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Aviso: Esta historia se posiciona después de Los Elegidos (libro 5), cinco años
después de la partida de Eric a la tierra. A pesar de que esta historia es canónica
con la saga de libros, sigue una línea de tiempo subalterna a la que sigue el libro
después de la partida de Eric. Por eso, ESTA HISTORIA NO ES LA
CONTINUACIÓN DE LOS ELEGIDOS, ES SOLO UNA REALIDAD
ALTERNATIVA. La línea de tiempo que sigue es la línea de tiempo "especiales de
navidad", en la que estos últimos se van complementando y sucediéndole a los
libros.
Aviso 2: Mao no muere en esta historia.
***CAPÍTULO 1: "SOLO".***
***CAPÍTULO 2: “AMY”.***
Era sábado, 19 de diciembre y el semestre había terminado el día anterior.
Por eso, había agendado una hora con el psicólogo del departamento de
orientación de la universidad.
A las 8.45 salió de su habitación y cerró de manera silenciosa.
Luego de recorrer los hermosos jardines de la universidad, llegó en hora a la
consulta del psicólogo pero sin saber qué rayos decirle.
Tocó la puerta y un vago "adelante" atravesó la madera.
-Permiso.-Pidió Eric.
-Adelante, siéntete cómodo.-Respondió el psicólogo.
Era un joven de no más de 25 años, que vestía demasiado similar a Sherlock
Holmes o al 11vo Dr. Who. Eric no se sintió demasiado cómodo.
-Cuéntame que te trae por aquí.
Eric guardó silencio. ¿Qué le iba a decir? ¿Que había estado viajando los últimos
años de su vida a un planeta a años luz de la tierra, donde había aprendido a
utilizar poderes especiales, había derrotado a un villano mega poderoso que
ocupaba la magia, quien había matado a su novia y que luego había escapado a
la tierra porque no aguantaba el dolor y la culpa?
-Mira, Eric. Si no quieres hablar lo entenderé. Pero para poder ayudarte, necesito
saber qué te pasa. Si quieres puedes ocupar metáforas para explicarme lo que te
ocurre, así no te sientes tan incómodo.-dijo el psicólogo mientras
-De hecho... me sentiría más cómodo contándoselo así...-
Comenzó su relato hablándole de la noche de camping. Le contó todo. Sin
guardarse ningún detalle. Puso especial énfasis en Marell, en su familia dejada
atrás, en Pay y en Drakon. Y mientras lo hacía, el psicólogo anotaba todo y lo
miraba don cara de no saber cómo interpretar todo lo que le decía. Eso divirtió un
poco a Eric. Al finalizar, un silencio incómodo le advirtió a Eric que el psicólogo
esta a intentando decidir si padecía de un grave caso de esquizofrenia o una
depresión causada por una vida en las drogas.
-Eh... Eric, mira. Esta es una historia muy elaborada y me sorprende que hayas
logrado representar mediante la ficción todo eso que te está molestando.- dudó un
momento.-Parece muy real.
"De todas maneras, debemos hacer algunas pruebas para verificar realmente cuál
es tu diagnóstico. Si no te molesta, podemos partir con algunas...
-No, para nada.
Y así, en la oficina del psicólogo, sintiéndose (Injustificadamente y sabiendas de
esto, ya que sabía que ir al psicólogo no era cosa de solo locos) un orate, se le fue
la mañana.
Luego de que el psicólogo le dijera que debía volver al sábado siguiente a ver los
resultados y fijar un posible tratamiento.
Al salir, Eric suspiró desilusionado: realmente pensaba que el psicólogo iba
resolver sus problemas de manera inmediata. Pero no fue así.
Caminó un rato a solas por el campus y a lo lejos, vio a su amiga Amy, sentada
junto a un árbol, leyendo.
-Buenas, Amy.-La saludó mientras se sentaba junto a ella y le dedicaba una leve
sonrisa.
La muchacha dio un salto, asustada.
-¡Maldición, Eric! ¡Me has dado un susto de muerte!-Exclamó mientras recogía su
libro.-Por todos los cielos, casi me da un paro.
-¿Qué haces aquí? Hace demasiado frío como para estar aquí afuera.- Le
cuestionó Eric.
Y efectivamente así era. Los días fríos de diciembre estaban haciéndose notar
muy fuerte y todos los estudiantes se refugiaban en sus habitaciones. Hasta había
nevado un poco.
-Nada, solo quería disfrutar un poco el fresco...
-Mientes.-Dijo Eric.
-No.-Refutó ella.
-Sí. Te conozco.
Amy estornudó y acto seguido, Eric se sacó la chaqueta de verde militar y se la
puso en los hombros.
-Andando y cuéntame que te pasa, Abeja. Porque sé que algo ocurrió en tu
habitación que te molestó y por eso viniste a sufrir al frío.
-Ay, Eric, yo...
Se agachó, la cogió por la cintura y se la puso como carnero en el hombro. La
chica comenzó a patalear y a pegarle suaves golpes en el hombro mientras la
cargaba.
-¡Suéltame, no quiero que me cargues!-demandó Amy entre agudos gritos
-Solo si me cuentas que rayos te ocurre, Abeja. Porque tú odias el frío. ¿Acaso
ves abejas polinizando con este clima?
Aunque Eric no lo vio, ella frunció el ceño.
-Te sigues empeñando en llamarme Abeja, Eric. Me llamó Amy. Y ese rollo de la
abeja pasó hace milenios.
Eric sonrió por primera vez en mucho tiempo, mientras recordaba el día que
conoció a Amy.
Hace ya dos años, cuando Eric había entrado a estudiar, había conocido a Amy.
Era una muchacha animada, muy sociable, que le caía bien a todo el mundo. Eric,
por su parte... era retraído y tímido. En una clase introductoria, ella se había
sentado junto a él. La chica, después de eso, no lo había dejado tranquilo. Lo
seguía a todas partes, como un molesto insecto.
Pero la verdadera razón por la que le llamaba abeja fue una muy graciosa.
Durante un almuerzo, Amy había recibido un correo con un trozo de ámbar con
una abeja dentro, similar al mosquito de Jurassic Park (Luego se enteró de que
era fanática de la película y de las abejas). No pudo hacer más que gritar de la
emoción y balbucear de lo mucho que le gustaban las abejas. Ahí, Eric la bautizó
niña Abeja, para luego pasar a llamarla simplemente Abeja, ya que en inglés
sonaba muy gracioso (NDE:Bee=Abeja en inglés. Abee= pronunciado eibi, suena
similar a la pronunciación de Amy)
Eran grandes amigos y habían tenido charlas muy sinceras, pero al contrario de lo
que uno podría pensar, Eric jamás había sentido algo que no fuera amistad por su
amiga. No así Amy. Según sospechaba Eric, ella si demostraba sutilmente querer
algo más que amistad.
Eso sí, Amy, no sabía nada de Fagho.
-Te voy a matar, maldito.-Dijo la muchacha cuando llegaron a la habitación de
Eric, una de las pocas del campus que no era en parejas.
Algunos estudiantes, al verlos pasar en el pasillo, le dijeron a Eric que fuera más
discreto si iba hacer esas cosas. Él los ignoró, como a la mayoría de las personas
en la universidad.
-Adelante, Abeja Reina-La invitó a pasar Eric.
Ella le hizo caso y se lanzó de lleno a la cama deshecha de su amigo. Se sacó los
zapatos y la chaqueta y se enterró entre las sábanas
Esa noche Eric había quedado con Amy y Billy a ver "El señor de los anillos". Los
tres chicos eran amantes de la fantasía así que juntarse así era un clásico de los
chicos.
Bill o Billy Turner. A él lo conoció primero que a Amy gracias al Basquetbol de la
universidad. Billy era bastante bueno en el deporte y Eric empezó a jugar para
tener más ocupaciones. De inmediato hicieron mancuerna y pronto entre los dos
hicieron ganar al equipo. Así fue como Eric salió del anonimato, se hicieron
"famosillos" pero eso fue al inicio de la universidad.
Era un chico carismático, liviano de tratar y bastante dispuesto a ayudar a todos.
Lo único, era que poseía un gusto particular por las bromas pesadas.
A pesar de todo, se llevaban demasiado bien y no había como Billy.
Habían pedido la sala de cine del departamento de cinematografía y comprado
mucha comida.
Eric llegó junto con Billy a la sala a las 8 en punto como habían acordado.
-No, te lo juro, ella me habló primero. La gente cree que soy yo.
-Billy, simplemente no les hagas caso. ¿Vale?-Eric no estaba para oír los líos
amorosos de Billy.
-Simplemente espero que esta velada con mis mejores amigos me alegre la
existencia. Estar con Amy... siempre me pone una sonrisa en el rostro.-Eric
levantó una ceja y miró al chico que caminaba con cara de ensueño. - Pero no es
como lo crees. En serio. Porque si no estaría muy muerto porque yo no le gusto.
-A todo esto, Amy se está quedando en mi habitación. Ya no aguantaba a su
compañera y mientras no termine el año se quedará aquí.-Comentó Eric de
manera desinteresada.
-Maldito suertudo.-Sonrió Billy. Era demasiado bonachón como para comentar
algo vulgar, como lo habrían hecho Mao, Héctor, Arcon o hasta Karime.
Sacudió la cabeza al darse cuenta de que el grupo de Guerreros dejados atrás se
había vuelto a colarse en sus pensamientos y se dijo a sí mismo: "Concéntrate,
ahora estás en otra cosa."
Entraron al edificio de cinematografía, que estaba muy oscuro, y Eric expandió sus
sentidos para lograr captar si había algo de lo qué preocuparse, como un ladrón o
una broma pesada. Pero no había nada.
Amy ya estaba ahí, sentada en un mullido sillón, comiendo pizza.
-¡Oye! ¡Rata! Se supone que habíamos puesto dinero para comer todos. Suelta
eso.-Masculló Billy.
-Ño.-Respondió Amy con la boca llena mientras iba a prender la pantalla y colocar
Netflix.
-Lo coloco yo, no te preocupes, aquí está el control.-Dijo Eric un tanto
desanimado.
Reparando en esto, Amy corrió hacia él y lo tumbo en el sillón.
-¿De qué hablamos en la mañana?-Dijo mientras lo miraba con cara de reproche.
Eric la asesinó con la mirada y se limitó a seguir en lo suyo.
⁂
La velada fue fantástica para los tres chicos. Se vieron de tirón todas las películas
y se amanecieron así.
Ya pasadas las ocho de la mañana, sus amigos dormían a pierna suelta,
apoyados uno en el otro. Él, no había podido conciliar el sueño pensando en su
añorado Fagho, al que tanto le recordaban los paisajes de La Tierra Media.
Afuera estaba nevando y Eric se apoyó en el frío vidrio de la ventana para
observar la majestuosidad de la nieve que alfombraba de blanco la ciudad. Ah,
como le gustaba la nieve.
Mirarla le daba una sensación de paz y calma que no le quitaba nadie. Ni siquiera
los fantasmagóricos recuerdos de sus seres queridos.
Un rato después decidió salir a disfrutar del frío invernal, así que se envolvió en
una manta para evadir el frío.
Caminó por los pasillos del edificio sintiéndose muy a gusto con la soledad que
tenía en ese mismo instante, pero también porque sabía que podía volver con sus
amigos.
Salió y una ola de frío golpeó todo su cuerpo, pero eso no bastó para derribarlo.
Se acostó en la nieve y disfrutó la suavidad de ésta, hasta que...
-¡Puaaaaaaj! ¡Santos caracoles!- Gritó Eric al un montón de nieve caer en su
cara.
No demoró en quitársela y ponerse en pie para identificar quién o qué había sido
el responsable de la situación. Pero no había ningún alumno rondando por ahí, ni
un árbol encima suyo que hubiera podido dejar caer nieve.
Eric encontró muy sospechosa la situación, así que expandió sus sentidos para
tratar de entender qué ocurría. Se sintió algo contento de poder hacer eso con un
fin real, más que de puro aburrimiento. Desde que había llegado a la tierra no se
había encontrado en peligro, así que no tenía la necesidad de captar algún otro
ser a la distancia.
Al hacerlo, efectivamente sintió una presencia, y para sorpresa del kiu, una
particularmente pequeña, como la de un animal... ¿Pero qué animal era capaz de
llevar nieve en sus patas y tirarla con precisión?
Un mono, pensó Eric, pero monos definitivamente no había en Boston...
No le quedó más que hacerle caso a su instinto de curiosidad y levantarse a
investigar.
La presencia provenía de por debajo de un montón de nieve y se movía de tanto
en tanto. Como un conejo o un ratón.
Así que siendo estratégico y luego de verificar que no había moros en la costa,
extendió pequeño tentáculo de energía color blanco para coger al pequeño rufián.
La extendió, con sigilo y muchísimo cuidado y... ¡Zas! Había agarrado al culpable
que, para su sorpresa, no era nada mas no nada menos, que un vantela.
Ninguno de los chicos pudo preguntar qué era un interdimenti porque estaban bajo
su control.
-Se preguntarán que es un interdimenti.-Les explico.-Somos una atávica raza que
mora en Fagho desde tiempos inmemoriales. Tenemos la capacidad de viajar
entre mundos y dimensiones.-Y como leyendo la mente de Eric, prosiguió.- Sí, sí.
La tierra no está en otra dimensión, pero es otro mundo. Puedo fácilmente ir y
volver.
>El tema está en qué tienen ustedes que ver con esto, Guerreros. Desde que los
Barón llegaron a Fagho, todos los interdimenti hemos estado pendientes de
ustedes. Podríamos decir que lo hacemos para evitar alguna ruptura espacio-
temporal o cosas así.
>Pero yo... yo me cautivé con ustedes, chicos. La capacidad de resolver los
problemas, manejar situaciones complejas... sobrellevar tribulaciones y
responsabilidades... son increíbles. Son mi cosa favorita en Fagho.
El interdimenti se estremeció mientras se reía, maniático. Los chicos comenzaron
a preocuparse de veras.
-Así que decidí juntar mi cosa favorita de Fagho con mi cosa favorita en la tierra:
La navidad.
>He viajado desde hace millones de años a la tierra y he visto el desarrollo de su
navidad. Santa Clos... los regalos... luces, comida, familia, amor. ¡Todo es
perfecto! Así que solo los dejaré ir cuando hayan completado Mi
navidad....¿Preguntas?
El nudo en la garganta que no dejaba que los chicos hablaran desapareció como
por arte de magia.
-A ver, necesito saber en primer lugar, dónde estamos.-Dijo Arcon con toda calma,
como el Rey que era.
-Aaah... Están en mi maravillosa dimensión personal.-Se rascó las orejas.-Jijijiji, sí.
Los interdimenti podemos crear dimensiones y controlarlas a nuestra voluntad.
¡Vivimos en nuestras dimensiones creadas y controlamos todo lo que hay ahí!
-¿Y cuál es el fin de encerrarnos aquí? -Preguntó Héctor.
-Mi diversión.- Susurró sonriendo como un loco.
Los chicos se lanzaron miradas alarmadas entre sí, buscando una manera de
zafarse de aquella situación.
-Primero será el turno de Mao... jijiji. Las instrucciones serán simples. Solo debes
completar la historia como se supone que debe terminar. Si no sabes qué debes
hacer, alguien debe darte instrucciones que recibirás a través de este diario.
Mao, como no podía controlar su cuerpo, por dentro comenzó a desesperarse y a
sudar frío.
No conocía a qué se iba a enfrentar. ¿Historia? ¿Qué rayos?
El interdimenti Mawk cogió una bola de nieve de la repisa sobre la chimenea y
comenzó a agitarla. Acto seguido, unas partículas luminosas se presentaron ante
los chicos y envolvieron a Mao mientras él miraba con los ojos fuera de sus
cuentas.
Y de pronto, Mao ya no estaba.
Los chicos no podían hablar, pero si hubieran sido capaces de hacerlo, le habrían
preguntado qué rayos había pasado. Y aunque ellos no lo sabían, él podía leer
sus mentes. Así que contestó:
-Lo metí dentro de un cuento.-Sonrió. -Los fantasmas de Scrooge. O debería
decir... ¿Los fantasmas de Mao?-Se rió mucho.-Porque me da pereza que alguno
de ustedes escriba ya le pasé la guía. Jijiji.
Fuera de la bola de nieve, todos, quietos y amordazados por magia, miraban una
proyección de Mao, algo como un holograma.
Cuando Mao pronunció las palabras que desafiaban a Mawk, el ser se tiró las
orejas y echó humo por ellas.
-¡No! ¡No es así como debe ser! ¡Sigue el guión, sigue el guión!
En la proyección, Mao seguía caminando por las calles nevadas sin saber a dónde
se dirigía. Al escuchar en su cabeza las órdenes del interdimenti respondió:
-¿Que me puedes hacer? ¡Nada! Si me matas te quedaras sin diversión.
El ser se volvió a jalar las orejas repleto de rabia.
Eric, por su parte se había comunicado mentalmente con Karime y ya habían
resuelto la situación.
-Karime...-habló Eric mentalmente.
-¡Oh, Eric! Hacían tantos años que no hacía esto con nadie...
-Yo también lo extrañaba, Karime. Mucho. Pero ahora debemos actuar rápido.
Mira. Lo que usa el interdimenti para paralizarnos... ¿Lo captaste?
-Sí. Es una especie de energía que succiona la nuestra. Nada más.
-Así es. Para eso debemos generar más energía de la que está arrebatándonos.
No es difícil para mí ni para ti. Ambos somos kiu y tú eres una siret. Pero para mi
hermano y Arcon va a ser difícil. Así que el plan es: liberarnos nosotros y luego
noquear al bicho este. Así liberamos a los otros dos.
-¿Y Mao?
-Lo obligaremos a sacarlo de ahí.
Mientras esto sucedía, Mawk, furioso, miraba la bola de cristal. La cogió con
ambas manos, antes de que una luz se formara en su frente e ingresara al objeto
decorativo donde Mao se encontraba.
El cavilar poco a poco se fue deteniendo al ver que la nieve comenzaba a
arremolinarse frente a él y poco a poco, compactarse más.
Mawk rió cuando vio que frente a Mao se creaba un horripilante hombre de nieve,
con proporciones totalmente erróneas y con una sonrisa que definitivamente no
captaba el espíritu calmo y pacífico de la navidad.
Pero a diferencia de Mawk, Mao no rió demasiado cuando la criatura se le
apareció al frente, lanzando manotazos con sus afilados dedos de madera.
-Maldita sea...
No tenía espada, ni escudo, ni siquiera una antorcha... espera. Sí tenía algo. No
precisamente antorcha, pero si algo que podía hacer arder a ese mono de nieve.
Eric, por su parte, estaba generando energía. En un inicio le costó formular como
rayos iría a hacerlo, pero lo resolvió recordando algo que como kiu, había utilizado
varias veces:
Los seera. Producía mucha energía para crear uno, era más, canalizaba esa
energía para darle forma y lanzarla a su enemigo, así que esto sería lo mismo,
nada más que se concentró en expeler toda esa energía por cada uno de sus
poros.
Así, pasado un rato, Eric pudo moverse y antes de levantarse, le susurró a
Karime:
-¿Lista?
Ella asintió.
***CAPÍTULO 9: “ESCAPANDO DE MAWK”.***
Eric se despertó muy molesto. Era la segunda vez en poco tiempo que perdía el
conocimiento.
Se quedó tendido un rato porque la cabeza le daba vuelta, pero cuando ya se
sintió con la energía para abrir los ojos, se inquietó. ¿Y si jamás había regresado a
Fagho? ¿Y si todo había sido un agradable sueño del que no quería despertar?
Rogó al Dios de la tierra y a los dioses de Fagho que así no fuera, porque de otra
manera, se sentiría devastado.
Tomó aire, se puso en pie y abrió los ojos. Definitivamente no estaba en la
universidad. Estaba en Fagho. Pero fuera cual fuera aquel lugar, él no lo conocía.
Karime y Héctor ya se habían puesto en pie, con las armas en mano y espalda
contra espalda, mirando a todos los seres que los rodeaban.
Era como un anfiteatro circular lleno de seres de distintas figuras y y tamaños.
Habían algunos similares a los humanos, con un cuerno adicional u ala; reptiles de
todas formas, tamaños y colores (incluyendo un dragón de gran tamaño) y
también seres peludos y bastante heterogéneos como Mawk.
-¿Dónde demonios estamos?- Preguntó Eric.
-No lo sé. Simplemente despertamos aquí, rodeados de estas...-Héctor buscó una
palabra para describir a los seres que los rodeaban, pero no la encontró.-
Criaturas.
-¿Y?
-No han hecho más que mirar y cuchichear entre ellos.-Aclaró Karime.
En eso, Mao se puso en pie e hizo la misma pregunta que Eric.
-¿Dónde demonios estamos?
-Nadie sabe, Mao. Ahora cállate y observa.-le dijo Héctor.
Eric siguió el consejo de su hermano. Iba a observar.
Se dio cuenta que más criaturas aparecían cada vez, como si se estuvieran tele
transportando.
También le llamó la atención que había en el centro, un púlpito, con un ser casi
humanoide vestido con una túnica negra, como un juez.
Ahí fue cuando Eric cayó en cuenta:
¿Y si estaban en un juzgado?
Todo parecía encajar.
¿Pero por qué estaban ahí?
Arcon despertó, pero no se puso en pie, si no que muy desorientado, se quedó
sentado mirando.
-¿Todos han recobrado la conciencia? Elijan a un representante que se pose en
esa plataforma- indicó un círculo rojo que sobresalía del suelo- Y él hablará desde
ahí.
Todos miraron a Arcon, pero el pobre muchacho parecía estar a punto de vomitar.
Así que volvieron su mirada a Eric y el infeliz kiu quiso morirse.
Dio un paso al frente, se paró en la plataforma roja y dijo:
-Sí. Estamos todos despiertos.
-Perfecto.-Dijo el ser que Eric identificaba como juez.-Ahora, entienden por qué
están aquí, ¿no?
Eric sacó una fuerza enorme, para vociferar un potente:
-No. Ni tampoco entendemos dónde estamos.
Entre los presentes se levantó un murmullo de desaprobación y el "juez" se tapó la
boca con las mangas de la túnica.
-Decepción. Eso es lo que siento. Personas que salvan Fagho, no saben que se
encuentran en el tribunal de justicia interdimensional más importante de todos los
tiempos.
-¿Y cuál es nuestro crimen? ¿Cuál es el crimen que nos trajo hasta aquí?
Eric tenía una idea. Quizás matar a Mawk... Pero ese pobre animalucho demente
no parecía ser de importancia para nadie. Entonces... ¿Qué sería?
-Inaudito. Los héroes más grandes de todos los tiempos no saben que acaban de
asesinar al líder supremo de los interdimenti.
***CAPÍTULO 11: “ENTENDIENDO”.***
No calzaba. El perfil no calzaba. Era un maniático, sociópata y psicópata, que
parecía ser incapaz de seguir siquiera viviendo una vida "normal".
Así que el chico mirando a sus amigos, preguntó lo que todos ellos se estaban
cuestionando.
-¿Cómo es posible? Es decir, el tipo no estaba en sus cabales... y creo entender
que para ser un interdimenti, se debe ser bastante... astuto, para ejercer todas las
tareas que trae consigo. -Dijo Eric.
Otra vez se pusieron los presentes a murmurar entre ellos.
Por su lado, el juez golpeó el estrado con un martillo mientras gritaba:
-¡Silencio! ¡Orden en la corte!-prosiguió.-Debido a accidentes que tienen que ver
con los saltos dimensionales, nuestro otrora sabio líder perdió casi toda su
cordura.
Pero todavía poseía un mínimo de lucidez como para liderar, de manera única e
inigualable, como ninguno lo había hecho antes.
Y ahora... ¡Ustedes han asesinado a nuestro líder! Estamos indefensos,
desprovistos de una figura de liderazgo, que nos guíe a través del tiempo y el
espacio, creando y destruyendo dimensiones...
Los cinco guerreros se lanzaron miradas alarmadas, pero Eric, supo mantener la
calma y saber que decir.
-¿Entonces qué es lo que se nos demanda?
-¡PENA DE MUERTE!-Gritó alguien en el público. A Eric le dieron escalofríos.
-Que revivan a Mawk. No hay poder humano o divino que sea capaz de traer a la
vida algo que ya estaba muerto. Así que Mawk dejó todo estipulado en caso de
que muriera. A lo largo de diversas dimensiones, dejó dúplicas suyas.
Deben ir a buscarlas, capturarlas y traerlas frente a este juzgado.
-Disculpe, pero si hay copias de él en otras dimensiones, ¿no sería más fácil ir a
por ellas y traer una aquí?-Se atrevió a decir Mao.
Inmediatamente, un guardia se le acercó y lo electrocutó con una extraña
herramienta que hizo que Mao se desplomara.
-Solo puede hablar quien está autorizado a hacerlo.-Aclaró el juez.-Eso sí, la
dificultad radica en lo siguiente: escondió sus clones.
Los tres chicos que estaban atrás, se miraron, horrorizados, mientras Karime
sostenía a Mao entre los brazos.
-Quieren que vayamos a buscarlos, ¿No es así?
A Eric el corazón le latía mil. No entendía nada, no quería exponerse de nuevo a
perder a alguien, no quería volver a tener miedo. Pero ahí estaban. En un juzgado
lleno de setes desconocidos e increíblemente mente poderosos. Si los atacaban,
los mataban. ¿Que quedaba ya?
-Se lo diremos fácil. Si no cooperan los matamos. Cinco minutos para decidir.
La plataforma en la que se encontraba Eric descendió con una cara que si él
mismo hubiera podido ver, habría perdido toda la esperanza.
-Eric, no sé qué mierda.-Dijo Arcon.
-¿Qué hacemos Eric?-Preguntó Karime.
El chico comenzó a sudar frío y a perder la calma.
Pero una voz en su cabeza... demasiado parecido a la de Amy...
"Aprovecha el momento, Eric... Esto era lo que tú extrañabas. La excitación de las
aventuras, estar con tus amigos... Aprovecha y vive..."
-Lo haremos, chicos.-Dijo en voz baja.-No nos queda otra, por qué estos
maniáticos parecen ser unos pequeños dios contra los que no podemos luchar.
-¿Cuál es el plan, entonces?-Preguntó Arcon.
Era cierto. La parte logística era muy importante. No fuera a ser que todo fuera
una trampa y los guiarían a todos hacia su muerte....
-Ya sé.-Susurró Héctor.-Pidamos ir de uno en uno y mientras los demás observan.
Así, si ocurre algo extraño, los demás apelan por los o por el que esté en la otra
dimensión.
Todos asintieron. Al mismo tiempo, cuando una campana estruendosa resonó por
todo el juzgado.
-Se cumplió el tiempo, faguenses. Decidan ahora su destino.-Vociferó el juez.
-Iremos a buscar sus clones. Solo demandamos hacerlo de uno en uno, mientras
los demás observamos las acciones de aquel internado en las otras dimensiones.
Los interdimenti se miraron entre sí y como si lo hubieran conversado de manera
mental, asintieron.
-Son tres clones. El primero se encuentra entre los dioses nórdicos.
Los Guerreros se miraron entre sí. ¿Dioses Nórdicos?
-E irán a esta dimensión Karime Theradam y Héctor Barón.
La pareja se miró un poco más tranquila porque irían juntos. No había situación
que no hubieran podido superar estando con el otro.
De la nada, una luz inundó los cuerpos de ambos muchachos y al desaparecer,
los dejó vestidos como un par de dioses Nórdicos. Además, en sus manos y
cinturones aparecieron sus respectivas armas.
-Y cómo sabremos...-preguntó Karime
-Es aquel que planta la discordia.-Respondió el juez. Solo diremos eso.
Una serpiente de luz volvió a engullir a la pareja y cuando desapareció, una
burbuja de gran tamaño se posicionó en su lugar. Mostrando como una pantalla, a
Héctor y Karime, inconscientes, en el suelo de un bosque.
Miraba con ojos oscuros y siniestros lo que ocurría, mientras una sonrisa
inconsciente se dibujaba en sus labios.
-Disculpe, señor Loki.-Dijo Karime.
-¿Quién eres tú?-Preguntó el dios mirándola de arriba a abajo, con desprecio.
Karime y Héctor se lanzaron una mirada desesperada pero la siret fue astuta.
-Soy Thera, la diosa de las Guerreras Desconocidas. Son aquellas que poseen las
almas de los guerreros que tienen miedo y la llenan de valentía. Y el mozo que me
acompaña es Hek, mi lacayo.
Héctor la miró con reproche pero se quedó callado.
-Mira qué extraño, Thera. Jamás había oído hablar de ti.-Dijo mientras adhería
algo verde a la punta de su lanza.
-Somos las Guerreras Desconocidas. Por algo nuestro nombre.-Explicó la siret
con altivez.
-Vaya, interesante.- Guardó silencio durante un momento pero luego volvió a mirar
a Karime.- Y dime, Thera, ¿Qué te trae por aquí?
Karime vaciló por un par de segundos, pero su astucia le dejo ganar a la duda.
-Me pareció interesante verte solo entre tantos de nosotros. Me gustaría averiguar
qué haces.
-Entonces eres una entrometida.-Respondió Loki sin volver a mirarla.
-Perdone, amo Loki. La ama Thera es algo curiosa. Siempre le repite que le
hubiera gustado ser la diosa del conocimiento.-Dijo Héctor sin pensarlo.
-Bueno, Thera. Te voy a compartir un secreto. Lo único que puede dañar al imbécil
de Balder es el muérdago. Pronto le lanzaré esta lanza y lo heriré de muerte.
El corazón de la pareja comenzó a latir demasiado fuerte. Evitaron mirarse entre sí
para no parecer sospechosos pero esa conexión mental que une solo a las
parejas más fuertes, les dijo: "Déjenlo actuar".
-Veamos, entonces. Antes dame una lanza para intentar herirlo yo.-Pidió Karime.
Acto seguido, una lanza de metal negro apareció frente a sus ojos. La siret la tomó
entre las manos y le dijo a Loki y a Héctor:
-Andando.
Se acercaron a la multitud y se abrieron paso a puro codazo, para que Karime
pudiera lanzar su arma.
Balder carcajeaba en el centro mientras las lanzas le rebotaban y caían al suelo,
formando una extensa cama de metal a sus pies.
La joven tomó impulso y con una fuerza sobrehumana, arrojó la lanza hacia el
chiquillo, que con infantil inocencia reía. Pero no río más cuando la lanza de
Karime lo tiró al suelo de lo fuerte que iba.
Varios de los presentes la miraron por unos instantes y susurraron algo, pero
luego se espantaron más cuando vieron que Loki venía detrás de ella. Nadie
volvió a lanzar nada, ni siquiera a decir algo.
Loki, con una mirada desafiante en el rostro apuntó a Balder con su lanza llena de
muérdago y El Niño lo miró de manera burlesca.
-No puedes hacerme nada. Y si pudieras, todo lo vivo moriría conmigo.-Anunció
Balder.
Y con una rapidez intensa, el Dios de la Maldad se localizó justo al lado del niño.
-¿Ah no?
Y acto seguido, le enterró la lanza en el costado.
El muchacho, pálido, se desplomó mientras sangraba y manchaba sus ropajes
café claro. Un grito desencadenó el terror y mientras las diosas más jóvenes
gritaban, la madre del pequeño Balder se acercó, llorando a su hijo.
-¡Maldito! ¿Qué le hiciste a mi hijo?
Loki sonrió.
-Que esto les enseñe una lección de humildad, Dioses. Se creía invencible., pero
el pequeño Balder no sabía que había solo un ser vivo que estaba fuera del trato
que su mamita hizo para protegerlo: El muérdago.
Karime y Héctor se miraron y no lo pensaron más de una vez: Se abalanzaron
sobre Loki.
De ahí en adelante todo fue un torbellino de luces y colores. El hijo de Ándragos y
la Siret no soltaron por nada del mundo al dios que iba a significar su libertad,
mientras giraban sobre ellos mismos una y otra vez.
De pronto, cayeron de lleno en el suelo del juzgado, con un dios inconsciente en
los brazos.
-Ahora, para finalizar, miren lo que está ocurriendo ahí en la otra dimensión.
Se veía a Freigga llorar, mientras todo alrededor se marchitaba y los animales
caían al suelo a plomo, sin vida.
-No puede ser...-murmuró Karime.
Héctor estaba igual. ¿Cómo era posible que los dioses permitieran eso?
Freigga lloraba y besaba a su hijo con una ternura y pasión que conmovió a todos
los que la observaban. Hasta a Mao le causó ganas de llorar.
-Ayúdame, Ma.-Pidió el chiquitito.
Ella solo pudo llorar más fuerte y así pasaron un montón de minutos que
parecieron horas. No hay nada más puro y terrible que el dolor de una madre.
Cuando todo parecía perdido, apareció un dios enorme, vestido completo de
armadura.
-Ese es Odin.-Anunció el Interdimenti Juez.
-Freigga... ninguno de nosotros aguanta verte llorar. Por eso hemos decidido
devolverle la vida a Balder.-Tocó la frente del niño con la punta de su dedo y
automáticamente, todo lo muerto y marchito comenzó a llenarse de vida. El
mozuelo se empezó a retorcer y a sonreír levemente.
-Vaya... Gracias a los dioses... yo... tengo algo que decir.-Anunció el chiquillo.-
Primero que nada quiero avisar que jamás haré alarde de mis cualidades otra vez.
Está mal. Y en segundo lugar, quiero hablar respecto al muérdago. Como dios de
la primavera, te condeno, muérdago, a vivir como parásito de otras plantas, como
castigo a herir a tu dios. Y en segundo lugar... te bendigo con el poder de hacer
que todo aquel que se bese con un ser querido bajo tus hojas, posea una relación
de amor puro y verdadero hasta el fin de sus días.
Los dioses aplaudieron y acto seguido, se cerró la burbuja.
Karime y Héctor se miraron, aliviados y se abrazaron con ternura. Ya estaban a
salvo y habían cumplido su misión.
Cuando Eric recuperó la conciencia, sintió mucho frío. En todo el cuerpo. Por un
instante se aterrorizó pensando en que todo había sido un sueño, pero pudo darse
cuenta de que traía el cuadro que le había dado Mawk en la mano.
Abrió los ojos y se encontró en el mismo lugar en el que el vantela lo que pillado
hace varias horas atrás. La diferencia estaba en que ahora el sol se había puesto
y las estrellas comenzaban a aparecer.
Maldición. Amy y Billy debían de estar muy preocupados.
Se dio un momento para observar el cuadro y una sonrisa coronó su cara cuando
vio a Karime, Héctor, Iriden, Arcon, a su Mamá y a Mao posar para la cámara,
vestidos de faguenses muy felices.
Al fin iba a poder verlos cuando quisiera.
Después fue a la sala audiovisual, que ahora estaba vacía y sin ni un indicio de a
donde habían ido sus amigos.
Luego fue a su habitación, donde encontró las cosas de Amy desperdigadas por
todo el lugar y su cama desordenada, como si alguien hubiera dormido ahí de
manera reciente.
-Maldición, abeja... me voy un par de horas y tú ya te adueñaste de mi cama...
En el velador, descansaba su móvil. Eric lo abrió, lo desbloqueó y vio los miles de
mensajes que tenia, preguntando dónde estaba. Eso fue lo primero que le pareció
extraño. Lo segundo, fue ver la fecha en el calendario y encontrar que... ¡Era 25
de diciembre! ¿Cómo era posible? Él había estado fuera sólo por unas horas, no
por dos semanas... o al menos eso creía.
Alarmado, agarró el teléfono y no demoró en llamar a Amy.
-¿Hola? ¿En verdad eres tú, Eric?-Preguntó la voz de la chica otro lado del
teléfono.
-No, soy Leonardo Dicaprio. ¡Obvio que soy yo! ¿A quién esperabas?
-No puede ser, Eric... no sabíamos nada hace dos semanas de ti. ¿Estás en la
habitación? -Preguntó la chiquilla muy ansiosa.
-Sí.
-Estamos en la cafetería con Billy, vamos corriendo.-Y cortó.
Eric se miró en el espejo del baño y se encontró vestido con esa enorme chaqueta
de piel. Ahí se dio cuenta que debía tener una coartada para decirle a Amy y a
Bill... porque después de todo, había desaparecido dos semanas aún sin quererlo.
Luego de devanarse los sesos pensando en que decirles, llegó a la conclusión de
que no se sentía bien anímicamente y que había preferido mejor ir a recorrer los
alrededores, como un mochilero.
Si. Eso les diría.
De la nada, abrieron la puerta y...
-¡Eric!-Saltó Amy a su cuello
-¡Amigo!-Gritó Billy.-No sabíamos nada, estábamos muy preocupados yo... ni
siquiera te llevaste el móvil...
-No me sentía demasiado bien, chicos. Así que decidí ir a recorrer los alrededores
yo solo, para ya saben, despejarme y...
¡PAF!
Amy le había propinado una enorme cachetada. Eric quedó anonadado.
-¡¿Y no nos avisaste?! ¡Eres un...
Billy se acercó y la abrazó por detrás.
-Ya, Amy. Está bien. Eric tuvo sus razones.-Le dijo el chico para tranquilizarla.
-Amy, enserio lo necesitaba. Yo... lo siento mucho, enserio no pretendía hacerlos
sentir tan mal... enserio perdí la noción del tiempo y...
-¿Acaso estabas drogado, hermano?-Preguntó Billy levantando la ceja.
-¡No! Que va... yo... solo me alejé por un tiempo y me fui al bosque a...-Eric estaba
pensando en que excusa dar.- A meditar y a encontrarme mí mismo. Creo que lo
necesitaba.
Amy lo miró con reproche.
-Vamos, abeja... Ahora estoy bien... Pensé en todo lo que me dijiste y
precisamente por eso volví. Porque ustedes son las personas con las que quiero
estar, porque debo aprovechar cada instante que pase con ustedes... Y te juro que
nunca más ocurrirá esto. Créeme.
-Eric...
Amy se lanzó a sus brazos y se puso a llorar.
-Idiota... Billy y yo nos quedamos en el campus las dos semanas, esperando que
volvieras. Ni siquiera fuimos a casa por Navidad.
Eric sintió vergüenza por algo que ni siquiera había hecho. La pasión con la que
Amy se lo reprochaba y como Billy lo miraba con obvia comprensión, le hicieron
sentir culpable de algo que ni siquiera había hecho.
-Oh, chicos, les juro que no querría estar con nadie más en estos instantes. Yoo...
Creo que he aprendido que hay que valorar lo que tengo ahora mismo...
-Eso es muy bueno, Eric. Muy bueno.-Le dijo Amy.
Después de eso Eric se cambió de ropa y fueron todos a la cafetería. Ahí Eric
recibió los regalos de sus amigos y evitó tocar el tema de su desaparición
inesperada.
Conversaron un rato y Eric notó una primera cosa: se sentía mejor. Hace unas
horas... en realidad... un par de semanas, había olvidado por completo ese
malestar que le ocasionaba la angustia de no haber visto a sus amigos en tanto
tiempo. Y ahora, a pesar de que los había dejado de ver de improviso, se sentía
cómodo y tranquilo. Esos eran sus verdaderos amigos.
Los miró con infinita ternura y agradeció por tenerlos con él, mientras comían lo
que sería su cena de navidad: hot dogs.
Para muchos habrá sido poco, pero para Eric, fue la mejor cena del mundo.
⁂
Ya tarde en la noche, volvieron a sus habitaciones y Amy volvió con él.
Amy se acostó enseguida en el colchón que había en el suelo mientras él, se
fijaba en una caja de regalo que estaba sobre su mueble de la ropa.
Cuando la cogió, pudo darse cuenta de que llevaba la carta que santa había
adjuntado a todos sus regalos. Con ansias, abrió la caja y se encontró con un
hermoso trajecito de astronauta hecho a la medida de un niño.
Eric abrazó el traje con una hermosa sonrisa en la cara, para luego mirar la foto
que reposaba en su velador: esa había sido la mejor navidad de todas
Y si hubiera mirado para afuera, habría visto al líder de los interdimenti mirándolo
con una sonrisa aún más enorme, porque había logrado su cometido: hacerle a
Eric Barón el regalo de navidad más hermoso que fuera a recibir.