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John Stuart Mill nació en Londres, el 20 de Mayo de 1806 en plena época en que se estaba

aboliendo la esclavitud. Fue economista, comerciante y escritor, gran defensor de los


derechos de las mujeres.
Llegando a los veinte años sufrió una gran depresión, en medio de la cual, entraron en
conflicto en su mente las diferentes ideas de aprendizaje sumamente estricto que se le inculcó
cuando pequeño, y sus ideologías se abrieron hacia nuevos horizontes, tales como el
romanticismo, el socialismo y el positivismo planteado por Comte.
En 1851 se casó con Harriet Taylor, luego de que ésta enviudara de su primer esposo. Ella fue
una gran influencia para John en impulsar la defensa de los derechos de las mujeres, actividad
que llevó a cabo durante el resto de su vida.
Desde 1865 hasta 1868 participó activamente como parlamentario en la Cámara de los
Comunes, en donde tuvo oportunidad de luchar por defender los derechos de las mujeres, la
libertad de los esclavos y la no discriminación racial.
Entre los años 1843 a 1873, escribió varios libros, entre cuyos títulos más importantes se
encuentran Lógica(1843), Principios de economía política (1848), Sobre la libertad (1859),
Utilitarismo (1861), La servidumbre de la mujer (1869) y Autobiografía (1873), entre otros. Fue
uno de los referentes importantes en el tramo final de la época de la Ilustración, o Iluminismo.
Mill viajó constantemente a Francia durante su vida, en especial a la ciudad de Aviñón, donde
finalmente falleció en 1873, a la edad de sesenta y seis años.

Aportes pedagógicos
Su aporte a la pedagogía se ve reflejado en los tres grandes temas que fueron su lucha y
prédica: el utilitarismo, la libertad y los derechos de la mujer.

Utilitarismo
El utilitarismo planteaba que las acciones son buenas si van a ayudar a que haya mayor
felicidad y bienestar a nivel general, y que son malas si no logran ese objetivo. Mill agregó una
nueva clasificación a la ya existente, diciendo que "algunos tipos de placer son más deseables
y valiosos que otros" (Mill, 1861), poniendo con esta declaración (y otras) una serie de niveles
de felicidad. A su vez, él trato de resolver la problemática que surgía del supuesto de que
todos están en busca de la felicidad: cómo hacer para que la realización de la felicidad de uno
no perjudique la felicidad de los demás. Para resolverlo, Mill agrega y fusiona al concepto de
felicidad el concepto de justicia, bajo el cual, la persona puede seguir en busca de su felicidad
mientras es protegido por normas que aseguran que nadie va a perjudicarlo sin antes
transgredir la norma. Mill, además, plantea el concepto de Mayor Felicidad, en el que
promueve que nuestras acciones produzcan en los demás la mayor cantidad de felicidad
posible.

La libertad
Mill planteaba que las personas deben sentirse en libertad de establecer por ellos mismos qué
es lo que los hará felices y les permita vivir en armonía con su propia forma de pensar. Estaba
en contra de las ideas morales impuestas por la fuerza y estaba a favor de que cada uno
pudiera pensar de forma independiente. Por supuesto que planteó también los límites para
este pensamiento, ya que, sin límites adecuados, termina por afectarse la libertad de los
demás si no ésta no está de acuerdo con los ideales propios. El límite propuesto por Mill es el
propio cuerpo: todo aquel que se entrometa o perjudique de alguna forma el cuerpo o la
salud de otro está excediendo su libertad y afectando la libertad del otro. Planteó también,
que la propiedad privada es una extensión del cuerpo, por lo tanto, para poder respetar la
libertad del otro, no basta con respetar su cuerpo y su salud, sino también sus pertenencias.

Los derechos de las mujeres


Mill puede ser considerado uno de los primeros feministas. Él estaba convencido de que uno
de los grandes impedimentos para el avance de la sociedad radicaba en la opresión hacia el
sexo femenino, y planteaba que esta desigualdad eran vestigios que habían quedado de otras
formas de pensamiento antiguas que ya estaban históricamente obsoletas. En el sentir
popular se tomaba como norma el que las mujeres cumplieran con los estándares de pureza y
de sumisión, y que esto les daría posibilidades de casarse, mientras que el no hacerlo indicaba
deshonra para la familia de ella por no haber estado apta para dar ese paso. La utilidad de la
mujer en ese entonces era casi el de un objeto, cuyo objetivo era realizar los quehaceres
hogareños, criar los hijos y mantener contento al marido de forma sumisa. La mayoría de las
mujeres eran analfabetas y no les era permitido estudiar carreras universitarias. Mill
planteaba que lo que marcaba la diferencia en el trato de la mujer era el errado concepto de
género femenino, el cual era socialmente aceptado por todos, junto con el concepto de
matrimonio estándar que existía y el nivel de educación que la mujer tenía; que si se podía
modificar estas cosas, probablemente las mujeres conseguirían tener otras oportunidades que
hasta ahora les habían sido negadas. Como argumento para contrarrestar la mentalidad
predominante, él planteaba que era imposible que los niños tuvieran la educación básica
suficiente para entrar en el colegio y desempeñarse correctamente si sus madres, quienes
eran sus educadoras durante su niñez, no estaban capacitadas para enseñarles, y que la única
forma en que podrían educarlos bien era estando ellas primero educadas.
También argüía que si las mujeres estaban preparadas para entender de negocios y asuntos
de ese estilo, podrían ser de ayuda a sus esposos para aliviarles el peso, ayudándoles a
afrontar mejor la economía del hogar y la toma de decisiones.
Estos planteos, junto con la incesante actividad en pro del feminismo, marcaron las bases para
los actuales derechos igualitarios y fue también, uno de los mayores aportes pedagógicos que
él hizo.

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