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DEPENDENCIA Y DESARROLLO EN AMERICA LATINA.

Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto.


Nombre: Adrián Marthin Aiquipa Zavala Código: 12150189

El mercado mundial exige al Perú a introducirse dentro de él y participar en toda


esa red amplia de negociaciones e inversiones que significa para la actualidad,
lo cual supondría generaría un desarrollo económico ampliado para el país. Esta
necesidad de introducirse obliga al país a generar actividades económicas sin
medir muchas veces las consecuencias sociales, ambientales o culturales que
pueden generar. Sobre todo en actividades tan riesgosas como la exportación
de materias primas. Modelo económico que ha terminado por adoptar
internacionalmente Perú. Digo riesgosa por lo mismo que señalaba antes:
consecuencias sociales, culturales o ambientales. Pongamos como caso
ejemplo la minería que es la principal actividad económica dentro del país y que
genera gran riqueza al territorio (15% PBI Y 60% exportaciones
aproximadamente). Los riegos de la minería se observan desde antes que la
mina exista en sí: con los pobladores especialmente. Y, por el hecho que está
en contacto directo con la naturaleza, si no existen las condiciones necesarias
para una correcta realización las consecuencias pueden ser atroces como lo que
sucedió en la Oroya y como Conga que veremos más adelante.

No solo el mercado internacional, gobernado por los grandes capitales de las


grandes empresas, exige que se desarrollen rápidamente las actividades
económicas, sino también obligan dentro de este marco a que los países
subdesarrollados, por decirlo así, generen entre sí alianzas comerciales
pequeñas y de capital reducido a diferencia de los países desarrollados
(MERCOSUR no da tan beneficio que un tratado con China o EEUU por ejemplo,
ahí radica la importancia que se da a la exportación de materias primas ya que
los países desarrollados y su industria desarrollada son los que nos termina
exigiendo tal actividad); de manera que así los países subdesarrollados entre
ellos busquen reforzar sus mercados internos y actividades que para el mercado
internacional no les otorga tanta importancia como lo es el turismo (claro ejemplo
de esto son el tratado de libre tránsito que genero Perú con la UE).

El mundo actual gira en torno a transacciones y acuerdos comerciales. El Perú


no es ajeno a esto. Sin embargo, no solo son las empresas las que participan en
esta negociación y de estos procesos. Existen más actores que resaltan, no en
la esfera económica sino, en la esfera política-social. Y que es aquí donde se
termina realizando decisiones que afectan a la esfera economica Si seguimos el
ejemplo de la mina veremos que en la realidad peruana resulta imposible
referirnos a esta sin tener en cuenta a los pobladores afectados, las
consecuencias culturales que podría generar la implantación de nuevas minas,
el cambio de costumbres, el cambio de los espacios donde vivían antes, la
llegada de nuevas tecnologías a los lugares donde se empieza invertir, a los
empresarios, el estado, asociaciones civiles, etc. Es con ellos donde las
decisiones terminan por germinar.

Si hay algo que recordar de la minería es que esta no estuvo siempre en manos
del capital internacional, hubo un momento que el estado se hacía responsable
de los centros mineros. Es recién en 1992 que se permite a cualquier persona a
la comercialización interna y externa la explotación de los minerales ubicados en
territorio peruano. Lo que siempre ha significado la minería para el Perú es ser
la actividad económica más importante y no solo desde ahora, sino inclusive
desde la colonia. Son nuestras minas el principal atractivo del país. Por eso no
resulta raro o extraño que hasta ahora aún sigamos dependiendo de la mina para
generar riqueza, es algo que siempre ha sido, es como una herencia colonial
económica.

En el Perú las decisiones sobre la minería han recaído históricamente en el


Estado: este actor es el que decide si darles o no permiso a las empresas para
explotar nuestro territorio y también es el encargado de fiscalizar. Sin embargo,
en nuestra historia contemporánea sucedió un hecho muy importante que
cambio la perspectiva que se tenía acerca desarrollo por parte de las empresas,
pobladores, asociaciones civiles e incluso el estado. Se puso en la agenda
nacional y en el imaginario colectivo un tópico importantísimo como lo es la
cuestión ambiental. Después del gobierno militar en la década de los 60 y 70, la
perspectiva de “desarrollo” que tenía el estado era puramente economicista:
donde lo importante era reducir costos y aumentar beneficios. Bajo esa idea es
que estalla el conflicto minero de Conga. Con Yanacocha en expiración, la
empresa minera buscaba expandir su proyecto a Conga; es por eso que, desde
el 2004 en adelante, los proyectos han sido bloqueados por la oposición de la
población en Cerro Quilish (2004), Carachugo II (2006), La Quinua Sur (2007),
Solitario (2009) y, finalmente, Minas Conga (2011) principalmente por los costos
ambientales que genero Yanacocha. Los pobladores, comités de regantes y
rondas campesinas buscaban cuidar el lugar donde habitan, se relacionan y
reproducen. Actores rurales que habían sido hasta el momento la oposición
social más visible frente al proyecto. A estos se sumaron actores urbanos que
reforzaron y mediatizaron el problema: como el Frente de Defensa de Cajamarca
y varias ONG ambientalistas. Es desde este entonces, 2004aproximadamente,
es que la defensa del medio ambiente, factor poco relevante para las empresas,
empieza adquirir un carácter predominante en el debate político regional. Hay
que agregar que son estos actores juntos a la población los gestores de un
cambio de perspectiva en el país, en el estado y en el imaginario colectivo; tanto
fue así que inclusive la marcha realizada en Lima –“Conga NO VA”- fue
multitudinaria.

Estas continuas quejas llegaron a generar un cambio de perspectiva “parcial” en


la empresa que necesita desarrollar estos proyectos mineros. A partir de 2006
Yanacocha destino más de 267 millones de soles a través del Fondo Solidaridad
con Cajamarca para proyectos de desarrollo en la región en áreas de salud,
nutrición, educación e infraestructura. En el 2010 se aprobó relativamente la
viabilidad de los proyectos mineros, gracias al cambio de perspectiva y a la
ayuda de las municipalidades y juntas vecinales. Sin embargo, el conflicto no
cesó. Los líderes de los movimientos que se opusieron a los proyectos mineros
terminaron demandando a la empresa por manipulación de opinión de los
habitantes del lugar y sus reacciones frente a la exposición de la empresa
buscando así la viabilidad de sus proyectos. Encima, se reclamó que no se
coordinó, no se sentaron a la mesa a debatir, a los principales afectados: los
pobladores de Celendín. Si no se escogió un lugar donde las consecuencias eran
menores (La Encañada).

El trasfondo político es claro: se busca generar una imagen positiva ante la


comunidad gestionando proyectos pro ambientales y de infraestructura para la
población, para así cooptar pobladores que terminarían por deslegitimar a los
principales líderes de oposición del proyecto. Lo más resaltante de todo esto es
que existe un proceso que busca estrechar relaciones entre la gran inversión y
la población. Este fue el espacio donde se pudieron establecer demandas a la
empresa, las cuales mayormente buscan beneficios económicos de su actividad
y se olvidan de cuidar el medioambiente. Para la empresa se trata de una
plataforma política para mostrar respaldo a sus actividades a través de la
movilización social. Durante esa mesa de dialogo, de este intento de hacer
viabilizar proyectos mineros de la mano con la población, la presencia de Estado
fue mínima. Ni si quiera los alcaldes afectados formaron parte de este dialogo,
fueron más activos las asociaciones civiles. El estado, o algún funcionario
sectorial, hubieran garantizado que los posibles impactos ambientales de la
minería se pongan en discusión y los acuerdos que se tomen se tengan en la
visión de beneficiados a los pobladores vulnerables ante estos proyectos. La
empresa resultaría beneficiada también, aunque en este caso parecería que
fuera lo contrario, con la presencia del estado. Le otorgaría clara legitimidad.
Legitimidad que se ve minada antes las nuevas denuncias. El estado busca
mantenerse alejado del conflicto para no dar la imagen de un país que se
enfrenta al mercado en el ámbito internacional. Como vivimos de la exportación
de materias primas lo que buscamos principalmente son este tipo de empresas:
las mineras. No podemos vivir ajenos a nuestra realidad internacional. Por eso
el estado debería mediar este tipo de conflictos y aumentar la fiscalización hacia
las empresas, que no es lo mismo a obstaculizar su labor; simplemente es buscar
igualdad de beneficios para ambos y reducir los costes sociales o ambientales.

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