una reconocida –abierta o lar-
varia- crisis, etc.; y, de otra parte, la fragilidad “orgánica” de los cuerpos
intelectuales, el tipo de temáticas que, preferentemente, abordan, sus distan-
ciamientos y desafecciones con los universos políticos, su relativo abandono
de temáticas político-históricas, etc., entonces, es dable inferir que los des-
agrados y molestias intelectuales (y políticas) tienen como telón de fondo va-
cíos teóricos y conceptuales que impelen a comportamientos como los que
describen Boltanski y Chiapello en el epígrafe de este prólogo: “manifestar
una indignación sin poder acompañarla de propuestas alternativas”
27 ANTONIO CORTÉS T.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 28
BIBLIOGRAFÍA
El libro que motiva esta presentación tiene como tópico el conjunto de reglas y
principios que permiten evaluar la experiencia de pensar y juzgar el sistema capita-
lista global del siglo XXI, con las claridades y oscuridades que son de rigor para tal
empresa. En una época en que la intervención cientíico social en el orden de las
regulaciones, por su necesaria pretensión de fundamentos, es de rara y discutible
ocurrencia, y conscientes de que estas prevenciones metodológicas y estilísticas
son obligadas por la “caída de las catedrales” del saber universal y verdadero, el
nuevo espíritu del capitalismo que develan Luc Boltanski y Eve Chiapello es un relato
crítico prudente y falible, que no obstante puede ser considerado una potente des-
cripción de los alcances, despliegues y repliegues de la tarea de pensar o justiicar
las prácticas de la economía y la política del mundo actual.2
29 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 30
En ese contexto intelectual tan marcado, el nuevo espíritu del capitalismo es un dis-
curso normativo que contribuye a comprender, a fondo, el discurso de las elites
arraigado en Chile las últimas décadas. La instauración experimental de políticas
económicas durante el régimen pinochetista, llevada a cabo principalmente por
economistas de la escuela de Chicago, con la carta blanca provista por la cúpula
dictatorial, tuvo una inesperada continuidad en los gobiernos concertacionis-
tas, cuya elite intelectual en el área económica, también formada en los Estados
Unidos, “comprendió” la “inevitabilidad” del proceso de incorporación de los
países pobres al proceso de integración comercial aceleradamente global que se
había iniciado unos cuantos lustros antes. Esta opción -política- de los antiguos
opositores a la dictadura, que se estrenaban en la administración de un Estado
de ines de siglo, resultó a la postre, si la juzgamos según los estándares de la
mainstream, exitosa en términos económicos y en términos de la tan mentada
“gobernabilidad” de un proceso de transición que se anticipaba frágil.
31 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 32
33 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 34
nado behavioral finance, buscan entender desde el punto de vista del compor-
tamiento individual, como si este fuese un movimiento evidente de cosas en
el espacio (vacío) de la mecánica, las decisiones de los agentes económicos.9
Finalmente, la disciplina económica, especialmente bajo el nuevo espíritu, se
vale muy centralmente de las herramientas de la matemática -especialmente
la estadística- para elaborar teoría e investigación social “objetiva”, como si
las “cifras” fueran “números” sin voz equívoca. La pretensión es que hoy no
es posible hacer (entender) ciencia económica –ni ciencia social “seria”- si
no se posee destrezas matemáticas muy por sobre la media de la población
educada. La ciencia económica es, hoy como nunca antes, una disciplina de
elite autogenerada. No hay lugar en la imaginación política, que nos gobier-
na, para la elite generada a través de una experiencia humana y social como
la que describe Hannah Arendt en un pasaje famoso:
Una segunda razón, también de orden global pero con arraigo especíico en
Chile, es la capacidad que ha tenido el sistema capitalista nacional de cooptar
(casi todas) las manifestaciones de contracultura que surgen en sus már-
genes. Cuando una manifestación contracultural se vuelve poderosa ya sea
por su potencia simbólica o por el impacto social y de opinión pública que
genera, es incorporada al sistema como un insumo más para su dinámica.
Este mecanismo adaptativo, aventuramos, es una característica diferencial de
este nuevo espíritu, mucho más dúctil que su predecesor. Así, por ejemplo,
el movimiento Punk inglés, el Trash norteamericano o el Grunge de los
noventa en Estados Unidos son transformados, a la vuelta de una década,
en íconos pop, en objetos de merchandising, y sus descontentos y desadap-
tados intérpretes en rockstars, que en más de una ocasión terminan -no sólo
discursivamente- convertidos en aquello que repudiaban. Un ícono histórico
de la resistencia al capitalismo como Ernesto “Che” Guevara se transigura
en estampa de polera en los mall. El sistema inviste a sus críticos potencial-
mente más desestabilizadores como “estrellas” sin peso intelectual aparente,
cuya “denuncia” pierde toda relevancia política al ser representada como
11 Para explorar algunas de éstas ver Rojas, E. (2009, en este libro) y Rojas, E. (2008B) op. cit.
35 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 36
La falsa conciencia ha sido sustituida hoy por una conciencia fragmentada que
elude toda ilustración sobre el mecanismo de la cosiicación. Sólo entonces se
cumplen las condiciones para una colonización del mundo de la vida: los im-
perativos de los subsistemas autonomizados, en cuanto quedan despojados de
su velo ideológico, penetran desde fuera en el mundo de la vida -como señores
coloniales en la sociedad tribal- e imponen la asimilación.13
12 Habermas, J.: “Teoría de la acción comunicativa. II. Crítica de la razón funcionalista”. Taurus, Buenos
Aires, 1990, pág. 502.
13 Id.
Hay, en efecto, de acuerdo a la iluminadora estilización habermasiana, una
colonización del mundo de la vida por los mecanismos de la lógica mercan-
til, que se releja, por ejemplo, en que para una proporción importante de
personas, hoy por hoy, las actividades recreativas se reducen a ir al mall o a
un multicine, en donde el recreo sólo es posible para quien paga su precio.
Cuando un joven de una comuna popular puede ir a un mall similar -nunca
igual- al de la comuna más rica de Chile y comprar las mismas zapatillas de
marca “global” que un joven adinerado, hay un diferencial de posibilidades
de acción que se neutraliza, una colonización mercantil de los espacios de in-
tercambio de bienes: incluso los más radicales críticos de la sociedad deben
comprar sus zapatillas en el mall y su comida en el supermarket. Para ponerlo
en blanco y negro: la bencina para las bombas incendiarias se compra en la
bencinera de un mega grupo económico. En el Chile de hoy, especialmen-
te en el urbano, estar fuera del sistema capitalista, no seguir sus lógicas de
actividad ni pagarlas, es inviable. La crítica, entonces, debe reencontrar sus
razones de siempre y encontrar en la experiencia misma de estas décadas,
como aconsejan Boltanski y Chiapello, los nuevos impulsos de su objeción
a la vida inauténtica por colonizada o cosiicada, aquella que estos investiga-
dores han llamado “crítica artista”.14
Una tercera razón por la cual la crítica al capitalismo chileno se ha visto dis-
minuida radica en los propios portadores de la tradición de izquierdas. En
el Chile post dictadura la izquierda ha visto en buena medida neutralizada
su capacidad crítica y su preocupación relexiva frente a la realidad por al
menos dos mecanismos. El primero de ellos, desarrollado por Rojas (2008)
en “Los murmullos y silencios de la calle”, tiene que ver con la sumisión de
la crítica de los antiguos dirigentes de izquierda devenidos en gobernantes
oicialistas de la transición a las “razones de Estado”, con argumentos como
los que el ex militante socialista revolucionario Enrique Correa expone de
manera descarnada: “La razón de Estado no reconoce estados de ánimo. El
político que no entienda eso, nunca sabrá gobernar”.15
37 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 38
En este contexto, y durante las últimas tres décadas, Chile ha sido testigo de un
aumento notable de la inluencia de la mainstream de la disciplina económica
académica sobre la vida cotidiana. Esta inluencia, que en muchos terrenos de
la vida en sociedad es prácticamente hegemónica, tiene al menos dos manifes-
taciones de relevancia para el orden institucional y social de un país como el
nuestro, en el cual la dirigencia política -que gobierna en medio de un proceso
de cambio económico y social propio de una economía “en desarrollo” 19 que
aún tiene largos años por delante 20- adopta a menudo decisiones que afec-
tan radicalmente los ordenamientos sociales y normativos imperantes. Una
dirigencia, por así decirlo, que lo es “del desarrollo”. Su espacio de decisión
cotidiana -explícito o no- abarca el “modelo de país” que es factible generar.
39 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 40
23 Nuestra guía acá es el memorable ensayo de Habermas (Véase: Habermas, J.: “Problemas de legitima-
ción en el capitalismo tardío”, Amorrortu Eds., Buenos Aires, 1986, págs. 56 y ss.).
24 García, J. F.: “Robo en casas: una industria”. Diario La Tercera, Miércoles 11 de junio de 2008.
41 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 42
43 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 44
45 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 46
Una consecuencia menos directa, pero no por ello menos relevante, es que
muchas de las mentes más brillantes -si hay tales- de la generación criada
bajo el nuevo espíritu se “pierden” en el embrujo de serpientes del apren-
dizaje acrítico de disciplinas que -como la economía o la ingeniería- se pre-
tenden, de un tiempo a esta parte, eminentemente “apolíticas”, aún cuando
es evidente que, dada la capacidad de acumulación de poder de decisión que
conlleva su ejercicio, son probablemente más relevantes para la construcción
de sociedad de lo que cualquier cientista político pudiese pretender para su
propia labor. Esto se debe, al menos en parte, a que la economía-matemática
ha contribuido a la secularización no sólo de la política, sino de las ciencias
sociales, que han perdido buena parte del halo de sabiduría que se les asigna-
ba hasta hace unos años. Se reemplazan así los libros por papers, la capacidad
discursiva en el aula o en discusiones profesionales por la elocuencia del
PowerPoint, y los desarrollos intelectuales complejos y conlictivos, que sin
duda requiere el mundo global, por la efectividad en el tratamiento de datos
agregados que relejarían una “realidad” que no sería afectada por la propia
ciencia ni ejercería presiones sobre esta.
47 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 48
49 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 50
Terminé dándome cuenta de que tal como nosotros habíamos sido capaces de
revalorizar la democracia, era completamente necesario reestructurar nuestro
pensamiento económico, que estaba anclado en preceptos que ya no tenían
ninguna relación con lo que la humanidad, como tal, había entendido como
realidad [...] Lo que hace fracasar todos los conceptos desde los socialismos
utópicos hasta los cientíicos es que están basados en una forma de enten-
der la conducta humana que no es correcta [...] Estamos jugando variables
individuales en todo momento. Y negar esto es negar la luz del día [...] Hoy
no tengo el menor complejo en valorar los equilibrios macroeconómicos, en
valorar el mercado, porque creo que a esta conclusión ha llegado la humanidad
como tal. No es la victoria del pensamiento liberal por sobre el pensamiento
de izquierda. Es la victoria de la humanidad que entendió, tal como entendió
la democracia y los derechos humanos, que hay ciertas formas mínimas de
libertad de los individuos en el campo económico, que deben ser respetados
33 Id. pág. 48.
en todo tiempo y en todo lugar [...] Lo que nos diferencia con la derecha no
tiene que ver con lo que pensábamos en los ’60 o los ’70. Tiene que ver con
nuestros valores.34
Con todo, y como hemos dicho, es bastante evidente que el modelo capita-
lista de conducción político económica de los países ha generado enormes
beneicios materiales y simbólicos en muchos países -el Chile de Eyzagui-
rre y Lagos incluido-, al menos en términos agregados. Sus consecuencias
sociales y políticas a nivel micro, sin embargo, son menos evidentes y son
largamente discutidas en el libro de Boltanski y Chiapello que inspira este
volumen.
51 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 52
mucho que aportar. Así, por ejemplo, la economía suele medir la desigualdad
en términos relativos y no absolutos: si un individuo gana 10 y el otro 90, y
ambos aumentan su ingreso en un 50%, el primero obtendrá 15 y el segundo
135. En términos relativos, la situación es la misma (1 a 9) pero hoy el más rico
obtiene 45 más que antes, y el más pobre sólo 5. La percepción de desigualdad
probablemente cambiará aunque la medida siga intacta. Y esto en el supuesto,
muchas veces cuestionable, de que el bien en cuestión lo es del mismo modo,
tiene la misma calidad, para individuos en situación tan diferente de acceso a él
como las que indican las posesiones relativas de uno y otro en el ejemplo.
Estas diferencias, al ser más “blandas” que las evidentes señales físicas y de
costos de los bienes de consumo, son menos identiicables con un malestar
35 Ver al respecto los ensayos de Depolo y Cadima en este libro. Interesante, para el caso de Chile,
resulta el estudio de Javier Núñez sobre discriminación de clase y meritocracia en el campo profesional,
que muestra que profesionales de clase alta ganan aproximadamente un 50% más que aquellos criados
en familias pobres, y que esta diferencia no se relaciona con diferencias de desempeño académico en la
universidad, manejo de idiomas, estudios de postgrado, calidad académica de la escuela básica, origen
geográico, etcétera. Núñez, J. y Gutiérrez, R. (2004): “Class discrimination and meritocracy in the labor
market: The case of Chile”, Estudios de Economía, Vol. 31 Nº2, pp. 113-132, Diciembre.
“de clase” sustentado en las “cosas” que los ricos poseen y los pobres no: el
materialismo analítico de la tradición de izquierda se queda sin ancla cuando
el acceso a bienes parece asequible a todos, es la ilusión que se impone a
la realidad. Las diferencias son, entonces, mucho más sutiles. Como muy
claramente exponen Boltanski y Chiapello, el capitalismo ha sabido procesar
esta diferencia crucial de manera muy rápida y efectiva. La crítica, tradicio-
nalmente mucho más “intelectual” que el capital, no lo ha logrado aún.
53 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 54
pasan por estos días por sobre la barrera de los treinta años y, cuando optan
por un ejercicio profesional y de ciudadanía adecuados al mundo de hoy,
deben necesariamente plantearse de inmediato las condiciones de la “nue-
va” política y la “nueva” sociedad. La pregunta por la cultura, la economía y
la sociedad en redes “tecnologizadas”, que Boltanski y Chiapello explicitan
con un amplio despliegue de razones y datos, se hace así ineludible, eviden-
ciando respuestas siempre insuicientes y críticas muchas veces de fondo a
los sistemas y sus representaciones.
Probablemente uno de los mayores méritos del libro que este texto introdu-
ce -aunque probablemente uno de los menos evidentes- es que no sólo re-
leja una intención por poner sobre el tapete estos temas, enfoques e incluso
conceptos clásicos de las ciencias sociales, hoy prácticamente relegados de la
discusión intelectual chilena. Aún cuando ésta es probablemente su principal
tarea, un mérito singular es que su escritura es también el resultado de un
ejercicio intelectual colectivo, basado en un ejercicio relexivo -y por tanto,
dialogado- de casi un lustro, en que los entrecruzamientos interdisciplinares,
intergeneracionales y, en alguna medida, interculturales buscan subsanar al-
gunas de las falencias que observamos en la relexión política y teórica del
Chile actual.
Existe entre nosotros, sin embargo, cierta conciencia de que para mirar crí-
ticamente, la opción es recurrir a aquellos autores que no tienen el “pecado
original” de haber nacido en una cuna “capitalisticamente tipiicada”: nues-
38 Cortés, A.: “Prólogo”, en este libro.
tra escritura, entonces, puede ser alimentada o desestabilizada por múltiples
aluentes provenientes de fuentes anteriores a este nuevo espíritu. Los otros
dos autores -Rojas, Cortés- si bien son, en mayor o menor medida, ajenos
a este pecado original, obtienen su originalidad de la práctica poco común
de estar siempre en la punta de la revisión bibliográica y la teoría actual en
ciencias sociales: nosotros, los nuevos, nos alimentamos de la actualidad de
su experiencia. Ellos, probablemente, nos utilizan como “estudio de caso”
que puede abrir desarrollos constructivos inéditos. Este entrecruzamiento
es, sin duda, poco común en el Chile actual. Finalmente, un cierto entrecru-
zamiento cultural se produce al mirar el fenómeno del arraigo del (nuevo)
capitalismo en la sociedad chilena, siempre que uno de los autores -Rojas-
comprende, comparte e investiga desde hace años una forma de arraigo
del capitalismo en una sociedad y un sistema político diferente en aspectos
sustantivos, como es el caso de la Argentina. Ese conocimiento -ese saber,
en estricto rigor- permear las páginas de este libro. En el Chile arrogante del
nuevo siglo, la incorporación de cuerpos de sentido provenientes de otros
aluentes latinoamericanos es, nuevamente, escasa.
55 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 56
que dan valor a lo que permanece en el tiempo y, por otra parte, la condición
humana en un mundo lexible como el de hoy, en el que todo se transforma
merced a las situaciones que surgen. Si las personas no otorgaran valor a la
permanencia de las cosas, dejaría de sufrir por la rupturas y por el desaliento
ante la tarea de rehacer aquello que parecía establecido. En la “ciudad por
proyectos”, que ordenaría el contrato implícito de los hijos del nuevo espíri-
tu del capitalismo, la sobrecarga de autonomía y autorrealización que se nos
impone como condición de proyectos exitosos puede acarrear, frecuente-
mente, el malestar del fracaso:
El primer ensayo del libro, “El nuevo espíritu del capitalismo, cultura, teoría y
política. Un análisis entrecruzado”, de Eduardo Rojas, analiza primeramente
las ideas del “nuevo espíritu del capitalismo” como contrapunto del discurso
dominante respecto del fenómeno de la globalización. Se privilegia, en el texto,
una óptica de aprendizaje intercultural para el desarrollo y la innovación en
países como el nuestro, en el contexto de un mundo y una economía marcados
por la conectividad. El autor repone, en las secciones siguientes, los marcos
teóricos y metodológicos de las ciencias sociales en contraposición a un pen-
samiento hegemónico -el de la economía y la gobernabilidad- de aspiraciones
“naturalistas”. El ensayo concluye argumentando y destacando el valor de la
obra de Boltanski y Chiapello como generador de nuevos espacios interpreta-
tivos en torno a temas como la explotación, la alienación y las posibilidades de
autenticidad intelectual y política en el contexto de un capitalismo que se ha
transformado radicalmente en las últimas décadas.
57 MATÍAS COCIÑA V.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 58
Como el lector podrá reconstruir en su lectura, los cuatro artículos que com-
ponen esta obra, así como el prólogo que los acompaña y esta misma pre-
sentación, apuntan, desde una misma plataforma, a objetivos aparentemente
distantes entre sí. Sin pretender cerrar discusión epistemológica alguna, este
ejercicio tiene como requisito la existencia de un afán comunicativo nada
simple: pretendemos que cada una de las tesis y airmaciones de texto ten-
gan validez “universal”, esto es, que cualquier “otro” que lo lea e intente
comprenderlo concluya que hay razones válidas para respaldar o modiicar
productivamente esas tesis. Por ello, nuestra producción intelectual busca
estar sometida permanentemente a la crítica. La búsqueda de nuevo saber
nos impulsa a escribir, porque la escritura -que es una forma de conversa-
ción- somete a preguntas nuestras propias ideas.
BIBLIOGRAFÍA
59 MATÍAS COCIÑA V.
EL NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO, CULTURA,
TEORÍA Y POLÍTICA. UN ANÁLISIS ENTRECRUZADO
Eduardo Rojas C.
[…]se presenta un hecho paradójico, de una ideología toscamente, árida-
mente materialista, que da lugar, en la práctica, a una pasión del ideal, a
un ímpetu de renovación, al que no es posible negar una cierta sinceridad
[…] no es nueva en la historia y tendrá que ser explicada de forma dis-
tinta […] Se puede aludir a la teoría de la predestinación y de la gracia
propia de los protestantes y a que ésta da lugar a una vasta expansión
del espíritu de iniciativa. En términos religiosos, es el mismo fenómeno al
que alude […] [alguien] cuya mentalidad «católica» le impide penetrar el
hecho. Cfr. Max Weber, L`ética protestante e lo spirito del capitalismo.
Antonio Gramsci.1
61 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 62
¿A qué historiador se le hará creer que una moda, un entusiasmo, una pa-
sión, incluso las exageraciones, no revelan la existencia, en un momento dado,
de un foco fecundo en una cultura?
Michel Foucault, texto inédito.3
Como en casi todo el mundo, en Chile es hoy razonable una valoración posi-
tiva de los procesos de globalización, de la modernización económica e ins-
titucional que traen, de la calidad tecnológica del trabajo y el consumo que,
se dice, favorecen y, sobre todo, de la inserción competitiva del país en las
corrientes mundiales de comercio, inanzas y capital. Un abordaje relexivo
de lo real que siga los trazos del “espíritu del capitalismo” contemporáneo,
tal se pretende este artículo, no puede sin negarse eicacia ignorar los logros
económicos y políticos del sistema en su conjunto. Que en Chile son, por lo
demás, de toda evidencia. A nivel del capitalismo global, Boltanski y Chiape-
llo así lo reiteran, explícita y rigurosamente (18 y ss.) dando a sus tesis visos
de verosimilitud que alimentan su sentido práctico (político).
63 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 64
[...] la desigual capacidad de creación, difusión y utilización de las nuevas tecnologías, (la
«brecha tecnológica»), el desfase entre las prioridades de la agenda mundial de innovación
y desarrollo y las necesidades vitales de la población mundial (la «brecha de prioridades»),
así como los posibles riesgos socioeconómicos, ecológicos y sanitarios de su aplicación
intensiva, plantean un reto global: las innovaciones tecnológicas deben ir acompañadas
de innovaciones en materia de políticas públicas para acercar la tecnología a las personas
y para que ésta sea un instrumento efectivo de la reducción de la pobreza.6
65 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 66
9 Incluso a la sociología o la ciencia social más cultas les cuesta salir de la exégesis de la globalización.
Son pocos los estudios, públicamente conocidos o difundidos, que indaguen las inequidades y pérdidas
de libertad detectables en los procesos de globalización económicos, por ejemplo. Hay excepciones, sin
embargo, que están al alcance de nuestras manos y vale la pena destacar. Así, un par de autores brasileños
(Ortiz, R.: “Mundialización: saberes y creencias”, Gedisa, Barcelona, 2005 o Ianni, O.: “La sociedad glo-
bal”, Siglo XXI, México, 1995) o, algo más distanciado: Harvey, D.: “Breve historia del neoliberalismo”,
Akal, Madrid, 2007. Entre otros efectos no deseados, la globalización, dice Ortiz, generaliza la percep-
ción de sus formas opresivas de modo que, hoy, los intelectuales europeos las experimentan “en carne
propia” y los latinoamericanos ya no pueden refugiarse, como en el pasado, en la búsqueda de autonomía
de sus Estados nacionales y de “una auténtica identidad nacional”: “En este contexto la propia noción de
resistencia, de atrincherarse en los muros de una identidad particular, se vuelve insatisfactoria y debe ser
relativizada. Aceptarla acríticamente, como predominó tradicionalmente en el debate latinoamericano,
sería validar las reglas desiguales del juego transnacional, conformándose de antemano con una posición
de subalternidad.” (Ortiz, R.: “La redeinición de lo público, entre lo nacional y lo transnacional”, en id.,
op. cit. pág. 91).
10 Marramao, G.: (2006) op. cit. pág. 37 (las citas entrecomilladas al interior del texto de Marramao,
provienen de: Derrida, J.: “L´Université sans condition”, Paris, 2001, pág. 49).
11 Id.
La sociología de Boltanski y Chiapello reconoce o diferencia internamente
el discurso de la expansión mundial de la economía de mercado y la “degra-
dación de la situación económica y social de un número cada vez mayor de
personas”, como dicen en su primer párrafo (17).12 Pero debiera alertarnos
constatar que la cuidadosa sociología que trazan no coincide con la “tendencia
dominante” de la disciplina, los méritos cientíicos y la calidad del saber de la
investigación social bien realizada suelen ser subvalorados por el discurso teó-
rico global cuando cuestionan su reproducción acrítica. Es más, es infrecuente
un discurso sociológico que, como el de Jorge Larraín, se diferencie del posi-
tivismo de la consultoría o el marketing chilenos trazando las contradicciones
entre identidad y reconocimiento del actor social y procesos de globalización
de economía y consumo. El conocimiento válido de los procesos formativos y
reconstructivos de identidades grupales, cada vez más opacas por efecto de su
dimensión global, supone para ese investigador revelar las barreras, a la acción
colectiva y a la política, derivadas de la masividad del consumo de bienes y cul-
tura, hoy apreciable en un país como Chile (entre los jóvenes, por ejemplo):
67 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 68
Con razón, Joignant objeta irrealidad a las profecías usuales sobre el pro-
greso del mundo e ignorancia sociológica al reinvento del “in del trabajo”.
Aclaremos por si es necesario que la evidente distancia cultural entre las
trayectorias socio económicas de Chile y Europa no explica necesariamente
este escepticismo frente a anuncios apocalípticos tan “de mercado”: desde
Europa misma suelen sugerírsenos razones para entender que en Chile y en
América Latina el desarrollo y la modernización no signiican “in del tra-
bajo” sino su promoción. Ralph Dahrendorf, un clásico de la ciencia social
académica, incluso en Chile, y experto europeo que no necesita certiicado
de modernidad, considera impensable la gobernabilidad política y el orden
social si no se asegura el pleno empleo, no “voluntario” sino económica-
mente útil:
69 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 70
71 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 72
María Herrera y Pablo De Greiff hacen una aguda lectura de esta búsque-
da pragmática (de los términos) de la razón y el entendimiento. Deinen
así principios organizativos del aprendizaje intercultural modernizador que
McCarthy había insinuado. El método, dicen, de observar la manera en que
los sujetos contribuyen a dar sentido a las normas y conceptos colectivos,
en toda interacción, sugiere tres principios para la razón práctica:29 uno de
subdeterminación, toda acción guiada por normas está subrepresentada en el
argumento que utilice cualquier actor, siempre deja espacio para mejorar sus
razones; otro de indexación, todo concepto utilizado requiere un juicio que
atiende al contexto e indica en éste lo que es signiicativo y, por último un
principio de tiempo, el lujo de la interacción depende de un juicio apropia-
do sobre su continuidad en el tiempo, toda razón humana tiene un horizonte
temporal de validez, una frase inesperada no se considera inmediatamente
como síntoma de locura del hablante, sino como una contribución difícil
pero no imposible de entender.30 Subdeterminación, indexación y tiempo serían
27 Cfr. Celis, S.: “La acción comunicativa y los procesos formativos en la ciudad por proyectos”, en este libro.
28 McCarthy, T.: “Respuesta”, en Herrera, M. y De Greiff, P (comps.): “Razones de la justicia. Homenaje
a Thomas McCarthy”. Universidad Nacional Autónoma de México, México DF, 2005, pág. 225.
29 Herrera, M. y De Greiff, P.: “Introducción” a Herrera, M. y De Greiff, P. (2005) op. cit. pág. 21.
30 Id. págs. 22 – 23.
73 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 74
¿Cómo es posible que una nueva y virulenta forma de capitalismo, que ellos eti-
quetan como «conectivista» o «en red», con un impacto aún más desastroso en
el tejido de la vida cotidiana que sus predecesoras, se las arregle para instalarse
con tanta facilidad y de un modo tan desapercibido en Francia, sin atraer la debi-
da atención crítica o alguna manifestación de resistencia organizada por parte de
unas fuerzas opositoras, que habían demostrado su vigor durante la generación
anterior y que en la actualidad se han quedado reducidas a la insigniicancia o al
papel de animadoras?36
El punto es que un sistema que ya no satisface a las clases sociales que dice
servir, como el capitalismo de las últimas décadas a las llamadas “clases me-
dias”, está amenazado, sean cuales sean las razones por las que ello ocurre.
Razones que, por lo demás, no son manejables al libre arbitrio de quienes
detentan o creen detentar el poder (29).
75 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 76
nómico naciente, máximas del tipo “piensa que el tiempo es dinero” o “que el
dinero es fértil y reproductivo”, el “espíritu del capitalismo” es una combina-
ción, históricamente dada, entre modalidades de la fe religiosa protestante y la
ética del logro profesional y de ganancia en los negocios. Lo característico de
la “ilosofía de la avaricia” predicada por Franklin, dice Weber:
[…] es el «ideal del hombre honrado digno de crédito» y sobre todo la idea de una
obligación del individuo frente al interés –reconocido como un in en sí- de au-
mentar su capital. Efectivamente, aquí no se enseña una simple técnica para la vida
sino que se predica una «ética» peculiar, cuya infracción no constituye sólo una es-
tupidez, sino un olvido del deber; esto es algo rigurosamente esencial. No sólo se
enseña la «prudencia en los negocios» –cosa que no hay quien deje de proclamar-,
es un verdadero ethos lo que se expresa y justamente es así como nos interesa.38
77 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 78
Las conexiones de sentido que genera el espíritu del capitalismo, según este
pasaje weberiano, no son determinaciones mecánicas ni instrumentales, tie-
nen por el contrario un trasfondo de valores morales; el trato adecuado de su
complejidad cultural requerirá una analítica que las distinga de toda relación
explicativa causa/efecto. En principio, el concepto de “ainidades electivas”
utilizado por el padre fundador de la sociología moderna cumplirá esta exi-
gencia en cuanto indica vínculos fuertes entre elementos dispares y discretos
y deine un ancho campo analítico, a la vez que denota conexiones de pro-
fundidad considerable. Weber nunca explicó el capitalismo a partir de “cau-
sas” como la ética protestante, sino que habló así de afinidades electivas entre
sus elementos de base. Esquivó por esta vía cualquier recaída en la “razón”,
única explicación racional en cualquier circunstancia de la acción social. La
vieja cuestión francesa de un “racionalismo” insensible al contexto se hace
más visible para nuestros efectos con el discurso de “la ética protestante”.
Entender el espíritu del capitalismo como racionalista francés, se nos dice
allí, “no responde en modo alguno al suelo preferido por aquella relación
del hombre con su «profesión», como tarea que requiere el capitalismo, pues
es obvio […] que es posible «racionalizar» la vida desde los más distintos
puntos de vista últimos y en las más variadas direcciones”.44 El racionalismo
capitalista es una norma tan “irracional” como lo es dedicar la vida misma a
la búsqueda del logro profesional y la ganancia monetaria:
41 Weber, M.: (1998), op. cit. pág. 35 (las cursivas son de Weber).
42 Id. pág. 38.
43 Id. pág. 43.
44 Weber, M.: (1998) op. cit. pág. 67.
El «racionalismo» es un concepto histórico, que encierra en sí un mundo de
oposiciones, y lo que justamente necesitamos investigar es de qué espíritu es hijo
aquella forma concreta del pensamiento y la vida «racionales» que dio origen a la
idea de «profesión» y la dedicación abnegada (tan irracional al parecer, desde el
punto de vista del propio interés eudemonístico) al trabajo profesional, que era
y sigue siendo uno de los elementos característicos de nuestra cultura capitalista.
La procedencia de este elemento irracional que se esconde en éste y en todo con-
cepto de «profesión» es precisamente lo que nos interesa.45
Para Walter Benjamín, un pensador que enfrentó como pocos las diiculta-
des de pensar hasta la raíz la experiencia productiva de pasado y presente
capitalista, las ainidades electivas no son pura ainidad ni elección, implican
una armonía particular de los estratos más profundos de los elementos de
análisis, denotan entonces “un sino más poderoso que la elección”.47 En We-
45 Id.
46 Weber, M.: (1998) op. cit. pág. 87.
47 Benjamin, W.: (1989) op. cit. págs. 136 y 142.
79 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 80
[...] una «ainidad electiva» es: «el procedimiento a través del cual dos formas
culturales entran, a partir de ciertas analogías signiicativas, en una relación de
atracción, convergencia y reforzamiento mutuo»; entonces una «ainidad electi-
va» tiene varios grados:
1) simple proximidad, parentesco: en este caso es estática, pura analogía;
2) ainidad, elección recíproca, atracción mutua: interacción y convergencia pero
entre elementos separados;
3) articulación, unión, produce unidad profunda e íntima: simbiosis, unidad orgá-
nica, así se da entre la ética protestante y el espíritu del capitalismo.49
Las tesis del nuevo espíritu, por su parte, establecen ainidades electivas de
este tipo simbiótico entre las normas de proyecto en red y el capitalismo
informacional eludiendo determinaciones causales de cuño “racionalista” o
“instrumental”. Dicho de otra manera, son una ilustración de posibilidades
de cambio social e innovación productiva que no vienen determinadas por
“causas” sino por motivaciones, proximidades, atracciones y articulaciones
48 Löwy, M.: “El concepto de ainidad electiva en Weber”. Intervención en Jornadas Internacionales La
vigencia del pensamiento de Max Weber a cien años de “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo”,
Buenos Aires, 5, 6 y 7 de octubre de 2005. De tradición “marxista”, Löwy ha hecho una hermosa presenta-
ción de las “tesis sobre el concepto de historia” de Walter Benjamin, para la cual éste sostiene una “visión
mesiánica” del materialismo histórico y de la revolución, la emancipación sería producto de secularizar el
mesianismo surgido en la historia u “organizar el pesimismo” que emana de su lectura a contrapelo de todo
“progreso” (Löwy, M.: Walter Benjamin. Aviso de incendio. FCE, México, 2002, pág. 87)
49 Id.
orgánicas. ¿Son esas tesis, por efecto de este abordaje, poco adaptables a las
necesidades de una teoría políticamente eicaz? Este es el punto de situar el
problema de la política democrática y de sus relaciones, en deinitiva relexi-
vas, con la crítica teórica y social.
81 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 82
¿Se impone una psicología social –del trabajo- que es poco más que “efecto
de poder” de “responzabilización” al sujeto individual por “fallas” que, en
la realidad, son de proceso? ¿No es la prueba de la falla parte del proceso,
no individual sino social, que la deine? Boltanski y Chiapello responderán
positivamente, lo de ellos es sociología. Podrá aplicárseles por consiguien-
te la sentencia que, con gramática de acción comunicativa, formula Seyla
Benhabib: el compromiso con la transformación social y, al mismo tiempo,
una distancia crítica, incluso respecto de las reivindicaciones con que uno se
identiica, son esenciales para la vocación del teórico como crítico social.55
83 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 84
Pero precisar la relación del discurso del nuevo espíritu con la teoría de la
Escuela de Frankfurt requiere la gramática de teoría y práctica o el “no sólo
explicar el mundo sino cambiarlo” que intentó el “marxismo occidental” el
siglo pasado. El punto es que quienes –antecesores de Honeth- en los años
70 reconstruían esa, también llamada, “ilosofía de la praxis”, a mal traer por
la economía y sociedad tecnologizadas del nuevo espíritu del capitalismo
de entonces, no distinguían sistemáticamente el potencial sociológico del
nexo interno entre habla y acción. Con razón, el postmodernismo pudo
considerar invasiva y manipuladora, poco dada al “reconocimiento del otro”
–Honeth- la ilustración que pretendían portar. Pero lo más interesante por
su fecundidad teorética es que el mencionado “marxismo occidental” que
aún no había descubierto el uso constructivo y político del lenguaje, como
veremos acá, objetaba apoliticismo y carencia de valor “práctico” al famoso
intento “teórico” de uno de sus cultores más reputadamente tales, Walter
Benjamin. Con tonos que hoy llamaríamos “postmodernos” éste equiparaba
la innovación social radical a una redención mesiánica de la historia vivida.
85 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 86
La inducción es a pensar que hay afinidad electiva entre la visión del discurso
del nuevo espíritu del capitalismo, que les permite a Boltanski y Chiapello
sostener una reactualización del impulso crítico social, y la de Mate que reco-
noce ese impulso en el análisis rememorativo histórico de Benjamín. Dicho
de otro modo, mirados políticamente, el análisis relexivo del discurso de la
economía política globalizada de hoy puede entenderse, en son de crítica a la
realidad, con la búsqueda de la memoria rigurosa de la injusticia histórica: el
espíritu del capitalismo es un fenómeno histórico, recordaba Weber.
La cuestión parece ser que el materialismo histórico sólo podía mostrar sim-
patías intuitivas por estas elaboraciones intelectuales de aspecto “idealista”,
captar en ellas sólo “gotas de sentido”, como dice más arriba un Habermas
“condescendiente” en los años 70. Con el tiempo será posible salvar la dife-
rencia poniendo las cosas no en la realidad inmediata, pura y dura, sino en la
experiencia de la acción de comunicarla y comunicarse. Tanto la moderna idea
comunicativa de la acción social de inspiración “hegeliano marxista” como sus
rivales teóricos “postmodernos” reconocerán entonces que la política se juega
en la experiencia antes que en la racionalidad de las ideas. El análisis relexivo
seguirá válidamente juzgando contenidos y sujetos sin abdicar del espíritu, la
tensión entre la experiencia de la interioridad sujeta a valores del sujeto y la ba-
nalidad del mundo productivo mercantilizado es campo para la innovación:
[…] toda red está siempre tentada de trasladar los costos de sus acuerdos a
terceras partes. A modo de ilustración, una red para la reforma del sistema
de salud reúne a instancias estatales, gremios médicos y sindicatos pero no a
la población, que siendo la principal afectada por el asunto no tiene intereses
organizados y, por ende, no es un «actor representable» en la red.
Norbert Lechner.61
Trabajar sobre la noción espíritu del capitalismo ha permitido a los autores recons-
truir un discurso que tanto ofrece motivos para el rechazo y crítica social del
sistema como abre camino para sus justiicaciones. Resultado de esa dinámica
que permite al sistema de poder recuperar pérdidas de sentido y saber, la con-
frontación entre teoría y política no se resuelve ya por invocación a la razón
universal sino a sus contextos. En el mundo de la diversidad de saberes, el ideal
racionalista ya no es aceptable pues choca con eso que antiguamente se llamaba
epistemología (31), dirán polémicos e irónicos. Por racional que se pretenda el
saber teórico, implica siempre el riesgo (político) de exagerar el contraargumen-
to, pero esa sobreargumentación es susceptible de relexión y puede obtener
ganancias de saber en contextos demandantes de razones para la acción.
61 Lechner, N.: “Tres formas de coordinación social”, en Lechner, N.: Obras escogidas 2. LOM Eds.
2007, pág. 382.
87 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 88
Las teorías de la acción cuya unidad de análisis es el acto de habla habían logra-
do el difícil ejercicio de diferenciarse de los discursos sobre la existencia de la
sociedad (una metafísica), para presentarse como una comunicación de esa
existencia (una postmetafísica). A la vez que lograban construirse en inter-
cambio con teorías potentes de otros orígenes incluidas, muy centralmente,
las de Max Weber.63 Lograban así márgenes de validez inéditos: es difícil
contestar con argumentos válidos una teoría cuya base de evidencia es que
no hay acción ni nada que merezca el apelativo de social sin comunicación
intersubjetiva lingüísticamente mediada. Desde este ángulo podemos prose-
guir la discusión de la practicidad del discurso del nuevo espíritu.
89 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 90
91 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 92
Reglas e interpretación son, en efecto, los dos términos que caracterizan las
teorías más recientes sobre el salario. En estas teorías resulta central la noción
de «disonancia cognitiva» relativa a las interpretaciones de las reglas locales y
generales a partir de las cuales se fijan los parámetros de cálculo del salario real
[…] la aplicación de una regla implica su interpretación, es decir, la posibilidad
para los sujetos múltiples que contribuyen a su definición de explicitar los sabe-
res, los conocimientos, que definen su identidad específica. En otras palabras, la
desregulación del mercado de trabajo crea la noción de espacio de interpretación
como espacio de negociación esencial para evitar los efectos negativos «estilo esta-
dounidense» sobre la calidad de la fuerza de trabajo.
Christian Marazzi: “Reglas de interpretación” 68
93 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 94
insoportable.70 Entre los clásicos del siglo XX, el principal anuncio de esta
forma de diferenciar saber tecnocrático y saber democrático viene de Antonio
Gramsci y de la crítica a la pedantería intelectual de creer que se puede conocer
sin comprender y explicar la fuerza emergente del mundo de la vida social.
Crítica que deinió su noción de bloque histórico:
El error del intelectual consiste en creer que se pueda saber sin comprender y es-
pecialmente sin sentir y ser apasionado (no sólo del saber en sí sino por el objeto
del saber) […] sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendiéndoles
y en consecuencia explicándolas y justiicándoles […] En ausencia de tal nexo las
relaciones del intelectual con el pueblo-nación son o se reducen a relaciones de or-
den puramente burocrático, formal; los intelectuales se convierten en una casta o
un sacerdocio […] [Si en cambio la relación] es dada por una adhesión orgánica en
la que el sentimiento-pasión se convierte en comprensión y por lo tanto en saber
(no mecánicamente sino en forma viva), sólo entonces la relación es de represen-
tación, y se produce el intercambio de elementos individuales entre gobernados y
gobernantes, entre dirigidos y dirigentes, o sea que se realiza la vida de conjunto
que es la única fuerza social, se crea el «bloque histórico».71
95 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 96
El método del nuevo espíritu, en esta su parte más esencial, gana sentido prác-
tico si adquiere la noción de “espacio de interpretación” comunicativa (ne-
gativa) de las reglas de saber y salario, que Marazzi propone como modelo
de nuevas formas de negociación colectiva. La convergencia de ambos en-
foques es notable en la elaboración de sus conceptos de explotación en régi-
men conectivista. Pero Marazzi aporta la novedad de un análisis económico
de los esquemas de valorización que coincidirá con la sociología de aquellos
97 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 98
80 Bourdieu, P.: “Las estructuras sociales de la economía”, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 2008,
págs. 15 y ss.
81 Id. pág. 224. Bourdieu insiste en su texto sobre una distinción satisfactoria entre los términos “ra-
cional” y “razonable”, este último curado de la enfermedad del “racionalismo” (id. pág. 22). Pensamos
que se equivoca productivamente. “Razonable” es también el uso público de la razón según argumentos
racionales, es decir, un uso en el cual estos argumentos son razonados intersubjetivamente, como en la
acción comunicativa. Apoya nuestro argumento pensarlo como J. Rancière con el uso de la razón en la
sociedad. Para constituirse en tanto tal ésta debe establecer la desigualdad de principio, dice, pero en ella
todo individuo puede recurrir a la inteligencia del entendimiento más razonable posible: “Una sociedad,
un pueblo, un Estado, siempre serán desrazonables. Pero se puede multiplicar en ellos el número de
hombres que harán, como individuos, uso de la razón y sabrán, como ciudadanos, encontrar el arte de
desrazonar lo más razonablemente posible” (Ver Rancière, J.: “El maestro ignorante. Cinco lecciones
sobre la emancipación intelectual”. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2007, págs. 127-128).
82 Fraser, N.: “La lucha por las necesidades: Esbozo de una teoría crítica socialista-feminista de la cultura
política del capitalismo tardío”, en Revista Debate Feminista, N° 3, México, 1991, págs. 5-6.
99 EDUARDO ROJAS C.
¿UN NUEVO ESPÍRITU DEL CAPITALISMO? 100
La interpretación real de las necesidades será aquella que merezca una caliica-
ción democrática y cuyos resultados sean de justicia, es decir, tengan la aceptación
de los afectados. Nancy Fraser concluirá retomando ideas de la ética discursiva
habermasiana para plantear un criterio que posibilite evaluar equitativamente
la justicia de interpretaciones de necesidades que compiten entre sí. Se puede
distinguir, por este método, entre mejores y peores interpretaciones de las ne-
cesidades humanas. Una interpretación justiicada tendría que descansar en dos
tipos de consideraciones, unas de orden procedimental (tiene que ser elaborada
democráticamente) y otras de consecuencias (tiene que llegar a un resultado los más
afectados consideren justo). El criterio es que dar validez a una evaluación de ne-
cesidades equivale a equilibrar democracia e igualdad: las consideraciones de procedi-
mientos prescriben que, en igualdad de circunstancias, las mejores interpretacio-
nes de las necesidades son las que se logran mediante procesos comunicativos
que se aproximan más a ideales de democracia, igualdad y justicia y, en general,
las consideraciones sobre consecuencias prescriben que, en igualdad de circuns-
tancias, las mejores interpretaciones son aquellas que no generan desventajas de
unos grupos frente a otros.87
Para la teoría del nuevo espíritu del capitalismo, la idea de ciudad por pro-
yectos recupera la tradición de escrutinio de la demanda de autenticidad y
de emancipación que creció en la era industrial: una relación consecuente
de las ideas morales con las prácticas que las invocan. Tradición, digamos,
de ciencia social reveladora de alienación y extrañamiento en la acción co-
lonizada por el consumo y la tecnología del mundo de hoy. ¿Crítica a una
cultura y a una mentalidad de gestión y de decisiones políticas en donde toda
relevancia sólo puede expresarse en un precio? Hace treinta años, la teoría
social anunciaba que hay “crisis de legitimación” del sistema político admi-
nistrativo y económico cuando ocurre que las carencias de sentido de la vida
y del trabajo, emergentes de los procesos de modernización, ya no pueden
ser compensadas por la oferta de consumo de bienes ni por el “bienestar”
consiguiente.89 El extrañamiento de la acción social y política, entonces, se
traduce en “privatismo civil”, un interés por la administración iscal y la se-
guridad social y una pérdida de experiencia social, un desinterés crítico por
toda acción cuyo horizonte es el gobierno o la política complementado con
el surgimiento de una elite técnico económica con “altas barreras de entra-
da”, destacado por Matías Cociña en la Introducción de este libro.
88 Calderón, F.: (2000) op. cit.
89 Habermas, J.: “Problemas de legitimación en el capitalismo tardío”, Amorrortu, Buenos Aires, 1986,
págs. 88 y ss.
La polémica que emprenden Boltanski y Chiapello se ubica con pleno dere-
cho en ese paisaje de la historia de la ciencia social. Se dirige al salvataje de la
crítica artista como rechazo intelectual y existencial a la deshumanización del
trabajo y a la tecniicación del mundo de la vida, imputables a la gestión de la
economía global. Rechazo basado en principios a la alienación, inautentici-
dad o inhumanidad de las relaciones sociales en el capitalismo del siglo XXI,
en particular al privilegio del consumo y el “cliente” sobre la producción y el
ciudadano, que hubo de alcanzar su punto histórico más alto en la epopeya
de los estudiantes de mayo del 68 en Paris. La historia mostraría que aún el
pensamiento dirigencial más racionalista e instrumentalizador puede com-
prender, explicar y criticar, la forma fetichista de la mercancía y de los esca-
parates de venta del marketing de hoy. Por eso, en la ciudad por proyectos
es posible una política de autenticidad entre gestor y actor de las redes, por
su lado, y logros de productividad en éstas, por otro; como lo es una política
que aprende de la historia del capitalismo a cooptar (operar un “bucle de
recuperación” de) la crítica artista más acerba, en función de la acumulación
de ganancias y la expansión de los mercados.
Una vez más la cultura analítica “benjaminiana” salva el valor práctico del
pensamiento abstracto. El consumo no es puro fetichismo o acontecimiento
sin historia (en tal caso bastaría su paciente desmitiicación) sino una “fan-
tasmagoría”: “una mercancía que consigue presentarse ante nosotros como
si no hubiera tenido proceso de producción”.94 La técnica moderna, dice
Mate, tiene algo que no tenía la producción industrial, la mercancía no surge
en la fábrica sino en los escaparates, la diferencia se aprecia no en la produc-
ción, que puede ser formalmente igual ayer y hoy, sino en el consumo. En
el capitalismo anterior las fábricas eran visibles para señalar la importancia
y carácter de la organización del trabajo, ahora esa organización es más bien
virtual. La diferencia entonces entre la “ciudad industrial” y la “ciudad de
proyectos” está no tanto en la técnica como en el consumo: “En la signiica-
ción que tiene hoy el consumo de la técnica: un coche, por ejemplo, no vale
por el servicio que presta, ni por la millonada que hay que pagar, sino, sobre
todo, por el prestigio que lleva consigo”.95
Sin duda son estas las razones por las que la implantación de los valores de la
ciudad por proyectos en unos dispositivos de prueba no puede considerarse
como una solución suiciente a los problemas sociales generados por las nue-
vas formas del capitalismo, aunque tendrían, al menos, el mérito de reducir los
fenómenos de explotación y el desarrollo de las desigualdades. La crítica artista
96 Id. pág. 40.
97 Id.
Si entre todas las palabras hay una que no es auténtica –señaló alguna
vez Maurice Blanchot- ésta es seguramente la palabra «auténtico». Nuestra
tarea –nuestra responsabilidad frente al presente- se traduce, por lo tanto, en
regresar a la experiencia, a los lenguajes cada vez más paradójicos e «inau-
ténticos» con los que está entretejida nuestra experiencia.
Giacomo Marramao.101
En el prólogo de este libro, Cortés Terzi lleva más allá su teoría. Podríamos
estar hoy, dice, ante la conformación de un nuevo tipo de intelectual orgáni-
co del neocapitalismo, especialista en proyectos que trascienden la economía
hacia la sociedad, cuya novedad reside en que ya no es cooptado desde otras
áreas, como lo fue históricamente, sino que proviene “de las entrañas mis-
mas de la empresa y la producción”, es su imaginación más auténtica.
Arendt: Es perfectamente cierto lo que dice usted acerca de las distinciones. Siempre que empiezo algo
–nunca me gusta saber demasiado bien que estoy haciendo-, lo hago diciendo «A y B no son lo mismo».
Y esto, por descontado, procede de Aristóteles. Y, para usted, de Tomás de Aquino, que hizo lo mismo.”
(Cfr. Arendt H.: “De la historia a la acción”. Paidós, Barcelona, 1995, págs. 170-171). Esta referencia
realza, a nuestro modo de ver, la pertinencia de vincular el método analítico de la crítica política de Bol-
tanski y Chiapello con el pensamiento político (diferenciador, relexivo) de Arendt, tal cual hace Tania
Cadima en este libro.
105 Bologna S.: “Crisis de la clase media y postfordismo”. Eds. Akal, Madrid, 2006, pág. 6.
106 Id. págs. 7-8.
El poder del juicio descansa en un acuerdo potencial con los demás, y el proceso
de pensamiento que se activa al juzgar algo no es, como el meditado proceso de
la razón pura, un diálogo entre el sujeto y su yo, sino que se encuentra siempre
y en primer lugar, aún cuando el sujeto esté aislado mientras organiza sus ideas,
en una comunicación anticipada con otros, con los que sabe que por in llegará
a algún acuerdo. De este acuerdo potencial obtiene el juicio su validez potencial
[…] Este modo de pensar amplio, por otra parte, que como juicio conoce la
forma de trascender a sus propias limitaciones individuales, no puede funcionar
en estricto aislamiento o soledad, sino que necesita la presencia de otros «en
cuyo lugar» debe pensar, cuyos puntos de vista tomará en consideración y sin los
cuales jamás tiene ocasión de entrar en actividad.112
Los temas de la crítica artista son igualmente esenciales y siguen siendo actuales. Apo-
yarse en ellos serviría para alcanzar el máximo número de posibilidades de oponer una
resistencia eicaz al establecimiento de un mundo en el que, de un día para otro, todo
podría quedar transformado en mercancía, dónde las personas se hallarían constante-
mente puestas a prueba, sometidas a una exigencia de cambios incesantes, y despojadas
por esa especie de inseguridad organizada de aquello que asegura la permanencia de
su propio ser (654).
BIBLIOGRAFÍA
Este trabajo pretende avanzar en esa línea, destacando desde el punto de vis-
ta teórico - metodológico la convergencia de autores diversos con el objetivo
de hacerlos dialogar entre ellos de manera recurrente.
5 Una de mis fuentes teóricas de trabajo es el llamado giro teórico del reconocimiento que lidera Nancy
Fraser. Su obra vincula el feminismo y la ciencia política en un esfuerzo por “teorizar sobre las mutuas
imbricaciones de la economía y la cultura” como lo señala en “Recognition, Redistribution and Repre-
sentation in Capitalist Global Society: An Interview with Nancy Fraser”, publicada en Acta Sociológica
el año 2004.
La escéptica visión de este autor busca sustento en el trabajo de Boltanski y
Chiapello para la descripción que entrega del surgimiento gradual de “una forma
de desarrollo en redes fundada en la iniciativa de los empleados y la autonomía
en el trabajo”. La historia así relatada nos dice que, a partir de la cultura que se
abre con mayo del 68, nos encontraríamos hoy, con un capitalismo que “usurpó
la retórica de la autogestión de los trabajadores a la extrema izquierda” de modo
que en las realidades del presente “la verdadera revolución es la del capitalismo
digital”, el ideal de ser humano es “cool” al estilo de Bill Gates:
1. LA NOCIÓN DE COMPETENCIA
14 Id.
15 Dejours, C.: “El factor humano. Asociación Trabajo y Sociedad”, Buenos Aires, Argentina, 1998.
16 Rojas, E.: (1999) op, cit. pág. 27.
La efectividad del «poder comunicativamente generado» se establecerá en función
del grado de comunidad que la empresa ha adquirido, dado que toda comunidad es
un ambiente de signiicados y expectativas compartidos. Pero simultáneamente se
hace necesario aclarar que tal «efecto comunidad», indispensable para una comu-
nicación eicaz en contextos de productividad, presupone un «efecto trabajo». Es
decir, presupone instalar el poder de la comunicación no distorsionada en la tarea
obrera misma. Y esta es condición necesaria de una organización que aprende o que
se quiere caliicante.17
2. LA NOCIÓN DE PROYECTO
Hemos optado por denominar ciudad por proyectos al nuevo aparato justiicati-
vo que a nuestro juicio está formándose en la actualidad por varias razones que
conviene explicitar. […] esta expresión ha sido calcada de una denominación fre-
cuente en la literatura de gestión empresarial: la organización por proyectos. Este
17 Rojas, E.: (1999) op. cit. pág. 28.
18 Schön, D.: “El profesional relexivo”. Editorial Paidos. Buenos Aires, 1998, pág. 215.
Este es el punto en que parece necesario avanzar sobre el uso que damos
a la noción de acción política arendtiana, válido en principio sólo cuando los
hombres viven juntos y las consecuencias de esta vida se revelan por el dis-
curso, como citamos en el párrafo precedente. Arendt insiste en sus textos
en la incompatibilidad entre acción (política) y trabajo. Una investigación
“feminista” muy respetada en la ciencia social contemporánea, de Nancy
Fraser sobre la “lucha por la interpretación de las necesidades” nos debiera
permitir una cierta iluminación al respecto. Esa lucha, que es política por
excelencia, se realiza según Fraser por “medios socioculturales de interpre-
tación y comunicación” con recurso a los cuales una sociedad dada ija los
22 Arendt, H.: (2004) op. cit..págs. 204-205.
23 Id. pág. 202.
24 Id. pág. 207.
Por otra parte, un estudio de los cambios en las relaciones laborales tradicio-
nales, realizado en el año 2000 en Chile por Patricio Frías, en un contexto de
“desaceleración del crecimiento”, ofrece una evaluación positiva de la apli-
cación a la dirección de empresas de la idea de alianza estratégica.30 Desde el
supuesto “democrático” con que observa el “management participativo”, la
investigación de Frías valora los aspectos de “bien común” y de ganancias de
productividad detectables en experiencias de alianza estratégica entre empresa y
sindicato que han tenido lugar en Chile estos años. Se aprecia en esas expe-
riencias, dice, un modelo de relaciones laborales en que accionistas, adminis-
tración, sindicatos y trabajadores trabajan tras el logro del beneicio común,
el contrato colectivo regula aspectos de la producción al proveer ciertos sistemas
de regulación acordada de actividades básicas, la estructura gana en lexibili-
dad frente a demandas de competitividad y mejoramiento continuo y tanto la
dirección gerencial como las evaluaciones de resultados son compartidas. El
sindicato refuerza la idea colectiva del trabajo y opera (políticamente) en con-
secuencia; transmite a sus bases la concepción de la alianza estratégica:
Pero desde nuestro punto de vista importa señalar que investigaciones como la
de Frías abonan la tesis según la cual las prácticas reconocidas de alianza estraté-
gica exigen un tipo especíico de competencia estratégica, marcado por capacidades
29 Id. pág. 5.
30 Frías, P.: “Desafíos de modernización de las relaciones laborales: hacia una nueva cultura y concerta-
ción empresarial”, LOM Eds. Santiago, 2001. La de Frías es una investigación realizada en una muestra
de 11 empresas, con entrevistas en profundidad a gerentes y cuadros superiores y talleres con entrevistas
grupales a operarios, administrativos y dirigentes sindicales.
31 Id. pág. 94.
Parece necesario considerar que en la empresa existen otras iguras que podrían
eventualmente disputar a la dirección corporativa el máximo desarrollo de com-
petencia estratégica, los cuadros intermedios, el colectivo de trabajadores y/o los
sindicatos. Sin embargo, es de sentido común dudar que en el capitalismo actual
estos últimos puedan disputar capacidad de decisión en el nivel objetivo de los
resultados de la empresa, en el nivel organizacional, de responsabilidad social de
esta y en el nivel de modos de constituirse y asumir su propia identidad.
Huelga decir aquí que una de las explicaciones a la falta de proyecto dis-
cursivo en la ciudad se relaciona con otra igura relevada por los autores
franceses, la del «hacedor». Este, a diferencia del «gestor», no hace referencia
al bien común cuando busca generar nuevos vínculos en la red, no produce
discurso con sentido, al contrario acapara la información que le puede ser
útil sólo para él:
Extraen la autoridad que hace de ellos unos «líderes» de sus cualidades personales
y no de una posición estatuaria. Los líderes rechazan, por otra parte los «signos de
poder» (como tener numerosas secretarias, ascensor o sala de restaurante reser-
vados, despachos suntuosos). La autoridad que adquieren sobre sus equipos esta
ligada a la «conianza» que le es otorgada gracias a su capacidad de «comunicación»
y de «escucha», que se maniiesta en el cara a cara con los demás (125).
Arendt diría que en la igura de ese líder tradicional que trabaja sin requerir
la cooperación de nadie no hay poder posible. El poder es un potencial de
“aparición entre hombres que actúan y hablan” y no un “intercambiable,
mensurable y coniable identidad como la fuerza. Mientras que ésta es la
cualidad natural de un individuo visto en aislamiento, el poder surge entre
38 Spoerer, S.: “Liderazgos para el siglo XXI” en Revista Desafío, Santiago, Chile.
Así como la acción y el discurso ocurren solamente entre los hombres, nun-
ca es posible acto o habla sin la presencia de otros, porque la acción, a dife-
rencia de la fabricación, no es posible en aislamiento; estar aislado es carecer
de capacidad de actuar. La acción y el discurso, de acuerdo con Arendt,
necesitan la presencia de otros no menos que la fabricación requiere la de
la naturaleza para su material y un mundo en que colocar el producto aca-
bado.41 Así como la acción y el discurso pone a los hombres en relación los
unos con los otros y de ese modo revela la igualdad que hay entre ellos, el
carácter de la acción revela también una diferencia, una “única cualidad de
ser distinto. Mediante ellos, los hombres se diferencian en vez de ser mera-
mente distintos; son los modos en que los seres humanos se presentan unos
a otros, no como objetos físicos, sino qua hombres”.42
inútiles sin esa situación; sin embargo, este medio ambiente, el mundo en que
hemos nacido, no existiría sin la actividad humana que lo produjo.43
Como ya hemos visto, nos interesa destacar aquí el contenido de poder que
existe en la competencia estratégica, poder que se despliega a través de la habi-
lidad política. La competencia estratégica es, desde el análisis que hace Spoerer,
la habilidad de vincular un conjunto de factores que aseguren el éxito de la
empresa, es decir su permanencia en el tiempo. Los factores de éxito de un
equipo de alta gerencia son (a) la mantención de una estrategia viva. (b) la agre-
gación de valor mediante la calidad de su dirección (c) asegurar el alineamiento
y la gobernabilidad de la organización y (d) la gestión del poder.45
Ahora bien, el grande, en la lógica de la ciudad, no es tan sólo aquel que sobresale por
su capacidad para valorizar los recursos especíicos vinculados a un mundo, sino que
es también aquel que coloca las potencias desveladas en la prueba al servicio del bien
común. Es decir, en la ciudad por proyectos, el grande no es solamente quien sabe
comprometerse, sino también quien es capaz de hacer que se comprometan los demás, de fa-
cilitar la implicación, de hacer deseable el hecho de seguirle porque inspira confianza,
porque es carismático o porque su visión genera entusiasmo (170).
Todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de que los
hombres viven juntos, si bien es sólo la acción lo que no cabe ni siquiera imagi-
narse fuera de la sociedad de los hombres. La actividad de la labor no requiere
la presencia de otros, aunque un ser laborando en completa soledad no sería
humano, sino un animal laborans en el sentido más literal de la palabra. El hombre
que trabajara, fabricara y construyera un mundo habitado únicamente por él se-
guiría siendo un fabricador, aunque no un homo faber; habría perdido su especíica
cualidad humana y más bien sería un dios (…) Sólo la acción es prerrogativa
exclusiva del hombre; ni una bestia ni un dios son capaces de ella, y sólo ésta
depende por entero de la constante presencia de los demás.47
Este aparecer ante los otros es lo que conigura realidad para las personas, sólo
hay realidad, dirá Arendt, cuando el hombre aparece ante otros en la polis. En-
tonces la realidad –o «aparición»– de un proyecto, las formas de organizarse y
48 Spoerer, S.: (2006) op. cit. pág. 3.
49 Arendt, H.: (2004) op. cit. pág. 223.
50 Spoerer, S.: (2006) op. cit. pág. 3.
de ejecutarlo, sólo se concretan cuando aparece ante los demás y los demás lo
reconocen como tal. Si no fuera así no habría proyecto posible:
Este espacio [de aparición ante otros en la polis] no siempre existe, y aunque
todos los hombres son capaces de actos y palabras, la mayoría de ellos –como el
esclavo, el extranjero y el bárbaro en la antigüedad, el laborante o artesano antes
de la Época Moderna, el hombre de negocios en nuestro mundo- no viven en
él. Estar privado de esto signiica estar privado de realidad, que humana y políti-
camente hablando, es lo mismo que aparición. Para los hombres, la realidad del
mundo está garantizada por la presencia de otros, por su aparición ante todos.51
Se piensa a menudo que para que funcione bien [la política], debe existir
previamente alguna idea compartida del «bien común», algún «consenso» o
consensus juris. Pero este bien común es en sí mismo el proceso de la reconci-
liación práctica de los intereses de los diversos […] agregados o grupos que
componen un Estado; no es algo externo e intangible adhesivo espiritual…
Estas son explicaciones desorientadoras y arrogantes de cómo una comunidad
se mantiene unida… Diversos grupos se mantienen unidos porque practican
cierta política…; no porque estén de acuerdo en «principios fundamentales»,
o en algunos conceptos de este tipo demasiado vagos, demasiado impersonales
o incluso demasiado divinos para hacer las veces de una política.
Bernard Crick: In Defense of Politics.54
en Chandler, A. D. Jr., Hängström, P. and Sölvel, Ö.: “The Dynamic Firm”. The Role of Technology,
Strategy, Organization and Regions, Oxford University Press, New York, NY, 1998.
58 Rojas, E.: (1999) op. cit. págs. 76 y ss.
59 En esta parte nos guiaremos detalladamente por el tratamiento de Rojas en el capítulo 4 de su texto
sobre “El Saber Obrero...” [Ver Rojas, E.: (1999) op. cit. págs. 165-171].
como por ejemplo un taller o una empresa60 y se extienda en las formas que
presupone una red: “¿Qué tipo de conjunto social, qué tipo de comunidad y de
práctica son hoy susceptibles de portar tal proyecto?”.61
¿Para qué sirve en el nivel práctico, continúa la crítica, emitir a través del len-
guaje pretensiones de validez universal si el acuerdo no puede plasmarse en
acción política, ser obtenido y puesto en aplicación de manera local? Salvo
para forzar la comunicación imponiendo a los no participantes el acuerdo
local, es decir, salvo para contradecir el principio de una acuerdo libremente
concluido, inherente al entendimiento en la acción comunicativa, no se ve
para qué sirve ni qué transforma esta validez “universal”. La gran diicultad
es que el modelo de la acción comunicativa no admite, salvo negándose, el
uso de medios coercitivos que toda acción instrumental o estratégica no va-
cilaría en emplear. Si se quiere evitar esta impasse, dice Zariian con razones
fuertes, hay que retomar el problema de las formas institucionales allí donde
Max Weber lo había dejado.63
Esta crítica de Linhart se asemeja a aquella por la cual Zariian acusa a Haber-
mas de ignorar las cuestiones del anclaje material e institucional de la acción
comunicativa. Sin embargo, hay que reconocer que esta autora no pretende
elaborar una teoría, para la cual las relaciones portadoras de valor y cultura
serían irrelevantes para el análisis de la actividad trabajo por idealistas, sino
sólo criticar la sociología que de la empresa hace Segrestin. El abandono del
71 Reynaud, J. D.: “Les regles du jeu. La action collective et la régulation sociale”. Paris. Armand Colin.
1989.
72 Linhart, D.: (1995), op. cit., págs 10-11.
Las evidencias culturales que pueden ir en apoyo de las tesis que vinculan
hasta identiicar comunicación y comunidad de prácticas surgen también de la
evidencia empírica recogida en investigaciones de campo, su emergencia en
la práctica y en los discursos de la producción es cada día más reiterada. Al
respecto, una investigación en empresas de tecnología “avanzada” realizada
en Argentina ha relevado numerosos casos, uno de los cuales citamos acá.
En él, un jefe de planta siderúrgico conecta explícitamente las carencias de
responsabilidad por el desempeño, y el ejercicio de lo que para él es un
individualismo ineiciente, con la ausencia de un “funcionamiento como co-
munidad” orientada a crear valores que se maniiesten en prácticas de un
entendimiento compartido sobre el bien común:
[…] para decidir si las diicultades o los conlictos a que se enfrenta una sociedad son
destructivos y letales o si podemos «manejarlos» y «atenderlos», al parecer necesitamos la
sabiduría de la retrospectiva; porque querer hacer esta determinación por adelantado sería
cometer la locura de la avanzada perspectiva (la locura de pretender ver el futuro).82
1 Gadamer, H. G.: “Verdad y Método”, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2003. pág. 43.
2 Boltanski, L. y Chiapello, E.: “El nuevo espíritu del capitalismo”. Eds. Akal, Madrid, 2002. En adelante,
las citas y referencias del texto se indicarán sólo a través del número de página, entre paréntesis.
El NEC retoma la obra de Max Weber proponiendo que el espíritu del ca-
pitalismo, al que hace referencia Weber, habría desarrollado diferentes mu-
taciones a partir de una constante crítica a las bases de ese espíritu y su
manifestación social y económica, incluso habría presentado dos grandes
transformaciones: el segundo espíritu del capitalismo que alcanza su esplen-
dor entre 1930 y 1960, este espíritu se caracteriza por centrar su atención,
no el empresario burgués sustentador del capital sino en la organización y
en la igura del director ingeniero, quien encarna el dominio de la técnica y
la rigurosidad, y un tercer espíritu, el nuevo espíritu, que en la obra de ByC
igura como aquel que trasciende, sin abandonarla, a la igura de la organi-
zación y se extiende con nuevas fuerzas, por modos de vida y sentido de sus
participantes.
Claro está que, por lo regular, entre la forma capitalista de una economía y el es-
píritu con que se la dirige está de por medio una relación “adecuada”, más no una
dependencia “legal”. Ahora bien, si pese a todo, nos valemos temporalmente de
la expresión “espíritu del capitalismo” (moderno) para señalar aquel criterio con
aspiraciones lucrativas, mediante el ejercicio constante de una profesión, un bene-
icio racionalmente legítimo, […] se debe en fundamento a la razón histórica de tal
criterio se ha visto cristalizado convenientemente en la empresa capitalista, a la par
que está puede considerarse su más apropiado impulso espiritual en aquella.4
Dostoievski viene a ser la expresión más pura y autentica del espíritu del capi-
talismo. Los mundos sociales, culturales e ideológicos que se enfrentan en la
obra de Dostoievski antes aparecían como autónomos, estaban orgánicamente
cerrados, solidiicados e internamente comprendidos por separado. No existía
un plano real y material para un encuentro y mutua penetración. El capitalismo
aniquiló el aislamiento de estos mundos, destruyo el carácter aislado y de interna
autosuiciencia ideológica de estas esferas sociales. En su tendencia de nivela-
ción universal, no dejó ninguna otra separación que no sea la que existe entre el
capitalista y el proletariado; hizo mezclar y confundir estos mundos en proceso
de formación en su unidad contradictoria. Estos mundos aun no se pierden en
su apariencia individual elaborada durante siglos, pero ya no pueden ser autosu-
icientes. Su ciega coexistencia y su tranquila y segura subestimación ideológica
mutua se acabaron, y sus contradicciones recíprocas y al mismo tiempo su mu-
tua dependencia se manifestaron con toda obviedad. En cada átomo de la vida
tiembla esta contradictoria unidad del mundo y de la conciencia capitalista sin
que nada pueda descansar dentro del aislamiento, pero al mismo tiempo sin re-
solver nada. El espíritu de este mundo en pleno proceso de formación encontró
su expresión en la obra de Dostoievski.5
que pagar un costo y resistir una conlictiva relación con otros estamentos y
sujetos de la sociedad, sobre ellos se formaba una permanente desconianza,
un rencor, por los modos de relacionarse con la materialidad y por la mora-
lidad expresada en estos nuevos empresarios.
Pero no fue de un modo pacíico que este espíritu se introdujo. Una ráfaga de
desconianza, mas bien de rencor y de enojo moral, sacudió con frecuencia a los
primeros innovadores y, en varias ocasiones (conozco distintos casos), dio origen
a una leyenda acerca de las enigmáticas sombras de su vida anterior. Difícilmente
puede hallarse a alguien que acepte, sin prejuicios, a un empresario de este “nuevo
estilo” que sólo podía mantener su propio dominio y salvarse del desastre, moral
y económicamente, gracias a una excepcional irmeza de carácter; además (apartes
de su diáfana percepción), se debió, justamente, a ciertas cualidades “éticas” per-
fectamente deinidas que le fueron favorables para captarse la conianza requerida
por parte de los clientes y los trabajadores, reairmándole la fuerza necesaria para
derrotar las innumerables resistencias que le hacían frente a cada paso, y, muy par-
ticularmente, en virtud de esas cualidades, se debería a la enorme capacidad para el
trabajo requerido en un empresario de esta índole, enteramente incompatible con
una existencia fácil; en suma, el nuevo espíritu encarna determinadas cualidades
éticas de diferente origen que la de aquellas que se acoplaban al tradicionalismo
de otras épocas.7
Así, pues tal parece sería más comprensible el desenvolvimiento del “espíritu del
capitalismo” como un caso singular del desarrollo del racionalismo, descifrable
debido a la posición de éste frente a los últimos problemas de la vida. […] el
“racionalismo” es una idea histórica, que incluye un sinfín de contradicciones,
y nos es necesario investigar qué espíritu engendró aquella forma concreta del
pensamiento y la vida “racional” de la cual procede la idea de “profesión” y la
consagración tan abnegada (aparentemente tan irracional visto con propio in-
terés eudemonista) a la actividad profesional, que sigue siendo por igual uno de
los factores peculiares de nuestra civilización capitalista. Nuestro interés reside,
precisamente, en este factor irracional que se oculta en aquél y en toda idea de
“profesión”.8
Bien vale el esfuerzo por producir este desplazamiento, que por supuesto,
corre el riesgo de legitimar aquello que se desea criticar. En la obra sobre el
arte de la hermenéutica de Gadamer se releva el hecho de que para producir
un desplazamiento cualquiera, es necesario establecer los horizontes propios
de aquello que se desea desplazar. Y desplazarse no es solo apartar la mirada
o analizar simplemente desde otro punto de vista, es justamente llevar, en
este caso, a la teoría crítica hacia el interior de la ciudad por proyectos. Este
intento no implica, ni empatía ni sumisión, es avanzar hacia una generalidad
mayor, en este caso esta crítica no es sólo desde adentro ni una fusión entre
la teoría de la TAC y la ciudad por proyectos, son simples conexiones que
aspiran a favorecer una generalidad y nuevos espacios para reponer discusio-
nes dentro de la ciudad y expandir sus márgenes:
Uno tiene que tener siempre su horizonte para poder desplazarse a una si-
tuación cualquiera. ¿Qué signiica en realidad este desplazarse? Evidentemente
no algo tan sencillo como “apartar la mirada de sí mismo”. Por supuesto que
también esto es necesario en cuanto se intenta dirigir la mirada realmente a una
situación distinta. Pero uno tiene que traerse a sí mismo hasta esta otra situación.
Sólo así se satisface el sentido de “desplazarse”. Si uno se desplaza, por ejemplo,
a la situación de otro hombre, uno le comprenderá, esto es, se hará conciente
de su alteridad, de su individualidad irreductible, precisamente porque es uno el
que se desplaza a su situación.
Este desplazarse no es ni empatía de una individualidad en la otra, ni sumisión
del otro bajo los propios patrones, por el contrario, signiica siempre un ascenso
hacia una generalidad superior. Que rebasa tanto la particularidad propia como
la del otro.10
changement des conventions” en Orlean, A. (ed.): Analyse économique des conventions, Paris, 1994.
Como se sabe, Robert Boyer es el principal exponente de la teoría económica llamada “teoría de la regu-
lación” que tiene inluencia en destacados dirigentes políticos (economistas) chilenos.
10 Gadamer, H.G.: (2003) op. cit. pág. 375. Gadamer, ilósofo alemán, discípulo de Heidegger, es uno de
los más importantes exponentes del pensamiento contemporáneo, su revisión de la hermenéutica es, a la
vez, una brillante crítica y una novedosa propuesta a las ciencias del espíritu contemporáneas. Su teoría
El desplazamiento es alcanzar esta generalidad superior, por esto las siguien-
tes tesis se sitúan desde dentro de la ciudad por proyectos, para describirla,
entenderla y criticarla. Es un ejercicio simple de desplazarse en la ciudad
para obtener otra perspectiva, otros sonidos y visiones. Siempre cualquier
renovación, cualquier práctica de aprendizaje o innovación “implica un coro
de voces”, podríamos decir recordando a Bajtín.11
Arendt advierte que el empleo correcto de las palabras no es sólo una cuestión
de gramática lógica, sino de perspectiva histórica, puesto que una «cierta sordera
a los significados ha tenido como consecuencia un tipo de ceguera ante las reali-
dades a las que corresponden».
Fina Birulés.12
cobrar forma: todo quedará arrastrado por la corriente continua de los encuen-
tros, que, habida cuenta de su capacidad para poner en comunicación todo con
todo, distribuyen y disuelven sin descanso cuanto pasa por ellos. El proyecto es,
precisamente, una proliferación de conexiones activa que propicia el nacimiento
de formas, es decir, la existencia de objetos y sujetos, estabilizando y tornando
irreversibles los vínculos. Es, por lo tanto, una bolsa de acumulación temporal
que, siendo creadora de valor, proporciona un fundamento a la exigencia de
hacer que se extienda la red favoreciendo las conexiones (156).
Esta variable temporal, según el sociólogo Richard Sennett, es uno de los tres
desafíos a los que hombres y mujeres tienen que hacer frente en la cultura
del nuevo capitalismo. Sennett usa de ejemplo a los jóvenes emprendedores,
de las emergentes empresas de programación de los 90, los cuales sentían un
desprecio por los objetivos que prevalecen y ante un nuevo fracaso, conviene
mudarse y volver a empezar.13 En la misma línea argumenta Zygmun Bauman,
el tiempo en la ciudad, sería un tiempo puntillista compuesto de instantes eternos,
donde en cada momento se puede comenzar de nuevo, en cada instante se
puede producir un nuevo contacto, una nueva relación, en cada momento se
pueden perder o aprovechar oportunidades.14 El mismo tiempo sería la unión
13 Sennet, R.: “La cultura del nuevo capitalismo”. Editorial Anagrama, Barcelona 2006. pág 27 y 28.
14 Bauman, Z.: “Vida de consumo”. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007, pág. 52 y 53.
de fragmentos y el relato de lo vivido una conexión de puntos del pasado, así la
vida sería como una composición similar a las pinturas puntillistas de Sereaut.
[…] proyecto, que se está haciendo un lugar en el sentido común de los miem-
bros de nuestra sociedad, se compone de préstamos de al menos dos familias de
paradigmas que, haciendo hincapié por igual en la comunicación y la relación,
plantean una exigencia de relexividad y de convergencia hacia un juicio común
– como sucede, por ejemplo, en Habermas – a través de la intermediación de
intercambios regulados por una razón comunicativa.
La ciudad por proyectos se presenta de este modo como un sistema de constric-
ciones que penden sobre un mundo en red que incita a no tener vínculos y a no
extender sus ramiicaciones sino es respetando las máximas de la acción justii-
cable propias de los proyectos. Éstos son un obstáculo a la circulación absoluta
en la medida en que reclaman un cierto compromiso, aunque sea atemporal y
parcial, y suponen un control por parte de los otros participantes de las cualida-
des que cada uno pone en juego (160).
Además, es por medio de la literatura sobre gestión, que el espíritu difunde sus
principios y oculta, a través del lenguaje, la simpliicación y la cosiicación de
conceptos, al capitalismo en una mayor dimensión. La noción de capitalismo se
conina a ciertos círculos políticos o académicos, comienza a ser una noción en
desuso, desaparece del uso cotidiano y de las conversaciones en las organizacio-
nes. Si bien es fácil distinguir aquellos grupos anticapitalistas, sus operaciones
muchas veces están en plena concordancia con la ciudad por proyectos, se or-
ganizan en red, los medios de inanciamiento se formulan en base a proyectos,
por periodos cortos y objetivos claros. Reconocer quienes son los portadores del
capitalismo y a quienes dirigir las críticas se torna difuso debido a la enmarañada
trama de la red. Así este nuevo espíritu permanece oculto, capaz de confundir a la
crítica y operando plenamente a través de la ciudad por proyectos.
[…] del mismo modo que actuar concertándonos nos proporciona un «poder
ampliado» que nadie puede poseer aisladamente, el juzgar nos da una expe-
riencia del mundo y de los demás que nos hace mentalmente fuertes. Nos hace
viajeros, conectados, no aislados, y cosmopolitas, no provincianos.
Fina Birulés16
En esta sección se discutirá la manera en que este nuevo espíritu del capita-
lismo se ha especializado en colonizar la estructura vital de la personalidad,
revisando como la tradición y la experiencia de los sujetos ha ido desvalo-
rizándose al contrario de lo que ocurre con las capacidades de conexión
y el destacarse en la red. Partiremos analizando como la autoridad de los
managers ha producido esta desvalorización a) y luego cómo se produce
este disciplinamiento en la red, y cómo es favorecido por las entidades de
formación clásicas, la empresa capitalista y las organizaciones burocráticas,
obteniendo una soisticación mayor de las tecnologías del yo b).
Los “grandes” de la ciudad son los portadores del nuevo espíritu, justamente
porque han interiorizado el conjunto de creencias del capitalismo, legitiman-
do cada vez con sus actividades la coherencia del sistema capitalista. Gracias
a ellos se convierte en “ideología dominante”, como vimos anteriormente,
en ideología oculta tras la ciudad:
mente estos sujetos deben tener una alta capacidad de control de sí mismos,
pues deben mantener constantes niveles de eiciencia en cualquier escenario
al que se vea enfrentado. El manager busca intensamente la eternidad de
cada instante, tomar cada oportunidad, moverse de un punto a otro. “El ma-
nager es el hombre de las redes. Tiene como primera cualidad su movilidad,
su capacidad para desplazarse sin arredrarse por las fronteras – sean ésta
geográicas o derivadas de pertenencias de tipo profesional o cultural – por
las diferencias jerárquicas, de estatuto, de papel desempeñado, de origen, de
grupo, y una capacidad para establecer un contacto personal con otros acto-
res, a menudo muy alejados social o espacialmente” (126).
La experiencia hermenéutica tiene que ver con la tradición. Es ésta la que tiene
que acceder a la experiencia. Sin embargo la tradición no es un simple acontecer
que pudiera conocerse y dominarse por la experiencia, sino que es el lenguaje,
esto es, habla por sí misma como lo hace un tú.17
[…] los actores del mundo de los negocios harán de policías de si mismos y harán
lo posible por no trabajar con aquellos que no han respetado las reglas éticas ele-
mentales. Los efectos de la reputación juegan en éste caso un papel crucial, ya que
se encuentran, por un lado, en el centro de la empleabilidad – la buena reputación
es el mejor medio de ser empleado continuamente -, y, por otro, permiten ejercer
presiones normalizadores particularmente eicaces, pudiendo las personas con las
que se mantiene una relación de negocios esforzarse en destruir la reputación en
caso de producirse comportamientos juzgados como nefastos. Lo que continúa
siendo problemático de éstas propuestas es que la reputación puede ser también
retenida por razones menos nobles y verse desviada en provecho de los más fuer-
tes. No obstante, esta posibilidad, que para ser tomada en serio implica, sin lugar a
dudas, poseer un espíritu perverso, no es tomada en consideración por los autores
de gestión empresarial, más bien propensos al optimismo (147).
Se establece un “orden” cuando las acciones están orientadas por reglas, que
pueden ser éticas, orientadas por los principios y creencias de la ciudad por
proyectos, y siguiendo la teoría de Habermas hablaremos de validez de ese
orden cuando las acciones que se establecen dentro de él, son tomadas como
ejemplares. En nuestro caso es la acción de los managers de los grandes los
que legitiman y dan validez a la ciudad, ahora si bien las acciones de los acto-
res por este orden obedece a las razones más diversas, cabe preguntarse por
la debilidad o fortaleza actual de este vinculo, del grado de disciplinamiento
de la personalidad que ha alcanzado este nuevo espíritu capitalista:
Para el análisis de las “tecnologías del yo” de Foucault, todas las formas de
poder son aplicaciones sobre el sujeto y sus abstracciones, más que impor-
tar la institución o el grupo de dominación, lo central es develar la técnica
que ejerce el disciplinamiento en el sujeto. Y el poder alcanza su máxima
capacidad cuando instala su técnica en el yo, cuando convierte a los sujetos,
en sujetos individuales, no colectivos, no sociales. Una personalidad discipli-
nada a una ciudad, como la ciudad por proyectos, es en Foucault, un grado
elevado de subyugación, para él es de máxima importancia el luchar contra
estas formas de dominación y explotación:
Podríamos decir que las tecnologías del yo, las formas en que el nuevo
espíritu del capitalismo coloniza la personalidad, son indispensables para
convertirse en un grande en la red, pero a la vez pueden convertir a los
sujetos en sujetos dominados por la ciudad, presos de sí o policías de sí
mismos. Es preciso discutir sobre estas formas de acción y disciplinamien-
to del nuevo espíritu, en este contexto es central un debate en las organiza-
ciones formativas, técnicas de selección de las empresas y en el desarrollo
de profesiones destinadas a la individualización o a la psicologización que
tecniica la individualidad. En la crítica literaria ya mencionada de Bajtín,
se relata con dramatismo una visión de la psicología como técnica cosii-
cante que humilla el alma humana. Se puede decir que la tesis de Bajtín de-
iende el carácter inconcluso de la personalidad, de la condición humana,
es lo inconcluso y su indeinición lo que deine su libertad, realza aquellos
momentos en que para los héroes o personajes, la acción y el discurso no
están predeterminados:
Dostoievski tenía una actitud negativa frente a la psicología que le era contempo-
ránea, tanto en los libros cientíicos y en las obras literarias como en la práctica
judicial. Veía en aquella psicología una humillante codiicación del alma humana
que no tomaba en cuenta su libertad, su carácter inconcluso y su especial indei-
nición (su falta de solución) que llega a ser el principal objeto de representación
en la obra de Dostoievski: él siempre muestra al hombre sobre el umbral de una
última decisión, en su momento de crisis y de un cambio inconcluso – y no pre-
determinado- en su alma.22
La mayor contingencia del orden social modifica una forma habitual de la política:
la acción estratégica. En la medida en que aumenta la complejidad y contingencia,
disminuye la calculabilidad de los procesos [...] tampoco es fácil producir determi-
nado resultado; los efectos no intencionados de una acción tienden a distorsionar o
anular las metas deliberadas. Ello pondría en duda una función privilegiada de la
política: definir los objetivos de la acción social.
Norbert Lechner.: “Las condiciones sociopolíticas de la ciudadanía”.23
28 Boyer, R.: “Crisis y regímenes de crecimiento: una introducción a la teoría de la regulación”. CEIL-
PIETTE CONICET, Argentina, 2007. pág. 33.
La crítica de Mertens parece más clara y fundada. El principal teórico de las com-
petencias generales, dice, R. Boyatzis, sostiene que la competencia es el conjunto
de “características de fondo de un individuo que guarda una relación causal con el
desempeño efectivo o superior en el puesto”, es decir, reiere a motivos, atributos
de personalidad, habilidades, aspectos de autoimagen y de rol social, conjunto de
conocimientos en uso. La competencia es así lo que alguien “puede hacer” y no lo
que necesariamente hace, se identiica con un tipo de desempeño superior en una
situación dada, deinido a partir de las mejores prácticas de individuos expertos.
Mertens reprocha, con razón, a este enfoque el conductismo de suponer que puede
inferir relaciones causales entre determinados atributos de la personalidad y las
conductas que muestran un desempeño en un puesto de trabajo.29
Este nuevo mundo se ha instalado “sin ruido”, pero sus patologías saltan a
la vista, una ciudad por proyectos que depende de las conexiones entre los
sujetos, no puede sino excluir con mayor severidad a quienes no pertenecen
a la red, a los marginados de la ciudad justamente porque no representan
potencial de conexión, además es una ciudad que vuelve más precarias las
conexiones de los que están dentro de la ciudad, a los que no han desarrolla-
do suiciente “empleabilidad” y que bajo esquemas que son favorecidos en
la lógica de la red, como el de las subcontrataciones o empleos temporales,
no hacen más que acentuar esta precariedad.
33 Cfr. Rojas, E.: “El ‘nuevo espíritu del capitalismo’, cultura, teoría y política. Un análisis entrecruzado”,
en este libro.
La crítica moderna propuesta por la TAC, también reconoce las virtudes
de la ciudad por proyectos, y es capaz de reconocerlas porque pone el
acento en la capacidad de los sujetos de comunicarse y entenderse con
otros, es una teoría que individualiza a los sujetos y les otorga capacidades
que aseguran convicciones y la solidaridad. Sin embargo, se debe recono-
cer que esta perspectiva de comunicación ideal le ha valido no pocas críti-
cas a la TAC, justamente por su idealismo, en oposición a este argumento
este artículo se ha intentado demostrar su utilidad práctica y capacidad
crítica. En el NEC la crítica artística fue una de los principales promotores
del nuevo espíritu, su lucha y apuesta por mayor valor a la autonomización
e individualización, sin dudas que logró un desplazamiento signiicativo
en la manera es que concebimos el capitalismo. Apoyándose en la TAC,
es posible decir que estos procesos de individualización y racionalización,
han aportado un mayor valor de lo individual, y a distribuir las responsa-
bilidades sociales en cada actor. Podría llegarse a decir que las sociedades,
en cuanto a la personalidad, son sociedades más maduras, donde los suje-
tos pueden desarrollarse en autonomía y explorara nuevas capacidades y
derechos.
Una teoría de la modernización capitalista que se valga de los medios de una teo-
ría de la acción comunicativa se atiene, empero, íntegramente al modelo de Marx
en un aspecto distinto. Se comporta críticamente, lo mismo frente a las ciencias
sociales contemporáneas que frente a la realidad social que esas ciencias tratan
de aprehender. Se comporta críticamente frente a la realidad de las sociedades
desarrolladas en la medida que éstas no hacen uso del potencial de aprendizaje
del que culturalmente disponen y se entregan a un descontrolado aumento de
la complejidad. Como si de un poder cuasi-natural se tratara, la complejidad
sistémica se enseñorea en ellas, como hemos visto, de un patrimonio no rege-
nerable; no solamente desgasta las formas tradicionales de vida, sino que ataca
la infraestructura comunicativa incluso de mundos de la vida profundamente
racionalizados.34
Mientras la crítica moderna no logre reponerse como tal, los riesgos de acul-
turación son altos y el patrimonio que puede estar comprometido en las
sociedades que no relexionan sobre los efectos del NEC puede llegar a ser
irrecuperable.
BIBLIOGRAFÍA
[…] los ejecutivos viven cada vez con mayor diicultad las situaciones cotidia-
nas en el trabajo, ya no se identiican con tanta facilidad con el destino de su
empresa, procuran sustraerse a las presiones crecientes de su entorno e incluso
adhieren a las críticas más directas que se dirigen contra el nuevo orden econó-
mico, cuyo establecimiento presenciaron durante la década de 1990 y en el que
el cliente y el accionista son dueños de la situación. En suma, ellos, de quienes
hasta aquí se creía que «jugarían a favor», empiezan a «jugar en contra».8
capitalismo […] en cambio, en las colonias vecinas (lo que después fueron los
Estados del Sur de la Unión) ese espíritu alcanzó un desarrollo mucho menor,
a pesar de haber sido vitalizadas por grandes capitalistas, con ines comercia-
les, mientras que las colonias de Nueva Inglaterra lo fueron por predicadores y
graduados, en unión con pequeños burgueses, artesanos y labradores, con ines
religiosos. En este caso, por tanto, la relación causal es la inversa de la que habría
que postular desde el punto de vista del «materialismo». Pero la juventud de tales
ideas ha sido más tormentosa de lo que imaginan los teóricos de la «superestruc-
tura», y su desarrollo no se ha parecido al de una lor. El espíritu capitalista, en
el sentido que nosotros damos a este concepto, ha tenido que imponerse en una
lucha difícil contra un mundo de adversarios poderosos.13
Como señala Habermas es el mismo Weber quien identiica que el espíritu del
capitalismo así inspirado está en riesgo por la misma lógica que lo promueve, es
decir que el impulso racionalizador y metódico del ascetismo intramundano, la
salvación vía trabajo y la realización material del Reino, aquí y ahora, lleva inscrita
la semilla de su destrucción al liberar, progresivamente, el potencial racionaliza-
dor de la acción orientada a ines, por sobre la acción práctico-moral:
un orden social que exige igualdad ante el Estado y el Mercado, por un orden
republicano.
[...] el ethos de la elite económica deine el rol social del empresario en términos
católicos al establecer una conexión entre la creación de riqueza y la generación
la baja de la aristocracia en Doepke, M. y Zilibotti, F.: “Social class and the spirit of Capitalism”. Journal
of the European Economic Association April–May 2005 3(2–3):516–524.
22 Compendio DSI:104. Para una reseña de la DSI, véase: Hinkelammert, F.: “¿De la doctrina social a
la doctrina social?” En Revista Pasos del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI) San José.
Nro.: 9-Segunda Época 1987: Enero.
de empleo, por un lado, y el bien común y la reducción de la pobreza, por el otro.
Las virtudes necesarias para seguir el estilo de vida prescrito por la Iglesia y por los
movimientos religiosos más populares en la elite, como el autocontrol, la educa-
ción del carácter o la devoción a la familia y al país no son solo consideradas como
el resultado de la educación al interior de familias o colegios de elite sino que son
representados como rasgos hereditarios propios de la clase dominante.23
23 Thumala, M.A.: (2006). “Riqueza y Piedad. El catolicismo de la elite económica chilena”. Ed. Random
House Mondadori, Santiago de Chile. pág. 296.
24 Diario La Tercera, 1 de febrero de 2008.
25 Id.
El «primer» espíritu del capitalismo, asociado como hemos visto a la igura del bur-
gués, estaba vinculado a las modalidades del capitalismo, básicamente de tipo fami-
liar, de una época en la que no se buscaba el gigantismo, salvo casos excepcionales.
Los propietarios o patrones eran conocidos personalmente por sus empleados, el
destino y la vida de la empresa estaban fuertemente relacionados con los de una
familia. El «segundo» espíritu del capitalismo, que se organiza en torno a la igura
central del director (o dirigente asalariado) y de los cuadros, está ligado a un capi-
talismo de grandes empresas, lo suicientemente importantes ya como para que la
burocratización y la amplia utilización de cuadros cada vez más diplomados sean
elementos centrales. No obstante, sólo algunas de entre ellas (una minoría) podrán
ser caliicadas como multinacionales. El accionariado se ha vuelto más anónimo, y
numerosas empresas se han deshecho del nombre y del destino de una familia en
particular. El «tercer» espíritu deberá ser isomorfo a un capitalismo «mundializado»
que se sirve de nuevas tecnologías, por no citar más que los dos aspectos más fre-
cuentemente mencionados para deinir al capitalismo contemporáneo (23).
La tesis de NEC es que la cité se transformó durante los últimos treinta años
desde la concepción industrial a una conexionista, en red, que funciona por
proyectos.27 El origen de esta nueva cité vendría dada por una ética inspira-
da en los movimientos críticos al capitalismo expresados sintéticamente en el
movimiento del mayo del 68 y sus consecuencias. El rol de la crítica, ya social,
ya artista, hecha fundamento de un nuevo “bien común”, de una nueva acción
política y de una nueva forma de hacer empresa. Este nuevo espíritu permite la
respuesta óptima al imperativo de lexibilidad de un mundo (mercado) que se
globaliza y que encuentra en la crítica al orden industrial su justiicación.
del futuro) recibirán los males de nuestro desarrollo actual, artista, cuando
enarbola la “pérdida de diversidad” como argumento para graicar la pérdida
actual de vida y potencial de vida. Sin embargo, la crítica ecologista, en sus
versiones más radicales, tiene un marcado carácter anti-humanista, al des-
centrar al Hombre de su objeto de análisis y situar a la Naturaleza o la Vida
como principal ¿sujeto? de la explotación física y de la alienación.
Todas las sociedades, hasta la más individualista, dan por sentadas dos cosas:
que las organizaciones sobreviven a los trabajadores, y que la mayor parte de
la gente permanece en el lugar en el que está. Pero la realidad de hoy demuestra
exactamente lo contrario. Los trabajadores del conocimiento sobreviven a las
organizaciones, y registran alta movilidad. La necesidad de auto-gerenciarse,
por lo tanto, está impulsando una revolución social.
Peter Drucker .28
LA DIMENSIÓN TÉCNICA
Por un lado, en ella hay producción, consistente en trabajo con un uso inten-
sivo del diseño y la información, así como fuerzas informales de producción y
productos digitales. Por otro, de bienes informacionales. Ahora, la producción
más extremadamente racional puede llevar a la circulación y distribución más
irracionales. En este contexto es lícito hablar de una “sociedad des-informada
de la información”. La contradicción radica en que así como la sociedad de la
información conduce a un “espabilamiento” creciente, al mismo tiempo acarrea
cierta “estupidización” inevitable. Estos bienes informales son tipos particulares
de bienes culturales. A diferencia de la narración, la información comprime el
comienzo, el medio y el inal en la inmediatez presente de un “ahora aquí”. A
diferencia del discurso, no necesita argumentos legitimadores ni adopta la forma
de enunciados proposicionales, sino que trabaja con una violencia comunicacio-
nal inmediata.33
La cultura de una compañía, como toda cultura, depende del sentido que la gente
común da a una institución, no de la explicación que se decrete en los niveles su-
periores de la misma. En las instituciones (…), se emiten órdenes una y otra vez, a
toda velocidad, constantemente; el margen para la interpretación es cada vez menor
entre los trabajadores normales, mientras que el proceso de interpretación –el de dar
sentido a estas organizaciones camaleónicas- se vuelve cada vez más difícil.34
LA DIMENSIÓN SOCIAL
38 Rojas, E.: “El saber obrero y la innovación en la empresa: las competencias y las caliicaciones labora-
les”. CINTERFOR – OIT, Montevideo, 1999. pág.46.
[…] hay cambios no sólo de los sujetos, sino de los objetos mismos arrastrados
en esa movilidad. Se van vaciando de contenido material. Cada vez más se pro-
ducen signos, no objetos materiales. Los signos son de dos tipos. O tienen un
contenido sobre todo cognitivo, y son bienes posindustriales o informacionales.
O tienen ante todo un contenido estético y los podemos denominar bienes pos-
modernos. […] la estetización de los objetos materiales se hace en el teatro de la
producción, la circulación, o el consumo de esos bienes.
En el nuevo espíritu los managers son motivados por carreras globales, em-
pleabilidades complejas y un entorno multicultural donde cada uno “puede
llegar a realizar todo su potencial”. La construcción de sí mismo como mar-
ca es la única garantía de empleabilidad, dado que cualquier atadura al mo-
delo industrial es señal de inlexibilidad, dependencia y falta de autonomía.41
39 Lash, S. y Urry, J.: “Economías de Signos y Espacios. Sobre el capitalismo de la postorganización”. Ed.
Amorrortu. Buenos Aires. 1998. págs. 16-17.
40 Para una versión crítica de la responsabilidad social empresarial Véase Banerjee, S.B.: “Corporate
Social Responsibility: The Good, the Bad and the Ugly”. Critical Sociology 34(1) 51-79. 2008.
41 Una de las publicaciones más reconocidas en formación profesional, la revista Training and Develo-
pment lo recomendaba ya en 1992. Véase McDermott, Lynda C.: “Marketing Yourself as ‘ME, INC.”
Y si esa marca es global cuanto mejor. Los ejecutivos del nuevo espíritu
son motivados por gurúes que pregonan el in de todo lo conocido y dado
como válido para el éxito de las empresas y las carreras de sus ejecutivos. La
incertidumbre y su gestión es la más alta de las tareas de los “líderes organi-
zacionales”, paladines de una vida riesgosa. La excelencia es una búsqueda
individual de la que solo se puede salir victorioso si se abandona la creencia
en el mando y el control tayloriano y se participa de la idea que los negocios
cambiaron de una vez para siempre.42
Como ya sucediera en la década del 60, uno de los principales atractivos de las pro-
puestas formuladas en la década de 1990 es la promesa de una cierta liberación. Sin
embargo, ya no se trata de obtener simplemente la libertad vigilada que proporcio-
naba la dirección por objetivos, una libertad que, por otro lado, no era accesible más
que para los cuadros. En el nuevo universo todo es posible, ya que la creatividad,
la reactividad y la lexibilidad son las nuevas consignas que hay que seguir. Nadie
se encuentra ya limitado por su pertenencia a un servicio concreto ni se encuentra
sometido por completo a la autoridad de un jefe, porque todas las fronteras son
transgredibles gracias a los proyectos. […] Con las nuevas organizaciones, la prisión
burocrática estalla; se trabaja con las personas de la otra punta del mundo, de otras
44 Ibíd. pág. 8.
En una red de relaciones [como las organizaciones actuales], donde los vín-
culos son cada vez menos seguros de ser de “adentro” o de “afuera”, las
redes de clientes y proveedores desjerarquizan las relaciones, ganando en
45 Dupuy, F.: (2006) op.cit. págs. 14-15.
complejidad para la relación con los otros, en términos analíticos la heterar-
quía aparece en escena:46
Bajo la nueva lógica asociada a la igura del “cliente interno” el indicador central
de calidad del trabajo técnico no es ya absoluto. Es el juicio de satisfacción del
cliente interno respecto del cumplimiento de sus expectativas, por sobre otros
criterios, el que determina la calidad de la tarea. La gestión de la producción se
perila así como un tipo de producción que el organizador denomina “gestión
por compromiso”, que se basa en que el criterio de validez de las decisiones
técnicas no es ya el de la utilidad, rentabilidad o eiciencia de la tarea, sino la
“declaración de satisfacción” del destinatario de dichos procesos. Esta “gestión
por compromiso” se realiza a través de ciclos predeinidos de trabajo: ante un
requerimiento especíico se deine un proyecto de manera forma general, seña-
lando las funcionalidades y desarrollos necesarios, por medio de una minuta de
trabajo donde quedan “tomadas las deiniciones.49
50 Cusset, F.: “French Theory. Foucault, Derrida, Delueze & Cía, y las mutaciones de la vida intelectual
en Estados Unidos”. Ed. Melusina. Barcelona. 2005. pág. 24.
51 Rojas, E.: (1999) op. cit. pág. 176.
En la idea de Gray y Flores la vida wired atrae por sí misma, por la autono-
mía y libertad que permite, por la levedad y brevedad del compromiso con
el proyecto, pero denota un nivel de aislamiento de los agentes nocivo para
la reproducción de la cultura y para el desarrollo de la organizaciones, se
opone al ideal del espíritu emprendedor, el, a juicio de los autores, verdadero
sustituto de la carrera. Entonces la pregunta se transforma ¿cómo atraer a
los ejecutivos al NEC –que sirva tanto para su reproducción como para su
crítica válida- sin caer en una radicalización de la autonomía que haga impo-
sible el compromiso de ellos con las organizaciones?
Una organización atractiva para los managers del NEC es una organización de
proyectos, donde las posibilidades de acrecentar la red de contactos personales
es una oferta de un tipo de pertenencia no estamental. Las empresas y organi-
zaciones que operan en la ciudad por proyectos ofrecen a profesionales, espe-
cialistas y trabajadores la posibilidad de vivir una experiencia global, atractiva y
de adquirir propiedad sobre el capital –como señalamos más arriba- y sobre las
relaciones, dotando a los managers de una “verdadera” autonomía.
Las cualidades que en este nuevo espíritu son garantes del éxito –la autonomía,
la espontaneidad, la movilidad, la capacidad rizomática, la pluricompetencia, la
convivencialidad, la apertura a los otros y a las novedades, la disponibilidad, la
creatividad, la intuición visionaria, la sensibilidad ante las diferencias, al capaci-
dad de escucha con respecto a lo vivido y la aceptación de experiencias múlti-
ples, la atracción por lo informal y la búsqueda de contactos interpersonales-
están sacadas directamente del repertorio de mayo de 1968. Sin embargo, estos
temas, que en los textos del movimiento de mayo de 1968 iban acompañados de
una crítica radical del capitalismo y del anuncio de su in inminente, en la nueva
gestión empresarial se encuentran de algún modo autonomizados, constituidos
como objetivos que valen por sí mismos y puestos al servicio de las fuerzas que
antes trataban de destruir (149).
No todas las conexiones valen. La grandeza de una conexión depende del grado se-
gún el cual se establece una mediación que permite suprimir una distancia. Haciendo
esto, el creador del vínculo se encuentra en la situación temporal de paso obligado,
ya que todos aquellos que quieran a su vez traspasar las fronteras que él ha logrado
superar deberán, al menos por un tiempo, pasar necesariamente por él (172).
3. A MODO DE CONCLUSIÓN
El nuevo espíritu del capitalismo propuesto y analizado por los autores acá re-
señados reiere a un nuevo dispositivo justiicatorio en uso por la economía
en red y la empresa globalizada. Una nueva cultura de mercado y de trabajo
debiera estar poniéndose en marcha para garantizar el compromiso de las
clases dirigentes y de los directivos con los objetivos inciertos y cambiantes
del capital global organizado en red.
61 Nonaka, I. y Takeuchi, H.: “La organización creadora de conocimiento”. Ed. Oxford.1999. México
p. 255 (cursivas añadidas).
Sin embargo para el caso chileno, este potencial transformador choca con
una elite dogmática y religiosamente inspirada que no cree que otros deban
ni puedan ser agentes de transformación de sus empresas y menos de la so-
ciedad, dando al discurso ético un sesgo que tras la apariencia centrada en el
“trabajo” oculta su dimensión “mercado”. La acendrada tradición religiosa
católica chilena todavía erige barreras para una interpretación más transpa-
rente del espíritu del capitalismo moderno.
BIBLIOGRAFÍA