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2do. ESPECIAL DE NAVIDAD GDF.

(Por Connie Gac)

Aviso: Esta historia se posiciona después de Los Elegidos (libro 5), cinco años
después de la partida de Eric a la tierra. A pesar de que esta historia es canónica
con la saga de libros, sigue una línea de tiempo subalterna a la que sigue el libro
después de la partida de Eric. Por eso, ESTA HISTORIA NO ES LA
CONTINUACIÓN DE LOS ELEGIDOS, ES SOLO UNA REALIDAD
ALTERNATIVA. La línea de tiempo que sigue es la línea de tiempo "especiales de
navidad", en la que estos últimos se van complementando y sucediéndole a los
libros.
Aviso 2: Mao no muere en esta historia.

***CAPÍTULO 1: "SOLO".***

Mirarse al espejo y ver a un hombre crecido, formado y solitario, era la peor


pesadilla de Eric.
Sobre todo por lo último. Se encontraba solo. Muy solo.
Ya habían pasado cinco años desde que hubiera salido escapando de los sucesos
en Fagho.
Cinco años desde que hubiera perdido al amor de su vida, desde que por última
vez hubiera visto a su familia y cinco años desde que se hubiera sentido realmente
feliz.
A pesar de que llevaba una vida bastante buena en la tierra, no podía ser feliz.
Siempre se mentía diciendo que cuando saliera de la universidad, se casara y
formara una familia, finalmente podría encontrar plenitud, ya que así reemplazaría
aquello que hace años había dejado.
Pero en el fondo sabía que la única manera de volver a tener una sonrisa de
verdad en la cara, era volviendo a ver a su familia, a sus amigos y sobre todo,
pudiendo estrechar a su amada brujita entre sus brazos.
Por las noches, se despertaba entre escalofríos y gritos. Las pesadillas en las que
veía a sus seres queridos se repetían a diario.
Aquella noche, Marell había sido la protagonista de sus sueños. Y este había sido
uno de los más crueles que recordaba.
Caminaba por Barbillo de la mano de Marell, rodeados de los caballos salvajes,
mientras el sol se asomaba por el horizonte. A pesar de que la tenía al frente,
jamás podía verle el rostro, porque la muchacha siempre se posicionaba frente al
sol y quedaba a contra luz.
De pronto, comenzaba a llover y ellos corrían entre risas a buscar un refugio. Pero
cuando comenzaban a entrar a la cueva que les serviría de resguardo, un enorme
rayo impactaba a la chiquilla, haciéndola explotar. De fondo se oía una risa
malvada, que identificó al despertar como la de Drakon, mientras los órganos y
miembros de Marell se desparramaban en medio de una lluvia sangrienta en las
praderas de Barbillo.
Eric se despertó entre gritos y lágrimas, bañado en sudor. Para calmarse, ni ser un
Kane kiu le servía. Luego se fue al baño.
Después de pegarse una ducha helada, se acostó otra vez en la cama, con el
móvil entre los dedos.
Eran las cinco de la mañana y el se levantaba a las siete. Estudiaba en la
universidad de Boston, arqueología. Le gustaba lo que hacía y servía para pasar
el rato. "237 mensajes de 8 conversaciones", le anunciaban las notificaciones de
whatsapp. Eran al menos 5 de grupos de estudio, salidas, entre otros, y el resto
eran de sus amigos Amy y Billy.
Pasó de largo los grupos y abrió uno a uno los chats personales, pero solo le
importó uno: el de una muchacha a quien no tenía agregada a sus contactos. ¿La
razón? Era increíblemente parecida a Marell.
Sabía que no podía ser una broma pesada, porque nadie en la tierra sabía sobre
su ex novia faguense, pero tampoco podía ser tan falsa, porque recordaba haberla
visto en el campus. Mensaje ponía así:
"Buenas, Eric. Soy Nicole Johnson, estudiante de derecho. Si no te acuerdas de
mí, deberás acordarte de la vez que conversamos en la fiesta del viernes pasado.
(Colocaba un emoji sonrojado)
Iré al grano. Sinceramente te encontré guapísimo y me muero por enrollarme
contigo y (...)"
Eric no siguió leyendo. Era una zorra de las clásicas que había en la facultad.
Ya no sabía qué hacer. La rutina de entrenar, estudiar, salir con los amigos y
quedar con alguna que otra chica, lo estaba matando por dentro, ya que se sentía
prisionero. Atrapado dentro de su propia vida, como si cada cosa de la rutina fuera
un barrote que él mismo había forjado y que cada vez sellaba más su destino
solitario en la tierra.
Tenía amigos, sí. En un inicio tenía un squad grande. Pero cuando se dio cuenta
de que cada integrante del grupito que había formado, correspondía a las
personalidades de Karime, Mao, Arcon y Héctor, dejó de juntarse con ellos.
Sus notas nunca habían decaído, al igual que su rendimiento físico, porque
aquellas cosas lo mantenían pendiente de algo que no fuera su soledad y pena.

***CAPÍTULO 2: “AMY”.***
Era sábado, 19 de diciembre y el semestre había terminado el día anterior.
Por eso, había agendado una hora con el psicólogo del departamento de
orientación de la universidad.
A las 8.45 salió de su habitación y cerró de manera silenciosa.
Luego de recorrer los hermosos jardines de la universidad, llegó en hora a la
consulta del psicólogo pero sin saber qué rayos decirle.
Tocó la puerta y un vago "adelante" atravesó la madera.
-Permiso.-Pidió Eric.
-Adelante, siéntete cómodo.-Respondió el psicólogo.
Era un joven de no más de 25 años, que vestía demasiado similar a Sherlock
Holmes o al 11vo Dr. Who. Eric no se sintió demasiado cómodo.
-Cuéntame que te trae por aquí.
Eric guardó silencio. ¿Qué le iba a decir? ¿Que había estado viajando los últimos
años de su vida a un planeta a años luz de la tierra, donde había aprendido a
utilizar poderes especiales, había derrotado a un villano mega poderoso que
ocupaba la magia, quien había matado a su novia y que luego había escapado a
la tierra porque no aguantaba el dolor y la culpa?
-Mira, Eric. Si no quieres hablar lo entenderé. Pero para poder ayudarte, necesito
saber qué te pasa. Si quieres puedes ocupar metáforas para explicarme lo que te
ocurre, así no te sientes tan incómodo.-dijo el psicólogo mientras
-De hecho... me sentiría más cómodo contándoselo así...-
Comenzó su relato hablándole de la noche de camping. Le contó todo. Sin
guardarse ningún detalle. Puso especial énfasis en Marell, en su familia dejada
atrás, en Pay y en Drakon. Y mientras lo hacía, el psicólogo anotaba todo y lo
miraba don cara de no saber cómo interpretar todo lo que le decía. Eso divirtió un
poco a Eric. Al finalizar, un silencio incómodo le advirtió a Eric que el psicólogo
esta a intentando decidir si padecía de un grave caso de esquizofrenia o una
depresión causada por una vida en las drogas.
-Eh... Eric, mira. Esta es una historia muy elaborada y me sorprende que hayas
logrado representar mediante la ficción todo eso que te está molestando.- dudó un
momento.-Parece muy real.
"De todas maneras, debemos hacer algunas pruebas para verificar realmente cuál
es tu diagnóstico. Si no te molesta, podemos partir con algunas...
-No, para nada.
Y así, en la oficina del psicólogo, sintiéndose (Injustificadamente y sabiendas de
esto, ya que sabía que ir al psicólogo no era cosa de solo locos) un orate, se le fue
la mañana.
Luego de que el psicólogo le dijera que debía volver al sábado siguiente a ver los
resultados y fijar un posible tratamiento.
Al salir, Eric suspiró desilusionado: realmente pensaba que el psicólogo iba
resolver sus problemas de manera inmediata. Pero no fue así.
Caminó un rato a solas por el campus y a lo lejos, vio a su amiga Amy, sentada
junto a un árbol, leyendo.
-Buenas, Amy.-La saludó mientras se sentaba junto a ella y le dedicaba una leve
sonrisa.
La muchacha dio un salto, asustada.
-¡Maldición, Eric! ¡Me has dado un susto de muerte!-Exclamó mientras recogía su
libro.-Por todos los cielos, casi me da un paro.
-¿Qué haces aquí? Hace demasiado frío como para estar aquí afuera.- Le
cuestionó Eric.
Y efectivamente así era. Los días fríos de diciembre estaban haciéndose notar
muy fuerte y todos los estudiantes se refugiaban en sus habitaciones. Hasta había
nevado un poco.
-Nada, solo quería disfrutar un poco el fresco...
-Mientes.-Dijo Eric.
-No.-Refutó ella.
-Sí. Te conozco.
Amy estornudó y acto seguido, Eric se sacó la chaqueta de verde militar y se la
puso en los hombros.
-Andando y cuéntame que te pasa, Abeja. Porque sé que algo ocurrió en tu
habitación que te molestó y por eso viniste a sufrir al frío.
-Ay, Eric, yo...
Se agachó, la cogió por la cintura y se la puso como carnero en el hombro. La
chica comenzó a patalear y a pegarle suaves golpes en el hombro mientras la
cargaba.
-¡Suéltame, no quiero que me cargues!-demandó Amy entre agudos gritos
-Solo si me cuentas que rayos te ocurre, Abeja. Porque tú odias el frío. ¿Acaso
ves abejas polinizando con este clima?
Aunque Eric no lo vio, ella frunció el ceño.
-Te sigues empeñando en llamarme Abeja, Eric. Me llamó Amy. Y ese rollo de la
abeja pasó hace milenios.
Eric sonrió por primera vez en mucho tiempo, mientras recordaba el día que
conoció a Amy.
Hace ya dos años, cuando Eric había entrado a estudiar, había conocido a Amy.
Era una muchacha animada, muy sociable, que le caía bien a todo el mundo. Eric,
por su parte... era retraído y tímido. En una clase introductoria, ella se había
sentado junto a él. La chica, después de eso, no lo había dejado tranquilo. Lo
seguía a todas partes, como un molesto insecto.
Pero la verdadera razón por la que le llamaba abeja fue una muy graciosa.
Durante un almuerzo, Amy había recibido un correo con un trozo de ámbar con
una abeja dentro, similar al mosquito de Jurassic Park (Luego se enteró de que
era fanática de la película y de las abejas). No pudo hacer más que gritar de la
emoción y balbucear de lo mucho que le gustaban las abejas. Ahí, Eric la bautizó
niña Abeja, para luego pasar a llamarla simplemente Abeja, ya que en inglés
sonaba muy gracioso (NDE:Bee=Abeja en inglés. Abee= pronunciado eibi, suena
similar a la pronunciación de Amy)
Eran grandes amigos y habían tenido charlas muy sinceras, pero al contrario de lo
que uno podría pensar, Eric jamás había sentido algo que no fuera amistad por su
amiga. No así Amy. Según sospechaba Eric, ella si demostraba sutilmente querer
algo más que amistad.
Eso sí, Amy, no sabía nada de Fagho.
-Te voy a matar, maldito.-Dijo la muchacha cuando llegaron a la habitación de
Eric, una de las pocas del campus que no era en parejas.
Algunos estudiantes, al verlos pasar en el pasillo, le dijeron a Eric que fuera más
discreto si iba hacer esas cosas. Él los ignoró, como a la mayoría de las personas
en la universidad.
-Adelante, Abeja Reina-La invitó a pasar Eric.
Ella le hizo caso y se lanzó de lleno a la cama deshecha de su amigo. Se sacó los
zapatos y la chaqueta y se enterró entre las sábanas

***CAPÍTULO 3: “SINCERÁNDOSE CON AMY”.***


-Qué frío.
-Yo sabía que tenías frío, Amy. No me puedes mentir.-Musitó el chico apoyado en
la pared y mirándose a los zapatos.-Ahora, canta. ¿Qué ocurrió?
-Es Nicole, mi compañera de habitación. No para de traer chicos a nuestra pieza
y... lo hace, incluso estando yo en la cama de al lado. Es demasiado
desagradable, asqueroso e irrespetuoso.-Mordisqueó las sábanas un poco antes
de continuar.-Hoy me desperté por el ruido que hacía al... ay, ya sabes. Estaba ahí
toda... desnuda con un chico encima, ay, no, es terrible. Odio dormir ahí. Además
de que es desordenada y de que he hablado con ella, no hace nada por cambiar.
-Vente a dormir acá, sobra espacio y yo no tengo problema.-propuso Eric de
manera desinteresada.
En cambio, Amy, pareció avergonzarse con la idea, pues se sonrojó de manera
violenta.
-Estás loco Eric. Una mujer y un hombre no pueden dormir en la misma habitación
si no son novios o algo similar.
-Tsk, al parecer tienes muuuchas ganas de unirte a Nicole y sus amigos.-Se quejó
Eric con un tono burlesco.
-¡No!
-Entonces no te quejes de nada. Ven a dormir aquí.
-Ay Eric, te odio tanto pero te adoro demasiado en este mismo momento.-Se rascó
la nuca. -Sinceramente estoy demasiado cansada de eso y ya no lo soporto. Eso
si... entiendo que quieras ser bueno y todo eso... pero no te pases rollo con tener
una chica en tu habitación y todo eso... ya sabes.
-Tú eres la única que se pasa películas, Abeja. Anda a por tus cosas mientras te
preparo una cama.
Una media hora después, Eric y Amy estaban sentados en la cama del chico,
apoyados en la pared, tomando una taza de chocolate caliente y platicando de la
vida.
-...Y por eso es que odio el frío.-Llegó a finalizar Amy su discurso
-A mí me gusta el frío. Me trae recuerdos.-Se limitó a decir Eric.
-¿Sobre qué?
-La navidad con mi familia.-El chico no quería profundizar en esos temas, así que
no dijo nada más.
A Amy y a Billy les había dicho que su mamá había vivía muy lejos y su padre
había muerto.
-Debe ser muy triste no poder pasar la navidad con su familia...-musitó Amy. Pero
al reparar en la melancólica expresión que poseía su amigo en la mirada, reenfocó
la conversación.-Pero ahora nos tienes a Billy y a mí. Y... conversé esto con mis
padres el otro día. Y nos gustaría que pasaras la navidad con nosotros. ¡Ya no
debes pasarla solo!
-Amy, no estoy seguro...
Ella se paró y con gestos exagerados, interrumpió a Eric.
-¡Será genial! Me dijiste una vez que hace varios años no pasabas la navidad con
alguien. Y esta es la oportunidad de que compartas con gente que te quiere.-se
detuvo un momento pero prosiguió en una voz inaudible para Eric.- Como yo...
Eric simplemente guardó silencio. La última navidad que había pasado con su
familia había sido aquella en la que se habían encontrado con la bruja de hielo
Rankaw, habían tenido un problema con el equinoccio y habían llevado la nieve a
Fagho.
No quería ser un aguafiestas con la melancolía que le causaba la navidad, así que
no quería ir.
-Mira, Amy, no es por ser pesado, pero no gracias.
-Eric. ¿Hasta cuándo vas a estar viviendo en el pasado?
-Amy... no entiendes. No puedo olvidarlos, no dejo de pensar en ellos, en ella...-
Amy se tensó al escuchar el "ella", pero no dijo nada.-Como fue dejarlos ir... no
estaba pensando, simplemente pensé que iba a dejarlos para aliviar mi dolor...
Amy, no quiero revivir algo que me va a hacer peor de lo que estoy ahora. Fui al
psicólogo, Amy. Ya no aguanto más.
Eric enterró la cabeza en las rodillas. Generalmente le venían estos bajones de
ánimo a final de semestre, porque entre el estrés y el cansancio, termina
condenado.
El muchacho se sobresaltó al sentir los brazos de su amiga rodearlo por completo
y su dedos acariciar su cabello.
-Eric, sé que los extrañas. Pero ellos no volverán. Por lo mismo debes aprovechar
todo lo que tienes ahora, la gente, el tiempo, tus cosas... porque todo se va. Así
cuando ya no estén, no tengas arrepentimientos de nada.
Eric levantó la mirada y se encontró con su amiga a una distancia milimétrica de
él. Sonrió y la abrazó con infinito cariño y fuerza.
-No sé qué haría sin ti, Abeja.
-Yo tampoco, Eric.
*** CAPÍTULO 4: "¡¿VANTELA?!" ***

Esa noche Eric había quedado con Amy y Billy a ver "El señor de los anillos". Los
tres chicos eran amantes de la fantasía así que juntarse así era un clásico de los
chicos.
Bill o Billy Turner. A él lo conoció primero que a Amy gracias al Basquetbol de la
universidad. Billy era bastante bueno en el deporte y Eric empezó a jugar para
tener más ocupaciones. De inmediato hicieron mancuerna y pronto entre los dos
hicieron ganar al equipo. Así fue como Eric salió del anonimato, se hicieron
"famosillos" pero eso fue al inicio de la universidad.
Era un chico carismático, liviano de tratar y bastante dispuesto a ayudar a todos.
Lo único, era que poseía un gusto particular por las bromas pesadas.
A pesar de todo, se llevaban demasiado bien y no había como Billy.
Habían pedido la sala de cine del departamento de cinematografía y comprado
mucha comida.
Eric llegó junto con Billy a la sala a las 8 en punto como habían acordado.
-No, te lo juro, ella me habló primero. La gente cree que soy yo.
-Billy, simplemente no les hagas caso. ¿Vale?-Eric no estaba para oír los líos
amorosos de Billy.
-Simplemente espero que esta velada con mis mejores amigos me alegre la
existencia. Estar con Amy... siempre me pone una sonrisa en el rostro.-Eric
levantó una ceja y miró al chico que caminaba con cara de ensueño. - Pero no es
como lo crees. En serio. Porque si no estaría muy muerto porque yo no le gusto.
-A todo esto, Amy se está quedando en mi habitación. Ya no aguantaba a su
compañera y mientras no termine el año se quedará aquí.-Comentó Eric de
manera desinteresada.
-Maldito suertudo.-Sonrió Billy. Era demasiado bonachón como para comentar
algo vulgar, como lo habrían hecho Mao, Héctor, Arcon o hasta Karime.
Sacudió la cabeza al darse cuenta de que el grupo de Guerreros dejados atrás se
había vuelto a colarse en sus pensamientos y se dijo a sí mismo: "Concéntrate,
ahora estás en otra cosa."
Entraron al edificio de cinematografía, que estaba muy oscuro, y Eric expandió sus
sentidos para lograr captar si había algo de lo qué preocuparse, como un ladrón o
una broma pesada. Pero no había nada.
Amy ya estaba ahí, sentada en un mullido sillón, comiendo pizza.
-¡Oye! ¡Rata! Se supone que habíamos puesto dinero para comer todos. Suelta
eso.-Masculló Billy.
-Ño.-Respondió Amy con la boca llena mientras iba a prender la pantalla y colocar
Netflix.
-Lo coloco yo, no te preocupes, aquí está el control.-Dijo Eric un tanto
desanimado.
Reparando en esto, Amy corrió hacia él y lo tumbo en el sillón.
-¿De qué hablamos en la mañana?-Dijo mientras lo miraba con cara de reproche.
Eric la asesinó con la mirada y se limitó a seguir en lo suyo.

La velada fue fantástica para los tres chicos. Se vieron de tirón todas las películas
y se amanecieron así.
Ya pasadas las ocho de la mañana, sus amigos dormían a pierna suelta,
apoyados uno en el otro. Él, no había podido conciliar el sueño pensando en su
añorado Fagho, al que tanto le recordaban los paisajes de La Tierra Media.
Afuera estaba nevando y Eric se apoyó en el frío vidrio de la ventana para
observar la majestuosidad de la nieve que alfombraba de blanco la ciudad. Ah,
como le gustaba la nieve.
Mirarla le daba una sensación de paz y calma que no le quitaba nadie. Ni siquiera
los fantasmagóricos recuerdos de sus seres queridos.
Un rato después decidió salir a disfrutar del frío invernal, así que se envolvió en
una manta para evadir el frío.
Caminó por los pasillos del edificio sintiéndose muy a gusto con la soledad que
tenía en ese mismo instante, pero también porque sabía que podía volver con sus
amigos.
Salió y una ola de frío golpeó todo su cuerpo, pero eso no bastó para derribarlo.
Se acostó en la nieve y disfrutó la suavidad de ésta, hasta que...
-¡Puaaaaaaj! ¡Santos caracoles!- Gritó Eric al un montón de nieve caer en su
cara.
No demoró en quitársela y ponerse en pie para identificar quién o qué había sido
el responsable de la situación. Pero no había ningún alumno rondando por ahí, ni
un árbol encima suyo que hubiera podido dejar caer nieve.
Eric encontró muy sospechosa la situación, así que expandió sus sentidos para
tratar de entender qué ocurría. Se sintió algo contento de poder hacer eso con un
fin real, más que de puro aburrimiento. Desde que había llegado a la tierra no se
había encontrado en peligro, así que no tenía la necesidad de captar algún otro
ser a la distancia.
Al hacerlo, efectivamente sintió una presencia, y para sorpresa del kiu, una
particularmente pequeña, como la de un animal... ¿Pero qué animal era capaz de
llevar nieve en sus patas y tirarla con precisión?
Un mono, pensó Eric, pero monos definitivamente no había en Boston...
No le quedó más que hacerle caso a su instinto de curiosidad y levantarse a
investigar.
La presencia provenía de por debajo de un montón de nieve y se movía de tanto
en tanto. Como un conejo o un ratón.
Así que siendo estratégico y luego de verificar que no había moros en la costa,
extendió pequeño tentáculo de energía color blanco para coger al pequeño rufián.
La extendió, con sigilo y muchísimo cuidado y... ¡Zas! Había agarrado al culpable
que, para su sorpresa, no era nada mas no nada menos, que un vantela.

*** CAPÍTULO 5. "INTERDIMENTI".***

La sala donde se iría a despertar Eric a continuación, correspondía en exactitud al


modelo clásico de casa navideña. Una chimenea decorada con calcetas refulgía
con candor mientras un árbol repleto de luces, adornos, dulces y regalos brillaba
en una esquina de la habitación. En el centro, un montón de galletas de jengibre
descansaban sobre un plato junto a varios vasos de leche. Finalmente, una butaca
reposaba junto al fuego, ocupada por un misterioso ser...

Una serie de imágenes se le puso por delante al kima cuando volvió en sí. Nieve,
un animal peludo, un montón de libros, una butaca frente a una chimenea, sus
amigos...
Espera ¿Sus amigos?
Mientras se sentaba, se talló los ojos y volvió a mirar. Efectivamente eran Karime,
Arcon, Mao y Héctor, rodeando el fuego y comiendo galletas.
-¿Chicos?-Llamó el kiu con la voz ahogada
Los tres dieron vuelta la cabeza y lo vieron de pie, alto, cambiado, con 5 años de
incomunicación encima.
-¡No puede ser!-Gritó un Arcon bastante más cambiado arrojándose a abrazarlo.
-¿Es el mismo kiu llorón que nos abandonó hace tantos años y nunca osó a volver
a visitarnos?- dijo Mao
-Ey...-contestó Eric con un hilo de voz.-Ustedes tampoco me visitaron.
-No sabíamos dónde estabas...-Susurró Karime.
-He estado en Boston. Todo este tiempo. Estoy estudiando y...-Hubo un silencio
cargado de sentimientos que solo el siempre desubicado Arcon se atrevió a
romper.
-¡Maldita sea Eric! ¡Te extrañé tanto! -Y se lanzó al cuello de su amigo.
Mientras tanto, Eric no entendía qué rayos había ocurrido y estaba en una especie
de estado de shock. Solo era capaz de mirar y sentir su corazón tamborileando
con mucha fuerza en su pecho.
-¿C-cómo...-Masculló el kima.
-Lo único que sabemos es que estábamos cenando y apareció un pequeño
vantela gris.-Explicó Karime. Vaya coincidencia.
-Déjame adivinar el resto: perdieron el conocimiento y se despertaron aquí.-les dijo
Eric.
-¡Sí! ¡Exactamente eso!-Dijo Héctor, quién hablaba por primera vez.-Hermano....
Corrió hacia él y se abrazaron como nunca antes. Eric decidió aguantar las
lágrimas para poder ser capaz de hablar después.
Era un momento perfecto y lo habría sido, de no ser por la voz que salió del sillón
dado vuelta.
-Sí, sí, guerreros. Muy emotivo momento. Pero ahora deben dedicarse a otra cosa.
Los chicos alistaron sus armas y los dos kiu enviaron rayos de energía al origen
de la voz, los cuales, como tentáculos, levantaron al ser que descansaba en el
sillón.
-¡Agh! ¡Otra vez! Siempre olvidó activar esto...-Habló la criatura.
Todos lo miraron sorprendidos por su híbrido pero elegante aspecto.
Vestía una túnica blanca con bordes rojos, la que cubría un cuerpecito peludo y
animaloide. La mejor manera de describirlo habría sido la mezcla entre un humano
y un felino, lo que daba origen a un ser con el porge y erguimiento de un humano,
pero con piel, ojos, boca, orejas y cola felinas.
Entre sus peludas patas apareció una palanca pequeña y la jaló. Inmediatamente,
las armas y poderes de los chicos se hicieron humo.
-¿Qué...-Alcanzó a decir Eric antes de que la voz se le enmudeciera.
-Aaay...-exclamó el ser peludo.-Deben tener muchas preguntas. Así que yo, el
benévolo Mawk les explicará qué ocurre.
Los cinco chicos, involuntariamente, se sentaron en el suelo mientras leche y
galletas salían volando de la mesa directo a sus bocas.
-Yo soy Mawk, un interdimenti muy poderoso.

***CAPÍTULO 6: "LOS FANTASMAS DE... MAO".***

Ninguno de los chicos pudo preguntar qué era un interdimenti porque estaban bajo
su control.
-Se preguntarán que es un interdimenti.-Les explico.-Somos una atávica raza que
mora en Fagho desde tiempos inmemoriales. Tenemos la capacidad de viajar
entre mundos y dimensiones.-Y como leyendo la mente de Eric, prosiguió.- Sí, sí.
La tierra no está en otra dimensión, pero es otro mundo. Puedo fácilmente ir y
volver.
>El tema está en qué tienen ustedes que ver con esto, Guerreros. Desde que los
Barón llegaron a Fagho, todos los interdimenti hemos estado pendientes de
ustedes. Podríamos decir que lo hacemos para evitar alguna ruptura espacio-
temporal o cosas así.
>Pero yo... yo me cautivé con ustedes, chicos. La capacidad de resolver los
problemas, manejar situaciones complejas... sobrellevar tribulaciones y
responsabilidades... son increíbles. Son mi cosa favorita en Fagho.
El interdimenti se estremeció mientras se reía, maniático. Los chicos comenzaron
a preocuparse de veras.
-Así que decidí juntar mi cosa favorita de Fagho con mi cosa favorita en la tierra:
La navidad.
>He viajado desde hace millones de años a la tierra y he visto el desarrollo de su
navidad. Santa Clos... los regalos... luces, comida, familia, amor. ¡Todo es
perfecto! Así que solo los dejaré ir cuando hayan completado Mi
navidad....¿Preguntas?
El nudo en la garganta que no dejaba que los chicos hablaran desapareció como
por arte de magia.
-A ver, necesito saber en primer lugar, dónde estamos.-Dijo Arcon con toda calma,
como el Rey que era.
-Aaah... Están en mi maravillosa dimensión personal.-Se rascó las orejas.-Jijijiji, sí.
Los interdimenti podemos crear dimensiones y controlarlas a nuestra voluntad.
¡Vivimos en nuestras dimensiones creadas y controlamos todo lo que hay ahí!
-¿Y cuál es el fin de encerrarnos aquí? -Preguntó Héctor.
-Mi diversión.- Susurró sonriendo como un loco.
Los chicos se lanzaron miradas alarmadas entre sí, buscando una manera de
zafarse de aquella situación.
-Primero será el turno de Mao... jijiji. Las instrucciones serán simples. Solo debes
completar la historia como se supone que debe terminar. Si no sabes qué debes
hacer, alguien debe darte instrucciones que recibirás a través de este diario.
Mao, como no podía controlar su cuerpo, por dentro comenzó a desesperarse y a
sudar frío.
No conocía a qué se iba a enfrentar. ¿Historia? ¿Qué rayos?
El interdimenti Mawk cogió una bola de nieve de la repisa sobre la chimenea y
comenzó a agitarla. Acto seguido, unas partículas luminosas se presentaron ante
los chicos y envolvieron a Mao mientras él miraba con los ojos fuera de sus
cuentas.
Y de pronto, Mao ya no estaba.

Los chicos no podían hablar, pero si hubieran sido capaces de hacerlo, le habrían
preguntado qué rayos había pasado. Y aunque ellos no lo sabían, él podía leer
sus mentes. Así que contestó:
-Lo metí dentro de un cuento.-Sonrió. -Los fantasmas de Scrooge. O debería
decir... ¿Los fantasmas de Mao?-Se rió mucho.-Porque me da pereza que alguno
de ustedes escriba ya le pasé la guía. Jijiji.

Por mientras, en otra dimensión, un desconcertado Mao Batay se encontraba


contando monedas en su escritorio con un pobre hombre trabajando a su lado.
Mao meditó por unos instantes para identificar en qué cuento se había metido.
Nieve afuera, él vestido como hombre terrestre de 1800... muchas monedas... eso
era. Él conocía esa película, perdón, cuento. El año pasado habían visto esa
película con Karime y Arcon en la televisión. Le había gustado tanto que hasta
había leído el cuento.
Definitivamente sabía cómo proceder.

***CAPÍTULO 7: “LOS FANTASMAS DE... ¿MAO? PARTE II”.***

Miró a su empleado, Bob Cratchit y lo escuchó susurrar:


-Hace mucho frío... pero el Señor Batay no quiere poner una estufa. Considera
que es un gasto de dinero.
Mao, horrorizado, recibió una extraña inyección de recuerdos que no eran suyos.
Eran del personaje que estaba encarnando.
Fue así como supo que el hombre que recién entraba a su oficina, era el sobrino
de Scrooge. O mejor dicho, su sobrino.
-¡Feliz Navidad, tío!
Mao miro al joven y dudó de que decir. Pero... siguió sus instintos. ¿Qué diría un
hombre avaro a alguien que le desea feliz navidad!
-Bah. La navidad es una fiesta estúpida, para que la gente gaste dinero que no
tiene en regalos en los que supone que encontrará la felicidad.-Atinó a decir Mao
antes de que su "sobrino" pensara que su silencio era extraño.
-Pero tío...-reprochó el muchacho.
-Bah, cállate y déjame celebrar la Navidad a mi manera, mientras tú lo haces a la
tuya.
Su empleado y sobrino se lanzaron una mirada alarmada entre sí, antes de que su
sobrino volviera a decir:
-Pero tío, la navidad es un momento hermoso, para abrir tu corazón a los otros y
perdonar. Este año no lo hice todo tan bien, pero como es época de navidad sé
que me perdonarán.-Sonrió bonachonamente.- es una época de felicidad, donde
las diferencias se olvidan y la familia se reúne alrededor de la mesa para pasar un
hermoso tiempo de calidad.
Mao chistó. Realmente no le estaba costando meterse en el personaje.
-Sí, sí. Muy lindo. ¿Por qué mejor no trabajas para el gobierno con tanta
demagogia?
-Pero tío...-Hubo un silencio incómodo en el que Mao tragó saliva, sintiéndose muy
nervioso y culpable por cómo estaba tratando a aquel amable muchacho.-
¿Sabes? Podrías venir a mi casa a cenar. Mi esposa y yo estaremos muy felices
de atenderte y compartir nuestra mesa contigo.
-¿Tú esposa? ¿Es guapa?-Dijo Mao de manera instintiva. Solo reaccionó cuando
la cara de extrañeza de los otros dos hombres fue demasiado patente.-Este...
digo... No. No Gracias. ¿Para qué te casaste? Las mujeres solo saben gastar
dinero.
Mao sabía que las mujeres hacían mucho más que eso y se sonrió al pensarlo.
-Porque me enamoré, tío.
-Pamplinas.-Respondió Mao.
-Tío, no te he pedido nada ni necesito nada de ti. ¿No podemos ser amigos?
Mao comenzó a cansarse de la bonachona insistencia del chico.
-Que tengas un buen día, sobrino.-dijo esperando librarse de él.
-Lamento que hayas decidido no celebrar con nosotros. Pero sigo insistiendo en
mi invitación. Bueno, ¡Feliz navidad!
Por detrás de su sobrino, salió su empleado que también murmuró:
-Feliz navidad, Señor Batay.
Mao le hizo caso omiso y abrió un libro que acababa de aparecer en sus manos.
"¿Qué te parece? Un empleado que gana el salario mínimo, con esposa e hijos,
hablando de una Feliz Navidad. ¡Debe estar loco!, Pensó Scrooge"
-Qué vejete más horrible.-Dijo Mao al aire.- ¡Eh! ¡Mawk! ¿Sabes Qué? No estoy ni
ahí con complacerte como un juguete.
Y salió de la oficina, con la chaqueta sobre el hombro y una sonrisa desafiante en
el rostro.

***CAPÍTULO 8: "REBELÁNDOSE A MAWK".***

Fuera de la bola de nieve, todos, quietos y amordazados por magia, miraban una
proyección de Mao, algo como un holograma.
Cuando Mao pronunció las palabras que desafiaban a Mawk, el ser se tiró las
orejas y echó humo por ellas.
-¡No! ¡No es así como debe ser! ¡Sigue el guión, sigue el guión!
En la proyección, Mao seguía caminando por las calles nevadas sin saber a dónde
se dirigía. Al escuchar en su cabeza las órdenes del interdimenti respondió:
-¿Que me puedes hacer? ¡Nada! Si me matas te quedaras sin diversión.
El ser se volvió a jalar las orejas repleto de rabia.
Eric, por su parte se había comunicado mentalmente con Karime y ya habían
resuelto la situación.
-Karime...-habló Eric mentalmente.
-¡Oh, Eric! Hacían tantos años que no hacía esto con nadie...
-Yo también lo extrañaba, Karime. Mucho. Pero ahora debemos actuar rápido.
Mira. Lo que usa el interdimenti para paralizarnos... ¿Lo captaste?
-Sí. Es una especie de energía que succiona la nuestra. Nada más.
-Así es. Para eso debemos generar más energía de la que está arrebatándonos.
No es difícil para mí ni para ti. Ambos somos kiu y tú eres una siret. Pero para mi
hermano y Arcon va a ser difícil. Así que el plan es: liberarnos nosotros y luego
noquear al bicho este. Así liberamos a los otros dos.
-¿Y Mao?
-Lo obligaremos a sacarlo de ahí.

Mientras esto sucedía, Mawk, furioso, miraba la bola de cristal. La cogió con
ambas manos, antes de que una luz se formara en su frente e ingresara al objeto
decorativo donde Mao se encontraba.
El cavilar poco a poco se fue deteniendo al ver que la nieve comenzaba a
arremolinarse frente a él y poco a poco, compactarse más.
Mawk rió cuando vio que frente a Mao se creaba un horripilante hombre de nieve,
con proporciones totalmente erróneas y con una sonrisa que definitivamente no
captaba el espíritu calmo y pacífico de la navidad.
Pero a diferencia de Mawk, Mao no rió demasiado cuando la criatura se le
apareció al frente, lanzando manotazos con sus afilados dedos de madera.
-Maldita sea...
No tenía espada, ni escudo, ni siquiera una antorcha... espera. Sí tenía algo. No
precisamente antorcha, pero si algo que podía hacer arder a ese mono de nieve.

Eric, por su parte, estaba generando energía. En un inicio le costó formular como
rayos iría a hacerlo, pero lo resolvió recordando algo que como kiu, había utilizado
varias veces:
Los seera. Producía mucha energía para crear uno, era más, canalizaba esa
energía para darle forma y lanzarla a su enemigo, así que esto sería lo mismo,
nada más que se concentró en expeler toda esa energía por cada uno de sus
poros.
Así, pasado un rato, Eric pudo moverse y antes de levantarse, le susurró a
Karime:
-¿Lista?
Ella asintió.
***CAPÍTULO 9: “ESCAPANDO DE MAWK”.***

Mao por su lado, estaba embelesado llevando a cabo su plan.


Con unos restos de aceite para ruedas y un encendedor que llevaba en su ropa de
faguense, iba a hacer a ese maldito mono de nieve arder.
Corrió cuán rápido pudo y se colocó al lado del carruaje que goteaba aceite de sus
ruedas recién engrasadas y le prendió fuego. Acto seguido, se sacó la chaqueta, y
la prendió en llamas.
-¡Eh! ¡Tonto grandullón! Aquí estoy.
El mono de nieve se deslizó por el suelo para pillar a Mao con sus torpes
movimientos y rugió de dolor cuando el cavilar, por detrás prendió su gigantesca
bufanda en llamas. El soldado sonrió triunfante, pero sabía que a pesar de todo
eso, debía esperar a que se derritiera para poder aniquilarlo.
Ahora solo debía esperar que sus amigos estuvieran bien.

Eric y Karime se levantaron al mismo tiempo y sorprendieron a Mawk cogiéndolo
el kiu por los brazos y la siret golpeándolo en la cabeza con su puño.
El animalillo abrió con sorpresa sus grandes ojos antes de quedarse inconsciente
y los chicos lanzar un grito de júbilo al aire. Pero antes que nada, aprisionaron a
su captor entre los tentáculos de energía kiu, para asegurar de que no escaparía
apenas despertara.
No pasaron tres segundos antes de que Arcon y Héctor comenzaran a moverse y
lógicamente a hablar.
-¿Qué demonios fue todo eso? Nunca en mi vida oí hablar de los interdimenti ni de
Mawk ni de un ratón fangirl de nosotros.-Chilló Arcon estirándose.
-Arcon, sabemos lo mismo que tú. -Respondió Héctor.-Lo que importa ahora es
sacar a Mao de ahí. ¿Algún plan, hermosa?
Eric miró a sus compañeros y sonrió. Recién había logrado procesar la situación
en la que se encontraba: había vuelto a Fagho, su lugar anhelado, con sus
personas más queridas.
-Hay que despertar a este payaso para que lo saque de ahí.-Dijo la siret
pasándose los dedos por el cabello.-A ver... traigan los vasos de leche y tírenselos
en la cara a este cretino.
Arcon no dudó en ser el primero en lanzarle un vaso de leche mientras Karime
cacheteaba insistentemente al ser. Luego Eric lo hizo y cuando fue el turno de
Héctor.
-¡Ya, ya! Estoy despierto mami.-enchinó los ojos y se dio cuenta de que
definitivamente esos chicos no eran su mami.-¡Atrás!
Intentó hacer retroceder a Karime pero ella ya conocía el mecanismo de energía
del poder de Mawk, así que no le prestó atención, mientras ella y Eric le
acercaban las espadas al cogote.
-Saca a Mao de esa bola de cristal ahora. O te vas de trofeo de caza a Ándragos.-
demandó Arcon.
-Ya, ya.
Chasqueo los dedos y Mao, mojado y con la ropa chamuscada, apareció en el
centro de la habitación.
-¿He vuelto?-miró a su alrededor y vio a Mawk tirado en el piso.-Fantástico.
El interdimenti se retorció al ver a Mao, pero no pudo escapar.
Y cruelmente, Mao, cogió su espada del suelo y atravesó la cabeza del ser peludo.
Una luz comenzó a aparecer en donde la criatura había sido herida y cada vez se
intensificó más.
-Mao, que mierda hiciste.-maldijo Arcon.
-No sé si se supone que a los interdimenti les salga luz cuando mueren.-Balbuceó
Mao mientras quitaba la espada y miraba horrorizado. Pensé que iba a
devolvernos a casa o algo.
-Ya cállate, no sirve de nada.-Dijo Héctor muy molesto.
Sin embargo, los dos kiu estaban atentos a como se estaba moviendo la energía
en la habitación. Era de una manera muy inusual, como un remolino o un
huracán.
Cada vez giraba con más fuerza y los chicos solo podían percibir lo que ocurría
mediante sus poderes. Pero Eric, percibió algo que Karime no.
-Chicos, tómense las manos. Ahora.-Ordenó Eric.
Y todos le obedecieron sin rechistar, para cuando una enorme oscuridad invadió la
visión de cada uno de los guerreros y poco a poco, les hizo perder la conciencia.

***CAPÍTULO 10: “EN EL JUZGADO”.***

Eric se despertó muy molesto. Era la segunda vez en poco tiempo que perdía el
conocimiento.
Se quedó tendido un rato porque la cabeza le daba vuelta, pero cuando ya se
sintió con la energía para abrir los ojos, se inquietó. ¿Y si jamás había regresado a
Fagho? ¿Y si todo había sido un agradable sueño del que no quería despertar?
Rogó al Dios de la tierra y a los dioses de Fagho que así no fuera, porque de otra
manera, se sentiría devastado.
Tomó aire, se puso en pie y abrió los ojos. Definitivamente no estaba en la
universidad. Estaba en Fagho. Pero fuera cual fuera aquel lugar, él no lo conocía.
Karime y Héctor ya se habían puesto en pie, con las armas en mano y espalda
contra espalda, mirando a todos los seres que los rodeaban.
Era como un anfiteatro circular lleno de seres de distintas figuras y y tamaños.
Habían algunos similares a los humanos, con un cuerno adicional u ala; reptiles de
todas formas, tamaños y colores (incluyendo un dragón de gran tamaño) y
también seres peludos y bastante heterogéneos como Mawk.
-¿Dónde demonios estamos?- Preguntó Eric.
-No lo sé. Simplemente despertamos aquí, rodeados de estas...-Héctor buscó una
palabra para describir a los seres que los rodeaban, pero no la encontró.-
Criaturas.
-¿Y?
-No han hecho más que mirar y cuchichear entre ellos.-Aclaró Karime.
En eso, Mao se puso en pie e hizo la misma pregunta que Eric.
-¿Dónde demonios estamos?
-Nadie sabe, Mao. Ahora cállate y observa.-le dijo Héctor.
Eric siguió el consejo de su hermano. Iba a observar.
Se dio cuenta que más criaturas aparecían cada vez, como si se estuvieran tele
transportando.
También le llamó la atención que había en el centro, un púlpito, con un ser casi
humanoide vestido con una túnica negra, como un juez.
Ahí fue cuando Eric cayó en cuenta:
¿Y si estaban en un juzgado?
Todo parecía encajar.
¿Pero por qué estaban ahí?
Arcon despertó, pero no se puso en pie, si no que muy desorientado, se quedó
sentado mirando.
-¿Todos han recobrado la conciencia? Elijan a un representante que se pose en
esa plataforma- indicó un círculo rojo que sobresalía del suelo- Y él hablará desde
ahí.
Todos miraron a Arcon, pero el pobre muchacho parecía estar a punto de vomitar.
Así que volvieron su mirada a Eric y el infeliz kiu quiso morirse.
Dio un paso al frente, se paró en la plataforma roja y dijo:
-Sí. Estamos todos despiertos.
-Perfecto.-Dijo el ser que Eric identificaba como juez.-Ahora, entienden por qué
están aquí, ¿no?
Eric sacó una fuerza enorme, para vociferar un potente:
-No. Ni tampoco entendemos dónde estamos.
Entre los presentes se levantó un murmullo de desaprobación y el "juez" se tapó la
boca con las mangas de la túnica.
-Decepción. Eso es lo que siento. Personas que salvan Fagho, no saben que se
encuentran en el tribunal de justicia interdimensional más importante de todos los
tiempos.
-¿Y cuál es nuestro crimen? ¿Cuál es el crimen que nos trajo hasta aquí?
Eric tenía una idea. Quizás matar a Mawk... Pero ese pobre animalucho demente
no parecía ser de importancia para nadie. Entonces... ¿Qué sería?
-Inaudito. Los héroes más grandes de todos los tiempos no saben que acaban de
asesinar al líder supremo de los interdimenti.
***CAPÍTULO 11: “ENTENDIENDO”.***
No calzaba. El perfil no calzaba. Era un maniático, sociópata y psicópata, que
parecía ser incapaz de seguir siquiera viviendo una vida "normal".
Así que el chico mirando a sus amigos, preguntó lo que todos ellos se estaban
cuestionando.
-¿Cómo es posible? Es decir, el tipo no estaba en sus cabales... y creo entender
que para ser un interdimenti, se debe ser bastante... astuto, para ejercer todas las
tareas que trae consigo. -Dijo Eric.
Otra vez se pusieron los presentes a murmurar entre ellos.
Por su lado, el juez golpeó el estrado con un martillo mientras gritaba:
-¡Silencio! ¡Orden en la corte!-prosiguió.-Debido a accidentes que tienen que ver
con los saltos dimensionales, nuestro otrora sabio líder perdió casi toda su
cordura.
Pero todavía poseía un mínimo de lucidez como para liderar, de manera única e
inigualable, como ninguno lo había hecho antes.
Y ahora... ¡Ustedes han asesinado a nuestro líder! Estamos indefensos,
desprovistos de una figura de liderazgo, que nos guíe a través del tiempo y el
espacio, creando y destruyendo dimensiones...
Los cinco guerreros se lanzaron miradas alarmadas, pero Eric, supo mantener la
calma y saber que decir.
-¿Entonces qué es lo que se nos demanda?
-¡PENA DE MUERTE!-Gritó alguien en el público. A Eric le dieron escalofríos.
-Que revivan a Mawk. No hay poder humano o divino que sea capaz de traer a la
vida algo que ya estaba muerto. Así que Mawk dejó todo estipulado en caso de
que muriera. A lo largo de diversas dimensiones, dejó dúplicas suyas.
Deben ir a buscarlas, capturarlas y traerlas frente a este juzgado.
-Disculpe, pero si hay copias de él en otras dimensiones, ¿no sería más fácil ir a
por ellas y traer una aquí?-Se atrevió a decir Mao.
Inmediatamente, un guardia se le acercó y lo electrocutó con una extraña
herramienta que hizo que Mao se desplomara.
-Solo puede hablar quien está autorizado a hacerlo.-Aclaró el juez.-Eso sí, la
dificultad radica en lo siguiente: escondió sus clones.

***CAPÍTULO 12: “SENTENCIA”.***

Los tres chicos que estaban atrás, se miraron, horrorizados, mientras Karime
sostenía a Mao entre los brazos.
-Quieren que vayamos a buscarlos, ¿No es así?
A Eric el corazón le latía mil. No entendía nada, no quería exponerse de nuevo a
perder a alguien, no quería volver a tener miedo. Pero ahí estaban. En un juzgado
lleno de setes desconocidos e increíblemente mente poderosos. Si los atacaban,
los mataban. ¿Que quedaba ya?
-Se lo diremos fácil. Si no cooperan los matamos. Cinco minutos para decidir.
La plataforma en la que se encontraba Eric descendió con una cara que si él
mismo hubiera podido ver, habría perdido toda la esperanza.
-Eric, no sé qué mierda.-Dijo Arcon.
-¿Qué hacemos Eric?-Preguntó Karime.
El chico comenzó a sudar frío y a perder la calma.
Pero una voz en su cabeza... demasiado parecido a la de Amy...
"Aprovecha el momento, Eric... Esto era lo que tú extrañabas. La excitación de las
aventuras, estar con tus amigos... Aprovecha y vive..."
-Lo haremos, chicos.-Dijo en voz baja.-No nos queda otra, por qué estos
maniáticos parecen ser unos pequeños dios contra los que no podemos luchar.
-¿Cuál es el plan, entonces?-Preguntó Arcon.
Era cierto. La parte logística era muy importante. No fuera a ser que todo fuera
una trampa y los guiarían a todos hacia su muerte....
-Ya sé.-Susurró Héctor.-Pidamos ir de uno en uno y mientras los demás observan.
Así, si ocurre algo extraño, los demás apelan por los o por el que esté en la otra
dimensión.
Todos asintieron. Al mismo tiempo, cuando una campana estruendosa resonó por
todo el juzgado.
-Se cumplió el tiempo, faguenses. Decidan ahora su destino.-Vociferó el juez.
-Iremos a buscar sus clones. Solo demandamos hacerlo de uno en uno, mientras
los demás observamos las acciones de aquel internado en las otras dimensiones.
Los interdimenti se miraron entre sí y como si lo hubieran conversado de manera
mental, asintieron.
-Son tres clones. El primero se encuentra entre los dioses nórdicos.
Los Guerreros se miraron entre sí. ¿Dioses Nórdicos?
-E irán a esta dimensión Karime Theradam y Héctor Barón.
La pareja se miró un poco más tranquila porque irían juntos. No había situación
que no hubieran podido superar estando con el otro.
De la nada, una luz inundó los cuerpos de ambos muchachos y al desaparecer,
los dejó vestidos como un par de dioses Nórdicos. Además, en sus manos y
cinturones aparecieron sus respectivas armas.
-Y cómo sabremos...-preguntó Karime
-Es aquel que planta la discordia.-Respondió el juez. Solo diremos eso.
Una serpiente de luz volvió a engullir a la pareja y cuando desapareció, una
burbuja de gran tamaño se posicionó en su lugar. Mostrando como una pantalla, a
Héctor y Karime, inconscientes, en el suelo de un bosque.

***CAPÍTULO 13: “¿A QUIÉN BUSCAMOS?”.***

Un rato después, los chicos se despertaron desconcertados y desorientados.


Primero fue Karime, que después de asegurarse de que no habían moros en la
costa, se fue a despertar a Héctor.
-Amor.- susurró casi a ras de sus labios.- Despierta.
Héctor claro que ni se inmutó. Siguió tan dormido como lo había estado hasta ese
momento.
-Amor...-La siret plantó un apasionado beso en la boca de Héctor. Claro que
funcionó y el joven poco a poco comenzó a volver en sí.- Despierta.
-Hermosa... ¿Estoy soñando? Me parece que una diosa acaba de besarme.
Karime se sonrojó hasta la punta del pelo y le cubrió la boca.
-Héctor, todos pueden vernos... No...
El guerrero no dudó un segundo y la cogió por la cintura para besarla.
-No me avergüenzo de nuestro amor, Karime. Le gritaría al mundo cuánto te amo,
aquí y en todas las dimensiones que pudiera.
En el juzgado, un "Aw" se escuchó al unísono. Eric sonrío de manera melancólica,
pensando en su amada brujita.
Karime ordenó su cabello y sonrío con una ternura enorme, antes de ayudarlo a
ponerse en pie e ir a investigar.
-Repasemos... ¿Qué es lo que sabemos?-Preguntó Héctor a su esposa, la cual
estaba agudizando el oído.
-La primera cosa, es que es aquel que "planta la discordia".-Respondió la
mozuela.
-¿Hay una segunda?-Preguntó Héctor pensando en que no había primera sin
segunda.
-La segunda es que hay un montón de gente reunido a menos de trescientos
metros de aquí. Y parecen bastante agitados. Quédate en silencio.
Los chicos se cogieron de la mano y con cautela, comenzaron a avanzar. A
medida que caminaban, el sonido de un barullo comenzaba a intensificarse.
Ninguno de los dos estaba preparado para cuando una mujer, por detrás de ellos,
tropezó y maldijo en voz alta, en un idioma que ellos no conocían.
-Otra vez este maldito vestido...
La pareja dio un brinco al oír a la mujer y dieron otro brinco más cuando la vieron
acortar su largo vestido solo con el chasquido de sus dedos.
-Oh, lo siento.-Se disculpó la mujer.-Es que voy atrasada a la reunión del pequeño
Balder.
Karime atinó a preguntar:
-¿La reunión...?
-Claro. ¿Acaso estás algo enferma? Acaba de invitar a todos los dioses a jugar a
las lanzas. Nada puede hacerle daño gracias a que su madre, Freigga, se lo pidió
a los dioses de los elementos. Está claro que sólo quiere fanfarronear. Si pudiera
partirle su pequeño pescuezo... No importa. Permiso, yo voy pasando...
La diosa, majestuosa y ataviada con galas se alejó contoneando sus caderas, con
una lanza dorada en mano.
La pareja se miró y siguió avanzando hasta que vieron una escena que los dejó
impávidos:
Un mozuelo de no más de 13 años, en el centro de un círculo, siendo atacado por
un montón de adultos con lanzas.
Muchos de ellos gritaban y lanzaban lanza tras lanza, con furia, mientras éstas se
partían o rebotaban al contacto con el cuerpo del muchacho. Este último tenía una
sonrisa insoportable en la cara y animaba a los demás a seguir lanzando.
-Vamos, gente. Sé que quieren probarse a ver si me dañan. Soy invencible, entre
todos los dioses. Nadie podrá dañarme.-Fanfarroneó.
Fue en ese entonces en el que Héctor cayó en cuenta a quien debían buscar. A
pesar de la poca información que poseía, logró entender lo que estaban buscando
-Karime, quien logré hacerle daño a este pequeño, es el clon que debemos llevar
con nosotros. Es aquel que planta la discordia.

***CAPÍTULO 14: “EL SOSPECHOSO”.***


-Imposible. No vamos a esperar a que dañen a un niñato porque queremos salvar
nuestros pescuezos. Creo que sería mucho más inteligente ir y hablar con
aquellos que se vieran sospechosos.
A Héctor se le cayó el alma a los pies. Literalmente había más de mil personas
esperando u observando lo que ocurría alrededor del pequeño niño. Pensar en
eso y en que sus amigos los debían estar esperando y observando, le ponía muy
nervioso.
-Karime, yo...
-Sherlock Holmes, Héctor, debemos ser como él. -Susurró Karime
Héctor la miró con cara de incredulidad.
-Hermosa... estamos en...-No pudo terminar de decir su frase porque una enorme
bola de fuego le pasó chamuscando la cabeza.-¡Maldición!
-Me refiero a que debemos analizar. Hay un perfil de una persona que planta
discordia... una... un...
-¡Traidor!-Gritó Héctor algo emocionado.
Un montón de dioses, ataviados con cascos, lanzas, cuernos, martillos, hachas y
barbas, miraron al en comparación a ellos, enclenque chiquillo.
Él se encendió como un fósforo y se dio vuelta para decirle a Karime con voz muy
viril:
-Así le grité antes de romperle el pescuezo.
Karime se dio una palmada en la frente, mientras los otros dioses asentían y hasta
algunos le daban palmaditas en la espalda que casi lo lanzaron al suelo y le
arrancaron el casco.
Cuando la exhibición de felicitaciones terminó, Karime miró a Héctor con una cara
de "No te creo lo que acabas de hacer" y él se encogió de hombros. Luego la siret
se le acercó y le dijo en un murmullo:
-Si. Exactamente. Es un traidor. Ayúdame a realizar un rápido perfil.
-Un traidor es alguien cuya confianza poseías y que luego rompe, para hacer algo
que te daña o no te beneficia.-Pensó Héctor en voz alta.
-El problema es que el muchachito confía en todos aquí y no tenemos idea de
cómo reconocer a quien va a traicionarlo.-Lo atajó Karime.
Ambos se quedaron en silencio mientras observaban a sus alrededores. Karime
estaba algo agobiada. El cansancio lentamente se estaba apoderando de su
cuerpo y mente, por lo que no sabía cuánto más aguantaría así. A pesar de todo,
ella era una siret- kiu. Ella y sus amigos habían vencido a Drakon. Obvio que
podía identificar a un traidor y llevarlo ante un juzgado.
De pronto, una idea surgió en la cabeza de Karime. Un traidor generalmente era
aquel que no se esperaba. Pero había algunos que sí se esperaban, pero como no
les falla el intelecto, prefieren mantenerse quietos. Como el clásico dicho faguense
decía: "Si hay un ratón muerto, mira al gato". Pero claro, si un gato es astuto no va
a matar al ratón para que no sospechen de él. Pero luego la gente se guiará bajo
el "para que no lo pillen el gato no hará nada porque es el principal sospechoso " y
no sospecharan del gato aunque en el fondo si sospechen de él. Entonces el gato
tendría la vía libre para matar al ratón y decir: "¿Es enserio? Soy el principal
sospechoso y sé que si matara al ratón, todos me mirarían. Jamás tocaría un pelo
del ratón."
-Héctor, tengo una idea. Preguntemos a los dioses quienes son los candidatos
más propensos a traicionar a alguien. Hay que preguntar porque y cuál es su
motivo para hacerlo. ¿Recuerdas la conversación que te conté que tuve con Arcon
el otro día, sobre ese proverbio que dice "Si hay un ratón muerto, mira al gato"?
Esto es lo mismo.
-Eres una genio, Theradam. Aparte de hermosa, eres brillante.
Ella se arregló el cabello rubio y lo miró con una sonrisa atontada.
-Gracias...-Hubo un silencio un tanto incomodo, pero los chicos sintieron que el
mundo era suyo.-Ahora, déjame preguntarle a alguien. Karime tocó el hombro de
un enorme Dios que tomaba vino de una copa que se volvía a llenar sola. Al darse
vuelta, su aliento a alcohol les pegó como una abofeteada en el rostro.
-Disculpa. Estamos haciendo unas apuestas con mi amigo aquí y queremos saber
tu opinión. Si alguien pudiera hacerle daño al pequeño... Balder, ¿quién crees que
sería?
El dios, ya pasado por unos cuantos miles de tragos, trató de enfocar a Karime
con la vista y le dijo:
-Yo abuessssto a Loorrkii.-La abrazó para luego rodear su cuello con el brazo.-
Essse maldito haría todddo pooor hacerr eel mal.
-Muchas gracias.- Dijo Héctor tirando de Karime hacia sí mismo.
Se apartaron un poco de la multitud antes de volver a hablar.
-Primer candidato, Loki. ¿Seguimos preguntando?-Propuso Karime.
-Me parece, diosa mía.- respondió Héctor con galantería.-Una cosa... ¿Tienes
alguna clase de poder aquí?
Era una buena pregunta. Karime intentó formar alguna clase de forma con energía
kiu, pero no pudo. Era cierto, todo habría sido más fácil si hubiera tenido acceso a
sus poderes.
-No. Solo tengo mis habilidades de lucha y mi resistencia.
-Malditos interdimenti....-Gruñó Héctor.-Andando, hermosa.
Esta vez se acercaron a una mujer ataviada con una armadura de color verde
oliva, que esgrimía una enorme lanza en la mano de manera impaciente.
-Disculpe, dama mía.
Ella se dio vuelta con una mirada de fuego en los ojos, que hizo al joven
retroceder un par de pasos.
-Dime.- Habló con su voz profunda y golpeada.
-Mi amiga y yo estamos haciendo apuestas. Ya sabes, cosas de dioses y oro y...-
Karime lo interrumpió con un codazo. La diosa frunció el ceño.-Queríamos saber si
piensas en alguien que quiera hacerle daño real al pequeño Balder. Que... Por
decirlo así, si supiera cómo dañarle, lo haría sin pensarlo dos veces.
-Por Odin, que cosas dicen. ¿Acaso existe un ser tan malévolo como para
desearle la muerte a ese chiquillo?-respondió ella escandalizada.
Las caras de duda de Héctor y Karime fueron mayúsculas. Tanto, que hasta la
diosa, desconcertada, lo notó.
-Si serán ingenuos... Si muere el pequeñito, muere toda la vida de la tierra con él.
Nadie quiere eso.
-Yo creo que Loki sí.-Atinó a decir Karime.-Es tan malo que hasta no dudaría en
querer eso.
La diosa localizó a alguien con la mirada antes de responderles.
-Si, es cierto. El sería capaz. Tampoco logró encontrarlo. ¿Irían a verlo por mí?
Nunca es conveniente dejarlo solo.
Héctor y Karime se miraron antes de responder al unísono:
-Como guste.
-¡Oh ahí está Freigga!-Gritó la diosa con la que hablaban.-Permiso...
Mientras se alejaba, Karime suspiró.
-Ahora hay que encontrar a Loki.
-Hermosa... No creo que eso sea demasiado difícil.-Masculló Héctor apuntando
una pequeña Loma, donde apartado y sentado bajo un árbol casi marchito repleto
de muérdago, se sentaba un hombre de aspecto demasiado sombrío.

***CAPÍTULO 15: "EL MUÉRDAGO, LOKI, KARIME Y HÉCTOR".***

Miraba con ojos oscuros y siniestros lo que ocurría, mientras una sonrisa
inconsciente se dibujaba en sus labios.
-Disculpe, señor Loki.-Dijo Karime.
-¿Quién eres tú?-Preguntó el dios mirándola de arriba a abajo, con desprecio.
Karime y Héctor se lanzaron una mirada desesperada pero la siret fue astuta.
-Soy Thera, la diosa de las Guerreras Desconocidas. Son aquellas que poseen las
almas de los guerreros que tienen miedo y la llenan de valentía. Y el mozo que me
acompaña es Hek, mi lacayo.
Héctor la miró con reproche pero se quedó callado.
-Mira qué extraño, Thera. Jamás había oído hablar de ti.-Dijo mientras adhería
algo verde a la punta de su lanza.
-Somos las Guerreras Desconocidas. Por algo nuestro nombre.-Explicó la siret
con altivez.
-Vaya, interesante.- Guardó silencio durante un momento pero luego volvió a mirar
a Karime.- Y dime, Thera, ¿Qué te trae por aquí?
Karime vaciló por un par de segundos, pero su astucia le dejo ganar a la duda.
-Me pareció interesante verte solo entre tantos de nosotros. Me gustaría averiguar
qué haces.
-Entonces eres una entrometida.-Respondió Loki sin volver a mirarla.
-Perdone, amo Loki. La ama Thera es algo curiosa. Siempre le repite que le
hubiera gustado ser la diosa del conocimiento.-Dijo Héctor sin pensarlo.
-Bueno, Thera. Te voy a compartir un secreto. Lo único que puede dañar al imbécil
de Balder es el muérdago. Pronto le lanzaré esta lanza y lo heriré de muerte.
El corazón de la pareja comenzó a latir demasiado fuerte. Evitaron mirarse entre sí
para no parecer sospechosos pero esa conexión mental que une solo a las
parejas más fuertes, les dijo: "Déjenlo actuar".
-Veamos, entonces. Antes dame una lanza para intentar herirlo yo.-Pidió Karime.
Acto seguido, una lanza de metal negro apareció frente a sus ojos. La siret la tomó
entre las manos y le dijo a Loki y a Héctor:
-Andando.
Se acercaron a la multitud y se abrieron paso a puro codazo, para que Karime
pudiera lanzar su arma.
Balder carcajeaba en el centro mientras las lanzas le rebotaban y caían al suelo,
formando una extensa cama de metal a sus pies.
La joven tomó impulso y con una fuerza sobrehumana, arrojó la lanza hacia el
chiquillo, que con infantil inocencia reía. Pero no río más cuando la lanza de
Karime lo tiró al suelo de lo fuerte que iba.
Varios de los presentes la miraron por unos instantes y susurraron algo, pero
luego se espantaron más cuando vieron que Loki venía detrás de ella. Nadie
volvió a lanzar nada, ni siquiera a decir algo.
Loki, con una mirada desafiante en el rostro apuntó a Balder con su lanza llena de
muérdago y El Niño lo miró de manera burlesca.
-No puedes hacerme nada. Y si pudieras, todo lo vivo moriría conmigo.-Anunció
Balder.
Y con una rapidez intensa, el Dios de la Maldad se localizó justo al lado del niño.
-¿Ah no?
Y acto seguido, le enterró la lanza en el costado.
El muchacho, pálido, se desplomó mientras sangraba y manchaba sus ropajes
café claro. Un grito desencadenó el terror y mientras las diosas más jóvenes
gritaban, la madre del pequeño Balder se acercó, llorando a su hijo.
-¡Maldito! ¿Qué le hiciste a mi hijo?
Loki sonrió.
-Que esto les enseñe una lección de humildad, Dioses. Se creía invencible., pero
el pequeño Balder no sabía que había solo un ser vivo que estaba fuera del trato
que su mamita hizo para protegerlo: El muérdago.
Karime y Héctor se miraron y no lo pensaron más de una vez: Se abalanzaron
sobre Loki.
De ahí en adelante todo fue un torbellino de luces y colores. El hijo de Ándragos y
la Siret no soltaron por nada del mundo al dios que iba a significar su libertad,
mientras giraban sobre ellos mismos una y otra vez.
De pronto, cayeron de lleno en el suelo del juzgado, con un dios inconsciente en
los brazos.
-Ahora, para finalizar, miren lo que está ocurriendo ahí en la otra dimensión.
Se veía a Freigga llorar, mientras todo alrededor se marchitaba y los animales
caían al suelo a plomo, sin vida.
-No puede ser...-murmuró Karime.
Héctor estaba igual. ¿Cómo era posible que los dioses permitieran eso?
Freigga lloraba y besaba a su hijo con una ternura y pasión que conmovió a todos
los que la observaban. Hasta a Mao le causó ganas de llorar.
-Ayúdame, Ma.-Pidió el chiquitito.
Ella solo pudo llorar más fuerte y así pasaron un montón de minutos que
parecieron horas. No hay nada más puro y terrible que el dolor de una madre.
Cuando todo parecía perdido, apareció un dios enorme, vestido completo de
armadura.
-Ese es Odin.-Anunció el Interdimenti Juez.
-Freigga... ninguno de nosotros aguanta verte llorar. Por eso hemos decidido
devolverle la vida a Balder.-Tocó la frente del niño con la punta de su dedo y
automáticamente, todo lo muerto y marchito comenzó a llenarse de vida. El
mozuelo se empezó a retorcer y a sonreír levemente.
-Vaya... Gracias a los dioses... yo... tengo algo que decir.-Anunció el chiquillo.-
Primero que nada quiero avisar que jamás haré alarde de mis cualidades otra vez.
Está mal. Y en segundo lugar, quiero hablar respecto al muérdago. Como dios de
la primavera, te condeno, muérdago, a vivir como parásito de otras plantas, como
castigo a herir a tu dios. Y en segundo lugar... te bendigo con el poder de hacer
que todo aquel que se bese con un ser querido bajo tus hojas, posea una relación
de amor puro y verdadero hasta el fin de sus días.
Los dioses aplaudieron y acto seguido, se cerró la burbuja.
Karime y Héctor se miraron, aliviados y se abrazaron con ternura. Ya estaban a
salvo y habían cumplido su misión.

***CAPÍTULO 16: "MISIÓN CUMPLIDA".***


-Conque ese es el origen de la leyenda del muérdago...-susurró Eric.-Interesante.
-¿La leyenda del muerde qué?-Preguntó Arcon con curiosidad.
-Hay una leyenda en la tierra que dice que si besas a tu pareja debajo de hojas de
muérdago, la relación será para siempre. Es algo de la tierra.-Explicó Eric.
Arcon resopló con incredulidad y volvió a mirar a la siret y su esposo.
El juez chasqueó los dedos y un par de seres similares a caballos, pero con alas,
cogieron al supuesto clon de Mawk. Cuando sus morros tocaron al dios, este se
volvió una esfera blanca de luz que quedó suspendida en el aire por unos
segundos, antes de salir volando hacia el juez.
-Nuestro líder Mawk adoraba la navidad. En múltiples dimensiones navideñas
esconde partes de sí mismo.
-Si, ya nos dimos cuenta que ama la navidad.-Susurró Mao con sarcasmo y aún
aturdido.
-¿Quienes siguen? -Preguntó Eric.
Hubo un silencio en la sala antes de que el juez siguiera hablando. Se escuchó un
unánime zumbido antes de que el juez prosiguiera.
-Mao Batay.-Gritó el dueño del nombre.-Es mi turno. El enano y el reyecito van
juntos. Iré yo solo, como soldado valeroso que soy, a buscar el maldito clon de
ese...
-No irá a ninguna parte, Mao Batay.-Interrumpió uno de los espectadores.-
Aturdido como está no puede siquiera viajar a otra habitación.
-Gracias a ustedes aturdido, desgraciados.-Gruñó el cavilar.
Arcón le pegó un codazo para silenciarlo, porque Mao ya había vuelto a abrir la
boca para seguir quejándose.
-Entonces por descarte vamos Arcón y yo, ¿No?-Preguntó Eric, quien al ver el
gesto afirmativo del juez, prosiguió.- Eso sí, me gustaría que me dijeran a dónde
vamos.
Los interdimenti guardaron silencio mientras una luz, similar a la que había
cubierto a Héctor y Karime antes de partir, cubrió a Arcón y a Eric. Al desaparecer,
estaban vestidos como exploradores del ártico. Con enormes abrigos de piel,
botas peludas e impermeables y una mochila en la espalda.
-Quizás tus vestiduras respondan a dónde vas a ir, Eric Barón. A quienes debes
buscar son aquel que trajo la felicidad y al que guía. Buena suerte, sus
majestades.
Entonces, la luz que los iba a transportar volvió a aparecer y los mandó lejos. Muy
lejos de ahí.
-Espero que a sus amigos les vaya bien. Han ido al lugar de ensueño de muchos
cuando fueron niños. Pero ahora está distinto.-Explicó el juez.
-¿Qué quiere decir?-Preguntó Karime.
-Acaban de ir a la fábrica de Santa Clos. El ser mítico que le llevó felicidad y risas
a millones de niños alrededor de todo el mundo. Pero el sentido familiar de la
Navidad y la codicia humana poco a poco reemplazaron el trabajo de Santa Clos.
Los niños cada vez querían más regalos, así que sus padres comenzaron a
comprarles regalos cada día más caros, que dejaban obsoletos los regalos
rústicos y simples, pero llenos de amor de Santa Clos.
Así fue como hace casi trescientos años Santa Clos dejó de repartir juguetes. Así
que imaginaran como está su fábrica a estas alturas.
Héctor quedó boquiabierto. ¿Santa Clos era real? ¿Después de tantos años?
Claro que al ser el único en la habitación que había crecido con las figuritas de
Santa Clos cada Navidad y le había escrito cartas hasta los siete años, era el más
impresionado.
-¿Santa Clos es... real?-preguntó el terrícola, impactado por la revelación.
El juez guardó silencio e hizo aparecer la burbuja que permitía al juzgado ver lo
que ocurría en la otra dimensión, donde Arcón y Eric recién se estaban
despertando, en medio de una tormenta de nieve.

***CAPÍTULO 17: "POLO NORTE".***


Eric escucho el sonido del viento. Frío. Sintió nieve entre sus manos. Húmeda.
Sintió copos de nieve cayendo sobre sus pestañas, gélidos.
Cuando recién comenzó a recuperar la conciencia, cayó en cuenta de que la
última vez que había estado en la tierra y se había transportado a Fagho, había
sido así Sobre la nieve y de ojos cerrados.
No podía ser... Tenía que estar en alguna parte Nevada, no podía haber vuelto a
la tierra... Eso no podía ser un simple sueño cruel que había tenido gracias a sus
enormes ganas de ver a sus amigos en Fagho...
-Eric idiota, después duermes.-Refunfuñó el rey de Ándragos.
El corazón de Eric salto dos metros dentro de su pecho antes de él abrir los ojos.
Gracias al cielo.
-Dioses... Hace mucho frío.-Dijo Eric luego de ponerse en pie.
Alrededor de ellos una masiva tormenta de nieve tomaba lugar. El viento rugía sin
piedad y la cortina blanca les cegaba los ojos.
-¿Dónde rayos estamos?-Preguntó Arcón mientras se sacudía la nieve de los
hombros y se bajaba unas antiparras venían junto a su traje de invierno.
-No lo sé, Arcón. Ni siquiera sé a dónde debemos ir.-Respondió Eric algo
angustiado.-¿Interdimentis, no nos quieren pegar una ayudita?-Gritó Eric al aire
sin dirigirse a nadie en particular.
Arcón suspiró sin muchas esperanzas de que algo ocurriera pero de pronto, a lo
lejos se prendió una luz intensa, titilante y llena de distinto colores.
-Nuestras oraciones han sido escuchadas, Ásteris. Andando.
Los dos chicos se colocaron los gorros y se pusieron en marcha.
A medida que iban avanzando y la nieve les golpeaba el rostro, pudieron ir viendo
con más definición la forma de una enorme fábrica, que parecía hecha de dulces,
repleta de luces de Navidad.
-No me digas que esto es...-Murmuró Eric
-¿Es que?-Preguntó Arcón pensando en que era otra fábrica más como las que
había en la tierra.
-No sé. Solo sé que esto se parece demasiado a las clásicas imágenes de la
fábrica de Santa que hay en los dibujos animados de cuando uno era pequeño.
-Disculpa, Señor terrícola, pero yo no me crié con la Navidad y no tengo la menor
idea de que es esto de la fábrica de Santa.-Dijo Arcón sin darle mayor importancia.
-Se supone que es donde Santa fábrica sus juguetes para luego repartirlos entre
los niños.-Explicó Eric. Al ver la cara de pasividad inexpresiva de Arcón, añadió.-
En la tierra no es normal que alguien fabrique juguetes gratis, con mano obrera el
finca y que luego se repartan todos en una noche.
-Enano... No tienes que repetirme que en la tierra no hay magia. He estado yendo
y viniendo desde que te conocí.-
En la boca de Eric se formó una sonrisa nostálgica
-Hace muchos años nadie me llamaba así. "Enano".
-Es que hace muchos años no veías a las personas más importantes de tu vida,
so idiota...-Dijo Arcón con la voz quebrada.-Ni siquiera intentaste buscarnos...
Nada.
A Eric, el peso de la culpa y de cargo de conciencia le cayó todo de una.
-Yo... Estos años he estado muy mal... Ya sabes, por el tema de Marell y...
-No es necesario que me expliques, Eric. Ya pasó y volvemos a estar juntos.
Ahora o que me interesa es saber de ti. Que me pongas al tanto de todo lo que ha
ocurrido en estos años que no nos hemos visto. Queda un buen trecho hasta la
fábrica de Santa, así que podemos hablar bien.
Eric sonrió, se puso frente a su amigo y lo abrazó.
-He esperado tanto por esto...
Un rato más tarde los chicos charlaban alegres.
Por el lado de Arcón, estaba casado. Felizmente casado con Iriden.
También seguía siendo el rey de Ándragos y decía que ya se había acostumbrado
a esa forma de vivir. Vivía muy feliz.
Eric le contó que estudiaba en Boston y que tenía un par de buenos amigos. Arcon
trató de sonsacarle que le gustaba Amy, pero una buena bola de nieve lo calló.
También le contó que jugaba básquet bol y Arcon quedó flipando y hablaron del
básquet hasta que llegaron a la puerta de la fábrica.
-Vaya, está hecha de galleta...-Murmuró Arcon.
-Sí. Depende de la versión que conozcas es el material de su fábrica. Aunque se
ve algo desolada... ¿No crees?
Era cierto. Algunas partes del glaseado decorativo se estaban cayendo.
Eric tocó un gran timbre hecho con un dulce de menta y sonó una campanada que
hizo eco en todo el lugar.
Más nadie respondió.
-Ya tocamos el timbre, abramos.-Lo apuró Arcon empujando una de las puertas de
galleta de jengibre.
Eric no tuvo más opción que ayudarlo. Pero no estaba preparado para ver lo que
había dentro.
La recepción, que parecía la de un hotel, estaba llena de polvo y repleta de
carámbanos de hielo. Algunos adornos se habían caído y la enorme lámpara de
caramelos que parecían diamantes, se estaba descolgando.
-Madre Santa... imaginé que esto sería algo más... feliz.-Exclamó Arcon
-Yo igual, Arcon. Yo igual.

***CAPÍTULO 18: “LOS HABITANTES DE LA FÁBRICA DE SANTA”.***


Recorrieron un poco el vestíbulo antes de seguir. Un enorme dispensador de
cartas como las que hay en las recepciones de los edificios, se disponía detrás de
un mesón. Repleto, cada vez llegaban y se amontonaban más cartas, qué se
caían en el suelo, alfombrándolo de papel. A través de unos tubos de vidrio de
colores, llenos de polvo llegaban cada vez más cartas. Era un espectáculo muy
triste.
"Recepción" Se leía en inglés.
Arcon lo leyó en alfabeto faguense.
-¿Que ocurrió aquí?-Preguntó Arcon.- Dime que esto no es parte de la leyenda.
Porque si no, serían dos mil puntos menos a la tierra por retorcida y macabra.
-No. De hecho es por eso que impacta tanto.-Respondió Eric al tiempo que
recogía una carta del suelo.
"Para Santa, de Jacinta. Polo norte"
Eric la abrió con sumo cuidado. Parecía bastante antigua.
"Querido Santa:
Soy Jacinta y te escribo desde Colombia para pedirte un carro para mí y mi
hermana. Te dejo un dibujo por si no sabes cómo lo quiero.
Besos y abrazos"
-Estas son cartas para Santa. ¿Por qué no las lee?-preguntó Eric al aire.-
Andando, Arcon. Y presta atención a todo, porque aquí hay algo muy raro que no
me explico.
-Yo tampoco. Además las cartas siguen llegando, ¿No? Alguien en alguna parte
debe estar haciendo esos tubos funcionar. Si no, no estarían llegando cartas.
-Cierto. Primero hagamos un reconocimiento de terreno y luego vamos a descubrir
si alguien sigue merodeando por aquí.
Se pusieron en marcha después de que Eric hubiera dicho eso.
Cada paso que daban era lamentable. Parecía la escenografía de una película de
terror, de un parque de atracciones que le da demasiado énfasis a sus juegos.
Había lienzos que retrataban niños felices y elfos sonrientes que se caían de sus
marcos, como había unos pequeños trenecitos descarrilados, repletos de regalos
polvorientos y congelados.
-Seguro los usaban para trans...
Un sonido de pisadas apresuradas interrumpió a Arcon.
-¿Oíste eso?-Preguntó Eric mientras intentaba expandir los sentidos, más no
pudo.
-Sí. Hay algo por aquí.
En ese momento, sonó como si alguien estuviera arrastrando un montón de
campanitas por el suelo. Se detuvo unos instantes y luego echó a correr.
-¡Síguelo!
Ambos muchachos se lanzaron a la carrera siguiendo a ciegas las campanitas que
corrían delante de ellos. El hielo bajo sus pies lo hacía más difícil y el eco que
causaban era aún más aterrador, pero valía la pena porque cada vez se iban
acercando más al origen del sonido.
-¡Ahí Está! -Gritó Arcon al ver la borla de un gorro doblar en una esquina.
Eric apresuró el pasó para alcanzar a coger al pequeño ser con gorro y se
adelantó a Arcon. Pero no se esperaba el enorme bloque de hielo, con una
apertura del tamaño de un niño de 4 años en el centro, que le bloqueó el paso.
-¡Demonios!-Gritó al estrellarse de lleno con el transparente material.
Arcon tampoco pudo detenerse a tiempo y gritó una palabrota algo más densa que
la de Eric al golpearse la nariz con el obstáculo.
-Maldición...-dijo Eric entre dientes.
Pero luego se acercó a la muralla de hielo para ver por la apertura que era lo que
había al otro lado.
-Eric, te acabas de dar un tremendo porrazo. ¿No quieres descansar?
Eric no contestó.
-¿Eric?
-Arcon, cállate. Debes venir a ver esto.
Arcon chistó y se acuclilló junto a su amigo. ¿Qué era lo que quería que viera, si
toda a esa fábrica estaba vieja y abandonada?
O al menos eso pensó hasta cuando decidió escuchar a Eric y no pudo darle
crédito a sus ojos.
Al otro lado, iluminados por un millar de luces de navidad que colgaban del techo y
paredes, se alzaban miles de pequeños hombrecitos y mujercitas con las orejas
puntiagudas.
Tenían casas repartidas a lo largo de todo lo que parecía ser una enorme sala de
maquinaria de producción, haciendo uso de toda la extensión de esta última.
Y en el centro, todos los hombrecitos, o mejor dicho, elfos, se reunían a la luz de
una precaria antorcha, para mirar a los dos nuevos intrusos.

***CAPÍTULO 19: "LA VERDAD SOBRE LA FÁBRICA".***

-¿Quiénes son esos, Eric?-Susurró Arcon con mucho sigilo


-Creo que son elfos... ayudan a Santa a hacer regalos y a mantener la fabrica.-
Respondió el kiu.
Los extraños hombrecitos seguían mirando mientras algunos de ellos
cuchicheaban en voz muy baja.
Al ver Arcon que ninguno de los dos grupos pensaba hablar, atino a presentarse.
-Buenas noches, mis señores. Mi nombre es Arcon y el de mi amigo corresponde
a de Eric. Venimos aquí en busca de dos seres que podrían ayudarnos a resolver
un problema. Sin embargo tenemos la duda de que fue lo que ocurrió aquí. En mi
mente este era un lugar repleto de paz y felicidad... pero esto nos parece todo lo
contrario.
Apenas Arcon hubo terminado de hablar, la apertura por la cual miraban se
ensanchó a su altura, invitándolos de manera implícita a pasar.
Ninguno de los muchachos habló mientras ingresaban a la habitación, siendo
mirados por un millar de ojitos.
-Bienvenidos sean, Arcon y Eric.-Dijo una vocecita cuyo origen no pudieron
identificar.
Mientras miraban a sus alrededores, un pequeño elfo encorvado y apoyado en un
bastón y con una barba que llegaba hasta el suelo, salió desde la multitud.
-Mi nombre es Twindy. Soy el líder de los elfos del polo norte. ¿Cómo puedo
ayudarlos?
-Yo... este... estamos buscando a dos seres.-anunció Eric.-Al parecer se
encuentran aquí. No sabemos de quienes se trata, pero si sabemos que son aquel
que guía y el que trae la felicidad. Si los encontramos podremos... salvar a unos
amigos que necesitan de su ayuda.
-Los ayudaremos.-respondió Twindy.-Y ni me mires así, Cindy, porque sabes que
ni tenemos nada mejor que hacer que ayudar a estos caballeros.
-¿No deberían estar haciendo juguetes?-Preguntó Arcon sin mínima
consideración.
Un grito de horror general inundó la sala, seguidos de comentarios como
"Desubicado" "No los ayudemos" "No tienen idea"
-Gente, tranquila. Los caballeros no tienen idea de lo que pasó.
-¿Qué pasó? No sabemos nada, como bien dicen.-Reafirmó Arcon
-Es una larga historia, que comienza alrededor de trescientos años atrás. ¿Están
dispuestos a escuchar?-Los muchachos asistieron y el elfo prosiguió.-La fábrica
de santa ha estado operante desde que la humanidad comenzó a asentarse en
grupos.
"Siempre hemos recibido cartas y peticiones de regalos y los hemos
manufacturado todos y cada uno de ellos, según el niño o niña lo deseaba.
Miles de generaciones de elfos y niños vivieron la magia de lo que era crear y
recibir juguetes cada navidad. Lógicamente trabajábamos todo el año para la
noche de Navidad.
Santa siempre fue el más feliz con todo esto. A pesar de que le tocaba leer y
clasificar miles de cartas y a sus remitentes, siempre era feliz con su trabajo. Vivía
por noche buena. Vivía para salir a comer galletas y leche, por montar en su trineo
y repartir felicidad a velocidad supersónica.
Pero por alguna razón, hace algunos cientos de años, los niños que recibían los
regalos de santa, nunca... los agradecieron realmente. A pesar de ser algo simple
y básico, los niños ya no estaban siendo felices con nuestros juguetes.
Y no muchos lo saben, pero la fabrica no funciona impulsada por algún tipo de
combustible humano, si no que por la felicidad que provocan los regalos en los
niños.
Esta fue gradualmente disminuyendo y la fábrica entrenando en inoperancia.
Primero fue el sector de regalos comestibles, luego el de crianza de animales y
finalmente el de juguetes.
Así, en el sigo 18, la fabrica murió.
-¿Y por qué ocurrió esto?-Preguntó Eric horrorizado.
-Tampoco lo entendimos en un principio, pero resultó ser que los padres cada vez
le compraban más regalos a los niños. Al final a los niños no les estaba
importando el sentimiento del regalo, si no la cantidad. La felicidad se repartía en
muchos regalos y no se depositaba solo en uno, como sucedía en otros tiempos.
La codicia humana significó nuestra ruina.

***CAPÍTULO 20: “¡RENOS!”.***


Hubo un silencio muy incómodo en toda la habitación, mientras algunos
duendecillos negaban con las cabezas o algunos más emocionales, se ponían a
llorar.
-Desde aquel fatídico día, no hemos vuelto a funcionar como fábrica. Nos
asentamos aquí, en la zona de autos y carrocería, la más grande del edificio e
hicimos nuestra comunidad.
A Eric le causó mucha pena enterarse de esto, porque era cierto. Él mismo como
niño había menospreciado regalos, o había querido más. Le entraban unas ganas
tremendas de ayudar a los elfos... y en esos mismos instantes, se estaba
partiendo los sesos en busca de alguna solución a su problema.
-Lo siento mucho, Twindy. Imagino cuan significativa es esta pérdida para
ustedes. Si hubiera una manera de ayudarlos, ustedes solo deben decirnos y
nosotros estaremos ahí.
-Bien... ahora síganme. Creo saber de quienes habla la frase que me dijeron.
Los chicos se miraron y se pusieron en marcha.
Durante un buen tramo, caminaron sin decir nada y solo absorbiendo el abandono
y la soledad que emanaban los pasillos de la fábrica. Eran todos muy similares,
repleto de cuadros, ornamentos y luces a mal traer.
Un rato después, salieron a la intemperie por una puerta que pasaba demasiado
desapercibida.
-Las reneras se encuentran detrás de esto. Debemos caminar un poco por el
antiguo pueblo y luego llegaremos.-Explicó el elfo.
Al abrir la puerta, los muchachos vieron un espectáculo aún más triste que la
fábrica. Una villa de casitas hermosas, con un lago congelado al lado de un
enorme árbol de Navidad, lleno de bastones de dulce y alumbrado navideño,
moría y se destruía con el paso del tiempo y los elementos.
-¿Por qué rayos no viven aquí? -Preguntó Arcon impactado por lo que veía. Eso
definitivamente era un gasto mayúsculo.-Se están hacinando en esa fábrica
teniendo este maravilloso pueblecito aquí afuera. ¿Qué sucede con ustedes?
-La villa también funciona con el suministro que les mencioné hace un rato. Lo
cierto es que tenemos un suministro de felicidad para hacer funcionar la fábrica
media navidad más. Pero nuestros renos necesitan mantenerse a ciertas
temperaturas y con luz constante, y los invernaderos produciendo comida, así que
preferimos no utilizarla en un gasto tan grande como significaría el pueblo.
Arcon se sintió avergonzado y pidió perdón luego de eso. Decidió no volver a
cuestionar los métodos de los elfos, porque al parecer todos tenían una muy
buena razón.
Eric seguía pensando en cómo ayudar a los elfos. Esto parecía una película de
navidad del típico "¡Salvemos la navidad!". Eric nunca pensó que estaría en esa
exacta situación. Lo único que sabía hasta ahora, era que había suministro para
medio año de producción de juguetes. Eso era lo que tenía mente y lo que de
manera clara, debía utilizar para efectuar cualquier plan.
Eric y Arcon estaban tan ensimismados, que no se dieron cuenta al momento de
llegar a una larga construcción de madera de pino.
El elfo abrió una puertecita pequeña y por dentro, abrió otra más grande para que
los jóvenes pudieran pasar.
-Bienvenidos a las reneras del Polo Norte.
Los chicos ingresaron a una cálida estancia, que era más acogedora que toda la
fábrica. Y desde sus cubículos, unos renos los miraban con sus enormes ojos
negros, curiosos, llenos de ganas de salir al exterior y correr.
-Estos son nuestros renos. Son buenos chicos. Aunque andan un poco
impacientes porque no han podido salir a volar gracias a esta tormenta de nieve.
Peero... estamos aquí por este muchachito.-Dijo Twindy apuntando a uno de los
renos.
Los chicos se acercaron y... ¡Era Rodolfo! ¡El reno de la nariz roja y brillante!
-¿E-ste es Rodolfo? ¿Como el de la canción?-preguntó Eric.
-El mismo.-Respondió Twindy.-Y él, mis señores, es el que guía.

***CAPÍTULO 21: "SANTA".***

-¿E-ste es Rodolfo? ¿Como el de la canción?-preguntó Eric.


-El mismo.-Respondió Twindy.-Y él, mis señores, es el que guía.
-¡Claro! ¡Como no lo pensé antes!-exclamó Eric dándose una palmada en la
frente.-Rodolfo por definición es el que guía el trineo de Santa Clos con su nariz
roja y brillante.
-Fantástico. Ahora debemos averiguar cómo llevarlo a ese juzgado de los
interdimenti.-Dijo Arcon
-Karime y Héctor solo tuvieron que tocar a Loki para irse...
-¿Se quieren llevar a Rodolfo?-Interrumpió Twindy.-Porque si es así... no pueden.
A Eric se le vino el alma a los pies. Recurriría a una pequeña mentira blanca,
porque era o ese reno, o las vidas de sus amigos.
-No, no, es un decir. "Llevar" en los jóvenes de hoy, significa tocar.-explicó Eric de
manera muy poco convincente.
Twindy los miró un rato y accedió.
-Entonces adelante, son libres de "llevar" a Rodolfo.
El reno los miraba con desconfianza mientras ellos se iban acercando.
Los chicos se miraron antes de tocarlo y cuando lo hicieron...
Una luz entre los cuernos de Rodolfo iluminó toda la habitación
Twindy retrocedió y con sus ojillos de viejo miraba todo.
La luz subió hasta la altura de las cabezas de los muchachos, para luego
descender y meterse en un bolsillo de la chaqueta de Arcon.
-¿Que acaban de...?-Preguntó el elfo sin poder terminar su oración.
-Rodolfo... tenía algo que buscábamos.-Dijo Eric sin dar más explicación-Nos
puede ayudar a salvar a unos amigos.
Twindy asintió, incrédulo.
-Ahora iremos a ver a Santa. Solo puedo pensar en él al escuchar la frase "el que
trae la felicidad". Eso sí, debo advertirles que quizás no va a ser lo que ustedes
esperan. Porque ya imaginarán que tantos cientos de años inoperante... lo han
cambiado anímicamente. No le hablen sobre los días dorados de la navidad y sólo
hagan lo que vinieron a hacer.
Los chicos asistieron y se pusieron en camino.
Esta vez recorrieron un par de pasos para llegar a la casa más grande de todas.
A diferencia de las demás, estaba limpia y a bien traer. Se notaba que alguien aún
vivía ahí.
Por dentro se veían las luces prendidas así que se confirmaron las sospechas de
los chicos de que alguien vivía ahí.
Twindy se acercó a la puerta y dio tres golpecitos con su pequeña mano. Alguien
abrió enseguida y Eric pudo reconocerla de inmediato: la señora Clos.
-Buenas noches Twindy, ¿que se te ofrece?
-Estos jóvenes buscan hablar con Santa un momento.
-¡Oh si! ¡Pasen! Justo estaba horneando galletas.
Los chicos pasaron y sentaron en un hermoso sillón de color rojo.
Frente a ellos había una chimenea ardiendo junto a un hermoso árbol de navidad.
-Bienvenidos a nuestra casa... ¿Cuáles son sus nombres?
Ambos chicos se pararon
-Arcon y Eric.-Dijo el último.
-Es un gusto tenerlos aquí. Tengan, sírvanse.
Le iré a decir a Santa que están aquí.
Los chicos cogieron algunas galletas y las mordisquearon con mucho entusiasmo.
-Recuerden lo que les dije.-Les recordó Twindy.
Eric siguió pensando por mientras qué hacer para salvar ese lugar.
Lo que necesitaban era alegría de niños, pero los niños no sabían lo importante
que era eso...
Un momento ¿Y si Santa se los hacía saber? ¿Y si le adjuntaban una carta
explicándole a los niños lo importante que era que le dedicaran atención al
juguete? Eso era. Eso era.
-Twindy... ya sé como...
Pero Eric no pudo terminar la oración porque el mítico Santa Clos miraba desde la
puerta, con ojos de curiosidad y melancolía.

***CAPÍTULO 22: "¡EL PLAN DE ERIC!”***

-Dios santo, Dios santo.-gritó Eric en silencio.


No se lo podía creer. Después de tantos creyendo en él... después de tantas
navidades viendo su imagen en tantas decoraciones... ¡Lo conocía por fin! No lo
podía creer.
Eric debía ser el único terrícola que conocía a Santa Clos en persona y eso lo
hacía sentir super afortunado.
-¡Buenas noches, Santa!-Dijo Eric con una sonrisa enorme en la cara.-Mi nombre
es Eric Barón y mi amigo aquí, es Arcon Ásteris. Fui un fiel seguidor desde muy
pequeño.
-Un gusto conocerlos, muchachos.-Habló el viejo por primera vez.
Tenía una enorme barba blanca que le llegaba a la altura del ombligo, a juego con
su cuidada cabellera de plata. Era gordo y enorme, por lo que se veía aún más
tierno llevando un sweater de navidad.
-El gusto es nuestro, señor.-Dijo Arcon.
-¿Que les trae por aquí? Es inusual que tengamos visitas y más si son humanos.
-Venimos a buscar algo que usted puede tener, Santa. Pero luego entro en
detalles.-Explicó Eric.-Creo que he ideado una manera en la que su fábrica y villa
podrían volver a funcionar. ¿Cuantos días quedan para navidad?
Santa y su mujer se miraron un par de segundos, incrédulos. Luego miraron a
Twindy y este se encogió de hombros.
-Tres días. No queda nada.-Respondió Santa.
-¿Que planeas, Eric?-Susurró Arcon a su oído.
-Solo escucha, amigo.-Respondió en el mismo tono, el cual subió para seguir
hablando a Santa.-Tengo entendido que la fábrica funciona a base de la felicidad
que crean los juguetes.
-Así es. Lamentablemente los niños ya no están jugando con los juguetes
fabricados aquí en el polo norte, así que nada funciona como antes. Tenemos una
reserva que serviría para trabajar medio año pero... bah. No tiene caso. Hace
tanto que estas viejas máquinas no echan a andar...
-¿Añora mucho volver a vivir las navidades de antes?-le preguntó Arcon mirando
de reojo a Twindy.
-Muchísimo. Limpio el trineo todas las semanas, mantengo el traje limpio y he
estado haciendo juguetes desde que la fábrica cerró, de manera diaria. No podría
añorar más el volver a estar en el cielo, con mis renos, repartiendo regalos.
-Fantástico. Entonces estamos listos con mi plan.-Anunció Eric. - Con la energía
que aún le queda a la fábrica, deben empaquetar todos los juguetes que santa
hizo. Una pregunta ¿Cuantos ha hecho y como los ha hecho?
-He leído cartas todos los años y he hecho lo que cada uno de esos niños quería.
Tengo para repartir al menos dos por crío, en este momento. -Respondió Santa.
-Entonces usted lo que va a hacer, es escribir una carta que adjuntará a cada
regalo advirtiendo a los niños de lo que podría pasar si no quieren lo suficiente a
sus juguetes. Bastará, créame.
Santa miró a su esposa y ella se encogió de hombros.
-¿Twindy? ¿Cuán probable es que esto funcione?-Preguntó Santa.
-Es una apuesta, todo o nada, Señor. Podemos minimizar el uso de energía para
que quede para su casa y las reneras, pero si no funciona, habremos perdido todo
el trabajo y el material.
Eso sí, conociendo a los niños, harían todo por usted.
-Entonces, Eric Barón, ocuparé tu idea. Twindy, comunícale a los elfos que es
hora de ponerse manos a la obra.
Eric sonrió. Estaba salvando la navidad.

***CAPÍTULO 23: "LA DESPEDIDA DE SANTA".***


El mismo fue a poner en marcha las máquinas de empaquetado, mientras los
elfos, convocados por Twindy, comenzaban a llegar.
También sacó a Rodolfo y ató a él un enorme trineo repleto de los juguetes que
había estado haciendo los últimos trescientos años.
La señora Clos fue a lavar y remendar el traje de Santa, para tenerlo listo y
brillante para el gran día.
Y por su lado, Eric y Arcon se limitaban a hacer sombra de santa fuera donde
fuera. Lo siguieron mientras prendía las máquinas, lo ayudaron a cargar los
regalos y a lavar su trineo.
Luego, la Señora Clos los invitó a disfrutar de una exquisita merienda con galletas
recién horneadas y leche tibia.
Mientras comían, Arcon le preguntó a Eric:
-Amigo, llevamos bastantes horas aquí, no creo apropiado hacer esperar aún más
a los chicos. Llevan esperando en ese juzgado aterrador nuestro regreso por
bastante tiempo. ¿Crees que es mejor volver?
Eric miró con tristeza como su galleta en forma de reno se disolvía en la leche. No
quería irse de ahí. Se sentía cómodo y feliz ayudando a Santa y recibiendo las
atenciones de la Señora Clos.
-Arcon, sinceramente no me quiero ir...-Pero se detuvo al darse cuenta de que era
muy egoísta de su parte hacer eso.- Si, tienes razón
Pero... debemos ir a buscar a Santa. Él tiene algo que necesitamos.
-Y debemos despedirnos.-Agregó Arcon.
Los chicos caminaron hasta la sala donde miles de elfos empaquetaban miles de
juguetes. Era increíble ver como lo hacían. Había alrededor de tres zonas
principales. La primera era una enorme colección de cajas de distintos tamaños,
donde seleccionaban una para el juguete. La siguiente estación era una especie
de trompa que succionaba los regalos y luego los devolvía empaquetados con
hermosos papeles y pomposas cintas. Finalmente, en otra estación, un montón de
elfos añadía a cada regalo, atada de un lazo, la carta que explicaba la petición de
santa.
Este último vigilaba triunfante como todo salía a pedir de boca, mientras los chicos
se acercaban.
-Esta es una buenísima idea Eric. Estoy seguro de que va a funcionar.-Dijo el
hombre muy animado.-Ten por seguro que recibirás ese traje de astronauta que
pediste tantos años atrás.
Eric sonrió mientras miraba a Arcon.
-Santa... de todas formas Eric y Yo ya nos vamos. Nuestros amigos deben estar
preocupados y nosotros aquí, disfrutando la vida navideña...-Musitó el rey.-
Veíamos a despedirnos.
Santa los miró con una infinita ternura y los abrazó con un apretón de oso.
-Muchas gracias muchachos. Jamás olvidaré lo que hicieron por mí.
En ese instante, una luz salió del pecho de santa e ingresó en el bolsillo de Eric,
para después explotar en medio de una blancura infinita.

Al abrir los ojos otra vez, los chicos se encontraron rodeados de las criaturas
aterradoras que eran los interdimenti. Un escalofrío recorrió la espalda de Eric,
que abrió su bolsillo para dejar escapar la esfera de luz. Arcon lo imitó y ambas se
juntaron para ir a caer a las manos del juez.
-Buen trabajo, Eric Barón. Buen trabajo, Arcon Ásteris. Si no lo sabían, los
mandamos a la dimensión de la tierra donde Eric vive. Así que literalmente
salvaron la navidad.
Los chicos se miraron entre si y sonrieron, triunfantes.
-¿Ahora nos dejará ir?-Preguntó Karime con voz de hastío.
-Si, pero primero debemos ver que es lo que dice nuestro líder.
Mao, que estaba durmiendo de lo mejor, tumbado en el suelo, lanzó un ronquido
que le significó una patada de Karime en las costillas.
-¡Maldición, Karime!-masculló el cávilar. Pero cuando se dio cuenta de que Arcon
y Eric habían vuelto y de que todos los interdimenti lo miraban, se puso en pie y
guardó silencio.
El juez puso a levitar todas las motas de luz al frente suyo. Susurró unas palabras
en un idioma que ningún humano supo entender y acto seguido, las tres bolas de
luz se unieron en una.
Pero lo que dejó a todos sin habla, fue un grito desgarrador que rompió el silencio
del juzgado, apenas esto pasó.

***CAPÍTULO 24: "LO ÚLTIMO".***


La luz comenzó a tomar una forma definida, la cual, Eric pudo reconocer de
manera fácil: Era el extraño felino bípedo de Mawk, pero gritaba como si estuviera
agonizando, lo que aterro a los cinco humanos que había en la habitación.
-¿Estará bien?-Susurró Karime algo preocupada
-No lo sé- Respondió Héctor abrazándola.-Esperemos que si, ya que él es nuestro
boleto de salida definitivo de este lugar.
Poco a poco a luz fue descendiendo y aminorando su intensidad, para luego
revelar a la bizarra criatura que era Mawk.
-¡Aaaaahhhhh! Cómo odio las resurrecciones... Me dejan el cuerpo todo
agarrotado y tieso. Sinceramente preferiría seguir muerto.-Nadie le respondió, así
que en vista de eso, prosiguió.-¿Qué tenemos aquí? Vaya, vaya... Si son los
Guerreros de Fagho que literalmente me apuñalaron por la espalda.
Una mujer hecha de plantas se acercó con una bata de terciopelo y se la puso en
los hombros. El líder interdimenti cerró su bata y se encaminó hacia los
muchachos, que se habían agrupado unos contra otros.
-Y yo que pensaba que tendría diversión sana con ustedes... Terminé muerto. Qué
irónico.
-Tú te lo buscaste, maldito.- Alegó Mao como excusándose.
-Cállate Mao, no empeores esto.-Gruñó Arcon.
Mawk giró la cabeza para mirar al juez y él asintió.
-Según Yersa, ya cumplieron su condena, ¿No? Y de hecho hicieron más. Eric y
Arcon revivieron la Navidad. Karime y Héctor se deshicieron del malvado Dios
Loki. Y Mao... No hizo nada porque estaba aturdido.-Dijo Mawk.
-¡Hey!- Reclamó este último.
-Por eso quiero premiarlos. Con regalos útiles. Los he observado desde que Eric
llegó a Fagho por primera vez. Los he visto a todos ustedes crecer, madurar y
hacerse más fuertes. Sé que es a lo que apunta cada uno de ustedes.
-Pausa. Después de que te... Matamos... ¿Nos harás regalos?-Preguntó Héctor,
incrédulo.
-Jijiji, yo ya les dije... Soy su mayor fan. Considérenlo un regalo de un fanático.
-Espera, Mawk. Antes de darnos tus... "Regalos", explícanos porque nos raptaste.-
Demandó Eric.
-Bah, que complicado eres. No es nada. Literalmente era porque quería verlos
como personajes de cuentos de Navidad para divertirme un rato y nada más.
Todos los chicos fruncieron el ceño a forma de decir: ¿Es una broma, cierto?
-Ya. Ahora que señor quisquilloso no tiene nada más que preguntar, puedo
entregarles sus regalos.
De una puerta que había a un costado de la depresión del juzgado, salieron cinco
mayordomos con astas de alce, con cinco bandejas plateadas cada uno.
Mawk cogió el primero y se acercó a Arcon.
-Ven.-El chico hizo caso.- Sé que eres un rey y todos los reyes necesitan
descanso. Esta es una brújula especial que te guiara al mejor lugar para
descansar. Nadie más que tú lo va a encontrar, gracias a esta brújula.
Arcon recibió el artefacto, que, efectivamente era una brújula que parecía común y
corriente. Hizo una reverencia y agradeció.
-Para Karime.- La muchacha se adelantó.- Tengo este hermoso memorizador. Con
él, podrás revivir todas las memorias que quieras. Así podrás ver desde tu primer
beso con Héctor, tu matrimonio, todo.
Karime asintió y algo confundida cogió lo que parecía ser una pequeña pantalla.
-Héctor.- El chico se puso frente a Mawk.- Está es una espada de acero ínter
dimensional. Cualquiera que la utilice, multiplica sus habilidades por tres. Espero
que te sea útil.-Héctor, algo ofendido pero impresionado, cogió en sus manos una
hermosa espada negra.
Regresó a su puesto pensando en que Mawk estaba intentando nivelarlo con su
esposa o incluso Eric, pero se calmó cuando vio lo valioso que era el regalo.
-Mao, esto es para ti. Sé cómo te encanta pulir tus habilidades en todo lugar y todo
momento. Ahora esto es una simple caja de plata, pero si la abres, saldrá un
monigote-también de plata- para que luches y entrenes a tu gusto.
-¡De pelos!-Dijo Mao recibiendo su regalo.-
-Y finalmente, Eric... Sé que vives alejado de tus amigos, allá en Boston. Así que,
ten una foto de ellos para que los recuerdes adonde vayas.-Se acercó a Eric y se
la entregó.-Ahora, pueden irse en paz.
Pero apenas los dedos de Eric hicieron contacto con marco de manera de la foto,
la luz que siempre aparecía al tele transportarse comenzó a aparecer.
-¡No!-Gritó Eric. Aún era demasiado pronto para irse. Pero sabía que los
interdimenti no iban a detener la transportación.-¡Chicos! ¡SI me buscan, háganlo
en la universidad de Boston en el departamento de arqueología!
Esperando que sus amigos hubieran escuchado, Eric apretó contra su pecho el
retrato donde aparecían todos sus amigos, mientras la luz cegaba su vista.

***CAPÍTULO 25: “FIN”.***

Cuando Eric recuperó la conciencia, sintió mucho frío. En todo el cuerpo. Por un
instante se aterrorizó pensando en que todo había sido un sueño, pero pudo darse
cuenta de que traía el cuadro que le había dado Mawk en la mano.
Abrió los ojos y se encontró en el mismo lugar en el que el vantela lo que pillado
hace varias horas atrás. La diferencia estaba en que ahora el sol se había puesto
y las estrellas comenzaban a aparecer.
Maldición. Amy y Billy debían de estar muy preocupados.
Se dio un momento para observar el cuadro y una sonrisa coronó su cara cuando
vio a Karime, Héctor, Iriden, Arcon, a su Mamá y a Mao posar para la cámara,
vestidos de faguenses muy felices.
Al fin iba a poder verlos cuando quisiera.
Después fue a la sala audiovisual, que ahora estaba vacía y sin ni un indicio de a
donde habían ido sus amigos.
Luego fue a su habitación, donde encontró las cosas de Amy desperdigadas por
todo el lugar y su cama desordenada, como si alguien hubiera dormido ahí de
manera reciente.
-Maldición, abeja... me voy un par de horas y tú ya te adueñaste de mi cama...
En el velador, descansaba su móvil. Eric lo abrió, lo desbloqueó y vio los miles de
mensajes que tenia, preguntando dónde estaba. Eso fue lo primero que le pareció
extraño. Lo segundo, fue ver la fecha en el calendario y encontrar que... ¡Era 25
de diciembre! ¿Cómo era posible? Él había estado fuera sólo por unas horas, no
por dos semanas... o al menos eso creía.
Alarmado, agarró el teléfono y no demoró en llamar a Amy.
-¿Hola? ¿En verdad eres tú, Eric?-Preguntó la voz de la chica otro lado del
teléfono.
-No, soy Leonardo Dicaprio. ¡Obvio que soy yo! ¿A quién esperabas?
-No puede ser, Eric... no sabíamos nada hace dos semanas de ti. ¿Estás en la
habitación? -Preguntó la chiquilla muy ansiosa.
-Sí.
-Estamos en la cafetería con Billy, vamos corriendo.-Y cortó.
Eric se miró en el espejo del baño y se encontró vestido con esa enorme chaqueta
de piel. Ahí se dio cuenta que debía tener una coartada para decirle a Amy y a
Bill... porque después de todo, había desaparecido dos semanas aún sin quererlo.
Luego de devanarse los sesos pensando en que decirles, llegó a la conclusión de
que no se sentía bien anímicamente y que había preferido mejor ir a recorrer los
alrededores, como un mochilero.
Si. Eso les diría.
De la nada, abrieron la puerta y...
-¡Eric!-Saltó Amy a su cuello
-¡Amigo!-Gritó Billy.-No sabíamos nada, estábamos muy preocupados yo... ni
siquiera te llevaste el móvil...
-No me sentía demasiado bien, chicos. Así que decidí ir a recorrer los alrededores
yo solo, para ya saben, despejarme y...
¡PAF!
Amy le había propinado una enorme cachetada. Eric quedó anonadado.
-¡¿Y no nos avisaste?! ¡Eres un...
Billy se acercó y la abrazó por detrás.
-Ya, Amy. Está bien. Eric tuvo sus razones.-Le dijo el chico para tranquilizarla.
-Amy, enserio lo necesitaba. Yo... lo siento mucho, enserio no pretendía hacerlos
sentir tan mal... enserio perdí la noción del tiempo y...
-¿Acaso estabas drogado, hermano?-Preguntó Billy levantando la ceja.
-¡No! Que va... yo... solo me alejé por un tiempo y me fui al bosque a...-Eric estaba
pensando en que excusa dar.- A meditar y a encontrarme mí mismo. Creo que lo
necesitaba.
Amy lo miró con reproche.
-Vamos, abeja... Ahora estoy bien... Pensé en todo lo que me dijiste y
precisamente por eso volví. Porque ustedes son las personas con las que quiero
estar, porque debo aprovechar cada instante que pase con ustedes... Y te juro que
nunca más ocurrirá esto. Créeme.
-Eric...
Amy se lanzó a sus brazos y se puso a llorar.
-Idiota... Billy y yo nos quedamos en el campus las dos semanas, esperando que
volvieras. Ni siquiera fuimos a casa por Navidad.
Eric sintió vergüenza por algo que ni siquiera había hecho. La pasión con la que
Amy se lo reprochaba y como Billy lo miraba con obvia comprensión, le hicieron
sentir culpable de algo que ni siquiera había hecho.
-Oh, chicos, les juro que no querría estar con nadie más en estos instantes. Yoo...
Creo que he aprendido que hay que valorar lo que tengo ahora mismo...
-Eso es muy bueno, Eric. Muy bueno.-Le dijo Amy.
Después de eso Eric se cambió de ropa y fueron todos a la cafetería. Ahí Eric
recibió los regalos de sus amigos y evitó tocar el tema de su desaparición
inesperada.
Conversaron un rato y Eric notó una primera cosa: se sentía mejor. Hace unas
horas... en realidad... un par de semanas, había olvidado por completo ese
malestar que le ocasionaba la angustia de no haber visto a sus amigos en tanto
tiempo. Y ahora, a pesar de que los había dejado de ver de improviso, se sentía
cómodo y tranquilo. Esos eran sus verdaderos amigos.
Los miró con infinita ternura y agradeció por tenerlos con él, mientras comían lo
que sería su cena de navidad: hot dogs.
Para muchos habrá sido poco, pero para Eric, fue la mejor cena del mundo.

Ya tarde en la noche, volvieron a sus habitaciones y Amy volvió con él.
Amy se acostó enseguida en el colchón que había en el suelo mientras él, se
fijaba en una caja de regalo que estaba sobre su mueble de la ropa.
Cuando la cogió, pudo darse cuenta de que llevaba la carta que santa había
adjuntado a todos sus regalos. Con ansias, abrió la caja y se encontró con un
hermoso trajecito de astronauta hecho a la medida de un niño.
Eric abrazó el traje con una hermosa sonrisa en la cara, para luego mirar la foto
que reposaba en su velador: esa había sido la mejor navidad de todas
Y si hubiera mirado para afuera, habría visto al líder de los interdimenti mirándolo
con una sonrisa aún más enorme, porque había logrado su cometido: hacerle a
Eric Barón el regalo de navidad más hermoso que fuera a recibir.

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