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“Desamurallar para que el Otro ingrese” – Panel: la decisión de alojar: una

construcción posible.
Colectivo de Acompañantes Juveniles del IRAR
1.
El IRAR es inaugurado en 1999 en un acto de eufemismo lingüístico como
“Instituto de Recuperación del Adolescente de Rosario”. Aloja a jóvenes en
conflicto con la ley penal de entre 16 a 18 años con causas que van desde robo
simple, robo calificado a homicidios.
Desde entonces, viene sufriendo los avatares de gestiones y gobiernos, con
el consiguiente vaivén de políticas y gentes. Nosotros como acompañantes
juveniles, ingresamos en el marco de un proyecto de “cierre progresivo” del lugar
en enero de 2009.
La idea fue que haya personas, diferenciadas del Servicio Penitenciario, que
convivan con los jóvenes y que acompañen su tránsito por la institución. Personas
con recorridos vinculados a lo artístico, lo pedagógico, las ciencias sociales, lo
educativo, lo psicológico, etc. Apenas entramos, comenzamos a vincularnos con
los pibes que allí estaban. Poco a poco en ese encuentro, nos fuimos encontrando
entre nosotros como colectivo.
El trabajo que venimos haciendo desde hace un año y medio nos anima a
compartir algunas reflexiones.
Cuando iniciamos el trabajo como acompañantes nos preguntamos ¿Qué
hacer en el día a día con estos jóvenes en situación de encierro? ¿Qué formas le
damos a este diario compartir? ¿Cómo instauramos un vínculo humano en una
situación que es degradante de la condición humana?
Aún reconociendo que hemos avanzado mucho, seguimos haciéndonos las mismas
preguntas. Manteniéndonos en ese movimiento lleno de incerteza fuimos
avanzando.
Muchas de las cosas que soñábamos o veíamos como imposibles cuando
empezamos, las fuimos concretando. Por eso nos resulta vital poder seguir
soñando en correr los límites de lo posible y llegar al punto en que no tengamos
que existir, pues no existirán ya las instituciones de encierro. Por eso renovamos
todos los días la apuesta. Así como a los pibes con esas cargas tremendas que
llevan, nunca pudieron ocultarles del todo esa vida que puja por desarrollarse, por
expresarse; nosotros tratamos de mantenernos en movimiento en ese lugar
inmóvil. Estar atentos para mejor acompañar el tránsito de los pibes desde la
presencia, como un proceso de experimentación de sí mismos, como un proceso
que pueda ser de aprendizaje. Pararnos en un lugar de referencia que posibilite la
emergencia de esa voz y ese cuerpo oculto y signado por el sistema judicial,
mediático, capitalista. Andar el andar juntos e ir viendo por dónde le escapamos a
la resignación y a la desesperanza de ese proyecto de muerte. Estar, pues la
presencia genera el encuentro, y es en ese entre donde surgen diversas
actividades que buscan romper los muros o agrietarlos.
Por todo esto pensar nuestra práctica como una práctica colectiva nos
resulta urgente e imprescindible. Ir probando, ir andando un camino en el hacer
cotidiano y evitar que nos coma el trajín de la institución. Nosotros somos quienes
queremos conflictuar esto que llamamos cultura tumbera. Y la queremos cambiar
porque la consideramos suicida. Decimos que es urgente abrir espacios para que
puedan aparecer otras cosas, otros modos más del lado de la vida, de la creación,
que de la reproducción.

2.
A través de una investigación que realizamos nosotros, pudimos
sistematizar la información relacionada a las problemáticas que vivencian los

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“Desamurallar para que el Otro ingrese” – Panel: la decisión de alojar: una
construcción posible.
Colectivo de Acompañantes Juveniles del IRAR
jóvenes que transitan por el IRAR. De una muestra de 48 chicos ingresados en los
primeros 6 meses de este año, pudimos inferir los siguientes datos:
• El 94% proviene de barrios periféricos.
• El 83% no terminó la escuela primaria y ninguno de ellos la secundaria.
• Sólo el 23% vive con ambos padres. Otro 23% no vive con ninguno de
los padres. El 44% vive solamente con la madre.
• El 21% tiene alguno de los dos padres muertos.
• El 19% tiene alguno de los padres presos.
• El promedio de hermanos es de 5,8 (incluyendo los medios hermanos,
el 65% tiene).
• El 23% tiene un hermano muerto por violencia o sobredosis.
• El 31% tiene algún hermano preso.
• El 40% tiene hijos. Sólo la mitad convive con ellos.
• El consumo empieza a los 12-13 años. Todos consumen sustancias
psicoactivas. El 65% consume 4 sustancias o más (tabaco, marihuana,
cocaína y psicofármacos las más consumidas). La frecuencia es diaria
para casi todas.

Estas cifras muestran que los jóvenes con los cuales compartimos la
cotidianeidad provienen de contextos que distan de ser los que teóricamente
define el derecho penal al invocar una definición de “ciudadanía” previa para una
posible rehabilitación o recuperación del preso.
Comenzamos definiendo entonces que la cárcel como dispositivo en la
actualidad no habilita para la vida en sociedad sino que genera códigos que se
reproducen sólo en situación de encierro. Esto, en adolescentes significa otro tipo
de socialización que generalmente nutre una subjetividad relacionada a la cultura
tumbera tanto dentro como fuera del encierro.

3.
El modo de vinculación con los jóvenes es un proceso abierto como
cualquier relación humana en donde es imposible definirlo desde las figuras
tradicionales, ya que también el rol es innovador. No somos una sola cosa, ni
padres (si bien tenemos a veces su misma edad), ni hermanos (si bien
compartimos la cotidianeidad de un alojamiento), ni sus amigos (si bien charlamos
con ellos horas y horas).
Este proceso tiene sus vaivenes. Desde las agresiones físicas y verbales que
provocaron algunas renuncias de compañeros, poco a poco se fue creando una
instancia colectiva que posibilita actualmente una retroalimentación para que
desde abajo construyamos entre todos, acompañantes y jóvenes (sin menoscabar
al resto de los actores que trabajan en la institución) una relación humanizante. La
identidad del acompañante se forja en la práctica diaria, sin teoría específica y los
límites de la relación, más allá de los regímenes de convivencia institucionales, se
construyen cotidianamente.
La línea prioritaria de trabajo que tomamos es la necesidad del joven,
tratando de desmediatizarla del código carcelario. Esto posibilitó al joven la
inscripción de un “otro” que lo escuche, generando un lazo distinto dentro de la
institución (y por qué no, de su vida).
Si antes para la escucha o respuesta a las demandas hacía falta la violencia
típica de las cárceles (quema de colchones, cortes en el cuerpo, etc.), ahora el lazo

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de la escucha genera una intervención nueva: el que nos está hablando es una
persona, un sujeto.

4.
Entrando ya al tema de este encuentro, según la definición del término
“Alojar” de la RAE1 tenemos dos acepciones que escogimos:
- Colocar una cosa dentro de otra, y especialmente en cavidad adecuada.
- Dar alojamiento a la tropa.
La primera, tiene que ver con tomar al joven como objeto a depositar en un
lugar de encierro y todas las implicancias que esto conlleva. Tiene que ver con el
alojamiento en sí mismo y el modo de hacerlo tanto objetiva como subjetivamente
y de lo cual hablaremos más adelante.
En cambio la segunda, “dar alojamiento a la tropa”, nos remite más a una
cuestión política y de las causas que subyacen: el término de tropa equiparado al
concepto marxista de “ejército de reserva”. Si para Marx el ejército de reserva es
funcional al sistema capitalista para rebajar salarios, la tropa alojada en lugares de
encierro, siempre jóvenes pobres y excluidos, es funcional al mercado de la
seguridad para vender dispositivos y sensaciones de seguridad (por ejemplo:
servicios de seguridad privada, countries, alarmas, programas políticos que
prometen más policía, etc.) en relación al sentimiento de inseguridad que los
medios generan gracias a ellos. Los excluidos son los que se pueden descartar,
alojar en el encierro.

5.
Intentamos describir un poco las implicancias de lo que significa la lógica
carcelaria en los jóvenes en lo que respecta específicamente al “alojamiento”. Y
esto nos remite a la primera definición: cosas que se ponen dentro de algo.
Podemos citar algunas cuestiones objetivas: no tienen posibilidad de
prender la ducha para bañarse ni servirse agua para tomar (fría o caliente),
tampoco de prender o apagar la luz de su sector o celda. Sus tiempos y
movimientos están regulados desde fuera. Deben circular esposados tanto dentro
como fuera de la institución (incluso a veces a sus permisos domiciliarios).
Los resabios de la legislación tutelar no les aseguran de antemano una
previsión sobre cuanto tiempo van a estar alojados. Por eso supuestamente no
realizan talleres de oficios, por eso la droga es el mejor medio para pasar el
tiempo. La indefinición influye la subjetividad. El espacio y el tiempo son relativos.
Teneos el ejemplo de los mineros chilenos a quienes la NASA les recomendó
simular espacios que recreen el día y la noche, cosa que en el IRAR sólo sucede en
dos sectores.
En definitiva, la lógica punitiva-penitenciaria cosifica al joven y desahucia su
deseo. Se sabe también que es muy costoso, tiene efectos aparentes, de corto
plazo y siempre pasajeros con meros fines de control. Un estudio de costos que
realizamos muy superficialmente, nos dio un resultado de más de $7000.- por mes
por joven sólo para el dispositivo del IRAR, sin contar el costo de la justicia y los
programas de otros ministerios.

6.
Pensamos que la subjetividad de los pibes que ya está determinada por las
variables que analizamos antes, repelen cualquier línea dura de discurso moral (el
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http://buscon.rae.es
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deber del trabajo y estudio para resocializarse), sencillamente no la pueden
soportar.
Observamos a través de nuestra experiencia que, en cambio, ese resultado
no sería producto de una determinación moralizante sino que podría alcanzarse en
algunos casos por los caminos de la presencia que posibiliten una reflexión
desmistificadora que los lleve de la condición de “ser choros” a la de “estar siendo
choros”, lo cual los habilitaría a poder “estar siendo” otras cosas: estudiantes,
poetas, artistas, deportistas, padres, adolescentes.
Podemos decir que no hay subjetividad por fuera del lazo social, esto
implicaría el anudamiento de la subjetividad de los jóvenes a este nuevo modo de
acompañamiento que entrama y fortalece día a día posibilidades de inclusión.
La llamada ética de la oportunidad nos permitiría trabajar a partir de
momentos y ocasiones que rompan con la determinación espacio-temporal. Así, la
“oportunidad de ser otro a partir de hacer otras cosas” comienza ya dentro de la
institución.

7.
Con nuestro trabajo nos estamos adelantando y produciendo cosas en los
chicos que de no acompañarse con la construcción de otro/s proyecto/s edilicios
que alojen materialmente y en otras condiciones, nuestro trabajo pierde potencia.
El actual tiene que desparecer pero estamos aun ahí. Tiene sentido desde lo
transitorio ya que no es un trabajo para el contexto carcelario. Es un proceso hacia
lo nuevo que estamos construyendo. Funciona, pero la decisión final es política.
Con esto nos referimos no sólo a la decisión del poder ejecutivo, que lo
prometió hace más de dos años, sino al rol que la sociedad y los medios de
comunicación deben desarrollar para que la contención y el alojamiento en el
"afuera" tracen un camino posible y el/los nuevo/s edificio/s no sigan siendo una
alfombra debajo de la cual esconder o depositar a los jóvenes mientras no se
abordan las causas económicas y sociales de la problemática.
Pensamos en el concepto y la práctica del “desamurallar” como romper la
lógica “adentro-afuera”. Afuera también están encerrados (alojados) en conceptos,
estigmatizaciones, desempleo, analfabetismo funcional, villas, ranchos,
discriminación, etc, etc.
Pretendemos un alojamiento que abra las puertas a la voluntad, el deseo, la
planificación construida desde abajo. Que restrinja sólo la libertad ambulatoria y
no otras. Que transforme la quietud, ese “pasar el tiempo muerto” del encierro en
una intervención poblada de vida, que supere la recuperación para ser
transformación. Transformación que comience adentro y se proyecte hacia fuera,
desamurallando no sólo las murallas de cemento sino también las murallas
simbólicas.

8.
Con respecto a nuestra situación, vemos que nuestra precariedad laboral
contrasta con esa consistencia que debemos donar a los jóvenes.
Si en el día a día representamos al Estado que nuevamente se le presenta al
joven después de varios años, tenemos que contener demandas y ansiedades
postergadas sin poder ofrecer soluciones concretas ni demostrar grietas que
hagan nuevamente fracasar al Estado.

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“Desamurallar para que el Otro ingrese” – Panel: la decisión de alojar: una
construcción posible.
Colectivo de Acompañantes Juveniles del IRAR
Hoy en día, con guardias “mínimas” de 3 ó 4 acompañantes por turno (de 8
horas) y alrededor de 50 chicos, nuestra tarea se ve negada en su condición y
reducida al mínimo en sus resultados.
Es por eso que desde nuestro lugar pensamos y practicamos nuevas formas
de lazos estatales sin dejar de reclamar y luchar porque estos nuevos lazos y las
expectativas que generan se vean reflejados en políticas de Estado éticas.

Colectivo de Acompañantes Juveniles del IRAR


Rosario, septiembre de 2010

Carta de Jonatan:
“Yo le quiero decir a toda esta gente que no se equivoque y no se dejen
llevar por noticieros y policías. ¿Por qué todos nos juzgan sin
conocernos? Porque detrás de ese chico que todos llaman delincuente
hay una historia para escuchar, pero no tenemos a quien contársela.
Porque la gente, en vez de escucharnos nos acusa, critica y nos maldice
porque no nos conoce. ¿Y si nos conocieran? No tendrían los mismos
pensamientos, se darían cuenta que no somos lo que los noticieros dicen.
Porque aunque nos equivocamos en la vida, nos encierran pero no nos
dan una oportunidad para programar el proyecto de nuestra vida.
No nos ayudan a ver la realidad en vez de enseñarnos a hacerlo. Porque
para todos no existimos y en vez de apostar un centavo por nosotros
prefieren tirarlo a la basura.
Los invitamos a conocernos para que ustedes vean verdaderamente
quienes somos y que no somos lo que dicen y que muchos de nosotros
tiene un sueño por realizar.
Por ejemplo, el mío sería estar en mi casa con mi familia, disfrutar de mi
mamá, de mis hermanos. Decirle a mi mamá cuanto la amo, lo mucho que
me hizo falta en todo este tiempo. Trabajar y llevar una vida normal.
Porque si uno se propone, se puede. Siempre y cuando haiga quien nos
apoye. Porque no saben lo feo que es que nadie dé una sola moneda por
vos”.

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