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TDAH leve
Impacto mínimo del TDAH en la vida del niño
Los padres y los profesores discrepan mucho sobre la
frecuencia de los síntomas.
Los padres rechazan el tratamiento con medicación.
En los niños que sean menores de 5 años.
Terapia conductual
Técnicas operantes
Refuerzo positivo
Autoevaluación reforzada
Vigilancia cognoscitiva
ABORDAJE PSICOEDUCACIONAL:
Normas y limites
Entrenamientos en hábitos positivos
Modificación de conductas disruptivas y problemas de
conducta
Entrenamiento en conductas positivas
Relajación y respiración
Expresión corporal
Realización de actividades externas como actividades
deportivas, hobbies, actividades socio-culturales
Psicomotricidad
Si hay una edad a la que debemos prestar una especial atención, esa es, sin duda, la
Adolescencia, etapa de transición de la infancia a la edad adulta que conlleva un proceso
de cambio e identificación destinado al eficaz desarrollo de las estrategias de adaptación
para las nuevas demandas planteadas por el medio y el status propio del adolescente.
Sin tratarse necesariamente de un periodo crítico, la Adolescencia es a menudo la edad de
aparición de los principales conflictos psicológicos: dificultad para aceptar la propia
imagen, problemas en la esfera familiar y en las relaciones interpersonales, falta de
orientación académica o profesional, inadaptación social, etcétera.
Nuestra labor profesional se centra en varios objetivos, entre ellos orientar y asesorar al
adolescente y a sus familiares, prevenir aquellos trastornos de frecuente aparición en la
Adolescencia y, en su caso, ofrecer la intervención clínica que favorezca la salud mental
del paciente.
·0 Conflictos en las relaciones familiares.
·1 Conflictos en la esfera académica.
·2 Imagen y competencia social.
·3 Trastornos de ansiedad y depresión en el adolescente.
·4 Trastornos del comportamiento y adaptación social.
·5 Trastornos de la conducta alimentaria.
·6 Trastornos por abuso de sustancias: cannabis, cocaína, etc.
·7 Otros trastornos.
Las técnicas que se presentarán son las que se aplican predominantemente en los tratamientos
de los trastornos de ansiedad y el estrés infantil, en la depresión y los trastornos del estado de
ánimo, en los niños con problemas de atención y en el tratamiento de conductas disfuncionales
en población infanto-juvenil.
Horario: de 10 a 18 ó 19 hs. (el horario admite una variación de una hora de acuerdo con la
dinámica grupal. Incluye hora para almuerzo y dos intervalos).
Arancel: $650.
Programa Analítico de la jornada: ejes temáticos
Economía de fichas.
Contrato de Contingencias.
Intención Paradójica.
Procedimientos racionales de sobrecorrección, castigo y costo de respuesta.
Moldeamiento por aproximaciones sucesivas.
Encadenamiento de componentes conductuales.
Procedimientos de Instigación/Atenuación y control de estímulo precedente.
Técnica de Reversión de Hábitos: su aplicación en tics y compulsiones.
Técnicas de intervención basadas predominantemente en los modelos Cognoscitivos.
Reflexión sobre el arte de elegir cada técnica en el momento adecuado del tratamiento.
Particularidades clínicas a considerar para la prevención de recaídas.
Adaptación y ajustes de las intervenciones según el caso clínico en cuestión.
Terapia Cognitivo Conductual (TCC) para adolescentes y adultos con TDAH
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Es fundamental diseñar con los adolescentes una ruta, desde qué lugar se parte y hacia que
lugar queremos llegar, cual es su Norte (y eso es lo que varía en cada caso).
Existen numerosos estudios científicos que demuestran su eficacia en todo tipo de trastornos y
especialmente en el TDAH.
¿Qué es la Terapia cognitiva conductual y por qué está indicada en estos casos?
La Terapia cognitiva conductual (TCC) es la herramienta que los seres humanos tenemos para
adaptarnos al entorno y sobrevivir. Tiene una función adaptativa, se aprenden conductas
adaptativas y funcionales, y se desaprenden conductas disfuncionales y desadaptativas.
A diferencia de las intervenciones con los niños donde es el terapeuta quién dirige la
intervención, en el caso del adolescente o del adulto, es fundamental por su parte:
Que se COMPROMETAN.
Que entiendan que es una TRABAJO DE EQUIPO.
Diseñar un plan individualizado de acuerdo a su PROPIO CONTEXTO FUNCIONAL.
Que se diseñen en conjunto los OBJETIVOS Y LAS METAS.
Para eso es importante plantearles esta pregunta: "¿Qué es IMPORTANTE para ti?..."
No existen "recetas mágicas", pero sí, numerosos recursos técnicos y estrategias disponibles. Es
el sujeto, en este caso debe ser sujeto activo y "coterapeuta", con ayuda del terapeuta, el que
elige en que dirección quiere ir y por donde empezar.
Terapia Cognitivo Conductual para Adolescentes y Adultos con TDAH: cómo intervenir con ellos
En primer lugar se debe realizar una evaluación exhaustiva y un análisis funcional para crear
un perfil de las características de la persona y su contexto.
El siguiente paso es intervenir con sesiones de Psicoeducación: explicación del TDAH (qué es,
cómo se desarrolla, consecuencias, cómo se maneja, etc.), impacto a lo largo de su vida,
conocer y entender los síntomas para manejarlos mejor. Esta parte es fundamental para la
aceptación y la desestigmatización del trastorno.
Una vez que se ha trabajado esto, se pasa a la intervención sobre los síntomas principales del
TDAH. Es importante jerarquizar las necesidades y los objetivos mediante un consenso con el
afectado.
Una vez que se ha diseñado la intervención global sobre el caso, es fundamental intervenir de
forma más específica sobre la comorbilidad y los problemas asociados (trastornos asociados,
abusos de sustancias, problemas de conducta, problemas laborales, sociales, etc.)
A la hora de intervenir es fundamental identificar las debilidades y las fortalezas y reforzar
siempre "los puntos fuertes"
No quieren ir a terapia.
Se niegan a reconocer que tienen dificultades.
No anticipan consecuencias negativas.
No se toman en serio el proceso de intervención: se creen que tomando la "píldora mágica"
deberían de solucionarse los problemas.
Tienden a emplear la justificación/victimización ("Creen que el Mundo está en su contra).
Están sufriendo "cambios madurativos y de desarrollo" constantes y muy importantes que
hacen que el trabajo con ellos sea más difícil (altibajos conductuales y emocionales).
Su contexto social tiene mucha fuerza.
La terapia cognitivo-conductual, TCC, (CBT por sus siglas en inglés) es un tipo de terapia
conversacional.
Esta terapia ayuda a los niños y adolescentes a analizar sus sentimientos, problemas y
conductas.
El número de sesiones promedio es 16, lo cual toma alrededor de cuatro meses.
Hablar sobre situaciones emocionales difíciles con un terapeuta podría parece que solamente
beneficia a los adultos. Sin embargo, los niños también experimentan problemas y sentimientos
complejos. La terapia cognitivo-conductual, TCC, (CBT, por sus siglas en inglés) es una clase de
terapia conversacional que puede ayudar a los niños. Estas son algunas cosas importantes acerca
de la TCC.
¿Qué es la terapia cognitivo-conductual?
La TCC es una forma de terapia que fomenta que los niños observen sus pensamientos,
sentimientos y conductas. Esta terapia les muestra cómo reemplazar los pensamientos negativos
con pensamientos más realistas y positivos.
Por ejemplo, si uno niño piensa, “yo no soy inteligente y no puedo aprender”, el terapeuta
podría ayudarla a eliminar ese pensamiento y reemplazarlo con, “yo puedo hacer muchas cosas
bien. Mi dislexia puede dificultar que aprenda, pero tengo recursos que me ayudan. Soy tan
capaz como cualquier otro niño”.
Los terapeutas TCC utilizan varias técnicas. Una de ellas se llama modelar. En esta técnica el
terapeuta muestra la conducta deseada, como por ejemplo ser capaz de enfrentarse al acosador.
Otra técnica se llama reestructuración cognitiva. En ella los niños aprenden a reconocer y
reemplazar los pensamientos negativos. Por ejemplo, cambiar “yo soy un desastre en
matemáticas” y transformarlo en “algunas cosas en matemáticas son difíciles para mí, pero hay
muchas otras que puedo hacer bien”.
Los terapeutas emplean otras técnicas para ayudar con cosas como mojar la cama o fobias
específicas, como el miedo a los perros.
¿Cuánto tiempo dura la terapia cognitivo-conductual?
La TCC es mucho más corta que otras terapias, las cuales podrían durar años. La cantidad
promedio de sesiones es 16, tanto para adultos como para niños. Estas sesiones se completan en
alrededor de cuatro meses, pero cada persona es diferente y el número de sesiones puede
variar.
¿Cuáles son los beneficios de la terapia cognitivo-conductual?
La TCC puede ayudar a los chicos a aprender habilidades importantes. Puede enseñarles a
cuestionar sus pensamientos negativos en lugar de simplemente aceptarlos. También puede
mejorar sus destrezas para manejar los problemas. Los niños aprenden a ser proactivos
dividiendo los desafíos en pasos pequeños y conquistando uno a la vez.
Los estudios muestran que la TCC puede ser tan útil como los medicamentos para tratar la
depresión en algunas personas con depresión. También puede ayudar a los niños con problemas
de ansiedad.
¿Qué chicos se benefician más de la terapia cognitivo-conductual?
Es común que los niños con dificultades de aprendizaje y de atención experimenten ansiedad o
depresión en algún momento. Los desafíos que enfrentan pueden perjudicar significativamente
su autoestima, y la TCC es particularmente útil para manejar esos problemas.
La TCC es también utilizada para tratar los trastornos de la conducta alimentaria, el abuso de
drogas y alcohol y los trastornos del sueño. Pero los beneficios de esta clase de terapia no se
limitan a los problemas de la salud mental. La TCC también puede ayudar a los niños que solo
quieren aprender a manejar el estrés.
La TCC puede beneficiar a niños tan jóvenes como de 6 o 7 años de edad, si son capaces de
entender sus patrones de pensamiento. Algunos niños no pueden hacerlo hasta que son
mayores.
¿Cómo puedo encontrar un terapeuta que practique la terapia cognitivo-conductual?
Es conveniente encontrar un terapeuta que se especialice en tratar niños. El médico de su hijo
podría referirlo a un especialista e, incluso, podría conocer un terapeuta cognitivo-conductual
especializado en dificultades de aprendizaje y de atención en niños.
También podría preguntar a familiares y amistades que hayan recibido terapia o en las
asociaciones locales de psicólogos o trabajadores sociales. National Alliance on Mental Illness (La
Alianza Nacional de Enfermedades Mentales) tiene un directorio en la Internet.
Solo usted puede decidir si su hijo podría beneficiarse de la terapia. El doctor de su hijo podría
recomendarle cuál sería el mejor tipo de terapia para él. La TCC enseña a las personas cómo
reconocer y detener los pensamientos negativos, y para los niños con dificultades de aprendizaje
y de atención, ¡el pensamiento positivo es un instrumento poderoso!
Los 9 Trastornos Psicológicos Más Comunes en la Adolescencia
Por
Alberto Rubín Martín
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Los trastornos psicológicos en la adolescencia son comunes y detectarlos pronto supone una
gran ventaja para impedir que avancen en la edad adulta.
Los trastornos mentales o problemas psicológicos están caracterizados por cambios de humor,
pensamiento y comportamiento, o alguna combinación de ellos.
trastornos en la adolescencia
Más de la mitad de todos los trastornos mentales y adicciones comienzan a la edad de los 14
años y 3 de cada 4 comienzan a la edad de 24 años.
Es complicado estimar el número de adolescentes que tienen un trastorno psicológico por varias
razones:
Incluyen:
Ataques de pánico.
Fobias.
Trastorno obsesivo compulsivo.
Trastorno por estrés post-traumático.
Trastorno de ansiedad generalizada.
2- Depresión
Algunos adolescentes que tienen depresión pueden no dar valor a sus vidas y puede llevar al
suicidio.
3- Trastorno bipolar
El trastorno bipolar se caracteriza por cambios de humor exagerados entre depresión y manía
(alta excitación).
Sin duda, el TDAH ha sido sobrediagnosticado en los últimos años. Actualmente, se cree que
ocurre en un 5% de adolescentes.
Este trastorno se caracteriza por la actuación del adolescentes de forma impulsiva y destructiva.
Los adolescentes con estos trastornos pueden violar los derechos de los demás y las reglas de la
sociedad.
Ejemplos:
Robos.
Agresiones.
Mentiras.
Vandalismo.
Incendios.
7- Trastornos de alimentación
Los adolescentes con bulimia varían del 1-3% de la población y al igual que en la anorexia,
intentan prevenir la ganancia de peso, aunque en este caso vomitando, usando laxantes o
haciendo ejercicio obsesivamente.
8- Esquizofrenia
Puede ser un trastorno devastador con consecuencias muy negativas para el bienestar y la
calidad de vida.
Los adolescentes con periodos psicóticos pueden tener alucinaciones, aislarse o pérdida de
contacto con la realidad, entre otros síntomas.
9-Pensamientos suicidas
El suicido también se puede dar en adolescentes y en el 90% de los casos existe un trastorno
mental.
Es conveniente estar alerta a los dignos de depresión y prevenir especialmente los maestros el
bullying escolar.
Señales de alerta de trastornos mentales en la adolescencia
Todo el mundo experimenta cambios de humor. Sin embargo, en los adolescentes es más
marcada esta tendencia.
En un poco espacio de tiempo pueden pasar de sentirse excitados a estar ansiosos o irritables.
Debido a los cambios hormonales y cerebrales que se dan en este periodo vital, se dan esas
bajadas y subidas constantes.
Sin embargo, los trastornos psicológicos pueden provocar reacciones emocionales excesivas o
tener consecuencias negativas en la vida social y personal.
Estos síntomas no son siempre obvios, aunque los padres, maestros y otras figuras de autoridad
deben estar atentos a cualquier señal.
Odio.
Irritabilidad.
Cambios en apetito.
Cambios en el sueño.
Aislamiento social.
Impulsividad.
Puede ser complicado distinguir entre los cambios normales en un adolescente y los síntomas de
una enfermedad mental.
Si tu hijo muestra uno o más de estos cambios y tiene un impacto en su vida, lo mejor es hablar
con ellos y buscar un profesional para que evalúe mejor el caso y proporcione un posible
tratamiento.
Consecuencias de los trastornos mentales
Los trastornos mentales se pueden tratar exitosamente y cuanto antes se detectan y tratan, más
probabilidades hay de que se de una cura.
El tipo de tratamiento que funcione mejor para un adolescente depende de las necesidades del
adolescente.
Terapia familiar: ayuda a que la familia pase mejor por la situación y a manejar los
comportamientos del adolescente.
Terapia cognitiva-conductual: ayuda a reconocer y cambiar patrones de pensamiento y
comportamientos insanos para la salud mental.
Entrenamiento en habilidades sociales: ayuda a los adolescente con problemas de baja
autoestima y dificultades para relacionarse.
Grupos de apoyo para adolescentes y familia.
Medicación: para la gente joven, la medicación no es la primera opción considerada. Si se
sugieren por un profesional, deben ser tratadas junto a otro tipo de tratamiento.
Generalmente, los chicos tienen más probabilidades de ser diagnosticados con problemas de
conducta que las chicas.
Las chicas se diagnostican más con depresión y trastornos de conducta alimentaria.
Los adolescentes cuyos padres tienen menores niveles de educación tienen mayor riesgo de
tener trastornos mentales que los que tienen padres con mayores niveles de educación.
Los adolescentes cuyos padres están divorciados también tienen mayores probabilidades que
los adolescentes con padres casados o viviendo juntos.
Los adolescentes que sufren bullying y los que han sufrido abusos sexuales también tienen
mayor riesgo.
Adolescentes cuyos padres han tenido o tienen trastornos tienen mayor riesgo.
Comentarios
Los problemas mentales no se dan sólo en la edad adulta, sino que aproximadamente 1 de cada
5 niños y adolescentes sufren algún trastorno psicológico. De hecho muchos de los trastornos
más habituales, como los del estado de ánimo y los de ansiedad, frecuentemente se desarrollan
o empiezan a manifestarse durante la adolescencia y la juventud.
Los trastornos depresivos son dos veces más habituales en mujeres que en hombres y se inician
de forma más frecuente en la tercera y en la cuarta décadas de la vida, si bien pueden aparecer a
cualquier edad. La vivencia de experiencias traumáticas y el aprendizaje de creencias
depresógenas durante la infancia son factores relevantes en su desarrollo.
El trastorno disocial es una variante de inicio temprano y de menor gravedad del trastorno
antisocial de la personalidad. Los criterios del trastorno disocial incluyen la utilización de la
violencia física y verbal contra personas u otros animales, el robo, la destrucción de la propiedad
de otras personas o las violaciones graves de normas de los padres y del centro académico.
El trastorno por atracón es una alteración que se engloba en la misma categoría y que ha sido
incluida recientemente en el DSM-5. Se caracteriza por la presencia de episodios de ingesta
compulsiva similares a los que tiene lugar en la bulimia, aunque se asocia con la obesidad al no
estar presentes conductas compensatorias como la inducción del vómito.
Las personas con el trastorno de ansiedad social, más conocido como fobia social, sienten un
gran malestar en situaciones que comportan la interacción con otras personas. Esto puede llegar
a causar los síntomas físicos y cognitivos propios de las crisis de angustia, como taquicardia y
dificultades para respirar. En muchos casos se debe a rechazo o acoso escolar.
8. Trastornos adaptativos y de estrés
Algo similar sucede con el trastorno por estrés agudo y con el trastorno por estrés
postraumático. Mientras que la primera etiqueta se utiliza cuando los síntomas provocados por
un acontecimiento traumático duran menos de un mes, el trastorno por estrés postraumático es
una variante más grave y duradera que conlleva un alto riesgo de suicidio.
Los principales problemas psicológicos en adolescentes
Adolescnete
Foto: THINKSTOCK
La adolescencia es una edad muy complicada, tanto para el joven que está experimentando una
gran cantidad de cambios internos y externos que no sabe controlar, como para los padres y
adultos que estamos con él, pues su actitud casi siempre suele impedir que se pueda hablar
tranquilamente o que podamos comprender qué le ocurre exactamente.
Como explican en el Consejo General de la Psicología de España (COP), los adolescentes son
nerviosos por naturaleza, pero su ansiedad debe mantenerse dentro de unos límites para que no
afecte de manera negativa en su vida.
Los adolescentes con altos niveles de ansiedad suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas y con
gran necesidad de recibir la aprobación de los demás. Por lo general confían poco en sí mismos y
son temerosos de muchas situaciones.
La crisis de ansiedad: es "la ansiedad en su grado máximo". Aparece de forma brusca y suele ser
de corta duración, aunque muy intensa: da la sensación de muerte inminente. Entre sus
síntomas destacan las palpitaciones, sudoración, temblores y sensación de ahogo, así como
dolor en el pecho y molestias alrededor del corazón.
El estrés adolescente
Todos vivimos en nuestra vida momentos estresantes, pero hay personas que toleran mejor
estas circunstancias que otras, y así ocurre con los adolescentes. Las reacciones al estrés
normalmente se dan con una mezcla de depresión y ansiedad, aunque también pueden
manifestarse mediante alteraciones en la conducta del joven.
En la agresividad hay un componente muy importante que se aprende: esto han visto durante su
infancia, esto hacen los niños. Aun así, durante la adolescencia los jóvenes buscan una nueva
identidad, y muchas veces se muestran agresivos. Esta agresividad suele venir causada por:
La actitud de los padres frente a la agresividad de los hijos: dependerá del grado que presenten,
algo que debe ser un experto en psicología quien lo valore. Eso sí, en casa desde la infancia se
deben transmitir valores que no tengan que ver con la violencia: de esta forma descenderán las
posibilidades de tener un adolescente violento.
Manías y obsesiones
adolescente
Todos tenemos pequeñas manías, pero hay que tener cuidado con que no se conviertan en un
Trastorno Obsesivo Compulsivo, pues en tal caso se trataría de un problema serio. Los padres
debemos estar atentos porque es habitual que los adolescentes guarden en secreto estas
pequeñas manías durante mucho tiempo.
Depresión adolescente
Hay que recordar que el "estado de ánimo deprimido" es muy común en los adolescentes: son
demasiados cambios en poco tiempo y muchos jóvenes reaccionan aislándose de los demás.
Esto hace que sea difícil diagnosticar la depresión en los adolescentes, pero no por ello debemos
dejar de estar atentos a cambios de comportamiento repentinos y síntomas como estos:
La anorexia y la bulimia son los trastornos de la alimentación más comunes en jóvenes, aunque
no son los únicos. Se trata de enfermedades en las que la comida y el peso se transforman en
una obsesión. Las personas más predispuestas a sufrir estas enfermedades son perfeccionistas,
inseguras, dispuestas a cumplir lo que los demás esperan de ellas y muy controladoras de sus
pensamientos y apariencia.
- Rechazo a mantener el peso corporal por encima del valor mínimo normal, teniendo en cuenta
la edad y la talla.
- Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obesa, incluso estando por debajo del peso
normal.
- Alteración en la percepción del peso o la silueta corporal (se "ve" muy gorda, se "siente" en
sobrepeso).
- Si han tenido la primera regla, ausencia de por lo menos tres ciclos menstruales consecutivos.
En el caso de la bulimia hay que tener cuidado porque puede permanecer en secreto durante
mucho tiempo, hasta que comienzan a aparecer los problemas de salud. Esta enfermedad se
caracteriza por tremendos atracones de comida y, después, el temor a que la comida les haga
engordar, por lo que se desarrollan actitudes para evitarlo: vómitos, periodos de ayuno, laxantes,
etcétera.
En ambos casos es importante acudir a especialistas que trabajen tanto psicológica como
emocionalmente. Asimismo, se recomienda evitar la hospitalización siempre que se pueda.
Obesidad en adolescentes
psicologo niños valenciaLa infancia para muchas personas ha sido la etapa más feliz de sus vidas
debido a la falta de problemas y responsabilidades que esta conllevaba, y a un buen ambiente
en el hogar. Pero no es oro todo lo que reluce y, a veces, los niños necesitan un empujoncito
extra o ayuda profesional de un psicólogo. Y no tiene que ver con la educación de los padres,
que a veces se sienten culpables sin tener motivos para ello.
Hoy te hablamos de los tipos de trastornos psicológicos que suponen dificultades tanto para la
adaptación de los más pequeños con el entorno y que afectan en su desarrollo. Para poder
solucionar estos problemas cuanto antes, es muy importante tratarnos con ayuda psicológica. La
atención temprana será clave.
1. Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad
Se trata de un trastorno cuyos síntomas se observan en aquellos niños hiperactivos que poseen
una gran falta de atención así como impulsividad que hace que no tengan capacidad de atender
o concentrarse en una actividad durante un periodo largo de tiempo. El TDAH da lugar a
dificultades en el rendimiento escolar por lo que es conveniente que este problema se trate por
un psicólogo infantil lo antes posible para que la educación del niño sea la adecuada y no tenga
ninguna limitación. El tratamiento para este trastorno dependerá de la peculiaridad de cada
caso, su intensidad, y el contexto en el que el menor afectado tenga que adaptarse teniendo que
educar a este y a su familia con información sobre el trastorno que padece.
2. Trastornos del sueño en niños
Durante la infancia es frecuente que lo niños vean su sueño trastornado debido a la aparición de
pesadillas y terrores nocturnos que de manera recurrente producen insomnio. Este puede venir
acompañado de otros trastornos menos frecuentes como podrían ser el sonanbulismo o la
narcolepsia. La terapia para solucionar este problema comenzará reconociendo que existe y, a
partir de ahí, el profesional se encargará de otorgar las pautas necesarias en función de la edad y
las características del problema que presente el niño.
3. Trastornos emocionales
Estos pueden sufrirse por distintas causas como una separación de los padres, el nacimiento de
un hermano o factores que produzcan estrés y desequilibrios en el mundo del niño. En función
de la etapa en la que este se encuentre así como su grado de desarrollo a nivel cognitivo e
intelectual, el trastorno puede darse en diferentes formas y a veces su diagnóstico es
complicado. Es conveniente observar al niño y su conducta así como acudir a un profesional.
Entre los trastornos emocionales más frecuentes encontramos la depresión o la bipolaridad.
4. Trastornos de conducta
Son un tipo de trastorno muy común que, si no son tratados de la manera correcta, pueden dar
lugar a problemas más graves afectando el desarrollo intelectual y afectivo del niño. Asimismo
podría perjudicar sus relaciones sociales y convertirlo en el periodo de la adolescencia en una
persona aislada, conflictiva y con dificultades de adaptación. La conducta que generalmente se
asocia a este tipo de trastorno es un comportamiento agresivo, mentalidad negativa,
desobediencia continua, abandono escolar, discusiones, vandalismo, autolesiones… La terapia
ayudará a que tu hijo adolescente comente sus inquietudes a un profesional que no le juzgará
por su forma de ser y le ayudará a sentirse mejor consigo mismo y con los demás.
5. Trastorno de ansiedad
En muchas ocasiones y, debido a distintos motivos, los niños pueden sufrir ansiedad. Esta les
ocasiona un miedo y preocupación a altos niveles lo que a su vez puede desencadenar
problemas sociales, en el colegio o en el ámbito emocional con sentimientos muy desagradables.
Estos trastornos incluso si no se tratan de la manera correcta pueden terminar siendo fobias.
Entre los más comunes destacan aquellos generados por estrés postraumático, por la
separación, ansiedad generalizada o el TOC.
Problemas frecuentes
Problemas de Conducta
Los problemas de comportamiento causan deterioro en todos los ámbitos en los que el niño se
desenvuelve. Impulsividad, desobediencia, agresividad, absentismo escolar, violación de reglas,
negativismo, etc, son conductas que generan gran malestar en la familia y si no se tratan en este
momento, dificultarán la adaptación del menor en las futuras etapas de desarrollo.
Trastornos de Ansiedad
En este grupo se incluyen todos aquellos trastornos que cursen con un componente de ansiedad.
Fobias, Miedos, Timidez y dificultades para relacionarse,Trastorno de Ansiedad de separación,
Trastorno de Ansiedad generalizada, Trastorno Obsesivo Compulsivo, Trastorno por estrés
postraumático, etc. Este tipo de alteraciones provocan mucha angustia y sufrimiento emocional
y suponen un lastre para el desarrollo social del menor.
Depresión, Estado de ánimo deprimido, Trastorno Bipolar, etc, son problemas que se pueden
dar en la infancia y adolescencia igual que en la vida adulta, lo que sucede es que, en muchas
ocasiones, los síntomas son sensiblemente diferentes a los que encontramos en adultos, por lo
que pueden pasar desapercibidos para los padres que no logran entender lo que le puede estar
pasando a su hijo/a realmente.
Problemas de Sueño
Aproximadamente un 10% de los niños padece de Insomnio infantil, es decir, tiene dificultades
para dormirse solo, tiene un sueño poco profundo con frecuentes despertares nocturnos y, en
general, duerme menos de lo que sería recomendable. Estos trastornos pueden guardar
relación con hábitos inadecuados que deben ser corregidos para restablecer el equilibrio o
pueden ser secundarios a otro tipo de problemas que deben resolverse para restablecer una
buena higiene del sueño.
No todos los niños tienen el mismo ritmo de aprendizaje, ni la misma forma de aprender. No
todos tienen las mismas capacidades, ni siguen la misma curva de desarrollo, pero hay ocasiones
en las que existe alguna Dificultad en el Aprendizaje y se produce un retraso en las áreas
instrumentales básicas (lectura, escritura, matemáticas). Cuando se den estas circunstancias, es
fundamental ayudar al niño para que optimice los recursos de los que dispone y facilitarle la
incorporación de nuevas estrategias que le permitan desarrollar todas sus potencialidades.
Acoso Escolar
Diversos estudios afirman que en España uno de cada cuatro escolares sufre acoso escolar. La
solución no siempre pasa por cambiar al niño del colegio, sino por darle las herramientas para
poder enfrentarse a esta situación.
Enuresis y Encopresis
Estos trastornos hacen referencia a una dificultad en lograr el control de esfínteres a la edad en
la que ya es fisiológicamente posible. Para diagnosticar este trastorno han de darse unos
criterios de edad y frecuencia determinados. La situación puede prolongarse incluso hasta la
adolescencia y genera sentimientos muy negativos en el niño que llegan a afectar su autoestima
y sus relaciones sociales.
La mayoría de los niños aprenden a hablar sin dificultades, y esta adquisición es fundamental
para el posterior desarrollo cognitivo y social. Cuando este desarrollo no se produce de la
manera esperada es importante determinar cual es el origen del problema cuanto antes. Los
Trastornos del Lenguaje y la Comunicación más frecuentes son aquellos en los que existe una
demora en la evolución del lenguaje, pudiendo esta hacer referencia a la comprensión, la
expresión o a una combinación de ambos.
Trastornos de la Conducta Alimentaria
Aquí englobamos una serie de trastornos que no son exclusivos de la edad adulta y que
comprenden la Anorexia, la Bulimia, Obesidad Infantil, Malos hábitos alimentarios ,Negación a
comer múltiples alimentos, etc.
Mutismo Selectivo
Se trata de la incapacidad para hablar en situaciones sociales o con sus iguales que se da en un
niño que no tiene ningún impedimento fisiológico para hablar y que se desenvuelve con
normalidad en ambientes familiares. Suele vincularse a niños con una timidez excesiva o a
comportamientos negativistas. Es un trastorno que se suele dar antes de los 5 años pero tiende a
persistir en los años posteriores y genera gran disfuncionalidad en la vida social y escolar del
niño.
Trastornos somatoformes
Los niños que padecen un Trastorno Generalizado del Desarrollo suponen un grupo muy
heterogéneo en su funcionamiento, pero de forma global podemos decir que presentan
dificultades más o menos severas en el lenguaje, la comunicación y la socialización. Dentro de
este grupo encuadramos el Síndrome de Asperger y los Trastornos del Espectro Autista.
Otros
Adolescentes
Problemas psicológicos adolescentes.
En Nieves Nieto Psicología infanto juvenil, damos especial importancia al restablecimiento del
equilibrio familiar, la buena comunicación entre los miembros de la familia y el apoyo y
orientación al adolescente para que consiga desarrollarse plenamente de una forma sana y
adaptativa.
Por otra parte, el trabajo con los padres también es imprescindible, ya que habitualmente
sienten que, de repente, no saben cómo tratar a sus hijos, se encuentran perdidos y frustrados
por una situación que les sobrepasa. El apoyo, orientación y las pautas educativas a las
familias,les permitirán ayudar a sus hijos.
Bajo este epígrafe se agrupan comportamientos muy diversos y de severidad dispar, donde se
incluyen la desobediencia, provocación, negativismo, hostilidad, perder los estribos con
facilidad, discutir con adultos y desafiarlos, hacer deliberadamente cosas que molestan a otros,
agresividad hacia uno mismo y/o hacia los demás, engañar, robar, destrozar bienes propios y/o
ajenos, vandalismo, incendios provocados, violar reglas o incumplir normas, escaparse de casa,
absentismo escolar,…
Trastorno de Déficit de Atención con/sin Hiperactividad (TDAH):
Si bien muchas personas pueden ser o estar intranquilas y distraídas, estas cualidades deben ser
más intensas, persistentes y perturbadoras para poder acreditar un diagnóstico de TDAH. Los
síntomas nucleares del trastorno son el déficit de atención, la impulsividad y la falta de atención
y éstos deben causar dificultades en múltiples áreas, por ejemplo, en la escuela, el hogar o con
amigos.
Trastornos Generalizados del Desarrollo y/o Trastornos del Espectro Autista:
Los trastornos generalizados del desarrollo generalmente son evidentes en los primeros años de
vida. Los niños con estos trastornos tienen dificultades en el desarrollo temprano del lenguaje, la
comunicación, la socialización y la motricidad. El trastorno autista y el síndrome de Asperger (SA)
son dos de las formas más comunes de trastornos generalizados del desarrollo (TGD).
En general, los niños con síndrome de Asperger no presentan las deficiencias cognitivas o de
lenguaje que manifiestan los niños con trastorno autista. Sin embargo, en ambos trastornos, los
niños tienen dificultades para comprender las situaciones sociales y carecen de habilidades
empáticas. Ambos trastornos pueden considerarse incluso puntos extremos de un mismo
espectro. De hecho los niños diagnosticados de TGD podrían ubicarse en cualquier punto de este
espectro, presentando cuadros muy heterogéneos tanto a nivel conductual como funcional.
Trastornos del Habla y/o del Lenguaje:
A diferencia del simple retraso del lenguaje, los trastornos del lenguaje, se caracterizan por una
anomalía en el desarrollo del Lenguaje. Las manifestaciones clínicas varían y pueden percibirse
como una dificultad articulatoria, en la compresión del lenguaje, en su procesamiento o en la
expresión verbal. De hecho hay niños que aún teniendo un trastorno del lenguaje, pueden
producir sonidos y su discurso se puede entender.
Los trastornos del lenguaje en raras ocasiones se deben a una falta de inteligencia pero si
pueden ocurrir en niños con otros problemas del desarrollo, con trastornos del espectro autista,
con hipoacusia y con dificultades de aprendizaje. Un trastorno del lenguaje también puede ser
causado por daño al sistema nervioso central, el cual se denomina afasia.
Trastornos de Ansiedad:
Incluyen miedos, fobias, dificultades para separarse del adulto, obsesiones y compulsiones,
traumas,…)
Trastorno de Ansiedad por separación (TAS): un temor extremo de ser separado del hogar o de
la persona principal que lo cuida
Fobia Social: temor excesivo a ser evaluado negativamente, a ser rechazado, humillado o
avergonzado frente a los demás
Trastorno de Pánico con/sin Agorafobia: episodios de ataques de pánico, que cursan con
síntomas como falta de aire, palpitaciones, hormigueo y sensaciones de adormecimiento,
oleadas de frío o calor, o terror al encontrarse en ciertos lugares o situaciones.
Si no se tratan, los trastornos de ansiedad pueden provocar dificultades en otras áreas, por
ejemplo, se pueden dificultar las relaciones con los iguales ya que un niño con fobia social evita
las situaciones sociales.
Mutismo selectivo:
El mutismo selectivo se refiere al silencio selectivo en un niño que habla sin problemas en
situaciones muy familiares. Los niños con mutismo selectivo se desenvuelven y hablan
normalmente en el ambiente familiar próximo; sin embargo, cuando hay personas poco
conocidas, se vuelven tímidos y retraídos. Algunos niños evitan el contacto visual y no se
comunican de ninguna manera con los demás. Otros no recurren a gestos ni cambios en su
expresión facial. A pesar de que es poco común, el mutismo selectivo merece mucha atención
porque persiste y tiene un impacto funcional (social, educativo) en los niños pequeños
Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT):
Un niño o adolescente puede desarrollar este trastorno, después de presenciar o estar expuesto
a una situación traumática extrema en la que el mismo menor o una persona importante se ve
involucrada en una amenaza de lesión o muerte o incluso en un hecho real de lesión o muerte
que causa miedo, desprotección u horror intenso. En la mayoría de los casos, la conmoción y
angustia inicial provocadas por el trauma disminuyen con el transcurso del tiempo, y las heridas
emocionales se procesan y disipan. Cuando el recuerdo del trauma no disminuye y la
perturbación provoca trastorno en diferentes áreas de la vida, el niño se encuentra en riesgo de
desarrollar trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Trastorno Somatomorfo (Enfermedad Psicosomática):
A veces un niño o adolescente se queja continuamente de una molestia o un dolor , sin que
pueda encontrarse una causa médica que lo explique. Sin embargo, el dolor o la molestia son
muy reales para el joven. El niño o adolescente puede estar sufriendo una enfermedad
psicosomática (trastorno somatomorfo) y puede estar expresando sus conflictos emocionales a
través de las quejas físicas. Los trastornos somatomorfos diagnosticados en niños incluyen el
trastorno de conversión, trastorno de somatización, trastorno dismórfico corporal, hipocondría y
trastorno del dolor.
Trastornos Afectivos y/o del estado de ánimo :
Trastornos Depresivos. Los niños que sufren depresión pueden acusar síntomas característicos
como pueden ser desánimo, baja autoestima, desesperanza y culpa, pero muy a menudo
también pueden mostrarse irritables, imposibles de complacer, con mal humor y oscilan de la
tristeza profunda a la ira repentina. En casos más graves puede acompañarse también de
dificultades para concentrarse, cansancio, problemas para dormir, problemas de apetito,
retraimiento social, intranquilidad o aletargamiento, disminución del interés o del placer en las
actividades, pensamiento de muerte. A veces los jóvenes sienten que el suicidio es la única
forma de detener el dolor. Los padres deben tomar en serio cualquier conversación sobre
suicidio o muerte, y consultar de inmediato a un especialista en salud mental.
Trastorno Bipolar/ Trastorno maníaco depresivo: Se caracteriza por cambios de humor
persistentes e intensos que van desde la depresión hasta la manía. Estos estados de ánimo son
fuertemente intensificados o claramente diferentes de la personalidad habitual del niño, y su
intensidad y duración son muy exageradas y desproporcionadas a los hechos que las pueden
precipitar. La persona con trastorno bipolar experimenta los signos típicos de depresión (ya
descritos) al igual que los signos de manía (euforia, sentimientos de grandiosidad y
invencibilidad, energía inusual, disminución de la necesidad de sueño, conductas de riesgo e
incluso una pérdida del contacto con la realidad) que producen alteraciones en el
funcionamiento. Cada fase puede durar varios días o meses. El trastorno es poco frecuente en
niños menores de doce años de edad, y a menudo se diagnostica en la adolescencia.
La vinculación hace referencia al lazo íntimo que se forma entre un niño o bebé y la principal
persona a cargo. Una vinculación segura se considera vital para el desarrollo emocional del niño
y su capacidad para establecer otras relaciones sociales saludables. Los bebés y niños con este
trastorno muestran una relación social inapropiada para el nivel de desarrollo, y no inician ni
responden como deberían a la mayoría de las interacciones sociales.
Trastornos de Aprendizaje
Conllevan una dificultad para adquirir competencia en algunas áreas como por ejemplo: la
lectura, las matemáticas, la expresión escrita y las habilidades sociales; según lo esperado para
su edad, nivel escolar e intelectual. Los tipos más importantes de trastornos del aprendizaje son
trastorno de lectura,trastorno del cálculo, trastorno de expresión escrita y trastorno de
aprendizaje no verbal.
Síndrome de Gilles de la Tourette y Otros Trastornos por Tics:
Se caracterizan por tics vocales y motores involuntarios que pueden variar e incrementarse y
reducirse con el transcurso del tiempo. Un tic motor es una contracción nerviosa rápida y
reiterada que produce un movimiento rápido y repentino. Los tics motores más comunes son
parpadear, encogerse de hombros, y hacer muecas y movimientos con la nariz. Un tic vocal es un
sonido realizado involuntariamente y puede incluir ruidos y sonidos sin sentido, entre ellos,
gruñidos, chasquear la lengua, silbar y despejarse la garganta. Es posible también tener
solamente tics motores o tics vocales. Este trastorno se inicia durante la infancia o adolescencia
temprana, y puede incluir períodos de remisión que pueden durar varios años. La gravedad,
frecuencia y variabilidad de los síntomas pueden disminuir durante la adolescencia y edad
adulta. En otros casos, los síntomas desaparecen completamente, en general en etapas adultas
tempranas.
Trastornos Psicóticos y Esquizofrenia Infantil
Se caracterizan por un pensamiento perturbado vinculado con ideas falsas o “disparatadas”,
alucinaciones (ver, escuchar o sentir cosas que no están allí) así como una conducta y el lenguaje
desorganizados o “sin sentido”.
Los niños y adolescentes que sufren estos trastornos pueden perder contacto con la realidad y
son incapaces de controlar su pensamiento o su conducta. Hay casos de afectación severa donde
se pueden llegar a tener pensamientos de hacerse daño a uno mismo o a otras personas.
La esquizofrenia supone el cuadro más grave y de peor pronóstico, puede tener un inicio
gradual, con síntomas de aislamiento y alteraciones del lenguaje que se tornan evidentes con el
transcurso del tiempo, o puede tener un inicio repentino en la adolescencia.
Trastornos de la eliminación
Se refiere a una falta de control esfinteriano, que lleva a los niños a orinarse (enuresis) o defecar
(encopresis) involuntariamente sin que exista una enfermedad orgánica que lo genere. Para su
diagnóstico requiere que haya pasado el tiempo en que el control intestinal y urinario es
fisiológicamente posible, momento que coincide habitualmente con la edad en que el niño ya
logra usar el inodoro, en general los 4-5 años de edad. Este diagnóstico es más común en niños
pequeños, pero puede darse hasta los 10 ó 12 años. La experiencia clínica sugiere que no suele
durar más allá de la adolescencia.
Trastornos del sueño
También existe la posibilidad de que algunos trastornos del sueño surjan como consecuencia de
malos hábitos (dificultad para dormir solo) y/o sean secundarios a otros problemas
psicológicos/psiquiátricos (ansiedad/miedos, depresión,…).
Trastornos de Ansiedad
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De acuerdo con la MHIC, los trastornos de ansiedad son uno de los problemas psicológicos
infantiles más comunes. Afectan a 13 de cada 100 niños o adolescentes. Diferentes tipos de
trastornos de ansiedad pueden presentarse solos o con otros síntomas. La ansiedad generalizada
se caracteriza por una preocupación crónica, poco realista y que no se basa en ninguna
experiencia real.
Otro tipo de trastorno es el post-traumático (TEPT), se produce en niños que han sido
traumatizados por la violencia, el abuso físico o sexual, o han vivido una guerra o un desastre
natural. Se caracteriza por recuerdos de los momentos críticos que suelen ocurrir sin previo
aviso.
Y dentro de los trastornos de ansiedad infantil, también se dan los trastornos obsesivo-
compulsivo (TOC), estos hacen que los niños quedan atrapados en las conductas y pensamientos
repetidos, tales como el lavado de manos o contar todos los movimientos que realizan, revisar su
cartera o mochila varias veces, etc.
Depresión
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La depresión es una enfermedad debilitante y caracterizada por una tristeza psicológica crónica y
opresiva que no cede con normalidad. De acuerdo con el MHC, los estudios sobre niños de entre
seis y 12 años de edad indican que el 10 por ciento sufren de depresión clínica.
Al igual que en adultos, la depresión en los niños se cree que es causada por una combinación
de factores genéticos, biológicos y el entorno. Sin embargo, los niños no pueden expresarse
como adultos, los síntomas de la depresión se manifiestan típicamente de manera diferente. Los
signos de la depresión infantil son el sueño o trastornos del apetito, caída en el rendimiento
escolar, nerviosismo o hiperactividad, lentitud en los movimientos corporales o del habla,
mutismo, irritabilidad, llanto excesivo, miedos inexplicables, agresión, comportamiento
antisocial, aislamiento o el dolor físico sin fundamento ni explicación alguna.
Bipolaridad
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El trastorno bipolar, también es identificado como depresión maniaca, es una enfermedad
psicológica de carácter crónico, se caracteriza por continuos cambios de humor llegando a ser
extremos en algunos casos. Por lo general se manifiestan por una de alta (hiperactividad, habla
excesiva, temperamento explosivo, necesidad de dormir poco, comportamientos de riesgo)
baja autoestima, tristeza, dolor físico, sueño excesivo, cambios en el apetito, sentimientos de
inutilidad o de culpa, baja energía, pensamientos de muerte). y todavía queda un largo etc.
El trastorno bipolar es causado por una combinación de factores genéticos, neurológicos y del
medio ambiente. Además, los niños con un trastorno de ansiedad tienen un mayor riesgo de
desarrollar trastorno bipolar. Según el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH), cuando el
trastorno bipolar se detecta en los niños, es a menudo más grave y difícil de manejar de lo que
es en adolescentes y adultos. Tiene su explicación, ya que estos estados de ánimo pueden ser
mezclados y cambiar con bastante rapidez, a veces varios veces en un solo día.
Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
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El TDAH compromete la capacidad del niño para aprender, mantener la concentración y
mantener los niveles normales de actividad. De acuerdo con Mental Health America, es el
trastorno psicológico más frecuente en los jóvenes, afecta al 5 a 10 por ciento de los niños
estadounidenses y aproximadamente lo mismo en los niños europeos.
Aunque el TDAH se cree que se desarrollan antes de los siete años, suele diagnosticarse en niños
de entre ocho y diez años de edad y es 10 veces más frecuente en niños que en niñas.
Los signos del TDAH incluyen la incapacidad para escuchar o completar tareas, la falta de
concentración en algo concreto, pasando rápidamente de una actividad a otra, es perjudicial en
la escuela, tiene dificultades para compartir lo suyo o esperar su turno, esta en constante
movimiento, ( corre y trepa ) etc, manifiesta un alto grado de inquietud y sufre alteraciones del
sueño y actuar sin pensar, etc.
Trastorno de la Conducta
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El Departamento de Salud y Servicios Humanos calcula que al menos uno de cada 10 niños y
adolescentes tienen trastornos de conducta. Es más común en niños que en niñas y ocurre con
más frecuencia en las zonas urbanas que en las zonas rurales. De acuerdo con el NMHIC, los
niños con trastorno de conducta, también conocida como trastorno de comportamiento,se
identifican por tener poca o ninguna consideración por otras personas o por las normas
sociales. Los signos más característicos incluyen la agresión, la mentira, el robo, la conducta
destructiva, el absentismo escolar, la actividad sexual precoz y el abuso de sustancias, entre
otros.
Los estudios han demostrado que los niños en riesgo de trastorno de la conducta han
experimentado alguna de las siguientes situaciones: el abandono, la pobreza, la
institucionalización, la separación de los padres, el rechazo de la madre, la enfermedad mental
de los padres o la discordia en la pareja, abuso o violencia.
Estas enfermedades comprometen las habilidades intelectuales, las reacciones normales a los
sonidos, imágenes y olores, y la capacidad de comprender el lenguaje o hablar coherentemente
en cualquier situación. Estas señales bajo la observación de un profesional se hacen evidentes
antes de los tres años de edad, son mensajes que indican ciertas anomalías en algunas pautas
inusuales como en la actitud para dormir, comer o beber, las posturas o movimientos
particulares, dificultad para interactuar con los demás, la falta de contacto visual, la falta de
curiosidad o interés en el entorno, y repetitivos comportamiento de juego.
El RETRASO MIXTO del lenguaje o DISFASIA es un trastorno severo del lenguaje, tanto en la
comprensión como en la producción del mismo (expresión poco fluida, distorsiones fonológicas
y falta de gramática), cuyas causas no se explican por problemas sensoriales, intelectuales o
neurológicos. Suele ir asociada a otros trastornos (atención dispersa, aislamiento, etc.).
La AFASIA es un trastorno del lenguaje, que compromete todos los canales de comunicación
(comprensión, expresión, lectura y escritura), producido por alguna lesión o daño cerebral,
después de que el individuo ya ha adquirido el lenguaje. Origina la pérdida de habilidades ya
aprendidas y compromete el desarrollo posterior del lenguaje. Hay diferentes tipos de afasia
según donde se localice la lesión cerebral.
Evolutiva: Propia del desarrollo evolutivo del niño, se considera dentro de lo normal pues el
niño está en proceso de adquisición del lenguaje y los errores se van corrigiendo
progresivamente.
Orgánica: La causa puede estar en los órganos del habla (disglosias) o en algún tipo de lesión
cerebral (disartrias).
La ENURESIS es la emisión no voluntaria de orina por el día o por la noche, a una edad en la que
se espera que haya control al respecto, es decir, más allá de los 3 a 4 años. La Enuresis puede ser
primaria (si el niño nunca ha conseguido controlar su pipí), secundaria (si después de un período
de control no consigue volver a él), diurna (si ocurre durante el día), nocturna (si ocurre durante
la noche), y mixta ( si ocurre en ambos momentos del día).
Hay una serie de factores que pueden predisponer al niño a padecer este trastorno:
Algún problema físico: Una vejiga pequeña o de musculatura débil. Es lo primero que habría
que averiguar.
Iniciar demasiado tarde el hábito del control del pipí: Una vez pasada la edad óptima,
alrededor de los 2 años, es más difícil.
Circunstancias críticas emocionales (factor psicológico): Nacimiento de un nuevo hermanito,
separación de los padres, cambio de casa o de colegio.
Factor hereditario: Es frecuente que alguien de la familia haya tenido el mismo problema. Si es
así, es conveniente explicárselo al niño para darle seguridad.
Un ciclo del sueño muy profundo que le impide recibir el aviso de "vejiga llena".
Padecer algún otro trastorno al que la enuresis va asociado.
Aunque suele mejorar espontáneamente con el paso del tiempo, es un tema que no debe
ignorarse. El primer paso será determinar la causa del problema o el factor que lo ha podido
desencadenar. Nunca se debe ridiculizar ni castigar a un niño por este hecho, ya que ello muy al
contrario de hacerle reaccionar, le puede provocar importantes problemas emocionales.
Los padres pueden ayudar a los niños que se orinan en la cama de la siguiente manera:
En algunos casos raros, el problema de la enuresis no puede ser resuelto ni por los padres, ni por
el médico de familia, ni por el pediatra. A veces el niño muestra síntomas de problemas
emocionales, tales como la tristeza o la irritabilidad constante, o un cambio en el apetito o en los
hábitos de dormir. En estos casos los padres deben de hablar con un psicólogo de niños y
adolescentes, quien podrá evaluar los problemas físicos y emocionales que puedan estar
causando la enuresis y ayudar al niño y a sus padres a resolver estos problemas.
Los niños con "encopresis" pueden tener otros problemas, tales como lapsos cortos de
concentración, baja tolerancia de la frustración, hiperactividad y mala coordinación.
Ocasionalmente este problema de ensuciarse comienza con un cambio que produce tensión en
la vida del niño, tal como el nacimiento de un hermanito, la separación o divorcio de los padres,
problemas familiares, o el mudarse a un nuevo hogar o escuela. La "encopresis" es más
frecuente en los niños que en las niñas.
Aunque la mayoría de los niños que se ensucian encima no tienen una condición física, ellos
deben de someterse a una evaluación física completa llevada a cabo por un médico de familia o
por un pediatra. Si no se encuentran causas físicas, o si los problemas continúan, el próximo
paso es una evaluación por un siquiatra de niños y adolescentes. El siquiatra de niños y
adolescentes revisará los resultados de la evaluación física y entonces decidirá si hay problemas
emocionales contribuyendo a la "encopresis". Será pues lo más importante identificar la causa
que la produce. Según la personalidad del niño, se optará por quitar importancia al tema o por
insistir al niño en que sea más cuidadoso. Eso sí, jamás se le ridiculizará ni castigará por ello.
Se engloban bajo el nombre de "trastornos del aprendizaje" gran variedad de trastornos, cuyas
causas son muy diversas. Habría que restringir la definición a aquellos trastornos, bajo los que
siempre se detecta un nivel de aprendizaje inferior a lo que se considera "normal" para la edad
del niño, siempre y cuando ello no se deba a retraso mental o algún otro trastorno del
desarrollo. Para poder abordar de forma adecuada una situación así, el psicólogo infantil deberá
hacer la valoración del problema desde varias perspectivas:
Desde el nivel madurativo del niño (su lateralidad, su psicomotricidad general, la organización
de su esquema corporal, etc.).
Desde su estado neurológico (valorar si es preciso realizar algún tipo de prueba neurológica).
Desde su nivel de inteligencia y los factores que influyen en ésta.
Desde la situación o nivel psicopedagógico en las diferentes áreas y habilidades.
Desde su personalidad.
Desde el punto de vista de los padres, así como de los profesores.
Existe la creencia de que los problemas del aprendizaje son causados por alguna dificultad con el
sistema nervioso que afecta la recepción, el procesamiento o la comunicación de la información.
También puede ser común en ciertas familias. Algunos niños con problemas del aprendizaje son
también hiperactivos, no se pueden estar quietos, se distraen con facilidad y tienen una
capacidad para prestar atención muy corta.
Los psicólogos de niños y adolescentes indican que los problemas del aprendizaje se pueden
tratar. Si no se detectan y se les da tratamiento a tiempo, sus efectos pueden ir aumentando y
agravándose como una bola de nieve al rodar. Por ejemplo, un niño que no aprende a sumar en
la escuela primaria no podrá entender el álgebra en la escuela secundaria. El niño, al esforzarse
tanto por aprender, se frustra más y más y desarrolla problemas emocionales, tales como una
baja autoestima ante tantos fracasos. Algunos niños con problemas de aprendizaje se portan mal
en la escuela porque prefieren que los crean "malos" a que los crean "estúpidos".
Los padres deben estar conscientes de las señales más frecuentes que indican la presencia de un
problema de aprendizaje:
Tales problemas merecen una evaluación comprensiva por un experto que pueda enjuiciar todos
los diferentes factores que afectan al niño. Un psicólogo de niños y adolescentes puede ayudar a
coordinar la evaluación y trabajar con profesionales de la escuela y otros para llevar a cabo la
evaluación y las pruebas específicas y así clarificar si existe un problema de aprendizaje. Ello
incluye el hablar con el niño y la familia, evaluar su situación, revisar las pruebas educativas y
consultar con la escuela. Sólo entonces hará sus recomendaciones sobre dónde colocar al niño
en la escuela, la necesidad de ayudas especiales, tales como terapia de educación especial o la
terapia del habla y los pasos que deben seguir los padres para asistir al niño, de manera que
pueda lograr el máximo de su potencial de aprendizaje.
los trastornos psicológicos en niños y adolescentes
Hasta hace poco se pensaba que los trastornos afectivos no aparecían antes de la mitad o el final
de la adolescencia y, sin embargo, actualmente se acepta que prácticamente todos los trastornos
psiquiátricos del adulto pueden tener su inicio durante la niñez o la adolescencia. Hay que
considerar que la forma en que los niños los manifiestan puede ser diferente a la de los adultos,
porque la infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir.
¿Cómo se realiza el diagnóstico?
El niño o adolescente y sus padres son entrevistados para obtener información acerca de su
desarrollo evolutivo, antecedentes personales y familiares, y contexto del menor, para
caracterizar así posibles síntomas que haya manifestado en el pasado y que presente en la
actualidad. Los datos obtenidos se complementan con otras pruebas (cuestionarios, tests) y
observaciones llevadas a cabo por los profesionales que tratan con el niño (psicólogo, psiquiatra,
tutor-orientador). La colaboración e implicación de todos los referentes del niño es necesaria en
el transcurso del tratamiento.
Existe un grupo de categorías diagnósticas que suelen iniciarse durante la infancia, aunque
algunos estén también presentes en la etapa adulta, y que se describen a continuación:
TRASTORNOS EMOCIONALES
Alteraciones que pueden estar causadas por factores internos que modifican el “tono” afectivo
del niño, o pueden responder a causas externas tales como la separación de los padres, el
nacimiento de un hermano u otros posibles estresores, que ponen a prueba el equilibrio
adaptativo del niño.
Trastornos afectivos: con alteraciones del estado de ánimo tanto en sentido depresivo como
eufórico o de irritabilidad, incluso la coexistencia o alternancia de ambos en el tiempo. Son los
trastornos depresivos, trastorno bipolar y ciclotimia.
No siempre es fácil un diagnóstico en estas edades, dado que las manifestaciones de estos
trastornos cambian en función de la etapa de desarrollo de la persona, por la dificultad para
establecer el diagnóstico en niños que no pueden comunicarse verbalmente, así por la
variabilidad de los síntomas, diferentes no solo por la edad sino también por el sexo.
TRASTORNOS DE LA ELIMINACIÓN
Estos trastornos son frecuentes y suponen una desviación del patrón habitual de control
progresivo sobre la retención de orina y heces que se produce en el desarrollo infantil.
Trastorno Disocial: es más grave e implica un patrón de conducta con violación de los derechos
básicos de los demás o de las normas o reglas sociales propias para su edad.
Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad: se caracteriza por un patrón estable
de conducta con manifestaciones de inatención y/o hiperactividad-impulsividad. Sus
manifestaciones son variables, en relación también con el entorno del niño. Puede mantenerse
en la adolescencia e incluso en la edad adulta, con síntomas que se modifican a lo largo del
desarrollo.
TRASTORNOS DE LA COMUNICACIÓN
Se refieren a deficiencias en el lenguaje y el habla, e incluyen trastornos del lenguaje expresivo,
fonológico, tartamudeo, etc.
Trastorno Autista.
Trastorno de Rett.
Trastorno desintegrativo infantil: marcada regresión en múltiples áreas de actividad tras un
periodo de por lo menos 2 años de normalidad.
Trastorno de Asperger: de inicio más tardío al trastorno autista; durante la vida escolar se
reconocen intereses peculiares y en la vida adulta experimentan problemas relacionados con la
empatía y la modulación de la interacción social.
Esquizofrenia: incluida dentro de la categoría general de esquizofrenia.
RETRASO MENTAL
Se caracteriza por una capacidad intelectual significativamente por debajo del promedio
(coeficiente intelectual inferior a 70), con inicio previo a los 18 años y deficiencias en el
funcionamiento adaptativo.
Después de tan largo recorrido de posibles trastornos psicológicos de niños y adolescentes, uno
puede llevarse la falsa impresión de que lo normal es que muchos de ellos se vean afectados por
algún problema. Evidentemente esto no es así. Algunas de estas alteraciones cuando aparecen
de forma puntual o leve, se encuentran dentro del repertorio normal de la conducta de los niños
y jóvenes: ansiedad frente a situaciones estresantes, irritación y frustración cuando se les ponen
límites. Sólo cuando estos rasgos caen fuera de un patrón normal por su frecuencia e intensidad,
es cuando los padres y educadores deberían solicitar ayuda experta para realizar una evaluación
y, si procede, llevar a cabo el tratamiento de las alteraciones psicológicas que presente el niño o
adolescente.
Clara Bardón. Psicoanalista. Miembro de la ELP. Psiquiatra. Centro de Salud Mental Infantil y
Juvenil de Nou Barris
06lostrastorLa denominación de trastorno mental grave, engloba una serie de patologías que
pueden aparecer en la infancia o en la adolescencia y que, por su gravedad, comprometen
seriamente la evolución, el aprendizaje, el desarrollo personal y la inserción social y laboral de
aquellos niños o adolescentes que lo padecen.
A diferencia del TMS(1) en el adulto, que implica un criterio de cronicidad, el TMG de inicio
infantil o adolescente abre la posibilidad del tratamiento precoz mediante el cuál se puede
evitar, en muchos casos, la cronificación de la patología. Además de proporcionar al paciente y la
familia algunos elementos distintos para hacer frente a la compleja problemática que se les
plantea. El tratamiento deberá incluir, en la mayoría de los casos, también un trabajo de
elaboración conjunta con otros profesionales que atienden al niño, generalmente escuela-EAP,
pediatra o médico de familia y SSAP(2).
Los diagnósticos que pueden suponer un trastorno mental grave son: el autismo, las psicosis de
inicio en la primera infancia, la esquizofrenia de inicio infantil o adolescente, los trastornos
generalizados del desarrollo (diagnóstico que se realiza en niños muy pequeños, pero que con
mucha frecuencia evoluciona hacia una psicosis franca), los trastornos afectivos graves, los
trastornos paranoides y trastornos de la personalidad de tipo límite o antisocial.
En la construcción de la subjetividad confluyen diversos elementos: de orden simbólico (el
lenguaje), de orden imaginario (la constitución del yo, de la imagen del cuerpo y del sentido,
tanto del discurso como de la vida en general) y lo real de la experiencia, aquello que no puede
simbolizarse y constituye lo traumático para cada sujeto. Y este proceso de confluencia y
articulación de los distintos elementos, requiere de la dimensión temporal. Estos tres registros,
lo imaginario, lo simbólico y lo real, deben anudarse entre sí para que la estructura subjetiva se
sostenga y pueda constituir una realidad que pueda compartir con los otros y en la que el sujeto
pueda funcionar. En el caso de los TMG el sujeto está en el lenguaje, pero no en un discurso que
pueda compartir con los otros y que le permita hacer lazo social. Su curso evolutivo depende de
la manera en que se inicia y de lo que sucedió antes del desencadenamiento de la enfermedad,
depende de lo que logró construir. Por eso es de gran importancia el momento en que empiezan
los síntomas.
TMG de inicio en la primera infancia
Hay algunos de estos trastornos como el autismo, la esquizofrenia infantil o las otras psicosis
primarias, que se producen ya en el primer contacto con el lenguaje que implica un doble
movimiento: el niño es incluido en el lenguaje por el Otro(3) que le dispensa sus cuidados pero,
a su vez, el niño debe consentir a esa mediación del lenguaje en su relación con el Otro a través
de la demanda que le dirige. Esto va a permitir el inicio del proceso de simbolización de su
realidad y de su ubicación en ella.
En cada caso, este proceso incluye desde sus inicios la simbolización de los objetos, la
simbolización de la presencia y la ausencia del Otro, la organización y soporte simbólico de la
función imaginaria, es decir, de todo lo que se refiere a la constitución del yo y de la propia
imagen, la construcción del cuerpo como tal a partir del organismo vivo, la organización de las
pulsiones a partir de los bordes del cuerpo.
El anudamiento de esta estructura subjetiva no se salda sin un resto, ya que no todo es
simbolizable y ese resto constituye el núcleo real de los síntomas que, en muchos casos,
introducen una distorsión a diferentes niveles en su vida pero, en otros, pueden ayudarle a
sostenerse.
Como decía, estar en el lenguaje no es suficiente para estar en la palabra, es preciso además
apropiarse de él. En el autismo, esquizofrenia y psicosis de inicio en la primera infancia,
encontramos un fallo en la simbolización que va a tener consecuencias en los aspectos antes
mencionados. Están particularmente afectados la vivencia del espacio y el tiempo en que se
despliega la estructura, la construcción del cuerpo, la coordinación entre lo psíquico y lo
somático y la relación con el semejante. Por esta razón está también comprometido el vínculo
con el otro, lo cual sumerge al sujeto en una dimensión de soledad en relación a sus vivencias
que no puede compartir y en un desorden pulsional no regulado. La presencia del otro puede
resultar muy intrusiva y amenazante y desencadenar crisis de desesperación, agitación,
agresiones, etc. Se ve afectado de forma especial por el vacío, el rechazo y la segregación en
relación con la familia, compañeros y maestros que, por su parte, también se ven afectados, de
una u otra forma, por la dificultad para entender su lógica y relacionarse con él.
Hay que tener en cuenta que en el lenguaje hay dos componentes entremezclados entre sí:
– Uno es el registro en el que cada uno da a una palabra su sentido particular a partir de sus
experiencias infantiles, de lo que entendió y también de los malentendidos. Es el investimiento
libidinal de la lengua que es propio de cada uno.
– Por otro lado está el lenguaje en tanto compartido, el significado de las palabras que se recoge
en el diccionario, las reglas de la gramática, las normas del discurso. A partir de esta otra
dimensión del lenguaje uno se puede entender con los otros y hacer vínculo social. La lengua
normativizada es la lengua escrita y la escritura supone el vínculo social.
Por ello la dificultad con la lectoescritura es un síntoma que aparece en la mayoría de los casos
de TMG, y no sólo en los de inicio infantil, sino que puede ser uno de los primeros síntomas de
un TMG de aparición en la adolescencia o en la edad adulta.
Porque en los pacientes con un trastorno mental grave está siempre, en mayor o menor medida,
problematizado el vínculo social, está siempre más o menos desconectado del otro y,
correlativamente, más o menos conectado a su lengua particular. Por eso tiene un sentido
singular, único, aquello que piensa, dice o hace. También lo que supone que piensan, dicen o
hacen los otros en relación a él. Un sentido que no es el sentido compartido. De ahí que resulte
tan incomprensible para los otros y de ahí se desprenden también los fenómenos de segregación
y exclusión que padece.
El TMG en la segunda infancia
Pero, como decía, no es suficiente el diagnóstico para considerar el TMG como grave, sino que se
suman otros criterios como son: la gravedad de su expresión clínica, la precocidad en el inicio del
trastorno, tanto en la infancia como en la pubertad, la problemática familiar, las consecuencias
que el trastorno tiene en la vida del niño y sus posibilidades, tanto a nivel subjetivo como del
vínculo social y del aprendizaje. Asimismo aporta gravedad el hecho de que haya asociado un
retraso mental o un consumo de tóxicos. Por esta razón, el abordaje del TMG en la infancia y la
adolescencia es complejo y no puede limitarse a un plan terapéutico individual, sino que ha de
incluir la valoración de todos los aspectos de la vida del niño que puedan estar afectados y el
trabajo con las personas y los profesionales que se ocupan de él.
En este sentido, el diagnóstico precoz de los factores de riesgo, señales de alarma y del tipo de
vínculo que tiene con el Otro, a partir de la estructura subjetiva, permite detectar también, antes
de que eclosione la patología en su más grave expresión clínica, aquellas situaciones susceptibles
de evolucionar hacia un trastorno mental grave.
Este es un punto central que conviene destacar en relación a lo que llamamos prevención en
salud mental que es preciso situar en su justo lugar y límites para no deslizarse hacia un
idealismo poco conveniente y, por otra parte estéril, a partir del cuál podría creerse que el
trastorno mental, como tal, sería posible evitarlo, por ejemplo, interviniendo sobre toda la
población con ciertas medidas o campañas de tipo informativo o educativo para las familias.
Consideramos aquí como prevención la detección y tratamiento precoz del trastorno,
posibilitado por el trabajo de coordinación e interconsultas que se realiza con otros dispositivos
de la zona que tratan de forma regular o incluso diaria con el niño o adolescente, especialmente
el pediatra o médico de familia y la escuela. En este último caso la intermediación del EAP es
fundamental ya que en muchas ocasiones es el primer equipo especializado en ser consultado
por los trastornos de diversa índole que muestra el niño en la escuela. El trabajo continuado
entre ambos equipos, del EAP y el CSMIJ permite ir creando una cultura común en relación a
este tema y la elaboración de protocolos de detección y derivación a partir de las diversas
señales de alarma que se pueden producir en el ámbito escolar. Lo mismo sucede con la
Atención Primaria de Salud (APS)
Si bien son éstas las dos principales fuentes de detección y derivación, no es menos importante
la detección a partir de los Servicios Sociales, donde se atiende a las familias y se puede, si se
presta atención, conocer de manera indirecta, la problemática de los niños que están a su cargo.
En la infancia y la adolescencia, muchos de los síntomas toman la expresión de diversas formas
de trastornos del comportamiento porque la estructura no está aún consolidada ni hay síntomas
muy estructurados. Las principales dificultades se manifiestan en el control de los impulsos, las
funciones corporales y el vínculo con los otros.
Con frecuencia se le compara con el niño ideal, se espera de él un comportamiento neurótico, se
le exige una respuesta normalizada a la intervención educativa a la que no puede responder, en
parte porque le es transmitida en unos términos no comprensibles para él, pero,
fundamentalmente porque sus síntomas no son educables.
Con frecuencia lo difícil de soportar en los niños con un TMG es, no solamente el
comportamiento disruptivo que distorsiona, sino la falta de la respuesta que se espera, lo
incomprensible de su comportamiento, su falta de lógica o sus actitudes defensivas que son
causadas por la dificultad para ubicarse en una determinada situación. También sus momentos
de desconexión que se alternan con otros momentos de conexión, lo cual genera un gran
desconcierto en su entorno y reflexiones del tipo: “pues cuando quiere, bien que lo hace, tonto
no es”.
Comprender al otro se basa en poder identificarse con él. Aquí se trata, ante la imposibilidad de
comprender, de poder aceptar lo incomprensible y encontrar otra manera que la educativa para
aproximarse a él (y esto no solamente en relación a la escuela sino a la familia y a los propios
terapeutas) y poder manejar la relación de una forma distinta.
Un ejemplo muy frecuente en la experiencia de todos es la dificultad para poner límites a una
conducta producto de un desarreglo pulsional que desborda al niño. La orden subida de tono,
que suele ser intrusiva y amenazadora para él, lo que provoca es una reacción defensiva, bien
como bloqueo e inhibición, bien en forma agresiva o de pasaje al acto pero, en todo caso,
equivalente a la vivencia del malestar que ha experimentado.
Del mismo modo una mirada, una palabra fuera de tono, un insulto, puede desencadenar una
reacción semejante en el plano de la conducta, que es lo que se ve, pero la conducta no da
cuenta de las razones de la misma.
Hay muchas conductas similares pero su causa es distinta. Porque para un niño que padece un
TMG, verse confrontado directamente con aquello que para él constituye lo imposible de
soportar le lleva al borde del abismo, al borde de un vacío que amenaza su integridad. Entender
precisamente esta lógica, permite en muchas ocasiones situarse ante el problema de otra
manera y contener la situación desde una posición distinta y, tal vez, dando un rodeo con otros
medios, con la mediación de la palabra. Esta es la función del trabajo de elaboración de la clínica
entre profesionales de la salud mental, pero también en el trabajo de coordinación con otros
profesionales que atienden al niño, o con las familias. Porque con este trabajo en varios planos
se orienta la evolución de la patología hacia formas más benignas y se previene su agravamiento
y cronificación.
La psicoterapia individual
El trabajo específico con los padres, necesario siempre en alguna medida en el tratamiento de
niños y adolescentes, se hace particularmente importante en los casos de TMG.
En principio, dándoles un lugar no sólo como “padres de…” sino como sujetos en el tratamiento,
para que puedan historizar los avatares de la relación con su hijo y puedan movilizar sus
fantasmas en relación a él. El niño que presenta un “trastorno mental” acostumbra a ocupar en
el fantasma de la madre una posición muy consolidada: un lugar oscuro, como objeto de su
tormento, como lo más insoportable o como una parte de ella misma y, a consecuencia de ello,
no estar situado para esta madre como un sujeto distinto. También puede ser el objeto malo o
persecutorio en el fantasma del padre, el hijo que le ha decepcionado, aquél que vino a ocupar
el lugar de un muerto que era tenido como el ideal y ser objeto de un rechazo radical.
Darles un lugar en el tratamiento implica ante todo poder operar con eso, con el lugar que el
niño ocupa para los padres. También para producir, correlativamente, un desplazamiento de la
posición de los padres respecto a los síntomas del hijo y ayudarles a entender otras cosas de él.
Siempre, en cierta medida, está la necesidad de sostener, apoyar, ayudar a separarse y a
soportar la separación que su hijo necesita para salir del lugar que ocupa y conquistar alguna
autonomía.
Cada caso es distinto. Hay casos en los que la familia colabora poco, son familias muy enfermas
en las que predomina el rechazo a tratarse y a ocuparse del tratamiento del hijo porque su
trastorno cumple la función de mantener una cierta homeostasis en el goce familiar, es decir,
tiene una función de síntoma para la familia.
Pero en otros casos, los padres están verdaderamente preocupados por lo que le pasa a su hijo,
por la distorsión familiar que existe y que no sólo atribuyen a su trastorno sino que también se
consideran responsables, consienten en el tratamiento y se interrogan acerca de su problemática
y de su futuro.
En todos los casos hay un trabajo regular del terapeuta con los padres (especialmente con las
madres que son las que con más facilidad se prestan a ello), pero nos parece que, además, hay
un trabajo posible a hacer también en algunos casos con los padres en grupo.
El grupo de padres
La situación de grupo permite tratar cuestiones que les afectan a todos y, respecto a las cuales,
no todos están en el mismo punto de su elaboración. Los ejemplos de su experiencia que cada
uno aporta a la reflexión permiten a los otros ver el problema desde otros puntos de vista. La
coordinación del grupo por el terapeuta tiene como función subrayar o puntuar en el material
que aportan las cuestiones que pueden hacer avanzar la elaboración para cada uno en particular
y para el grupo en su conjunto.
El grupo tiene una frecuencia quincenal y un tiempo limitado a seis meses. Al primer grupo
asistieron 8 personas (2 parejas y 4 madres). Se pudo trabajar sobre diversos temas relativos a
sus funciones como padres que se pueden agrupar así, de forma esquemática:
La diferencia entre el niño ideal y el niño real con sus dificultades para comunicarse y para
contenerse y los efectos que esta problemática tiene sobre los padres. Cómo se desbordan
cuando el niño no responde a sus expectativas entrando en una espiral de exigencia, órdenes y
amenazas con resultado de un aumento del rechazo del niño hasta la rabieta. Se pudo
diferenciar entre la rabieta caprichosa y la crisis de agitación por la angustia que produce la
orden intrusiva o el tono amenazante. Se plantean dos opciones: quedarse enredado en eso o
aceptarlo como es y encontrar otras fórmulas para llegar a él. Reconocen que con frecuencia le
hablan mal al niño, en un tono de voz muy elevado y repitiéndoselo todo muchas veces. Se
concluye que cuando se le habla mal eso le llega mal al niño y que según la respuesta de los
padres, así evoluciona la escena. En ocasiones un rodeo permite la negociación y llegar a lo que
se quiere evitando el enfrentamiento directo. Se pasa de “el niño no hace caso” a “cómo nos
dirigimos al niño” y cómo manejarse con lo no educable.
Sobre el tiempo de dedicación que requieren sus hijos, el poco espacio subjetivo para los
padres y para la vida en pareja como tal, su aislamiento porque el niño es exigente, absorbente,
desborda y cansa. Esto genera en las madres sumisión o rechazo pero, en todo caso, angustia.
No se atreven a dejarlos con otras personas, ya sean familiares o ir de colonias por ejemplo,
porque no suelen entender el problema del niño y lo interpretan como mal comportamiento
producto de una mala educación. A este problema se añade otro más profundo: el temor a
separarse, tanto del lado de los padres como de los niños, que algo vaya mal y el sentimiento de
culpabilidad consiguiente.
Se sienten cuestionados como padres: a veces directamente por abuelos u otros familiares
que critican su forma de educarlos. Las madres presentes en el grupo sin su pareja, se quejan de
la falta de implicación del padre en el manejo del problema, de su falta de comprensión y
colaboración. En ocasiones llegando hasta la negación del trastorno mental del niño o la
culpabilización de la madre. También expresan sentimientos de vergüenza como padres frente al
otro social: en el parque, en el metro, con las otras madres de sus compañeros.
Se pone en evidencia el cliché fijo de los padres en relación con lo que nombran como
inmadurez del niño. Algunos explican sus sorpresas al descubrir que pueden producirse cambios
imprevistos. Por ejemplo, el niño que hasta los cuatro años no había aceptado aún ningún
alimento sólido y, temiendo que no comería nada, tuvo que quedarse a comer en el colegio y
empezó a comer de todo normalmente. En el mismo sentido se habla de experiencias en
relación a ir de excursión o de colonias. Los niños están abiertos a cambios, a veces muy
sorprendentes, siempre imprevisibles, pero estos cambios están también determinados por
cómo son vistos por el otro, especialmente los padres, cuál es la imagen que tienen de sí y qué
idea de sí mismos les devuelve su mirada.
Finalmente se planteó el tema de poder consentir y aceptar la problemática de su hijo. Que
sus trastornos no se producen para “molestar” o “tomar el pelo”, sino que son una expresión de
su malestar. “Dejar de estar todo el tiempo riñéndolo por lo que hace mal. Comprender su
malestar y tratar de ayudarlo cuando ves que se pone mal, en vez de reñirlo o enfadarse con él
culpabilizándolo”. Así hablaba una madre en la última sesión del grupo y así concluía: “aceptar al
hijo tal como es, es muy duro, pero cuando se van logrando cosas en esa línea, la situación se
calma, el niño lo nota y se tranquiliza.”
Comentarios
El consumo de drogas suele asociarse a los más jóvenes o a las personas en situación marginal;
sin embargo, las sustancias psicoactivas son consumidas por gente de perfiles muy diversos y de
diferentes edades.
En la actualidad existen muchos tipos de drogas (que puedes conocer en este artículo “Tipos de
drogas: conoce sus características y efectos”), y que producen diferentes efectos para nuestro
organismo. Pero el consumo de estas sustancias no es algo reciente, pues hay conocimiento de
que en tiempos ancestrales ya se utilizaban algunas sustancias psicoactivas como el peyote. Eso
sí, a pesar de lo tradicional de su uso, sus efectos no siempre son benignos. En este artículo
veremos las principales consecuencias del consumo de drogas, y nos centraremos en las
sustancias más populares.
Consecuencias negativas del consumo de drogas
Las drogas pueden producir diferentes efectos placenteros, excitantes e incluso alucinógenos,
pero su consumo también provoca consecuencias graves para la salud de los consumidores y
para su funcionamiento social.
A continuación puedes ver algunas secuelas que la droga puede dejar en los consumidores
habituales.
1. Desajustes neuroquímicos en el cerebro
Un estudio dirigido por Volkow en el año 2003 observó, gracias a estudios de neuroimagen, que
con el consumo de drogas se producen cambios neuroquímicos y funcionales permanentes en el
cerebro de los adictos. El consumo de sustancias psicoactivas provoca la liberación masiva de
algunos neurotransmisores como la dopamina o la serotonina que tanto a corto plazo como a
largo plazo suele tener consecuencias a nivel cerebral. A nivel funcional también pueden darse
problemas debido al desajuste neuroquímico que se produce, por ejemplo en referencia a la
motivación, la memoria y el control cognitivo.
Además, como consecuencia del consumo de drogas, las sinapsis también se ven alteradas. Los
estudios sugieren que, especialmente en el caso del glutamato, las conexiones entre neuronas
pueden modificarse. También se produce pérdida neuronal, daño axonal generalizado,
problemas neurodegenerativos, disminución de proteínas ácidas fibrilares gliales y otras
consecuencias que afectan directamente al cerebro.
2. Alteración del humor
Las alteraciones del humor son frecuentes con el consumo de droga. No solamente a largo plazo,
sino también a corto plazo, lo cual significa que una persona puede pasar de estar relajada a
sentirse irritada y agresiva de manera muy frecuente.
Los problemas a nivel familiar son bastante frecuentes independientemente del tipo de drogas
que se consuman. Claro está que con el consumo de tabaco es poco probable que una familia se
separe, pero sí que lo es por el consumo de alcohol u otras drogas duras como la cocaína.
Los problemas sociales también pueden presentarse cuando una persona es consumidora
habitual de estas sustancias, pudiendo perder amistades e incluso el trabajo. La persona que
consume drogas puede mostrar una pérdida de interés en sus aficiones y otras actividades
favoritas. Los problemas económicos también se asocian a las conductas de drogadicción.
4. Adicción
La adicción es es una de las consecuencias del consumo de drogas, y es lo que lleva a las
personas a volver a consumir estas sustancias que provocan un efecto inicialmente agradable
sobre el sistema nervioso. Las drogas afectan de manera notable al sistema de recompensa
cerebral, que está involucrado en las conductas placenteras (por ejemplo, el sexo) y que el
cerebro se encarga de que volvamos a repetir debido a su función de supervivencia.
En el caso de las drogas duras, esta adicción puede provocar que una persona haga lo que esté
en sus manos para obtener la sustancia que tanto quiere. por ejemplo, robar o tener relaciones
sexuales por dinero o por una dosis.
5. Problemas cardiovasculares
Los problemas cardiovasculares son habituales con el consumo prolongado de la gran mayoría
de drogas, pues estas sustancias alteran el funcionamiento normal del corazón. Mientras algunos
fármacos provocan una actividad muy alta de este órgano, otras hacen todo lo contrario. En
ambos casos se produce una variación de la presión arterial. Abusar de las drogas puede
conducir a ataques cardíacos, infecciones en los vasos sanguíneos y otros problemas
cardiovasculares.
6. Defectos en el embarazo
El consumo de drogas puede provocar disfunción eréctil tanto aguda como prolongada. Esto fue
comprobado por el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología. Para su estudio, los
investigadores comprobaron las consecuencias a nivel sexual de 1.007 hombres, con la
participación de 28 centros de tratamiento para drogodependientes repartidos en toda España.
La mayoría de estos sujetos habían consumido cocaína de manera aislada (50,92%) o bien
combinada con alcohol (11,14%) o con heroína (8,65%). El resto de sujetos consumió: alcohol
(12,54%), heroína (4,97%), cannabis (2,38%), fármacos estimulantes (1,73%), fármacos
depresores (0,43%), y la combinación de 3 o más sustancias (7,24%). Los resultados parecen
confirmar que los varones que han sido consumidores de sustancias adictivas presentan
disfunción eréctil en un porcentaje mayor (un 20,84% más) que los hombres que no toman
droga.
8. Debilitamiento del sistema inmune
Los estudios muestran que la mayoría de las drogas debilitan el sistema inmunológico. Muchos
fármacos como los opiáceos que funcionan como analgésicos, el cannabis, etc; provocan una
serie de reacciones negativas en el sistema inmune, lo que causa que los consumidores sean más
susceptibles a enfermedades e infecciones de todo tipo. Esto puede manifestarse con simples
resfriados o bien con problemas más serios. Algunos estudios sugieren, por ejemplo, que el
consumo de cannabis causa una mayor susceptibilidad al cáncer.
Las conductas asociadas al consumo de drogas, además, pueden provocar otras enfermedades,
por ejemplo, Sida o Hepatitis en el caso de inyectarse heroína, y llevan a realizar conductas
temerarias que pueden causar otro tipo de consecuencias perjudiciales como accidentes.
9. Problemas respiratorios
El abuso de drogas, como ya he dicho, hace que los consumidores puedan dejar de practicar
actividades de las que disfrutaban con anterioridad, además de tener problemas en el trabajo
como un rendimiento pobre en sus tareas e incluso su abandono o su despido.
11. Aislamiento
El aislamiento puede ser una consecuencia directa del consumo de drogas. Por un lado, los
jóvenes pueden aislarse de la familia o del trabajo, y en casos graves como el consumo de
heroína, el drogadicto puede aislarse a nivel social e incluso personal, dejando de preocuparse
por su apariencia física e higiene. Los consumidores pueden vivir por y para la droga.
12. Ansiedad e insomnio
El muy habitual que las personas que consumen drogas con frecuencia sufran ansiedad y
alteraciones del sueño. De hecho, algunos individuos reconocen que son incapaces de acostarse
sin consumir marihuana una vez que se habitúan a consumir esta sustancia antes de conciliar el
sueño. Las drogas como el éxtasis o la cocaína pueden alterar la calidad del sueño, generando
ansiedad nocturna o pesadillas.
Los problemas de ansiedad e insomnio son algunos de los problemas psicológicos que pueden
experimentar los consumidores de droga. En otros casos, además, pueden sufrir trastornos más
serios como la esquizofrenia o el trastorno paranoide. El Síndrome de Wernicke-Korsakoff, que es
un trastorno cerebral debido a la falta de vitamina B1 (también llamada tiamina), suele asociarse
al alcoholismo.
14. Sobredosis
El consumo de drogas es peligroso y puede causar daños irreparables para la salud de los sujetos
que hacen uso de estas sustancias. Son muchos los casos en que las dosis que se consumen son
excesivas, lo que provoca serios problemas para la persona. En algunos casos la sobredosis
simplemente puede hacer pasar un mal rato, al provocar náuseas, vómitos, dolor de cabeza e
incluso alucinaciones (dependiendo del tipo de sustancia psicoactiva).
15. Muerte
Los síntomas de la sobredosis que he mencionado en el caso anterior son los menos graves,
pero, en otras situaciones, la sobredosis puede llevar a la hospitalización del paciente, al coma e
incluso la muerte. Los datos del Informe sobre la Situación de las Drogodependencias en España
remitido por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas a la Comisión Mixta
Congreso-Senado, concluye que en España se producen, cada año, alrededor de 800 muertes
por sobredosis de sustancias ilegales.
Consumo de sustancias psicoactivas en adolescentes
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Consumo de sustancias psicoactivas en adolescentes
Según el estudio de Téllez Mosquera (2006), manifestó como el abuso de las sustancias
psicoactivas (spa) es reconocido en el mundo como un problema que afecta muchas áreas en la
vida del ser: como lo académico, la convivencia familiar del sujeto consumidor.
En Colombia hay gran ambigüedad sobre el tema en lo referente a conocer la magnitud del
asunto y una de las deficiencias manifiesta Rumbos es la poca confiabilidad y validez de los
estudios epidemiológicos nacionales aplicados a través de encuestas en hogares.Se asocia
frecuentemente el consumo de drogas con la heroína, pero la realidad es que en la adolescencia
el consumo que predomina son las drogas legales como el alcohol y nicotina. Seguido del hachís,
marihuana, los derivados de la coca (basuco, pasta y sales de cocaína). Estos datos son
coherentes con el consumo mundial notificado por la ONU.
Se da el mayor uso en los jóvenes por ser de más fácil adquisición y mucho más económicas,
además de fácil elaboración, mayor estimulación y menor dependencia; sin embargo una
cantidad de jóvenes ya están atrapados en la drogadicción, asunto que afecta a todos.
El problema de las drogas en jóvenes es doloroso, como costoso para sus familiares; lo ideal es
prevenir, por ello se requiere que los adultos sus padres tengan un seguimiento directo con sus
hijos para no encontrarse más tarde en el problema de estar atrapados en este tipo de
situaciones. La adicción se da de forma gradual desde la primera prueba, va pasando por
distintas etapas o estadios y el primero es la experimentación, la cual está muy relacionada con
su proceso inicial de socialización con amigos y compañeros, se inicia con cantidades ínfimas
donde consiguen buenas dosis de euforia, se sienten muy bien y vuelve a sus relaciones
habituales sin mayores dificultades. Pero como adicción al fin, queda la sensación agradable de
seguir repitiendo dosis que cambian el estado de ánimo, desarrollan mayor tolerancia al
consumo, con lo cual lo combina con otras drogas como el alcohol, dado que cada vez se busca
mayor euforia, para alcanzar un mayor efecto deseado, con lo cual se aumenta el grado de
intoxicación, sin ser muy consientes, se vuelve de uso diario, cada vez requiere aumentar un
poco más la dosificación, con lo cual van quedando atrapados y su vida se hace inmanejable.
Los efectos son bien diversos de acuerdo a la sustancia y aunque no hay señales específicas que
indiquen que el joven consume drogas, si hay signos indirectos que pueden ayudar a los padres.
Pérdida de apetito
Adelgazamiento exagerado
Ojos enrojecidos
Irritación nasal
Poca higiene personal
Despreocupación por su apariencia
Somnolencia
Bajo rendimiento escolar, faltas al colegio
Nuevas amistades
Cambios en su manera de vestir y hablar
Intolerancia con su familia
Rebeldía, agresividad, irritabilidad, violencia
No responde a las reglas del colegio y hogar
Tendencia al aislamiento
Necesidad insaciable de dinero
Robos en el hogar para comprar la sustancia
Quemaduras o manchas de sangre en sus camisas
Resto de hierba en sus bolsillos
Tomado de la Tabla 7.3 del Manual de Psicología Clínica Infantil y del adolescente, p. 218
http://www.alboranpsicologia.com/articulos/Cocaina.htm
http://www.psicocentro.com/cgi-bin/articulo_s.asp?texto=art3b001
Tratamiento cognitivo conductual para la adicción
La terapia cognitiva conductual suele consistir en una serie de estrategias concebidas para
mejorar el autocontrol. Las técnicas específicas incluyen la exploración de las consecuencias
positivas y negativas del uso continuado, el auto-monitoreo para reconocer la compulsión por las
drogas en una etapa temprana y para identificar situaciones de alto riesgo para el uso, y la
elaboración de estrategias para afrontar y evitar las situaciones de alto riesgo y el deseo de usar
drogas. Un elemento central de este tratamiento es anticipar posibles problemas y ayudar a los
pacientes a desarrollar estrategias de afrontamiento eficaces.
Las investigaciones indican que las destrezas que aprenden los pacientes a través de los
enfoques de la conducta cognitiva persisten después de terminar el tratamiento. En varios
estudios, la mayoría de las personas que recibieron un enfoque de conducta cognitiva
conservaron los logros que habían obtenido en el tratamiento durante el año siguiente.
La Terapia de Juego
Contenido [esconder]
A veces un niño empieza a desarrollar patrones de comportamiento que pueden estar causando
problemas en sus vidas y en las vidas de los que les rodean. Los padres, cuidadores y profesores
pueden reconocer los signos como ira excesiva, el miedo o la preocupación y estos sentimientos
y conductas pueden estar afectando el desarrollo del niño y su capacidad de llevarse bien con su
familia y amigos en la escuela.
Mientras que los adultos que experimentan dificultades emocionales y conductuales pueden
buscar ayuda hablando en terapia, los niños tienden a encontrar esta opción terapéutica
amenazante y casi como un interrogatorio. Como resultado, la Terapia de Juego se utiliza para
ayudar a los niños a comunicarse en su propio nivel y a su propio ritmo. Esto les permite
comprender los sentimientos confusos y sinsabores que todavía no han tenido la oportunidad de
procesar.
¿Qué es la Terapia de Juego?
La Terapia de Juego es un tipo de terapia que ayuda a los niños a expresarse, a explorar sus
pensamientos y sentimientos, y a dar sentido a sus experiencias de vida. El juego es una
actividad natural del aprendizaje, ayuda a la exploración y la comunicación en los niños, por lo
que este medio se considera altamente eficaz para ayudar a los niños a expresar con el juego lo
que les puede resultar difícil decir con palabras.
Los terapeutas pueden trabajar con niños de todas las edades en un ambiente seguro y de
confianza para ayudarles a asimilar y procesar experiencias difíciles y aumentar de este modo su
autoestima y confianza. Pueden trabajar como parte de un equipo o de forma independiente, y
pueden tener una referencia para el apoyo profesional adicional como parte de la terapia. El
objetivo principal de un terapeuta de juego es equipar a los niños con conductas más
adaptativas y mejores mecanismos para la vida cotidiana. Esto sirve para ayudar a desarrollar
una visión más positiva de su lugar en el mundo.
¿A qué se puede jugar con la ayuda de la terapia?
De manera significativa, la Terapia de Juego ofrece a los niños un espacio seguro y cómodo en el
que pueden ser ellos mismos y tienen el apoyo emocional para expresar sus sentimientos
libremente. Estos sentimientos pueden ser explorados y contenidos de una manera saludable
con la ayuda de un terapeuta de juego con el fin de promover la resiliencia y la confianza dentro
de cada niño.
Algunos de los trastornos que los terapeutas infantiles tratan con la Terapia de Juego son:
La primera sesión implicará una evaluación, en la que los padres o cuidadores del niño hablarán
con el terapeuta acerca de sus preocupaciones. El terapeuta analizará las fortalezas y dificultades
del niño, así como su historia con el fin de identificar lo que hace el motivo de la consulta. La
información también se puede requerir en la escuela del niño y otros adultos importantes en sus
vidas.
En las sesiones por lo general se llevan a cabo semanalmente en el mismo lugar y hora, ya sea en
el hogar, la escuela del niño o en una clínica. Esta consistencia ayuda a construir una relación de
confianza entre el terapeuta y el niño, y por lo tanto mejora las posibilidades de lograr un
tratamiento eficaz.
¿Qué esperar en una sesión?
Las sesiones implican una gran selección de materiales de juego proporcionados por el
terapeuta. Estos recursos consisten en juguetes como pequeñas figuras de animales, arena y
agua, instrumentos musicales, disfraces, marionetas, arcilla, libros y materiales de arte y
artesanía. En lugar de alentar al niño a utilizar explicaciones verbales de lo que les preocupa, el
terapeuta le ayudará a expresar pensamientos y sentimientos difíciles a través de las metáforas
de juego. Esto implicará el uso de una serie de técnicas que ayudan a los niños a tomar
conciencia de lo que están sintiendo y proporcionan oportunidades para que puedan expresar
sus emociones y sentimientos. La conciencia es una parte importante de la Terapia de Juego, ya
que sin la conciencia el cambio no puede tener lugar.
Visualización creativa
La narrativa terapéutica
Esculpir
Juego de rol
Danza y el movimiento
Dibujo
Para que este proceso sea efectivo, el terapeuta debe trabajar en la construcción de una fuerte
relación terapéutica con el niño. Es importante que los niños se sientan cómodos, seguros y
respetados en la Terapia de Juego para que puedan jugar con confianza y sentirse a gusto
compartiendo sus sentimientos íntimos. También es fundamental que el niño entienda que el
terapeuta está aceptándolos y apoyándolos durante todo el proceso. En última instancia, esta
relación positiva fomentará la experiencia correctiva necesaria para promover el desarrollo
cognitivo y ayudar a los niños a resolver conflictos internos y desarrollar nuevos patrones de
comportamiento y pensamiento.
¿Cuánto tiempo dura una Terapia de Juego?
El número de sesiones de Terapia de Juego necesarias dependerán del niño y sus necesidades
individuales. En general, la Terapia de Juego es una intervención a corto plazo (es decir, 12
sesiones o menos), pero en algunos casos, los niños van a requerir un tratamiento prolongado.
Algunos terapeutas trabajarán con los niños durante varios años.
¿Cuáles son los beneficios de la Terapia de Juego?
Algunos de los beneficios específicos que los niños pueden obtener de la Terapia de Juego son:
Las dinámicas de grupo para jóvenes que voy a presentar están pensadas para aprender de una
forma entretenida y reflexionar acerca de hechos y conceptos que no se aprenden en las
asignaturas curriculares.
Las dinámicas grupales pueden ser útiles en institutos, organizaciones juveniles (como los
scouts) u otras instituciones, como centros de menores o de acogida. Aunque están pensadas
para personas jóvenes, también pueden ser utilizadas con adultos.
Estas actividades ayudan al joven a madurar y a reflexionar sobre cosas que están presentes en
el día a día pero que nadie te enseña cómo afrontarlas, como tomar decisiones morales.
Por ello es muy importante que el instructor se pare y lea detenidamente las actividades antes
de realizarla, con el fin de elegir la actividad óptima según la situación.
Para facilitar la tarea de los instructores, se agruparán las actividades según su funcionalidad y el
momento más recomendado para su realización.
Índice [Ocultar]
1 Dinámica grupales para iniciar el proceso, aclarar las dudas y motivar a los jóvenes a
participar
2 Dinámicas para romper el hielo y crear el clima de trabajo
3 Dinámicas para mejorar la comunicación y los conflictos interpersonales
4 Dinámicas para la reflexión grupal e individual
5 Dinámicas de Inteligencia Emocional
6 Dinámicas de Confianza
7 Dinámicas de Liderazgo
8 Dinámicas de trabajo en equipo
9 Dinámicas generales
Dinámica grupales para iniciar el proceso, aclarar las dudas y motivar a los jóvenes a participar
dinámicas de integración
El punto de partida
Esta dinámica consiste en rellenar un breve cuestionario con preguntas para darse a conocer
ante el grupo. En el formulario se exponen las ideas de los jóvenes sobre el grupo, su
participación en él y las expectativas que tiene sobre este proceso. Las respuestas se pondrán en
común al final de la dinámica.
Objetivo:
Con esta dinámica se pretende conocer las expectativas de los jóvenes, así como ajustar las
futuras dinámicas a las necesidades de los participantes.
Cuándo usarla:
Esta actividad está indicada para cualquier tipo de grupo y se recomienda usarla al inicio, antes
de realizar cualquier otra actividad grupal.
Procedimiento:
Materiales necesarios:
Solo es necesaria la ficha que se encuentra a continuación, esta puede imprimirse y rellenarse o
hacerla directamente por ordenador.
Recomendaciones:
Debe motivarse a los jóvenes, que sepan que sus ideas y necesidades van a tenerse en cuenta y
que, para ello, deben ser sinceros y expresar lo que realmente les preocupa.
La cebolla
Esta dinámica se realiza para crear un buen ambiente de trabajo y que el grupo se conozca un
poco más.
Objetivo:
Cuándo usarla:
Cuando aún no se ha hecho ninguna actividad grupal y es necesario fomentar la conexión del
grupo.
Procedimiento:
Se elegirá a una persona voluntaria de entre el grupo que sea el/la granjero/a, mientras que el
resto del grupo será la cebolla.
Los participantes que forman la cebolla deben disponerse todos juntos de forma concéntrica,
como formando las capas de una cebolla y el/la granjero/a debe intentar separarlos para “ir
pelando la cebolla”.
Cada vez que un integrante de la cebolla sea separado del grupo se convierte en granjero/a y
debe ayudar a pelar la cebolla.
Cuando se termine la dinámica debe darse un tiempo para que el grupo exprese qué le ha
parecido la actividad y qué ha sentido mientras la realizaba.
Recomendaciones:
Debe aclararse antes de empezar la actividad que no se puede ser violento, obviamente debe
emplearse la fuerza física para separar a los compañeros, pero siempre intentando no hacer
daño.
Es recomendable quitar todos los objetos con los que se puedan lastimar (como mesas y sillas),
que los participantes se quiten los zapatos para no pisarse y hacerse daño y, si es posible, realizar
la actividad sobre una colchoneta.
Encuentro a través de objetos
Se divide el grupo en dos subgrupos. La primera parte introducirá en un saco un objeto propio,
por ejemplo: unas llaves, una pulsera, etc. Y, a continuación, la otra parte del grupo cogerá un
objeto, cada uno, y buscará al dueño de dicho objeto.
Finalmente, una vez encontrado el dueño, cada pareja se presentará al resto de los compañeros
aportando la información que deseen.
Temores y esperanzas
Cada componente debe escribir en una hoja con un bolígrafo, sus inquietudes, temores y
esperanzas sobre alguna situación que ha vivido, vive o está viviendo. Una vez finalizado, el
formador deberá ir dando la palabra a aquellos que deseen participar y cada uno se irá
presentando mostrando la información escrita.
A continuación, el formador lo anotará en la pizarra todas las opiniones para que al finalizar el
turno de palabras pueda señalar las más frecuentes y debatir sobre éstas.
Es importante que en el debate se repitan sucesivamente los nombres de los alumnos que
aporten información para recordarlos.
¿Quién soy? Soy yo
De esta forma cada componente debe construir un collage con la información que más le
represente de todo el material que se le ha facilitado. Finalmente, explicará a sus compañeros
por qué ha seleccionado esa información y qué es lo que le representa.
La pelota preguntona
Se hacen varios equipos, en función del número de personas que tenga el grupo. Se les facilitará
una pelota y será necesario el uso de un reproductor de música. Al inicio de la música la pelota
irá rotando por cada componente de los grupos de forma que no pare hasta que no cese la
música.
La persona que tenga la pelota en el momento en que no se oiga sonido alguno deberá decir su
nombre y una pregunta que le haga cada componente del grupo.
Debemos concretar que el ejercicio se repetirá cuántas veces se estime oportuno para que se
presenten la mayor parte del grupo.
El personaje famoso
Cada componente debe elegir un personaje famoso con el que comparta su nombre. A
continuación, delante de todo el grupo, debe imitar de al personaje y el resto deberá adivinar
cuál es su nombre.
Dinámicas para mejorar la comunicación y los conflictos interpersonales
La historia
Esta dinámica sirve para hacer reflexionar a los alumnos sobre las historias que les llegan, ya
sean sobre sus compañeros u otros temas como la política. La idea es hacerles ver que hay varias
versiones sobre la misma historia y que ellos deben tener su propio criterio y tener cuidado con
creerse y reproducir todo lo que oyen.
Objetivo:
Fomentar una buena comunicación y una reflexión crítica acerca de la información que les llega.
Cuándo usarla:
Puede usarse en cualquier tipo de grupo, pero está especialmente indicada en aquellos en los
que haya miembros impulsivos que tienden a dar la opinión sobre un tema o contar una
información que les ha llegado sin reflexionarla.
Procedimiento:
Esta actividad puede repetirse tantas veces haga falta para que todos los miembros del grupo
puedan participar.
Le ofrece a cada subgrupo una fotografía y les pide que, de manera individual, escriban qué
sucedió antes de la foto, qué ocurre en el momento de la foto y qué pasará después.
Cuando hayan acabado, uno a uno comparte con sus compañeros su narración. Debaten entre
todos e intentan llegar a una situación común.
Cada subgrupo elige a un compañero que exponga delante de los demás compañeros.
Discusión: el dinamizador debe guiar el debate para que cada uno pueda aplicar estas
situaciones a su vida diaria.
Pasivo, agresivo y asertivo
Después, de manera individual, cada uno debe pensar en la persona más sumisa que conozcan y
anotar características sobre su comportamiento.
Se les pide que se levanten todos y actúen de un lado al otro del aula o salón con una actitud
sumisa, utilizando exclusivamente el lenguaje no verbal.
El facilitador les pide que se queden quietos, como estatuas, adoptando gesto sumiso. Va
comentando y tomando nota de cómo el grupo ha caracterizado este comportamiento.
Los integrantes del grupo van tomando asiento y elaboran, en grupo, una lista de
comportamientos de una persona asertiva, sobre todo en relación a la conducta no verbal.
Otra vez, han de moverse por el aula tomando una actitud asertiva y en silencio. El facilitador
repite el pedirles que se queden como estatuas y tomar nota del comportamiento no verbal.
El facilitador dirige un debate en el que se analizan los distintos estilos comunicativos y cómo se
han sentido los participantes de la dinámica en cada uno de ellos.
Después de que todos los integrantes de cada subgrupo hayan compartido sus experiencias con
los demás, elaboran entre todos una definición para la palabra libertad y otra, para opresión.
Todos los subgrupos exponen sus definiciones y se produce un debate hasta que lleguen a un
acuerdo en común.
El facilitador deberá enfatizar cómo abordar estos aspectos en relación con la comunicación
asertiva.
Dinámicas para la reflexión grupal e individual
El dado
Esta dinámica se realiza para conocer la situación actual del grupo y que los jóvenes reflexionen
sobre dicha situación y hagan un debate para poner en común todos los puntos de vista.
Objetivo:
Reflexionar sobre la situación actual del grupo y mejorar las relaciones entre los miembros.
Cuándo usarla:
Esta actividad está indicada para grupos que ya llevan un tiempo junto y tienen una trayectoria
común.
Procedimiento:
Se escriben 6 preguntas sobre el estado del grupo en un papel (al final de este apartado
puedes ver un ejemplo de preguntas).
Se disponen todos los miembros del grupo en círculo alrededor de las preguntas.
Uno de los miembros comienza tirando el dado y respondiendo a la pregunta con el número
que corresponda y así sucesivamente hasta que todos los miembros hayan respondido al menos
una pregunta.
El instructor debe ir anotando las preguntas y respuestas.
Finalmente se analizan grupalmente todas las respuestas que se han dado ante una misma
pregunta y se realiza un debate sobre qué se podría mejorar y cómo mejorarlo.
Materiales necesarios:
Dado, papel con preguntas y papel y boli para apuntar las respuestas.
Ejemplos de preguntas:
¿Qué hace que el grupo se tambalee? ¿Hay algo que amenace su estabilidad?
¿Nos comunicamos suficientemente en el grupo?
¿Cómo solucionamos nuestros conflictos?
¿Qué es lo que nos une como grupo?
¿Sabemos pedir ayuda cuando estamos mal? ¿a quién recurrimos?
¿Qué puedo aportar al grupo para una mejor relación?
El facilitador del grupo lanzará una serie de preguntas y guiará la conversación del grupo. Pueden
ser: Si pudieras elegir ser alguien, ¿quién serías? Si ves a una persona rayando el coche de otro y
no le deja una nota, ¿cómo actuarías? Si fueses rico, ¿cómo gastarías el dinero? Si ves a alguien
acosando o maltratando a otra persona, ¿qué harías?
Discusión: decirle a los niños y adolescentes cómo deben pensar o actuar no resulta efectivo. Por
eso, esta dinámica que puede generar debate, ofrecerá mejores resultados.
La historia de Juan y Juana
Cada vez que a alguien le toca la pelota, debe añadir algo más a la historia del personaje del que
se esté hablando. Así, se va creando una historia entre todos.
Cuando hayan elaborado las dos historias, se analizan los valores relacionados con cada uno de
los personajes. ¿Han existido diferencias relacionadas con el género de cada uno de los
protagonistas? Para tal, el facilitador debe estar pendiente sobre qué adjetivos y elementos se
enuncian sobre cada uno.
Supervivencia en los Andes
El instructor divide al grupo en cuatro equipos y se les explica que ha ocurrido una tragedia en
los Andes cuando un avión se estrelló. Los supervivientes tuvieron que recurrir a la antropofagia
para subsistir.
En un primer momento, tendrán que decidir quiénes deben morir para ser comidos.
Una vez tomada esta decisión, se debatirá por qué parte del cuerpo deben comenzar a
comérselo.
Dinámicas de Inteligencia Emocional
Se divide el grupo en dos subgrupos. El grupo 1 debe animar y motivar al primer voluntario, al
segundo voluntario lo tratarán de manera indiferente. El grupo 2 ha de actuar de una manera
neutra ante el primer voluntario y desanimar al segundo.
Entra el primer voluntario y se le pide que lance las monedas intentando que éstas entren en el
círculo de la cartulina que se encuentra a unos 2 metros de distancia.
Reflexión sobre el resultado y cómo se han sentido los voluntarios. El dinamizador introduce el
efecto Pigmalión y se debate.
El diccionario de las emociones
Discusión: el resultado es un diccionario elaborado entre todos de modo que puedan tenerlo y
trabajar de manera individual.
Lazarillo
El dinamizador pedirá que se coloquen por parejas. Una vez que esté hechas, repartirá a cada
una de ellas, un antifaz o pañuelo.
Una de los integrantes de la pareja, se tapará los ojos de tal manera que no vea nada.
La persona que no tiene los ojos tapados, deberá guiar a su compañero en función de las
órdenes que va diciendo el dinamizador. Por ejemplo: vamos andando, torcemos a la
derecha/izquierda, saltamos, corremos, etc.
En ningún momento, podrá tocar a su compañero. Sólo se podrá dirigir a él, hablándole.
Pasado un tiempo, se cambian los roles. En este punto, es interesante que el dinamizador
cambia las órdenes o las repite de manera desordenada para que ninguno se espere lo que debe
ir haciendo.
Reflexión final de todo el grupo en el que expresarán cómo se han tenido y si han confiado en su
compañero.
Dinámicas de Confianza
La estatua
Se formarán parejas de manera aleatoria con el objetivo de que les toque trabajar de manera
conjunta a personas que no se conozcan mucho entre sí.
Una de ellas adoptará el rol de estatua y el otro, deberá taparse los ojos con una venda.
Cuando ya se los haya tapado, el que hace de estatua tomará una postura. Su compañero,
deberá tocarlo con el objetivo de adivinar la postura que ha tomado y, posteriormente, imitarlo.
Lo imitará sin que su compañero quite la postura y cuando crea haber terminado, el facilitador le
quitará la venda de los ojos para que por sí mismo pueda comparar el resultado.
Evaluación: preguntar a las parejas qué rol les ha parecido más fácil, si se han sentido cómodos
con el contacto físico entre compañeros, etc.
Variación: en vez de por parejas, hacerlo por pequeños grupos (de 3 o 4 personas) y que sólo
uno haga de estatua. Así, los demás pueden hablar entre ellos y comentar. De esta manera, la
comunicación sería otra dimensión que se tendría en cuenta en la evaluación.
Los sonidos de los animales
Esta dinámica es ideal para los primeros momentos de un grupo, pues servirá para que los
miembros se conozcan y compartir unas risas juntos.
El dinamizador lo introducirá como una dinámica de presentación y el objetivo es que cada uno
se aprenda los nombres de sus compañeros.
Evaluación: pasados unos minutos, preguntar a alguien cómo se llaman sus compañeros, una vez
que hayan tomado otro asiento o bien, se encuentren realizando otra tarea con el objetivo de
comprobar si se han aprendido los nombres de sus compañeros.
Dinámicas de Liderazgo
El círculo cambiante
Se pedirá a los integrantes del grupo que se pongan en círculo y se tomen de las manos.
Después, se les dirá que vayan formando distintas figuras, estando unidos de las manos. Por
ejemplo: un triángulo, una estrella, una casa, etc.
Discusión: lo realmente importante de esta dinámica no es el resultado de las figuras, sino cómo
fluye la comunicación y cuáles son las personas que toman la iniciativa a la hora de realizar los
ejercicios. Para finalizar, debe haber un espacio de reflexión en el que se aborden estos temas y
todos los integrantes del grupo tengan la oportunidad de expresar su opinión.
Aviones de papel
Se les da 20 minutos para que cada grupo diseñe su modelo propio de avión y confeccione
varios, en función del número de integrantes.
Gana el equipo que más aviones haya lanzado de manera correcta a la pista de aprendizaje.
Éstos deben contar hasta un número determinado (por ejemplo, 20) de forma ordenada.
Deben hacerlo sin que dos personas estén diciendo el mismo número a la vez. En el caso de que
ocurra, deben comenzar.
Discusión: a medida que lleven un rato, se comprobará cómo hay una mayor conexión en el
grupo. Hemos de destacar la importancia de esta conexión porque realmente no se está viendo
ni tienen por qué encontrarse cerca.
Otros comentarios: reflexionar sobre la importancia de la organización, tanto por parte del líder
como entre los miembros del equipo.
Dinámicas de trabajo en equipo
Técnica 6.3.5
Se trata de una dinámica que sirve para generar ideas creativas. En grupos de 6 personas, los
participantes se reúnen alrededor de una mesa para generar ideas relativas a un tema que había
sido acordado previamente.
A cada uno de los participantes se le ofrece una hoja en blanco donde tiene que apuntar tres
ideas breves, dado que sólo tiene cinco minutos para poder escribirlas.
Una vez han pasado los cinco minutos, pasarán su hoja al compañero, donde se repetirá el
proceso de escribir tres ideas nuevas en cinco minutos.
Una vez se ha completado todo el ciclo y han circulado todas las hojas, se dispondrá de 18 ideas
en cada hoja.
El globo aerostático
“Un meteorito cae en el océano creando una ola gigante que deja sumergidos todos los
continentes del planeta.
Sin embargo, tú y otras cinco personas os encontráis sobrevolando el Parque Nacional del Teide
en un globo. Después de unas horas, comienza a perder aire pero veis una isla. El mar está lleno
de tiburones hambrientos y la única forma de que el globo llegue a la isla es tirar a uno de los
ocupantes”.
Se debe establecer un debate para decidir quien será el que abandone el globo. Cada uno de los
participantes tiene un rol asignado: un sacerdote, una periodista de la prensa rosa, una
enfermera, un asesor político, una profesor de educación primaria y una funcionaria del Instituto
Nacional de Estadística.
Hay que cumplir las premisas de que: sois los únicos supervivientes y hay que asegurar la
continuación de la especie; debe tomarse la decisión unánimamente; ninguno de los
participantes puede abandonar voluntariamente el globo y todos deben exponer sus
argumentos.
Mediante esta prueba se pretende analizar el proceso de toma de decisiones en grupo y ver los
procesos de comunicación, así como analizar la capacidad de cooperación y de poner en práctica
la ayuda, la igualdad. Se pueden observar también la iniciativa y el liderazgo.
Cosas en común
Deben tomar nota de aquellas cosas que tienen en común y anotarlas para ponerlas luego en el
gran grupo.
Dinámicas generales
Rol playing
Esta dinámica suele utilizarse en algunas terapias de grupo y pretende hacer que los miembros el
grupo aprendan la mejor manera de actuar ante determinadas situaciones a través de la
experiencia tanto propia como vicaria (observando a sus compañeros).
Objetivo:
Cuándo usarla:
Esta técnica está especialmente indicada en grupos en los que han surgido conflictos debidos a
la falta de habilidades comunicativas y sociales de sus integrantes.
Procedimiento:
Se hace una lluvia de ideas de todos los miembros del grupo sobre las situaciones que les
gustaría representar mediante rol playing y se elige una mediante consenso (al final de este
apartado puedes ver una lista con ejemplos de situaciones sobre las que hacer rol playing).
La primera persona que propuso el tema será el primer actor y deberá elegir al resto de
actores que hagan falta para representar la situación.
Primero se explicará de forma detallada la situación, haciendo una especie de guion (no hace
falta escribirlo) y explicándole a todos los actores cuál es el papel de cada uno. El resto de
miembros del grupo serán los observadores y deberán estar muy atentos y tomar nota sobre la
actuación de sus compañeros.
Se interpreta el papel representando lo que cada actor haría si se encontrara de verdad en esa
situación.
Cuando termina la actuación los actores deben expresar lo que han sentido y los observadores
deben valorar con feedback tanto positivo como negativo el modo de actuar de sus compañeros.
Al final del todo el instructor debe dar unas pautas para resolver esa situación concreta de la
manera más eficaz posible haciendo también de actor si es necesario.
La secuencia puede repetirse hasta que se haga de forma óptima o con otros actores.
Para que los actores puedan valorarse a sí mismos sería útil grabar la sesión de rol playing.
Recomendaciones:
No deben elegirse situaciones que hayan producido problemas recientemente para no caldear el
ambiente.
Debe explicárse a los observadores cómo se da feedback de manera asertiva para que no hieran
los sentimientos de sus compañeros.
Guillermo Gutiérrez
DEFINICIÓN
El Taller Reflexivo es una metodología de intervención grupal idónea para el trabajo con grupos
pequeños, con un número de 10 a 25 participantes. Se llama “taller” porque se incluye dentro
de las metodologías constructivistas en la cuáles los participantes juntos construyen durante la
sesión, como en un taller de artes o de carpintería. Se denomina “reflexivo” debido a que el
objetivo fundamental de la metodología es la reflexión sobre el tema de la sesión.
LOS PRINCIPIOS DEL TALLER
El Taller Reflexivo se basa y se apoya en varios principios o fundamentos que le aportan una ruta
conceptual, metodológica y ética precisa. Veamos cuáles son:
La finalidad u objetivo del Taller Reflexivo es propiciar la reflexión rigurosa de parte de un grupo
sobre un tema específico. Esto hace referencia a una reflexión metódica, es decir, un pensar con
lineamientos concretos y predeterminados, como establecer un acuerdo de trabajo con el grupo
(encuadre), asumir un tema específico para cada sesión, tener en cuenta unas fases o partes del
taller que es prudente respetar y otros elementos.
En tanto la finalidad del Taller Reflexivo es la reflexión rigurosa, ésta constituye también el
criterio fundamental para la evaluación del trabajo. En otras palabras, en el taller se logra el
objetivo cuando el grupo construye reflexión sobre el tema durante la sesión; a su manera, a su
ritmo y en sus propias direcciones.
Metodología constructivista
El Taller Reflexivo constituye una metodología constructivista. Para profundizar en este concepto,
podemos contrastar entre los modelos de intervención magistrales y los constructivistas:
En las metodologías magistrales, como su nombre lo indica, alguien se sitúa ante el grupo como
maestro (“magister” en latín). Ejemplos de éstas son la conferencia y la exposición de expertos
en un programa de radio o televisión. En ellas, el “maestro” lleva preparado el producto a
compartir. Es su discurso, elaborado hasta el más mínimo detalle. Y quienes están ante él, son
invitados a escuchar. En otros términos, las metodologías magistrales exigen un producto previo
aportado por el “magister”.
En las metodologías constructivistas, por el contrario, el coordinador o facilitador invita al grupo
a construir el producto durante el trabajo grupal mismo, de allí su nombre. Dentro de éstas
pueden incluirse diversas modalidades de taller (taller de sensibilización, taller educativo, taller
artístico, etc.) y de terapia grupal.
Para lograr la construcción requerida, el coordinador invita a los integrantes del grupo a
participar y a expresarse y les concede el tiempo y las condiciones exigidas por el proceso de
construcción. Por su parte, se compromete a escucharlos y, en este caso, evita el lugar del
“magister”.
El Taller Reflexivo también corresponde a este tipo de metodología, pues, en éste se convoca a
los participantes a construir reflexión por medio de su palabra. De acuerdo con lo planteado, no
se trata de una palabra previamente preparada o depurada. Por el contrario, es una palabra que
aparece allí a medida que se realiza la intervención; es una palabra que se construye, se
evidencia y se confronta allí paso a paso y por sus propias vías.
Las metodologías constructivistas implican varios rasgos y virtudes que se evidencian claramente
en Taller Reflexivo:
El Taller es algo que sucede “en vivo”, allí durante la sesión y no puede producirse con
anticipación. Sólo pueden construirlo los participantes mismos. El tallerista o facilitador lleva los
lineamientos o derroteros fundamentales, como el tema del taller y la técnica a utilizar, entre
otros y, a partir de éstos, el grupo construye.
Esto implica que cada taller realizado con un grupo específico es único, aunque la temática sea
compartida con otros grupos. Por ejemplo, si se realiza un Taller Reflexivo sobre la comunicación
con 10 grupos, aunque se lleven la misma técnica (reflexión en subgrupos, sociodrama u otra) y
las mismas preguntas, el discurso producido por cada uno de los grupos será diferente en cada
caso.
La materia prima del taller es la palabra del grupo que surge allí mismo y se va confrontando y
depurando a través del taller. Consecuentemente, el taller se basa en los puntos de vista y las
anotaciones del grupo que van apareciendo a través de la reflexión y en la profundización
respecto a ellos durante el taller. Se trata simplemente de que el tallerista facilite la aparición de
esos puntos de vista y anotaciones y propicie el debate y las nuevas construcciones en torno a
ellos.
En el taller es tan importante el proceso de construcción como cualquier producto final. Esto
se debe a que durante la sesión los participantes construyen múltiples productos parciales que
también les aportan a su reflexión. Durante la sesión los participantes comparten numerosas
anotaciones, anécdotas, interrogantes y recomendaciones que no aparecen en postulaciones
finales. La riqueza en matices y elementos del taller completo no puede ser representada en
ningún producto final del taller.
El taller se centra en las construcciones del grupo, no las del facilitador. Esto significa que el
grupo es el que reflexiona, no el tallerista. Los participantes están a cargo de realizar la reflexión
paso a paso. Este carácter del taller convierte a los aportes de los participantes en los
protagonistas del trabajo grupal.
Una hermosa frase describe de manera precisa esta función esclarecedora del hablar. Alejandra
Pizarnik, en su poema La palabra que sana, expresa: "Por eso cada palabra dice lo que dice y
además más y otra cosa". La función de la palabra así planteada puede también sustentarse con
un valioso postulado psicoanalítico. Según éste, no se trata de "pensar antes de hablar", como
dice la tradición y como nos regañaban en otros tiempos cuándo expresábamos frases
insensatas. Por el contrario, en los espacios de palabra, se trata de "hablar para pensar". Esto
implica que, a medida que hablamos sobre un asunto, se facilita que pensemos con mayor
claridad y profundidad sobre éste. A medida que hablamos, se facilita que esclarezcamos cada
vez más nuestro pensar.
Pero, este proceso va aún más lejos. La palabra no solo genera esclarecimiento, es decir,
dilucidación o desciframiento de nuestro propio pensar. También posibilita la creación de nuevo
pensar y nuevas opciones. En este sentido, hablamos también para crear, para reinventar el
mundo. Y, así sucede en los espacios de palabra y en el Taller Reflexivo.
Hemos señalado dos funciones primordiales de la palabra en el trabajo grupal. Por un lado,
hablar genera esclarecimiento. Esclarecer, en este caso, es sinónimo de aclarar, dilucidar, revelar,
investigar y descifrar. Significa que, a medida que los participantes hablan en el taller sobre el
tema de la sesión, hay algo que se torna cada vez más claro y se descifra cada vez más. Por otro
lado, la palabra posibilita la creación de nuevas opciones y perspectivas, es decir, el hablar en el
trabajo grupal permite la construcción de nuevos elementos.
Vale la pena proponer aquí un interrogante de gran relevancia: ¿En la práctica, qué es lo que se
esclarece y se construye en el Taller Reflexivo?
El material que se dilucida en el taller es muy variado. Se esclarecen, entre otros, los puntos de
vista, las opiniones, las perspectivas, los interrogantes, los sentimientos, el malestar y las
propuestas de los participantes respecto al tema de la sesión. Y, a partir de este proceso de
esclarecimiento, los participantes pueden construir nuevos puntos de vista, interrogantes y
propuestas.
En otras palabras, los participantes esclarecen respecto a elementos que traen de todo su bagaje
previo. Además, a partir de esto, durante el taller generan nuevas perspectivas.
Debido a que los participantes presentan estas anotaciones como “cosas que saben” sobre la
temática del taller, podemos denominarlas “los saberes” de los participantes. En consecuencia,
también es viable afirmar que el Taller Reflexivo es el espacio para el esclarecimiento de los
saberes previos de los participantes sobre el tema de la sesión y la generación de nuevos
saberes.
Cada uno de los participantes puede esclarecer respecto a su visión del mundo. A medida que
un participante habla sobre sus puntos de vista ante sus compañeros, en el proceso de explicar y
sustentar sus argumentos y debatir con ellos, puede lograr una mayor claridad sobre sus propios
asuntos. A menudo, esto ocurre como un “darse cuenta” de matices y miradas que no había
percibido.
Además de estas dos formas del esclarecimiento (individual y grupal), en el taller se genera un
“diálogo de saberes”, es decir, se establece una importante interlocución entre los aportes de los
participantes con efectos de gran valor para todos. Se genera así un debate entre las diversas
perspectivas en el cuál los saberes que han traído son sometidos a la discusión y la reflexión y, en
consecuencia, no se quedan intactos. Este diálogo de saberes se convierte, en general, en un
valioso escenario de depuración de los saberes previos de los participantes.
Finalmente, a medida que transcurre el taller, los participantes generan nuevos saberes sobre
la temática implicada: surgen nuevos ángulos y significados respecto al tema, agregan aspectos
novedosos, construyen nuevas ópticas y sugerencias. Típicamente, el trabajo grupal constituye
un escenario idóneo para este proceso y el Taller Reflexivo no es la excepción.
Metodología centrada en la escucha del grupo
El logro de los objetivos en el taller no solo depende del grupo. También es indispensable la
adecuada participación del coordinador en el proceso. Él cumple con un rol y unas funciones
primordiales para lograr la reflexión grupal. En este sentido, la función más importante del
coordinador consiste en situarse claramente en el lugar de la escucha.
Hemos señalado como en el Taller Reflexivo los participantes son convocados a “hablar sobre el
tema de la sesión para pensar sobre éste”, deben hablar para reflexionar. Pero la construcción de
los participantes solo es posible si el coordinador los escucha a medida que hablan. Entonces, se
hace viable completar la fórmula previamente propuesta: se trata de “hablar ante alguien que
escucha para reflexionar.”
De este modo, la escucha del tallerista se convierte en el motor de la palabra del grupo y de sus
avances en la reflexión. Hay una relación directa e íntima entre la capacidad de escucha del
coordinador y las posibilidades de que el grupo profundice en sus reflexiones durante el taller.
Podríamos enfatizar este elemento aprovechándolo para definir el rol primordial del
coordinador: ser tallerista es, ante todo, escuchar al grupo.
Esto le exige evitar la exposición o la imposición de sus propios puntos de vista, creencias o
posturas; le demanda evitar la circulación de sus propios saberes en el taller. Por el contrario,
debe cederles la palabra a los participantes y propiciar que se expresen.
Escuchar, entonces, dentro de este contexto, significaría, precisamente, “brindar un espacio para
que aparezcan los saberes del grupo y se trabaje en torno a éstos”. No estaríamos hablando
aquí de callar u oír. Se trata de una “escucha activa”. Implica preguntar, señalar, retroalimentar
pero siempre en la dirección de la revisión de los saberes del grupo.
Podríamos plantearlo en otros términos. Si el taller está transcurriendo en torno a los saberes
aportados por los participantes, el coordinador está escuchando. Si, por el contrario, comienzan
a aparecer y a imponerse sus saberes, el tallerista se ha salido del lugar de la escucha para
situarse como “el dueño” de la verdad.
Lo señalado, tiene dos grandes consecuencias:
Por un lado, para lograr escuchar al grupo, el tallerista debe asumir la renuncia a sus propios
saberes durante la intervención. Debe tener claro que el taller no es sobre sus asuntos. Éste es
un requisito metodológico y ético fundamental.
Por otro lado, el Taller Reflexivo está diseñado para facilitar la palabra del grupo; para posibilitar
la emergencia de los saberes de los participantes, la exploración de estos saberes, la
construcción de nuevos saberes y la escucha rigurosa de parte del coordinador.
Existe, sin embargo, una excepción a este riguroso lugar de la escucha. En el segmento de los
aportes, el último del taller, al brindar su retroalimentación al grupo sobre lo que se ha
trabajado, el coordinador puede - y debe - adicionar aportes conceptuales al tema tratado,
desde sus saberes y conocimiento. No obstante, es esencial que haga esto de manera tan
moderada y calculada que no irrespete ni borre los saberes y alternativas propuestos por el
grupo.
Por un lado, significa que en el taller se respeta y se acoge la diferencia de puntos de vista,
sentimientos, anotaciones, propuestas, interrogantes y otros. Este “compartir y debatir en la
diferencia” se convierte en un invaluable fundamento ético de la intervención, con efectos
manifiestos sobre la reflexión grupal y sobre el deseo de participar: en la medida en que
cualquier participante puede expresar su pensar y percibe que será respetado, los
planteamientos y el deseo de debatir fluyen y se consolidan. En otras palabras, el respeto
manifiesto de la diferencia genera un espacio amable que invita a involucrarse.
Una de las funciones principales del tallerista es garantizar este pluralismo a través de todo el
taller. En consecuencia, este principio ético se incluye en el acuerdo de trabajo al comienzo de la
intervención (encuadre) y el tallerista está atento a su cumplimiento durante la sesión. Además,
en los debates el coordinador garantiza un estricto orden en el uso de la palabra: quién ha
levantado su mano de primero para solicitar la palabra, tiene su turno para hablar de primero,
sin importar cuál opinión desea expresar. En el taller no hay privilegios en la participación. De
este modo, el respeto de la diferencia es, al mismo tiempo, la garantía de la equidad y la
inclusión en la intervención.
Adicionalmente, a través del taller se puede profundizar en algunos de estos aspectos. Por
ejemplo, se puede esclarecer de manera detallada sobre que significa el respeto de la diferencia
para los participantes, sobre las fortalezas y dificultades en las parejas actuales para respetar la
diferencia, sobre los efectos del irrespeto de la diferencia y otros. Además, se puede construir
con los participantes sobre las propuestas que ellos harían a las parejas para lograr ese respeto
de la diferencia en la actualidad.
La labor del tallerista consiste simplemente en ser facilitador de la ampliación detallada de esos
aspectos variados durante el taller. A través de este desarrollo de los temas, asume unaposición
neutral y recoge respetuosamente los argumentos de los participantes y facilita que el grupo las
debata. Mientras más se amplíen estas diversas posturas en el grupo, más fructífera será la
reflexión.
El respeto de la diferencia conduce también a que cada participante pueda asumir su propia
posición respecto al debate, durante y después del taller. En otras palabras, en el taller se trata
de generar la reflexión más versátil y profunda posible pero se invita a que cada uno se sitúe
libremente ante el debate. El Taller Reflexivo no constituye, de ninguna manera, un espacio para
convencer o adoctrinar a los participantes.
Desde esta perspectiva, podemos plantear que las metodologías constructivistas son
responsabilizantes de los participantes, es decir, sitúan sobre ellos el compromiso principal
respecto al trabajo. Esto implica que sin la participación activa y manifiesta del grupo no es
posible lograr los objetivos metodológicos.
Lo señalado no conlleva a que todos los participantes tengan que asumir la palabra durante la
sesión. Ésta no constituye una pretensión ni una preocupación para el tallerista. De hecho, en el
taller típico no se le solicita a ningún participante específico hablar, debido a varias razones:
En primer lugar, de acuerdo con la ética pluralista, en el taller se permite que cada uno
participe a su manera. En consecuencia, se acoge de igual manera a los extrovertidos y
elocuentes como a los parcos y silenciosos.
En segundo lugar, en el taller ocupan un lugar de igual importancia quienes hablan y quienes
escuchan. De hecho, para que fluya la reflexión durante el taller, mientras una persona habla, los
demás deben estar escuchando atentamente. Y esta escucha silenciosa y comprometida se
convierte en un importante motor del trabajo.
En tercer lugar, la palabra manifiesta no es la medida del trabajo durante el taller. Esto significa
que no se supone que quienes más trabajan son los que más hablen. O, que los silenciosos
trabajan menos. La medida del trabajo durante el taller es el compromiso de cada uno con la
reflexión, a su manera y a su ritmo. El tallerista es profundamente respetuoso de esto.
El Taller Reflexivo no se incluye dentro de los modelos de terapia grupal. Esto implica que no es
apropiado para revisar síntomas de los participantes o aspectos relacionados con éstos, como
grandes tristezas, temores o pánicos, duelos, depresión, adicciones u otros. Tampoco es
adecuado para la búsqueda intencionada y directa de transformaciones conductuales o
subjetivas, finalidades típicas de la terapia grupal.
Como se ha señalado, el objetivo del taller radica exclusivamente en aportar un espacio para los
participantes reflexionar; para ellos pensar y pensarse. Y, este es el único compromiso que los
participantes adquieren en este espacio.
Sin embargo, con gran frecuencia a partir de la reflexión los participantes logran grandes
cambios en sus relaciones consigo mismos y con su entorno. Ésta constituye una de las
principales razones por las cuáles el taller es elegido para la intervención. También suele suceder
que el taller produzca transformaciones terapéuticas en algunos de los integrantes del grupo.
Este tipo de resultados se presenta, a menudo, cuando se realiza una intervención procesal, es
decir, cuando se realizan 4 talleres o más con un mismo grupo.
En el taller no se intenta realizar intervención terapéutica, no solo porque no es el objetivo, sino
porque no están dadas las condiciones muy rigurosas que se requieren para la terapia grupal.
Dentro de ellas se incluyen, por ejemplo, la exigencia de confidencialidad respecto a lo que se
comparta en las sesiones, un tamaño grupal mucho menor (máximo entre 10 y 12
participantes), un número considerable de sesiones y, obviamente, que el coordinador tenga
formación como terapeuta.
Lo planteado involucra una paradoja que vale la pena señalar: el tallerista no debe buscar
efectos terapéuticos como resultado de su intervención en el taller. Pero puede esperarlos,
especialmente si realiza una secuencia de más de 4 talleres.
En los espacios de palabra centrados en la escucha del grupo, dispositivos para los participantes
hablar sobre sí mismos, como es el caso del Taller Reflexivo, hay una alta propensión a que los
participantes intenten instalar un trabajo terapéutico, es decir, a que expongan en detalle
respecto a sus asuntos personales e íntimos y sus síntomas. Si el coordinador les recibe este
material, es también factible que se produzcan crisis personales en el taller. Los participantes, en
general, no son conscientes de esta demanda terapéutica.
El coordinador debe evitar que el grupo se desplace a este territorio, aún si él es terapeuta en
otros escenarios. De otra parte, la metodología de Taller Reflexivo aporta estrategias específicas
para eludir este campo y mantenerse rigurosamente en el área de la reflexión.
Resultados
Características Socio-demográficas
De los 663 usuarios atendidos
entre 2006 y 2009, en total 333
(49,7%) tenían edades comprendidas
entre los 14 y 18 años. De ellos,
82 fueron mujeres (24,6%), y 251,
hombres (75,4%), lo que indica una
relación de 1:3.
Al indagarse por el nivel educativo,
se evidenció que el 15,3% no
ha finalizado sus estudios primarios,
y el 15,6% sí los terminó, pero no
continuó estudiando. El 63,1% no ha
terminado la secundaria, y el 2,4% la
terminó, pero no siguió estudiando.
El 2,1% habían iniciado estudios
superiores (técnicos o universitarios),
y el 1% no presenta grado alguno de
escolaridad.
En cuanto a la ocupación, se
encontró que el 56,8% manifiestan
estar desocupados; el 31,8% informa
que continúa estudiando; el 6,6%
tienen trabajo fijo u ocasional, y otro
4,2% manifiestan estar desempleados;
el 0,6% no informa al respecto.
Al indagar por el estado civil,
el 97,6% de los participantes dijo
estar solteros.
Tratamiento-consumo de SPA
Al preguntar a cada paciente
si era la primera vez que asistía a
una institución para rehabilitarse,
el 80,5%, manifestó que sí; el 19,5%
restante afirmó haber recibido tratamiento
previo.
Al indagar por la motivación
para asistir, el 42,4% declararon
hacerlo por consejo y recomendación
de amigos y familiares; el 34,5%,
por indicación legal; y el 15,9%, por
voluntad propia. El 4% manifestó
que siguieron una indicación académica,
y el 3% no respondió esta pregunta.
Al averiguar por el consumo de
psicotrópicos sin prescripción médica,
el 25,2% de los participantes
manifestó haberlas consumido; el
Rivotril fue el medicamento de mayor
prevalencia, con el 22,2%, seguido
por el Rohypnol, con el 2,4%. Se encontró
también un mayor consumo
en hombres, del 17,4%, frente al
7,8% de las mujeres.
La SPA puerta de entrada tuvo el
siguiente comportamiento: el 44,2%
inició con tabaco; el 25,8%, con marihuana;
el 18%, con alcohol; el 6,6%,
con cocaína, y el 5,4% restante, con
diversas sustancias, como bazuco,
heroína e inhalantes.
Al cruzar la información de las
SPA alguna vez consumidas con el
consumo diario actual, se encontró
que los mayores porcentajes de consumo
están en el bazuco (65%) y la
heroína (53%) (tabla 1).
Al analizar la edad de ingreso
a la institución se destacó que las
mujeres acudieron a edades más
tempranas respecto a los hombres:
mientras que las primeras ingresaron,
en promedio, a los 15,35 años,
los segundos lo hicieron a los 15,86
años. Una tendencia distinta ocurrió
en cuanto a la edad de inicio: allí
Consumo de sustancias psicoactivas (SPA) en adolescentes farmacodependientes
Discusión
Entre 2006 y 2009 se atendió
en la fundación a 333 adolescentes
entre los 14 y los 18 años: el
24,6% eran mujeres, y el 75,4%,
hombres. De ellos, un 31,2% sólo
tiene estudios primarios y el 63,1%
no ha terminado la secundaria. Un
56%, por otra parte, manifiestan
estar desempleados. El 80,5% indicó
que era la primera vez que asistía
a un centro de rehabilitación. El
42,4% afirmaron que estaban allí
por sugerencia de amigos y familiares,
y el 34,5% manifestaron que
lo hicieron por indicación legal. El
25,2% dijo haber consumido alguna
vez psicotrópicos sin prescripción
médica. El 44,2% inició el consumo
de SPA con el tabaco, y el 25,8%,
con marihuana. La edad media
de ingreso a la institución fue de
15,7 años, mientras que la edad
de inicio en el consumo fue a los
12,3. Las medias de las edades a
las que se empezó a consumir las
distintas SPA variaron desde los
12,26 años del alcohol, hasta
los 15 de la heroína.
Se encontró un mayor consumo
en hombres (75,4%) que en mujeres
(24,6%), lo cual indica que por cada
mujer que ingresa a la institución
hay 3 hombres que lo hacen. Esto
se puede explicar por el hecho de
que, socialmente, los hombres consumen
sustancias más adictivas
porque se creen más fuertes y más
resistentes a las SPA (20); además,
para las mujeres, a diferencia de los
hombres, es más fácil hablar de sus
problemas y pedir ayuda (21). Otros
estudios sugieren que los hombres
son más abiertos a probar y a experimentar
SPA nuevas, y tienen una
mayor tendencia a buscar efectos
más potentes (11).
Cabe resaltar, además, que las
sustancias con las cuales se iniciaron
los jóvenes sujetos de estudio en
el consumo de SPA fueron: tabaco
(44,2%), marihuana (25,8%) y alcohol
(18%). Estas cifras se pueden explicar
por cuanto muchos adolescentes las
perciben como sustancias recreativas,
de bajo nivel nocivo y adictivo
(22); también, porque son drogas
socialmente aceptadas en diferentes
círculos (14). Para el caso del tabaco
y del alcohol, está de por medio el
hecho de que ambas son sustancias
lícitas y de fácil acceso para la población
observada (23). Hay que anotar
también que el alcohol es percibido
como un facilitador de la interacción
social que permite la expresividad
verbal, la extroversión, el incremento
en la respuesta sexual y la reducción
de la tensión física y psicológica, así
como un aumento en la agresividad y
los sentimientos de poder, los cuales
constituyen razones suficientes para
que muchos jóvenes lo consuman, y
que sea esta la puerta de entrada al
consumo de sustancias psicoactivas
con mayor potencial de abuso y que
causan compromisos aún mayores
a la salud (24).
Al indagar por la formación
académica de los participantes, se
encontró que el 31,2% solo tiene
Consumo de sustancias psicoactivas (SPA) en adolescentes farmacodependientes
E
el
l problema de las adicciones tiene especial trascendencia no sólo en
Tratamiento
cognitivo-
conductual de un
adolescente con
trastorno de
ansiedad
generalizada
Caridad Padilla Díaz
Práctica Privada
Resumen
Se presenta la intervención en el caso de un adolescente de 12 años de edad con trastorno de
ansiedad generalizada. El objetivo es analizar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-
conductual dirigido a reducir el número de preocupaciones, disminuir la activación psicofisiológica y
reducir las respuestas de escape. La evaluación se realizó mediante la Entrevista Semiestructurada de los
Trastornos de Ansiedad (ADISC-IV) y la Escala de Depresión y Ansiedad para Niños Revisada (RCADS). Se
aplicó un tratamiento cognitivo-conductual que incluía como componentes entrenamiento en relajación,
reestructuración cognitiva, exposición en imaginación y en vivo, y entrenamiento en habilidades sociales.
Los resultados mostraron una mejoría en relación a las preocupaciones del paciente y a su nivel de
activación psicofisiológica, y la eliminación de las respuestas de escape, según la evaluación pretest-
postest y el análisis de los registros semanales durante la intervención. Este estudio aporta evidencias de
la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en un trastorno de ansiedad generalizada para
adolescentes.
Palabras clave: Adolescente, ansiedad generalizada, tratamiento cognitivo-conductual.
Abstract
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. We show
the intervention with a 12-years old adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. The main aim
of this study is presenting the effects of the behavioral treatment whose end is decreasing the number of
worries, reduce the psychophysiological activation and decrease the escape behaviors. The assessment
was carried out using the Anxiety Disorder Interview Schedule for Children (ADISC-IV) and the Revised
Child Anxiety and Depression Scale (RCADS). The behavioral treatment included relaxation training,
behavior restructuring, imagination and in vivo exposure and social skills training. The results showed
improvements in the worries of the patient and in his level of psychophysiological activation, as well as the
reduction of escape responses by means of the assessment carried out before and after the treatment and
the analysis of weekly records during the intervention. This study shows new evidences of the
effectiveness of behavioral therapy in generalized anxiety disorder in adolescents.
Keywords: Adolescent, generalized anxiety, behavioral-cognitive treatment.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) fue incluido por primera vez en el DSM-IV (APA,
1994) dentro de los trastornos de la infancia y la adolescencia. Para el diagnóstico de TAG en
población infanto–juvenil se requiere que: (a) se experimente ansiedad y preocupación
excesivas, asociadas a síntomas somáticos como impaciencia, fatiga, irritabilidad, tensión
muscular, problemas de concentración y/o de sueño, (b) que lo haga ante un amplio espectro
de eventos y actividades que generalmente suelen ser preocupaciones acerca del rendimiento
escolar, el perfeccionismo, el estado de salud propio y el de la familia o amigos íntimos, y las
relaciones sociales, y (c) que se prolongue como mínimo durante seis meses (APA 2000).
Se estima que entre un 15% y un 20% de la población infanto-juvenil tiene algún trastorno
de ansiedad, tratándose de uno de las demandas más frecuentes en las Unidades de Salud
Mental (Orgilés, Méndez, Espada, Carballo y Piqueras, 2012). De acuerdo con los datos
epidemiológicos en problemas de ansiedad, la edad media de los niños que los padecen es 13
años. Respecto a las diferencias en función del sexo, las niñas manifiestan más ansiedad que
los niños en todos los trastornos excepto en el trastorno obsesivo-compulsivo (Rodríguez de
Kissack y Martinez-León, 2001).
La etiología del trastorno de ansiedad generalizada es desconocida; el origen y mantenimiento
de los trastornos fóbicos se conoce algo más (Sandín,Valiente y Chorot, 2009). Son varias las
causas que pueden dar lugar a un trastorno de ansiedad. Los acontecimientos
Correspondencia:
Caridad Padilla Díaz. Clínica de Psicología.
C/Chavarco, 27, Bajo, CP: 02600, Villarrobledo (Albacete) - España.
E.mail: caridadpadilla@gmail.com
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder
Tratamiento de un adolescente c on ansiedad generalizada
158
estresantes, el estilo educativo de los padres, el propio temperamento del niño, la
vulnerabilidad de cada niño, y los factores sociales y culturales son factores que condicionan la
aparición de trastornos de ansiedad en la infancia según Echeburúa y Corral (2006).
Para la evaluación de los trastornos de ansiedad existen numerosos instrumentos con buenos
índices psicométricos en nuestro país. La Revised Child Anxiety and Depression Scale (RCADS;
Chorpita, Yim, Moffitt, Umemoto y Francis, 2000) es un autoinforme de gran interés por su aplicación
en contextos de clínica e investigación para población infanto-juvenil (Sandín et al., 2009). En
cuanto a las entrevistas diagnósticas, una de las más utilizadas es la Anxiety Disorder Interview
Schedule for Children (ADISC; Silverman y Albano, 1996).
En relación a los tratamientos del TAG, la terapia cognitivo-conductual, con o sin componente familiar,
es la intervención que se ha probado con mayor grado de eficacia para niños y adolescentes siguiendo los
criterios de la Comisión de Expertos de la División 12 de la Asociación Americana de Psicología (Task Force
on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, 1995). Por ejemplo, el programa Coping Cat
(Kendall, 1992) fue uno de los pioneros en mostrar la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en
niños con este trastorno. En España se puede consultar el trabajo realizado por Orgilés, Méndez, Rosa e
Inglés (2003) sobre la eficacia de los tratamientos en el TAG y en la ansiedad por separación en niños y
adolescentes.
En este estudio se presenta el caso de un adolescente que cumple los criterios diagnósticos
para el trastorno de ansiedad generalizada (DMS-IV-TR, APA 2000). El objetivo de este estudio
es presentar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-conductual con el fin de
reducir el número de preocupaciones, así como también disminuir la activación psicofisiológica
y reducir las respuestas de escape para mejorar la calidad de vida del paciente.
Descripción del caso
Identificación del paciente
El paciente llamado Juan (nombre figurado) es un varón de 12 años de edad que cursa 2º
de E.S.O. en un instituto público de Castilla-La Mancha. La familia del paciente está formada
por el padre, la madre y por un hermano varón de 14 años de edad. En el domicilio familiar
conviven los cuatro miembros.
Motivo de consulta
Juan viene a la consulta por padecer dolores abdominales frecuentes. Desde hace varios
meses, ante determinados acontecimientos (normalmente cuando tiene un examen, o cuando
piensa que tiene que hacer tareas importantes), el niño llama desde el instituto a casa
manifestando tener dolores abdominales que le impiden seguir en clase y sentirse indispuesto.
Normalmente ante dichos dolores los padres aconsejan que el niño permanezca en el centro,
ya que saben que Juan quiere evitar la situación que le preocupa. En otras ocasiones lo
recogen del centro escolar y lo llevan a casa para que descanse, ya que con frecuencia suele
vomitar. Los días previos a dichos acontecimientos el paciente se muestra nervioso, irritable,
con dolor de cabeza y dolores abdominales, y suele dormir mal. Aparte de estas situacio nes,
Juan manifiesta que siempre ha sido un niño muy nervioso, preocupadizo, responsable y
perfeccionista.
Esta información sobre las preocupaciones y la ansiedad experimentada junto a la
descripción de los padres, aporta información relevante sobre el problema, mostrando indicios
claros de que podría tratarse de un TAG, aunque se consideró pertinente realizar una
entrevista diagnóstica diferencial.
Historia del problema
Juan comenzó a tener dolores abdominales y dolor de cabeza frecuente desde hacía
aproximadamente dos años ante determinados acontecimientos y preocupaciones. Asegura que
desde siempre ha sido una persona bastante nerviosa. No sabe con seguridad cuándo fue el
comienzo de estos estados de ansiedad y preocupaciones, pero cada vez han ido repitiéndose con
más frecuencia. Además, Juan es muy perfeccionista y se exige bastante, sus notas son excelentes y
su rendimiento académico es muy bueno.
Respecto a las relaciones sociales, anteriormente en el colegio no solía tener muchos amigos.
Actualmente, en el instituto tiene algunos amigos y amigas; compañeros de clase con los que se
relaciona normalmente y con quienes se muestra bastante adaptado. Además juega en el equipo de
baloncesto del instituto, aunque dice que le encantaría tener más amigos.
La relación con sus padres es muy buena. Su padre es muy exigente con él en relación a sus
notas y su comportamiento. Con su madre tiene bastante afinidad y dice llevarse muy bien.
Cabe destacar que la madre estuvo bajo tratamiento farmacológico por depresión durante dos
años, aunque en la actualidad se encuentra bastante bien y ha dejado el tratamiento
farmacológico. Con su hermano mantiene del mismo modo muy buena relación. Esta era la
primera vez que recibía tratamiento psicológico.
Evaluación del caso
Para la evaluación de Juan se emplearon dos pruebas de ansiedad, el RCADS (Chorpita, Yim, Moffitt,
Umemoto y Francis, 2000) y la entrevista diagnóstica ADISC-IV (Silverman y Albano, 2006), así como
registros de observación. La fuente de recogida de información fueron los padres y el propio Juan.
En primer lugar, se administró la escala RCADS (versión española de Sandín, Valiente y Chorot,
2009). Se trata de un instrumento específico para evaluar trastornos de depresión y ansiedad en
población infanto-juvenil. Las propiedades psicométricas sobre la fiabilidad en la versión española
poseen un nivel elevado de fiabilidad (alfa = 0.93). La fiabilidad de las diferentes subescalas de la
misma es buena debido a que los valores de los coeficientes alfa se sitúan en torno a 0.80 (Sandín
et al., 2009).
En segundo lugar, para realizar una valoración sobre la posible comorbilidad con otros trastornos de
ansiedad, se consideró pertinente aplicar la entrevista ADISC-IV (Silverman y Albano, 1996) uti-
lizando la versión validada en español por Silverman y Sandín (2009). Los índices psicométricos
muestran buenos coeficientes de fiabilidad entre 0.63-0.80 para niños más pequeños y 0.71-0.84
para jóvenes respectivamente. (Silverman, Saavedra y Pina, 2001).
Por último, le entregamos un Registro de preocupaciones y de Estimación de las
preocupaciones, siguiendo el patrón similar de Olivares, Piqueras y García-López (2003),
cuantificando la intensidad, la frecuencia y el grado de autocontrol de las preocupaciones
(Tabla 1).
Análisis topográfico y funcional
Observamos que Juan obtiene una puntuación general por encima de la media normativa en
todas las subescalas de la RCADS, pero sobre todo destaca la puntuación en la subescala
ansiedad gene
159
Caridad Padilla Díaz
ralizada (puntuación de 16 sobre la media en chicos de 7.7) seguida de la subescala en
ansiedad social (15 sobre la media en chicos de 10.7).
En la entrevista diagnóstica ADISC se prestó especial atención al apartado del TAG, que
incluye las preocupaciones, la estimación de la gravedad de esas preocupaciones, así como de
controlar o detener esas preocupaciones, el nivel de interferencia y el nivel de alteración
somática. Las preocupaciones estaban relacionadas con el instituto (evaluaciones en clase de
inglés y naturales, los deberes, notas, exámenes, presentaciones en público, etc.) con una
estimación de gravedad de 8/10 y frecuencia casi diaria. Además, solía tener preocupaciones
acerca del futuro, seguidas de preocupaciones de su propia salud y la salud de sus padres con
estimación de gravedad de 7/10, así como de sufrir algún accidente y/o a perder cosas
importantes como los apuntes o las llaves de casa con estimación de gravedad de 6/10 siendo
bastante frecuentes estos pensamientos. Por estos motivos, le cuesta concentrarse y conciliar
el sueño.
Tabla 1. Registro de preocupaciones y estimación de las preocupaciones
Tratamiento
cognitivo-
conductual de un
adolescente con
trastorno de
ansiedad
generalizada
Caridad Padilla Díaz
Práctica Privada
Resumen
Se presenta la intervención en el caso de un adolescente de 12 años de edad con trastorno de
ansiedad generalizada. El objetivo es analizar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-
conductual dirigido a reducir el número de preocupaciones, disminuir la activación psicofisiológica y
reducir las respuestas de escape. La evaluación se realizó mediante la Entrevista Semiestructurada de los
Trastornos de Ansiedad (ADISC-IV) y la Escala de Depresión y Ansiedad para Niños Revisada (RCADS). Se
aplicó un tratamiento cognitivo-conductual que incluía como componentes entrenamiento en relajación,
reestructuración cognitiva, exposición en imaginación y en vivo, y entrenamiento en habilidades sociales.
Los resultados mostraron una mejoría en relación a las preocupaciones del paciente y a su nivel de
activación psicofisiológica, y la eliminación de las respuestas de escape, según la evaluación pretest-
postest y el análisis de los registros semanales durante la intervención. Este estudio aporta evidencias de
la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en un trastorno de ansiedad generalizada para
adolescentes.
Palabras clave: Adolescente, ansiedad generalizada, tratamiento cognitivo-conductual.
Abstract
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. We show
the intervention with a 12-years old adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. The main aim
of this study is presenting the effects of the behavioral treatment whose end is decreasing the number of
worries, reduce the psychophysiological activation and decrease the escape behaviors. The assessment
was carried out using the Anxiety Disorder Interview Schedule for Children (ADISC-IV) and the Revised
Child Anxiety and Depression Scale (RCADS). The behavioral treatment included relaxation training,
behavior restructuring, imagination and in vivo exposure and social skills training. The results showed
improvements in the worries of the patient and in his level of psychophysiological activation, as well as the
reduction of escape responses by means of the assessment carried out before and after the treatment and
the analysis of weekly records during the intervention. This study shows new evidences of the
effectiveness of behavioral therapy in generalized anxiety disorder in adolescents.
Keywords: Adolescent, generalized anxiety, behavioral-cognitive treatment.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) fue incluido por primera vez en el DSM-IV (APA,
1994) dentro de los trastornos de la infancia y la adolescencia. Para el diagnóstico de TAG en
población infanto–juvenil se requiere que: (a) se experimente ansiedad y preocupación
excesivas, asociadas a síntomas somáticos como impaciencia, fatiga, irritabilidad, tensión
muscular, problemas de concentración y/o de sueño, (b) que lo haga ante un amplio espectro
de eventos y actividades que generalmente suelen ser preocupaciones acerca del rendimiento
escolar, el perfeccionismo, el estado de salud propio y el de la familia o amigos íntimos, y las
relaciones sociales, y (c) que se prolongue como mínimo durante seis meses (APA 2000).
Se estima que entre un 15% y un 20% de la población infanto-juvenil tiene algún trastorno
de ansiedad, tratándose de uno de las demandas más frecuentes en las Unidades de Salud
Mental (Orgilés, Méndez, Espada, Carballo y Piqueras, 2012). De acuerdo con los datos
epidemiológicos en problemas de ansiedad, la edad media de los niños que los padecen es 13
años. Respecto a las diferencias en función del sexo, las niñas manifiestan más ansiedad que
los niños en todos los trastornos excepto en el trastorno obsesivo-compulsivo (Rodríguez de
Kissack y Martinez-León, 2001).
La etiología del trastorno de ansiedad generalizada es desconocida; el origen y mantenimiento
de los trastornos fóbicos se conoce algo más (Sandín,Valiente y Chorot, 2009). Son varias las
causas que pueden dar lugar a un trastorno de ansiedad. Los acontecimientos
Correspondencia:
Caridad Padilla Díaz. Clínica de Psicología.
C/Chavarco, 27, Bajo, CP: 02600, Villarrobledo (Albacete) - España.
E.mail: caridadpadilla@gmail.com
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder
Tratamiento de un adolescente c on ansiedad generalizada
158
estresantes, el estilo educativo de los padres, el propio temperamento del niño, la
vulnerabilidad de cada niño, y los factores sociales y culturales son factores que condicionan la
aparición de trastornos de ansiedad en la infancia según Echeburúa y Corral (2006).
Para la evaluación de los trastornos de ansiedad existen numerosos instrumentos con buenos
índices psicométricos en nuestro país. La Revised Child Anxiety and Depression Scale (RCADS;
Chorpita, Yim, Moffitt, Umemoto y Francis, 2000) es un autoinforme de gran interés por su aplicación
en contextos de clínica e investigación para población infanto-juvenil (Sandín et al., 2009). En
cuanto a las entrevistas diagnósticas, una de las más utilizadas es la Anxiety Disorder Interview
Schedule for Children (ADISC; Silverman y Albano, 1996).
En relación a los tratamientos del TAG, la terapia cognitivo-conductual, con o sin componente familiar,
es la intervención que se ha probado con mayor grado de eficacia para niños y adolescentes siguiendo los
criterios de la Comisión de Expertos de la División 12 de la Asociación Americana de Psicología (Task Force
on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, 1995). Por ejemplo, el programa Coping Cat
(Kendall, 1992) fue uno de los pioneros en mostrar la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en
niños con este trastorno. En España se puede consultar el trabajo realizado por Orgilés, Méndez, Rosa e
Inglés (2003) sobre la eficacia de los tratamientos en el TAG y en la ansiedad por separación en niños y
adolescentes.
En este estudio se presenta el caso de un adolescente que cumple los criterios diagnósticos
para el trastorno de ansiedad generalizada (DMS-IV-TR, APA 2000). El objetivo de este estudio
es presentar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-conductual con el fin de
reducir el número de preocupaciones, así como también disminuir la activación psicofisiológica
y reducir las respuestas de escape para mejorar la calidad de vida del paciente.
Descripción del caso
Identificación del paciente
El paciente llamado Juan (nombre figurado) es un varón de 12 años de edad que cursa 2º
de E.S.O. en un instituto público de Castilla-La Mancha. La familia del paciente está formada
por el padre, la madre y por un hermano varón de 14 años de edad. En el domicilio familiar
conviven los cuatro miembros.
Motivo de consulta
Juan viene a la consulta por padecer dolores abdominales frecuentes. Desde hace varios
meses, ante determinados acontecimientos (normalmente cuando tiene un examen, o cuando
piensa que tiene que hacer tareas importantes), el niño llama desde el instituto a casa
manifestando tener dolores abdominales que le impiden seguir en clase y sentirse indispuesto.
Normalmente ante dichos dolores los padres aconsejan que el niño permanezca en el centro,
ya que saben que Juan quiere evitar la situación que le preocupa. En otras ocasiones lo
recogen del centro escolar y lo llevan a casa para que descanse, ya que con frecuencia suele
vomitar. Los días previos a dichos acontecimientos el paciente se muestra nervioso, irritable,
con dolor de cabeza y dolores abdominales, y suele dormir mal. Aparte de estas situacio nes,
Juan manifiesta que siempre ha sido un niño muy nervioso, preocupadizo, responsable y
perfeccionista.
Esta información sobre las preocupaciones y la ansiedad experimentada junto a la
descripción de los padres, aporta información relevante sobre el problema, mostrando indicios
claros de que podría tratarse de un TAG, aunque se consideró pertinente realizar una
entrevista diagnóstica diferencial.
Historia del problema
Juan comenzó a tener dolores abdominales y dolor de cabeza frecuente desde hacía
aproximadamente dos años ante determinados acontecimientos y preocupaciones. Asegura que
desde siempre ha sido una persona bastante nerviosa. No sabe con seguridad cuándo fue el
comienzo de estos estados de ansiedad y preocupaciones, pero cada vez han ido repitiéndose con
más frecuencia. Además, Juan es muy perfeccionista y se exige bastante, sus notas son excelentes y
su rendimiento académico es muy bueno.
Respecto a las relaciones sociales, anteriormente en el colegio no solía tener muchos amigos.
Actualmente, en el instituto tiene algunos amigos y amigas; compañeros de clase con los que se
relaciona normalmente y con quienes se muestra bastante adaptado. Además juega en el equipo de
baloncesto del instituto, aunque dice que le encantaría tener más amigos.
La relación con sus padres es muy buena. Su padre es muy exigente con él en relación a sus
notas y su comportamiento. Con su madre tiene bastante afinidad y dice llevarse muy bien.
Cabe destacar que la madre estuvo bajo tratamiento farmacológico por depresión durante dos
años, aunque en la actualidad se encuentra bastante bien y ha dejado el tratamiento
farmacológico. Con su hermano mantiene del mismo modo muy buena relación. Esta era la
primera vez que recibía tratamiento psicológico.
Evaluación del caso
Para la evaluación de Juan se emplearon dos pruebas de ansiedad, el RCADS (Chorpita, Yim, Moffitt,
Umemoto y Francis, 2000) y la entrevista diagnóstica ADISC-IV (Silverman y Albano, 2006), así como
registros de observación. La fuente de recogida de información fueron los padres y el propio Juan.
En primer lugar, se administró la escala RCADS (versión española de Sandín, Valiente y Chorot,
2009). Se trata de un instrumento específico para evaluar trastornos de depresión y ansiedad en
población infanto-juvenil. Las propiedades psicométricas sobre la fiabilidad en la versión española
poseen un nivel elevado de fiabilidad (alfa = 0.93). La fiabilidad de las diferentes subescalas de la
misma es buena debido a que los valores de los coeficientes alfa se sitúan en torno a 0.80 (Sandín
et al., 2009).
En segundo lugar, para realizar una valoración sobre la posible comorbilidad con otros trastornos de
ansiedad, se consideró pertinente aplicar la entrevista ADISC-IV (Silverman y Albano, 1996) uti-
lizando la versión validada en español por Silverman y Sandín (2009). Los índices psicométricos
muestran buenos coeficientes de fiabilidad entre 0.63-0.80 para niños más pequeños y 0.71-0.84
para jóvenes respectivamente. (Silverman, Saavedra y Pina, 2001).
Por último, le entregamos un Registro de preocupaciones y de Estimación de las
preocupaciones, siguiendo el patrón similar de Olivares, Piqueras y García-López (2003),
cuantificando la intensidad, la frecuencia y el grado de autocontrol de las preocupaciones
(Tabla 1).
Análisis topográfico y funcional
Observamos que Juan obtiene una puntuación general por encima de la media normativa en
todas las subescalas de la RCADS, pero sobre todo destaca la puntuación en la subescala
ansiedad gene
159
Caridad Padilla Díaz
ralizada (puntuación de 16 sobre la media en chicos de 7.7) seguida de la subescala en
ansiedad social (15 sobre la media en chicos de 10.7).
En la entrevista diagnóstica ADISC se prestó especial atención al apartado del TAG, que
incluye las preocupaciones, la estimación de la gravedad de esas preocupaciones, así como de
controlar o detener esas preocupaciones, el nivel de interferencia y el nivel de alteración
somática. Las preocupaciones estaban relacionadas con el instituto (evaluaciones en clase de
inglés y naturales, los deberes, notas, exámenes, presentaciones en público, etc.) con una
estimación de gravedad de 8/10 y frecuencia casi diaria. Además, solía tener preocupaciones
acerca del futuro, seguidas de preocupaciones de su propia salud y la salud de sus padres con
estimación de gravedad de 7/10, así como de sufrir algún accidente y/o a perder cosas
importantes como los apuntes o las llaves de casa con estimación de gravedad de 6/10 siendo
bastante frecuentes estos pensamientos. Por estos motivos, le cuesta concentrarse y conciliar
el sueño.
Tabla 1. Registro de preocupaciones y estimación de las preocupaciones
Tratamiento
cognitivo-
conductual de un
adolescente con
trastorno de
ansiedad
generalizada
Caridad Padilla Díaz
Práctica Privada
Resumen
Se presenta la intervención en el caso de un adolescente de 12 años de edad con trastorno de
ansiedad generalizada. El objetivo es analizar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-
conductual dirigido a reducir el número de preocupaciones, disminuir la activación psicofisiológica y
reducir las respuestas de escape. La evaluación se realizó mediante la Entrevista Semiestructurada de los
Trastornos de Ansiedad (ADISC-IV) y la Escala de Depresión y Ansiedad para Niños Revisada (RCADS). Se
aplicó un tratamiento cognitivo-conductual que incluía como componentes entrenamiento en relajación,
reestructuración cognitiva, exposición en imaginación y en vivo, y entrenamiento en habilidades sociales.
Los resultados mostraron una mejoría en relación a las preocupaciones del paciente y a su nivel de
activación psicofisiológica, y la eliminación de las respuestas de escape, según la evaluación pretest-
postest y el análisis de los registros semanales durante la intervención. Este estudio aporta evidencias de
la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en un trastorno de ansiedad generalizada para
adolescentes.
Palabras clave: Adolescente, ansiedad generalizada, tratamiento cognitivo-conductual.
Abstract
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. We show
the intervention with a 12-years old adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. The main aim
of this study is presenting the effects of the behavioral treatment whose end is decreasing the number of
worries, reduce the psychophysiological activation and decrease the escape behaviors. The assessment
was carried out using the Anxiety Disorder Interview Schedule for Children (ADISC-IV) and the Revised
Child Anxiety and Depression Scale (RCADS). The behavioral treatment included relaxation training,
behavior restructuring, imagination and in vivo exposure and social skills training. The results showed
improvements in the worries of the patient and in his level of psychophysiological activation, as well as the
reduction of escape responses by means of the assessment carried out before and after the treatment and
the analysis of weekly records during the intervention. This study shows new evidences of the
effectiveness of behavioral therapy in generalized anxiety disorder in adolescents.
Keywords: Adolescent, generalized anxiety, behavioral-cognitive treatment.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) fue incluido por primera vez en el DSM-IV (APA,
1994) dentro de los trastornos de la infancia y la adolescencia. Para el diagnóstico de TAG en
población infanto–juvenil se requiere que: (a) se experimente ansiedad y preocupación
excesivas, asociadas a síntomas somáticos como impaciencia, fatiga, irritabilidad, tensión
muscular, problemas de concentración y/o de sueño, (b) que lo haga ante un amplio espectro
de eventos y actividades que generalmente suelen ser preocupaciones acerca del rendimiento
escolar, el perfeccionismo, el estado de salud propio y el de la familia o amigos íntimos, y las
relaciones sociales, y (c) que se prolongue como mínimo durante seis meses (APA 2000).
Se estima que entre un 15% y un 20% de la población infanto-juvenil tiene algún trastorno
de ansiedad, tratándose de uno de las demandas más frecuentes en las Unidades de Salud
Mental (Orgilés, Méndez, Espada, Carballo y Piqueras, 2012). De acuerdo con los datos
epidemiológicos en problemas de ansiedad, la edad media de los niños que los padecen es 13
años. Respecto a las diferencias en función del sexo, las niñas manifiestan más ansiedad que
los niños en todos los trastornos excepto en el trastorno obsesivo-compulsivo (Rodríguez de
Kissack y Martinez-León, 2001).
La etiología del trastorno de ansiedad generalizada es desconocida; el origen y mantenimiento
de los trastornos fóbicos se conoce algo más (Sandín,Valiente y Chorot, 2009). Son varias las
causas que pueden dar lugar a un trastorno de ansiedad. Los acontecimientos
Correspondencia:
Caridad Padilla Díaz. Clínica de Psicología.
C/Chavarco, 27, Bajo, CP: 02600, Villarrobledo (Albacete) - España.
E.mail: caridadpadilla@gmail.com
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder
Tratamiento de un adolescente c on ansiedad generalizada
158
estresantes, el estilo educativo de los padres, el propio temperamento del niño, la
vulnerabilidad de cada niño, y los factores sociales y culturales son factores que condicionan la
aparición de trastornos de ansiedad en la infancia según Echeburúa y Corral (2006).
Para la evaluación de los trastornos de ansiedad existen numerosos instrumentos con buenos
índices psicométricos en nuestro país. La Revised Child Anxiety and Depression Scale (RCADS;
Chorpita, Yim, Moffitt, Umemoto y Francis, 2000) es un autoinforme de gran interés por su aplicación
en contextos de clínica e investigación para población infanto-juvenil (Sandín et al., 2009). En
cuanto a las entrevistas diagnósticas, una de las más utilizadas es la Anxiety Disorder Interview
Schedule for Children (ADISC; Silverman y Albano, 1996).
En relación a los tratamientos del TAG, la terapia cognitivo-conductual, con o sin componente familiar,
es la intervención que se ha probado con mayor grado de eficacia para niños y adolescentes siguiendo los
criterios de la Comisión de Expertos de la División 12 de la Asociación Americana de Psicología (Task Force
on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, 1995). Por ejemplo, el programa Coping Cat
(Kendall, 1992) fue uno de los pioneros en mostrar la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en
niños con este trastorno. En España se puede consultar el trabajo realizado por Orgilés, Méndez, Rosa e
Inglés (2003) sobre la eficacia de los tratamientos en el TAG y en la ansiedad por separación en niños y
adolescentes.
En este estudio se presenta el caso de un adolescente que cumple los criterios diagnósticos
para el trastorno de ansiedad generalizada (DMS-IV-TR, APA 2000). El objetivo de este estudio
es presentar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-conductual con el fin de
reducir el número de preocupaciones, así como también disminuir la activación psicofisiológica
y reducir las respuestas de escape para mejorar la calidad de vida del paciente.
Descripción del caso
Identificación del paciente
El paciente llamado Juan (nombre figurado) es un varón de 12 años de edad que cursa 2º
de E.S.O. en un instituto público de Castilla-La Mancha. La familia del paciente está formada
por el padre, la madre y por un hermano varón de 14 años de edad. En el domicilio familiar
conviven los cuatro miembros.
Motivo de consulta
Juan viene a la consulta por padecer dolores abdominales frecuentes. Desde hace varios
meses, ante determinados acontecimientos (normalmente cuando tiene un examen, o cuando
piensa que tiene que hacer tareas importantes), el niño llama desde el instituto a casa
manifestando tener dolores abdominales que le impiden seguir en clase y sentirse indispuesto.
Normalmente ante dichos dolores los padres aconsejan que el niño permanezca en el centro,
ya que saben que Juan quiere evitar la situación que le preocupa. En otras ocasiones lo
recogen del centro escolar y lo llevan a casa para que descanse, ya que con frecuencia suele
vomitar. Los días previos a dichos acontecimientos el paciente se muestra nervioso, irritable,
con dolor de cabeza y dolores abdominales, y suele dormir mal. Aparte de estas situacio nes,
Juan manifiesta que siempre ha sido un niño muy nervioso, preocupadizo, responsable y
perfeccionista.
Esta información sobre las preocupaciones y la ansiedad experimentada junto a la
descripción de los padres, aporta información relevante sobre el problema, mostrando indicios
claros de que podría tratarse de un TAG, aunque se consideró pertinente realizar una
entrevista diagnóstica diferencial.
Historia del problema
Juan comenzó a tener dolores abdominales y dolor de cabeza frecuente desde hacía
aproximadamente dos años ante determinados acontecimientos y preocupaciones. Asegura que
desde siempre ha sido una persona bastante nerviosa. No sabe con seguridad cuándo fue el
comienzo de estos estados de ansiedad y preocupaciones, pero cada vez han ido repitiéndose con
más frecuencia. Además, Juan es muy perfeccionista y se exige bastante, sus notas son excelentes y
su rendimiento académico es muy bueno.
Respecto a las relaciones sociales, anteriormente en el colegio no solía tener muchos amigos.
Actualmente, en el instituto tiene algunos amigos y amigas; compañeros de clase con los que se
relaciona normalmente y con quienes se muestra bastante adaptado. Además juega en el equipo de
baloncesto del instituto, aunque dice que le encantaría tener más amigos.
La relación con sus padres es muy buena. Su padre es muy exigente con él en relación a sus
notas y su comportamiento. Con su madre tiene bastante afinidad y dice llevarse muy bien.
Cabe destacar que la madre estuvo bajo tratamiento farmacológico por depresión durante dos
años, aunque en la actualidad se encuentra bastante bien y ha dejado el tratamiento
farmacológico. Con su hermano mantiene del mismo modo muy buena relación. Esta era la
primera vez que recibía tratamiento psicológico.
Evaluación del caso
Para la evaluación de Juan se emplearon dos pruebas de ansiedad, el RCADS (Chorpita, Yim, Moffitt,
Umemoto y Francis, 2000) y la entrevista diagnóstica ADISC-IV (Silverman y Albano, 2006), así como
registros de observación. La fuente de recogida de información fueron los padres y el propio Juan.
En primer lugar, se administró la escala RCADS (versión española de Sandín, Valiente y Chorot,
2009). Se trata de un instrumento específico para evaluar trastornos de depresión y ansiedad en
población infanto-juvenil. Las propiedades psicométricas sobre la fiabilidad en la versión española
poseen un nivel elevado de fiabilidad (alfa = 0.93). La fiabilidad de las diferentes subescalas de la
misma es buena debido a que los valores de los coeficientes alfa se sitúan en torno a 0.80 (Sandín
et al., 2009).
En segundo lugar, para realizar una valoración sobre la posible comorbilidad con otros trastornos de
ansiedad, se consideró pertinente aplicar la entrevista ADISC-IV (Silverman y Albano, 1996) uti-
lizando la versión validada en español por Silverman y Sandín (2009). Los índices psicométricos
muestran buenos coeficientes de fiabilidad entre 0.63-0.80 para niños más pequeños y 0.71-0.84
para jóvenes respectivamente. (Silverman, Saavedra y Pina, 2001).
Por último, le entregamos un Registro de preocupaciones y de Estimación de las
preocupaciones, siguiendo el patrón similar de Olivares, Piqueras y García-López (2003),
cuantificando la intensidad, la frecuencia y el grado de autocontrol de las preocupaciones
(Tabla 1).
Análisis topográfico y funcional
Observamos que Juan obtiene una puntuación general por encima de la media normativa en
todas las subescalas de la RCADS, pero sobre todo destaca la puntuación en la subescala
ansiedad gene
159
Caridad Padilla Díaz
ralizada (puntuación de 16 sobre la media en chicos de 7.7) seguida de la subescala en
ansiedad social (15 sobre la media en chicos de 10.7).
En la entrevista diagnóstica ADISC se prestó especial atención al apartado del TAG, que
incluye las preocupaciones, la estimación de la gravedad de esas preocupaciones, así como de
controlar o detener esas preocupaciones, el nivel de interferencia y el nivel de alteración
somática. Las preocupaciones estaban relacionadas con el instituto (evaluaciones en clase de
inglés y naturales, los deberes, notas, exámenes, presentaciones en público, etc.) con una
estimación de gravedad de 8/10 y frecuencia casi diaria. Además, solía tener preocupaciones
acerca del futuro, seguidas de preocupaciones de su propia salud y la salud de sus padres con
estimación de gravedad de 7/10, así como de sufrir algún accidente y/o a perder cosas
importantes como los apuntes o las llaves de casa con estimación de gravedad de 6/10 siendo
bastante frecuentes estos pensamientos. Por estos motivos, le cuesta concentrarse y conciliar
el sueño.
Tabla 1. Registro de preocupaciones y estimación de las preocupaciones
Tratamiento
cognitivo-
conductual de un
adolescente con
trastorno de
ansiedad
generalizada
Caridad Padilla Díaz
Práctica Privada
Resumen
Se presenta la intervención en el caso de un adolescente de 12 años de edad con trastorno de
ansiedad generalizada. El objetivo es analizar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-
conductual dirigido a reducir el número de preocupaciones, disminuir la activación psicofisiológica y
reducir las respuestas de escape. La evaluación se realizó mediante la Entrevista Semiestructurada de los
Trastornos de Ansiedad (ADISC-IV) y la Escala de Depresión y Ansiedad para Niños Revisada (RCADS). Se
aplicó un tratamiento cognitivo-conductual que incluía como componentes entrenamiento en relajación,
reestructuración cognitiva, exposición en imaginación y en vivo, y entrenamiento en habilidades sociales.
Los resultados mostraron una mejoría en relación a las preocupaciones del paciente y a su nivel de
activación psicofisiológica, y la eliminación de las respuestas de escape, según la evaluación pretest-
postest y el análisis de los registros semanales durante la intervención. Este estudio aporta evidencias de
la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en un trastorno de ansiedad generalizada para
adolescentes.
Palabras clave: Adolescente, ansiedad generalizada, tratamiento cognitivo-conductual.
Abstract
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. We show
the intervention with a 12-years old adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. The main aim
of this study is presenting the effects of the behavioral treatment whose end is decreasing the number of
worries, reduce the psychophysiological activation and decrease the escape behaviors. The assessment
was carried out using the Anxiety Disorder Interview Schedule for Children (ADISC-IV) and the Revised
Child Anxiety and Depression Scale (RCADS). The behavioral treatment included relaxation training,
behavior restructuring, imagination and in vivo exposure and social skills training. The results showed
improvements in the worries of the patient and in his level of psychophysiological activation, as well as the
reduction of escape responses by means of the assessment carried out before and after the treatment and
the analysis of weekly records during the intervention. This study shows new evidences of the
effectiveness of behavioral therapy in generalized anxiety disorder in adolescents.
Keywords: Adolescent, generalized anxiety, behavioral-cognitive treatment.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) fue incluido por primera vez en el DSM-IV (APA,
1994) dentro de los trastornos de la infancia y la adolescencia. Para el diagnóstico de TAG en
población infanto–juvenil se requiere que: (a) se experimente ansiedad y preocupación
excesivas, asociadas a síntomas somáticos como impaciencia, fatiga, irritabilidad, tensión
muscular, problemas de concentración y/o de sueño, (b) que lo haga ante un amplio espectro
de eventos y actividades que generalmente suelen ser preocupaciones acerca del rendimiento
escolar, el perfeccionismo, el estado de salud propio y el de la familia o amigos íntimos, y las
relaciones sociales, y (c) que se prolongue como mínimo durante seis meses (APA 2000).
Se estima que entre un 15% y un 20% de la población infanto-juvenil tiene algún trastorno
de ansiedad, tratándose de uno de las demandas más frecuentes en las Unidades de Salud
Mental (Orgilés, Méndez, Espada, Carballo y Piqueras, 2012). De acuerdo con los datos
epidemiológicos en problemas de ansiedad, la edad media de los niños que los padecen es 13
años. Respecto a las diferencias en función del sexo, las niñas manifiestan más ansiedad que
los niños en todos los trastornos excepto en el trastorno obsesivo-compulsivo (Rodríguez de
Kissack y Martinez-León, 2001).
La etiología del trastorno de ansiedad generalizada es desconocida; el origen y mantenimiento
de los trastornos fóbicos se conoce algo más (Sandín,Valiente y Chorot, 2009). Son varias las
causas que pueden dar lugar a un trastorno de ansiedad. Los acontecimientos
Correspondencia:
Caridad Padilla Díaz. Clínica de Psicología.
C/Chavarco, 27, Bajo, CP: 02600, Villarrobledo (Albacete) - España.
E.mail: caridadpadilla@gmail.com
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder
Tratamiento de un adolescente c on ansiedad generalizada
158
estresantes, el estilo educativo de los padres, el propio temperamento del niño, la
vulnerabilidad de cada niño, y los factores sociales y culturales son factores que condicionan la
aparición de trastornos de ansiedad en la infancia según Echeburúa y Corral (2006).
Para la evaluación de los trastornos de ansiedad existen numerosos instrumentos con buenos
índices psicométricos en nuestro país. La Revised Child Anxiety and Depression Scale (RCADS;
Chorpita, Yim, Moffitt, Umemoto y Francis, 2000) es un autoinforme de gran interés por su aplicación
en contextos de clínica e investigación para población infanto-juvenil (Sandín et al., 2009). En
cuanto a las entrevistas diagnósticas, una de las más utilizadas es la Anxiety Disorder Interview
Schedule for Children (ADISC; Silverman y Albano, 1996).
En relación a los tratamientos del TAG, la terapia cognitivo-conductual, con o sin componente familiar,
es la intervención que se ha probado con mayor grado de eficacia para niños y adolescentes siguiendo los
criterios de la Comisión de Expertos de la División 12 de la Asociación Americana de Psicología (Task Force
on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, 1995). Por ejemplo, el programa Coping Cat
(Kendall, 1992) fue uno de los pioneros en mostrar la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en
niños con este trastorno. En España se puede consultar el trabajo realizado por Orgilés, Méndez, Rosa e
Inglés (2003) sobre la eficacia de los tratamientos en el TAG y en la ansiedad por separación en niños y
adolescentes.
En este estudio se presenta el caso de un adolescente que cumple los criterios diagnósticos
para el trastorno de ansiedad generalizada (DMS-IV-TR, APA 2000). El objetivo de este estudio
es presentar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-conductual con el fin de
reducir el número de preocupaciones, así como también disminuir la activación psicofisiológica
y reducir las respuestas de escape para mejorar la calidad de vida del paciente.
Descripción del caso
Identificación del paciente
El paciente llamado Juan (nombre figurado) es un varón de 12 años de edad que cursa 2º
de E.S.O. en un instituto público de Castilla-La Mancha. La familia del paciente está formada
por el padre, la madre y por un hermano varón de 14 años de edad. En el domicilio familiar
conviven los cuatro miembros.
Motivo de consulta
Juan viene a la consulta por padecer dolores abdominales frecuentes. Desde hace varios
meses, ante determinados acontecimientos (normalmente cuando tiene un examen, o cuando
piensa que tiene que hacer tareas importantes), el niño llama desde el instituto a casa
manifestando tener dolores abdominales que le impiden seguir en clase y sentirse indispuesto.
Normalmente ante dichos dolores los padres aconsejan que el niño permanezca en el centro,
ya que saben que Juan quiere evitar la situación que le preocupa. En otras ocasiones lo
recogen del centro escolar y lo llevan a casa para que descanse, ya que con frecuencia suele
vomitar. Los días previos a dichos acontecimientos el paciente se muestra nervioso, irritable,
con dolor de cabeza y dolores abdominales, y suele dormir mal. Aparte de estas situacio nes,
Juan manifiesta que siempre ha sido un niño muy nervioso, preocupadizo, responsable y
perfeccionista.
Esta información sobre las preocupaciones y la ansiedad experimentada junto a la
descripción de los padres, aporta información relevante sobre el problema, mostrando indicios
claros de que podría tratarse de un TAG, aunque se consideró pertinente realizar una
entrevista diagnóstica diferencial.
Historia del problema
Juan comenzó a tener dolores abdominales y dolor de cabeza frecuente desde hacía
aproximadamente dos años ante determinados acontecimientos y preocupaciones. Asegura que
desde siempre ha sido una persona bastante nerviosa. No sabe con seguridad cuándo fue el
comienzo de estos estados de ansiedad y preocupaciones, pero cada vez han ido repitiéndose con
más frecuencia. Además, Juan es muy perfeccionista y se exige bastante, sus notas son excelentes y
su rendimiento académico es muy bueno.
Respecto a las relaciones sociales, anteriormente en el colegio no solía tener muchos amigos.
Actualmente, en el instituto tiene algunos amigos y amigas; compañeros de clase con los que se
relaciona normalmente y con quienes se muestra bastante adaptado. Además juega en el equipo de
baloncesto del instituto, aunque dice que le encantaría tener más amigos.
La relación con sus padres es muy buena. Su padre es muy exigente con él en relación a sus
notas y su comportamiento. Con su madre tiene bastante afinidad y dice llevarse muy bien.
Cabe destacar que la madre estuvo bajo tratamiento farmacológico por depresión durante dos
años, aunque en la actualidad se encuentra bastante bien y ha dejado el tratamiento
farmacológico. Con su hermano mantiene del mismo modo muy buena relación. Esta era la
primera vez que recibía tratamiento psicológico.
Evaluación del caso
Para la evaluación de Juan se emplearon dos pruebas de ansiedad, el RCADS (Chorpita, Yim, Moffitt,
Umemoto y Francis, 2000) y la entrevista diagnóstica ADISC-IV (Silverman y Albano, 2006), así como
registros de observación. La fuente de recogida de información fueron los padres y el propio Juan.
En primer lugar, se administró la escala RCADS (versión española de Sandín, Valiente y Chorot,
2009). Se trata de un instrumento específico para evaluar trastornos de depresión y ansiedad en
población infanto-juvenil. Las propiedades psicométricas sobre la fiabilidad en la versión española
poseen un nivel elevado de fiabilidad (alfa = 0.93). La fiabilidad de las diferentes subescalas de la
misma es buena debido a que los valores de los coeficientes alfa se sitúan en torno a 0.80 (Sandín
et al., 2009).
En segundo lugar, para realizar una valoración sobre la posible comorbilidad con otros trastornos de
ansiedad, se consideró pertinente aplicar la entrevista ADISC-IV (Silverman y Albano, 1996) uti-
lizando la versión validada en español por Silverman y Sandín (2009). Los índices psicométricos
muestran buenos coeficientes de fiabilidad entre 0.63-0.80 para niños más pequeños y 0.71-0.84
para jóvenes respectivamente. (Silverman, Saavedra y Pina, 2001).
Por último, le entregamos un Registro de preocupaciones y de Estimación de las
preocupaciones, siguiendo el patrón similar de Olivares, Piqueras y García-López (2003),
cuantificando la intensidad, la frecuencia y el grado de autocontrol de las preocupaciones
(Tabla 1).
Análisis topográfico y funcional
Observamos que Juan obtiene una puntuación general por encima de la media normativa en
todas las subescalas de la RCADS, pero sobre todo destaca la puntuación en la subescala
ansiedad gene
159
Caridad Padilla Díaz
ralizada (puntuación de 16 sobre la media en chicos de 7.7) seguida de la subescala en
ansiedad social (15 sobre la media en chicos de 10.7).
En la entrevista diagnóstica ADISC se prestó especial atención al apartado del TAG, que
incluye las preocupaciones, la estimación de la gravedad de esas preocupaciones, así como de
controlar o detener esas preocupaciones, el nivel de interferencia y el nivel de alteración
somática. Las preocupaciones estaban relacionadas con el instituto (evaluaciones en clase de
inglés y naturales, los deberes, notas, exámenes, presentaciones en público, etc.) con una
estimación de gravedad de 8/10 y frecuencia casi diaria. Además, solía tener preocupaciones
acerca del futuro, seguidas de preocupaciones de su propia salud y la salud de sus padres con
estimación de gravedad de 7/10, así como de sufrir algún accidente y/o a perder cosas
importantes como los apuntes o las llaves de casa con estimación de gravedad de 6/10 siendo
bastante frecuentes estos pensamientos. Por estos motivos, le cuesta concentrarse y conciliar
el sueño.
Tabla 1. Registro de preocupaciones y estimación de las preocupaciones
Tratamiento
cognitivo-
conductual de un
adolescente con
trastorno de
ansiedad
generalizada
Caridad Padilla Díaz
Práctica Privada
Resumen
Se presenta la intervención en el caso de un adolescente de 12 años de edad con trastorno de
ansiedad generalizada. El objetivo es analizar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-
conductual dirigido a reducir el número de preocupaciones, disminuir la activación psicofisiológica y
reducir las respuestas de escape. La evaluación se realizó mediante la Entrevista Semiestructurada de los
Trastornos de Ansiedad (ADISC-IV) y la Escala de Depresión y Ansiedad para Niños Revisada (RCADS). Se
aplicó un tratamiento cognitivo-conductual que incluía como componentes entrenamiento en relajación,
reestructuración cognitiva, exposición en imaginación y en vivo, y entrenamiento en habilidades sociales.
Los resultados mostraron una mejoría en relación a las preocupaciones del paciente y a su nivel de
activación psicofisiológica, y la eliminación de las respuestas de escape, según la evaluación pretest-
postest y el análisis de los registros semanales durante la intervención. Este estudio aporta evidencias de
la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en un trastorno de ansiedad generalizada para
adolescentes.
Palabras clave: Adolescente, ansiedad generalizada, tratamiento cognitivo-conductual.
Abstract
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. We show
the intervention with a 12-years old adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. The main aim
of this study is presenting the effects of the behavioral treatment whose end is decreasing the number of
worries, reduce the psychophysiological activation and decrease the escape behaviors. The assessment
was carried out using the Anxiety Disorder Interview Schedule for Children (ADISC-IV) and the Revised
Child Anxiety and Depression Scale (RCADS). The behavioral treatment included relaxation training,
behavior restructuring, imagination and in vivo exposure and social skills training. The results showed
improvements in the worries of the patient and in his level of psychophysiological activation, as well as the
reduction of escape responses by means of the assessment carried out before and after the treatment and
the analysis of weekly records during the intervention. This study shows new evidences of the
effectiveness of behavioral therapy in generalized anxiety disorder in adolescents.
Keywords: Adolescent, generalized anxiety, behavioral-cognitive treatment.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) fue incluido por primera vez en el DSM-IV (APA,
1994) dentro de los trastornos de la infancia y la adolescencia. Para el diagnóstico de TAG en
población infanto–juvenil se requiere que: (a) se experimente ansiedad y preocupación
excesivas, asociadas a síntomas somáticos como impaciencia, fatiga, irritabilidad, tensión
muscular, problemas de concentración y/o de sueño, (b) que lo haga ante un amplio espectro
de eventos y actividades que generalmente suelen ser preocupaciones acerca del rendimiento
escolar, el perfeccionismo, el estado de salud propio y el de la familia o amigos íntimos, y las
relaciones sociales, y (c) que se prolongue como mínimo durante seis meses (APA 2000).
Se estima que entre un 15% y un 20% de la población infanto-juvenil tiene algún trastorno
de ansiedad, tratándose de uno de las demandas más frecuentes en las Unidades de Salud
Mental (Orgilés, Méndez, Espada, Carballo y Piqueras, 2012). De acuerdo con los datos
epidemiológicos en problemas de ansiedad, la edad media de los niños que los padecen es 13
años. Respecto a las diferencias en función del sexo, las niñas manifiestan más ansiedad que
los niños en todos los trastornos excepto en el trastorno obsesivo-compulsivo (Rodríguez de
Kissack y Martinez-León, 2001).
La etiología del trastorno de ansiedad generalizada es desconocida; el origen y mantenimiento
de los trastornos fóbicos se conoce algo más (Sandín,Valiente y Chorot, 2009). Son varias las
causas que pueden dar lugar a un trastorno de ansiedad. Los acontecimientos
Correspondencia:
Caridad Padilla Díaz. Clínica de Psicología.
C/Chavarco, 27, Bajo, CP: 02600, Villarrobledo (Albacete) - España.
E.mail: caridadpadilla@gmail.com
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder
Tratamiento de un adolescente c on ansiedad generalizada
158
estresantes, el estilo educativo de los padres, el propio temperamento del niño, la
vulnerabilidad de cada niño, y los factores sociales y culturales son factores que condicionan la
aparición de trastornos de ansiedad en la infancia según Echeburúa y Corral (2006).
Para la evaluación de los trastornos de ansiedad existen numerosos instrumentos con buenos
índices psicométricos en nuestro país. La Revised Child Anxiety and Depression Scale (RCADS;
Chorpita, Yim, Moffitt, Umemoto y Francis, 2000) es un autoinforme de gran interés por su aplicación
en contextos de clínica e investigación para población infanto-juvenil (Sandín et al., 2009). En
cuanto a las entrevistas diagnósticas, una de las más utilizadas es la Anxiety Disorder Interview
Schedule for Children (ADISC; Silverman y Albano, 1996).
En relación a los tratamientos del TAG, la terapia cognitivo-conductual, con o sin componente familiar,
es la intervención que se ha probado con mayor grado de eficacia para niños y adolescentes siguiendo los
criterios de la Comisión de Expertos de la División 12 de la Asociación Americana de Psicología (Task Force
on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, 1995). Por ejemplo, el programa Coping Cat
(Kendall, 1992) fue uno de los pioneros en mostrar la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en
niños con este trastorno. En España se puede consultar el trabajo realizado por Orgilés, Méndez, Rosa e
Inglés (2003) sobre la eficacia de los tratamientos en el TAG y en la ansiedad por separación en niños y
adolescentes.
En este estudio se presenta el caso de un adolescente que cumple los criterios diagnósticos
para el trastorno de ansiedad generalizada (DMS-IV-TR, APA 2000). El objetivo de este estudio
es presentar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-conductual con el fin de
reducir el número de preocupaciones, así como también disminuir la activación psicofisiológica
y reducir las respuestas de escape para mejorar la calidad de vida del paciente.
Descripción del caso
Identificación del paciente
El paciente llamado Juan (nombre figurado) es un varón de 12 años de edad que cursa 2º
de E.S.O. en un instituto público de Castilla-La Mancha. La familia del paciente está formada
por el padre, la madre y por un hermano varón de 14 años de edad. En el domicilio familiar
conviven los cuatro miembros.
Motivo de consulta
Juan viene a la consulta por padecer dolores abdominales frecuentes. Desde hace varios
meses, ante determinados acontecimientos (normalmente cuando tiene un examen, o cuando
piensa que tiene que hacer tareas importantes), el niño llama desde el instituto a casa
manifestando tener dolores abdominales que le impiden seguir en clase y sentirse indispuesto.
Normalmente ante dichos dolores los padres aconsejan que el niño permanezca en el centro,
ya que saben que Juan quiere evitar la situación que le preocupa. En otras ocasiones lo
recogen del centro escolar y lo llevan a casa para que descanse, ya que con frecuencia suele
vomitar. Los días previos a dichos acontecimientos el paciente se muestra nervioso, irritable,
con dolor de cabeza y dolores abdominales, y suele dormir mal. Aparte de estas situacio nes,
Juan manifiesta que siempre ha sido un niño muy nervioso, preocupadizo, responsable y
perfeccionista.
Esta información sobre las preocupaciones y la ansiedad experimentada junto a la
descripción de los padres, aporta información relevante sobre el problema, mostrando indicios
claros de que podría tratarse de un TAG, aunque se consideró pertinente realizar una
entrevista diagnóstica diferencial.
Historia del problema
Juan comenzó a tener dolores abdominales y dolor de cabeza frecuente desde hacía
aproximadamente dos años ante determinados acontecimientos y preocupaciones. Asegura que
desde siempre ha sido una persona bastante nerviosa. No sabe con seguridad cuándo fue el
comienzo de estos estados de ansiedad y preocupaciones, pero cada vez han ido repitiéndose con
más frecuencia. Además, Juan es muy perfeccionista y se exige bastante, sus notas son excelentes y
su rendimiento académico es muy bueno.
Respecto a las relaciones sociales, anteriormente en el colegio no solía tener muchos amigos.
Actualmente, en el instituto tiene algunos amigos y amigas; compañeros de clase con los que se
relaciona normalmente y con quienes se muestra bastante adaptado. Además juega en el equipo de
baloncesto del instituto, aunque dice que le encantaría tener más amigos.
La relación con sus padres es muy buena. Su padre es muy exigente con él en relación a sus
notas y su comportamiento. Con su madre tiene bastante afinidad y dice llevarse muy bien.
Cabe destacar que la madre estuvo bajo tratamiento farmacológico por depresión durante dos
años, aunque en la actualidad se encuentra bastante bien y ha dejado el tratamiento
farmacológico. Con su hermano mantiene del mismo modo muy buena relación. Esta era la
primera vez que recibía tratamiento psicológico.
Evaluación del caso
Para la evaluación de Juan se emplearon dos pruebas de ansiedad, el RCADS (Chorpita, Yim, Moffitt,
Umemoto y Francis, 2000) y la entrevista diagnóstica ADISC-IV (Silverman y Albano, 2006), así como
registros de observación. La fuente de recogida de información fueron los padres y el propio Juan.
En primer lugar, se administró la escala RCADS (versión española de Sandín, Valiente y Chorot,
2009). Se trata de un instrumento específico para evaluar trastornos de depresión y ansiedad en
población infanto-juvenil. Las propiedades psicométricas sobre la fiabilidad en la versión española
poseen un nivel elevado de fiabilidad (alfa = 0.93). La fiabilidad de las diferentes subescalas de la
misma es buena debido a que los valores de los coeficientes alfa se sitúan en torno a 0.80 (Sandín
et al., 2009).
En segundo lugar, para realizar una valoración sobre la posible comorbilidad con otros trastornos de
ansiedad, se consideró pertinente aplicar la entrevista ADISC-IV (Silverman y Albano, 1996) uti-
lizando la versión validada en español por Silverman y Sandín (2009). Los índices psicométricos
muestran buenos coeficientes de fiabilidad entre 0.63-0.80 para niños más pequeños y 0.71-0.84
para jóvenes respectivamente. (Silverman, Saavedra y Pina, 2001).
Por último, le entregamos un Registro de preocupaciones y de Estimación de las
preocupaciones, siguiendo el patrón similar de Olivares, Piqueras y García-López (2003),
cuantificando la intensidad, la frecuencia y el grado de autocontrol de las preocupaciones
(Tabla 1).
Análisis topográfico y funcional
Observamos que Juan obtiene una puntuación general por encima de la media normativa en
todas las subescalas de la RCADS, pero sobre todo destaca la puntuación en la subescala
ansiedad gene
159
Caridad Padilla Díaz
ralizada (puntuación de 16 sobre la media en chicos de 7.7) seguida de la subescala en
ansiedad social (15 sobre la media en chicos de 10.7).
En la entrevista diagnóstica ADISC se prestó especial atención al apartado del TAG, que
incluye las preocupaciones, la estimación de la gravedad de esas preocupaciones, así como de
controlar o detener esas preocupaciones, el nivel de interferencia y el nivel de alteración
somática. Las preocupaciones estaban relacionadas con el instituto (evaluaciones en clase de
inglés y naturales, los deberes, notas, exámenes, presentaciones en público, etc.) con una
estimación de gravedad de 8/10 y frecuencia casi diaria. Además, solía tener preocupaciones
acerca del futuro, seguidas de preocupaciones de su propia salud y la salud de sus padres con
estimación de gravedad de 7/10, así como de sufrir algún accidente y/o a perder cosas
importantes como los apuntes o las llaves de casa con estimación de gravedad de 6/10 siendo
bastante frecuentes estos pensamientos. Por estos motivos, le cuesta concentrarse y conciliar
el sueño.
Tabla 1. Registro de preocupaciones y estimación de las preocupaciones
Tratamiento
cognitivo-
conductual de un
adolescente con
trastorno de
ansiedad
generalizada
Caridad Padilla Díaz
Práctica Privada
Resumen
Se presenta la intervención en el caso de un adolescente de 12 años de edad con trastorno de
ansiedad generalizada. El objetivo es analizar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-
conductual dirigido a reducir el número de preocupaciones, disminuir la activación psicofisiológica y
reducir las respuestas de escape. La evaluación se realizó mediante la Entrevista Semiestructurada de los
Trastornos de Ansiedad (ADISC-IV) y la Escala de Depresión y Ansiedad para Niños Revisada (RCADS). Se
aplicó un tratamiento cognitivo-conductual que incluía como componentes entrenamiento en relajación,
reestructuración cognitiva, exposición en imaginación y en vivo, y entrenamiento en habilidades sociales.
Los resultados mostraron una mejoría en relación a las preocupaciones del paciente y a su nivel de
activación psicofisiológica, y la eliminación de las respuestas de escape, según la evaluación pretest-
postest y el análisis de los registros semanales durante la intervención. Este estudio aporta evidencias de
la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en un trastorno de ansiedad generalizada para
adolescentes.
Palabras clave: Adolescente, ansiedad generalizada, tratamiento cognitivo-conductual.
Abstract
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. We show
the intervention with a 12-years old adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder. The main aim
of this study is presenting the effects of the behavioral treatment whose end is decreasing the number of
worries, reduce the psychophysiological activation and decrease the escape behaviors. The assessment
was carried out using the Anxiety Disorder Interview Schedule for Children (ADISC-IV) and the Revised
Child Anxiety and Depression Scale (RCADS). The behavioral treatment included relaxation training,
behavior restructuring, imagination and in vivo exposure and social skills training. The results showed
improvements in the worries of the patient and in his level of psychophysiological activation, as well as the
reduction of escape responses by means of the assessment carried out before and after the treatment and
the analysis of weekly records during the intervention. This study shows new evidences of the
effectiveness of behavioral therapy in generalized anxiety disorder in adolescents.
Keywords: Adolescent, generalized anxiety, behavioral-cognitive treatment.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) fue incluido por primera vez en el DSM-IV (APA,
1994) dentro de los trastornos de la infancia y la adolescencia. Para el diagnóstico de TAG en
población infanto–juvenil se requiere que: (a) se experimente ansiedad y preocupación
excesivas, asociadas a síntomas somáticos como impaciencia, fatiga, irritabilidad, tensión
muscular, problemas de concentración y/o de sueño, (b) que lo haga ante un amplio espectro
de eventos y actividades que generalmente suelen ser preocupaciones acerca del rendimiento
escolar, el perfeccionismo, el estado de salud propio y el de la familia o amigos íntimos, y las
relaciones sociales, y (c) que se prolongue como mínimo durante seis meses (APA 2000).
Se estima que entre un 15% y un 20% de la población infanto-juvenil tiene algún trastorno
de ansiedad, tratándose de uno de las demandas más frecuentes en las Unidades de Salud
Mental (Orgilés, Méndez, Espada, Carballo y Piqueras, 2012). De acuerdo con los datos
epidemiológicos en problemas de ansiedad, la edad media de los niños que los padecen es 13
años. Respecto a las diferencias en función del sexo, las niñas manifiestan más ansiedad que
los niños en todos los trastornos excepto en el trastorno obsesivo-compulsivo (Rodríguez de
Kissack y Martinez-León, 2001).
La etiología del trastorno de ansiedad generalizada es desconocida; el origen y mantenimiento
de los trastornos fóbicos se conoce algo más (Sandín,Valiente y Chorot, 2009). Son varias las
causas que pueden dar lugar a un trastorno de ansiedad. Los acontecimientos
Correspondencia:
Caridad Padilla Díaz. Clínica de Psicología.
C/Chavarco, 27, Bajo, CP: 02600, Villarrobledo (Albacete) - España.
E.mail: caridadpadilla@gmail.com
Cognitive-behavioral treatment of an adolescent diagnosed with generalized anxiety disorder
Tratamiento de un adolescente c on ansiedad generalizada
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estresantes, el estilo educativo de los padres, el propio temperamento del niño, la
vulnerabilidad de cada niño, y los factores sociales y culturales son factores que condicionan la
aparición de trastornos de ansiedad en la infancia según Echeburúa y Corral (2006).
Para la evaluación de los trastornos de ansiedad existen numerosos instrumentos con buenos
índices psicométricos en nuestro país. La Revised Child Anxiety and Depression Scale (RCADS;
Chorpita, Yim, Moffitt, Umemoto y Francis, 2000) es un autoinforme de gran interés por su aplicación
en contextos de clínica e investigación para población infanto-juvenil (Sandín et al., 2009). En
cuanto a las entrevistas diagnósticas, una de las más utilizadas es la Anxiety Disorder Interview
Schedule for Children (ADISC; Silverman y Albano, 1996).
En relación a los tratamientos del TAG, la terapia cognitivo-conductual, con o sin componente familiar,
es la intervención que se ha probado con mayor grado de eficacia para niños y adolescentes siguiendo los
criterios de la Comisión de Expertos de la División 12 de la Asociación Americana de Psicología (Task Force
on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, 1995). Por ejemplo, el programa Coping Cat
(Kendall, 1992) fue uno de los pioneros en mostrar la eficacia del tratamiento cognitivo-conductual en
niños con este trastorno. En España se puede consultar el trabajo realizado por Orgilés, Méndez, Rosa e
Inglés (2003) sobre la eficacia de los tratamientos en el TAG y en la ansiedad por separación en niños y
adolescentes.
En este estudio se presenta el caso de un adolescente que cumple los criterios diagnósticos
para el trastorno de ansiedad generalizada (DMS-IV-TR, APA 2000). El objetivo de este estudio
es presentar los efectos de la aplicación del tratamiento cognitivo-conductual con el fin de
reducir el número de preocupaciones, así como también disminuir la activación psicofisiológica
y reducir las respuestas de escape para mejorar la calidad de vida del paciente.
Descripción del caso
Identificación del paciente
El paciente llamado Juan (nombre figurado) es un varón de 12 años de edad que cursa 2º
de E.S.O. en un instituto público de Castilla-La Mancha. La familia del paciente está formada
por el padre, la madre y por un hermano varón de 14 años de edad. En el domicilio familiar
conviven los cuatro miembros.
Motivo de consulta
Juan viene a la consulta por padecer dolores abdominales frecuentes. Desde hace varios
meses, ante determinados acontecimientos (normalmente cuando tiene un examen, o cuando
piensa que tiene que hacer tareas importantes), el niño llama desde el instituto a casa
manifestando tener dolores abdominales que le impiden seguir en clase y sentirse indispuesto.
Normalmente ante dichos dolores los padres aconsejan que el niño permanezca en el centro,
ya que saben que Juan quiere evitar la situación que le preocupa. En otras ocasiones lo
recogen del centro escolar y lo llevan a casa para que descanse, ya que con frecuencia suele
vomitar. Los días previos a dichos acontecimientos el paciente se muestra nervioso, irritable,
con dolor de cabeza y dolores abdominales, y suele dormir mal. Aparte de estas situacio nes,
Juan manifiesta que siempre ha sido un niño muy nervioso, preocupadizo, responsable y
perfeccionista.
Esta información sobre las preocupaciones y la ansiedad experimentada junto a la
descripción de los padres, aporta información relevante sobre el problema, mostrando indicios
claros de que podría tratarse de un TAG, aunque se consideró pertinente realizar una
entrevista diagnóstica diferencial.
Historia del problema
Juan comenzó a tener dolores abdominales y dolor de cabeza frecuente desde hacía
aproximadamente dos años ante determinados acontecimientos y preocupaciones. Asegura que
desde siempre ha sido una persona bastante nerviosa. No sabe con seguridad cuándo fue el
comienzo de estos estados de ansiedad y preocupaciones, pero cada vez han ido repitiéndose con
más frecuencia. Además, Juan es muy perfeccionista y se exige bastante, sus notas son excelentes y
su rendimiento académico es muy bueno.
Respecto a las relaciones sociales, anteriormente en el colegio no solía tener muchos amigos.
Actualmente, en el instituto tiene algunos amigos y amigas; compañeros de clase con los que se
relaciona normalmente y con quienes se muestra bastante adaptado. Además juega en el equipo de
baloncesto del instituto, aunque dice que le encantaría tener más amigos.
La relación con sus padres es muy buena. Su padre es muy exigente con él en relación a sus
notas y su comportamiento. Con su madre tiene bastante afinidad y dice llevarse muy bien.
Cabe destacar que la madre estuvo bajo tratamiento farmacológico por depresión durante dos
años, aunque en la actualidad se encuentra bastante bien y ha dejado el tratamiento
farmacológico. Con su hermano mantiene del mismo modo muy buena relación. Esta era la
primera vez que recibía tratamiento psicológico.
Evaluación del caso
Para la evaluación de Juan se emplearon dos pruebas de ansiedad, el RCADS (Chorpita, Yim, Moffitt,
Umemoto y Francis, 2000) y la entrevista diagnóstica ADISC-IV (Silverman y Albano, 2006), así como
registros de observación. La fuente de recogida de información fueron los padres y el propio Juan.
En primer lugar, se administró la escala RCADS (versión española de Sandín, Valiente y Chorot,
2009). Se trata de un instrumento específico para evaluar trastornos de depresión y ansiedad en
población infanto-juvenil. Las propiedades psicométricas sobre la fiabilidad en la versión española
poseen un nivel elevado de fiabilidad (alfa = 0.93). La fiabilidad de las diferentes subescalas de la
misma es buena debido a que los valores de los coeficientes alfa se sitúan en torno a 0.80 (Sandín
et al., 2009).
En segundo lugar, para realizar una valoración sobre la posible comorbilidad con otros trastornos de
ansiedad, se consideró pertinente aplicar la entrevista ADISC-IV (Silverman y Albano, 1996) uti-
lizando la versión validada en español por Silverman y Sandín (2009). Los índices psicométricos
muestran buenos coeficientes de fiabilidad entre 0.63-0.80 para niños más pequeños y 0.71-0.84
para jóvenes respectivamente. (Silverman, Saavedra y Pina, 2001).
Por último, le entregamos un Registro de preocupaciones y de Estimación de las
preocupaciones, siguiendo el patrón similar de Olivares, Piqueras y García-López (2003),
cuantificando la intensidad, la frecuencia y el grado de autocontrol de las preocupaciones
(Tabla 1).
Análisis topográfico y funcional
Observamos que Juan obtiene una puntuación general por encima de la media normativa en
todas las subescalas de la RCADS, pero sobre todo destaca la puntuación en la subescala
ansiedad gene
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Caridad Padilla Díaz
ralizada (puntuación de 16 sobre la media en chicos de 7.7) seguida de la subescala en
ansiedad social (15 sobre la media en chicos de 10.7).
En la entrevista diagnóstica ADISC se prestó especial atención al apartado del TAG, que
incluye las preocupaciones, la estimación de la gravedad de esas preocupaciones, así como de
controlar o detener esas preocupaciones, el nivel de interferencia y el nivel de alteración
somática. Las preocupaciones estaban relacionadas con el instituto (evaluaciones en clase de
inglés y naturales, los deberes, notas, exámenes, presentaciones en público, etc.) con una
estimación de gravedad de 8/10 y frecuencia casi diaria. Además, solía tener preocupaciones
acerca del futuro, seguidas de preocupaciones de su propia salud y la salud de sus padres con
estimación de gravedad de 7/10, así como de sufrir algún accidente y/o a perder cosas
importantes como los apuntes o las llaves de casa con estimación de gravedad de 6/10 siendo
bastante frecuentes estos pensamientos. Por estos motivos, le cuesta concentrarse y conciliar
el sueño.
Tabla 1. Registro de preocupaciones y estimación de las preocupaciones